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Realizar todas las acciones que fueren requeridas para obtener el crédito necesario
para cancelar la diferencia adeudada.
Dentro de las cláusulas de la Promesa de Compraventa que fue llevada a cabo por las
partes, existe una clausula penal la misma que obliga a las partes a acogerse a una multa
en caso de que una de ellas incumpla dicho instrumento público. Esta cláusula penal
obliga a una de las partes al pago de $ 6.750 esto es el 15% del valor total del Contrato
como multa en caso de que no se perfeccionara la compraventa prometida.
Para que se lleva a cabo el procedimiento Arbitral unos de los requisitos y de los más
importantes es la existencia del convenio arbitral previo en donde las partes se someten
voluntariamente y de común acuerdo al Arbitraje, en este caso se ha podido identificar
claramente la existencia de la cláusula arbitral que ha sido denominada “Jurisdicción y
Competencia” que indica que en caso de conflictos estos serán resueltos mediante la
Mediación y en caso de no llegar a un acuerdo se procederá a que el conflicto sea
resuelto por un Tribunal de Arbitraje de la Cámara de Comercio de Quito.
Gracias al paso del tiempo y la no respuesta del señor Cárdenas, la parte actora y su
defensor consientes de la premura del proceso y la necesidad de salvaguardar sus
intereses, solicitaron la aplicación de la prohibición de enajenar bienes inmuebles, para
que funcione como medida cautelar en razón de la protección del bien materia de la litis,
porque desearon asegurar al bien inmueble en caso de que el demandado ya no contase
con la suma entregada en anticipo’; y de igual forma solicitaron un apremio personal
sobre demandado, para evitar que se ausente y no pueda eludir el cumplimiento de la
obligación. Decidieron que la aplicación de esta medida cautelar ocurra de forma
inmediata por medio de la intervención de un juez ordinario, la que recurrieron en
función del último párrafo del Art. 9 de la Ley de Arbitraje y Mediación.
No olvidando por supuesto que cuando las partes convienen de mutuo acuerdo someter
sus conflictos al arbitraje, los jueces deben inhibirse de conocer cualquier demanda que
verse sobre las relaciones jurídicas que se hayan originado por dicho acuerdo; sin
embargo, las medidas cautelares no son el objeto mismo de la litis -podrían catalogarse
incluso como un proceso distinto-, pues son medidas que sirven para garantizar el fallo
o resolución final; por lo tanto, su requerimiento ante los jueces, en un sentido amplio,
no implicaría una renuncia al convenio arbitral, tal como menciona incluso la ley.
COMENTARIO
La jurisdicción del árbitro surge a partir de la voluntad de las partes, esta voluntad viene
condicionada tanto en el aspecto de conocer la litis o controversia en sí misma, como en
el de ejecutar medidas cautelares. Esta potestad de que sea un tribunal quien pueda
atender la tutela cautelar, debe constar previamente en el convenio arbitral. Por ello,
conforme la legislación ecuatoriana, los árbitros pueden dictar aquellas medidas
cautelares reguladas en la normativa procesal civil (COGEP), y adicionalmente,
aquellas que consideren necesarias conforme la ley arbitral (artículo 9 LAM). Es decir,
a diferencia del procedimiento judicial, donde los jueces están obligados a ordenar las
medidas cautelares expresamente previstas en el COGEP, la Ley de arbitraje y
mediación ha establecido presupuestos elásticos o flexibles, a fin de que los árbitros
puedan adoptar, además de las medidas establecidas en el COGEP, otras denominadas
atípicas o innominadas, que pese a no estar establecidas en la ley, si el árbitro las
considera necesarias, podrá ordenarlas, respetando siempre los límites legales.
Sin embargo, en el caso de que las partes establecieran que los árbitros pueden ordenar
y ejecutar medidas preventivas, ante situaciones de urgencia que pueden llegar a
suscitarse en sectores económicos o comerciales, en las que los conflictos se agravan en
un tiempo corto y exigen una respuesta rápida de la justicia a fin de evitar perjuicios
irreparables o de muy compleja reparación; las partes no tendrían otra alternativa que
solicitar dichas medidas al juez ordinario, pues aparentemente es el único medio que
disponen para salvaguardar sus derechos de manera ágil y oportuna, sin que esto
implique que se desconozca el convenio arbitral y el laudo dictado a manera de
resolución.
Por esta razón considero que acuerdo con las particularidades y limitaciones propias del
proceso arbitral, la ejecución de medidas cautelares supone el apoyo de la justicia
ordinaria, principalmente cuando surge la necesidad de adoptar una medida cautelar y el
tribunal arbitral no se encuentra formado y se deba esperar, o cuando se debe llevar a
cabo la ejecución forzosa de una medida.