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CAPITULO 3
Una vez que vemos que la teoría puede tener poder explicativo para las brechas
de ingreso cabe preguntarse si también es capaz de explicar el crecimiento de las
desigualdades salariales observada a partir de 1970. Desde fines de los 60 en los
Estados Unidos se empezó a dar un proceso de desindustrialización y un viraje
hacia nuevos sectores que tienen una gran necesidad de trabajo altamente
capacitado. Se da un cambio tecnológico sesgado en provecho de los individuos
más calificados. Mirando datos para Estados Unidos a partir de 1980 se puede ver
como las desigualdades ligadas al nivel de calificación han aumentado. Sin
embargo, el problema es que gran parte de esta desigualdad se dio entre
individuos con mismas características observables como los años de
educación. Esto se debe según el autor a que, en años de educación, por
ejemplo, no se observa la universidad ni el título obtenido. Entonces se puede
estar dando que hayan aumentado las desigualdades según los títulos obtenidos
para una misma cantidad de años de estudio. Esto indica que las diferencias entre
capital humano siguen siendo importantes para explicar las brechas, pero son
difíciles de medir.
De acuerdo a la teoría de las inversiones del capital humano propuesta por Gary
Becker y sus colegas de Chicago, la adquisición del capital humano se
desarrolla de la misma manera que una inversión típica: estudio si el costo de
la inversión (el costo total del estudio) es menor a la ganancia de la inversión.
Implicancias:
Sindicatos
Teniendo en cuenta esto, las herramientas utilizadas por los sindicatos para
aumentar el nivel general de los ingresos y disminuir la desigualdad entre
asalariados no son eficaces para mejorar la redistribución. El problema con el
accionar de los gremios es que manipulan la relación capital trabajo. Su
accionar hace que las empresas utilicen más capital que trabajo y, además,
más trabajo calificado que no calificado, lo que aumenta la desigualdad.
Siempre es posible financiar con mayor eficacia la misma redistribución si se
utilizase la redistribución fiscal, gravando los salarios altos y que estos
financien a los salarios bajos.
Qué pasaría si lo único que determinase los salarios fueran la oferta y la demanda.
Empíricamente vemos que los salarios acordados son mayores que los que
saldrían de la teoría económica. Esto ocurre porque los asalariados cooperan más
si consideran que lo que les pagan es justo, por ende, las empresas prefieren
pagar más para que estos hagan el trabajo mejor. Como los salarios son mayores
que los de equilibrio habría desempleo. Generado como una consecuencia de un
conflicto distributivo. Para mejorar la eficiencia entonces la redistribución fiscal
debe acercarse a la redistribución percibida como justa para evitar aumentar la
ineficiencia de la redistribución directa. Se debe gravar menos a los salarios bajos
y más a los beneficios de las empresas y a los salarios altos.