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ESTUDIOS
Carolina Barry: Eva Perón y la inclusión política de las mujeres .......... 127-149
Eva Perón and women´s political inclusion
RESUMEN
ABSTRACT
The so-called “Archaeology of the body” has shown the relevance of the study of the
body as a site of lived experiences. In this sense, it has aligned with the phenomenology and
with feminist theory. Our main goal in this text is the analysis of women’s bodies buried in
the archaeological site of Cerro de la Encina (Monachil, Granada) in order to understand
how they experience the world through their lives.
Key words: Archaeology. Women. Body. Phenomenology. Material culture. Embodiment.
SUMARIO
1.—Introducción
Fig. 2. Sepultura número 10. Cerro de la Encina (Monachil, Granada). Fuente: Departamento
de Prehistoria y Arqueología de la Universidad de Granada.
Fig. 3. Sepultura número 13. Cerro de la Encina (Monachil, Granada). Fuente: Departamento
de Prehistoria y Arqueología de la Universidad de Granada.
que muy posiblemente pertenecieron a una o a las dos mujeres que ocupa-
ron la sepultura con anterioridad al individuo masculino. Estos elementos
de ajuar son un puñal de cobre, un punzón también de cobre, un vasito de
cerámica y un húmero de bóvido correspondiente a una ofrenda cárnica.
Finalmente se documentó una cuenta de collar o colgante realizada en
piedra que pudo corresponder al ajuar de cualquiera de los tres individuos
(ARANDA et al., 2008).
La sepultura 20 contiene los restos de cuatro individuos completamente
desarticulados, uno adulto masculino con una edad de muerte entre 30-35
años, un individuo infantil de alrededor de 3 años, otro sujeto infantil de
unos 9 años y una mujer de edad superior a 20 años. Esta mujer muestra
huesos muy robustos de dimensiones medianas o grandes con un inten-
so desarrollo muscular de los miembros superiores y manos, y débil de
los miembros inferiores. La presencia de cribra orbitalia en el cráneo
y la documentación de hiperostosis porótica se consideran síntomas de
anemias ferropénicas por mala absorción del hierro en el intestino mo-
tivada por la presencia de parásitos intestinales o diarreas. Durante el
transcurso de su vida perdió hasta siete piezas dentales, entre ellas los
molares inferiores derechos lo que la obligaría a masticar por el lado
opuesto y ello produciría el fuerte desgaste de otras piezas y la erosión
por sobreesfuerzo de la mandíbula. Por otra parte en el fémur derecho se
documenta una posible lesión de los ligamentos cruzados de la rodilla y
la rótula del mismo lado muestra señales correspondientes al inicio de una
artrosis de rodilla. En lo que respecta al ajuar, aparece un brazalete de
plata asociado al individuo de 9 años; junto a este, aunque sin conexión
con ningún individuo, se documentaron tres anillos/pendientes de plata.
El ajuar metálico aparece completado con un punzón de cobre, el ajuar
cerámico está formado por cinco vasijas y se ha documentado también
una cuenta de collar o colgante de color verdoso realizada en piedra pulida
(ARANDA et al., 2008).
Para finalizar, la sepultura 21 presenta unas características excepcionales
debido a su monumentalidad, consiste en una gran fosa abierta en la roca
que contenía la inhumación de dos individuos situados parcialmente sobre
diversas lajas de piedra dispuestas horizontalmente a modo de suelo. Ambas
inhumaciones aparecieron perfectamente articuladas, en posición flexiona-
da y parcialmente superpuestas ya que los pies de uno de los individuos
aparecen bajo el cuerpo del segundo. El primero de los individuos en ser
enterrado es un varón de edad adulta de 22-24 años junto a él aparece una
mujer de unos 16-17 años de edad con posición decúbito lateral derecho muy
flexionado. Como curiosa característica se ha documentado en la escápula
izquierda la presencia de restos de pigmento de color rojo, hecho que se
ha relacionado con las coloraciones de las vestimentas. La mujer presenta
ARENAL, 15:1; enero-junio 2008, 5-29
CUERPOS DE MUJERES: LA CONSTRUCCIÓN DE LA IDENTIDAD Y SU... 19
6.—Bibliografía
AL-OUMAOUI, Ihab y JIMÉNEZ, Sylvia: Restos humanos de la edad del bronce del Cerro
de la Encina (Monachil, Granada). Informe inédito, Universidad de Granada, 2005.
ARANDA, Gonzalo: “Cohesión y distancia social. El consumo comensal de bóvidos en el
ritual funerario de las sociedades argáricas”. En ARANDA, Gonzalo (ed.): Poder y
prestigio en las sociedades prehistóricas peninsulares: el contexto social del consumo
de alimentos y bebidas. Cuadernos de Prehistoria y Arqueología de la Universidad
de Granada, 13 (2005), 107-123.
ARANDA, Gonzalo y ESQUIVEL, José Antonio: “Ritual funerario y comensalidad en las
sociedades de la Edad del Bronce del Sureste peninsular: la cultura de El Argar”.
Trabajos de Prehistoria, 63 (2006), 117-133.
ARANDA, Gonzalo y ESQUIVEL, José Antonio: “Poder y prestigio en las sociedades de
la cultura de El Argar. El consumo comunal de bóvidos y ovicápridos en los rituales
de enterramiento”. Trabajos de Prehistoria, 64 (2007), 95-118.
ARANDA, Gonzalo y MOLINA, Fernando: “Wealth and power in the Bronze Age of the
south-east of the Iberian Peninsula. The funerary record of Cerro de la Encina”. Oxford
Journal of Archaeology, 25 (2006), 47-59.
ARANDA, Gonzalo; MOLINA, Fernando; FERNÁNDEZ, Sergio; SÁNCHEZ ROMERO,
Margarita; AL-OUMAOUI, Ihab; JIMÉNEZ, Sylvia y ROCA, M. G.: “El poblado y
necrópolis argáricos del Cerro de la Encina (Monachil, Granada). Las campañas de
RESUMEN
ABSTRACT
Traditionally the historiography of arts has not shown an interest on Prehistory. Never-
theless, some of the more important historians of arts have thought about art in Prehistory.
In this text we analyze some of these absences motivated by the archaeological methodology
that Prehistory needs in front of other historical periods with written sources and, due to
this, the complexity in the analysis of senses and function of the artistic representations.
We will focus in the contributions made from the History of Arts, some of them consolidate
patriarchal discourses but other represents innovations in the knowledge. From a gender
perspective we establish some views in order to interpret artistic creations in Prehistory,
essentially regarding women as active agents in art in this period.
Key words: Historiography of Art and gender. Prehistoric art.
SUMARIO
1.—Introducción
2.2.—Prehistóricos y primitivos
13. Entre los más significativos está el del mudéjar, resuelto al distinguirse entre
los mudéjares (como grupo social) y el arte mudéjar (como estilo), aclarándose que el arte
mudéjar no es necesariamente un arte hecho por mudéjares. El modo de hacer, el “estilo”,
supera las fronteras de un grupo étnico y social.
14. Cfr. APELLÁNIZ, Juan María y AMAYRA, Imanol: La forma del dibujo figura-
tivo paleolítico a través de la experimentación. Una aproximación desde la Prehistoria y la
Psicología cognitiva. Bilbao, Universidad de Deusto, 2008.
15. BRU ROMO, Margarita: “La mujer en el arte prehistórico: simbología y represen-
tación”. En : La imagen de la mujer en el arte español. Actas de las terceras jornadas de
investigación interdisciplinaria. Madrid, Universidad Autónoma, 1984, pp. 17-28.
16. MARTÍNEZ MURILLO, M.ª de la Concepción: “Aproximación a la iconografía de
la mujer en el arte rupestre levantino (El “Archivo Gil Carles”)”. En: La mujer en el arte
español. Madrid, Alpuerto, 1997, pp. 9-26.
20. El texto se ha vuelto a reeditar en NOCHLIN, Linda: Women, At, and Power and
Other Essays. London, Thames and Hudson, 1994 (primera edición en 1988), pp. 145-178.
21. POLLOCK, Griselda: Vision and Difference. Feminism, feminity and the histories of
art. London, Routledge Classics, 2003 (la primera edición de esta obra fue en 1988). POL-
LOCK, Griselda: Differencing the canon. Feminist desire and the writing of Arts’Histories.
London, Routledge, 2006 (la primera edición fue en 1999).
22. PETERSEN, Karen y WIILSON, J. J.: Women artist. Recognition and Reappraisal
from the Early Middle Ages to the Twentieth Century. London, Harper &Row, 1976.
23. La primera versión de esta obra fue en 1976. Hemos manejado SUTHERLAND
HARRIS, Ann y NOCHLIN, Linda: Femme peintres: 1550-1950. París, Editions des femmes,
1981.
24. GAZE, Delia (ed.): Dictionary of women artist. London, Dearborn, 1997.
25. La edición en inglés corresponde a 1990 y fue editada por Thames and Hudson.
La primera versión en castellano fue CHADWICK, Whitney: Mujer, arte y sociedad. Bar-
celona, Destino, 1992.
26. KORSMEYER, Carolyn: Gender and aestehetics. New York, Routledge, 2004.
27. PORQUERES, Bea: Diez siglos de creatividad femenina. Otra Historia del Arte.
Cuadernos para la coeducación. Barcelona, Institut de Ciències de l’Educació, Universitat
Autónoma de Barcelona, 1995.
28. IBIZA I OSCA, Vicent: Obra de mujeres artistas en los museos españoles. Guía
de pintoras y escultoras: 1500-1936. Valencia, 2006.
29. L’Arte delle Donne. Dal Rinascimento al Surrealismo. Milano, Federico Mota
Editores, 2007.
30. PARKER, Rozsika y POLLOCK, Griselda: Old Mistresses. Women, Art and Ideol-
ogy. London, Harper Collins Publishers, 1981.
a la Prehistoria salvo con una imagen que con fuerza retoma una crítica
ya iniciada en la década los 70. Se trata de una caricatura realizada por
Leslie Starke en New Yorker en 1973 y donde se ve a un grupo de turistas
visitando una cueva prehistórica con pinturas de animales. Un hombre hace
de guía y va explicando las pinturas cuando una de las mujeres turistas
con actitud segura le cuestiona si no se le ha ocurrido pensar que esas
pinturas fueron creadas por una mujer. Aunque las autoras indican que no
han de tomar muy en serio esta idea desde el punto de vista que la hace
una dibujante y no es una aportación de una especialista, creo que la idea
es realmente sugerente y muy inteligentemente seleccionada y ubicada ya
que está al inicio del libro y justo después de la imagen de los años setenta
donde reproduciendo la creación de Miguel Ángel de la Capilla Sixtina se
cambia a Dios y a Adán por las figuras de dos mujeres, A God created
Woman in Her own Image. Su crítica arranca visualmente de este modo,
desde la “creación” y desde el origen de la especie en la Prehistoria, para
indicar que desde siempre ha habido mujeres artistas.
En el panorama historiográfico español hay que señalar la presencia
de historiadoras del arte feministas actualmente muy consolidadas y rele-
vantes como Estrella de Diego Otero. Aunque ha trabajado esencialmente
en el siglo XIX y en los últimos años con monografías de artistas del XX
como la recientemente publicada de Maruja Mallo, queríamos mencionarla
porque nos parecía interesante el posicionamiento que llevó a cabo en su
tesis doctoral. Ante la falta de trabajos y reflexiones sobre mujeres artistas
la autora opta por hacer un recorrido que si bien es cierto que se inicia
desde la Edad Media dedica un par de páginas a la Prehistoria y al mundo
antiguo. Ella misma señala que aunque contamos con presencia femenina
en el arte bien documentada a partir de la Edad Media, matiza que es
posible hacer conjeturas anteriores. Este aspecto de reflexionar sobre la
capacidad creativa de las mujeres en la Prehistoria me parece realmente
interesante. Apoyándose en trabajos como los de Helen Diner, Mothers and
Amazons, señala la posible existencia de un matriarcado, idea hoy en gran
parte desestimada aunque sí señala que en el orden simbólico originario la
imagen de la mujer fuera identificada como equivalente al género humano,
pero eso es diferente a la consideración de un sistema matriarcal coercitivo
equivalente a un posterior sistema patriarcal. Pero lo que más nos interesa
es que recupera y nos ofrece la idea de Hugo Munsterberg, en su obra A
history of Women Artists from prehistoric times to the present publicada
en 1975, donde plantea su rechazo a que las mujeres de la Prehistoria no
fueron activas en las artes 31.
31. DIEGO OTERO, Estrella de: La mujer y la pintura en la España del siglo XIX.
34. Interesantes resultan algunas reflexiones hechas desde la arqueología sobre ciertos
casos como el de la pintura rupestre levantina en los que se cuestiona el porqué una imágenes
han sido interpretadas como masculinas cuando podrían ser asexuadas, el porqué no aparecen
mujeres gestantes, el porqué ciertos temas como la caza son más representados cuando los
estudios faunísticos demuestran que no puede ser considerada la única ni más importante
actividad económica. Cfr. ESCORIZA MATEU, Trinidad: “Una fragmentación intencionada:
el análisis de las representaciones arqueológicas del cuerpo de las mujeres”. En SAURET
GUERRERO, Teresa y QUILES FAZ, Amparo (eds.): Luchas de género a través de la imagen.
Málaga, Diputación, 2001, Tomo I, pp. 283-304. De la misma autora La representación del
cuerpo femenino. Mujeres y arte rupestre Levantino del arco mediterráneo de la Península
Ibérica. Oxford, BAR International Series, 1082, 2002.
35. Cfr. APELLÁNIZ, Juan María y AMAYRA, Imanol: Op. cit. Asimismo véase
APELLÁNIZ, Juan María; IDARRAGA, Rosa Ruiz; AMAYRA, Imanol: La autoría y la
experimentación en el arte decorativo del Paleolítico. La atribución de autoría, contrastada
por la experimentación y la estructura lógica de la hipótesis. Deusto, Universidad, 2002.
No obstante estos trabajos plantean principalmente la búsqueda desde una autoría individual
desechando la colectiva, aspecto ya criticado por otros prehistoriadores como por ejemplo
FREEMAN, L. G.: “La cueva como santuario paleolítico”. En LASHERAS CORRUCHAGA,
Antonio y GONZÁLEZ ECHEGARY, Joaquín: El significado del Arte paleolítico. Madrid,
Ministerio de Cultura, 2005, pp. 163-179.
36. Baste recordar algunos trabajos clásicos como el Henry Delporte que así lo entendía
al señalar, por ejemplo, que el hombre Paleolítico era el que confeccionaba las estauillas de
las mujeres, idea mantenida a lo largo de todo el texto. Cfr. DELPORTE, Henri: La imagen
de la mujer en el arte prehistórico. Madrid, Istmo,1982 (la edición original fue en 1979),
p. 243. En algunos trabajos de prehistoriadoras se hace una crítica a otros estudiosos que
han entendido que los artistas eran hombres, planteando la posibilidad en la revisión crítica
de que las mujeres también pudieron ser la artistas. Cfr. ESCORIZA MATEU, Trinidad:
“Lecturas sobre las representaciones femeninas en el arte rupestre levantino: una revisión
crítica”. Arenal, vol. 3, n.º (1996), 5-24.
hombres pintando y preparando los colores 37. No hay nada que nos haga
suponer tal afirmación y es tan viable pensar que fueran hombres como
mujeres o ambos.
En primer lugar hay una clara necesidad de desmontar la idea de que
lo mejor en arte es siempre producto de una individualidad y asumir que
la producción artística ha sido en muchas ocasiones resultado de un trabajo
de un equipo, taller o grupo, aunque pueda llevar la firma de un indivi-
duo. Hay que desmitificar la idea de genios individuales como la única
forma posible de creación y aceptar la posibilidad real de trabajos en ta-
lleres y grupos como se ha analizado en diferentes períodos de la historia
y esto, ¿por qué no?, pensar que puede ser aplicable a algunas obras de
la Prehistoria. Hay que reflexionar y pensar en la pluralidad de sujetos,
hombres y mujeres, como una posibilidad e hipótesis frente a la unicidad
“artista-mago” tradicionalmente planteado para las pinturas paleolíticas y
que incluso han sido calificados como pintores cazadores que debieron
ser expertos conocedores de los animales y con un trabajo especializado.
Debemos pensar que colectividades e individualidades pudieron interrela-
cionarse en algunas de las manifestaciones artísticas de la Prehistoria. La
aplicación de los métodos de la antropología y los paralelos etnográficos
entre grupos actuales y sociedades del pasado ha sido muy discutida pero
es innegable que nos podría ofrecer una importante fuente de información
que no se debe desdeñar y a la que los prehistoriadores e historiadores del
arte no debemos ser ajenos 38. Además, las técnicas para estudiar la coti-
dianidad, los movimientos y huellas en un espacio, el sentido de la cadena
operativa o secuencias técnicas para elaborar objetos como la cerámica y
en el que suelen intervenir varias personas, o la inclusión de la perspectiva
de género en el estudio de la industria lítica son caminos que abren nuevas
posibilidades y conocimientos aplicables al proceso creativo 39.
37. Un análisis exhaustivo sobre los manuales de textos en los diferentes niveles
escolares y los estereotipos y prejuicios sobre los roles asignados a hombres y mujeres en
QUEROL, M.ª Ángeles: “Las mujeres en los relatos sobre los orígenes de la humanidad”.
En MORANT, Isabel (dir): Historia de las mujeres en España y América Latina. Madrid,
Cátedra, 2005,pp 27-77.
38. Véanse en este caso las aportaciones de David Lewis-Williams sobre el chamanis-
mo que resultan interesantes no sólo como posible explicación de algunas manifestaciones
artísticas sino también porque muestran las múltiples posibilidades reales de los diversos
géneros de asumir este papel de “chamán”, aunque el autor plantea acertadamente los riesgos
de las analogías etnográficas aisladas. LEWIS-WILLIAMS, David: La mente en la caverna.
La conciencia y los orígenes del arte. Madrid, Akal, 2005.
39. Ejemplos de todos estos casos en SÁNCHEZ ROMERO, Margarita (ed.): Arqueo-
logía y género. Granada, Universidad, 2005.
40. HAUSER, Arnold: Op. cit., pp. 35-36. Hasta hace relativamente poco en textos
de historiadores del arte se ha hecho referencia a esta teoría del arte de la prehistoria de
Hauser de lo geométrico y doméstico asignado a las mujeres, incluso en textos con una re-
visión crítica como CAMACHO MARTÍNEZ, Rosario: “Mujer y Arte. Aproximación a otra
historia del arte español”. En JIMÉNEZ TOMÉ, María José y BARRANQUERO TEXEIRA,
Encarnación (eds.): Estudios sobre la mujeres. Marginación y desigualdad. Málaga, Uni-
versidad, pp. 75-105.
41. Sobre arte y artesanía véase PORQUERES, Bea: Reconstruir una tradición. Las
artistas en el mundo occidental. Madrid, horas y Horas, 1994. Más específicamente vid.
CAO, Marián L. F.: “La creación artística: un difícil sustantivo femenino”. En CAO, Marián
L. F.: Creación artística y mujeres. Recuperar la memoria. Madrid, Narcea, 2000, pp. 13-47.
Además de cuestionar la tradicional división entre arte y artesanía habría que desmontar
la unión exclusiva de la producción artística (arte) a la riqueza, ocio y poder. El arte no
sólo es una manifestación de la división de clases y el dominio económico de unos sobre
otros. La asociación del arte con valores puramente economicistas ha sido muy propia de
la historiografía occidental y no da respuesta a las diferentes realidades socio-históricas.
Dentro del proceso de socialización el arte ha contribuido a expresar sentimientos, a la
unión grupal, al conocimiento de otras realidades... Cfr. GRAEME CHALMERS, F.: Arte,
educación y diversidad cultural. Barcelona, Paidós, 2003 (la primera edición fue en 1996).
En este sentido, y ante la simplicidad de funciones atribuidas en ocasiones a algunos objetos
de orfebrería como símbolos de poder, pueden resultar interesantes algunos trabajos donde
se reflexiona sobre su capacidad de crear, negociar y transformar las identidades, vid. STE-
VENS, Fay: “Identifying the Body: Representing Self. Art, Ornamentation and the Body in
Later Prehistoric Europe”. En SOFAER, Joanna (ed.): Material Identities. Malden (USA),
Blackwell Publishing, 2007, pp 82-98.
42. El tema de los estilos siempre es polémico. Se ha de entender como una categoría
de análisis para organizar el conocimiento pero teniendo en cuenta que las realidades son
muy complejas y casi siempre poco nítidas para ser encasilladas en un estilo. Algunos de los
máximos estudiosos del arte de la Prehistoria han señalado la necesidad de matizar algunas
precisiones en determinadas afirmaciones. Por ejemplo se ha indicado que el arte levantino
puede contener diversos “estilos” de muy variadas épocas y culturas y que va más allá de
la generalización tradicional de un arte esquemático. Cfr. BELTRÁN MARTÍNEZ, Antonio:
Arte prehistórico en la Península Ibérica. Castelló, Diputació, 1998, p. 82.
43. Algunos géneros artísticos y tipologías son asignados como propios de las mujeres,
caso del género pictórico de flores asignado a las mujeres en el siglo XVIII y devaluado
entonces aunque con anterioridad lo habían pintado hombres de reconocido prestigio. Inte-
resante al respecto es el capítulo “Crafty women and the hierarchy” en PARKER, Rozsika
y POLLOCK, Griselda. Op. cit., pp. 50-81.
44. BARTRA, Eli. Frida Kahlo. Mujer, ideología y arte. Barcelona, Icaria, 1987 (2º
edición 1994). Aunque es un trabajo dedicado a una artista contemporánea sin embargo
hace un estudio muy extenso e interesante sobre la ideología y el arte desde una perspectiva
feminista.
afirma que existe un arte femenino diferente del arte masculino porque su
lugar específico dentro de la sociedad le hace tener una visión del mun-
do diferente. Sin embargo, antes estas cuestiones otras investigadoras han
defendido que no hay cualidades de “feminidad” para agrupar estilos de
mujeres y que incluso en algunos momentos las mujeres artistas parecen
estar más cerca de sus colegas masculinos que entre ellas.
Aunque no se ha de descartar para algunos casos, creo que es muy
complicado pensar en un estilo femenino pero sí es necesario pensar en unas
formas, tipologías, o géneros artísticos que en algunas ocasiones las perso-
nas han podido y pueden interpretar de manera diversa por una experiencia
vital en la que sin duda influye la función social asignada según el género.
En este sentido, quizás podríamos entender las propuestas formuladas sobre
la autorepresentación, indicándose a través de un estudio y análisis óptico
que algunas de las esculturas de figuras femeninas del Paleolítico Superior
corresponden a un proceso de autoconocimento del cuerpo femenino 45. La
idea es muy sugerente y más teniendo en cuenta que la autorepresentación
ha sido un género muy cultivado por las mujeres artistas de posteriores
períodos históricos que posaron ante sí como modelos 46. También resultan
interesantes las aportaciones sobre posibles formas asociadas a uno u otro
género hechas por Kelley Hays-Gilpin 47.
Pensemos ahora en la arquitectura, campo asociado fundamentalmente con
los hombres como creadores, constructores y diseñadores. Sin embargo hay
algunas aportaciones que cuestionan esta asociación como algo “inmutable”.
Es el caso de Carmen Espegel quien para comprender las necesidades de los
arquitectos de comienzo del siglo XX señala que es necesario indagar sobre
RESUMEN
Los awá son un grupo de cazadores-recolectores que, al ser trasladados a una reserva
indígena por el gobierno brasileño para garantizar su protección, han comenzado a
transformar las pautas de vida que tenían antes del contacto. Básicamente, han reducido
su movilidad y están comenzando a cultivar. Aunque esto está afectando a la función
social de las mujeres, aún pueden estudiarse las relaciones de poder que han def inido
tradicionalmente a esa sociedad. Su análisis pone de manif iesto que las relaciones entre
hombres y mujeres awá son mucho más complejas que lo que una simple proyección de
nuestras actuales categorías de género permitiría suponer. La arqueología trabaja con
representaciones del pasado que, en la mayor parte de los casos, no ponen en cuestión la
universalidad de un tipo de categorías de género que corresponden a momentos históricos
mucho más tardíos. De ahí que consideremos que el análisis de las relaciones de género
en una sociedad como la de los awá puede constituir una rica fuente de sugerencias para
construir una representación del pasado más abierta y compleja que la que la mayor parte
de los arqueólogos ha utilizado hasta ahora.
Palabras clave: Etnoarqueología. Relaciones de género. Representaciones.
ABSTRACT
The Awá are a group of hunters-gatherers that having been moved to an indigenous
reservation by the Brazilian government to guarantee his protection have begun to transform
the way of life they had before the contact. Basically, they have reduced their mobility and
began to cultivate. Although this fact is affecting to the social function of women, we can
study yet the power relationships that have defined traditionally this society. This analysis
makes clear that the relations between awá men and women are much more complex that
the simple projection of our current gender categories would allow supposing. Archaeology
works with representations of the past that, in most of the cases, do not challenge the uni-
versality of gender categories corresponding to later historical moments. Hence, we consider
that the analysis of the gender relations in Awá society could provide a valuable source of
suggestions in order to construct more open and complex representations of the past than
those that have been used by archaeologists.
Key words: Ethnoarchaeology. Gender relations. Representations.
SUMARIO
1.—Introducción
1999). Sin embargo, aún son escasas las aplicaciones concretas al pasado
de dichas categorías (MONTÓN 2007).
Algo más compleja aún es la cuestión del género. La teoría feminista
ha partido usualmente de dos posiciones irreconciliables: la teoría de la
diferencia y la teoría de la igualdad (POSADA KUBISSA, 2000). La pri-
mera defiende la diferencia esencial que tienen hombres y mujeres en su
manera de percibir el mundo como expresión de la mediación diferencial
de sus respectivos cuerpos (RIVERA CARRETAS, 1994), lo que conduce
a un “esencialismo” universalista y positivista que tiende a proyectar las
diferencias de género observadas en la actualidad a los grupos del pasado
(SANAHUJA, 2002). La segunda, en cambio, parte del carácter construido
del género, pero en general defiende que han sido las constricciones sociales
e institucionales de la sociedad patriarcal las que han impedido la ausencia
de autonomía o independencia de las mujeres en épocas y sociedades no-
modernas (VALCÁRCEL, 1997). Es decir, parece atribuir el orden patriarcal
a los hombres, sin valorar que esas instituciones obedecían a un orden de
racionalidad propio de la sociedad que las sostenía y que encarnaban tanto
los hombres como las mujeres, por lo que la evidencia de un cambio ins-
titucional es evidencia también de un cambio en la subjetividad tanto de
los unos como de las otras.
En el mundo anglosajón se están imponiendo corrientes posmodernas
que intentan luchar contra ambas visiones positivistas, pero sin embargo,
al igual que sucedía con la arqueología posprocesual, el resultado vuelve a
ser tan presentista como el que pretendía combatir. Porque para evitar las
generalizaciones universalizadoras, tienden a valorar a cada mujer como
resultado de la suma de las características particulares de su caso (clase,
raza, religión, orientación sexual, etc.), pretendiendo extrapolar la variedad
actual al pasado (DAVIS, 2008). Es decir, existe una tendencia aceptada a
negar que las categorías de género duales (de “hombre” y “mujer”) sean
suficientes para entender el pasado. Esta posición se diferencia de la “teoría
queer” en el sentido de que esta última es mucho más radical, al considerar
que la propia categoría de “sexo” —y no sólo la de género— es una cons-
trucción social (BUTLER, 2006), rechazando así la posibilidad de utilizar
categorías cerradas para juzgar a las sociedades pasadas o presentes. Ahora
bien, en realidad, estas posiciones posmodernas se encuentran en un callejón
sin salida a la hora de pensar en las sociedades del pasado, porque o bien
renuncian a hacerlo o bien lo hacen proyectando al pasado la sospecha de
existencia de la misma multiplicidad de combinaciones que existe en la
actualidad: diferencias en la orientación sexual, posiciones de poder, etc.
Con lo que, al igual que veíamos respecto a la arqueología posprocesual,
volvemos a la misma proyección positivista que se había querido evitar en
primera instancia.
ARENAL, 15:1; enero-junio 2008, 57-90
GÉNERO Y PODER ENTRE LOS AWÁ (MARANHÃO, BRASIL). UTILIDAD DE LA... 61
Fig. 1. Mapa de Brasil con la localización de las Tierras Indígenas donde viven indios awá.
el lingüista del equipo, Antonio José Silva Santana, pasó varias semanas
(SILVA SANTANA 2008).
Para abordar las relaciones de género entre los awá hay que tener
en cuenta que este grupo ha sufrido distintos procesos de colonización e
imposición exterior, por lo que las relaciones que ahora contemplamos no
representan, de ninguna manera, las de un grupo cazador-recolector original.
Por un lado, todos los autores que los han estudiado (CORMIER, 2003;
FORLINE, 1997; BALÉE, 1994; O’DWYER, 2002; GOMES y MIREILLES,
2002, etc.) coinciden en señalar que probablemente los awá eran agricultores
o al menos tenian un aporte hortícola en su susbistencia hasta hace unos
300 años, ya que su vocabulario conserva ciertos términos relacionados
con la horticultura y con las plantas cultivadas. La hipótesis más apoyada
señala que posiblemente potenciaron los componentes cazadores-recolecto-
res-pescadores como única vía de escapar a las oleadas colonizadoras que,
en ese momento, invadían el estado de Pará, posible territorio de origen.
Esta misma situación ha sido propuesta para varios grupos cazadores-re-
ARENAL, 15:1; enero-junio 2008, 57-90
64 A. HERNANDO GONZALO, G. POLITIS, A. GONZÁLEZ RUIBAL y E. BESERRA COELHO
las plantas. De ahí que, a pesar de todas las dificultades de movilidad, sea
ésta la actividad que más resistencia ofrece a la desaparición. Puede trans-
formarse, como de hecho está sucediendo a consecuencia del uso cada vez
más frecuente de armas de fuego (escopetas de cartuchos) cedidas por la
FUNAI, pero la mayor parte de los awá sigue pensando que “ser awá” es
“ser cazador”. De hecho, debe destacarse la cantidad de tiempo y energía
que los hombres awá dedican a la fabricación de arcos y flechas (GONZÁ-
LEZ RUIBAL et al. 2008): desde la selección de las distintas maderas que
constituyen su materia prima a su elaboración, pasando por la obtención
de las plumas, el enderezamiento al fuego, etc., etc. En los casos (normal-
mente hombres jóvenes) en que el arco y las flechas han sido sustituidos
por escopetas, la dedicación al cuidado del arma reproduce la atención que
antes concedían a las flechas: la limpian una y otra vez, ordenan la pólvo-
ra, o los cartuchos… Sin duda ninguna, la caza constituye la actividad por
excelencia entre los awá, el núcleo donde se actualiza su conocimiento y
relaciones con los seres que les rodean, sus vínculos sociales, su manera
de entender el mundo y sus creencias.
2) Sin embargo, es menor la importancia identitaria y económica de la
recolección, cuyos productos pueden ser suplantados o al menos comple-
mentados con los obtenidos a través del cultivo que está siendo impuesto
por la FUNAI, quien además, les está regalando ropas occidentales, hama-
cas de algodón y telas de colores que las mujeres cosen para hacer faldas
o acarrear a los niños. De esta forma —aunque todo el grupo (hombres y
mujeres, adultos y niños) siguen recolectando productos vegetales para el
consumo—, la dedicación que tenían las mujeres a la recolección de fibras
vegetales para la confección de hamacas, faldas, pulseras, etc., está dejando
de ser necesaria, ya que los productos que elaboraban con materias primas
que ellas mismas conseguían están siendo sustituidos por otros semejantes
de origen industrial.
Debe tenerse en cuenta que la labor del tejido debía consumir un tiempo
considerable, dada su complejidad. Además, el tejido, como la fabricación
de flechas, implica una gran concentración (no es casual que el acto de
tejer esté lleno de connotaciones simbólicas, especialmente de carácter on-
tológico, en la mayor parte de las culturas). Es decir, el tejido pudo haber
representado para las mujeres lo mismo que las flechas para los hombres:
la actividad a través de cuya realización —tanto en sentido de conocimiento
tecnológico como de práctica corporal—, se podía construir la idea de sí
misma/o y de su posición en el mundo (véase también LEACOCK, 1992).
En este sentido, la pérdida de esta actividad representa mucho más que el
abandono de una actividad económica.
Dada esta pérdida y el hecho de que los hombres dedican gran parte de
su tiempo y esfuerzos a la caza, la FUNAI podía haber elegido a las mujeres
ARENAL, 15:1; enero-junio 2008, 57-90
GÉNERO Y PODER ENTRE LOS AWÁ (MARANHÃO, BRASIL). UTILIDAD DE LA... 69
6. Téngase en cuenta, además, que son los guardas de la FUNAI, o empleados contra-
tados por ellos quienes realizan las tareas de clareo del suelo, quema y cultivo, actividades
realizadas en otros grupos amazónicos por los hombres del grupo, quienes suelen dejar, o
compartir las tareas del mantenimiento a las mujeres (i.e. BROWN, 1985, 105 sobre los
aguaruna, STORRIE, 1999, 139-145 sobre los Hoti).
7. Servicio de salud del gobierno brasileño dedicado al cuidado de los indígenas que
habitan en los puestos indígenas.
(ver POLITIS, 2007, 167). Mientras tanto los hombres caminan mucho más
livianos con su cerbatana, sus dardos y algun machete. Aunque no sabemos
como fue la situación de los awa, es probable que durante los eventos de
movilidad residencial (los que a juzgar por los informes durante el contacto
era muy frecuentes) las mujeres hayan tenido un rol central en el transpor-
te. Si esto fue así, esta actividad de importancia dentro del modo de vida
cazador-recolector, se habría perdido con la sedentarización impuesta por la
FUNAI en las cecanías de los puestos. Con esto se habría perdido también
una actividad femenina significativa. Por el contrario, las prácticas de caza
y recoleccion que los hombres habrían llevado a cabo en estos eventos se
habria mantenido, no ya en los traslados entre campamentos, sino en la
salidas diarias (daily foraging trips) desde Juriti.
De esta forma, los hombres awá cada vez hacen más cosas, mientras
que las mujeres cada vez hacen menos, aunque no por ello dejan de de-
mandar continuos esfuerzos de sus hombres. Es común que ellas les pidan
que vayan a cazar —también entre los Kutse del Kalahari, según Kent
(1993, 502)—, que les traigan parte de la comida cazada por otra familia,
o que elaboren la harina de mandioca cuando se les ha acabado. Y los
hombres lo hacen sin queja alguna. Son ellos los que cazan mono aullador
(Alouatta beelzebul), tapir (Tapirus terrestris), pecarí (Tayassu sp.), coatí
(Dasyprocta sp.), paca (Agouti paca), venado (Mazama sp.) o caimán (Me-
lanosuchus niger), los que consiguen tortugas como reserva de alimento,
pescan —incluyendo a la anguila eléctrica (Electrophorus electricus), a la
que matan con arco y flecha—, etc. Son ellos los que cultivan la mandioca
o el arroz, los que muelen y aventan el arroz, acarrean la mandioca hasta el
molino y realizan allí todo el proceso de prensado y tostado para conseguir
la “harina de mandioca” que constituye la actual base de carbohidratos.
Son ellos los que cortan árboles para conseguir miel (que muchas veces
devoran con ansia las mujeres en primer lugar), los que procesan la caza
y cocinan toda la comida, quienes construyen las viviendas, fabrican los
instrumentos de caza y pesca, y hacen sus propios ornamentos. Son ellos,
incluso, como señalábamos más arriba, quienes lavan su ropa (y la de su
mujer en algunos casos) o la remiendan. Mientras tanto, las mujeres pasan
la mayor parte del tiempo sentadas en sus hamacas al cuidado de sus niños
pequeños, charlando, y apenas pescando junto a sus hijos o consiguiendo
algún pajarillo de vez en cuando. Forline (1997) llamó la atención sobre el
hecho de que las mujeres y los niños no sólo disfrutan de más tiempo de
ocio y socialización que los hombres, sino que además presentan un mejor
estado nutricional.
Debe reconocerse, sin embargo, que tal y como acontece en otros grupos
de estas características (RIVAL 1996; ZENT 2006; POLITIS 2007; KENT
1993) ellas son colaboradoras esenciales en la caza, en la que acompañan
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GÉNERO Y PODER ENTRE LOS AWÁ (MARANHÃO, BRASIL). UTILIDAD DE LA... 71
con frecuencia a sus hombres para ayudarles a asustar a los monos (esen-
cialmente al mono aullador, Alouatta belzebul) mediante gritos y palmadas,
siguiendo el rastro desde el suelo de los monos que saltan de árbol en árbol,
dando así tiempo a los cazadores a que bajen de ellos y vuelvan a subir a
los que rodean a la presa que están persiguiendo. En otros momentos, les
acompañan por el puro placer de compartir la cacería, aguardando en un
punto de espera el regreso de los hombres que salen corriendo en pos de una
presa 8, o ayudándoles a rastrear a las presas en el suelo. Pero en conjunto,
la situación puede parecer de cierta dominación femenina: a primera vista,
algún observador podría decir que los hombres se encargan de conseguir
casi todo lo que las mujeres van a consumir después.
De hecho, hay mujeres que tienen un peso enorme en las decisiones del
grupo. Algunas, como Ayrúa o Parachĩ son muy influyentes, frecuentemente
salen a cazar con sus hombres, y cambian varias veces de marido, como es
el caso de la primera de ellas (quien además tiene un marido mucho más
joven que ella, hecho excepcional en sociedades tradicionales). Otras, en
cambio, son más pasivas, menos visibles socialmente, y resistentes a participar
en las actividades masculinas. Lo mismo sucede con los hombres: algunos
salen a cazar frecuentemente (y parece que los hacen con mucho placer) y
están siempre activos, contribuyendo con muchas actividades para el bien de
la comunidad, mientras que otros son pasivos y no quieren responsabilida-
des, llegando a darse un caso en Jurití, el de Yucha’a, que no quiere tener
mujer ni hijos para evitar el trabajo y el compromiso que eso le acarrearía
(según su propia declaración). El margen de variación es grande en ambos
sexos, y lo que resulta realmente llamativo es que cada particularidad es
respetada por el resto. Cada cual hace por el grupo lo que está a la medida
de sus capacidades. Si no quiere asumir responsabilidades, no lo hace, pero
entonces le tocará realizar las tareas más pesadas y aburridas, que llevará a
cabo sin dudas ni quejas. Ni las características personales ni las habilidades
particulares dan a nadie poder sobre el resto. Y esto es porque todos saben
que es la pertenencia al grupo, el vínculo con los demás, lo que constituye
la clave de la supervivencia de todos (HERNANDO, 2002).
En este momento, sin embargo, los awá se encuentran en una situación
aparentemente contradictoria: por un lado parece que las mujeres no hacen
nada y eso las sitúa en una posición de privilegio, pero por otro, precisamente
porque no hacen nada van quedando relegadas en la toma de decisiones,
9. Los casos relatados por Forline tuvieron lugar en el puesto Guajá y en el puesto
Awá, en donde un hombre (que después se trasladó al puesto Tiracambú) mató a su mujer.
En Jurití el jefe del puesto nos contó el caso de Takanĩhĩ Xa’a,, que al parecer también
provocó a golpes el aborto de un embarazo de su mujer (resultado de sus relaciones con
otro hombre).
Fig. 2. Americhá haciendo hilo de fibra para tejer (obsérvese su falda y la hamaca, hechas
por ella misma).
años que vive sola, lo que explica que tenga un pequeño arco con algunas
flechas 10, y aunque su base subsistencial depende del alimento que el resto
del grupo comparte con ella, realiza muchas mas tareas que el resto de las
mujeres del grupo. Americhá está en constante actividad, va y vuelve con
fibras con que tejer, con su propia resina para alumbrarse o con nuevas
ramas de palma para mantener o ampliar su cabaña. Sus salidas en busca de
materias primas se producen en solitario, y casi sin momentos de descanso,
alcanzando, en ocasiones, 12 kms o más. Largas. Nada de esto hacen las
mujeres jóvenes del grupo, cuya contribución a la susbistencia del grupo y
a las actividades de mantenimiento de la aldea se van reduciendo, conforme
aumentan la de los hombres.
10. No hemos sido testigo de que matara ningún animal, aunque sí pudimos acom-
pañarla en julio de 2008 a un viaje logístico emprendido en solitario, en el que, a pesar de
buscar en todas las madrigueras de agutí, sólo consiguió un tipo de resina arbórea, michi-
raniká, para alumbrarse.
Holmberg (1969, 101) destacaba el placer que para los Sirionó repre-
sentaba cazar, pescar o recolectar, tareas que no consideraban “trabajo”, a
diferencia de todas las demás. Es esta misma sensación la que transmiten
los awá cuando se dedican a sus actividades tradicionales, disfrutando
alegremente de cada jornada de caza, identif icando los rastros de diversos
animales, persiguiendo sus huellas, localizando el paso de distintas espe-
cies a través de vestigios vegetales encontrados, localizando esporádicos
tubérculos, frutos, maderas para construir flechas, resina (michiraniká)
para proporcionar luz, tucum —en el caso de Americhá— para el tejido.
Cada salida logística conf irma la convicción de que lo importante no es
el destino, sino el propio camino; no es tanto la presa conseguida, sino
la pura reactualización de una manera de entender el mundo, el ritmo
de los días, la lógica de la naturaleza (véase también ZENT, 2006) 11.
Nada tiene esto que ver con la pesada carga de las tareas agrícolas a
las que la FUNAI les obliga: teniendo que ir calzados y vestidos por las
muchas serpientes y el ardiente sol, sin sorpresas que alivien la tarea,
sin alicientes que la estimulen, y respecto a las cuales los awá muestran
constante pereza y resistencia.
Podemos proponer, por todo ello, que entre los awá los hombres se
mantienen haciendo la mayoría de las cosas que hacían antes del contacto
y con las que se identificaban como modo de auto-valoración (además de
hacer otras nuevas, como el cultivo, con las que no se identifican), mientras
que las mujeres han perdido la mayoria de sus competencias, excepto una:
su función reproductiva. Y ésta puede ser la razón por la que esta función
adquiere un valor aún mayor que el que siempre debió tener, con el fin de
compensar con su práctica, valoración y dedicación, la ausencia de esas
otras responsabilidades y mecanismos de auto-reconocimiento que tenían
en el pasado.
Las mujeres awá no se separan nunca de sus hijos pequeños. Los ama-
mantan hasta que tienen dos o tres años de edad y los llevan constantemente
encima, apoyándolos en sus caderas y sujetándolos con el chirú, aunque
tengan que recorrer largas distancias cuando acompañan a los hombres en
las partidas de caza. Pero además de eso, los awá también tienen una rela-
11. Debemos señalar que ya existe alguna mujer cuya dependencia e identificación
con el modo de vida que representa la FUNAI le hace preferir mantenerse siempre cerca
del puesto sin realizar apenas ninguna actividad. Tal es el caso de Pakwa’ĩa.
ción muy estrecha con las crias de la mayoria de los animales que cazan,
las cuales son “adoptadas” y tratadas con gran deferencia y cuidado por
todo el grupo. En este contexto, las mujeres desarrollan una relación muy
íntima con estas mascotas, dándose el caso de que les dan de mamar con
frecuencia (fig.3) siguiendo con ello pautas presentes también en otros
grupos amazónicos (POLITIS, 2007, fig. 8.4, pag.248, por ejemplo).
Como suele ser común entre otros muchos grupos (ZENT, 2006, 13-14;
FAUSTO, 1999), los awá adoptan como mascotas a numerosos animales,
como el agutí (Dasyprocta sp.), la ardilla (Sciurus aestuans) o el coatí
(Nasua nasua). Pero sobre todo, prefieren a los monos, de las especies
Alouatta belzebul (mono aullador), Saimiri sciureus (mono ardilla) o alguno
de los tipos del mono capuchino (Cebus apella, Cebus kaapori o Cebus
olivaceus), aunque puede suceder con cualquiera de las especies que han
sido identificadas en el área —Aotus infibulatus (conocido como marikiná
felino o “mono de la noche de Huhl”), Chiropotes satanas (sakí negro) y
Saguinus midas (o tamarino)— (CORMIER, 2006).
Tener crías de mono como mascota es un hecho común no sólo entre
muchos grupos de las tierras bajas de América del Sur, como los Aché
(HILL y HAWKES, 1983), los Mekranoti (WERNER, 1984), los Yanomamö
(SMOLE, 1976), los Nukak (POLITIS, 2007) o los Jotï (ZENT, 2006),
sino también entre otros como los Mende de Sierra Leone (RICHARDS,
ARENAL, 15:1; enero-junio 2008, 57-90
GÉNERO Y PODER ENTRE LOS AWÁ (MARANHÃO, BRASIL). UTILIDAD DE LA... 77
1993). Y al igual que sucede entre ellos, cuando los awá cazan una hembra
de mono que esté amamantando a una cría, deciden inmediatamente qué
quieren hacer con ella, si matarla y comerla o adoptarla. En el caso de
que decidan adoptarla, entonces las mujeres awá que estén amamantando
a sus propios bebés les dan de comer del mismo modo que hacen con
sus hijos. Si la mujer es ya mayor o simplemente no está amamantando
en ese momento, le da de comer con la boca, una vez que ha masticado
los alimentos para que la cría los pueda comer. No hacen esto sólo con
monos, sino también con ardillas, coatíes o incluso pájaros (alimentarlos
con la boca).
Algunos autores han explorado la función de la adopción de mascotas
en la Amazonía (DESCOLA, 1994, 1998; ERIKSON, 2000; FAUSTO, 1999;
TAYLOR, 2001; ZENT, 2006), siendo generalizada la opinión de que se trata
de relaciones prototípicas de control simbólico y de apropiación social de la
naturaleza. Es decir, al someter a la naturaleza a la dinámica social de una
manera tan directa y explícita, se intenta generar la sensación de un cierto
control sobre un medio que, en realidad, no se controla. Se ha insistido,
igualmente (ZENT, 2006, 14) en la utilidad que tienen esas adopciones para
el entrenamiento desde la niñez en el conocimiento de los rasgos y com-
portamiento de los animales, así como en su función en el sostenimiento
y reactualización de las redes de relación que vinculan a las personas con
los habitantes (también humanos, de acuerdo con sus cosmologías) de la
selva en la que viven.
Además de cumplir con esas funciones, el amamantamiento de las
crías animales ha sido interpretado como un mecanismo que potencia y
revaloriza simbólicamente la imagen socialmente valorada de la mujer fértil
(CORMIER, 2003a, 114). Ahora bien, en el caso de los awá, en el que
las mujeres están perdiendo sus otras funciones económicas, la adopción
y el amamantamiento de las crías podría contribuir a la consolidación
de un orden patriarcal que se está reforzando desde fuera, ya que lleva
a que las mujeres se especialicen en su función de cuidadoras, dejando
el conocimiento y la familiaridad con el medio natural, y la consecuente
capacidad para tomar decisiones, en manos masculinas. Resulta interesan-
te destacar que, aunque hay algunos hombres que también llevan monos
sobre sus cabezas (casi exclusivamente los que mantienen pautas más
tradicionales como Kamará y Chipa Ramãj Xa’a), son las mujeres (tradi-
cionales o no) quienes se especializan en el cuidado de las mascotas. Es
decir, parece coherente que la potenciación de la lógica patriarcal entre
los awá (como efecto del contacto con la FUNAI), no sólo se acompañe
de una reducción de la participación femenina en las tareas económicas
o tecnológicas, sino también de un reforzamiento (y en consecuencia
especialización) de su función maternal. Al f inal, ésta es precisamente la
ARENAL, 15:1; enero-junio 2008, 57-90
78 A. HERNANDO GONZALO, G. POLITIS, A. GONZÁLEZ RUIBAL y E. BESERRA COELHO
5.—Inferencias sobre las relaciones de género entre los awá en tiempos pre-
vios al contacto
12. Debe entenderse que el prestigio no deriva de que la actividad sea realizada por
hombres, sino de la propia capacidad de la caza para constituirse en contexto del habitus
de una sociedad de cazadores-recolectores. Es decir, del conjunto de relaciones y construc-
ciones sociales que a través de ella se actúan y reproducen (ZENT, 2006), al margen del
valor energético de los recursos que obtiene (LEE, 1982, 41).
nada takaya, en la que los hombres, individualmente, uno por uno, cantan
y bailan en un ritmo de intensidad creciente hasta que, “inician el vuelo
hacia el mundo espiritual del cielo” (FORLINE, 1997, 201). Normalmente
participan solo los adultos, aunque los jóvenes que ya cazan por sí mismos
(normalmente desde la edad de 13 o 14 años) pueden participar también,
como pudimos testificar en diversas ocasiones. Por el contrario, las mujeres
no pueden protagonizar el rito, pues son consideradas incapaces de alcanzar
el iwa. Si quieren contactar con sus ancestros, deben pedir a sus maridos
o parientes que transmitan sus mensajes, que actúen como sus emisarios
(CORMIER, 2003c, 136). La única función que las mujeres cumplen en esta
ceremonia es la de asistentes especializadas. Ellas son las que decoran a los
hombres, pegando, de acuerdo a pautas estéticas determinadas, plumas de
urubú rey (Sarcoramphus papa) —una especie de buitre— y tucán (Ram-
phastos vitellinus) sobre los cuerpos masculinos mediante cera de abeja u
otras resinas (FORLINE, 1997, 201), para que puedan “iniciar el vuelo”.
Así mismo, situadas fuera de la takaya, hacen las voces que complementan
el canto de sus maridos, para que éstos sientan un apoyo que les ayude a
ir subiendo la intensidad del canto. Como señala Cormier (2003c, 137), “la
experiencia del iwa no refleja o justifica místicamente la estratificación de
género, sino que es ella misma la que crea la estratificación”.
3) La mayoría de las divinidades se imaginan como masculinas, po-
niéndolas en relación con las distintas especies cazadas. Sólo existe una
divinidad femenina, Kiripi, relacionada con la obtención de un animal, la
tortuga. Sin embargo, existen informaciones contradictorias al respecto según
pudo comprobar Comier (2003a, 142), ya que mientras unos informantes le
decían que Kiripi se las come, otros contaban que sólo las capturaban para
adoptarlas como animales de compañía. De hecho, ésta es la caracteriza-
ción de la divinidad femenina Piraya. Ella guarda todos los monos como
mascotas (Idem, 142), reproduciendo así el papel cuidador y maternal que
se está potenciando cada vez más entre las mujeres.
4) La maternidad y el cuidado de los hijos son las dos principales tareas
de las mujeres awá, pero sin embargo, en el nivel discursivo, no se las
considera agentes activas de la procreación. Como algunos otros grupos
de las tierras bajas de Suramérica (ERIKSON, 2002), los awá creen que el
feto se forma en el vientre materno a través de la acumulación de semen
masculino 13. Esto convierte a los hombres en los artíf ices de la “semilla”
13. Esta interpretación se hace más precisa en otros casos. Por ejemplo, entre los
Enawene-Nawe —al igual que entre los Bororo (VIERTLER, 1979: 22)—, la concepción se
entiende como un proceso “de combinación, en el calor del útero, de una cantidad razonable
de semen con sangre menstrual, que se vuelve para dentro durante la gestación” (SILVA,
2001, 52).
14. Fuimos testigos de tres de estos matrimonios: el primero fue acordado cuando
la niña (Mĩmĩnĩ’ĩwá) tenía apenas tres años con un hombre de alrededor de cincuenta y
cinco (Kamará Xa’a). El segundo ya existía cuando nosotros conocimos a la niña de unos
12 años entonces (Pãnã Pĩnũhũ), con un hombre que igualaba o superaba la edad anterior
(Pira Ma’a), al igual que sucedía con el tercero: el de una niña de unos 6 años, Panãnĩ’ĩ,
con un hombre de entre 35 y 40, Pinawa..
15. Llama la atención, en todo caso, que los matrimonios sean acordados entre niñas/
niños y hombres/mujeres muy mayores, en lugar de entre niños o jóvenes de la misma edad.
Semejante desajuste de edad no parece poder explicarse por la desproporción demográfica.
Habría que acudir a la existencia de unos ciertos privilegios concedidos por la edad, pero
aun así, no parece encontrarse diferencias de género a este respecto.
la libertad que tienen las mujeres awá para elegir compañeros sexuales, que
suelen complementar la relación con el marido, no sólo durante el embarazo
sino a lo largo de toda la vida. Crocker (1974), refiriéndose a los Canela,
señalaba que el sexo extramarital puede funcionar como una especie de
“lubricante social” dentro del grupo (FORLINE, 1997, 172), dado que las
relaciones sexuales siempre implican compromiso social. Los awá, como
otros muchos grupos de la Amazonía —los Enawene—Nawe (SILVA, 2001),
Sirionó (HOLMBERG, 1969), Sharanauas (SISKIND, 1973), Matis (ERIKSON,
2002) o comunidades del Bajo Urubamba en Perú (GOW, 1989)—, tienen el
sexo siempre presente, utilizando metáforas de comida para referirse a los
órganos sexuales (“mandioca” por pene, en el caso actual de los awá 16) y
mostrando el mismo interés por ambas cosas (GOW, 1989, 567; FORLINE,
1997, 179). Como se ha señalado también respecto a otros grupos (SILVA,
2002, 43 para los Enawene-Nawe, por ejemplo), los awá muestran mucha
curiosidad no sólo por los órganos sexuales de la gente de su grupo, sino
incluso por los de los visitantes, convirtiéndose este hecho en uno de sus
juegos y bromas preferidos, fundamentalmente entre los hombres. Siendo
así de importante, las mujeres tienen libertad para relacionarse con quien
deseen, mostrando sin problema sus deseos a gente del propio grupo o a
visitantes, con el apoyo desinteresado de sus maridos 17.
Una razón que puede contribuir a esta libertad es, obviamente, su
creencia en la “paternidad multiple” que señalábamos más arriba. Aunque
esta creencia otorga la función activa a los hombres en la procreación,
tiene sin embargo un aspecto que favorece a las mujeres en el complejo
juego de las relaciones de género. Dado que cada awá tiene varios “padres
verdaderos”, pero una sola madre, las mujeres adquieren preeminencia
en el sistema de parentesco, ya que la patrilinealidad no puede estable-
cerse (CORMIER, 2003a, 65). De hecho, la paternidad múltiple debilita
la función de la paternidad, ya que la categoría de “padre” se convierte
en una categoría más genérica que la de “madre” (ERIKSON, 2002;
CORMIER, 2003a, 65).
Aparte de la libertad en las relaciones sexuales extra-maritales, la so-
ciedad awá contempla la posibilidad de la poliandria dentro de su seno. No
se trata de una norma social, sino que obedece a la proporción de muje-
res/hombres que exista en cada caso, como sucedía también en el caso de
los matrimonios con niñas/niños. Es decir, si en un grupo (como sucede
16. Dado que es un producto cultivado es de suponer que utilizarían otra metáfora
cuando no vivían junto al puesto de la FUNAI.
17. Esto a su vez está en relación con la reciprocidad generalizada y sistemática que
impera en la cultura awá.
en los puestos Jurití y Guajá) existen menos mujeres que hombres, pueden
darse casos en los que una mujer tenga al menos dos maridos (FORLINE,
1997, 173) 18. Lo contrario (poligamia) puede suceder, sin embargo, cuando
la proporción es la contraria o está equilibrada, como veíamos antes (COR-
MIER, 2003a, 65; FORLINE, 1997, 67).
Por otro lado, las mujeres awá se sienten completamente libres a la
hora de abortar si no desean al hijo que han concebido. Entre las chicas
jóvenes el aborto es tan legítimo que hablan de ello de forma explícita,
sin que la razón deba ser otra que el hecho de que no desean tener un
bebé. Pãnã Pĩnũhũ, por ejemplo, se había provocado al menos dos abor-
tos según sus propias palabras antes de permitir que llegara a término
su tercer embarazo, del que nació un niño. La explicación era que, en
ambas ocasiones, no sentía que el feto estuviera bien. Su marido, mucho
mayor que ella, la había amenazado con abandonarla si volvía a provocar
la pérdida del bebé.
Como se ve, la imagen que ofrece un primer acercamiento a los awá
es contradictoria: por un lado existe un orden —simbólico, inconsciente y
subyacente—, aparentemente patriarcal, pero esto se compagina con una
práctica de las mujeres que no sólo pueden elegir libremente a sus compa-
ñeros sexuales, sino también a sus maridos (salvo el primero en la mayor
parte de los casos), a quienes pueden cambiar varias veces a lo largo de
la vida. La conclusión es que la jerarquía de género que está implícita en
el discurso simbólico no parece tener efectos explícitos en las actividades
diarias.
Desconocemos el contexto político de los awá antes del contacto: cómo
tenían lugar las reuniones en los cocales, cómo se fijaban los matrimonios,
como se decidían los movimientos en el territorio o se gestionaban las re-
laciones con grupos no-awá. Por los rasgos que caracterizan ahora su orden
simbólico, podemos suponer que habría existido algún pequeño sesgo de
desigualdad a favor de los hombres. Sin embargo, aunque esta desigualdad
existiera, no podría compararse con la que caracteriza a las sociedades pa-
triarcales, pues no parecen haber implicado capacidad real de dominación de
los hombres sobre las mujeres, ni diferencias en el acceso a los recursos o
en la toma de decisiones. Resulta fundamental entender que en sociedades
de escasa complejidad socio-económica puede existir cierta desigualdad en
el orden simbólico que no implica subordinación de las mujeres en el orden
económico o material. Explicar dicho desajuste constituye un tema de suma
relevancia para entender las trayectorias históricas y la verdadera naturaleza
18. Es el caso de Parachĩ, casada con Kamará y Chipa Ramãj Xa’a en el puesto
indígena Jurití.
6.—Conclusión
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RESUMEN
A lo largo de este texto, pretendo mostrar, en primer lugar, qué representan estas
imágenes de la Prehistoria en nuestro imaginario cultural y qué implicaciones suponen
de forma particular para nosotras, las mujeres contemporáneas. En segundo lugar, querría
aunque fuera brevemente analizar cómo y de dónde proviene ese imaginario en el que se
insertan las representaciones de la prehistoria y de qué manera, desde la investigación y la
divulgación, podemos incidir en la reconstrucción de arquetipos y en la creación de nuevas
claves interpretativas de la prehistoria, de la historia y de las relaciones de género en el
mundo contemporáneo.
Palabras clave: Prehistoria. Imágenes. Representaciones. Mujeres. Investigación. Divulga-
ción.
ABSTRACT
With this text I pretend to show, in one hand, what represent for our cultural image
repertoire the illustrations from prehistory and what kind of implications have, particularly,
for contemporary women. In a second place, I would like to analyze briefly, how and from
where comes this collection in which representations of Prehistory are immersed. From this
point, we can approach to how from research and diffusion we can contribute to the re-
construction of archetypes and to the creation of new interpretative keywords of prehistory,
history and gender relations in the contemporary world.
Key words: Prehistory. Images. Representation. Women. Research. Dissemination.
SUMARIO
1.—Introducción
Fig. 2. Ilustración que acompaña la noticia titulada “Barcelona se alarga por la prehistoria”
aparecida el 12 de marzo de 2009 en el diario La Vanguardia.
Ya desde el siglo XIX ha existido la fascinación por este vínculo con los
primeros humanos y los tándems investigador-artista han ido creando, tanto
en virtud de nuevas técnicas de reconstrucción como de la concepción de
ARENAL, 15:1; enero-junio 2008, 91-109
98 PALOMA GONZÁLEZ MARCÉN
7.—Bibliografía
RESUMEN
Los mitos griegos se han transmitido a través de la literatura y han sufrido variaciones
hasta llegar a nuestros días. Algunas de estas historias mitológicas han captado la atención
de los directores de cine, quienes las han reconvertido y presentado de modo visible ante la
sociedad. Éste es el caso de Pandora, la primera mujer de la mitología griega, que representa
el cuerpo seductor y es causa de males y desgracias para el hombre. Diversos directores se
han visto seducidos por ella y han recreado su belleza, así como el peligro de su desmesura.
El artículo analiza el personaje de Pandora en la mirada cinematográfica de Albert Lewin,
Paul Auster y G.W. Pabst.
Palabras clave: Seducción femenina. Desmesura femenina. Belleza. Desgracias. Misogi-
nia.
ABSTRACT
Greek mythology has been transmitted by literature and its stories have suffered some
variations until these days. Many film directors refer to the myths and have adapted them
and made them visible to society. This is the case of Pandora, the first woman from the
Greek Mythology, who represents the seductive body. She is the cause of men’s troubles and
misfortunes. Different directors have been seduced by her and have recreated her beauty as
well as the danger of her intemperance. This article analyzes Pandora’s character from the
point of view of Albert Lewin, Paul Auster y G.W. Pabst.
Key words: Seduction. Intemperance. Beauty. Misfortunes. Misogyny.
SUMARIO
1.—El mito griego. 2.—La Pandora de A. Lewin. 3.—La Pandora de P. Auster, una
recreación de la de G. W. Pabst. 4.—Epílogo. 5.—Ficha técnica de las películas.
“Yo, a cambio del fuego, les daré un mal con el que todos se alegren
de corazón acariciando con cariño su propia desgracia”. Así dijo y rompió
en carcajadas el padre de los hombres y dioses; ordenó al muy ilustre He-
festo mezclar cuanto antes tierra con agua, infundirle voz y vida humana
y hacer una linda y encantadora figura de doncella semejante en rostro a
las diosas inmortales. Luego encargó a Atenea que le enseñara sus labo-
res, a tejer la tela de finos encajes. A la dorada Afrodita le mandó rodear
su cabeza de gracia, irresistible sensualidad y halagos cautivadores; y a
Hermes, el mensajero Argifonte, le encargó dotarle de una mente cínica
y un carácter voluble.
Dio estas órdenes y aquéllos obedecieron al soberano Zeus Crónida [in-
mediatamente modeló de tierra el ilustre Patizambo una imagen con apariencia
de casta doncella por voluntad del Crónida. La diosa Atenea de ojos glaucos
le dio ceñidor y la engalanó. Las divinas Gracias y la augusta Persuasión
colocaron en su cuello dorados collares y las Horas de hermosos cabellos
la coronaron con flores de primavera. Palas Atenea ajustó a su cuerpo todo
tipo de aderezos], y el mensajero Argifonte configuró en su pecho mentiras,
palabras seductoras y un carácter voluble por voluntad de Zeus gravisonante…
Luego que remató su espinoso e irresistible engaño, el Padre despachó hacia
Epimeteo el ilustre Argifonte con el regalo de los dioses 1.
12. Una de las últimas versiones de este mito ha sido Lara Croft. Tomb Raider: la
cuna de la vida, donde la protagonista debe hallar la caja de Pandora antes de que caiga en
manos de un científico que intenta controlar el poder maligno que contiene.
13. Sobre el tema, cfr. GILABERT, Pau: “Albert Lewin: Pandora i l’holandès errant.
La potencialitat semiològica d’un mite”. En: Actas del VII Congreso Internacional de la
Asociación Española de Semiótica. Zaragoza, 1998, pp. 476-482.
14. Recordemos que la esperanza es lo único que queda dentro de la jarra, cuando
Pandora la abre. Cfr. HESÍODO: Trabajos y días, v. 97.
Unos años más tarde, en 1998, Paul Auster vuelve a recrear el mito,
como director y escritor, en Lulu on the bridge, f ilm que debe ser estu-
diado junto con La caja de Pandora, dirigido por Georg Wilhelm Pabst
en 1929. En primer lugar, debemos decir que se trata de una película
ARENAL, 15:1; enero-junio 2008, 113-125
120 JOANA ZARAGOZA GRAS
15. Me refiero a la historia bíblica de Adán y Eva y al fruto del árbol prohibido.
responde, en una clara alusión al hecho de que son las distintas divinidades
las que regalan los atributos y el cuerpo atractivo a Pandora, si bien en esta
versión es la madre la que le regala un físico seductor.
Aún hay otro guiño de Auster a la creación de la mujer. “¿Eres de
carne y hueso o eres un espíritu?” es la pregunta de Izzy, a la que sigue
una larga pausa que se prolonga hasta oír la voz de Celia “de carne y
hueso” y, a continuación, una referencia al destino, a la voluntad divina
y a la pequeñez humana. En esta misma secuencia se recuerda el engaño
femenino: “¿Estás enamorada o tan solo aprovechas el viaje?”. Así, una
tras otra, se van sucediendo las supuestas características femeninas, pero,
Auster, al mismo tiempo, parece querer redimir a Celia de la carga que le
ha colocado al convertirla en la nueva Lulú.
Finalmente, aparece el elemento primordial en este mito: el fuego.
Si la Pandora griega fue la contrapartida al fuego robado por Prometeo
a las divinidades, Lulú se salvará del juicio por asesinato a su marido
gracias al fuego provocado por sus amigos a tal f in; el fuego provoca
un momento de caos que es aprovechado para sacar a la muchacha de
aquel mal trago. Pero el fuego también aportará desgracias a ella y a su
amante. Mientras huye en tren, pide fuego a un desconocido que, tras
reconocerla como presunta asesina, la convertirá en prostituta a cambio
de no denunciarla. Ese mismo elemento lo hallamos en un diálogo entre
Izzy y Celia, quienes, en un juego de preguntas y respuestas, nos indican
a qué animal, a qué elemento... se sienten más vinculados: “¿Qué eres:
una cerilla o un encendedor?”. “Una cerilla, sin duda una cerilla” es la
respuesta de Izzy.
Nos hallamos ante tres personajes que representan el pasado, el pre-
sente y el futuro, mezclados entre ambas historias. Izzy es el pasado, el
hombre que ha perdido las ganas de vivir y que recurre a la esperanza que
le proporciona el hecho de conocer a Celia. Ésta, por su parte, es el futu-
ro con todas las posibilidades de vida. Lulú, finalmente, es el presente, la
naturaleza en estado puro, semejante a la mujer de la mitología griega, la
naturaleza contrapuesta a la cultura, simbolizada en el hombre.
La película nos habla de cómo los hombres inventan a las mujeres y
de cómo se entregan al reino de la fantasía. Dice uno de los personajes
secundarios: “La vida no es más que una ilusión, ¿verdad?”, no es más
que un reflejo, un espejo que nos da la imagen de una realidad que no
vivimos 17.
4.—Epílogo
18. Sobre el tema del topos, ver MADRID, M.: Op. cit., pp. 172-176.
misión de la cultura griega. Así mismo, son las que nos hacen ver, de un
modo más claro, dónde se hallan algunas de las raíces de la marginación
por razón de género que todavía hoy sufrimos las mujeres.
Carolina Barry
Universidad Nacional de Tres de Febrero (UNTREF), Argentina.
RESUMEN
ABSTRACT
The peronism started when the political participation was reserved only for men. It in-
cluded those absent groups of the political scenario; it managed to change women’s situation
by the approval of the Feminine Suffrage Law and the creation of the Feminine Peronist
Party, which incorporated them massively in politics, for the very first time. This incursion
can not be analyzed without making any reference to the role of Eva Duarte de Perón, not
like the first lady but as a political leader who built an unthinkable power for a woman, in
the forties.
Key words: Eva Perón. Feminine Suffrage Law. Feminine Peronist Party. Woman and
politics in Argentina. Argentine f irst female deputies and senators. Woman and politics
in Argentina.
SUMARIO
control social, pues era necesario que cumplieran con ciertos objetivos para
poder llevar a cabo la política implementada desde el Estado.
¿Por qué las sumó separadas del partido de los hombres? Esta situa-
ción fue producto de una doble circunstancia que llevó a considerar que la
mejor alternativa era crear un partido exclusivo de mujeres. Por un lado, el
conflictivo escenario que presentaba el Partido Peronista en sus años ini-
ciales hacía casi impensable integrarlas en dicha estructura. Por otra parte,
y simultáneamente, el ascendente papel protagonizado por Eva Duarte de
Perón, no ya en su rol de Primera Dama o en el de benefactora social, sino
en el de una dirigente política. Su liderazgo, la inexperiencia política de las
mujeres y la difícil situación imperante en el Partido Peronista 11 produjeron
a la conformación de un partido político singular.
El PPF, a diferencia del Partido Peronista (masculino), se organizó a
partir de una táctica política de penetración territorial consistente en un
“centro” que controlaba, estimulaba y dirigía el desarrollo de la periferia,
es decir, la constitución de los mandos locales e intermedios del partido.
Este tipo de desarrollo organizativo implica por definición, y siguiendo a
Panebianco, la existencia de un “centro” suficientemente cohesionado desde
los primeros pasos de la vida del partido 12. Como primera medida, y para
saber con cuántas partidarias o simpatizantes contaban, se organizó un gran
censo nacional de mujeres peronistas bajo el lema “cuántas somos y dónde
estamos”. Las encargadas de llevarlo a cabo fueron 23 delegadas, una por
cada provincia o territorio y una por la Capital Federal. La elección de de-
legadas se hizo a partir de la selección personal que realizó Eva Perón de
cada una de ellas, y también del establecimiento de lazos personales, lo que
obligó a desarrollar actitudes fuertemente conformistas y reverenciales para
obtener su favor. Las seleccionadas no tenían ningún tipo de experiencia
política previa, y esa era, además, una de las condiciones para ser elegidas.
Por otra parte, ninguna actuaba en sus lugares de origen, a fin de evitar la
formación de una base de sustentación política propia. Estas mujeres fueron
las responsables de la organización y puesta en marcha del partido. Como
su primera tarea fue censar, se las llamó “delegadas censistas”. Las dele-
gadas debían elegir a las “subdelegadas censistas” y una vez seleccionadas,
le enviaban a Eva Perón ternas de mujeres, de quienes figuraban sus datos
completos, tal como lo disponía la circular n°1: “Las censistas deben propo-
ner ternas de mujeres por distrito o barrio para ser nombradas subdelegadas
11. Ver MacKINNON, Moira: Los años formativos del Partido Peronista. Buenos Aires,
Instituto Di Tella - Siglo XXI de Argentina, 2002.
12. PANEBIANCO, Ángelo: Modelos de partido, organización y poder en los partidos
políticos. Madrid, Alianza Universidad, 1990, p. 246.
22. PARTIDO PERONISTA FEMENINO, Sede Central Capital Federal, Circular s/n,
20 de julio de 1950.
23. LANDRA, Felix (h): Los Panfletos. Su aporte a la Revolución Libertadora. Buenos
Aires, Itinerarium, s/f, p. 365.
24. Entrevista de la autora a Ana Macri (delegada censista y diputada nacional) 29 de
octubre de 2003, Hilda Castañeira (ver cita 8), Esther Fadul (delegada censista y diputada
nacional), 4 de septiembre de 2004.
25. PARTIDO PERONISTA FEMENINO, Sede Central provincia de Santa Fe, Circular
Nº 2, “Normas a que deben ajustarse las Subdelegadas Censistas para el mejor desempeño
de sus funciones al frente de las Unidades Básicas”, 1950.
26. Los cursos abarcaban desde enseñanza de cocina, zurcido, remiendos invisibles,
sombrerería, bordado de lencería, tejido, economía doméstica, dibujo y pintura, danzas
clásicas, folklóricas y españolas, guitarra, violín, confección de camisas de hombre, hasta
encuadernación.
27. Entrevista de la autora a Beatriz Bruzzatori inspectora de unidades básicas fe-
meninas.
31. PERON, Eva: Mensajes y Discursos. Buenos Aires, Fundación pro Universidad de
la Producción y del Trabajo - Fundación de Investigaciones Históricas Evita Perón, 1999,
Tomo II, 111.
33. GUIVANT, Julia Silvia: La visible Eva Perón y el invisible rol político femenino:
1946-1952. Santa Catarina, Universidad Federal de Santa Catarina, Cadernos de Ciencias
Sociais, volumen 5, p. 43.
4.—Reemplazar lo irremplazable
Una nueva etapa se inició en 1952, luego del deceso de Evita: El Parti-
do Peronista Femenino no sobrevivió a la muerte de su líder carismática y
sufrió, entonces, dos estocadas fatales: la primera fue la desaparición física
de Eva; la segunda, la caída del gobierno en 1955. El impulso inicial dado
por la carismática líder había sido tan intenso que se sobrepuso incluso a
su muerte, al menos hasta 1955. La disolución del PPF no fue producto del
eclipse político de su fundadora, sino de una situación que acrecentó las
peculiaridades carismáticas de su liderazgo: la muerte joven y trágica. Evita
no había entrado en el proceso de rutinización de su carisma, de hecho, se
encontraba en la cúspide de su liderazgo carismático, e incluso su poder
había adquirido connotaciones sobrenaturales que se irían acrecentando con
el correr de los años. Esto a punto tal que una diputada en la Cámara llegó
a decir: “Esa Eva de la historia sagrada se reencarnó en nuestra Eva de la
historia argentina... Dios la puso en la tierra para reencarnarse a sí mismo,
como lo hiciera con Cristo...” 34.
El PPF fue un unicum histórico, fruto de circunstancias peculiares e
irrepetibles. Si no se toma en cuenta su origen carismático, la lógica orga-
nizativa de los partidos de este tipo aparece completamente incomprensible.
Si bien faltaba la líder, permanecía Perón, que intentó por distintos medios
dar continuidad a ese proceso con la ayuda y el apoyo de las mujeres del
líder carismática y simbiótica, condición sine qua non del poder carismático
de la manera en que lo define Panebianco 35.. Sin embargo, con su lideraz-
go ayudó a incorporar a las mujeres en un proceso político del cual ella
también formaba parte.
5.—Consideraciones finales
ejercía Eva Perón como única autoridad. El Partido Peronista Femenino era
una organización centralizada dominada por el principio de obediencia
al mando, y en la que la simbiosis entre la identidad organizativa y la
líder fundadora fue total y absoluta. Considerando que se trataba de una
organización de mujeres, inexpertas en materia política, Eva Perón impi-
dió, con éxito, cualquier posibilidad de pujas internas dentro del partido
femenino, a diferencia de lo que sucedía en el masculino, a partir de una
serie de medidas. En primer lugar, la elección sobre bases personales de
mujeres leales; segundo, la instrucción tajante a las censistas respecto de
la imposibilidad de que existieran líneas internas o caudillas; y tercero,
la forma de organización, al establecer que en cada pueblo o ciudad se
nombrase a más de una subdelegada y con la prohibición de nombrar a
las ex presidentas de los centros cívicos o a las esposas de funcionarios,
que gustosas deseaban participar, pues ellas podían estar influidas por sus
maridos y éstos, a su vez, podían influir en el partido femenino. De cual-
quier manera, más allá del control que Eva Perón ejercía, tampoco estaba
en el ánimo ni de las delegadas ni de las subdelegadas formar líneas o
facciones que pudieran siquiera remotamente disputarle el poder a Evita;
la existencia de este tipo de nucleamientos tenía el f in de ganarse una
mayor preferencia de la líder. En def initiva, la única aspiración política
que podían tener estas mujeres era servir a las órdenes de Evita, dejando
de lado cualquier tipo de aspiración personal aunque, en def initiva, el
contacto estrecho o contar con la confianza de la líder era una aspiración
propia en sí misma.
El PPF no pudo subsistir a la desaparición de su líder carismática y
simbiótica. Eva Perón se convirtió en sinónimo de peronismo con sus en-
fervorizados discursos, pero, sobre todo, con sus actividades legitimó el
ingreso de las mujeres en la política y amplió la base de sustentación del
peronismo, lo cual convirtió esta experiencia en única e irrepetible. Con
características singulares y entendidas dentro de los atributos que genera el
poder carismático, organizó un partido político que llevó a miles de mujeres
a ocupar distintos niveles de responsabilidad tanto en su estructura como
también en el Congreso.
La respuesta a la pregunta inicial, cuál fue el proceso de incorporación
de las mujeres en la política durante el peronismo, se revela a partir de
situaciones objetivas que confluyeron en la organización de una estructura
política singular que albergó masivamente a las mujeres en su seno. Un
vacío legal que supo ser capitalizado de manera exitosa, y que posicionó a
Eva Perón como la artífice de los derechos femeninos. Un momento polí-
tico: la inestabilidad institucional dentro del Partido Peronista masculino;
una oportunidad: la necesidad de canalizar la efervescencia política en que
se encontraban inmersas las mujeres. Un objetivo político: la reelección de
ARENAL, 15:1; enero-junio 2008, 127-149
EVA PERÓN Y LA INCLUSIÓN POLÍTICA DE LAS MUJERES 149
RESUMEN
ABSTRACT
The universe of Franco regime’s female prisons is one aspect of the investigation on
repression that is mostly invisible. The investigations and works carried out by the history
of women and gender, together with the testimonies of these selfsame repressed women
have made it possible to recuperate and know the historical experience of the militant anti
Franco regime. Starting from the female prisoners’ files from the Provincial Woman’s Pri-
son and Santa Clara’s Convent Prison in the city of Valencia we can begin to rescue some
of the political female prisoners of the Franco regime in “El Pais Valenciano”. They are
women who were members of different organisations; some were councillors and mayors
in their towns. They were doubly punished for being republicans and for being women, for
having challenged the traditional role of their gender, defended and imposed by the Franco
regime. It is a first try to recuperate women committed to the defence of the II Republic,
giving them protagonism and historical significance before the invisibility of the traditional
historiography, being able to write down their imprisonment and resistance experiences. To
rescue them from the dark area in which the historical investigation of this subject finds
itself.
Key words: Women. Franco regime. Historiography. Prison Repression Political prisoner.
Woman’s Prisons. Prison files. Santa Clara Convent Prison. Provincial women’s prison.
Valencia.
SUMARIO
1.—Introducción
1. Véase: NASH, Mary: Rojas. Las mujeres republicanas en la Guerra Civil. Madrid,
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35. MOLINERO, Carmen: “Mujer, franquismo, fascismo…” op. cit.; MOLINERO,
Carme y YSÀS, Pere: “Una inmensa presó. Misèria, explotació i silenci sota el primer
franquisme”. En ASSOCIACIÓ CATALANA D´EXPRESOS POLÍTICS: Notícia de la negra
nit… op. cit., pp. 86-103; MOLINERO, Carmen: “Presas antifranquistas e historia”. En:
GÁLVEZ BIESCA, Sergio; HERNÁNDEZ HOLGADO, Fernando (eds.): Presas de Franco…
op. cit,. pp. 31-32.
36. Véase: MOLINERO, Carmen; SALA, Margarida; SOBREQUÉS, Jaume (eds.): Una
inmensa prisión… op., cit. Esta publicación fue el resultado del Congreso realizado en el
año 2002 sobre los campos de concentración y el mundo penitenciario en España durante
la Guerra Civil y el franquismo.
37. HERNÁNDEZ HOLGADO, Fernando: Mujeres encarceladas. La prisión de Ventas
de la República al franquismo, 1931-1941. Madrid, Marcial Pons, 2003.
38. NÚÑEZ DÍAZ-BALART, Mirta: Mujeres caídas. Madrid, Oberon, 2003; De la
misma autora: Los años del terror. La estrategia de dominio y represión del general Franco.
Madrid, La Esfera de los Libros, 2004; “La cárcel tras los muros. El trabajo de los presos
políticos en la España de Franco”. En EGIDO LEÓN, Ángeles; NÚÑEZ DÍAZ-BALART,
Mirta (eds.): Republicanismo. Raíces históricas y presencia ético-cultural en la España de
hoy. Madrid, Biblioteca Nueva, 2001, pp. 143-172; NÚÑEZ DÍAZ-BALART, Mirta: “1939:
Año cero de la prostitución”. En GÁLVEZ BIESCA, Sergio; HERNÁNDEZ HOLGADO,
Fernando (eds.): Presas de Franco… op. cit., pp. 41-43.
43. AGUADO, Ana: “La historia de las mujeres y del género”. En ORTEGA LÓPEZ,
Teresa (ed.): Por una historia global. El debate historiográfico en los últimos tiempos. Granada,
Universidad de Granada-Prensas Universitarias de Zaragoza, 2007, pp. 111-134. p. 129.
44. SANTACREU SOLER, José Miguel; GIRONA ALBUIXECH, Albert: “El final de
la guerra”. En SANTACREU SOLER, José Miguel; GIRONA ALBUIXECH, Albert (dirs.):
La Guerra Civil en la Comunidad Valenciana. Vol., 15, Valencia, Editorial Prensa Valenciana,
2007. pp. 31-69.
45. LLORENS CASTILLO, Carlos: La primera década. Valencia, Fernando Torres
Editor, 1983.
46. MIR CUCÓ, Conxita: Vivir es sobrevivir. Justicia, orden y marginación en la
Cataluña rural de posguerra. Lleida, Ed. Milenio, 2000, p. 22.
51. GABARDA CEBELLÁN, Vicent: Els afusellaments al País Valencià… op. cit.,
pp. 66-67.
52. MANGINI, Shirley: Recuerdos de la resistencia… op. cit., p. 92.
53. BUSSY GENEVOIS, Danièle: “Mujeres de España: de la República al Franquis-
mo”. En DUBY, Georges; PERROT, Michelle (dirs.): Historia de las Mujeres… op. cit., pp.
203-221, p. 218.
54. Expediente penitenciario de Rosa Estruch Espinós, causa nº 3511-V. Archivo Centro
Penitenciario de Picassent (Valencia). (ACPP)
55. Expediente penitenciario de Amparo Soto Sanchis, causa nº 17.768-V. (ACPP).
56. Expediente penitenciario de Asunción Pérez Pérez, causa nº 1912-V. (ACPP).
57. Expediente penitenciario de Pilar Soler Miquel, causa nº 3641-V. (ACPP).
58. Expediente penitenciario de Ángeles Soler Miquel, causa nº 3641-V. (ACPP).
59. Expediente penitenciario de Amalia Estela Alama, causa nº 9839-V. (ACPP).
60. Expediente penitenciario Adelaida de la Cruz Ramón Tormo, causa nº 1092-V.
(ACPP).
61. Expediente penitenciario Águeda Campos Barrachina, causa nº 15.032-V. (ACPP),
MUÑIZ CAMPOS, Vicente; MUÑIZ CAYUELA, José Vicente: Agualimpia. Hijos de la
República. Madrid, Ediciones Sepha, 2006.
62. Expediente penitenciario María Pérez Lacruz, causa nº 2053-V. (ACPP); GIRONA
RUBIO, Manuel: Una miliciana en la Columna de Hierro. María “la Jabalina”. València,
Publicacions de la Universitat de València, 2007. Este autor ha reconstruido el proceso de
María Pérez Lacruz.
63. Copia Testimonio de Sentencia de Francisca Sanchis Ferrer, causa nº 4110 (ACPP);
Entrevista con Palmira Calvo Sanchis, Junio 2008.
64. CASTELLÓ MORA, Juan; MATAIX BLANQUER, Antonio; MIRA CALATAYUD,
Francisco Javier; SEMPERE MARTÍNEZ, Miguel; VAÑÓ PONT, José Luís: Una banyerense
de su tiempo Ángela Sempere Sanjuán. 1889-1971. Alicante, Associació Cultural Font Bona,
2007; CUEVAS, Tomasa: Testimonios de mujeres en las cárceles franquistas. Huesca, Instituto
de Estudios Altoaragoneses, 2004.
65. MALONDA, Ángeles: Aquello sucedió así… op. cit.
66. MONTERO, Remedios: Historia de Celia. Recuerdos de una guerrillera… op. cit.
67. Expediente penitenciario María Pérez Lacruz, causa nº 2053-V. Copia Testimonio
de Sentencia en la que se le acusó de adhesión a la rebelión. Fue fusilada el 9 de Agosto
de 1942 (ACPP); GIRONA RUBIO, Manuel: Una miliciana en la Columna de Hierro… op.
cit.; MALONDA, Ángeles: Aquello sucedió así… op. cit., p. 131: Hace un recordatorio del
momento de despedida de María Pérez Lacruz, cuando se la llevaron para cumplir la pena
de muerte.
68. Expediente penitenciario Águeda Campos Barrachina, causa nº 15.032-V (ACPP)
Copia Testimonio de Sentencia. Águeda Campos fue fusilada el 6 de Abril de 1941 (ACPP);
MUÑIZ CAMPOS, Vicente; MUÑIZ CAYUELA, José Vicente: Agualimpia… op. cit., p. 49;
CUEVAS Tomasa: Testimonios de mujeres en las cárceles franquista… op. cit.: Entre los
testimonios recogidos, María Añó, p. 793-794 y Milagros Querol, p. 819-820, recuerdan a
Águeda Campos Barrachina, en la Prisión Convento de Santa Clara de Valencia.
69. VINYES, Ricard: Irredentas… op. cit., pp. 71-89; VINYES, Ricard; ARMENGOU,
Montse; BELIS, Ricard: Los niños perdidos del franquismo... op. cit.
70. GIRONA RUBIO, Manuel: Una miliciana en la Columna de Hierro… op. cit.,
p. 94.
71. MUÑIZ CAMPOS, Vicente; MUÑIZ CAYUELA, José Vicente: Agualimpia. Hijos
de la República… op. cit.
72. ESPINA, Manuel: “La historia y la memoria. (De lo individual a lo colectivo y
viceversa)”. En SILVA, Emilio; ESTEBÁN, Asunción; CASTÁN, Javier; SALVADOR, Pan-
cho (coords.): La memoria de los olvidados. Un debate sobre el silencio de la represión
franquista. Valladolid, Ámbito, 2004, pp. 103-111.
cer en la cárcel con los hijos: “Todas las mujeres están de acuerdo, tanto
las que tenían hijos como las que no los tenían, en que la peor suerte era
tener un hijo en la prisión” 73.
Junto a las acusaciones de auxilio o adhesión a la rebelión, en los
expedientes procesales de estas presas valencianas aparecen juicios mo-
rales descalif icatorios y plagados de falsedades, en los que se las acu-
saba de conducta licenciosa 74, vivir amancebada 75, organizar orgías 76,
etc. Estas descalif icaciones incriminatorias de contenido moral, tenían
un objetivo represivo específ ico de género sobre las republicanas, como
era el despojarlas de su condición de presas políticas. En los informes
carcelarios of iciales aparecen con la denominación de mujeres caídas,
faltas de moralidad: “Todas eran delincuentes por el mal social que había
imperado, no por decisión consciente, af inidad republicana o parentesco
con los vencidos” 77.
Estas presas políticas valencianas pertenecían a distintas organizaciones
y desarrollaron actividades políticas y públicas. Algunas fueron concejalas
y alcaldesas de sus localidades. En definitiva, estuvieron comprometidas
con mayor o menor intensidad en la defensa del régimen republicano y
aprovecharon el contexto histórico y político que por primera vez en la
historia española era favorable a la población femenina.
El activismo político y la incorporación femenina a la vida pública era
algo que el nuevo Estado no iba consentir, puesto que el espacio público-
político se configuró como un ámbito de actuación reservado exclusivamente
a los varones, anulando todos los avances femeninos de acceso al mundo de
lo público conseguidos en la Segunda República. Para ello se criminalizó
la actividad política de las mujeres republicanas, dándole un contenido de
género, al considerar que el sexo femenino tenía unas determinadas carac-
terísticas temperamentales inferiores, que influían en su voluntad femenina
y las conducía a la delincuencia marxista. Con semejantes resultados, era
necesario que el régimen tomara medidas respecto a las mujeres, evitando
su acceso a la política, pues en caso contrario las mujeres derivarían hacia
78. VINYES, Ricard: Irredentas… op. cit., pp. 49-69; VINYES, Ricard; ARMENGOU,
Montse; BELLIS, Ricard: Los niños perdidos del franquismo... op. cit., pp. 31-56. Recoge las
delirantes teorías de Antonio Vallejo Nágera; Véase también: NADAL SÁNCHEZ, Antonio:
“Experiencias psíquicas sobre mujeres marxistas malagueñas. Málaga 1939”. En: Las mujeres
y la Guerra Civil Española. III Jornadas de estudios monográficos. Salamanca, Ministerio
de Asuntos Sociales - Instituto de la Mujer, 1989, pp. 340-350.
79. Véase: TELO NUÑEZ, María: Concepción Arenal y Victoria Kent. Las prisiones
vida y obra. Madrid, Instituto de la Mujer, 1995. Una de las mayores preocupaciones de
Victoria Kent fue la situación de la población reclusa femenina, por lo que entre sus prin-
cipales objetivos se encontraba el de arreglar las cárceles de mujeres. Entre las medidas
desarrolladas en su reforma penitenciaria se encuentran la supresión de las celdas de castigo,
grilletes, hierros y cadenas; la instauración de la libertad de culto y el aumento del presu-
puesto destinado a la alimentación de la población reclusa. Creó el Cuerpo Femenino de
Prisiones para sustituir a las monjas que hasta entonces cuidaban de las reclusas sin tener
los conocimientos adecuados.
80. ALMEDA, Elisabet: Corregir y castigar. El ayer y hoy de las cárceles de mujeres.
Barcelona, Edicions Bellaterra, 2002. p. 135.
81. GÓMEZ BRAVO, Gutmaro: La Redención de Penas. La formación del sistema
penitenciario… op. cit., p. 190.
82. Documento facilitado por las monjas del Convento de Santa Clara, antigua pri-
sión de mujeres en la ciudad de Valencia. Véase también: GIRONA RUBIO, Manuel: Una
miliciana en la Columna de Hierro… op. cit.
83. CUEVAS, Tomasa: Testimonios de mujeres en las cárceles franquista… op. cit.,
p. 811.
89. VINYES, Ricard: Irredentas… op. cit., p. 151. Recoge un episodio protagonizado
por algunas presas políticas en Valencia en 1943, que denunciaron la arbitrariedad de las
hermanas Brunete y su enriquecimiento. Como consecuencia de ello, las hermanas Brunete
fueron destituidas entre 1943-1944. Este episodio también es recogido por: MALONDA,
Ángeles: Aquello sucedió así… op. cit., pp. 150-151. Pero sin embargo, las firmas de Nati-
vidad Brunete y de Luisa Brunete siguen apareciendo en los expedientes penitenciarios de
las presas de la Prisión Provincial de Valencia hasta el año 1948.
90. MALONDA, Ángeles: Aquello sucedió así… op. cit., pp. 127-128; Véase también:
CUEVAS, Tomasa: Testimonios de mujeres en las cárceles franquista… op. cit., p. 810.
91. Libro de Filiaciones Prisión Convento de Santa Clara. (ACPP).
92. MALONDA, Ángeles: Aquello sucedió así… op. cit., p. 77; CUEVAS, Tomasa:
Testimonios de mujeres en las cárceles franquista… op. cit., p. 820.
93. CUEVAS, Tomasa: Testimonios de mujeres en las cárceles franquista… op. cit.,
p. 803.
94. Respecto a la maternidad en prisión, véase: DI FEBO, Giuliana: Resistencia y
movimiento de mujeres… op. cit.; VINYES, Ricard: Irredentas… op. cit.; MANGINI, Shirley:
Recuerdos de la resistencia… op. cit.
95. Expediente penitenciario Águeda Campos Barrachina, causa nº 15.032-V.
(ACPP).
96. Expediente penitenciario Ezequiela Aragón Valiente, causa nº 85-V-42. (ACPP).
97. Expediente penitenciario Rosa Estruch Espinós, causa nº 3511-V. (ACPP).
98. Expediente penitenciario Amparo Soto Sanchis, causa nº 17.768-V. (ACPP).
el día 26 abril de 1940: “realizó junto con otras dos reclusas actos contra
el Glorioso Movimiento Nacional por lo que se da cuenta al Auditor y se
la recluye en celda de corrección” 99.
A partir del 26 de abril de 1942, las reclusas que quedaban fueron
llevadas a la Prisión Provincial de Mujeres de Valencia. La habilitación
de Santa Clara como prisión y las medidas sobre libertades condicionales
y prisiones atenuadas que se fueron aplicando, conllevaron que la Prisión
Provincial de Mujeres de Valencia a mediados de 1941 tuviera ingresadas
290 presas y 15 niños 100.
A comienzos de 1940 la sobreocupación de las cárceles ponía en peligro
la existencia del sistema penitenciario franquista. Para evitar el colapso el
franquismo tuvo que arbitrar una serie de medidas iniciadas ya en enero
de 1940, como la revisión de penas, las concesiones de prisión atenuada y
de libertad condicional dirigidas a la excarcelación.
Las concesiones de libertad condicional y de prisión atenuada, suponían
una ampliación de los muros de la prisión más allá del propio edificio.
Las presas quedaban sometidas a una estrecha vigilancia. Con todo, era
necesario para conseguir la libertad condicional que las autoridades locales
—Alcalde, Jefe de Falange y Guardia Civil— del lugar de residencia de la
presa dieran informes favorables a la dirección de la prisión.
Se establecía una red de vigilancia sobre la reclusa que retornaba a su
casa. Quedaba obligada a presentarse inmediatamente ante el Juzgado y la
Guardia Civil. Sus movimientos eran controlados por las Juntas de Libertad
Vigilada existentes en cada lugar. Como recoge la certificación de Liberación
Condicional: estará bajo el patrocinio y vigilancia de las autoridades locales
del pueblo en que va a residir o de aquél a que por necesidad se traslade
hasta que se le conceda la libertad definitiva por su buen comportamiento
o reingrese en la Prisión de procedencia por su mala conducta 101.
Algunas de estas presas políticas valencianas continuaron con su actividad
y compromiso político durante toda la dictadura, y volverán posteriormente a
ser encausadas, como Pilar Soler y Rosita Estruch. Entroncaran directamente
con la lucha antifranquista y los años de la transición democrática, conser-
vando la memoria de los años de la Segunda República. Son un nexo de
unión con las mujeres antifranquistas de los años sesenta y setenta. Son parte
de nuestra memoria democrática. Otras, como Águeda Campos Barrachina
102. MUÑIZ CAMPOS, Vicente; MUÑIZ CAYUELA, José Vicente: Agualimpia. Hijos
de la República… op. cit., p. 47.
1.—Introducción
1.—Democracia cultural.
2.—Triple paradigma: de la monodisciplinaridad a la pluridiciplina-
ridad, del público a la comunidad, del edificio al territorio.
3.—La concienciación.
4.—Un sistema abierto e interactivo.
5.—Diálogo entre sujetos.
3.1.—El Guión
3.2.1.1.—ANÁLISIS DE LO EXISTENTE
desaparezcan y entren a formar parte de “la historia del hombre” o más aún
sean “el hombre prehistórico”, título con el que muchos libros y artículos
de divulgación comienzan sus capítulos. Por esta razón nos planteamos
que nada de lo que se había publicado hasta ese momento nos parecía el
referente del imaginario que desde los estudios de género se nos sugería
para representar el papel de las mujeres en la Prehistoria.
El recurso etnográfico
Fig. 2. Proceso de elaboración de los personajes. Andrés Marín Jarque. Unitat de Difusió,
Didàctica i Exposicions del Museu de Prehistòria de València y Museu Valencià d’ Etnologia.
Fotografía: Salvat editores S.A.
de caza que reproducirlo a partir de una imagen real. Si utilizando como base
una fotografía de una mujer Agta cazando, dibujamos a una mujer prehistórica
en la misma actitud, seguramente nos acercaremos más a la posición real de
las piernas, la expresión de la cara o la posición del arco. Y lo mismo con
los hombres y sus gestos. Si entre las sociedades preindustriales que todavía
quedan en el planeta encontramos imágenes de gestos y actitudes comparables
a aquellas que la arqueología prehistórica describe para los grupos humanos
que vivieron en esos momentos ¿por qué no utilizarlas? (Fig. 2).
Es así como hemos querido representar a los personajes que dan vida
a las ilustraciones que se presentan en la exposición: un hombre con un
niño en brazos, una mujer dando de mamar, otra tejiendo, hombres mayores
alrededor del fuego en actitud de conversar, etc. En este proceso ha sido
fundamental la interacción entre el diseñador Andrés Marín y el equipo
de conservadoras y técnicos de la exposición. No bastaba con encontrar
personajes que realizaran tareas cotidianas que nos interesaran para su re-
presentación sino que queríamos presentarlas en un contexto arqueológico
real para así darle más realismo a las imágenes. De esta manera colocamos
a los personajes sobre imágenes de yacimientos arqueológicos reales como
la Cova del Bolomor (Tavernes de la Valldigna, Valencia) para el módulo
que habla de las sociedades cazadoras-recolectoras, la Cova de l’Or (Benia-
rrés, Alicante) para representar el interior de una cueva habitada durante el
neolítico o el Abrigo Centelles (Barranco de la Valltorta, Castellón) como
lugar de refugio en el que se representan pinturas de arte rupestre levantino
(Figs. 3 y 4)
Fig. 3. Módulo Cazar, recolectar, sobrevivir. Ilustración: Andrés Marín. Unitat de Difusió,
Didàctica i Exposicions del Museo de Prehistoria y Museo de Etnología
Fig. 4. Módulo Espacios domésticos, espacios de mujeres. Ilustración: Andrés Marín. Unitat
de Difusió, Didàctica i Exposicions del Museo de Prehistoria y Museo de Etnología
La réplica de objetos
El recurso audiovisual
La propuesta didáctica
4.—Impacto de la exposición
5.—Conclusiones
6.—Bibliografía
social encontrarán sin duda ninguna un soporte inestimable. Era una obra
de traducción necesaria, hay que celebrar que no haya sido sólo eso, sino
que se haya aprovechado para ampliar perspectivas desde el mundo hispano.
Hay que felicitar a la editorial Síntesis por la iniciativa y a su supervisora
científica, Gloria Nielfa, por su buen hacer.
Cristina Borderías
Universidad de Barcelona
capítulos siguientes una serie de cuestiones que han empezado a ser te-
nidas en cuenta más recientemente y están en vías de expansión, siendo
aún minoritarias, y en las que es posible ir mucho más allá del discurso
tradicional para sumergirnos en esas instancias donde la aportación de las
mujeres era activa y esencial, aunque sea en el cumplimiento de sus pape-
les de género. Me refiero a las instancias de la vida cotidiana, donde las
actividades de reproducción, producción y mantenimiento, ligadas al ámbito
privado y realizadas por las mujeres, son esenciales para el funcionamiento
y supervivencia de la ciudad.
El capítulo 4 (“El espacio sexuado de la cotidianidad: el ciclo de la vida
en la casa griega”) trata sobre la organización del espacio doméstico —la
casa como espacio físico y simbólico— y sobre los ciclos de vida de las
mujeres —el tiempo—, desde la infancia a la ancianidad. En el siguiente
(“Actividades de mantenimiento y cuidado de la vida en la Grecia antigua”)
son los trabajos productivos y reproductivos los protagonistas, señalando
el espacio de la casa y las tareas realizadas por las mujeres —producción
textil, transformación de alimentos, cuidado de personas, animales y cosas,
etc.— como instancias económicas fundamentales en el mundo griego.
A continuación (“Erotismo y política sexual en la Grecia antigua”),
Marina Picazo aborda una de las temáticas, la sexualidad, que hoy en día
sigue siendo aún muy polémica y debatida por la historiografía, no sólo la
del género. Para pasar a tratar una vía de análisis más reciente, el estudio
del cuerpo (“La construcción del cuerpo femenino en el arte y la medici-
na”), que además de propiciar el empleo de fuentes distintas a las utilizadas
tradicionalmente, abre nuevas perspectivas para conocer y comprender los
discursos y las prácticas de las mujeres griegas.
El capítulo 8 (“Las mujeres en el espejismo espartano”) está dedicado
a la situación de las mujeres espartanas, teniendo en cuenta las dificultades
para su estudio, sobre todo a la hora de distinguir entre fantasía y realidad,
dado que la información es de procedencia mayoritariamente no espartana
y que esta ciudad despertaba especiales prejuicios en otras zonas de Gre-
cia, sobre todo Atenas. Las mujeres de Esparta son consideradas, dentro
del mundo griego, las “diferentes”, por su singular libertad y presencia
pública. En este sentido, Marina Picazo se pregunta hasta qué punto las
espartanas son tan excepcionales, o en realidad los son sobre todo respecto
a las atenienses —tenidas como modelo para el resto de Grecia—, y si las
distintas maneras de organizarse las polis griegas en lo político y lo social
no implicaba también distintas formas de articular las relaciones entre los
sexos, como indica la posición también “diferente” de las mujeres de Ló-
cride Epicefiria, colonia griega del sur de Italia.
El capítulo que cierra el libro (“El reconomiento de las prácticas sociales
femeninas en la religión griega”) trata otro de los aspectos más abordados
ARENAL, 14:2; julio-diciembre 2007, 197-203
NOTICIAS 203