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Como agencia de las Naciones Unidas que reúne a los representantes de los gobiernos, de los

empresarios y de los trabajadores, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) es el organismo


responsable a nivel global de establecer y supervisar las normas laborales en todo el mundo. Fue
creada en 1919, en el tratado de Versalles y persigue el lema de que sólo se puede conseguir y
mantener una paz mundial duradera si se basa en la justicia social. El trabajo de la OIT es
extremadamente importante para un sector, como el marítimo, que emplea a millones de
personas. Entre los programas que la OIT tiene en marcha relacionados con el mismo, se incluyen
el Programa Internacional para la Promoción del Trabajo Decente en el Sector Marítimo y el
Programa de Desarrollo de los Trabajadores Portuarios. Desde 1920, la OIT ha adoptado más de 60
normas marítimas que regulan las condiciones generales de empleo, edad mínima para trabajar,
seguridad e higiene laboral, seguridad y protección social, formación, etc. Una de las mayores
contribuciones de la OIT a las prácticas laborales en el mundo marítimo fue aprobada en 2006,
cuando 178 Estados adoptaron el Convenio Laboral Marítimo, 2006. Este convenio establece
requisitos mínimos para el trabajo de los marinos a bordo y contiene reglas sobre condiciones de
empleo, horas de trabajo y descanso, acomodación, instalaciones de descanso y recreo,
alimentación, protección de la salud y cuidados médicos, así como protección social.

La Organización de Estados Americanos (OEA) juega un papel importante como órgano de control
de la OIT, por cuanto los informes que se rindan a sus dependencias se alimentarán de las
respuestas de los países, ante las acotaciones que se les efectúen con base en los convenios,
pudiendo procurar el cumplimiento de las normas sobre condiciones laborales, toda vez que —
como se ha señalado con anterioridad— el derecho al trabajo es un derecho fundamental. Así lo
corrobora Gilda Correa cuando en lengua portuguesa expresa: Em uma sociedade na qual, cada
vez mais, o homem vive do seu trabalho e na qual o acesso ao trabalho, como o direito de exercê-
lo, constituem condições indispensáveis à dignidade e ao pleno desenvolvimento de sua
personalidade, não há como se excluir do conceito de direitos humanosos direitos fundamentais
do trabalhador, tanto no plano individual, quanto no plano coletivo das prerrogativas sindicais.13
En este sentido, puede afirmarse que la misma Carta de la OEA reconoce la importancia de
proteger el trabajo cuando en su artículo 45, literal b, lo concibe como derecho y deber social, con
condiciones propias para la vida y la salud, y con un beneficio económico que reporte un nivel apto
para la persona y su medio familiar durante la vida útil del trabajador, la vejez o ante cualquier
circunstancia de retiro. Vázquez también nos da una importante visión en este sentido cuando
señala que el derecho positivo de nuestra época ofrece una gran lista de convenios y declaraciones
que se hacen obligatorios para los Estados, entre los cuales menciona la Declaración Universal de
los Derechos Humanos de 1948, la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre
de 1948, los Pactos Internacionales de Derechos Humanos de 1966, el Protocolo Facultativo
(Derechos Civiles y Políticos, Económicos, Sociales y Culturales), y la Convención Americana sobre
Derechos Humanos de 1969, pero resalta también en el ámbito de este tipo de instrumentos, los
relativos a problemas particulares, entre los que se cuentan los convenios internacionales en
materia de trabajo.14 De lo anterior se desprende la garantía para los ciudadanos de los Estados
americanos de activar mecanismos protectores de derechos humanos cada vez que los mismos
sean vulnerados, y es aquí donde juegan un importante rol la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos y la Corte Interamericana de Derechos Humanos. La Convención establece que
la mencionada Comisión puede efectuar recomendaciones cuando lo considere necesario a los
Estados miembros a favor de los derechos humanos en su normativa interna (incluyendo la
constitucional), requerirles informes sobre medidas adoptadas en esta área, y atender las
consultas y asesorías que le formulen los Estados miembros por medio de la Secretaría de la OEA,
entre otros.

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