Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
en la Argentina y
configuraciones sociales de poder
btítulo
Formas de racismo indio
en la Argentina y
configuraciones sociales de poder
subtítulo
Rosario, 2017
Sonia Ávarez Leguizamón
Formas de racismo indio en la Argentina y
configuraciones sociales de poder
ISBN 978-987-3864-63-6
© de esta edición:
Tucumán 2253, S2002JVA ROSARIO, Argentina
Email: prohistoriaediciones@gmail.com
www.prohistoria.com.ar
Capítulo I
Introducción
Racismo Indio en la Argentina, abordajes teóricos.................................. 13
Breve síntesis de los antecedentes teóricos sobre el racismo en general
y el antiindígena en particular.................................................................... 31
Consideraciones metodológicas.................................................................. 45
Estructura del libro, diferentes tipos de racismo indio y
configuraciones de clase............................................................................... 49
I. La dicotomía centro/interior y el “indio interior” a
Buenos Aires (capítulo II).............................................................. 49
II. La villa “el morocho/negro villero” (capítulos II y IV)................ 49
III. Configuraciones de dominación con clases subalternas y
racismo indio (capítulo III)........................................................... 50
IV. Racismo indio con “indígenas” (capítulo V)................................ 51
Bibliografía................................................................................................... 51
Capítulo II
El racismo antiindio en Buenos Aires, la ciudad “blanca” ..................... 63
Primera mitad del siglo XX, representaciones sobre la estructura
social y dispositivos racializadores............................................................. 72
Categorías nativas y etiquetas racializadoras en el movimiento
criollista y nacionalista................................................................................ 89
La invención del peronismo en las ciencias sociales: la construcción
del “interior”................................................................................................ 85
Reflexiones científicas sobre estructura social y racismo indio
en el presente................................................................................................ 112
Representaciones del mestizaje visibilizados a partir de la
protesta social en la Argentina a finales del siglo XX y el racismo
indio contemporáneo porteño. La sombra del peronismo y el
migrante interno........................................................................................... 125
Un estudio de caso: la toma del parque Indoamericano.......................... 142
Algunas reflexiones finales.......................................................................... 151
Bibliografía................................................................................................... 154
10 Sonia Álvarez Leguizamón
Capítulo III
Categorías nativas, configuraciones sociales, pobreza y racismo indio
en Salta ........................................................................................................ 167
Caracterización del período. La Salta de principios del siglo XX........... 184
Las instituciones de gobierno de las configuraciones sociales.................. 194
Instituciones de gobierno, dominación y control de la mano de obra:
el conchabo, la hacienda, la finca................................................................ 201
Las “casas solariegas” y las instituciones de beneficencias, como
unidades de gobierno tutelar............................................................ 215
La beneficencia como institución de gobierno de las clases
subalternas: Transformaciones en el gobierno de la pobreza y
categorías clasificatorias.............................................................................. 225
La clase dominante y sus representaciones de las configuraciones y
clasificaciones sociales entre gente decente e inferior............................... 233
Las etiquetas no decentes. Formas de denominar y dominar a la
plebe. Sus relaciones subalternas............................................................... 250
Los gauchos “decentes” y los “gauchos peones”....................................... 251
Coya/Colla/kollas/coia................................................................................. 255
Los vallistos o calchaquíes........................................................................... 261
El indio ........................................................................................................ 264
Saberes literarios y médicos en las clasificaciones de la subalternidad
y el racismo................................................................................................... 266
Conclusiones parciales................................................................................. 271
Bibliografía................................................................................................... 271
Capítulo IV
El racismo indio encarnado en el villero (“el negro de mierda”),
el caso del acuartelamiento policial seguido de saqueos en ciudades
capitales (diciembre, 2013).......................................................................... 291
Los villeros, población de piel oscura......................................................... 291
El evento crítico (el acuartelamiento seguido de saqueos)....................... 296
El contexto político y las representaciones racistas del villero................ 298
Breves reflexiones finales............................................................................. 307
CAPÍTULO V
El racismo indio sobre las comunidades indígenas.
El caso de la soja y la muerte por hambre.
Discursos gubernamentales......................................................................... 311
La expansión el capitalismo por medio de la soja en el norte
argentino....................................................................................................... 316
La zona de expansión de los agronegocios y de la soja en Salta.............. 321
Formas de racismo indio... 11
Introducción
S
Racismo Indio en la Argentina, abordajes teóricos
i bien ya el lenguaje ha dejado de ser racial por la evidencia científica de
que las razas no existen y por la derrota del Nazismo Alemán, los caracteres,
sobre todo el color de la piel oscuro vinculado a antepasados nativos o afro
descendientes, y ciertas relaciones con la “cultura” y el “aspecto” que conforman
tipos o imaginarios racializados, siguen actuando como una fuente de reproduc-
ción neocolonial de la desigualdad y la pobreza. En América Latina y Argentina
además la reproducción de la pobreza se produce por un sinnúmero de otras for-
mas estructurales e históricas, como la expropiación de medios de subsistencia, la
súper explotación del trabajo o nuevas formas de semiservidumbre moderna y de
apropiación de bienes comunes (Álvarez Leguizamón, 2008).
En Argentina hay racismo pero soterrado y mimetizado en lo mestizo, en lo
criollo, en un sinnúmero de categorías nativas que genealógicamente remite a lo
indio y en menor medida a lo negro.
Usamos la noción racismo indio, para mostrar aquellas formas de discrimi-
nación de sujetos que muestren en su aspecto físico o sus formas de ser, algún
vestigio de ese pasado precolonial. Estas prácticas, discursos y habitus (Bourdieu,
2002) raciales no necesariamente se dirigen al indígena que se autoadscribe como
tal, puede estar encarnado en el “morocho villero” o en un habitante moreno del
“interior” que vive en Buenos Aires.
Creemos que el racismo indio o antiindígena1 sería un tipo particular de re-
lación surgida de la apropiación de tierras, cuerpos y almas, operada desde el
momento colonial hasta el presente y el fundamento de una diferenciación sobre
el cual se ha erigido este tipo de estructura de relaciones sociales y dominación.
En tal caso, es un aspecto central de una estructura social que construye un tipo
de diferencia y desigualdad específica colonial. En este sentido ha operado como
una forma de estructura histórica, dada su perdurabilidad y estabilidad relativa.
Lo indio es una referencia central en este tipo de racismo por muchas cuestiones.
Sobre este grupo específico se ha operado, mediante la violencia física y simbóli-
ca, el aniquilamiento físico, el despojo continuo de sus tierras, el desplazamiento
forzado de sus lugares de vivir, el trabajo forzado, “la servidumbre y la sobreins-
cripción de su existencia social en un lenguaje y un código que le resultaba ajeno
–castellano y código civil–”.
1 Ver los primeros desarrollos de esta idea en Álvarez Leguizamón e Ibarra en Álvarez Leguizamón
et al. (2015).
14 Sonia Álvarez Leguizamón
es usada en la Argentina para las mezclas entre personas de origen árabe con espa-
ñoles o entre españoles e italianos, por ejemplo. Observaba que lo mestizo sólo se
aplica a aquello que tiene la marca de lo indio. Podemos decir que es una categoría
nativa y conceptual puramente colonial, puesto que no se usa para mezclas que no
incluyan lo indio o lo afro descendiente. Otras formas de equívocos o polisemias
se vinculan con la constatación en mi país de que el mestizaje podía tener la con-
notación de un proceso y dispositivo de homogeneización hacia lo blanco, pero
también podría significar en forma despectiva la presencia de lo indio.
Estas cuestiones que encontraba como equívocos me resultaron inteligibles a
partir del análisis que realiza la peruana Marisol de la Cadena (2006) de la etiqueta
mestizo. En su genealogía, la palabra está asociado a dos regímenes de conoci-
miento (o regímenes del discurso o discursos en este libro): la limpieza de sangre
y la idea de raza de la razón ilustrada, regímenes que permanecen en el tiempo. La
primera la practicaban los castizos antes de la conquista y colonización y está ba-
sada en el régimen de conocimiento de la Fe conocida como la religión, “que sitúa
a los linajes cristianos puros encima de los linajes manchados por los conversos
(judíos bautizados, musulmanes o indios)” (2000: 58), órdenes clasificatorios que
primaron en los primeros años de la colonia. Su genealogía muestra también la
connotación moral de esta etiqueta, asociada primero con el desorden y el malestar
político que producen y, más tarde, con la sexualidad a la que se asocian etiquetas
racistas como la de mestizo, o más tarde, en el siglo XIX y XX, la decencia de los
grupos de poder.
La autora hace mención a que si bien la emergencia de la razón científica
“desafió a la fe cristiana como última forma de conocimiento”, en lo que hace al
racismo afirmó la colonialidad de las instituciones europeas. “La colonialidad,
inscrita en nociones científicas de evolución, posibilitó, por ejemplo, campañas
liberales a favor de la reproducción efectiva de la semejanza europea.” Junto con
ello las políticas educativas lideradas por los gobiernos liberales en el siglo XX (se
refiere a los peruanos) también fueron racistas porque intentaron extirpar estilos
de vida –aunque algunos estuvieren inscriptos en políticas indigenistas esencia-
listas, de “respeto”– a las culturas nativas que trataban de mestizar a los indios, a
través de la educación como dispositivo biopolítico.2 Estos últimos pertenecen a
otros regímenes de conocimiento como el de la Modernidad y el Desarrollo que
también más tardíamente y basados en diferentes tecnologías de poder como la
“instrucción al ciudadano”, el “desarrollo rural”, el “desarrollo nacional” estuvie-
ron fuertemente imbricados con la inferiorización del “interior” al que había que,
“modernizar”. Todo ello implicó la progresiva extirpación de las culturas nativas
o diversas formas de integración subalternizada.
Nos interesa indagar los discursos asociados con la pobreza y su vínculo con
el racismo, a partir del análisis de las prácticas discursivas o saberes (científicos,
ensayísticos, del sentido común y sus mutuas imbricaciones) que se presentan
con pretensión de verdad, apareciendo como naturales y que requieren de cier-
tas tecnologías de poder (Foucault, 1992 [1976]), constituyendo temas o teorías
(Foucault, 1997 [1963]). Estos discursos obedecen a reglas, que conforman siste-
mas o formaciones discursivas.3
Para De la Cadena en los dispositivos modernizadores y de desarrollo que, en
la retórica planteaban valorar las culturas nativas, se trataba de “mejorar (esto im-
plicaba modernizar) los estándares de vida del campo para así contener la migra-
ción indígena a las ciudades”, para el caso del Perú. Idénticas preocupaciones pero
vinculadas no tanto con los “indígenas” y si con la etiqueta de las “poblaciones del
interior” o rurales, las encontramos en la Argentina en la primera mitad del siglo
XX donde, ante la amenaza del despoblamiento4 y al mismo tiempo las migracio-
nes a las ciudades, se desarrollaron dispositivos para “educar”, “civilizar” a esas
poblaciones y “darles herramientas” de “desarrollo”, como la mejora del “rancho
rural” con fuertes contenidos raciales.5
“Etimológicamente, ‘mestizo’ se deriva del latín mecere, mover, in-
quietar, mezclar por agitación. Contrariamente al vocablo castizo –
que significaba originalmente limpio, propiamente situado y moral-
mente apto– los mestizos connotaban ‘mezcla’ e ‘impureza’. Pero
lo que los mestizos ‘mezclaron’ y que atrajo tales connotaciones no
dependió de sus cuerpos individuales. La animosidad colonial para
con los mestizos tenía que ver más con ideas de desorden y malestar
político asociadas a estos individuos como grupo social que con el
rechazo a la mezcla de cuerpos o culturas previamente separadas.
Etimológicamente, el vocablo, pues, alude a la perturbación del or-
den social por mezcla o combinación con individuos fuera de la
categoría a la que uno pertenece (Corominas, 1980: 315). Como
6 Esta idea se desarrolla en el siglo XIX donde se encuentra suturada la mezcla de los discursos
de“cultura” y “biología” y que numerosos autores han identificado como las nociones que mol-
dean la raza (Goldberg, 1993; Stocking, 1994; Stoler, 1996; De la Cadena, 2000; en De la Cadena,
2006: 79).
18 Sonia Álvarez Leguizamón
7 En este mismo sentido para Garces et al. (1999), “Lo étnico, otro parámetro en los estudios sobre
la cultura urbana en los Andes, tampoco resultó ser una variante unívoca. Lo que se entiende por
‘indígena’ desde ‘afuera’ y desde ‘adentro’ estuvo siempre sujeto a redefiniciones. Depende de
procesos de mutua demarcación; de una dinámica conflictiva de autodefinición y revalorización,
o por el contrario desvalorización de lo indígena, como también de lo mestizo y lo cholo” (ver
Bustos, 1992: 182-188; Selverston, 1997). “Muchos quiteños suelen hablar de ellos si hablan de
los indígenas. Pero hablan de nosotros, en oposición a los Españoles concebidos como ellos, si se
refieren a la conquista. Es dentro de este flujo de identificaciones y demarcaciones que se consti-
tuye lo ‘real’ del indígena, del mestizo y del cholo”.
20 Sonia Álvarez Leguizamón
Williams, étnico pertenece al inglés desde mediados del siglo XIV y deriva de la
palabra ethnikos, bárbaro (hethen) en griego clásico.
“Se usó ampliamente en los sentidos de bárbaro, pagano o gentil
hasta el S19, cuando estos fueron substituidos en términos generales
por los de una característica RACIAL [...] En los Estados Unidos
étnico, afirma llegó a usarse como un ‘‘término cortes para designar
a judíos, italianos y otras razas inferiores [...] Entretanto, a media-
dos del S20 reapareció lo étnico, probablemente como consecuencia
del anterior uso norteamericano de étnico (ethnics), en un sentido
cercano a FOLK” (Williams, 2013: 132).
Vemos en la genealogía de la palabra étnico explicaciones para entender por qué
está fuertemente racializada en la práctica de su uso científico en mi país, en el
sentido que se usa sólo para los colectivos identitarios subalternos. Su etimología
muestra que lo étnico también está vinculado, como la de mestizo, con el régimen
de conocimiento de la fe cristiana al asociárselo primeramente a lo pagano, a la
idea de bárbaro –que luego se constituye como la contracara del discurso civiliza-
torio del siglo XIX y del XX–, también a lo ciencia de lo racial y a razas conside-
radas “inferiores”. El componente racializado y asignado a “clases populares” o
subalternas de lo folk en lo étnico, que se produce posteriormente y que se visuali-
za en su genealogía inglesa, se observa cuando se historizan en la Argentina algu-
nos dispositivos de mestizaje, como los ocurridos en los Valles Calchaquíes de la
provincia de Salta y Tucumán a mediados del siglo XX, donde aparece la idea de
comunidades folklóricas más que indígenas (ver Chamosa, 2008; Cortázar, 2008).
Otra etiqueta del régimen de conocimiento del racismo argentino es la de
bárbaro que encarna una alteridad radical a la “civilización”, el “progreso” y la
“modernidad”, fuertemente racializada. En el régimen de conocimiento racial na-
cional, lo bárbaro se adjudicó a los caudillos del interior, también a los federa-
les8 por oposición a los unitarios del puerto de Buenos Aires, durante la segunda
mitad del Siglo XIX en las guerras internas postcoloniales. Luego –en la primera
mitad del XX– a los gauchos, al interior en general, a los migrantes del interior,
a los llamados cabecitas negras –a mediados de ese siglo– y ahora, en algunas
conceptualizaciones, a los piqueteros, movimiento de trabajadores desocupados
visibilizados a finales de los ‘90. Haremos un análisis muy somero de este régimen
de conocimiento, el de civilización o barbarie, puesto que es constitutivo de los
mitos de la construcción de la nación argentina como una nación blanca no india.
8 Los federales es una manera de nombrar genérica a los movimientos sociales de poblaciones que
desde la independencia de la corona española, y durante el siglo XIX, se oponían a la centralidad
de Buenos Aires, sobre todo a su pretensión de cobrar impuestos que sólo los beneficiaban a ellos.
Estos territorios luego constituyeron las provincias argentinas, sobre todo del centro y norte del
país.
Formas de racismo indio... 21
9 Según Elías (1996 [1969]), las configuraciones sociales explican procesos históricos donde existen
relaciones de interdependencia entre grupos sociales, con diferenciales de poder, que se mantienen
en el largo tiempo, que implican mutuas constricciones y diferenciaciones entre clases y estatus,
de gustos y autoconstricción de comportamientos o diversos “sistemas de los afectos”, cuya cons-
trucción tiene un proceso de larga data.
10 Para Neiburg (1998) la idea de configuración de Elías remite, en un sentido durkheimiano, a un
entramado de relaciones interdependientes pero, allí su distancia de aquel, los lazos de la trama
remiten indefectiblemente a relaciones de poder, constitutivas de cualquier relación social. A lo
largo del proceso civilizatorio se constituyen configuraciones específicas y dominantes que dan
el tono al tipo de vínculo primordial. En esa trama los lazos que vinculan y separan a dominantes
y dominados, establecidos y outsiders (inter e intra) son de densidad y rigidez variable. Mientras
más marcados los diferenciales de poder entre los primeros y los segundos, los primeros tienen a
construir lazos sociales intensamente cohesionados y, a su vez, diversificados. Los segundos en
cambio están unidos entre sí por lazos más débiles y escasos. Por lo anterior, en grado variable
según la subordinación generada, los primeros tienen a constituirse como un grupo que construye
una imagen de un “nosotros” enaltecida, superior y ejemplar que se expresa en sus prácticas,
sus gestos, sus posturas, sus formas de nombrar, etc. (Neiburg destaca la dimensión moral de las
relaciones de poder proyectadas en el espacio social). En ese mismo proceso se construye a los
dominados como aquellos carentes de tales virtudes morales, lo que los autoriza a instituirse en
modelos a seguir, como guías y ejemplo a seguir. Los otros entonces son estigmatizados, marcados
como aquellos de calidad humana inferior (Neiburg, 1998, cursivas añadidas).
11 Así nominados por la ciencia social a los venidos de las “provincias” a la ciudad de Buenos Aires
sobre todo personas de piel oscura, aunque no son todas las provincias sino sólo algunas. Por
ejemplo los migrantes cordobeses, rosarinos, o entrerrianos no se incluyen en esa clasificación.
22 Sonia Álvarez Leguizamón
12 Los sistemas afectivos para Elías incluyen las diversas formas de la modelación de los comporta-
mientos, actitudes, lo que ahora denominaríamos estilos de vida, las diversas maneras de contener
los impulsos, las restricciones entre los comportamientos intersubjetivos e intrasubjetivos –mu-
chas veces opuestas entre grupos dicotómicos como la aristocracia y la burguesía en Alemania, o
entre la idea de civilización y cultura o entre civilización y barbarie–.
Formas de racismo indio... 23
13 No toda la clase media forma parte de esta configuración, hay sectores que la interpelan a partir de
diversas estrategias políticas. Pero es general el desconocimiento y el desdén, a veces disimulado,
hacia provincianos como yo que vengo de una provincia del norte, incluso de parte de intelectuales
que se dicen progresistas.
14 Epíteto sociopolítico que nomina a los obreros y trabajadores precarios que ocuparon la plaza de
Mayo –el 17 de octubre de 1943– para liberar al General Perón de la cárcel, provenientes en su
gran mayoría de otras provincias.
Formas de racismo indio... 25
de esos sujetos políticos, los que son vistos en forma amenazante. Podríamos decir
que los análisis sobre estructura social no pueden obviar las reflexiones acerca de
las luchas entre clases y la manera en que ésta se manifiesta históricamente en el
campo político (Álvarez Leguizamón, 2016).
Otra tematización donde se presentan equívocos del orden de conocimiento
de lo racial que me llamaron la atención, fue la división disciplinar para estudiar
a las migraciones en la Argentina, entre la historia social, la antropología y la so-
ciología. La primera preocupada sobre todo por la influencia de las inmigraciones
de ultramar de principios de siglo XX europeas y los procesos culturales de asimi-
lación. Por otro, la antropología y la sociología problematizaban las llamadas mi-
graciones internas. Este campo de conocimiento que no estudia los movimientos
de la población argentina en su interior o entre distintas regiones o jurisdicciones
políticas se refiere exclusivamente para la migración de poblaciones “de provin-
cias” o rurales, se dice, a la ciudad de Buenos Aires. En el caso de la antropología
fue sobre todo la especialización de la antropología urbana quien primero tematizó
este tema en la Argentina y América Latina (Ratier, 1967, 1971a; Álvarez Le-
guizamón, 2010; Guber, 1999; Garcia Canclini, 1979; Gorelik, 2008) sobre todo
llamadas migraciones rural/urbanas.
En el caso de la sociología esta problematización fue una de las tematiza-
ciones más importantes del origen de la “sociología científica” argentina, como
veremos más adelante y lo demuestra el antropólogo salteño Federico Neiburg
(1998). Inscriptas en esta división social del trabajo científico están los sujetos e
imaginarios que cada una de las ciencias sociales problematiza, aunque hay su-
perposiciones. En el caso de la antropología, la “migración interna” encarna a
la movilidad espacial de los llamados campesinos, indios, “mestizos” devenidos
urbanos, anclada en preocupaciones sobre las pervivencias de la “tradición” en
las ciudades. Mientras que la sociología preocupada por los procesos de “moder-
nización”, tematizaba a esta movilidad espacial hacia la ciudad de Buenos Aries,
preocupada por la “modernidad” y la pervivencia de estilos de vida de estos su-
jetos, generalmente racializados, cuya cultura se presentaba como una traba para
la “adaptación” a esa ciudad.15 Esta división del trabajo científico, para el caso de
la antropología, se explica también por una visión romántica de las poblaciones
rurales, indígenas o campesinas y, por oposición, una visión modernizante de la
sociología preocupada por los resabios de lo arcaico en los migrantes internos.
Categoría nativa argentina científica y del sentido común, en cuyos sujetos con-
sidero se encarna un racismo indio particular de la ciudad capital de la Argentina.
Los equívocos personales sumados a las contradicciones o polisemias que
encontraba en los usos de las categorías nativas y conceptos de lo criollo o lo mes-
15 Como veremos en el capítulo II en las explicaciones de Gino Germani, entre otros, acerca de estas
poblaciones.
Formas de racismo indio... 27
tizo, junto al uso sesgado del concepto de etnia referido solamente a lo subalterno
y neocolonial, la división del trabajo científico con las migraciones, el fuerte ra-
cismo hacia las poblaciones llamadas “del interior” o de las “provincias del norte”
en la construcción hegemónica de la nación Argentina, me fueron acercando a la
idea de configuraciones sociales racializadas de un racismo antiindígena particu-
lar. Además había realizado en Salta investigaciones donde se evidencian configu-
raciones sociales de poder racializadas, vinculadas con etiquetas como coya, gau-
cho, criollo, mestizo vinculadas todas con un fuerte racismo antiindígena. Todo
ello me ayudó a deducir que, atrás de estos equívocos, polisemias y para algunos
heteroglosias16, se encontraba un fuerte racismo antiindígena. Indio en el sentido
de clases subalternas que tienen algunas marcas en su cuerpo o en su pasado de
esos ancestros. El color de la piel oscuro es uno de los elementos diacríticos, dirían
los antropólogos, más fuerte de este racismo. Aunque también está asociado a es-
tilos de vida particulares descalificados por la cultura dominante y a la persistente
resistencia de algunos de estos grupos a la cultura “blanca”, a la “modernidad” ex-
cluyente y al “progreso”, que expropia sus medios de subsistencia, bajo variados
procesos de desposesión.
Por otra parte, en lo que respecta al vínculo entre racismo y pobreza he ve-
nido investigando en las formas de gobierno de la pobreza, a partir de un análisis
localizado de cierta biopolítica o lo que llamo focopolíticas de la gubernamentali-
dad neoliberal, en diálogo con Foucault (Álvarez Leguizamón, 2009, 2015, 2016).
Encuentro en estos estudios que las poblaciones objeto de gobierno de la pobreza
del presente son también racializadas. Para Foucault la biopolítica (el gobierno
de la población a partir del control de sus vidas) del siglo XIX se caracterizó por
la teoría biológica del evolucionismo y el darwinismo social, por lo que parte de
sus análisis tienen que ver con la manera en que el régimen de conocimiento del
racismo Europeo se encarnó en su contexto. Para Foucault, éste “llego a ser con
toda naturalidad, en el curso de algunos años, no sólo un modo de transcribir el
discurso político en términos biológicos, y no sólo un modo de ocultar bajo una
cobertura científica un discurso político,17 sino un modo de pensar las relaciones
entre colonización, necesidad de las guerras, la criminalidad, los fenómenos de la
locura y la enfermedad mental” (1992 [1976]: 266, cursivas añadidas). El racismo
es un discurso de la biopolítica que él estudia como mecanismo al interior de los
incipientes estados europeos vinculado a la guerra interna y para regenerar la pro-
pia raza. “El racismo asegura entonces la función de la muerte en la economía del
biopoder” (1992 [1976]: 267). A pesar de la riqueza heurística que tiene el concep-
16 Me refiero aquí al uso que hace Margulis de los sujetos subsumidos en el racismo porteño que
profundizaremos en el capítulo siguiente.
17 Veremos más adelante como el racismo en la Argentina está fuertemente atado al discurso político
de deslegitimación de las clases subalternas que son vistas como portadoras del caos, el desorden,
la criminalidad, como el caso del “cabecita negra” en la ciudad de Buenos Aires.
28 Sonia Álvarez Leguizamón
18 Ver para el caso del gobierno de Juan Carlos Romero, trabajos de Álvarez y Villagrán, 2010 y
Villagrán, 2013.
Formas de racismo indio... 29
dueños de la finca que se visten de gauchos (Caro Figueroa, 1970; Villagrán, 2013;
Álvarez Leguizamón y Villagrán, 2010; Palermo, 2011) o al gaucho “permitido”,
aquel que no reclama el derecho a la tierra como diría Rivera Cusicanqui. El actual
gobernador de Salta, Juan Manuel Urtubey proveniente de estas familias, se viste
de gaucho y encabeza a caballo el desfile del 17 de Junio que conmemora al héroe
Gaucho Martín Miguel de Güemes. En un proceso de más larga data se puede
observar cómo se subsume lo gaucho con Güemes, en una visión conservadora y
blanca del gaucho (Villagrán, 2013).
El racismo indio aparece con fuerza en eventos críticos (Das, 1996) como la
epidemia del cólera de 1987, la toma del parque Indoamericano en Buenos Aires,
la resistencia de poblaciones indígenas ante la expansión de los cultivos de soja
transgénica en el norte argentino, o el levantamiento policial seguido de saqueos
recientemente. Todos ellos eventos críticos que analizaremos en este libro.
El indio interior en la construcción de la Nación no sólo está vinculado con lo
indígena en términos genéricos, sino con la subsunción de lo indio a las provincias
del interior sobre todo del norte y con clases sociales subalternas obreras, que pro-
ducen amenazas a la ciudad “blanca” de Buenos Aires. El indio exterior creo está
subsumido en el migrante peruano y boliviano sobre todo proveniente de países
andinos. Aquí encuentro semejanzas entre las diferencias de clase, étnicas y pro-
cedencia geográfica andina que hace Aníbal Quijano (2014) en un estudio sobre
marginalidad, tomando como ejemplo una Villa en Lima, “Villa el Salvador”. Dice
Quijano al referirse a estas poblaciones nominadas como de “sectores populares”.
“No sólo y no tanto por el nivel de ingresos y los estándares de vida,
sino porque allí no habitan las burguesía y las capas medias que,
faute de mieux, pueden ser llamadas europeizadas, tanto porque su
cultura tiene ese sello, como porque procuran diferenciarse de las
gentes de procedencia ‘andina’ (término que se hace equivalente de
‘indio’ o ‘cholo’) ‘ablancando’, i.e. ‘europeizando’ su autoimagen e
identidad” (2014: 239).
Desde el punto de vista socio antropológico de categorías nativas racializadas
como “cabecita negra”, ésta en Buenos Aires se resume en la de migraciones inter-
nas. Los análisis tienen un viso científico que alude a la movilización de población
pero tienen embutido un fuerte componente racializado como veremos. En Salta
encontramos distintas formas de nombrar y caracterizar al indio interior salteño:
el cholo, la chinita, el coya, el gaucho, etc. Existe también un linaje fuerte entre
lo andino y el indio interior en Argentina, como vimos. Considero que la región
ecológica social de lo andino (para llamarle de alguna manera) y sobre todo la que
se ha constituido luego del Estado nación argentino en la llamada región noroes-
te, o también denominada como “provincias del norte” o la “región NOA” (ver
Pantaleón, 2009; Martínez, 2010; Neiburg, 1998) se asocia desde Buenos Aires al
30 Sonia Álvarez Leguizamón
19 Según Silvia Rivera Cusicanqui (2004) se podría hablar, de una estructura del habitus republicano
colonial, haciendo referencia al concepto bourdieusiano de habitus.
Formas de racismo indio... 31
Buenos Aires que son visualizados y temidos por su ascendencia nativa, al igual
que en las capitales de provincia donde las etiquetas para estos migrantes en Salta,
por ejemplo son: coya, gaucho, mestizo, entre otras categorías del régimen de
conocimiento de este racismo. Otra forma muy importante de racismo indio es el
ejercido contra las poblaciones provenientes de Bolivia, Perú y en menor medida
Paraguay, fuertemente descalificados y denominados por la ciencias sociales “mi-
graciones regionales” o “limítrofes”, cuando como veremos éste es un eufemismo
para referirse a las poblaciones de países llamados andinos, porque las migracio-
nes uruguayas a Buenos Aires, por ejemplo, que son significativas no son raciali-
zadas. Vemos entonces que hay diversas formas en que se expresa el racismo indio
en la Argentina en su vínculo con configuraciones sociales de clase, localización
geográfica así como con sus orientaciones políticas.
20 El uso de las conceptualizaciones vinculadas con el colonialismo interno en Buenos Aires sólo se
aplicó a reflexiones realizadas, a mediados de siglo XX, por teóricos del revisionismo histórico
para referirse a las situaciones de semi-servidumbre de las haciendas del “interior” y nunca para
pensar sus propias practicas neocoloniales.
32 Sonia Álvarez Leguizamón
21 Nos referimos con este término a la idea de Foucault de que no hay diferencia entre prácticas
y discursos, más allá de que los segundos tengan autonomía de las primeras, sin embargo están
intrínsecamente vinculadas. Las “palabras y las cosas” a veces son indisolubles.
22 “No existe pues un racismo. Como toda construcción histórica, éste asume diversas formas de
acuerdo al contexto social en que se genera. Su historia no puede desvincularse de la historia
social” (Manrique, 1993).
34 Sonia Álvarez Leguizamón
que ese racismo permite reproducir la pobreza y naturalizarla como algo propio
de culturas consideradas inferiores. Esto en vinculación a distintos saberes con
pretensión de verdad de los regímenes de conocimiento de la raza que se fueron
desplegando en distintas etapas: como el higienismo, la medicina social, la euge-
nesia, el neolamarckismo. Todas ellas se embuten en el racismo antiindígena.
Manrique parte de una concepción que se aparta rápidamente de la idea del
racismo y sus vínculos con las cuestiones físicas o fenotípicas. Desde el punto de
vista analítico afirma:
“debiera distinguirse el racismo teorizado; es decir los debates y la
normatividad en relación a la cuestión racial, con sus recopilaciones
legales, los estudios médicos, jurídicos y sociales, los expedientes
judiciales, etcétera, que consagran la condición de los integrantes
de las diversas ‘razas’, y el racismo en estado práctico, como una
praxis social, un sentido común, actitudes no racionalizadas, en
buena medida inconscientes, profundamente enraizado en las vi-
vencias cotidianas” (1993, el énfasis me pertenece).
En este sentido el “racismo teorizado” en Manrique es lo que Todorov (2003)
considera racialismo. En este sentido creo que la idea de prácticas discursivas y de
sistemas discursivos de Foucault (1997 [1969]) no diferencia entre teoría y prácti-
ca –más allá que se pueda hacer una diferencia analítica entre ellos–. Los discursos
escritos se hacen prácticas a través de diferentes tecnologías de poder (de saber,
de producir, de enseñar, de intervenir sobre el otro, de legislar, etc.).23 El racismo
tiene, según Manrique, elementos de lo que Georges Duby denomina mentali-
dades: ese sustrato inconsciente que sirve de base a nuestras formas de pensar,
nuestras reacciones cotidianas no racionalizadas, nuestros horizontes culturales
generacionales, las ideologías políticas, y que, no siendo inmutable, se constituyen
en imaginarios sociales, representaciones sociales o cosmovisiones del mundo.
En América Latina ha habido distintos discursos racializadores: el civilizato-
rio del XIX y parte del XX, basado en un fuerte racismo biológico, cultural y po-
lítico. Los discursos del progreso y la modernidad, más tarde, también mantienen
componentes racistas.
El racismo es un dispositivo fundamental del discurso civilizatorio que tiene
distintas expresiones: literarias, políticas, de intervención social, de imaginación
de la nación pero que sobre todo, reproduce y produce la pobreza. No sólo vincu-
lada a la falta de recursos materiales sino a una condición previa, la de ser indios,
nativos, originarios, poblaciones inferiorizadas y excluidas de diversas maneras,
23 Silvia Rivera Cusicanqui (2008, 2010) y Castro Gómez (2005) de diferente manera tomando a
Bourdieu, hablan de habitus colonial o neocolonial para referirse a estas creencias prácticas, for-
mas de ser y estar en el mundo, que Bourdieu sintetiza en el concepto de habitus y que permite
suturar la aparente diferencia entre ideas y acciones.
Formas de racismo indio... 35
28 Quijano (2007) afirma que “en el proceso de constitución histórica de América, todas las formas
de control y de explotación del trabajo y de control de la producción-apropiación– distribución de
productos, fueron articuladas alrededor de la relación capital– salario […] y quedaron incluidos la
esclavitud, la servidumbre, la pequeña producción mercantil, la reciprocidad y el salario”.
29 El despliegue de la idea de colonialismo interno se encuentra desarrollada en un artículo de Pablo
González Casanova que formaba parte de su libro Sociología de la Explotación (1975) y que en
una nueva versión publicada por CLACSO ha revisitado (González Casanova, 2006).
38 Sonia Álvarez Leguizamón
30 “Una objeción menor al uso de la categoría de colonialismo interno consistió en afirmar que, en
todo caso, lo que existe es un semi-colonialismo o neocolonialismo interno, lo cual en parte es
cierto si por tales se toman las formas de dependencia y explotación colonial mediante el empleo
(o la asociación) de gobernantes nativos que pretenden representar a las etnias de un Estado-
nación. Sólo que no todos los gobernantes de las etnias oprimidas se dejan cooptar por las fuerzas
dominantes […]. Las etnias o comunidades de nativos o ‘habitantes originales’ resultan ser así
objetos de dominación y explotación, y también importantes sujetos de resistencia y liberación”
(González Casanova, 2006, cursivas añadidas).
31 Una idea similar se esboza pero no se desarrolla en el pensamiento de Aníbal Quijano en su con-
cepción de colonialidad del poder donde incorpora la idea foucaultiana de control y disciplina-
miento sobre el cuerpo de los sujetos.
Formas de racismo indio... 39
32 Este proceso subjetivo y material de ejercicio de la dominación colonial y neocolonial ha sido de-
sarrollado ampliamente por la antropología latinoamericana, si bien no poniendo tanto el acento en
las cuestiones de tipo subjetivas sino en su carácter intersubjetivo, a partir de distintos conceptos
como el de etnocidio, genocidio, cultura enajenada, repúblicas oligárquicas, etc. (ver entre otros:
Bonfil Batalla, 1972; Abramoff; 2004: 160).
33 “Hace siglos [..,] que en nombre de una pretendida ‘aventura espiritual’ se ahoga a casi toda la hu-
manidad”, “Ustedes, tan liberales, tan humanos, que llevan al preciosismo el amor por la cultura,
parecen olvidar que tienen colonias y que allí se asesina en su nombre”. Para Sastre, los principios
de la “la violencia colonial no se propone sólo como finalidad mantener en actitud respetuosa a los
hombres sometidos, trata de deshumanizarlos. Nada será ahorrado para liquidar sus tradiciones,
para substituir sus lenguas, para destruir su cultura…” dice Fanon (1961: 8).
34 Esta tradición la explicita en el estudio introductorio que comparte con la historiadora Ros-
sana Barragán, también boliviana, de los estudios de la subalternidad de la India.
35 Para más detalles sobre el debate que ella entabla con el grupo decolonial ver Rivera Cusicanqui
(2010).
36 El tema para ella “está enmarcado en una situación colonial más amplia y estructurante, donde la
matriz cultural e ideológica de Occidente se instala en el Estado y desde allí nombra, enumera,
oprime y jerarquiza los diversos pueblos y culturas nativas […] en base a su (relativa) condición
humana. Estos ‘otros’, semi-humanos, a los que marginaliza por sus diferencias, han sido en reali-
40 Sonia Álvarez Leguizamón
dad, heredados como súbditos de una república nacida del derecho de conquista. La práctica de la
opresión colonial se reproduce así, aún en los espacios más avanzados de la modernidad ilustrada
y en los nuevos mecanismos de mediación populista injertados en el Estado” (Rivera Cusicanqui,
1993, 1996).
37 Nótese que en esta idea de colonialismo interno-externo se está sintetizando las maneras en que
actúa en forma arborescente el neocolonialismo contemporáneo, en distintos niveles y nodos o,
como diría Castro Gómez (2007) para el caso de las maneras como Foucault piensa el ejercicio
del poder, como una forma polimorfa de cadenas y niveles diferentes a veces entrelazados, otras
autónomos.
Formas de racismo indio... 41
38 “Aquello que llamamos ‘predominancia de los derechos humanos’ es un fenómeno ideológico que
sin duda tiene un valor sintomático, pero no es suficiente para cambiar las estructuras sociales.
Hay inclusive maneras de usar esta idea que esconde una variedad de racismos que se están de-
sarrollando ahora, paradojalmente por la vía del discurso ‘humanitario’ o ‘filantrópico’ que sirve
para guardar cierta población o categorías de individuos en la condición de receptores de ayuda
más que portadores de derechos igualitarios. Diferencias o incapacidades son presentadas como
propiedades esenciales, que en realidad son el producto de condiciones históricas y de relaciones
de dominación” (Balivar, 2014, la traducción me pertenece).
42 Sonia Álvarez Leguizamón
39 “En Lima predominan las exclusiones. Los burgueses buscan edificar otros centros de la ciudad
porque los pobres han invadido la ‘vieja Lima’ […] Ahora se han rodeado de murallas, policías
privados, perros, alambradas. Evitar la imagen incómoda del pobre. Esas minorías pueden edificar
sus vidas en el interior de un circuito que uniendo al hogar con el trabajo, el colegio y la univer-
sidad, no implique transitar por los barrios populares. Sobre todo cuando, como en los tiempos
coloniales, clases populares y clases peligrosas vuelven a ser sinónimos […] Lima es una ciudad
que ha crecido rodeada siempre por el temor. Sus dueños temieron antes que sus casas fueran ar-
rasadas por los indios, después por una sublevación de esclavos, siempre por algún cataclismo –el
mar o los terremotos– y, en nuestros días, por esa especie de aluvión humano que desciende de los
Andes: más de 50 por ciento de migrantes. Lima ha sido, desde Pizarro, la sede de la dominación:
lo occidental y moderno imponiéndose sobre el mundo andino. Pero, en estos años, los cercadores
han terminado cercados. La huida de los tugurios termina cuando los nuevos barrios residenciales
tropiezan con el cinturón de pueblos jóvenes” (el énfasis me pertenece).
Formas de racismo indio... 43
40 Para Augé los colonizados vivieron, las más veces en medio del dolor, una triple experiencia rela-
cionada con el descubrimiento del otro que hoy es común a la globalización: la experiencia de la
aceleración de la historia, del encogimiento del espacio y de la individualización de los destinos
(1995: 138), lo que muestra que no es una cuestión típica de las sociedades latinoamericanas, sino
que la superposición de tiempos y espacios es propia de la condición colonial.
41 Silvia Rivera Cusicansqui (1993) puntualiza la violencia de estas experiencias a lo largo de la
historia latinoamericana y las denomina “contradicciones no-coetáneas”, que sería la encrucijada
construida a lo largo de siglos de conflictos étnicos no resueltos –sólo pormenorizados y acalla-
dos– y de la violencia estructural que implicó e implica la ruptura de cosmovisiones locales. No en
el sentido evolutivo aunque sean no coetáneas.
44 Sonia Álvarez Leguizamón
Consideraciones metodológicas
Encuentro que para reflexionar sobre el racismo indio argentino me resulta mucho
más estimulante que las teorizaciones realizadas por europeos sobre este tema
(Balibar, 2014, Todorov, 2003, entre otros) el pensamiento latinoamericano que
observa la persistencia de un racismo antiindígena constitutivo de nuestras socie-
dades, vinculado con la persistencia de relaciones de sermiservidumbre republi-
canas, asociadas a la superexplotación capitalista del trabajo con las poblaciones
originarias o esclavizadas y a la inferiorización y estigmatización continua con
poblaciones de origen nativo, en la vida cotidiana. Estas teorías han sido nomina-
das como colonialismo interno, neocolonialismo,42 colonialidad del poder o direc-
tamente racismo antiindígena.
También me resultan sugerentes los análisis que, sobre la historia y signifi-
cados de las categorías nativas racializadas se han desarrollado en nuestro conti-
nente, como bárbaro, mestizo y criollo (De la Cadena, 2006, Castro Gómez, 2005,
Svampa, 2006). Mis pensamientos abrevan de esta tradición reflexiva, como los
peruanos: Mariátegui (1928a y 1928b), Manrique (1999), Flores Galindo (2001),
Quijano (2000a y 2000b); los mejicanos González Casanova (1965, 1975 [1969] y
2006), Dos Santos (1970, 2002, 2003), Pérez Bustillo (2001); los bolivianos Zava-
leta Mercado, (1988, 1990), Antezana, Luis H. (2009), Rivera Cusicanqui (2005,
2008, 2010), Tapia Mealla, (2002), entre otros y el argentino Menéndez (1969).
Si bien la reflexión en ciencias sociales argentinas no ha aportado mucho a esta
línea de pensamiento, recientemente hay producciones que reflexionan sobre el
racismo con poblaciones que muestran en su cuerpo o sus estilos de vida rastros de
su condición originaria, como veremos más adelante. También los actuales aportes
de los estudios decoloniales (Dussel, 2000; Grosfoguel, 2000; Restrepo y Arias,
2012; Quijano, 2000a y 2000b) son fundamentales, como síntesis de tantas con-
tribuciones de la tradición latinoamericana, y hallazgos nuevos, como veremos.
El tema de las prácticas racistas es muy difícil de asir por que, como no es
políticamente correcto, no se expresa fácilmente en conversaciones públicas, ni
42 El uso de las conceptualizaciones vinculadas con el colonialismo interno en Buenos Aires sólo se
aplicó a reflexiones realizadas, a mediados de siglo XX, por teóricos del revisionismo histórico
para referirse a las situaciones de semiservidumbre de las haciendas del “interior” y nunca para
pensar sus propias practicas neocoloniales.
46 Sonia Álvarez Leguizamón
tampoco es directo, ni las personas racializadas aceptan serlo y se corren del es-
tigma. Hay algunas encuestas como las desarrolladas por Grimson y Baeza (2011)
que presentan una serie de mecanismos para lograr resolver esta traba metodo-
lógica, pero no siempre lo logran. Puede haber formas embutidas de racismo en
preguntas que parecen ingenuas. Por ejemplo, una pregunta reiterada que recibo
de “porteños”: “–¿De dónde eres?” Cuando respondo que soy salteña, dudan de
ello por mi color de piel claro. Esta insistencia responde al prejuicio y la creencia
de que la “gente” de Salta tiene piel oscura y no es mi caso. Entonces, el diálogo se
expande por un tiempo, mientras insisto sobre mi origen nativo. No siempre salta
el prejuicio. Ante mi pregunta sobre la causa de la duda, responden con evasiones
tales como: “–Es que no pareces salteña”. Cuando vuelvo a preguntar: “–En qué
sentido”, tratando de indagar aquello que no se dice: “el aspecto” que se le asigna
al ser salteño, pocas veces afirman “-Es que usted es rubia” o de piel blanca. Por
ello considero que si bien este tipo de racismo sale a la luz y se activa en forma
muy violenta en ciertos “eventos críticos”, también otras veces se verbaliza de
forma indirecta. Se expresa en formas diversas de discriminación y exclusión no
claramente explícitas, las más de las veces silenciadas en lo que Scott (1990) lla-
mó la transcripción oculta.43
¿Cómo salen a la luz o cómo se hacen visibles? De diversas formas, pero no
siempre lo hacen, en este caso mis interlocutores no dicen: “–Porque usted no es
morocha”, sino ante la insistencia afirman su anverso positivo, que amengua el
prejuicio racista: “–Usted no parece salteña”.
Una de las manifestaciones de la segregación racial de este racismo indio
particular, basado también en condiciones de clase, es su expresión en el espacio
físico de la ciudad. Como sabemos este espacio refleja las relaciones sociales je-
rárquicas (o del espacio social, como diría Bourdieu, 1999) y además reproduce
los “efectos de lugar” negativos. Vivir en una villa es un disvalor para conseguir
trabajo, por ejemplo. Según hemos podido constatar en una investigación acerca
de las representaciones de la pobreza en la ciudad de Salta (Aguilar, M. A. et al.,
2002) la mayoría de la población que vive en villas tiene la piel oscura, situación
43 La transcripción oculta es la infrapolítica de los dominantes. James Scott (1990) utiliza este con-
cepto para explicar las formas del poder que se dan más allá del mundo público. Le interesa como
la transcripción oculta es construida, sostenida y los propósitos a los que sirve. ¿Por qué son
tan importantes, en las relaciones de poder, la performance pública de la deferencia y la lealtad?
¿quién es la audiencia de este juego simbólico? Para Scott, la transcripción pública es el autor-
retrato de las elites dominantes, tal como ellas mismas se ven. Dado el poder usual de las elites
dominantes para imponer performances a otros, el discurso de la transcripción pública es una
discusión sin contrapeso (desbalanceada). Mientras está lejos de ser meramente un conjunto de
mentiras y representaciones distorsionadas, es, por otra parte, una narrativa significativamente
parcial y partidista. Está diseñada para impresionar, afirmar y naturalizar el poder de las elites
dominantes y para ocultar o eufemizar la oscura línea de la dominación, entre otras para nosotros
el racismo en el que se basa.
Formas de racismo indio... 47
las relaciones sociales de los grupos de menores recursos.44 Aparece como un dato
tan naturalizado, ocultado bajo distintos discursos que invisibilizan las diferencias
sociales manifestadas en el espacio urbano, sobre todo las vinculadas con la se-
gregación urbana. Este racismo indio es el racismo que se materializa en el mote
y categoría nativa del “negro villero”. Aquí se subsumen y se sutura el racismo
del “indio interior” con el racismo espacial, producto de la segregación urbana
y de las relaciones sociales jerárquicas de clase que se expresan en el “color de
las villas”, glosando a Wackant (2000), cuando habla del color de las cárceles45.
El villero, el morocho, aquel que vive en villas está vinculado con el “cabecita
negra” y el surgimiento del peronismo, a mediados del siglo XX en Buenos Aires.
En la actualidad, el villero en esa ciudad se vincula con la migración producida
por empobrecimiento neoliberal, sintetizado en la idea de “invasión silenciosa”
que alude tanto al migrante boliviano, peruano y paraguayo a esa ciudad, como la
“migración interna” y a la figura amenazante del piquetero. Este tipo de racismo
indio lo estudiaré mirando dos eventos críticos: el caso de la toma del Parque
Indoamericano en la ciudad de Buenos Aires (capítulo II) y el acuartelamiento
policial seguido de saqueos en ciudades de provincias en el 2004 (capítulo IV).
En la Argentina este tema se ha recrudecido con el advenimiento del discurso de
la inseguridad y, como correlato, un proceso profundo de criminalización de la
pobreza territorializada en la “villa”.
44 Lo que Bourdieu (1999) llama “efectos de lugar” del espacio social o de las relaciones sociales
jerarquizadas.
45 Ver para el caso de América Latina, Segato (2007).
46 También se puede visibilizar observando aquellos sujetos que trabajan en los servicios personales
de baja calificación, sobre todo trabajadores domésticos, servicios personales en hotelería o traba-
jadores de la construcción. Generalmente trabajos mal pagados, intermitentes, precarios y norma-
dos por vínculos de don y contra don. En Europa los ex trabajadores de las colonias asumen estos
trabajos y en EEUU, ahora, los trabajadores llamados “latinos” (emigrados desde Sur y centro
América).
Formas de racismo indio... 51
Bibliografía
Abramoff, Ernesto (2004) “Etnocidio, Genocidio, identidad de los pueblos in-
dígenas”, en Mariano Garrtea y Cristina Bellelli (compiladores) “La trama
cultural, textos de antropología y arqueología, 2da edición corregida y au-
mentada, Editorial Caligraf, Buenos Aires.
52 Sonia Álvarez Leguizamón
Aguilar, Paula Lucia (2014) El hogar como problema y como solución. Una
mirada genealógica de la domesticidad a través de las políticas sociales.
Argentina 1890-1940, Buenos Aires, Ediciones del Centro Cultural de la
Cooperación: Floreal Forni.
Aguilar, María Ángela; Sbrocco, María Eugenia; Vázquez, Estela; Mo-
ons, Mónica; Sachi, Mónica y CID, Juan Carlos (2002) Miradas y visio-
nes sobre la pobreza, Universidad Católica Argentina, Programa la “Deuda
Social”, 2do Premio, mimeo.
ÁLVAREZ LEGUIZAMÓN, Sonia (2004) “La pobreza: configuraciones sociales,
relaciones de tutela y dispositivos de intervención. (Salta primera mitad del
siglo XX)”, en Abordajes y Perspectivas, Concurso Provincial de Ensayo
2003, Secretaría de Cultura de la Provincia de Salta, Segundo Premio, Sal-
ta, Argentina.
(2008) “La producción de la pobreza masiva y su persistencia en el pensa-
miento social latinoamericano”, en Cimadamore y Cattani –editores– Pro-
ducción de pobreza y desigualdad en América Latina, CLACSO, Bogotá.
(2009) Pobreza y desarrollo en América Latina, El caso de Argentina,
EUNSA, Editorial de la Universidad Nacional de Salta, Salta.
(2010) Reflexiones sobre el objeto de la Antropología Urbana, mimeo [en
línea] https://es.scribd.com/document/48974951/SoniaAlvarezLeguiza-
mon-Antropologia-Urbana-Ensayo-Concurso-20101
(2015) “Estrategias contra la pobreza”, discurso del Desarrollo Humano
y “nuevas” focopolíticas: de las políticas territoriales a los “derechos de
pobres”, en ÁLVAREZ LEGUIZAMÓN, Sonia –compiladora– Neocolo-
nialismo, capitalismo, pobreza y resistencias subalternas, Prohistoria, Ro-
sario.
(2015b), “Ensayo introductorio” en Sonia Alvarez Leguizamón –compila-
dora– Neocolonialismo, capitalismo, pobreza y resistencias subalternas,
Prohistoria, Rosario.
(2016) “Racismo, Nación y Estructura Social en la Argentina contemporá-
nea”, en ÁLVAREZ LEGUIZAMÓN, Arias y Muñiz Terra –coordi-
nadoras– Estudios sobre la estructura social en la Argentina contemporá-
nea (2002-2013), Programa PISAC, Buenos Aires, CLACSO, en prensa.
ÁLVAREZ LEGUIZAMÓN, Sonia y VILLAGRÁN, Andrea (2010) “Artes de
gobierno y estrategias de legitimidad en la etapa neoliberal en Salta, el go-
bierno de Juan Carlos Romero”, en ÁLVAREZ LEGUIZAMÓN –compi-
ladora– Poder y salteñidad: Saberes, políticas y representaciones sociales,
Formas de racismo indio... 53
Bialet Massé, Juan (1984) Informe sobre el estado de la clase obrera, Tomos
I y II, Madrid, Hispamérica Ediciones Argentinas.
Bourdieu, Pierre (1985) ¿Qué significa hablar? Economía de los intercambios
lingüísticos, Ediciones Akal, Madrid.
(1999) “Efectos de lugar”, en Bourdieu et al., La miseria del Mundo, Akal,
Buenos Aires.
(2002) La distinción: Criterio y bases sociales del gusto, Taurus, México.
Briones, Claudia –editora– (2005 y 2008) Cartografías argentinas. Políticas
indigenistas y formaciones provinciales de alteridad, Antropofagia, Bue-
nos Aires.
Boaventura de Sousa, Santos (2006) “La Sociología de las Ausencias y la
Sociología de las Emergencias: para una ecología de saberes”, en Renovar
la teoría crítica y reinventar la emancipación social (encuentros en Buenos
Aires), [en línea] http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/ar/libros/edicion/
santos/Capitulo%20I.pdf.
Bonfil Batalla, Guillermo (1972) “El concepto de indio en América: Una
categoría de la situación colonial”, Anales de Antropología 9, pp.105-124.
Caro Figueroa, Gregorio (1970) Historia de la “Gente decente” en el Norte
argentino, Ediciones del Mar Dulce, Buenos Aires.
Castro Gómez, Santiago (2000) “Ciencias Sociales, violencia epistémico y
el problema de la invención del otro”, en Edgardo Lander –compilador–
La colonialidad del saber: eurocentrismo y ciencias sociales, perspectivas
latinoamericanas, CLACSO, UNESCO, Buenos Aires.
(2005) La hybris del punto cero: ciencia, raza e ilustración en la Nueva
Granada (1750-1816), Universidad Javeriana, Bogotá.
(2007) “Michael Foucault y la colonialidad del poder”, en Tabula Rasa,
núm. 6, Bogotá, enero-junio.
Corominas, Joan (2003) Breve diccionario de la lengua castellana, Editorial
Gredos, Madrid.
Cortázar, Augusto Raúl (2008) El carnaval en el folklore Calchaquí, Del Ro-
bledal, Salta.
Chamosa, Oscar (2008) “Indigenous or Criollo: The Myth of White Argenti-
na in Tucumán’s Calchaquí Valley”, Hispanic American Historical Review
88:1, pp. 71-106.
Formas de racismo indio... 55
E
n este capítulo desarrollamos nuestra idea del racismo antiindio o antiindí-
gena de Buenos Aries (en adelante BA),1 Creemos que éste se sintetiza en
dos formas particulares de visibilización de la presencia de poblaciones con
ancestros nativos en esa ciudad a partir de la idea de que estos llegan a ella (no es-
taban antes), resumido en la categoría científica y del sentido común de migración
ya sea del país –lo que llamamos el indio interior: el migrante interno– o de países
limítrofes o vecinos –el indio “exterior”–. Ambas formas pueden sintetizarse en la
idea de extranjeridad.
La categoría nativa de migrante interno a esa ciudad remite a la geopolítica
nacional y la fuerte gravitación que tiene Buenos Aires como epicentro y “lugar”
de lo nacional en un imaginario que se desarrolló sobre todo en el siglo XX. Se
expresa en algunas dualidades estructurantes, categorías nativas tales como capi-
tal/interior, capitalino o porteño2 blanco/provinciano-criollo-mestizo-negro-indio-
bolita-cabezanegra-cabeza-villero, clases medias/sectores populares, europeo/la-
tinoamericano. El cabecita negra, epítome (Briones, 2005, 2008) de estas formas
racializadas de diferentes tipos de subalternidad (de clase, étnicas, espaciales),
expresa la racialización al interior y por ende al provinciano que lo habita. Estas
dos últimos categorías nativas son escurridizas, no todo lo que está fuera de BA
es interior ni todo los habitantes de provincias son provincianos o migrantes in-
1 Cuando hablamos de ese racismo en esa ciudad hay que tomar recaudos. Esta nominación puede
tener ese efecto mágico de generalizar a todos los porteños y todas las porteñas. Nos referimos a lo
que aparece soterrado en el sentido común de un gran grupo de personas, tanto de las elites como
de los sectores medios y a veces también pobres.
2 Porteño es una categoría nativa para nombrar a los habitantes de la ciudad de Buenos Aires. Sin
embargo según la antropóloga Mónica Lacarrier esta nominación no se vincula con la condición de
su vínculo con el rio y con el puerto. “Es indudable que su carácter porteño debería encontrar sen-
tido en relación con el puerto que posee, como ciudad enfrentada al Río de la Plata. Sin embargo,
ese carácter porteño no es más que una palabra incorporada al léxico de los habitantes y foráneos
en forma naturalizada, pero sin asociación vinculante entre la urbe y el río. Por lo mismo el río
resulta ajeno a la ciudad. Incluso, es ajeno en la imagen impostada, aun cuando las imágenes rela-
cionadas con la vieja inmigración hayan tenido por escenario el puerto y el barco, que traían a los
inmigrantes imaginados”. (Lacarrier, 2007: 52, resaltado de la autora). No conozco la génesis de
categoría nativa porteño pero creo que puede estar vinculada a la tensión desarrollada en el cuarto
final del siglo XIX entre los poderes unitarios, que habitaban en esa ciudad y querían el control del
puerto y de la Aduana para ellos, contra los poderes federales que bregaban para que se coparticipe
entre las provincias en formación.
64 Sonia Álvarez Leguizamón
a mediados del siglo XX –sobre todo a partir del relato de la “gesta” del 17 de
octubre– y, finalmente, el movimiento de los trabajadores desocupados denomi-
nado piquetero a finales del siglo XX. Estos eventos son cuestiones que propician
reflexiones sobre procesos de racialización y visibilización de esta temática.
Los sujetos racializados se van transmutando según las amenazas que pre-
sentan al orden social y su aparición en la escena pública y política. Del gaucho
convertido en obrero criollo “incivilizado” de principios de siglo XX al migrante
de mediados de ese siglo que constituye al peronismo (sintetizado en el cabecita
negra o el descamisado, tanto en las narrativas épicas del peronismo como en
las críticas) al piquetero de finales del siglo XX. El migrante subsume el gaucho
en peón y a éste en obrero, pero su origen “rural” pone en cuestión su condición
de obrero “típico”. El migrante aparece en la sociología llamada científica, sobre
todo en la escuela de Gino Germani (1965, 2001, 2004), como el protagonista del
peronismo pero desde un lugar retardatario y proclive a los caudillismos y clien-
telismos.
En la misma línea de nuestras reflexiones, pero desde otro lugar de análi-
sis, Federico Neiburg (1998) en sus observaciones sobre estas narrativas consi-
dera que el migrante aparece como sustentando todas las representaciones de esta
orientación cientificista. A los procesos de subsunción de estos sujetos en el largo
tiempo histórico de gaucho, a peón, del peón al cabecita negra –ocurrida a media-
dos de siglo en la invención del peronismo– los denomina una aleación racial de la
nueva clase obrera: “campesinos colocados en un medio social que no es el suyo”.
Como veremos, más tarde aparece el mismo sujeto racializado: encarnado en el
piquetero moreno ex trabajador que “irrumpe” en BA a finales de los ‘90, durante
la transformación neoliberal y que moviliza las amenazas de la matriz racista de
construcción de la nación.
En el mismo sentido que nuestras indagaciones sobre la importancia de la
racialización, asociada a la condición pretérita de indio y en menor medida negro,
para Mónica Lacarrieu el
“nosotros porteño, durante el siglo XX, se construye de dos enemi-
gos imaginados elaborados y procesados como inferiores y ‘acusa-
dos simbólicos’: los nativos del interior del país y los latinoameri-
canos, si bien especialmente los que provienen de países limítrofes
buscando posibilidades laborales. Ellos resultan distinguibles por el
color –los ‘cabecita negra’ un epíteto construido en esa época– por
la pobreza y asentamientos en que residen – el ‘villero’– por el ‘no
merecimiento’ a vivir en la Buenos Aires parisina” (2007: 266 y
267, el énfasis me pertenece).
Indagaré sobre etiquetas del mestizaje como criollo, migrante interno en textos
científicos localizados en la ciudad de BA que considero pertenecen a “regímenes
66 Sonia Álvarez Leguizamón
3 Mote despectivo para el ciudadano procedente de Bolivia en la jerga del lenguaje común.
Formas de racismo indio... 67
4 Para algunos autores este componente se refiere a la oposición a los sectores de poder llamados
“oligárquicos”, para otros se vincula con su condición social (que si bien es trabajadora no lo es
siempre formal en el sentido proletario), por otro se puntualizan estilos de vida no acordes con
la etiqueta dominante. Personalmente creo también que lo plebeyo se asocia con formas de hacer
políticas disruptivas (Svampa) que se vincula en ese imaginario a los ancestros indígenas despre-
ciados.
5 Juan Domingo Perón fue electo presidente de la Argentina en febrero de 1946. Venía desempeñán-
dose como Ministro de Trabajo y de Defensa en la presidencia de Farrell. Había sido detenido por
presiones de la oligarquía, ante la inminencia de su triunfo electoral. El 17 de octubre de 1945, una
movilización popular reclama su liberación lo que desencadena su triunfo en las urnas. Luego es
reelecto por otro periodo. En septiembre de 1955 es derrocado por un golpe de Estado que puso
fin a este segundo período. El “peronismo”, fue el apelativo que designó a esta etapa de la historia
argentina y también al movimiento político y a la ideología identificada con la figura de Perón, en
alusión al apellido del líder político que funda el partido llamado Justicialista.
6 Hay discusión sobre si es civilización o barbarie o civilización y barbarie, distinción contrastiva
ésta última del libro de Sarmiento. En realidad esa disquisición no modifica en nada su matriz
racial.
7 Mauro de Vasconcelos decía que mestizar es civilizar, citado por Silvia Rivera Cusicanqui, Rábi-
da, mayo de 1998.
68 Sonia Álvarez Leguizamón
8 Silvia Rivera Cusicanqui (2001, 2004) usa el concepto de habitus colonial, haciendo referencia a
Bourdieu para explicar una estructura del habitus republicano colonial, que continúa funcionando,
en el caso de Bolivia que estudia, a través del eje invisible de las “dos repúblicas” que resultó
encubierto y disfrazado por la retórica del reconocimiento jurídico de la igualdad del indio.
Formas de racismo indio... 69
Estas creencias son expresión de esa dicotomía racial espacial que se objetiva
en la construcción local de la categoría nativa “interior”, inscripta en la historia
social de construcción de la nación. Simplificadamente el interior está fuertemente
asociado con las poblaciones de las “provincias” pero no de todas, se destacan
aquellas con mayores mezclas de población nativa y de “piel oscura”.
10 “Las campañas del ‘desierto’ de 1881 y 1899 a los indios ranqueles y la Campaña del Chaco de
1884. Campaña militar a gran escala que derrotó a los indios Tobas y Mocovíes, permitió el control
del rio Bermejo y la represión de comunidades indígenas en la Puna […] Nuestra historia está atra-
vesada por matanzas a indígenas: la matanza de Napalti del Chaco […] de poblaciones indígenas
que reclamaban para poder salir a trabajar a los ingenios en 1924 […], la de Chibomba masacre de
la gendarmería nacional en el territorio del Chaco” (Svampa, 2013). Estas masacres republicanas
siguen presente en la memoria larga de sufrimientos de sus sobrevivientes (Flores Klarik, 2015).
11 En la batalla de Caseros (1852) los unitarios liderados por Mitre, que representaban a los intereses
de la oligarquía de la Pampa húmeda vencen a los federales representados por los caudillos del
interior y se separan de la Confederación.
Formas de racismo indio... 73
13 Pasa de 187.346 habitantes en 1869 a 663.854 en 1895 (Saneamiento de la Ciudad de Salta. In-
forme de la Comisión Especial. Anexo a la memoria del Ministerio del Interior. Departamento
Nacional de Higiene. Buenos Aires, La Semana Médica, Imprenta de Obras de Emilio Spinelli,
1901: 97).
14 El Estado entregaba las tierras que se iban ocupando sobre poblaciones nativas a los jefes del
ejército gubernamental, emparentados con las familias de la elite.
Formas de racismo indio... 75
15 Promovida por Miguel Cané (1851-1905) quien además, en su libro La expulsión de los inmigran-
tes, fundamenta esta política en esos momentos.
76 Sonia Álvarez Leguizamón
16 Para el Partido Socialista la idea de raza se refiere a la diferencia entre naciones pero la valoración
de los nativos del interior es degradante.
Formas de racismo indio... 77
transición de una sociedad tradicional a una de masas, título de uno de sus libros
(Germani, 1965) y que justifica la violencia modernizadora sobre poblaciones del
interior consideradas una amenaza al orden social. Dentro del discurso del desa-
rrollo local el interior es además visibilizado como una amenaza de “inestabilidad
política”, un espacio económico “atrasado” y por ende foco de las políticas euro-
peizadoras.
En su interpretación del peronismo está también embutida esta idea de que
los sujetos del interior conformaron un proletariado “nuevo” que dio lugar al pe-
ronismo que él considera propio de una “psicología primaria”, tradicional, que es
manipulada clientelarmente por el caudillo “autoritario” Perón y que constituye
una segunda ola de trabajadores. En estas dualidades se sintetizan también la vi-
sión desarrollista racializada del interior. En un artículo específico sobre la compo-
sición social del peronismo y la incidencia de los migrantes internos “nuevos” en
el que Germani (1973)17 dialoga con Smith (quien considera que dicha incidencia
es menor), se observa la representación de estos migrantes. La representación de
Germani18 sobre la migración interna nueva tiene que ver con personas provenien-
tes de “lejos” (a diferencia de la migración anterior que venía de cerca de BA),
de “provincias y territorios menos desarrollados”, de zonas “periféricas”. Acto
seguido habla de que la migración cercana era criolla de espacios con una “arcaica
estructura productiva, agrícola y no agrícola”. Al mismo tiempo que afirma clara-
mente el componente “criollo” de lo que llama nueva clase trabajadora y explica
el surgimiento del mote de cabecita negra que “como todo estereotipo, poseía
grandes distorsiones, pero también una fuerte base de realidad”.19 En síntesis para
17 “En síntesis: hacia 1945-1946, la mayor parte de la clase obrera activa y urbana había sido re-
emplazada por los recién llegados de las provincias. Como se demostrará en otra sección, este
reemplazo se produjo por un desplazamiento masivo en la mano de obra y a través de un proceso
de ascenso social – ínter e intrageneracional– dentro de la clase obrera preexistente” (Germani,
1973).
18 “En 1947, la mayoría de los migrantes internos en Buenos Aires (provincia y Capital Federal)
provenía de las provincias y territorios menos desarrollados (62%), y su proporción era consider-
ablemente mayor que al principio de la migración interna. Antes de 1930, la mayoría de los mi-
grantes nativos venían de ‘distancias cortas’, mientras que la migración interna masiva provenía de
‘larga distancia’. Las tasas de emigración más altas del país que se observan en 1947, se localizan
en la región ‘periférica’, de la cual había emigrado entre un tercio y el 45% de los que nacieron en
ella. Por otro lado, los migrantes criollos también provenían de la región central dada su distribu-
ción desproporcionada en la arcaica estructura productiva, agrícola y no agrícola, comparada con
los inmigrantes extranjeros y, probablemente, sus descendientes” (Germani, 1973).
19 “El componente ‘criollo’ de la nueva clase trabajadora fue tan prominente que produjo la apar-
ición de un estereotipo: el ‘cabecita negra’, que a su vez fue sinónimo de peronista. Como todo
estereotipo, poseía grandes distorsiones, pero también una fuerte base de realidad. Fue reconocido
por todos: la clase obrera y la media, los peronistas y los antiperonistas, si bien con reacciones
emocionales opuestas. Para los nacionalistas de derecha y parte del peronismo se lo concibió como
el retomo de la ‘auténtica’ Argentina y su triunfo sobre ese Buenos Aires y Litoral tan extranjeros
y cosmopolitas. Para los ‘liberales’ de viejo cuño significó la vuelta a la ‘barbarie’ del siglo XIX
78 Sonia Álvarez Leguizamón
Germani la migración interna a esa ciudad (tanto nueva como vieja) es criolla. Es
decir lo criollo está afuera, nunca dentro de la ciudad, siempre llega a ella. BA se
desliga continuamente de lo criollo que se coloca en sus límites, en sus periferias.
Cuando llega a ella es eyectado por diversas estrategias de negación, invisibiliza-
ción y descalificación. Ademas de sus claras calificaciones descalificantes a ciertos
grupos afirma que Argentina es un país “sin prejuicios étnicos”. Quizás se refiera a
sus creencias de que comparativamente con USA, Argentina era un país no racista.
Germani abona la creencia mítica del crisol de razas en el sentido de la homo-
geneidad de un tipo social blanco que se consolida en las primeras décadas del si-
glo XX y, en esta línea, en sus múltiples estudios sobre estos temas muestra la pre-
ponderancia poblacional de extranjeros europeos en la ciudad de BA. Sin embargo
surge de sus propios testimonios, datos y textos la importancia de población nativa
o local en BA. A principios de siglo, asociada a las propiedades raíces, es decir a
las clases poseedoras de medios de producción o inmobiliarios y a ocupaciones de
semiservidumbre doméstica y lo que llama “viejas artesanías”. En su intención de
demostrar la extranjería de la conformación de la estructura social de BA afirma:
“A este respecto resulta muy instructivo analizar la variable pro-
porción de extranjeros en algunas categorías ocupaciones y econó-
micas. Como ya se indicó anteriormente, la propiedad raíz siguió
casi toda en manos de argentinos. Contrasta esta situación con las
actividades vinculadas al desarrollo comercial e industrial: los em-
presarios del comercio y la industria, los obreros industriales eran
en su mayoría extranjeros, y en una proporción superior al nivel
medio existente en la totalidad de la población activa. De nuevo
en los estratos populares vinculados a actividades preindustriales
(viejas artesanías, servicio doméstico) hallamos una mayoría nati-
va. Y por supuesto entre la población rural, especialmente de las
provincias del interior, también predominaba la población nativa.
Como ya se dijo, mientras la elite retuvo firmemente el control de la
propiedad de la tierra, la clase media y el proletariado se formaron
en las ciudades a base de la inmigración masiva” (1965: 220-221,
cursivas añadidas).
Estas afirmaciones son ilustrativas de una interpretación racializada de su discurso
desarrollista y “modernizante” de las clases, en la manera en que diferencia a los
grupos sociales que llama con el apelativo o la etiqueta de lo nativo o argentino
por oposición a lo extranjero. Esta dualidad se mantendrá luego en otros cientistas
que supuestamente había desaparecido con la inmigración europea. En un país tan llamativamente
libre de prejuicios étnicos, este estereotipo adquirió peso emocional debido a su contenido político
e ideológico, desapareciendo en el período posperonista con el surgimiento de un peronismo de
clases medias, las alianzas ideológicas y los cambios culturales de la sociedad” (Germani, 1973).
Formas de racismo indio... 79
El mito sustentado por algunas de las ciencias sociales más clásicas es que el “tipo
nativo” desapareció –como vimos en las descripciones de Gino Germani–. Pero
por otro lado, aparece otro mito: la invisibilización de poblaciones nativas exis-
tentes. Este dialoga con el anterior en el sentido de afirmar que no hubo una fusión
de razas y demuestra que esto no sucedió –al afirmar la existencia de grupos “no
blancos”–, aunque paradojalmente los construye como invisibles en la “ciudad
blanca”, aunque insistentemente parte del interior (rural, incivilizado, bárbaro).
Susana Torrado (2002) a partir de desarrollar una crítica al imaginario del
crisol de razas en el sentido de que no hubo intercambios matrimoniales entre
extranjeros con nativos20 a principios de siglo XX, plantea que recién en la década
de los ‘40 con las migraciones internas se puede hablar de una convivencia entre
estas dos “etnias”, a nivel geográfico. Consideramos que esta última hipótesis es
difícil de sustentar, puesto que el propio Germani (1965) reconoce empíricamente
la importancia de los trabajadores domésticos y las poblaciones con patrimonio,
como nativas a principios de ese siglo, en la ciudad de Buenos Aires.
Podríamos inferir entonces que la sensación de convivencia geográfica que
se percibe en esa ciudad recién a mediados de siglo XX, es no solo debida a la
llamada “migración interna”, sino también a la invisibilidad de la población local
de clases altas y a la población nativa subalterna que pasa del servicio doméstico a
ser obrera. Se ha producido una metamorfosis al interior de las clases subalternas
que reacomoda las relaciones entre las clases. La primera no es amenazante al en-
contrarse bajo relaciones de servidumbre doméstica y la segunda sí, al constituirse
en clase obrera. Es amenazante a los intereses y habitus de la clase dominante o
de la parte superior de la configuración de clases medias y altas porteñas, no solo
por cuestiones de clase sino también étnico raciales. Por otra parte es probable que
las poblaciones de la elite nativa se hayan mezclado con poblaciones de migración
reciente “venida de los barcos”.
Veamos una síntesis del planteo de Torrado, acerca del estrecho vínculo entre
estructura social, desigualdades étnicas, cuestiones espaciales y adscripción políti-
ca de los grupos subalternizados, donde desarrolla la idea del proceso socioétnico
de blanqueamiento de principios de siglo XX y la diferencia entre lo que llama
criollo y extranjeros como etnias “argentinas”. En el siguiente párrafo se puede vi-
sualizar su teoría donde rebate la idea de crisol de razas y habla de las consecuen-
20 “La tesis del crisol de razas encuentra evidencias de matrimonios interétnicos que habrían dado
lugar a un tipo particular de integración social. La tesis del pluralismo cultural sostiene que pre-
valecieron los matrimonios intraétnicos, de suerte que la asimilación de los inmigrantes se hizo
por derroteros distintos a la elección del cónyuge. En realidad, ambas tesis no son incompatibles...
Tanto en la primera como en la segunda generación (respectivamente, inmigrantes e hijos de inmi-
grantes), los extranjeros mostraron un comportamiento matrimonial fuertemente endógamo según
la nacionalidad, lo que abona la tesis del pluralismo cultural. Recién en la tercera generación
(nietos de inmigrantes) se encuentran evidencias (por lo demás no contundentes) que sostienen la
tesis del crisol de razas” (Torrado, 2002).
82 Sonia Álvarez Leguizamón
21 La autora hace la siguiente aclaración en el uso de las categorías que usa: “Usualmente, la ex-
presión ‘grupo étnico’ o ‘etnia’ designa una agrupación de seres humanos que presentan ciertas
afinidades somáticas, lingüísticas o culturales. Por extensión, la usaremos aquí para referirnos a
segmentos de población diferenciables por el origen (nativo de Argentina versus nacido en el ex-
tranjero), la nacionalidad (país de nacimiento de los extranjeros), y la ascendencia (origen o nacio-
nalidad de los padres, abuelos u otros ancestros de los nativos de Argentina)” (Torrado, 2002). Es
importante hacer notar que la categoría de nacionalidad (país de nacimiento de los extranjeros) no
se refiere a todos la poblaciones nacidas en el extranjero que viven en nuestro país, como bolivia-
nos, chilenos, uruguayos, etc. sino sólo a aquellas “venidas de los barcos”, por lo que la categoría
refiere a ese mito fundante de la extranjería “bien vista”.
Formas de racismo indio... 83
22 “Uno de los que más colaboró en instalar esta visión fue el padre fundador de la sociología argen-
tina: Gino Germani. Fue él quien por primera ofreció pruebas de este proceso de ‘modernización’.
Sin embargo, con los datos con los que hoy contamos, no resulta evidente que luego de 1880 haya
habido un proceso de cambio hacia una mayor igualdad, o que hubiera un bienestar mayor para
todos los habitantes […] Para los pueblos originarios el nuevo país resultó un verdadero infier-
no: muchos fueron exterminados y los que quedaron pasaron de hombres libres a parias en una
sociedad que no podían sentir como propia. Para los gauchos, pastores y campesinos libres las
cosas tampoco fueron siempre mejores […] una investigación reciente de Roy Hora indica que el
crecimiento económico vino de la mano de una profundización de la brecha que separaba a ricos
y pobres (no tanto porque éstos se empobrecieran en términos absolutos, sino porque aquellos
acumularon riquezas a un paso tanto más acelerado que los elevó mucho más sobre el nivel del
común de la población) [...] Por otra parte, la estrategia de crecimiento benefició a ‘los inmigrantes
más que a los criollos’” (Adamovsky, 2012).
84 Sonia Álvarez Leguizamón
23 Obras tales como la de José Rafael López “Variaciones en torno al hombre argentino” (1961), de
Juan Agustín García “Ciencias Sociales, introducción al estudio de las Ciencias Sociales Argenti-
nas” (1938), son algunos ejemplos.
Formas de racismo indio... 85
tina”. Es significativo que el primero de mayo de ese mismo año se produzca una
represión sangrienta de movilizaciones obreras en BA. Los extranjeros y blancos
se habían convertido en una amenaza también para el orden oligárquico de la
época. El informe a pesar de nominarse como la situación de la clase obrera, no
incluye la problemática de la clase obrera fruto de migración europea a BA, sino
aquella referida a la del “obrero criollo” del interior, desliz que visibiliza que el su-
jeto de ese dispositivo “civilizatorio” son las clases obreras “criollas” y no la clase
obrera argentina como el título pareciera abarcar, aunque continuamente dialoga
y compara las situaciones de ambos tipos populares. Pretende oponerse al imagi-
nario centralista sobre el trabajador nativo del interior “menospreciado, tildado de
incapaz, [...] paria en su tierra”, falto de “hábitos de ahorro y acumulación”, de
“previsión de porvenir” y “tosco” para el trabajo industrial (Bialet Massé, 1972
[1904]: 19-20, el énfasis me pertenece), aunque en cierto sentido lo reproduce.
El informe además denuncia la situación de servilismo, explotación, miseria
y carencia de protección estatal y social de estos trabajadores. En el marco del
predominio de las ideas evolucionistas, se describe la ductilidad, capacidad de
“adaptación” y “asimilación” de una situación de campesino o peón a la de artesa-
no u obrero industrial. Se señala también la desocupación tanto de los “braceros”
como de los “artesanos”, sobre todo en las provincias andinas, lo que lleva a una
“vida lánguida y de entretenimientos” (Bialet Massé, 1972 [1904]: 33, cursivas
añadidas). Como veremos la nominación de provincias andinas se verá reflejada
en el “interior profundo”, el más racializado. La inclusión que se pretende de estas
poblaciones a la “nacionalidad” es vista como fruto de la fusión de razas que se
había imaginado en el momento fundacional del Estado nación. Sigue entonces un
discurso racial pero ahora ya no de exterminio sino de fusión que da sustento a los
dispositivos del mestizaje y de la construcción mítica del crisol de razas. “La gran
obra, la creación del ciudadano, demócrata y dignificado; la realización del gran
pensamiento del Deán Funes en el Congreso Constituyente, del año 1820: la colo-
nia criolla; la mezcla del criollo en la colonia extranjera, y la del extranjero en la
colonia criolla. La fusión y la gran enseñanza del ejemplo” (Bialet Massé, 1972
[1904]: 41, cursivas añadidas). La preocupación del informe consiste, por último,
en definir dispositivos que permitan la incorporación del “obrero criollo” al Esta-
do, a partir de la profundización de procesos “civilizatorios” y de disciplinamiento
como la conscripción, la creación de colonias “criollas” y la instrumentación de
leyes laborales y de protección social.
La tematización del rancho del interior como problema social de la época que
aparece en el informe de Bialet Massé, tiene su correlato con el problema de la
vivienda urbana porteña de las clases trabajadoras, vinculada con el conventillo,
como lo señala Paula Lucia Aguilar (2014), en el análisis que realiza de las temá-
ticas tratadas en el Congreso de la Habitación. Caferata, diputado nacional por
Córdoba, manifiesta en esa circunstancia.
Formas de racismo indio... 87
“Buenos Aires tiene entre otros el problema del conventillo, Córdoba y las
ciudades del interior tienen el problema del rancho […] Levantamos la vista al
horizonte y señalamos el homónimo del conventillo, el rancho y las rancherías en
el interior. Hacia ellos hay que ir con mano firme, para derribarlos; sin renunciar
por eso al sistema legendario de su construcción, el barro pisado y el adobe, con la
cabriada y la teja; pero hagámoslo, una casita, blanca en cal, con piezas indepen-
dientes; con agua a mano, y pozo aséptico, y el ciudadano del interior recibirá el
apoyo de esta obra y sus beneficios que tanto merece ya que tanto ha sido poster-
gado u olvidado” (Congreso de la Habitación, actas 1920: 199, en Aguilar, 2014:
137).
La intención de destruir las casas de adobe y derribarlas se hace realidad en el
norte cuando Salvador Mazza realiza sus campañas contra el chagas, historia que
se sintetiza en la película “Casas de fuego”. Según Aguilar, cuando el rancho se
suma al debate de las amenazas de la migración del campo a la ciudad y del des-
poblamiento materializado en la baja de las tasas de fertilidad, lo hace “con toda
su ambigüedad: representación de la criollez y las formas profundamente locales
del habitar, y al mismo tiempo, resabio pre moderno y falta de higiene que los
países no pueden ya aceptarlos para su población” (2014 :150, cursivas añadidas).
La problematización social de la vivienda de los pobres despreciada, no cambia.
A mediados del siglo XX serán las villas de los migrantes de las poblaciones del
interior, en la ciudad de Buenos Aires, causa de dispositivos de violencia, como
veremos.
Otra construcción racializada del interior viene de los variados discursos
higienistas. Para el higienismo neolamarckiano, que se desarrolla en la primera
mitad del siglo XX (Leys Stepan, Nancy, 1991 y Ramacciotti, Karina Inés, 2001),
el alcoholismo era un veneno racial y una tara propia de las clases que las elites
consideraban inferiores, por lo que debía ser erradicado. La biotipología que se
había desarrollado en Buenos Aires tuvo el apoyo del presidente militar de origen
salteño Uriburu, ultra conservador.
Gregorio Aráoz Alfaro quien era en 1924 director del Departamento Nacional
de Higiene de la Nación, durante la presidencia de Marcelo Torcuato de Alvear, un
radical antiyrigoyenista, promueve medidas antialcohólicas. En este se observa un
discurso racializador de ese indio interior que ahora es sujeto de políticas públicas
violentas, desde el campo de la medicina social y sobre todo de la biotipología
(Leys Stepan, 1991; Ramacciotti, 2004). Corrientes en boga en ese momento, vin-
culadas con la “profilaxis de la tuberculosis”, entre otras enfermedades llamadas
sociales. El funcionario considera que el alcoholismo es un veneno racial y ade-
más un “vicio”, “propio de las poblaciones nativas del norte” o “población de
origen autóctono”. Se ve en su relato una suturación entre lo nativo, el origen
autóctono y las provincias del norte. La relación entre alcoholismo subsumido
en enfermedades “nerviosas y mentales” se expresa en una dimensión sanitaria y
88 Sonia Álvarez Leguizamón
racista. Aráoz Alfaro manifiesta que en estas provincias “la embriaguez [es] brutal
casi cotidiana” (el énfasis me pertenece). La noticia del diario de Salta viene a apo-
yar las medidas tomadas a nivel local por “nuestros gobernantes”, en ese entonces
el gobernador el médico Dr. Adolfo Güemes.
Las políticas consistían en un plan para combatir el alcoholismo considerado
“terrible endemia que llena anualmente a las cárceles, hospitales y manicomios de
un gran número de hombres”. El fundamento del Director Nacional de Higiene es
aplaudido por el diario local y calificado como una “clara visión”, puesto que para
Adolfo Güemes, el alcoholismo sería el origen del incremento de enfermedades
nerviosas mentales, afirmando que esta es la “causa primera y capital”.
“Cuanto más estudio los problemas sanitarios nuestros, especial-
mente de las provincias del norte y territorios nacionales, más me
convenzo que es uno de los problemas más primordiales que te-
nemos que resolver, […] sin ello no podremos abordar con fruto
la profilaxis de la Tuberculosis ni las endemias de la zona subtro-
pical. Y esto sin contar con que el alcoholismo, por sí solo, es el
origen de múltiples afecciones viscerales, el factor principal de las
enfermedades nerviosa y mentales, de la locura, del crimen y de la
degeneración de la raza, [esto tiene lugar sobre todo] en muchas
provincias y territorios donde predomina la población de origen au-
tóctono que por muchas razones debemos proteger y salir no solo
del alcoholismo una lenta y crónica sino a la embriaguez brutal casi
cotidiana […] Es sabido que Salta es una de las provincias más
castigadas por el horrible vicio” (Aráoz Alfaro, director del Depar-
tamento Nacional de Higiene de la Nación Argentina, 1924).
También para el gobernante la desnutrición infantil, otra problematización asocia-
da a las “provincias del norte” se debe a la ignorancia. Relación totalmente falsa
porque si algo está demostrado es que las poblaciones de estas regiones poseen
un conocimiento ancestral muy complejo de los valores alimentarios de plantas
que han sido domesticadas y clasificadas en esta zona (ej. la papa, la kiwicha, la
quinoa).
Aráoz Alfaro publicó en la serie sobre Salubridad pública y previsión social24
tematizando sobre las causas de la mortalidad infantil. Señalando las causas socia-
les (ignorancia, mala situación económica) como fundamentales. Vemos aquí la
cadena de homologías morales, raciogenéticas, sociales y culturales hecha cuerpo
24 Según el ministro serían: a) causas médicas (debilidad congénita, los vicios de conformación y
afecciones del recién nacido –falta casi constante de asistencia prenatal–, afecciones del aparato
digestivo o de la nutrición, afecciones del aparato respiratorio, en especial bronquitis, bronconeu-
monías, congestiones pulmonares, neumonía) y b) causas sociales. num. 57.
Formas de racismo indio... 89
Imagen I.1
del racismo indio local –en estas retóricas de lo gaucho– aparece como un indio
“permitido”26 y lo mestizo se asocia con lo indio descalificado. Se podría colegir
que en el imaginario criollista el gaucho es menos indio aunque en muchas de las
acepciones de criollo aparece lo indio. En Argentina en este período, la nomina-
ción de criollo –dentro de la política conceptual del mestizaje local– es menos
despreciativo que la etiqueta de mestizo porque tiene una mayor carga vinculada
con “pueblos originarios” o “indígenas” (sea cuales sean las nominaciones para
las poblaciones nativas).
Quizás en la palabra indocriollo que usa Atahualpa Yupanqui27 se sinteticen
estas ambivalencias. Adamovsky muestra la tensión entre la representación del
gaucho “matrero” y “levantisco” de la Pampa y otras como “la del más modesto
habitante de los Valles Calchaquíes”28 que intentaban posicionar “varios de los
artistas del interior”, lo que a su vez “dio ocasión para la visibilización del legado
indígena”.
“Pero acaso el artista más importante en este sentido fuera Ata-
hualpa Yupanqui. Mestizo él mismo, influido por indígenas en su
formación musical y, políticamente, por los discursos indigenistas
que penetraban al país desde el noroeste, Yupanqui desafió el canon
folklórico en formación introduciendo, en sus canciones, referen-
cias a las ‘razas viejas’ que hasta entonces estaban ausentes (y que
para él formaban parte de una población ‘indocriolla’ sufriente y
actual). El foco de su reivindicación de la heterogeneidad étnica de
la nación estaba puesto en las poblaciones del noroeste. En esto co-
incidía con el mainstream del movimiento y también con los folklo-
ristas académicos, que centraron la recuperación de las tradiciones
en esa región del país, antes que en la pampa, escenario del discurso
criollista previo. De hecho, para muchos de los participantes del
movimiento (especialmente los académicos) el supuestamente man-
so criollo norteño era una especie de antídoto frente al riesgo de
26 Silvia Rivera Cusicanqui usa este término para explicar la manera en que lo indio es folklorizado
y puesto en el mercado y utilizado por los gobiernos para dividir y neutralizar a los movimientos
indígenas. Esta idea fue luego profundizada por Hale y Milliman (ver McNeish, 2008) en sus
escritos en Guatemala, para referirse a las maneras en que estas instituciones usan los derechos
culturales para dividir y domesticar los movimientos indígenas. “Con la presencia del ‘indio per-
mitido’, surge invariablemente la construcción de su ‘otro’ que se define como un sujeto disfun-
cional, ‘descartable’, sin méritos. Dicha dualidad llega a representar dos formas distintas de ser in-
dígena. El ‘indio permitido’ según esta ideología logra negociar la modernidad, sustituir ‘protesta’
con ‘propuesta’, actuar con autenticidad y a la vez manejar el lenguaje dominante”.
27 Atahualpa Yupanqui, es el nombre profesional de Héctor Roberto Chavero (1908-1992), quien es
un trovador, eximio guitarrista, poeta y escritor argentino vinculado al acervo “folklórico” del país.
28 O como veremos más adelante las representaciones heroicas sobre los “gauchos” de Güemes, para
el caso de Salta.
Formas de racismo indio... 93
29 Similar situación se encuentra en la Europa de la última etapa del Antiguo Régimen, donde las
características más fundamentales asignadas a las franjas no criminalizadas de los vagabundos
eran esas, según Castel (1997).
Formas de racismo indio... 95
de la invalidez prematura, ahorro de vidas que se pierden cuya pérdida puede evitarse” (Carrillo,
1975 [1951]: 72).
33 “En ningún otro lugar de las interpretaciones del peronismo muestran acuerdos tan profundos
como cuando se trata de describir su base social: el pueblo. Es un auténtico suelo común apoyado
en una visión dualista de la historia y de la sociedad argentina que encierra todas las posibilidades
de lo decible y de lo opinable. La polaridad mayor está contenido en la idea de las dos Argentinas,
una rural y otra urbana. Los intérpretes identificados con el peronismo asignaron el carácter de
lo verdaderamente argentino al primero de los términos de: el locus de la cultura nacional era el
ambiente rural del interior del país que había dado lugar a una estructura social particular, a un
tipo social, a una forma de vida”. (Neiburg, 1988: 126, cursivas nuestras).
34 La representación del gaucho como antecesor del cabecita negra está presente también en los
discursos de Eva Perón como vimos.
Formas de racismo indio... 101
35 Esta asignación de güero (sin filiación) del gaucho se observa también en las preocupaciones que
atraviesan el pensamiento moralista de los higienistas vinculado a que el descenso de población se
debe a uniones no contractuales.
102 Sonia Álvarez Leguizamón
36 “Los rasgos de esta forma de vida ‘auténticamente nacional’ son una economia simple o natural,
fuertes lazos naturales extendidos al terreno de la política bajo la forma de un sistema paternalista,
predominio de la tradición y de las costumbres, búsqueda de la satisfacción de las necesidades in-
mediatas” (Hernández Arregui, 1957: 170-183 y Jauretche, 1959: 15 y 21-23, citado por Neiburg,
1988: 128).
Formas de racismo indio... 103
Para esta visión evolucionista desarrollista tendiente a lograr una “sociedad in-
tegrada”, el relato sobre los orígenes del peronismo da un rol fundamental a los
migrantes del interior y a su peso demográfico en lo que llama los “trabajadores
nuevos”. Germani lo denomina, un extranjero sui generis, que no era originario
del otro lado del océano, sino de aquella “otra” argentina, rural y tradicional.
Esa nueva población, según él, no se integró a la clase media urbana, como había
sucedido con los europeos, sino que conformó una nueva “clase obrera”. Cree que
en su carácter tradicional y su experiencia en relaciones de patronazgo, están las
razones para buscar liderazgos caudillistas y autoritarios como el de Perón. Este
mismo carácter sería también una de las trabas para acceder al desarrollo y a la
modernidad (Germani, 1988: 95-135). Esta visión ortodoxa de los orígenes del
peronismo fue cuestionada por diversos autores y corrientes del pensamiento polí-
tico y de las ciencias sociales37 y dio lugar a inmurables debates.
En Germani se puede observar las diferencias no explícitas que se hacen entre
interior y litoral, es decir no todas las provincias extrapampeanas son interior, el
litoral está excluido. Por otro, su relato refuerza el sustrato previo de la condición
de extranjería sui generis de las poblaciones que vienen de estos territorios nacio-
nales (rurales y tradicionales) que conforman otra Argentina.
Más tarde en el tiempo Alain Rouquié, un historiador francés de la Argentina
y del peronismo, posee una representación similar de los orígenes del peronismo y
de las poblaciones de ese interior como mestizo y a su vez portador de inestabilida-
des similar a la de la sociología científica germaniana. Según Rouquié (1987: 63)
“las clases medias contemplan atemorizadas la invasión de los arra-
bales de las ciudades por un proletariado de sangre mestiza al que
se apresura a bautizar peyorativamente de cabecitas negras o direc-
tamente negros. A partir de entonces todos esos seres en busca de
rol y de seguridad aguardarán un milagro autoritario y alimentarán
la inestabilidad social” (cursivas añadidas).
Esta representación de la migración interna es la más generalizada en las ciencias
sociales y en el sentido común. En este imaginario, la obrerización de la migración
interna hace referencia a un proceso contrario al de blanquización representado
por la migración europea ultramariana de fines del siglo XIX. Se trata ahora de un
proceso de ennegrecimiento de la clase obrera. Los migrantes son los nuevos fo-
rasteros que traen un bagaje cultural tradicional y que invaden el espacio moder-
nizante, blanco y democrático del puerto. Como toda ruptura con los mitos, ésta
es traumática y amenazante sobre todo para los más creyentes en esta narrativa.
Para Adamovsky (2010) –quien considera que la constitución de las clases
medias y de los sectores populares en la Argentina está fuertemente asociada con
38 Sabemos que esta denominación europea para formaciones sociales ha sido puesta en cuestión por
la teoría dependentista, que ha mostrado que no se puede aplicar para el caso de América Latina
donde se desarrollan relaciones de semiservidumbre junto y articuladas a la profundización del
capitalismo.
39 La pureza campesina para Feinmannn no sabemos qué significa, si realmente cree en algún tipo de
pureza y cuál sería para él, aplicada al campesino.
40 La teoría de estos autores que no hemos desarrollado, si bien hacen referencia a la falta de experi-
encia sindical es mucho más compleja y sistemática.
106 Sonia Álvarez Leguizamón
41 Tomo este dispositivo que practican ciertos sectores de poder de un análisis que hace Silvia Rivera
Cusicanqui de la construcción de imágenes de indios y mujeres en un álbum de la Revolución
(1954) boliviana. El miserabilismo sería la creencia, la práctica y la retórica que reconoce las
condiciones de miseria y explotación de los sectores subalternos pero no su condición de sujetos
históricos o de clases en lucha, lo que produce un efecto de anonimato colectivo; “…el misera-
bilismo en la representación de los sectores subalternos resultan un arma de gran utilidad. Esta
noción le permite a las clases dominantes la objetivación y subalterniazación de estas poblaciones,
y la legitimación del clientelismo como nuevo modo de dominación anclado en redes escalonadas
y verticales de manipulación y dominio. La noción de miseria, al igual que las más moderna de
pobreza, despojan a los actores populares (indígenas, mujeres, trabajadores) de su condición de
sujetos de la historia” (2005: 171-172).
Formas de racismo indio... 107
42 “Los baluartes de la civilización habían sido invadidos por espectros que se creían aniquilados, y
todo un mundo, sometido a los hábitos y normas de la civilización, eran los nuevos espectros de
lo cierto y de lo irremediable. Conforme esa obra y esa vida inmensas van cayendo en el olvido,
vuelve a nosotros la realidad profunda. Tenemos que aceptarla con valor, para que deje de pertur-
barnos, traerla a la conciencia, para que se esfume y podamos vivir unidos en la salud” (Ezequiel
Martínez Estrada, 1983, párrafos finales, cursivas añadidas).
43 “Corría el mes de octubre de 1945. El sol caía a plomo sobre la Plaza de Mayo, cuando inespera-
damente enormes columnas de obreros comenzaron a llegar. Venían con su traje de fajina, porque
acudían directamente desde sus fábricas y talleres. [...] Frente a mis ojos desfilaban rostros ateza-
dos, brazos membrudos, torsos fornidos, con las greñas al aire y las vestiduras escasas cubiertas
de pringues, de resto de brea, de grasas y de aceites. Llegaban cantando y vociferando unidos
en una sola fe. […] Un pujante palpitar sacudía la entraña de la ciudad. [...] Era el subsuelo de
la patria sublevado. Era el cimiento básico de la nación que asomaba, como asoman las épocas
pretéritas de la tierra en la conmoción del terremoto. [...] Éramos briznas de multitud y el alma de
todos nos redimía. Presentía que la historia estaba pasando junto a nosotros y nos acariciaba suave-
mente como la brisa fresca del río. Lo que yo había soñado e intuido durante muchos años, estaba
allí, presente, corpóreo, tenso, multifacetado, pero único en el espíritu conjunto. Eran los hombres
que están solos y esperan que iniciaban sus tareas de reivindicación. El espíritu de la tierra estaba
presente como nunca creí verlo”. (Raúl Scalabrini Ortiz, 1973: 55, cursivas añadidas).
108 Sonia Álvarez Leguizamón
44 Para Gordillo (2016) el malón sería como la metáfora más profunda de la invasión. Se trata de una
“historia corporal y espacial, centrada en el recurrente regreso del malón como emblema de una
multitud indígena-negra-mestiza que es expansiva y vectorial y por eso amenaza la utopía geográ-
fica de una Argentina Blanca”.
110 Sonia Álvarez Leguizamón
Para Guber (1999), Ratier en esto coincidía con otros antropólogos sociales
que no exotizaban al medio rural mostrando cómo los trabajadores del interior en
Buenos Aires forman parte de clases subalternas. En este sentido Ratier argumenta
que el epíteto de cabecita negra es “anti-nacional”: designa un fenómeno social
argentino nacido de la contradictoria organización centralista de la Argentina, y de
la resistencia del interior a las pretensiones europeizantes de las elites. ¿Quiénes
son los “cabecitas”? “¿Es que antes no había?”. Según Ratier “Los hubo desde
siempre” (1971a: 9), desde la población indígena y la subsiguiente mestiza, más
visibles en las regiones del Noroeste y el Nordeste”.
En su descripción no usa sugestivamente la categoría conceptual de “migran-
te interno”, sino la de emigrados de sus pueblos natales. Radicalmente diferente a
la construcción porteñocentrada de migrante interno. Al igual que Neiburg, Hugo
Ratier, considera que la adscripción de los “cabecitas” a un nuevo movimiento
político fue fundamental en esta construcción subalternizada de estos sujetos co-
lectivos. Movimiento denostado por los liberales conservadores y también por la
“izquierda tradicional”, cada sector por distintos motivos, según el autor. Ambos
exaltan el primitivismo cultural de los recién llegados a la ciudad-puerto y a la po-
lítica. “¿Clase obrera? Cierta izquierda se resiste a admitirlo” (Ratier, 1971a: 32).
“…la endémica desigualdad regional fue la causa profunda de la
expulsión de población o migración interna que desde 1930 pasó
a integrar las filas trabajadoras del ‘período sustitutivo de importa-
ciones’. ‘La masa campesina que se desplaza hacia las ciudades, en
particular hacia Buenos Aires, está compuesta en su mayoría por
peones, minifundistas, changarines’ (1971a: 31). Son los ‘nuevos
obreros’, ‘la mano de obra que acude a manejar tornos y balanci-
nes [que]48 proviene de las provincias interiores’ (1971a:30). Los
‘cabecitas’ eran, en principio, estos trabajadores emigrados de sus
pueblos y provincias natales. Pero el choque se daba también en
otro plano, pues a mediados de los ‘40s estos migrantes internos y
nuevos obreros ‘…eran una masa triunfadora. Ellos engrosaron las
columnas obreras del 17 de octubre de 1945’ […] Allí estaba el ma-
tiz político que puso sal en el enfrentamiento cuasi racista de porte-
ños y provincianos: ser ‘negro’ era ser peronista, y viceversa. Y los
‘negros’ pisaban fuerte” (1971a: 13). “El doctor Mosca, candidato
a vicepresidente por la Unión Democrática, dice: ‘Turbas asalaria-
das... hordas analfabetas y alcoholizadas...alimañas embrutecidas’
[…] el ‘aluvión zoológico’ del inefable Sammartino, sujetos a las
más bajas apetencias, tropa fácil de arrear mediante torpes recursos
demagógicos. [...] Todas las armas son buenas en el enfrentamiento,
49 Si bien es uno de los pocos trabajos sistemáticos con mucha riqueza y profundidad que aborda
el tema, no vincula este fenómeno directamente con la condición neocolonial del racismo indio
aunque sí hace referencia a ese pasado colonial constitutivo, sin referirse a la tradición latino-
americana que aborda la temática salvo a González Casanova, las fuentes teóricas son sobre todo
europeas.
Formas de racismo indio... 113
50 Esta categoría nativa es usada en BA para referirse generalmente a zonas o viviendas precarizadas
del centro y de la periferia de la ciudad. Tugurio tiene una carga descalificadora (vivienda mal
acondicionada, pequeña y miserable; choza o casilla de pastores, según diversos diccionarios).
114 Sonia Álvarez Leguizamón
51 Esta idea de que el migrante interno es tan extranjero como el boliviano por ejemplo, aparece en
otras teorizaciones y explicaciones como veremos.
52 Esto porque se está refiriendo al racismo contra bolivianos, peruanos y paraguayos acaecido a
finales de los ‘90 como veremos más adelante.
Formas de racismo indio... 115
turan, como lo han demostrado Mauss y Durkheim (1971 [1903]). Son el producto
de relaciones de poder entre grupos sociales que a partir de estos mecanismos
clasificatorios y sus representaciones sociales, los hacen aparecer como naturales.
La función de las clasificaciones es justamente naturalizar y reificar las relaciones
de poder a partir de mecanismos que parecen racionales y que, en realidad, son
del orden de los sentimientos, de las creencias que se construyen a partir de esas
desigualdades jerarquizadas. Eso que Margulis llama metonimia es otra manera de
mostrar lo que denominamos racismo indio, corporizado en diversos sujetos que
muestran sobre todo en el color de su piel rastros de ese pasado.
Aunque como dice el antropólogo Gordillo (2013) el color de la piel blanco
no necesariamente lo hace a uno racista o no todos los que tienen piel oscura perte-
necen a las clases subalternas. Para Gordillo los oscuros son aquellas poblaciones
con ancestros de sangre “indígena” como un reciente gobernador de Salta.
“De la misma manera que hay argentinos rubios y de ojos celestes
como Osvaldo Bayer que siempre han luchado contra La Argentina
Blanca, hay argentinos con sangre indígena como el ex-gobernador
de Salta Juan Carlos Romero que siempre han sido sus grandes de-
fensores. La Argentina Blanca es un proyecto político-espacial que
ha sido definitorio de la historia nacional: el intento de hacer del
país un espacio blanco y libre de indios-mestizos-negros, o por lo
menos un espacio donde no se note demasiado que la mayoría de
la nación es morocha. Este es un proyecto utópico y acosado por el
vértigo que le genera la imposibilidad de su realización ante la reali-
dad de las multitudes con rasgos indígenas (esos negros de mierda),
pero que ha definido a las elites nacionales desde las masacres de
gauchos lideradas por Sarmiento en Cuyo y las masacres de indios
lideradas por Roca y Victorica en Pampa-Patagonia y el Gran Chaco
hace ya más de un siglo” (2013, cursivas añadidas).
Adamovsky (2012, 2009-2015) realiza un interesante análisis de la estructura so-
cial Argentina, donde combina las dimensiones espaciales o “regionales”, de clase,
culturales (modales y la educación “adecuada”) y raciales. Desarrolla el concepto
de “régimen de clasificación” que sería el “ordenamiento concreto de un escalafón
social”, que para él no está dado sólo por la cuestión económica sino también para
aspectos culturales y raciales. A estos suma un componente que denomina “regio-
nal” y que vincula con el color de la piel o con aspectos raciales. En la explicación
de este componente se puede observar como el interior está vinculado con un cier-
to racismo indio del interior: “provincianos de tez morena, o pobres”.53
Veamos someramente ahora algunas otras categorías nativas propias del ré-
gimen de conocimiento y representaciones del mestizaje del “nosotros porteño”,
como el de barbarie. Es llamativo cómo, a pesar de la fuerte crítica a esta idea
asignada a las clases subalternas y espacios políticos descalificados como el “in-
terior”, se mantiene en el lenguaje de algunos cientistas sociales argentinos, ya
entrado el siglo XXI. Pablo Dalle (2008), un sociólogo ocupado del análisis de
la estructura social argentina que sigue la tradición de Germani (ver por ejemplo
Dalle, 2010), en un estudio específico sobre estructura social anclado en preocupa-
ciones del bicentenario, desarrolla una teoría acerca de la identidad argentina muy
particular que continua la tradición racializada de la construcción nativo porteña
del “interior”, esta vez en forma de barbarie. Si bien Dalle estudia la estructura
social argentina desde una mirada clásica basada en el análisis del mercado de tra-
bajo y del empleo, en este ensayo afirma que en la Argentina el sistema de clases
se asocia con el origen sociocultural de las personas. A diferencia de los enfoques
anteriores críticos, su concepción reproduce las dicotomías fundantes del mito de
la construcción de la nación entre civilización y barbarie, asignándole a las clases
subalternas actuales, condiciones similares a una visión racializada (de barbarie) y
de la geopolítica nacional que ese mito encarna.
Para él esa identidad es hibrida, haciendo referencia teórica a Néstor García
Canclini (2001, 2004) un antropólogo argentino exiliado en México durante la
dictadura y que desarrolla el concepto de “culturas hibridas”, en los años ‘80.
Para Dalle, la identidad argentina tiene la barbarie metida en la civilización. Dalle
sigue usando las dicotomías fundadoras de la Generación del ‘80, neocoloniales
y raciales. No sólo considera a la barbarie sobreviviente a la civilización y les da
sentido en el presente, sino que entiende que lo híbrido de nuestra identidad estaría
hecho de ambas. Llama la atención otro elemento, el concepto de culturas hibridas
en Canclini se refiere a una propuesta para las culturas populares en América La-
tina, superadora de las dicotomías de tradición y modernidad más desarrollistas,
proponiendo que en vez de culturas populares se debe pensar en culturas hibridas,
en un sentido más plural que no remite para nada a una mixtura entre civilización
y barbarie. Dalle hace su propio desarrollo teórico de lo que entiende de la hibri-
dez entre civilización y barbarie, más allá y más aquí de Canclini. La hipótesis de
Dalle manifiesta que estas diferencias, junto a la discriminación y desigualdad,
se actualizan en el presente. Afirma que “la causa principal de la carencia de un
otras, también hubo un componente regional en estas divisiones de clase. De este modo, en la es-
cala de ‘respetabilidad’ social, alguien blanco, con determinada capacidad de consumo y residente
en Buenos Aires accedía a mayores oportunidades que un provinciano, de tez morena o pobre. A
esta división se agregaban las consideraciones de tipo culturales: de acuerdo al ideal sarmientino,
podían distinguirse ‘barbaros’ y ‘civilizados’, en el suelo argentino según el grado en que pose-
yeran los modales y la educación adecuada (es decir, europea). Por omisión, a menos que pudiera
demostrar lo contrario, podía sospecharse de las credenciales ‘civilizadas’ de alguien no blanco o
pobre (más aún si era del interior)” (2015: 117).
Formas de racismo indio... 117
proyecto de nación que nos contenga a todos” es esta exclusión y la falta de hi-
bridación.
“La exclusión de los ‘oscuros’, ‘morochos’ o ‘negros’ de los locales
bailables, la extrema pobreza a la que están sometidos los pueblos
aborígenes del país tanto en comunidades rurales como en ghetos
urbanos y la desigual conformación del sistema de clases según el
origen socio cultural de las personas son solo algunos ejemplos que
dan cuenta de ello” (2008: 198, cursivas añadidas).
Considera que “las diferencias socioculturales de sus pobladores aún se traducen
en fuentes de discriminación y desigualdad marcando a fuego una nación que
se desgarra en sus raíces. En el relato de Dalle hay una tensión entre la idea de
mezclas e hibridez y la persistencia de la dicotomía civilización/barbarie a la que
considera como diferentes “formaciones sociales” que es necesario fusionar.
“Ambos proyectos representan dos modelos de nación diferentes
que se concibieron como excluyentes sin reparar en que el problema
reside en disociar tajantemente dos formaciones sociales que ‘en
realidad’ conviven entremezcladas: la civilización está en la barba-
rie y la barbarie está en la civilización. El entramado social y cultu-
ral argentino es híbrido, conforma un tejido heterogéneo en donde
no es posible aislar sus componentes en estado puro. ‘Civilización
y barbarie [son] una misma cosa, como fuerzas centrífugas y cen-
trípetas de un sistema en equilibrio’ (Martínez Estrada, 1983: 341).
Ambos proyectos fueron creadores de ficciones, nos constituyeron
como lo que somos pero en tanto expresaron sólo la voz de una
parte, son parte de la nación imposible. […] ficción orientadora que
dejó a un lado a nuestras poblaciones criollas e indígenas” (Dalle,
2008: 100).
En este sentido, su interpretación de las formaciones sociales de ambas partes de
la dicotomía, objetiva con meridiana claridad las configuraciones sociales de la
civilización y la barbarie, ya no de principios de siglo XX sino del XXI. El cons-
tructo teórico de Dalle es paradigmático, porque concibe una dentro de la otra:
“dos formaciones sociales que ‘en realidad’ conviven entremezcladas: la civiliza-
ción está en la barbarie y la barbarie está en la civilización”. Además su utopía
política sería promover esa hibridez o lo que también llama “fusión étnica”, lo que
rememora los mitos de principios de siglo XX: la fusión racial que dio lugar a la
idea del crisol de raza blanca. También en ese entonces la intención era la mezcla
entre ambos grupos, llamada política de mestizaje. En ese entonces, algunos como
el caso de Bialet Massé ponían mucho énfasis en la mejora de las condiciones
118 Sonia Álvarez Leguizamón
sujetos, al afirmar las jerarquías fundantes de ese relato. Naturaliza así la cons-
trucción de clase de las elites con autoconciencia “civilizada”. Aunque denuncie
la discriminación, su propuesta y su relato abonan un pensamiento similar –en su
sustrato profundo– a la idea fuerza de la superioridad blanca. Repite las mismas
explicaciones de este sujeto histórico del peronismo: el obrero descalificado por
sus modales, su pertenencia a las provincias del “interior” y por su color de la piel
oscuro, lo que se sutura en una cadena de homologías con las poblaciones nativas,
morochas o indígenas.
Siguiendo en la indagación sobre las etiquetas del mestizaje argentino, la an-
tropóloga Claudia Briones desarrolla una compleja e interesante teoría de las lógi-
cas racializadoras en la Argentina y cómo en ellas está incluida la racialización de
lo que llama aborigeneidad –en diferentes formas clasificatorias (mestizo, criollo,
población de las provincias del norte, migrantes internos, cabecitas negras, indí-
genas mapuches u otros)–, asociadas a la construcción de una nación blanca. La
autora habla de “líneas de color” y de racialización del “interior” como una de las
tres lógicas que constituyen la formación “maestra” de la alteridad argentina. Lo
que hemos llamado racialización del “interior”, o el indio interior a Buenos Aires.
“La formación maestra de la alteridad en la Argentina fue resulta-
do de una particular imbricación de maquinarias diferenciadoras,
estratificadoras y terrritorializadoras, habilitantes de un conjunto
de operaciones y desplazamientos que, para sintetizar el argumento,
agruparía en torno a tres lógicas principales. Una de incorporación
de progreso por el puerto y de expulsión de los ‘estorbos’ por las
puertas de servicios, primera lógica que se liga a una segunda de ar-
gentinización y extranjerización selectiva de alteridades, estando a
su vez ambas lógicas en coexistencia con una tercera de negación e
interiorización de las líneas de color […] los contingentes internos
que se consideran inaceptables no sólo se piensan deambulando por
caminos periféricos, sino que tienden a ser eyectados por la trastien-
da. Esta idea de que los argentinos venimos de los barcos se refuerza
con la propensión especular a expulsar fuera del territorio imagi-
nario de la nación a quienes se asocian con categorías fuertemente
marcadas, mediante una común atribución de extranjería que ha
ido recayendo sobre distintos destinatarios…” (2005: 22, cursivas
añadidas).
En los ejemplo que da de esta última lógica de expulsión, están por ejemplo los
“mapuches” , pasibles siempre de ser rotulados como “chilenos” –por ende, indí-
genas, “invasores” o “visitantes” sin derechos” a reclamar hoy reconocimientos
territoriales. Incluye a los habitantes de provincias del norte argentino sin llamar-
los de esa manera. Dice:
120 Sonia Álvarez Leguizamón
56 “En suma, la postura que sostiene el Ministro para fijar la identidad de algunos contingentes so-
ciales en ciertas direcciones y no en otras parte de que no se puede confundir ‘ser’ con ‘parecer’.
Así, si en EEUU. no hay forma de que quien ‘parece’ negro no lo sea, en Argentina se puede ‘pa-
recer’ indígena por el color de la piel pero no serlo. Sugestivamente, empero, si proponer que las
marcas corporales no permitirían establecer lindes inequívocos entre indígenas y (ciertos) criollos
parece etnicizar la aboriginalidad, paralelamente nos muestra que el ‘color’ no se abandona como
medio para describir/significar/predicar sobre la realidad de la membresía de ciertos contingentes
desmarcados como ‘individuos del país’, en pro de consolidar una hegemonía por transformación
que, para reforzar las posiciones de los grupos dominantes, apuesta a una pronta homogenización
cultural de la heterogeneidad (Briones, 1998a)”, (Briones, 2005: 25-26).
Formas de racismo indio... 121
57 En el caso de Francia, por ejemplo, existen una serie de datos que recogen encuestas oficiales sobre
gustos y tipo de actividades culturales, deportivas u otras que realizan los individuos, lo que ha
permitido a Bourdieu –en su libro La distinción–, construir una jerarquía de clases “en el papel”
según gustos, posicionamiento económico, ocupaciones y estilos de vida.
124 Sonia Álvarez Leguizamón
ansiando allí donde les parecería más propicio o más cercano al familiar o al ami-
go que llego antes que ellos”.58
El Concejo Deliberante de la ciudad de BA de ese entonces, conteste con
esta línea de creencias, crea una comisión para estudiar el “problema” de las villas
miseria, dado que se creía importante que el Estado intervenga porque “en ellas vi-
vían los inmigrantes atraídos durante el peronismo que, sumergido en la ‘abulia y
la indiferencia’ no querían salir de esos tugurios, por lo que era necesario obligar-
los para que, con ayuda oficial, “pero principalmente merced a su propio esfuerzo
y al de sus vecinos”, fueran reasentados previo trabajo en los barrios que se cons-
truyeran para recibirlos. A otros habría que impulsarlos a volver al campo, con lo
que se recuperaría mucha gente para la “labor útil” pues allá “hay delincuentes y
gente falta de moral”, pero también “quienes han venido a la ciudad deslumbrados
por sus luces y han llegado a esos lugares forzados por la situación. A esos hay que
ayudarlos y reintegrarlos a la vida normal”.59
En este relato el peronismo no sólo se constituye de cabecitas negras sino
que atrae a más provincianos ingenuos: deslumbrados por las luces de la ciudad
que engrosan esos tugurios en situación de abulia, indiferencia y delincuencia,
(cuerpos sujetos de la violencia) para obligarlos a salir de allí, para ser “reasenta-
dos” o devolverlos al “campo”. Se observa, en las políticas gubernamentales cita-
dinas, la cadena de desprecio de clase, raza, política y geopolítica (centro, capital/
interior, provincias), la persistencia de la sensación de invasión y la construcción
de extranjería de estas poblaciones como contracara.
El “problema de la vivienda” al igual que lo fue el rancho del interior (Agui-
lar, 2014) en la primera mitad del siglo XX, se asocia a una cuestión amoral sobre
todo adjudicada a los pobladores de las villas: provincianos del interior y además
peronistas.
A mediados de los ‘60 monseñor Podestá, manifiesta que el problema moral
era inherente a los pobladores de las villas, donde existía “una negligencia no
económica sino moral. En otras palabras hace falta desarrollar en los pobladores
de las villas miseria una idea de progreso y dignidad”. Consideraba60 que además
de soluciones técnicas “debe realizarse una acción humana sobre los habitantes de
las villas […] Son hábitos mentales nuevos los que deben inculcarse en la gente
que viven en estas condiciones”.61
58 “San Martín sigue con sus villas miserias” en La Nación, 18 de septiembre de 1957, en Laguado
Duca (2009: 91, cursivas añadidas).
59 Manicini, “Problemas de las Villas Miserias”, La Nación, 12 de julio de 1958, en Laguado Duca
(2009: 138).
60 Como cierta corriente de promoción comunitaria y de las teorías de la marginalidad que explica-
ban el problema de las villas a partir de denigrar moralmente a los propios habitantes y promover
dispositivos educadores (ver Álvarez Leguizamón, 2003; Aguilar, P. L., 2014).
61 “Tratose un problema social en el Rotary”, La Nación, 16 de abril de 1964, también “La vivienda
en la América Latina” editorial, La Nación, 24 de septiempre de 1964. Laguado Duca (2009: 218).
Formas de racismo indio... 127
Más tarde durante la dictadura militar del 76-83 –según Ozlak (1991)– la po-
lítica llevada a cabo en la ciudad de Buenos Aires, bajo el gobierno de Cacciatore
es de reconstrucción de la ciudad blanca. Una estrategia urbanística que puntuali-
za su carácter racial blanco como ciudad imaginada para la elite y que desarrolla
dispositivos de invisibilización de zonas pobres, erradicándolas y llevándolas a
los extramuros de la ciudad blanca. Como venimos viendo este dispositivo no es
nuevo y se ancla en tiempos históricos de más larga data, el que se actualiza tam-
bién en épocas democráticas como las políticas llevadas a cabo por el gobierno de
la ciudad de “blanqueamiento” de BA de parte de Macri (2007-2011; 2011-2015).
En este apartado haré algunas reflexiones sobre nuevas manifestaciones de
racismo indio porteño y de la configuración descalificante hacia el interior en
general que aparece en la BA de fines del siglo XX y principios del XXI. Una de
ellas, lo que algunos llamaron en los inicios de los ‘90, la “provincialización de
la protesta”, otra la criminalización de la protesta del movimiento denominado
piquetero, junto a la potenciación de un racismo contra migrantes “regionales” o
de países limítrofes (nominaciones poco claras de las ciencias sociales). En estos
episodios, luchas sociales y movimientos sociodemográficos se puede observar al
racismo del indio interior/exterior que se activa de diferentes maneras y en diver-
sas circunstancias.
Una imagen que aparece muy fuerte en BA en ese período, vinculada con
diferentes aristas del racismo indio es el que se podría sintetizar con la frase de
“invasión silenciosa”, que remite a una amenaza ya no pública –por ello “silencio-
sa”–, como fueron percibidos los movimientos de población de piel oscura ante-
riores: la “migración interna” plebeya corporizada ahora en una nueva generación
de inmigración de poblaciones de provincias –asociados generalmente con las del
“norte”– y los migrantes de algunos países limítrofes, fronterizos o regionales,
sobre todo bolivianos y peruanos.
En una muy breve síntesis mostraré estas problematizaciones, haciendo hin-
capié en los aspectos vinculado a la construcción de un otro lejano y alterizado,
donde se activa el racismo indio en grados diversos, en base a diferentes fuentes:
periodísticas, narrativas de cientistas sociales, entre otras.
Veremos como en este período reaparece la amenaza sintetizada en palabras
como motín, aluvión, invasión vinculada en la genética profunda del racismo por-
teño a los malones indios, que luego se perciben como “aluviones zoológicos” de
pobladores del interior o invasión de “migrantes internos”, encarnado en sujetos
políticos de una clase trabajadora que ha nacido en el “interior” y que reclama
mejores condiciones de vida y de trabajo. El malón indio sobre las ciudades o los
puestos de avanzada de las campañas de extermino que se desarrollaron desde la
colonia, durante la conformación de la república y parte del principio del siglo
XX, se subsume en ese imaginario antiindio y antipopular, vinculado con clases
trabajadoras que en su piel muestran su linaje indio. Palabras y nociones que re-
128 Sonia Álvarez Leguizamón
62 Ver Grassi (2006) y Klein (2008) para un análisis pormenorizado de este discurso.
Formas de racismo indio... 129
64 Esta teoría construye una visión que adscribe valoraciones de arcaísmo e improvisación a lo que
se denomina “rebelión primitiva”, no sólo para describir el “bandolerismo social” precapitalista,
sino para explicar los movimientos de “masas” latinoamericanos y de países “infradesarrollados”.
Estos son caracterizados por Hobsbawm como “reliquias del pasado”, con significados “prepolíti-
cos”, expresiones del “atraso de los pueblos”, no modernos, con liderazgos “primitivos” a diferen-
cia de los movimientos modernos europeos clasistas, con cuadros o de vanguardias (Hobsbawm,
2001 [1966]: 286-287).
65 Es importante destacar que muchos obreros del petróleo de esas zonas tienen color de piel oscuro.
En el caso de las ciudades petroleras de Neuquén y la Patagonia, se observa –desde muy temprano
en el siglo XX– presencia de trabajadores migrantes de “provincias” y existen estudios actuales
sobre racismo por esa causa, como lo demuestra el trabajo de Grimson y Baeza (2011).
66 La ciudad capital de Buenos Aires con una población de 2.776.138 habitantes en 2001. El Gran
Buenos Aires tiene más de nueve millones de personas, la mayoría de ellas ocupadas por sectores
obreros y barrios pobres.
Formas de racismo indio... 131
67 Chacarero es generalmente el extranjero europeo que trabaja y vive en una chacra. La chacra es
una palabra de origen quechua que significa granja o alquería (casa de campo que se destina a la
labranza). Esta palabra es muy usada en la zona de colonización europea (Pampa húmeda) sobre
todo italiana, no así en la zona norte donde se utiliza granja.
68 En 1936 se registra otro hecho de similares características por los colonos chaqueños y luego, en
1970, por las Ligas Agrarias.
69 Así llamado a un movimiento de corte de rutas de empresarios sojeros ante una resolución que
modificaba los impuestos a las exportaciones de soja en el primer gobierno de la presidenta Cris-
tina Kirchner.
70 Su acepción en lengua castellana significa “extranjero, especialmente de habla inglesa, y en gene-
ral hablante de una lengua que no sea la española” y es extensivo a todas las “persona rubia y de
tez blanca”. Se dice que sus orígenes se remontan a la Guerra entre México y Norte América de
finales del siglo XIX, donde los mejicanos gritaban: “vuelvan a sus casas”, green go home.
132 Sonia Álvarez Leguizamón
Imagen II.2
“Los piqueteros protestaron, esta vez sin palos ni capuchas”71
71 En este artículo paradojalmente se trata de informar sobre una manifestación sin palos ni capu-
cha a pesar de que la foto muestra lo opuesto. En ese momento “la Justicia porteña emitiera una
orden, el viernes último, ordenando desarmar a los piqueteros que porten palos y capuchas”, [en
línea] http://www.infobae.com/2005/02/21/168131-los-piqueteros-protestaron-esta-vez-palos-ni-
capuchas [consulta: 21 de febrero de 2005].
72 Aquí está haciendo referencia a esta idea desarrollada por Svampa y Martuccelli del peronismo
como una estructura de sentimientos, que es a su vez un concepto de Raymond Williams (2000).
Este autor lo define como el tono, la pulsión, el latido de una época. No tiene que ver sólo con
su conciencia oficial, sus ideas, sus leyes, sus doctrinas, sino con las consecuencias que tiene esa
conciencia en la vida, mientras se la está viviendo. Como si fuera el estado de ánimo de toda una
sociedad, en un período histórico. Aunque intangible, tiene grandes efectos sobre la cultura, puesto
que produce explicaciones y significaciones y justificaciones, que influyen sobre la difusión, el
consumo y la evaluación de la cultura misma. Podríamos decir nosotros que la estructura de sen-
Formas de racismo indio... 133
timientos se asemeja a lo que Elías llama configuraciones afectivas de las relaciones intersubjeti-
vas entre las clases. Williams lo coloca más en la cuestión genérica cultural de la época pero, para
Elías, tienen mucha importancia las relaciones de poder entre las clases.
73 “…Que busca autoafirmarse a través de la acción directa en tanto ser excluidos dentro del modelo
neoliberal. En esa suerte de autoafirmación de ciertos rasgos culturales asociados con las clases
populares aparecen como altamente disruptivos y son también los que provocan tanto desprecio
por parte de las clases medias en todo momento. Hablo de proletariado plebeyo porque conforma
los contornos de una nueva clase popular [...] Por eso ya no se puede hablar de clase popular en
singular, hay que usar el plural, porque hay una fragmentación o distancia entre los excluidos y el
mundo de los trabajadores sindicalizados, por ejemplo…”
134 Sonia Álvarez Leguizamón
está anclada en las visiones racistas coloniales del indio y las higienista y eugené-
sicas republicanas del siglo XIX y XX (Álvarez Leguizamón y Queiroz Coutinho,
2004).
Susana Torrado plantea la activación de una confrontación étnica entre crio-
llos y blancos luego de la crisis de 2001, y manifiesta: en “momentos como el
presente, en los que la desocupación y la precarización parecen no respetar los
límites sociales, cuando por primera vez el empobrecimiento alcanza a importan-
tes segmentos de las clases medias, parecen confirmar esas representaciones ima-
ginarias” (cursivas añadidas). Creemos que cuando afirma que este proceso “no
respeta límites sociales”, se refiere a que la precarización avanza sobre los blancos
y no sólo sobre los “criollos”.
Podríamos decir que en ese “evento crítico” de 2001, los límites sociales,
las barreras fijadas entre estas configuraciones se han roto en algún punto ya que
aparecen pobres blancos de clase media. Sin embargo, la ruptura no es de carácter
sociodemográfico, en el sentido que comience a haber un intercambio de matri-
monios entre esas clases o que empiece a ser considerado bueno y normal con el
objeto de romper con las diferencias socioétnicas y la discriminación que implica.
Este proceso tiene que ver con cuestiones económicas de empobrecimiento de esta
clase, todo a lo largo del país, producido como efecto de las reformas neoliberales
del período anterior. Proceso largamente analizado por las ciencias sociales argen-
tinas en términos económicos y de las redes sociales que estos grupos desarrollan
para no seguir cayendo. Sin embargo, pocos estudios han planteado esta cuestión
mostrando las transformaciones de las configuraciones aquí desarrolladas. Quizás
porque es una tematización generalmente invisibilizada en la tradición de la re-
flexión sobre esta temática y quizás también porque estas mismas clases medias,
empobrecidas blancas, dejaron de mostrar su rostro público en esa ciudad, cuando
juntaban cartón en las calles durante el 2001 hasta casi el 2003.
Sin duda el proceso de dinamización de la economía y distribución de los
ingresos que propuso el gobierno nacional llamado kirchnerista –que se sucedió a
partir de ese año– incorporó de nuevo a estos sujetos a las clases medias y los sacó
de las calles, al igual que les otorgó subsidios asistenciales cercanos a derechos
–como la Asignación Universal por Hijo –que fijó un piso mínimo a la explotación
del trabajo y minimizó los trabajos de autoempleo, alto riesgo, precarización en
la escala más destituida del empleo, como lo es juntar basura en las calles. Pero
también hubo otro proceso concomitante de extirpación de los cartoneros que que-
daron, los de piel oscura. En este caso el proceso no fue pacífico sino violento, a
partir de políticas de blanqueamiento –podríamos decir– que llevó a cabo el go-
bierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, con la gestión de Mauricio Macri
(Perelman, 2010).
Veremos seguidamente cómo la asociación del movimiento piquetero al mo-
rocho atraviesa todas las posturas políticas y sectores sociales, como se observa en
Formas de racismo indio... 135
Aparece de nuevo la subsunción de las etiquetas racializadoras del siglo XX, el pi-
quetero como encarnación del cabecita negra, del descamisado y de su antecesor:
el gaucho “matrero”, parecida a la de los historiadores revisionistas ya analizada.
Dice un militante de la Corriente Pucará kirchnerista que critica la estigmatización
de la pobreza y del piquetero.78
“Un airecillo furioso amenaza extenderse hacia –y contra– las or-
ganizaciones y movimientos sociales irreverentes, puntualmente
llamadas ‘piqueteros’. El piquetero es una réplica callejera del
gaucho matrero de las Montoneras, la versión moderna del impío
descamisado del 45 antes de ser sometido brutalmente por sucesivas
dictaduras militares y gobiernos civiles de corte liberal. Los pique-
teros no posan de puros. Son morochos y tienen malos modales.
Frente al periodismo, su modesto lenguaje puede traicionarlos. No
marchan a hacer ofrendas a la virgen de Luján, van a las casas de
gobierno y a los ministerios a exigir sus derechos. Sus bombos y
tambores no son de teflón ni cantan el himno por cualquier menu-
dencia”.
José María Pasquini Durán, un periodista de origen comunista que critica a aque-
llos que se denomina con el mote de gorilas (antiperonistas) y su racismo pique-
tero, en su descripción de los hechos, hace mención a su condición de morochos y
la repulsión de clase antiperonista que provocan.
“El acto de la CGT por el 1º de Mayo fue una ofrenda de mucho
peso para las ambiciones políticas de los Kirchner. Como sucede
casi siempre, la movilización de los morochos en torrentes con olor
a sudor provoca náuseas entre los gorilas. Por derecha, puesto que
se trata de una parte sustancial del legado de Perón y por izquier-
da, debido a esa interminable nostalgia por las masas obreras que
hasta ahora no quisieron sacudirse las telarañas del nacionalismo
burgués”.79
El relato periodístico se hace eco del sentido común de una clara racialización
del piquetero de tez morena a diferencia del que viene de sectores medios y en
furcios o de manera solapada, reaparece la subsunción con lo indio. Por ejemplo,
un economista neoliberal y candidato a presidente Ricardo López Murphy, afirmó
que los piqueteros son “los indígenas del siglo XXI”. El furcio de Fernando Bravo,
un periodista de la radio porteña Continental, también subsumió a los piqueteros
78 Carlos Fernández a las 02:12, en Política Nacional. Corriente Pucará [en línea] http://pucara.
fullblog.com.ar/piqueteros.html [consulta: 9 de noviembre de 2009].
79 J. M. Pasquini Durán “Morochos”, Página 12, [en línea] http://www.pagina12.com.ar/diario/el-
pais/subnotas/124223-39724-2009-05-02.html [consulta: 2 de mayo de 2009].
Formas de racismo indio... 137
80 “Fernando Bravo: ¿se vienen los ‘indios’?” Indyedia, [en línea] http://argentina.indymedia.org/
news/2010/05/732738.php. [consulta: 14 de mayo de 2010, 4:07 PM]. Fuente: Memorias de la
Tierra Blogspot.
81 “Rasgos duros y cabello crespo” que “ilustraba la nota y para que no quedaran dudas de la línea
editorial recurrieron al photoshop y le borraron un diente. Un morocho, desdentado, pobre y ex-
tranjero se convertía en uno de los miles de inmigrantes que venían a la Argentina a robarnos a
nosotros […] a usar nuestras escuelas y a delinquir”. Mariana Moyano “Un debate indoamerica-
no”, Página 12, [en línea] http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-158803-2010-12-17.html
[consulta: 17 de diciembre de 2010].
138 Sonia Álvarez Leguizamón
Imagen II.3
La invasión silenciosa
Formas de racismo indio... 139
82 Análisis demográficos han demostrado que la migración no es solo rural/urbana sino que existe
una importante migración urbana/urbana.
140 Sonia Álvarez Leguizamón
83 “El poder político no solo contribuye a producir la ilegalidad de los inmigrantes sino que acto
seguido, los culpa a estos del mismo hecho. La exclusión del sistema se sublima en una supuesta
malignidad de la víctima” (Sabarots, 2002: 103-104).
Formas de racismo indio... 141
84 “Una familia boliviana concurrió a la Asociación Civil Altiplano porque su hijo quería dejar la
escuela: ‘Al pequeño lo llamaban indio, bolita, negro, con deprecio. Los maestros decían que no
había que darle importancia. Y pedimos una reunión los padres [de otros niños]. Ahí nos dimos
cuenta que era cuestión de ellos, porque dos padres nos empezaron a gritar que los bolivianos
teníamos la culpa de la desocupación’” (Clarín, 16 de abril de 1998: 4, en Margulis, 1998: 30, el
énfasis me pertenece).
85 Ver en Margulis, 1998; La Nación, 21 de abril de 1991.
86 Entre otros párrafos del artículo destacamos el siguiente “...Un descenso del nivel de capacidad
cerebral de nuestros pobladores (argentinos) por migraciones subdotadas (sudamericanas) conde-
naría al país a un desarrollo parcial y detenido. Ya no es posible soslayar que la subcultura aluvi-
onal de bajo nivel intelectual de nuestro país nos impide lo que debe ser una existencia civilizadora
y está en pugna con los valores fundamentales sobre los que se basa un proyecto nacional. Esta
invasión puede además derivar en riesgos para nuestra integridad nacional” (La Nación, 21 de
abril de 1991).
142 Sonia Álvarez Leguizamón
87 Este acápite es una reescritura de mis aportes al artículo “Desigualdad urbana, pobreza y racismo:
las recientes tomas de tierra en Argentina”, en colaboración con María Ángela Aguilar y Mariano
Perelman (2012).
88 Fotoshop: El proceso de la toma del Parque Indoamericano: Sonia Álvarez Leguizamón a partir de
imágenes del diario Página 12 acerca de la toma.
Formas de racismo indio... 143
Imagen II.4
La toma del Indoamericano
89 Fotoshop “Del basural a la ciudad”, Sonia Álvarez Leguizamón en base a fotos de Página 12 en
ocasión de la toma.
144 Sonia Álvarez Leguizamón
Imagen II.5
Del basural a la ciudad
90 Argentina limita con Chile al Oeste; al Norte con Bolivia, Paraguay y Brasil, y al Este con Brasil
y Uruguay.
91 Para Scott, la transcripción pública es el autorretrato de las elites dominantes, tal como ellas
mismas se ven. Dado el poder usual de éstas para imponer performances a otros, el discurso de la
transcripción pública es una discusión sin contrapeso (desbalanceado). Mientras está lejos de ser
meramente un conjunto de mentiras y representaciones distorsionadas, es, por otra parte, una na-
rrativa significativamente parcial y partidista. Está diseñada para impresionar, afirmar y naturalizar
el poder de las elites dominantes y para ocultar o eufemizar la oscura línea de la dominación. Para
146 Sonia Álvarez Leguizamón
Scott hay también una infrapolítica de los dominantes y de los dominados basada en la transcrip-
ción oculta. La infrapolítica permite explicar las formas del poder y de la resistencia cotidiana.
Le interesa cómo la transcripción oculta es construida, sostenida y los propósitos a los que sirve.
¿Por qué son tan importantes, en las relaciones de poder, la performance pública de la deferencia
y la lealtad? (Scott, 1990).
92 Es paradojal que una defensora del pueblo, seguramente profesional del derecho, tenga esa idea de
lo que es la defensa de los derechos del pueblo.
93 “Pierini: ‘No se le puede exigir a los porteños que brinden vivienda a los habitantes de todo el mundo’,
Página 12, [en línea] http://www.pagina12.com.ar/diario/ultimas/subnotas/20-50790-2010-12-09.
html [consulta: 9 de noviembre de 2010].
94 Uno de los más conocidos reza: “no hay mejor negocio que comprar un porteño por lo que vale
y venderlo por lo que dice que vale”. En América Latina esta creencia se generaliza a veces para
todos los argentinos.
Formas de racismo indio... 147
interior “norteño” con lo boliviano, a través de algunos relatos que salen a la luz,
gracias a la prensa que estuvo presente en el lugar.
En la imagen siguiente (ver Imagen II.6)95 se visualiza la toma del parque a la
noche y la vigilia de los ocupantes para no ser desalojados.
Imagen II.6
La resistencia de los ocupantes del Indoamericano
95 Fotoshop realizado por Sonia Álvarez Leguizamón en base a fotos del diario Página 12, en oca-
sión de la toma.
96 Página 12, 13 de noviembre de 2010.
148 Sonia Álvarez Leguizamón
Un vecino manifiesta que vinieron muchos inmigrantes bolivianos y “se fue crean-
do una especie de bronca. Ahora, cada vez se ven más. Con los uruguayos, los pe-
ruanos, los paraguayos no pasa, porque físicamente son más parecidos a nosotros.
Pero fijate lo que pasa: (en el Indoamericano) mataron a un salteño creyendo que
era boliviano.97
Boliviano, salteño, el habitante con piel oscura no tiene “nacionalidad” en ese
imaginario. La subsunción entre “negro de mierda” y villero se activa junto a la
crítica a los planes. La nota periodística releva la siguiente situación:
Luego de logrado el encuentro entre la presidenta y el jefe de gobierno de
la ciudad se decide realizar un cerco para censar a los habitantes y comprobar su
situación de “carencia”. El cerco simboliza la violencia que permite el censo:98
“A cuatro cuadras del cerco que realizan la Gendarmería y la Pre-
fectura al Parque Indoamericano, un puñado de vecinos de Villa
Soldati mantiene cortada la Avenida Escalada, cerca de la bajada
de la Autopista Dellepiane. Una mujer se queja del rol de la prensa
en esta semana conflictiva. ‘Vienen a hacerles reportajes a estos
negros de mierda y nadie habla con nosotros’ […] Asegura que los
okupas usan el dinero de los subsidios para comprarse televisores
de pantalla plana. Para hacer el corte, los vecinos utilizan dos de
los baños químicos que se destinaron para las personas que hacen la
toma. ‘Que caguen en el piso’, contesta Patricia cuando el cronista
le hace esta observación”.99
La bronca de los sectores medios hacia los pobres asociada al consumo de televi-
sores es inveterada en la Argentina. Hace muchos años cuando recién comenzaban
las villas también se decía lo mismo “son pobres y ¿compran televisores?”
Buenos Aires es la ciudad del mundo después de La Paz con más población
nacida en Bolivia. Se calcula que un millón quinientas mil personas autóctonas de
Bolivia viven en esa ciudad. Luego de las muertes, el gobierno porteño produce
una conferencia de prensa a los dos días. Las declaraciones racistas y xenofóbicas,
del jefe de gobierno de la ciudad Macri, hecha cuerpo en sujetos como los mi-
grantes bolivianos sobre todo, vinculándolos a la “inmigración descontrolada”, las
mafias, los estupefacientes y una cultura “inferior”.
97 “En villa lugano, la tranquilidad avanza pero los prejuicios permanecen y dividen a los vecinos.
Un barrio cruzado por el miedo y la xenofobia”, Página 12, [en línea], http://www.pagina12.com.
ar/diario/elpais/subnotas/158988-51023-2010-12-20.html [consulta: 20 de diciembre de 2010].
98 Censo del Ministerio de Desarrollo Social por el acuerdo de la pacificación: 13.300 personas (rea-
lizado el 13 de diciembre de 2010) con 300 aproximadamente trabajadores sociales –se tenía que
hacer en un día por los acuerdos–. Macri quería saber ¿cuántos eran?
99 Censo del Ministerio de Desarrollo Social…, cit.
Formas de racismo indio... 149
100 Gustavo Veiga “Los inmigrantes no le simpatizan a Macri”, Página 12, [en línea] http://www.
pagina12.com.ar/diario/elpais/1-158642-2010-12-14.html [consulta: 14 de diciembre de 2010].
101 El PRO aun no resolvió qué hacer ante el conflicto. La indecisión macrista”, Página 12, [en línea]
http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/subnotas/1-50862-2010-12-13.html [consulta: 13 de di-
ciembre de 2010].
102 “Ante Cancillería y el INADI. La Embajada de Bolivia reclamó ‘disculpas públicas’ a Macri por
sus dichos sobre inmigración. La Embajada de Bolivia en Buenos Aires reclamó disculpas públi-
cas del jefe de Gobierno porteño, Mauricio Macri, por sus dichos respecto a la inmigración, los
que tildó de ‘xenófobos’”. Ámbito Financiero, [en línea] http://www.ambito.com/558022-la-em-
bajada-de-bolivia-reclamo-disculpas-publicas-a-macri-por-sus-dichos-sobre-inmigracion.
103 Típica agresión de sectores conservadores en la Argentina que ponen en los militantes sociales las
culpas de todos los conflictos, sin fundamentos.
104 Ámbito Financiero, [en línea] http://www.ambito.com/558022-la-embajada-de-bolivia-reclamo-
disculpas-publicas-a-macri-por-sus-dichos-sobre-inmigracion.
150 Sonia Álvarez Leguizamón
105 “Tras los dichos de Macri, vecinos de Lugano y Soldati se enfrentaron con piedrazos y tiros con
los ocupantes, batalla entre pobres y más pobres en el parque”, Página 12, [en línea]. http://www.
pagina12.com.ar/diario/elpais/1-158446-2010-12-10.html [consulta: 10 de diciembre de 2010].
106 Carlos Rodríguez, “En el club Albariño reclaman ser censados para irse “no queremos que-
darnos en el club”, Página 12, [en línea] http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/subno-
tas/1-50953-2010-12-16.html [consulta: 16 de diciembre de 2010].
Formas de racismo indio... 151
107 “El jefe de gobierno demandado por ‘incitación al odio’ bajo la ley 23592. El racismo de
Macri, a la Justicia” Página 12, [en línea], http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/subno-
tas/1-50832-2010-12-11.html [consulta: 10 de diciembre de 2010].
152 Sonia Álvarez Leguizamón
Bibliografía
Adamovsky, Ezequiel (2009-2015) Historia de la clase media argentina. Apo-
geo y decadencia de una ilusión, 1919-2003, edición corregida y aumenta-
da, Booket, Editorial Planeta, Ciudad de Buenos Aires.
(2010) “La clase media y el trauma peronista”, en Revista Ñ, Página 12,
Buenos Aires, 8 de mayo de 2010.
(2010) “La clase media quiere su 17 de octubre”, en Revista Ñ, Pagina 12,
Buenos Aires, 13 de mayo de 2010.
(2012) Historia de las clases populares en la Argentina. Desde 1880 hasta
2003, Editorial Sudamericana, Buenos Aires.
(2014) “La cuarta función del criollismo y las luchas por la definición del
origen y el color del ethnos argentino (Desde las primeras novelas gauches-
cas hasta c. 1940), Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana
“Dr. Emilio Ravignani”, tercera serie, núm. 41, segundo semestre 2014,
pp. 50-92.
Aguilar, María Ángela (1994) Efectos redistributivos de las políticas habita-
cionales por sectores sociales, tesis de Maestría IUPERJ, Río de Janeiro
(mimeo).
(2015) “Las bodegas del siglo XXI en Cafayate, entre el brillo y la trastien-
da”, en Vázquez y ÁLVAREZ LEGUIZAMÓN –coordinadoras– Memo-
rias del vino, paisajes de bodegas. Transformaciones sociales en Cafayate,
Prohistoria, Rosario.
Aguilar, Paula Lucía (2014) El hogar como problema y como solución. Una
mirada genealógica de la domesticidad a través de las políticas sociales.
Argentina 1890-1940, Ediciones del Centro Cultural de la Cooperación
Floreal Forni, Buenos Aires.
ÁLVAREZ LEGUIZAMÓN, Sonia (1995) “Las ciudades medianas, paradojas de
la posmodernidad”, en Ensayos sobre la ciudad, Ediciones del Rectorado,
Universidad Nacional de Tucumán, Tucumán.
(2004) “La pobreza: configuraciones sociales, relaciones de tutela y dispo-
sitivos de intervención (Salta primer mitad del siglo XX)”, en Abordajes y
Formas de racismo indio... 155
(1969) “De Empedrado a Isla Maciel. Dos polos del camino migratorio”,
Etnia 9.
(1971a) Villeros y Villas Miseria, Centro Editor de América Latina, Buenos
Aires.
(1971b) El Cabecita Negra, Centro Editor de América Latina, Buenos Ai-
res.
Recalde, Héctor E. (2003) La protesta social en la Argentina. Desde las pri-
meras sociedades de resistenciala movimiento piquetero, Editorial Grupo
Editor Universtiario, Buenos Aires.
Rivera Cusicanqui, Silvia 2003 (1984) Oprimidos pero no vencidos, Yacha-
ywasi, Bolivia.
(2004) “Indígenas y mujeres en Bolivia”, en Red Informativa de Mujeres
de Argentina, extraído de Revista Aportes Andinos, octubre.
(2005) “Construcción de imágenes de indios y mujeres en la iconografía
post 52: el miserabilismo en el Álbum de la Revolución”, T’inkazos. Revis-
ta Boliviana de Ciencias Sociales, Vol. 8, núm. 19, noviembre.
(2008) “Colonialism and Ethnic Resistance: A view from the Coca Mar-
kets”, en Fred Rosen Empire and dissent: the United States and Latin Ame-
rica, Durham, Duke University Press.
Rivera Cusicanqui, Silvia y Barragán, Rossana –compiladoras– (1997)
Debates post coloniales: una introducción a los estudios de la subalterni-
dad, Editorial SEPHIS, Aruwiyir, Historias, La Paz.
Rodríguez Larreta, Enrique (2004-2005) “Cultura e hibridación sobre al-
gunas fuentes latinoamericanas”, en Anales, núm. 7-8.
Romero, José Luis y Romero, Luis Alberto –directores– Buenos Aires, histo-
ria de cuatro siglos, Tomo 2, Buenos Aires, abril.
Rouquié, Alain (1987) Introducción a la Argentina, Emece Editores, Buenos
Aires.
(1982 [1978]) Poder militar y sociedad política en la Argentina II. 1943-
1973, Emece Editores, Buenos Aires.
Sabarots, Horacio R. (2002) “La construcción de estereotipos en base a inmi-
grantes “legales” e “ilegales”, en Argentina Intersecciones en Antropolo-
gía, núm. 3, Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos
Aires Argentina [en línea] http://redalyc.uaemex.mx/src/inicio/ArtPdfRed.
jsp?iCve=179514526008.
164 Sonia Álvarez Leguizamón
E
Introducción
l siguiente capítulo analiza, en la primera mitad del siglo XX, la compo-
sición social salteña, las categorías nativas entre clases y la conformación
de ciertos estilos de vida para pensar las formas de gobierno de la pobreza
y el “racismo indio” propias de este espacio social. Se hace especial hincapié en
las relaciones de dominación y las configuraciones entre clases y grupos sociales,
para comprender las representaciones sociales que tienen las elites de los grupos
subalternos. Estudiamos aquí las clasificaciones y atributos entre las clases y “ti-
pos humanos” para entender cuáles son las jerarquías sociales naturalizadas, de
aquellos que tienen “poder legítimo” para asignar atributos a las personas.2 Du-
rante la primera mitad del siglo XX, se observa cómo las clasificaciones y formas
de intervención de las elites que se autodenominaban con la etiqueta de “gente
decente”, clasifican a los sectores subalternos que dominan como lo “inciviliza-
do”, lo “arcaico” –lo que está fuera de la cultura dominante o de la salteñidad he-
gemónica–, o también lo que está a veces fuera de la nación. Se construyen “tipos
1 Este capítulo es una reescritura del ensayo de mi autoría: “La pobreza: configuraciones sociales,
relaciones de tutela y dispositivos de intervención. (Salta primera mitad del siglo XX)” en Abor-
dajes y Perspectivas, Concurso Provincial de Ensayo 2003, Secretaría de Cultura de la Provincia
de Salta, Segundo Premio, 2004. También del trabajo: Álvarez Leguizamón y Muñoz, 2010 “Cate-
gorías nativas, nominaciones de la alteridad y voces autorizadas en la invención de ‘la Sociedad’ y
‘la Tradición Salteña’ literatura y dialectología”, en Álvarez Leguizamón –comp.– (2010), Poder
y salteñidad: Saberes, políticas y representaciones sociales, Salta, CEPIHA.
2 Estas personas han sido llamadas por Bourdieu (1997), las voces autorizadas, o los expertos por
Giddens (1997). Son ciertas personas con un saber legítimo a veces científicos y otras no. Entre
ellos se encuentran distintos actores como: los sacerdotes, los cientistas sociales, políticos, en-
sayistas, políticos travestidos en científicos, etc. La manera de ver las clasificaciones sociales y
las categorías nativas a ellas asociadas las he tomado de la tradición antropológica de Mauss y
Durkheim para el caso francés. También el concepto de regímenes de clasificación de Adamovsky
(2015: 117-118), en su análisis de las clases medias y sectores populares en la Argentina. El autor
desarrolla este concepto como característico de una región o país determinado y lo aplica a sus
estudios empíricos. Para este autor “las jerarquías de clase no pueden definirse solamente a partir
de criterios económicos, sino que deben incluirse también las culturales y ‘raciales’ […] Un ‘ré-
gimen de clasificación’ es el ordenamiento concreto del escalafón social en un momento y lugar
precisos, tomando en cuenta todos los aspectos que colaboraron en la separación y jerarquización
de las diferentes ‘clases’ de personas. El ‘régimen de clasificación’ refiere entonces tanto a los
mecanismos materiales que definen que personas tendrán acceso a qué tipo de bienes y recursos,
como a las ideas de ‘respetabilidad’ que los justifican y organizan”.
168 Sonia Álvarez Leguizamón
do público como forma de control de los sectores a los que se quiere dominar o
neutralizar. Se produce así, un proceso de domesticación de lo público, el anverso
de la gubernamentalización de la vida privada. Es un momento donde el poder del
patrón, jefe de hogar de las elites y magistrado doméstico, quien ejerce poder de
policía sobre sirvientes y “jornaleros”, se traslada al poder del gobierno estatal so-
bre la población. Concomitantemente con las prácticas asistenciales de encierro y
las dádivas propias de la beneficencia, se visualiza una incipiente asalarización de
campesinos y siervos cuyo control se realiza a partir de la educación, moralización
y el ahorro, típicos del higienismo.3 En esta etapa la relación de dominación pre-
dominante está basada en diversas configuraciones de contraprestaciones serviles
y semiserviles.
Se produce una tensión entre quienes intentan relajar o modificar estos vín-
culos y aquellos que se resisten a los cambios para mantener una sociedad esta-
mental. Al final del período, éstos se deshacen dando lugar a una forma incipiente
de ciudadanía y a un traspaso del policiamiento de las familias subalternas de los
patrones a la gubernamentalización de la vida por parte del Estado, a la vez que
estas transformaciones permiten la configuración de una mercado de trabajo libre.4
Hemos notado una fuerte sutura entre el proceso “civilizatorio” local –enten-
dido según los señalamientos de Elías– y el saber benéfico e higienista de gobierno
sobre la pobreza y sobre la población en general que desarrollaremos somera-
mente, para mostrar cuáles son las ideas de las clases dominantes sobre las clases
subalternas a las que se “asiste” y se gobierna. Es el Estado el que introduce una
serie de preceptos y de comportamientos que pasan a denominarse civilizados e
higiénicos. Esto implicó la regulación a largo plazo de las emociones individuales,
por medio de coerciones internas o externas, producto del proceso civilizatorio
3 La palabra higiene se deriva del griego hygiés que quiere decir sano. De allí el higienismo se
asoció a un saber vinculado con la conservación y prevención de enfermedades. Las epidemias y
endemias en el siglo XVIII en Europa llevaron a un desarrollo importante del higienismo que se
comenzó a constituir en un saber especializado. A fines del siglo XVIII se publica por primera vez
una obra orgánica de higiene por el alemán Juan Frank, el que patrocina la adopción por el Estado
de medidas sanitarias que protejan al individuo de contraer enfermedades. En el siglo XIX la higie-
ne adquiere un mayor desarrollo, relacionado con el progreso de la bacteriología y su incidencia en
las enfermedades contagiosas y la profilaxis, junto a una visión de las enfermedades que ponía el
énfasis en la importancia del ambiente y el saneamiento urbano. Antecedentes sobre el desarrollo
del higienismo en la Argentina, durante la segunda mitad del siglo XIX y mediados del XX, se
pueden consultar en Armus (1984 y 1999); Leys Stepan (1991), Murillo (2000) entre otros.
4 El trabajador libre es aquel que no sólo ha perdido sus medios de producción sino el que no está
inscripto territorialmente o jurídicamente a ataduras que le impiden su libre movilidad y contra-
tación laboral, como lo fue la institución del conchabo en Salta, que duro hasta casi finales de la
década del ‘40, a pesar de los intentos del gobernador Joaquín Castellanos, en 1921, por eliminarla
(ver Caro Figueroa, 1970 y Michel, A. y otros, 1996).
170 Sonia Álvarez Leguizamón
5 “Lo que en principio se impuso bajo la forma de civilité, encontró su superación y su prosecución
–según la situación especial de los afectos– en lo que pasó a denominarse “civilización” o, dicho
con exactitud, “comportamiento civilizado” (Elías, 1993 [1977-1979]).
6 Los datos empíricos y cualitativos para caracterizar estas etapas se han basado: para la primera en
a) algunos indicadores sobre el porcentaje de trabajadores sindicalizados para evaluar el peso de la
mano de obra libre, significativamente menor al de Buenos Aires en las décadas del ‘30 y ‘40; b)
en las fuertes y persistentes denuncias sobre la sobreexplotación del trabajo en las zonas rurales en
fincas e ingenios –no sólo por trabajadores sino por gobernadores, entre otros: Castellanos y el in-
terventor Fassio– y c) por los relatos autoreferenciales de la “aristocracia” local. La tercera etapa,
vinculada con el surgimiento de una burguesía que disputa el poder político aristocrático y se alía
con ella, se basa en datos referidos a la importancia de las actividades comerciales y de servicios,
la creciente asalarización de los trabajadores así como análisis de voces sobre “outsideres” en el
poder político provincial (Álvarez Leguizamón, 1987; 2010b).
7 Según el historiador Madrazo la autodenominación de esta clase como aristocrática a pesar de no
tener títulos nobiliarios viene desde la colonización y siguió hasta el siglo XIX en la etapa postco-
lonial. “Quienes llegaron al Noroeste en esos tiempos no tenían títulos nobiliarios y cuando invo-
caban y demostraban su ascendencia hidalga quedaba aceptado que no eran plebeyos o campesinos
(aunque muchos hidalgos tenían esa ascendencia). Eso era suficiente para aspirar a ingresar, por
medio de un matrimonio conveniente, al círculo de las familias fundadoras, cuyo abolengo tam-
poco partía de aquellos […] Habían logrado desde el principio el perfil de una aristocracia, pero
no eran nobles” (Madrazo, 1997: 109). Más tarde, a partir del siglo XVIII aproximadamente, “el
nuevo sector dominante reprodujo, dentro de otras condiciones históricas, las pautas de la anterior
oligarquía en cuanto autodefinirse como una aristocracia e intentar convalidar sus antepasados de
nota, a veces españoles o también pioneros o [unas décadas después] patriotas” (Madrazo, 1997:
117, en Yudi, 2015: 21-23).
Formas de racismo indio... 171
8 Weber en su libro El político y el científico demuestra cómo, en el curso del proceso de construc-
ción del Estado moderno, aparece por primera vez la categoría de “políticos profesionales” y, en un
segundo sentido, gentes que no querían gobernar por sí mismos como los caudillos carismáticos,
sino que actuaban al servicio de esos jefes políticos. Weber entiende como Estado moderno “una
asociación de dominación con carácter institucional que ha tratado, con éxito, de monopolizar
dentro de un territorio la violencia física legítima como medio de dominación y que, a este fin, ha
reunido todo los medios materiales en manos de su dirigente y ha expropiado a todos los funciona-
rios estamentales que antes disponían de ellos por derecho propio, sustituyéndolos con sus propias
jerarquías supremas”. En sus luchas del príncipe con los estamentos, los “políticos profesionales”
se colocaron del lado de aquél e hicieron del servicio a esta política un medio de ganarse la vida, de
una parte, y un ideal de vida, de la otra” (1981 [1959]: 92-93). Éstos serían los políticos profesio-
nales que, según Weber, fueron el instrumento más importante para esta expropiación de medios
materiales.
172 Sonia Álvarez Leguizamón
que se encuentra también en otros espacios sociales nacionales para el siglo XIX
(Adamovsky, 2015) y XX. Los sectores subalternos a esa clase son nominados
de diferente manera según la situación, el momento histórico y la construcción
tipológica encarada por la elite salteña, como el coya, gaucho e indio, entre otras.
Un estudio de Heredia (2011) vinculado con procesos similares para Buenos
Aires, aunque se generaliza para Argentina, sostiene que desde las primeras déca-
das de siglo XX se observa una heterogeneización dentro de las clases altas entre
elites tradicionales “aristocráticas”9 y burguesas. Analizando la antigüedad de la
riqueza y las orientaciones “aristocráticas” o “burguesas” de la clase alta, Heredia
sostiene que, en el plano típico ideal, la orientación aristocrática no señala a la
riqueza como fuente de superioridad sino a la genealogía, la cultura general, el
refinamiento, el cosmopolitismo. Por ello la autora elude la categoría de “ricos”,
prefiriendo la de “elite” o “familias privilegiadas”. Mientras que para la orienta-
ción burguesa, es la riqueza el indicador del éxito, un indicador meritocrático que
supone un plano de igualdad, desde donde se opera una diferenciación a partir del
esfuerzo individual.10 Para ella, las disputas entre las diferentes orientaciones de la
clase alta se diluyen en alguna medida en la Argentina debido a que las diferentes
oleadas de ascenso social se tramitaron más bien a través de una conducta imita-
tiva de las categorías emergentes en relación a las tradicionales, conformadas por
las elites ligadas a la propiedad de la tierra y las exportaciones. Esto en realidad
creemos no es general para la Argentina sino para la Pampa húmeda. Afirma que
los sectores tradicionales asociados a las actividades agropecuarias, de matriz cul-
tural liberal conservadora, si bien sufrieron un declive económico a lo largo del
siglo XX frente a las fracciones de la nueva burguesía, mantuvieron la “dirección
cultural” (Elías, 1994, en Heredia, 2011: 81) sobre la sociedad en su conjunto, y
sobre las otras fracciones de las clases altas, en particular manteniendo la auto
denominación de gente de “bien”.
Más allá de que la conducta imitativa de distintas fracciones u orientaciones
de clase es general, algunos autores consideran para la zona de la Pampa húme-
da que esto se debió, sobre todo, al ascenso social de trabajadores migrantes de
12 Usamos el Diccionario de regionalismos de Salta de José Vicente Solá, publicado por primera vez
Formas de racismo indio... 175
representar los atributos de la personas o a las relaciones sociales son una cons-
trucción social que tiene un devenir, es decir, no es esencial o natural, aunque se
busque en este mismo proceso “esencias”, como la salteñidad por ejemplo. Junto a
los cambios societales, ese “orden” es revisado, reformado, explicado con nuevos
términos, invocado fatalmente pero al mismo tiempo aceptado. Desde cualquier
posición se puede naturalizar o desnaturalizar un orden de cosas. Sin embargo, el
discurso que construye este lenguaje como propio desde el lugar hegemónico es
también continuamente resignificado por los actores que son nominados y nom-
brados, en un juego de mutuas clasificaciones que hablan de las representaciones
de cada uno sobre el otro, en conflicto y lucha. Es también un proceso de construc-
ción de identidades diferenciadas en la oposición e interacción.
Estas operaciones clasificatorias son formas de nominar a ese otro al que
se impone un nombre y, por lo general, se intenta someter, dominar, sojuzgar o
recibir servicios por su condición “inferior”. Por otra parte, a veces esos grupos se
apropian de esas nominaciones en forma emancipatoria, como el caso del kolla en
la actualidad. La antropología se ha especializado en la descripción de grupos ét-
nicos a partir de describir procesos identitarios vinculados con poblaciones que se
autoidentifican o son identificados con ciertos nombres, lo que llaman etnónimos.
Pero ésto implica luchas clasificatorias históricamente situadas. Muchas veces hay
coincidencias entre ciertas nominaciones, por ejemplo entre etnónimos que usa la
antropología, la construcción de tipologías humanas encaradas por las elites y la
autoidentificación de ciertos grupos, como el caso de coya, como veremos más
adelante. Pero los atributos que se les asignan o se autoasignan no son los mismos.
Las clasificaciones expertas pueden estar basadas en visiones biotipológicas, ra-
ciales, caracterológicas, de la cultura material, en distintos argumentos con base
científica. Las de los grupos que se autoadscriben, remiten a la memoria histórica,
cultural y natural de ese grupo y se vinculan con la identidad, los estilos de vida,
las cosmovisiones del mundo compartidas.
Para la primera mitad del siglo XX, son importantes fuentes de nuestra in-
vestigación: las descripciones sobre los “tipos sociales” o estudios sobre “carac-
terología” salteña de ensayistas e historiadores locales como Bernardo Frías, Juan
Carlos Dávalos y Ernesto Aráoz. Sus biografías a su vez expresan un proceso de
producción y reproducción de su “estima” social y de su legitimidad, dada gene-
ralmente por su pertenencia a linajes locales de esta misma aristocracia a la que
pertenecen (la que en las biografías se hace patente al señalar los apellidos de sus
progenitores o ascendientes) y, generalmente, por su participación como políticos,
científicos y/o literatos. Bernardo Frías14 es un historiador prolífero. Nuestro aná-
14 Nació en Salta (1866-1930), hijo de Benigno Frías y de Juana Martínez de Mollinedo, Doctor
en Jurisprudencia en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de
Buenos Aires. Con una tesis bajo la tutela de Indalecio Gómez –salteño, coautor de la Ley Sáenz
Peña–, lo que permitió el voto a todos los ciudadanos hombres, a principios del siglo XX. Se
Formas de racismo indio... 177
lisis se basa sobre todo en la primera parte del libro sobre la historia del general
Güemes, una suerte de ensayo sociológico sobre Salta y en parte de las Tradicio-
nes históricas.
Juan Carlos Dávalos es colocado por la enciclopedia libre Wikipedia como
un escritor que “publicó un extenso y valioso trabajo, temáticamente cercano no
sólo a su hogar y la vida en “los Andes de la Argentina”, sino también fuera de los
“círculos de las fronteras de su país”. Es interesante la localización de su produc-
ción como parte de los Andes centrales. Como venimos diciendo, para un cierto
sentido común Salta forma parte de esa zona geoespacial y a su vez los sujetos
subalternos racializados como el coya que él describe, están asociados también
con ese espacio social.15
En el caso de Dávalos nuestras fuentes se refieren sobre todo a ensayos vin-
culados con la estancia, el gaucho, entre otras preocupaciones de tipo “folklóri-
cas” de este autor o de la intención de describir “tipos sociales” locales, en fuerte
relación con el ambiente social y cultural y su cosmogonía. No hemos usado su
prolífera obra poética, dramatúrgica o novelística.
desempeñó en Salta como miembro de la Cámara de Justicia; presidente del Consejo General de
Educación; vocal del Superior Tribunal de Justicia; profesor del Colegio Nacional de Historia e
Instrucción Cívica y de la Escuela Normal de Maestras. Asesoró al gobierno provincial en temas
de límites provinciales e internacionales. Su obra más importante como historiador es Historia del
general Martín Miguel de Güemes y de la provincia de Salta o sea de la independencia argentina
(de cuatro tomos), en cuyo primer capítulo realiza una semblanza de la sociedad salteña del XIX
y comienzos del XX). Además escribió otras obras como: Biografía del doctor Francisco de Gu-
rruchaga, creador de la Marina de Guerra; El convento de San Bernardo de Salta; Tradiciones
históricas y Crónicas y apuntes, también una novela, La colegiala. (fuente: Portal informativo de
Salta, Enciclopedia on-line de la provincia de Salta, Argentina, Senado de la Provincia de Salta,
[en línea] http:// www.portaldesalta.gov.ar/frias.htm). Recientemente el Fondo Editorial de la Se-
cretaria de Cultura de la Provincia de Salta, recopiló las tradiciones históricas (Frías, 2013).
15 Juan Carlos Dávalos (Salta, 1887-1959), escritor (cuentista, novelista, ensayista y poeta). Los
biógrafos y biografías hacen referencia no sólo a su producción prolífera como escritor sino tam-
bién a su linaje familiar, sobre todo a su vínculo con la familia del héroe gaucho Martín Miguel
de Güemes y la familia Patrón Costas. Se dice por ejemplo: “Su madre, Isabel Patrón Costas, era
hija de Domingo Patrón Escobar y de Isabel Costas y Figueroa Güemes, hija de Francisco Manuel
Costas Frías y de Catalina Luisa Figueroa Güemes, hija a su vez de Francisca Güemes, hermana
de Martín Miguel de Güemes”. Este párrafo agarrafado de apellidos no sólo afirma su pertenencia
a esa clase sino al linaje Güemes, Costas y Patrón Costas, los más legitimados. “A los dieciséis
años fundó el periódico Sancho Panza junto a David Michel Torino (fundador del diario El In-
transigente). Ocupó varios puestos de gobierno, fue profesor, miembro de la Academia Argentina
de Letras, director de los Archivos Provinciales de Salta y de la biblioteca local. Escribió poemas,
obras de teatro, ensayos y cuentos cortos, entre los cuales El viento blanco es el más conocido. [En
línea] https://es.wikipedia.org/wiki/Juan_Carlos_Davalos. Recientemente el Senado de la Nación
ha recopilado sus obras completas editas en tres volúmenes (Juan Carlos Dávalos, 1996).
178 Sonia Álvarez Leguizamón
16 Ernesto Miguel Aráoz (Salta, 1891 - Buenos Aires, 1971) estudió Derecho en la Universidad de
Buenos Aires, incorporándose luego a la política provincial. Fue diputado de la Legislatura pro-
vincial (1920-1925), año en que renunció para ejercer como ministro de Gobierno del gobernador
Joaquín Corbalán. “Apoyó los gobiernos conservadores de la Década Infame y formó parte de la
Concordancia entre fuerzas conservadoras y socialistas y radicales disidentes” (fuente: https://
es.wikipedia.org/wiki/Ernesto_Araoz). Fue diputado nacional por la provincia de Salta en dos
oportunidades. Luego de la gobernación abandonó la política y se dedicó la historia y la literatura.
Publicó además de El diablito del Cabildo, también: El alma legendaria de Salta (1936); Al mar-
gen del pasado: Crónica salteña (1944); “Grandeza moral del Libertador General San Martín”
(conferencia, 1950); Vida y obra del Dr. Patrón Costas (1966). Padre del poeta y ensayista Raúl
Aráoz Anzoátegui (1923-2011). Fuentes: Wikipedia y Portal de Salta, [en línea] http://www.por-
taldesalta.gov.ar/ernestoaraoz.html.
17 Uso la categoría étnico aquí porque, a pesar de que como hemos visto en nuestro país sólo se usa
para los sectores subalternos, está fuertemente asociada con lo que la antropología llama étnico
en el sentido de Barthes, es decir grupos que se autorreconocen y son reconocidos con una iden-
tidad en un proceso contrastivo. Muchas de estas categorías son en su génesis etnónimos, a veces
asignados por otros grupos, otras son producto de la autoadscripción. El tema de lo étnico y la
identidad étnica es un campo prolífero de discusión en antropología, cuyo debate no viene al caso
en esta argumentación.
Formas de racismo indio... 179
18 La aristocracia cortesana según Elías (1993 [1977-1979]) era una clase superior muy condiciona-
da, cuya situación requería una reserva continua y una regulación intensa de los impulsos, que en
un principio se redujo a la esfera del trato social –de “la vida privada”– pero luego se transmitió,
modificado y escalonado, de clase en clase. Y fue posterior a la aristocracia caballeresca.
19 Ver Dávalos (1948).
180 Sonia Álvarez Leguizamón
Imagen III.1
Publicidad oficial de Salta, Secretaría de Cultura de la Provincia
Imagen III.2
Foto de la publicidad del Regimiento 5to de Caballería en su página web.
Salta ha sido, desde principios del siglo XX, sede del Regimiento 5to de Caballería
con fuertes lazos con la gesta güemesiana, la foto de portada de su página web
muestra a los Gauchos Infernales de Güemes y el escudo del Regimiento.20
20 El actual Regimiento 5to de Caballería Ligero “General Güemes”, con sede en la ciudad de Salta,
Formas de racismo indio... 181
La práctica de andar a caballo en las fincas de las elites y clases medias sal-
teñas se ha trasladado a las periferias urbanas de la ciudad de Salta, donde habitan
las clases burguesas ahora. En una publicidad recientemente desarrollada por el
gobernador Urtubey que reza: “Salta, tan linda que enamora”, se reproduce una
foto de montañas que la rodean donde jinetes miran la ciudad, lo que muestra la
vigencia de esa práctica, que se vende como un producto turístico (andar a caballo
en las serranías de la ciudad). Asimismo Villagrán (2012) ha mostrado la presencia
de fortines gauchos de peones y patrones, localizados en la ciudad capital, en el
presente.
Cuando hablo de aristocracia cortesana me refiero a que a pesar de que no
existían “cortes nobiliarias” –según la tradición europea–, encontramos una cons-
trucción histórico social, una invención, un relato sobre linajes y estilos de vida
similares de boato, asociados a ciertos rituales sociales que reproducen la diferen-
cia (Turner, 1988 [1969]; Bourdieu, 1997) de la autollamada aristocracia y cons-
truyen activamente esa clase día a día, a la vez que se diferencia de las otras. Si
bien no existen cortes en su forma organizativa ni cortesanos, sí se puede afirmar
que el grupo de las familias que se autodenominan de esa manera giran a veces
sobre ciertas figuras emblemáticas21 con los cuales se requiere tener vínculos de
contraprestación recíproca, que van de los favores personales a los matrimonios.
Un ejemplo de estos habitus es la importancia de las reuniones sociales don-
de se reproduce esa clase y al mismo tiempo se diferencia de la burguesa y la
subalterna. Entre estos ritos algunos son de iniciación o pasaje de la niñez a la
adolescencia, como la llamada “fiesta de las jovencitas”. Otro es un rito de pasaje
de la adolescencia a la madurez emblemático: el “Baile del 20 de Febrero” que
se realiza ese día en homenaje a la Batalla de Salta que libra Güemes contra las
fuerzas coloniales españolas. Ambos rituales se realizan en ese club, fuertemente
asociado también a la gesta güemesiana por su nombre. Recientemente en el in-
greso a los salones ese día, está la Guardia de Gauchos Güemes del Regimiento
en las puertas del Club.
está asociado desde sus orígenes con Güemes y su participación en las invasiones inglesas, “cuan-
do españoles y criollos se resolvieron a reconquistar la Capital del virreinato del Río de la Plata,
ocupada en Junio de 1806 por los invasores. Bajo el nombre Húsares de Pueyrredón participaron
en la reconquista de Buenos Aires, junto a Liniers. […] Luego ese regimiento colaboró con la
Campaña al Desierto de Alsina y Roca. En 1886 fue trasladado al Chaco Austral. En Noviembre
de ese mismo año tuvo asiento en Metán y luego en 1913, en Salta Capital. […] En 1919, por ini-
ciativa del entonces Jefe de Regimiento Coronel Osvaldo Amieva, recibe el nombre de Regimiento
de Caballería 5 ‘General Güemes’. En 1989 fue renombrado como Regimiento 5 de Caballería
Blindado ‘General Güemes’. A principios de 1993 recibió su actual denominación”. Fuente: Pági-
na oficial del Regimiento, [en línea] http://www.rclig5.ejercito.mil.ar/historia.htm.
21 Entre los apellidos emblemáticos se encuentran los señalados por Frías para la construcción de
las “casas”, como los Figueroa, los Cornejo, los Uriburu, Dávalos, Solá, etc., y más tarde Patrón
Costas, Michel Torino, entre otros.
182 Sonia Álvarez Leguizamón
Imagen III.3
Gauchos infernales en el baile del 20 de Febrero (página web oficial del Club).
Formas de racismo indio... 183
Las fiestas de casamientos entre sus miembros, son espacios donde además del
intercambio de dones y favores entre las partes de la unión, se produce un efecto
de comunidad y pertenencia. En los bailes del 20 de Febrero, se produce esa ini-
ciación a partir de la presentación de las hijas “jovencitas”, el que se realiza en
el selecto Club 20 de Febrero. Club eminentemente masculino (sólo los hombres
pueden ser socios). Todavía ahora no cualquiera puede ser miembro –aunque ten-
ga los recursos para pagar el ingreso y la cuota–, puesto que se practica un ritual
de defensa de los “establecidos” quienes pueden aplicar “bolilla negra”. Cuando
un nuevo socio quiere ingresar, los antiguos socios votan con bolillas blancas que
valen un voto o con bolillas negras que valen por cinco votos. Método que usan los
viejos socios pertenecientes a la “aristocracia” en contra de los “recién llegados”,
generalmente burgueses que están interesados en formar parte de ese círculo.
El proceso civilizatorio –en el sentido que hemos señalado en la introducción
de Elías– sufre un doble movimiento paradójico y ambivalente. Salta es conside-
rada incivilizada por las elites porteñas y forma parte de la jerarquía inferior de la
configuración nacional: centro-civilización/interior-provincias-barbarie-caudillis-
mo. Por otra, al interior de las elites locales salteñas se produce una continua in-
terpelación a esta visión porteñocentrada, reafirmando sus valores locales, provin-
ciales (Flores Klarik, 2010) pero, al mismo tiempo, se construye un tipo particular
de civilización no afrancesado como el porteño, pero que remite a otra tradición
europea hispanizante. Esta se enorgullece de su origen “patricio”, en el sentido de
la participación de sus ancestros en las guerras de la independencia anticoloniales
y a la referencia nobiliaria que esa palabra tiene desde su origen romano. Pero, al
mismo tiempo, hacen gala de su pertenencia a linajes de “criollos” del Alto Perú y
a la descendencia de conquistadores coloniales españoles.
Es entonces por un lado anticolonial al estar los linajes asociados con héroes
que formaron parte de las guerras de la independencia postcoloniales y, por otro,
en forma continua y persistente hay una remisión a la importancia que tiene lo
hispánico en la cultura de fuerte contenido católico, haciendo gala de estilos de
ser coloniales, como la arquitectura.22 A pesar de que ya, en el presente, quedan
muy pocas casas de esa época. Por eso Salta es considerada, en el imaginario na-
cional y local, una de las ciudades que mantiene la arquitectura colonial, aunque
en realidad hay sólo algunas pocas casas de este origen. Así, en este proceso, los
“héroes” de la independencia de España, los que luchaban contra España y contra
el poder central de Buenos Aires más tarde, llamados caudillos en la voz nativa de
la ciudad de Buenos Aires, como el caso del general Güemes, serán considerados
portadores de la barbarie, por el discurso hegemónico del centro. En el norte sus
gestas son enaltecidas por los relatos historiográficos que dialogan con éstos, so-
bre todo el mitrista (Villagrán, 2012).
23 Ver también Cien años de hispanidad en Salta. 1582-1982 cuatro siglos de Salta. Comité Ejecu-
tivo del Cuarto Centenario, presentado en Ocasión del Primer Centenario de la fundación de la
Sociedad Española de Salta. Salta, Enero de 1982.
24 Atilio J. Cornejo (Salta, 1899-1985) jurista, político e historiador. Sus biógrafos hacen mención
como el resto de las voces autorizadas señaladas que “provenía de nobles familias de origen es-
pañol”. Egresó abogado de la Universidad de Buenos Aires en 1927. Fue presidente del Colegio
de Abogados; vocal y vicepresidente del Consejo Gral. de Educación de la Provincia (participó
en la redacción de la Ley de Educación) y director del Banco Provincial. Fue diputado por el
departamento de Rosario de la Frontera (1927-1929), concejal por Salta capital y senador por los
departamentos de La Poma (1932-1934) y de La Caldera (1940). Presentó proyectos como: el del
Código de Procedimientos Civiles y Comerciales; el de un Código Rural para Salta (al que hemos
hecho referencia en relación al Conchabo), entre otros. Promovió estudio genealógicos como mu-
chos personajes con este perfil, fundador miembro del Instituto San Felipe y Santiago de Estudios
Históricos de Salta y del Instituto Belgraniano y del Instituto Güemesiano. (Fuente: Carlos Jesús
Maita, Rosario de la Frontera, blog del escritor, [en línea] http://carlosjesusmaita.blogspot.com.ar/
y Portal informativo de Salta, Enciclopedia on-line de la provincia de Salta, Argentina, Senado de
la Provincia de Salta, [en línea] http://www.portaldesalta.gov.ar/atilio.htm).
Formas de racismo indio... 185
25 Las profesiones que predominaban en la Salta de fines del siglo XIX, según Garrido de Solá (1984:
308), eran comerciantes, tenderos, almaceneros, hiladores, tejedores, labradores, carpinteros, es-
tancieros y hacendados, sastres, talabarteros, herreros y curtidores. Los conchabados y siervos
domésticos no figuran en sus registros como profesiones. Además, la información del segundo
censo de 1895 no discrimina los oficios por departamentos, sólo existe a escala provincial.
26 El informe plantea que los cálculos existentes “representarían así la población: 1825: 40.000;
1854: 64.800, 1863: 81.000”. Los datos de este primer censo provincial da un total de 101.143
personas (Comentarios y estimaciones de la población de Salta realizados por Diego G. de la
Fuente, superintendente del Primer Censo de la República Argentina, 15, 16 y 17 de septiembre
de 1869. Imprenta del Porvenir, calle de la Defensa núm. 129, Buenos Aires, 1871, pp. 532-535,
texto reproducido en el Censo Nacional de Población y Vivienda 1980, Serie B, Características
Generales, Salta, República Argentina, pp. XXVI a XVIII).
186 Sonia Álvarez Leguizamón
27 Mensaje del Poder Ejecutivo de la Provincia a la Honorable Legislatura en el XVII período cons-
titucional de 1872, Salta, Imprenta Argentina (1872).
28 Según el Diccionario de la Real Academia Española chusma “en América referido a indios que
viven en comunidad, todos los que no eran guerreros, o sea mujeres, niños y viejos considerados
en conjunto”. En este contexto, chusma equivaldría a los indios que viven en comunidad.
29 Censo Nacional de Población y Vivienda 1980, Serie B, Características Generales, Salta, Repúbli-
ca Argentina, p. XIV.
30 Ver Departamento Nacional de Higiene (1901).
Formas de racismo indio... 187
31 Palabra nativa salteña para referirse a las personas con ciertas discapacidades “bobos, tardos de
locución y de movimiento” que estaba vinculado a la falta de iodo en el agua, llamado cretinismo
(ver Caro Figueroa, 1998).
188 Sonia Álvarez Leguizamón
que la convertía en una especie de puerto seco o lugar obligado de paso en el in-
tercambio y transporte de productos, en especial del tráfico de mulas. Luego de las
guerras de la independencia, que tuvieron un efecto desastroso sobre la economía
de la ciudad y su territorio (Hollander, 1989: 124-131), la economía se sobrepuso
gracias al ganado que se exportaba para Chile, debido a la creciente importan-
cia de la explotación del nitrato en aquel país. En 1883, el considerable tráfico
comercial que se había desarrollado entre Salta y las provincias del norte junto
con Bolivia fue redirigido por Chile, luego de haberse completado el tramo de
ferrocarril por Uyuni que unía Chile con Bolivia (Hollander, 1989: 144-147). Esta
elite hasta 1890 tenía una posición envidiable, al estar orientada económicamente
hacia el Pacífico con un mercado local protegido por el aislamiento geográfico. Al
mismo tiempo, participaba de los niveles más altos del gobierno nacional, el que
implementaba políticas que transformaron las provincias del Litoral a través de la
promoción de la inversión extranjera, la migración europea y la instalación de lí-
neas férreas, centralizadas hacia el puerto de Buenos Aires (Hollander, 1989: 194).
La finalización del tramo de ferrocarril, que unía Salta con Buenos Aires en
1890, fue un factor que disminuyó el aislamiento geográfico de la provincia res-
pecto a la Pampa húmeda y, al mismo tiempo, permitió que los productos baratos
del Litoral y las importaciones extranjeras, destruyeran la incipiente industria lo-
cal y su agricultura. Por ello, Salta entró en un período de estancamiento econó-
mico que se agudizó en la posguerra con la caída de la producción del nitrato en
Chile, debido a su producción sintética en Alemania.
Luego de este período, Salta entra en un empobrecimiento generalizado, tan-
to por parte de los dueños de la tierra como de los sectores populares. Decía un
informe oficial de 1901:32
“Salta se vio de golpe privada de ser por el norte un puerto seco,
como lo había sido durante siglos desde la época del coloniaje,
cuando desde el alto y bajo Perú, frecuentes caravanas conducían
sus minerales al Río de la Plata, llevándose a cambio mercaderías
de procedencia europea y artículos de consumo tomados casi exclu-
sivamente en las provincias del norte”.
Alejandro Roffman y José Luis Romero (1973) señalan que la situación de subor-
dinación que mantenían las provincias del interior durante la República se man-
tiene durante el período que denominan sustitutivo de importaciones (1930-1952)
que se inicia entonces. Además, la apropiación del ingreso global generado al in-
terior de estas regiones es marcadamente concentrada, en directa relación con la
estructura de clases jerarquizadas. A su vez, el mecanismo de explotación de la
32 Saneamiento de la Ciudad de Salta. Informe de la Comisión Especial (La semana médica, 1901:
100-101).
190 Sonia Álvarez Leguizamón
sociales que se hacían flagrantes entre el centro y el interior, percibiendo estas di-
ferencias como una amenaza social que procuraba resolverse. En muchos artículos
de la prensa este es un tema persistente aludiendo a “lo caro de los artículos de pri-
mera necesidad en un país agro-exportador y la amenaza social que eso significa”.
“Difícilmente puede hacerse soportable la vida de esta provincia.
Altos precios de los artículos de primera necesidad, pan, carne y
leche de mala calidad y precios altos. En un país donde se cría y
exporta ganado en pie, congelado, salado y en cuantas formas se
conocen, en un país que exporta trigo al exterior. [...] El pato de la
boda es la gente pobre, que empieza a mirar estos artículos de pri-
mera necesidad como de lujo. La vida hoy por hoy en Salta entraña
un grave problema que es menester tenerla en cuenta para evitar sus
funestas complicaciones sociales”.33
Esta representación paradojal y doliente en los discursos oficiales y en la prensa,
de una provincia pobre en un país rico, se mantiene durante todo el siglo XX. Para
Jauretche, un ensayista nacionalista de mediados del siglo XX, la situación de po-
breza y la sensación de empobrecimiento de las provincias fue producto también
de la derrota de las últimas montoneras federales vencidas por las fuerzas unitarias
del puerto, de cuya hegemonía se construye el proyecto de la Argentina “blanca”
y “civilizada” de la Generación del ‘80.
“Desde mediados del siglo XIX el interior está totalmente derrotado
y dominada a sangre y fuego la resistencia de las últimas montone-
ras federales. Empobrecida la ‘gente principal’ y privada la clase
inferior de sus jefes naturales, éstos dejan de ser actores en la his-
toria: la población continúa emigrando lentamente hacia el litoral,
como empezó a hacerlo desde el comercio libre, o se resigna a la
miseria endémica que será su característica durante un largo período
de tiempo” (Jauretche; 1970 [1966]: 106).
Esta descripción es la causa de las migraciones a las ciudades del centro que luego
constituían los “migrantes internos” para las ciencias sociales. A pesar de mante-
ner las características de una pequeña ciudad de provincia, se había ampliado su
base social por una incipiente inmigración interna de campesinos, lo que sumado
a la carencia de regulaciones del trabajo, daba como resultado una situación social
deplorable para los trabajadores.
La pintura de época la recuerda no ya como una aldea, como a principios de
siglo XX, sino como una ciudad con cierto aire de cosmopolitismo (Caro Figueroa,
1999). Esto era visualizado, por la aristocracia local, como causa del relajamiento
34 Oligarquía es la palabra usada en la Argentina para denominar la clase que posee poder en base a
la propiedad de la tierra. En Argentina la estructura de propiedad, en la mayoría de sus regiones,
desde los orígenes del capitalismo fue claramente latifundista. Salta es una provincia donde to-
davía la estructura latifundista de propiedad de la tierra sigue siendo predominante, a pesar de las
transformaciones de relaciones de producción y dominación, a lo largo del siglo.
35 Nominación local para designar el área geográfico social denominada Valle Calchaquí.
36 Robustiano Patrón Costas (Salta, 1878 - Buenos Aires, 1965) ejerció la gobernación de la provin-
cia de Salta (1913-1916), senador provincial (1926-1929) y senador nacional (1916-1925, 1932-
1938 y 1938-1943). Durante 1932-1943 fue presidente provisional del Senado, presidió el Partido
Demócrata Nacional, fue candidato a presidente de la Nación en 1943. Su protagonismo político y
social está fuertemente vinculado con la fundación pionera que realiza del ingenio San Martín del
Tabacal, junto a Mosateguy y otros socios. El ingenio recién comienza a funcionar cuando llega
a Orán, en 1916, el ferrocarril que permite la comercialización del azúcar (Anuario General Güe-
mes, 1949: 171-208) y de cuyo trazado el mismo incidiera como legislador. El ingenio, en 1940,
era el mayor productor de azúcar refinada del mundo, empleando más de 16.000 trabajadores
(Neiburg, 2001).
Formas de racismo indio... 193
37 Discurso que Robustiano Patrón Costas debió pronunciar en la Convención del Partido Demócrata
Nacional, el 4 de junio de 1943. Fuente: Ernesto Aráoz (1966: 100) citado por Gregorio Caro
Figueroa (1970: 155-156).
38 En 1935 los obreros ocupados eran 4.211, en 1937: 5.673, en 1939: 5.906, en 1941: 7.793 y en
1943: 15.289. La ocupación en el comercio alcanza “7.000 empleados aproximadamente” e inter-
preta que este escaso número se debe a las características que ofrece el comercio de la provincia
donde “en su mayoría las casas comerciales son atendidas por sus dueños; y cuando las actividades
requieren mayor personal los parientes del propietario ingresan en la firma evitando así el empleo
de personal extraño” (Anuario General Güemes, 1947-48: 126).
39 El porcentaje de sindicalización, si bien variaba mucho de acuerdo al sector de la economía, en
Buenos Aires, antes de Perón rondaba el 20%, pero los servicios (trenes, empleados del estado,
comercio) lideraban la sindicalización. Durante el peronismo cambió la composición, creciendo
los sindicatos industriales (textiles, metalúrgicos, alimentos, construcción) que se constituyeron en
las ramas determinantes debido al proceso de industrialización llegando, aproximadamente hasta
más del 50%. Luego del peronismo y durante la década del ‘60 hubo picos de más del 65% de
sindicalización de los trabajadores (Murmis y Portantiero, 1972 y CEPAL, 1959).
194 Sonia Álvarez Leguizamón
40 La Standard Oil fundó en los predios de sus explotaciones la primera escuela de enfermería de la
provincia. Estas ciudades se constituyeron a lo largo del tiempo en una suerte de ciudades Estados
de Bienestar donde primaron relaciones asalarizadas con una serie de beneficios sociales que otros
trabajadores no tuvieron. Este sistema o modelo alternativo de protección social, a través de una
empresa estatal, se caracterizaba por la provisión de servicios sociales a los trabajadores sin reco-
nocer a cambio su derecho de organizarse autónomamente, el que tiene puntos de contacto con las
políticas sociales y laborales materializadas por el Estado bismarckiano (Andrenacci, Falappa y
Lvovich, 2001).
41 Esta parte del análisis de las biografías forma parte del trabajo de Álvarez Leguizamón y Muñoz
(2010).
Formas de racismo indio... 195
bre sus “funciones sociales” y las de sus biógrafos. Se consagra y justifica el poder
político y simbólico que detentan y los atributos que los constituyen en públicos.
José Vicente Solá (1897-1961) estudió en Buenos Aires Odontología y Le-
tras. Se dedicó a la enseñanza de castellano en el Colegio Nacional de Salta, de
donde fue también vicerrector por más de treinta años. Creó distintas instituciones.
Escribió varios libros sobre la enseñanza del castellano, además muchos artículos
sobre lexicografía y filología en diarios y revistas del país. Asimismo escribió so-
bre la influencia árabe en el castellano. También, fue elegido diputado de la Legis-
latura Provincial, y más tarde designado presidente de la Cámara de Diputados.42
La referencia a su actuación política nos remite a una situación muy común
en sociedades en donde se están llevando a cabo procesos de gubernamentaliza-
ción del mundo público, y donde la actividad política y la científica se entrelazan
y conforman parte del poder legítimo que estos detentan –según señala Weber–.
En general, en las biografías consagratorias de la elite de la época, primero se
destaca la importancia de su linaje y sus vínculos con apellidos de la aristocracia
local, luego la relación familiar con algún político o “héroe de la patria” o con
funcionarios de alto rango en el gobierno nacional o provincial, cargos obtenidos
y, eventualmente, su relación con actividades económicas de “prestigio”. En estos
textos autobiográficos o de biografías laudatorias, se observa este engorroso y
fuerte entramado entre su función pública como políticos en las áreas guberna-
mentales de “alta jerarquía” y “honor social”, así como su producción científica,
destacándose asimismo sus intereses “regionales”.
En este sentido la biografía de José Vicente Solá muestra una fuerte exalta-
ción de ciertas características, frente a otras que, a veces, hasta desaparecen según
el punto de vista y la intención del biógrafo. En el texto de Figueroa (1980), como
biógrafo de Solá, se resalta este aspecto político de su vida pública, en cambio,
en las dos reseñas que se encuentran en el Diccionario de regionalismo (las del
Dr. Jaime Solá y las del músico y escritor José Juan Botelli) se pone énfasis en
su actividad de docencia y de investigación en el área de lengua castellana, sin
mencionar en ningún lado su actuación en la Legislatura Provincial. Sin embargo
en la página web de la Cámara de Diputados,43 de signatura anónima pero que re-
presenta la voz gubernamental, encontramos un apartado denominado: “Su acción
política”, allí se informa que, desde joven, Solá pertenecía al Partido Demócrata
44 El Partido Demócrata Nacional (PDN) fue un partido conservador argentino creado en 1931 por
obra de Robustiano Patrón Costas como vimos, que desapareció luego del golpe militar a Perón
de 1955. También solía llamárselo simplemente Partido Conservador. El partido se constituyó
en el dominante dentro de la Concordancia, una alianza política del PDN, con la Unión Cívica
Radical Antipersonalista y el Partido Socialista Independiente que gobernó la Argentina utilizan-
do abierta y masivamente el fraude electoral entre 1932 y 1943, período de la historia argentina
conocido como la Década Infame. El Partido Demócrata Nacional se organizó sobre la base de
los partidos conservadores provinciales, y estaba liderado por dirigentes como Robustiano Patrón
Costas, Manuel Fresco y Rodolfo Moreno del poderoso Partido Conservador de la Provincia de
Buenos Aires, Julio Argentino Roca (hijo) y Guillermo Rothe del Partido Conservador de Cór-
doba, etc. Wilkipedia, [en línea] http://www.eleccionargentina.org/wiki/index.php?title=Partido_
Dem%C3%B3crata_Nacional.
45 Diccionario enciclopédico nuevo Espasa ilustrado 2000, Espasa Calpe, 1999, España.
Formas de racismo indio... 197
46 José Juan Botelli (1923-2010) músico, pianista y compositor. A partir de 1946 inicia su producción
como compositor profesional tanto en música “seria” como en “música popular”, según sus dichos
(ver Resolución Consejo Superior núm. 151/05 de mayo del 2005, donde se lo declara profesor
honorario de la Universidad Nacional de Salta). Dentro de sus actividades se destaca su trabajo en
distintos periódicos y en la sección cultural del diario local El Tribuno. Según Susana Rodríguez
(2007: 65-117), Botelli forma parte de un movimiento conservador y tradicionalista que desde la
página cultural de ese diario ejerce una actitud contraria a lo “nuevo” (tendencias literarias distin-
tas y escritores no canónicos). Desde ese espacio se reescriben historias, mitos, leyendas y coplas,
a su vez se da “la imposición de una tonada que erige como identitaria”.
47 La referencia “de pura cepa” sirve para señalar que es algo propio, natural de un sitio o comunidad
y de calidad, refiriéndose al vino. En Salta es común el uso de refranes asociados con el vino al ser
un espacio social donde el vino y las bodegas son parte de la cultura local.
48 A su vez, estos calificativos sirven también para legitimar al propio biógrafo quien expresa: “como
la mía, muchas otras generaciones fueron formadas bajo su erudición y de esa profunda ternura
con la que uno se sentía asistido formándose a su lado”. Biógrafo y biografiado autoalimentan su
legitimidad para hablar de lo social desde un lugar de prestigio y poder.
198 Sonia Álvarez Leguizamón
49 Raúl Aráoz Anzoátegui (1979: 29-30), un poeta escritor y ensayista salteño, afirma que el tema
nativista es propio de la literatura argentina, la que tiene una fuerte vigencia en el noroeste en
las “letras de proyección folklórica”. Para él la nueva poesía que surge desde 1940, comenzó a
operar la transformación que a poco tomaría contacto directo y se identificaría con las gentes que
compone, según los estudiosos de estas disciplinas, el grupo “folk” y la disciplina folklórica, cuya
caracterización según A. R. Cortázar se vincula con los caracteres específicamente populares, co-
lectivización, empirismo, funcionalidad, tradicionalismo, anonimato, regionalismo y transmisión
por vía oral y no escrita.
50 Dice Solá: “He preferido para el título de este diccionario la palabra regionalismo y no provincia-
lismo como sería más ajustado a lo que se estila de acuerdo con la terminología de los lexicógrafos,
porque gran parte de los vocablos empleados en Salta son también conocidos en Jujuy, Tucumán,
Sgo. del Estero y Catamarca, y deseo que el título de esta obra condiga con el contenido de la
misma. Esta comunidad de términos se explica porque un límite artificial y caprichoso, trazado
entre provincias hermanas no puede, en manera alguna, significar una barrera lingüística infran-
queable”.
Formas de racismo indio... 199
tienen su origen en: las voces de los viejos “maestros”, conversaciones con el
“auténtico gaucho de mi tierra”, con los “collitas de los valles o la puna y con los
indígenas del Chaco”. Se ve aquí los tres grandes grupos que aparecen en forma
persistente de los grupos subalternos: el gaucho, el colla y los indígenas del Chaco.
Esta construcción de lo propio, de la región es un paso para la construcción de “lo
salteño”, pero ésta no es pacífica, forma parte de un “régimen de representación”
(Rojas, 2000) de fuerte contenido racial, muestra una tensión entre las voces au-
torizadas, los maestros y los “tipos sociales” inferiorizados como los “auténticos
gauchos”, la nominación inferiorizante de collitas de los valles y la puna, donde
el diminutivo refleja ya una forma paternalista, despectiva y racial propia de este
racismo indio.
Parte de estas recopilaciones tienen una intensión casi etnográfica en el senti-
do de que para recoger la información hubo que estar cerca “del habla coloquial”
y recogerla in situ. En este sentido, en la introducción que realiza Fanny Osán de
Pérez Sáez al Diccionario de americanismos de Salta y Jujuy que edita con su ma-
rido, producto de muchos años de investigación científica colectiva en la Facultad
de Humanidades de la Universidad Nacional de Salta, afirma que “los estudios de
campo” realizados implicaron:
“…la comunicación con alumnos, docentes, amigos, obreros, pro-
fesionales, políticos, técnicos, empleados, amas de casa y con hom-
bres mujeres y niños, a veces refugiados en apartados puestos en
compañía solo de ovejas, cabritos y de sus propios pensamientos.
Los buscamos recorriendo las calles de las ciudades, las rutas prin-
cipales, caminos sin pavimento y sendas sin demarcar, y nos ha-
blaron de sus profesiones, oficios, creaciones artísticas, artesanías,
creencias, tradiciones, ritos, religiosidad, relaciones familiares, fies-
tas, formas y ciclos de vida, y de sus actividades y modos de mirar al
otro y a la sociedad con sus incontables matices […]. Con frecuen-
cia escuchábamos palabras con ecos ancestrales […] la aprensión
de ese universo en el que se unían las dos vertientes de la América
hispánica” (Osán de Pérez Sáez, 2006, en Osán de Pérez Sáez y
Pérez Sáez, 2006: X, cursivas del autor).
Nótese la importancia del trabajo de campo y también la visión hispanista de la
cultura local que afirma primero a América como hispánica para reconocer luego
y subordinadamente la “otra vertiente” nativa.
52 Para Yudi (2015) la estructura de la hacienda andina se transforma para dar paso a la plantación
en la zona oeste de la provincia recién a comienzos del siglo XX, cuando se funda el ingenio San
Martín del Tabacal.
Formas de racismo indio... 203
como locus básico de la sociedad que describen haciendo mención a las relaciones
con los sectores subalternos en las que se basan. El primero tiene un estilo costum-
brista, pero al mismo tiempo sus descripciones sirven para dar cuenta de las rela-
ciones de dominación y subordinación de sujetos cuyas características especifica.
En la época colonial, la herencia de la encomienda, como forma de relación
servil entre las poblaciones nativas, marcaba las relaciones de sujeción. Más tarde,
la hacienda establecía similar forma de dominación entre el patrón y el nativo.53
A pesar del decaimiento de la institución de la encomienda en el siglo XVII, la
oligarquía de Salta ha sido y continúa enraizada en la tenencia de la tierra. La
primacía del comercio creó nuevas fortunas familiares, que si bien no tenían inde-
pendencia de la posesión de la tierra, no estaban totalmente dependientes de ella.
Esto lo vemos por ejemplo en 1819, momento en que ninguno de los nombres de
las originales familias que habían recibido tierras de la corona se mantienen en los
principales linajes.54
El “gaucho decente” y la “dama de bien”, dueños de las fincas, eran arque-
tipos de la clase considerada superior, y su poder se desenvuelve en institucio-
nes fundamentales donde se ejerce el servilismo. La estancia ganadera constituía,
en esa época, la unidad productiva más importante de este orden oligárquico. El
arquetipo de la configuración y vínculo de dominación era el binomio gaucho
decente-peón. El peón es todavía el apelativo para denominar al trabajador rural
bajo relación de dependencia, sea ésta asalarizada libre o semiservil. La palabra
viene del latín pes que significa pies, “el que anda o marcha a pie”. También el
diccionario la significa como “el que trabaja en cosas que no requieren arte ni
habilidad”. Este sentido de la palabra da la pauta de la desvalorización clasista del
trabajo agrícola. Éste, a través de la historia, sobre todo durante el neolítico, ha
requerido un enorme desarrollo de destrezas realmente admirables en la historia
del género humano.
Esta relación de dominación se ejerce a partir de un dominio claramente mas-
culino. El gobierno masculino de la casa se extiende a las relaciones de dominación
53 Hollander plantea que luego de la derrota de la resistencia nativa, en el siglo XVII, los nativos
fueron puestos en carácter de encomienda. Su trabajo hizo posible que los salteños dedicaran al
comercio sus energías. Si bien eran muchos los indios encomendados en 1660, su monto declinó
debido al excesivo abuso de los encomendados que los sometieron a las labores personales y a
las encomiendas que se destinaron al trabajo de mineros en Potosí. De todas maneras, en el siglo
XVIII, bastante mano de obra india quedaba para brindar abundante comida a la ciudad de Salta
(en 1772 el valle Calchaquí y el de Cobos, por ejemplo, contenía 78 familias españolas, 550 indios
encomendados y 860 indios que pagaban tributos). Dado que en la mayoría de los casos, encomen-
dados y tierra de la corona coincidían, los encomendados formaban el elemento más prestigioso de
la sociedad salteña. Los encomendados declinan a finales del siglo XVI por la sangría de mano de
obra al Potosí y por el trato que le brindaban. A mitad del siglo XVII, cuando el comercio comien-
za a ser la actividad económica principal, se agudiza su debilitamiento (1989: 115-118).
54 Cornejo, Atilio Mercedes de tierras y Solares, 1583-1589, Salta, 1938, citado en Hollander (1989:
118).
204 Sonia Álvarez Leguizamón
55 Uso la palabra policiamiento siguiendo a Donzelot (1980) quien la toma para las formas de gobier-
no de la familia en el antiguo régimen francés.
Formas de racismo indio... 205
ción leal de los más a los mejores en vista de un bien común: el provecho de todos”
(Dávalos, 1984: 401, cursivas añadidas).
El conchabo tiene como antecedente de flexibilización el que se produce du-
rante las guerras de la independencia, por la influencia de Güemes sobre las Leyes
de Conchabo. Por ello, luego se establecerá una diferencia entre guachos y vagos.
Asociación que estaba presente en la representación del gaucho. El gaucho era una
suerte de vaga(bundo) afincado a la hacienda y a la autoridad del patrón. Güemes,
siendo gobernador de Salta, entre 1815-1821, propicia una serie de medidas a
favor de los gauchos-soldados de la guerra de montoneras que él lideraba, contra
los españoles. Estas medidas promovían: la excepción del pago de arriendo a los
dueños de la tierra y la ausencia de cumplimiento con la “obligación” (trabajo
gratuito para el patrón). Esta institución servil consistía en un trabajo anual de 15
o 20 días, que debían cumplir los arrenderos en las faenas de siembra y cosecha,
denominado “fuero del gaucho”. Güemes instrumenta un sistema de registro de
los gauchos para diferenciarlos de los vagos y mal entretenidos.56 En un informe
que se le envía, dice que “los vagos bajo el nombre de gauchos que lo consideran
sagrados, se creen a cubierto de la penas y persecuciones de la ley”. El vago debe
conchabarse, mientras que el gaucho no tiene obligación de hacerlo y no debía
tener la obligación de poseer la papeleta de conchabo. Esta situación les permite
luego reclamar tierras (Michel, Savic y Pérez de Arévalo, 1996: 241-242).
En la etapa que se inicia con el triunfo del partido radical en 1916,57 la in-
fluencia de miembros de la oligarquía salteña decae en el ámbito nacional. La
gestión de Yrigoyen, el primer presidente radical, no se caracterizó por la in-
corporación de funcionarios de las provincias, como había sucedido durante las
gestiones presidenciales conservadoras. Es la época que el partido radical accede
a la gobernación de Salta. Abraham Cornejo fue el gobernador de la provincia,
seleccionado entre las familias radicales de la oligarquía. Más tarde, una serie de
disputas entre linajes conservadores y radicales lleva a una intervención federal en
1918. Los apellidos del linaje radical fueron: Cornejo, Saravia, Güemes, Torino
y Michel Torino. Estas familias protagonizaron violentas luchas políticas, entre sí
y en oposición a otros linajes de la oligarquía más conservadora, ante situaciones
donde alguno de sus miembros podía ser tocado con medidas o legislaciones que
injuriaran su posición social como clase superior (Hollander, 1989: 186-196; Nei-
burg, 1988, 2001).
56 Los mal entretenidos significan mal alimentados. Es una mala traducción de la palabra entretené,
en francés, que significa alimentado (debo este comentario a la historiadora paraguaya Milda Ri-
varola).
57 El partido radical, recién fundado, accede al poder en 1916 por la ley del voto secreto y obligatorio
masculino que ese mismo partido promueve, en contra de la democracia restringida que propiciaba
la oligarquía conservadora.
Formas de racismo indio... 207
58 “La clase terrateniente cuyos ingresos y su base económica la constituía el trabajo y la producción
de los originarios y criollos pobres de la región noroeste, no podía tolerar que los combatientes del
Ejercito patriota estuvieran protegidos en forma permanente por el fuero militar, los necesitaban
para que sigan trabajando y pagando tributos. Ya el 15 de agosto de 1815 en un oficio del Cabildo
de Salta a Güemes, en un momento donde los realistas no están en el territorio, le dice que ‘no
está, pues en el orden que habiendo cesado ya la guerra en esta Capital restituyéndose la gente,
que la hacía al antiguo estado de labrador, y paisano, sean juzgados por los militares […] esto es
un caos, una confusión. Las actuales circunstancias exigen que todo americano sea soldado, y que
desempeñe las funciones cuando sea preciso pero cuando no es llegado este caso, es un paisano,
cuya sujeción inmediatamente depende de la justicia ordinaria’. Ante tal posición y exigencia se
opone Güemes quién había ordenado que ningún combatiente miliciano, por el hecho de serlo,
pagara tributo a sus patrones o brindara servicios personales, típicos del régimen feudal de pro-
ducción de ese momento, aun cuando no estuvieran en servicio. Durante todo su mando y con
mayor decisión después del gran triunfo en Puesto del Marqués (Jujuy), en 1815, Güemes hizo
cumplir el fuero militar para todos los combatientes. El 11 de abril de 1818, hostigado desde hacía
cuatro años por su propia clase y harto de ‘todos los que se interesan en el desorden, y desunión
que los valientes Gauchos, que a costa de su sangre, han defendido con heroicidad la gran causa
de nuestra independencia’, decide escribir el auto y manda que ‘todos los gauchos alistados en los
respectivos Escuadrones, y la tropa no sólo gozan y eternamente han de gozar del fuero militar’.
Rondeau, mientras fue Jefe del Ejercito Auxiliar del Perú, había dispuesto que se respete ‘el fuero
que disfrutan los gauchos’, que había instituido Güemes. Belgrano el 1º de junio de 1818 remite el
Bando de Güemes al Director Supremo Juan Martín de Pueyrredón para su aprobación, y luego se
encarga, el 13 de julio, de comunicarle la respuesta favorable a Güemes.” En Aramayo “Güemes y
el fuero gaucho en la Guerra de la Independencia”, El Libertario, Jujuy, [en línea] http://www.elli-
bertario.com/2010/05/14/guemes-y-el-fuero-gaucho-en-la-guerra-de-la-independencia/ [consulta:
14 de mayo de 2010].
59 Joaquín Castellanos, “Carta Abierta al Señor Presidente de la República, Dr. Hipólito Yrigoyen del
gobernador de Salta” (Salta, 1921: 56 y 36) citado por Hollander (1976: 190, nota 134).
208 Sonia Álvarez Leguizamón
60 Ilota proviene de la nominación que se le daba a los esclavos de los lacedemonios, oriundos de la
ciudad de Helos. Figurativamente es el que se encuentra privado de los derechos del ciudadano.
61 Luego, en la gestión del gobernador Cornejo, en 1947, durante la etapa peronista, otro informe de
la situación social de la provincia justificará reformas relacionadas con la institucionalización de
la asistencia social y la salud pública como áreas de gobierno.
Formas de racismo indio... 209
los obreros por faltas no previstas en los reglamentos del trabajo o retenerles el
salario (art. 3, inc. a), entregar billetes, vales, bonos, fichas o cualquier forma de
moneda alternativa (inc. b). Se prohíbe subarrendar peones a terceros (art. 10) y
quedan prohibidos los servicios que se exigen bajo las denominaciones usuales de
“comedimiento” u “obligación” (art. 15). Esta reglamentación tuvo seguramente
una escasa aplicación, tanto por la falta de fuerza de los organismos estatales re-
cién fundados en su contralor, como por la intervención que realiza el gobierno
nacional sobre la gestión de Castellanos. La intervención se debe al malestar y a
la fuerte resistencia, por parte de los sectores más conservadores, en aceptar la
introducción de cambios sobre la propiedad de la tierra y las relaciones semiser-
viles de las haciendas y por la legislación y la regulación del canon de riego. Esta
intervención se vincula también a una disputa entre el gobernador con la familia
Saravia, con la cual había llegado al poder y a la que le asigna el control de la
policía (Hollander, 1989).
Por todo ello, en Salta, con estas configuraciones de clase es mucho más tar-
día la conformación de un mercado de trabajo libre. Esta ruptura se produce recién
entre 1930 y 1945 con la relajación progresiva de las relaciones semiserviles y de
las leyes de conchabo62 y el Estatuto del Peón más tarde. En Salta, los controles
y penalizaciones sobre el conchabo, se realizaron, a partir de mediados del siglo
XIX y hasta 1939, por medio de los Reglamentos Policiales y del Código Rural
de 1884.63
Algunas descripciones de las estancias pueden servir de ejemplo para estas
formas de gobierno sobre las poblaciones subalternas. Los primeros ingenios de lo
que ahora es la provincia de Salta, como el caso del San Isidro, ubicado a 100 km
de la ciudad al sur, son paradigmáticos de estas unidades de gobierno y produc-
ción. Bernardo Frías, cuya pluma fue fundamental en la construcción autorreferen-
cial de la “gente decente”, cuando describe la importancia de las haciendas como
62 Los Reglamentos de la Policía son de 1856, 1863, 1878 y 1939. El Código Rural de 1884, fue
sancionado durante el gobierno de Juan Solá y redactado por Alejandro Figueroa y Robustiano
Patrón Costas (Michel, Savic y Pérez de Arévalo, 2001: 244).
63 Castel, a este período de transición para el caso de Francia, lo denomina de la tutela al control. En
esta etapa surgen formas complejas de organización del trabajo, desde el trabajo regulado, forzado
a algunos núcleos de asalariados libres. Es la etapa de transición, según Marx, del trabajo libre
al trabajo asalariado, que mantiene diversas formas de sujeción al trabajo de los sistemas serviles
anteriores. Castel (1997) plantea que este proceso es anterior a la aparición del capitalismo en
Europa, a diferencia de Marx. Según Marx, en esta época “el que no quisiera trabajar cuando se lo
requería, a la cárcel. O sea, como antes, trabajo forzado –a cambio de un salario determinado– para
los trabajadores libres. Primeramente había que forzarlos a trabajar bajo las condiciones impuestas
por el capital. El desposeído se siente más inclinado a convertirse en vagabundo, ladrón y mendigo
que en trabajador. Esto tan sólo se comprende a las claras en el modo de producción ya desarro-
llado del capital. En los pródromos del capital, coerción estatal para transformar a los desposeídos
en obreros, bajo las condiciones más favorables al capital, las cuales aún no se imponen aquí a los
obreros por medio de competencia de ellos entre sí” (Marx, 1973 [1894]: 265).
210 Sonia Álvarez Leguizamón
64 “Quien introdujo la primera semilla de la planta para hacer la prueba, y la sepultó en las entrañas
de su tierra de Campo Santo, acostada, porque la semilla de la caña dulce es ella misma enterrada
a lo largo en el surco como cualquier difunto. Después brota y da caña nueva de cada uno de los
nudos que separan unos de otros su cañutos”.
65 “La naranja, fruta de origen transgénico, la fruta de oro, hija de árboles de perenne verdor, de hojas
brillantes y fraganciosas que adornaban otrora las casas moras de España de por siglos, con aquella
flor pequeña y blanca que han tomado las novias por su cuenta al cubrirse con el traje de su con-
sagración, llenaban de un esquisto aroma no sólo las huertas por entero, sino también los parajes
adyacentes a donde la brisa la conducía en sus alas, tal como pasó en Damasco, que incendiada por
Tamerlán, despedía la fragancia de sus maderas olorosas de que sus casas estaban hechas, dicen
hasta siete leguas a la redonda” (Frías, 2013: 617). La producción de naranjas se convierto más
tarde en extensiva, en la zona de clima tropical de la provincia.
Formas de racismo indio... 211
66 La mita fue un sistema de trabajo obligatorio utilizado en la región Andina, tanto en la época incai-
ca, como durante la conquista y colonización española. Los incas cuando dominaban las parciali-
dades locales les imponían un sistema de trabajo forzado a favor del Estado incaico destinado a las
tierras del dios Sol. Esto podría incluir desde la construcción de centros administrativos, templos,
acueductos, al trabajo agrícola, músicos, etc. Durante el período de la colonización española, este
sistema fue readaptado y sirvió como trabajo semiservil para la Corona española sobre la pobla-
ción nativa tributaria, lo que implicaba la movilización de la mano de obra a diferentes lugares
donde la Corona lo requería, durante varios meses del año.
67 Para Yudi (2015: 147) “en Salta y Jujuy la agroindustria se instaló sobre una estructura agraria
latifundista. Se conformaron, así, complejos agroindustriales compuestos por grandes extensiones
de tierra y una planta industrial en su interior. Esos complejos ‘plantación-Ingenio’ contaban con
la ventaja organizativa de su integración vertical. Tenían bajo un mismo control al cultivo, la cose-
cha, la transformación de la materia prima y la comercialización; pero además, no dispersaban la
renta agraria, la concentraba en un solo actor. De manera que la propia estructura agraria constituía
una ventaja comparativa que los ingenios de Salta y Jujuy podían exhibir sobre la producción
tucumana”.
212 Sonia Álvarez Leguizamón
68 La finca Colomé y la bodega que se fundó en el año 1831, a cargo del gobernador español de Salta,
Nicolás Severo de Isasmendi y Echalar. La familia Isasmendi se vinculó con el linaje Dávalos.
La hija del gobernador contrajo matrimonio con José Benjamín Dávalos. Colomé perteneció a las
familias Isasmendi-Dávalos a lo largo de 170 años hasta que fue vendida parcialmente a Donald
Hess en 2001.
69 Cortázar (2008) describe la importancia de la estancia de Molinos en la provisión de cuero, harina,
hierro, alimentos agrícolas para la población salteña de la ciudad capital y el valle de Lerma, en
los siglos XIX y XX.
70 “Había un indio con ellos. Era Inocencio, el chaguanco. El Chaco de sus antiguas correrías era algo
de lo que nunca se acordaba. […] Una vez contó algo triste, sin inmutarse. Los ojos parecían do-
lerle cuando pensaba. Habían ido hasta la toldería de la costa del Pilcomayo a buscar al indio Juan,
el comisario y dos agentes. […] Llevarían andando una legua. El indio Juan, las manos atadas a
la espalda y a pie delante de los caballos, mudo. De golpe, desde el monte, vio que el comisario
sujetaba el caballo, alzaba el winchester y apuntaba” (Manuel Castilla, 1957: 20).
Formas de racismo indio... 213
para el caso de los calchaquíes, el trabajo por deudas contraídas, el trabajo gratuito
como pago de arriendo, etc. Estas últimas formas metamorfoseadas se mantienen
en el siglo XIX y durante la primera mitad del siglo XX, bajo diversas formas de
control y coacción de la mano de obra en la finca.
Las guerras al Chaco permitieron a los españoles obtener tierras por merce-
des en la zona de frontera, en el valle de Lerma y el Calchaquí. En el caso de las
de frontera este, las familias beneficiarias con propiedades de importancia, a partir
de 1750, son la de Francisco Toledo y Pimentel, Ignacio Gorriti, Gabino Arias y
Adrián Cornejo, destinados a la ganadería y caña de azúcar. Adrián Cornejo será el
fundador del ingenio San Isidro en el valle de Campo Santo, al que hemos hecho
mención. En estos valles, las transacciones entre tierras son importantes y se pro-
duce un proceso de concentración durante la segunda mitad del siglo XVIII con
los jesuitas y las familias Arias Rengel, Escobar Castellanos, Saravia. A diferencia
de los Valles Calchaquíes, donde se observa permanencia de las grandes mercedes
otorgadas (ver Mata de López, 1989).
El proceso de transformación de comunitario a peón se produce –sobre todo
en la zona de los Valle Calchaquíes– bajo diversos sistemas de semiservidum-
bre, luego de su tardía derrota en la segunda mitad del siglo XVII. En el caso de
la mano de obra indígena proveniente del Chaco, el proceso es diferente ya que
las incursiones para su sojuzgamiento son todavía más tardías: a finales del siglo
XVIII y del XIX y principios del XX. Hasta 1930 y más tarde aún, se producen
matanzas de comunidades enteras (Pietrafaccia, 2013; Martínez Sarasola, 1992)
junto a diversas formas de violencias de gobierno como el control territorial y
acorralamiento en las “misiones”, todo lo cual allana el camino para que sean
forzados a trabajar, en los ingenios (Yudi, 2015; Olmedo Rivero, 1990) y en la
construcción de los ferrocarriles que unían la ciudad de Buenos Aires con el norte
del país (Bialet Massé, 1904) , capturados por los llamados lenguaraces y más
tarde por contratistas. Los que sobreviven a las crudas condiciones vuelven a sus
comunidades.
Según el propio Frías en la región denominada de los Valles, se mantenían
relaciones todavía feudales. Considera que esta zona fue la única donde se “es-
tableció y alcanzó a florecer el sistema feudal en sus caracteres más acentuados:
la dominación arbitraria y absoluta, por un lado, y la servidumbre personal, por
otro”. Las poblaciones nativas de los Valles Calchaquíes: quilmes, diaguitas, gua-
chipas, pulares, tolombones, chicoanas, tilianes, habían realizado “una resistencia
sangrienta, porfiada y heroica por más de quince años contra la conquista y domi-
nación española”. Luego de vencidos fueron sometidos a
“Encomiendas, régimen peculiar de la conquista que encerraba los
tres principios inscritos en su bandera: el sojuzgamiento del venci-
do, la civilización del bárbaro y el adoctrinamiento de la fe católi-
ca. Siguiendo este sistema el gobierno entregaba en encomienda a
214 Sonia Álvarez Leguizamón
71 “En los Valles Calchaquíes [...] la dominación efectiva del mismo, finalizó en la segunda mitad del
siglo XVIII y el extrañamiento de los pueblos rebeldes del valle, llevados a servir a los vecinos de
las diferentes ciudades del Tucumán y también hasta Santa Fe y Buenos Aires, necesitados de sus
servicios personales. Quedaron de esta manera vacías las mejores tierras, ubicadas a ambas bandas
de los ríos, sobre todo del Calchaquí. En retribución a sus méritos militares las mismas fueron
otorgadas en calidad de Merced Real entre los ‘pacificadores del valle’. Las mercedes reales más
importantes otorgadas serán las de Molinos y Cachi. Algunos de los pueblos indígenas extrañados
fueron llevados y asentados en el valle de Lerma, otros en Choromoros y los Luractaos próximos
al río Perico y entregados en encomiendas de los mismos españoles beneficiados con las tierras, o
propietarios en el valle de Lerma, quienes los trasladaron a sus propiedades para servirse de ellos”
(Mata de López, 1984: 76). “Tal es el caso de los indios de Cachi, Escoipe, Pulares, Payogasta
y otros, a pesar lo largos pleitos entablados. En primer lugar los indios ‘desamparan los pueblos’
al ser llevados a trabajar en las chacras y haciendas de los encomendados y posteriormente, los
mismos encomendados [...] o poderosos vecinos se introdujeron en sus tierras, a través de arren-
deros, que irónicamente muchas veces eran los mismos indios. Los pueblos de Cachi y Pulares,
sostuvieron un largo pleito con los jesuitas iniciado treinta años después de su asentamiento en el
valle de Chicoana. En sus alegatos de 1698 los jesuitas aseguran que los indios Cachis les pagaban
arriendos de un peso, por rancho, en reconocimiento de propiedad. Se produce un impasse en las
primeras décadas del siglo XVIII durante el cual el abandono y decadencia de los pueblos es no-
torio. Expulsados los jesuitas, la propiedad es adquirida a las temporalidades por Don Pedro Arias
Velázquez. El despojo se legaliza, al reconocérsele a este en 1800 la legitimidad de su posesión.
Pero de la lectura de estos largos pleitos, resulta evidente que hacía ya demasiado tiempo que los
pueblos como tales no existían” (Mata de López: 76-77).
Formas de racismo indio... 215
72 Para el caso de Lima, Flores Galindo encuentra igual linaje de esta institución. “El servicio domés-
tico heredó rasgos del esclavismo pero también del pongueaje –trabajo obligatorio y gratuito en la
casa hacienda– y de ese sistema que llevaba a entregar a un menor de edad por tres o más años en
manos de un artesano, quien a cambio de beneficiarse con su trabajo, supuestamente lo adiestraba
e introducía en el oficio. Al promediar el siglo pasado eran indios menores de edad, traídos de
la sierra a Lima. A esta práctica se refirió Sebastián Lorente en sus Pensamientos sobre el Perú.
“Cuando salís para la sierra, las señoritas de Lima” no dejan de pediros un cholito y una cholita,
y a veces os encargan tantos, que juzgaríais se encuentran por los campos por parvadas. No es la
216 Sonia Álvarez Leguizamón
empresa tan fácil; pero con un poco de actividad saldréis airosos en vuestro compromiso y a falta
de otros os ayudarán el gobernador y el cura” (Lorente en Flores Galindo, 2001).
73 Las referencias del origen de las palabras provienen del Diccionario Karten ilustrado, 1977.
74 Las vestales eran las doncellas romanas consagradas. Debía mantener el fuego sagrado día y no-
che, sobre el altar de la diosa. Eran jóvenes menores de 16 años y se obligaban en voto de castidad,
de tal modo que la que lo quebrantaba era enterrada viva.
75 Ver Gabriela Ferro (2015), para un análisis de la situación actual del empleo doméstico remunera-
do en la Salta del presente.
Formas de racismo indio... 217
de color de piel oscura.76 China, deviene del quechua y según Figueroa significa
“hembra, animal de sexo femenino; criada, sirvienta” y afirma que en Salta “desde
antaño llamábase china a la criada o muchacha de servicio” (1991: 85). Para Solá
también deriva del quechua con idéntico significado, pero agrega un componente
no sólo servil sino del racismo indio salteño: “se dice así, y es término despecti-
vo, de la mujer de piel morena [...] Sirvienta criolla” (2004 [1949]: 127, cursivas
añadidas).
Entre los refranes que evocan estos atributos y relaciones de discriminación
y dominación que ha recopilado Figueroa, están aquellos que se refieren a las ca-
racterísticas de los cabellos, como “china clinuda” (por crines), “china mechuda”
(por mechosa), “china mocha” (cabello rapado), “china cimbuda” (por cabello
trenzado) (1991: 85), “andar mechoneándose” (1991: 40) (juego “vulgar” de la
servidumbre). Estos refranes que materializan las relaciones de servidumbre refle-
jan el desprecio de la costumbre de las mujeres de cultura andina de usar el pelo
largo y generalmente trenzado o de jugar tirándose de los pelos, considerado por
ello típico de la servidumbre. Otros refranes de la condición de ser una china se
vinculan con formas despreciativas y descalificantes del régimen de conocimiento
del mestizaje, vinculado con la moral sexual: “hacer malas cochinadas” (Figueroa,
1991: 149) (fornicación o actos deshonestos de la servidumbre), “más caliente que
china (o negra) en baile” (1991: 188) (erotismo), “china muchachera” (frecuente
alternancia con varones) (1991: 85). Todos ellos atributos vinculadas a prejuicios
morales de presuntos comportamientos sexuales que paradojalmente eran objeto
de vejaciones de patrones y “niños bien”.77 Para muchacha, término muy extendi-
do en Salta y de uso común actual, Solá consigna: “La mucama 3ra acepción del
Diccionario […no usado] en España […sino] en Perú y Argentina y parece ser un
término de origen africano” (2004 [1949]: 235).
Los niños también realizaban trabajos serviles domésticos, de allí que la frase
“el chico de los mandados”, tenga su origen, según Figueroa, “en épocas pasadas
cuando toda familia pudiente tenía un criado que realizaba los mandados de la
patrona” (1991: 84). Las niñas o adolescentes, también niños, eran traídos forzo-
76 Esta relación racial es caracterizada por Flores Galindo (2001) para el caso de Lima (Perú) como
sigue. “En el Diccionario Jurídico (1861-63) de Francisco García Calderón aparece el término
‘doméstico’ y se indica que está reglamentado el trabajo de menores de 17 años. La conexión con
el racismo se evidencia si consideramos que sirviente y cholo –es decir, mestizo–, eran sinónimos.
En 1876, en Lima, sobre una población económicamente activa (PEA) de 37.913 personas, el ser-
vicio doméstico reclutaba a 6.160 trabajadores, repartidos casi proporcionalmente entre hombres
y mujeres. Al comenzar el siglo, de acuerdo con el censo de 1990, la gran mayoría de estos traba-
jadores ya eran mujeres. Existía una serie de categorías como ama de leche, ama seca, cocinera,
dama de compañía, doméstica, portera. En el censo de 1940 existía, en cambio, sólo la categoría
genérica de ‘servicio doméstico’ junto a ‘otros servicios personales’”.
77 La detección de estas clasificaciones fue realizada por el licenciado en Antropología Sebastián
Muñoz, en el contexto de proyectos de investigación bajo dirección de la autora.
218 Sonia Álvarez Leguizamón
78 “En las cárceles y en el servicio doméstico –pero podríamos añadir también el manicomio, la
escuela, la familia– se reprodujo la violencia y el racismo. De esa manera, le herencia colonial se
prolongó en la vida cotidiana. Allí radica la clave que explica su persistencia. En el siglo pasado,
un liberal denunciaba que la República no llegaba sino hasta los linderos de las haciendas: más
allá existía sólo el poder omnímodo del terrateniente. Sería necesario corregirlo. La República
tampoco llegaba al ámbito doméstico” (Flores Galindo, 2001).
Formas de racismo indio... 219
abandonadas por sus maridos, con los más bajos ingresos, carentes
casi de cualquier organización y sujetas al poder total de su patrón
o su patrona. Esto último significa quedar al margen de la legisla-
ción, obligadas a dilatadas jornadas de trabajo, mal pagadas y peor
alimentadas, objeto con demasiada frecuencia de abusos sexuales,
golpes y sevicia. En otro estudio que consistió en la indagación bio-
gráfica de 23 empleadas en casas cuzqueñas, todas, con una sola
excepción, habían sido brutalmente golpeadas. La servidumbre fun-
ciona en Lima y provincias. En familias de clase alta y también
de clase media y hasta en hogares de menores ingresos. […] La
dependencia personal del siervo o colono con respecto del amo. La
combinación entre violencia y paternalismo buscando imposibilitar
cualquier movilidad geográfica o social. Jerarquías inalterables”.
La incorporación de servicios de cloacas en la ciudad de Salta79 es emblemática
para observar el debilitamiento de las relaciones serviles en el hogar vinculado con
transformaciones técnicas y materiales, que permitió el paso del opa –exsiervo
doméstico generalmente vinculado con alguna discapacidad– al ciudadano. Dice
el ensayista y poeta Juan Carlos Dávalos:
“Todo ha conspirado, desde unos años a esta parte, contra los opas.
El advenimiento de las cloacas los ha emancipado de ciertos oficios
de acarreo, que les eran propios. Después, un jefe de policía los ha
expatriado en vagones y ha sembrado las vías, Salta afuera, con
nuestros opas [...]. Y en nuestros días, apenas si al paso del opa
Panchito, con su cara de macho alfarero, su andar vacilante y sus
inmensas alpargatas, nos asalta un recuerdo borroso de los opas de
otros tiempos, de aquellos que apedreamos siendo niños. El opa de
hoy es como el espectro del opa de entonces. El opa de hoy, ha to-
mado carta de ciudadanía y hasta se le ha visto votar en las eleccio-
nes. Y luego se los respeta, o quizá se le compadece; y se ha vuelto
mendigo, [...] o masitero como Panchito” (Dávalos, 1996: 599, el
énfasis me pertenece).
Este texto muestra las modificaciones en la estructura social: el paso del opa servil
al ciudadano mendigo o vendedor ambulante, así como las representaciones de-
gradantes que se tenía del llamado opa.
También Aráoz (1944) los recuerda como “complemento perfecto de los
cambios provocados en la ciudad” por la instalación de los servicios sanitarios. Se
79 En 1903 se realizan las primeras obras de cloacas en la ciudad de Salta, vinculadas con los efectos
de la epidemia salteña del cólera de 1887, realizados por la Comisión de Salubridad, de carácter
nacional.
220 Sonia Álvarez Leguizamón
80 A partir de la Ley Nacional de Patronato (1918) se funda el Instituto Tutelar de Menores, centra-
do exclusivamente en niños condenados por crímenes y se pasa de la penalización a la tutela, la
protección, la rehabilitación y la educación de los niños pobres. Esta ley traslada el patronato de
clase a un patronato gubernamental. La ley diferencia y despenaliza la criminalidad del menor y
el abandono social de la criminalidad. Se señalan causas sociales de ambas. Se subdivide el “trata-
miento para la rehabilitación” con especialistas en criminalidad, trabajadores sociales y asistentes
de menores. En Salta la instrumentación y la legislación y adecuación de la Ley de Patronato tarda
hasta la transformación que se produce en los ‘50, por la gestión provincial justicialista, por lo que
no hacemos referencia a ella en este trabajo.
222 Sonia Álvarez Leguizamón
81 Artículo 46 del Reglamento General de la Policía de la Provincia de Salta (1878) e inciso 5 del
artículo 47.
82 Castel, para un contexto histórico homólogo, en Francia, plantea que en realidad la representa-
ción de los vagabundos, como “depredadores, peligrosos que rondeaban los márgenes del orden
social, viviendo de rapiñas y amenazando los bienes y seguridad de las personas”, habiendo roto
el pacto social (trabajo, familia, moral, religión) y el orden público, no se condicen con la realidad
sociológica que ella recubre. El perfil sociológico, por ejemplo, de los internados en los depósitos
de la mendicidad eran, en su gran mayoría, extrabajadores rurales o manuales sin empleo. Lo que
hoy llamaríamos desocupados en búsqueda más o menos convenida de empleo, aunque todavía
no se puede hablar de desempleo, porque no se reúnen las condiciones constitutivas de la relación
salarial moderna (Castel, 1997: 97-98).
Formas de racismo indio... 223
El patrón tenía también autoridad para ejercer la violencia física sobre los concha-
bados, “el patrón puede corregir moderadamente las faltas del peón o sirviente sin
que de ello le resulte herida, contusión u otra enfermedad y la falla fuese aquélla
que compromete el buen orden de la casa, puede, el que la cometiere, ser detenido
en prisión rigurosa hasta dar cuenta a la policía” (art. 5, el énfasis me pertenece).
En caso de abandonar el trabajo, la policía lo devolvería al patrón. En caso de rein-
cidencia lo pondría en prisión destinándolo al ejército o a obras públicas.
Los códigos de policía se van modificando83 pero, sin embargo, se mantiene
el poder de policía en el control y policiamiento de las personas sin hogar. Así, en
1959, inclusive, el nuevo Código de Policía, a tres años de la transformación pero-
nista, reglamenta la vagancia y la mendicidad imponiendo multas y arrestos según
los casos en “los que fueran encontrados ejerciendo la mendicidad sin permiso de
la policía”.84 La policía es el organismo autorizado por esta ley para “reprimir y
controlar y autorizar la mendicidad y combatir la vagancia, según los casos” (art.
130). Para autorizar
“...el ejercicio de la mendicidad a los pobres de solemnidad que
recurran a formular la solicitud respectiva [la policía deberá] agotar
todo trámite posible para que éste sea internado en un asilo adecua-
do; comprobar que no existiera lugar para su alojamiento en nin-
gún asilo, comprobar que no es persona apta para ejercer ninguna
clase de trabajo; comprobar con certificado médico que no padece
de ninguna enfermedad contagiosa, comprobar que no tiene nin-
guna familia que pudiera hacerse cargo de su sustento, comprobar
que está habilitado físicamente para ejercer la mendicidad, sin exhi-
bir al público deformaciones, llagas u otros defectos o taras físicas
visibles” (art. 131, cursivas añadidas).
El mismo reglamento considera “vagos” a
“...las personas de ambos sexos que no tuvieran trabajo o profesión
conocidas; los sujetos que vivieran con prostitutas y se hallaren ha-
bitualmente en su compañía y se beneficiaren con el producto de la
prostitución; los sujetos conocidos como delincuentes que fueran
encontrados en las estaciones ferroviarias, de tranvías, paradas de
ómnibus, hoteles, teatros y otros sitios públicos, sin causas justifica-
das; los linyeras habituales que fueran reacios a trabajar” (art. 134).
83 El 19 de mayo de 1939 se sanciona el nuevo Código de Policía por la Ley 1812, cuyo número
original fue el 534. “Recopilación general de las leyes de la Provincia de Salta y sus decretos
reglamentarios”. Documentos compilados y anotados por el Dr. Raúl Fiore Moulés. Publicación
Oficial. Tomo XVIII (Complementario) 1938-1939, 1946: 8947-8675.
84 Esta ley rigió hasta el 2002, cuando fue modificada.
224 Sonia Álvarez Leguizamón
85 Vázquez (1987: 3), considera que en este momento ya se puede notar una generalización de rela-
ciones capitalistas por medio de la acción promotora del Estado a partir de un modelo de acumu-
lación nacional basado en el consumo interno. Proceso en el que Salta habría de insertarse.
86 La ordenanza municipal del 26 de octubre de 1911 (Orellana, 1925) prohíbe “la construcción de
ranchos de barro, lata o madera” delimitando el radio de exclusión. Se hace explícito el poder
municipal sobre las formas de vida diferentes al obligar a la destrucción de esos “habitáculos”,
otorgando a sus dueños u ocupantes un plazo de seis meses para su destrucción.
87 “Dos propósitos principales orienta la labor de la Escuela: el uno, dotar a la mujeres de aquellos
conocimientos teórico-prácticos que la habiliten para la actuación eficiente en el hogar y en la
Formas de racismo indio... 225
sociedad, enseñándoles a apreciar y realizar todo lo bello, útil, original y noble de que son capaces
las manos y el ingenio femenino. El otro, defender y propulsar el arte nativo y la vieja industria
colonial, en sus más genuinas manifestaciones, mancomunándolos todos las profesiones honrosas
que capacitan para la lucha por la vida” (Cornejo, 1948: 267, cursivas añadidas).
226 Sonia Álvarez Leguizamón
A principios del siglo XX Salta está viviendo cambios lentos, se van debi-
litando algunos resabios coloniales como el trabajo forzado y se constituye una
instancia de inflexión en las transformaciones entre el mundo público y el priva-
do, atravesado por la lucha entre prácticas higienistas y benéficas, estamentales
y republicanas, entre otros procesos estudiados (Alvarez Leguizamón, 2004). Es
también un momento de progresiva gubernamentalización de la vida, de regu-
lación del mundo público y de la vida privada por concepciones higienistas que
institucionalizan su discurso y constituyen nuevos espacios públicos.
Se produce una tensión entre quienes intentan relajar o modificar estos víncu-
los y aquellos que se resisten a los cambios para mantener una sociedad estamental
donde las relaciones de semiservidumbre son fundamentales. La arena de lo so-
cial, en este contexto, pasa a manifestar una serie de pujas entre los hacedores de
la beneficencia y los promotores del higienismo estatal, los sectores asalariados y
obreros incipientes que bregan por una mejora de vida y la resistencia de las elites
por otorgarle esos derechos, como el caso paradigmático de la resistencia a aplicar
la Ley de Güemes promovida por el gobernador Castellanos –en 1921– y luego el
Estatuto del Peón promulgado por Perón, a mediados del siglo XX.
En el caso del gobierno de la pobreza, estas luchas, sin embargo, se expresan
en un espacio compartido donde, a veces, los mismos actores que promueven me-
didas higienistas (a través de una mayor participación del Estado en la “asistencia
pública”), forman parte de las propias instituciones benéficas tradicionales. Se po-
dría decir que es una instancia donde convergen distintos procesos. Por un lado,
un mayor control y supervisión por parte del Estado sobre las organizaciones de
caridad; por otro, surgen nuevas organizaciones de beneficencia laica pero con tu-
tela religiosa, muchas de las cuales se crean para contrarrestar la acción higienista.
Finalmente, se van conformando instituciones estatales; primero las de “higiene
pública” y de “asistencia pública” y más tarde de “salud pública”. A nivel de or-
ganizaciones obreras, la condición de trabajador libre se va institucionalizando
y los trabajadores, sindicalizándose y manifestándose en contra de la opresión,
sobre todo los urbanos, como lo demuestra la represión a la huelga realizada por
el gobernador peronista Cornejo a mediados de siglo, la que tuvo como resultado
muertos y heridos obreros.
Las “damas de beneficencia” se aglutinan en organizaciones como la Socie-
dad de Beneficencia, el Patronato de la Infancia, la Sociedad Santa Ana o las
Conferencias de Señoras de San Vicente de Paul y son objeto de una progresiva
supervisión y financiamiento estatal. En base a una “economía de la salvación”,88
ejercen el control sobre las poblaciones que quedan en los márgenes y que resultan
amenazantes para los valores hegemónicos de la “sociedad”. Las representaciones
Imagen III.4
Patronato de la Infancia de Buenos Aires (1925).
89 Foto del Patronato de la Infancia de Buenos Aires, “Buenos Aires - Patronato de la Infancia en
1925” de Colección Caras y Caretas - Archivo General de la Nación Argentina. Disponible bajo
la licencia Dominio público vía Wikimedia Commons, [en línea] https://commons.wikimedia.org/
wiki/File:Buenos_Aires_-_Patronato_de_la_Infancia_en_1925.jpg#/media/File:Buenos_Aires_-_
Patronato_de_la_Infancia_en_1925.jpg.
228 Sonia Álvarez Leguizamón
90 Nos referiremos al documento: Memoria del Consejo Particular de las Conferencias de Señoras
de San Vicente de Paul en sus Bodas de Oro 1945 (1946).
91 “Las damas presentes manifestaron que su propósito era, con la fundación de esta institución
caritativa ofrendar a la Patria en el centenario de la redención Argentina el homenaje de la mujer
salteña, la salvación de la niñez, base de las futuras generaciones y simiente fecunda de la grandeza
de los pueblos y producir en cuanto cabe la aproximación de las clases sociales preludio sin duda
de la solución de problemas que mantiene hoy en perpetua intranquilidad a las Naciones…” (el
énfasis me pertenece).
Formas de racismo indio... 229
92 Indalecio Gómez (nació en Molinos, provincia de Salta, 14 de septiembre de 1850) fue ministro
del Interior del presidente Roque Sáenz Peña, coautor y defensor de la Ley Sáenz Peña, que logró
el voto universal (masculino), secreto y obligatorio. Hijo de Indalecio Gómez y Ríos, salteño, y
Felicidad González del Toro, chilena, nació en la finca que fuera del último gobernador realista del
Virreinato del Río de la Plata, Nicolás Severo de Isasmendi: Molinos en los Valles Calchaquíes.
En 1870 viajó a Buenos Aires, donde estudió Derecho, de regreso a Salta, ingresó en la Legislatura
y fue docente en el Colegio Nacional. También se dedicó al comercio de ganado con el puerto
de Cobija –entonces el único puerto boliviano del océano Pacífico– para el abastecimiento del
ejército del Perú, fuente de riqueza de la oligarquía local. Posteriormente fue nombrado cónsul del
gobierno argentino en el puerto peruano de Iquique, mientras tenía lugar la Guerra del Pacífico.
Apoyó públicamente la posición peruana en la misma y, en este carácter, conoció a un voluntario
argentino en esa guerra, el abogado porteño Roque Sáenz Peña. Cuando éste fue tomado prisionero
por las fuerzas chilenas, intercedió por él, logrando meses más tarde su libertad. También asesoró
al enviado del gobierno argentino en Lima, que medió en la finalización de la guerra. En 1883
contrajo matrimonio con Carmen Rosa Tezanos Pinto, jujeña –hermana de la esposa de Uriburu,
salteño y presidente de la república por un golpe militar en 1930– y cuya familia estaba exiliada en
Perú. Poco después fue electo senador provincial por el departamento San Carlos.
230 Sonia Álvarez Leguizamón
93 El Asilo del Buen Pastor se establece en Salta, en noviembre de 1883, según la información de los
Nuevos estatutos de la Sociedad de Señoras Protectoras de la Casa del Buen Pastor en Salta y
en 1886 según la Memoria de la epidemia del cólera (Becerra, 1888). En esta última memoria se
dice que su fundación se destinará a “mujeres criminales”. En el primer documento se afirma que
“viene desde entonces desempeñando una triple acción social moralizadora. Es la única cárcel de
mujeres con que cuenta la provincia; el único Asilo en que se alojan las jóvenes cuya perdición
se quiere evitar; es, en sección completamente separada de las dos secciones anteriores, un hogar,
un colegio para huérfanas!... Distribuye así, sus beneficios frutos de regeneración para unas, de
amparo para otras, y de cristiana educación para las últimas; y a todas tonifica moralmente, en-
señándoles trabajos domésticos y labores, que más tarde las haga capaces, según sus condición,
para arrostrar serenamente, la lucha por la vida” (Nuevos estatutos de la Sociedad de Señoras
Protectoras…, cit., 1930).
Formas de racismo indio... 231
94 En la memoria se sintetizan todas las actividades realizadas en la Provincia de Salta, en los últi-
mos 50 años, desde 1895 a 1945, como sigue: “Se han hecho 360.000 visitas a domicilio y se han
socorrido a 250.000 personas. Se ha repartido 2.400.000 bonos de comestibles (pan, leche, carne,
etc.) por un valor $240.000. Las piezas de ropa y calzado repartidas alcanzan a 150.000. Fueron
atendidas 65.000 consultas y recetas y se han entregado 500 anteojos y aparatos ortopédicos. Se
abonaron por alquileres pesos 10.000 y los socorros distribuidos en dinero alcanzaron a $60.000.
Se ha dado colación y empleo a 2.000 personas, habiéndose internado en asilos y hospitales, ya
sean propios y en otros no pertenecientes a la institución a 17.500 personas. Se han facilitado
2.000 pasajes para enfermos, insanos, sus acompañantes y personas pobres. Se han repartido 55
máquinas de coser. En los talleres dependientes de las Conferencias se han confeccionado 75.000
piezas de ropa. En cuanto a la parte espiritual se refiere, se han realizado 10.000 bautismos, 7.000
matrimonios, 9.000 primeras comuniones de adultos, y 30.000 primeras comuniones de niños. El
total de los gastos hasta ahora por el Consejo Particular, las conferencias y los talleres en esta pro-
vincia, en sus obras de caridad, sobrepasa a los pesos 1.661.117”, Memoria del Consejo particular
de las conferencias de señoras de San Vicente de Paul en sus bodas de oro 1945 (1946: 28-29) (en
adelante MCSVP).
232 Sonia Álvarez Leguizamón
95 MCSVP (1946).
Formas de racismo indio... 233
tir de la caridad clases abyectas que deben ser moralizadas por la nobleza moral
que ellas se autoatribuyen.
96 Figueroa en su Diccionario de regionalismos escrito a mediados del siglo, afirma que la gente
decente, se vincula a formas de distinción social, como “el buen comportamiento”, y por otro lado
a la adscripción de clase, la pertenencia a una “clase social más elevada” (1991: 140).
Formas de racismo indio... 235
98 La participación de las mujeres de estas familias en las organizaciones de beneficencia cuyos ape-
llidos comienzan a aparecer en las comisiones permitía o facilitaba el ascenso social, sobre todo
por el alto valor social que estas actividades tenían.
99 Ensalzando la figura de esta última, Michel Ortiz (1983: 121) señala “algún día, cuando se escriba
la vida y obra de las mujeres próceres de Salta, Doña Carmen como se la llamaba, forzosamente
deberá encabezar la lista de las beneméritas de la más importante de las instituciones médicas
durante más de una centuria”. El “doña” es un apelativo que muestra el matronazgo y la autoridad
ejercida por estas mujeres.
Formas de racismo indio... 237
100 Según Hollander, aparentemente no tendría vínculos obvios con esta clase, aunque estaba empa-
rentado con el líder de la independencia y caudillo popular Martín Miguel de Güemes. Su abuela
paterna fue prima hermana de Martín Miguel de Güemes. Su espectacular carrera no hubiera sido
posible sin esos vínculos de linaje “más allá de la fortaleza de su personalidad y de su inmensa
habilidad” (Hollander; 1989: 122-123).
101 Roberto José Tavella (Concordia, Entre Ríos, 1893 - Salta, 1963) fue un docente y religioso católi-
co salesiano que ejerció como arzobispo de Salta durante 29 años y participo del Concilio Vaticano
II. Fundó el primer Instituto de Humanidades (Bachillerato Humanista Moderno) en Salta y la
Universidad Católica de Salta, por el legado de Patrón Costas.
238 Sonia Álvarez Leguizamón
102 Robustiano Patrón Costas, discurso de fundación del Partido Conservador, Diario La Provincia, 19
de abril de 2009 (citado en Correa y otros, 1999).
Formas de racismo indio... 239
eran dueños de las fincas o estancias donde se ejercían diferentes tipos de servi-
dumbre.103
La gente decente, categoría nativa autorreferencial de la clase dominante es
caracterizada por Bernardo Frías, un historiador predominante por su influencia
en la construcción de esta visión hegemónica de la salteñidad, en su ensayo de
interpretación social de la “sociedad salteña” como originaria de “clase noble y
aristocrática” fruto de “ley natural”, a diferencia del “vago y aventurero” o “de
quebrada fortuna”, que llegaba a América. Frías afirmaba que “Salta, por su im-
portancia comercial, fue, desde antiguo, sitio elegido de la inmigración española
de clase noble y aristocrática que en gran abundancia acudió a ella como a Lima”.
Frías fundamenta la “nobleza” de la gente “decente” en base a la conformación
de lo que él denomina “casas” de linaje, las que derivarían de la nobleza española
venida desde el Perú. Según Frías la mayoría de “esta noble inmigración que re-
cibía el vecindario de Salta fue, como lo atestiguan los apellidos de las antiguas
familias y las ejecutorias del linaje, de la nobleza castellana y vascongada, que era
la porción de la población española más honorable y fuerte” (Frías,1971 [1902]:
97-99). Como se sabe, la conquista fue realizada por segundones o exconvictos
que se casaron con nativas, por lo que la ascendencia de una nobleza europea for-
ma parte de esta construcción imaginaria. Es interesante destacar la forma en que
el historiador construye y produce la superioridad (racial, social, moral, natural)
de estas “casas” a partir de un linaje madre, el de Toledo y Pimentel, del que se
derivan “casas” cuyos nombres distinguen a ciertos apellidos. Entre “la nobleza
más sobresaliente”, Frías señala la descendencia de Don Francisco de Toledo Pi-
mentel, “conquistador afamado de esta provincia”, cuya familia vinculada a la
sociedad de Salta, “formó las casas de Toledo, de Alvarado, de Mollinedo y de
Figueroa”. Además de ésta señala su asociación con las “casas” de Castellanos y
Aramburu. Aduce que también “formaban el núcleo noble del vecindario de Salta
las casas de Gorriti, de Gurruchaga, de Hoyos, de Castellanos, de Arias, de Quiroz,
de Güemes, de Medeiros, de Torres, de Moldes, de Ornaechea, de Isasmendi, de
Zenarruza, de Arenales, de Alberro, de Gorostiaga, de Zuviría, de Archondo, de
Ibazeta, de Zavala, de Palacios, de Rioja” y también “las casas de Uriburu y de
Don Manuel de Frías”. Esta última su propia familia. Muchos de éstos, durante el
primer siglo de la República y casi hasta mediados del XX, mantendrán un poder
económico y político fuertemente intrincado a partir sobre todo de uniones ma-
trimoniales entre ellos (Hollander, 1989). Algunos de estos apellidos pertenecen
a héroes de la independencia anticolonial como Güemes y Moldes, otros están
103 Existen otros trabajos de base científica generalmente antropológicos y/o históricos que muestran
estos vínculos en el siglo XX (ver Vázquez y Aguilar, Vázquez, 2015; Villagrán, 2009, 2012; Yudi,
2015; Gatti, 1975; Rutledge, 1987, entre otros) pero que no vamos a tener en cuenta para este
análisis ya que nuestro interés es mostrar los valores y atributos autorreferenciales de clase, raza y
geografía de las propias clases dominantes.
240 Sonia Álvarez Leguizamón
término, la nata y flor de la civilidad argentina” (Frías, 1971 [1902]: 99). Afirmaba
que
“...esta clase, que con justicia dominaba en la sociedad […] la for-
maba así la gente de noble linaje como todo el elemento sobresa-
liente por ser la raza española que pudo imponerse, como otras de
la raza indígena o mestiza, por sus servicios o fortuna, imprimía su
dirección y la ley a la clase plebeya, a los artesanos de la ciudad
y habitantes de los campos que formaban la clase pobre, y cuya
superioridad era reconocida y acatada con tanta buena voluntad y
respeto, que jamás ninguno de éstos hablaba a hombre decente sino
con la cabeza descubierta. Esta dominación, perdonándole las pre-
ocupaciones reinantes en la época, era bien justa y debida, porque
la clase decente era la depositaria de todas las virtudes sociales...”
(1971 [1902]: 100; el resaltado me pertenece).
Según la interpretación de Yudi (2015) la construcción de la gente decente de parte
de Frías se hace a medio camino entre la nobleza y el reconocimiento a veces im-
plícito de su ascendencia nativa y deja entrever en sus contradicciones su origen
mestizo. Para este autor en el revisionismo histórico prohispánico de Bernardo
Frías “abundan esas contradicciones y fisuras. Por una parte elogia la blancura
europea de la elite, por la otra se ve constantemente en la necesidad de justificar
algunos rasgos mestizos”. Esta categoría, la de gente decente, “muestra de manera
muy gráfica esa lucha simbólica que tiende por un lado a postular la “pureza de
sangre hispánica” y, por otro, a asumir a regañadientes la composición mestiza de
la propia oligarquía”.104
Para (Yudi, 2015),
“...la categoría ‘nobles’ y ‘aristocracia’ para nominarlos resulta en-
tonces, por lo menos forzada, con apenas dos o tres generaciones
de pertenencia en el grupo social. Es por eso que nomina su clase
con un concepto mediador, como es el de ‘gente decente’. Lo cual
104 “Este elemento social, cúmulo valiosísimo de la raza blanca; de la riqueza, del trabajo superior y
del mérito de las bellas acciones y valiosos servicios que largos años de actuación visible lavaron
de escorias e impurezas, formaba, entonces, unido a la nobleza, lo que se llamaba, con suma ver-
dad, la gente decente. En sus manos estaba el gobierno de la ciudad, el sacerdocio, la opinión, el
foro, la cultura, el mando de las milicias, el comercio, la fortuna y la figuración personal en todo
su valioso sentido; como que sus antecedentes, sus virtudes, sus fuerzas intelectuales y morales,
era la clase dirigente y la representante del movimiento civilizado y progresista del país. De esta
manera la gente decente, como consecuencia de esta suposición envidiable, gozaba, a la par de la
nobleza –con quien formaba un solo cuerpo social de distinguidos privilegios para imperar sola y
sin mezcla de clase baja–, de cuanto importaba mando, dirección o lucimiento social, basados así
en seculares costumbres como en leyes positivas y razones de bastante consideración en la época”
(Frías, 1971 [1902], en Yudi, 2015).
242 Sonia Álvarez Leguizamón
105 “‘Eugenesia’ es una palabra inventada en 1883 (del griego eû génésie, bien nacido) por el cientí-
fico británico Francis Galton para acompañar los usos sociales por los que el conocimiento de la
herencia podía ser puesta para adquirir el objetivo de un mejor nacimiento. Otros definen euge-
nesia como el movimiento para mejorar la raza humana o también, para preservar la pureza de un
grupo particular. Como una ciencia, la eugenesia se basó en el entendimiento de las leyes de la
herencia humana. Como un movimiento social incluye propuestas orientadas a que las sociedades
deben buscar constantes mejoramientos de la herencia, por medio de la promoción de la aptitud
de los individuos para reproducirse y sobre todo, lo más importante, para despejar o prevenir lo
‘inepto’ de manera de contribuir a las futuras generaciones. Prácticamente hablando la eugenesia
promueve la administración racional y científica de los factores hereditarios de la especie humana”
(Leys Stepan, 1991: 1 y 2, la traducción me pertenece).
244 Sonia Álvarez Leguizamón
106 Según Lazzari y Lanusse (2012) el relato del mestizaje salteño de Frías es hispanizante por oposi-
ción al criollo americanista que le asignan a Dávalos y otros ensayistas como Joaquín Castellanos.
Formas de racismo indio... 245
puestos en valor social recién en la época del Centenario, cuando son trasladados
a la Iglesia Catedral (Caretta y Zacca, 2011).
Andrea Villagrán (2012) en su libro Un héroe múltiple. Güemes y la apro-
piación social del pasado en Salta, ha mostrado la construcción de Frías del héroe
gaucho decente. Como Güemes no tenía muy buena prensa en esa época, su na-
rrativa histórica puntualiza cualidades y rasgos que lo destacan, estos son sobre
todo su pertenencia a un linaje noble, siendo considerado el prototipo del gaucho
decente. Para Frías, Güemes era
“...de raza pura española. Su familia era contada entre las más dis-
tinguidas de Salta [...] venía a ser dueño de los mejores elementos
de figuración social, había sido nacido y criado en el centro de la
aristocracia, del lujo, de la riqueza, de la cultura notoria y del buen
tono. […] Güemes era el tipo especial del joven aristócrata america-
no” (Frías, 1971 [1902]: 504-505, en Villagrán, 2012: 45).
Se observa en este texto una síntesis de los estilos de vida que la gente decen-
te se autoasigna y construye. En sus descripciones y en el resumen que realiza
Villagrán se puede observar la importancia de las habilidades vinculadas con el
caballo –como lo he señalado para este tipo particular de aristocracia local–. Frías
describe como estos gauchos arribaban a sus haciendas en caballos “lujosamente
ornamentados en plata”107 y haciendo gala del “manejo refinado y majestuoso, del
impetuoso dominio del lazo del potro, porque como los de su clase “eran jinetes y
gauchos como el más afanado campesino” (118-146).
Ernesto M. Aráoz (2008), quien escribe su caracterología regional durante
la década de los ‘30 y ‘40 –al igual que los anteriores ensayistas– diferencia a
Güemes del resto de los caudillos provinciales a quien llama “invasores” y de los
que trata de diferenciar a Güemes en la descripción de sus atributos. Los caudillos,
como hemos visto, remiten al imaginario de la barbarie asignada por la elite porte-
ña a estos líderes provinciales y, por añadidura, a su gente y sus provincias. Ade-
más, en sus descripciones intenta desestimar ciertas interpretaciones de la figura
de Güemes que ponen el acento en la importancia de su interpelación al vasallaje
“subalterno” de los gauchos ejercido en la finca, desarrollando una teoría acerca
de un vínculo de lealtad entre héroe y gauchos que, en realidad, abona uno de los
aspectos de las representaciones del “caudillismo” hegemónico de las visiones
centralistas y anti provincianas.
“Pero el jefe glorioso de los gauchos salteños fue un caudillo a su
manera, distinto de los otros, porque su acción solo se inspiró en
su anhelo superior de libertad y de justicia social; las cargas de su
107 La ornamentación del caballo con cabestros de plata remite a la cultura andaluza, la que considero
tuvo importante influencia en la construcción de este linaje social.
246 Sonia Álvarez Leguizamón
109 Algunos consideran que su origen está asociado en el Alto Perú con cierta capa de indígenas ricas
que se visten a la usanza española (con la pollera más corta) y que tenían en la ciudad una mejor
posición económica (Yudi, 2015). Para un estudio historiográfico de esa transformación y de la
vestimenta de estas mujeres, para el caso de Bolivia, ver Barragán, 1992.
Formas de racismo indio... 249
indígena con una palabra fuertemente despectiva y racial como la de cholo. Según
Yudi (2015: 21),
“...ha sido, y lo es todavía, una categoría popular y por lo tanto de
uso común y cotidiano […]. Es además un concepto que transpa-
renta lo que la oligarquía tiende a negar, a disimular o a ocultar de-
trás de un florido trabajo simbólico. Remarca justamente la cercanía
étnica, lo mestizo y lo imbricado de la convivencia, y devela a los
esquemas clasificatorios como una arbitrariedad cultural”.
Para José V. Solá, en su diccionario de regionalismo de mediados del siglo XX,
como sustantivo, cholo “es un término recíproco que en ambos casos remite al
origen nativo o lo indio. El de la aristocracia llama cholo al de clase media, y este
denomina así a aquél” (2004 [1947]: 132). Como adjetivo, cholo para Solá sería
“Blanco de piel. // Cobarde, ejemplo: gallo cholo, por ser cruza de raza de pelea
y una que no lo es”. También recoge otra acepción que es sinónimo de mestizo:
“mestizo de europeo e india, del quechua: chúlu: híbrido, mestizo”.
Solá consigna otros derivados del término cholo: cholanco (blanco), cholar
(gastar dinero con cholas), cholear (tratar de chola a una persona), cholita (si-
nónimo de mujerzuela) (2004 [1949]: 132), acholado (acobardado, relacionado
con cholos, sin modales), acholar (perseguir a alguien acobardado, vincularse con
cholos) (2004 [1949]: 31). La mayoría de estos términos derivados hablan de los
atributos que las clases altas asignaban a los grupos que consideraban de una je-
rarquía inferior como “cholos” (cobardes, sin modales) y vinculado fuertemente
a relaciones sexuales que los hombres de estas clases mantenían con mujeres que
consideraban cholas, de allí que cholear es definido con el eufemismo de gastar di-
nero con cholas y cholita o mujerzuela, aludiendo el “zuela” a una condición des-
pectiva vinculada con la potencial prostitución de estas mujeres. Estas prácticas de
los hombres de las clases dominantes salteñas son otra muestra de la ambivalencia
de sus valores, desprecian por un lado los hijos nacidos de distintas “razas” y en
ello basan la construcción de la subalternidad “no decente” y por otro abusan
de esas mujeres en su posición de “machos” con derecho de “pernada”, tanto en
la casa con las empleadas domésticas como en estas prácticas de “choleros”. La
doble moral sexual masculina “decente” está fundada en parte en estos estilos de
vida que cuidan de la moralidad sexual de las mujeres de su clase mientras abusan
de las de otra clase, prácticas propias de la moral masculina de este particular
racismo indio. La categoría nativa racial de chinita sintetiza en parte este vínculo
como hemos visto.
250 Sonia Álvarez Leguizamón
110 En Figueroa (1991: 82) figura como: “Cuídate del aire colao, del locro guardao y del mulato ase-
ñorao”.
Formas de racismo indio... 251
111 Para un análisis de los procesos de expropiación de subjetividades neocoloniales ver Rivera Cusi-
canqui (1996) y Cusicanqui y Barragán (1997).
252 Sonia Álvarez Leguizamón
la condición de inferior que le asigna Frías al gaucho, tiende a justificar las rela-
ciones de patronazgo que ensalza.
El gaucho por otra parte en Salta es una denominación genérica para el pastor
de ganado vacuno y arriero pobre que trabajaba para algún hacendado, caracteriza-
do por su agilidad en las tareas de pastoreo, con el caballo y con el facón y por su
vida nómada y campestre. La asignación de un lugar de inferioridad al gaucho y el
desprecio por la posibilidad de ascenso social se observa en el dicho: “no pueden
ver al pobre gaucho con espuelas de plata” (Figueroa, 1991: 216).
A pesar de todo ello ha sido revalorizado y se ha convertido hoy en un sím-
bolo de identidad de la salteñidad, proceso que no le ha quitado su lugar entre las
clases subalternas (Villagrán, 2012). Figueroa, en la descripción de sus atributos,
ya refleja este cambio. Menciona tres salteñismos asociados a la palabra gaucho: el
“gaucho salteño”, el “gaucho fronterizo” y el “¡gaucho lindo!”. El gaucho salteño
es definido como “el criollo nativo de esta provincia, buen jinete y mejor domador;
noble y bravío, estoico y generoso, servicial y hospitalario, creyente y respetuoso,
guapo para el caballo tanto como para el cuchillo; esclavo de la palabra empeñada
pero dueño de su libertad indeclinable” (1991: 139). De aquí se derivan según
Figueroa los modismos de “gauchazo” (valiente, generoso) y “gauchada” (favor
desinteresado). El gaucho fronterizo es el localizado en Rosario de la Frontera y la
zona de Anta, que para Solá es el estereotipo del gaucho. El gaucho lindo sería la
forma en que se destaca una cualidad en el varón en el campo.
A pesar de “su rusticidad, para Frías el gaucho era, sin embargo, hombre de
honrados sentimientos y aún de caballerescas virtudes”. Los estilos musicales que-
jumbrosos y sentimentales, que según él practican los gauchos,115 son propios de
las razas primitivas por oposición al gusto más “civilizado” de los estilos alegres
y viriles. Hoy esta visión de la música, ahora llamada folklórica que forma parte
de la invención de la tradición salteña, sería muy discutida. Las elites han hecho
suyo ese estilo de cantar quejumbroso y lo han plasmado en sus tonos y temáticas
de las letras.
Juan Carlos Dávalos, al igual que Frías, se imagina la composición social
según tipos humanos vinculándolos a factores ambientales y raciales. Según Flo-
res Klarik (2001: 28), la postura de Dávalos responde a una visión tradicionalista
del “espíritu salteño”, que construye lo popular del gaucho, en contraposición a la
perspectiva modernizante de los porteños, aquella que coloca al interior y al norte
junto con sus tradiciones como sinónimo de atraso e incivilización. En su defensa
sobre la tradición salteña, Dávalos rescata dos valores principales que para él pa-
recen perderse: “la fe de estirpe, que expulsó al moro y sometió al indio”, es decir
el catolicismo de España, el régimen de la fe cristiana en el mestizaje local, con-
115 “Su alma noblemente sensible […] lo hacían afecto a la música y al canto, donde campeaba cierto
espíritu de sentimentalismo quejumbroso propio de las razas primitivas, mezclado con la corriente
alegre y viril que derrama el gusto ya más civilizado en el hombre libre” (Frías, 1971 [1902]: 108).
254 Sonia Álvarez Leguizamón
dición neocolonial antiindígena de los valores salteños que destaca, junto con “la
lealtad de los gauchos, en la empresa patriótica de Güemes”. Sabemos que ciertos
gauchos tuvieron un rol importante en las batallas libradas contra los grupos indí-
genas chaqueños de finales del siglo XIX y la de principios del XX al mando de
Victorica. Da cuenta Juan Carlos Dávalos también del proceso de transformación
de este “valor despectivo” en el imaginario de las elites, a partir de la influencia
que tuvieron las corrientes ideológicas de Buenos Aires, con la revolución primero
y “con la consolidación de la nacionalidad más tarde” por el “prestigio, militar,
histórico y literario de esa palabra”.116
Dávalos hace referencia a la importancia del Martín Fierro en esa concep-
ción del gaucho. Si bien destaca la acción de las milicias de Güemes, critica la
posición anticolonial, antiespañola y popular del héroe. Afirma que el hecho de
que Güemes los haya denominado “gauchos infernales”, constituye un apelativo
“anti español, anti urbano, populachero y terrorífico” (Dávalos; 1937: 591-592).
Esta visión, muestra la tensión en la valoración del gaucho, la posición elitista e
hispanista de Juan Carlos Dávalos, además de un evidente sentimiento de amenaza
a las posiciones de clase.
El gaucho, según Dávalos, responde a un tipo rural uniforme; “el de los gau-
chos troperos” que irá “plasmando la sorprendente unidad del hombre argentino”.
El gaucho tropero o campero era un pastor de ganado vacuno a campo abier-
to, generalmente conchabado a una finca.
“Entre nosotros el término designa al jinete experto en faenas cam-
peras; tanto que en Anta, campero o campeador, es sinónimo de gau-
cho. En los cerros boscosos de Metán, de Campo Santo, de la capital
misma; en las sierras de Guachipas, Anta, Rosario de la Frontera y
La Candelaria; en las selvas de Orán y Rivadavia, se crían a campo,
en estancias exclusivamente ganaderas, no menos de quinientas mil
cabezas de ganado, que no puede ser manejado a brete, sino saca-
do a caballo [...] Son los hombres que llegan a la ciudad arreando
hacienda por los caminos de la provincia, [...] que son los troperos
[...] que marchan [con el ganado] paso a paso, hasta Antofagasta,
caminando ochocientos kilómetros a través de la cordillera de Los
Andes y del desierto de Atacama [...] Gente que por fuerza vive a
caballo, lo mismo que hace un siglo, sin que el ferrocarril, ni el au-
116 “Para que amenguara un tanto el de la voz gaucho fue preciso que la gente norteña otorgase mayor
crédito a las corrientes ideológicas de Buenos Aires que de allá nos viniese, con la Revolución pri-
mero, con la consolidación de la nacionalidad más tarde, el prestigio, militar, histórico y literario
de esa palabra”. Dávalos, 1937: 593, “Collas y gauchos” en Los valles de Cachi y Molinos, prólogo
del Dr. Atilio F. Cornejo, Andanzas, narraciones de viajes, tradiciones, costumbres, arqueología.
Editorial La Facultad, en Dávalos, 1996, Obras Completas (editas), Volumen II. Buenos Aires,
Honorable Senado de la Nación, Secretaria Parlamentaria, Dirección de Publicaciones.
Formas de racismo indio... 255
Coya/Colla/kollas/coia
En la primera mitad del siglo XX en Salta, sería la nominación que las elites sal-
teñas dan al poblador nativo de los Andes, dicho de manera genérica, o lo que en
algunos lugares se llama altiplánicos (pertenecientes o provenientes de la Puna).
El etnónimo colla es un ejemplo de luchas clasificatorias que permiten hablar al
subalterno y que, por otro, nomina tipos humanos descalificados por las elites,
dentro del régimen de conocimiento del mestizaje local.
Un breve recorrido de la significación de la clasificación de coya/kolla visua-
liza estas luchas, según en qué idioma se hable: la segunda quechua, la primera
castellanizada.
Coya tiene su origen en las palabras reino y reina en quechua, también la
coya es la fundadora del linaje quechua –según la interpretación de Huamán Poma
(1615)–. Es una etiqueta o nominación étnico social que pasa de la más alta jerar-
quía social (la reina coya, esposa de los incas) a la representación estigmatizante
del racismo indio del coya del siglo XIX y XX y, de allí, a finales del XX, al orgu-
llo kolla vinculado con procesos de recuperación de identidades y luchas subalter-
nas de estos pueblos, como la organización K’ollamarka117 del presente. Aunque
se pueden encontrar otras acepciones entremedias, tanto en el largo tiempo como
en el presente.
Se puede observar en este ejemplo el proceso social de metamorfosis produc-
to de luchas sociales y formas variadas de significación de estas nominaciones e
identidades que van, de la más alta jerarquía social –en el pasado precolonial– a la
más baja durante el siglo XX, al proceso descolonizador actual.
En este grabado de Felipe Guamán Poma de Ayala (1615) se representa a
Mama Guaco Coya. Esta reina dice el autor:
117 La actual K’ollamarka nuclea a una serie de organizaciones indígenas territoriales de las provin-
cias de Salta y Jujuy (Milana, 2015), que se reconocen como indígenas y kollas.
256 Sonia Álvarez Leguizamón
Imagen III.5
La primera historia de las reinas coia.118
Para Huamán Poma la Coia es la fundadora del linaje quechua. El imperio incaico
estaba dividido en cuatro suyos, uno era el Kollasuyo o Khóllan en la zona sur de
Cuzco –su centro–. En ese entonces la palabra colla deviene también natural de
118 Foto tomada del “El sitio de Guaman Poma, Un centro digital de investigación de la Bibliote-
ca Real de Dinamarca, Copenhague” [en línea] http://www.kb.dk/permalink/2006/poma/info/es/
frontpage.htm.
Formas de racismo indio... 257
ese lugar: el Altiplano y/o el Titicaca. Esta acepción se mantiene en Salta para el
“tipo colla” según las fuentes de algunos ensayistas del siglo XX.
Para Dávalos, el tipo colla “continúa siendo entre los salteños, un epíteto
ingrato, porque con él designamos una entidad racial parejamente opuesta al fron-
terizo y al calchaquí”119 (cursivas añadidas).
“Este último, en efecto, llama colla, muy acertadamente, a la raza
indígena pura, atacamameña, que puebla la altiplanicie del extremo
noroeste; raza y comarca que comenzaron a ser argentinas no hace
muchos años, cuando a raíz del tratado de límites, el territorio de
Los Andes, originariamente boliviano, se incorporó a la jurisdicción
nacional” (Dávalos, 1937: 594, cursivas añadidas).
En esta representación de Dávalos, el colla se homologa a “raza indígena pura”, es
decir sin mezclas con español y a la nacionalidad boliviana, siendo que el dominio
incaico llegó hasta la región que hoy ocupa Santiago del Estero. También señala
la tensión entre los grupos calchaquíes y los de Atacama (Cortázar, 2008). Esta
homologación en las categorías nativas entre colla, boliviano e indígena (que se
mantiene en la actualidad) se puede visualizar también en el diccionario de regio-
nalismos salteños, escrito por José Vicente Solá (1950). Allí afirma que colla “es
el boliviano o el indígena que vive en Salta”. Como hemos visto, lo indio en el
imaginario predominante nacional se asocia a lo boliviano –entre otras naciones
“regionales”– y en la geopolítica del conocimiento del mestizaje local, Bolivia es
como el epítome de lo indígena para la gran mayoría de la población.
Esta homologación entre indígena/boliviano/colla forma parte del sentido
común del racismo indio salteño y de los regímenes de conocimiento locales he-
gemónicos y naturalizados. Vinculados de diversa forma con el subdesarrollo, lo
sucio, lo arcaico. En fin, un sin número de imaginarios descalificantes que tienen
como espejo invertido lo blanco, lo europeo, lo limpio, lo “argentino”. En el dic-
cionario de Solá se afirma que coya: “también se le dice así a quien es ‘oriundo de
la Puna’” (2004 [1949]: 94). La Puna aparece como el locus central de su hábitat
–en la mayoría de las descripciones tipológicas revisadas–. En un libro de ensayos
y memorias personales de Beatriz Sarlo (2014: 78) –cientista social de reconocido
prestigio y agudo sentido crítico–, afirma que “…somos todos argentinos, pero
extranjeros en la puna…”, haciendo referencia a una serie de vivencias que tuvo
de adolescente en este lugar. Esto muestra la extranjería de la Puna, para una per-
sona de Buenos Aires. A su vez, es una expresión de cómo operan los regímenes
de conocimiento del mestizaje local: extranjerizando al espacio y a la población
que está más cerca de lo indio.
119 Fronterizos serían las poblaciones de la zona del departamento de Anta y Calchaquíes los oriundos
de los Valles Calchaquíes.
258 Sonia Álvarez Leguizamón
La palabra, dicen los lingüistas o estudiosos del hablar regional del siglo
XX, derivaría del quechua: ya sea como: qjolla: indio que habita el desier-
to o cordillera;120 o de kokot: astucia, ardid, maña, talento y lla: únicamente,
destacadamente;121 o bien kkolla sureño, procedente del Khóllan natural del Ti-
ticaca.122
En el diccionario de Figueroa también se encuentra igual significado. En
los refranes de uso cotidiano que Figueroa recoge, se ilustra los atributos de este
apelativo: “colla bajao del cerro” (inculto, cerril, torpe, ignorante); “colla bajado,
talón rajado” (idem al anterior); “colla cacayento” (injuria que se refiere a la po-
breza de una personas señalada en las grietas de los pies y también de las manos,
por no usar calzado123 (1991: 67); “bajado del cerro” (persona lenta en reaccionar,
razonar, contestar; huraño, ignorante) (1991: 53); “parecer un colla” (persona in-
culta, torpe, descuidada, improlija) (1991: 230-231); “no hay que ser tan colla”
(incivilizado, inculto, torpe) (1999: 214); “juegue con el colla pero no con las
alforjas” advertencia en forma de broma hacia quien pretende apoderarse de algo
(1991: 165). Al colla entonces se le adjudican los siguientes atributos: ignorancia,
torpeza, incivilización, incultura, improlijidad, descuido, tacañería, y también se
alude a su origen campesino o rural (“bajado del cerro”) y taimado.
Taimado como atributo despectivo da cuenta de formas de resistencia al po-
der y a la dominación. Se dice que es servil pero se comporta como taimado es de-
cir con astucia y disimulo para conseguir una cosa, es bellaco, pícaro, disimulado,
no cede fácilmente. Son las maneras en que habla el subalterno diría Guha (2002)
o Chakravorty Spivak (2003). Como no puede resistirse abiertamente, lo hace a
través de la astucia, el disimulo, la picardía. Entre las acepciones más antiguas de
taimado encontramos que es sinónimo de ladino. En ambos está el sentido de la
resistencia y la astucia y un linaje racista del régimen de conocimiento de la lim-
pieza de sangre de la que proviene la nominación de mestizo, según la genealogía
que realiza Marisol de la Cadena (2006). Recordemos que la limpieza de sangre
la practicaban los castizos antes de la conquista y colonización y estaba basada en
el régimen de conocimiento de la fe en base a la idea de linajes “puros” cristianos
por sobre los conversos, denigrando a aquellos que adoptan la lengua castellana y
que están siendo colonizados y dominados.
En la genealogía de la palabra ladino se observa, por un lado, la acepción de
sagaz o taimado y, por otro, su ligazón genética con ese régimen de conocimiento
racista de limpieza de sangre. Primero se refería a la variedad de latín o romance
hablada por musulmanes, luego a la variedad de español que hablaban los des-
cendientes de los judíos expulsados de España y también los sefardíes. Luego
126 Según Cortázar, “el cacique don Juan Calchaquí, quien recibió su nombre en el bautismo aceptado
262 Sonia Álvarez Leguizamón
varon a cabo esos pueblos durante el siglo XVII. La nominación de vallisto hace
referencia al valle donde se asientan y que se caracteriza por su difícil acceso pero,
al mismo tiempo, por haber sido lugar de paso entre el Incanato y lo que constituía
el Kollasuyo. En el acápite sobre la unidad de administración el gobierno racial
de las poblaciones subalternas en la finca, hemos visto cómo en el caso de las lo-
calizadas en los Valles Calchaquíes son consideradas por el propio Bernardo Frías
como un espacio donde perduraban las relaciones feudales sobre la “peonada”.
Los calchaquíes se diferencian de los coyas y se reconocen como formando
parte de la Nación Diaguita o Diaguitocalchaquí (Sabio Collado, 2015). El coya
está referido por ellos para las poblaciones del Altiplano y no del Valle como
señala Dávalos.127 Sin embargo el propio Dávalos se refiere a ellos como coyas,
para quien en Salta, habría dos grandes tipos humanos, respondiendo “al ambiente
geográfico y a su raza”: el gaucho y el colla. Los vallistos serían equivalentes a
los collas.
“Vallistos y fronterizos, semejantes por su constitución étnica, si
bien difieren en su tonada, y, giros de lenguaje, vestimenta y el ca-
ballo unos y otro representaban el tipo rústico, por donde gaucho
fue –en la ciudad– sinónimo de guaso o mal hablado, de ignorante
y bárbaro; al par que colla lo fue de bribón, solapado y mezquino”
(Dávalos; 1937: 591-592).
Los registros históricos refieren a poblaciones altiplánicas en los Valles Calcha-
quíes desde el siglo XVII (Mata, 1989), ya sea por traslados en encomiendas espa-
ñolas, por migración o invasión. Este último caso es relatado por Cortázar, quien
afirma que hubo una intromisión “vandálica” en esos valles que “dejó en los áni-
mos por largo tiempo un medroso temblor” de los cuicos (2008: 90). Los vallistos,
dice Cortázar, llamaban “cuicos a los coyas del altiplano, y en la actualidad, sin
duda por reminiscencia de aquella hazaña, el termino designa, en general, a las
personas “malas”.128
durante su cautiverio, fue el gran animador de la guerra sin cuartel. Su fama encendió la de su
tribu empalideciendo los gentilicios de sus hermanos payogastas, luracataos, tolombones y tantos
otros, recordados hoy a través de topónimos de villas y lugares. Calchaquí, en cambio, se hizo de-
nominación del valle entero. Por fácil sinécdoque llegó a designar toda la Nación Diaguita y hasta
en la literatura arqueológica introdujo confusión y polémica”. La bravura de los distintos pueblos
que habitaban el valle Calchaquí no sólo se vincula con la resistencia de un siglo a las entradas de
los Jesuitas en el ‘XVII, Cortázar afirma que mataron con una flecha un importante conquistador
Diego de Almagro en la “Chicoana calchaquí”. (Cortázar, 2008: 85, 86). En las memorias resca-
tadas por Sabio Collado (2015) –en el presente de la organización indígena actual de la Nación
Diaguita–, también aparece otro elemento asociado a su bravura: su valentía en las montoneras de
Güemes en las guerras anticoloniales de principios del XIX.
127 La zona geográfica del Altiplano es actualmente argentina, chilena y boliviana.
128 Esta referencia se puede datar a mediados de siglo, Cortázar publica su libro en 1949.
Formas de racismo indio... 263
129 Explotación denunciada incluso por los mismos ensayistas que construían su subalternidad, como
el caso de Bernardo Frías y Juan Carlos Dávalos.
264 Sonia Álvarez Leguizamón
El indio
En la jerarquía menor del gradiente del mestizaje local se encuentra el mote de
indio. Palabra que además de ser despectiva para cualquier persona, en nuestra
provincia, en el presente alude sobre todo a las poblaciones nativas del Chaco,
llamándose y clasificados por la ciencia antropológica por los etnónimos de tobas,
chorotes, wichís, etc.
Ser indio, más allá de todo, significa primitivismo, barbarie y origen no oc-
cidental con un fuerte contenido racial. Es tan fuerte el grado de discriminación
y racismo que ni siquiera son considerados parte de la “sociedad”, ni de los tipos
sociales que se construyen acerca de la salteñidad.
Los grupos denominados “indios” que no habían sido considerados parte de
la población por las estadísticas del ministro de Gobierno Juan Martín Leguiza-
món (1872), tampoco lo son en esta época por lo ensayistas. La intervención social
sobre ellos es la de la figura del patronato de pobres. En esta etapa e incluso luego,
a comienzos de los ‘70, son considerados “menores” a los que hay que tutelar.
En el informe de Bialet Massé de 1904, se plantea que la condición jurídica del
indio en la zona del norte del país, es la de incapaz, “en los términos precisos de
la ley civil: no sabe el idioma del país, no sabe leer ni escribir, no tiene idea de
las relaciones jurídicas, ni menos conocimiento de las leyes del país, y apenas de
las más elementales de derecho natural”. Por ello, Bialet Massé propone crear un
“Patronato Nacional de Indios”, en el ámbito del Ministerio del Interior, institu-
ción donde quedaría confiado el “trato con los indios” y que lleva también, en ese
entonces, la escasa regulación sobre las entidades de beneficencia. Este patronato
debería asumir su personería jurídica, “interviniendo en contratos que celebre, es-
pecialmente en los del trabajo” (Bialet Massé, 1984 [1904]: 104-110).
Según Figueroa, para “los gauchos del oriente” (de la zona de Anta) tildar de
indio es un insulto, pues no admiten tal confusión (1991: 161). Solá define indio
como “un terrible insulto” (2004 [1949]: 192). Si ser indio es uno de los peores
insultos, significa que ocupa la situación más desacreditada e inferior en la escala
social. Junto a ello se vincula a la ignorancia, la pobreza, la suciedad. A su vez se
observa que el descredito tiene que ver con su tenaz resistencia a ser dominados.
Por ejemplo la palabra mataco es de origen guaraní y significa animal salvaje pues
se los consideraba inconquistables por lo aguerrido. La palabra wichi es el nombre
Formas de racismo indio... 265
que ese grupo elige para autodenominarse, cuyo significado en su propia lengua
es “lo que tiene vida”.
Para Ernesto Aráoz (2008)
“...el indio autóctono en estado de la Naturaleza ahora solo subsiste
en sus reductos del Chaco, organizado en tribus en las que imperan
los sentimientos primarios y una gran inferioridad psicológica. Es-
tas tribus, como otras procedentes de Bolivia, encuentran siempre
trabajo en las minas y en los ingenios azucareros del Norte, donde
viven separados de los cristianos en misérrimas tolderías a las que
prenden fuego después de las cosechas, al regresar a sus reductos”.
Nótese el uso de la palabra “cristiano” por oposición a “indio”, lo que visibiliza el
régimen de conocimiento de la fe cristiana como parte del racismo indio.
El indio está tan racializado que no forma parte de la sociedad, aparece muy
lateralmente en los textos de los ensayistas preocupados por temas de tipos huma-
nos. Pero sí surge cuando se describe la mano de obra semiservil en la zona del
Chaco, sobre todo en los ingenios azucareros. Como vimos, éstos utilizaban mano
de obra estacional aborigen del Chaco salteño y peones que se encontraban bajo
sistemas semiserviles en la hacienda de la que los dueños de los ingenios eran pro-
pietarios o con aquellos con los cuales podían negociar su trabajo por obligación
con intermediarios.
En un inventario sobre la situación social de Salta que se refiere a “la obra
social que cumple el ingenio” San Martín del Tabacal, en 1948, se puede observar
la visión por un lado laudatoria, de esto que se denomina “obra social” y, por otro,
las nominaciones nativas de tipologías de trabajadores denominados “naturales de
la zona” (coyas, vallistos e indios) que allí se emplean.
“La población que vive en los lotes,130 resulta en época de cosecha,
exótica y pintoresca para el viajero. En heterogéneo conglomerado,
se observan además de los naturales de la zona, coyas de las punas,
vallistos de las zonas de los valles Calchaquíes, catamarqueños,
riojanos y también tribus de indios chiriguanos, chulupíes, tobas y
chorotes. Las viviendas son concordes con las costumbres de cada
núcleo”.131
130 Lote es una división interna del territorio del ingenio que sintetiza la unidad de control de la mano
de obra donde se encontraban las viviendas de los trabajadores migrantes a la zafra.
131 Se dice que “durante la cosecha trabajan en el ingenio más de 8.000 empleados y obreros, alber-
gando en total una población de más o menos 16.000 personas. Se han construido viviendas ade-
cuadas para esta masa de población”. Llama la atención que cuando el informe detalla el número
de viviendas sólo hace referencia a 2.000 siendo que el número de empleados es de 8.000, cuatro
veces más que las viviendas disponibles. Dice el informe que este problema “fue encarado desde
un principio por sus fundadores. Hay 33 casas para funcionarios y empleados [...] Para obreros,
266 Sonia Álvarez Leguizamón
existen 229 viviendas [...] Para los obreros temporarios, hay 1.800 habitaciones que son facilitadas
también gratuitamente. Las poblaciones indígenas en tiempo de cosecha, construyen de por sí sus
viviendas por propia exigencia y viven en completa independencia, de acuerdo a sus usos y cos-
tumbres. De esta manera se encuentran cómodos y felices y es un una forma de atraerlos al trabajo”
(Anuario General Güemes, 1947-48: 187).
132 Censo Aborigen Provincial, 1984. Ministerio de Bienestar de la Provincia de Salta.
133 Este acápite es una reescritura de parte del artículo de Álvarez Leguizamón y Muñoz (2010).
134 Médico salteño, fue ministro de Salud Pública durante la presidencia del radical Illia (1963-1966),
promulgó la ley 17259 de “Obligatoriedad del uso de la sal enriquecida con yodo como profilaxis
del bocio endémico” que lo disminuyo (también llamado cretinismo). Creo el Servicio Nacional de
Agua Potable, que garantizaba su provisión a las comunidades rurales. Promulgó la Ley de Medi-
Formas de racismo indio... 267
camentos (en 1966) dándole carácter de “bien social” al servicio de la salud pública y de la socie-
dad (reglamentaba un estricto control técnico de las drogas sujetas a la experimentación humana,
además del control de precios, según la demanda de las mismas). La ley fue derogada inmediata-
mente tras el golpe militar a Illia. Creó en Salta más tarde el Instituto de Patologías Regionales.
(María Elena Storani, Biografía del Dr. Arturo Oñativia, [en línea] http://www.cancerteam.com.
ar/invi023.html). Algunos historiadores consideran que esta ley fue una de las causas que llevó al
golpe de Estado de 1966, debido a que tocaba los intereses de los monopolios de medicamentos.
135 Las referencias a la tematización de las “patologías regionales” como campo de saber médico y la
producción del Dr. Oñativia se basan en el artículo de Álvarez Leguizamón y Llao (2005).
136 “La desnutrición proteico energética y el bocio endémico son dos de las enfermedades nutriciona-
les más prevalentes entre nosotros [los salteños]” (Oñativia, citado en Sierra e Iglesias, 2005: 349).
268 Sonia Álvarez Leguizamón
137 Promovido por la Universidad Nacional de Salta y que forma parte de un trabajo más amplio
denominado “Estudio Socio - Económico y cultural de Salta” (1982).
Formas de racismo indio... 269
Conclusiones parciales
Hemos visto cómo los autores estudiados buscan clasificar a las poblaciones, co-
locar a la clase “decente” en un lugar jerárquico en relación a los diversos tipos de
Formas de racismo indio... 271
también se anotan otros como “hacer cosas de negros” (1991: 145) (obrar contra-
rio a la moral o la buena convivencia); “costar un negro con pito y todo” (1991:
78) (costar mucho) que remite a la compra de esclavos. En el segundo se expresa
con evidencia como en la representación local, la “buena” moral de las clases
superiores se evoca con color blanco. El apelativo de negro se ha trasmutado y,
en el uso común, refiere aún a malas costumbres, “mañas”, inmoralidad. Otros di-
chos avalan esta representación racista de las relaciones sociales, por ejemplo “la
gallina negra también pone huevos blancos” (1991: 170) (feas con hijos lindos);
“¡Oh mi negra si fueras blanca!” (1991: 222) (si no es una cosa es otra); “tratar con
guantes blancos” (1991: 301) (trato delicado y preferencial).
El análisis realizado de las configuraciones sociales de poder y en los locus
donde tiene lugar, como la finca o las instituciones de beneficencia, nos permite
develar las visiones o representaciones sociales que las elites construyen sobre las
clases a las que someten y sojuzgan. Al diferenciar se construyen formas de ser o
estar, “atributos” que se ven como característicos de un otro alejado y subordinado
junto a un nosotros, que a veces se aleja, otras se acerca a ese mundo, en el marco
de un sistema fuertemente jerárquico de relaciones sociales. Hay también palabras
que tienen un significado descalificante como la de taimado pero, a la vez, es
expresión de diversas formas de resistencia, más allá de la condescendencia que
exigen las elites en el trato oral y gestual de los vínculos sociales.
Si bien se observa una progresiva profesionalización de lo social, éste no
elimina el “prestigio” y “distinción” que viene de la posesión de la hacienda, de
la pertenencia a ciertos apellidos y a una clase que se construye a partir de un
imaginario que funda su superioridad en base al linaje, del pseudo origen noble
de sus antepasados y de su participación en las luchas por la independencia. Sin
embargo, a partir de los ‘60 se observa la aparición de una burguesía (temática
que no hemos desarrollado), que disputa posiciones de poder pero que mantiene el
racismo neocolonial al que nos hemos referido y una práctica de dominio sobre las
instituciones de poder, que van desde la salud pública a la justicia.
La creación de categorías clasificatorias, de ordenamiento y jerarquización de
los grupos sociales, emprendida por las elites locales, forman parte de sus estrate-
gias de diferenciación social, apelando para ello al recurso de la identificación de
sujetos amenazantes e inferiorizados de un particular racismo antiindígena, como
hemos visto todo a lo largo de este capítulo.
Bibliografía
Adamovsky, Ezequiel (2009-2015) Historia de la clase media argentina. Apo-
geo y decadencia de una ilusión, 1919-2003, edición corregida y aumenta-
da, Booket, Editorial Planeta, Ciudad de Buenos Aires.
274 Sonia Álvarez Leguizamón
Aguilar, María Ángela (2015) “Las bodegas del siglo XXI en Cafayate, en-
tre el brillo y la trastienda” en Vázquez y ÁLVAREZ LEGUIZAMÓN
(2015) Memorias del vino, paisajes de bodegas. Transformaciones socia-
les en Cafayate, Prohistoria, Rosario.
Aguilar, María Ángela; ALVAREZ, Sonia; SBROCCO, María Eugenia (1993)
Los sectores populares y la ocupación del suelo en la ciudad de Salta,
mimeo.
Álvarez, Washington (1918) Consideraciones sobre la Profilaxis de la Tuber-
culosis y datos estadísticos de la Ciudad de Salta, La Semana Médica,
Imprenta de Obras de E. Spinelli, Buenos Aires.
(1920) Plan sintético de Profilaxis antituberculosa regional en la Provincia
de Salta, La Semana Médica. Imprenta de Obras de E. Spinelli, Buenos
Aires.
ÁLVAREZ LEGUIZAMÓN, Sonia (1987) “La crisis en la economía provincial y
la estructura de clases en Salta”, en Tercer Mundo y Tercer Mundismo: de
debates y combates, Universidad Nacional de Salta, Facultad de Humani-
dades, Salta.
(2004) “La pobreza: configuraciones sociales, relaciones de tutela y dispo-
sitivos de intervención. (Salta primer mitad del siglo XX)”, en Abordajes y
Perspectivas, Concurso Provincial de Ensayo 2003, Secretaría de Cultura
de la Provincia de Salta, Segundo Premio, Salta.
(2010) –compiladora– Poder y salteñidad: Saberes, políticas y representa-
ciones sociales, CEPIHA, Salta.
(2011) “Neocolonialismo, hambre y agronegocios de la soja transgénica
(Salta, Argentina)”, en Arancibia y Cebrelli Luchas y transformaciones so-
ciales en Salta, CEPIHA, Salta.
(2015) –compiladora– Neocolonialismo, capitalismo, pobreza y resisten-
cias subalternas, Prohistoria, Rosario.
(2015) “Ensayo introductorio”, en ÁLVAREZ LEGUIZAMÓN –compila-
dora– Neocolonialismo, capitalismo, pobreza y resistencias subalternas,
Prohistoria, Rosario.
ÁLVAREZ LEGUIZAMÓN, Sonia; Álvarez, Marcela y Queiroz Coutin-
ho, Geruza (2010) “El higienismo y la construcción del imaginario urbano
en Salta a principios del siglo XX: Palas y vacunas, hospitales y gacetas”,
en Alvarez Leguizamón –compiladora– Poder y salteñidad: Saberes, polí-
ticas y representaciones sociales, CEPIHA, Salta.
Formas de racismo indio... 275
Oñativia, Arturo (1970) “El Cáncer de la Tiroides en un Región con Bocio En-
démico”, Publicaciones del Instituto de Endocrinología y Nutrición, Serie
“Monografías Médicas” núm.1, Salta.
(1974) “Estado Actual de la Desnutrición en la Región del Noroeste Ar-
gentino”, Publicaciones del Instituto de Endocrinología y Nutrición, Serie
“Monografías Médicas”, núm. 2, Salta.
Palermo, Zulma (2011) “Consolidación del imaginario local en la escritura de
Bernardo Frias”, en Mata y Palermo –compiladoras– Travesías dis-
cursiva: representaciones identitarias en Salta (Siglos XVIII-XXI), Prohis-
toria, Rosario.
Pantaleón, Jorge (2009) La nación a medida. Creencia económica y estadís-
tica en la Argentina (1918-1952), La Plata, Al Margen.
Pérez Sáez, Vicente J. (1985) “Aportes del Dr. Augusto Cortázar a la Lexico-
grafía Salteña”, en Logos, Publicación Trimestral, Año 1, núm. 0, Salta,
diciembre.
Petz, Ivanna (2005) “Acerca de los sentidos políticos del movimiento social en el
norte argentino: el caso de la Unión de Trabajadores Desocupados de Ge-
neral Mosconi”, Cuadernos de Antropología Social, núm. 22, Universidad
de Buenos Aires, Buenos Aires.
Pietrafaccia, Julio Augusto (2013) La noche anterior había llovido, Edición
Homenaje, CEPIHA, Salta.
Poderti, Alicia (1998) “Investigación especializada y estudio de su labor cien-
tífica y literaria”, en Jaime Sola José Vicente Solá. Un salteño esencial,
Gofica editora, Salta.
Quijano, Aníbal (2000) “Colonialidad del poder, cultura y conocimiento en
América Latina”, en Castro Gómez, S. et al. Pensar (en) los inter-
sticios. Teoría y práctica de la crítica poscolonial, Universidad Javeriana,
Bogotá.
Quintian, Juan Ignacio (2012) Una aristocracia republicana. La formación de
la elite salteña, 1850-1870, Tesis de doctorado, Universidad de San An-
dres, Buenos Aires.
Ramacciotti, Karina Inés (2001) “La influencia de Ramón Carrillo en la deli-
mitación de la política sanitaria argentina entre 1946-1954”, en VIII Jorna-
das Interescuelas de Departamentos de Historia, Salta, septiembre.
(2006) Política y enfermedades en Buenos Aires, 1946-1953, Universidad
de Buenos Aires, CEDES, [en línea] http://www.unsam.edu.ar/escuelas/
politica/centro_historia_politica/material/Ramacciotti.pdf
(2009) La política sanitaria del peronismo, Biblos, Buenos Aires.
Reboratti, Carlos (2009) El Alto Bermejo. Realidades y Conflictos, La Colme-
na, Buenos Aires.
Reglamento General de Policía de la Provincia de Salta (1978), Promulgado en 7
de Octubre de 1878, Salta, Imprenta del Comercio.
Rivera Cusicanqui, Silvia (1996) “En defensa de mi hipótesis sobre el ‘mes-
tizaje colonial andino’, en Spedding –compiladora– Mestizaje, ilusiones y
realidades, MUSEF, La Paz.
Rivera Cusicanqui, Silvia y Barragán, Rossana –compiladoras– (1997)
Debates post coloniales: una introducción a los estudios de la subalterni-
dad, Editorial SEPHIS, Aruwiyir, Historias, La Paz.
Rodríguez, Susana Alicia –coordinadora– (2007) Periodismo y literatura. El
campo cultural salteño del ‘60 al 2000, Salta, Universidad Nacional de
Salta, Salta.
Roffman, Alejandro y Romero, José Luis (1973) Sistema socioeconómico y
estructura regional en la Argentina, Amorrortu, Buenos Aires.
Rojas, Cristina (2000) Corporate Philanthropy and Democratic Governance:
The Case of Colombia, Mimeo.
Romero, José Luis (1987) Las ideas en la argentina del siglo XX, Biblioteca
Actual, Buenos Aires.
Rutledge, Ian (1987) Cambio agrario e integración, CICSO-ESCIRA,
Tucumán.
Sabato, Hilda y Romero, Luis Alberto (1992) Los trabajadores de Buenos
Aires. La experiencia del mercado: 1850-1880, Buenos Aires, Sudameri-
cana.
Sabio Collado, Victoria (2013) “La ancestría diaguita, una filiación resti-
tuida”, Uturunku Achachi, núm. 2.
(2015) “Es en tiempos de injusticias cuando la gente se junta’, en Váz-
quez, Estela y Álvarez LEGUIZAMÓN, Sonia –compiladoras– Me-
morias del Vino, Paisajes de bodegas. Transformaciones sociales en Cafa-
yate, Prohistoria, Rosario.
Formas de racismo indio... 289
Sarlo, Beatríz (2014) Viajes. De la Amazonia a las Malvinas, Seix Barral, Ciu-
dad Autónoma de Buenos Aires.
Sarmiento, Domingo Faustino (1967 [1845]) Facundo, Centro Editor de
América Latina, Buenos Aires.
ScoObie, James R. (1988) Secondary Cities of Argentina. The Social History
of Corrientes, Salta, and Mendoza, 1850-1910, Stanford University Press,
Standford.
Scott, James (1990) Domination and the arts of resistanace. Hidden transcripts,
Yale University Press, New Haven and London.
Sierra e Iglesias (2005) Arturo Oñativia, genio y figura, Salta, Fundación
Capacitar.
Sigaud, Lissia (1996) “Derecho y coerción moral en el mundo de los ingenios”.
Estudios históricos, Vol. 9, núm. 18, 1996/2.
Simmel, George (1983) Sociología, Editora Arica, San Pablo.
Sola, Jaime 2004 [1949]: (1998) José Vicente Solá. Un salteño esencial, Gofica
editora, Salta.
Solá, José Vicente (2004 [1949] Diccionario de regionalismos de Salta, Edito-
rial Plus Ultra.
Sylvester, Santiago (2012) La identidad como problema, EUNSa, Salta.
Torino, Esther María; Michel, Azucena; Correa, José Emilio (1997) “Gru-
pos y Clubes Políticos en los orígenes de la Unión Cívica Radical de Salta
(1876-1891)”, en Cuadernos de Humanidades (2): 251-281.
Turner, Víctor W. (1988 [1969]) El proceso ritual. Estructura y antiestructura,
Taurus, Madrid.
Vázquez, Estela (1987) “Proceso y políticas económicas. Un acercamiento a la
problemática salteña”, presentado en Seminario Norte Grande, Desarrollo
Regional e Integración, Secretaria de Planeamiento de Misiones y de Salta,
Universidad Nacional de Misiones, 22-24 julio.
(2013) El arzobispo Tavella, las fiestas del Milagro y el Congreso de la
Hispanidad Salta, 1942, 4ta jornadas internacionales de historia de la igle-
sia y las religiosidades en el Noa, Cafayate.
(2015) “Archipiélago mediterráneo. El caso de la vitivinicultura en Cafa-
yate”, en Vázquez y ÁLVAREZ LEGUIZAMÓN –coordinadoras– Memo-
290 Sonia Álvarez Leguizamón
E
Los villeros, población de piel oscura
l villero en la Argentina tiene la marca de su condición nativa o india sinte-
tizada en la palabra “negro” y otras etiquetas que hacen mención directa o
implícitamente a su descendencia de pueblos nativos o afrodescendientes.
Existe un fuerte racismo al villero el que es expresión de estas configuraciones de
clase entre dos grupos antagónicos: están los negros villeros y estamos “nosotros”,
la gente de “bien”, los que no somos ni villeros, ni negros, ni de “mierda”, ni tene-
mos “planes sociales”. Diversos autores han asociado al villero a la racialización
de las relaciones de clase, bajo diferentes conceptualizaciones (Merklen, 2002;
Margulis, 1998, Guber, 1984, 1999, 2004; Saborts, 2002; Ratier, 1971a, 1971b)
haciendo hincapié en la relación entre discriminación, alteridad, raza, espacio y
nación. En este capítulo analizaremos un evento crítico sucedido en ciudades capi-
tales de “provincias”, el acuartelamiento policial seguido de saqueos en diciembre
del 2013. De alguna manera y de forma muy sucinta intentamos mostrar como el
racismo anti indígena se manifiesta en la mayoría de las ciudades de la Argentina.
El caso del villero es quizás uno de los sujetos de este racismo que aparece siem-
pre sea cual sea la ciudad. Se constituye así en un caso paradigmático del racismo
antindígena argentino.
En el capítulo II hemos visto como operó para el caso de la toma del Par-
que Indoamericano donde el villero además se suturó con el racismo al “indio”
“extranjero” a esa ciudad. Allí desarrollamos los conceptos de indio interior (el
migrante de piel oscura) y exterior a Buenos Aires (el inmigrante de otras nacio-
nalidades de piel oscura). Ahora veremos como el indio interior se expresa en el
villero en ciudades capitales no porteñocentradas. Podríamos decir que el racismo
villero en estas ciudades es también su indio interior, pero exteriorizado en la
construcción de su alteridad. En la instancia del acuartelamiento policial, los sa-
queos se activaron y junto con ello el racismo indio hecho cuerpo en las poblacio-
nes de piel oscura de la villa. Este fue producto de muchos factores concatenados,
el más importante y coyuntural la astucia, y desde el punto de vista estructural
estuvo potenciado por la desigualdad social, en su expresión en el espacio urbano.
Para el caso de Buenos Aires, Ratier (1971a, 1971b), considera que el mote
“villero” remplazó al “cabecita negra”,2 en la segunda mitad del siglo XX. Si bien
la categoría nativa de villero no tiene la misma acepción en todas las ciudades ca-
pitales, se asocia con población de piel oscura, en general y, en las ciudades como
Buenos Aires, Rosario y Córdoba con personas que vienen de las provincias del
Norte (Tucumán, Salta, Jujuy, Santiago del Estero, Jujuy, Catamarca, La Rioja).
La villa como espacio social del habitar la ciudad es estigmatizada como
forma de ocupación y uso de la ciudad de personas que por falta de ingresos para
acceder a suelo y vivienda digna, construyen sus viviendas en tierras fiscales o
tierras urbanas públicas como plazas o parques, colocando en los que habitan en
ellas la mayoría de los “males sociales”. En los relatos del sentido común, los que
viven en villas, es porque quieren, porque son “vagos” y “sucios”, se dice que les
gusta vivir de esa manera y no hacen nada para salir de esta situación, sólo reciben
planes.3
Las villas, por otra parte, son una muestra de la creciente desigualdad, frag-
mentación y segmentación social manifestada en el espacio urbano. Mientras más
aumenta la pobreza y estas formas de vivir y ser en la ciudad, más miedo aparece
en los sectores medios y altos, más se sienten amenazados. Hemos sentido decir
hace poco que “Buenos Aires es una villa”, solo “se puede vivir en un country”.4
Las transformaciones neoliberales en general, han producido mayor des-
igualdad social la que se expresa en segregación urbana creciente. Los procesos
de expansión del capital financiero por medio de la inversión inmobiliaria, el cre-
ciente control social asociado a la “inseguridad ciudadana”, la eliminación o de-
bilitamiento de las políticas de acceso a la vivienda y al suelo urbano, aumentan
la fragmentación urbana. Por otra parte, las políticas de distribución de ingresos
de los últimos años, como la ampliación de la cobertura jubilatoria o de los pro-
gramas sociales para pobres y desocupados, no han logrado resolver esta creciente
desigualdad. La importante desocupación de las franjas más jóvenes, sobre todo
2 Cabecita negra o cabeza, como vimos en capítulos anteriores, es un mote que surgió a mediados
del siglo XX en la Ciudad de Buenos Aires para denostar a las poblaciones obreras de piel oscura
que eran categorizados por las ciencias sociales como “migrantes internos” –generalmente prove-
nientes de provincias donde las poblaciones pobres con piel oscura son más significativas como
las del Norte del país–. A su vez, esta etiqueta fue dignificada por la lucha que llevaron a cabo
estos sujetos por liberar al General Perón de la cárcel, permitiendo así que fuera candidato a la
presidencia del país en elecciones democráticas.
3 Voz nativa para programas sociales a la pobreza o desempleo o derechos de pobres.
4 Country es un anglicismo para los Barrios Cerrados de personas adineradas propios de las ciuda-
des Argentinas.
Formas de racismo indio... 293
10 “Lluvia de críticas para Binner: Le pegaron de izquierda a derecha por sus declaraciones ‘xenó-
fobas’” Agencia Federal de Noticias y elaboración de contenidos, Santa Fe, jueves 11 de agosto
de 2016 - Edición núm. 1537, [en línea] http://infogei.com.ar/cable/3576/lluvia_de_criticas_para_
binner_le_pegaron_de_izquierda_a_derecha_por_sus_declaraciones_xenofobas/.
11 “Ese ‘olfato’ no se construye sino a partir de ciertos rasgos físicos, cierta pertenencia a una clase
social, ciertos gustos musicales, ciertas vestimentas, el vivir en cierto territorio inseguro habitado
296 Sonia Álvarez Leguizamón
En Córdoba hay una serie de chistes sobre el negro12 asociado con el villero y
los sujetos de piel oscura que muestran ese racismo. Lo que “el racismo impiadoso
de Córdoba podía llamar ‘negrazones’, propio de un humor que por muy gracioso
que sea “pone las cosas y los hombres en su lugar” (Seman, 2013, en Fiorito et
al.).13 El chiste expresa las relaciones de clase racializadas de este racismo indio
urbano. Como lo demuestra Bermudez (2009), además la planificación urbana
cordobesa y ciertos programas para viviendas populares, refuerzan la segregación
urbana y la construcción del “cabecita negra” como el villero y “cuestionan las
prácticas culturales de los sectores populares” intentando imponer una especie de
“estilización de la vida”, en relación con una concepción particular de clase y de
ciudadanía”.
por peligrosos; es decir, no es otra cosa que lo que hemos definido como neorracismo latinoame-
ricano, en este caso, operando directamente desde el Estado y sus instituciones”.
12 1. Llega el negro a la fábrica a buscar trabajo, el gerente le dice:
–Lo que pasa es que acá hay poco trabajo...
–¡Justo es eso lo que ando buscando!
2. –Oiga doñita, tiene shampoo?
La vendedora le pegunta:
–Para qué tipo de cabello quiere, para cabello seco, grasoso, normal, teñido…?
A lo que el negroide le contesta:
–Como..., y no tení pa cabeio sucio???
3. Los colores en córdoba son amariio patito, verde boteia y negro culiao.
13 “Viví en Córdoba y la convivencia de descendientes de europeos, de sujetos que se reconocen
como ‘blancos’ y población hija del crisol de conquistadores, pueblos originarios, era una realidad
problemática. El grado en que lo era está grabado en la piedra aparentemente leve, pero ominosa,
de un humor que por muy gracioso que sea ‘pone las cosas y los hombres en su lugar’. El famoso
humor cordobés ordena y ordenaba las diferencias de clase y expresaba, muchas veces, no siem-
pre, en la perspectiva blanca, el ridículo del ‘negro’ en el salón” (Seman, en Fiorito et al., 2013).
Formas de racismo indio... 297
14 Estas opiniones aparecen reiteradamente con diferentes expresiones en las redes sociales, en pági-
nas web, en comentarios a las noticias consultadas.
15 Ver cita 43 en capítulo I.
298 Sonia Álvarez Leguizamón
Algunas visiones sobre la acción colectiva –en la reflexión de las ciencias socia-
les– plantean que su manifestación pública no es espontánea, generalmente es el
producto de un descontento anterior a su visualización así como de acuerdos pre-
vios –implícitos o tácitos–. Son la cara visible de vínculos y valores compartidos
(Melucci, 1994; Das, 1995). En el caso de los saqueos que fue una respuesta al
acuartelamiento, la reacción de los saqueadores no organizados de violar la pro-
piedad privada puede entenderse como como una táctica desde el punto de vista
16 “El saqueo en Córdoba, los nuevos sheriff y los negros de mierda” en Indie Politik, jueves 5 de
diciembre de 2013.
Formas de racismo indio... 299
17 “Tensión en Córdoba por acuartelamiento policial y saqueos en toda la provincia”, Diario Chaco,
[en línea] http://www.diariochaco.com/noticia/tension-en-cordoba-por-acuartelamiento-policial-
y-saqueos-en-toda-la-provincia [consulta: 4 de diciembre el 2013].
18 En declaraciones a Canal 12, del 3 de diciembre González expresó: “Hemos pedido la cooperación
300 Sonia Álvarez Leguizamón
en seguida, se devela el poder que tienen las fuerzas policiales por sobre el ejecu-
tivo provincial y la debilidad de los lazos Nación-provincias.
Paradojalmente ante una afrenta antidemocrática como lo fue el acuartela-
miento policial, en una situación donde los valores de la democracia eran con-
culcados de todos lados, se festejó en Plaza de Mayo (ciudad de Buenos Aires)
30 años de democracia,19 mientras Córdoba y Tucumán –entre otras ciudades– se
encontraban casi en estado de guerra. El ejecutivo nacional no respondió a la al-
tura de los acontecimientos y en el caso de algunas provincias como Córdoba la
respuesta primera fue facciosa como se observa en las declaraciones de las auto-
ridades nacionales. La atomización y luchas internas al interior del partido pero-
nista, estaban candentes en un momento donde se dirimían además candidaturas
presidenciales.
20 “En Resistencia, Chaco, se informó inicialmente que hubo cuatro muertos [...]. Anteayer falleció
un joven en Jujuy por una herida de arma blanca; y en Concordia, Entre Ríos, otra persona murió
electrocutada cuando estaba ingresando a un negocio. La semana pasada, un comerciante murió
en Glew, mientras en Córdoba, donde se inició la oleada de sublevaciones policiales, había falle-
cido otro joven. [...] - Tucumán. [...] Tres personas murieron durante los saqueos que siguieron al
acuartelamiento de la policía provincial. Los ataques a comercios se centraron en el área metro-
politana y sus alrededores. La metodología incluyó grupos coordinados en motos y camionetas
de alta gama. Diversos comerciantes defendieron sus negocios armados con palos o con armas
Formas de racismo indio... 303
de fuego. - Jujuy. El lunes por la noche, un adolescente murió en Perico, luego de recibir una
puñalada en el abdomen, en un local de ropa deportiva. - Entre Ríos: Otro joven murió el domingo
por la noche en Concordia. Recibió una descarga eléctrica cuando entró a un negocio en medio
de los saqueos. Hubo más de 40 heridos en la provincia. [...] También la semana pasada, en el
conurbano bonaerense, un comerciante de origen chino murió tras repeler con disparos un intento
de saqueo en Glew. Los atacantes prendieron fuego el local, en el que quedó atrapado. En “Los
muertos y los heridos de los saqueos”, Pagina 12, [en línea] http://www.pagina12.com.ar/diario/
elpais/1-235417-2013-12-11.html [consulta: 11 de diciembre del 2013].
21 “La violencia colectiva rara vez es espontánea, suele ser relacional (esto es, nadie la ejerce de
manera aislada, sino en conjunto con otros en los que confía, usualmente por pertenencia barrial,
identidad generacional o alguna otra característica en común) y responde no a demandas insatis-
fechas, sino a oportunidades para la acción. La oportunidad hace al saqueador” (Auyero, 2013, en
Fiorito, et al.)
22 Esta noticia salió en Facebook durante los saqueos y desapareció luego de diarios y redes sociales,
seguramente para evitar consecuencias penales.
304 Sonia Álvarez Leguizamón
23 “El saqueo de Córdoba, los nuevos sheriffs y los negros de mierda”, en Indie Politik, Publicado por
Sergio Villone, el 5 de diciembre,de 2013.
24 “La Policía corría en medio de esos indios, no eran personas”, Informate Salta, [en línea] http://
www.informatesalta.com.ar/noticia.asp?q=55928.
Formas de racismo indio... 305
En la ciudad de Tucumán la guerra entre vecinos fue de tal magnitud que a la no-
che de uno de los días de la sedición policial, hubo una manifestación en la plaza
central de gran magnitud, pidiendo que se termine la sedición y los saqueos. Se-
guidamente se reproduce información de una página web ante las declaraciones de
Capitanich, el gobernador, quien había manifestado que en esa ciudad solo había
tres muertos. El relato de los muertos está nutrido de representaciones de racismo
indio villero que, por otra parte, es una de las causas por las que matar está bien
visto. Se afirma directamente que estos sujetos son una “sub raza abominable”. Se
usa cursivas añadidas para resaltar estas representaciones y hacerlas más inteligi-
bles para el lector.
“….hay algo que quedo claro en estos días, sobre todo, para quienes
vivimos en Tucumán y pasamos por esta situación límite, en la cual
si teníamos que meter bala se metía sin asco, sin cargo de concien-
cia, perdiendo todo limite por culpa de estos corruptos de mierda.
[…] mientras sacamos lo peor de nosotros mismo, para cuidarnos
de lo peor de la sociedad de esta sub-raza abominable, que deja un
bebe abandonado por chorear”.
“muerto 1: pendejo saqueador del barrio el sol, que al huir cho-
reando choco contra un interno de la linea 11 y lo paso por encima
muerto 2: negro villero en saquear el Chango más de Jujuy al 3000
se pasó de vivo y se quiso meter en una casa, tiro en la nuca, falleció
el martes a la mañana en el htal padilla.
…muerto 8, 9, 10, 11, 12: asalto a la Sancor: confiados en las dé-
biles balas estatales (de goma) los negros y negras, se mandaron a
saquear. Los vecinos temerosos de que después sigan ellos le man-
daron balas no aprobadas por los ‘derechos humanos’ o sea corcho
de verdad. Se cargaron 5, reconocido esta mañana por el intendente
Zacarias Kodher en el programa los primeros. […]
muerto 16: vieron los negros choreando el Grido y subiendo el
freezer en un carro? el dueño murio de un infarto. […] vieron a un
pendejo que venía corriendo con mercaderia saqueada, pudieron in-
terceptarlo algunos vecinos, le quitaron todo lo cagaron a palos, el
pibe siguio unas cuadras mas y un hombre que tenía una ferretería q
según dicen estaba algo tomado le disparo al negro en la cabeza”.
En Salta se usa la categoría nativa de yuto para los habitantes de la villa de piel
oscura, también para los jóvenes que usan buzo con capucha y gorra dada vuelta.25
27 Comentario de Oscar en la nota de El Tribuno: “Hubo saqueos en comercios del centro”, [en línea]
http://www.eltribuno.info/salta/353030-Salta-hubo-saqueos-en-comercios-del-centro.note.aspx
[consulta: 12 de diciembre de 2013].
308 Sonia Álvarez Leguizamón
de mierda, el yuto de mierda al que hay que matar, es el villero, el que vive en los
márgenes de las ciudades. Y el villero en la Argentina tiene la marca de su condi-
ción nativa, o india sintetizada en la palabra negro. Este racismo es expresión de
estas configuraciones de clase entre dos grupos antagónicos.
La violencia del evento, tanto la que ejercen los saqueadores, como la violen-
cia racista y estructural cotidiana devela un recrudecimiento de la racialización a
las clases subalternas y de la distancia social. Los espacios de convivencia como
lo fueron la educación pública están cada vez más segmentados. El racismo que
lleva a matar es un espejo deformado de esa sociabilidad debilitada y rota. La ac-
ción colectiva del saqueo de parte de las poblaciones más marginadas muestra que,
cuando los controles que ejercen las fuerzas policiales sobre la propiedad privada
no funcionan, surge crudamente la evidencia de las carencias. También son mani-
festación de poder y capacidad de confrontación de los grupos subalternos. No son
clases sociales en lucha por una sociedad más justa sino personas con vivencias
similares expresando lo que son capaces de hacer. Violar la propiedad privada.
Pero las clases dominantes y medias son capaces de matar, porque el negro villero
de mierda es percibido como una “rata”, un “indio”, no es humano y, por lo tanto,
lo puedo exterminar, es una guerra de razas no metafórica.
Estas cuestiones visibilizadas en el evento, son un síntoma muy serio de que
los lazos sociales están rotos, que hay debilidad del Estado nación en su relación
con las provincias para velar ante situaciones, donde las potestades de los estados
antes citados, son puestas en cuestión. Son una muestra que el gobierno de las
provincias pueden ser presas de las fuerzas policiales.
En una visita que realicé a Buenos Aires, luego del evento, me llamó la aten-
ción su invisibilización y el desdén por lo acontecido. Busqué fuentes en diarios
nacionales, reflexiones de científicos sociales y, a diferencia del caso del Parque
Indoamericano –que sucedió en la propia capital del país– encontré muy pocas
noticias y reflexiones. Mi sensación fue de mucha tristeza. Pensé que si los muer-
tos y saqueos hubieran sucedido en la ciudad “blanca”, la reacción gubernamental
y social hubiera sido diferente. La tardía reacción gubernamental, el festín de la
democracia que se realizaba en forma concomitante, la poca difusión pública de lo
que estaba sucediendo, así como la omisión de denuncias penales a los asesinos,
son una muestra del olvido y del desdén por el resto del país. También son un sín-
toma de una cultura porteñocentrada que ante tantas omisiones, pareciera aceptar
indirectamente la criminalidad del racismo. Parte de esta fractura muestra que las
desavenencias –entre el gobierno nacional, gobernadores provinciales y al interior
del partido Justicialista– no pudieron ser saldadas, ni siquiera ante una situación
de tal gravedad institucional como la sedición policial. Por otro, el evento mostró
con crudeza el racismo indio villero en ciudades de provincia y sus similitudes con
el racismo indio villero porteño.
Formas de racismo indio... 309
Bibliografía
ÁLVAREZ LEGUIZAMÓN, Sonia (2000) “Los “pioneros modernos”, hacedores
invisibles de una ciudad a medias”, en Rabey, M. y Jerez, O. –editores–
Procesos de Urbanización en Argentina: una mirada antropológica. Red de
Editoriales de Universidades Nacionales y Universidad Nacional de Jujuy.
Bermúdez, Natalia V. (2009) “Los pobres no tienen gusto…” Construcción
política del espacio y violencia simbólica, en Prácticas de oficio. Investi-
gación y reflexión en Ciencias Sociales, núm. 5.
Crisafulli, Lucas (2013) “Neo racismo latinoamericano, la seguridad como
excusa y el paradigma de los Derechos Humanos”, en Apertura, Vol. 1,
núm. 1 (2013), Universidad Nacional de Córdoba.
Das, Veena (1995) Critical Events: An Anthropological Perspective on Contem-
porary India, Oxford University Press, New Delhi.
De Certau, Michel (1999) La invención de lo cotidiano, México: Universidad
Iberoamericana/ITESO/Centro Francés de Estudios Mexicanos y Centro-
americanos.
Fiorito, Susana; Auyero, Javier; Semán, Pablo y Almeyra, Guillermo
(2013) “Argentina: El 2001 llama a la puerta”. Dossier, en Revista Sin per-
miso, 08/12/13 [en línea] http://www.sinpermiso.info/textos/argentina-el-
2001-llama-a-la-puerta-dossier.
Fournier, Marisa y Soldano, Daniela (2001) “Los espacios en insulariza-
ción en el conurbano bonaerense: una mirada al lugar de las manzaneras”,
III Jornada Anual de Investigación, UNGS, Buenos Aires.
Gordillo, Gastón (2011) “El afuera salvaje de la Buenos Aires blanca” en Spa-
ce and Politics, Saturday, April 9, [en línea] http://spaceandpolitics.blogs-
pot.com.ar/2011/04/el-afuera-salvaje-de-la-buenos-aires.html
Gramsci, Antonio (1975) Los Intelectuales y La Organización de la Cultura,
Juan Pablos Editor, México.
(1977) Escritos Políticos, 1917-1933, Siglo XXI, México.
Guber, Rosana (2004) “Identidad social villera”, en Mauricio Boivin, Ana Ro-
sato y Victoria Arribas Constructores de Otredad Una introducción a la
Antropología Social y Cultural, Antropofagia, Buenos Aires.
Margulis, Mario (1998) “La racialización de las relaciones de clase”, en Mar-
gulis, Urresti y otros La segregación negada, Biblos, Buenos Aires.
310 Sonia Álvarez Leguizamón
Melucci, Alberto (1994) “Que hay de nuevo en los nuevos movimientos socia-
les?”, en Laraña y Gusfield, Los nuevos movimientos sociales. De la ideo-
logía a la identidad, CIS, Centro de Investigaciones Sociológicas, Madrid.
Merklen, Denis (2002) “Introducción”, en Loic Wacquant Parias Urbanos:
Marginalidad en la ciudad, Manantial, Buenos Aires.
Osán de Pérez Sáez, María Fanny y Pérez Sáez, Vicente J. (2006) “Dic-
cionario de Americanismos en Salta y Jujuy (República Argentina)”, Se-
cretaría de Cultura de la Provincia de Salta, Arco Libros, Salta.
Ratier, Hugo (1971a) Villeros y Villas Miseria, Centro Editor de América Lati-
na, Buenos Aires.
(1971b) El Cabecita Negra, Centro Editor de América Latina, Buenos Ai-
res.
Sabarot, Horacio (2002) “La construcción de estereotipos en base a inmi-
grantes “legales” e “ilegales” en Argentina”, en Intersecciones en An-
tropología, núm.3, Universidad Nacional del Centro de la Provincia de
Buenos Aires [en línea] http://redalyc.uaemex.mx/src/inicio/ArtPdfRed.
jsp?iCve=179514526008.
Scott, James (1990) “Domination and the arts of resistanace” Hidden trans-
cripts, New Haven, London, Yale University Press.
Soldano, Daniela (2008) “Vivir en territorios desmembrados. Un estudio sobre
la fragmentación socio-espacial y las políticas sociales en el Área Metro-
politana de Buenos Aires (1990-2005)”, en Ziccardi, Alicia –compilado-
ra– Procesos de urbanización de la pobreza y nuevas formas de exclusión
social. Los retos de las políticas sociales de las ciudades latinoamericanas
del siglo XXI, Siglo XXI, Bogotá.
Svampa, Maristella (2000) “Clases Medias, Cuestión Social y Nuevas Marcos
de Sociabilidad”, en Punto de Vista, núm. 67, Buenos Aires, agosto.
Wacquant, L. J. (2001) Parias urbanos: marginalidad en la ciudad a comien-
zos del milenio, Manantial, Buenos Aires.
Weber, Max (1967) Politic as vocation, en Perth, H. H. & Mills, C. W.
From Max Weber: essays in sociology, Oxford University press, New York.
CAPÍTULO V
E
n este capítulo analizaremos el racismo antiindígena vinculado con aque-
llas comunidades que se reconocen como tales o como pueblos originarios
y que han sido confinadas a lugares que, hasta hace poco, no tenían interés
económico para la expansión del capitalismo en el Chaco salteño. El racismo se
activa por procesos concatenados que tienen que ver con la forma en que se justifi-
ca la ocupación y expropiación de esos territorios para el cultivo de la soja transgé-
nica, a partir de diferentes argumentos de su condición “arcaica” de vivir que habla
de su situación “incivilizada”. Por otra parte dicha expansión, sojuzgamiento y
expropiación de sus medios de subsistencia como la tierra, fundamental para de-
sarrollar la reproducción de su vida, produce una serie de daños a las poblaciones
que llegan a la muerte por hambre.
En esta línea, para observar cómo opera el racismo indio, desarrollaremos
primeramente cómo se produce la expansión de estos territorios a partir de la soja
en estos últimos tiempos y los daños que está produciendo a esta población. Por
1 Este capítulo es una reescritura del artículo de mi autoría: “Neocolonialismo, hambre y agronego-
cios de la soja transgénica (Salta, Argentina)” en Arancibia y Cebrelli , 2011.
2 Programa de Vigilancia Social de las Empresas Transnacionales del Sector Agronegocios, Reporte
núm. 05, Informe de investigación sobre las operaciones de Monsanto en Argentina, [en línea]
http://www.foco.org.ar/oet-documentacion%20y%20base%20de%20datos/oet-reportes/Repor-
te.05.%20Monsanto.pdf.
312 Sonia Álvarez Leguizamón
3 Conforme Antonio Nivaldo Hespanhol (2007, citado por Soares Campos, 2011), los agronegocios
son el “conjunto de segmentos productivos que se articularan directa o indirectamente con la agri-
cultura moderna” en todas sus actividades y ramas, a diferencia de la denominación tradicional de
agro industria que estaba circunscripta a estas dos actividades. Ahora se entiende a la agricultura
desde una perspectiva sistémica como formando parte de un sistema más complejo del que par-
ticipan industrias proveedoras de insumos, (implementos, máquinas, transporte, almacenaje) y
distintos servicios de asistencia técnicas, (financieros, de logística, contable, etc.) (Soares Campos,
2011), así como la acción del estado y sectores de poder asociados o facilitadores. La Argentina
en 1996, durante el gobierno de Carlos Menem, aprueba la siembra comercial de semillas transgé-
nicas y a partir de allí se inicia el proceso de expansión de la soja y la conformación de los llamos
“pull de soja”, asociaciones de sectores de capital que materializan su producción.
4 Las fuentes alternativas a la prensa hegemónica, que circulan en el ciberespacio, a veces muestran
el carácter de resistencia, dada la desinformación y tergiversación de los medios de comunicación
privados, en oposición a la libre circulación de información que aparece en los sitios administra-
dos por organizaciones sociales diversas. Es interesante destacar, tanto desde el punto de vista
metodológico como teórico, la relevancia de estas fuentes que nos muestran posicionamientos no
subsumidos por el discurso oficial, sin que sus voces hayan sido apropiadas o resignificadas (Das,
1989: 284). Estas fuentes superan, en cierto sentido, la historia oral clásica donde el investigador
interpela al sujeto individual en una relación cara a cara.
5 La categoría clasificatoria de indio en el siglo XX y también durante el XIX, en Salta, antes de las
luchas indígenas de finales de 1980, se asocian a los pueblos originarios de las zonas de los ecosis-
temas denominados chaqueño, de yungas, selva subtropical (para algunos denominados también
selva Tucumano Boliviana o parque Chaqueño) mientras que los pueblos originarios andinos son
clasificados por las voces autorizadas y el sentido común, con el nombre de coyas que remite a
poblaciones que habitan valles de altura, puna y prepuna andina, a diferencia de los gauchos cuya
Formas de racismo indio... 313
entre las Yungas y el Chaco seco de la provincia de Salta, también llamado “eje
productivo”, al este de la ruta 34.
La muerte por hambre, se podría erradicar –según estos discursos– a partir de
la educación. Es en las propias víctimas en las que se corporiza el problema de la
falta de medios de subsistencia. Se naturaliza una visión del mundo que reafirma
la superioridad del que diagnostica por sobre “la cultura” del otro, en este caso “el
indio”, que “deja morir”. Argumentación que justifica los dispositivos de interven-
ción social disciplinatorios para “educarlos” e “integrarlos”.
Primero describo someramente los procesos de expansión del capitalismo por
medio de la soja en la provincia de Salta, basada en estudios y datos de múltiples
investigaciones e informes realizados sobre el tema. Asimismo contextualizo la
temática en el ámbito internacional, dado que el caso del norte argentino es repre-
sentativo de las paradojas entre, por un lado, la promoción de parte de organismos
promotores del “desarrollo humano” de los derechos básicos a la vida y a la ali-
mentación así como los discursos “solidarios/humanitarios” ante el creciente ham-
bre en el mundo y, por otro, el fomento de actividades agrícolas vinculadas a los
agronegocios y aumento de la productividad, junto con la promoción de cultivos
para biocombustibles que generan aumento de la producción de pobreza y muerte
por hambre. El análisis de los sujetos involucrados, los procesos de acumulación
originaria, de transferencia de riquezas, de expropiación de medios de subsistencia
dan cuenta de un “desarrollo” particular del capitalismo local transnacionalizado.
Las consecuencias que están teniendo para la población afectada, nos permite mi-
rar, a partir del recorte de este caso, la actualidad de procesos de neocolonialismo
o de “colonialidad del poder”.
Analizo, discursivamente, las declaratorias gubernamentales y de otros acto-
res acerca de los casos recientes de muerte por hambre, en la zona de expansión de
la soja, en el norte argentino como un evento crítico (Das, 1996),6 mostrando el re-
clasificación se asocia con poblaciones que habitan valles o planicies vinculados al pastaje de
ganado mayor.
6 Un evento crítico o acontecimiento, tiene una serie de características para Veena Das (1996),
como ya vimos: su temporalidad (forma parte de un proceso en el que se sucede una cadena de
acontecimientos), es un referente ineludible, posee una cualidad arrolladora puesto que pone en
cuestión una serie de tematizaciones que provocan posicionamientos. Así ellos inauguran formas
de acción, resignificando sistemas categoriales y códigos morales. Los eventos tocan no sólo cues-
tiones de derechos y accesos, sino también manifiestan la violencia estatal y de otro tipo que, no
sólo atraviesan la intimidad de las personas, sino que tienen como resultado zanjar –de diversas
formas–, algunas cuestiones en conflicto y lucha. Podríamos decir que son temas que se han re-
problematizado o se comienzan a problematizar (siguiendo a la tradición de Bourdieu y Lenoir),
es decir se incluyen en la agenda pública con algún grado de legitimidad. Los derechos reclamados
por la comunidad o los intereses y valores que están siendo concretados y que ponen en cuestión
una cierta cultura política enfrentada con otra y de lo que significa la dignidad de las personas o
el límite moral que pueden soportar, son para ella parte constitutiva de la cultura. Estos objetos de
la cultura pueden incluir: derecho a la naturaleza (derechos sobre la foresta, al uso de la tierra) y
314 Sonia Álvarez Leguizamón
también productos de la imaginación: folklore, por un lado y por el otro el derecho de instituir la
memoria en la forma de una comunidad histórica y el derecho a vivir bajo la ley que regula la vida
personal de sus miembros.
7 La idea de etnocidio es un concepto desarrollado por el campo de saber de la antropología, vincu-
lado con el etnocentrismo. Según Abramoff el etnocidio es la anulación de la diferencia, “es querer
hacer del ‘otro’ un igual a mí. El pensamiento ‘etnocida’ funciona así: hacer del indio, del negro,
del gitano, del asiático otro de sí, transformándolo en un indio civilizado. […] Negar la diferencia,
ignorando su identidad, es la clave para ponerlo mejor a mi servicio, y cuando esto no es posible,
debo suprimirlo físicamente, en la medida que se torna peligroso y amenaza mi supervivencia. Si
no puedo convertirlo en un ‘otro previsible’ en un ‘otro que se parece a mí’ y deje de ser peligroso
debo eliminarlo directa o indirectamente. Esto es el genocidio” (Abramoff, 2004: 159-160).
8 El neologismo “ecocidio” se define como deterioro y destrucción del medio ambiente y de los
recursos naturales como consecuencia de la acción directa o indirecta del hombre sobre los ecosis-
temas.
9 La estructura arborescente del colonialismo interno, para Rivera Cusicanqui, se manifiesta a partir
de ejemplos elocuentes de la estigmatización de las conductas de mimesis cultural, como el caso
de la vestimenta de la chola paceña y también en los habitus coloniales de las elite que continua
funcionando a través del eje invisible de las “dos repúblicas” –la una de los súbditos, la otra de los
soberanos– (Rivera Cusicanqui, 2004). Para ella, también la estructura arborescente del colonia-
lismo interno se articula con los centros de poder del hemisferio norte, “llámense universidades,
fundaciones u organismos internacionales”. Afirma que “la estructura ramificada del colonialismo
interno-externo tiene centros y subcentros, nodos y subnodos” (2010: 63).
10 Ésta y todas las viñetas del diario El Intransigente de la Provincia de Salta que se reproducen aquí,
han sido cedidas por Alejandro Morandini (2008) en su investigación “Compilación, análisis y
sistematización de los artículos periodísticos escritos por Manuel J. Castilla entre setiembre de
1939 y diciembre de 1960” (Beca de investigación para escritores del Fondo Nacional de las Artes,
2008).
11 Según Silvia Rivera Cusicanqui (2004) se podría hablar, de una estructura del habitus republicano
colonial haciendo referencia al concepto bourdieusiano de habitus, que continua funcionando, en
el caso de Bolivia que estudia, a través del eje invisible de las “dos repúblicas” que resultó encu-
Formas de racismo indio... 315
bierto y disfrazado por la retórica del reconocimiento jurídico de la igualdad del indio.
316 Sonia Álvarez Leguizamón
12 En las Yungas o selva Tucumano-Boliviana más del 90% de la superficie original ubicada en áreas
planas de suelo profundo de esta selva ha desaparecido al ser reemplazada por cultivos de caña
de azúcar entre las décadas del ‘30 y del ‘50, y actualmente por plantaciones de soja (Brown y
Malizia, 2004, citado por IDPN, 2009).
13 El valor de la producción de cereales y oleaginosas para la campaña 2007/2008 fue de 70.845 mi-
llones de pesos o 19.147 millones de dólares. Las exportaciones de aceites de soja y girasol, pellets
de soja y harina de trigo totalizaron unos 11.602 millones de dólares en lo que va de la campaña
2009. Las empresas de venta de granos transnacionales como Dreyfus, Bunge, Pérez Companc
están entre las que más producen y concentran la riqueza. En Federico Bernal, “La renta sojera”
publicado en el diario Página 12. Buenos Aires, domingo 12 de julio de 2009, Suplemento Cash
[en línea] www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/cash/17-3954-2009-07-12.html.
14 Para mayor información sobre los efectos negativos de Monsanto ver el documental El mundo se-
gún Monsanto que “denuncia los efectos negativos que provocan los productos agroquímicos y las
semillas de soja transgénica que comercializa la empresa más grande del mundo del sector. En sín-
tesis, expone la cara más oscura de la lógica económica neoliberal, a través de la realidad agrícola
de América del Norte y del Sur, especialmente de Argentina. Monsanto es el primer semillero de
soja, maíz, algodón y productor de agroquímicos del mundo. Quien dice semilla, dice Monsanto,
pero también dice alimentos. Es la empresa norteamericana que maneja el mercado mundial de la
soja. Es la misma empresa que fabricó PCB, y ocultó durante 50 años que ese aceite era cancerí-
geno. Es la empresa que produce y que patentó las semillas de soja genéticamente modificadas,
para resistir agroquímicos y tempestades, etc.” Dirección del documental, Marie-Monique Robin,
Portal Libertario OACA [en línea] http://www.portaloaca.com, el video [en línea] http://www.
youtube.com/watch?v=LdIkq6ecQGw.
318 Sonia Álvarez Leguizamón
15 “La propia Secretaría de Medio Ambiente y Desarrollo Sustentable de Salta (actual Secretaría de
Política Ambiental) reconocía en 2006 –en el auge de los desmontes– que los departamentos más
afectados por la deforestación son: Anta, Orán, Rosario de la Frontera, San Martín y General Güe-
mes, todos en la zona de transición entre la selva Tucumano-Boliviana o Yunga y el Chaco seco,
totalizando en los últimos 8 años una pérdida de 600.000 hectáreas de selva pedemontana y bosque
chaqueño, con un alarmante incremento en la velocidad de la misma. Sólo en Anta, San Martín y
Orán –los municipios con mayor cantidad de desmontes entre 2000 y 2005– la deforestación es el
80% del total de la superficie perdida de bosques en toda la provincia de Salta” (IEDPN, 2009).
Formas de racismo indio... 319
16 Según Naharro, Álvarez y Flores Klarik (2009) el saber práctico productivista es aquel que tien-
de a legitimar la apropiación de la tierra, concibiendo a la misma como suelo o sustrato físico,
continente de recursos o variables de interés a desarrollar. Tiene que ver con una valoración de su
potencialidad y eficacia productiva, en donde la concepción de región se utiliza como instrumento
simbólico asociado al progreso y al desarrollo. La misma está sustentada en el éxito del capitalis-
mo, en donde el mercado es el que determina lo que se produce. A los actores que esgrimen este
discurso les interesa, en la zona, acceder a aquellas tierras de bajo precio, consideradas con aptitud
productiva para determinados paquetes tecnológicos como el de los agronegocios de la soja. Se
suele resaltar los aportes que este modelo hace a la generación de riqueza de la zona, el progreso
y desarrollo regional apelando a la idea de la creación de puestos de trabajo, desarrollo de vías
de comunicación y servicios. También se argumenta que este modelo permite incorporar nuevas
superficies, antes improductivas, reactualizando el imaginario civilizatorio del desierto.
17 El glifosato (N-fosfonometilglicina) herbicida no selectivo de amplio espectro, desarrollado para
eliminación de hierbas y de arbustos. Es un herbicida total, absorbido por las hojas y no por las
raíces, además de otras aplicaciones se asperja a tocones o se aplica con avionetas que arrasan los
cultivos. El glifosato es el principio activo del herbicida Roundup (nombre comercial de la mul-
tinacional Monsanto quien la ha patentado). Muchas investigaciones en el mundo y en América
Latina han probado sus efectos nocivos sobre la salud humana.
320 Sonia Álvarez Leguizamón
18 La roya de la soja es una enfermedad de la planta causada por dos especies de hongos del género
Phakopsora las que fueron separadas taxonómicamente recién en 1992: Phakopsora pachyrhizi,
originaria de Asia, y Phakopsora meibomiae, originaria de Sudamérica. Ambas especies poseen
estructuras morfológicas muy semejantes y causan en las plantas una sintomatología similar.
19 Dice Raúl Padilla, presidente de Bunge: “Nos posicionaremos como líder en el creciente mercado
de fertilizantes en la Argentina. Podremos fabricar localmente tanto productos a base de nitrógeno
como de fosfato, con lo cual ampliaremos nuestro portafolio [...] Bunge es uno de los principales
procesadores locales de soja, con una capacidad que supera las 25.000 toneladas diarias, siendo
uno de los mayores exportadores de oleaginosas y subproductos. La compañía, además, ya vendió
y distribuyó productos líquidos y sólidos con un volumen anual de 500.000 toneladas. La em-
presa Bunge es una de las que más factura en el mundo con ventas por u$s 4,1 mil millones” en
“Los 10 empresarios de 2009”, [en línea] http://www.bungeargentina.com/sp/no_medios_detalle.
asp?pre_id=1023 y datos del 2009 de la Revista Fortune, [en línea] http://www.bungeargentina.
com/sp/no_medios_detalle.asp?pre_id=981.
20 En “Expansión de los agronegocios en el Noroeste argentino: Deforestación legalizada y resisten-
cia de las comunidades”, CAPOMA, julio de 2009.
21 “Los ‘commoditties’ tienen la particularidad de tener un precio mundial de transacción. Este valor,
a diferencia de lo que el sentido común pudiese motivarnos a pensar, no se fija en las naciones
productoras de estos bienes, sino en tres centros financieros principales ubicados en dos países: el
mercado de Londres (Reino Unido), y los mercados de Nueva York y de Chicago, en Estados Uni-
dos. Tanto la city londinense como la neoyorquina manejan todo tipo de transacciones de bienes,
instrumentos financieros, acciones, monedas, metales preciosos. Chicago es un referente mundial
del precio de los bienes agrícolas. Además, el comercio internacional de estos ‘commoditties’
no lo realizan sus propios productores”, en Pablo Ramos “El lobo detrás del disfraz de cordero.
Formas de racismo indio... 321
Las trampas que esconde el TLC”, APAS (Agencia periodística de América del Sur), [en línea]
http://www.prensamercosur.com.ar/apm/nota_completa.php?idnota=1739 [consulta: 23 de abril
de 2006].
22 Departamento de San Martín.
23 Gobernador de la Provincia de Salta, desaparecido/asesinado pocos meses antes del golpe militar
de 1976.
24 Voz nativa que usan los indígenas para referirse a otros indígenas.
322 Sonia Álvarez Leguizamón
25 En la Argentina, a fines del siglo XIX y principios del XX la República llevó adelante la “ocupa-
ción militar”, en realidad una guerra de exterminio, que se llamó con el eufemismo de la “Con-
quista del Chaco” (región entre los ríos Pilcomayo, Paraguay, Paraná y Salado) que se encontraba
hasta entonces en poder de pueblos indígenas. La primera expedición militar se realizó en 1870 y
luego, en 1917, se logró finalmente exterminar toda resistencia tanto por medio de la muerte como
por distintas formas de sujeción como los fueron las misiones religiosas. Se encontraban allí: gua-
ycurúes, mocovíes, tobas, wichís, chorotes, chulupíes y también tapietes, chanes y chiriguanos.
Muchos de estas etnias han sobrevivido en el presente a pesar de las variadas formas de explota-
ción que vinieron después de la “conquista” como el trabajo forzado en ingenios, construcción de
ferrocarriles, etc.
Formas de racismo indio... 323
deplorable, siendo obligadas a ser mano de obra semiservil para los ingenios de la
zona, como el San Marín del Tabacal y el Ledesma de la provincia de Jujuy, bajo
diferentes formas de coacción y coerción física.
La situación social, en los años de la expansión neoliberal, se ha caracteriza-
do por fuertes conflictos y luchas sociales que tuvieron su máxima expresión luego
de la privatización de Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF), empresa nacional
que tenía a cargo su producción. Las ciudades de Campamento Vespucio, General
Mosconi y Tartagal estaban directamente ligadas a las refinerías, asentamientos de
obreros y actividades comerciales. Los piquetes como forma de resistencia más
importantes se suceden a partir de 1997 sobre todo en General Mosconi (1997,
1999, 2000 y 2001). Ex trabajadores desocupados26 e YPF junto a otros grupos
que venían viendo deteriorado o expropiados sus medios de subsistencia (trabajo
remunerado, autoempleo, tierra y agua) como: desempleados urbanos, organiza-
ciones indígenas –víctimas de desalojos, deforestación, cercamiento de tierras,
imposibilidad de acceso al agua y zonas sagradas–,27 tomaron las rutas e incendia-
ron las instituciones públicas de las ciudades aledañas. El manejo político de los
piquetes implicó fuerte represión y muerte de piqueteros.28 Además el desempleo
masivo de los exempleados de YPF tuvo un efecto de cascada sobre otros sectores
sociales que generaban ingresos directos o indirectos ya sea en el comercio o en
los servicios (Aguilar y Vázquez, 1998). A pesar de haber tenido estos trabajado-
res un importante bienestar, los departamentos de la provincia de Salta donde ha-
bitan, son unos de los que más indicadores de pobreza tienen –desde hace muchos
años y antes de la privatización–.29
26 “No existen datos del crecimiento del desempleo anual para el departamento de General San Mar-
tín, al que pertenecen Tartagal y General Mosconi, sin embargo entre el Censo Nacional de Pobla-
ción de 1991, realizado en vísperas de la privatización, y las del siguiente censo, de 2001, muestran
un crecimiento de una tasa de 6,2% de desempleo, al 33,7%, lo que implica un aumento de más
del 540% de la desocupación. Comparada con la media provincial –que pasa del 6% al 29,2%–, la
tasa de General San Martín se ubica 4,5 puntos por encima” (Benclowicz, 2004-2005).
27 Durante las represiones policiales y de Gendarmería Nacional fueron asesinados los trabajadores:
Aníbal Verón, Orlando Justiniano, Matías Gómez en el año 2000 y Carlos Santillán y Oscar Ba-
rrios en el 2001 y fueron heridos con armas de fuego más de 200 pobladores, En “Criminalización
y represión, NOA”, Observatorio Petróleo Sur [en línea] http://opsur.wordpress.com/2010/05/21/
repudio-contra-la-brutal-represion-policial-ordenada-por-el-gobierno-de-urtubey-en-salta/ [con-
sulta: 21 de mayo de 2010]. Para más información sobre los sucesos ver “Violencia policial y
saqueos en Salta tras la disolución de un piquete. La represión terminó con un hombre muerto”,
[en línea] www.pagina12.com.ar/.../00-11-11/na03fo01.jpg.
28 A diferencia de otros que realizaron los empresarios sojeros años más tarde en ocasión de un
aumento de retenciones a los granos quienes, por oposición, recibieron el apoyo de policías pro-
vinciales de parte del Gobierno.
29 Población con necesidades básicas insatisfechas en %
Año Argentina Salta Dto.G.S.Martín Tartagal Mosconi
1980 24,4 42,8 58 52,9 43,5
1991 19,3 37 46,7 45 32,6
324 Sonia Álvarez Leguizamón
33 Para un mayor detalle de esta expansión y del rol que jugó Romero en el ecocidio ver Miguel
Bonasso, diario Crítica , Buenos Aries, 6 de marzo de 2008.
34 Centro de Acción Popular Olga Márquez de Aredez en defensa de los Derechos Humanos.
Formas de racismo indio... 327
35 Programa de Vigilancia Social de las Empresas Transnacionales del Sector Agronegocios, Reporte
núm. 05, “Informe de investigación sobre las operaciones de Monsanto en Argentina”, [en línea]
http://www.foco.org.ar/oet-documentacion%20y%20base%20de%20datos/oet-reportes/Repor-
te.05.%20Monsanto.pdf.
36 Este informe fue realizado antes del lockout patronal de productores sojeros que hemos vivido re-
cientemente en la Argentina, en ocasión de un decreto presidencial que aumentaba las retenciones
y las hacía móviles.
37 Entrevista realizada por Emilse Caneda (2008) a Rogelio Segundo, representante del cacique de
su comunidad, La Curvita, en el departamento Rivadavia, tesorero de la asociación Lhaka Honhat
(nuestra tierra), y miembro de la Organización de Naciones y Pueblos Indígenas en Argentina
(ONPIA). La asociación Lhaka Honhat es la organización indígena más importante de Argentina,
reúne a 46 comunidades, en su mayoría wichí, y está reclamando la titulación de los lotes fiscales
55 y 14, ubicados en la cuenca del río Pilcomayo ante la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos
328 Sonia Álvarez Leguizamón
38 Antonio Cavana es dirigente de la comunidad de Tonono, compuesta por setenta familias. Está
sobre la ruta provincial 86, en el partido de San Martín. Entrevista realizada por Emilse Caneda
(2008).
39 Juan Vega tiene 45 años y es cacique de la Comunidad Sopfwayuk, ubicada sobre la ruta Provin-
Formas de racismo indio... 329
Imágen V.1
COPENOA ,“queremos nuestra tierra”
42 John Palmer, Antropólogo, entrevista realizada en el artículo “Una comunidad wichi resiste des-
monte y alambrado de su tierra”, Página 12, Argentina, [en línea] http://www.pagina12.com.ar/
diario/sociedad/3-52024-2005-06-06.html (consulta: 6 de junio de 2005).
43 Desde la época de la última dictadura militar (1976-1983) autoridades gubernamentales provincia-
les realizan denuncias sobre la injerencia inglesa en la zona, a través de la Iglesia Anglicana, como
“promotores” de la resistencia indígena, siendo que sólo acompañan sus luchas.
44 “Aborígenes bajo la lupa: Preocupación del Gobierno Salteño”, Radio Salta [en línea] http://argen-
tina.indymedia.org/news/2006/09/446244.php [emisión: 29 de septiembre de 2006, 4:08 hs).
Formas de racismo indio... 331
45 Tiene 110.000 hectáreas, tres aviones y es el mayor productor sojero individual con tierra propia
factura más de u$s 50 millones sólo con el poroto de soja que vende a las exportadoras (Alfredo
Olmedo, verdadero rey de la soja, en Fortuna web, [en línea] http://fortunaweb.com.ar/alfredo-
olmedo-el-verdadero-rey-de-la-soja/ [consulta: 12 de marzo de 2010]). Parte de esas hectáreas
fueron cedidas por la Provincia de lo que era antes una reserva denominada Salta Forestal. Las
empresas formadas por Olmedo y otros socios no pagaron el canon que les correspondía. En estos
momentos el Gobierno provincial está tratando de cobrarlo. El Ministro de Hacienda actual infor-
mó que “el monto que corresponde pagar a esta empresa es de $1.305.000 por año en concepto de
canon. Antes de esta renegociación, las empresas involucradas no pagaban nada de canon hasta
el año de concesión de las tierras, cuando se debía comenzar a pagar un canon anual de 50 mil
dólares” (Olmedo debe renegociar el contrato de Salta Forestal, en Nuevo Diario de Salta, [en
línea] http://www.informatesalta.com.ar/noticia.asp?q=10217) [consulta: 23 de octubre de 2009,
07:41hs].
332 Sonia Álvarez Leguizamón
46 Según datos del 2008 brindados por el BM (Banco Mundial), los precios de los productos alimen-
ticios registraron un alza del 83% en los últimos tres años, y se prevé que la tendencia continúe
hasta el 2015. En el caso del trigo, el aumento fue del 181%. Se considera que los principales
factores que generan el incremento de los precios: son el fomento en el uso de biocombusitbles, el
cambio en las costumbres alimenticias, las extensas sequías como las que se han dado en Australia
y el elevado precio del petróleo, en “Biocombustible impulsa hambre y deforestación”, dDiario El
Mundo, [en línea] http://www.dw-world.de/dw/article/0,,3263978,00.html [consulta: 13 de abril
de 2008]. La directora del Programa Mundial de Alimentos de la ONU (PAM), Josette Sheeran,
advirtió que la subida del precio de los alimentos de base equivale a un “tsunami silencioso”.
El director gerente del Fondo Monetario Internacional, Dominique Strauss-Kahn, afirmó que “si
los alimentos continúan siendo tan caros como hasta ahora la población de una gran cantidad de
Formas de racismo indio... 333
los pobres de esos países. Se sabe que la incidencia de los alimentos en las canas-
tas de consumo básico de los pobres es fundamental, lo que torna aún más seria
la cuestión.
Luego de cinco siglos de la vigencia de la idea de derecho a la reproducción
de la vida –que tiene su primer expresión en Occidente en las Leyes de Pobres
inglesa y luego la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de la
Revolución francesa– y ante el incremento del hambre en el mundo, el Consejo
de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agri-
cultura) ha proclamado el derecho a la alimentación a través de las llamadas “di-
rectrices voluntarias internacionalmente aceptadas” para la realización progresiva
de la concreción de este derecho (noviembre de 2004) aprobadas por todos los go-
biernos (FAO, 2005). Se dice que son “pioneras”, ya que establecen una definición
internacionalmente aceptada del derecho a la alimentación, así como medidas
prácticas para materializarlo pero, al mismo tiempo, está mostrando que miles de
personas mueren por hambre. Por otra parte, la FAO “asume la responsabilidad
internacional de monitorear e identificar los países y regiones donde existen si-
tuaciones críticas de escasez de alimentos”, identificando tres niveles de escasez:
perspectivas desfavorables para las cosechas, déficit de suministro de alimentos
en el mercado o problemas de distribución de excedentes locales y/o exportables.
Es interesante señalar que el caso de muertes por hambre en el norte argentino
no se adecua a ninguna de estas causales, paradojalmente aumenta la producción
agrícola, las cosechas son cada vez más favorables así como los excedentes ex-
portables. Contrariamente éstas son situaciones “criticas” no previstas y producen
hambre, el monocultivo disminuye la producción de otros bienes básicos para la
alimentación, atentando contra la seguridad alimentaria a nivel nacional y local.
Por otra parte las preocupaciones “humanitarias” por el hambre en el mun-
do rápidamente se asocian con intereses utilitarios vinculados a la lógica de la
rentabilidad, de la expansión del capital y a factores políticos. El hambre es visto
como una amenaza a la “gobernabilidad”, para que los intereses del gran capital no
se vean opacados por protestas sociales. Para Dominique Strauss-Kahn, director
gerente del Fondo Monetario Internacional, el hambre “no sólo es una cuestión hu-
manitaria y económica, sino también un tema que atañe a la democracia”.47 El dis-
países podría verse ante consecuencias terribles” en la reunión del Fondo Monetario Internacional
y el Banco Mundial en Washington “cientos de miles de personas morirán de hambre, miles de
niños sufrirán los efectos de una alimentación deficiente”. [En línea] http://medios.batiburrillo.
net/2008/04/22/reunion-de-expertos-para-frenar-la-subida-de-precios-en-los-alimentos.html.
47 Dominique Strauss-Kahn director gerente del Fondo Monetario Internacional alerto que “si los
alimentos continúan siendo tan caros como hasta ahora la población de una gran cantidad de
países podría verse ante consecuencias terribles. [...] ‘“Cientos de miles de personas morirán de
hambre, miles de niños sufrirán los efectos de una alimentación deficiente’”, en “Biocombustible
impulsa hambre y deforestación”, diario El Mundo, [en línea] http://www.dw-world.de/dw/arti-
cle/0,,3263978,00.html [consulta: 13 de abril de 2008].
334 Sonia Álvarez Leguizamón
curso humanitarista de estos organismos que se alarma con el hambre y la suba del
precio de alimentos, considera que las personas bien nutridas son una inversión de
alta “rentabilidad”,48 y por otro lado, se sigue insistiendo en inversiones agrícolas
de alta productividad como solución,49 siendo que éstas son las que lo producen.
Ese mismo año, en marzo de 2004, se produce un hecho fundamental para
las modificaciones de los problemas que reproducen la pobreza y el hambre. Junto
a la declaración de los derechos a la alimentación de la FAO, Estados Unidos de
Norteamérica anuncia su política de convertir alimentos en combustible a partir de
la producción de etanol y biodiesel. La relación entre la cantidad de alimentos que
se necesitan para producir estos nuevos combustibles, para parchar la suba en los
precios del petróleo de los monopolios automotrices y su agotamiento en el corto
plazo es alarmante, dado los efectos que tendrá en la oferta de bienes básicos para
la alimentación, como la azúcar, el trigo, el maíz, las oleaginosas y la propia soja.
Se requieren 320 millones de toneladas de maíz para producir 35.000 millones de
galones de etanol. Dice Fidel Castro:
“Aplíquese esta receta a los países del Tercer Mundo y verán cuán-
tas personas dejarán de consumir maíz entre las masas hambrientas
de nuestro planeta. O algo peor: présteseles financiamiento a los
países pobres para producir etanol del maíz o de cualquier otro tipo
de alimento y no quedará un árbol para defender la humanidad del
cambio climático. Otros países del mundo rico tienen programado
usar no sólo maíz, sino también trigo, semillas de girasol, de colza y
otros alimentos para dedicarlos a la producción de combustible”.50
Los bolsones de muerte por hambre no pueden ser resueltos con ninguno de los
dispositivos técnicos esgrimidos (sanitaristas o pedagógicos) o humanitaristas
(como la declaratoria de derechos a la alimentación o a la cultura propia, los pro-
gramas asistenciales alimentarios o de subsidios para la alimentación) y menos
aún con la integración (sojuzgamiento y etnocidio). Estas poblaciones llevan si-
glos resistiendo a todos los intentos de exterminio o integración.
48 La FAO plantea que “una persona bien nutrida puede aprovechar mejor las oportunidades econó-
micas. Invertir en la erradicación del hambre es también una inversión en bienestar económico,
con una alta rentabilidad, y en una mejora de la sanidad y la educación”, en “Resumen sobre el
Comité de seguridad alimentaria de la FAO”, Federación internacional de productores agropecua-
rios, Roma, [en línea] http://www.ifap.org/es/publications/er-fao-cfs-11-06.html [consulta: 30 de
octubre - 4 de noviembre de 2006].
49 Dice la FAO: “La segunda lección es que el crecimiento agrícola es fundamental para la reducción
del hambre en los países en vías de desarrollo, donde tres cuartas partes de los pobres viven en
zonas rurales. Aumentar la productividad de la agricultura estimula la demanda de productos no
agrícolas en las zonas rurales y el incremento de los ingresos de origen no agrícola”.
50 “Condenados a muerte prematura por hambre y sed más de 3 mil millones de personas en el mun-
do”, en Digital, Gramma internacional, [en línea] http://www.cuba.cu/gobierno/reflexiones/2007/
esp/f280307e.html [consulta: 28 de marzo de 2007].
Formas de racismo indio... 335
51 De Castro fue un médico e epidemiólogo brasileño, que investigó y escribió a mediados del siglo
XX, preocupado por temáticas de la nutrición, que pensaba en términos de una particular visión de
la geografía marxista basada en la importancia de las relaciones de producción y su relación con
los recursos materiales para la reproducción de la vida.
52 El neomalthusianismo fue y es promovido por los teóricos de las teorías del desarrollo ortodoxo y
por instituciones “promotoras de desarrollo y progreso” de los EE.UU. como “La Alianza para el
Progreso”. Ésta tenía como uno de sus mandatos más importantes, el desarrollo de tecnologías de
control de la natalidad, durante los ‘60, para disminuir el crecimiento de la población. A su vez, la
Comisión Trilateral (Three Lateral Commission), propiciada por David Rockefeller, preocupada
por diseñar escenarios futuros del desarrollo del capitalismo global, siguió la línea de la Alianza
para el Progreso, de años anteriores, con una visión de la reproducción de la pobreza también
neomalthusiana, recomendando el control de la natalidad de las poblaciones, junto al control sobre
las fuerzas productivas de los países pobres, para parar su crecimiento y su capacidad de produc-
ción, ante la creencia de que si estos crecían (al mismo ritmo que lo hacían los países más ricos),
los recursos energéticos y naturales se agotarían. Esta posición se tradujo en la teoría del creci-
miento cero incluida en el Reporte Meadows de 1972, difundido por el Club de Roma (Matozzo
de Romualdi, 1999).
336 Sonia Álvarez Leguizamón
nordestinos la muerte no cuenta, lo que cuenta es la vida, puesto que la vida no les
pertenece. Postula que los problemas alimentarios derivan, en última instancia, de
las relaciones de dominación heredadas del colonialismo (Abramovay, 1996; De
Castro, 1951).53
53 Josué de Castro, en Geografía del hambre (1951) estudia los regímenes alimentarios de
cada región brasileña a partir de las posibilidades ofrecidas por los suelos el clima, la vegetación,
pero también por la manera que se organiza la apropiación de la tierra y las relaciones con el traba-
jo. Debate la nominación de subdesarrollo a nuestros países y explica estos procesos y el hambre
que producen, en base a las relaciones de explotación a nivel internacional y nacional, además de
la concentración de la riqueza creciente. La zona de estudio en Salta, también se caracterizó por
reclutamiento de mano de obra semiservil, como el caso de las poblaciones del nordeste brasileño
que estudia De Castro, para los ingenios como el San Martín del Tabacal y el Ledesma, a partir
del primer cuarto del siglo XX, además del trabajo en las haciendas o fincas azucareras. Inclusive
muchas de las misiones religiosas que se asentaron en esta fecha fueron promovidas por los dueños
de los ingenios para controlar la mano de obra indígena para la cosecha del azúcar.
54 “Víctimas del hambre en Salta”, [en línea] http://wichiwet.org//index.php?option=com_content&
task=view&id=22&Itemid=2 [consulta: 23 de agosto de 2007].
55 Publicado [en línea] http://marcialcandioti.wordpress.com/2007/12/05/hambre-desnutricion-
fallo-de-la-corte-suprema-de-justicia-contra-el-estado-nacional-y-el-gobierno-del-chaco-a-favor-
de-las-comunidades-aborigenes/ [consulta: 5 de diciembre de 2007]. Sin embargo las muertes por
hambre continuaron en esa provincia, a pesar del pedido del Defensor del Pueblo, ver “El hambre
en el Chaco”, [en línea] http://www.nuevoencuentro.com/modules.php?name=News&file=article
&sid=2081 [consulta: 10 de agosto de 2008].
56 “Colectivo periodístico del NOA”, [en línea] http://www.copenoa.com.ar/SALTA-Mueren-dos-
ninos-aborigenes.html [consulta: 7 de octubre de 2008].
Formas de racismo indio... 337
57 En Elena Luz González Bazán “La muerte blanca en Salta (Parte I)” en Argenpress.info, Prensa
Argentina para todo el Mundo, [en línea] http://www.argenpress.info/2008/10/la-muerte-blanca-
en-salta-parte-i.html [consulta: 15 de octubre de 2008].
58 Según Urtubey, los aborígenes desnutridos no van al hospital “por una cuestión cultural”, [en
línea] http://www.lapoliticaonline.com/noticias/val/71200-6/segun-urtubey-los-aborigenes-des-
nutridos-no-van-al-hospital-%E2%80%9Cpor-una-cuestion-cultural.html [consulta: 9 febrero de
2011].
338 Sonia Álvarez Leguizamón
59 “Priorizar alimentos y orientar estrategias nutricionales es tarea del Estado. Dejarlo librado a la
buena voluntad o a la intuición de los intendentes, los padres o tutores es la opción equivocada,
cuyos resultados hoy se perciben en las comunidades del norte. Tampoco se puede confundir
mortalidad infantil con desnutrición infantil. Son cosas claramente diferentes. Para enfrentar la
desnutrición es necesario que actúen con energía los agentes sanitarios, tal como lo hacían hasta
hace tres años, llegando a los hogares con todos los recursos para detectar de manera temprana
las falencias nutricionales de un niño. […] Salta es una provincia pobre. Nadie puede asombrarse
por ello. Contra la pobreza, la marginación y la exclusión no podemos pelear solos. Lo dijimos
hace quince años y lo repetimos ahora. Se necesita un gobierno nacional que entienda que el
desarrollo y la inversión en las zonas postergadas es la puerta por la que saldrán de la pobreza
miles de familias. Pero con la desnutrición es otra cosa: se trata de un problema de gestión. No se
puede estar cambiando planes probadamente exitosos por recetas foráneas y es contraproducente
buscar réditos políticos en cada acción”. En Romina Chávez Díaz “Las mentiras de Juan Carlos
Romero y la ‘desnutrición cultural’ de Urtubey” , artículo que reproduce un texto de la página web
del exgobernador que ya no se encuentra colgado titulado “Contra la pobreza, la marginación y la
exclusión no podemos pelear solos”, Salta21, [en línea] http://www.salta21.com/Las-mentiras-de-
Juan-Carlos-Romero.html [consulta: 23 de febrero de 2011].
Formas de racismo indio... 339
60 Dialogo en Facebook, a propósito de las muertes por hambre. Calvet se desempeña como feje del
Programa Medical Service, [en línea] www.xing.com/profile/FelipeAdolfo_Calvet.
61 “‘La atención primaria de la salud es la llegada de los agentes sanitarios al territorio, muchos de la
propia comunidad’. [...] ‘Teníamos el centro de salud, enfermera, los médicos iban al lugar, pero la
provincia ahora está teniendo un déficit de médicos en la parte pública’, [pero] ‘si las actividades
que venimos haciendo no son suficientes, hay que buscar estrategias nuevas e integrales. Si detec-
tamos desnutridos, nos apoya muchísimo el Ministerio de Desarrollo Humano [de la Nación], que
tiene todos los planes alimentarios con dietas especiales. Vamos a tener once nutricionistas repar-
tidos por las comunidades, así que vamos a trabajar fuerte en este tema’, [...] serán diez grupos de
especialistas, universitarios e indígenas que trabajarán ‘comunidad por comunidad. Unas cuarenta
personas se incluirían para trabajar en todo el territorio, desde Pichanal hasta Pocitos’”. “La isla de
los wichí”, [en línea], http://periovista.com.ar/2011/02/la-isla-de-los-wichi/ [consulta: viernes 18
de febrero de 2011, 12:44hs].
340 Sonia Álvarez Leguizamón
ción, en el año 2010, habían duplicado las de 2011, pero no adquirieron la reper-
cusión nacional e internacional que esta tuvo, por que no era un año electoral. La
información sobre muertes por desnutrición es retaceada tanto a los investigadores
como a la opinión pública, a pesar de que en la provincia de Salta funciona un
sistema de gran cobertura de agentes sanitarios de atención primaria de la salud.
Las voces de las poblaciones sojuzgadas y su lucha siguen presentes en los
medios sobre todo en los alternativos.
Eduardo Paliza62 dirigente obrero e indígena de la zona manifiesta:
“La otra vez fuimos noticia porque cortamos la ruta, por los pozos
petroleros, pero ¿quién se va a acercar ahora por los niños que mue-
ren de hambre, hermano? El niño no habla, no te puede decir tengo
hambre, y son sólo los papás los que los están mirando y los tienen
en los brazos hasta que se mueren. [...] La radio y la tele, que están
acá a la vuelta nomás, dicen que ‘es un problema cultural’. Mentira.
‘Es un problema indígena’, ‘Cortan el hilo por lo más delgado’. Si
nosotros tuviéramos todas las tierras, el río, el pescado, las frutas,
las plantas…, no se le pide a nadie nada. Cómo va a hacer una ma-
dre con sus hijos, si no le puede dar la fruta, ni el pescado? Acá en
el norte hay mucha riqueza en la tierra, ¿pero cómo llegar si está
todo alambrado y no podés pasar porque te meten tiro o te mandan
a la policía? […] El departamento de San Martín empieza en Em-
barcación y termina en Bolivia. Son cien kilómetros de ruta. Al este
están las sojeras, todos los días los aviones están tirando cagada y
veneno, matando a los pueblos indígenas todos los días. Al oeste,
están las petroleras, que envenenan todo, los ríos, la tierra, y matan
a los animales, y eso nadie lo dice. Estamos a 2 mil kilómetros, pero
la amiga Presidenta tiene que conocer la verdad” (Eduardo Paliza,
cursivas añadidas).
Octorina Zamora63 dirigente indígena wichí, de la comunidad de Honhat Le Les
de Embarcación, señala “el continuo acorralamiento que sufren las comunidades
indígenas, por la deforestación y el despojo vinculado a ‘patrones’ transnacionales
que no tienen cara visible, mostrando además la fragilidad del ecosistema agrava-
62 Eduardo Paliza trabajó en Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF), es dirigente originario y con-
formó la (UTD Vespucio) “Unión de Trabajadores Desocupados de Vespucio”, es Técnico en Mi-
nería, vive en la localidad de Campamento Vespucio a 60 km de la frontera con Bolivia. La ciudad
adquiere el adjetivo de campamento dado que su fundación está vinculada con los primeros pozos
petroleros encontrados en la zona. En “Eduardo Paliza ‘Patrones peor que en la época de la escla-
vitud’”, COPENOA, [en línea] http://www.copenoa.com.ar/Eduardo-Paliza.html [consulta: 28 de
mayo de 2009].
63 “Comunidades wichi advirtieron sobre el ‘peligro inminente’ de alud”, diario El Tribuno, 20 de
julio de 2011.
Formas de racismo indio... 341
64 Octorina se está refiriendo a la situación de vulnerabilidad que sufren esos territorios desde el pun-
to de vista ecológico. Según el informe del Defensor del Pueblo “existe consenso de que los des-
montes masivos producidos en zonas donde existe un fuerte contraste de relieve –como es el caso
de la región salteña en donde se pasa de un ambiente de montaña (Yungas) a una llanura deprimida
(Chaco Seco)– están vinculados al aumento de los riesgos de erosión y movimientos en masa en
el primer ambiente, y de flujos torrenciales e inundaciones en las áreas planas. Sin la vegetación
propia del lugar, la estructura de las laderas se vuelve cada vez más inestable. Esto provoca que
haya poca retención y se acelere el escurrimiento superficial. Con poca retención y excesivo escu-
rrimiento, las crecidas no se regulan y el agua fluye a gran velocidad arrastrando las partículas del
suelo, destruyendo puentes y caminos, aislando comunidades y cambiando la dinámica propia de
los sistemas naturales” (IEDPN, 2009: 31 y 32). “Los suelos de textura fina, presentes en el Parque
Chaqueño en esta zona, son fácilmente erosionables ante los procesos de desmonte. La ausencia
de cobertura vegetal continua los expone a la energía calórica, lo que disminuye la disponibilidad
hídrica para las plantas por la evaporación y produce la pérdida de la estructura del suelo por la
volatilización del nitrógeno y el carbono: literalmente ‘se quema’ la materia orgánica” (Dirección
de Bosques, 2003, citado IEDPN, 2009: 33).
65 La BBC ha difundido primero las noticias de muertes por hambre en Salta ocurridas en febrero del
2011 y luego realizó un video sobre el tema que se encuentra en el artículo de Vladimir Hernández,
Una mirada al corazón del hambre en Argentina, BBC Mundo, Argentina, [en línea] http://www.
bbc.co.uk/mundo/noticias/2011/04/110404_argentina_salta_desnutricion_vh.shtml [consulta: 26
de abril de 2001].
342 Sonia Álvarez Leguizamón
66 Declaraciones de Susana Canela, en Periovista, el Medio de los Medios “La isla de los wichí”, [en
línea] http://periovista.com.ar/2011/02/la-isla-de-los-wichi/ [consulta: 18 de febrero de 2001].
67 “Según el Informe Geo Argentina, los factores básicos de riesgo ambiental para la salud relaciona-
dos con la deforestación, son el aumento de las catástrofes naturales y de los animales transmisores
de enfermedades (vectores). En este sentido, la Organización Mundial de la Salud señala a la
deforestación como un factor más que –junto al desarrollo agrícola, los embalses y los planes de
regadío– puede desencadenar brotes de enfermedades parasitarias u otras de carácter infeccioso
favoreciendo la difusión de los mosquitos propagadores del paludismo o de los moluscos de agua
dulce que difunden la esquistosomiasis. Entre otras enfermedades afectadas por los cambios am-
bientales se hallan la filariasis linfática, la fiebre dengue, la leishmaniasis, la enfermedad de Cha-
gas y la meningitis bacteriana” (Informe sobre las Enfermedades Infecciosas, Eliminar Obstáculos
al Desarrollo Sustentable , citado en IEDPN, 2009).
Formas de racismo indio... 343
68 “La historia de la locura sería la historia del ‘otro’ –de lo que, para una cultura, es a la vez interior y
extraño y debe, por ello, excluirse (por conjurar un peligro interior), encerrándolo (para reducir la
alteridad); la historia del orden de las cosas sería la historia de lo mismo– de aquello que, para una
cultura, es a la vez disperso y aparente y debe, por ello, distinguirse mediante señales y recogerse
en identidades. Y si soñamos que la enfermedad es, a la vez, el desorden, la peligrosa alteridad en
el cuerpo humano que llega hasta el corazón mismo de la vida, pero también un fenómeno natural,
que tiene sus regularidades, sus semejanzas y sus tipos, veremos qué lugar podría ocupar una
arqueología de la mirada médica” (Foucault, 1981 [1966]: 9-10).
69 La cuestión del indio representa para el pensamiento marxista el fenómeno más singular que plan-
tea la realidad latinoamericana, sobre todo para entenderlo al intentar encapsularlo en un análisis
de clases o de modos de producción y obliterando la cuestión racial de las relaciones de domina-
ción basadas en formas coloniales de sujeción. La tradición crítica marxista se ancla en Mariátegui
(1928), quien dialoga con el pensamiento marxista, humanitarista e indigenistas para mostrar que
el problema tiene que ver con las relaciones de dominación que se estructuran en la hacienda,
basado en el racismo indio.
344 Sonia Álvarez Leguizamón
les reconoce el derecho a la cultura y a la lengua propia, así como a las tierras
originarias.
En los discursos gubernamentales, aparecen persistentemente explicaciones
de las causas de la pobreza y el hambre, nombrando y representándosela en su
homologación con lo indio, mostrando así, su linaje genético con las recientes
declaraciones de gobernadores ante las muertes por hambre. Es sobre todo el saber
médico el que lo legitima vinculado con intenciones de modificar “hábitos” que se
consideran la causa de la pobreza, la desnutrición o la muerte por hambre.
A mediados de siglo, la llamada medicina social substituye al higienismo.70
Este campo de saber se aplica a las denominadas culturas nativas (eufemismo para
lo indio) y sus condiciones de vida en la provincia de Salta. Preocupación y tema-
tización vinculada con la descalificación del “interior” porteñocentrado que hemos
visto en capítulos anteriores. Representación donde Salta junto, con otras provin-
cias del norte argentino, es vista como un espacio social periférico (bárbaro, crio-
llo, mestizo), donde se cree se encuentra el atraso, la pobreza, las enfermedades
degenerativas, etc. Debido, todo ello, a la existencia de poblaciones llamadas de
diferente manera pero que muestran su condición de indios: nativas, autóctonas,
criollas, indias, rurales, etc. La representación de debilidad de la población rural
y de las poblaciones “nativas” se vinculaba –sobre todo, durante la primera mitad
del siglo XX, aunque sigue metamorfoseada hasta el presente–, principalmente a
enfermedades endémicas y a pautas culturales que se cree tiene esa población “ru-
ral” (en términos genéricos), como el alcoholismo y la tradición de mascar coca
–propia de la zona andina–, las cuales se creían eran una traba para la denominada
profilaxis social, para el desarrollo y para la civilidad.
Los factores “sociales de la enfermedad” como la desnutrición serían la mi-
seria, la ignorancia, la vivienda insalubre, la alimentación inadecuada, que ha-
cen referencia a “hábitos culturales”. Se jerarquizan así acciones que promueven
“estudios sistemáticos” de diagnóstico que ayuden a generar políticas de salud
pública para enfrentar estas cuestiones que son problematizadas y, por lo tanto,
hay que atacarlas. Son temáticas que irrumpen en variados campos de saber poder
experto (sobre todo en el médico), para diagnosticar e intervenir con dispositivos
diferentes, desde la violencia y la represión, al integracionismo compulsivo o el
indigenismo miserabilista. El “problema” que abordamos aparece reiteradamente
en el largo tiempo en los informes gubernamentales denominado como cuestiones
de “orden social” hasta la década de los ‘60 o también como el “problema del
indio”, como lo muestra una viñeta periodística.
Hemos visto ya en otro capítulo que para el higienismo neolamarckiano, que
se desarrolla en la primera mitad del siglo XX (Leys Stepan, 1991 y Ramacciotti,
70 La biopolítica a través del higienismo, tiene entre sus objetivos fundamentales aumentar la pro-
ductividad del trabajo, lograr el disciplinamiento de la clase obrera y dar solución a los abusos de
la caridad por medio del “derecho” a la asistencia estatal y a la profilaxis social.
Formas de racismo indio... 345
2004) en la Argentina, el alcoholismo era un veneno racial y una tara propia de las
clases que las elites consideraban inferiores, por lo que debía ser erradicado. En-
contramos en los médicos higienistas salteños, sobre todo entre los gobernadores,
que el consumo de coca también se asimilaba a un veneno racial y, seguramente lo
sería para un gran grupo de sus colegas. A partir de la década del ‘30, observamos
preocupaciones asociados a la especialidad de la llamada “medicina social”, la que
pone especial atención en los “factores indirectos”, llamados “sociales” de las en-
fermedades. En la transformación de mediados de siglo del partido peronista, este
campo de saber se gubernamentaliza e institucionaliza. Luego en los ‘60, junto a
la medicina “social”, toma importancia la especialidad denominada “patologías
regionales” o “del subdesarrollo”.
El diario La Provincia de Salta, en 192471 en un artículo titulado “El proble-
ma del alcoholismo en el Norte. Actitud del Departamento Nacional de Higiene.
Clara visión de nuestro gobernante” reproduce una serie de medidas de Gregorio
Aráoz Alfaro72 quien era en ese entonces director del Departamento Nacional de
Higiene de la Nación, durante la presidencia de Marcelo Torcuato de Alvear, radi-
cal antiyrigoyenista. El artículo pone énfasis en que el alcoholismo es un veneno
racial y además un “vicio”, “propio de las poblaciones nativas del norte”. La
relación entre alcoholismo subsumido en enfermedades “nerviosas y mentales”
gana una dimensión sanitaria y racista. Aráoz Alfaro manifiesta que en estas pro-
vincias “la embriaguez [es] brutal casi cotidiana” (cursivas añadidas).73 La noticia
cuyo título ya es sugerente, al asumir que el alcoholismo es un “problema” viene a
apoyar además las medidas tomadas por “nuestros gobernantes”, en ese entonces
el gobernador de Salta el médico Dr. Adolfo Güemes.74
71 Diario La Provincia del 2 de junio de 1924, en Álvarez Leguizamón y Queiroz Coutinho (2004).
72 Además preside la Asistencia Pública en 1893 y, cuando era director del Departamento Nacional
de Higiene, crea en 1923 la división de Asistencia a la Infancia.
73 Ver el artículo titulado “El problema del alcoholismo en el Norte. Actitud del Departamento Na-
cional de Higiene. Clara visión de nuestro gobernante”, que se publicó en el Diario La Provincia,
el 2 de junio de 1924. Escribió entre otras obras, “La mortalidad infantil en algunos países de la
América del Sur”..
74 Adolfo Güemes (1873-1947), nació en la ciudad de Salta el 10 de septiembre de 1873. Gobernador
de Salta 1922-1925. En los registros de la historiografía local se dice de él que “durante este pe-
ríodo de gobierno la situación administrativa y financiera provincial alcanzó “franca prosperidad,
pues se pagó la deuda que pesaba sobre la provincia, se mantuvo el orden administrativo y se
realizaron obras de utilidad general”. Se ejecutaron obras de asfalto en la ciudad y se inauguró la
maternidad modelo “Luisa Bernal de Villar”. Dio especial atención a la política petrolera dictando
los decretos en que reafirma el dominio de la provincia sobre las minas que se encuentran en su
territorio y suspende por cinco años la admisión de solicitudes de cateo de petróleo y demás hidro-
carburos. Se inauguró el primer tramo del ferrocarril Salta - Antofagasta. Por legado testamentario
a favor de la Nación dispuso donar la histórica chacra “El Carmen de Güemes”, para ser destinada
a una escuela agrícola. “Llevó a buen término una campaña sanitaria para terminar con el paludis-
mo. Impuso severas normas éticas en varios aspectos de la administración [...] y defendió los dere-
chos salteños al petróleo contenido en el subsuelo de la provincia” (Cfr La Nación, del 8 de octubre
346 Sonia Álvarez Leguizamón
de 1947, p. 5). “…al producirse el golpe de Estado del seis de setiembre, […] tanto Uriburu como
Justo lo encarcelaron en la isla de Martín García y en el penal de Tierra del Fuego. Güemes fue
uno de los apresados en Santa Fe, en 1933”. Diccionario biográfico nacional de la Unión Cívica
Radical, domingo 25 de noviembre de 2007, GÜEMES, ADOLFO, por Enrique Pereira, [en línea]
http://diccionarioradical.blogspot.com/2007/11/gemes-adolfo-por-enrique-pereira.html [consulta:
9 de diciembre de 2008], también [en línea] http://www.camdipsalta.gov.ar/INFSALTA/goberna-
dores/adolfoguemes.html [consulta: 10 de diciembre de 2008].
75 Núm. 57, editada en Washington : Unión Panamericana (1930).
Formas de racismo indio... 347
76 El médico Ernesto M. Aráoz (1891-1971), “al poco de recibirse y regresar a Salta inició su carrera
política: legislador provincial (1920-1925), ministro de Gobierno (1925-1928), diputado nacional
durante dos períodos y gobernador de Salta.[...] En 1941, al morir el gobernador Abraham Corne-
jo, Aráoz tenía 50 años, era vicegobernador de la Provincia y debió completar el mandato de aquél.
Ejerció esas funciones desde el 1º de diciembre de 1941 hasta el 15 de junio de 1943, cuando el
golpe de Estado del 4 de junio puso fin al ciclo de gobiernos conservadores en Salta, [en línea]
http://www.portaldesalta.gov.ar/ernestoAráoz.html.
77 En su mensaje a la Asamblea Legislativa Aráoz afirma que: “La evolución de la medicina moderna
y los múltiples adelantos científicos han modificado substancialmente antiguas concepciones re-
lacionadas con la salud pública y su conservación, agregando así una nueva rama a estas ciencias:
la medicina preventiva é higiene social, vale decir, que el arte de curar se va orientando no ya tan
sólo a combatir las enfermedades sino a prevenir su aparición” (Aráoz, 1943: 51, cursivas añadi-
das).
78 Diario El Intransigente, 14 de febrero de 1942.
348 Sonia Álvarez Leguizamón
simo rancho por los que se les puede descontar 1,20 por día” y, al mismo tiempo,
proponen políticas paternalistas de tutela por considerarlos menores de edad, no
ciudadanos.
Imágen V.2
“Algo mas sobre el problema del Indio” (Diario El Intransigente, 1943)
El articulista cree que hay que desarrollar compasión católica en vez de la “repul-
sión que inspiran”, “son como hijos menores a los cuales deberíamos tenderles
una mano”. La ciudadanía se entiende proletarizada y con pantalones “entre los
matacos, los hay que forman su hogar dentro de la habitual familia proletaria”
porque “vestidos con pantalones” hasta “tienen hijos argentinos vale decir ciuda-
danos” (cursivas añadidas). La foto que acompaña el texto muestra la exotización
que busca el fotógrafo.
Formas de racismo indio... 349
El interventor Fassio era médico, había realizado un informe sobre las pro-
vincias del norte a pedido de Perón, antes de ser nombrado interventor (entre el
15/08/44 y el 6/12/45) y había impulsado la política que Perón llevaba a cabo
desde la Secretaría de Trabajo y Previsión. Con un grupo de colaboradores se
había interiorizado de la situación social de la provincia y comienza a promover
investigaciones sanitarias en las zonas rurales. Se refiere en varias oportunidades
en sus declaraciones oficiales, a que los males que le preocupan vienen de las
provincias del norte o del norte argentino, también se refiere a ellas como las
provincias “norésticas” (1944: 20). En los informes de los resultados del trabajo,
se comprueba que se pagaban bajísimos salarios en zonas como Palermo Oeste,
Luracatao, Angastaco (en los Valles Calchaquíes), Pozo Bravo, Iruya, San Andrés
(estos dos últimos, valles del Oeste subandino).79 Se señalaba, la predominancia
del trabajo a destajo y los descuentos de proveeduría, lo que demostraba que la
Ley Güemes que había sido legislada por el gobernador Joaquín Castellanos en
1921 (Castellanos, 1921) que pretendía eliminar el conchabo, no se aplicaba, y
que las relaciones laborales mantenían condiciones semiserviles. Decía el informe
que los hogares campesinos vivían en medio del “dolor y la miseria, golpeados
constantemente por los flagelos de enfermedades endémicas”. Revelaba también
la extensión de la zona endémica del paludismo, la enfermedad de Chagas, las
parasitosis intestinales y la tuberculosis que, según el documento, “ningún término
superlativo resultaría exagerado para calificar la verdadera magnitud de este flage-
lo” (Caro Figueroa, 1970: 157-58).
La caracterización que hace Fassio de las poblaciones pobres, muestra una
fuerte representación racista eugenésica que vincula los vicios, que según él estos
poseen, a una condición racial particular y, por otro, la complementa con una idea
moralizante de sus hábitos de vida, junto a una fuerte sensación de amenaza de
esos “males”, bajo la creencia que estos son portadores de enfermedades que se
“expanden” por la provincia.80
79 Palermo Oeste y Luracatao son dos fincas localizadas en los Valles Calchaquíes al igual que la
localidad de Angastaco. La primera tiene como origen una encomienda y relaciones semiserviles
destacadas en el imaginario local. La finca Luracatao era de propiedad de los dueños del ingenio
San Martín del Tabacal y sus peones conchabados eran llevados anualmente para la cosecha a
Orán. Iruya y San Andrés están localizadas en los valles precordilleranos del noreste de la provin-
cia y sus campesinos también emigraban estacionalmente para la zafra del ingenio San Martín del
Tabacal. San Andrés es una comunidad autodenominada coya cuyos campesinos eran coacciona-
dos para trabajar en el ingenio y que todavía continúa con litigios por la propiedad comunal de sus
tierras.
80 Dice el interventor “los salarios exiguos, sin relación con el esfuerzo, una alimentación unilateral,
una vivienda precaria sin el más elemental abrigo a las inclemencia del tiempo y los vicios arrai-
gados, coca y alcohol, que en simbiosis marcan secuelas imborrables en el sistema nervioso. La
migración de grandes masas de obreros que todos los años acuden a los centros fabriles en busca
de trabajo (Ingenios azucareros, Minas, etc.) y que son alojados en el más franco hacinamiento,
contrayendo enfermedades que posteriormente siembran en sus lugares de orígenes vírgenes e
350 Sonia Álvarez Leguizamón
indefensos.
81 “Mientras no desaparezca del noroeste argentino el vituperable sistema de los comedimientos y
las obligaciones que nos remontan a la época de los encomendados y del feudalismo, nada podrá
hacerse en materia de salarios. No es posible que a pocos kilómetros de la ciudad capital de la
provincia, se arrienden parcelas de serranías selváticas a cuarenta pesos anuales y la obligación de
trabajar un mes gratuito para el patrón. Tampoco habrá de tolerarse que en el norte de los Valles
Calchaqueños el hombre de la montaña perciba la miserable paga de treinta centavos diarios por
sus labores de sol a sol” (Fassio, citado por Caro Figueroa; 1970: 157).
82 Salvador Mazza es el descubridor, junto con el brasileño Carlos Chagas, de la relación entre la vin-
chuca y la enfermedad denominada tripanosomiasis americana. Es una enfermedad generalmente
crónica, causada por el Trypanosoma cruzi. El reservorio natural lo constituyen muchos animales,
pero en la zona sobre todo la vinchuca, que anida en los techos de las viviendas de barro y paja
típicos de la zona, la cual transmite el parásito cuando defeca sobre la picadura que ella mismo
Formas de racismo indio... 351
película “Casas de fuego”, por lo que no se trata de una metáfora, como vimos
también en las declaraciones del legislador por Córdoba en capítulos anteriores.
Más allá de las humanitarias intenciones de Mazza y Fassio, la quema de las vi-
viendas de poblaciones en el norte argentino, en las provincias de Salta y Jujuy, es
de una violencia inusitada.
Fassio, al mismo tiempo que denuncia a la oligarquía local y, en este último
caso, particularmente a la familia Patrón Costas o los Cornejo que eran los dueños
de ingenios en ese entonces, opina que “las viviendas malsanas, paupérrimas, que
tanto abundan en nuestras provincias tendrán que merecer un estudio especial. Al-
guna vez habremos de ocuparnos seriamente de elevar el nivel humano de la raza
autóctona que debemos cuidar como elemento proverbial83 para el trabajo y evi-
tar, en toda forma, que se pierda definitivamente” (1943: 20, cursivas añadidas).
En su discurso se puede ver no sólo el racismo indio y los dispositivos in-
tegracionistas para convertirlos en mano de obra, sino lo que llama Rivera Cusi-
canqui (2006) como miserabilismo, en el sentido que si bien critican la situación
social de ciertas poblaciones y señalan como causas del problema a las relaciones
sociales de dominación. Por otra parte, sus descripciones y representaciones están
llenas de adjetivos que denostan y miserabilizan a campesinos e indígenas, oblite-
rando sus resistencias y luchas a la situación de dominación local.
Entre otras formas de resistencia de estas poblaciones en ese periodo, en una
viñeta del diario El Intransigente de agosto de 1942 (ver Imágen V.3), se da cuenta
de un “malón de hambre” que terminó con represión y muerte de “indios”. Si bien
denuncia la situación de la “explotación inhumana” basada en los “privilegios
políticos”, los miserabiliza al afirmar que “no paran mientes en esclavizar a estas
pobres criaturas” (cursivas añadidas).
ha realizado para alimentarse. El insecto que transmite esta enfermedad puede infectarse si pica a
una persona que tenga la infección, y así adquirir la capacidad de seguir propagando este parásito.
Salvador Mazza se instaló en Jujuy y allí fundó la Misión de Estudios de Patología Regional Ar-
gentina (MEPRA) en 1926.
83 Aquí la acepción de proverbial se refiere al hecho de ser algo muy notorio, conocido de siempre,
consabido de todos.
352 Sonia Álvarez Leguizamón
Imágen V.3
“Malones de hambre en Salta” (Agosto 1942)
Formas de racismo indio... 353
La práctica de mascar coca en Salta está muy generalizada desde hace mucho
tiempo en todas las clases sociales (Flores, 2009-2010; Sorentino y Alonso, 2009-
2010), así como la cultura de tomar vino. Sin embargo, las clases altas nunca han
sido objeto de dispositivos gubernamentales para “cambiar” sus hábitos de vida y
menos aún se los ha considerado racialmente inferiores por ello.
Para el médico Lucio Cornejo, primer gobernador de Salta del Partido Justi-
cialista (1946-1949) que lideraba Perón durante su primera presidencia, también
los problemas de la pobreza tienen un componente étnico, racial y moral. Corne-
jo había jugado un rol fundamental en la transformación de la beneficencia a la
salud pública, interviniendo la Sociedad de Beneficencia y abonando la idea del
derecho a la salud pública y gratuita, también los problemas de la pobreza tienen
un componente étnico, racial y moral. Considera Cornejo que los indígenas son
semisalvajes. Da cuenta de una visión neolamarckiana de las influencias del am-
biente sobre los hábitos culturales, a pesar de que ya estas ideas habían perdido
credibilidad por los descubrimientos de Mendel. Su discurso si bien está fuerte-
mente influenciado por las ideas higienistas del momento, como por ejemplo la
creencia en que la ilegitimidad de las uniones maritales se cree son la causa de
la mortalidad infantil –al igual que para Fassio–, en su discurso aparecen los fac-
tores “indirectos de la enfermedad”. Vinculados con el estudio de ciertos hábitos
culturales, como el de mascar coca o “vicios” que según el dejarían secuelas en el
sistema nervioso y, cómo todo “mal”, deberían ser extirpados. Esta mirada racista
neolamarckiana se basa en la creencia de una relación estrecha entre geografía y
medio ambiente, etnicidad y moral, vistas como las causas de los problemas de
salubridad, lo que explica y tipologiza personas y espacios que producen diversas
“patologías regionales”.
Según las palabras del gobernador Lucio Cornejo:
“Salta es, posiblemente, la provincia donde la salud pública nece-
sitaba una acción más pronta y vigorosa. Esta afirmación resulta
comprensible si se reflexiona acerca de todos los problemas de or-
den geográfico, étnico y moral que configuran sus condiciones de
salubridad. Existencia de múltiples zonas distintas unas de otras,
con la consiguiente multiplicación de las patologías regionales;84
largas fronteras internacionales, que exigen constante vigilancia
dada la posibilidad [...] de avance de peligrosas epidemias; pobla-
ción indígena en estado semisalvaje, con todas las secuelas que se
85 “Nuestros padres, al igual que el resto de los argentinos en la República, han derramado su sangre
por la causa de nuestra independencia. Sin embargo, la Constitución Nacional no rige para noso-
tros los aborígenes. Desde que fuimos despojados de nuestras tierras, hemos perdido la condición
de hombres libres. En nombre de Dios rogamos a usted que nos libre de la esclavitud, expropiando
la tierra y devolviéndola para el uso y goce de las comunidades indígenas, como lo establece la
ley de 1835”. En Luis María Zapiola El pueblo kolla de pie, [en línea] www.pueblosindigenas.org/
malon.htm.
Formas de racismo indio... 355
86 En nuestras investigaciones de archivo no hemos encontrado este fichero, el cual constituiría una
fuente importantísima de las formas clasificatorias raciomorales de la población salteña.
87 Entre la lista de acciones gubernamentales se incluye la “presentación de certificado clínico y de
pobreza” para entrega de estreptomicina en el Ministerio y la Asistencia Pública (Cornejo, 1949:
121).
88 Las representaciones oficiales de la pobreza que justifican las intervenciones asistenciales son, en
algo, similares a las llevadas a cabo por la política a nivel nacional de la Fundación Eva Perón,
quien tiene una fuerte influencia en las políticas asistenciales desarrolladas en esa época que se
gubernamentalizan. Eva Perón diferenciaba la ayuda social de la limosna en un profundo sentido
del derecho que debe ser garantido por medio de la justicia social e instituciones gubernamentales
que otorguen titularidades, pero la vinculaba a su vez, a una acción moralizadora y orientada hacia
la recuperación para el trabajo. (Álvarez Leguizamón, 2008).
89 “El pueblo, careciente de cultura sanitaria e higiénica, eludía hasta último momento el examen
clínico, cuando no se abandonaba a los engaños criminales del curanderismo, que en las provincias
del norte, sobre todo, había llegado a crecer en forma alarmante” (Cornejo, 1948: 288).
356 Sonia Álvarez Leguizamón
nos locales y sus fuerzas de seguridad para con los intereses empresariales. Junto
a ello, los discursos prácticos y los habitus neocoloniales de larga data, siguen
naturalizando formas de expropiación salvaje a partir de renovados estilos de un
racismo indígena que va desde la represión lisa y llana, la cooptación, la descali-
ficación y la muerte.
El carácter transnacional del circuito productivo de la soja actúa en un territo-
rio acotado a partir de procesos de expropiación de riqueza que es acumulada por
elites locales y grupos financieros transnacionales, con el apoyo y la promoción
activa de las elites gubernamentales provinciales vinculadas a los latifundios, la
agroindustria y los servicios, lo que constituye, en conjunto, el sistema de los
“agronegocios”. Concomitantemente estos grupos han legitimado esta expansión
a partir de la actualización de un discurso práctico neocolonial que remite al cora-
zón del racismo antiindígena latinoamericano.
Por otra parte, el análisis del acontecimiento crítico de las muertes por ham-
bre y su vínculo genético con las ideas de nuestros gobernantes durante el siglo
XX, muestra el posicionamiento de los funcionarios gubernamentales en un claro
habitus neocolonial de larga duración que explica y problematiza la pobreza y
la desnutrición inveterada de esta provincia, a partir de ciertos hábitos culturales
de las poblaciones pobres/indias/rurales que se considera deben ser modificados.
Siendo que la pobreza y las bajas expectativas de vida son producto de viejas
relaciones de dominación basadas en la semiservidumbre y la hacienda, la supe-
rexplotación del trabajo, el despojo de las tierras, el acorralamiento por la expan-
sión de la frontera agrícola y la acumulación originaria constante. Estas formas de
dominación se anclan en un inveterado racismo indio que mantienen persistente
las mismas tematizaciones aunque cambien los saberes y las políticas hacia las po-
blaciones. Los dispositivos disciplinarios de modelación de los comportamientos
como la “educación” (eufemismo neocolonial para civilizar) sanitaria, que pueden
parecer no violentos, ejercen una violencia extrema sobre el cuerpo y la “cultura”
de las poblaciones en las que inscribe el “núcleo del problema”. Estos pueden ser
considerados como regímenes de representación, como lo señala Cristina Rojas
(2004). Serían los lugares de encuentro entre lenguajes del pasado y del futuro
(creo también del presente), en los cuales las identidades se construyen pero don-
de también se origina, simboliza y maneja la violencia, tales como los lenguajes
de “civilización” y “barbarie” (Rojas, 1994, citado por Escobar, 1998: 33) o los
de “desarrollo” y “subdesarrollo” (Escobar, 1998) o los de culturas inferiores y
superiores. Para Santiago Castro Gómez (2002: 148) el intento de crear perfiles de
subjetividades estatalmente coordinados conlleva al fenómeno que denomina “la
invención del otro”, temática por otra parte inveterada de la antropología social.
Al hablar de invención, no se refiere solamente al modo en que un cierto grupo de
personas se representa mentalmente a otra, sino que apunta, más bien a los dispo-
sitivos de saber poder a partir de los cuales esas representaciones son construidas.
Formas de racismo indio... 359
96 Por eso prefiere usar la categoría invención en lugar de encubrimiento, como hace el filósofo ar-
gentino Enrique Dussel en 1492, el encubrimiento del otro. El origen del mito de la modernidad.
360 Sonia Álvarez Leguizamón
cultural de los grupos más pobres, cuyos estilos de vida, se cree, son la causa de su
propia pobreza y de las enfermedades o “males” que padecen.
Lo que se consideraba como debilidad de la población rural (desnutrición,
bocio, tuberculosis, por ejemplo) se vinculaba principalmente a enfermedades en-
démicas y a pautas culturales como: el alcoholismo y la tradición de mascar coca
–propia de la zona andina– o trabas para la denominada profilaxis social. Ahora
todas ellas siguen considerándose “pautas culturales”, explícita o implícitamente
pero con nuevos discursos como el pedagógico o el desarrollo social. En la actua-
lidad no se habla ya de la palabra salvaje pero sí de su cultura, del alcoholismo, la
vagancia, la falta de educación, de modernidad, etc. De allí se justifica un tutelaje
moderno que desarrolla dispositivos educativos de “desarrollo integral” o “huma-
no” para modificar sus estilos de vida, de esa manera se cree se acabaría con la
desnutrición o la muerte por hambre.
Como colofón tomemos al glifosato como paradigmático, tanto de esta forma
de expansión del capitalismo transnacional y local (a través de muchas alianzas
arborescentes neocoloniales entre el Estado y el gobierno, la estructura de la ha-
cienda, las burguesías locales y nacionales vinculadas al gran capital financiero,
los profesionales y funcionarios, etc.) como de la destrucción del medio ambiente
y cambio climático por deforestación, de la expropiación de energía y nutrien-
tes naturales, de las malformaciones y enfermedades que produce sobre la salud
humana y de la reproducción de la pobreza en general (sobre todo rural) cuyos
efectos son depredadores.
Entre otras consecuencias se pueden señalar: el deterioro del nivel de vida de
la población, concentración de la riqueza (medios de producción, de empleo y de
renta), acumulación originaria de millones de hectáreas, desnutrición, emigración
a las ciudades medianas con poca o nula oferta de empleo asalariado, precariza-
ción de los pocos empleos que genera como la estiva.
En el caso argentino además, tenemos problemas de transporte, dado que la
cosecha se traslada a los puertos en camiones (luego de la privatización y levan-
tamiento de casi todo el sistema de ferrocarriles que se produjo en el gobierno
del presidente Menem) lo que está generando serios problemas, tanto en las rutas
como en las ciudades puertos. En la reciente cosecha, a la ciudad de Rosario entra
un camión cada 15 segundos.97
97 “…Con una exportación récord, al puerto de Rosario ingresa un camión cada 15 segundos
[...] se debatió en torno a las dificultades sociales y operativas que se generan tanto en comunida-
des, como en las plantas y terminales portuarias del Gran Rosario, producto de los grandes volú-
menes de producción y carga que se movilizan en época de cosecha. Para evitar estas situaciones
no deseadas, se coincidió en la necesidad de apelar a la responsabilidad de todos los eslabones de
la cadena (productores, entregadores, acopios, cooperativas, corredores y compradores) y se hizo
especial hincapié en el no envío de camiones sin cupos para la descarga. En “Arribo de la cosecha,
Reunión clave en Rosario”, Agronegocios, Prensa Económica, [en línea] http://www.prensaecono-
mica.com.ar/index.php?modo=categoria&code=65 [consulta: 16 de julio de 2011].
Formas de racismo indio... 361
98 “Pertenece a los alimentos más antiguos del mundo. Cada planta produce una media de 12.000
granos al año y las hojas, más ricas en proteínas que la soya, contienen vitaminas A y C, y sales
minerales”.
362 Sonia Álvarez Leguizamón
Bibliografía
Abramoff, Ernesto (2004) “Etnocidio, Genocidio, identidad de los pueblos
indígenas” en Garrtea, Mariano y Bellelli, Cristina –compiladores– “La
trama cultural, textos de antropología y arqueología, Editorial Caligraf,
Buenos Aires.
Aguilar, María Ángela y Vázquez, Estela (1998) “De YPF a la ruta”, Revista
Realidad Económica 153, febrero.
ÁLVAREZ LEGUIZAMÓN (2002) “La transformación de las instituciones de
reciprocidad y control, del don al capital social y de la “biopolítica” a la
“focopolítica”, en Revista Venezolana de Economía y Ciencias Sociales,
Facultad de Ciencias Económicas, Instituto de Investigaciones Económi-
cas y Sociales, Universidad Central de Venezuela, Vol. 8, núm. 1, Caracas,
enero-abril.
(2002) “La pacificación de la “multiculturalidad globalizada”, recompo-
sición de campos del saber y nuevas formas de intervención social”, en
Molina, Belén Lorente y Zambrano, Carlos Vladimir –editores– Estudios
introductorios en relaciones interétnicas, Bogotá, Facultad de Derecho,
Ciencias Políticas y Sociales, Universidad Nacional de Colombia, Sede
Bogotá.
(2005a) “Introducción” en Trabajo y producción de la pobreza en Latino-
américa y el Caribe: estructuras, discursos y actores, CLACSO CROP,
Buenos Aires.
(2005b) “Los discursos minimistas sobre las necesidades básicas y los um-
brales de ciudadanía como reproductores de la pobreza”, en Alvarez Legui-
zamón, Sonia (2005) Trabajo y producción de la pobreza en Latinoamérica
y el Caribe: estructuras, discursos y actores, CLACSO CROP, Buenos
Aires.
(2007) “Concentración de la riqueza, millonarios y reproducción de la
pobreza en América Latina”, Revista Sociologías, Porto Alegre, Edicao
Semestral, ano 9, no 18 jul/dez [en línea] http://www.scielo.br/scielo.
php?pid=S1517-45222007000200004&script=sci_arttext.
(2009) Pobreza y desarrollo en América Latina, EUNSA, Salta.
(2010) “Expropiación de riqueza y gubernamentalidad neoliberal en la
Argentina”, en Antonio Cattani (organizador) Riqueza e Desigualdade na
América Latina, Editora Zouk, Porto Alegre.
(2011) “Gubernamentalidad neoliberal y focopolítica en América Latina,
los Programas de Transferencia Condicionadas”, en Barba y Cohen –com-
piladores– Perspectivas críticas sobre la cohesión social desigualdad
y tentativas fallidas de integración social en América Latina, CLACSO
CROP, Buenos Aires.
ÁLVAREZ LEGUIZAMÓN, Sonia y Sacchi, Mónica (2000) Pobreza y desa-
fíos multiculturales, relaciones y paradojas, 50 Congreso Internacional de
Americanistas, Universidad de Varsovia, SIMPOSIO: JUS-4. “Relaciones
interétnicas, racismo y desafíos multiculturales para el siglo XXI en las
Américas”, Varsovia, Polonia, 9 al 14 de julio.
ÁLVAREZ LEGUIZAMÓN, Sonia y Queiroz Coutinho, Geruza (2004)
“Prácticas culturales hechas cuerpo: salud e imaginario salteño (1900-
1950)”, Salta, Actas del Primer Congreso “La cultura de la cultura en el
MERCOSUR”, Ministerio de Educación de la Provincia de Salta.
ÁLVAREZ LEGUIZAMÓN y Llao (2005) “Salta, cuestión social y problemati-
zaciones sociales: las “patologías regionales” a mediados del siglo XX”, en
Salta, VI Jornadas de Docencia e Investigación de la Escuela de Historia,
3 y 4 de noviembre.
Anuario General Güemes, Salta, Jujuy, Antofagasta (1949) Estudio Económico
Social y Turístico. Guía General, Salta, Empresa Editora del Note “General
Güemes”.
Aranda, Darío (2010) Soja, desalojos y degradación ambiental [en línea]
http://loslibroslibres.files.wordpress.com/2010/08/dossier-soja.pdf.
(2011) “Soja y glifosato coctel macabro” [en línea] http://anibal-librosy-
surtidores.blogspot.com/2011/03/soja-y-glifosato-coctel-macabro.html.
Argumedo, Alcira (2009) “El ‘lebensraum’ argentino del siglo XXI”, Pagi-
na 12, 31-08-2009 [en línea] http://www.pagina12.com.ar/diario/socie-
dad/3-130910-2009-08-31.html.
Benclowicz, José Daniel (2004/2005) Pobreza y conflicto social: una rela-
ción compleja. El caso de Tartagal-Mosconi en Jornadas de Jóvenes In-
vestigadores del Instituto Gino Germani [en línea] http://iigg.fsoc.uba.ar/
364 Sonia Álvarez Leguizamón
Jovenes_investigadores/3JornadasJovenes/Templates/Eje%20cambio-con-
flicto-orden/BENCLOWICZ-ORDEN.pdf.
Bernal, Federico (2009) La renta sojera, Pagina 12, 12 de julio de 2009 [en lí-
nea] http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/cash/17-3954-2009-
07-12.html.
Bravo, Elizabeth (2007) El nuevo colonialismo de los agronegocios. El caso de
la soja en el cono sur, [en línea] http://www.rapaluruguay.org/transgeni-
cos/Soja/Nuevo_Colonialismo.html.
Bourdieu, Pierre (1989) “Introducción a una sociología reflexiva”, en O poder
simbólico, Bertrand/Difel, Río de Janeiro/Lisboa.
Caneda, Emilse (2008) La relación de los indígenas de la Provincia de Salta
con la globalización es una historia de «integración excluyente, Revista
Kairós.
Caro Figueroa, Gregorio (1970) Historia de la “gente decente” del Norte
Argentino, Editorial del Mar Dulce, Buenos Aires.
(1999) El Tribuno, Cincuenta años: 1949-1959, Editorial El Tribuno, Sal-
ta.
Carrasco, Andrés E., Sánchez, Norma E. y Tamagno, Liliana E. (2012)
Modelo agrícola e impacto socio-ambiental en la Argentina: monoculti-
vo y agronegocios, AUGM-Comité de Medio Ambiente, Serie Monográ-
fica Sociedad y Ambiente: Reflexiones para una nueva América Latina,
Monografía núm. 1. [en línea] http://sedici.unlp.edu.ar/bitstream/han-
dle/10915/24722/Documento_completo__.pdf?sequence=3.
Castellanos, Joaquín (1921) Gobierno del Dr. Joaquín Castellanos. Memo-
ria del Ministerio de Gobierno a la H. Legislatura de la Provincia. Minis-
tro: Julio J. Paz, Imprenta Pascual y Baleiron de las Llamas, Salta.
Castro Gómez, Santiago (2004) “Biopolitícas imperiales, Ilustración y dis-
curso colonial en La Nueva Granada (1750-1816)”, en Hofmann, Sabi-
ne y Wehrheim, Monika (Hsrg) Lateinamerika orte und Ordnungen des
Wissens, Editorial Gunter Verlag, Tubingen.
(2006) Michel Foucault y la colonialidad del poder, Bogotá, Colombia;
Universidad Javeriana, Instituto Pensar [en línea] http://amauta.upra.edu/
vol4investigacion/vol_4_Michel_Foucault_y_la_Colonialidad_del_Poder.
pdf.
CAPOMA - DDHH (2009) Expansión de los agronegocios en el Noroeste argen-
tino. Deforestación legalizada y resistencia de las comunidades, CAPO-
Formas de racismo indio... 365
www.monocultivos.com/soja/publicaciones/6_RutaSojaNoroesteArgenti-
no_OscarDelgado.pdf.
Escobar, Arturo (1995) Encountering development. The making and unmaking
of the third world”, Princeton University Press, Princeton, New Jersey.
(1998) La invención del Tercer mundo. Construcción y deconstrucción del
desarrollo, Grupo Editorial Norma, Bogotá.
Fanon, Fratz (1997) Los condenados de la tierra, FCE, Buenos Aires.
Fassio, Arturo (1945) Un año de gobierno, 15 de Agosto de 1945 - 15 de Agosto
de 1945, Intervención Federal, Salta.
Ferguson, James y Gupta, Akhil (2002) “Spatializing states: toward an anth-
nography of neoliberal governmentality” en American Ethnologist, Ameri-
can anthropological Association, 29 (4).
Flores, Eugenia (2009-2010) “Las ojas de coca entre el gusto, la costumbre y la
utilidad, Revista Kallawaya, Nueva Serie núm. 14-15, Instituto de Investi-
gaciones en Antropología Médica y Nutricional, La Plata-Salta.
Foucault, Michel (1981 [1966]) Las palabras y las cosas, una arqueología de
las ciencias humanas, Siglo XXI, México.
(1981 [1978]) “La gubernamentalidad”, en Foucault, Donzelot,
Gignon y otros Espacios de Poder, Las ediciones de la Piqueta, Madrid.
(1991 [1976]) “Políticas de Salud en el Siglo XVIII”, en Saber y Verdad,
Las ediciones de la Piqueta, Madrid.
(1992 [1976]) La Genealogía del Racismo, Las ediciones de la Piqueta,
Madrid.
(1999 [1976]) Historia de la sexualidad 1-La voluntad de saber, Siglo XXI,
Buenos Aires.
(2006 [1977-1978]) Seguridad, Territorio y Población, FCE, Buenos Aires.
(2007 [1978-1979]) Nacimiento de la Biopolítica, FCE, Buenos Aires.
González Casanova, Pablo (1975) Sociología de la Explotación, Siglo
XXI, México.
(2006) Sociología de la Explotación. Nueva edición corregida, CLACSO,
Buenos Aires.
(2006) “El colonialismo interno”, en Sociología de la explotación. Pablo
González Casanova, CLACSO, Buenos Aires.
Formas de racismo indio... 367
bra directa en el Umbral al Chaco”, en Debate Agrario núm. 35, [en línea]
http://www.cepes.org.pe/debate/debate35/05-articulo-da35.pdf.