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Título: Estudios migratorios y perspectiva de género. Apuntes para una discusión sobre la
relación entre los géneros y las migraciones.
Autor: Ana Inés Mallimaci Barral
Palabras Claves: bolivianos/as – migración – perspectiva de género
Estudios migratorios y perspectiva de género. Apuntes para una discusión sobre la
relación entre los géneros y las migraciones.
Entusiasmados/as por los desafíos que supuso la introducción de los estudios de género en
los temas migratorios y ante las evidentes ausencias sobre el tema en la mayor parte de los
estudios migratorios de nuestro país, fuimos varias/os las/os investigadores que nos
propusimos comprender las migraciones recientes y antiguas en la argentina desde la
“perspectiva de género”.
Los trabajos que forman parte del corpus teórico disponible como antecedente de la
cuestión suelen tomar como objeto de investigación las relaciones de género a lo largo del
movimiento migratorio (pueden verse resúmenes de los principales autores en Juliá 1998;
Mallimaci Barral 2006; Martinez Pizarro 2003). En los contextos pos migratorios las
relaciones de género se configuran como dependiente de las migraciones analizando las
posibles transformaciones que el movimiento pudo haber generado en ellas. De esta
manera, se fue cristalizando el supuesto de que analizar las migraciones desde esta
perspectiva implicaba evaluar la mayor o menor opresión sufrida por las mujeres que vivían
la experiencia migratoria, temática dominante de los análisis realizados en el mundo
anglosajón. La inclusión de la dimensión genérica del proceso migratorio condicionaba la
construcción del objeto de indagación.
En los últimos años he tenido la suerte de cruzarme en congresos y en diferentes eventos
con investigadores cuyos temas de investigación se relacionan con las migraciones
recientes y el género desde perspectivas históricas, antropológicas, demográficas y
sociológicas. La diversidad de temáticas no podía ocultar una misma “sensación” originada
en la experiencia de investigación: en el trabajo empírico se volvía difícil analizar las
migraciones y el género tal como era entendido en los trabajos leídos. ¿Dónde y cómo
podían analizarse las relaciones de género entre los/as migrantes residentes en nuestro país?
Mi propia experiencia de investigación sobre la comunidad boliviana en Ushuaia condujo a
un proceso reflexivo de constante comparación entre el material de campo y los supuestos
teóricos presentes en los estudios sobre migración y género. A continuación presentaremos
el producto de este trabajo como un intento de delimitar los significados de una
investigación sobre migrantes desde una perspectiva de género.
En un primer apartado presentaremos el campo de los estudios migratorios desde una
perspectiva de género y su incorporación a nuestro propio proyecto. Asimismo, se
presentan algunas características de la migración boliviana en Tierra del Fuego para que
los/as lectores puedan contextualizar los procesos analizados. Luego, se analizarán las
cinco tensiones centrales generadas a lo largo de la investigación entre el marco supuesto y
el trabajo de análisis del material empírico1.
1. Antecedentes
Inaugurando un campo
Desde los años setenta el movimiento feminista incluye en su agenda desafíos al mundo del
conocimiento. La temática migratoria no queda exenta de la revisita feminista y en los
congresos de población de los años setenta comienzan a vislumbrarse las críticas
pertenecientes a los “estudios de mujeres” (Recchini de Lattes 1988) que denuncian y
visibilizan una paradoja naturalizada a lo largo de la historia de la disciplina: ante la
presencia constante de mujeres en las principales corrientes migratorias internacionales de
población, los conceptos construidos para explicar, analizar y/o comprender a los
fenómenos migratorios construyeron al “migrante” como un sujeto “trabajador”, sin sexo
(ni cuerpo) pero que generalmente suponía al varón migrante. Cuando las mujeres eran
incluidas lo hacían en tanto categorías descriptivas y no analíticas. El movimiento de los
varones migrantes era la base explicativa del análisis migratorio. La migración femenina se
suponía como siempre “dependiente” y subsumida en el proceso familiar de migración.
De este modo, los determinantes y/o motivaciones que ocasionaban la migración femenina
se significaron como heterónomos, dependientes, secundarios y meros efectos de
determinaciones sufridas o movilizadas por “otros” masculinos. Las mujeres como
migrantes estaban ausentes de la matriz explicativa y analítica de los fenómenos
migratorios.
Las estudiosas feministas hicieron explícitas las representaciones dominantes sostenidas
por binarismos clásicos (varón productor público activo / mujer reproductora privado
pasivo) que sostenían las diferentes teorías consolidadas causando la invisibilización de las
mujeres en los procesos migratorios. A partir de ello, propusieron nuevas matrices
interpretativas como marco de trabajos empíricos que tuvieron como principal objetivo
saldar la ausencia de mujeres migrantes. Si las referencias clásicas a las mujeres tenían un
uso retórico o descriptivo debían realizarse estudios en los que el género fuese una
categoría con utilidad científica (Hondagneu-Sotelo 2000).
El análisis feminista ha demostrado así que las migraciones han sido procesos generizados
antes que los académicos/as “vislumbraran” la importancia de la presencia de las mujeres y
de la dimensión de género como articuladora de los procesos migratorios (Frid de
Fiberstein 1997; Mahler 1999). Por consiguiente, el lugar de importancia que el campo
académico le ha otorgado a los temas relacionados con las mujeres migrantes obedece
menos al crecimiento empírico de la cantidad de mujeres en los flujos migratorios y más a
una transformación de las representaciones supuestas en los modos de construir a los/as
migrantes y a la migración.
Migración y Géneros.
Progresivamente, y de modo acelerado en los últimos años, diferentes investigaciones
sociológicas se propusieron como tema la migración femenina. Las principales líneas de
indagación se concentraron en dos pilares: por un lado, la determinación de las causas y
motivaciones del desplazamiento migratorio de las mujeres y, por otro lado (o sumado al
primero), el análisis del impacto que los movimientos migratorios tienen en las relaciones
de género, especialmente, la posición de la mujer. (temas tratados en Chant y Radcliffe
1992; Gregorio Gil 1997; 2004; Hondagneu-Sotelo 2000; Kanaiupuni 2000; Mahler 1999;
Pedraza 1991; Pessar 1999; Poggio y Woo 2000).
En este segundo grupo de temas se plantea la pregunta por el impacto que pueden tener las
relaciones y prácticas en los contextos posmigratorios sobre las relaciones de género y la
posición de la mujer suponiendo que los beneficios y costos de la inmigración son vividos
de diferente manera por varones y mujeres. Las investigaciones orientadas por esta
problemática intentaron respuestas para describir la mayor o menor autonomía de las
mujeres migrantes en relación a una situación previa al desplazamiento.
Origen
La llegada a Ushuaia de las primeras personas de origen boliviano se realiza conjuntamente
con el arribo masivo de población a la ciudad como efecto de la sanción de la ley de
promoción industrial2 en el territorio de Tierra del Fuego que transforma radicalmente la
estructura poblacional de la región.
La sanción de la ley tenía, para el Estado argentino, un interés geopolítico y estratégico
dirigido a poblar la zona habitada por un importante número de extranjeros. Los resultados
del censo nacional de población realizado en 1970 indican que la proporción de extranjeros
en el antiguo territorio nacional asciende al 42% de la población total (Fuente: INDEC).
El movimiento significativo de empresas comienza a fines de los años setenta cuando se
construyen plantas modernas y bien equipadas. Junto con las empresas llegaron a Ushuaia
los trabajadores que ellas necesitaban3, ya que la población radicada con anterioridad no
era suficiente para responder a esa demanda de fuerza de trabajo.
En términos de población, el resultado de esta etapa fue una importante aceleración de la
tasa anual media de crecimiento, llegando al excepcional valor de 93‰ entre 1980 y 1991.
Este proceso se moderó en la década siguiente a menos del 44‰ aunque el ritmo de
crecimiento siguió siendo el más alto del país por jurisdicción. (Fuente: INDEC). En treinta
años más de 100.000 habitantes se instalaron en Tierra del Fuego lo que modificó la
estructura social de la población.
Uno de los sectores de la economía afectado indirectamente fue la industria de la
construcción. A partir de la implantación de las fábricas, la necesidad de nuevas viviendas y
la inversión estatal en obras públicas se generó una gran demanda de mano de obra que fue
saldada en gran parte por empresas constructoras nacionales que trasladaban a la ciudad a
obreros temporarios cuyos contratos terminaban al finalizar la obra. Entre ellos a varones
bolivianos4 que ya residían en nuestro país y trabajaban o tenían algún contacto con estas
empresas.
Atraídos por sueldos mayores a los que solían recibir y contratados por temporadas u obras,
los varones bolivianos “pioneros”5 fueron llegando a la isla. Posteriormente, y a partir de la
difusión en canales formales e informales de las noticias que informaban de la demanda de
mano de obra en la construcción, tanto para obras privadas como públicas, y la existencia
de sueldos favorables y altos en relación a otras regiones6, las redes migratorias organizan
la llegada de obreros de la construcción bolivianos (junto con argentinos y chilenos)
provenientes de diferentes lugares del país. Más cerca en el tiempo, hay obreros que llegan
directamente desde Bolivia a través de la activación y permanencia de “cadenas”
migratorias y la acción de contratistas bolivianos exitosos que suelen reclutar mano de obra
en sus ciudades de origen.
No todos los varones trabajadores bolivianos decidieron permanecer en la ciudad
conformando el ir y venir de los “trabajadores golondrinas”7 que se establecen de modo
temporal en la ciudad habitando en pensiones o piezas rentadas retornando después de
cierto plazo a sus residencias habituales en otras provincias de la Argentina o en Bolivia.
Sólo algunos de ellos deciden permanecer en la ciudad convirtiéndose en los primeros
pobladores bolivianos de la ciudad. Se trata de varones adultos que ya vivían en alguna de
las grandes ciudades argentinas (especialmente Buenos Aires y Córdoba) ya unidos y,
generalmente, con hijos/as.
Por lo tanto, en sus relatos, transformarse en “inmigrantes fueguinos” y la elección por la
permanencia toma sentido con la llegada a la ciudad de sus mujeres y familias: el pasaje de
lo temporario a proyectos de larga duración es relatada en términos conyugales. Residir,
permanecer, poblar se asocian con imágenes familiares, para los/as bolivianos/as y el
contexto donde las mujeres priman. Lo femenino queda asociado a la permanencia y a la
inmovilidad temporaria.
Actualidad
El Censo nacional de población y viviendas del año 2001 registra 976 bolivianas y
bolivianos empadronados en Tierra del Fuego. El 91% reside en Ushuaia donde representan
el 20,3% de la población extranjera de la localidad. Sin embargo, según la asociación de
Bolivianos en Ushuaia la cantidad de personas de origen boliviano viviendo actualmente en
la ciudad (lo que no implica residencia permanente) ascendería a las 2000 personas.
(Fuente: INDEC, Censo 2001)
Comparando con el resto del país, los y las Bolivianos/as en Tierra del Fuego representan el
0,42% de la población nacida en Bolivia residente en la Argentina.
Sin embargo, estas cifras cobran otra dimensión cuando se la compara con la población
total de las provincias. De esta manera, en tierra del fuego la población boliviana representa
el 1% de la población total, proporción similar a lo que ocurre en destinos considerados
“tradicionales” como Mendoza (1,2%), la Provincia de Buenos Aires (0,8%) o la ciudad de
Buenos Aires (1,8%). Bajo esta mirada, siguen siendo Jujuy y Salta las provincias con
mayor cantidad de residentes bolivianos/as en relación a la población nativa (4,7% en Jujuy
y 2,1% en Salta). (Fuente: INDEC, Censo 2001).
De esta manera, estudiar y analizar la inmigración boliviana en Ushuaia se vuelve
significativo como trabajo de visibilización de un fenómeno relativamente novedoso como
es la presencia boliviana en el sur argentino que responde tanto a lógicas locales de los
estados y mercados regionales como a mecanismos internos y amplios de la migración
boliviana en nuestro país.
2. Problemáticas y tensiones.8
Cinco Tensiones
a) Tensiones Conceptuales:
a.1) Supuestos sobre el tipo ideal de mujer migrante.
Formas de migrar
El ideal de mujer migrante presente en las investigaciones empíricas sobre el impacto de las
migraciones sobre las relaciones de género se corporiza en mujeres que migran por fuera de
sus contextos familiares (Gregorio Gil 1997; Mahler 1999; Pessar 1999; Poggio y Woo
2000; Suárez Navaz 2005). Como parte del proceso más amplio definido como
“feminización” de las migraciones (el creciente número de mujeres dentro de los flujos
migratorios), se supone que este tipo de mujeres migrantes representan uno de los rasgos
novedosos de los flujos migratorios contemporáneos. Se trata de mujeres que migran
explícitamente como trabajadoras y cuyo movimiento es explicado por el efecto de
variables macro estructurales que provocan diferenciales entre países definiendo el sentido
y magnitud de los flujos migratorios. La inclusión de procesos generizados es justificada
más por transformaciones empíricas de los flujos migratorios (el aumento “real” de las
mujeres que migran) que por modificaciones de las representaciones a través de las cuales
se construyen a la migración y a los/as migrantes.
Hemos argumentado en otra parte (Mallimaci Barral 2005) que el ingreso de las mujeres al
campo migratorio únicamente en tanto trabajadoras (en el sentido más tradicional del
término) y en migraciones consideradas no familiares (comprendidas como migración sin
conyugue) deja demasiado intactos los supuestos que sostuvieron la invisibilización de las
mujeres como migrantes activas. La agencia sigue asociada a prácticas productivas
comprendidas en empleos externos al ámbito doméstico. Fuera de ello, no hay movimientos
significativos.
Por otra parte, el énfasis puesto en las mujeres migrantes puede conducir a una
comprensión errónea sobre el alcance de la perspectiva de género sobre las migraciones que
pareciera así reducirse a las mujeres. Los temas clásicos asociados a lo femenino se repiten
siendo la maternidad a distancia, el rol de lo afectivo y los lazos familiares las
problemáticas con mayor frecuencia analizadas, dimensiones que siguen excluidas del
análisis de la experiencia migrante de los varones.
Se trata de mujeres trabajadoras con problemas que se construyen relacionados a su
condición de mujer.
Estos supuestos expresados en el ideal de mujer migrante excluyen a la mayor parte de las
mujeres bolivianas presentes en las migraciones hacia nuestro país.
La migración boliviana, en sus grandes números, se realiza siguiendo una forma “típica” de
migración familiar en cadena: el varón migrante como pionero se traslada a nuestro país
utilizando redes familiares, vecinales o de padrinazgo, se inserta en el mercado laboral y
después de un tiempo (sumamente variable) “manda a llamar” a su mujer y a sus hijos/as
en caso que los tenga. Si bien la migración de mujeres pioneras existe, se trata de
trayectorias excepcionales. (Benencia 2004)
De esta manera, la “feminización de las migraciones” también mencionada para el caso de
la Argentina9, no depende en su número de las mujeres bolivianas sino de las migrantes
paraguayas y peruanas que se insertan especialmente en el trabajo doméstico de las grandes
urbes nacionales (sobre todo en Buenos Aires).
El tipo de trayectoria migratoria predominante de mujeres y varones bolivianos/as,
constituye un contexto diferencial en el cual aplicar las categorías generadas por el
feminismo y los estudios de género sobre las migraciones.
En Ushuaia, la mayor parte de las mujeres que entrevistamos que tenían pareja en el
momento de migrar hacia la ciudad austral llegan efectivamente después de sus maridos,
confirmando lo dicho para todo el país. Ante la pregunta directa y simple por los motivos
de la migración, las respuestas apuntan, en términos de Schutz (1995) a los “motivos
para10” de la acción: la necesidad de reunirse con sus parejas que ya estaban radicadas en
la ciudad o deseaban hacerlo. Sin embargo, incluso entre las mujeres que migran de esta
forma, hay construcciones de sentido divergentes en relación con las motivaciones que las
han llevado al desplazamiento. Además, la decisión de salvar la distancia con la pareja e
instalarse en la nueva ciudad no es inmediata ni mero efecto del “llamado” de la pareja,
sino el producto de una larga negociación, donde la decisión de inmigrar es varias veces
negada y el movimiento se realiza solo cuando las mujeres logran visualizar un beneficio
para ellas, ya sea material y/o simbólico.
E: Si. Dice, hay trabajo, venite le dijo a mi esposo. Si quiere venir a trabajar, venga. Y el agarró su
bolso y se vino.
A: ¿Solo primero?
E: Solo si. Y estuvo como un año solo
A: ¿había trabajo?
E: Si, si había. Después como no teníamos que hacer con mis hijas, la Adela que está trabajando
en la clínica que tenía 14 años. Y la otra tenía 18 años. “Dicen que hay trabajo en Ushuaia para
las mujeres” dice, “ ¿Y porque no vamos”? Se entero porque la gente hablaba… Pero yo no quería
venir, pero estábamos ahí. Me llamó mi hija y me dijo” si hay trabajo queremos ir”. Dije “pero no
hay casa donde vivir”, porque casa no se conseguía ni para alquilar. Entonces... “bueno
averiguo”, dice mi marido, “si llego a conseguir les aviso”. Y después alquiló una casita, de un
testigo de Jehová de un conocido y bueno, “si quieren venir, vengan, trabajo hay para todas”.
11
(Lala12, 57 años, llegada a Ushuaia en 1992)
E: Nada, cómo era Ushuaia, ni conocía, y después el me mandó cartas, me mandaba para
que yo me venga acá, pero yo no quería
A: ¿Muchos meses estuvo el solo acá?
E: No, tres meses, cerca de cuatro meses
A: ¿Y el le mandaba cartas?
E: Sí, diciéndome que me vaya y yo le dije no, yo no voy a ir, yo tenía hijos yo entonces
quería irme, entonces yo le mandé una carta diciéndole que si él quería ver a sus hijos que
venga allá porque yo… No me iba.
(…) Finalmente cedí y vine a ver si podía trabajar en algo. (Juana, 57 años. llegada a
Ushuaia en 1978)
Las mujeres que migran sin pareja eran solteras en el momento de la migración. Lo
determinante en estos casos fue la activación de redes de migración familiar. Las
“mandaron llamar” o “vinieron de visita”. No encontramos ningún caso de mujeres que
expresaran el tipo ideal de mujer migrante presente en los discursos sobre la feminización
de las migraciones, es decir, aquellas que teniendo parejas estables migran como parte de
una estrategia familiar consensuada, mientras su pareja permanece en la residencia anterior.
Entre los varones existen dos grandes grupos, los “pioneros” ya mencionados que llegan a
la ciudad en tanto trabajadores empleados de grandes empresas constructoras y aquellos
que arriban a partir de la activación de cadenas y redes. En el caso de este último grupo, la
presencia de conocidos/as (familiares, paisanos, amigos/as, vecinos/as) es la condición
necesaria para la llegada. Al igual que las mujeres sin pareja, estos varones vinieron “de
visita” o los “mandaron llamar”.
Referencias: pioneros aquellos que no tenían relaciones previas de ningún tipo en la ciudad. En el resto
de los casos se nombra a la persona o grupo referente en Ushuaia que activa la cadena migratoria.
Dos conclusiones pueden extraerse de esta breve presentación del análisis realizado.
Primero, el ideal de mujer migrante “autónoma” no se condice con la realidad de las
mujeres migrantes bolivianas que viven en Ushuaia. Pero además, comparando con la
llegada de los varones se advierte que ambos sexos llegan condicionados / estimulados por
redes y cadenas migratorias que unen a la ciudad con diferentes localidades y /o familias de
Bolivia.
La imagen de ‘autonomía’ se cristalizó en la imagen del varón adulto trabajador que, por
oposición, clasifica a las mujeres como ‘dependientes’ ya sea que migren en familia o solas
ya las mujeres estarían más sujetadas a la comunidad, la tradición y la estructuración por
géneros. Criticando esta visión canónica de la división por sexo, los estudios feministas
incluyeron a las mujeres entre las imágenes clásicas de autonomía cuyos supuestos deja
intactos.
A partir de los resultados de la investigación se pudo comprobar que cuando estos
supuestos se ponen a prueba empíricamente la idea de autonomía se disuelve y emerge una
figura de inmigrantes, varones y mujeres, coaccionados, vinculados, comprometidos y
relacionados con otras personas. La inmigración no es una decisión libre o una aventura
individual sino la consecuencia de distintas opresiones y oportunidades personales y
sociales que afectan a todas las mujeres y varones que entrevistamos. Ninguna de las
formas analizadas excluye la potencial inserción laboral como uno de los motivos presentes
en el proyecto migratorio. La idea, presente en muchos de los trabajos sobre mujeres
migrantes, de que el “llamado del marido” se impone a la dimensión económica y laboral
de las personas y sus familias, lo que no ocurre ante el llamado de otros familiares, es
producto de una representación sobre la familia, los varones y las mujeres que debe ser
demostrada empíricamente y no quedar entre los supuestos naturalizados de la
investigación.
Entonces yo empecé trabajando de chica, cuando quedé sola allá, trabajé en una fábrica de
exportación de fruta, trabajé... mamá nunca quiso, típica boliviana orgullosa quizá ella también,
que trabajara en servicio doméstico, pero después que ella murió trabajé en servicio doméstico.
Lavé ropa, planché ropa, hice comida, daba... tipo pensión. Trabajé casi veintidós años en costura
como tallerista, qué sé yo, pero cuando uno quiere superarse se va haciendo de a poquito... se va
haciendo de a poquito (Alila, 60 años, lega a Ushuaia en 1980)
Después cuando me fui a mi casa (a Bolivia) y no me quería quedarme... quería venirme de vuelta
acá...
A: ¿Y por qué?
G: No sé. Ya no estaba acostumbrada a trabajar... como que era fuerte el trabajo para mí.
A: Claro, ¿por qué es fuerte el trabajo allá?
G: Con el pico, con la pala... tener que cavar... todas las verduras...todo tenés que hacer. Sí, todo el
día y domingo tampoco no descansas. Todo el día, toda la semana que trabajar. (Gladis, 22 años,
llegada a Ushuaia en 2002)
En la cita anterior se deja entrever no solo la sociabilidad productiva sino también el tipo de
trabajo (definido como “duro”, “fuerte”) que suele asociarse con el pasado, con Bolivia.
Para estas mujeres, la migración no representa una salida ni una entrada al mercado laboral
pero sí una relación diferente con la esfera productiva que reduce su incidencia en la
totalidad de sus vidas. Son mujeres que trabajaron y trabajan, la migración no representa un
cambio en la presencia o ausencia de esta dimensión aunque si transforma cualitativamente
el tipo de trabajo. En Ushuaia no existen talleres de costura o huertas a la intemperie y el
clima dificulta el comercio callejero. Estas típicas inserciones de las migrantes bolivianas
en la Argentina, que la mayoría de las mujeres entrevistadas conoce a partir de experiencias
propias en otros destinos migratorios, no funcionan en Ushuaia donde las mujeres
bolivianas se insertan en el comercio informal (compra y venta de ropa y cosméticos),
como empleadas domesticas, empleadas de fabricas o estatales.
Las mujeres entrevistadas significan positivamente esta transformación que las diferencia
de su pasado, de sus madres y augura un futuro mejor para sus hijos/as.
El cambio en la relación con el mundo productivo no es explicado por el movimiento
migratorio en si mismo sino, sobre todo, por las características de la economía y el mercado
laboral fueguino que no se repiten en todas las ciudades de la Argentina. De esta manera la
relación con lo productivo de las y los migrantes adquiere su significado completo no tanto
como efecto sin mediaciones del movimiento migratorio sino por el contexto local en
donde se insertan las prácticas analizadas.
Concluyendo, la reflexión sobre esta primer tensión nos muestra que la necesaria
visibilización de las mujeres que migran en y con personas de su entorno familiar debe ir
acompañada de una revisión y redefinición local de las categorías vinculadas al “trabajo” y
a la “familia” para devolverles agencia a quienes suelen quedarse confinados/as a ámbitos
de pasividad y heteronomía.
Si bien no siempre se trata de “migraciones” en el sentido que las hemos definido en este
trabajo (un movimiento que incluye un proyecto de permanencia) y abundan los
movimientos a través del espacio boliviano con el fin de comercializar productos familiares
(tarea realizada especialmente por las mujeres) o trabajar en economías estacionales, se
trata de una experiencia de movilidad adherida al cuerpo y conocimiento de nuestros/as
entrevistados/as que los sitúa en una relación diferente con el espacio y la permanencia que
aquella experimentada por las personas que viven la sedentariedad como norma y que, en
algún momento, deben migrar. Escapa a los objetivos de este trabajo detallar las
representaciones sobre el movimiento y el espacio construidas y utilizadas por los/as
entrevistados/as, solo mencionaremos algunos rasgos generales del significado atribuido al
movimiento migratorio. Sintéticamente, el movimiento no es vivido como un momento
excepcional en un contexto vital sedentario sino que es la misma cotidianidad la que se
define como móvil territorialmente. No existe en los relatos “una” migración que quiebre
las experiencias sino movimientos, de diferente grado de importancia, que se superponen a
lo largo del trayecto y que afectan de diferentes maneras y sentidos las vidas de los
inmigrantes. La movilidad y la posibilidad de seguir moviéndose se constituyen en un
conocimiento adquirido que funciona como recurso ante un posible cambio de la coyuntura
local que pudiera afectar negativamente la vida de los inmigrantes. Las migraciones y los
movimientos son significados más como un modo de vida que un momento particular y
singular en ellas (Pries 2002).
Frente a este tipo de trayectorias migratorias, ¿Cuál es el antes y cuál el después que deben
ser comparados con el fin de analizar el impacto de las migraciones en las relaciones de
género? Podrán decirnos, y coincidiríamos, que el atravesamiento de fronteras estatales, el
cambio de status jurídico no es vivido de modo neutral siendo la migración internacional
generadora de nuevas experiencias generizadas. Pero aún así, ¿cuál de las migraciones
dentro de la Argentina sería la determinante? En este tipo de trayectorias migratorias, la
consideración de dos situaciones a ser comparadas a partir de la migración es tan
complicada como explicar los cambios acaecidos como efecto único de las migraciones en
sí mismas.
Las diferencias entre varones y mujeres (y al interior de cada uno de estos grupos
genéricos) presentes en las comunidades migrantes y que tienen efectos cotidianos en la
vida de quienes las conforman, se comprenden de otra manera cuando la condición de
migrante se localiza en un contexto de sentido particular. Las mujeres “bolivianas” con
todos sus contrastes provenientes de los diferentes espacios de procedencia se ubican en
diferentes posiciones en relación con los varones bolivianos (y las mujeres argentinas) en la
ciudad de Ushuaia, no por su condición de migrante y la efectividad de relaciones de
“opresión” heredadas por una nacionalidad de nacimiento, sino por el hecho de vivir, y
seguir viviendo, en una ciudad particular que enmarca y da sentidos a construcciones
genéricas novedosas.
b) Tensiones Metodológicas
b.1) Representaciones sobre el “impacto”.
Relacionado con las ideas anteriores, otra limitación del proyecto original se centró en la
misma noción de “impacto” que supone la medición del “cambio” en la dimensión elegida.
Cuando se analiza el “impacto” de la migración en las relaciones de género suponemos
investigaciones dirigidas a determinar la existencia, o ausencia, de un cambio en las
relaciones de género vividas por nuestros/as entrevistados/as desde sus experiencias
migratorias. En el caso de existir, se debería establecer el sentido del cambio en términos
formales y su construcción significativa desde la percepción de los/as propios
entrevistados/as.
Los análisis centrados en la noción de “cambio” suponen el conocimiento del “punto cero”
de la situación, del parámetro desde el cual medir la presencia o ausencia, magnitud y
sentido del cambio acaecido.
En nuestro proyecto ello suponía un conocimiento acabado y profundo de la configuración
de las relaciones de género vividas por nuestros/as entrevistados/as. Ya hemos visto las
dificultades de suponer que una nacionalidad condiciona ciertos contenidos y significados
sobre las relaciones de género y la imposibilidad en nuestros/as entrevistados de encontrar
un punto de partida en sus trayectorias no afectado por las migraciones. Sumaremos una
dificultad más.
Nuestro proyecto proponía una mirada desde el contexto pos-migratorio, en este caso, la
ciudad de Ushuaia. El análisis partiría del relato de migrantes residentes en esta ciudad y a
través de la técnica de los relatos de vida (Bertaux 1997) nos proponíamos reconstruir
analíticamente el/los recorrido/s migratorio/s y los significados producidos sobre los
mismos. No planteamos la necesidad de trasladarnos a los contextos previos a las
migraciones17.
Gran parte de los trabajos sobre el impacto de las migraciones sobre las relaciones de
género se construyeron de esta manera entrevistando a personas en el contexto pos-
migratorio (con algunas excepciones como los trabajos de Balan (1990) que elige una
localidad de Cochabamba y Gregorio Gil que realiza trabajo de campo en ciudades de
“origen” y de “llegada”).
La noción de impacto necesita que la reconstrucción del momento del origen, la referencia
al “antes”, sea común a los/as entrevistados/as (o a algunos de ellos) dado que se trata del
parámetro desde el cual se sostendrá el análisis para responder a la pregunta implícita en la
definición del objeto.
A medida que nuestro trabajo de campo se enriquecía, la dificultad de reconstruir este
parámetro común se hizo cada vez más evidente. Primero porque imaginar que ello es
posible implica suponer como ciertas las imágenes sobre migración, nacionalidad y géneros
antes criticadas. Pero también resultaba contradictorio con la diversidad en que las
diferentes experiencias migratorias reconstruían el “antes” en tanto lugar y espacio de
referencia y origen.
La noción de impacto necesita una situación de origen más o menos fija sobre la cual
significar los cambios. Tal como ha sido empleada en los análisis feministas sobre la
migración, el impacto supone una imagen del cambio como un proceso lineal a través del
cual se modifican, linealmente, ciertas dimensiones. De esta manera, el análisis de la
trayectoria migratoria permitiría determinar si, por ejemplo, las relaciones de género se
vuelven más o menos igualitarias y la situación de la mujer más o menos autónoma en
relación con un origen determinado.
Esta figura acerca del cambio simplifica las experiencias móviles relatadas por nuestros/as
entrevistados/as para quienes las transformaciones podían ser episódicas y no acumulativas.
Experiencias de autonomía femenina, por ejemplo, se acrecentaban y luego disminuían en
relación a los contextos, situaciones y relaciones sociales involucradas.
3. Palabras Finales
Los trabajos sobre el impacto de las migraciones sobre las relaciones de género suponen
metodológicamente la posibilidad de aislar la “causa migratoria” o el atravesamiento de
fronteras; visiones rígidas sobre los flujos migratorios; la construcción de la mujer
migrante “autónoma” como tipo ideal; la valorización del empleo y la división público-
privado en clave occidental y la consideración del género como un principio de
identificación para los actores y actrices sociales, o como categoría de análisis, que se
impone a otras alteridades.
Las críticas desarrolladas no pretenden de ningún modo invalidar el importante caudal
producido bajo este paradigma19 pero sí destacar la importancia de discutir supuestos que
de otra manera tienden a cristalizarse sin respetar las especificidades de cada objeto de
estudio. Hay categorías, como las de género y clase, que permiten ser aplicadas a diferentes
campos pero su contenido varía de acuerdo a los contextos. Creemos que debe insistirse en
las miradas que transdisciplinan los estudios de género siempre acompañadas de diálogos
abiertos entre las perspectivas puestas en conversación. Así como los estudios de mujeres y
de género transformaron las miradas sobre las migraciones, otras perspectivas sobre el
mismo fenómeno deben ser incluidas en los enfoques analíticos que permitiría transformar
la “perspectiva de género” en el campo de los estudios migratorios.
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1
El corpus empírico utilizado para este artículo está constituido por 45 entrevistas realizadas entre el año 2005 y 2006 en la ciudad de
Ushuaia.
2
En 1972 el gobierno nacional sanciona un régimen de promoción económica basado en exenciones arancelarias e impositivas, la ley
19.640 (ratificada en 1974 por el Congreso Nacional), que pretendía (lográndolo) estimular la radicación de industrias. Las industrias se
vieron atraídas por la posibilidad de elaborar artículos en Tierra del Fuego a partir de materias primas importadas, y la posibilidad de
“exportar” esos productos al territorio continental nacional sin que su primera venta fuera gravada por el IVA
3
El régimen de la ley 19.640 tuvo como objeto geopolítico aumentar la población en la isla. Por ese motivo, establecía que para que las
empresas radicadas en la Isla pudieran acreditar el origen fueguino de sus productos, debían agregar localmente una determinada
proporción de su valor final, y además determinaba que de ese valor agregado local, un cierto porcentaje tenía que estar constituido por
sueldos al personal
4
El empleo en la construcción es una inserción clásica de los varones bolivianos en la ciudad de Buenos Aires y otros centros urbanos.
Para un análisis mayor sobre este tema ver Para un análisis mayor sobre este tema ver Benencia, 1995 y Vargas, 2005.
5
Término con que dentro de la comunidad boliviana y en todo Tierra del Fuego se designa a los “primeros pobladores”-
6
Debe destacarse que las estadísticas nacionales registran que desde 1980 la industria de la construcción atraviesa un proceso de crisis.
La tasa de desempleo específica de la construcción pasa del 2.9% al 33% entre 1980 y 1995 respectivamente ((Vargas 2005))-
7
En general, las obras se realizaban durante la primavera y el verano interrumpiendo el trabajo durante las estaciones frías.
8
Las reflexiones que siguen se han elaborado a partir de los resultados de la investigación realizada para mi tesis doctoral en curso, cuyo
título es “Construyendo comunidad(es). Memoria, tiempo, espacio y género de los bolivianos/as en Ushuaia” (Facultad de Ciencias
Sociales, Universidad de Buenos Aires).
9
Según datos del Censo 2001 el 54% de la población migrante es femenina. Fuente INDEC.
10
Para Shutz, la acción social está determinada por un “proyecto”, un “estado de cosas” proyectado por el actor. El “motivo – para”, es el
futuro estado de cosas a ser realizado por la acción proyectada, y el proyecto en sí mismo es determinado por el “motivo – porque”.
(Schutz 1995)
11
Se ejemplificará con fracciones de entrevistas cuando exista alguno en donde se represente el argumento realizado, aun cuando las
categorías emergentes no sean producto de fragmentos sino de un análisis más profundo de los relatos. Por esta misma razón, algunos
argumentos no tienen fragmentos que los ejemplifiquen por ser el resultado del análisis de diferentes momentos del relato.
12
Los nombres de las entrevistadas han sido modificados con excepción de los casos que han pedido expresamente figurar con nombres
reales.
13
Comprendidas como el movimiento voluntario con el ánimo de residir hacia un destino diferente al del nacimiento.
14
Como signo de esta presencia, la virgen que en la actualidad identifica a la comunidad boliviana en Ushuaia es la virgen de Urkupiña,
oriunda de Cochabamba.
15
Nos referimos tanto al proceso de “etnización” (Grimson 1999) que subordina las identidades regionales en una identidad nacional que
las incluya como a las experiencias de exclusión y discriminación cotidianas, el aprendizaje en otras localidades argentinas con prácticas
y ritos institucionalizados de la comunidad boliviana. Se trata de diferentes procesos sociales que en su conjunto organizan las
condiciones de posibilidad para la creación reciente de un espacio social propio de lo boliviano en la ciudad de Ushuaia.
16
Aun si luego de la afirmación “la verdad es que trabajan mucho” suele continuarle un “pero” que desvaloriza la permanencia de estos
“trabajadores”.
17 Lo cual también sería más una decisión de diseño que una consecuencia natural de la experiencia migratoria ante la dificultad de
encontrar unanimidad en la localización del “antes”.
18
Utilizamos generizados como traducción del término “gendered” que da cuenta del atravesamiento por género de prácticas y procesos
sociales (incluidos los científicos).
19
En nuestro país no ha habido tanta producción como en otros. Sin embargo deben destacarse los trabajos realizados para la migración
boliviana (Balan 1990; Barrancos 2003; Caggiano 2003; Magliano 2007).