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Brotherston Los Libros Del Cuarto Mundo
Brotherston Los Libros Del Cuarto Mundo
La América indígena
en su literatura:
los libros del Cuarto Mundo
Palabras liminares de
MIGUEL LEÓN-P ORTILLA..
Titulo original:
Book 01 the Fourth World: Reading the Native Americas
Through Their üterature
1992 , Cambridge University Press
<1:>
Publicado por Press Syndicate of the University of Cambridge
40 West 20th Street, Nueva York; NY 10011 EUA
ISBN 0-521-30760-0 empastado
ISBN 968-16-4902-8
Impreso en México
584 íNDICE ANALÍTICO
Zorrilla de San Martín, José: 496 zuñi, Zuñi: 11,46, 47, 48,67,133, 311-312,
zorro: 11,56, 336-337,394,429 349, 415,416-417,418-419,448,479
Zouche, Códice: 145, 159 zupay: 409 , 491
ZUidema, Tom: 71 , 450, 451 , 482 zurdo: 109, 403 , lám. lb
Zumárraga, juan de: 216, 494 zutuhil: 38 ÍNDICE GENERAL
Zumpango . Véase Tzompanco Zuyuathan: 193-194, 402-407 , 426,483
Prólogo:
América como el Cuarto Mundo
[211
Primera Parte
T EXT O
1. Procedencia . . . . 31
Zona circuncaribe. 31
Mesoamérica . . . 36
Gran México e Isla Tortuga . 44
Tahuantinsuyu . . . . . . . 54
Más allá de Tahuantinsuyu . 62
II . El lenguaje y sus modalidades 69
Escritura y texto 69
"Tlacuilolli". . . 81
"Teoamoxtli" . . 93
Jeroglíficos mayas. 109
El caso del "quipu" . 113
lll . Configuraciones del espacio. 119
Mapas . . . . 119
125
El quincunce
132
Cuadrantes .
IV Configuraciones del tiempo . 141
Cuentas de años 141
155
La Era . . . . .
La correlación . 168
585
586 fNDICE GENERAL 587
INDlCE GENERAL
Tercera Parte
GÉNESIS MATERIAL DE REFERENCIA
Por último, al propo~er un modo de vida defendido hoy por los quichés
(por ejemplo, en las lucIdas palabras de Rigoberta Menchú), el Popol vuh
SIrve como carta magna de esa nación y, más en general, de la sociedad h
mana . Más aún, y viniendo muy al punto en esta etapa de la historia plan~~ X. LAS EDADES DEL MUNDO y LA METAMORFOSIS
tana, argumenta esto no por lograr una mezquina ventaia humana SI' no .
d h dI ' : J , Invo-
can o y ,aman o as ,espeCIes. y las fuerzas vitales que han llenado su
cosmogo ma : Atando el ultImo hIlo al participar en la búsqueda del maíz en Los SOLES DE MESO AMÉRICA
PaxIl , los ammales modIfICan su defensa unilateral de la selva, reservándose
un lugar para sí mIsmos en un mundo cultivado .14 Al plantear el esquema de las edades del mundo y al narrar la intrincada
historia de cataclismos, metamorfosis y búsqueda épica, el Popol vuh no tie-
ne rival como punto de referencia para las cosmogonías por todo el Cuarto
Mundo. Para empezar, en Mesoamérica corrobora la historia de los "Soles"
cósmicos, o edades del mundo, característica de esa zona, y conserva episo-
dios que están ausentes u oscuros en textos alfabéticos comparables del si-
glo XVI en las lenguas maya y náhuatl. Como éstos, se basa en la rica icono-
grafía de inscripciones antiguas y códices, anticipándose a las creencias que
hoy defienden los sobrevivientes de tiempos precortesianos.
En primer lugar, el Popol vuh corre paralelo a los textos que brotan de la
misma fuente de las tierras altas mayas -muy de cerca en el caso de otros
titulos quichés, como el de Totonicapán, y textos de los vecinos kekchi y
cakchiqueles-. Las r erencias hechas por Las Casas a las catástrofes de los
muñecos de palo y a la epopeya de los Gemelos se anticipan a versiones más
completas de la cosmogonía kekchi escritas en este siglo , que siguen e ilu-
minan la historia del Popol vuh.I Aunque en forma muy abreviada, los Anales
de los cakchiqueles aluden a la misma narración fundadora, empezando por
la fracasada creación de los primeros hombres "a partir del lodo"; y al hacer-
lo, confirman cómo el precedente cósmico convalida las reclamaciones terri-
toriales, de acuerdo con el argumento que en el Popol vuh presenta a los vol-
canes levantados por Cipacná como guardianes de los quichés. Las aguas
primordiales en que habita Serpiente Quetzal al principio mismo de la his-
toria son defirlidas más estrechamente como el lago Atitlan; al mismo tiem-
po , como fuerza vital primigenia, Serpiente Quetzal adquiere el aspecto más
amenazador de los monstruosos reptiles que, en otra parte, se dice que ha-
bitan en ciertos lagos de las tierras altas, como Guatavita y Lacar. De manera
similar, el infierno de Xibalbá, cuyas muestras son aquí los metales pre-
ciosos, las piedras y la obsidiana del inframundo, es situado por los cakchi-
queles en un esquema direccional de cuatro partes, que lo coloca no sólo
debajo , sino también en la vertiente del Pacífico, donde en realidad abun-
dan los testimonios arqueológicos, en sitios como Cozumalhuapa2 e Izapa,
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304
GÉNESIS
lAS EDADES DEL MUNDO y lA METAMORFOSIS 30S
del juego de pelota que obsesionó a los Señores Uno y Siete Muerte. (A lo creación e incluyen las primeras razas de piedra y de madera, el gran ltzam-ná
lar?o ~e la historia, los cakchiqueles siempre han intervenido más que los y otros saurios de huesos gigantescos, los portadores de hachas (batab) y las
qUlches en esta parte meridional de Guatemala.) Paxil, en los Cuchumata- Pléyades, guacamaya, el pájaro de fuego, y Chuen e! mono. 4 Co~o el relato
nes, aparece una y otra vez como el lugar de donde se acarrea el maíz.
del Popal vuh sobre el sueño de la niñez de los Gemelos y e! Mu Ikala de los
Los mayas de las tierras altas que viven en Chiapas al otro lado de la mo- cuna, e! Ritual de los bacabes construye una realidad interna y externa, un
derna frontera con México, los tzotziles y los tzeltales, conservan una cos- proceso cósmico concentrado en e! mero cuerpo del paciente: sus vértebras,
mogonía que recientemente se ha vuelto centro de gran interés político Y entrañas y sentidos .
cultural, y que ofrece otro ángulo al esquema de las edades del mundo y de
En el aspecto estructural , el Popal vuh encuentra su equivalente más signi-
los cataclIsmos concomItantes en el Popal vuh. Muy sensibles a las cambian- ficativo no tanto en la Mesoamérica de habla maya, sino en inscripciones,
tes condiciones a lo largo de los cuatro siglos que hoy nos separan de! Popal códices y textos alfabéticos de México, hacia el oeste. Puede encontrarse
vuh, los textos de ambos grupos reconocen el impacto de la invasión euro- una importante analogía en la Piedra de! Sol de Tenochtitlan, enorme disco
pea y de la ~evolución mexicana de 1910. Al mismo tiempo, insisten en de piedra cuyo quincunce conmemora los cuatro Soles o edades de! mundo,
DiluVIO y EclIpse como la pareja primigenia de desastres, afirmando la dis- inherentes a la actual quinta edad (figura X.2). Este texto, aunque producto
tinción del Popal vuh entre la gente de lodo y la de palo. y se adhieren con
de una comunidad náhuatl y no quiché, observa las mismas convenciones del
notable tenacidad a la lección moral sacada por el Popal vuh del desastre del tonalámatl que e! Popal vuh, y construye una cosmogonía con los mismos
Echpse: aquí, en la revuelta interna que marca e! fin de los muñecos de
medios. Los paralelos entre estos dos textos, rara vez notados, nos permiten
palo, los utensilios caseros, aburridos de ser explotados, contraatacan, mor-
establecer un firme término de referencia para Mesoamérica, contra e! cual
diendo con sus propios dientes 3 De manera similar, confirman el nexo que
pueda evaluarse más sutilmente la variación local.
hay entre los Cuatrocientos constructores de casas y los Geme!os como des-
La gran Piedra de! Sol, que en un tiempo fuera objeto de culto en el tem-
montadores de la milpa , poniendo de relieve el instrumento que usan en
plo principal de Tenochtitlan, une en una sola declaración varios conjuntos
común : el hacha que destruye la selva y sus moradores . Asimismo, hacien-
bien definidos de datos descubiertos por separado en relieves aztecas meno-
do que estos árboles derribados vuelvan a levantarse por la noche, esas cria-
res; su riqueza de signos, compleja numeración e ingeniosa estructura de
turas ruegan que se salven los bosques: mensaje de pertinencia inmediata círculos concéntricos y de niveles sobrepuestos hacen que sea difícil descri-
en el Chiapas de hoy. Desde el oeste, esos textos de Chiapas también seña-
lan a Paxil como fuente del maíz. birla en prosa y, en todo caso, varios elementos siguen siendo enigmátic~s .
Es evidente que esa cosmogonía aporta su enfoque literal. Del centro mIS-
En cuanto a los mayas de las tierras bajas de Yucatán , su tradición a pesar
mo del disco surge la faz de la tierra, e! dios Tlaltecutli, cuyas manos con ojos
de dIferencIas calendáricas entre tun y año solar, ofrece una nueva contra-
y garras a cada lado recuerdan el implacable poderío telúricoS tam~ién mos-
parte al Popal vuh en otra historia de cuatro edades que terminan en cataclis-
trado en la obsesionante estatua de su equivalente hembra, Coathcue, con
mos y que siguen siendo inherentes a la actualidad, dándole forma y sentido. su cabeza de reptiles gemelos. Físicamente , esta tierra que surge está enmar-
El epIsodIO de Ah Muzen Cab, en los Libros de Chilam Balam ofrece una
cada por el quincunce que representa e! nombre de la actual ~ra, ~uatro
fiel correspondencia numérica con la historia de Siete Loro , y la'epopeya de
Ollin, enmarcada a su vez por un anillo que comprende los VeInte SIgnos;
la cammata solar y el descenso a Xibalbá (Metnal), narrada en el códice ce-
su primer año, 13 Caña, aparece directamente arriba, en el borde externo
~á~ico del periodo Clásico y rehecho en e! Chumayel (véase capítulo XI : que consiste en dos serpientes-nubes, de las cuales surgen las cabezas ~e
Como empieza el tIempo humano"), aún media entre el cosmos y la histo-
Xiuhtecutli y de Tonatiuh, e! Fuego y el Sol, la misma pareja que en e! .mls-
na . Profundizando más en el tiempo, el Ritual de los bacabes relaciona la cos-
mo contexto cósmico se enfrenta entre sí en la pintura huichola La matnz del
mogonía del Popal vuh con la formación y la salud del cuerpo humano, fun-
mundo. Situados dentro del Signo Ollin, de modo que en realidad constitu-
damentando la retórica del médico brujo en la lucha contra, por ejemplo, el
yen sus cuatro br~zos, están otros cuatro Signos: Agua (IX) Jaguar (XIV),
contagIO del mframundo, o el deseo sexual afásico. Las fuerzas que hay que
Lluvia (XIX) y Viento (ll) . Cada uno de ellos, también califica,dos por e!
aplacar o InVocar pidiéndoles ayuda se remontan a la primera edad de' la
número 4, tienen 'símbolos acompañantes, los más notables de los cuales
306
GtNESIS
LAS EDADES DEL MUNDO Y LA METAMORFOSIS 307
parcieron las piedrezuelas que vemos; que hirvió el te~ontli (piedra liviana,
I llena de agujeritos); y que entonces se enroscaron los peñascos que están enro-
jecidos.
El cuarto sol, signo del 4 ecatl, es Ecatonatiuh (sol del viento) . En éste todo se
lo llevó el viento; todos se volvieron monos; y fue a esparcir por los bosques a
a b los moradores monos.
c El quinto sol, signo del 4 ollin (movimiento) , se dice Olintonatiuh (sol del
movimiento), porque se movió, caminando. Según dejaron dicho los viejos, en
~'G;~ éste habrá terremotos y hambre general, con que hemos de perecer.
d Al transcribir la Piedra del Sol este pasaje náhuatl, aunque sea breve, se-
FIGU~ :,1.
Coixtlahuaca (coa-serpiente, ix-estrella, -tlahuaca- llano): a) Mapa de C '
t a uaca; b) Lienzo de Coixtlahuaca 1; c) Lienzo de Ihuitlan; d) Mendoza,f 43, OLX-
ñala el significado y la interconexión de los cuatro Signos inherentes al ac-
tual quinto Sol, transcribiendo así los símbolos acompañantes del eclipse
y del viento . Por ello, en los Soles primero y tercero, con su corriente (agua) y
~on el cuchillo
de Pedernal, con Cuatro Jaguar, y el ventarrón que brota de sus erupciones volcánicas (lluvia de fuego) , puede leerse un mensaje geoló-
a coro~a Impenal al lado de Cuatro Viento (los otros dos Si nos están gico que conduce al terremoto de aUin . Entrelazada con esto se encuentra
acampanados por los días de tanalámatl 7 Mono y 1 lluvia), g la preocupación biológica por las especies y la metamorfosis en peces y mo-
Incr~~ado , como está, en el tiempo actual y en el preciso Signo allin nos en los Soles primero y cuarto; y el Jaguar del segundo Sol, con su cuchi-
este cua :uple conjunto de Números y Signos traza una historia cósmica ' llo de pedernal al lado, evoca el bestial descuartizamiento de personas (te-
q~e tambIén puede leerse en prosa en los Anales de Cuauhtitlan, la fuent~ cualaya) ocurrido durante el eclipse solar y el reino de las tinieblas.
nahuatl, antes ~Itada para establecer el nombre de la Era como Cuatro alIin Sobre esta base, toda la doctrina mexicana de los Soles se puede compa-
y su pnmer ano como 13 Caña , Motivado por la fundación de la Tula deÍ rar en forma sistemática con la presentada en el Papol vuh. Ante todo, en-
Me~q~Ital en el sIglo VIII d ,c., el relato de Cuauhtitlan se remonta al comien contramos la pauta de cuatro Soles o edades, como tales, que intrincada-
zof' ~da propia ~ra, ColOCándolo en la historia más general de cuatro Sole~ mente forma parte de la época actual y cuyos extremos coinciden con las
d e lOI os respectIvamente por su . humillaciones recordadas por los antepasados de maíz quichés. Las destruc-
a los de la p ' d d 1 S 1 s SIgnos, que punto por punto corresponden
d M" le ra e o con sus catástrofes finales. Procedente de la cuenca ciones, celestialmente causadas, de la gente de lodo y la de palo quedan co-
.e eXlco como la Piedra del Sol , este texto revela el mismo a udo sen- dificadas de manera sucinta como Diluvio y Eclipse . La metamorfosis de la
tIdo del pasado de esta tierra y de su precariedad (f. 2): g primera en peces, bajo el signo Agua, es aquí muy explícita; en la segunda
encontramos idénticos detalles en los jaguares destrozadores de carne, que
~Io¡~mer s~1 que ,al principio hubo, signo del 4 all (agua), se llama Atonatiuh descienden del cielo ennegrecido. Y la rigidez de los muñecos de palo es si-
l e agua . En este sucedió que todo se lo llevó el agua , todo desapareció' y milar a aquella que impide a los "gigantes" de esta época volver a levantarse
as gentes se volVIeron peces. ' una vez caídos.
nat~~e(gu?~ol sol que hub~ y era signo del 4 ocelcil (jaguar), se llama Oceloto- Bajo el Signo de Lluvia, la lluvia de fuego que cayó sobre la tierra es, sin
caminab:ode ~j~~~ar). E~el;,ucedló que se hundió el cielo; entonces el sol no duda, de origen volcánico y terrestre y, por tanto, apela a la misma lógica
. es me !O la y luego se oscurecía; y cuando se oscureció las sísmica que imbuye todo el episodio de Siete Lorq en el Popal vuh, en las
es
::Inutt e,ran co~mdas. En este sol vivían gigantes: dejaron dicho los viejos qu~ su personas de sus dos hijos Cipacná y Dos Pierna que, de la noche a la ma-
aClOn era no se caIga usted" p I
' arque e que se caía, se caía para siempre
El tercer so l que hubo signo del ñana, crean montañas y las derriban de nuevo . Por último, en el cuarto Sol
4 . h' 1(ll ) .
(sol de II ' ) E I 1 ., qUlya Ult uvia, se dice Quiyauhtonatiuh que termina por medio del poder del Viento, encontramos la analogía de los
eso ardie~:. 'y ~i~e~u~u:u:~d:~ 1~:i~~~~óp~~~~~z~Oe~:~, I~S q:~r:~~~~~e;~: ~~~ Gemelos, que triunfaron 'sobre el inframundo, cuyo equivalente náhuatl es
el Quetzalcóatl llamado Nueve Viento y cuya persona o máscara es el Signo
308 GÉNESIS LAS EDADES DEL MUNDO Y LA METAMORFOSIS 309
Viento. La función política de esta deidad Viento como patrón y hacedor la segunda época, la lluvia de fuego de la tercera, y la epopeya de la cuarta,
de reyes, de la que hay testimonio en los Anales de Tepexic y en la Relación de en que participa Quetzalcóatl, equivalente náhuatl de los Gemelos.
Cholula, es aludida en el símbolo que acompaña al Sol Viento en la Piedra En el aspecto visual, esta congruencia se refleja en el propio diseño del
del Sol, a saber, la corona imperial de la que surge una ráfaga de viento. Quie- quincunce, compartido por mapas clásicos como el Mapa de Coixtlahuaca,
nes se metamorfosearon en monos durante este Sol recuerdan desde luego , cuyos topónimos, posición por posición pueden interpretarse al nivel más
directamente, a los hermanos mayores de los Gemelos, quienes a su vez fue- profundo como imágenes de las edades del mundo: Mictlantongo, con su di-
ron a los bosques a unirse con los muñecos supervivientes. luvio y su pez-corazón, Teotlillan con su eclipse y navajas tzitzimine, Nexapa
Establecer estos paralelos entre la Piedra del Sol y el Popal vuh, es corro- con su lluvia volcánica y su saurio vencido , Tepexic y su viento aullador, y
borar la interpretación hecha de este último en la cuestión de las cuatro crea- la tierra central de Coixtlahuaca (figura X.l ,2) . Sobre esta base se puede ha-
ciones recordadas por la gente de maíz al comienzo de esta Era . Transcrita cer una interpretación similar de los mismos topónimos y semejantes de los
en los Anales de Cuauhtitlan , esta versión mexicana de los cuatro Soles equi- otros teoamoxtli de Papaloapan, Cuicatlan y Laud, especialmente las dos pági-
vale a un resumen esquemátic0 6 de la extensa historia narrada en el Popal nas finales de este último, que muestran un icono de Tláloc uniendo las aguas
vuh de cómo, a instancias de las deidades, los Gemelos allanaron el camino de arriba y de abajo, y las divinas tinieblas de Teotlillan apareciendo en la
a la humanidad moderna. Subrayando las catástrofes que identifican a los lucha entre el Sol y la Muerte, que corresponde eminentemente al par de ca-
Soles, el relato náhuatl no dedica mucho espacio para seguir el relato del tástrofes, efectuadas por el cielo, de Diluvio y Eclipse (véase lámina 4a, cua-
Popal vuh sobre el ingenio y la inteligencia humanos, ni para plantear, como dro 1ll.3g). Estos ejemplos de topónimos de los teoamoxtli que pueden leerse
un logro, el surgimiento de la humanidad . Tampoco encontramos la intrin- en los niveles cósmico y político siguen la lógica establecida en el Popal vuh
cada estructuración del Popal vuh, más allá del principio básico de plantear cuando Cipacná eleva las mojoneras del Quiché .
esta quinta edad como la consumación de las otras cuatro . Sin embargo, que- Dentro de la misma tradición icónica, otras páginas y capítulos exigen
da implícita una perspectiva evolucionaria similar, aunque sólo sea por la comparación con el esquema Piedra del Sol-Popal vuh, el más accesible de
mención de la geología y la metamorfosis de las especies. los cuales es el capítulo primero del Ríos, con sus prolijas glosas italianas.
Como sucinta declaración visual glosada por el texto de Cuauhtitlan, la El capítulo del Ríos, copia ulterior hecha en papel europeo, ha sufrido una
Piedra del Sol ofrece resolver las discrepancias que existen entre ella y otras cierta dislocación formal ; por ejemplo, es evidente que el orden de lectura
transcripciones nahuas y españolas del siglo XVI, donde varía la secuencia de de izquierda a derecha exigido por las glosas alfabéticas va en contra del
los Soles, aun cuando sus identidades particulares sigan siendo reconocible- texto original en escritura icónica. Además, su relato de los Soles está inserto
mente las mismas. Fuentes como la Leyenda de los Soles, el Manuscrito de las en una discusión cuyo tema básico es el desarrollo de los cereales que cul-
Pinturas y la Histoyre du Mechique pueden verse como interpretaciones va- minó en el maíz, por lo cual el problema del orden de lectura se complica al
riadas de un mapa cósmico o de un diseño similar a la Piedra del Sol (por haber más de un nivel de lectura, como en los teoamoxtli. No obstante, aún
ejemplo, la Leyenda puede leerse en sentido contrario a las manecillas del podemos ver imágenes sucesivas del Diluvio y de quienes se transformaron
reloj partiendo de la derecha : Cuatro Jaguar, Cuatro Viento , Cuatro Lluvia , en peces (tlacamichin), los gigantes caídos Qunto con una nota muy sugesti-
Cuatro Agua y Cuatro allin, y confirma en Cuatro Lluvia el nexo existente va del interés indígena en el testimonio fósil de tales criaturas)7 (lámina
entre el volcán y las aves) . Sea como fuere, como lo hemos visto en el Popal 17a), la lluvia volcánica de fuego que cae sobre cuerpos de reptiles entre los
vuh, las cuatro edades no se siguen simplemente unas a otras en sucesión cuales vuelan aves, brillantes como Siete Loro, y quienes se convirtieron en
lineal. Sobre la base de la información dada, por ejemplo, acerca de la vida monos, impulsados por las ráfagas de Sol Viento (se ha invertido el orden
de los Gemelos, sería muy posible redisponer la secuencia si se deseara ha- de estos dos últimos) . Finalmente, esta concordancia nos alienta a observar
cer un énfasis temático diferente. Por tanto, la recurrencia de la pauta de la secuencia comparable de cuatro o cinco Soles, inserta en el capítulo inicial
cuatro Soles mostrada en la Piedra del Sol apoya con claridad la idea de ella de los teoamoxtli del grupo Borgia, especialmente porque el propio Borgia
como paradigma; el detalle propio de cada época sigue siendo muy cohe- incluye la imagen de Loro llevando un brazo humano, arrancado como el de
rente. La Histoyre enfoca los muñecos gigantescos y los jaguares asesinos de Jaguar Venado en el tercer Sol (figura IX.3).
310
GIONESIS
LAS EDADES DEL MUNDO Y LA METAMORFOSIS 311
SIPAPUNI
.ID'éllJ'I.,uU·, "lugar de nacimiento" en hopi , ofrece un punto focal para los he-
........'... rr'" de Anasazi; es decir, los propios hopi, los zuñi Y los otros indios
así como los navajo y apaches atapascos 9 Antes de sus actas de
IUlIU"'-"'''·' los antepasados de estos pueblos treparon por Sipapuni (o su
ESCALA CRONOLOGICA
376 GÉNESIS
del mundo como piernas cuyos vellos son sus años, Halcón Alto enumera
una secuencia inicial de años en números arábigos. Fiel a una base duodeci-
mal, esto produce poco menos de 24000 años:
6000
11900
3000
1 100
1900
23900
Identificados como unidades de búfalo, estos periodos corresponden a los
principios mismos de la cultura humana -trineos tirados por perros, ollas
de piel, taladros de fuego- como el capítulo equivalente en el Ríos; y, tam-
bién como en este último, el texto allana el camino a los anales de la historia
propiamente dicha.
El Gran Año, siendo marco de la Era, nos envuelve por esa misma razón
en el relato de los Soles y en periodos de tiempo que llegan a cientos de mi-
llones de años en las estelas de Quiriguá y en otros textos jeroglíficos. Entre
ellos sobresale el capítulo inicial del Códice Madrid,9 en el que, antes del
mapa de cuadrantes aparece una serie de fechas, declaradas con toda pre-
cisión en números de barras y puntos que tienen el valor del lugar vigesimal
del calendario tun (figura XII.5). Incrustadas como estratos en las montañas,
las dos primeras fechas apelan al discurso geológico de los primeros Soles, y
se remontan muchos millones de años atrás. La tercera está inscrita en un
rollo que brota de la boca de un hombre, morador de una caverna cuyas
paredes está a punto de pintar (las pinturas rupestres abundan en las tierras
bajas mayas) . Equivale a 78 066 983 días, poco más de los 208 000 años de
ocho Grandes Años; este total de ocho aparece en realidad como discos en
las paredes de las cavernas, en forma de la cifra 4 + 4. El hecho de que este
orden de tiempo corresponda a la epopeya del surgimiento de la especie
humana, mediando entre eones geológicos y la historia de la Era, queda
indicado tanto aquí como en el Ríos donde, precisamente en este contexto,
la aparición de seres humanos se enumera en los ocho "pasajes", cuatro
sombríos y oscuros, y cuatr,Rque no lo son tanto. De acuerdo con el cambio
chamánico cifrado entre dimensiones del tiempo,lO cada pasaje correspon-
dería al del Gran Año, definido de manera explícita en la ulterior secuencia
agrícola (pp . 4-8) . Una afirmación similar parece hallarse en la Piedra del
Sol donde 4 + 4 marcadores sumamente alargados de años solares median
entre el quincunce de las edades en el centro y el Gran Año y la Era en el
borde; y bien podría aportar la clave cronológica a la epopeya del Popol vuh,
378
GtNESIS
EL COSMOS AMERICANO 379
antigua), las barras y los puntos que expresan los periodos de tiempo nume-
rados se inclinan sobre un estrato en una antigua montaña equivalente a la
imagen de Colhuacan (figura XIl.5a; lámina 14a). Sobre su fila, otras fechas
jeroglíficas respetan estos órdenes de millones y cientos de millones de años,
así como las decenas de millones representadas por el Ritual de los bacabes (64
millones) y la Estela A de Quiriguá (90 millones) . Al hacerlo, sugieren un
posible modelo de tres niveles, congruente con las tres edades del mundo
anteriores a la epopeya de la cuarta edad y el octaeteris de los Grandes Años .
Estas medidas cronológicas de la cosmogonía cuartomundista, incontro-
vertibles en los casos de los estratos de roca y la locución del hombre de las
cavernas que aparece en el Madrid, y la periodización de los cereales y el
maíz en e! Ríos, exigen urgentemente ser estudiadas. Cualesquiera que ha-
yan sido sus bases epistemológicas, en su simple alcance imaginativo nos
muestran nuestro lugar. Contando el momento de nuestra especie como mi-
a nutos de! reloj planetario, engendran una conciencia de los eones que des-
embocan en el cuerpo y en la sociedad de la especie humana .
(
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