Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Suicidología Clínica. Evaluación y Tratamiento de Las Tendencias Autodestructivas en La Práctica Profesional - Gradillas & Gradillas (SN)
Suicidología Clínica. Evaluación y Tratamiento de Las Tendencias Autodestructivas en La Práctica Profesional - Gradillas & Gradillas (SN)
,
SUICIDIOLOGIA
,
CLINICA
Evaluación y tratamiento de las tendencias
autodestructivas en la práctica profesional
SUICIDIOLOGÍA CLÍNICA
SUICIDIOLOGÍA CLÍNICA
Evaluación y tratamiento
de las tendencias autodestructivas
en la práctica profesional
Vicente Gradillas
Profesor Titular de Psiquiatría, Universidad de Málaga
Cristina Gradillas
Especialista en Psiquiatría, Hospital St George (Londres) y Cambridge
© Vicente Gradillas y Cristina Gradillas
© UMA editorial.
Bulevar Louis Pasteur, 30 (Campus de Teatinos)
29071 Málaga
www.uma.es/servicio-publicaciones-y-divulgacion-cientifica
ISBN: 978-84-974-7844-1
PRÓLOGO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9
I. INTRODUCCIÓN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11
A. Temas fundamentales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11
B. Concepto. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15
C. Fuentes. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 21
propia experiencia y del estudio de los autores más reconocidos, ayudándole así a
interpretar los datos conseguidos en internet.
El libro se dirige a los profesionales sanitarios (psiquiatras, médicos genera-
les, enfermeros), a otros también relacionados con la Salud Mental (psicólogos,
trabajadores sociales), a una amplia gama de ciertas ocupaciones (policías, per-
sonal penitenciario) y a toda persona interesada en el tema de la autodestruc-
ción del hombre.
Se ha pretendido escribir con claridad y precisión la presente obra, sin aban-
donar sus bases clínicas y científicas, de tal modo que sea accesible a todos los
lectores. Se ha procurado explicar brevemente algunos términos pertenecientes a
la Salud Mental para lectores ajenos a estas disciplinas, algunas de estas aclara-
ciones se colocan a pie de página al ser más cómodo para el lector que buscar el
significado en otro lugar.
i. Introducción
A. TEMAS FUNDAMENTALES
Huida del malestar excesivo. Complicado tema diario. Uni-
versalidad. Problema mundial de salud. Casos raros, sin me-
joría. Relación con la enfermedad mental. Multidimensional.
El espectro autodestructivo. Acusación del entorno. Actitudes
sociales contrapuestas. Ideas erróneas acerca del suicidio.
Multidimensional
Las acciones autodestructivas presentan múltiples facetas cuyo estudio atañe
a la mayor parte de las ramas del conocimiento humano: biología (genética),
psicopatología, psicodinámica (subconsciente), enfermedades físicas, estrés ex-
terno (interpersonales), ciencias medioambientales (clima, polución), economía,
medios audiovisuales y literarios (imitación), arquitectura (construcciones que
dificulten el acto suicida en hospitales y en lugares con fama de precipitaciones),
aspectos médico-legales (determinar la índole natural, accidental, homicida o vo-
luntaria de la muerte), sociología, estadística, cultura, historia, derecho, religión,
filosofía (cuestiones existenciales). Así pues, en prácticamente todas las facultades o
en varios departamentos de una universidad1 están implicados de un modo u otro
en el suicidio.
El espectro autodestructivo
Al fenómeno suicida corresponden diversas conductas e ideas autodestructivas
que constituyen un contínuum: el suicidio consumado con señales obvias de haber
sido voluntario (constatación de un escrito), el intento serio (fallo debido a facto-
res ajenos a la persona), el ambivalente (dejar el resultado al azar), la autolesión
sin intención letal (“grito de ayuda”), las amenazas, las ideas (deseos, intenciones,
planes), la atracción hacia la muerte, las continuas “rumiaciones” acerca del fin
de la vida, el subintencionado (suspender el diabético la terapéutica insulínica),
suicidio interrumpido (detener el acto al borde de ejecutarlo), el simulado (fingir
haber voluntariamente acabado con su vida) hasta los pensamientos anancásticos
1 Medicina (Anatomía Patológica, Legal, Psiquiatría), Ciencias (Matemáticas, Bioquímica), Letras (Historia,
Literatura, Filosofía, Ética, Religión), Económicas (desempleo), Sociología, Ciencias de la Información,
Arquitectura, Informática, Criminología, Derecho.
SUICIDIOLOGÍA CLÍNICA 14
El término suicidio2 deriva del latín: sui (uno mismo) y caedere (matar): la
muerte por sí mismo. Esta definición etimológica no contiene juicios de valor
como sucede con el vocablo equivalente alemán selbsmord, cuya traducción literal
corresponde a autoasesinato que implica un acto que se aleja de la moral y las
leyes. Las definiciones de suicidio como el acto de terminar con la propia vida
voluntariamente, muerte autoinfligida intencionalmente y otras clásicas3 son va-
liosas, pero incompletas; con el objeto de delimitar más plenamente el concepto
propongo la siguiente definición de suicidio: acción u omisión consciente de una
persona (u otra a petición de esta), promovida contra ella misma con idea, deseo,
intención y resultado de muerte. De todos modos, el análisis de las diferentes
partes de esta definición plantea problemas para delimitar el concepto que se
exponen a continuación.
2 Introducido por el médico y filósofo inglés Thomas Browne en la 2ª ed. de su obra Religio Medici
(parte I sección 44) publicada en 1643. Hasta la creación del neologismo suicidio no se disponía de
un sustantivo específico para designar este fenómeno. Se recurría a diversos circunloquios (terminar
uno mismo con su vida, darse la muerte) para referirse al suicidio. La expresión muerte voluntaria se
encuentra por primera vez en la obra de Cicerón De senectute en el año 44 a. C. (1).
En español existe cierta pobreza de términos, así no se encuentra un nombre para designar a las personas
con deseos e intenciones autodestructivas, llamarlas suicidas (como los anglosajones) no parece muy
apropiado pues el suicidio es potencial no se ha llevado a cabo. En francés hay “suicidario” (suicidaire)
galismo que podría emplearse, aunque sea preferible “suicidante” o “suicidómano”.
3 “Todos los casos de muerte resultantes directa o indirectamente de un acto positivo o pasivo de la
víctima misma que ella conoce producirá este resultado” (Durkheim).
SUICIDIOLOGÍA CLÍNICA 16
Idea de muerte
La capacidad del sujeto de entender el concepto de muerte se ha de considerar otra
de las condiciones necesarias para que exista una conducta suicida, de ahí que no
deben estimarse suicidios las acciones autoagresivas fatales de los niños. El signi-
ficado de muerte como ausencia final no se adquiere hasta un determinado nivel
del desarrollo psíquico: las estadísticas no suelen incluir los suicidios a los niños
por debajo de los 5 años (2), ni a los deficientes mentales (profundos) ni a los
dementes (en un estado de gran deterioro).
Deseo
Otro componente del suicidio, el deseo, también presenta controversias. Así, el
piloto que ha perdido el control del avión y decide estrellarse contra una montaña
antes que caer sobre un edificio habitado, ¿significa realmente que el aviador se
suicida? En la historia también se reseñan actos autodestructivos cuya naturaleza
suicida resulta discutible5. Otros límites confusos del deseo están en los suicidios ins-
titucionales o de terroristas6. Esta forma de quitarse la vida algunos la denominan
4 Abimelec, rey de Siquem, tras sitiar la ciudad de Tebes, entra en la ciudad. Los habitantes se encerraron
en una torre fortificada, al pretender asaltarla, una mujer le arrojó una piedra, lesionándole la cabeza,
al verse herido físicamente y en su orgullo ordenó al escudero que le atravesara la espada; de este
modo evitaba el bochorno de haber sido matado por una fémina. (Jueces 9:26-54) Este supuesto sería
semejante a la orden que dio el rey Saúl a su escudero de que le matara (1 Samuel 31:3-6).
5 Nerón ordenó a Séneca que se matara a sí mismo. El filósofo ingirió la cicuta, por tanto tenía inten-
ción de morir al tomarla, pero le faltaba el deseo de ejecutar el acto: ¿es la acción que realiza suicida?
También al General Edwin Rommel, acusado de alta traición durante la II Guerra Mundial, se le instó
a escoger entre ser ejecutado tras un juicio condenatorio o quitarse él la vida y conservar los honores y
la pensión para la familia. La llegada nocturna al domicilio de una persona de ciertos grupos políticos
enemigos en un periodo de nuestra Guerra Civil suponía la clara señal de que venían para asesinarle,
quitarse la vida en esta situación, no entrañaba deseos de morir.
6 En el llamado suicidio institucional (inmolación de la viuda en la pira funeraria del marido, el hara-kiri
obligatorio, etc.) o en el terrorista suicida puede no existir el deseo de muerte, no obstante la presión
del entorno le lleva a la acción. En los casos mencionados hay acciones contra ellos mismos, pero falta
el deseo de muerte que es una de las características del hecho suicida.
SUICIDIOLOGÍA CLÍNICA 18
suicidio indirecto, término que, como se acaba de exponer, debe evitarse por ser
equívoco; muertes indeseadas resulta más apropiado.
En otras ocasiones, la persona a través del acto suicida intenta evitar una situa-
ción que considera insuperable con las fuerzas que posee, como padecer inaguan-
tables síntomas físicos, de ahí que se emplee a veces en estos casos el nombre de
auto-eutanasia; o llega a suponer que su existencia es una carga onerosa para los
allegados. No quiere realmente morir, sino escapar de tales circunstancias insos-
tenibles o aliviar un pesado lastre para los suyos. También en estos casos falta el
deseo de morir, pero con menos claridad que en los ejemplos del párrafo anterior,
incluyéndose comúnmente entre los suicidios.
Intencionalidad
El propósito suicida supone que el sujeto haya comprendido la naturaleza y
las consecuencias mortales del acto contra sí mismo, consiguientemente la au-
toagresión conlleva expectativas subjetivas de muerte. De este modo, falta deseo a
las personas en los ejemplos que se terminan de citar (piloto, Séneca) pero sus
acciones son intencionadas, se tiene conciencia de su letalidad. Si no se pretende
terminar con la vida, el acto no se debe considerar suicida, como sucede en los
casos siguientes:
La muerte
La definición de suicidio implica la interrupción de la vida. Ahora bien, la rea-
lidad no es tan simple, ya que tampoco este componente de la definición contiene
unos límites claramente señalados. Así, existen numerosas circunstancias, ajenas
al deseo y a la intención del sujeto, que impiden o facilitan la muerte. He aquí,
algunas de ellas:
• Acción u omisión
• Lucidez: grado
• Tipo de instigación: la propia persona, asistido…
• Concepción de la muerte: plena, falta de certeza sobre la irreversibilidad
• Deseo: ligero, mediano, fuerte
• Intención: ídem
• Muerte: medios, personal, prontitud que, de haber existido, no hubiera
acaecido el resultado fatal
SUICIDIOLOGÍA CLÍNICA 20
Animales
Los comportamientos de animales en los que ellos mismos se provocan la
muerte no presentan, como puede deducirse fácilmente, los requisitos propios del
suicidio: no hay ni idea, ni deseo, ni intención de muerte. Sólo el rechazo de comi-
da cuando el animal languidece por añoranza, enferma gravemente o alcanza gran
edad pudiera presentar alguna aproximación en la forma, pues en el fondo nada se
asemeja al suicidio. Algunos curiosos comportamientos autodestructivos –gorriones
volando contra los postes del tendido eléctrico, ratas campestres ahogándose en
el intento de cruzar el río en busca de nuevos territorios– son comportamientos
cuyo estudio corresponde a la biología.
Referencias bibliográficas
Los principales medios que disponemos para indagar las fuentes del suicidio son
la autopsia psicológica, las reuniones de estudio, las ideas y las acciones autodes-
tructivas no fatales, las estadísticas vitales (defunciones), los estudios prospectivos
y las aportaciones de la historia, literatura, cine y medios de comunicación. El
análisis de la mente presuicida resulta extremadamente difícil, pues sólo excepcio-
nalmente se puede entrevistar a una persona en tal situación.
Autopsia psicológica7
Por medio de entrevistas con allegados (amigos, familiares) y profesionales
(maestros, médicos de atención primaria) y de los documentos disponibles (ano-
taciones previas al acto, diarios, cartas, correos electrónicos, vídeos) se intenta con-
seguir información sobre el fallecido: personalidad, estado anímico, psicopatología,
antecedentes personales y familiares, estatus socioeconómico, aspectos culturales,
sin ignorar las circunstancias estresantes y alteraciones somáticas, sobre todo las
próximas al acto que acabó con su vida. En realidad, pues, debe denominarse au-
topsia bio-socio-psicológica. Desde el inicio de su uso, la autopsia psicológica ha pa-
sado a ser uno de los métodos más fructíferos en el estudio de la muerte voluntaria.
No obstante, pese a la primordial validez de los hechos que aportan quienes
conocen al sujeto y los documentos recogidos, tales datos carecen de la insustituible
7 El término autopsia psicológica se aplicó al método empleado por el Centro de Prevención del Suicidio
de Los Ángeles (1) para ayudar a los jueces a esclarecer las causas de ciertas muertes equívocas.
SUICIDIOLOGÍA CLÍNICA 22
Reuniones de estudio
Si el suicidio ha sucedido en una institución (hospital, centro de día) se han
de tener reuniones específicas para analizar la acción autodestructiva llevada a
cabo en el establecimiento. Los datos recogidos, las distintas interpretaciones y
las pertinentes discusiones son medios extremadamente valiosos de aprendizajes
para el personal sanitario, en particular para el médico tratante y para todos los
profesionales encargados del paciente; sin embargo, se ha de estar sensible de no
dañar a los compañeros implicados en estos encuentros clínicos.
Estudios prospectivos
Las investigaciones longitudinales de personas con alto riesgo suicida serían
muy interesantes pero presentan dificultades, aún no superadas: elevado número de
participantes, considerables periodos de tiempo (de 35 a 50 años) para que pueda
llegar a suceder la muerte voluntaria de algunas de tales personas participantes y
un coste elevado.
Limitaciones éticas
Algunos estudios sobre el fenómeno suicida no son éticamente aceptables: pri-
var al paciente de la medicación apropiada para observar sus acciones, administrarle
una sustancia para probar si le induce al comportamiento suicida y conocer su
efecto sobre la tasa de suicidios, formar un grupo control de personas con tenden-
cias suicidas para compararlo con otro que recibe tratamiento; por este motivo, se
ha de recurrir a pacientes que no han recibido tratamiento alguno o éste ha sido
inapropiado para contrastarlos con aquellos pacientes con la terapéutica específica
cuya eficacia se pretende valorar.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
1. Litman RE, Curphey TJ, Shneidman ES, Farberow NL, Tabachnick ND. Investigations
of equivocal suicides. Journal of the American Medical Association (JAMA). 1963;
184:924-929.
II. Causas y
psicodinámica
del suicidio
persona concreta a otra; junto a las autodestrucciones ante un gran trauma externo
(ruina económica, muerte de un ser querido) o una grave enfermedad depresiva
endógena, hay otras autodestrucciones en las que predomina la vulnerabilidad per-
sonal (escasa capacidad de tolerar el sufrimiento y de buscar soluciones); de este
modo, el sujeto carece de medios psicológicos suficientes para hacer frente a las
circunstancias adversas, aunque en sí mismas no sean extremadamente acentuadas.
En otros casos importa sobre todo la disminución de los medios protectores.
Además, entre la predisposición autolítica y los factores desencadenantes hay
procesos mentales activos que intervienen en la decisión final de terminar con la
propia vida y la consiguiente consumación del acto autodestructivo: el grado de
sufrimiento que las causas producen y las perspectivas de eludirlo, los recursos
disponibles para superarlo, el pensamiento dicotómico y rígido. Estos procesos
intermedios corresponden a la psicodinámica, equivalente a la patogenia en la ter-
minología médica.1 Así pues, el suicidio es el resultado de la interacción de varios
y complejos factores etiológicos y psicodinámicos en una persona determinada.
Predisposición-estímulo
Hoy día en los estudios sobre el suicidio se admite que toda persona tiene en
mayor o menor medida una tendencia innata a autodestruirse (el freudiano “ins-
tinto de muerte”) sobre la que actúan otros elementos (pérdida temprana de los
padres, abusos infantiles); estos componentes lejanos determinan la predisposición
(diátesis) al suicidio. Por otro lado, los estímulos, próximos al momento de la acción
autodestructiva son los desencadenantes de la misma: una intoxicación alcohólica, un
episodio depresivo, ciertos traumas psicológicos (familiares, laborales), imitación,
etc. Hay factores etiológicos que unas veces son predisponentes y otras desenca-
denantes. Por ejemplo el trastorno depresivo está a veces en el fondo sobre el que
actúan los traumas psicológicos y éstos pueden otras veces estar siendo tolerados
hasta que la presencia del bajo estado del ánimo precipite la acción autodestructiva.
Interesan sumamente a la clínica, aparte de los factores predisponentes y precipi-
tantes, aquellos que mantienen a lo largo del tiempo el riesgo autodestructivo, como las
enfermedades duraderas (depresiones distímicas) y las circunstancias anómalas per-
sistentes (relaciones familiares o laborales). Estos factores “mantenedores” del riesgo
autodestructivo crónico son de difícil evaluación y complicado manejo terapéutico.
1 La patogenia estudia cómo una causa (etiología) lleva finalmente a producir las manifestaciones de la
enfermedad.
SUICIDIOLOGÍA CLÍNICA 26
Biológicos (genética)
La mayor incidencia de suicidios en ciertas familias no aclara la naturaleza
psicológica o genética de los factores causantes. El estudio de gemelos y personas
adoptadas contribuye a conocer la importancia hereditaria de las acciones auto-
destructivas, como se comprueba en las siguientes investigaciones clásicas:
Psicológicos
Aparte de la genética, los antecedentes familiares de acciones autodestructivas
incrementan la propensión a realizarlas el propio paciente, tras la intervención de
mecanismos psicológicos (traumas emocionales, imitación, ansias de reunirse).
Personalidad
La tendencia inherente a la autodestrucción, la exagerada sensibilidad a ciertas
vivencias afectivas (culpa, vergüenza), el bajo y el infundado alto concepto de sí
mismo (proclive a frustraciones), la pobreza de recursos psicológicos y otras ca-
racterísticas del sujeto (ver cap. VI, personalidad y sus trastornos), la impulsividad
(ver cap. V, evaluación), la orientación sexual (ver cap. VII, homosexualidad),
SUICIDIOLOGÍA CLÍNICA 28
Significado personal
La ruina, el despido laboral, la ruptura sentimental y la enfermedad, constitu-
yen traumas psíquicos cuya importancia comprende la mayoría de las personas;
sin embargo, otras veces el entendimiento de la acción autodestructiva requiere
se considere desde una perspectiva personal: deportistas incapacitados para su ac-
tividad por lesiones específicas, adolescentes que llevan a cabo autodestruccio-
nes por motivos aparentemente insubstanciales (fracaso académico, suspender el
examen del carné de conducir), dueños de un perro tras su muerte. La interpre-
tación subjetiva de ciertos hechos determina el grado de estrés que experimenta
la persona.
La historia también muestra casos similares: judíos célebres (Bettelheim, Primo
Levi, Paul Celan) superaron todo tipo de suplicios en los campos de concentra-
ción durante la Segunda Guerra Mundial; no obstante, una vez liberados termi-
naron ellos mismos con sus vidas. Sólo penetrando en el mundo interior de estos
sujetos se puede llegar a captar el alcance que representaron los diferentes traumas
y otros factores (entre ellos los protectores) en el cautiverio y posteriormente,
para que decidieran acabar con sus vidas, ya liberados.
Modificaciones evolutivas
La importancia subjetiva de los diferentes traumas psicológicos cambia durante
los periodos del ciclo vital. Un estudio sobre el tema (3) muestra que en la ado-
lescencia y en los primeros años de la vida adulta los conflictos interpersonales, las
separaciones y el rechazo son los factores estresantes principales. En los adultos
varones de edad media (entre 40 y 60 años), aunque estos traumas permanecen
entre las víctimas del suicidio, predominan los problemas económicos. En mayores
de 60 años la causa cada vez más presente es la enfermedad, llegando a ser la más
importante en quienes pasan los 80 años.
Influencias genéricas
Hay variaciones genéricas respecto a los traumas psicológicos: en la mujer la
pérdida de una relación de pareja produce un efecto suicidógeno más acentua-
do que en el hombre; esta forma de estrés diádico sigue predominando en las
CAUSAS Y PSICODINÁMICA DEL SUICIDIO 29
féminas, pese a los actuales cambios funcionales de los sexos en la sociedad. Por
otro lado, se observa más sensibilidad masculina a las adversidades profesionales
y de negocios.
Ética
Hay personas que terminan sus vidas pensando en los demás: el piloto men-
cionado en otro capítulo de un descontrolado avión que se estrella contra una
montaña antes de hacerlo contra los edificios de una ciudad o el militar que se
autodestruye por temor a revelar secretos de su ejército al enemigo. Estos y pare-
cidos casos (quizás esté entre ellos el misionero que cuida a infectados del ébola)
plantean la cuestión de la permisividad del suicidio en determinadas ocasiones, tema
perteneciente a la ética (4). Sin embargo, la materia concierne también a la clí-
nica, contenido principal de esta obra, ya que algunos pacientes, como se expone
en este mismo capítulo, creen que son una carga pesada para los suyos y surge en
ellos el deber moral de terminar con sus vidas.
Cultura
Aunque el suicidio, al ser voluntario, supone una decisión personal, está influi-
do por el ambiente cultural. Este determina en mayor o menor medida la natura-
leza y la intensidad de las vivencias psicológicamente traumáticas y si la respuesta
autodestructiva ante las circunstancias estresantes se considera adecuada. En Ja-
pón el fracaso (académico, empresarial) supone una deshonra para la persona y
su familia, y se juzga propia la acción suicida en estas circunstancias. Asimismo, el
grado de identificación con los principios culturales predominantes en el entorno y
la influencia de estos sobre el comportamiento general, y el suicida en particular,
difiere de unas personas a otras. En la actualidad, debido sobre todo a la globa-
lización de las comunicaciones, las personas son culturalmente menos homogéneas
dentro de cada país.
sienten que volverán a tener otras oportunidades iguales o mejores y que disponen
mientras tanto de más tiempo para dedicarlo a los familiares.
Traumas infantiles
Las personas que sufren adversidades –abusos sexuales o físicos– en la niñez se
vuelven más vulnerables (bajo umbral de frustración, impulsividad) a las dificulta-
des que han de enfrentarse en la vida y al padecimiento de alteraciones psiquiátri-
cas (depresión, alcoholismo y drogadicción), aumentando considerablemente de
una forma indirecta el riesgo suicida. En la actualidad, interesantes investigaciones
(Universidad McGil, Montreal) se centran en los mecanismos que explican el
efecto de los impactos en la producción de la psicopatología (5).
CAUSAS Y PSICODINÁMICA DEL SUICIDIO 31
Clases de traumas
-- Relaciones sentimentales
Los amores juveniles suelen llevar consigo un fuerte componente emocional. La
ruptura del romance causa a menudo un estado depresivo, al extinguirse de golpe
una ilusión muy viva. El adolescente, si no dispone de recursos psicológicos para
afrontar una adversidad aguda de esta naturaleza, suele perder el horizonte vital:
el sentido de la existencia se presenta vacío; ello trae a veces a la mente impulsos
suicidas. A otras edades, el final de una pareja sentimental, sobre todo si existía
con anterioridad un mutuo buen entendimiento, también afecta negativa y pro-
fundamente, aunque en general tiene menor efecto suicidógeno.
En las separaciones de parejas, los malestares de la vida se han achacado a menudo
al otro; ahora bien, si las desazones continúan tras la desvinculación, la esperanza
de encontrar el bienestar se disipa. Esta circunstancia puede ser un elemento añadido
a otros que explique el elevado porcentaje de suicidios entre personas divorciadas.
-- Economía
Son varios los factores económicos que pueden incrementar el riesgo suicida.
-- Sociales
Las relaciones sociales pueden ser deficientes (huérfanos, solteros, separados,
sin amigos de confianza) o traumáticas (abusos en la infancia, tensiones familia-
res o laborales). Se exponen a continuación algunas circunstancias en las que los
factores sociales están implicados.
2 El niño pequeño ha de someterse a una prueba para ser admitido a una buena guardería, de donde se
escogen los alumnos de una escuela primaria de calidad. De esta depende la categoría del centro de
enseñanza secundaria y de este el prestigio de la universidad que le admite. Las pruebas son cada vez
más selectivas y con pocas posibilidades de recuperación. El trauma psicológico que conlleva la pugna
permanente puede contribuir al proceso autolítico en personas predispuestas; por esta razón, se explica
en gran parte el aumento de suicidios en febrero cuando tienen lugar los exámenes. Un suspenso sig-
nifica en la cultura nipona una vergüenza para el estudiante y su familia; al fallar se le cierran al joven
posibilidades académicas y se dificulta el éxito en el futuro. Alemania y el Reino Unido se asemejan en
menor grado a la sociedad japonesa en la rivalidad para conseguir una plaza de alto nivel académico.
En España todavía no estamos en esta extrema situación competitiva, pese a observarse una progresiva
y peligrosa aproximación.
SUICIDIOLOGÍA CLÍNICA 34
Vivencias afectivas
Los traumas psíquicos estudiados generan emociones y sentimientos que son
realmente los factores suicidógenos.
-- Vergüenza y honor
Algunos hechos (inculpación judicial, difusión mediática de rumores o noticias
vejatorias) producen a veces profundo bochorno en quienes son propensos a sentir
exageradas emociones de vergüenza o de honor; de ahí el riesgo de acciones auto-
líticas, sobre todo impulsivas, que estas personas presentan ante la deshonra públi-
ca3. La muerte voluntaria de un ejecutivo japonés tras la quiebra de su empresa se
acepta culturalmente para evitar vergüenza a la familia actual y venidera. También
puede incluirse, aunque no se considere plenamente un sentimiento noble, la ten-
3 En agosto de 1923 la prestigiosa revista Nature publica un artículo en el que acusa de fraude científico
a Paul Kammerer (uno de los más reputados biólogos de la época): había inyectado tinta china en los
ejemplares de batracios (“sapos parteros”) para demostrar sus teorías evolucionistas. Paul Kammerer
mes y medio más tarde acabó con su vida de un tiro en la cabeza.
CAUSAS Y PSICODINÁMICA DEL SUICIDIO 35
-- Culpa y expiación
En ocasiones, el trauma psicológico se origina en comportamientos que, al consi-
derarlos el actor reprobables, generan remordimientos y estos a su vez ideas de ac-
tuar contra sí mismo, como si fuera una pena reparadora ante su indigno acto: “No
merezco vivir, he abusado de un menor”, “Haber causado la muerte de una persona
con mi coche me impulsa a quitarme la vida”. La acción autolítica puede comple-
tarse como prevención: “De seguir viviendo puedo herir a alguien al conducir bajo
los efectos del alcohol o agredirle durante una crisis mental”. Estos sentimientos
son más acentuados en sujetos exigentes consigo mismos. La relación del comporta-
miento suicida con la culpa por las acciones del combate y por ser superviviente se
encuentra en antiguos combatientes de la guerra del Vietnam, como antes se había
observado en los judíos que evitaron el exterminio o las torturas en la Alemania nazi.
-- Carga
La impresión de ser un estorbo para los seres queridos es a veces motivo de
suicidio: el sujeto piensa que perjudica a los suyos. Esta vivencia, comprensible
4 Charondas, legislador de Catana, colonia griega en Sicilia promulgó una ley que prohibía llevar armas
en las asambleas públicas. Charondas llevó una espada a una reunión. Al ser reprochado por un ciuda-
dano de estar vulnerando la ley desenvainó el arma y se quitó la vida; posiblemente tras experimentar
vergüenza. Girolamo Cardano (1501-1576), médico prestigioso, profesor de la Facultad de Medicina
de Pavía y Bolonia, aficionado a la astrología, a través de su propio horóscopo, llegó a predecir la hora
y el día de su muerte. Cuando transcurrió la fecha y se encontraba bien de salud, Cardano acabó él
mismo con su vida; posiblemente para no afrontar el bochorno de haberse equivocado en la predicción
de su muerte. Así también sucedió con Alejandro El Magno, Demóstenes, Cato El Joven y numerosos
casos en los que las personas han preferido acabar ellas mismas con sus vidas antes de pasar a una
situación personal intolerable (ser sometido a juicio). Y Shakespeare en uno de sus poemas narrativos
cuenta como Lucrecia, una vez violada, se mata ella misma para afirmar su honra.
SUICIDIOLOGÍA CLÍNICA 36
Ambivalencia
Durante un periodo más o menos largo antes del acto autodestructivo, el sujeto
generalmente quiere y no quiere autodestruirse; coexisten a veces en proporciones
similares las fuerzas tendentes a la autodestrucción y las que se oponen a ello. En
unos momentos piensa que es mejor terminar de una vez con todo mientras en
otros no se atreve al acto autolítico o mantiene la esperanza de encontrar una
alternativa a quitarse la vida. Los planes que a menudo el sujeto había realizado
(billetes de avión y de crucero, reservas de un restaurante, citas con el dentista)
para fechas posteriores a la del suicidio indican las posibles dudas de algunas de
estas personas de acabar con sus vidas; por otro lado, se ha observado en algún
caso la mano del cadáver cogida al auricular del teléfono (posible petición de ayu-
SUICIDIOLOGÍA CLÍNICA 42
da). En una interesante investigación (11) se aporta un dato que muestra esta
ambivalencia: algunos de los veintitantos supervivientes que se arrojaron desde el
famoso Puente Puerta Dorada (Golden Gate Bridge) en San Francisco cambiaron
su voluntad tras dar el salto.
En la misma acción autodestructiva se manifiesta a veces la ambivalencia res-
pecto al deseo de morir: el sujeto quiere dejar la muerte o la supervivencia a las
eventualidades del azar, concediendo la posibilidad de seguir viviendo a la inter-
vención de acontecimientos fortuitos o extraordinarios; ejemplos: conducir un
vehículo temerariamente (en sentido contrario), jugarse la vida a la ruleta rusa
dejando que las circunstancias actúen a favor o en contra del acto autodestructivo;
ingerir substancias tóxicas, abandonando al organismo a la posibilidad de superar
la sobredosis o a la llegada a tiempo de alguien para socorrerle; emplear serpien-
tes venenosas en servicios religiosos (fundamentalist snake handlers) poniendo en
manos divina la suerte. Si la supervivencia ocurre se puede atribuir a un signifi-
cado mágico del destino, o a la mediación de un ser superior, disminuyendo así la
tendencia autolítica ya que la persona llega a veces a sentir que no está sola y debe
hacer frente a los problemas que han ocasionado el intento.
La ambivalencia se encuentra incluso cuando los factores de riesgo (pistola en
las sienes, colgado de un puente, la cabeza metida en una cuerda) están presentes,
pues en algunos de estos casos la oportuna intervención de una persona ha hecho
desistir al sujeto de autodestruirse. En estas disyuntivas, pequeños elementos pueden
ser desequilibrantes; así, un paciente nuestro se fue al campo con la soga prepara-
da para ahorcarse y mientras la colocaba en el árbol una perrita apareció con “un
alegre saludo”, este hecho le hizo desistir de su intento autolítico.
Así pues, el impulso de autodestruirse se enfrenta a diversos mecanismos de
control de los que dispone el hombre para no interrumpir voluntariamente su
propia existencia; son los factores protectores (familiares, religiosos, morales, ca-
racterísticas personales), manteniéndose la ambivalencia en una gran mayoría de
los casos hasta el último momento. El clínico en la intervención terapéutica ha de
estar del lado de los factores que le adhieren a la vida.
Una cuestión básica que se plantea a menudo en suicidología se refiere a cómo
factores de riesgo similares llevan al suicidio a unas personas y a otras no; así
personas mayores con dolores, depresión, aislamiento social se suicidan y otras, la
inmensa mayoría, con los mismos padecimientos y problemas no lo hacen. Hay,
pues, aspectos personales que son transcendentales para conocer la dinámica au-
todestructiva.
CAUSAS Y PSICODINÁMICA DEL SUICIDIO 43
Referencias bibliográficas
1. Roy, Segal NL, Centerwall BS, Robinette CD. Suicide in twins. Arch Gen Psychiatry.
1991 enero; 48(1):29-32.
2. Schulsinger R, Kety S, Rosenthal D, Wender P. A family study of suicide. En: Schou M,
Stromgren E, coordinadores. Prevention and Treatment of Afective Disorders. Nueva
York: Academic Press; 1979. p. 277-287.
3. Rich C L, Warstadt GM, Nemiroff RA, Fowler RC, Young D. Suicide, stressors, and the
life cycle. Am J Psychiatry. 1991; 148(4):524-527.
4. Cosculluela V. The Ethics of Suicide Prevention. Int J Appl Philos. 1994; 9(1):35-41.
Mehta SJ, Dolor abdominal. En: Friedman HH, coordinador. Manual de Diagnóstico
Médico. 5ª ed. Barcelona: Masson; 2004. p. 183-90.
5. Labonté B, Turecki G. Epigenetics. En: Koslow SH, Ruiz P, Nemeroff CB, coordina-
dores. A Concise Guide to Understanding Suicide Epidemiology, Pathophysiology and
Prevention. Nueva york: Cambridge University Press; 2014. p. 288-306.
6. Zimmerman SL. States public welfare expenditures as predictors of state suicide rates.
Suicide Life Threat Behav. 1987; 17(4):271-87.
7. Reeves A, McKee M, Stuckler D. Economic suicides in the Great Recession in Euro-
pe and North America Br J Psychiatry. 2014 sep; 205(3):246-7. doi: 10.1192/bjp.
bp.114.144766. Epub 2014 Jun 12.
8. Evans G y Farberow N. The Encyclopedia Of Suicide. 2ª ed. Nueva York: Facts On file
Library of Health and Living; 2003.
9. Leighton A, Hughes CC. Notes on Eskimo patterns of suicide. S.J. Anthropol. 1955;
11(4):327-338.
10. Hotchner AE. Hemingway, Hounded by the Feds. The New York Times. 1 de Julio
2011; A19.
11. Seiden R.H. Where are they now? A follow-up study of suicide attempters from the
Golden Gate Bridge. Suicide Life Threat Behav. 1978; 8 (4):203-16.
III. Método
Disponibilidad
El método destructivo que está más a mano suele ser el elegido para realizar el
acto; así sucede frecuentemente cuando la persona posee un arma de fuego: el poli-
cía, cazador. Ante la dificultad de adecuar otro método que no sea el ahorcamien-
to, en las prisiones el interno se las ingenia para lograr un lazo corredizo (sábanas,
cordones de los zapatos, cinturones, cuerda de alguna bolsa) y un soporte (pomo
de una puerta) sobre el que suspenderlo; luego tras introducir la cabeza basta in-
clinarse hacia adelante, estando sentado o de rodillas. Los agricultores escogen los
herbicidas e insecticidas que son utilizados en las faenas del campo.
Conocimiento
La experiencia con un medio letal favorece la elección para realizar el acto sui-
cida, por ejemplo el militar, además del fácil acceso a las armas de fuego, domina su
funcionamiento. Ante la duda del mecanismo del método suicida, la persona tiende
a escoger uno de mayor simplicidad técnica.
MÉTODO 45
Género
Las mujeres más que los hombres suelen servirse de métodos poco violentos como
la ingestión de ciertas substancias (fármacos) y la inhalación de gases en vez de los
más brutales. Son varias las explicaciones posibles a la preferente elección por parte
de la mujer de medios menos bruscos: miedo a perder la apariencia e, incluso, al
desfiguramiento; preocupación de que sus hijos, sobre todo si son aún dependientes
de ella, vean la escena del cadáver de la forma menos traumática posible; falta de
experiencia con uno de los métodos más violentos (armas de fuego). Por otra parte,
la supuesta mayor ambivalencia de la mujer que el varón respecto al deseo y a la in-
tención de suicidarse explica que escoja la ingestión de tóxicos que, a diferencia de
otros medios, no lleva a la muerte instantánea. Es posible que el mayor porcentaje
de suicidios masculinos se deba en parte a la alta letalidad de los métodos empleados.
Edad
En la senectud se suelen emplear métodos más violentos que en la adolescencia,
debido al más fuerte deseo e intención de autodestruirse.
Imitación
La persona a veces se vale del mismo medio que empleó un allegado o conocido
suyo. Otras veces termina con la propia vida de la misma manera que alguien
famoso lo hizo, de ahí el cuidado que se aconseja a los medios de comunicación,
al difundir noticias de suicidios, de no detallar el método empleado (ver cap. IX,
el factor mediático).
Significado de la muerte
El método del que se sirve una persona para acabar con su vida puede estar
influido por lo que la muerte simboliza para ella; así la sobredosis de tranquili-
zantes o hipnóticos constituye la forma elegida por quienes equiparan la muerte
a un sueño permanente.
Mensaje
La inmolación suele ser el modo de suicidarse de quienes ansían expresar in-
tensas emociones o ideales a un amplio entorno (a veces a toda la Humanidad).
La mortífera huelga de hambre pretende el logro de reivindicaciones (políticas,
sociales, religiosas).
SUICIDIOLOGÍA CLÍNICA 46
Estado mental
Los pacientes psicóticos, especialmente en estado agudo, emplean con más fre-
cuencia que otras personas métodos raros, por ejemplo: el fuego.
Disimulación
Cuando el sujeto pretende despistar respecto a las causas de la muerte apa-
renta una caída fortuita desde lugares altos, finge un atropello por un camión,
se ahoga en zonas sin testigos o provoca un accidente con su propio automóvil
(autocidio).
Cultura
En los asiáticos de EE. UU., la ahorcadura constituye un método frecuente para
consumar el suicidio; no obstante, va aumentando en ellos los suicidios con armas
de fuego posiblemente debido a la creciente asimilación de la cultura americana
(1). La precipitación es un método común entre los chinos de Hong Kong y los
negros de Nueva York.
Periodo histórico
Un estudio realizado sobre 54 casos en la Edad Media (2) revela que el ahor-
camiento era el método más común –32 casos–, seguido de la sumersión –12
casos–, el cuchillo –5 casos– y la precipitación –4 casos–.
Internet
La red informática a través de los foros prosuicidios y de grupos formados
por personas con tendencias suicidas influye de un modo creciente, desde finales
del siglo pasado, en la elección de los métodos autodestructivos. Distribuye infor-
mación relativa a los métodos (instrucciones para su uso, seguridad mortífera,
tiempo de actuación, dolor que conllevan) e, incluso, se llegan a apuntar trucos
para obtener materiales mortíferos como hacerse pasar por jardinero, soldador,
joyero o trabajador de otro oficio para pedir preparados, sin levantar sospechas
de su intención de uso letal (3).
La red evita el control de las aduanas y permite el acceso fuera del ámbito local.
Si al preguntar acerca de los planes suicidas el paciente manifiesta que tiene en
mente un medio raro (un gas inerte), desconocido en los ámbitos en los que se
desenvuelve el sujeto, se ha de pensar que el dato se ha obtenido en internet.
MÉTODO 47
Clases
1. Traumáticos
Armas de fuego (pistolas), blancas (tijeras) y explosivos (terroristas)
Precipitaciones
Atropellos (trenes)
Quemaduras, inmolación
2. Asfixia
Ahorcamiento. Estrangulación
Gases y vapores (también tóxicos)
Plástico
Sumersión
3. Ingestión de tóxicos
Fármacos (ansiolíticos, antidepresivos) y venenos (sosa cáustica, pes-
ticidas)
4. Otros
El coche (autocidio), hambre, sida, agua, provocando a policías
Traumáticos
Armas
Desde que las armas de fuego aparecieron en la historia, el hombre se ha servi-
do de ellas para acciones suicidas. Su uso para tal fin lo protagonizan sobre todo
quienes disponen fácilmente de estas armas: militares, cazadores, armadores, habi-
tantes de EE. UU. En este país es el método más frecuente de consumar el suicidio
por parte de los hombres, aunque en los últimos años cada vez es más común que
las mujeres escojan las armas de fuego para suicidarse.
Las armas blancas son los objetos cortantes (cuchillos, cuchillas de afeitar), y
punzantes (agujas, tijeras, espadas); entre las zonas más frecuentemente heridas
están el cuello, el tórax y las muñecas; en el hara-kiri las lesiones se efectúan en el
abdomen. Los cortes y puñaladas son dolorosos.
SUICIDIOLOGÍA CLÍNICA 48
Precipitación
Arrojarse al vacío desde lugares altos (terrazas, balcones, ventanas, escaleras,
puentes, montañas) es otro modo de llevar a cabo la autodestrucción1. Los sujetos
hospitalizados prefieren a menudo este método y, en ciertas ciudades como Hong
Kong, abundan los suicidios por despeñamiento. Cada zona geográfica cuenta con
parajes escogidos más frecuentemente para tirarse desde sus alturas.
Atropellamiento
Lanzarse al paso de un coche o, sobre todo, de un tren, es otra manera de au-
todestrucción común.
Fuego
Las pocas veces que las llamas se emplean como método autolítico suelen ser
psicóticos en respuesta a su psicopatología (alucinaciones imperativas, ideas deli-
rantes). Las quemaduras corporales de escasa letalidad se observan a veces en las
lesiones autolíticas sin intenciones suicidas.
En la historia se encuentran llamativos ejemplos de autoinmolación2.
Asfixia
Ahorcamiento
Es el método más empleado en el mundo3 desde los tiempos remotos (en la mito-
logía maya Ixtab, la diosa del suicidio, está representada como un cadáver parcial-
mente descompuesto con sus ojos cerrados, colgando de un árbol). En ciertos luga-
res (calabozos, cárceles) es el medio más generalizado de realizar el acto autolítico.
1 La altura más elevada (y constatada) desde donde se precipitó una persona (mujer de 24 años) y
sobrevivió está en los 250 pies (76.2 m). El hecho sucedió en Inglaterra (4).
2 Antiguo Testamento: el General Zimri (Kings 16:18) usurpa durante unos días el trono de Israel en
el año 876 a. C. Tras la toma de la ciudad de Tirzah, se da cuenta de la desesperada situación. Se mete
en la casa del rey y la prende fuego.
Grecia Cásica: el filósofo griego Peregrinus Proteus se quemó en 165 a. C.
Cultura Suttee (sati) en la India: la viuda se arroja a la pira funeraria durante la cremación del marido.
Protesta política: el monje budista Thich Quang Doc se quemó públicamente en Saigón en 1963; el
estudiante checo Jan Palach en 1969 se inmoló como un acto político contra la entonces Unión Soviética.
3 En los países donde la sentencia de muerte se ejecuta por la ahorcadura, la tasa de suicidio por este
método baja considerablemente. Pues el suicida, a no ser que pretenda autocastigarse, elige otro medio
que no se asemeje al de los criminales (5).
MÉTODO 49
Gases y vapores
Monóxido de carbono: este gas forma carboxihemoglobina que al tener gran afi-
nidad por la hemoglobina de los glóbulos rojos impide así la llegada suficiente
de oxígeno a las diferentes partes del cuerpo. La intoxicación produce pérdida
de conciencia y por ello no ocasiona dolor. La reducción del monóxido de carbo-
no a menos del 1% del gas doméstico en Inglaterra y País de Gales disminuyó
claramente la tasa de suicidios (ver epidemiología). Se han empleado otros pro-
cedimientos para llevar el monóxido al organismo tales como poner en marcha
el automóvil con el garaje bien cerrado, introducir el gas del tubo de escape en
el interior del automóvil con la ayuda de un conducto (manguera) o el recurso
de quemar el carbón en un asador de barbacoa.
Helio: La 3ª edición de libro Salida final (Final Exit) dedica a la asfixia produ-
cida por este gas un capítulo titulado “Una vía más rápida: gases inertes” (“A
speedier Way: Inert Gases”) y desde entonces, 2002, ha pasado a ser un método
más de autodestrucción.
Plástico
El método consiste en introducir la cabeza en una bolsa, evitando de este modo
la respiración normal; la persona a veces cierra la apertura para incrementar la
letalidad. El uso de este método de asfixia aumentó considerablemente al recomen-
darse también en el citado libro Salida Final.
Inmersión
Lugares con agua (mar, río, estanque, pozo, bañera) se eligen en ocasiones para
la acción autodestructiva. A veces se introducen piedras u objetos pesados en los
vestidos para asegurar la fatalidad del acto.
Fármacos y tóxicos
La sobredosis de psicotropos constituye el método menos brutal. Esta forma de
consumar el suicidio fascina a ciertas personas, principalmente a las mujeres, pues
creen que inducen un sueño feliz; otros fármacos usados son analgésicos, corti-
coides, etc. Los enfermos suelen acumular medicamentos de las prescripciones
propias y de los familiares o de los fármacos que pueden obtenerse sin receta (p.
ej.: aspirina). En las redes sociales se llegan a dar sugerencias acerca del modo de
simular síntomas para conseguir la prescripción de analgésicos y tranquilizantes.
SUICIDIOLOGÍA CLÍNICA 50
Por otro lado, las sobredosis de los drogadictos no implican en general deseo e
intención de muerte, la mayoría de ellos escogen otros métodos autodestructivos
distintos a la sustancia que están consumiendo (6).
El índice fatal de toxicidad es la frecuencia con la que un determinado fármaco
causa voluntariamente una sobredosis fatal; se calcula al poner en el numerador
el número de casos de muertes suicidas producidas por el fármaco y en el deno-
minador el número de prescripciones durante un tiempo y un lugar determinado.
El índice más alto corresponde a los tricíclicos, pues estos fármacos, sólo en dosis
algo más altas que las terapéuticas, pueden ocasionar complicaciones cardiacas,
crisis epilépticas, coma e incluso la muerte y, además, estos preparados están
indicados precisamente en las depresiones más intensas y, consiguientemente, de
mayor riesgo suicida.
La tendencia a sustituir los tricíclicos por otros fármacos menos tóxicos en las
depresiones graves (fluoxetina, trazodone, venlafaxina) no creemos que suponga
realmente un beneficio terapéutico para un notable número de pacientes. Aunque
puedan aumentar el riesgo suicida en algunos casos, los preparados tricíclicos
actúan hoy día más eficazmente que otros en un alto número de pacientes con al-
teraciones severas en el restablecimiento del ánimo, que es la mejor forma de pre-
venir el suicidio; por otra parte, la sustitución de los antidepresivos tricíclicos, fre-
cuente en la actualidad, no ha modificado substancialmente las cifras de suicidios.
La ingestión voluntaria de un tóxico indica comúnmente un deseo e intenciona-
lidad mayor que la de un fármaco. En general se eligen la sosa cáustica y los insec-
ticidas al estar más disponibles en el hogar y los pesticidas en zonas rurales; más
raramente se ingieren cianuro, arsénico, mercurio e, incluso, venenos raros (arañas
venenosas) según la singularidad personal y las sugerencias a través de internet.
Otros métodos
4 Cleantes de Aso (c. 331-c. 232 a. C.). Según relata Laercio (historiador griego de la filosofía), a la edad
de 99 años el médico aconseja a Cleantes, filósofo griego perteneciente a la escuela de los estoicos, no
MÉTODO 51
como práctica religiosa (uno de los ritos de la religión Jain, practicada particu-
larmente en la India, denominado Sallekhana).
Agua: se han descrito personas cuyo método de suicidio ha sido la ingestión hí-
drica excesiva que ha producido una hiperhidratación tóxica fatal.
Sida: en la literatura se refieren casos en los que el contagio voluntario del sida
fue el método de suicidio (7).
Vehículo: el automóvil u otro medio de locomoción puede elegirse como méto-
do para consumar el suicidio (autocidio); así, el acto autodestructivo toma la
apariencia de accidente. Se pretende justamente encubrir a la sociedad, y sobre
todo a la familia, el acto suicida y evitar con ello el estigma consiguiente. Un
paciente mío ingirió altas dosis del tranquilizante prescrito con objeto de tener
un percance fatal mientras conducía. Otros se estrellan o precipitan desde las
alturas. Es el suicidio enmascarado.
Policía: el sujeto se enfrenta a oponentes armados o más fuertes y experimenta-
dos que él, comportándose de tal modo que presiona generalmente a un policía
al empleo del arma o de la fuerza; la aparente víctima participa voluntariamente
en los hechos que llevan a su muerte; en cierto modo se trata de un suicidio
asistido, aunque el ejecutor del acto desconoce las intenciones suicidas del suje-
to que muere. Esta forma de muerte voluntaria se denomina de varias formas:
“Suicidio por policía” (“suicide by cop”), “homicidio precipitado por la víctima”,
“heterosuicidio”.
Referencias bibliográficas
comer durante dos días debido a una inflamación en las encías. Pasado este tiempo, pese a habérsele
dicho que ya podía comer, considera que ha llegado lejos en el camino hacia la muerte y decide dejar
totalmente la toma de alimentos hasta el desenlace fatal.
SUICIDIOLOGÍA CLÍNICA 52
2. Schmitt JC. Le suicide au Moyen Age. Annales E.S.C (Économies. Sociétés. Civilisa-
tions). 1976; 31:3-28.
3. Sawer P. Predators tell children how to kill themselves. The Telegraph. 17 de febrero
de 2008. http://www.telegraph.co.uk/core.
4. Lukas GM, Hutton JE. Jr., Lim RC, Mathewson C. Injuries sustained from high veloci-
ty impact with water: an experience from the Golden Gate Bridge. J. of Trauma.1981;
21(8):612-618.
5. Farmer R, Rhode J. Effect of availability and acceptability of lethal instruments on
suicide mortality: An analysis of some international data. Acta Psychiatr Scand. 1980;
62(5):436-446.
6. Bohnert ASB, Roeder K, Ilgen MA. Unintentional overdoses and suicide among
substance users: A review of overlap and risk factors. Drug Alcohol Depend. 2010;
110(3):183-192.
7. Frances RJ, Wikstrom T, Alcena V. Contracting AIDS as a means of committing suici-
de. [casos, carta]; Am J Psychiatry. 1985; 142(5):656.
IV. Epidemiología
Por otra parte, en los datos estadísticos aparecen errores de índole contraria: se
incluyen algunas muertes (caídas desafortunadas desde una altura, accidente au-
tomovilístico, altas dosis de hipnóticos para conseguir el sueño) como si hubieran
sido voluntarias. Son estos casos, falsos positivos, notablemente menos frecuentes
que los negativos por las razones mencionadas.
Pese a todas las limitaciones expuestas respecto a los documentos oficiales (cer-
tificados de defunción, información de los juzgados) y otras respecto a las esta-
dísticas vitales (tasa de mortalidad), estos son casi la única información de la que
dispone la epidemiología, por lo que su aportación se ha de considerar importante.
Como sucede en general con los datos sirve el dicho de que “más vale tener una
idea aproximada que no tener ninguna”.
Algunos autores (1) proponen alcanzar acuerdos respecto a las definiciones
estándar del fenómeno suicida que permitan una mayor fiabilidad y consistencia
del estudio del mismo al igual que ha sucedido con la Clasificación Internacional
de las Enfermedades en general (CIE) y con el Manual Diagnóstico y Estadísti-
co (DSM) de la Asociación Americana de Psiquiatría (APA). Estas definiciones
estándar son importantes para el progreso de la suicidología, entre otras ventajas
se facilitaría comparar la tasa de suicidios a nivel nacional e internacional. Este
1 Desde la existencia de los Institutos de Medicina Legal los informes son más impersonales, al no tener
el forense contacto directo con los familiares como sucedía antes.
EPIDEMIOLOGÍA 55
objetivo es difícil de conseguir, aunque, al igual que sucedió con las clasificaciones
mencionadas, las diferentes ediciones tienden a mejorar las anteriores y así puede
ser con el fenómeno suicida.
Tasa de suicidios
La tasa de suicidios se refiere al número relativo de casos en una población ge-
neral o específica durante un tiempo determinado. La cifra que resulta de dividir el
número de suicidios entre el número de habitantes de la población estudiada duran-
te un tiempo (comúnmente un año) se multiplica por una constante (generalmente
100.000) para evitar fracciones: nº de suicidios/población X 100.000. A lo largo
de las últimas décadas han existido modificaciones entre los diferentes subgrupos de
edad, sexo y raza, aunque la tasa global de suicidio ha permanecido relativamente
constante. A continuación se estudian la tasa de las diferentes variables:
• Edad
• Género: maternidad, embarazo, puerperio, menstruación, menopausia
• Estado civil
• Socioeconomía
• Ocupación
• Naciones
• Etnia
• Religión
• Homosexualidad
• Lugar de residencia
• Otros: inmigración, prisiones, juego, clima, efecto calendario (vacaciones,
aniversarios, época del año, día) hermanos, guerra, política y obesidad
Edad
En los últimos años los suicidios de jóvenes han crecido considerablemente,
siendo ya la segunda causa de muerte por debajo de los accidentes en varios
países del mundo occidental. Sin embargo, corresponde a la vejez la mayor pro-
porción de suicidios; aunque en algunos países como EE. UU. la tasa más alta de
suicidios aparece en las mujeres antes que en el hombre entre los 45 y 55 años
y luego baja ligeramente.
SUICIDIOLOGÍA CLÍNICA 56
Género
Pese a la considerable mayor presencia de trastornos depresivos e intentos
autolíticos en las mujeres (factores primordiales de riesgo suicida) que en los
hombres, la tasa de suicidios femeninos es de tres a cuatro veces más baja que
la de los masculinos; esta discordancia es la denominada “paradoja de género del
comportamiento suicida”. En la sección dedicada a las mujeres (cap. VII) se estudian
más extensamente los aspectos siguientes:
Estado civil
En relación con el matrimonio, la distribución de suicidios, de los más altos a
los más bajos, son los siguientes: viudos, separados, solteros, casados y estos con hijos.
El matrimonio protege del suicidio más al hombre que a la mujer. Un estudio
(2) asigna a la viudez reciente un mayor efecto suidógeno en jóvenes adultos que
en personas mayores, en las que el divorcio supone un riesgo superior. En los
estudios actuales deberán aportarse datos epidemiológicos sobre las parejas no
matrimoniales según su estabilidad y la existencia de hijos.
Socioeconomía
Pese a que “el suicidio es muy democrático”, como apunta el suicidólogo R. W.
Maris, las muertes voluntarias predominan en las clases bajas. En términos gene-
rales, una tercera parte de las personas que se suicida está desocupada. Este dato es
comprensible, pues el paro acarrea a menudo, además de falta de recursos econó-
micos, otros factores estresantes: bajo concepto de sí mismo, horas al día sin acti-
vidad que aporte sentido a la vida, el consumo alcohólico excesivo o la drogadic-
ción, menos factores protectores del suicidio (frecuentes discordias familiares)…
Asimismo el porcentaje de suicidios aumenta en personas cuyo estatus social
mengua, pues la bajada a un rango inferior de clase conlleva generalmente cir-
EPIDEMIOLOGÍA 57
Ocupación
La tasa de muertes voluntarias de un oficio o profesión está relacionada con
uno o varios de los factores siguientes (3):
2 Según un estudio de treinta escritores creativos (6), el 80% cumplían los criterios de padecer un trastorno
depresivo, el 43% los de trastorno bipolar y dos casos se habían suicidado. Estas cifras comparadas con
otras profesiones y con la población general son claramente superiores.
SUICIDIOLOGÍA CLÍNICA 58
Naciones
Las cifras de suicidios en diferentes poblaciones sólo son comparables si se
emplean los mismos procedimientos en la recogida de los datos; sin embargo, las
estadísticas internacionales no cumplen generalmente tales requisitos. En los paí-
ses cuya sociedad considera en cierto modo aceptable la terminación voluntaria
de la vida, la investigación de los diferentes tipos de muertes presenta menos
dificultades que en aquellos con fuertes actitudes prohibitivas (sociales, culturales,
religiosas) donde se tiende a ocultar la autodestrucción como causa de la muerte;
de este modo, se entorpece en tales sociedades conocer la cifra real de suicidios.
Ahora bien, dentro de cada país tiene gran interés estudiar las tasas de suicidios a lo
largo del tiempo y en sus diferentes zonas, pues hay cierta uniformidad respecto a
las normas culturales y los requisitos legales para llegar a los datos.
Por otro lado, según algunos autores las inexactitudes en el recuento de los
suicidios de un país no alteran suficientemente los datos como para invalidar las
estadísticas oficiales (7).
Hay otros factores además de los procedimientos de certificación que influyen en
las tasas de suicidio de una determinada nación: el consumo de alcohol y sustan-
cias adictivas, la frecuencia de trastornos psiquiátricos (sobre todo depresiones),
la existencia de planes de tratamiento y prevención, proporción de las distintas
edades (un elevado número de personas mayores aumentará la tasa), la estructura
de la sociedad (menor regulación e integración de sus miembros mayor porcentaje
de suicidios).
Debido a la índole clínica de la obra no se dedica espacio a las específicas
estadísticas nacionales. El lector interesado puede encontrar los pertinentes da-
tos en las páginas webs de la Organización Mundial de la Salud y del Instituto
Nacional de Estadística.
Etnia
En los estudios epidemiológicos resulta difícil saber la influencia separada de
la etnia y de la cultura. Destacan, sobre todo, los estudios realizados acerca de los
negros americanos cuyo porcentaje de suicidios baja en relación con la población
general, si bien se observa en ellos una mayor frecuencia de homicidios. Algunas
interpretaciones apuntan a una interconexión entre estos datos, de tal modo que
EPIDEMIOLOGÍA 59
Religión
La tasa de suicidios es baja en unas naciones tradicionalmente católicas (Italia,
España e Irlanda), sin embargo la proporción sube en otras también católicas
(Hungría y Austria). En Suecia, Dinamarca y Finlandia, protestantes, el porcentaje
es alto; en Noruega, también protestante, la tasa de suicidios resulta ser compara-
tivamente menor, aunque las frecuencias tienden a acercarse3.
Homosexualidad
Pese a los progresivos avances respecto a la aceptación de la sexualidad entre
personas del mismo género, los homosexuales aún hoy han de soportar intensos
conflictos; consumen más substancias adictivas y padecen más el sida que los
heterosexuales; estas circunstancias explican el aumento de la tasa de suicidios en
ellos. De todos modos, las investigaciones estadísticas son difíciles de realizar dada la
tendencia a ocultar la homosexualidad, incluidos los datos obtenidos de la autop-
sia psicológica (ver homosexualidad en el cap. VII).
Lugar de residencia
Los datos estadísticos de suicidios en poblaciones rurales y urbanas son dis-
cordantes, pues mientras algunos estudios muestran un porcentaje más elevado
en los pueblos, otros aportan cifras superiores de suicidios en la ciudad. Esta
3 Así, en 1970 la tasa de suicidios en Suecia y Dinamarca acanzaba hasta el 22/100.000 mientras que
en Noruega era casi tres veces menor. No obstante, en 1990 los porcentajes se aproximaron, pues en
Suecia y Dinamarca bajó a 17/100.000 y en Noruega subió a 15/100.000.
SUICIDIOLOGÍA CLÍNICA 60
disparidad de resultados debe atribuirse a las diferencias que hay entre las distintas
zonas rurales (el nivel de aislamiento, el desempleo). Un incremento del número
de suicidios suele ocurrir cuando surgen cambios radicales en las formas de vida de
los habitantes de una población: auge industrial, mecanización de la agricultura,
la urbanización de zonas rurales, crecimiento de una ciudad, la conservación o
derrumbamiento de los valores tradicionales.
-- Inmigración
Ya en los primeros estudios americanos realizados sobre el tema (9), se observó
en los inmigrantes un porcentaje de suicidios más alto que en la población general
del país receptor y del originario. Se explica este aumento por las condiciones
generalmente estresantes del proceso de adaptación (lengua, comidas, costumbres)
y la falta de elementos protectores (familia, amigos). Además, hay circunstancias
propias del inmigrante que han podido contribuir al incremento de la tasa de
suicidios: rasgos personales (impulsividad) y fallar las soluciones a los problemas
que pretendió eludir con su salida del país de origen.
-- Prisiones
Además de la frecuencia de fugas, el número de suicidios en una determinada
cárcel se considera un índice de su nivel de funcionamiento; por esta razón, hay
tendencia a ocultar las estadísticas reales, pues se puede interpretar como descuido
del centro y de la política penitenciaria en general. En EE. UU., donde las estadísti-
cas de muertes voluntarias en las prisiones parecen ser más precisas que las de otras
naciones, el suicidio es la primera causa de muerte y tres veces superior a la corres-
pondiente de la población general (10). El método más empleado es ahorcamiento.
Ser imputado, detenido y encarcelado supone un fuerte estrés que no se limita a la
pérdida de la libertad. Algunas personas sienten intensamente vergüenza y el efec-
to de la reclusión en su ambiente social; otras habituales de los servicios carcelarios
sienten pérdida de “prestigio” en el grupo delictivo al no haber sido suficientemen-
te listo para evitar la prisión. Además hay otros traumas: aislamiento al faltar el
apoyo familiar y social, miedo al acoso (físico, verbal, sexual) de los otros reclusos.
-- Juego
Los visitantes y residentes de las zonas donde hay abundantes lugares de juegos
en EE. UU. presentan, según un estudio de la Universidad de California (11),
EPIDEMIOLOGÍA 61
porcentajes altos de suicidios. Así, en Las Vegas se halla un nivel elevado de com-
portamientos autodestructivos y en Atlanta el aumento considerable de suicidios
aparece después de la apertura de los casinos de juego. Aunque no conozco es-
tudios en nuestro país, no tengo la impresión de que ocurra algo semejante en
España, al menos en la provincia de Málaga, si bien el número de casinos es muy
inferior al de las ciudades americanas mencionadas.
-- Clima
Según ciertos estudios, días nubosos con poca claridad parecen tener porcen-
tajes más altos de suicidios. Sin embargo, al haber múltiples variables en estas
investigaciones, resulta difícil averiguar la influencia del tiempo. Una extensa
investigación (12) analiza los datos diarios de horas de sol y suicidios en Austria
desde 1 de enero de 1970 al 6 de mayo de 2010. Este estudio muestra que el
número de suicidios aumenta cuando ha habido previamente varios días solea-
dos y disminuye tras largos periodos de sol. Los autores del trabajo sugieren la
explicación siguiente a este hallazgo: aunque el sol mejora el ánimo bajo a largo
plazo, la persona que ha estado deprimida durante largos periodos de tiempo
nublado la aparición del sol unas días aporta energía suficiente para autodes-
truirse.
-- Efecto calendario
Se exponen a continuación, a falta de datos claros obtenidos de trabajos rigu-
rosos, intuiciones del sentir clínico:
1. La época del año: la primavera y el otoño suelen ser las estaciones del año con
mayor número de suicidios.
2. Actividades estresantes regulares: mayores presiones en determinada tempo-
rada de año suelen incrementar las acciones autodestructivas (comienzo y
fin del curso escolar de los docentes).
3. Días de la semana: algunos estudios atribuyen al lunes un mayor número de
suicidios.
-- Hermanos
Según algunas investigaciones (13), en los primogénitos son más frecuentes los
suicidios consumados y menos los intentos, mientras que en los más pequeños se
observa aumento de los intentos autoagresivos y disminución de los completados.
-- Guerra y política
El porcentaje de suicidios disminuyó durante las dos guerras mundiales, incluso
en los países que no intervinieron en los enfrentamientos; tras el cese de la con-
tienda la frecuencia volvió a los niveles prebélicos. Este descenso se ha atribuido
a diversas causas:
Un estudio (14) indica una ligera disminución de los suicidios con anteriori-
dad a las elecciones presidenciales de EE. UU. y un somero aumento con poste-
rioridad a las mismas.
4 Esta interpretación posiblemente corresponda sólo a determinadas personas, pero sin aplicación general,
ni tampoco a quienes no combatieron (adultos, mujeres y habitantes de naciones no beligerantes).
EPIDEMIOLOGÍA 63
-- Obesidad
A pesar de existir una propensión de los sujetos gruesos a padecer síntomas
depresivos, un amplio estudio con más de un millón de participantes muestra una
disminución de la tasa de suicidios en los obesos (14). Este llamativo hecho se
asemeja al menor riesgo suicida de las mujeres pese a ser en ellas más frecuente el
padecimiento de trastornos depresivos que en el hombre.
Referencias bibliográficas
Entrevista
Tener presente la posibilidad del comportamiento autolítico al evaluar a un
paciente nuevo o en ciertos momentos clínicamente significativos (alta centro
psiquiátrico) es el paso más importante para prevenir el suicidio en la prácti-
ca profesional. Ante la sospecha de pensamientos suicidas, el clínico durante el
SUICIDIOLOGÍA CLÍNICA 66
Beneficios terapéuticos
Como el tema de la muerte conlleva una fuerte carga emotiva, se puede temer
que hablar del suicidio incremente o traiga a la mente las tendencias autodes-
trutivas. Sin embargo, según la experiencia clínica, averiguar con tacto la realidad
de las ideas autodestructivas no produce generalmente efectos adversos; pues la
presencia de pensamientos autolíticos en la mente supone una pesada carga que se
agrava con el silencio y lleva a veces consigo sentir soledad en medio de la crisis.
Además se desvela el secreto que ha sido guardado cuidadosamente, ya que la exis-
tencia de las ideas suicidas a menudo generan en el sujeto vergüenza e indignidad.
Al hablar del suicidio el clínico permite al paciente expresar la profundidad
del sufrimiento que experimenta a un profesional que no le juzga ni se asusta y
entiende la gran desesperación que le embarga. El mismo hecho de tratar con el
clínico asuntos tan dolorosos e íntimos atenúa en general la tensión que los pen-
samientos autolíticos ocasionan, e igualmente reduce el impulso del acto suicida.
Si el paciente no tiene ideas suicidas en el momento de la entrevista, preguntar
acerca de su existencia puede ser incluso fructífero, pues adelanta que el terapeuta
está dispuesto a considerar este asunto tan serio y, si tales ideas surgen posterior-
mente, el enfermo sabe que puede abordar la discusión con el profesional.
Por estos motivos, más que molestar o perjudicar al sujeto, preguntarle sobre
posibles impulsiones autodestructivas, suele aliviarle y, en consecuencia, benefi-
ciarle terapéuticamente. De todos modos, conviene esperar a que la relación con
el paciente en la entrevista alcance un grado aceptable para abordar el tema del
suicidio, pues dada la naturaleza íntima de las ideas autodestructivas la persona
sólo se expresa a gusto sobre ellas si tiene confianza en el clínico; asimismo, ante
la sospecha de planes para acciones suicidas inmediatas no debe intentarse su es-
tudio hasta que la relación interpersonal con el enfermo sea óptima.
Resistencias
Durante el desarrollo de la entrevista, el paciente comunica la mayoría de veces
directamente al clínico sus ideas autolíticas, o cuando se pregunta sobre ellas como
se termina de exponer. Ahora bien, el enfermo a veces no inicia el tema autolítico y
esquiva entrar en el asunto. Los motivos de esta resistencia suelen ser los siguientes:
-- Prejuicios
Algunos sujetos suponen que los actos suicidas son propios de personas débiles,
cobardes, inmaduras; indican un alto grado de enfermedad mental que, incluso,
SUICIDIOLOGÍA CLÍNICA 68
-- Disimulación (negación)
La negación de tendencias suicidas no debe equipararse a la ausencia per se de
riesgo, sino interpretarse en el contexto general de la evaluación. A veces el pacien-
te no ha dado ninguna señal verbal de ansias autolíticas, incluso cuando se le ha
1 La disociación es un mecanismo psicológico de defensa por medio del cual se separan (disocian) del
resto de la mente contenidos específicos (pensamientos, emociones, sensaciones corporales) que pro-
ducen ansiedad. Por este mecanismo se eliminan de la conciencia (amnesia) vivencias dolorosas.
EVALUACIÓN 69
-- Superar la contratransferencia
La resistencia a manifestar las tendencias autodestructivas en la entrevista no
sólo está en el paciente. En ocasiones el clínico, de un modo más o menos consciente,
tampoco se muestra predispuesto a abordar las ideas suicidas del paciente y así
librarse del desasosiego que le produce la complejidad del asunto: su descubri-
miento prolonga el tiempo de la entrevista y puede implicar la decisión del ingreso
involuntario, con los problemas que ello conlleva. Otras veces el terapeuta piensa
equivocadamente, como mecanismo defensivo parcialmente subconsciente, que no
se puede en realidad predecir el suicidio y, por este motivo, no vale la pena dedicar
mucho tiempo a su exploración. El entrevistador puede expresar por medio del
lenguaje no verbal que no se encuentra a gusto cuando se trata el tema del suici-
dio. En estos casos, ha de intentar la superación de su propia resistencia frente al
paciente suicida, para estudiarlo y tratarlo adecuadamente.
Elementos de riesgo
Se asignan a los elementos de riesgo diferentes nombres (factores, indicadores,
señales); sin embargo, se emplean a veces indistintamente y de este modo pierden
precisión, por esta razón se exponen los elementos de riesgo sin darles un nombre
especial:
Consideraciones generales
Otras consideraciones
2 Algo similar se suele decir de los economistas: capaces de aportar coherentes explicaciones sobre las
crisis presentes (mundiales, nacionales o sectoriales), pero menos certeros para prever o prevenirlas.
3 Baldessarini (2) estima en un 193 por 100.000 la tasa de riesgo de los pacientes bipolares, dieciocho
veces superior a la población general, mostrando que 99.807 de personas que padecen esta enfermedad
no llegan a suicidarse.
SUICIDIOLOGÍA CLÍNICA 72
dad y en muy pocos casos el suicidio ha podido ser previsible pero inevitable
(“suicidio imparable”).
4. En los intentos de suicidio la evaluación no se debe concluir hasta entre-
vistar al paciente una vez recuperada la completa lucidez de la conciencia.
5. La colaboración de terceras personas (familia, amigos) proporciona datos
desde una perspectiva externa que suele ser más objetiva que la del propio
enfermo.
Factores protectores
Se han de averiguar los elementos que ayudan a neutralizar las tendencias auto-
líticas tal y como se expone al final de este mismo capítulo: la familia, las creen-
cias religiosas, las concepciones morales, las circunstancias sociales y culturales,
aspectos personales (ver también cap. VI, sección personalidad) y la fortaleza de
la alianza terapéutica.
El núcleo de la evaluación de las tendencias autolíticas de una persona consiste
en averiguar los factores de riesgo suicida así como los elementos protectores de la
consumación del acto, pues todos ellos forman la base de la intervención terapéutica.
De todos modos, conocer el grado de gravedad del aviso no siempre resulta fá-
cil; por consiguiente, más vale equivocarse en la apreciación y tomar toda amenaza
con extrema cautela.
SUICIDIOLOGÍA CLÍNICA 74
Traumas psicológicos
Como se expone de un modo amplio en el capítulo II sobre las causas y psi-
codinámica, los traumas psicológicos están a menudo en el origen del suicidio,
se remite al lector a dicho capítulo; resumidamente se mencionan a continuación
algunos aspectos de los traumas psicológicos.
Significado de la muerte
El concepto acerca de la esencia de la muerte determina las actitudes que se
toman ante la misma:
La dimensión cultural
Se han de valorar la clase e intensidad de los hechos que el ambiente cultural del
enfermo considera psicológicamente estresante (el fracaso empresarial en Japón)
y la actitud ante las acciones suicidas en tales circunstancias. Y luego, determinar el
grado de acuerdo que la persona mantiene con la cultura en la que se desenvuelve
y hasta qué punto influirá en su comportamiento autolítico. Este aspecto es de
suma importancia hoy día al existir cada vez culturas menos homogéneas debido al
auge de las comunicaciones globales.
Si el paciente pertenece a una minoría cultural resulta útil determinar su rela-
ción con la cultura dominante y la propia: integrado (mantiene su identidad cultu-
ral y la mayoritaria), asimilado (sólo sigue la mayoritaria), separado (sólo su iden-
tidad cultural) y marginado (sin identidad con su cultura ni con la mayoritaria).
Imitación
En la valoración de las tendencias suicidas se ha de peguntar al paciente so-
bre si hay personas conocidas que han intentado o logrado acabar con su vida.
Constituye gran interés clínico los siguientes datos al respecto: cercanía (vecino,
compañero), relación (pariente, amigo, conocido sin trato especial), admiración
(artista) así como los efectos, en el momento y posteriormente, producidos al
saber la muerte voluntaria.
EVALUACIÓN 77
Internet
En la evaluación del riesgo suicida interesa conocer el uso esporádico o habitual
de internet para obtener información o comentar con otros internautas acerca de
acciones destructivas. En el supuesto de que se recurra a internet con este objetivo
se ha de indagar acerca de la naturaleza de las páginas webs a las que accede el
paciente y de los grupos que contacta en los foros. Dada la enorme repercusión de
la red informática en el fenómeno suicida, el clínico, en lo posible ha de conocer
la ideología y actitudes de sus páginas y grupos de referencia ya que estas pueden
contribuir a inducir o resguardar del suicidio. Es importante estar al día de la
peculiar y cambiante terminología que se emplea en las redes sociales.
Alivio brusco
Una repentina mejoría puede paradójicamente indicar que el enfermo ha resuelto
la disputa interior en torno al suicidio: quiere definitivamente cometerlo y ter-
minar de una vez con el sufrimiento. El sosiego imprevisto de algunos pacientes
representa, para ellos, el fin del suplicio al percibir próxima la terminación de su
vida. En otras ocasiones, el enfermo se esfuerza en aparecer tranquilo, e incluso
de buen humor, pues pretende no levantar sospechas que dificulten materializar
el acto autolítico.
Estas “pseudomejorías” no son frecuentes y, por esta razón, el clínico tiende
relacionar la remisión de los síntomas con su intervención terapéutica; de todos
modos, la distinción de la mejoría real y la supuesta no suele resultar fácil y, menos
aún, si no se piensa en que pueda ocurrir. Se debe avisar a los familiares de que
comuniquen al clínico si observan este comportamiento.
Igualmente, la recuperación del depresivo se centra a veces exclusivamente en
la inhibición psicomotriz. El paciente está más activo y se puede interpretar que
este cambio favorable supone una disminución del riesgo suicida; sin embargo la
desinhibición proporciona a la persona depresiva la necesaria energía para llevar
a cabo sus tendencias autodestructivas, que siguen presentes si no ha disminuido
suficientemente el severo malestar anímico.
Deseos
Sin las ganas de morir no puede, en sentido estricto, considerarse suicida a una
persona. Hay diversos grados en cuanto a los deseos de muerte:
1. Ordenar sus asuntos: ante la esperada muerte asiste a una notaría para hacer
el testamento o cambiar su contenido, entrega a los allegados propiedades,
en especial las más queridas y significado personal (estas donaciones di-
rectas equivalen a hacer un testamento y a ejecutarlo el paciente mismo),
compra una lápida, un nicho o un lugar de enterramiento…
2. Disponer de un medio: movimientos encaminados a tener una pistola u otras
armas, una cuerda, acumulación de pastillas para conseguir la autodestruc-
ción. Se ha de tener en cuenta las expectativas subjetivas y reales del mé-
todo. Estas acciones concretas suponen un aviso extremadamente serio de
que la determinación suicida es firme.
3. Otras acciones: búsqueda de información en internet sobre el suicidio (mé-
todos), toma de medidas para no ser descubierto (elección de un paraje
lejano) o para impedir el auxilio (hermético cierre de las puertas), haber
SUICIDIOLOGÍA CLÍNICA 82
Hallazgos objetivos
Existen ciertas señales objetivas que nos pueden hacer sospechar de un mayor
riesgo de suicidio: signos físicos del consumo excesivo o de la abstinencia de
alcohol y de substancias adictivas, inquietud o agitación propias de una intensa
ansiedad o psicosis (episodio mixto del trastorno bipolar); actitudes de escucha
hacen sospechar alucinaciones auditivas que a veces son de naturaleza imperativa
(esquizofrenia). Vendas para cubrir una herida (brazos, cuello) indica con fre-
cuencia cortes o quemaduras intencionales.
Indicadores biológicos
Hay hallazgos que se relacionan con el suicidio como las alteraciones de la
transmisión de la serotonina, anormalidades en la prueba de la supresión de la
dexametasona y altos niveles de metabolitos de cortisol en la orina; sin embargo
estas anomalías se encuentra igualmente en las depresiones severas, consiguiente-
mente, no son específicos del riesgo suicida.
En conclusión, además de señalar los factores causantes con los que está re-
lacionada la autodestrucción, una parte importante de la evaluación del riesgo
autolítico supone conocer la fase del proceso autodestructivo en la que se encuentra
el paciente: ¿Se trata de un mero deseo pasivo, quiere la muerte pero no causár-
sela?, ¿Existe el propósito de materializar el anhelo autolítico?, ¿Alberga la mente
un plan?, ¿Ha llevado a cabo acciones sospechosas? Además del proceso autodes-
tructivo en el que está el paciente se ha de valorar: la intensidad, la duración y la
previa existencia en otros periodos de la vida.
irreflexivos generalmente son menos fatales que los planificados con todo detalle,
ya que se llevan a cabo en circunstancias que facilitan el socorro a tiempo y a veces
falla el método al no conocerse bien su empleo.
La impulsividad exagerada puede ser un rasgo de la persona, manifestarse tras
acontecimientos estresantes (una decepción), consecuencia de abusos tóxicos (al-
cohol, drogas), una forma de eliminar las emociones negativas (cortarse las venas)
o un síntoma de un trastorno psiquiátrico (ansiedad, traumatismo cráneo-ence-
fálico). El alto porcentaje de suicidios en alcohólicos y en personas con lesiones
cerebrales se explica en parte debido a su impulsividad desmedida. En los actos
autolíticos de personas mayores, la impulsividad no suele ser un factor importan-
te, sin embargo, en el joven un asunto relativamente trivial (suspender el carné
de conducir) desencadena a veces el suicidio, ante la incapacidad de frenar el
comportamiento que le lleva a la autodestrucción.
La impulsividad anómala se manifiesta por la frecuencia de ciertos comporta-
mientos: súbitos abandonos (colegio, trabajo, relación sentimental) que ocasiona-
ron expulsiones, despidos y rupturas sentimentales, crisis de cólera con violencia
(destrucciones de la propiedad, agresiones y peleas) que dieron lugar a arrestos y
a “tarjetas rojas” si practica deportes; pertenencia a grupos ultras de aficionados
al fútbol, multas por conducción temeraria, ingestión excesiva alcohólica o de
substancias adictivas, gasto excesivo en juergas, “atracones” de comida, indiscreta
sexualidad así como otros actos que reflejen un escaso control de los impulsos.
La biografía aportará valiosa información al respecto. En el proceso autolítico hay
generalmente componentes reflexivos e irreflexivos; de este modo, se ha podido
decidir el acto tras un largo periodo de tiempo y luego pasar bruscamente a pla-
nificarlo, prepararlo y ejecutarlo.
• Género: varón
• Edad: los ancianos y, después, los adolescentes
• Etnia: caucásica
• Estado civil: viudo el más propenso y, el menos, casado con hijos
• Ocupación: disponibilidad de medios, tareas con tensiones emocionales
• Economía: penuria, desempleo, quiebra empresarial
• Social: descenso del estatus
• Orientación sexual y genérica: homosexuales, bisexuales y transexuales
Elementos protectores
Si se manifiestan tendencias autodestructivas y la persona contempla finalizar-
las, otras fuerzas de sentido contrario suelen ponerse en acción, contrarrestándolas
la mayoría de las veces. Se ha de pensar que, si no existiera cierta resistencia a
dejar la vida, el paciente no estaría delante de nosotros, ya se habría suicidado.
¿Cuáles son los motivos que le mantienen vivo y detienen los impulsos autolíticos?
He aquí los más importantes:
Familia
El sentido de compromiso, tanto en aspectos materiales como psicológicos, hacia
sus allegados, sobre todo si hay un nivel óptimo de funcionamiento doméstico,
tiende a retener el impulso autoagresivo: “Los míos me necesitan y, consiguien-
temente, debo ser responsable, pudieran pensar que soy un egoísta y no les he
tenido en cuenta”, “No quiero que mi familia sufra con mi pérdida e incluso se
sienta culpable”. El padre suele temer los traumas psicológicos inmediatos de los
hijos al conocer su muerte y el modo de haberlo hecho, y efectos perjudiciales
a más largo plazo al no contribuir económicamente a sus estudios o al desarro-
llo psicológico: “Si no fuera por los hijos…”, “No puedo dejar a mis hijos para
que los cuide otra persona”, “Tengo mucha ilusión de ver crecer a mis hijos”.
Estas frases u otras similares se escuchan a menudo en la consulta. Si los seres
queridos viven en el mismo hogar, el compromiso de tolerar el sufrimiento, sin
recurrir a la acción autodestructiva, es aún mayor. Ciertas personas se apegan
EVALUACIÓN 85
a los animales que tienen en la casa y este afecto constituye en fuerte elemento
protector.
Por otro lado, en ocasiones la familia deja de ser un elemento protector y llega a
favorecer el proceso autolítico, como en las circunstancias siguientes:
1. El paciente piensa que es una carga para los allegados; en este supuesto, la
familia no supone un elemento protector sino suicidógeno.
2. Los emparejamientos tempranos de jóvenes adolescentes suelen traer consigo
graves y continuos conflictos domésticos que aumentan el riesgo suicida.
3. Asimismo, el paciente en ocasiones no considera a los familiares con actitu-
des e intenciones reales de ayudarle o carentes de mostrarle comprensión.
4. Tampoco protege a la familia el padecimiento de una depresión psicótica con
hijos menores, que hasta pueden incluirse en la acción autodestructiva (ver
cap. VII, suicidio-poshomicidio).
Sociales
Las relaciones sociales, como ocurre con ciertas familias y religiones, excepcio-
nalmente no preservan contra el suicidio sino más bien lo impulsan; de este modo,
ser miembro de una asociación prosuicidio como la Sociedad Cicuta (Hemlock
Society) condiciona la actitud respecto a seguir en la vida, ampliando grandemen-
te el riesgo suicida; asimismo, pertenecer a un determinado grupo sociopolítico
(terrorista islámico) donde la persona se siente presionada para autodestruirse en
el momento, forma y lugar conforme las órdenes del grupo incrementa conside-
rablemente la posibilidad de suicidio.
EVALUACIÓN 87
Personales
Se observa menor riesgo suicida en quienes tienen las características personales
siguientes: confianza en sí mismo, capacidad para resolver problemas, incertidum-
bres y temores a la acción suicida, actitud de pedir ayuda a personas allegadas o
a profesionales ante circunstancias estresantes, el deseo de experimentar todas
cuantas oportunidades le ofrezca el curso de la vida y otras diversas peculiaridades
protectoras (ver el cap. VI, la personalidad y sus trastornos).
Alianza terapéutica
La apropiada relación del clínico con el paciente representa un valioso ele-
mento protector de las tendencias autodestructivas, pues la alianza terapéutica no
sólo actúa por sí misma, sino que también influye en el seguimiento de la medica-
ción prescrita y de otras recomendaciones terapéuticas; sin embargo, la relación
paciente-clínico presenta a veces oscilaciones en el curso del tratamiento por
motivos nimios. Al evaluar el riesgo suicida, consiguientemente, se ha de tener
presente la firmeza y la continuidad de la relación clínico-paciente. En pacientes
de alto riesgo suicida se han de tener presentes las vacaciones del terapeuta.
De todos los elementos protectores descritos si nuestro paciente tuviera ten-
dencias suicidas se han de identificar y valorar sus razones disuasorias para vivir
o para no cometer el suicidio. He aquí algunas preguntas que pueden emplearse:
“¿Hay algo o alguien que impide materializar sus tendencias suicidas?”, “¿Qué le
haría seguir en la vida?” o “¿Qué motivos tendría para no hacerlo?” Estos factores
se han de contraponer a los que tienden a la autodestrucción.
Escalas de riesgo
Las escalas son de gran interés en las investigaciones sobre el fenómeno auto-
destructivo. En la clínica también proporcionan datos que ayudan a valorar a los
pacientes; así son los tests que se emplean para medir las motivaciones que pueden
actuar como factores preventivos contra el suicidio (4). No obstante presentan
limitaciones: los relevantes factores de riesgo que conciernen a la persona concreta
que se está evaluando no pueden incluirse todos en los ítems de la escala; consi-
guientemente, carecen de especificidad para identificar a los pacientes que se van a
suicidar. El sistemático estudio clínico del paciente a través de la entrevista directa
no debe sustituirse por ninguna escala de predicción de riesgo suicida.
Referencias bibliográficas
1. Royal College of Psychiatrists. Report of the confidential inquiry into homicides and
suicides by mentally ill people. Londres: Royal College of Psychiatrists; 1996.
2. Baldessarini RJ, Tondo L, y Hennen J. Lithium treatment and suicide risk in major
affective disorders: update and new findings. J Clin Psychiatry. 2003; 64 supl 5:44-52.
3. Finkelstein Y, Macdonald E M, Hollands, Sivilotti MLA, Hutson JR, MD,. Mamdani
M, Koren G, Juurlink DN, MD. Risk of Suicide Following Deliberate Self-poisoning.
JAMA Psychiatry. 2015; 72(6):570-575. doi:10.1001/jamapsychiatry. 2014.3188.
4. Linehan MM, Goodstein JL, Nielsen SL. Chiles JA. Reasons for staying alive when
you are thinking of killing yourself: The Reasons for Living Inventory. J Consult Clin
Psychol. 1983; 51(2):276-286. doi: 10.1037/0022-006X.51.2.276.
VI. Trastornos
psiquiátricos
A. INTRODUCCIÓN
La tasa de suicidios en sujetos con ánimo bajo es relativamente alta, y entre quie-
nes se autodestruyen la proporción de personas depresivas supera ampliamente al
resto. Las manifestaciones depresivas llevan consigo, por su propia naturaleza, un
sufrimiento exageradamente intenso que puede ser también considerado inevita-
ble e interminable. Esto favorece las ideas (deseos, intenciones, planes) y los actos
autodestructivos y, así, se explica la correlación positiva existente entre los suicidios
y los estados depresivos.
Etiología
Antecedentes familiares (ver capítulo II, causas): en las personas depresivas que
han consumado suicidio no es raro encontrar antecedentes de otros familiares
que decidieron terminar con sus vidas. Este hecho implica un posible factor
genético (de la depresión o del impulso autolítico) y otro de imitación que
refuerza las tendencias autodestructivas del depresivo. Aunque también a veces
constituye un factor protector, pues el paciente recuerda los trágicos tiempos
que siguieron a la muerte autoprovocada del allegado.
Neuroquímica: la depresión se explica en parte por la baja concentración de la
serotonina en el cerebro. El ácido hidroxindolacético (5HIAA), metabolito de
la serotonina, se halla en el líquido cefaloraquídeo a niveles más bajos que lo
normal en los depresivos y aún más bajos en los deprimidos que intentan sui-
cidarse, sobre todo en quienes recurren a métodos violentos (armas de fuego,
precipitación). Por otra parte, el bloqueo de la recaptación de la serotonina se
relaciona con la mejoría de los depresivos.
TRASTORNOS PSIQUIÁTRICOS 93
Psicodinamia
Los elementos suicidógenos de la sintomatología depresiva actúan en las dife-
rentes partes de la dinámica del proceso depresivo:
Sufrimiento extremo
Además de la profunda tristeza, desamparo, desesperanza, desesperación, la
falta de satisfacciones al realizar actividades que antes disfrutaba (anhedonia), el
aburrimiento, la vivencia del tiempo objetivo sumamente lenta, el mal humor, la
pérdida de ilusión y del sentido de la existencia y otras manifestaciones del tras-
torno afectivo hacen la vida del deprimido difícilmente tolerable.
Por otro lado, si hay dificultades para conciliar o mantener el sueño, aumentan
las posibilidades del suicidio pues, en la madrugada, las dolorosas vivencias se
sienten más fuertemente y la soledad se acentúa. El anhelado descanso suscita en
algunos enfermos el deseo de un sueño perpetuo que conseguirán al quitarse la vida,
evitando así el tormento de cada noche.
Asimismo, el paciente depresivo se vuelve más sensible al malestar físico y psí-
quico (baja su nivel de tolerancia) y malinterpreta las circunstancias al considerar
los problemas nimios u objetivamente inexistentes como muy intensos.
Así pues, las tendencias autodestructivas, son el fruto de las manifestaciones
(una por una) y del conjunto de cuadro clínico; cada persona considera más in-
tolerables unos síntomas o traumas psicológicos que otros.
Cautelas preventivas
Actitud de los allegados
No siempre quienes rodean al enfermo comprenden la intensidad de sufrimien-
to que lleva consigo la depresión. Conforme se alarga el proceso y se repiten las
crisis, los familiares suelen apoyar emocionalmente cada vez menos al depresivo e
incluso atribuir parte de sus quejas a intentos de manipulación. Esta actitud de los
allegados contribuye a veces a la decisión autolítica.
Tiempo de recuperación
La mejoría de la marcada inhibición psicomotriz a lo largo del día y en la evo-
lución clínica de algunas depresiones, persistiendo el muy bajo estado del ánimo,
aumenta el peligro de suicidio, pues el enfermo recobra la iniciativa para la acción,
y dispone de más energía para realizar sus deseos autolíticos. Asimismo, el efecto
terapéutico de los fármacos aparece a veces antes sobre la inhibición psicomotriz
que sobre la anómala afectividad e ideación, facilitando la consumación de los im-
pulsos suicidas. Por esta razón, se puede creer erróneamente que no es necesaria
la vigilancia durante el comienzo y los periodos de alivio.
SUICIDIOLOGÍA CLÍNICA 96
Disimulación
Hay sujetos extremadamente afligidos y desesperados en su apariencia que
niegan rotundamente toda intención de quitarse la vida e incluso refieren que se ha
iniciado una clara mejoría y ya no piensan en causarse la muerte. Este contraste
debe crear desconfianza en el clínico que ha de mostrarse cauto respecto a las
palabras del enfermo. E, incluso, enfermos con extrema sintomatología depresiva
pueden manifestar de golpe un ostensible alivio y hasta mostrarse alegres. Este
cambio del cuadro clínico generalmente significa la esperada recuperación, pero
a veces se debe a que el paciente ya ha tomado la definitiva decisión de llevar a
cabo el acto autolítico y espera una oportunidad; o incluso, puede tener ya elegido
el modo, el lugar y la hora de hacerlo.
Referencias bibliográficas
1. Roose SP, Glassman AH, Walsh BT, Woodring S, Vital-Herne. Depression, delusions,
and suicide. Am J Psychiatry. 1983; 140(9):1159-62.
TRASTORNOS PSIQUIÁTRICOS 97
Crisis de pánico
En ausencia de otros procesos psíquicos anómalos, al comienzo de las crisis
de pánico, el paciente no suele tener tendencias suicidas; al preguntarle sobre el
tema con frecuencia contesta que él teme termine su vida en los momentos del
ataque, no desea quitársela. No obstante las crisis por sí mismas llevan consigo
elementos suicidógenos: sumo malestar como sensaciones corporales (palpitacio-
nes, ahogos), miedo a perder el control mental, vivencia de muerte inminente
(“no puedo aguantar los momentos en los que parece que se me va la vida”) y
limitaciones del paciente ya que ha de evitar circunstancias en la vida laboral, social
y familiar, que puedan desencadenar la crisis ansiosa o allí donde, si esta aparece,
haya dificultades en la llegada de ayuda (lejos de un centro médico, autobús). Por
estas razones ciertos estudios apuntan a un aumento del riesgo, incluso donde no
haya comorbilidad (1), sin embargo otras investigaciones realizadas en enfermos
con sólo crisis ansiosas (2), indican un escaso riesgo suicida, dato que coincide
con nuestra impresión clínica.
Comorbilidad
Intervención terapéutica
Se remite al lector al capítulo X sobre tratamiento de la ansiedad. Se recalca
aquí que si la depresión conlleva ansiedad ha de tratarse apropiadamente, ya que
el efecto ansiolítico de la medicación suele ser inmediato y hace menos dolorosa la
espera de las acciones antidepresivas que suelen tardar varios días o semanas en
aparecer.
Ansiedad generalizada
Todo cuanto se termina de exponer respecto a las crisis de ansiedad es aplica-
ble a la ansiedad generalizada, aunque presenta ciertos matices. De este modo el
miedo a la mayor parte de las circunstancias de la vida ordinaria (salud, trabajo,
seguridad personal), pensando una y otra vez en las peores alternativas y las li-
mitaciones que ello ocasiona traen consigo permanente sufrimiento; sin embargo
el temor al más allá está acentuado en las personas ansiosas con determinadas
creencias religiosas, ello supone un importante factor protector antisuicida para
tales personas.
También la ansiedad crónica puede padecerse al generar o empeorar la depre-
sión, los problemas alcohólicos o de drogadicción, las alteraciones de la personali-
dad… Esta comorbidad como sucede a las crisis de pánico aumenta ampliamente
el riesgo autodestructivo.
Obsesiones
En la práctica clínica, se atribuye a las personas con alteraciones obsesivas
escaso riesgo suicida y si hay otro trastorno asociado las obsesiones pueden in-
cluso ejercer un efecto protector, debido posiblemente al predominio continuo en
la mente del contenido obsesivo cuya presencia sustrae tiempo e intensidad a las
vivencias autodestructivas (3).
SUICIDIOLOGÍA CLÍNICA 100
Estrés postraumático
En los últimos años este trastorno está siendo estudiado en múltiples publica-
ciones sobre todo en el ejército americano. Se admite una mayor tasa de suicidios
comparada con la población general. Sin embargo, hay dificultades para conocer
la precisa proporción de casos, los motivos (los traumas del combate, los síntomas
del trastorno), la comorbidad…
Referencias bibliográficas
1. Antar LN, Hollander E. En: Simon RI, Hales RE. The American Psychiatric Publishing
Textbook of Suicide Assessment and Management. American Psychiatric Pub. 2ª edi-
ción; 2012. p. 136.
2. Warshaw MG, Dolan RT, Keller MB. Suicidal behavior in patients with current or
past panic disorder: five years of prospective data from the Harvard/Brown Anxiety
Research Program. Am J Psychiatry. 2000. 157; (11):1876-8.
3. Tanney BL. Psychiatric Diagnosis and Suicide Acts. En: Maris RW, Berman AL, Sil-
verman MM. Comprehensive Textbook of Suicidology. New York: Guilford Press;
2000. p. 329.
D. ESQUIZOFRENIA
Reacción a la psicopatología. Fase de remisión. Otras consi-
deraciones clínicas. Referencias bibliográficas.
Reacción a la psicopatología
Primer síntoma observado: las acciones suicidas derivadas de la psicopatología se
observan, sobre todo, en el inicio. El estudio retrospectivo de algunos suicidios,
que sorprenden a quienes conocen al sujeto, apuntan a una esquizofrenia incipien-
te. Se trata generalmente de jóvenes estudiantes, aparentemente normales y cuyo
acto autodestructivo es la primera y única manifestación patológica conocida. El
suicidio se presenta enigmático, incoherente, poco comprensible, la forma y el mé-
todo escogidos suelen llevar el sello, propio del proceso esquizofrénico, de rareza
y extravagancia. En el fondo es posible que contribuyan al suicidio el brusco e
intenso cambio del mundo interior así como la presencia de alucinaciones e ideas
delirantes que se tratan a continuación.
Voces imperativas: estas raras alucinaciones en general influyen poderosamente
sobre el enfermo, pidiéndole a veces que se quite él mismo la vida; de ahí, la serie-
dad de este síntoma. El sujeto suele encubrir estas alucinaciones imperativas por
lo que debe indagarse su presencia ante la menor sospecha en un paciente psicó-
tico; de ser así, se ha de estudiar, aparte de su contenido e intensidad (frecuencia,
duración, volumen), el grado de presión que ejercen para que se obedezcan sus
mandatos; en algunos casos hay como un martilleo en voz alta de contenidos
tendentes a provocar actos violentos. En otros se han “encapsulado” las “voces” y
los pacientes apenas hacen caso a las mismas y, por consiguiente, el impacto no
es tan grave. En ocasiones las voces no son imperativas pero el contenido causa
humillación, irritabilidad u otro sentimiento inaguantable para el paciente.
Ideas delirantes: estos fenómenos psicopatológicos, asimismo, causan actos au-
todestructivos, pues el paciente puede creerse asediado, sin posible escapatoria de
los perseguidores que le someterán a enormes torturas una vez consigan apresarle.
También sucede a veces que el paciente se siente a merced de un elemento externo (el
diablo, rayos láser, ordenadores) que controla su vida; en este caso el riesgo de actos
violentos hetero o autoagresivos existe, si la fuerza ajena lo dirige hacia tales accio-
nes al igual que las “voces” imperativas lo hacen. A veces el paciente lucha contra
los impulsos extraños a él mismo. El contenido delusivo (creer que su cuerpo tolera
el veneno) puede inducirle a tomar lejía; las autodestrucciones producidas así no
son suicidas, en sentido estricto, al carecer de voluntariedad (ver cap. I, concepto).
Temática religiosa: atención especial requiere el contenido psicótico religioso, por
ejemplo: la creencia de que Dios quiere que realice ciertos actos (suicidio) para
probar su Fe y, de este modo, evitar una catástrofe universal. Igualmente determina-
dos pasajes bíblicos pueden ser anómalamente interpretados y llevar a autolesiones
TRASTORNOS PSIQUIÁTRICOS 103
Fase de remisión
Cada vez son más comunes los suicidios de quienes padecen una esquizofrenia
residual, incluso cuando la sintomatología ha remitido y se encuentran aparente-
mente estabilizados. Estos enfermos se han de enfrentar a múltiples problemas que
a veces ocasionan una depresión reactiva, como en las circunstancias siguientes:
1 Un estudio en Finlandia muestra que el paciente con una pensión de invalidez disminuye considerable-
mente el riesgo suicida al compensar la preocupación financiera. Algo parecido sucede en los ancianos
(ver cap. V, ancianos).
SUICIDIOLOGÍA CLÍNICA 104
Prevención
La clozapina es el psicofármaco de elección en las personas diagnosticadas de
esquizofrenia con riesgo suicida (ver cap X, intervención).
Referencias bibliográficas
1. Kraepelin E. Psichiatrie, 8ª. Leipzig; 1909. cit por De Hert M y Peuskens. J Psychia-
tric Aspects of Suicidal Behaviour: Schizophrenia. En: Hawton K. y van Heeringen
K. (eds). The International Handbook of Suicide and Attempted Suicide. Chichester,
RU: John Wiley; 2000.
TRASTORNOS PSIQUIÁTRICOS 105
2. Bleuler M. Dementie Praecox oder die Gruppe der Schizophrenien Leipzig. Deuticke;
1911. cit por De Hert M y Peuskens J. Psychiatric Aspects of Suicidadal Behaviour:
Schizophrenia. En: Hawton K. y van Heeringen K. (eds) The International Handbook
of Suicide and Attempted Suicide, John Wiley, 2000.
3. Hor K, Taylor M. Suicide and schizophrenia: a systematic review of rates and risk factors. J
Psychopharmacol. 2010 nov; 24(4_supl): 81-90. doi: 10.1177/1359786810385490.
4. Caldwell CB, Gottesman II. Schyzophrenia –a high risk factor for suicide: clues to risk
reductions. Suicide and Life-Thraetening behaviour. 1992; 22:479-493.
5. Nielssen, O, Malhi, G, McGorry, P, Large, M. Overview of violence to self and
others during the first episode of psychosis. Journal of Clinical Psychiatry. 2012;
73(5):580-587.
6. Fedyszyn IE, Robinson J, Matyas T, Harris MG, Paxton SJ. Temporal pattern of suicide
risk in young individuals with early psychosis. Psychiatry Res 2010; 175:98-103.
E. ALCOHOL: CONSUMO ANÓMALO
Y DEPENDENCIA. ADICCIONES
Causas y psicodinamia. Evaluación. Posibles errores de los
estudios epidemiológicos. Otras consideraciones. Tratamien-
to. Adicciones. Referencias bibliográficas.
Causas y psicodinamia
A continuación se exponen los distintos factores (somáticos, psicológicos y so-
ciales) que pueden contribuir, en mayor o menor medida, al suicidio en relación
con el alcoholismo.
TRASTORNOS PSIQUIÁTRICOS 107
Alteraciones somáticas
Suelen ser notables, potenciando así el componente depresivo que pudiera pa-
decer el sujeto:
Evaluación
En toda persona que abuse o sea dependiente del alcohol debe estudiarse es-
pecialmente la posible existencia de factores de riesgo autodestructivo; y ante la
presencia de ideas o acciones autolíticas, no descuidar cuestiones relativas a un po-
sible problema alcohólico. En la evaluación se ha de tener presente la existencia de
factores agudos de riesgo inminentes (intoxicación, síndrome de la abstinencia) y
de factores crónicos remotos, (abuso continuado, dependencia), que continuarán
causando los problemas en el futuro.
TRASTORNOS PSIQUIÁTRICOS 109
Otras consideraciones
1. Las ideas de suicidio a veces desaparecen conforme la embriaguez pasa; la
persona puede, incluso, no recordarlas durante la sobriedad.
2. Paradójicamente, el alcohol puede apaciguar las emociones desagradables y
disminuir sus ansias autolíticas, como me refirió un paciente: “Tras un dis-
gusto siento ideas de quitarme la vida, tomo unas copas y se van”.
3. Otro contrasentido, en Irlanda pese a la cultura alcohólica predominante,
presenta una tasa menor de acciones autodestructivas en relación con otras
naciones (no todo explicable por la mayoría católica).
Tratamiento
Básicamente corresponde este tema a obras especializadas en el trastorno etí-
lico. De todos modos, conviene resaltar que la motivación del sujeto para que
abandone el consumo constituye uno de los principales principios terapéuticos
para abordar los problemas del alcohol. Con esta finalidad aconsejo estudiar al
paciente para conocer aquello que realmente le preocupa (salud, familia, trabajo) y
hacerle tomar conciencia de la posibilidad de su pérdida con el abuso de la inges-
tión alcohólica y motivarle así a recibir ayuda terapéutica.
SUICIDIOLOGÍA CLÍNICA 110
Adicciones
Todo cuanto se ha expuesto respecto a la bebida alcohólica se aplica al consu-
mo de otras sustancias adictivas, aunque su efecto suicidógeno sea aún más acen-
tuado. Sólo se observan ligeras diferencias en determinados comportamientos
como producirse a sí mismo deliberadamente lesiones para conseguir la droga,
una forma de coaccionar que apenas se observa en el alcohólico. Están presentes
similares motivos:
Síndrome confusional
Las sobredosis fatales son a menudo accidentes, sin que haya voluntad de ter-
minar con la vida. El sujeto ha tomado cantidades mortíferas de las substancias
(generalmente ansiolíticos o hipnóticos) para controlar sus síntomas (ansiedad,
insomnio); su confusión mental ha impedido que tomara conciencia de la cuantía
excesiva de tales substancias o de su intolerancia a las mismas. Las sobredosis no
implican deseo e intención de muerte. Además un estudio (3) encuentra que los
drogadictos suelen recurrir a otros medios para suicidarse distintos a la sustancia
que están consumiendo. Estos hechos han de considerarse en las investigaciones
estadísticas ya que son falsos positivos. Los medios al dar la noticia de la muerte
de una persona famosa a menudo equiparan muerte por sobredosis con suicidio.
Referencias bibliográficas
1. Skog OJ. Alcohol and suicide in Denmark 1911-1924. Addiction. 1993; 88:1189-1193.
2. Pridemore WA, Spivak AL. Patterns of suicide mortality in Russia. Suicide and Life-
Threatening Behavior. 2003; 33:132-150.
TRASTORNOS PSIQUIÁTRICOS 111
3. Bohnert AS, Roeder K, Ilgen MA. Unintentional overdoses and suicide among subs-
tance users: A review of overlap and risk factors. Drug Alcohol Depend. 2010;
110(3):183-192.
F. PERSONALIDAD
Y SUS TRASTORNOS
Características individuales relacionadas con el suicidio.
Trastornos de la personalidad. Epidemiología. Personalidad
límite (ver intentos). Personalidad antisocial. Referencias
bibliográficas.
Favorecen la autodestrucción
una carga para sus allegados), a la baja autoestima (idea negativa de sí, no
sentirse a gusto consigo mismo).
3. Forma pasiva de resolver los problemas: los sujetos que tienden a no afrontar
los conflictos de la vida son más proclives al suicidio, pese a que la ejecu-
ción de las conductas autodestructivas precise una extrema actividad espe-
cífica para llevarla a cabo.
4. Otras características: algunas más peculiaridades suicidógenas de la persona
se tratan en otros capítulos como la impulsividad (ver cap. V), orientación
sexual (ver cap. VI), pensamientos dicotómicos y rígidos (ver psicodinamia
en cap II).
Protegen de la autodestrucción
Por otro lado, están los mecanismos psicológicos apropiados que incrementan
la capacidad de contrarrestar las tendencias autodestructivas; así se observa menor
riesgo en quienes tienen las características personales siguientes:
Trastornos de la personalidad
Epidemiología
Al basarse la delimitación de la personalidad anómala en manifestaciones cuan-
titativas (p. ej.: grado de evitación social), los datos sobre la frecuencia de es-
tos trastornos en quienes dirigen contra sí mismos acciones destructivas cambian
considerablemente de unos autores a otros. Además, la información para valorar
la existencia de una alteración de la personalidad suele ser en parte valiosa, pero
imprecisa pues se obtiene generalmente de las autopsias psicológicas; según algu-
nas investigaciones, la mitad de los suicidios y una cifra aún mayor de intentos y
autolesiones están relacionadas con trastornos de la personalidad.
2 Este alivio se interpreta en las publicaciones (incluido el DSM V) como la reafirmación del yo al tener
la capacidad de sentir y al expiar el sujeto su sentido de ser malo.
TRASTORNOS PSIQUIÁTRICOS 115
Personalidad antisocial
Determinar la tasa de acciones autodestructivas en las personalidades antisocia-
les presenta dificultades difíciles de superar como las siguientes:
Referencias bibliográficas
Traumatismos cráneo-encefálicos
Las alteraciones traumáticas del cerebro ocasionan pérdidas cognitivas impor-
tantes (sobre todo de la memoria) que conllevan incapacidades que afectan la
actividad ordinaria de la vida; de ahí que sean frecuentes las emociones ansiosas y
depresivas que aumentan el riesgo autodestructivo. Las lesiones cerebrales suelen
incrementar la impulsividad (conocido factor suicidógeno) en general ya exis-
tente, al ser los sujetos irreflexivos los más propensos a los accidentes traumáticos
(incluidos los cerebrales). Asimismo, el abuso alcohólico y de sustancias adictivas
y una premórbida alteración psiquiátrica predisponen a traumas. Estos hechos ex-
plican en parte la tasa relativamente alta de acciones autodestructivas de personas
con traumatismos cráneo-encefálicos.
El daño repetido a lo largo del tiempo ya se describió en los boxeadores con
el nombre de demencia pugilística. En la actualidad se está observando que los
jugadores del fútbol americano (1) expuestos a frecuentes contusiones desarrollan
pequeñas lesiones cerebrales que se conoce como encefalopatía traumática cróni-
ca. En estos casos el riesgo de suicidio suele ser alto y sin embargo inapreciado.
Deficiencia mental
Comparado con otros trastornos mentales, el deficiente presenta un bajo por-
centaje de suicidios. Al igual que sucede con la persona demente en fase avanzada,
los actos autolíticos del deficiente con retraso profundo carecen de voluntariedad o
la misma idea del fin irreversible de la vida. La muerte autoprovocada tiende a ser
impulsiva (sumergimiento en un pozo, en el mar).
Referencias bibliográficas
A. INFANCIA
Referencias bibliográficas
1. Maris RW, Berman AL, Silverman MM, editores. Comprehensive Textbook of Suici-
dology. Nueva York: The Gildford Press; 2000.
2. MacDonald M, Murphy T. Sleepless soul. Suicide in Early Modern England. Oxford:
Clarendon Press; 1990. p. 251.
3. Marr N, Field T. Bullycide: Death at Playtime. Didcot, Oxfordshire, RU: Success Un-
limited; 2001.
B. ADOLESCENCIA
Factores precipitantes. Factores predisponentes. Psicosis. Epi-
lepsia. Evaluación. Bases de las actuaciones terapéuticas. El
suicidio de un escolar. Referencias bibliográficas.
Factores precipitantes
En el comportamiento autolítico juvenil suele encontrarse un motivo estresan-
te más frecuentemente que en el adulto; asimismo, el joven tiende a las acciones
impulsivas más que a las reflexivas; investigaciones en adolescentes muestran
el escaso tiempo que transcurre entre la presencia del trauma psicológico que
provoca la tendencia suicida y su ejecución; aproximadamente una tercera parte
aparece dentro de las 24 horas (3).
ESPECIALES 121
En los primeros años de la adolescencia los conflictos con los padres son los ele-
mentos desencadenantes más frecuentes. La imitación, conocida también como
síndrome de Werther1(4), suele ser más acentuada en la primera parte de la ado-
lescencia. Entre los jóvenes de más edad están en primer plano los problemas con
los compañeros; el móvil autodestructivo se relaciona comúnmente con la dificultad
del joven para tolerar el disgusto emocional, en especial las humillaciones: ser de-
nigrado por los compañeros, suspensos académicos, ruptura de romances.
Factores predisponentes
La carencia de recursos psicológicos para afrontar las adversidades debido a
veces a haber faltado una familia que haya favorecido la madurez psicológica in-
crementa el riesgo suicida a lo largo de la vida. El abuso sexual también aumenta la
predisposición a las acciones autolíticas, sin embargo el maltrato físico es un fac-
tor de menos importancia (5). Frecuentar alguna subcultura que hace romántico
el suicidio puede igualmente predisponer a cometerlo. Un porcentaje significativo
de quienes consumaron el suicidio, en edades comprendidas entre los 12 y los 14
años, habían mostrado un coeficiente intelectual superior al término medio (6).
El acoso infanto-juvenil físico y psicológico durante la infancia y la adolescencia
en la escuela y través de internet constituye un problema crucial de salud mental en
el primer mundo; sobre todo, tras la publicación frecuente en los medios de casos
de acciones autodestructivas (ciberbullicidio) relacionadas con el asedio y hostiga-
miento que el niño sufre. Este tema necesita de investigaciones provenientes de la
Psiquiatría infantojuvenil y la Psicología escolar que aporten datos a la clínica para
la detección y tratamiento apropiados de este grave y frecuente problema.
Epilepsia
El riesgo suicida surge sobre todo al llegar el niño a la adolescencia, una etapa
en la que se da cuenta de la cronicidad de las crisis y del estigma de la enfermedad
(subjetivamente sobrevalorado). Además, el joven puede tolerar con dificultad los
efectos secundarios de los fármacos (aunque no sean pronunciados) y las limitaciones
1 El sociológo David Phillips (7) sugirió este término por la obra de Goethe, pues tras la publicación
de la novela Cuitas del joven Werther, en 1771 se sucedieron frecuentes suicidios en los adolescentes,
imitando al personaje principal de la obra.
SUICIDIOLOGÍA CLÍNICA 122
Prevención
La clínica y las investigaciones (9) demuestran que el intento de suicidio es el
mayor índice de predicción de suicidios en los años venideros; por consiguiente,
aquellos sujetos que sobreviven al comportamiento autolítico han de ser objeto de
atenciones especiales de la familia, la escuela y profesionales de la salud mental
para evitar la repetición de tales acciones. Esta prevención secundaria es funda-
mental en el porvenir de quienes intentan quitarse la vida.
La escuela puede contribuir a la prevención del suicidio de la infancia y adoles-
cencia de diverso modos: promoviendo habilidades de adaptación y fortalecimien-
to de la personalidad del alumno, facilitando conocimiento e interés al personal
educativo sobre los factores de riesgo e ideas (deseos, intenciones) y acciones
suicidas y más específicamente a través de la detección precoz del alumno con ideas
2 Esta impresión clínica se corresponde con los datos de una investigación (8) que apoya la hipótesis
de que el aviso sobre el riesgo suicida de la toma de antidepresivos en los adolescentes puede haber
aumentado la tasa de autodestrucciones juveniles al haber dejado sin tratamiento antidepresivo a jóvenes
con tendencias autolíticas.
SUICIDIOLOGÍA CLÍNICA 124
El suicidio de un estudiante
La muerte voluntaria de un alumno constituye uno de los acontecimientos más
trágicos que puede ocurrir en un centro de enseñanza. Aparte de los compañeros,
afecta a los maestros y al personal administrativo y auxiliar. El apropiado manejo
de este hecho disminuye el impacto del trauma psicológico en la institución ente-
ra. Se exponen algunas sugerencias:
Al igual que con otros contratiempos (días de intensa lluvia o nieve, incen-
dios), el centro de enseñanza debe con antelación tener prevista esta eventua-
lidad. La previsión de medidas ante el posible suceso no aumenta el riesgo del
infortunio y evita la descoordinación que puede suceder ante la muerte volunta-
ria de un alumno.
Referencias bibliográficas
atención, de pedir ayuda o de manipular, como en otras edades, sino que tiende
a ser más letal: medios más agresivos, debilidad física para superar los daños del
intento, menos probabilidad de conseguir socorro al estar más aislados, algunos
ancianos, a diferencia de los jóvenes, apenas comunican sus deseos, más bien
niegan o minimizan el propósito autodestructivo… Algunas investigaciones (2)
muestran un suicidio consumado por cuatro intentos mientras que la proporción
en la población general y en jóvenes es considerablemente mayor.
A continuación se exponen los factores suicidógenos más importantes:
Deficiencias y pérdidas
Físicas
Psicológicas
Sociales. Aislamiento
Económicas
Disminución sustancial de los medios económicos para mantenerse decorosa-
mente en la vida diaria, quedarse sin el domicilio o perder posesiones queridas.
Factores psicopatológicos
Las ideas y los actos autodestructivos en la vejez pueden considerarse como
racionales, sin embargo la realidad clínica muestra que hay básicamente en la ma-
yoría de los casos un fondo ansioso-depresivo. Las pérdidas y deficiencias mencio-
nadas (físicas, psicológicas, sociales, económicas) dan lugar a menudo a cuadros
clínicos ansiosos y depresivos. La bajada patológica del estado de ánimo puede
pasar inadvertida en los ancianos debido a las atípicas características clínicas que
suelen darse en ellos: la depresión enmascarada (quejas somáticas múltiples o te-
mores sin fundamento de una enfermedad somática, resistencia a reconocer el
malestar afectivo) y la pseudodemencia (disminución, sólo aparente, de la capacidad
cognitiva por un trastorno afectivo primario).
Así pues, son varios los factores suicidógenos –pérdidas y deficiencias (físicas,
psicológicas, sociales, económicas), sentimientos de ser una carga, trastornos psi-
quiátricos (ansiosos, depresivos)– los que determinan el grado de riesgo autodes-
tructivo en una persona anciana concreta.
Prevención
Primaria
Se ha de impulsar, aún más de lo que se está haciendo, una nueva cultura de la
vejez; esta ha de incluir, hasta que las facultades se lo permitan, actividades apro-
piadas a la edad como son los centros de recreo, la práctica de ejercicios físicos y
los viajes. También la participación activa en la vida ciudadana, incluso la política,
SUICIDIOLOGÍA CLÍNICA 130
Secundaria
El conveniente tratamiento de las anomalías psíquicas es una medida básica
en la prevención de acciones autodestructiva de las personas mayores (5). La
frecuencia de las manifestaciones psicopatológicas en este grupo geriátrico pro-
bablemente no sea superior al de otras edades, pero sí que pasan desapercibidas
con mayor probabilidad, sobre todo en el hombre, lo que impide que reciban la
terapéutica correspondiente.
Referencias bibliográficas
3. Barraclough BM. Birthday blues: the association of birthday with self-inflicted death
in the elderly. Acta Psychiat Scand. 1976; 54(2):146-149.
4. Zimmerman SL. States’ public welfare expenditures as predictors of state suicide rates
Suicide Life Threat Behav. 1987; 17(4):271-87.
5. Erlangsen A, Conwell Y. Age-related response to redeemed antidepressants measured
by completed suicide in older adults: a nationwide cohort study. Am J Geriatr Psychia-
try. 2014; 22(1) 01:25-33. Doi: 10.1016/j.jagp.2012.08.008.
D. MUJERES
Factores protectores. Grupos femeninos especiales. El suicidio
en procesos propios de la mujer. Referencias bibliográficas.
3 Mayor propensión a la tristeza y a los miedos irracionales, sentirse débil, inestable y vacilante son
peculiaridades consideradas culturalmente como más propias de la mujer y, consiguientemente, pedir
ayuda ante estas sombrías vivencias no representa nada fuera de lo natural; sin embargo, que el hombre
recurra a otra persona ante circunstancias internas o externas estresantes se interpreta como dependencia
y debilidad, características poco acordes culturalmente con la masculinidad.
SUICIDIOLOGÍA CLÍNICA 134
son tres veces superiores a las de los hombres). Las cifras de suicidio de la mujer
médico son igualmente altas. Hasta no hace muchos años era una ocupación, ma-
yormente del varón, por esta razón soportaba reacciones no siempre agradables
por parte de los enfermos e incluso de sus compañeros; este factor estresante hoy
día ha básicamente desaparecido al igualarse realmente la proporción hombre/
mujer en el ejercicio; no obstante, aún persisten otros factores de riesgo como son
el fuerte estrés profesional, el fácil acceso a fármacos y la necesidad de continuar
el desempeño de las funciones domésticas (el hogar y los hijos).
Cirugía estética: los suicidios de mujeres con implantes mamarios (no los re-
paradores tras mastectomías), según ciertos estudios (5), son 2 ó 3 veces más
frecuentes que los observados en personas de la misma edad de la población fe-
menina general. Similar tasa de muertes voluntarias también se ha encontrado en
mujeres que se han sometido a otras intervenciones de cirugía estética (6). Una
participación relevante en la génesis del aumento de estos suicidios se atribuye
a las alteraciones psicológicas de quienes intentan cambiar quirúrgicamente su as-
pecto físico para adaptarlo al gusto personal o a la moda predominante; por con-
siguiente, ante la sospecha de trastorno psicológico, el cirujano ha de conseguir
una valoración psicopatológica de la paciente antes de intervenir quirúrgicamente.
No obstante, pese al aumento del riesgo suicida en algunas mujeres vulnerables,
debe también considerarse el bienestar psicológico y los beneficios terapéuticos que
reciben otras féminas a través de la cirugía estética.
Mujeres chinas: el único país donde la tasa de suicidios femeninos supera a la de
los hombres es China (7). Se han dado varias explicaciones a este hecho, así se ha
atribuido a los frecuentes conflictos domésticos por el excesivo control que la fami-
lia política ejerce sobre la joven mujer, sobre todo cuando el marido parte a trabajar
a otros lugares de la zona donde residen y ella permanece bajo la “tutela” de los
suegros; sin embargo, también las americanas chinas se suicidan más que chinos
varones de EE. UU. (8). Otra autora (9) apunta que, a diferencia de los países
donde el suicidio se asocia a la masculinidad, en China se relaciona con la femini-
dad; quedan por explicar los factores que han determinado esta inversión cultural.
Suicidio asistido: la ayuda para terminar con la propia vida es más frecuente en
las mujeres que en el hombre según las estadísticas disponibles, este dato contrasta
igualmente con la menor cifra general de suicidios femeninos.
Menopausia
Altas cifras de suicidio en las mujeres americanas blancas se sitúan entre los
45 y 54 años, que corresponden a los de la menopausia (10). Este hecho puede
explicarse por los factores biológicos implicados en el proceso endocrino, la vivencia
triste del final de la vida fértil y, además, en algunos casos coincide con la inde-
pendencia de los hijos. Estos, unas veces achacan los problemas que tienen al trato
recibido de los padres y otras se alejan en exceso de ellos (“el nido vacío”).
Abortos
La interrupción del embarazo conlleva cambios biológicos y respuestas emo-
cionales que con relativa frecuencia dan lugar a episodios depresivos, de ahí que el
riesgo de suicidio aumente en estas situaciones. En las mujeres que han escogido
la terminación del embarazo existen a menudo otros elementos (culpabilidad,
bajo apoyo social) que inclinan a la autodestrucción. Sin embargo, para algunas
féminas ante embarazos problemáticos (elevado número de hijos, previos al casa-
ESPECIALES 137
Referencias bibliográficas
1. Kushner HI. Women and suicidal behavior: Epidemiology, gender and lethality in
historical perspective. En: Canetto SS y Lester D (editores). Women and suicidal
behaviour, Nueva York: Springer; 1995. p. 11-34.
2. Schmitt JC. Le suicide au Moyen Age Annales. Économies. Sociétés. Civilisations.
1976; 31:3-28.
3. Maris RW, Berman AL y Silverman MM. Comprehensive Textbook of Suicidology.
New York: Guilford Press; 2000. p. 168.
4. Kaplan AG, Klein RB. Women and suicide. En: Jacob D, Brown HN, Madison CT.
Suicide: Understanding and Responding. Madison, Connecticut (CT): Universities
Press; 1989. p. 257-282.
5. Lipworth L, McLaughlin JK. Excess suicide risk and other external causes of death
among women with cosmetic breast implants: a neglected research priority. Curr
Psychiatry Rep. 2010 jun; 12(3):234-8. Doi: 10.1007/s11920-010-0115-9. PMID:
20425286.
6. Sarwer DB, Brown GK, Evans DL. Cosmetic breast augmentation and suicide. Am J
Psychiatry. 2007; 164(7):1006-13.
SUICIDIOLOGÍA CLÍNICA 138
Epidémicos
Suicidios que presentan nexos geográficos y/o temporales entre ellos –se llevan
a cabo en cortos intervalos de tiempo– como sucede en el contagio de las epide-
mias; se han descrito en los colegios, en el ejército, en las cárceles, en los hospitales
psiquiátricos y en las zonas rurales; generalmente no afectan a más de tres per-
sonas pero causan una considerable alarma, particularmente en el ámbito donde
tienen lugar. En la práctica importa conocer las zonas geográficas del entorno
regional donde se ejerce profesionalmente con una mayor tasa actual de suicidios,
estos se suelen atribuir a factores económicos y sociales, sin tener en cuenta que
el contagio al conocerse el acto autoagresivo, ya directamente o a través de los
medios sociales de miembros del grupo, también contribuye a tal aumento. En los
brotes de suicidios (“cluster” en la literatura anglosajona) los más afectados son las
personas más vulnerables (ver sección jóvenes en este mismo capítulo).
Aparte de la clínica, en la historia se han descrito casos como los siguientes:
Simultáneos (pactos)
Varias personas (generalmente dos) deciden, de mutuo acuerdo, quitarse la
vida al mismo tiempo y generalmente en el mismo lugar. En las personas im-
plicadas existe la intención de muerte, a diferencia del suicidio tras haber llevado
a cabo un acto homicida no querido por la víctima; sin embargo, en la realidad
hay fronteras difusas entre estas dos formas de suicidios múltiples, pues según
los datos de las entrevistas de quienes sobreviven, una de las personas del pacto,
comúnmente el varón, convence y a veces también coacciona a la compañera para
que le acompañe en el acto autodestructivo. En ocasiones queda la duda de si ha
sido un pacto o un homicidio previo.
Los pactos suicidas se dan a menudo en parejas mayores; se trata en general de
personas muy interdependientes que toman la decisión de autodestruirse cuando
la salud de una de ellas empieza a deteriorarse seriamente o los recursos económi-
cos dejan de ser suficientes para cubrir los gastos básicos. Son, sobre todo, parejas
aisladas de la familia y de los amigos, de ahí la dificultad de entrever el proceso
autolítico y, consecuentemente de realizar autopsias psicológicas.
Entre jóvenes la presencia o amenaza de obstáculos para seguir la relación senti-
mental o casarse constituyen las causas más frecuentes de los pactos suicidas; frus-
trados en su amor por las circunstancias, sobre todo por la oposición de los padres,
prefieren el suicidio antes que quedarse uno sin la compañía del otro. En algunos
casos, parece que quieren compartir la muerte lo mismo que la vida, existiendo
entre ellos un deseo de fusión plena, es decir, la fantasía de reunirse en otra vida
ante la imposibilidad de hacerlo en ésta. Los pactos suicidas han sido descritos en
la literatura como la sustancia misma del amor (la tragedia de Romeo y Julieta).
En Oriente (Japón, India) los pactos suicidas son más frecuentes en adolescentes
y jóvenes adultos que en personas mayores.
Más raramente, se observan otros acuerdos suicidas, como el de la madre y un
hijo. El rokero Rory Storm y su madre ingirieron dosis letales de hipnóticos en
1972, tras la muerte del padre y marido. Excepcionalmente, se observan compro-
misos autodestructivos de la familia entera como se han descrito en los tiempos
de dominio nazi.
A través de internet también se observan los pactos suicidas. En general se trata
de sujetos que comparten tendencias autodestructivas, pero que no se conocen
personalmente sino por medio de las redes sociales (foros relacionados con el
suicidio). El acuerdo para llevar a cabo el mutuo acto autodestructivo requiere a
veces que uno viaje al país del otro. La frecuencia de estos pactos se incrementa
ESPECIALES 141
cada día; ya en 2007 un estudio (2) aporta altas cifras (por encima de 60 muer-
tes en un año).
Contrariamente a los suicidios individuales, en los que la mayoría de las veces
se ha advertido de las intenciones mortales a alguien del entorno, en los pactos
suicidas las personas implicadas no suelen expresar su deseo de quitarse la vida,
de ahí la dificultad de prevenir su realización. Suelen emplearse métodos menos
violentos (sobredosis, inhalación de gases tóxicos) que en los suicidios individua-
les. En Japón el método más empleado en los pactos suicidas consiste en producir
monóxido de carbono quemando el carbón.
Masivos
En los suicidios colectivos un gran número de personas relacionadas entre sí
se suicidan generalmente de un modo simultáneo y en el mismo lugar. A menudo
se trata de grupos bajo la poderosa influencia de un líder carismático que lleva, a
veces mediante coacción, a los miembros al suicidio. La información que se ha
podido obtener de las autodestrucciones masivas apunta a que quienes se resistie-
ron a quitarse la vida fueron eliminados por otros que luego se destruyeron ellos
mismos; así pues, hubo homicidios de algunos miembros del grupo previos a la
propia autolisis de otros. De ahí, las confusas fronteras de los pactos suicidas con
los homicidios-suicidios en algunas autodestrucciones masivas.
Estos suicidios solo se mencionan, ya que su interés no corresponde realmen-
te a la suicidología clínica, objetivo de esta obra. Para el lector interesado en la
historia, a continuación se enumeran algunos de los frecuentes ejemplos de estos
suicidios epidémicos y masivos que han ocurrido a lo largo del tiempo pasado:
Referencias bibliográficas
1. Asimov I. (ed). Isaac asomv`s book of fact,s. Nueva York: Bell; 1979.
2. Naito A. Internet suicide in Japan: implications for child and adolescent men-
tal health. Clin Child Psychol Psychiatry. 2007 oct; 12(4):583-97. DOI:
10.1177/1359104507080990.
F. SUICIDIO-POSTHOMICIDIO
Crimen por piedad. Suicidio ampliado. Suicidio-posthomici-
dio entre parejas. Otras formas de homicidio-suicidio. Pre-
vención. Referencias bibliográficas.
Filicidio-suicidio
Los padres, sobre todo la madre, protagonizan aproximadamente la mitad de
todos los casos de homicidios contra niños. Estas muertes se dividen según la
edad sea menor de un año (infanticidio) o mayor (paidocidio5). De todos los
suicidio-homicidio, el segundo más frecuente es el filicidio-suicidio. La separación
del filicidio-suicidio en dos grupos distintos está justificada, pues una considera-
ble proporción de infanticidios suceden cuando la mujer padece crisis postparto
en la que predominan síntomas depresivos y psicóticos; los contenidos de estas
manifestaciones anómalas (compasión, ideas delirantes) puede desencadenar el
homicidio del hijo antes de terminar con su vida).
Matrimonios mayores
Un miembro de la pareja, generalmente el varón, tras haber decidido suici-
darse (pérdida rápida de su salud, enfermedad grave, agotamiento de recursos
económicos), siente que el otro será incapaz de valerse convenientemente por sí
mismo ante los problemas que se presentarán después de su muerte, por depender
4 El nombre de suicidio ampliado con el que también se conoce a estas acciones por piedad o delirantes
no parece apropiado; se trata en realidad de un homicidio.
5 Prefiero el término paidocidio derivado también del griego a pedocidio, empleado en la literatura
extranjera al resultar este vocablo malsonante en español.
ESPECIALES 145
“Familicidio”
Terminar con la vida de sus parientes más cercanos antes del suicidio, ocurre
por fortuna raramente. Entre los motivos descritos están: la impresión objetiva o
supuesta de poder librar a la familia de la penuria actual o futura, el padecimiento
de ideas delirantes (una trama pretende torturarles) y la existencia de tensiones
internas en la familia. El agente homicida comúnmente es el padre; en menor pro-
porción, el hijo adolescente causa los actos hetero y autoagresivos, mayormente
provocados por elementos psicopatológicos (depresivos, esquizofrénicos, adicti-
vos) o por disputas domésticas.
La tasa de los suicidios posthomicidios suele ser poco precisa pues en la mayoría
de las naciones los suicidios y homicidios se registran en estadísticas distintas;
sin embargo, se considera que más de la mitad de los suicidio-posthomicidios
corresponden a esta categoría. El homicida a menudo es hombre y la víctima,
mujer; esta sólo excepcionalmente se quita la vida tras matar a su pareja mientras
que aproximadamente la cuarta parte de los varones que acaban con la vida de la
mujer lo hace también con la suya. Esto se explica porque el homicidio realizado
por la mujer básicamente surge como autodefensa y, a diferencia del hombre, la
mujer se conforma con poner fin a la violencia en la cual está inmersa. El método
empleado suele ser el arma de fuego o arma blanca (navaja).
Prevención
Resulta difícil prever este fenómeno, no obstante conviene tener presente esta
posibilidad en las circunstancias siguientes: madres profundamente deprimidas
(niños pequeños e ideas delirantes altruistas), matrimonios ancianos si la salud
de uno de ellos comienza a deteriorarse, personas con relaciones llevadas con
alboroto y violencia o celosas y en personas extremadamente molestas con otros
individuos e instituciones. En estos casos conviene preguntar sobre la capacidad
de las personas próximas para desenvolverse solas en la vida, sobre el deseo de que
alguien muera también y averiguar si hay un problema alcohólico o de adicción.
Referencias bibliográficas
6 Descrito en los leñadores de Québec que acudían a trabajar al estado de Maine en EE. UU. en el siglo
XIX.
G. SUICIDIO RACIONAL
Acto de libertad. Término contradictorio. Consideraciones
clínicas. Tendencia actual. Epidemiología. Referencias bi-
bliográficas.
Acto de libertad
El hombre, por el mismo hecho de poseer libertad, está habilitado para escoger
la autodestrucción: la terminación de la propia vida puede ser, pues, un acto del
libre albedrío. El análisis de ciertas muertes voluntarias en las que no se observa
una psicopatología del sujeto, previa a la acción autolítica, muestra que la mente
sana puede decidir coherentemente cometer suicidio; por consiguiente, la autodes-
trucción a propósito en pleno conocimiento de la realidad constituye un modo de
expresar la libertad personal.
ESPECIALES 149
Término contradictorio
En contraposición, ciertos autores (1) piensan que el término suicidio racional
es un oxímoron7, pues la razón se halla básicamente, debido a las condiciones psi-
cológicas en las que el acto se comete, afectada al tiempo de decidir. Las personas
no piensan claramente al sufrir una intensa depresión, estar bajo la influencia del
alcohol o de las drogas, ser extremadamente impulsivas, soportar un insostenible
estrés. Todos estos estados psicológicos impiden el uso de la razón propiamente
dicha, consiguientemente, el término es un contrasentido. Si bien esta crítica al
término, suicidio racional, resulta generalmente apropiada en la práctica clínica,
hay personas cuya decisión de acabar con su existencia está basada en un motivo
para ellas plenamente racional.
Consideraciones clínicas
Cada día en la práctica de la profesión se observa con satisfacción que las acu-
ciantes ideas autodestructivas, a veces al borde de consumarlas, de sus pacientes
han desaparecido al aliviarse sus afligidos sentimientos; así pues, ante toda persona
con pensamientos suicidas se deben presentir circunstancias muy estresantes y/o
anomalías psíquicas. Si estas, realmente, se hallan presentes será posible prestarle
ayuda humana y terapéutica para atenuar o suprimir el sufrimiento. Sin embargo,
en el supuesto de ser una decisión libre y meditada la persona seguirá su propósito.
Por otra parte, la experiencia demuestra que ideas autodestructivas se neutra-
lizan a menudo tras un tiempo de reflexión. Así, un enfermo diagnosticado de un
proceso maligno llega ocasionalmente a pensar que la muerte de un cáncer no
conlleva necesariamente dolores de intensidad extrema como él suponía o una
persona con la prueba positiva de contener el gen de la enfermedad de Hunting-
7 RAE (Del gr. ὀξύµωρον) Ret. Combinación en una misma estructura sintáctica de dos palabras o
expresiones de significado opuesto, que originan un nuevo sentido; p. ej., un silencio atronador; San
Juan de la Cruz aporta bellos ejemplos: “la música callada”, “que tiernamente hieres”.
SUICIDIOLOGÍA CLÍNICA 150
Tendencia actual
Hoy día una corriente social, aún en minoría, propone que, en algunas circuns-
tancias, el clínico ha de abstenerse de prevenir la acción autolítica e, incluso,
ayudar a la persona a ocasionarse el suicidio. El sujeto tiene el derecho de actuar
conforme a su decisión libre. Si el suicidio es un derecho se puede perseguir a
quienes intenten impedirlo o actúen para salvarle. Esta tendencia social, pues, se
halla en el punto opuesto de la posición tradicional que considera a los médicos, a
los profesionales de otras disciplinas así como a los mismos suicidólogos con la
obligación de impedir la muerte voluntaria.
Epidemiología
No se conoce la frecuencia de esta forma de autodestrucción, ya que posible-
mente suicidios tenidos por racionales son en realidad irracionales, pues se trata
a veces de personas mayores aisladas de las que no se dispone de datos suficientes
para descartar el padecimiento de una enfermedad psiquiátrica. De todos modos,
su frecuencia debe ser minoritaria.
Referencias bibliográficas
Conflictos intrapsíquicos
A estas presiones provenientes del exterior han de añadirse a menudo los pro-
blemas intrapsíquicos (alteraciones del concepto y valoración de sí mismo, infun-
dada culpabilidad, egodistonía con la tendencia homosexual) y los sentimientos de
soledad. Estas vivencias conllevan manifestaciones ansiosas y depresivas. Todos
estos factores incrementan el riesgo suicida, sobre todo durante el periodo lleno
de tirantez en el que manifiesta públicamente las tendencias sexuales (“salida del
armario”) a la familia y a los amigos.
SUICIDIOLOGÍA CLÍNICA 152
El sida
Si a la homosexualidad se añade el sida el riesgo suicida se multiplica por los
traumas psicológicos y circunstancias adversas que conlleva la enfermedad vírica.
Entre los elementos estresantes se halla la vivencia de padecer un trastorno trans-
misible y letal, sus síntomas (alteraciones cognitivas, impulsividad), observar las
penosas manifestaciones en amigos afectados y los ambientes proclives al suicidio
(Sociedad Cicuta, páginas webs) que estas personas suelen frecuentar. Además del
sida, el consumo excesivo de sustancias adictivas se da más frecuentemente en el
homosexual que en grupos similares de la población.
Dificultades epidemiológicas
El frecuente encubrimiento de la tendencia sexual entre las personas del mismo
género dificulta la obtención de datos válidos sobre el suicidio de los homosexua-
les; en las autopsias psicológicas la información procedente de familiares y amigos
no suele corresponder con la real preferencia sexual del sujeto; asimismo, haber
tenido actos homosexuales no implica que la persona se tenga por gay o lesbiana.
Además las investigaciones epidemiológicas en homosexuales encuentran el obs-
táculo de conseguir una muestra similar en la población general.
Ayudas mutuas
El grupo de homosexuales suele ser de apoyo para quienes tienen la misma
orientación sexual, como muestra el ejemplo siguiente: tras la difusión mediáti-
ca de suicidios en cortos espacios de tiempo en EE. UU. de personas que fueron
acosadas por ser homosexuales o sospechosos de serlo, miembros mayores de
asociaciones americanas de homosexuales y de transexuales crearon en 2010 el
Proyecto «mejorará» (“It Gets Better Project”) en internet con el objetivo de ayu-
dar a jóvenes que son víctimas de ataques homofóbicos. Hay numerosos vídeos en
los que se anima a los jóvenes a pensar que el futuro será mejor. En consecuencia,
el clínico ante un sujeto con tendencias suicidas ha de considerar la beneficiosa
ayuda de las asociaciones de homosexuales.
I. ASFIXIA AUTOERÓTICA
Definición. Mecanismo. Forma de presentarse. Desconoci-
miento. Epidemiología. Referencias bibliográficas.
Definición. Mecanismo
Sinonimia: asfixia sexual, muerte autoerótica, ahorcamiento erótico.
Se trata de un comportamiento sexual anormal en el que el sujeto reduce el su-
ministro de oxígeno al cerebro con una ligadura (cuerda, correa) al cuello mien-
tras se masturba; se suelen colgar brevemente para suprimir el riego sanguíneo,
el tiempo justo para lograr el orgasmo. El objetivo de esta práctica autoerótica
es aumentar las sensaciones placenteras a través de actividades sexuales junto a
otras de elevado riesgo, no matarse; de ahí, que no deba incluirse como acto pri-
mariamente suicida. En algunos sujetos, la anoxia inicial puede aumentar durante
el acto masturbatorio, sobre todo en la eyaculación; de este modo, disminuye o
se anula la lucidez de la conciencia y se pierde el control de la opresión, ocasio-
nando la muerte por asfixia al constreñir el cuello.
Forma de presentarse
El sujeto aparece frecuentemente desnudo o parcialmente vestido y a veces
con prendas femeninas y delante del espejo. Hay a menudo material (vibrado-
res) o literatura sexualmente excitante que apuntan a la masturbación como
causa que ha llevado al ahorcamiento. También se observan a menudo modos
de protegerse de las rozaduras de la correa y ciertos medios (cuchillo) para, si
fuera necesario, cortar el cordel. La presencia de las medidas protectoras (cuidado
de la piel y cuchillos) indican que la muerte no fue intencionada. Son, pues,
muertes autoprovocadas, pero no hay ni deseo ni intención de acabar con la
propia vida.
SUICIDIOLOGÍA CLÍNICA 154
Desconocimiento
Entre policías y médicos de urgencia suele ignorarse la existencia de esta anoma-
lía, de ahí que tienda a considerarse la muerte como suicidio. Además, los fami-
liares, que son los que descubren generalmente la autolisis, suelen limpiar el lugar
del hecho de aquellas pruebas (restos de esperma, literatura pornográfica, vibra-
dores) que apuntan a la asfixia autoerótica. Ante la duda, y para evitar desazón a
la familia, algunas de estas muertes se catalogan como suicidio, no como debidas a
un acto autoerótico, ya que el estigma relacionado con este tipo de muertes supera
al que lleva consigo el suicidio.
Epidemiología
Según la investigación pionera de Burgess and Hazelwood (1) en EE. UU. se
calcula que al menos de 500 a 1.000 muertes anuales se producen de este modo,
aunque se piensa que la cifra es muy superior. Estas prácticas son llevadas a cabo
casi exclusivamente por varones adolescente o adultos jóvenes (de las 132 muertes
estudiadas sólo encontraron 5 mujeres), generalmente considerados bien adap-
tados; raramente se observó la influencia de alcohol o drogas. Algunos trabajos
más actuales relacionan un aumento de esta práctica autoerótica con el uso de la
pornografía de la red (2).
Referencias bibliográficas
1. Burgess AW, Hazelwood RR. Autoerotic asphyxial deaths and social network response.
Am. J. Orthopsychiatry. 1983; 53:166-170.
2. Vennemann B, Pollak S. Death by hanging while watching violent pornographic vi-
deos on the Internet–suicide or accidental autoerotic death? Int J Legal Med mar.
2006; 120(2):110-4.
J. SUBINTENCIONADO
Abandono de los tratamientos. Accidentes automovilísticos.
Actividades de alto riesgo. Otros comportamientos autodes-
tructivos subintencionados. Referencias bibliográficas.
Hay acciones autodestructivas que el sujeto lleva a cabo, sin tener plena conciencia
de su naturaleza autolítica; a veces, incluso, niega deseos u objetivos suicidas. Sin
embargo, un estudio de estos comportamientos muestra cierto grado de respon-
sabilidad personal o participación en la muerte, ya sea esta natural, accidental u
homicida. Los autores han denominado estos comportamientos de modo distinto.
Accidentes automovilísticos
El modo temerario de llevar un volante muestra en ocasiones ciertas similitu-
des con el comportamiento autodestructivo. “¡Es un suicida, no le importa morir!”,
“¡Este quiere matarse!” son exclamaciones que se escuchan a veces cuando se ob-
serva pasar a alguien en un vehículo a gran velocidad. Un estudio del Centro de
Prevención del Suicidio de Los Ángeles (6) concluye que aproximadamente un 25%
de las víctimas de los accidentes automovilísticos son personas deprimidas. No obs-
tante, en la valoración de estas investigaciones, se ha de considerar que la falta de
concentración del estado depresivo explica en gran parte por sí sola los accidentes.
Por otro lado, la muerte debida a un siniestro automovilístico puede producirse
cuando la persona escoge el vehículo como medio de acabar con sus vidas –“au-
tocidios”–; se trata de suicidios propiamente intencionados que pretenden simular
un percance, como expuesto en otras partes de esta obra, y evitar, así, a la familia
el estigma de un suicidio en su seno; por estas razones, los siniestros que ocurren
hoy día tan frecuentemente en el tráfico, no siempre son totalmente fortuitos.
8 El torero expone la vida durante la lidia, no para morir sino para triunfar; ahora bien, en casos ex-
cepcionales al torero no le importa el peligro que afronta, pues por razones personales no desea vivir,
quiere la muerte escogiendo, como medio de llevar a cabo su intención autodestructiva, enfrentarse
a un toro en el ruedo. No es lugar para extendernos en consideraciones sobre el toreo, que presenta
facetas psicológicamente interesantes.
SUICIDIOLOGÍA CLÍNICA 158
Trastorno alimentario
Se ha achacado un componente autodestructivo tanto al sujeto con anorexia
como al bulímico. En la disminución nutritiva sustancial la persona arriesga la
vida; en la bulimia la obesidad subsiguiente llega a afectar gravemente la salud, de
ahí, la existencia de un elemento autolítico más o menos directo.
Otras subintenciones
Algunos autores consideran autodestrucciones subentencionadas a la impulsión
patológica a los juegos de azar y al masoquismo; y también como actos substitutos
del suicidio a los torneos, los duelos y las ordalías del pasado.
Además, están las personas con una gran propensión a tener percances de toda
índole en diversos lugares (trabajo, hogar, vehículos, deporte) y otras actividades
que lo interpretan algunos como deseos inconscientes de muerte. Creo que sólo
en casos muy concretos se puede considerar la subintención suicida en las perso-
nas propensas a los accidentes.
Referencias bibliográficas
9 Esta actitud se parece a la que tomaron los primeros cristianos por razones religiosas. Igualmente, los
franciscanos (s. XIII, Sevilla) incitaban a los musulmanes a que les mataran, gritando contra Mahoma
(9); en estos casos se trataría de un deseo consciente de muerte.
SUICIDIOLOGÍA CLÍNICA 160
4. Shneidman E. Orientation toward death: A vital aspect of the study of lives. Interna-
tional Journal of Psychiatry. 1968; 2:167-200.
5. Rojas, E. Estudios sobre el suicidio. Barcelona: Salvat; 1978. p. 416.
6. Tabachnick N. Destruction by automobile. accident or suicide. Springfield. lIIinois:
Ed. Charles C. Thomas; 1973.
7. Farberow NL. Indirect self-destructive behavior. En: Maris RW, Berman AL. y Sil-
verman MM. Comprehensive Textbook of Suicidology. New York: Guilford Press.;
2000. p. 429.
8. Klinger DA. Suicidal Intent in Victim-Precipitated Homicide: Insights from the Study
of “Suicide-by-Cop”. Homicide Studies. 2001; 5(3):206-226.
9. Amstrong K. Holy war. Nueva York: Knopf Publishing Group; 2001.
K. ENFERMEDADES SOMÁTICAS
Factores suicidógenos. Reacciones psíquicas. Enfermedades.
Epidemiología. Comprensión de los familiares. Precauciones
del médico.
Factores suicidógenos
En la evaluación de la contingencia suicida de una enfermedad física se han de
tener presentes los siguientes aspectos:
Síntomas: dolores (1), náuseas, vómitos, picores, acúfenos, tos, debilidad, res-
piración dificultosa, temblores, insomnio. Estas molestias si son fuertes y con-
tinuadas producen, en ocasiones sufrimientos difícilmente tolerables para la
mayoría de las personas.
Motricidad: las dificultades en los movimientos suponen un acentuado trauma
psicológico en personas activas que necesitan del pleno funcionamiento motriz
para ejercer su profesión o disfrutar del deporte. A otras además les aterra el
fantasma de ser dependientes de los allegados o del personal de una residencia.
Deformidad: las personas preocupadas por la apariencia física toleran mal las
desfiguraciones, más aún si tienen rasgos narcisistas centrados en aspectos es-
téticos corporales. Las amputaciones limitan la motricidad, alteran la apariencia
física y causan dolores.
Pérdida del control de esfínteres: la incontinencia (fecal, urinaria) permanente en-
traña ciertas barreras a la actividad y, para ciertas personas con alto sentido de
la limpieza y del aseo, significan un fastidio, sobre todo, en situaciones sociales.
didas terapéuticas tengan sobre las distintas parcelas de la vida (familia, trabajo,
recreos, relaciones interpersonales). En ciertos casos sólo se comprende el pro-
fundo sufrimiento desde la perspectiva muy peculiar de la persona; de este modo
las limitaciones alimenticias afectan profundamente a quienes se deleitan con las
comidas, las deficiencias auditivas, incluso las leves, a quienes disfrutan de la mú-
sica (flamenco, clásica).
Reacciones psíquicas
Aparte de la vivencia traumática causada por la propia enfermedad somática
surgen a menudo otras reacciones psíquicas que incrementan a veces con gran
intensidad las tendencias autodestructivas, entre estas reacciones se observan las
siguientes:
Enfermedades
Cáncer
En la fase terminal del proceso oncológico son varios los motivos que el enfer-
mo suele considerar insoportables: el dolor y las molestias propias de la avanzada
patología, el deseo de no ser recordado con una apariencia muy desmejorada, la
carga y la congoja de sus familiares. Conviene distinguir si las ideas de suicidio se
deben principalmente al deseo de acabar con el inaguantable sufrimiento causado
por el proceso canceroso o a un estado depresivo añadido.
Artritis reumatoide
Esta enfermedad reúne tres de las manifestaciones clínicas que producen más
motivos para completar acciones autodestructivas: dolor persistente en las articula-
ciones, disminución de la motricidad y deformidades (especialmente en las manos).
ESPECIALES 163
Lesiones de médula
Cuando el origen es un accidente deportivo o de tráfico, el daño ha sido ge-
neralmente consecuencia de actividades realizadas por sujetos propensos a com-
portamientos irreflexivos. Esta característica de la persona, la impulsividad, eleva el
riesgo suicida, como ya se ha expuesto (ver cap. evaluación).
Enfermedades renales
El rechazo a seguir con las sesiones de hemodiálisis puede deberse a un meca-
nismo psicológico de defensa (negación) que sustrae a la persona de tener con-
ciencia de la temida enfermedad, a una acción autolítica subintencional –muerte
silenciosa–, a no poder soportar el sacrificio que requiere el seguimiento de las
sesiones de hemodiálisis o a una intención propiamente suicida. El fracaso del
transplante y la vuelta a la diálisis trae a menudo consigo un aumento del riesgo.
Epilepsia
No solamente después de haberse diagnosticado la epilepsia aumentan las ideas
y acciones autodestructivas sino que quienes llevan a cabo acciones suicidas pre-
sentan mayor probabilidad de padecer epilepsia en el futuro. Esta doble dirección
del fenómeno suicidio y epiléptico sugiere la presencia de subyacentes mecanis-
mos patofisiologicos comunes que asimismo bajan el umbral de las convulsiones
y/o elevan el riesgo de alteraciones psiquiátricas y del suicidio (2).
En la clínica el correcto tratamiento anticonvulsivo se ha considerado que dis-
minuye las ideas y acciones suicidas, aunque a veces se encuentra un efecto fa-
vorable de las crisis sobre el humor (tristeza e irritabilidad)10 y hay controversia
acerca del componente suicidógeno de los anticonvulsivos (según mi experiencia
inexistente).
El paso a la juventud del niño epiléptico conlleva en general la toma de concien-
cia de los inconvenientes de la enfermedad. Se trata de molestias y limitaciones
(prohibición de conducir y de alcohol, toma de la medicación) objetivamente
poco importantes durante otras etapas de la vida, pero el adolescente puede vivir-
las como insuperables (ver la sección jóvenes en este capítulo).
10 En mis años de residente en el Hospital Psiquiátrico de Leganés este hecho se observaba con frecuencia
y se comentaba entre los cuidadores: tras el episodio convulsivo el enfermo era más manejable.
SUICIDIOLOGÍA CLÍNICA 164
Sida
El control sanitario al que está sometido el sida facilita la investigación sobre
los diversos temas de esta enfermedad. Agravan el riesgo:
Otras enfermedades
También se ha notado cierta propensión autolítica en la esclerosis múltiple, en-
fermedad crónica obstructiva pulmonar, lupus eritematoso sistémico y síndromes
del dolor.
Epidemiología
Al igual que sucede con la tasa general, los suicidios masculinos debidos a en-
fermedades somáticas superan a los de las mujeres. Hay un considerable número
de falsos negativos: resulta más fácil atribuir las muertes bruscas e inesperadas de
los pacientes somáticos a la propia enfermedad y, además, los propios familiares
tienden a ocultar de un modo más o menos consciente las muertes por suicidio
de este tipo de pacientes.
ESPECIALES 165
Referencias bibliográficas
1. Ilgen MA, Zivin K, KL, Austin KL et al. Severe pain predicts greater likelihood of
subsequent suicide. Suicide Life Threat Behav 2010 dic; 40, (6):597-608. DOI:
10.1521/suli.2010.40.6.597.
2. Hesdorffer DC1, Ishihara L, Mynepalli L, Webb DJ, Weil J, Hauser WA. Epilepsy, suici-
dality, and psychiatric disorders: a bidirectional association. Ann Neurol. 2012 agosto;
72(2):184-91. Doi: 10.1002/ana.23601. Epub 2012 agosto 7.
3. Jia CX, Mehlum L, Qin P. AIDS/HIV infection, comorbid psychiatric illness, and risk
for subsequent suicide: a nationwide register linkage study. J Clin Psychiatry. 2012
Oct; 73(10):1315-21. Doi: 10.4088/JCP.12m07814. Epub 2012 Sep 4.
VIII. Intentos de suicidio
Suicidio frustrado
Hablamos de suicidio frustrado cuando el acto lesivo autoprovocado implica
auténtico deseo e intención de morir; no obstante, diversos factores impiden que
INTENTOS DE SUICIDIO 167
Gesto suicida
Se suelen designar con este nombre las acciones autodestructivas deliberadas
sin daño físico de importancia o al hecho de mostrar el sujeto los medios que tie-
ne a su disposición para materializarlas sin haber realizado ningún acto; en este
sentido se considera generalmente una forma de amenaza diferente a la verbal.
Además se recurre con frecuencia a denominar gesto suicida a otras acciones au-
tolíticas, faltándole pues especificidad al término. Esto, unido al sentido peyorativo
con que generalmente se asigna a este término hace que se tienda a eliminar su
uso; igualmente sucede con otros vocablos imprecisos y cargados de juicios mora-
les negativos como manipulación, intento no serio o fallido, amenazas y veleidades.
Suicidio simulado
1. La persona finge haber muerto tras proponerse morir, habiendo atentado
contra su vida, por ejemplo: deja unas cartas, mensajes por correo electróni-
co o telefónicos, informando de sus intenciones, pero sin indicar donde se
va a llevar a cabo el acto. Posteriormente el sujeto incluso llega a tomar una
nueva identidad, se traslada a una población o país distinto.
SUICIDIOLOGÍA CLÍNICA 170
Motivos
¿Qué lleva a una persona a elegir un acto autolítico sin intención fatal? En cada
persona actúan generalmente varios de los factores que se mencionan a continuación:
Comunicar
La acción autolítica (o hablar a otros de realizarla) revela a veces una intención
expresiva más que el deseo de autodestruirse. En el fondo de algunos comporta-
mientos autodestructivos subyace una llamada de socorro (“cry for help”) a otras
INTENTOS DE SUICIDIO 171
Influir
La tentativa autolítica no sólo pretende comunicar una lamentable situación
sino a menudo también cambiarla al intervenir sobre otros para lograr diversas
formas de ayuda: atención de los allegados y amigos, dispensas de las responsabi-
lidades laborales, familiares y sociales. La persona busca un beneficio material o
afectivo. Este influjo sobre el medio social se considera a menudo como ganancia
secundaria si es subconsciente, aunque se suele interpretar por las personas cerca-
nas como manipulación e, incluso, chantaje.
El comportamiento autodestructivo suele llevarse a cabo cuando han fallado
otras formas de comunicar las desesperantes circunstancias o de influir sobre
quienes pudieran remediarlas. Si la intención expresiva no alcanza su objetivo, la
persona puede recurrir a acciones más lesivas con el riesgo que acarrean.
Otros motivos
Efectos
Pese al estigma social que conlleva, el comportamiento autolítico se ve a me-
nudo reforzado por el alivio momentáneo que generalmente produce en el interior
(reducción de la tensión, catarsis) y el exterior (cambios del medio humano) de la
persona. Igualmente da lugar a otras reacciones de quienes le rodean, que a veces
son adversas.
SUICIDIOLOGÍA CLÍNICA 172
Alivio
Catarsis: a veces el intento autolítico proporciona un sosiego inmediato, aunque
pasajero, de la tensión emocional interior y del estado del ánimo. La persona al
llevar a cabo sus impulsos autodestructivos, que habían alcanzado el punto de
incontrolables, se siente como liberada.
Cambios externos: además, en ocasiones el intento autolítico, lleva consigo reci-
bir atención especial:
Consecuencias contrarias
Ahora bien, si en un primer momento el comportamiento autodestructivo mi-
tiga a menudo el sufrimiento, los allegados también, en mayor o menor medida,
pueden experimentar emociones de fastidio y rabia. Con relativa frecuencia les
disgusta que el cambio de la interrelación sea forzado; a veces los allegados, ya des-
de el inicio, desconfían de la autenticidad del acto autodestructivo e interpretan
como manipulación los inconvenientes que origina la persona con el intento.
Las consecuencias negativas se incrementan o empiezan a surgir en sucesivos
intentos autodestructivos, ya que con la repetición del comportamiento autolítico
el familiar o amigo tiende (en un tiempo más o menos largo) a sentirse utilizado.
Así pues, la común compresión del principio suele empeorar o desaparecer si la
actividad autolítica prosigue.
El comportamiento autodestructivo puede llegar a ser una forma no excepcional
de afrontar los traumas de la vida ordinaria. El sujeto nota que el comportamiento
le ha sacado de los conflictos que le atenazaban; en él los efectos inmediatos pre-
valecen a veces sobre las consecuencias adversas futuras, que no bastan para anular
la reiteración del comportamiento autodestructivo; de este modo, el acto autolíti-
co constituye una forma de resolver situaciones traumáticas. En algunos casos, la
persona recurre a un método cada vez más destructivo, para causar más impacto.
INTENTOS DE SUICIDIO 173
Evaluación
Al valorar el riesgo suicida de una persona tras un acto autolítico no fatal se han
de tener en cuenta diversos aspectos: aportaciones de la entrevista, la seriedad del
acto (método, letalidad, accesibilidad), los intentos previos, la personalidad y las
posibilidades de mejorar las circunstancias personales.
Igualmente, los datos sobre los que se basa la estimación del intento autolítico,
a veces presentan dificultades valorativas. Al considerar en general negativamente
la sociedad y el propio sujeto la autodestrucción, las fuentes pueden no ser fiables
por pretender modificar o negar la realidad de los hechos para que estos aparenten
una mayor o menor intención.
Además, intervienen a veces mecanismos de defensa que justifican más o menos
conscientemente (racionalizaciones) la acción autodestructiva y enmascaran así
ciertos motivos reales, por ej.: la persona indica como motivo causante de su ac-
ción autolítica un malestar físico insoportable, pero en el fondo intenta crear culpa
en determinada persona próxima. Por esta razón, se ha de expresar al paciente que
las ideas y acciones autolíticas son manifestaciones psicopatológicas o reacciones
a circunstancias sociales de las que no debe sentirse culpable ni avergonzarse,
contrarrestando así estos prejuicios.
La evaluación psiquiátrica tras el acto autoagresivo aporta en ocasiones datos
relevantes debido a la desinhibición que ocasiona el estado de aturdimiento y
perplejidad en el que el sujeto puede encontrarse; sin embargo, no debe estimarse
completa la valoración hasta que se lleve a cabo con plena lucidez de la conciencia
del paciente.
De todos modos la estimación de la tendencia a reincidir de quienes han inten-
tado el suicidio, como todo lo referente a las eventualidades del comportamiento
humano, suele ser imprecisa porque se desconocen, entre otras razones, las viven-
cias y las futuras circunstancias de la vida que tendrá que afrontar la persona.
Una investigación (3) identificó 65.784 pacientes dados de alta hospitalaria
o del Servicio de Urgencias después de un primer intento de autolisis. Se llevó a
cabo un seguimiento durante una media de 5.3 años. Del conjunto de las personas
estudiadas 976 consumaron el suicidio que superaba cuarenta veces al correspon-
diente del grupo control.
Anteriores
Después
¿Cómo se siente, tras haber fallado?: alivio por sobrevivir, tristeza por la acción
cometida, aceptación del intento y de no haber fallecido, lamenta estar aún vivo.
“¿Qué cambios nota en Ud mismo y en quienes le rodean?” es una pregunta que
puede aportar interesantes datos. En las actitudes ambivalentes encontramos reac-
ciones de diversa intensidad.
De todos modos, la indagación directa en la entrevista presenta ciertos inconve-
nientes, pues al ser un relato retrospectivo los motivos que se aducen, la intencionalidad
y el resultado no se corresponden a veces con los que tuvieron lugar en el proceso
de la acción autodestructiva. Los datos pueden silenciarse, alterarse e incluso ne-
garse (no admite haberlo materializado), pues la persona se muestra reticente de
hablar sobre el tema al creer a veces que su acto autodestructivo va a ser valorado
peyorativamente o hasta ridiculizado por el mismo clínico.
INTENTOS DE SUICIDIO 175
Datos objetivos
Método
El medio utilizado refleja el grado de intención suicida. La posibilidad de muerte
cambia notablemente, según el sujeto haya recurrido a medios suaves (ingestión de
medicamentos por debajo de la dosis letal, laceraciones de la muñeca, golpes de
los puños contra la pared) o a otros más agresivos (cortes de la vena yugular o de
la arteria aorta, ahorcamiento, armas de fuego). Sin embargo, el aparente peligro
físico de una sobredosis no mide necesariamente el grado de voluntad de muerte
e incluso a veces resulta engañoso, ya que la persona desconoce la toxicidad de
las substancias que ingiere (excepto si está relacionada con la medicina o intere-
sada en las intoxicaciones). Así, ha de indagarse si tenía conocimiento del grado
de gravedad de las consecuencias (convencimiento de que la dosis era mortífera).
Letalidad
Se refiere al daño físico (cortes, quemaduras, lesiones gástricas, traumatismos
cráneo-encefálicos) que una persona se inflinge a sí misma y al peligro que corre
su vida bajo el punto de vista médico; la letalidad se relaciona estrechamente con el
método, así un tiro en la cabeza implica una mayor letalidad que la ingestión de
fármacos.
El término se emplea también en referencia al potencial autodestructivo, es
decir, la posibilidad de muerte de una persona por suicidio en el futuro. En este
sentido resulta más apropiado el vocablo “suicidabilidad” (aunque debido a otros
significados algunos autores desaconsejan su uso) para designar las probabilidades
de suicidio en el futuro. La letalidad debería referirse, pues, a la trascendencia de
las lesiones autoprovocadas, y la “suicidabilidad” a posibles acciones autolíticas en
el futuro. Debe, pues, restringirse la palabra letalidad a las consecuencias médicas
del acto y evitar así la ambigüedad semántica.
Epidemiología
Independientemente de la rigurosidad del método empleado, en todos los países
se hacen registros de las muertes de naturaleza suicida, pero no de los intentos
de suicidio. La mayoría de las personas que realizan actos autodestructivos no
fatales acude al médico general, a agencias como el Teléfono de la Esperanza o
no transciende del círculo de los allegados. Por esta razón, la frecuencia de las
lesiones voluntariamente autoprovocadas tiende a subestimarse, aún más que la
del suicidio consumado, ya que generalmente sólo se tienen en cuenta los datos
hospitalarios. En los servicios de urgencias están básicamente interesados en las
lesiones e intoxicaciones sin apenas indagar ni anotar la intención subyacente; de
ahí que los datos epidemiológicos escaseen.
Pese a los años transcurridos, hay una investigación epidemiológica americana
de 1988 que aún se toma como referente1. En este estudio la tasa anual de inten-
tos de suicidio fue del 3% y la de suicidios (12 por 100.000 habitantes), así pues,
se estima que hubo aproximadamente 23 intentos de suicidio por cada uno de los
consumados. No se conocen investigaciones similares en la población española.
Los intentos son más comunes en las mujeres y en los jóvenes mientras que las
acciones autolíticas consumadas lo son más en los varones y en los ancianos (a
partir de los 60 años). Según algunas investigaciones (5), los intentos autodes-
tructivos son más frecuentes en homosexuales adolescentes y, al contrario que
ocurre con los heterosexuales, los masculinos superan a los femeninos. Los inten-
tos de suicidio se ven más en los hermanos menores y los suicidios consumados
más en los primogénitos (6).
No se debe olvidar la importancia de los actos autoagresivos no fatales, ya que
según diferentes estadísticas aproximadamente el 10% de ellos acaba finalmente
en suicidio. Sin embargo, en nuestra experiencia clínica los intentos son un tema
común mientras que los actos consumados son afortunadamente excepciones, es
decir, de todos los intentos que se tratan en la práctica diaria sólo una mínima
1 Se trata de la investigación ECA (Epidemiologic Catchment Area) del Instituto Nacional de Salud
Mental de EE. UU. realizada con 18.000 residentes de los EE. UU. (4).
SUICIDIOLOGÍA CLÍNICA 178
Trastornos
En las personalidades “límites” –borderline– (ver cap. VI, personalidad) se ob-
servan frecuente y reiteradamente comportamientos no fatales autodestructivos
(amenazas, gestos, cortes, quemaduras, golpes). El rasgo principal de este trastorno
consiste en un intenso y reiterado descontrol emocional e impulsivo ante la ame-
naza de terminar una relación significativa (alejamiento, rechazo) o al ser pre-
sionada la persona para que asuma más responsabilidad. En estas circunstancias
amenazantes se desencadena el acto autolítico.
Considerar el acto autolítico como un modo de atraer atención y acostumbrar-
se a las continuas quejas lleva a infravalorar la contingencia suicida de las persona
con este trastorno; por otra parte, valorar en exceso el riesgo lleva a la reiterada
hospitalización que puede impedir la adaptación de la persona a sus traumas es-
pecíficos.
Menos comúnmente, es observar el comportamiento autolítico no fatal en otros
trastornos psicológicos como los de la personalidad (histriónicos, disociales), los
de adaptación y los depresivos. Las personas que padecen alteraciones graves del
ánimo, psicosis y problemas de drogadicción tienden más bien a consumar el
suicidio.
Manejo terapéutico
Los actos autoagresivos no fatales han de considerarse con toda seriedad, pues
la persona que escoge esta desesperada forma de actuación se halla ante circuns-
tancias sujetiva u objetivamente extremas, o dispone de escasos recursos psico-
lógicos para hacerles frente de otro modo. Todo cuanto se expone en el capítulo
X sobre la intervención terapéutica de personas de alto riesgo suicida resulta
aplicable aquí.
sobre ellas o a través de sus familiares; sin embargo, este aspecto se descuida a
menudo. En general, la mente del profesional sanitario no especialista (médicos,
enfermeros) difícilmente comprende el deseo de la pérdida voluntaria de salud y, por
ello, la actitud hacia quienes intentan acciones autolíticas suele ser poco compren-
siva e incluso hostil, mostrando cierta dosis de enfado más o menos directamente
expresado. Si se trata de recidivas autodestructivas, conforme aumenta su núme-
ro el sujeto trasmite más al personal sanitario la impresión de estar manipulando.
El psiquiatra del equipo de urgencia ha de tener conocimiento de estos senti-
mientos contrarios al apropiado manejo del paciente e influir en sus compañeros
para ayudarles a superarlos. Aconsejarles que si hacen una manifestación de conte-
nido negativo muestren con claridad que va dirigida al comportamiento agobiante
y fastidioso, no a la mala condición de la persona con ideas suicidas, a la que se
está intentando ayudar profesionalmente. También se ha de cuidar la comunicación
indirecta que, pudiera de un modo más o menos consciente, expresarse con gestos
y tonos. Se ha, pues, de formar al personal en actitudes terapéuticas y así evitar
que una atmósfera poco propicia psicológicamente impida captar en toda su am-
plitud la problemática del sujeto e interfiera en la óptima intervención terapéutica.
Equipo especializado
Conviene que un mismo equipo de profesionales de la salud mental, especial-
mente preparado, asuma la responsabilidad del tratamiento en colaboración con
el servicio psiquiátrico del centro hospitalario. De todas formas, el estudio del pa-
ciente tras un intento de suicidio en el servicio de urgencias presenta dificultades:
El rechazo del tratamiento tiene interés en casos concretos como las sobredo-
sis de paracetamol, cuyo tratamiento precoz puede evitar las lesiones hepáticas
fatales. En la práctica no constituye un problema frecuente la decidida decisión
del paciente de oponerse a la intervención terapéutica, aunque debe considerarse
que si acabar con la propia vida es un derecho del libre albedrío, las actuaciones
médicas para recuperarle, una vez que ha intentado morir, pueden constituir un
delito de los terapeutas implicados.
INTENTOS DE SUICIDIO 181
Revisiones bibliográficas
1. Stengel E. The suicide problem up to date. Current Medicine and drugs.1966; 6:3-17.
2. Kreitman N. Parasuicide. Londres: Weley; 1977.
3. Finkelstein et al. Risk of suicide following deliberate self-poisoning. Jama Psychiatry.
2015; 72(6):570-575. Doi:10.1001/jamapsychiatry.2014.3188. Publicado en línea,
abril 1, 2015.
4. Moscicki EK et al. Suicide Attempts in the Epidemiologic Catchment Area Study. The
Yale journal of biology and Medicine.1988; 61:259-268.
5. Remafedi G. et al. The Relationship between Suicide Risk and Sexual Orientation: Re-
sults of a Population –Based Study. American Journal of Public Health.1998; 88:57-
60.
6. Lester D. Suicide and sibling position. Individual Psychology, Acta Psychiatrica Scan-
dinavica. 1987; 43:390-395.
7. Hassan TB, MacNamara AF, Davy A, Bin A y Bodiwala GG. Managing patiens with
deliberate self-harm who refuse treatment in accident and emergency department.
British Medical Journal.1999; 319:107-109.
iX. Temas varios
A. CONCEPCIONES TEÓRICAS
Durkheim. Psicoanálisis. Otras concepciones psicodinámicas.
Referencias bibliográficas.
Durkheim
Émile Durkheim publica en 1897 el libro El suicidio. Estudio de sociología (1)
donde expone que el suicidio, aunque es un acto altamente personal, sólo se ex-
plica conforme al estado de la sociedad a la que pertenece el individuo; así cada
sociedad tiene una inclinación colectiva al suicidio, expresada numéricamente en
una tasa que tiende a mantenerse constante en tanto el carácter de la sociedad
no cambie. A mayor integración del sujeto en la sociedad, menor probabilidad
de suicidio. Durkheim clasifica el suicidio en tres tipos según la naturaleza de la
alteración entre la sociedad y el correspondiente individuo.
Anómico: cuando el control y regulaciones de la sociedad sobre el individuo se
relajan demasiado (decline de las creencias religiosas, excesiva relajación de los
códigos profesionales y maritales, marcados cambios sociales, crisis políticas) au-
menta el índice de suicidios en la sociedad.
Egoístico: resulta de un anómalo individualismo que origina una falta de inte-
gración en el grupo social de tal modo que el sujeto apenas se siente sometido al
control social, familiar o religioso.
TEMAS VARIOS 183
Psicoanálisis
Freud en su trabajo Duelo y melancolía (2) señala que en la depresión y el sui-
cidio la agresividad se dirige hacia sí mismo (internalización). También considera
el suicidio como un homicidio invertido (retroflexión), se mata el objeto “intro-
yectado”: “Estoy intentando expulsarte de mi sangre” (escribe a su ex-esposa un
separado que se apuñaló) (3).
K. Menninger (4) expuso en un estudio clásico las diversas categorías del com-
portamiento suicida. Según este autor, los motivos que llevan al suicidio son el
deseo de morir, de matar y de ser matado.
1. Las personas que desean morir pretenden, sobre todo, escapar de algo des-
agradable, a veces se trata de sufrimientos crónicos fisiológicos o psicoló-
gicos.
2. El deseo de matar se refiere al suicidio como un modo de venganza y de
infligir culpa y sufrimiento a otras personas.
3. El deseo de ser matado puede significar la búsqueda de castigo por los im-
propios actos y pensamientos.
Instinto de muerte: según Freud, los impulsos de vida y de muerte coexisten con
intensidad diferente en cada persona. La hipótesis etiológica que se expone
en esta obra en cierto modo apunta a esta idea freudiana: en la persona hay
una tendencia autodestructiva intrínseca sobre la que actúan diferentes factores
extrínsecos que predisponen, mantienen y desencadenan el comportamiento
suicida. Asimismo, se supone que hay otra tendencia a continuar en la vida
también influida externamente (vivencias), coexistente con la que se inclina
a la autolisis.
Regresión a la felicidad prenatal: el impulso a salir de la realidad puede ser el
deseo de vivir en otro mundo donde las necesidades y esperanzas que son
negadas en esta vida serán concedidas en otra. La muerte puede concebirse
como la vuelta a la felicidad que se tenía en el útero materno. La muerte sería
un dormir para despertarse en otra vida mejor. A este respecto se señala que
Hipnos y Tánatos, los dioses de la mitología griega del sueño y de la muerte,
eran hermanos.
Castigo infantil: en los años cincuenta, cuando el pensamiento psicodinámico
influía intensamente en la psicología y en la psiquiatría, se especuló acerca de
la repercusión que la forma de castigar al niño tenía en las tendencias suicidas.
Se sugirió que las amenazas de quitar al niño la compañía o el cariño ante el
mal comportamiento inhiben su resentimiento y no aprende a manifestar exte-
riormente la agresividad, adquiriendo la tendencia de volverse contra sí mismo.
Contrariamente, con el castigo físico las consecuencias para el niño no son las
de perder el amor de los padres, aprendiendo así que la manifestación externa
de la agresividad no es completamente inaceptable. Esta interpretación es con-
traria a los principios educativos actuales.
Reunión: el motivo de la autodestrucción puede ser el deseo de encontrar en
otro mundo a una persona significativa que ha fallecido, en general reciente-
mente.
Referencias bibliográficas
1. Durkheim E. Le Suicide: Étude de sociologie. Paris: Félix Alcan, 1897 (hay traducción
al español: El Suicidio. Madrid: Akal editor. 1976).
2. Freud S. Duelo y melancolía (1917 [1915]). Obras Completas. Tomo XIV. Buenos
Aires: Ediciones Amorrortu. 1993.
TEMAS VARIOS 185
1 Un ejemplo claro es el de la famosa cantante japonesa Okada Yukiko, que se precipitó desde un 7º piso
(donde estaban ubicados los estudios de grabación) a los 18 años (1986). En los 17 días siguientes,
33 jóvenes cometieron suicidio, 21 arrojándose desde altos edificios. Uno de ellos saltó desde el mismo
lugar que la artista con una fotografía de Yukiko en el bolsillo, cayendo sobre el santuario que los “fans”
habían erigido en su recuerdo. Igualmente la cobertura periodística de Leslie Cheung, actor y cantante,
que se precipitó desde el piso vigésimo cuarto de un hotel de Hong Kong fue muy intensa por la fama
y la características personales de Leslie (declaró muy pronto su bisexualidad). Un significativo aumento
de las acciones autodestructivas y del método empleado (lanzarse al vacío desde un lugar elevado) se
observó al compararse las tasas y medios de suicidios en los meses posteriores del suceso con las de
los mismo tiempo de varios años anteriores (1).
TEMAS VARIOS 187
Presentación de la noticia
La influencia de los medios dependerá en gran medida del modo de exponer el
acto autodestructivo; se ha de tener en cuenta que el rechazo a hablar con los
comunicadores puede crear animadversión en ellos y, consiguientemente, que no
muestren sensibilidad al informar y discutir sobre comportamientos autolíticos o
no sigan algunas sugerencias respecto a ciertos aspectos que el periodismo res-
ponsable debe evitar, como los siguientes:
Las sugerencias que se acaban de recomendar a los medios son hoy día prácti-
camente imposibles en la red informática; el control de la intensidad de la noticia del
suicidio de una persona célebre en internet resulta imposible; la comunicación del
hecho es inmediato, proporciona los enlaces que amplían los datos de la noticia y
de la persona implicada; así el sensacionalismo puede ser prominente (inmediatez
e intensidad de la noticia) y además, se hallan frases encomiásticas, descripción
detallada del método, se atribuye el acto a un único trauma psicológico reciente.
El clínico ha de seguir la cobertura de estas noticias y tener presente el efecto que
el hecho pueda tener en los pacientes más vulnerables, sobre todo si se trata de
adolescentes.
Asimismo, el efecto suicidógeno de la literatura se manifestó claramente tras la
publicación de Cuitas del joven Werther, novela de Goethe. Un llamativo número de
adolescentes terminaron con sus vidas en aquel entonces, algunos en trajes pare-
cidos a los descritos en la obra que vestía el protagonista. La repercusión de otras
obras literarias como Romeo y Julieta, tragedia de Shakespeare suele ser más a nivel
individual que epidémico y consiguientemente menos estudiado. Por otro lado,
las películas y series televisivas de contenidos autodestructivos puede estimular al
suicidio en personas predispuestas.
TEMAS VARIOS 189
Referencias bibliográficas
1. Yip SF et al. The effects of a celebrity suicide on suicide rates in Hong Kong. Journal
of affective disorders. 2006; 93(1):245-252.
2. Liu KY et al. Charcoal burning suicides in Hong Kong and urban Taiwan: an illus-
tration of the impact of a novel suicide method on overall regional rates. Epidemiol
Community Health. 2007; 61(3): 248-53.
3. Bohnert AS, Roeder K, Ilgen MA. Unintentional overdoses and suicide among subs-
tance users: A review of overlap and risk factors. Drug Alcohol Depend. 2010;
110(3):183-192.
C. ESCRITOS
2 He aquí otros motivos de la inexistencia de escritos: la persona pretende que se considere el suicidio un
accidente o un homicidio, falta la motivación (sin encontrar sentido a componer una nota), los preparativos
(adecuar el nudo corredizo, disponer de la manguera para inhalar el gas tóxico) centran la mente, se ha
pensado su contenido pero no se ha llevado al papel, la anotación una vez manuscrita se rompe.
TEMAS VARIOS 191
Contenido
Varían los temas sobre los que versan los escritos; en general, se relacionan de
un modo u otro con los motivos que llevaron a autodestruirse; los hay centrados
en la propia persona, en los demás (contrarios, favorables) e impersonales.
Personales
Desfavorables
Favorables
Impersonales
En ocasiones, los contenidos de las notas están dirigidos a varias personas (men-
sajes por internet) o redactados en diferentes apuntes para cada una de ellas.
Se han conocido casos en los que el texto está escrito con la propia sangre de
la persona que se autodestruye: el pintor Jules Pascin (1885-1930), anotó, de
esta forma, antes de ahorcarse: “Lucy, perdóname” y el poeta ruso Sergei Esenin
(1895-1925) compuso un verso de despedida del mismo modo.
Valoración
Los escritos aportan datos interesantes para conocer la mente, el ánimo, la psi-
codinámica y la psicopatología del autor que acabó con su vida. Las aclaraciones,
sobre las causas que motivaron el acto, reflejan a veces la lucha interna que prece-
dió la decisión de autodestruirse; en ocasiones, la persona ha de vencer sus propios
mecanismos psicológicos y prejuicios sociales contra el suicidio, p. ej.: personas
religiosas, algunas incluso se vuelven incrédulas.
Un interesante estudio (5) propone que algunas personas utilizan el escrito
para presentar la imagen de ellos que quieren sea la recordada por otros. Igualmente,
se ha cuestionado que los escritos descubran ciertamente los motivos del suici-
dio, pues en los momentos de su redacción el extremo dolor y el pensamiento rí-
gidamente constreñido dificultan en general la toma de conciencia de la realidad.
En los métodos de baja letalidad (sobredosis, gases) el sujeto puede realizar las
anotaciones una vez ha empezado a actuar el tóxico. En estos casos, la progresiva
obnubilación de la conciencia dificulta y distorsiona la expresión, pero a su vez al
igual que en un narcoanálisis3 puede aportar datos de interés.
Simulaciones
Hay casos en los que el sujeto deja una nota supuestamente escrita antes de co-
meter suicidio, sin haber existido tal acción autodestructiva; en ocasiones, la per-
3 Técnica consistente en lograr a través de un somnífero un estado próximo al sueño en el que la persona
aún mantiene la capacidad de comunicarse con el clínico.
TEMAS VARIOS 193
sona cambia incluso su identidad. Hay un estudio (6) sobre personas que se creyó
que se habían precipitado desde el puente Puerta Dorada (Golden Gate Bridge) de
San Francisco y resultó que habían iniciado nuevas vidas con otras identidades, a
veces para evitar ir a la cárcel. Los autores observaron que las anotaciones simula-
das tenían algunas diferencias respecto a las auténticas: eran más largas y aportaban
razones de suicidio con mayor sentido (problemas financieros, legales).
Ciertos estudios se centran en distinguir la anotación falsa de la verdadera por el
contenido. Para tal objetivo se constituyó un grupo de personas cuya edad, género
y clase económico-social eran similares al de aquellas con escritos previos a su
autodestrucción. Se pidió a quienes estaban en el grupo la redacción de un escrito
como si ya tuvieran planeado terminar con sus vidas. Los hallazgos que aportan
los análisis lingüísticos son de gran interés científico, aunque requieren de más
estudios para que su aplicación como prueba legal sea más rigurosa.
Otras veces no se cuestiona la muerte misma sino la autenticidad del escrito, ya
que puede suceder que otra persona prepare la anotación para ocultar un homi-
cidio o se interprete erróneamente el sentido del escrito. Así ha sucedido con la
palabra “departing” de la carta del músico Kurt Cobain: hay quien piensa que no
significaba irse de este mundo sino de su grupo musical y que otras frases eran
garabatos añadidos por el asesino.
Referencias bibliográficas
1. Hankoff LD. Judaic origins of the suicide prohibition. En: Hankoff LD, Einsidler B
(eds.). Suicide: Theory and Clinical Aspects. Littleton, MA: PSG; 1979.
2. Maris RW, Berman AL, Silverman MM. Comprehensive Textbook of Suicidology.
New York: Guilford Press; 2000. p. 264.
3. Etkind M. Or Not to Be; A Collection of Suicide Notes, New York: Riverhead Books;
1997.
4. Peck DL. Completed Suicides: Correlates of Choice of Method. Omega Journal of
Death and Dying. 1986 junio; 16 (4)309-323. Doi: 10.2190/40VA-4107-0BJR-
VF9H.
5. Yang B, Lester D. Essay The Presentation of the Self: An Hypothesis about Suicide
Notes. Suicidology Online 2011; 2:75-79.
6. Seiden R, Tauber R. Pseudocide versus suicide. En: Proceeding of the 5th Internatio-
nal Congress for Suicide Prevention. Viena; 1970.
SUICIDIOLOGÍA CLÍNICA 194
APÉNDICE
Arthur Koestler:
“Los motivos para poner fin a mi vida son simples y apremiantes: enfermedad
de Parkinson y una variedad de leucemia que es lentamente fatal. El proceso ha al-
canzado un estado agudo con añadidas complicaciones que hace aconsejable ahora
la autolisis, antes que sea incapaz de hacer los necesarios arreglos. Deseo que mis
amigos conozcan que dejo su compañía con una mente pacífica”.
D. LA ERA DIGITAL
Efectos beneficiosos de internet. Portales y grupos en internet
propensos al suicidio. Asociaciones pro-suicidio. La interre-
lación con pacientes en la red electrónica.
1. Hay páginas que proporcionan detallada información sobre los métodos sui-
cidas: las formas de conseguirlos, los de más fácil manejo y los indoloros.
2. Las interacciones “virtuales” en las redes sociales pueden reforzar estrategias
inadecuadas para afrontar circunstancias adversas.
3. El uso exagerado de la red puede limitar la vida social y las actividades ordi-
narias de la persona, dificultando así su adaptación.
4. En los medios educativos se suele acentuar la relación causal entre el cibera-
coso escolar y la autolisis, incluso se hacen accesibles vídeos de quienes han
sido hostigados y que luego cometen suicidio o lo intentan.
5. Contenidos antipsiquiátricos con fuerte influencia sobre personas vulnera-
bles debilitan la alianza terapéutica.
Asociaciones pro-suicidio
A. PREVENCIÓN GENERAL
Plan general. Reducir la disponibilidad de medios letales.
Especificidad del método. Personas significativas. Asistencia
psiquiátrica. Actitudes sociales paradójicas respecto a pre-
vención del suicidio. Ideas erróneas acerca del suicidio. Refe-
rencias bibliográficas. Apéndice.
Importancia y complejidad
Aunque no se dedica en esta obra atención especial a los temas históricos y
culturales, se conoce que el fenómeno suicida está presente en todos los tiempos y
en todas las sociedades; ha de considerarse, pues, que hay dificultades en prevenir
las actividades autodestructivas. No se concibe la existencia humana sin los ma-
lestares de las enfermedades físicas y psíquicas, sin necesidades básicas (hambre,
inseguridad) ni sin los conflictos interpersonales de cada día; de ahí la utopía de
una naturaleza humana en unas circunstancias físicas y sociales perfectas.
A continuación se exponen dos hechos que muestran la difícil tarea de evitar,
en general, las acciones suicidas.
La Psicofarmacología, un efecto preventivo menor del esperado: pese a la im-
presión favorable que se tiene en el ejercicio clínico diario respecto a la eficacia
de los nuevos medicamentos en prevenir las acciones autodestructivas de los en-
fermos psiquiátricos, los avances de la farmacología no han logrado bajar subs-
tancialmente en su conjunto el porcentaje de suicidios si se tiene presente que los
trastornos mentales representan aproximadamente el 80% de todos los suicidios.
En este sentido están los datos de los EE. UU. del pasado siglo que registran una
tasa de 11.8 suicidio por 100.1 habitantes en 1901 mientras que la cifra llegó a
10.6 en el 2000. Por consiguiente, sólo disminuyó un 1.2 por 100.000 habitantes
en 99 años. Es posible que la diferencia entre los suicidios reales y los oficialmente
inscritos fuera más grande a principios del siglo pasado que en el 2000, pero po-
siblemente no tanto para modificar sustancialmente la proporción. De este modo,
la medicación conlleva un descenso en la tasa de suicidios pero en una proporción
inferior a la que se pensaba.
Programas de prevención sin resultados: por otra parte, los esfuerzos realizados
en proyectos preventivos, casi no disminuyen las cifras de suicidios en una determi-
nada sociedad. Así, los estudios de los porcentajes de suicidios en ciudades donde
los samaritanos* han organizado uno de sus servicios, no muestran diferencias
significativas con los de otras ciudades que carecen de tales servicios (1). A pesar
de estos datos, se reconoce generalmente el alivio que muchas personas adquieren
de sus problemas cotidianos en estos centros de prevención cuyo fallo en reducir
el número de suicidios se puede deber, al menos en parte, a varios factores: la
SUICIDIOLOGÍA CLÍNICA 200
Plan general
No haber logrado disminuir substancialmente las tasas generales de suicidios,
no ha de indicar una actitud pesimista y, menos aún, tendente a la pasividad. La
falta de eficacia de estas formas de prevención debe estimular en la medida de lo
posible cambios generales en el hombre (salud, madurez de la personalidad) y el
mundo (físico y social) que aminoren los sufrimientos de la existencia humana
y promover investigaciones que ayuden a reducir el número de suicidios. Se ha
propuesto que la sociedad aborde el suicidio de un modo similar al que adopta en
temas importantes como la reducción de las muertes por accidentes de tráfico,
donde están implicados diversos servicios y medios: construcción de vehículos,
señales, ambulancias disponibles, enseñanza de seguridad vial en la escuela, etc.
En la actualidad, los intentos para disminuir las tasas generales de suicidios se di-
rigen a reducir el acceso a métodos que se emplean a menudo en los actos autoagre-
sivos. Y, por otro lado, a actuar sobre grupos de personas significativas cuya toma de
conciencia del problema puede bajar la tasa de suicidios. Además, están los efectos
preventivos de la apropiada asistencia psiquiátrica: ambulatorios, servicios generales
y de urgencias y la vigilancia del riesgo suicida de pacientes, estudiada en este capí-
tulo. El controvertido psiquiatra húngaro Thomas Szasz (1920-2012) refiere que la
“prohibición del suicidio” no es una causa noble sino “la vergüenza de la medicina”.
El control de armas
Los estados norteamericanos, con leyes menos permisivas respecto al control
de armas de fuego, presentan las estadísticas más bajas de suicidios por este medio,
sin que apenas exista un aumento por otros métodos; igualmente, se han encon-
trado datos similares cuando se ha tenido en cuenta la tirada de revistas dedicadas
a las armas como índice de las personas que poseen estos objetos: a mayor número
de ejemplares de estas revistas, más suicidios (3). Además del acceso a las armas
de fuego se ha de impedir los objetos cortantes (cuchillas de afeitar) y punzantes
(agujas, leznas, espadas) que el paciente con tendencias autodestructivas pueda
tener a su alcance y, a veces, incluso convencerle para que sea él mismo quien
ponga las armas bajo la custodia de otra persona.
Fármacos y tóxicos
Lugares “notorios”
En los sitios (puentes, edificios) con fama de emplearse frecuentemente para
actos suicidas han de construirse obstáculos, crear vigilancia que dificulte la preci-
pitación y cabinas de teléfonos conectados a servicios de urgencias, pues los datos
muestran disminución de suicidios en los sitios que disponen de estos impedimen-
tos. La Torre Eiffel en Paris, el edificio Empire State en Nueva York, el volcán Mt
Mihara en Japón, el puente Segovia en Madrid, el puente Puerta Dorada (Golden
Gate Bridge) en S. Francisco y otros lugares con “atracción magnética” para con-
sumar la propia muerte han visto disminuir la frecuencia de suicidios en ellos tras
la construcción de obstáculos contra la precipitación (4). Las barreras detienen el
impulso autolítico y este tiempo puede servir para que la persona reconsidere la
decisión de quitarse la vida. La voluntad suicida es a menudo ambivalente y esta
dificultad puede inclinar la balanza hacia continuar la vida.
Otros métodos
Personas significativas
Médicos
Un elevado porcentaje de quienes han consumado el suicidio visita al médico
general en los meses precedentes. Aproximadamente el 45% de los sujetos que
consuman el suicidio han contactado un médico de atención primaria en el mes
antes de la muerte y sólo el 19% lo había hecho con un profesional de la salud
mental. Y en el año anterior 77% acudió al médico y un 32 al profesional de la
salud mental (6).
Además, los enfermos se sirven a menudo de los fármacos prescritos para realizar
el acto autolítico. Por estas razones, el médico general ha de poseer conocimien-
tos y práctica para valorar el riesgo y seguir el apropiado manejo del enfermo
con tendencias suicidas. Él está en las mejores condiciones de ayudar al paciente
cuando existe una previa buena relación, dada la larga lista de espera de los espe-
cialistas. Y se gana tiempo.
Por otra parte, conviene conocer que los programas educativos desarrollados
con médicos generales no han reflejado una disminución clara del número de
suicidios. Uno de los proyectos, el realizado en la isla sueca de Gotland, aportó al
principio datos favorables; sin embargo, investigaciones llevadas a cabo tres años
más tarde indicaron que el porcentaje de suicidios había vuelto a ser similar al de
antes del programa (7).
Educadores
Se han elaborado programas orientados a maestros con objeto de modificar
positivamente sus actitudes hacia el suicidio y, sobre todo, a enseñarles a reco-
nocer jóvenes en circunstancias estresantes y a conseguir que los compañeros
se ayuden mutuamente durante estos periodos críticos (ver el cap. jóvenes, el
suicidio de un escolar).
SUICIDIOLOGÍA CLÍNICA 204
Periodistas
Se pretende que tomen conciencia de tan delicado problema a la hora de in-
formar y comentar sobre el fenómeno suicida y las personas que lo cometen (ver
cap. IX, factor mediático).
Otros profesionales
Enfermeros, psicólogos, trabajadores sociales, criminólogos han de recibir for-
mación sobre el comportamiento autolítico durante sus estudios en las facultades
respectivas y otras ocupaciones (funcionarios de prisiones, agentes de seguridad)
a través de breves cursillos prácticos sobre el tema.
Asistencia psiquiátrica
Ambulatoria
Es fundamental el reconocimiento e intervención terapéutica precoz en las
enfermedades psiquiátricas que predisponen al suicidio. También la prevención
de la recidiva.
1. Los profesionales suelen estar pendientes de las lesiones somáticas que el pa-
ciente se ha infligido a sí mismo y a veces carecen de comprensión hacia el
paciente en este crucial estado y, peor aún, pueden mostrarse más o menos
irritables y hostiles.
2. En ciertos momentos se debe tratar a varios enfermos graves que requieren
inmediata atención; el personal más o menos conscientemente puede sentir
animadversión ante una urgencia no causada por enfermedad somática o
accidente sino a propósito.
3. Además los servicios generales de urgencias, incluso las unidades de cuida-
dos intensivos, no están en condiciones materiales ni con personal suficiente
para la continua vigilancia del paciente suicida.
PREVENCIÓN GENERAL, INTERVENCIÓN TERAPÉUTICA, “POSTVENCIÓN” 205
A estos servicios, que a menudo son parte de las urgencias generales, pueden
acudir en busca de ayuda inmediata las personas que estén contemplando suicidio.
En estos centros de urgencias los clínicos han de superar inconvenientes que surgen
a menudo: escasez de especialistas ante la presencia de varios pacientes que han de
atenderse con premura, mutuo desconocimiento previo del enfermo y del médico,
no se dispone a veces de datos respecto a una asistencia anterior; así pues, se han de
lograr datos significativos y crear la alianza terapéutica en poco espacio de tiempo.
Cuando, tras ser valorado en el servicio de urgencias, no se estima apropiada la
hospitalización de un sujeto con tendencias suicidas, se suele referir a un servicio
de Salud Mental cuya asistencia tarda en obtenerse y con frecuencia no se lleva a
cabo; pues la necesaria existencia de una red de apoyo terapéutico no es suficiente,
ya que sólo será útil si realmente el paciente con tendencias suicidas cree en su efi-
cacia y se sirve de los medios disponibles (centros de Salud Mental) cuando pre-
cise ayuda. Este proceder supone que algunos pacientes no obtengan el apropiado
manejo terapéutico a su debido tiempo. No suele suceder lo mismo con otros
síntomas agudos de índole somática; por ejemplo: una fractura que no precisa in-
tervención quirúrgica, vómitos intensos se tratan en el mismo servicio de agudos.
Así pues se ha de tener previsto breves intervenciones terapéuticas para ser apli-
cadas inmediatamente en el mismo centro a pacientes de alto riesgo suicida (8).
También las urgencias psiquiátricas deben incluir la atención telefónica anóni-
ma y confidencial durante las veinticuatro horas del día.
El Teléfono de la Esperanza
La era digital
Al igual que en otras facetas de la vida, la comunicación digital se está intro-
duciendo en los centros de prevención del suicidio posibilitando sus objetivos,
aunque a su vez presenta inconvenientes; si bien la omnipresencia del móvil facilita
marcar el número gratis del centro, por otro resulta más complicado localizar a
una persona que ha intentado la autodestrucción o en peligro inminente de llevar-
lo a cabo que si la persona llamara desde un teléfono fijo.
Además del teléfono (comunicación sincrónica, al mismo tiempo), la era di-
gital proporciona el correo electrónico y otros medios (mensajes) en los que la
persona tiene tiempo para exponer su problema y para considerar atentamente
las respuestas que recibe, sin tener que mantener el ritmo de una conversación
telefónica. Sin embargo esta comunicación (pasado un tiempo asincrónica) dificulta
la valoración de la urgencia y el desarrollo de una relación afectiva. En los centros
de prevención conviene facilitar todas las posibilidades existentes a través de la
PREVENCIÓN GENERAL, INTERVENCIÓN TERAPÉUTICA, “POSTVENCIÓN” 207
APÉNDICE
1 Descrito en 1973 (9), ha recibido varios nombres en EE. UU.: pacto o contrato de no hacerse daño,
de no suicidarse, de seguridad (non-harm, non-suicide).
SUICIDIOLOGÍA CLÍNICA 210
En algunos pacientes con quienes el clínico mantiene una buena relación, el con-
trato (mejor la promesa oral) de seguridad puede proporcionar un ligero efecto
disuasorio. Si hay confianza en el terapeuta, el paciente puede dudar de romper la
palabra. El contrato valora la alianza terapéutica, ya que si se rechaza implica que
esta no se ha conseguido y que el sujeto se opone a los objetivos del tratamiento.
Se trata más bien de un instrumento de evaluación ya que aporta información
acerca de la ambivalencia y el compromiso. En ciertas ocasiones hemos recurrido
a expresiones como las siguientes: “Me gustaría que acordáramos que no va a qui-
tarse la vida por el momento, mientras tratamos de ayudarle con sus problemas”.
Referencias bibliográficas
1. Jennings C, Barraclough BM, Moss JR. Have the Samaritans lowered the suicide rate?
A controlled study. Psychol Med. 1978; 8:413-22.
2. Kreitman N. The coal gas story. Br J Prev Soc Med. 1976; 30:86-93.
3. Lester D. Gun ownership and suicide in the United State. Psychol Med. 1989; 19:519-
521.
4. Caine ED. Cooling suicide hotspots. Lancet Psychiatry. 2015 nov; 2(11):952-953.
DOI: http://dx.doi.org/10.1016/S2215-0366(15)00315-6.
5. Liu KY et al. Charcoal burning suicides in Hong Kong and urban Taiwan: an illus-
tration of the impact of a novel suicide method on overall regional rates. J Epidemiol
Community Health. 2007 mar; 61(3):248-53.
PREVENCIÓN GENERAL, INTERVENCIÓN TERAPÉUTICA, “POSTVENCIÓN” 211
6. Luoma JB, Martin CE, Pearson JL. Contact with mental health and primary care
providers before suicide: a review of the evidence. Am J Psychiatry. 2002 junio;
159(6):909-16.
7. Rutz W, von Knorring L, Walinder J. Long-term effects of an educational program
for general practitioners given by the Swedish Committee for the Prevention and
Treatment of Depression. Acta Psychiatr Scand. 1992; 85(1):83-8.
8. Stanley B, Biggs EA, Brown GK. Safety planning to prevent suicidal behaviour. En:
Koslow SH, Ruiz P, Nemeroff CB, editores. A Concise Guide to Understanding Suici-
de Epidemiology, Pathophysiology and Prevention. Cambridge University. Press Sep-
tiembre 2014. p. 366-371.
9. Drye R C, Goulding R L, Goulding M E. No-suicide decisions: Patient monitoring of
suicidal risk. AmericanJournal of Psychiatry. 1973; 130:171-174.
B. INTERVENCIÓN TERAPÉUTICA
Medidas terapéuticas. Psicológicas. Sociales. Biológicas. De-
presiones resistentes. Otras consideraciones. Vigilancia del
riesgo suicida: Domicilio. Hospitalización. Capacidad de pre-
venir. El suicidio “imparable”. Contradicciones forenses y de
los clínicos.
Medidas terapéuticas
El riesgo suicida, inexistente con anterioridad en el sujeto, constituye una ur-
gencia psiquiátrica que requiere inmediata actuación terapéutica. Por otro lado, en
el paciente con permanentes o reiteradas ideas autodestructivas los objetivos se fijan
a largo plazo, interviniendo sobre los factores causantes (personalidad, psicopa-
tología persistente, circunstancias) y los factores protectores para disminuir o
anular el riesgo suicida. Asimismo, en estos casos crónicos a veces se incrementa
el riesgo en determinados periodos y entonces se ha de proceder como en la
contingencia autolítica aguda. El clínico dispone de recursos psicológicos, socio-
lógicos y farmacológicos para ayudar a las personas en estas situaciones como se
expone a continuación, pero para ponerlos en práctica se ha de facilitar el acceso a
los profesionales de la salud en los periodos de malestar psicológico.
Psicológicas
En general, las tendencias autodestructivas surgen como remedio al sufrimiento
ocasionado por fuertes traumas (pérdidas de seres queridos, sentimentales, eco-
nómicos), por síntomas corporales extremadamente molestos (dolores, picores,
deficiencias motrices y sensoriales) o por alteraciones psicológicas (depresión, an-
siedad). En el capítulo de la etiología se estudian las características de estos males-
tares: la persona los vive como difícilmente tolerables, ineludibles e interminables
y siente desamparo, desesperanza y desesperación, que son los elementos básicos
PREVENCIÓN GENERAL, INTERVENCIÓN TERAPÉUTICA, “POSTVENCIÓN” 213
del proceso autolítico. El terapeuta ante las dolorosas vivencias del paciente, ha
de reforzar su capacidad de resistencia frente a sus dificultades, proponerle alter-
nativas para superarlas y ofrecerle esperanza en la solución; se han de potenciar,
pues, en el paciente sus aptitudes y reducir sus vulnerabilidades psicológicas cuando
confronta sufrimientos extremos.
Aumentar la tolerancia
La mayoría de quienes llegan a actos autodestructivos no anhela primariamente
morir, sino acabar con insoportables padecimientos. El clínico, además de intentar
la supresión o el alivio de estos malestares con todos los medios técnicos disponi-
bles, ya sean médicos (farmacológicos) o quirúrgicos, ha de ayudar a que el sujeto
comprenda las tonalidades oscuras de la existencia humana, y las afronte de un
modo más constructivo; se le ayuda en realidad a que acepte y aguante el malestar
de toda índole (dolor y síntomas físicos intensos, emociones, estrés) fortaleciendo
la tolerancia al mismo.
Búsqueda de alternativas
“Terminar con mi vida es el único modo de que mis tormentos desaparezcan”.
Ante una persona en este penoso trance, se le ha de alentar a que deje de consi-
derar el suicidio como la opción más deseable, o quizás la única, y a que admita
e indague la posibilidad de otros modos de afrontar sus insufribles vivencias, es
decir, que no estime ineludible la muy penosa situación. Con este objetivo, el te-
rapeuta ha de descubrir y analizar detenidamente las formas erróneas de entender
ciertos sucesos de la vida, distorsiones de la realidad, cuyo estudio por la psicolo-
gía cognitiva (1) ha traído aportaciones importantes a la terapéutica psicológica
en general.
No suele resultar fácil que la persona asimile la posibilidad de otras alternativas
más favorables, debido al pesimismo anómalo que generalmente experimenta en tales
lamentables situaciones; sin embargo, a través del apoyo terapéutico, la mayor parte
de las personas encuentra diferentes salidas al suicidio para paliar o terminar con
el sufrimiento, pues al cambiar la interpretación de las circunstancias, tenidas como
insoportables, se suele mitigar o anular el padecimiento relacionado con ellas.
los casos de mal pronóstico poco frecuentes, el clínico debe expresar al paciente
que comprende su profundo pesimismo y transmitirle firmemente que, basado en
su experiencia, logrará superar las dolorosas vivencias que le atormentan pues la
solución existe, aunque aún no se haya descubierto o afrontado adecuadamente2.
El énfasis se centrará en que se está plenamente convencido de que se volverá a
la normalidad, que sí hay remedio seguro y que no renunciaremos de ninguna
manera a los intentos de encontrarlo. Hay que recalcar que el suicidio supone una
solución permanente a un problema generalmente temporal (ver depresiones re-
sistentes en este capítulo). Una actitud optimista por parte del clínico suele ayudar
al paciente3.
Alianza terapéutica
La relación con el enfermo influye intensamente en el logro de los objetivos
indicados en los párrafos anteriores; por esta razón, el clínico ha de esforzarse en
que la alianza terapéutica sea la mejor posible. Las tendencias suicidas del paciente
suelen generar en el clínico marcada ansiedad y despertar extrema responsabilidad,
debido en especial a la excesiva identificación con el sufrimiento que contempla, la
impotencia por no ser capaz de suprimir las ideas autolíticas, la posible consuma-
ción, las decisiones de trascendencia que ha de tomar (hospitalizar o no hacerlo),
etc. Se ha de intentar, pues, el control de esta respuesta que obstaculiza la alianza tera-
péutica (contratransferencia, ver cap. V, evaluación).
Asimismo, algunos pacientes entran en páginas webs especiales y contactan con
otras personas en las redes sociales para encontrar información sobre sus sínto-
mas y los tratamientos prescritos queriendo controlar, incluso, la evaluación y
la terapéutica de sus manifestaciones anómalas. La interpretación de los datos
conseguidos en la red sobre temas psicopatológicos puede tener consecuencias
lamentables, ya que la “cibercondría” puede retrasar la ayuda de un clínico y si
esta ya existe debilitar la alianza terapéutica, importante elemento protector como
se acaba de exponer para quienes albergan tendencias suicidas. Igualmente, si la
Sociales
Además de reforzar las actitudes interiores del sujeto para superar sus penosas
circunstancias vitales y sus emociones, se ha de intentar cambios en los elementos
estresantes del exterior (familia, trabajo, relaciones interpersonales), como los
siguientes:
Farmacológicas
Tranquilizantes
A las manifestaciones ansiosas ha de prestarse atención terapéutica especial,
sobre todo si además se padecen síntomas depresivos. La acción tranquilizadora
suele aparecer de inmediato y este efecto ya supone una gran ventaja, pues, hace
menos dolorosa la espera de la respuesta de los antidepresivos, que tardan varios
días o semanas en sentirse. Se aconseja las benzodiazepinas de efecto prolongado
(cloracepóxido, clonazepan) que, al tener una acción farmacológica más duradera,
disminuye la posibilidad de sentir ansiedad de rebote. Según algunos autores, las
benzodiazepinas desinhiben el comportamiento, favoreciendo así las tendencias
suicidas; otros no encuentran este efecto, y nuestra experiencia está con estos
últimos. Si el sujeto muestra dependencia a determinados ansiolíticos, estos no se
deben bajar o suprimir bruscamente, pues la abstinencia puede aumentar las des-
esperantes vivencias ansiosas.
También se emplean perfenacina, pimozida, antidepresivos (trimipramina) y
algunos antipsicóticos atípicos (quetiapina, clotiapina, olanzapina) con propie-
dades sedativas, sobre todo en depresiones psicóticas y cuadros mixtos donde
la ansiedad se acompaña de agitación psicomotriz; a veces también se usan ante
traumatismos post-estrés y alteraciones de la personalidad. Con estos preparados
el riesgo de adicción es mínimo.
Hipnóticos
Tolerar el desmedido sufrimiento resulta aún más difícil si el enfermo tiene di-
ficultad para conciliar o mantener el sueño. La noche en vela acentúa la vivencia de
PREVENCIÓN GENERAL, INTERVENCIÓN TERAPÉUTICA, “POSTVENCIÓN” 217
Antidepresivos
4 En una publicación sobre el efecto profiláctico de la maprotilina en la depresión unipolar de los 331
pacientes que tomaron placebo sólo uno se suicidó, mientras que de los 661 que lo hicieron con ma-
protilina, se quitaron la vida seis e intentaron suicidarse ocho (6). Sin embargo, la maprotilina obtuvo
mejores resultados en prevenir la depresión. Se ha tratado de explicar esta acción por el mecanismo
antidepresivo de la maprotilina, que inhibe la recaptación de la noradrenalina potenciando los efectos
de esta sustancia, pero no de la serotonina.
SUICIDIOLOGÍA CLÍNICA 218
Precauciones
5 El laboratorio farmacéutico Lilly ha ganado más de 100 pleitos respecto a las denuncias del pretendido
efecto suicidógeno de la fluoxetina (Prozac).
PREVENCIÓN GENERAL, INTERVENCIÓN TERAPÉUTICA, “POSTVENCIÓN” 219
En conjunto la clínica muestra que las acciones reductoras del suicidio de los
antidepresivos superan a las que inducen al mismo.
Antipsicóticos
Se considera a la clozapina el fármaco que mejor previene de las acciones
autodestructivas en los esquizofrénicos. Este efecto evita más muertes que las que
se producen tras el desarrollo de agranulocitosis (que aparece en cerca de 1%
de todos los que toman clozapina) que si no se actúa a tiempo puede ser mor-
tal. Aunque se desconoce el mecanismo de tal acción antisuicida se piensa en la
disminución de la impulsividad agresiva del antipsicótico. El aripiprazol por sus
acciones antidepresivas en los esquizofrénicos también se cree (aunque con me-
nos convencimiento que la clozapina) reduce el riesgo autolítico de los pacientes.
Físico-químicas
Tratamiento electro-convulsivo
Se ha de considerar su uso si hubo previamente respuestas favorables, en de-
presivos extremadamente desnutridos o deshidratados, ante dificultades en la ad-
ministración oral, en mujeres embarazadas (sobre todo de menos de tres meses)
y en depresiones refractarias a otros tratamientos, como el “último resorte”. El trata-
miento electro-convulsivo está asimismo indicado en ciertas depresiones con alto
riesgo de suicidio, debido a su generalmente más rápida acción favorable sobre el
humor que otros tratamientos; este efecto suele aparecer al mismo tiempo o antes
que la mejoría de la inhibición psicomotriz, es decir, al contrario de lo que ocurre
algunos fármacos antidepresivos, donde hay un tiempo en el que se recupera la
actividad psíquica y física, pero persiste el sufrimiento emocional, como se termi-
na de exponer.
Litio
Los hallazgos de las clínicas especializadas en el tratamiento con litio (9)
muestran una disminución de suicidios en quienes reciben esta medicación. El
resultado favorable del litio hace pensar en el efecto antisuicida de esta sustancia,
con independencia de que continúe la subyacente alteración del estado del ánimo.
Este descenso de la tasa de suicidios en los pacientes tratados con litio se puede
interpretar a causas, como las siguientes:
SUICIDIOLOGÍA CLÍNICA 220
Depresiones resistentes
El enfermo en algunas depresiones no parece responder a las medias terapéu-
ticas, pese a haberse intentado durante largos espacios de tiempo y con variadas
dosis del arsenal de fármacos. A veces crisis previas se han resuelto sin especial
dificultad con un tratamiento similar e, incluso, menos intenso. En estos casos,
el clínico se encuentra confrontado a un enfermo que sufre extremadamente y
cuya respuesta a cada medicación sustituta (generalmente menos conocida) ha
de esperarse varios días o semanas y, de este modo, se crean dudas respecto a
las facultades terapéuticas de los fármacos; esta incertidumbre suele transmitirse al
paciente, aumentando su falta de esperanza en la recuperación.
En esta ardua coyuntura, por fortuna poco frecuente, el clínico toma conciencia
de la incapacidad de la disciplina que ejerce o de sus conocimientos para resolver
algunos casos difíciles y de imponerse a dichas lamentables circunstancias; de
todas formas, puede derivar a otro compañero como segunda opinión (com-
PREVENCIÓN GENERAL, INTERVENCIÓN TERAPÉUTICA, “POSTVENCIÓN” 221
partiendo así la preocupación por el riesgo suicida) y que sea él quien lleve el
tratamiento; también está la alternativa de recurrir a una clínica especializada,
si las hubiera, en depresiones refractarias. Sin embargo, el asunto no deja de ser
complicado, pues el enfermo puede interpretar que aquel profesional en quien
confía no encuentra posibilidades de mejoría o, dada su dificultad, evita encar-
garse de su tratamiento. Otra posibilidad es considerar la consulta con un com-
pañero y, así, el clínico no llevará solo toda la responsabilidad de la persona con
tendencias suicidas.
Domicilio
Se ha de comunicar a los allegados las tendencias suicidas de alto riesgo y
hablarles claramente, a ser posible en presencia del sujeto, sobre la conveniencia
de retirar o dificultar el acceso a los posibles medios letales. En la contingencia
extrema el paciente no debe quedarse solo y estar todo el tiempo en el campo
visual de un allegado. Esta seria situación se asemeja al cuidado de un niño pequeño,
quien ha de estar continuamente observado de cerca; se precisan, pues, más de una
persona para establecer turnos de vigilancia. Ciertas familias vigilan en general
mejor al paciente con tendencias suicidas graves que el hospital, donde hay tasas
relativamente altas de acciones autodestructivas; además, se le evita así el trauma
de la hospitalización. Si fuera posible, pues, la asistencia en el domicilio es prefe-
rible; especialmente, ha de pedirse sacrificio máximo a los familiares en casos de
riesgo agudo de una enfermedad mental episódica (consiguientemente, pasajera).
Se ha de advertir a los familiares que presten especial atención al tiempo y al
espacio en los que la contingencia aumenta; así puede suceder durante la noche, al
quedarse solo el paciente en las salidas del allegado (trabajo, compras) y al mejo-
rar los síntomas depresivos, pues a veces son sólo aparentes y conllevan un peligro
autodestructivo mayor. En cuanto al espacio se ha de mantener las ventanas cerra-
das y no descuidar el cuarto de baño, donde en vez de hacer las necesidades fisioló-
gicas o el aseo, se puede aprovechar la falta de observador para autodestruirse (no
cerrar la puerta ni perder la comunicación verbal, haciendo preguntas o conver-
sando). Conviene acentuar la precaución con los medicamentos y tóxicos (lejía).
De todos modos, esta atención constante resulta muy difícil para la familia (el
pequeño al menos duerme y permite el descanso); la vigilancia requiere sumo
esfuerzo que se hace a veces difícil de llevar, dado el cansancio que origina; asi-
PREVENCIÓN GENERAL, INTERVENCIÓN TERAPÉUTICA, “POSTVENCIÓN” 223
mismo, los allegados han de cumplir otras obligaciones y a veces de modo más o
menos consciente no llegan a comprender la gravedad de la situación. Igualmente,
los familiares no tienen práctica en la supervisión de estos enfermos, que a veces
muestran extrema inteligencia en aprovechar el menor descuido para consumar sus
intenciones autodestructivas. Por estos motivos y otros que se estudian a continua-
ción, se hace necesario a veces el ingreso en un centro especializado. Frente a ries-
gos autodestructivos menos elevados no es necesario que la guardia sea tan estricta.
Hospitalización
El internamiento constituye una decisión difícil. El enfermo se resiste general-
mente a su ingreso hospitalario6 y, más aún, a que sea involuntario que tiende a
debilitar la existente alianza terapéutica; el médico asimismo, en este caso, se halla
a veces ante un trascendental dilema: el deber de tratar y el derecho del paciente
como persona a oponerse (ver cap. VIII, intento de suicidio). En general, resulta
más fácil poner a un paciente bajo las precauciones de seguridad que disminuirlas
o quitarlas.
-- Familiares
6 Si está aconsejado el ingreso, ha de llevarse a cabo a menudo de modo urgente, incluso a veces sin
que el enfermo vaya a casa a cambiarse o tratar algún asunto, pues se describen casos en los que se
aprovecha este tiempo para intentar el suicidio y también otros casos en los que se ha arrojado desde el
vehículo en el trayecto al hospital. Hay que asegurarse, pues, de que el seguro de las puertas del coche
esté cerrado.
SUICIDIOLOGÍA CLÍNICA 224
-- Clínicas
-- Otras razones
El plan de protección
Servicio de admisión: en este mismo momento se ha de efectuar un procedimiento
rutinario, consistente en retirar los posibles métodos autodestructivos que el nue-
vo interno pudiera llevar consigo como objetos punzantes (agujas, clavos, alfile-
res) o cortantes (navajas, cuchillas de afeitar, cristales), cordones de los zapatos,
cinturones, bufandas, encendedores, así como cualquier otro medio que pudiera
emplearse con tal objetivo autolítico.
Disposición material: ventanas sin posibilidad de abrirlas para saltar, puertas que
impidan atrincherarse detrás (cuarto de baño), teléfonos inalámbricos, duchas
empotradas y sin cortinas ni otros soportes donde colgar el cuerpo (para ahor-
carse se precisa poca altura) ni fundas de almohadas que pueden emplearse como
medio de asfixia, protección contra incendios en las habitaciones (sistemas de
alarmas para detectar humos, colchones resistentes al fuego), placas que impidan
esconder objetos en el techo. El entorno hospitalario ha de hacer casi imposible
los actos autodestructivos; no obstante, el ingenio de quien piensa todo el tiempo en
PREVENCIÓN GENERAL, INTERVENCIÓN TERAPÉUTICA, “POSTVENCIÓN” 225
4. Las investigaciones muestran que los actos autolíticos ocurren más frecuen-
temente en la primera semana después de la admisión (11).
5. Se aconseja que los pacientes en observación estricta no sean dados de alta
de forma repentina, sino que se haga tras una disminución gradual de la
supervisión.
6. Con los pacientes agitados en ocasiones no habrá otra solución para contro-
larlos que recurrir al aislamiento y la restricción física. Estas situaciones
han de ser excepcionales y durar el menor tiempo posible.
7. Tras el alta hospitalaria el riesgo aumenta debido a factores diversos: falta
de vigilancia constante en el domicilio, dificultades del ambiente familiar y
social, fallo en seguir tratamiento ambulatorio, no haber detectado el fingi-
miento de la mejoría, salida prematura del centro, etc.
nal. Sin embargo, la sociedad actual cree que son previsibles, como exponemos
a continuación.
Referencias bibliográficas
SUICIDIOLOGÍA CLÍNICA 228
La persona que termina con su vida, dada la naturaleza de esta muerte, origina
en sus allegados reacciones generalmente distintas a aquellas que se producen por
otras causas; el sufrimiento suele ser mayor. A diferencia de las muertes causadas
por una enfermedad grave cuyo desenlace mortal se considera a menudo pro-
bable, las sobrevenidas como consecuencia de un suicidio suelen ser repentinas e
imprevistas. Por esta razón, aunque a veces el resultado fatal se produce un tiempo
después, no se ha anticipado el dolor ni los modos de acoplarse a la tragedia, como
en la muerte esperada.
Además de súbita y en general sorprendente, la muerte por suicidio es violenta,
al ser un acto agresivo (un atentado) contra uno mismo. Aparte de los familiares,
la muerte voluntaria también concierne en mayor o menor grado a amigos, a
compañeros de trabajo o de clase, a vecinos, a jefes, a maestros, a conocidos y al
propio clínico (ver próxima sección)8.
Repercusión afectiva
Las emociones y sentimientos ante la muerte autoprovocada de un ser allegado
varían según la clase de relación entre ellos (alejada, estrecha, autosuficiente, de-
7 Postvención: término creado por el conocido suicidólogo Edwin S. Shneiman, para referirse a la ayuda
a los allegados tras el suicidio; corresponde al periodo de rehabilitación o al de prevención terciaria
de otros autores. Shneiman expresó en el prólogo de uno de sus importantes libros una frase de gran
interés: “La postvención es prevención para la próxima década” (1).
8 Hoy día, si la persona participaba en foros online ha de considerarse también el impacto en los amigos
y compañeros “virtuales” además de los de la vida real.
SUICIDIOLOGÍA CLÍNICA 230
Tristeza
El allegado se apena ante la pérdida que conlleva la desaparición de un ser
querido; además, suele estar enormemente afligido al imaginar los males que el
fallecido ha debido padecer antes de tomar la determinación de suicidarse, en el
proceso mismo del acto autodestructivo e incluso si pretendió cambiar su deci-
sión cuando era ya tarde.
Culpa
Después de la muerte de un familiar se siente generalmente remordimiento, a
veces por detalles insustanciales (disminución de visitas, olvido de ciertas fechas
como el cumpleaños) y disgusto por haber muerto el allegado sin saber cuanto le
apreciaba. Estos sentimientos son más intensos y duraderos cuando el fallecimiento
ha sido autoprovocado: cada familiar se pregunta si él ha contribuido a que el suici-
dio ocurriera y a veces está convencido de que podría haber hecho algo para evitar
el acto. El familiar se obsesiona con eventualidades que pudieran haber evitado el
fatal desenlace (es el “y si…”). Acciones pretéritas u omisiones, piensa, han podido
preparar la vía hacia la autodestrucción de su ser querido, y otras (haber discutido
en aquellos días, no haber estado pendiente de ciertos pormenores) justo antes de
la tragedia quizás fueran los precipitantes. Cuanto más inmediato haya sido el pre-
tendido trauma psíquico ocasionado al ser querido, mayor suele ser la culpa sentida.
Haber sido la causa o haber descuidado la prevención golpean la mente del allegado.
Si el sujeto dejó anotaciones, su contenido influye comúnmente en el grado de
culpa del allegado; cuanto más frases de autoinculpación contenga el escrito más
se incrimina el familiar. E, incluso, el alivio que siente a veces (ver más adelante)
al saber el final de la dramática situación del allegado, ocasiona a veces culpa. En
ocasiones tal es la inclinación a la culpa que hasta llegan a veces a pensar que el
especialista puede inculparles y, por este motivo, no recurren a sus servicios, pese
a la gran necesidad de los mismos que a veces tienen.
PREVENCIÓN GENERAL, INTERVENCIÓN TERAPÉUTICA, “POSTVENCIÓN” 231
Irritabilidad
Los familiares ante la acción fatal voluntaria de uno de los suyos se muestran
a veces molestos con él pues piensan que debió haber pedido ayuda, pero más
frecuentemente sienten abandono y falta de cariño: el fallecido escogió la muerte
en lugar de a ellos, pues el amor que pudiera tenerles no fue suficiente para quedarse
con vida y eludió la responsabilidad con la familia. Por estos motivos, surge la
irritabilidad que sigue en ocasiones al suicidio de un ser próximo. La irritabilidad
aumenta, y supera a la culpa, si el familiar fue recriminado en las anotaciones
escritas antes de morir. Otras veces la rabia y el enfado se dirigen hacia Dios, la
sociedad, el terapeuta, incluso contra uno mismo. El carácter violento del acto
puede provocar en los familiares reacciones de la misma índole con ideas e imá-
genes auto y heteroagresivas que han de esforzarse en contener.
Vergüenza
El doliente en ocasiones siente apuro al suponerse que el hecho trágico en la
familia es el tema de comentarios entre vecinos y conocidos. Experimenta como si
un estigma9 surgiera, y esta “señal” familiar altera a menudo las relaciones sociales
y no favorece que recurra a otras personas (conocidos, amigos, profesionales)
para con seguir ayuda. El sentimiento de bochorno no aparece en otros tipos de
muertes como las naturales y las debidas a accidentes.
Alivio
El estudio de las circunstancias de algunos suicidios aporta datos que sugieren
el interés más o menos consciente de la familia, o alguno de sus miembros, de que la
muerte de la persona allegada se consumara: descuidan las medidas preventivas
(retirada de pastillas, armas), se resisten a hospitalizarlo, quitan importancia a
las señales de suicidio… Otras veces los familiares quieren realmente la muerte:
tardan en llamar a urgencias después de haberse encontrado al enfermo profun-
damente dormido y los envases de los medicamentos vacíos.
En estos allegados, aunque lamenten que la pérdida haya sido por medio del
suicidio, subyace a veces, junto a la pena propia de la pérdida, un alivio más o
menos consciente, ya que supone su vuelta a la normalidad: la madre crónicamente
9 En la Grecia clásica, el estigma era una quemadura en la piel cuya cometido era identificar a los esclavos
y criminales.
SUICIDIOLOGÍA CLÍNICA 232
Actitudes de la comunidad
El mundo social que rodea a los familiares suele reaccionar de un modo menos
comprensivo hacia ellos que si la muerte hubiera sido por otras causas; además,
en el ambiente no son raros los rumores en los que se inculpa a los allegados como
10 Igualmente le sucede a veces al sujeto que involuntariamente causó la muerte, como el conductor de
un vehículo o el maquinista del tren al que se arrojó el suicida.
PREVENCIÓN GENERAL, INTERVENCIÓN TERAPÉUTICA, “POSTVENCIÓN” 233
causantes del suicidio o de no haber hecho suficiente para evitarlo. Las personas
próximas a los familiares (amigos, otros parientes más lejanos, vecinos, compañe-
ros) eluden hablar generalmente de las circunstancias de la muerte o, incluso, evitan
contactos aunque, entre ellos, suelen comentar e incluso cotillear sobre el hecho.
Los familiares captan la actitud peyorativa de quienes les rodean. Todo ello incre-
menta los sentimientos de soledad, tristeza, culpa, rabia y vergüenza.
Mecanismos defensivos
El familiar piensa en las posibles circunstancias o estados mentales que han
determinado el suicidio, diversas hipótesis se suceden sin que consiga llegar a una
explicación razonable. La búsqueda de la causa, tan característica del allegado, po-
siblemente supone la esperanza de encontrar alguna justificación que alivie su pe-
nosa culpabilidad. Estos pensamientos respecto a los motivos de esta acción fatal
se vuelven a veces extremadamente reiterativos, originando más y más preguntas
y el incremento de la culpa, ocasionando mecanismos defensivos.
Negación
Ante la muerte repentina e inesperada, surge a veces en los allegados, la nece-
sidad de revisar continuamente cuanto sucedió antes del hecho trágico, con el fin
de encontrar pruebas que se opongan a que la muerte fuera voluntaria. Esta actitud
emocional lleva a deformar la observación y el análisis de los datos. Aparecen
otras explicaciones: robo, traficantes de drogas para evitar que les denunciara, ac-
SUICIDIOLOGÍA CLÍNICA 234
cidente al resbalarse mientras limpiaba las ventanas, confusión del frasco de lejía
con un jarabe o, incluso, de que le colgaran para que pareciera un acto voluntaria
y encubrir así la causa real de la muerte.
Proyección
Otro mecanismo de defensa de los allegados consiste en atribuir los motivos del
suicidio a otras personas como a la familia política, la actuación de algún compañero
del trabajo, los profesionales que no le atendieron adecuadamente. De este modo,
se pretende conseguir un alivio de la torturante culpabilidad
Esposas
La mayor parte de cuanto se expone a continuación sobre la mujer es aplicable
también al hombre; se ha escogido a ella como referencia por ser más frecuente
que quien cometa suicidio sea el varón. La viuda, además del dolor y la falta de
compañía por la pérdida de su compañero y de abordar a menudo importantes
problemas (crianza y educación de los hijos, apuros económicos) ha de afrontar
las tensiones intrapsíquicas e interpersonales que se acaban de mencionar para la
familia en su conjunto, pero que a ella la suelen afectar con más intensidad:
Hijos
El suicidio de uno de los padres también afecta a los niños de un modo más
profundo que si la causa de la muerte hubiera sido otra distinta. El trauma es
aún mayor si, como a veces ocurre, fue el hijo quien descubrió la tragedia. Junto
a la tristeza por la pérdida de un ser tan querido aparecen a menudo los otros
sentimientos estudiados (culpa, abandono, vergüenza) aunque con ciertas pecu-
liaridades:
Afluyen con insistencia a la mente comportamientos suyos pretéritos, que cree
ocasionaron al progenitor desaparecido malos ratos, e incluso le remuerden ciertas
acciones u omisiones que hubieran podido evitar (según él) el fatal desenlace.
También surgen en la conciencia para autoacusarse aquellos pensamientos negati-
vos que haya podido tener en el pasado hacia su progenitor extinto.
La vivencia de abandono aparece con frecuencia en su mente. Otras veces el
disgusto se siente contra el progenitor vivo u otro familiar, a quien considera el
causante principal del suicidio; el niño ha de guardar estos sentimientos para él
SUICIDIOLOGÍA CLÍNICA 236
Secuelas diversas
No resulta extraño, debido a los factores estresantes mencionados, que presen-
ten alteraciones de diversa índole:
1. Sueño: son frecuentes las dificultades para conciliar el sueño y los desper-
tares con pesadillas en medio de la noche, pidiendo ansiosamente que se le
acompañe.
2. Apetito: la gana de comer también suele disminuir, al menos durante los
primeros tiempos después de la muerte, aunque en raros casos el niño come
en exceso.
3. Académicas: las notas en el colegio bajan en ocasiones ostensiblemente. El
niño no logra concentrarse, pierde interés por las materias académicas, le
falta motivación en general.
4. Aparente insensibilidad emocional: el chico ocasionalmente no da la impresión
de sentir el fallecimiento por la poca emoción que expresa tanto en el tiem-
po de la muerte como después.
5. Comportamiento: el niño tiende a aislarse, participa menos en la clase, en los
juegos y en las conversaciones; a veces alteraciones de conducta (hace novi-
llos, se vuelve más agresivo) y en la juventud propende a la drogadicción y
a la delincuencia.
6. Deficiencias futuras: por otro lado, se considera que la pérdida temprana
paterna, y más aún si es voluntaria, tiende a sensibilizar al hijo ante el fallo
de relaciones significativas en la edad adulta.
Riesgo de suicidio
Sugerencias
Se tiende a ocultar a los hijos la naturaleza de la muerte de su ser querido y a
veces, incluso, tras haber ellos escuchado la forma en la que el trágico hecho ocu-
rrió; se intenta así evitar que se hable del asunto. De todos modos, tarde o temprano
los hijos llegan a enterarse, generalmente en situaciones poco propicias para recibir
consuelo de personas allegadas. Así pues, el sufrimiento que se pretende ahorrar
a los hijos no les favorece a largo plazo y, por eso, se aconseja que independien-
temente de la edad estén informados sobre la realidad de la desgracia, ya que no
conocer las circunstancias reales les provoca fantasías sobre la muerte, que no
ayudan al proceso de superación ante una pérdida tan significativa. He aquí otras
consideraciones que suelen ayudar a los hijos:
Recomendaciones
Inmediatas
Generales
Referencias bibliográficas
1. Litman RE, Curphey TJ, Shneidman ES, Farberow NL, Tabachnick ND. Investigations
of equivocal suicides. Journal of the American Medical Association (JAMA). 1963;
184:924-929.
2. Cain AC. Survivors of suicide. Charles C. Ilinois EE. UU.: Thomas Springfield; 1972.
D. “POSTVENCIÓN”. EL TERAPEUTA
ANTE EL SUICIDIO DE SU PACIENTE
Reacciones emocionales. Factores implicados. Estudio auto-
crítico. Repercusión en la práctica. La reunión con los fami-
liares. Pacientes.
11 En EE. UU. el trauma psicológico supera al de otros países debido a la naturaleza litigante de la socie-
dad americana actual donde la posibilidad de denuncias por mala praxis no es una rareza. Además a
veces no llega a celebrarse el juicio por un acuerdo de las compañías aseguradoras; si se opone a dicho
acuerdo el médico ha de pagar él mismo todos los gastos del proceso judicial; de tal modo que pese a
haber actuado correctamente ha de aceptar su culpabilidad.
PREVENCIÓN GENERAL, INTERVENCIÓN TERAPÉUTICA, “POSTVENCIÓN” 241
Reacciones emocionales
Tristeza
El suicidio de un paciente nuestro significa la muerte de un ser humano que él o
sus familiares habían confiado en nosotros y al que comúnmente se tenía un parti-
cular apego, sobre todo si llevaba en tratamiento un largo periodo de tiempo y ha-
bíamos comprobado sus continuos malestares; por esta razón, aparte de ser un tema
profesional, adquiere también dimensiones personales que acrecientan nuestro sentir.
Asimismo, la fatal acción autodestructiva lleva a menudo al clínico a tomar
conciencia de que su capacidad profesional puede tener grandes limitaciones, como
ha sucedido con su paciente al no conseguir la recuperación. El supuesto poder te-
rapéutico ha sido lamentablemente insuficiente para evitar el suicidio, añadiendo
reacciones emocionales, sobre todo, tristeza al clínico. Esta reacción de pérdida de
su pretendida facultad profesional se observa particularmente en los clínicos que
llevan poco tiempo ejerciendo la especialidad.
Culpa
Aparte de la tristeza el terapeuta generalmente experimenta remordimientos
que a veces llegan a ser exagerados: le asedian pensamientos de haberse equivocado
en algo por defecto (no reparar o no valorar en su momento ciertas señales pre-
monitorias, no administrar el fármaco o la dosis adecuada) o en algo que mejor
hubiera sido no haber hecho (sugerir la vuelta al trabajo, prescribir un fármaco en
vez de otro). La marcada culpa ha llevado ocasionalmente a autoacusaciones de
mala praxis sobre acciones u omisiones que no habían existido.
En el supuesto de haber sido denunciado, los colegas americanos admiten que
este sentimiento de culpa se acrecienta por las acusaciones del abogado deman-
dante en el juicio. En esta situación, el clínico ha de pensar que no hay datos que
predigan o prevengan el suicidio de una persona concreta; y si la conciencia está
tranquila, que otro manejo del paciente no hubiera disminuido la posibilidad del
sujeto de suicidarse, es decir, no debe convencerse de que actuó técnicamente mal
sino de un modo apropiado.
Otras veces el clínico niega todo sentimiento de culpa respecto al fallo técnico
o de la atención, atribuyendo el suicidio a otras causas ajenas a él mismo; centrar
el error o el descuido en personas o circunstancias distintas a uno mismo cons-
tituye una defensa ante la sociedad y un desahogo considerable de sus propios
remordimientos.
SUICIDIOLOGÍA CLÍNICA 242
Irritabilidad
Tras conocer el suicidio de uno de sus pacientes, el clínico experimenta a me-
nudo un grado de enfado que varía desde sentirse simplemente molesto hasta
encolerizarse. En primer lugar, el fastidio suele ser contra él mismo por cuanto se
termina de exponer respecto al sentimiento de culpa, se atribuye errores pasivos y
activos que cree fueron los causantes del acto autodestructivo. Para acallar el dis-
gusto contra sí mismo (culpa), a menudo dirige la irritabilidad hacia el exterior,
especialmente hacia las personas implicadas en el tema y por diferentes motivos:
Ansiedad
Esta emoción, que aparece generalmente junto a la vergüenza, está centrada en
los problemas futuros.
Vergüenza
Esta reacción emocional se centra en la sospecha de que el hecho se conoce por
sus compañeros, pacientes actuales y posibles y la gente de la misma localidad o
barrio. La supuesta exposición pública ocasiona embarazo y humillación.
Alivio
Junto a los malestares descritos, en algunos casos el terapeuta siente al mismo
tiempo desahogo por haber terminado el sufrimiento intolerable de un ser huma-
no y el estrés que la ineficacia terapéutica y la vigilancia constante ha producido a
la familia y a él mismo. Esta reacción se da más frecuentemente cuando la persona
padecía severas manifestaciones ansioso-depresivas resistentes al tratamiento o
ante la continua amenaza de suicidio que suponía vivir en vilo para la familia y una
preocupación extrema para el clínico.
Generalmente son varias las respuestas afectivas que se experimentan y a veces
adquieren proporciones patológicas, como ocurre cuando surgen deseos de tras-
ladarse a otra región, país o, incluso, dejar la psiquiatría; de todos modos suele
haber dificultad de concentración en los temas de la vida ordinaria debido a la
intromisión de pensamientos relacionados con el suicidio. Así pues, la mezcla de
las reacciones emocionales descritas junto al alivio forma un extraño cóctel de vi-
vencias al que el clínico ha de enfrentarse. Estas manifestaciones anómalas suelen
disminuir después unos meses.
Factores implicados
La intensidad y la duración de las reacciones afectivas mencionadas tras la
muerte de uno de sus pacientes depende de varios factores:
Estudio autocrítico
Pese al dolor que siente, el terapeuta ha de acostumbrarse a revisar de inmediato
todos los datos disponibles en la historia clínica y los recogidos de otras fuentes para
conocer mejor el comportamiento suicida y perfeccionar, de este modo, sus inter-
venciones en futuros casos similares. Por otra parte, este doloroso análisis le ayuda
a afrontar, sin escabullirse, uno de los momentos más delicados de la profesión.
Si el sujeto está hospitalizado la revisión de todos los datos disponibles, incluida
la “autopsia psicológica” si se llevo a cabo, debe tener lugar en todos los suicidios
ocurridos en el centro sanitario. Estas revisiones son muy útiles, si en la atmósfera
de estas reuniones predomina el interés por el conocimiento real de las circuns-
tancias previas al acto suicida, y su objetivo primario es favorecer el aprendizaje
PREVENCIÓN GENERAL, INTERVENCIÓN TERAPÉUTICA, “POSTVENCIÓN” 245
Repercusión en la práctica
La dura realidad de la muerte autoprovocada de uno de sus enfermos lleva
generalmente al clínico a prestar en el futuro más atención a las tendencias auto-
destructivas. Sin embargo, a veces el terapeuta se excede en el modo de evaluar y
manejar el riesgo suicida. De esta forma, las preguntas sobre las tendencias auto-
destructivas se extienden sobremanera en el estudio de todos los pacientes, incluso
en el de aquellos que muestran estar satisfechos con la vida; a la menor expresión
de dudas acerca del significado de la existencia advierte a los allegados de que
retiren todos los métodos autodestructivos al alcance de paciente (medicamentos,
tóxicos, armas de fuego). Además, el profesional se vuelve propenso a manejos
demasiados precavidos, como hospitalizar a sujetos cuya indicación de tal medida
apenas se sostiene en serios fundamentos. Este exceso de precauciones suele ceder
con el paso del tiempo y volver a la normalidad.
El clínico ha de contemplar y asimilar en el espíritu, que existe la posibilidad
de que a lo largo de su práctica profesional algunos de sus enfermos lleguen a
autoprovocarse la muerte; esta contingencia debe estar presente ya que, pese a
todos los esfuerzos terapéuticos, la acción autolítica es difícil de prever y, en otras
ocasiones, aunque se conozca el gran riesgo la decisión suicida es “imparable”. Esta
actitud debe enseñarse durante los estudios en la Facultad de Medicina pero, de
no ser así, ha de integrarse en la filosofía del ejercicio profesional. Ahora bien,
asimilar esta posibilidad no debe indicar pesimismo en nuestra intervención tera-
péutica, sino la aceptación de que, pese a nuestros esfuerzos, hay un muy escaso
(pero existente) número de pacientes que completa sus intenciones suicidas.
Pacientes
Además de sufrir sus sentimientos y de apoyar a los familiares, el terapeuta
ha de atender a los otros enfermos, si el suicidio ocurre en un centro, donde suele
ser considerable el impacto emocional, este depende de varios factores: relación
con quien se autodestruye, la personalidad y la enfermedad que padece. Se ha de
pensar que determinados pacientes pueden considerar un fracaso del personal
sanitario el acto autodestructivo; algunos, incluso, recriminar su falta de aptitud.