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Revista de la Asociación Española de

Neuropsiquiatría
ISSN: 0211-5735
aen@aen.es
Asociación Española de Neuropsiquiatría
España

Jalón, Mauricio
Reseña de "La invención de la histeria. Charcot y la iconografía fotográfica de la Salpêtrière" de
Georges DIDI-HUBERMAN
Revista de la Asociación Española de Neuropsiquiatría, vol. XXIX, núm. 103, 2009, pp. 271-274
Asociación Española de Neuropsiquiatría
Madrid, España

Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=265019650028

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descubrimiento de la función lipolítica pan- laboratorio emerge un científico humaniza-


creática en la digestión de las grasas; y lo do por los errores en su laborioso y decidi-
hace desde la originalidad documental, do caminar hacia el triunfo. Descompuesto
siguiendo el rastro experimental traza- con el prisma de su propio testimonio,
do por Bernard en sus protocolos de la- Bernard es el héroe desmitificado de una
boratorio. Aquí radica la novedad de la historia que halla respuestas a preguntas
investigación histórica. El libro reconstruye fuera del guión. ¿Cómo se planificó la
el episodio científico diferenciando tres investigación?, ¿desde qué ángulos se enfo-
secuencias cronológicas. La primera etapa ca el problema?, ¿cuál fue la interacción
corresponde al periodo 1843-1848, es la entre teoría y práctica?, ¿cómo reacciona el
fase de indagación y formulación de la teo- científico al avance de la investigación?,
ría pancreática; la segunda (1848-1850), ¿cuál fue el nivel de discusión y reflexión?,
representa un periodo de ampliación del ¿qué repercusión tuvo en la comunidad
esquema propuesto abordando los hechos científica?, ¿qué balance cognitivo supuso
con detalle, minuciosamente; la última el descubrimiento?, son un buen ejemplo
ocupa los años 1850-1856, es el momento de las cuestiones que conforman el texto de
de ajustar la teoría, de armonizar la letra y esta otra historia, la historia de un científi-
la música de su receta fisiológica. Fue el co contada desde las entretelas de un labo-
primer éxito científico de Bernard y una ratorio convertido, simultáneamente, en
muestra primigenia de cómo la ciencia fábrica de sueños y fuente de saber. Sinté-
médica debe girar alrededor de teorías ticamente, el libro retrata un proceso de
experimentales precisas, fundamento madurez personal e intelectual que pone de
metodológico que expuso sin ambages en manifiesto esa cualidad que Grmek ha
sus Principes de médicine expérimentale. calificado como explosión de raciocinio,
La digestión de los alimentos fue un condición que permite a los grandes inves-
tema menor hasta la década de 1820 pasan- tigadores percibir lo que a otros se les esca-
do luego a formar parte principal del deba- pa. La buena investigación no abunda y
te científico, con particular interés por ésta es una ocasión propicia para degustar-
conocer cómo se produce la asimilación de la en un texto sobresaliente también por su
las grasas y desvelar qué papel desempeña claridad y eficacia literaria.
el páncreas en dicho proceso fisiológico.
Claude Bernard comenzó su investigación Andrés Galera
el año 1846, entonces el tema no era una
cuestión aislada pero la información obte-
nida resultaba insuficiente y contradictoria; Georges DIDI-HUBERMAN, La invención de
para alcanzar una conclusión exacta se la histeria. Charcot y la iconografía
requería confrontar los datos, interpretarlos fotográfica de la Salpêtrière, Madrid,
correctamente y obtener nuevos conoci- Cátedra, 2007, 428 pp.
mientos. Este fue el cometido de Bernard
que Ana Cecilia Rodríguez analiza mirando Al fin se ha traducido Invention de l’hys-
por la ventana indiscreta de los cuadernos térie, que fue publicada originariamente en
personales. Leyendo los protocolos de 1982. Era la primera obra del historiador de
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arte y filósofo francés, que entonces no lle- percibida fortuitamente (obsesión central
gaba a los treinta años pero que sería, en el suya: Phasmes. Essais sur l’apparition,
futuro, un ensayista de facetas múltiples. Minuit, 1998). Y ha seguido el vértigo tra-
El inclasificable Didi-Huberman –naci- ductor con un libro inédito, premiado en
do en 1953, e investigador de la EHESS de España, Cuando las imágenes toman posi-
París– ha llegado a ser un escritor prolífico ción (Madrid, Machado, 2008), donde se
y reconocido en muchos países. Pero no fija en el mundo teórico-imaginativo de
había sido traducido hasta casi ayer, pese a Brecht y en su valor crítico; la última entre-
su madurez y repercusión. Conviene por ga ha sido un curioso texto –El bailaor de
ello mostrar parte de su recorrido, pues en soledades (Pre-Textos, 2008; or. 2006)–,
castellano es bastante incompleto. Eso sí en donde enlaza ensayos sobre el toreo y la
Buenos Aires comenzaron a difundirlo con danza de Israel Galván.
dos escritos sobre arte que definen muy De antemano, pues, varios enfoques se
bien su punto de vista: Lo que vemos, lo suman a su mirada contemporánea sobre
que nos mira (Manantial, 2004; or. 1992), el objeto artístico, sea del pasado o del
libro traducible de otro modo, pues ahí pos- presente, ya que los temas citados –sin
tula que lo que vemos vale en tanto que nos abandonar sus referencias historiográficas
atañe («ce qui nous regarde»); y Ante el y teóricas al arte– son a la vez fotográficos
tiempo (Adriana Hidalgo, 2006; or. 2000), o fílmicos, novelísticos o dramáticos. Didi-
asimismo espléndido, en el que aborda Huberman en su juventud fue crítico teatral
cómo sacar partido del seguro anacronismo y colaboró con escenógrafos, como vemos
de las imágenes percibidas, ya que la histo- en su extraño drama poético Mémorandum
ria de ellas es a la fuerza, fatalmente, ana- de la peste. Le fléau d’imaginer (Ch. Bour-
crónica. gois, 1983); y si últimamente se ha intere-
En paralelo se han traducido en España sado por un tipo de danza casi inmóvil y al
libros suyos, aunque desordenadamente. filo del silencio, también compara, en el
De entrada, la oportuna aparición de texto recién vertido, a ese bailaor que le
Imágenes pese a todo: memoria visual del apasiona con personajes de Samuel
Holocausto (Paidós, 2004; or. ídem) –sobre Beckett.
unas fotografías de los hornos crematorios, En sus abundantes escritos artísticos,
que se confrontaban con ideas de la Shoah muchos no traducidos, va siguiendo ideas
de Lanzmann–, parece haber espoleado a de sus maestros alemanes Aby Warburg,
los editores. Se imprimió Venus rajada: Carl Einstein y Walter Benjamin. En breve
desnudez, sueño, crueldad (Losada, 2005; se verá en Madrid su exposición sobre el
or. 1999), sobre una serie de Botticelli en el gran coleccionista y antropólogo Warburg,
Museo del Prado, fruto de unas conferen- que fue tratado de sus perturbaciones por
cias; su tercer libro, La pintura encarnada Binswanger; es uno de los autores funda-
(Pre-Textos, 2007; or. 1985), que es una mentales del siglo XX, y también lo es para
densa interpretación de La obra maestra él: L’Image survivante. Histoire de l’art et
desconocida de Balzac; y el breve ensayo temps des fantômes selon Aby Warburg
La imagen mariposa (Samaranch, 2007; or. (Minuit, 2002). Asimismo se conoce mejor
ídem), una «aparición», una forma informe hoy a Carl Einstein, cuya trayectoria como
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indagador de las imágenes africanas y su 2007) sobre la «encarnadura» como motor


recuperación por las vanguardias le ha sido imaginativo, y La Ressemblance par con-
de constante referencia para analizar las tact (Minuit, 2008), sobre las «huellas-ima-
resonancias de las imágenes. Pero entre los gen» que los artistas dejan a modo de ves-
franceses ha sido gran inspirador suyo, y de tigio, o usan como muesca temporal en su
primera línea, Georges Bataille, del que empeño por repetir y modificar al tiempo
publicó La Ressemblance informe (Macula, una forma cercana. En suma, el territorio
1995), sobre su aventura transgresiva o su de lo histérico –ligado a la carnalidad–, se
ruptura visual y antropológica en la mítica halla en el punto de mira de Didi-
revista Documents (1929-1930), donde Huberman, pues habla en sus libros (y en
también colaboró el citado Einstein. Los sus títulos mismos) de abrir y de tocar,
tres autores ofrecen perspectivas límites, busca situarse en las artes allí donde la
una visión general desgarrada de la expe- materia toca o se propone tocar la forma,
riencia y una posición heterodoxa, bastante en contra de la tradición idealista.
provocadora frente a la historia del arte La invención de la histeria nos muestra
académica. No es extraño, pues, que Didi- cómo jamás se pudo encontrar el lugar
Huberman por añadidura haya sacado par- donde residía realmente la causa de la his-
tido de las enseñanzas de Freud y Lacan, teria o donde se alojaba la histeria. Es un
así como de Leiris, Deleuze y Foucault. libro, por tanto, sobre ese gran fraude del
En este entrecruce múltiple podemos siglo XIX; ya que, pese a las evidencias en
situar La invención de la histeria, un traba- contra, «la ininteligibilidad médica no re-
jo fundamental y llamativo de su trayecto- nunció ni a la ‘causa’ ni a su ‘sede’; no tu-
ria. Aunque parezca aislado, su autor nunca vo, pues, miedo de enfrentarse a las para-
olvidó la lección fotográfica de Charcot. dojas». En consecuencia, Didi-Huberman
De entrada, está plagado de ilustraciones traza originalmente el desarrollo histórico
(hay más de cien fotografías), sobre las que de esa búsqueda terca y hasta desenfrenada
gira su argumentación, en una mezcla de a través de la iconografía fotográfica de la
figuración y crítica como luego hará en su Salpêtrière. Analiza con tal intención los
comentario al Bataille de Documents. Y es pasos de ese espectáculo hipócrita que se
que la imagen o mejor la experiencia total promovía en las salas hospitalarias, el
con algunas de ellas está en el núcleo de desencadenamiento de posturas dirigido
sus reflexiones: «Las imágenes pueden por Charcot, sus círculos viciosos que no
tocar lo real», ha dicho una vez, y sin velei- dejaban de atraerle, sus contorsiones teóri-
dades ontológicas, pues lo que quiere es cas aparejadas con el retorcimiento de los
comprender una concreta, en su inquietud cuerpos y, en fin, la atracción que ejercía la
específica, captando cómo «actúa» esa pre- histérica, con sus poses, éxtasis y disloca-
cisa imagen-marca, por contraste con otras ciones.
de muy distinta naturaleza. Véase esa obse- Supone, en suma, un modo implacable
sión suya, que distorsiona lo antropomórfi- de ver el fantasma histérico, pues sigue una
co sin dejarlo de lado, en dos últimos libros a una las «imágenes fijas» de «imágenes
extensos: L’Image ouverte. Motifs de l’in- gestualizadas» que se funden con su texto:
carnation dans les arts visuels (Gallimard, es un modo de valorar lo que supone la
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visibilidad «objetiva» de Charcot a través implicación personal, dada la inquietud que


de las fotos. Y el fracaso teórico de seme- nos provoca–, para todo su trabajo interpre-
jante encantamiento, de esa escenificación tativo, que no deja de ser artístico, esto es,
tiránica, dice Didi-Huberman, arremete siempre destructor y siempre creador.
contra nosotros –«nos imaginamos ese
antiguo ‘teatralismo’ histérico como una Mauricio Jalón
auténtica práctica de crueldad»–, y enton-
ces nos agrede, nos altera, «infecta nuestra
mirada, la trastorna», pues aparece el pro- Georges PEREC, Lo infraordinario, Madrid,
ceso de la crisis histérica como una espe- Impedimenta, 2008, 122 pp.
cial «gestión» odiosa de las imágenes, ofre-
cidas como ambiguas formas estéticas. Por El siempre joven Perec (1936-1981), no
cierto que, en L’Image ouverte, recuerda es un desconocido, afortunadamente; se
cómo Charcot sospechaba que siempre sabe de sus enumeraciones continuas, de su
había un «punto clínico» en el arte del humor nada irritante, de su algo disimulada
pasado, es decir, encontraba la representa- profundidad; se conoce su vínculo con el
ción de una sintomatología correspondien- grupo de creadores que rodearon a Que-
te a una enfermedad. Pero a Didi-Huber- neau; se está seguro sobre todo de que,
man le interesa en cambio lo que supone como este último, es un gran escritor. Y
Freud y sus otros «síntomas», en suma su afortunadamente quedaban obras suyas por
crítica del conocimiento, que sirve para traducir: hace poco sucedió con Nací
remover las ciencias humanas, y para abrir (Abada, 2006), e Impedimenta lo muestra
al sujeto; lo contrario de clausurarlo, de ahora con un bello y revelador Lo infraordi-
seguir esa clínica de «resolución de enig- nario que apareció tras su muerte temprana.
mas» que supone la mirada de un Charcot Ya se leía en su primera novela, Las
(Devant l’image. Questions posées aux fins cosas (Seix-Barral, 1965), obra muy crítica
d’une histoire de l’art, Minuit, 1990); y de con la sociedad de los sesenta: «Su vida era
la que su mejor crítico, Freud, se escapa a como una costumbre muy larga, como un
duras penas en su escrito sobre Leonardo hastío casi tranquilo: una vida sin nada
(Phasmes, cap. 9). de extraordinario». Y esas cosas –nada
En Didi-Huberman –como en Bataille–, extraordinarias– se convertían en una leve
las imágenes preferidas no suponen una pesadilla diurna para la pareja protagonista.
reconciliación sino más bien un desgarro; En muchos de sus sucesivos libros, Perec
pero el desgarro no puede vivir con todo sin sigue con sus «lentos desciframientos» de
cierta conciliación, eco de la forma antro- su entorno «visible», como hacía en una
pomórfica que aquéllas desgastan y a la vez obra suya, ejemplar, en parte autobiográfi-
recrean. Un artista «muestra la calidad de ca, W o el recuerdo de la infancia (Penín-
su estilo en el instante en que está más sula, 1987): en ésta nos dice que sus padres
amenazado»: la frase de Leiris, que Didi- eran polacos, que le dieron ese nombre fran-
Huberman cita alguna vez, puede aplicarse cés –Georges– al nacer en París, que pronto
a muchos pasajes de La invención de la his- supo de la entrada de Hitler poco después
teria. Y también puede servir –dada su en Polonia y sobre todo supo que esa histo-

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