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RENDICIÓN DE CUENTAS

Airée Coronado López

Palabras clave

Cuentas, responsables, responsabilidad, control, democracia participativa, sociedad civil,


transparencia, gobernanza, gobernabilidad.

Definición

La política por sí misma tiene como esencia el poder y la implementación del mismo con el
objetivo de un fin. Desde tiempos remotos ha surgido entre pensadores políticos la preocupación
de encontrar mecanismos regulatorios para mantener al poder bajo control para que este no caiga
en abusos. En la actualidad el concepto accountability -término político en inglés, que se ha
traducido al castellano y se ha entendido de varias formas-, ha tomado fuerza en el lenguaje
político cotidiano y es comúnmente traducido como rendición de cuentas.

La teoría y la práctica de la rendición de cuentas adquirieron relevancia de manera importante a


finales de los años ochenta y principios de los noventa a partir de los procesos de transición de
los regímenes autoritarios a los democráticos. La esencia de la rendición de cuentas tiene como
fin la creación de un mecanismo capaz de conciliar intereses colectivos con los del gobernante o
funcionario público.

Antes de profundizar sobre la definición, se debe partir de la premisa de que no es un concepto


simple, sino que es teóricamente complejo y con varias aristas, multifacético y bilateral. De la
misma forma que es complejo en la parte teórica también lo es en la parte práctica, ya que supone
un mecanismo articulatorio que involucre tanto a actores, como instituciones, normas,
procedimientos, entre otros.
Pedir que se rindan cuentas y que efectivamente se rindan es un procedimiento sencillo pero se
complica a la hora de la ejecución y la creación de políticas que supervisen el procedimiento
mismo.

Rendición de cuentas es literalmente conferir o dar cuentas a alguien, entendido como puente
facilitador de interacción entre funcionario-ciudadano. Para esto se parte de elementos básicos:
que existan dos sujetos involucrados, un asunto sobre el que se rinden cuentas relacionado
necesariamente con una responsabilidad asumida por el primer sujeto (responder lo que se ha
hecho) y finalmente un juicio o sanción que será emitida por el segundo sujeto. (López Ayllón y
Merino: 2009).

El politólogo James D. Fearon (citado por Gutiérrez: 2008) define la rendición de cuentas de esta
manera: “decimos que una persona, A, rinde cuentas a otra, B, si se cumplen dos condiciones.
Primero hay un entendimiento de que A está obligado a actuar de alguna manera a favor de B.
segundo, B tiene la capacidad a través de algunas reglas formales o, quizás, informales de
sancionar o premiar a A por sus actividades o por su actuación en esa modalidad”.

Debido a lo anterior, la rendición de cuentas no debe ser visto como un acto soberano por parte
del funcionario hacia el ciudadano, sino que es por un lado obligatoria para el funcionario; según
Luis F. Aguilar “rendir cuentas es estar por obligación disponible a ser requerido a informar del
cumplimiento de responsabilidades” así como el derecho de exigirlas por parte del ciudadano;
“las obligaciones de unos, son los derechos de otros” (Schedler: 2007).

La rendición de cuentas es una relación social en la que un actor está obligado a informar de su
conducta y el cómo se ha desempeñado en las tareas asignadas. De la misma manera justificar y
dar una explicación del por qué existieron estas fallas.

Guillermo O’ Donell, politólogo argentino, dividió la rendición de cuentas en horizontal y


vertical. La rendición de cuentas horizontal la definió como: “la existencia de agencias estatales
con autoridad legal (…) para emprender acciones que van desde la inspección rutinaria hasta
sanciones penales y desafuero en relación con actos u omisiones ilegales de otros agentes o
agencias de Estado” (Ugalde: 2002). Lo anterior refiere una vigilancia a los órganos estatales;
Ejecutivo, Legislativo y Judicial. Con el fin de vigilar sus acciones, deben rendirse cuentas entre
ellos y de igual manera ante instituciones autónomas.
Ante el concepto de rendición de cuentas horizontal que menciona O’ Donell, estudiosos de la
materia se preguntan: ¿Y quién vigila al que vigila? Josep Colomer citado por Ugalde, lo
demuestra de una manera muy gráfica haciendo alusión al juego infantil piedra, papel o tijera; la
piedra vence a la tijera, estas al papel, y el papel a la piedra, generando así una lucha entre
poderes en el que uno trata de imponerse sobre el otro generando así un círculo vicioso que
termina equilibrando a los poderes sin contrapeso alguno o como lo menciona la teoría de
Darwin; el más fuerte sobrevive. El poder más fuerte terminará por devorarse al más débil
creando arbitrariedad conduciendo a la ineficacia.

Para la existencia de una rendición de cuentas horizontal efectiva, es necesario que exista un
balance entre los poderes, un equilibrio suficiente para que ninguno sea más poderoso que otro
con el fin de evitar que procesos políticos sean diseñados y ejecutados por un mismo órgano y así
evitar actos corruptos. Lo anterior se complementa con acciones ciudadanas como manifestar la
preferencia mediante el voto, así como el desempeño de asociaciones civiles y medios de
comunicación.

La rendición de cuentas vertical, al contrario de la horizontal, es un mecanismo que se da entre


desiguales. Cuando se habla de una rendición de cuentas de forma vertical, son las elecciones el
ejercicio más representativo de dicho mecanismo; los ciudadanos, por medio del voto, son
capaces de emitir una preferencia con el fin de vigilar y juzgar al individuo en el ejercicio de
poder.

Según O’ Donell, la rendición de cuentas vertical está dividida en dos; la electoral y la social
vertical. La electoral es un mecanismo que debe fungir como un estímulo para que los gobiernos
actúen responsablemente, ya que la sanción estriba en que el electorado puede no volver a votar
por el sujeto cuando aspire a otro cargo público o de igual manera no votar por el partido al que
pertenece dicho individuo. Los gobiernos, como consecuencia, deberán ser más precavidos a la
hora de prometer algo, ya que si no lo cumplen, el electorado tiene la facultad de colocar a otro
partido en el gobierno en las siguientes elecciones.

Por otro lado, si existe la posibilidad de la reelección al frente del gobierno, el voto se vuelve un
estímulo aún más fuerte para castigar no solo al partido, sino al individuo en particular que desea
reelegirse. Apegarse al marco legal y las promesas creíbles son aspectos que deberán de seguir
aquellos que desean mantenerse en el poder “ser premiados”.

Ahondando en la rendición de cuentas durante las elecciones cabe destacar que se parte de la
premisa de que los ciudadanos podrán identificar si los políticos están actuando por interés
personal o de la ciudadanía a la hora de que rinden cuentas de las políticas públicas que se
implementaron durante su gestión con el propósito de que los reelijan por sus buenas acciones en
el pasado.

Sin embargo, ocurren un par de cuestiones que deben ser reflexionadas; por un lado está el
político que desea ser reelegido. Precisamente por este hecho, buscará no evidenciar sus malos
actos destacando aquellos que consideran le retribuirá con votos y escondiendo la información
que pueda hacerle queda mal frente al ciudadano, menciona Trejo: “la rendición de cuentas, es en
esencia, un acto de estrategia política y comunicación”. Se ha llegado a corroborar que
efectivamente el concepto se ha desarrollado de esta manera cuando políticos buscan ser
retribuidos con votos.

Otro problema que podría existir derivado del ciudadano es que este no siempre sabe que es lo
mejor para sí mismo, y podría ocurrir, que las políticas públicas que se propongan en campaña,
sean meramente para satisfacer las demandas del pueblo en base a una visión cortoplacista. Ya
que si se propusieran políticas públicas impopulares, la gente no votaría por ellas aunque a largo
plazo fueran lo mejor para ellos. En este caso si las políticas públicas resultan fallidas, los
funcionarios públicos podrían argumentar que eran esas políticas las que se consideraban
apropiadas debido a la coyuntura, deslindándose de verdaderas responsabilidades que se habrían
originado desde la selección de las mismas.

Por otro lado, el votante no siempre cuenta con la información suficiente para poder juzgar
debidamente. Ante la escasa información, o la información asimétrica, el ciudadano no podrá
debatir ni tener un dialogo con el gobernante y esto podrá verse limitado a un mero acto
propagandístico en el que el funcionario va a exponer sus cualidades. “Mientras los votantes no
saben algo que necesitarían saber para evaluar un gobierno, los funcionarios sí saben lo que
tienen que hacer para ser reelegidos” (Przeworski: 1999).
Partiendo de la situación anterior debe entenderse que la rendición de cuentas es un concepto que
asume que esto puede existir por que se desempeña bajo realidades; la realidad de que existe el
poder y que este va a tender a desempeñarse bajo sus propios intereses y la opacidad del mismo,
que es precisamente una consecuencia de querer mantenerlo. Sin embargo la rendición de cuentas
no ve al poder como malo, sino como algo que debe ser controlado mediante normas y
procedimientos preestablecidos “la rendición de cuentas debe apoyarse en un andamiaje
cuidadosamente construido de reglas” (Schedler: 2007).

De igual manera, existen los partidos de oposición, movimientos sociales y asociaciones civiles
que pueden reducir ese margen de incertidumbre cuando se recibe información distorsionada o
incompleta, ya que estos pueden sacar a la luz pública datos o acontecimientos que hubieran
podido ser ocultados o pasados desapercibidos por la ciudadanía. Como bien menciona José
Antonio Crespo: “El abuso de ese poder pondrá a funcionar otras fuerzas y contrapesos que
pueden volverse en su contra”.

La existencia de sectores de oposición, de los que pretenden encubrirse, aquellos que no desean
ser descubiertos, pueden fungir como un instrumento informativo que saque a la luz pública
problemas latentes, aumentando la sensibilidad publica y así ayudar al votante a evaluar la
actuación de los gobiernos (Maravall: 2003).

José Antonio Crespo menciona que la competencia electoral reduce los abusos porque entre
partidos políticos se vigilan recíprocamente. Al existir la confrontación que lleva a la vigilancia
minuciosa, el partido que se encuentre en el poder en ese momento se cuidará de no generar
motivos que puedan ser utilizados por su adversario para desacreditarlos frente al votante, James
Madison decía; “la ambición debe ponerse en juego para contrarrestar la ambición…”

El otro aspecto que conforma la rendición de cuentas vertical involucra principalmente a los
medios de comunicación y grupos formados en la sociedad civil. Jefferson decía: “Donde la
prensa es libre y todo hombre es capaz de leer, todo está salvado”. Esta vertiente debe
caracterizase principalmente en críticas tanto morales como públicas, una forma de evidenciar las
acciones de gobierno y exhibirlos a falta de honestidad y transparencia. Los medios masivos de
comunicación son una pieza fundamental en el andamiaje que hace posible una rendición de
cuentas consolidada.
Catalina Smulovitz mencionaba que la rendición de cuentas social vertical incluye diversas
acciones: exhibir las acciones que han originado malos gobiernos, poner temas a la luz pública
que puedan ser introducidos en la agenda pública o influir en la restitución de las decisiones de
políticas públicas que pretenden ser pronunciadas por el gobierno.

De esta manera los ciudadanos, medios de comunicación y movimientos sociales activan los
mecanismos legales con el fin de crear una supervisión más nítida y un seguimiento más claro de
la rendición de cuentas horizontal y viceversa, motivar a los propios ciudadanos a que
permanezcan en constante vigilancia.

Finalmente Autores como Schmitter y Sklar introdujeron el concepto rendición de cuentas


diagonal o transversal el cual se produce cuando los ciudadanos acuden a las instituciones
gubernamentales para reforzar los mecanismos de control consiguiendo mayor eficacia en la
rendición de cuentas. Isunza lo define como ciudadanos formando parte de una institución estatal
de control. Ackerman considera este ejercicio como un quiebre al monopolio ejercido por el
Estado quien debiera controlar a los funcionarios públicos.

La idea surge debido a que se consideró, que sí se tomaba literalmente la idea de controles
horizontales, este concepto resultaba inevitablemente asimétrico entre los agentes y los
individuos. Esta idea florece en forma de un concepto que actué como intermediario entre la
rendición de cuentas horizontal y la vertical. “Esta visión se centra en el estudio la articulación
entre sociedad civil y Estado, entendido como un espacio de interfaz socio-estatal y su peso en la
acción cotidiana de los gobiernos (y de los poderes públicos en general), desde una perspectiva
de democratización de la vida pública” (Isunza).

Tanto la rendición de cuentas horizontal, como la vertical se complementan y trabajan en


conjunto con el fin de la obtención de una rendición de cuentas más fortalecida. La acción legal
es fundamental para que se sancione y así prevenir futuros abusos y actos corruptos, y tanto la
participación ciudadana como la de los medios de comunicación, deben fungir como un altavoz
de dichos problemas para que se den a conocer y que sean sancionados o premiados debidamente.

Según Schedler la rendición de cuentas parte de tres dimensiones básicas para corregir los abusos
del poder, ya que obliga a los gobernantes a abrirse a la inspección publica; asimismo los obliga a
explicar y justificar sus acciones y los somete a la amenaza de sanciones. El conjunto de dichos
conceptos; información, justificación y castigo hace de la rendición de cuentas un ejercicio
interdisciplinario del cual se derivan otros conceptos como vigilancia, auditoria, fiscalización o
penalización que en conjunto tienen el mismo fin: controlar el poder.

Schedler lo representó de manera gráfica en esta forma:

Es obligatorio que los funcionarios informen sobre lo qué hacen y sobretodo que justifiquen el
por qué lo hacen. La justificación permite que la rendición de cuentas no solo sea percibida
como un centro de información, sino que exista una correlación entre los datos y la parte
explicativa, con el objetivo de darle lugar al razonamiento, -algo que va más allá de una ley- y
permitir que el raciocinio lógico del ser humano escuche e interprete.

En consecuencia la rendición de cuentas debe ser comprendida como un diálogo generador de


debate entre ambos lados, los que demandan y los que responden; provocando entre las dos partes
un intercambio de información, entendiendo al poder como algo dinámico y con voz. Lo que
finalmente se traduce en un poder que entiende de los límites al saberse controlado tanto por la
ley como por el ciudadano que buscará coherencia entre las palabras y las acciones.

La rendición de cuentas es un mecanismo bilateral, es un ejercicio en donde el gobernante


informa al ciudadano y este escucha, razona y juzga, siendo fundamental la comunicación de
información bien argumentada y suficiente para la construcción de un puente entre ambos que
funja como base del entendimiento y conceso de las dos partes.

El conceso político parte de una premisa fundamental desde los antiguos pensadores, la creencia
de que la mayoría de los humanos buscarán satisfacer sus intereses incluso sí tienen que estar por
encima del otro. Este enfoque individualista sugiere que el hombre por naturaleza busca
sobrevivir y por ende optimizar sus recursos y todo lo que este a su alcance para poder hacerlo.

En este punto cabe preguntarse sí los políticos con el fin de evadir responsabilidades le darán más
importancia a la forma y a los procedimientos y no al cumplimiento de las responsabilidades.
¿Qué pasa cuando la información que se brinda no es transparente pero si bien argumentada, se
informan números y se inventan motivos?

Si bien este planteamiento podría llegar a decepcionar sobre todo porque existe la posibilidad de
que el individualismo se contraponga con el interés, -también legítimo- de los demás (Crespo), y
no se tenga la certeza de que la información recibida sea verídica, es importante destacar que al
ser un mecanismo bilateral, más allá de que la justificación sea verdadera o no, permite que el
ciudadano discuta y sobretodo tenga la libertad de cuestionar lo que se le dice.

La rendición de cuentas entendida como un dialogo generador de argumentos y contra


argumentos permite el debate e incita a la crítica. Es un mecanismo generador de dudas y
esclarecedor de las mismas. La interacción bilateral permite que la información que se reciba
pueda ser cuestionada por el ciudadano. Este ejercicio es un claro ejemplo de la apertura de
espacios y mecanismos que permiten una relación paralela donde la voz del ciudadano para
cuestionar es necesaria y complementaria para los mecanismos de control.

La importancia del diálogo y de la crítica en la rendición de cuentas funciona para el intercambio


de argumentos, sin embargo, el mecanismo no acaba ahí sino que la actividad retorica desemboca
en consecuencias con base a juicios formulados por los ciudadanos. La rendición de cuentas
también supone castigos, es decir, no solo se trata de un ejercicio en el que el funcionario informa
sobre sus cuentas y justifica el porqué de estas, sino que de igual manera se pasa del discurso a la
acción cuando llega el momento de que asuman las consecuencias de sus actos que conllevan, sin
son de requerirse, sanciones.
El elemento sancionador es fundamentan en el ejercicio de la rendición de cuentas, ya que es en
esta faceta donde puede verse una consecuencia tangible de lo previamente discutido. La relación
entre conducta inapropiada y una sanción correspondiente habla de una rendición de cuentas de
estructura firme, ya que de ser lo contrario se hablaría de una rendición de cuentas en un nivel
débil o por otro lado un ejercicio meramente simulador.

Cabe destacar que en este procedimiento las instituciones juegan un papel fundamental para que
este mecanismo resulte efectivo, debido a que la rendición de cuentas debe tener implícito el
hecho de que existe la disponibilidad tanto de sancionar como de aceptar ser sancionado. En este
sentido debe existir una vigilancia constante y una auditoria de las normas legales para que
ningún funcionario pase de largo y no sea juzgado.

Para lograr lo antes mencionado, se necesita que las mismas reglas sean monitoreadas, reciban
sanciones si no castigan a quienes debieran recibir un castigo. Tanto la vigilancia efectiva, como
el castigo efectivo deben funcionar de manera óptima y así poder hablar de una verdadera
rendición de cuentas (Schedler: 2007).

La disposición de recibir sanciones como de sancionar son aspectos esenciales para una rendición
de cuentas efectiva. Sin embargo, el actuar de manera firme para que sea posible, se ha
convertido más bien en un deber ser en el discurso y en la ejecución del término. La realidad es
que la impunidad ha sido motivo de un descontento general y un escepticismo cada vez más
agudo entre los ciudadanos debido a la descarada complicidad entre Estado-Institución. En la
actualidad más bien sucede que el funcionario es el último responsable de los actos que él mismo
comete.

Dicho lo anterior y aterrizando con mayor precisión el concepto, lo que el ciudadano demanda
ante una verdadera rendición de cuentas es que los castigos en efecto se realicen y se efectúen a
las personas correctas. La poca disponibilidad tanto para supervisar como para sancionar ha
abierto puertas hacia la impunidad en muchos países debido a que los funcionarios están
confiados en que no recibirán consecuencias por su comportamiento lo cual ocasiona que en
cualquier momento todo se salga de control y se abuse del poder, se desvíen fondos, se extorsione
e incluso se compren voluntades para cuando sean necesarias. Esto ha desencadenado que el
ciudadano no responda ante estímulos discursivos, no crea en sus políticos y sienta que los
mecanismos democráticos e instituciones son débiles.

Las sanciones que deben emplearse para un efectivo ejercicio de rendición de cuentas resulta
variado, la norma de la proporcionalidad sugiere que la sanción debe ser proporcional con la
severidad de la acción (Schedler: 2007). A diferencia de esto lo que ocurre es que las sanciones
que se emplean son más bien mediáticas; exhibir y quitar del cargo, lo cual los mantiene exentos
de recibir sanciones civiles o penales como pagar multas o ir a prisión.

No es de negarse que la reputación del funcionario y el removimiento de cargo sean por sí


mismos castigos severos para cualquier figura pública. Sin embargo, la realidad es que la
corrupción es un acto ilícito y debe ser castigado como tal. El prestigio de un funcionario se ve
mermado pero esto no es suficiente cuando se habla de sancionar conforme a la ley. Deben existir
castigos legales por los delitos incurridos, ya que sin la existencia de amenazas que se traduzcan a
sanciones y la denuncia de los mismos, la rendición de cuentas se convierte en un espectáculo
mediático en el que no existe el Estado de derecho ni en ejercicio legítimo del mismo.

Sí bien la rendición de cuentas consta de tres puntos secuenciales: la información, justificación y


sanción, no es fundamental que estén siempre todos los puntos para que el mecanismo resulte
efectivo. Cada caso puede presentar variaciones uno del otro y de igual manera la magnitud de
cada uno puede der distinto (Schedler: 2007). Pueden estar presentes todos los constituyentes de
la rendición de cuentas o no, la falta de una dimensión o de dos no necesariamente presenta un
caso débil o nulo de rendición de cuentas, sino incluso, puede estar presente solo uno de los
elementos y ser considerado una rendición de cuentas efectiva; mucho depende del contexto y de
la situación.

Existe la rendición de cuentas que exime por completo la parte de la sanción limitándose a la
parte discursiva e informativa. Un ejemplo de lo anterior es el caso de México, que se limita a la
difusión de actividades por medio de informes y estadísticas. Y por otro lado existe el caso
opuesto en el que la sociedad no quiera escuchar ni razonar, omitir la parte informativa y pasar
directamente al castigo correspondiente, la rendición de cuentas varía dependiendo del caso.

En el caso de México, limitarse a la difusión de información para muchos podría resultar


insuficiente. La desconfianza en la que se vive es una consecuencia de la historia cargada de
impunidad permanente. En este caso es comprensible que los ciudadanos demanden una
rendición de cuentas que contenga los tres elementos, debido a que ante una democracia poco
consolidada hacen falta refuerzos que legitimen el trabajo de los gobernantes.

Ante la mencionada opacidad que puede llegar a existir, lo opuesto sería hablar de transparencia.
La palabra transparencia, menciona Guerrero, puede entenderse de tres maneras; como cualidad
de un objeto, como atributo de un sujeto y como atributo de un grupo o colección de sujetos
(partidos políticos, sindicatos, gobierno, etc.).

Se habla de transparencia en los objetos cuando este permite ver a través de ellos, lo cual sería
imposible si fueran opacos. Permite a través de ellos observar otros objetos que se encuentran
superpuestos y de los cuales se distingue claramente la función de cada uno. David Easton utilizó
el término caja negra para nombrar a aquellos quienes ocupan roles directivos los cuales
transforman las demandas de los ciudadanos en decisiones. El objetivo de la rendición de cuentas
es que la caja negra de la cual habla Easton, se convierta en un objeto transparente que permita a
los ciudadanos contribuir en las decisiones para que en conjunto creen los resultados outputs.

Cabe destacar que transparencia y rendición de cuentas son conceptos que suelen utilizarse como
sinónimos pero es importante subrayar que no son conceptos iguales. Sí bien la transparencia en
la información que nos brindan es importante en la toma de decisiones, este es un recurso más
para una rendición de cuentas efectiva, son conceptos que van ligados; “Con la rendición de
cuentas nos aseguramos que las autoridades se responsabilicen ante alguien de sus actos. Con la
transparencia exigimos a los funcionarios que actúen de acuerdo con la ley y de modo ético. Con
la rendición de cuentas el agente (es decir, el empleado) se justifica ante su principal (es decir, el
jefe), y con la transparencia el principal puede averiguar si su agente le está mintiendo”.
(Guerrero: 2008). El rendir cuentas es la explicación o justificación de acciones hacia los
ciudadanos, en contraste con la transparencia, que es la exhibición de esta información con fines
de escrutinio público.

La transparencia es un recurso más para el fortalecimiento de la rendición de cuentas, no debe


creerse que al existir transparencia en la información de facto existirá la rendición de cuentas, ya
que aunque exista la transparencia no deja de ser un riesgo que se caiga en un intercambio de
información unilateral en el que el gobierno pueda decidir qué se va informar y de qué modo.
Permitir que los contenidos sean públicos, permite al ciudadano razonar con mayor claridad y
juzgar con mayor precisión la información que se le da. Sin embargo, la transparencia, al existir
como un recurso más, debe ir acompañada de otros sistemas que fortalezcan la vigilancia, como
la perfecta identificación de actores involucrados y un buen ejercicio de vigilancia y control
gubernamentales. Sin duda el equilibrio y los contrapesos no son sencillos, pero todos elementos
deben tomarse en cuenta con el fin de abrir la caja negra para hacer transparente la información y
ponerla a la luz pública.

Se ha destacado la necesidad de la transparencia para la rendición de cuentas, sin embargo,


cuando hablamos de rendirle cuentas a alguien para que este pueda ser sancionado o premiado
por sus actos, cabe preguntarse ¿por qué tipo de actos llamamos a la rendición de cuentas?, ¿bajo
qué parámetros se entiende la mala conducta?, y ¿sí es catalogada como mala conducta, en qué se
diferencia de la buena?

¿Quién debe rendir cuentas? La rendición de cuentas en el terreno político political


accountability, se refiere a aquellos “profesionales de la política”, es decir, aquel que está
empleado por el Estado –a excepción de jueces- como partidos políticos, organizaciones
formadas en la sociedad civil como asociaciones de empresarios, organizaciones defensoras de
los derechos fundamentales y los sindicatos.

Existen varios criterios para poder llamar buenas o malas a ciertas acciones que la rendición de
cuentas aspira a sancionar o prevenir. Cabe partir de la premisa que los criterios utilizados
pueden ser varios e incluso pueden resultar contradictorios entre los mismos.

Los criterios políticos destacan que la rendición de cuentas se apega primordialmente a las
capacidades individuales de cada político para la toma de decisiones a la hora de la ejecución de
políticas públicas, localidad de la misma, así como los procesos para llegar a dicha ejecución.
Asimismo están los criterios de profesionalización los cuales pretenden evaluar la profesionalidad
de los actos, y la parte moral y ética, que independientemente de lo que dicta la ley, el
funcionario sea capaz de actuar de manera correcta en términos sociales.

La parte de la rendición de cuentas administrativa, tiene como criterio el cumplimiento a los


procedimientos que se establecieron con anterioridad, se basa más bien en los resultados y sí los
resultados se apegan a lo que se había planeado; se trata de supervisar la eficacia de procesos.
De igual manera, están los criterios económicos los cuales vigilan el uso correcto de los recursos
públicos, un adecuado seguimiento y control de los recursos para que el presupuesto sea utilizado
de manera legal y eficiente.

Con lo anterior se puede visualizar el panorama de donde se encuentra posicionado cada uno. Si
bien resulta un concepto, que aunado a otros, ayudan a entender donde se está y por consiguiente,
a donde se quiere llegar, hoy en día resulta imprescindible regresar a la redefinición de conceptos
con el propósito de tratar de ponerse de acuerdo para poder entender con mayor claridad a donde
se quiere llegar; desaprender con el fin de reconstruir y darle así un nuevo sentido a los
mecanismos que evalúan la calidad de las democracias.

Por otro lado, resulta importante tener conceptos claros ya que si no de ser así, como sería posible
una rendición de cuentas si no se cuenta con información suficiente, pronunciada y coherente
entre conceptos que sirvan como punto de referencia para exigir a los gobiernos cuentas claras. Si
bien lo conceptos no garantizan un mejor ejercicio en la rendición de cuentas, sí permite una
noción de donde se encuentra uno y de donde hay que partir para alcanzarlo.

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