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Tratado DR Tomo II
Tratado DR Tomo II
TOMO II
© ANTONIO VODANOVIC H.
Se terminó de reimprimir esta sexta edición 1.000 ejemplares en el mes de enero 2005
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ARTURO ALESSANDRI RODRIGUEZ
MANUEL SOMARRIVA UNDURRAGA.
ANTONIO VODANOVIC H.
SEXTA EDICION
TOMO SEGUNDO
ABREVIATURAS
C. ......................................................... Código
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Capítulo XII
LA PRESCRIPCION ADQUISITIVA
1. DE LA PRESCRIPCION EN GENERAL
En el primer tomo de esta obra dedicada a los derechos reales se analizaron los
modos de adquirir el dominio llamados ocupación, accesión y tradición. Toca
estudiar el cuarto modo de adquirir: la prescripción, el último que se considerará
en este libro, pues la sucesión por causa de muerte se aborda en las obras de
Derecho Sucesorio.
La prescripción, de acuerdo con el artículo 2492 del Código Civil, “es un modo
de adquirir las cosas ajenas, o de extinguir las acciones y derechos ajenos, por
haberse poseído las cosas o no haberse ejercido dichas acciones y derechos
durante cierto lapso de tiempo, y concurriendo los demás requisitos legales”.
De la definición anterior se deduce que la prescripción puede ser adquisitiva o
usucapión, y extintiva, liberatoria o prescripción de acciones. La primera produce
la adquisición de la propiedad y los demás derechos reales; la segunda opera la
extinción de las acciones y derechos ajenos.
La usucapión o prescripción adquisitiva es, pues, un modo de adquirir la
propiedad de una cosa por su posesión continuada en las condiciones y tiempo
determinados por la ley. Los demás derechos reales también pueden adquirirse por
la usucapión.
La prescripción extintiva es la extinción de las acciones o derechos por no
ejercitarlos su titular durante el tiempo señalado por la ley y siempre que
concurran otros supuestos que ésta considera. La extinción del derecho o la acción
es consecuencia de la prolongada o reiterada inercia del titular que no usa o
ejercita su derecho o acción. Ocurre al revés en la usucapión o prescripción
adquisitiva, en que el prescribiente gana el dominio de la cosa ajena por su
actividad o diligencia posesoria.
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el párrafo 2 se ocupa de la prescripción adquisitiva; y los párrafos 3 y 4 los dedica
el legislador a la prescripción extintiva.
Esta ubicación ha sido criticada por algunos, que estiman habría sido más
lógico tratar cada una de las prescripciones en un lugar aparte: la prescripción
adquisitiva, dentro de los modos de adquirir, ya que, de acuerdo con el artículo 588
del Código, es un modo de adquirir el dominio; y la prescripción extintiva, dentro
de los modos de extinguir las obligaciones, ya que la enumera entre ellos el artículo
1567, Nº 10, del Código Civil.
Sin embargo, la ubicación actual de esta materia en el Código tiene sus
justificaciones:
1) Se trata conjuntamente la prescripción adquisitiva y la extintiva porque hay
reglas que se aplican a ambas prescripciones, como son las que se encuentran
contempladas en el párrafo 1 del Título XLII;
2) En ambas prescripciones hay un elemento común, que es el transcurso del
tiempo.
La tendencia actual, representada principalmente por los Códigos alemán, suizo
e italiano de 1942, es tratar separadamente la prescripción adquisitiva y la
extintiva.
768. RAZONES EN VIRTUD DE LAS CUALES LA PRESCRIPCIÓN ESTÁ TRATADA AL FINAL DEL
CÓDIGO.
El hecho de que la prescripción se encuentre tratada al final del Código, tiene
una justificación histórica y psicológica: histórica, porque ahí se ocupa de ella el
Código francés; psicológica, porque, como con mucha razón ha dicho un autor, el
legislador quiso cerrar su obra, coronarla, con una institución como la
prescripción, que viene a estabilizar y dar garantía a todos los derechos
contemplados dentro del Código.
En todos los tiempos, juristas, filósofos y literatos han discutido la justicia y los
fundamentos de la prescripción. Siempre ésta ha tenido adversarios apasionados.
El poeta Enrique Heine (1797-1856), que estudió derecho con cierto asco físico,
decía que sólo un pueblo como el romano, formado por bandidos y picapleitos, era
capaz de inventar la prescripción y consagrarla en sus leyes, principalmente en el
Corpus Iuris Civilis, “ese libro único, cruel e infernal, que nos sentiríamos tentados
de llamar la Biblia del Diablo”. También hace notar “la justa repugnancia con la
que el viejo Derecho germánico estigmatiza la prescripción; en la boca del
campesino de la Baja Sajonia –agrega Heine– todavía vive el bello y emocionante
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refrán: “Cien años de injusticia no hacen un año de justicia” (Hundert Jahre Unrech
machen nicht ein Jahr Recht).
Así, pues, es categórica la condenación del que, con Goethe, es el más grande
de los líricos alemanes y, según los peritos, el autor del mejor poema escrito sobre
el mar, llamado precisamente El mar del Norte.
Pero los juristas, no influenciados por el ritmo de las olas, en su inmensa
mayoría justifican la prescripción por razones de orden social y práctico. La
seguridad social exige que las relaciones jurídicas no permanezcan eternamente
inciertas y que las situaciones de hecho prolongadas se consoliden. Por eso ha sido
llamada la prescripción patrona del género humano. Es evidente que se asegura la
paz social si, transcurrido cierto tiempo, a nadie se consiente, ni siquiera al antiguo
propietario, atacar el derecho del que actualmente tiene la cosa en su poder. Por
otra parte, hay un fondo de justicia en reconocer derecho al que ha sabido
conservar la cosa y la ha hecho servir o producir, y en desconocer toda pretensión
al propietario que no se ha ocupado de ella. Por eso también puede decirse que uno
de los varios fundamentos de la prescripción es la presunción de que abandona su
derecho el que no lo ejercita, pues no demuestra voluntad de conservarlo. Y todavía
resulta útil sancionar con la prescripción al titular del derecho que lo pierde por su
negligencia.
La prescripción adquisitiva tiene además un fundamento práctico,
especialmente en países como el nuestro, en que la inscripción en el Registro del
Conservador de Bienes Raíces no prueba el dominio. Para demostrar su derecho, el
actual poseedor debería demostrar el derecho de propiedad de sus antecesores y
de los antecesores de éstos, y así sucesivamente en una cadena ininterrumpida: no
bastaría al actual propietario presentar su título; debería también probar que sus
antecesores tenían el derecho de propiedad, como asimismo el antecesor del
antecesor y así sucesivamente, porque sabido es que nadie puede transferir ni
transmitir más derechos de los que tiene, por manera que bastaría que uno de los
causantes en esta escala infinita no hubiera sido propietario para que el actual
titular tampoco lo fuera. Fácil es comprender las dificultades de semejante prueba,
llamada con toda propiedad infernal (probatio diabolica), y fácil es también darse
cuenta de la injusticia que significaría no reconocer al actual titular su derecho
porque uno de sus remotos predecesores, de cincuenta, cien o doscientos años
atrás, carecía de derecho. La prescripción subsana todos los inconvenientes, pues
basta con acompañar, por lo general, títulos de diez años para probar el derecho
que se alega.
Por lo demás, puede que hasta el remoto predecesor hubiera tenido derecho,
pero que la prueba se haya esfumado por el largo tiempo transcurrido. Mientras
más tiempo pasa, la prueba se torna más difícil: “la memoria se oscurece, los
testigos mueren, el papel se pone amarillento, la tinta se descolora. Y ¿dónde
pondremos los archivos en que se amontonan día a día los delgados escritos que
sirven para probar las menores de nuestras pretensiones?”358
En realidad, como dice el profesor belga René Dekkers, “la prescripción es la
compensación o reparación que el tiempo nos debe por las pruebas que nos
arrebata”.359
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Según el artículo 12 del Código Civil, pueden renunciarse los derechos cuando
sólo miran al interés individual del renunciante y siempre que no esté prohibida su
renuncia. De este solo artículo ya se desprende que para estudiar la renuncia en la
prescripción debemos hacer un distingo, según que la prescripción se haya
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Según el artículo 2494 del Código Civil, la prescripción puede ser renunciada
expresa o tácitamente.
La renuncia es expresa cuando se hace en una declaración explícita.
Es tácita cuando el que puede alegarla realiza un hecho o acto que implica
reconocer el derecho del dueño o del acreedor; por ejemplo, cuando cumplidas las
condiciones legales de la prescripción, el poseedor de la cosa la toma en arriendo,
o el que debe dinero paga intereses o pide plazo, o el que es demandado permite
que se le condene sin invocar a su favor la prescripción.
Sabemos que por legitimación se entiende la idoneidad jurídica del agente para
ser sujeto de la relación que se desenvuelve o desarrolla en el acto. Legitimado es
el que tiene el poder de disposición respecto a un determinado derecho o, como
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también se dice, el que está revestido de la calidad para ejercerlo. 360 Pues bien,
sólo el legitimado para enajenar está legitimado para renunciar la prescripción de
un derecho, porque si bien la renuncia no constituye una enajenación, es, como
ésta, un acto de disposición, o sea, un acto que importa una inmediata disminución
del patrimonio. A los ojos de la ley tiene tanta importancia la enajenación de un
derecho como el rechazo de un incremento o beneficio patrimonial, cual es, en la
usucapión, la adquisición de un derecho y, en la prescripción extintiva, el liberarse
de una deuda.
Considerando lo expuesto, nuestro Código Civil, al igual que el francés y otros,
manda que “no puede renunciar la prescripción sino el que puede enajenar” (art.
2495). No se trata de un poder de enajenar en general, sino del derecho
determinado que se podría haber incorporado o permanecido en el patrimonio del
prescribiente si éste se hubiera aprovechado del beneficio legal. 361 Por ejemplo, el
menor adulto hijo de familia no puede enajenar sus bienes, salvo los que
pertenezcan a su peculio profesional o industrial: si dichos bienes del peculio son
muebles, puede hacerlo por sí solo; si son bienes raíces, es necesaria la
autorización del juez con conocimiento de causa (C. Civil, arts. 246 y 255). Ese
menor adulto, a pesar de no tener la facultad de enajenar sus bienes en general,
puede, por sí solo, renunciar la prescripción relativa a un mueble que aparece
formando parte de su peculio profesional o industrial.
Así, pues, para renunciar la prescripción adquisitiva de un bien, debe tenerse el
poder de enajenar este determinado bien. Semejante conclusión a que lleva la
lógica, aparece nítida y categóricamente establecida en otros códigos, como el Civil
portugués de 1967, reformado en 1977, que en una disposición aplicable tanto a la
prescripción adquisitiva como a la extintiva, declara: “Sólo están legitimados para
renunciar la prescripción aquellos que pueden disponer del beneficio que la
prescripción ha creado”.
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778. 3) PERSONAS QUE PUEDEN PRESCRIBIR Y CONTRA LAS CUALES SE PUEDE PRESCRIBIR.
2. LA PRESCRIPCION ADQUISITIVA
I. DEFINICIÓN Y CARACTERÍSTICAS
779. DEFINICIÓN.
De acuerdo con el Código Civil, la prescripción adquisitiva o usucapión puede
definirse como un modo de adquirir el dominio de las cosas comerciables ajenas,
por haberlas poseído durante cierto tiempo con los requisitos legales (artículos
2492 y 2498).
780. CARACTERÍSTICAS.
1) La prescripción es un modo de adquirir originario, porque si bien la cosa que
se adquiere tenía anteriormente un dueño, el prescribiente no la adquiere por
traspaso de su dueño; “la adquisición se produce independientemente de cualquier
relación de hecho y de derecho con el titular anterior”.
2) La prescripción sólo sirve para adquirir el dominio y los demás derechos
reales, a excepción de las servidumbres discontinuas e inaparentes; no sirve, en
consecuencia, para adquirir los derechos personales.
Como regla general, podemos decir que los derechos reales que no son el
dominio se adquieren por el modo de adquirir denominado prescripción, cuando el
que constituye el derecho real no es dueño de la cosa en la cual éste se constituye.
Ejemplo: si doy en prenda una cosa que no es de mi propiedad, el acreedor puede
adquirir por prescripción el derecho real de prenda, que no adquirió por la entrega
de la cosa garante, ya que le fue hecha por una persona sin poder de disposición,
sin facultad alguna de constituir derecho real de prenda.
3) La prescripción es, por regla general, un modo de adquirir a título singular,
es decir, mediante ella sólo se pueden adquirir especies determinadas. Sin
embargo, como ya lo insinuábamos en una anterior oportunidad, excepcionalmente
la prescripción también puede ser a título universal, cuando se adquiere o
prescribe el derecho de herencia.
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781. ENUMERACIÓN.
Tres son los requisitos de la prescripción adquisitiva: 1) una cosa susceptible
de esta prescripción; 2) existencia de posesión, y 3) transcurso de un plazo.
Propiamente, la exigencia de que haya una cosa susceptible de prescripción es un
supuesto y no un requisito de ella.
A. Cosas susceptibles de prescripción
La regla general es que las cosas sean susceptibles de prescripción; sólo por
excepción hay cosas imprescriptibles.
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exclusiva es el de dos herederos que piden la posesión efectiva para sí, ignorando
la existencia de otro; luego hacen la partición y entre uno y otro se adjudican los
bienes de la sucesión. Para la usucapión o prescripción adquisitiva servirá de título
justificativo de la posesión exclusiva precisamente la adjudicación. Y si el heredero
omitido llega a reclamar su parte, los restantes podrán oponer la excepción de
prescripción adquisitiva.366
Veamos otro ejemplo, el último: un extraño se presenta ante uno de los
comuneros atribuyéndose, sin tenerlo, el carácter de mandatario de los demás y le
vende las cuotas de ellos en la cosa indivisa; el comunero comprador, cumpliéndose
el tiempo y los requisitos de la prescripción, adquirirá por este modo el dominio
total y exclusivo de dicha cosa, sirviéndole de título para la posesión la
compraventa de las cuotas de los otros copartícipes.
d) Jurisprudencia. Si se examina la jurisprudencia sistematizada de nuestros
tribunales,367 se verificará que, en general, no acogen la prescripción adquisitiva
entre comuneros, salvo en los casos en que alguno pueda escudarse en un título
justificador de posesión exclusiva. Concurriendo este supuesto, admiten, en
oposición a la acción de partición, la excepción de prescripción adquisitiva
ordinaria o extraordinaria, según se llenen las condiciones de una u otra.
El criterio de rechazar en unos casos la prescripción adquisitiva entre
comuneros y de acogerla excepcionalmente en otros parece estar inspirado en
buena parte en el artículo 730 del Código Civil, adaptando su pauta. Esa
disposición preceptúa:
“Si el que tiene la cosa en lugar y a nombre de otro, la usurpa dándose por
dueño de ella, no se pierde por una parte la posesión ni se adquiere por otra; a
menos que el usurpador enajene a su propio nombre la cosa. En este caso la
persona a quien se enajena adquiere la posesión de la cosa y pone fin a la posesión
anterior. Con todo, si el que tiene la cosa en lugar y a nombre de un poseedor
inscrito, se da por dueño de ella y la enajena, no se pierde por una parte la
posesión ni se adquiere por otra, sin la competente inscripción”.
B. Posesión
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Se llaman actos de mera facultad los que cada cual puede ejecutar en lo suyo,
sin necesidad del consentimiento de otro (art. 2499, inc. final). El no ejecutar un
acto a que faculta el derecho de que se es titular, nada puede envolver a favor de
un extraño. Así, el que durante muchos años dejó de edificar en un terreno suyo, no
por eso confiere a su vecino el derecho de impedirle que edifique (art. 2499, inc.
2º). No podría este último alegar, por ejemplo, que desde hace más de quince años
gozaba de una vista a través del predio no edificado y que, por consiguiente,
adquirió la servidumbre de no edificar, de impedir que el otro edifique, pues
construir en un predio es un acto de mera facultad del dueño, de cuya omisión no
puede un tercero derivar posesión alguna que lo habilite para prescribir.
d) Signos externos del acto que sirven para calificar el ánimo de las partes.
Cuando en un pleito se discute si un acto es de posesión o de mera tolerancia, hay
que determinar el ánimo de las partes atendiendo, naturalmente, a algunos signos
externos más o menos característicos, cuya ponderación razonada permitirá
descubrir el fuero interno del actor y el demandado.
Desde luego, por lo general, el uso o goce que importa el acto de mera
tolerancia es insignificante para el que lo soporta. En un pequeño campo, dejar que
un par de burros o caballos del vecino se deleiten a diario con las hierbas, puede
que sea inocuo; pero no si los animales que se introducen son numerosos. En la
vida práctica, los hombres suelen dejar pasar los usos o los goces insignificantes de
sus derechos; no los grandes, y esto por las urgencias mismas de la vida. Sólo un
santo podría seguir con gusto las palabras de Jesús: “Al que quiera quitarte la
túnica, alárgale también la capa”.368 Así, pues, cada vez que un acto de uso y goce
sea considerable, el juez se sentirá inclinado a mirarlo como de posesión o de
ejercicio de un derecho propio del agente, y no como de mera tolerancia.
De ordinario es también característica de este último, la transitoriedad o la
intermitencia. Por ejemplo, si una persona, mientras construye una obra en su
terreno, ocupa con los materiales unos centímetros o un par de metros de la amplia
propiedad del vecino, todo inducirá a creer que esa temporal ocupación se hizo
como un acto de mera tolerancia. Pero no sucederá lo mismo si la ocupación es más
extensa y continua, agregándose la circunstancia de que el ocupante sea
constructor. Si no se prueba lo contrario, el juicio se inclinará a suponer ahí el
ejercicio de un derecho propio o un acto de posesión.
La frecuencia con que se repiten los actos puede o no ser un síntoma de acto de
posesión; depende de diversas circunstancias. El mismo Código Civil pone como
ejemplo de acto de mera tolerancia el que un propietario no impida que el ganado
de su vecino transite por sus tierras eriales o paste en ellas, hechos que
indudablemente han de ser frecuentes, y no por eso el propietario se impone la
servidumbre de este tránsito o pasto (art. 2499, inc. 3º.). Pero si una vez al año
llega un sujeto a instalarse por algunos días en la cabaña que hay en una propiedad
de campo, por espaciadas que sean estas visitas, reiteradas sólo cada doce meses,
habrá margen para pensar en un acto de posesión más que en uno de mera
tolerancia, salvo, como en todas las hipótesis, una prueba en contrario.
El uso público, excluyente y continuo de una cosa, sin oposición de su dueño,
hace presumir que éste presta su aquiescencia y constituye un acto de posesión
apto para usucapir, o sea, para adquirirlo por prescripción adquisitiva. Con mayor
razón merecerá este calificativo la construcción de una obra sólida y estable en el
terreno vecino.
e) Cuestión de hecho. En cualquier caso, la verdadera naturaleza del acto puede
probarse por los interesados, y corresponde al juez del fondo resolver
soberanamente si se trata de un acto de posesión o de mera tolerancia. La cuestión
es, pues, de hecho y, por ende, su solución depende de las circunstancias de cada
caso concreto.
f) Cesación de la tolerancia. Los tolerantes, como los buenos, pueden dejar de
serlo. Pues bien, nada obsta a que el tolerante en cualquier tiempo decida no
soportar más los actos que dejaba hacer por pura condescendencia. Al tercero no
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le sería lícito alegar una presunción de renuncia del tolerante a oponerse a lo que
hasta ese momento no rechazaba. Es un principio axiomático que nadie puede ser
constreñido a dejar usar o gozar de su propio derecho a un extraño, si no tiene al
respecto el deber jurídico u obligación de hacerlo, y esto aunque en el pasado
hubiere tolerado el ejercicio del derecho mismo.
C. Transcurso de un plazo
1) ACCESIÓN DE POSESIONES
La ley no exige que toda la posesión continuada de la cosa sea personal; por el
contrario, permite juntar, agregar o unir a la posesión del actual titular la de sus
antecesores. Salta a la vista la razón de esta franquicia. Como las cosas cambian
con mucha frecuencia de manos, sea por sucesión por causa de muerte o por acto
entre vivos, resultaría muy difícil que una persona pudiera mantenerse en la cosa
durante el plazo fijado por la ley, y la prescripción tendría en la práctica escasa
aplicación.
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propia del heredero que comienza desde el momento mismo en que muere el
causante. Si el sucesor agrega la posesión que tuvo el difunto en vida, entonces sí
que hay accesión”.373
c) Las posesiones que se juntan deben ser útiles para prescribir.
“Las posesiones que se juntan deben ser todas útiles para la prescripción
adquisitiva; si una de ellas es inútil, no opera la accesión de posesiones. Sería
inútil, por ejemplo, la posesión iniciada con un acto violento por el que tiene un
título de mera tenencia; o la del que posee clandestinamente habiendo de por
medio un título de mera tenencia.”374
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795. GENERALIDADES.
La prescripción adquisitiva supone la posesión prolongada de la cosa por todo
el tiempo señalado por la ley y la inacción del propietario, su no reclamación
oportuna. Si uno de estos elementos llega a faltar, la prescripción se interrumpe: si
se pierde la posesión de la cosa, la interrupción es natural; si cesa la inactividad
del dueño, si éste reclama judicialmente su derecho, la interrupción es civil.
Puede definirse, pues, la interrupción de la prescripción, siguiendo a Planiol,
como “todo hecho que, destruyendo una de las dos condiciones esenciales de la
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Es todo hecho material, sea del hombre o de la naturaleza, que hace perder la
posesión de la cosa.
Según la ley (art. 2502), la interrupción es natural:
1.º Cuando sin haber pasado la posesión a otras manos, se ha hecho imposible
el ejercicio de actos posesorios, como cuando una heredad ha sido
permanentemente inundada;
2.º Cuando se ha perdido la posesión por haber entrado en ella otra persona.
La interrupción natural de la primera especie no produce el efecto propio de
toda interrupción, cual es, hacer inútil todo el tiempo anteriormente transcurrido;
sólo produce el efecto de descontar del plazo de prescripción el tiempo que duró la
interrupción. La interrupción natural de la segunda especie sí que hace perder todo
el tiempo de la posesión anterior; a menos que se haya recobrado legalmente la
posesión, conforme a lo dispuesto en el Título “De las acciones posesorias”, pues en
tal caso no se entenderá haber habido interrupción para el desposeído.
Heredad inundada. Si la heredad ha sido permanentemente inundada por un
plazo que no pase de los cinco años, vuelve a sus antiguos dueños (art. 653); el
tiempo de la inundación que hacía imposible el ejercicio de actos posesorios, se
descuenta del plazo de prescripción (art. 2502, inc. final). Si la inundación
permanente dura más de cinco años, una vez que cesa no sólo hace perder la
posesión del terreno, sino también el dominio de éste, el cual no vuelve a los
antiguos propietarios sino que, conforme a las reglas contenidas en el Título “De la
accesión”, accede a los propietarios riberanos.
¿Se aplica la interrupción natural de la prescripción por obra de la naturaleza a
los inmuebles inscritos? Algunos opinan negativamente, porque la inscripción
representaría el corpus y el animus constitutivos de la posesión, y ésta jamás se
perdería mientras subsiste la inscripción. Otros, como Somarriva, creen que el Nº
1º del artículo 2502 también se aplica a los inmuebles inscritos, porque dicha
disposición ninguna distinción hace entre bienes raíces inscritos y no inscritos, y
porque el tenor literal de la disposición deja en claro que hay interrupción natural
por obra de la naturaleza cuando se hace imposible el ejercicio de actos posesorios,
de actos de posesión material, y esto ocurre por imperativo de causas físicas,
siendo indiferente que el inmueble esté inscrito o no. Si una propiedad se inunda,
es imposible ejercer actos posesorios, aunque aquélla esté inscrita en el Registro
del Conservador.
Pérdida de la posesión por haber entrado en ella otra persona. Dijimos que el
segundo caso de interrupción natural se produce cuando se ha perdido la posesión
por haber entrado en ella otra persona (art. 2502, Nº 2º). Y sabemos que se deja de
poseer una cosa desde que otro se apodera de ella con ánimo de hacerla suya;
menos en los casos que las leyes expresamente exceptúan (art. 726). Tratándose de
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799. EXCEPCIÓN.
La regla general tiene su excepción en el caso de la interrupción natural del Nº
1º del artículo 2502, es decir, cuando sin haber pasado la posesión a otras manos,
se ha hecho imposible el ejercicio de actos posesorios. La interrupción en este caso
no hace perder el tiempo anterior; su efecto se reduce a no contar en el plazo de
prescripción el tiempo en que no pudieron efectuarse actos posesorios, o sea, el
tiempo de duración de la interrupción (art. 2502, inciso final). Si, por ejemplo,
después de haberse poseído la cosa por dos años, surge un acontecimiento que
hace imposible el ejercicio de actos posesorios por seis meses, una vez removido el
obstáculo, la continuación de los dos años de posesión sigue desde el día en que
desapareció la interrupción; los seis meses que duró ésta es un tiempo
incomputable para el prescribiente, no así el tiempo anterior a la interrupción, el
cual entra en la computación del plazo prescriptivo.
Recordemos las dos situaciones que pueden presentarse con la heredad que ha
sido permanentemente inundada. Si el terreno es restituido por las aguas dentro de
los cinco años subsiguientes, vuelve a sus antiguos dueños (C. Civil, art. 653); de lo
contrario, ellos pierden no sólo la posesión sino también el dominio, que pasa al
Estado como lecho, álveo, cauce o fondo de río, estero u otra corriente que se
escurra por cauce natural. Si después de los cinco años las aguas dejan el todo o
parte del terreno que cubrían, este terreno, en cuanto a su dominio, seguirá el
destino que señale la aplicación de las normas sobre accesión, oportunamente
analizadas. Por último, téngase presente: a) que las porciones de terrenos de un
predio que, por avenida, inundación o cualquiera causa queden separadas del
predio, pertenecen siempre al dueño de éste y no forman parte del cauce del río (C.
de Aguas, art. 30, inc. 3.º); b) que si bien el dominio de la propiedad inundada se
pierde si el terreno es restituido por las aguas después de los cinco años
subsiguientes al hecho, el usufructo no, pues revive “por el tiempo que falta para
su terminación” (C. Civil, art. 808).
La excepción del caso de la interrupción material que no hace perder el tiempo
anterior, presenta semejanza con la suspensión de la prescripción (art. 2509); pero
se diferencia fundamentalmente de ella en estos dos puntos: 1) la interrupción de
la prescripción obra tanto en la prescripción ordinaria como en la extraordinaria; la
suspensión sólo opera en la prescripción ordinaria, y 2) la interrupción puede
alegarla todo el que tenga interés en ella; la suspensión sólo puede alegarla aquel
en cuyo favor el legislador la ha establecido.
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1) Generalidades
809. REQUISITOS.
Además de las condiciones generales a toda prescripción (prescriptibilidad de
la cosa y posesión no interrumpida), la ordinaria necesita dos requisitos propios:
a) posesión regular, y
b) el transcurso del plazo que la ley señala (art. 2507).
Es la que procede de justo título y ha sido adquirida de buena fe, aunque ésta
no subsista, siendo necesaria, además, la tradición si el título invocado para poseer
es uno traslaticio de dominio.
Como la buena fe se presume, excepto en los casos en que la ley establece la
presunción contraria (art. 707, inc.1º), quiere decir que, una vez cumplido el plazo
legal, al que alega la prescripción ordinaria le bastará, por lo general, exhibir su
justo título.
En vista del silencio del legislador respecto a la forma de computar los plazos
de prescripción, tenemos forzosamente que aplicar las reglas generales, vale decir,
los artículos 48, 49 y 50 del Código.
En otras legislaciones, como la francesa por ejemplo, se dan reglas especiales
para contar el plazo de prescripción. Sin embargo, parece que nuestro legislador
no lo creyó necesario, ya que había dado la regla general en los artículos 48, 49 y
50.
Podemos decir, en síntesis, aplicando esos artículos, que el plazo de
prescripción es continuo, corre sin interrupción incluyendo los días domingo y los
que sean feriados legales, ya que en el Código Civil la regla general es que los
plazos sean continuos.
Además, este plazo es de días completos, y no se cuenta de hora a hora, sino de
medianoche a medianoche, de manera que el primer día no se cuenta.
2) Suspensión de la prescripción
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TRATADOS DE LOS DERECHOS REALES – LOS BIENES – TOMO II
813. CONCEPTO.
Hemos visto anteriormente que por la interrupción el tiempo corrido de
prescripción, sea ésta ordinaria o extraordinaria, queda definitivamente perdido.
Ahora estudiaremos un fenómeno análogo, que puede ocurrir sólo en la
prescripción ordinaria: la suspensión, que es la detención del curso del plazo de la
prescripción durante el tiempo que dure la causa suspensiva; pero desaparecida
ésta, el plazo de la prescripción continúa: el período anterior a la suspensión se
agrega al posterior a la cesación de la misma, de manera que el único tiempo que
no se computa es el transcurrido mientras existió y subsistió la causa de la
suspensión. Al revés de lo que acontece en la interrupción, en la suspensión el
tiempo anterior a ella no se pierde, sino que queda simplemente detenido o
paralizado. La suspensión no borra el plazo de prescripción; simplemente, le abre
un paréntesis.
Supóngase que un poseedor regular de un inmueble lleva cuatro años de
posesión ininterrumpida, al cabo de los cuales el dueño cae en demencia, que dura
dos años, y cesa después; la prescripción vuelve a correr transcurridos estos dos
años, y se consumará cumplido el año posterior a la suspensión, pues los cuatro
años anteriores a ésta se suman al año posterior a la misma, lo que da cinco años,
que es el plazo necesario para adquirir el dominio de los inmuebles por la
prescripción adquisitiva ordinaria. Los dos años de suspensión no se computan.
Pero este paréntesis puede estar no sólo en el curso de una prescripción ya
iniciada, sino también al comienzo. Si una persona entra a poseer un inmueble
estando demente el dueño, el plazo del poseedor sólo podrá comenzar a correr una
vez que el propietario recobre su salud mental.
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ARTURO ALESSANDRI R., MANUEL SOMARRIVA U., ANTONIO VODANOVIC H.
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TRATADOS DE LOS DERECHOS REALES – LOS BIENES – TOMO II
La disposición del artículo 2509 del Código Civil, ¿es o no taxativa? En otros
términos, ¿podría alegarse otra causal de suspensión fuera de las mencionadas en
ese artículo? Parece indiscutible que sólo se pueda aplicar a esas personas que
enumera el artículo y no a otras; la enumeración es taxativa.
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ARTURO ALESSANDRI R., MANUEL SOMARRIVA U., ANTONIO VODANOVIC H.
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TRATADOS DE LOS DERECHOS REALES – LOS BIENES – TOMO II
823. B) LAPSODE DIEZ AÑOS. EL LAPSO NECESARIO PARA ADQUIRIR POR LA PRESCRIPCIÓN
EXTRAORDINARIA ES DE DIEZ AÑOS (ART. 2511).
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ARTURO ALESSANDRI R., MANUEL SOMARRIVA U., ANTONIO VODANOVIC H.
De los artículos 716, 719, 730 y 2510 del Código Civil, se deduce que la mera
tenencia no se cambia en posesión por el solo transcurso del tiempo, por la sola
voluntad subjetiva de parte del mero tenedor.
Sin embargo, la alusión que el artículo 716 hace al artículo 2510 podría inducir
a pensar que este último contempla un caso que escapa a la afirmación que
acabamos de formular. En efecto, el artículo 716 del Código de Bello, después de
sentar el principio de que “el simple lapso de tiempo no muda la mera tenencia en
posesión”, agrega: “salvo el caso del artículo 2510, regla 3a.” Mas, los términos de
esta última norma no entrañan excepción al principio general sino que lo
confirman. Porque el caso de mutación de mera tenencia en posesión considerado
en el artículo 2510 no se opera por el solo lapso de tiempo, sino supone además, el
concurso de otros hechos que no dependen de la pura voluntad del tenedor de la
cosa. El cambio en referencia surge porque se han realizado actos de parte del
mero tenedor y, también, del propietario, actos que alteran la situación jurídica de
ambos.
¿Cuáles son tales actos? ¿En qué condiciones puede prescribir
extraordinariamente un sujeto que ha comenzado como mero tenedor de la cosa?
Para este logro es necesario que se produzcan las dos circunstancias siguientes:
1a Que el que pretende ser dueño no pueda probar que en los últimos diez años
se haya reconocido expresa o tácitamente su dominio por el que alega la
prescripción; y
2a Que el que alega la prescripción pruebe haber poseído sin violencia,
clandestinidad ni interrupción por el mismo espacio de tiempo.
La presencia copulativa de los dos mencionadas circunstancias indica que el
que comenzó como mero tenedor, ha tenido la cosa como señor y dueño: concurren
la prueba negativa del desconocimiento del dominio ajeno y la prueba afirmativa de
que se obró como poseedor. De este modo, la mera tenencia se convierte en
posesión, no ya por la sola voluntad del tenedor ni por el simple transcurso del
tiempo, sino también, y esto es lo principal, por negligencia de parte del dueño.
44
TRATADOS DE LOS DERECHOS REALES – LOS BIENES – TOMO II
El artículo 2498 del Código Civil dice que se gana por prescripción el dominio
de las cosas corporales raíces o muebles, que están en el comercio humano, y se
han poseído con las condiciones legales. Y agrega ese mismo artículo 2498: “Se
ganan de la misma manera los otros derechos reales que no están especialmente
exceptuados”.
Hasta aquí hemos visto la prescripción, sus reglas y plazos en la adquisición del
dominio. Cabe preguntarse, entonces, ¿qué reglas y plazos de prescripción se
aplican a los demás derechos reales? La respuesta la da el artículo 2512. Según
esta disposición, la regla general es que en la prescripción de los otros derechos
reales se aplican las mismas reglas y plazos del dominio. Así, pues, la prescripción
del derecho de hipoteca, usufructo, uso y habitación se rige por las reglas
estudiadas.
La Corte Suprema, en una sentencia de 8 de mayo de 1990, declara que la
constitución de una hipoteca por quien no es dueño del bien raíz no importa una
causal de nulidad sino una de inoponibilidad respecto del verdadero dueño y siendo
la hipoteca un derecho real (C. Civil, art. 577), ella es susceptible de ganarse por la
prescripción adquisitiva (C. Civil, art. 2498), cuando no ha sido constituida por el
dueño.396.c
Ahora bien, el artículo 2512, después de preceptuar que los derechos reales se
adquieren por la prescripción de la misma manera que el dominio, y que están
sujetos a las mismas reglas, agrega que hay excepciones, que son las que
enunciamos a continuación:
1a. El derecho de censo. Se adquiere por prescripción extraordinaria de diez
años.
2a. El derecho de herencia. Se puede adquirir en dos formas: a) de acuerdo con
el artículo 2512, por la prescripción extraordinaria de diez años, y b) por la
prescripción ordinaria de cinco años, tratándose del heredero putativo a quien por
decreto judicial se ha dado la posesión efectiva de la herencia y al cual sirve de
justo título el decreto (arts. 704 y 1269).
3a. El derecho de servidumbre. Se adquiere según el artículo 882.
Este dice que las servidumbres discontinuas de todas clases y las servidumbres
continuas inaparentes sólo pueden adquirirse por medio de un título; ni aun el goce
inmemorial bastará para constituirlas.
Dichas servidumbres no son susceptibles de adquirirse por prescripción.
Motivo: les faltan los requisitos de publicidad y continuidad, indispensables para
que tenga lugar este modo de adquirir.
Las servidumbres continuas y aparentes se adquieren como el dominio, pero la
excepción consiste en que se adquieren siempre por prescripción de cinco años,
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TRATADOS DE LOS DERECHOS REALES – LOS BIENES – TOMO II
Algunos sostienen que la prescripción adquisitiva puede ser alegada por vía de
acción y por vía de excepción; otros dicen que sólo lo puede ser por vía de
excepción, y, finalmente, una última opinión expresa que la prescripción adquisitiva
debe ser alegada por vía de acción y no de excepción.
a) Los que afirman que sólo es procedente la vía de excepción manifiestan que,
según la concepción civilista de la acción, ésta siempre nace de un derecho y la
prescripción no es un derecho sino un modo de adquirir, de manera que no se
divisaría cuál sería el derecho deducido en juicio en la acción de prescripción
adquisitiva. En consecuencia, si ésta no es una acción, necesariamente debe ser
una excepción y, como tal, debe ser invocada. Cuando el demandante, agregan esos
autores, alega la prescripción adquisitiva, lo que hace es invocarla como causa de
pedir de la acción correspondiente. Así, cuando para recuperar la posesión de la
cosa, el prescribiente entabla la acción reivindicatoria, ¿qué es lo que arguye el
titular? Sencillamente dice pedir la cosa de que no está en posesión porque es
dueño de ella, y lo es por haberla adquirido por prescripción.397
b) Los que piensan que la prescripción adquisitiva debe hacerse valer por vía de
acción, niegan que ésta siempre nace de un derecho, y así lo probaría la existencia
de acciones de nulidad y posesorias, reconocidas en forma expresa por nuestro
legislador y que, precisamente, no nacen de ningún derecho real o personal. 398
Por otra parte, se añade, debe recordarse que toda excepción perentoria es una
defensa del demandado que tiene por objeto enervar, matar, destruir, aniquilar,
extinguir la acción del demandante, y la prescripción adquisitiva no tiene por único
fin enervar los fundamentos de la demanda, privar al demandante de los medios de
perseguir el pago de su acreencia (como ocurre con la prescripción extintiva, que
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reconvención la prescripción adquisitiva del mismo derecho”. 403.a Finalmente, la
Corte de Concepción señala que la prescripción adquisitiva debe hacerse por el
demandado a través de la vía procesal de la acción, reconviniendo; no puede
prosperar si se esgrime como excepción perentoria.404.b
Naturalmente, los que sostienen que la prescripción adquisitiva constituye una
excepción y no una acción, arguyen, consecuentemente, que la prescripción
adquisitiva no puede oponerse en la reconvención, porque en esta como en toda
demanda, lo que se hace valer son las acciones y no las excepciones o los medios
de defensa destinados a enervar las acciones del primer demandante.405
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que en la prescripción es tan importante el lapso de tiempo y la posesión o la
inacción en su caso, como la invocación o alegación.408
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prescripción constituye una medida de publicidad dirigida a proteger a los
terceros; pues sin su competente inscripción dicha sentencia es inoponible a
terceros, no los afecta o, como dice el artículo 2513, no vale contra ellos.
845. A) TEORÍA
SEGÚN LA CUAL LAS INSCRIPCIONES DE LOS TÍTULOS DEBEN ESTAR LIGADAS
EN ALGUNA FORMA.
412
53
de Contra título inscrito (Santiago, 1917) y El régimen de la inscripción
conservatoria (Santiago, 1927).
846. B) TEORÍA SEGÚN LA CUAL LAS INSCRIPCIONES DE LOS TÍTULOS PUEDEN ESTAR
DESLIGADAS. A) AFIRMACIÓN DE ESTA TEORÍA.
54
6) Si la nueva inscripción hubiera de proceder necesariamente del poseedor
inscrito, para que se pudiera estimar cancelada la inscripción anterior o iniciada
una nueva posesión, ya no se trataría del caso en que se pone el artículo 2505, de
una prescripción “contra un título inscrito”, sino simplemente de una tradición, en
virtud de la cual el poseedor inscrito transferiría su derecho a otro. Este se haría
dueño de la cosa por el modo de adquirir tradición y no necesitaría recurrir a la
prescripción.
La teoría contraria señala algunos casos muy rebuscados en que el adquirente
del poseedor inscrito no adquiere el dominio por tradición, sino por prescripción.
Pero se objeta que ellos son tan excepcionales que no permiten fundar una teoría
interpretativa de disposiciones legales. Todavía más, no puede decirse en el
ejemplo del vendedor a quien se obliga a realizar la inscripción contra su voluntad,
que tal inscripción “emana” de él; en cuanto a la situación del tercero que suplanta
al poseedor inscrito y enajena el inmueble, tampoco es posible sostener que el
nuevo título emana de dicho poseedor inscrito y que existe entre ambas
inscripciones (entre la de este último y la realizada a favor del adquirente del
suplantador) la debida continuidad, pues el que aparece enajenado no es el
poseedor inscrito.
7) No es efectiva la afirmación de la doctrina contraria de que si la nueva
inscripción emanada de un tercero confiriera posesión, habría pluralidad de
posesiones en oposición al carácter exclusivo de la posesión sobre una misma cosa.
La inscripción emanada de un tercero, conforme al artículo 730, es una inscripción
competente que pone fin a la posesión anterior; el poseedor inscrito que era dueño
sólo conserva el dominio, pero pierde la posesión, que pasa a manos del tercero
que ha adquirido del usurpador y ha inscrito su título. Y es por eso que el primer
poseedor inscrito puede ejercer contra este tercero la acción reivindicatoria, que es
precisamente la que tiene el dueño de una cosa singular, de que no está en
posesión, para que el poseedor de ella sea condenado a restituírsela (art. 889).
8) Es falso, como pretenden los adversarios, que si se admitiera la teoría según
la cual la nueva inscripción emanada de un tercero confiere posesión, se produciría
un vacío en la historia de la propiedad raíz, pues precisamente para llenarlo la ley
obliga a inscribir la sentencia que reconoce la prescripción adquisitiva (C. Civil,
art. 689 y 2513; Reglamento del Registro Conservatorio, art. 52, Nº 1º).
9) En cuanto a la continuidad de los poseedores inscritos, es natural que ella
cese. Y así lo comprendió el legislador al establecer en el mismo artículo 2505 que
la prescripción se comienza a contar desde la nueva inscripción, derogando así el
principio general que permite añadir la posesión del antecesor a la del sucesor,
pues el título de éste no emana de aquél, y es lógico por tanto que no tenga lugar la
suma o accesión de posesiones.
10) La única interpretación del artículo 2505 conciliable con las demás
disposiciones del Código es la de que la prescripción contra título inscrito es
posible a virtud de otro título inscrito, que bien puede no emanar del poseedor
inscrito anterior, sino de un tercero que enajena como propio un inmueble y hace
entrega material del mismo al adquirente que inscribe su título de enajenación.
En efecto, “tenemos, en primer lugar, que el artículo 728 consagra la eficacia de
la posesión inscrita mientras no se cancele la inscripción por cualquiera de las tres
maneras que dicha disposición señala. Mientras subsista la inscripción, no obstante
55
el apoderamiento que haga un tercero de la cosa sobre la cual recae el título
inscrito, no se pierde la posesión por una parte ni se adquiere por otra. Pero
relacionando este precepto con el artículo 730, se explica su alcance en el sentido
de que aquella firmeza y vigor de la posesión inscrita está limitada al caso de la
aprehensión material que haga un tercero de la propiedad inscrita, sin que medie
de su parte nueva inscripción. Desde que interviene una nueva inscripción, que es
el caso del artículo 730, inciso 2º, se pierde la posesión para el primer inscrito y se
adquiere para el segundo; el artículo 728 se refiere, pues, al caso del
apoderamiento por un tercero del inmueble inscrito sin nueva inscripción. Y el
artículo 730 al caso del tercero que apoderándose de dicho inmueble lo enajena y
el título logra inscribirse. En este caso, se pierde la posesión por una parte y se
adquiere por otra. Entendidos así estos artículos, guardan perfecta armonía con el
precepto del artículo 2505, que consagra la prescripción contra título inscrito a
virtud de una nueva inscripción que, según se ha tratado de demostrar, no es
necesario que emane del poseedor inscrito, sino de un tercero que usurpa el bien
raíz y lo enajena, inscribiéndose el título de enajenación y haciéndose entrega al
adquirente de la tenencia material del inmueble”.413
Los sostenedores de la opinión aquí expuesta insisten en que para que la
nueva inscripción confiera posesión al adquirente del tercero que enajena un
inmueble inscrito ajeno, es necesario que vaya acompañada de la tenencia
material del inmueble, pues no se puede prescindir, conforme al artículo 700 del
Código, del carácter de hecho que representa la posesión, que es, por definición,
la tenencia de una cosa con ánimo de señor y dueño. Con esta inteligencia se
evita dar efectos posesorios a las meras inscripciones de papel.
3) Defensores de esta teoría. Entre otros, pueden citarse don Oscar Dávila, don
Leopoldo Urrutia, don Luis Claro Solar, don Manuel Somarriva, don Jorge Herrera
Silva, don José Claro Vial, etc.414
847. JURISPRUDENCIA.
En la jurisprudencia se encuentran sentencias que aceptan una y otra teoría;
pero en este último tiempo nuestros tribunales parecen inclinarse por la
interpretación que no requiere vinculación alguna entre la inscripción posterior y
la anterior, en los términos explicados.415
B. Aplicabilidad del artículo 2505 a la prescripción extraordinaria
414
415
56
inmueble inscrito se puede adquirir por prescripción extraordinaria sin necesidad
de título inscrito. En conformidad a esta doctrina, el individuo que se apodera
materialmente de un inmueble inscrito, y lo posee durante diez años sin violencia,
clandestinidad ni interrupción, se hace dueño de él por la prescripción
extraordinaria.
En abono de esta tesis se argumenta:
1) Que el Mensaje dice que el lapso de treinta años (plazo antiguo de la
prescripción extraordinaria) consolida todos los derechos y extingue todas las
obligaciones, de tal manera que nadie puede reclamar después de este espacio de
tiempo un derecho que no ha ejercido.
2) Que el artículo 2510, que rige la prescripción extraordinaria, no exige título
alguno.
3) Que para la prescripción extraordinaria basta la posesión irregular, y que es
tal la que carece de uno o más de los requisitos señalados en el artículo 702.
4) Que uno de los requisitos es la tradición, la cual en el caso de los inmuebles
se verifica por medio de la inscripción, de tal manera que si falta la inscripción,
quiere decir que falta la tradición, lo que hace que la posesión sea irregular y sólo
sirva para adquirir por prescripción extraordinaria.
Agrégase que de no aceptarse esta doctrina, jamás habría prescripción
extraordinaria contra título inscrito y se llegaría al absurdo de que la ley protege al
propietario negligente, en perjuicio del que trabaja en el inmueble.
La Corte de Santiago acoge esta opinión en una sentencia del año 1927.416
b) La opinión contraria cuenta con la casi unanimidad de los tratadistas
(Fabres, Aguirre Vargas, Claro Solar, Barros, Errázuriz, Alessandri) y es la que ha
triunfado en la jurisprudencia. Según ella, en contra de un título inscrito no hay
prescripción ordinaria ni extraordinaria, sino en virtud de otro título inscrito, de
manera que la regla del artículo 2505 es absoluta. Las razones que hay para pensar
así son las siguientes:
1) El artículo 2505, que no establece distinción alguna entre prescripción
ordinaria y extraordinaria, a diferencia de otros artículos en que se habla
especialmente de una u otra especie de prescripción. La colocación misma que el
artículo tiene hace ver que el legislador no ha querido hacer distinciones, puesto
que lo colocó antes del artículo 2506, que divide la prescripción adquisitiva en
ordinaria y extraordinaria. En la distribución de los artículos en este Título se nota
o advierte un método perfectamente lógico. En primer lugar, el artículo 2498 que
define la prescripción; en seguida, los artículos 2499 a 2505, inclusive, que
contienen reglas generales aplicables a la prescripción adquisitiva, entre las cuales
se cuentan las relativas a la interrupción, a los actos de mera facultad o tolerancia,
etc.; luego viene el artículo 2506, que divide la prescripción adquisitiva en
ordinaria y extraordinaria. Siguen los artículos 2507, 2508 y 2509, que
reglamentan la prescripción ordinaria; el 2510 y el 2511, que reglamentan la
prescripción extraordinaria, y el 2512, que considera la prescripción de los demás
derechos reales. Pues bien, dentro de este orden lógico adoptado por el legislador,
el artículo 2505, que dice que contra título inscrito no habrá prescripción sino en
virtud de otro título inscrito, está colocado entre las reglas generales aplicables a
toda clase de prescripción.
416
57
2) En el Proyecto, el actual artículo 2505 estaba colocado entre las reglas
aplicables sólo a la prescripción ordinaria, a continuación del que lleva
actualmente el Nº 2506. Al hacerse la redacción definitiva del Código, se trasladó
de las reglas de la prescripción ordinaria a las reglas aplicables a toda
prescripción, lo que evidencia la intención del legislador de hacerlo extensivo a la
prescripción extraordinaria.
3) La regla del artículo 2510, que regula la prescripción extraordinaria, es de
carácter general, porque se refiere a la adquisición por ese medio de toda clase de
cosas, muebles e inmuebles. El artículo 2505 es especial, porque sólo se refiere a
los inmuebles, y es doblemente especial, porque entre los inmuebles sólo se refiere
a los que han entrado definitivamente bajo el régimen de la propiedad inscrita; y en
conformidad al artículo 13, deben prevalecer las disposiciones especiales sobre las
generales cuando entre unas y otras haya oposición.
4) Es una regla de hermenéutica consagrada en el artículo 22, que el contexto
de la ley servirá para ilustrar el sentido de cada una de sus partes, de manera que
haya entre todas ellas la debida correspondencia y armonía. Ahora bien, dentro de
un estudio comparativo y de conjunto de todas las disposiciones que reglamentan
la posesión inscrita, la única conclusión lógica es que contra título inscrito no haya
prescripción, ordinaria ni extraordinaria, sino en virtud de otro título inscrito. Se
trata de adquirir el dominio, que es un derecho real en una cosa corporal, y por
abreviación se habla de adquirir la cosa. Para adquirir por prescripción es
necesario haber poseído, y la única manera de adquirir la posesión del derecho de
dominio es mediante la inscripción. Además, el artículo 728 dispone que mientras
la inscripción subsista, el que se apodera de la cosa a que se refiere el título
inscrito, no adquiere posesión de ella ni pone fin a la posesión anterior, lo que
significa que el simple apoderamiento de un inmueble inscrito no da posesión, y sin
posesión, mal se puede llegar a adquirir por prescripción; de manera que ésta es la
única doctrina aceptable para armonizar las disposiciones de los artículos 728 y
2505.
5) Los artículos 726 y 729, que se suelen invocar en apoyo de la doctrina
contraria, no tienen aplicación en este caso, porque en ellos se trata de inmuebles
no inscritos.
6) No es efectivo, como se sostiene, que dentro de esta teoría no habría nunca
lugar a la prescripción extraordinaria contra título inscrito, porque la habrá cada
vez que la posesión sea irregular, cuando el título no sea justo, cuando haya sido
adquirida de mala fe; y ya vimos que los títulos injustos tienen la virtud de cancelar
la inscripción anterior y conferir la posesión; y en este caso, siendo la posesión
irregular, por el título injusto, la prescripción a que dé origen será extraordinaria.
7) Los antecedentes que sirvieron de fuente a estas disposiciones del Código
Civil, como el artículo 2505, fueron el Código prusiano y el Proyecto de Código
español de García Goyena, y en ambos se establece la imprescriptibilidad de los
inmuebles inscritos cuando no se invoca un título inscrito.
8) El argumento que se hace de que la ley protege al dueño que no trabaja, en
desmedro del que trabaja en el inmueble, no es argumento jurídico; podrá ser una
crítica estimable para modificar la ley, pero no para interpretarla.
En su inmensa mayoría los fallos de los tribunales declaran que contra título
inscrito no hay lugar a prescripción ordinaria ni extraordinaria, sino en virtud de
58
otro título inscrito; y que el simple apoderamiento no da posesión, y, por lo tanto,
no puede conducir a la prescripción.417
Nótese bien que lo anterior no sirve para amparar inscripciones de papel contra
poseedores materiales de inmuebles no inscritos. A menudo ocurre que se sabe que
una persona es poseedor material de un inmueble no inscrito, y entonces un
tercero fragua con otro una compraventa de ese bien, y el supuesto adquirente,
previa publicación de avisos, lo inscribe a su nombre; en seguida, demanda de
reivindicación al poseedor esgrimiendo la inscripción más o menos reciente.
Nuestros tribunales han declarado que semejante inscripción, que no deriva del
verdadero dueño y que no representa tampoco ninguna realidad posesoria, es
inepta para desposeer al poseedor material del bien raíz. Así, por ejemplo, un fallo
declara: “Si la vendedora del bien raíz no inscrito no era dueña ni poseedora del
mismo y el comprador lo inscribió previa publicación de avisos, mal puede
prosperar la demanda reivindicatoria de ese inmueble dirigida en contra de quien
lo ha poseído materialmente sin violencia, clandestinidad ni interrupción por más
de treinta años. Para el acogimiento de la demanda habría sido necesario que el
actor acreditase haber adquirido el dominio del bien raíz por tradición. Y en la
especie tal posibilidad no se daba, pues es un hecho de la causa que la vendedora
no era dueña”.418
417
418
59
Capítulo XIII
849. CONCEPTO.
Las restricciones genéricas y las legales de la propiedad, analizadas en el
capítulo dedicado a ese derecho, no constituyen en verdad una disminución de las
facultades que el dominio otorga; son más bien supuestos o condiciones normales
de la existencia y el ejercicio de la propiedad, que se imponen por el solo hecho de
que ésta viva y se desenvuelva, como toda institución jurídica, en el seno de la
agrupación social. Un dominio totalmente absoluto, sin cortapisas de clase alguna,
es inconcebible; no ha existido ni puede existir.
Pero fuera de estas restricciones que constituyen el régimen normal u ordinario
de la propiedad, hay otras que importan una disminución de las facultades de tal
derecho, que ya no son las llamadas limitaciones o condiciones ordinarias de él. Por
eso, de éstas el legislador se ocupa al tratar del derecho de propiedad mismo; en
cambio, de las limitaciones que implican una reducción del contenido del dominio,
el legislador se ocupa en otros títulos.
Los derechos reales limitados o restringidos son aquellos que, comparados con
el derecho real patrón, el dominio, presentan un contenido más limitado o
reducido. El usufructo, por ejemplo, otorga al usufructuario las facultades de uso y
de goce, pero no la de consumo o destrucción de la cosa.
Como señala la doctrina, los derechos reales limitados se inspiran en un
principio de solidaridad social: las cosas objeto de dominio son útiles en primer
lugar al propietario, y por su mediación, a la economía nacional; pero en ciertos
casos pueden y deben prestar también utilidad a otras personas, aunque en menor
medida que la que da el dominio pleno.
61
852. A) ENUNCIACIÓN DE LOS DERECHOS REALES LIMITADOS DE GOCE.
62
TRATADOS DE LOS DERECHOS REALES – LOS BIENES – TOMO II
Por excepción, ciertas cosas muebles, como las naves aéreas y los buques y
artefactos navales de más de cincuenta toneladas de registro grueso, inscritos en
los respectivos Registros de Matrícula, son susceptibles de hipoteca, conforme a lo
que expusimos en el tomo I de este tratado al estudiar la tradición de los muebles
registrados.
La prenda y la hipoteca confieren al acreedor, además del derecho de
persecución –común a todo derecho real–, el llamado derecho o facultad de
realización de valor, que permite al acreedor, una vez vencida la obligación, a
instar, en conformidad a la ley, la venta de la cosa garante, a fin de poder cubrir y
percibir el importe íntegro del crédito con el producto de la venta.
854. EL CENSO.
chileno, art. 2427). De estas razones fluye también que la prenda y la hipoteca
pertenecen al derecho sustantivo y que su naturaleza es real.
65
ARTURO ALESSANDRI R., MANUEL SOMARRIVA U., ANTONIO VODANOVIC H.
Hemos dicho que derechos reales limitados son los que comparados con el
derecho real patrón, el dominio, presentan un contenido más restringido. La mayor
parte de estos derechos son, al mismo tiempo, limitativos de la propiedad, porque
limitan o restringen las facultades o poderes que ella otorga. Así, por ejemplo, el
usufructo es un derecho limitado, porque sólo confiere la facultad de uso y goce de
la cosa, y es, a la vez, un derecho limitativo del dominio, porque restringe la
amplitud de las facultades del propietario, le impide el ejercicio de las facultades
de uso y goce. La propiedad fiduciaria, en cambio, es un derecho real limitado, más
precisamente una propiedad descolorida o restringida. Sin contar con que está
sujeta a extinguirse por el cumplimiento de la condición, no faculta al propietario
fiduciario para alterar la integridad y el valor de las especies comprendidas en el
fideicomiso; el fiduciario es, por lo general, responsable de los menoscabos y
deterioros que provengan de su hecho o culpa (art. 758). Si se reconoce que la
propiedad fiduciaria es una propiedad, aunque más restringida que la absoluta,
resulta evidente que es un derecho real limitado, pero no un derecho limitativo del
dominio, porque mientras existe el fideicomiso no hay sino la propiedad fiduciaria,
no hay otro derecho de propiedad al cual la fiduciaria venga a limitar. En una
palabra, la propiedad fiduciaria es un dominio limitado, pero no una limitación del
dominio.
La inclusión que el Código hace de la propiedad fiduciaria entre las limitaciones
del dominio sólo puede explicarse considerando que las restricciones que aquélla
419
66
TRATADOS DE LOS DERECHOS REALES – LOS BIENES – TOMO II
858. TERMINOLOGÍA.
Los derechos limitados o restringidos se conocen también con otros nombres:
fracciones o desmembraciones de la propiedad, limitaciones del derecho de
dominio y derechos reales sobre cosa ajena.
a) Los que consideran que los derechos limitados nacen ex novo, lógicamente
deben rechazar la denominación de desmembraciones del dominio. Sin embargo,
suele usarse por todos con el fin de diferenciar los derechos limitativos del dominio
de las restricciones normales de la propiedad.
b) El nombre de limitaciones del dominio no abarca a todos los derechos
limitados porque, como ya hemos dicho, si bien por lo general producen ese efecto,
hay casos en que esto no sucede, como ocurre con la propiedad fiduciaria. Por otra
parte, es posible que exista un derecho limitado que produce el efecto de limitar el
dominio, pero que, en un caso dado, no haya lugar para que el efecto opere: si se
tiene un derecho limitado sobre un mueble, por ejemplo un usufructo, y el
propietario abandona la cosa gravada, el usufructo, hasta que no se adquiera por
ocupación la cosa abandonada, persistirá como usufructo sobre una res nullius y,
por ende, no limitará ningún dominio. No puede pensarse que el usufructo
desaparezca, ya que es un derecho real autónomo que concede un poder inmediato
sobre la cosa, y mal podría privar el propietario, por su sola voluntad, al
usufructuario de su derecho.
c) La denominación de derechos sobre cosa ajena, es, en general, correcta,
porque normalmente los derechos limitados recaen sobre cosa de dominio ajeno,
perteneciente a un tercero. Sólo hace excepción el caso del derecho real limitado
sobre res nullius.
En resumen, el nombre más seguro y propio, porque abarca todos los
fenómenos, es el de derechos reales limitados o restringidos, porque en todos ellos
se da el rasgo común de su contenido limitado en comparación con el dominio. El
nombre de limitaciones del dominio o de derechos limitativos del dominio es justo
sólo cuando el derecho limitado produce tal efecto.
859. UBICACIÓN DE LOS DERECHOS REALES LIMITADOS DENTRO DEL CÓDIGO CIVIL.
El Título VIII del Libro II del Código Civil, intitulado “De las limitaciones del
dominio y primeramente de la propiedad fiduciaria” (art. 732 y siguientes), se
refiere a ésta, al usufructo, el uso, la habitación y las servidumbres.
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Capítulo XIV
LA PROPIEDAD FIDUCIARIA
1. GENERALIDADES
860. DEFINICIONES.
En oposición a la propiedad absoluta está la propiedad fiduciaria, que es “la
que está sujeta al gravamen de pasar a otra persona, por el hecho de verificarse
una condición” (art. 733, inc. 1º).
La constitución de la propiedad fiduciaria se llama fideicomiso. Este nombre se
da también a la cosa constituida en propiedad fiduciaria (art. 733, inc. 2º y 3º).
El artículo 732 dice que “el dominio puede ser limitado de varios modos: 1º Por
haber de pasar a otra persona en virtud de una condición”. En términos tan
amplios quedan comprendidos todos los casos en que la propiedad está sujeta al
gravamen de pasar a otras manos si se realiza una condición. Así, por ejemplo,
tendría un dominio resoluble el comprador de una casa que quedó adeudando parte
del precio; si no cumple esta obligación, se resuelve el título, el contrato, y
consecuentemente la tradición; la casa, por el cumplimiento de la condición
resolutoria, pasaría o retornaría a poder del vendedor. Pero no es a esta especie de
propiedad resoluble a la que se refiere el Título VIII del Libro II del Código Civil,
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sino a la propiedad fiduciaria, en la que al revés de lo que suele ocurrir en otros
actos sometidos a condición, ésta opera sólo para el futuro y no retroactivamente.
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de la mitad del capital, pagando el Estado los réditos como si hubiera recibido todo
el capital.
La ley de 5 de octubre de 1866 restableció en todo su vigor la ley de 21 de
octubre de 1865, extendiendo a seis meses cada uno de los plazos en ella
designados. Otra ley, de 11 de agosto de 1869, dispuso que no se admitirían
redenciones de censos en virtud de la ley de 24 de septiembre de 1865 si el
gravamen que impusieran al Erario Nacional excediera del 7% anual sobre el
capital efectivo que se erogue.
Finalmente, resta por citar dos leyes más relacionadas con esta materia. La Ley
Nº 4.448, de 31 de octubre de 1928, autorizó al Presidente de la República para
hacer ingresar a fondos generales de la Nación los réditos o cánones de censos,
capellanías y vinculaciones redimidas en arcas fiscales que hubieren dejado de
cobrarse durante diez años consecutivos. Por su parte, la Ley Nº 5.466, de 31 de
agosto de 1934, declaró que los intereses que pagare el Fisco por los capitales
depositados por concepto de redención de censos, estarían afectos sólo a las
contribuciones que gravasen los intereses de los bonos de la deuda interna del
Estado.
868. JURISPRUDENCIA.
Sobre vinculaciones pueden verse una sentencia de 26 de junio de 1952,
Revista de Derecho y Jurisprudencia, tomo XLIX, sec. 1a, pág. 205, y las sentencias
que en esta página y las siguientes señala dicha revista. Véase también Repertorio
de Legislación y Jurisprudencia Chilenas, Código Civil, tomo II, 2a edición,
Santiago, 1969, art. 747, págs. 154-156.
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TRATADOS DE LOS DERECHOS REALES – LOS BIENES – TOMO II
que tiende al mismo fin es la que limita la duración de las condiciones suspensivas
y resolutorias, que en general se reputan fallidas si tardan más de treinta (ahora
cinco) años en cumplirse”.
Son tres: 1) que los bienes sobre los cuales se constituye la propiedad
fiduciaria sean susceptibles de constituirse en fideicomiso; 2) que se constituya a
favor de dos personas, el fiduciario y el fideicomisario y 3) que la traslación de la
propiedad del primero al segundo dependa de una condición.
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Los fideicomisos no pueden constituirse sino por acto entre vivos otorgado en
instrumento público, o por acto testamentario (art. 735, inc. 1º).
Sea mueble o inmueble, pues, la cosa que se constituye en fideicomiso, el acto
de la constitución es siempre solemne, y la solemnidad está representada, según
los casos, por la escritura pública o el testamento.
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opere deba haber dos personas: una que tenga la propiedad mientras pende la
condición y otra que la reciba cuando la condición se haya cumplido.
La persona que adquiere la propiedad al constituirse el fideicomiso, con el
gravamen de restituirla a otra cuando se cumpla la condición, se llama fiduciario, y
la persona que adquiere la propiedad cuando se cumple la condición se llama
fideicomisario.
Además, en el fideicomiso hay que distinguir el constituyente o fideicomitente,
que es la persona que constituye el fideicomiso.
De aquí resulta que el fiduciario es el primero que goza de la cosa, pues disfruta
de ella desde el momento de la constitución del fideicomiso hasta el momento en
que se cumple la condición.
El derecho del fiduciario es el mismo derecho de propiedad, pero a este derecho
le falta, según la opinión tradicional, una de sus características, la perpetuidad:
está expuesto a extinguirse por realizarse una condición que es resolutoria para el
fiduciario, porque pone fin al derecho en sus manos. El fideicomisario entra a gozar
de la cosa cuando la condición se ha cumplido. La condición para él es suspensiva,
porque mientras pende mantiene en suspenso el derecho.
878. EL
FIDUCIARIO DEBE SER UNA PERSONA CIERTA Y DETERMINADA QUE EXISTA EN EL
MOMENTO DE CONSTITUIRSE EL FIDEICOMISO.
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TRATADOS DE LOS DERECHOS REALES – LOS BIENES – TOMO II
Para estudiar la falta del fiduciario, hay que distinguir según que falte antes
que se le defiera el derecho o después.
a) Si se produce esta falta antes de que se le defiera el derecho, como, por
ejemplo, deja el testador a Pánfilo de fiduciario y Pánfilo es llamado al cielo por su
nombre antes que el testador; en este caso, hay que subdistinguir según que el
testador o el constituyente haya nombrado un substituto al fiduciario o no.
El legislador no reglamenta expresamente los substitutos del fiduciario, sino
que, como después veremos, en los artículos 743 y 744 se refiere a los substitutos
del fideicomisario. Pero es evidente que no hay ningún inconveniente legal para
que el constituyente designe un substituto al fiduciario.
Ahora bien, si en este caso que estamos poniendo falta el fiduciario y hay
nombrado un substituto, la propiedad fiduciaria pasa al substituto. Así, por
ejemplo, dice el testador: “Dejo tal casa a Pedro, y si Pedro no existe a mi
fallecimiento, a Juan, para que pase a Diego cuando se case”. Si la hipótesis ocurre,
la propiedad fiduciaria pasa a Juan.
Si falta el fiduciario y no se ha designado substituto, de acuerdo con el artículo
748, pasa la propiedad fiduciaria al constituyente, si viviere, o a sus herederos.
Pero puede suceder, como acabamos de indicar, que existan varios fiduciarios.
En tal caso, de acuerdo con el artículo 750, existiría entre ellos el derecho de
acrecer. En otros términos, quiere decir que si hay varios fiduciarios y falta uno, la
porción del que falta se junta con las demás. Ejemplo: dice el testador: “Dejo esta
casa a Pedro, Juan y Diego, para que pase a Antonio cuando se reciba de abogado”.
Fallece el testador, pero antes había fallecido Pedro. Entonces, la porción de Pedro
acrece a Juan y a Diego, es decir, se junta a las cuotas de éstos.
b) Todo lo que precede es discurriendo sobre la base de que falte el fiduciario
antes que se le defiera el derecho. Pero si falta después y la condición aún no se
cumple, la propiedad no puede pasar al fideicomisario. Ejemplo: dice el testador:
“Dejo esta casa a Pedro para que la adquiera Juan cuando se reciba de abogado”.
Fallece el testador y Pedro adquiere la casa, en tanto que Juan no se recibe aún.
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Al igual que en el caso del fiduciario, de acuerdo con el artículo 742, puede
acontecer que el constituyente designe dos o más fideicomisarios. La ley lo faculta
para ello en forma expresa. Así, por ejemplo, dice el testador: “Dejo esta casa a
Pedro, que pasará a Juan y a Diego, si fulano es Presidente de la República”. En
este caso, existen dos fideicomisarios. Hay algo más. El artículo 746 del Código
permite en forma implícita, que dos, tres o más fideicomisarios puedan ser
personas que no existan, sino que se espera que existan. Ahora bien, en este caso
dispone el artículo 746 que los fideicomisarios irán entrando en el goce de la cosa a
medida que existan, a medida que se vaya cumpliendo la condición. Así, por
ejemplo, dice el testador: “Dejo esta casa a Pedro para que pase a Diego, Juan y
Antonio, cuando se reciban de abogados”. Se recibe Diego de abogado, entonces
entra al goce del fideicomiso; cuatro años después Juan se recibe, también entra al
fideicomiso; y por último, al recibirse, entraría Antonio. Cumplida la condición
respecto de uno de los fideicomisarios, entra éste en el goce total de la cosa,
extinguiendo el derecho del fiduciario. Y los otros fideicomisarios entran en el goce
de la cosa a medida que se vaya cumpliendo la condición de la cual pende su
derecho.
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Para estudiar los efectos que produce la falta del fideicomisario, hay que
distinguir según que ella se produzca antes de cumplida la condición o después de
verificada ésta.
1) El fideicomisario falta antes de que se cumpla la condición. Así, por ejemplo,
dice el testador: “Dejo esta casa a Pedro hasta que Juan se reciba de abogado”;
pero Juan fallece antes de recibir el título. En este caso, el fideicomisario falta
antes de que se cumpla la condición.
Puede suceder que el constituyente haya designado un substituto y, entonces,
pasaría éste a ocupar el lugar del fideicomisario. Pero si no hay substituto, el
fideicomisario que falta, como lo establece expresamente el artículo 762, no
transmite a sus herederos no siquiera la expectativa de llegar a ser dueño alguna
vez de la cosa: porque, como ya lo hemos dicho, hay una condición que tácita o
expresamente siempre existe en el fideicomiso, y ella es la de que exista la persona
del fideicomisario al momento de cumplirse la condición. De manera que en este
caso, no habiendo substituto y faltando el fideicomisario, lo que acontece es que
lisa y llanamente se consolida la propiedad del propietario fiduciario: porque falla
la condición. Y como el propietario fiduciario es dueño de la cosa bajo condición
resolutoria, y ha fallado ésta, pasa a ser dueño absoluto de la cosa dada en
fideicomiso.
2) Falta el fideicomisario una vez verificada la condición. Este caso no presenta
ninguna dificultad: si falta el fideicomisario una vez verificada la condición, quiere
decir que la cosa pasa a sus herederos, de acuerdo con las reglas generales de la
sucesión por causa de muerte.
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La ley impide que una cosa esté sujeta sucesivamente a un gravamen; pero
permite que una misma propiedad se constituya a la vez en usufructo a favor de
una persona y en fideicomiso a favor de otra (art. 736). Por ejemplo, dice don
Andrés Bello en una nota, se deja el usufructo de una cosa a B por diez años, y se
dispone al mismo tiempo que pase la misma cosa a C, con tal que se reciba de
abogado.
“La duda que puede surgir acerca de esta disposición es la siguiente: mientras
no se cumpla la condición, ¿ a quién toca la propiedad de la cosa? No a B, porque
se supone que la intención del testador es concederle un mero usufructo; ni mucho
menos a C, que, mientras pende la condición, no tiene derecho alguno actual, sino
eventual, esto es, una simple expectativa. Se trata, en una palabra, de saber quién
es respecto al fideicomiso el propietario fiduciario, que mientras dura el usufructo
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De acuerdo con las reglas que hemos estudiado, puede decirse que es
resolutoria y suspensiva a la vez; es resolutoria respecto del fiduciario, puesto que
su cumplimiento va a extinguir su derecho; y es suspensiva para el fideicomisario,
ya que mientras la condición está pendiente, su derecho está en suspenso.
La condición del fideicomiso no opera retroactivamente; por tanto, subsisten
todos los actos ejecutados por el fiduciario sobre las cosas mientras las tuvo en su
poder.
Al lado de las condiciones que las partes pueden o no insertar en los actos
jurídicos, según lo determine su libre arbitrio, hay otras que forman parte de la
constitución o esquema mismo de dichos actos y que el legislador impone como
requisito o presupuesto de ellos , no pudiendo, en consecuencia, las partes
prescindir de esas condiciones. Las primeras se llaman de hecho o voluntarias
(condiciones facti); las segundas se designan con los nombres de legales, tácitas o
de derecho (condiciones iuris). Estas últimas pueden definirse, pues como aquellas
en que el hecho futuro e incierto constituye, por disposición de la ley, un
presupuesto o requisito de la eficacia de un acto jurídico. Trátase de imposiciones o
exigencias de la ley derivadas de la misma finalidad objetiva del acto; son hechos
que tipifican a éste y forman parte de su esquema característico e inamovible. La
incertidumbre es una consecuencia necesaria de la naturaleza del acto en que debe
concurrir la condicio iuris; por ende, la mención expresa de ella no agrega ni quita
nada a dicho acto. Finalmente, las condiciones jurídicas o legales, al menos en
principio, producen sólo efectos para el porvenir (ex nunc) y no obran hacia atrás,
con efecto retroactivo (ex tunc).
Ahora bien, el fideicomiso tiene una condición jurídica: la existencia del
fideicomisario a la época en que corresponde trasladarle a él la propiedad desde
las manos del fiduciario; dice el Código: “El fideicomiso supone siempre la
condición expresa o tácita de existir el fideicomisario, o su substituto, a la época de
la restitución” (art. 738, inc. 1º).
El fideicomisario puede ser persona que al tiempo de deferirse la propiedad
fiduciaria no existe, pero se espera que exista (art. 737). No importa que falte el
fideicomisario en el momento en que es llamado al goce del derecho el fiduciario,
porque en ese entonces sólo hay para el primero una expectativa, de manera que
basta que su existencia misma sea también una expectativa. Pero la incertidumbre
debe despejarse a la época de la restitución, porque es la época en que al fiduciario
toca asumir la titularidad del dominio, y toda adquisición de derechos supone
necesariamente la existencia del sujeto adquirente al tiempo de la adquisición. Lo
dicen la lógica y el Código, no una vez sino muchas. Así, por ejemplo, declara el
Código que para ser capaz de adquirir una herencia o un legado que se deja bajo
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TRATADOS DE LOS DERECHOS REALES – LOS BIENES – TOMO II
1993. Desde este día es propietaria Rosalba, pero no podrá reclamarla antes del 18
de septiembre de 1994; mientras tanto, la casa la tendrán en usufructo los
herederos del testador. Pero si éste impone expresamente la condición de existir el
asignatario (Rosalba) en el día prefijado (el 18 en el ejemplo), habría fideicomiso,
pues se está en presencia de un hecho incierto.
La asignación desde día cierto pero indeterminado, es decir, del día que se sabe
llegará pero no cuándo (como el de la muerte), es condicional y envuelve la
condición de existir el asignatario en ese día. Si se sabe que ha de existir el
asignatario en ese día (como cuando la asignación es a favor de un establecimiento
permanente, dice el Código, más exacto sería decir “una persona jurídica
permanente”), esta persona adquiere la asignación desde que se defiere (art.1085).
En este caso no hay incertidumbre porque, como dice Bello en una nota, “el
establecimiento legal permanente es una persona eterna”. La persona jurídica
adquirirá, pues, la propiedad de la cosa asignada desde la muerte del testador;
pero no tendrá el derecho de reclamarla antes que llegue el día cierto pero
indeterminado; hasta que llegue y el día se determine por la ocurrencia del hecho
considerado, tendrá el usufructo de la cosa la persona que haya señalado el
testador. Ejemplo puesto por el mismo Bello en una nota: “Goce Juan mi hacienda
tal hasta su muerte; y después de los días de Juan, pase dicha hacienda a la casa de
expósitos”.
Al redactor le parece natural la necesidad de que exista el fideicomisario a la
fecha de la restitución; pero no comprende por qué el Código exigió que el
cumplimiento de ese requisito fuera siempre incierto. Piensa que lo esencial es la
incertidumbre sobre la suerte de la propiedad, si pasa a manos del fideicomisario o
se consolida en las del fiduciario, Por eso, si el fideicomiso es una persona jurídica,
bien podría operar otra condición que la de existencia. No se comprende la razón
por la cual no podría dejarse la propiedad de una cosa a una persona para que pase
al patrimonio de una persona jurídica si se cumple una condición cualquiera. Pero,
en fin, no vale la pena insistir en esta observación, sobre todo en los tiempos
actuales, en que la propiedad fiduciaria tiende a suprimirse de los Códigos,
recogiéndose algunos de sus aspectos dentro de los moldes del usufructo.
Dante Alighieri decía en “El Infierno” de su Divina Comedia: “Non men che
saper, dubbiar m’aggrada” , o sea: “No menos que el saber me place el dudar”.
Esta demostración de sabiduría y gusto especulativo no cuadra en el terreno
práctico en que la falta de certidumbre es infernalmente perniciosa. Nadie quiere
trabajar y mejorar las cosas si no sabe si las conservará o perderá. Por eso, el
Código Civil procuró no dejar por mucho tiempo en la incertidumbre la suerte
definitiva de la propiedad fiduciaria y dispuso que “toda condición de que penda la
restitución de un fideicomiso, y que tarde más de cinco años en cumplirse, se
tendrá por fallida... Estos cinco años se contarán desde la delación de la propiedad
fiduciaria” (art. 739), es decir, desde el día en que el fiduciario es llamado al goce
de la propiedad fiduciaria; en otras palabras, desde el día en que se le llama a
recibir la cosa sobre la cual está constituida tal propiedad.
Hay una excepción a ese plazo de caducidad. Cuando es la muerte del fiduciario
el evento de que pende la restitución, o sea, la traslación de la propiedad al
fideicomisario, no se entiende fallar la condición aunque el fiduciario sobreviva por
más de cinco años (art. 739). En este caso él goza de la cosa como propietario
hasta el fin de sus días. Establecer lo contrario, o sea, que, conforme a la regla, el
día de la muerte debería ocurrir dentro de los cinco años– habría sido no sólo
absurdo y un poco macabro, sino también una tentación para algún fideicomisario
desaprensivo: ante el temor de que se le escapara la propiedad por no ser llevado
oportunamente el fiduciario al seno de Abraham o limbo de los justos, podría verse
impelido a mandarlo por su cuenta, y todo asesinato repugna a los hombres
normales, y más cuando lo mueven intereses pecuniarios.
La simple lectura del artículo 739 podría hacer creer que la muerte de una
persona es condición, puesto que da reglas para el caso de que la muerte del
fiduciario sea el evento de que penda la restitución del fideicomiso; pero la muerte
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de una persona no puede ser, ni es una condición, porque lo que caracteriza a ésta
es su incertidumbre, y la muerte es un hecho cierto. Así lo ha entendido el artículo
1081. De manera que por expresas disposiciones del Código, la muerte de una
persona no es condición, pues carece del requisito de la incertidumbre. Cabe
entonces preguntar dónde está la condición en este caso, cuando es la muerte del
fiduciario el hecho que determina la fecha de la restitución. La condición está en la
existencia del fideicomisario en el día de la muerte del fiduciario: que aquél exista
o no en el infausto día es, evidentemente, un hecho incierto. La disposición,
ubicada en el Título relativo al fideicomiso y no en el del usufructo, mira el asunto
del lado del fideicomisario. Para él, la propiedad es desde día cierto pero
indeterminado, o sea, el comienzo de su derecho lo marca una condición. Por eso,
el Código, al hablar de las asignaciones testamentarias a día, señala que “la
asignación desde día cierto pero indeterminado, es condicional y envuelve la
condición de existir el asignatario en ese día” (art. 1085, inc. 1º). Por tanto, si en la
constitución del fideicomiso se dice que la cosa que se deja a uno deberá restituirse
a otro el día de la muerte del primero, por ese solo hecho se entiende la condición
de existir el mismo día el segundo, y hay fideicomiso. Don Andrés Bello remacha la
conclusión con el siguiente ejemplo: “Dejo mi hacienda a Pedro, con el cargo de
dejarla después de sus días a Juan”. Juan es fideicomisario según el artículo 1085, y
si muere antes que Pedro, caduca el gravamen impuesto a éste, y Pedro re- tiene la
hacienda sin cargo de restitución. La asignación es un verdadero fideicomiso”.439
Cuando no es la muerte del fiduciario el evento de que pende la restitución, el
fideicomisario, si no existe al momento de constituirse el gravamen, deberá existir
antes que pasen cinco años, pues de lo contrario esa condición de existencia se
tiene por fallida (arts. 738 y 739). Sin embargo, el Código admite que las personas
que al tiempo de abrirse la sucesión no existen, pero se espera que existan,
adquieran la asignación si llegan a existir antes de expirar los diez años
subsiguientes a la apertura de la sucesión (art. 962, inc. 3º). Resulta, pues, que en
el fideicomiso la referida condición de existencia tiene un plazo de cinco años para
cumplirse, y diez tratándose de asignaciones testamentarias. Ahora bien, como el
fideicomiso no sólo puede constituirse por acto entre vivos, sino también por acto
testamentario (art. 735), quiere decir que cuando se constituye por esta vía, o sea,
a través de una asignación testamentaria, cabe dudar si a dicha condición de
existencia se aplica el plazo de diez años contemplado para las asignaciones o el de
cinco previsto para el fideicomiso. ¿Cuál es la disposición que debe prevalecer?
¿Cuál ha de considerarse particular o especial? A juicio del redactor, prima la
norma del artículo 739, porque ella figura después de la que establece que los
fideicomisos pueden constituirse por acto entre vivos o por acto testamentario y, en
consecuencia, el plazo de caducidad de la condición, el de cinco años que marca el
artículo 739, se aplica cualquiera que sea la vía de la constitución del fideicomiso.
El artículo 739 es la norma especial o particular de éste, y su especialidad
comprende tanto al fideicomiso constituido por acto entre vivos como al constituido
por acto testamentario. Además, no habría razón justificante para hacer la
distinción y aplicar a la condición de existencia el plazo de caducidad del artículo
739 cuando el fideicomiso se constituyera por acto entre vivos otorgado en
instrumento público, y el de las asignaciones cuando se constituyera por acto
testamentario.
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898. PLAZO DE CADUCIDAD DE LAS CONDICIONES QUE NO LO TIENEN FIJADO POR LEY.
I. DERECHOS
En esta solución que da el Código no hay sino una aplicación del principio ya
conocido por nosotros que dice: nadie puede traspasar más derechos que los que
tiene. Y de aquí, entonces, que si el propietario fiduciario es propietario condicional
y enajena su derecho de dominio, pasa al causahabiente en las mismas condiciones,
bajo la condición resolutoria.
Si el día prefijado para la restitución es el de la muerte del fiduciario, y éste
enajena la propiedad fiduciaria en vida, será siempre su muerte la que determine el
día de la restitución (art. 751, inc. 2º, parte final).
Si Primus tiene una propiedad que a su muerte deberá pasar al fideicomisario
Secundus, y enajena en vida dicha propiedad a Tertius, éste deberá restituirla a
Secundus igualmente el día en que fallezca Primus.
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TRATADOS DE LOS DERECHOS REALES – LOS BIENES – TOMO II
906. 4º GOCE DE FRUTOS. POR ÚLTIMO, EL FIDUCIARIO TIENE DERECHO A GOZAR DE LOS
FRUTOS DE LA COSA DADA EN FIDEICOMISO.
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ARTURO ALESSANDRI R., MANUEL SOMARRIVA U., ANTONIO VODANOVIC H.
Mientras la cosa está en manos del fiduciario puede requerir ciertas expensas.
En general, llámanse expensas, impensas o mejoras los gastos que se hacen o
realizan en una cosa. Desde el punto de vista de su utilidad se clasifican en
necesarias y no necesarias; las primeras pueden ser ordinarias y extraordinarias, y
las segundas, útiles o voluptuarias.
de éstas, no son más o menos periódicas, sino que se hacen una vez o a largos
intervalos de tiempo: reconstrucción de una muralla que amenaza ruina,
construcción de un dique para evitar inundaciones del predio, etc.
Si bien gravan al fiduciario, como sus beneficios se extienden al fideicomisario,
por ser obras de carácter permanente, la ley considera equitativo ponderar los
intereses de uno y otro para disponer al efecto ciertos reembolsos del segundo al
primero. Dice el Código (art. 756) que el propietario fiduciario es obligado a todas
las expensas extraordinarias para la conservación de la cosa, incluso el pago de las
deudas y de las hipotecas a que estuviere afecta; pero llegado el caso de la
restitución, tiene derecho a que previamente se le reembolsen por el fideicomisario
dichas expensas, reducidas a lo que con mediana inteligencia y cuidado debieron
costar, y con las rebajas que van a expresarse:
1a Si se han invertido en obras materiales, como diques, puentes, paredes, no
se le reembolsa en razón de estas obras, sino lo que valen al tiempo de la
restitución;
2a Si se han invertido en objetos inmateriales, como el pago de una hipoteca, o
las costas de un pleito que no hubiera podido dejar de sostenerse sin comprometer
los derechos del fideicomisario, se rebaja de lo que hayan costado estos objetos una
vigésima parte por cada año de los que desde entonces hubieren transcurrido hasta
el día de la restitución; y si hubieren transcurrido más de veinte, nada se debe por
esta causa.
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914. INDEMNIZACIONES.
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Dice el artículo 760, inciso 1º: “Si por la constitución del fideicomiso se
concede expresamente al fiduciario el derecho de gozar de la propiedad a su
arbitrio, no será responsable de ningún deterioro”.
En este caso, el constituyente da al fiduciario el libre goce de la propiedad.
Quiere decir esto que el fiduciario puede cambiar la estructura o destino
económico de la cosa (v. gr., transformar la viña recibida en un olivar) y que no es
responsable de los deterioros que provengan de la culpa leve. No puede, sin
embargo, considerarse que esta exención llegue a comprender el dolo, destrucción
voluntaria de la cosa dada en fideicomiso en vista de la restitución ya próxima; ni
tampoco la culpa grave, que se asimila al dolo. En caso de que el fiduciario
incurriera en culpa grave o dolo, podrían pedirse las medidas conservatorias
adecuadas (art. 761), a pesar de la concesión del libre goce por el constituyente.
Dice el artículo 760, inciso 2º: “Si (al fiduciario) se le concede, además, la libre
disposición de la propiedad, el fideicomisario tendrá sólo el derecho de reclamar lo
que exista al tiempo de la restitución”. Es el llamado expresivamente fideicomiso
de residuo.
En este caso, el fiduciario puede enajenar los bienes comprendidos en el
fideicomiso, sin que estas enajenaciones queden sujetas al gravamen de la
resolución en el evento de cumplirse la condición. Sin embargo, los tratadistas
reconocen en este caso, como en el anterior, que la exención no llega a comprender
la culpa grave y el dolo, de modo que si las enajenaciones no se hacen en provecho
del fiduciario, sino únicamente con el fin de dañar al fideicomisario, podrá el
fiduciario verse obligado a la indemnización.
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TRATADOS DE LOS DERECHOS REALES – LOS BIENES – TOMO II
I. DERECHOS
Aun cuando el artículo 761 del Código Civil dispone que el fideicomisario,
mientras pende la condición, no tiene derecho alguno sobre el fideicomiso sino la
simple expectativa de adquirirlo, sin embargo, esa misma disposición le reconoce la
facultad de impetrar, cuando la propiedad fiduciaria pudiese peligrar, providencias
conservativas. Y esto significa otorgarle protección a un verdadero derecho
eventual. Tal protección, unida al derecho que tiene de ser oído cuando el fiduciario
imponga gravámenes a los bienes en fideicomiso (art. 757) y a la necesidad de un
pacto entre fiduciario y fideicomisario para tener aquél derecho a reclamar de éste
algún pago en razón de mejoras no necesarias (art. 759), evidencia que los
fideicomisarios pueden contratar sobre la expectativa o, mejor, el derecho eventual,
para el caso de llegar la restitución. Semejante interpretación, además, aparece
corroborada con la regla general del artículo 1813 del Código Civil, que en ciertos
casos permite vender las cosas que no existen pero que se espera que existan y
aun, atendida la naturaleza del contrato, hasta la mera suerte.435
434
435
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Ya adelantamos poco más arriba que, de acuerdo con el artículo 757, tiene otro
derecho el fideicomisario: el de ser oído cada vez que se quiera imponer un
gravamen a la cosa dada en fideicomiso. Así, si se quiere hipotecar la cosa, darla en
prenda, constituir en ella un censo o una servidumbre, debe ser consultado el
fideicomisario, bajo sanción de que después, si así no se hace, no lo obligue el
gravamen que el fiduciario constituyó en la cosa.
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TRATADOS DE LOS DERECHOS REALES – LOS BIENES – TOMO II
II. OBLIGACIONES
5. EXTINCION
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ARTURO ALESSANDRI R., MANUEL SOMARRIVA U., ANTONIO VODANOVIC H.
Así, por ejemplo, dice el testador: “Dejo esta casa a Pedro, y cuando su hijo
Mario se reciba de abogado pasará a él”. En este caso, fallecido Pedro, que es
fiduciario, como el fideicomiso, de acuerdo con el artículo 751, es transmisible, y
como el heredero de Pedro es su hijo, resulta que éste pasa a ser, a la vez,
fiduciario y fideicomisario. Por lo tanto, se extingue el fideicomiso.
102
TRATADOS DE LOS DERECHOS REALES – LOS BIENES – TOMO II
103
Capítulo XV
DEL USUFRUCTO
1. INTRODUCCION
Por lo general, las facultades del dominio, uso, goce y disposición, se ejercen
por una misma persona. Pero puede ocurrir que el uso y el goce sean ejercidos por
un sujeto y la facultad de disponer, por otro. En tal caso, el primero tiene un
derecho de goce sobre la cosa, y puede corresponderle en virtud de una relación
creditoria con el dueño o en razón de un derecho real, según su derecho de goce
sea personal o real.
El derecho personal de goce existe merced a un vínculo jurídico que une al
titular con el dueño de la cosa; este último, cumpliendo su obligación, pone el bien
a disposición del primero para su disfrute. Así sucede, por ejemplo, en el
arrendamiento y en el comodato: el arrendatario y el comodatario, meros
detentadores de cosa ajena, disfrutan de ésta en virtud del respectivo contrato.
El derecho real de goce no implica ningún vínculo jurídico entre su titular y el
dueño de la cosa: el primero goza de ella por obra de su derecho, que lo coloca en
relación directa con el bien. Por tanto, el propietario no está obligado a realizar
ningún acto para poner la cosa a disposición del titular del derecho de goce.
Entre las limitaciones del dominio nuestro Código Civil señala el gravamen de
un usufructo, uso o habitación a que una persona tenga derecho en las cosas que
pertenecen a otra (art. 732, Nº 2º).
Estos derechos reales de goce (usufructo, uso y habitación) fueron agrupados
en el Derecho romano, al menos en la época de Justiniano, bajo la común
denominación de servidumbres personales, en contraposición a las servidumbres
prediales: las primeras se establecían en interés de una persona y las segundas en
el interés de un fundo o predio.
Defínense las servidumbres personales como los derechos reales establecidos
sobre la cosa ajena en interés de una persona.
El Código francés repudió la clasificación antedicha y suprimió el nombre de
servidumbres personales; veía en éstas un resabio feudal. Nuestro Código Civil y la
mayor parte de los Códigos modernos siguieron el mismo derrotero y sólo
105
consideran como servidumbres las llamadas prediales. En cuanto a los derechos de
usufructo, uso y habitación les dan simplemente su nombre específico.
Sin embargo, los Códigos alemán de 1900 y suizo de 1907 vuelven a la
nomenclatura romana, pues teóricamente parecen estimar que las servidumbres
personales tienen puntos de contacto con las reales, que justificaría la
denominación genérica de servidumbres para unas y otras. Con todo, los autores
modernos en su mayoría se pronuncian en el sentido contrario, ya que atribuyen
distinta configuración jurídica a las servidumbres y a los derechos de usufructo,
uso y habitación. Anotan al respecto profundas diferencias, y entre otras, las
siguientes: 1) las servidumbres reales o prediales constituyen relaciones jurídicas
perpetuas o permanentes, en tanto que los derechos de usufructo, uso y habitación
tienen carácter temporal; 2) el usufructo puede recaer sobre bienes muebles o
inmuebles, mientras que las servidumbres siempre tienen por objeto estos últimos;
3) el usufructo da sobre la cosa la totalidad del derecho al disfrute, no así las
servidumbres, que sólo limitan la propiedad en un sentido determinado y parcial.
Se agrega también, que el usufructo, uso y habitación tienen finalidades
económicas distintas de las que tienen las servidumbres prediales. Mientras éstas
buscan promover la explotación de los fundos que no pueden utilizarse
adecuadamente en su aislamiento, el usufructo, el uso y las habitación procuran a
una persona un sustentamiento.
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TRATADOS DE LOS DERECHOS REALES – LOS BIENES – TOMO II
942. DEFINICIÓN.
“El derecho de usufructo –dice el Código– es un derecho real que consiste en la
facultad de gozar de una cosa con cargo de conservar su forma y sustancia, y de
restituirla a su dueño, si la cosa no es fungible; o con cargo de volver igual
cantidad y calidad del mismo género, o de pagar su valor, si la cosa es fungible”
(art. 764).
Según las personas a quienes se concede y las formas como a ellas se atribuye,
el usufructo puede ser simple, si se concede a una sola persona, o múltiple, si a
varias. Este último se subdivide en simultáneo y sucesivo. El usufructo simultáneo
confiere un goce actual a todos los usufructuarios y constituye una especie de
comunidad de usufructo. El usufructo sucesivo da el goce a los titulares del
derecho a uno en pos de otro. Según se verá, nuestra legislación prohíbe constituir
dos o más usufructos sucesivos o alternativos (art. 769).
945. CARACTERÍSTICAS.
El derecho de usufructo presenta las características que a continuación
señalamos:
1) Es un derecho de goce. Comprende el uso y el goce de la cosa (usus y
fructus), el aprovechamiento de sus frutos. El usufructuario tiene, como se ha
dicho, las ventajas prácticas de la cosa, al paso que el nudo propietario tiene un
derecho teórico.
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TRATADOS DE LOS DERECHOS REALES – LOS BIENES – TOMO II
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TRATADOS DE LOS DERECHOS REALES – LOS BIENES – TOMO II
Uno de esos caminos sería, cuando hay juicios separados contra el nudo
propietario y el usufructuario, pedir la acumulación de autos a fin de lograr un
remate simultáneo de la nuda propiedad y el usufructo. 438.d Esta simultaneidad es
necesaria, porque si el acreedor se adjudica primero la nuda propiedad, se
extingue la hipoteca por confundirse y consolidarse con el dominio, y en tal caso no
cabe proceder después contra el usufructuario.
Otra vía para hacer efectiva la inoponibilidad al acreedor hipotecario del
usufructo inscrito con posterioridad en el Registro Conservatorio de Bienes Raíces,
es embargar en un solo juicio ejecutivo la nuda propiedad y el usufructo, cuidando
de solicitar al tribunal que ordene al Conservador inscribir el embargo de aquélla y
éste. Si bien el deudor ejecutado es el que ostenta la propiedad nuda, no hay
obstáculo para que el embargo se inscriba sobre la propiedad plena cuando un
tercero la tiene en su poder para gozarla a un título distinto que el de dueño, según
se desprende del artículo 454 del Código de Procedimiento Civil. Así se ha
fallado.439.e
Usufructo fijado por el juez como pensión alimenticia. La Ley sobre Abandono
de Familia y Pago de Pensiones Alimenticias prescribe que el juez puede fijar como
pensión alimenticia un derecho de usufructo, uso o habitación sobre bienes del
alimentante, quien, sin autorización del juez, no puede enajenarlos. Dicha
prohibición, si se trata de un inmueble, debe inscribirse en el Registro del
Conservador de Bienes Raíces (art. 11, inc. 1º).
Cuando este usufructo recae sobre un inmueble hipotecado con anterioridad, la
jurisprudencia de la Corte Suprema permite al acreedor hipotecario comparecer al
juicio de alimentos, en un momento oportuno, para obtener el alzamiento del
usufructo. Se dice que en estos casos el acreedor puede comparecer al juicio de
alimentos, no para interceder en la relación procesal de este juicio, sino para, como
tercero independiente, defenderse de medidas tomadas en ese pleito que
perjudican sus intereses. El acreedor hipotecario solicita que se deje sin efecto la
resolución judicial que constituyó el usufructo e impuso la obligación de no
enajenar y que, consecuentemente, se cancele la respectiva inscripción
conservatoria. Se aduce que el entrometimiento del acreedor hipotecario como
tercero independiente es permisible y aceptable aun tratándose de un juicio
especial.452.f
Otra sentencia declara que “la intervención del acreedor hipotecario en el juicio
de alimentos y su petición de que se alce el usufructo constituido a favor del
alimentario después de inscrita la hipoteca, supone en realidad la formulación de
una controversia distinta, entre partes distintas de las que originalmente
participaron en ella y cuyo contenido resulta también diferente, desde que las
pretensiones del mencionado acreedor difieren de aquellas que fueron objeto del
juicio de alimentos. En virtud de esto la sentencia de término en dicho juicio o la
resolución que aprueba el avenimiento a que en él se llegó (y en que se constituyó
el usufructo referido), produce cosa juzgada formal, vale decir, la situación resuelta
queda inimpugnable, obstando a la interposición de nuevos recursos por lo que
toca a la misma, mas la situación no es inmutable, consecuencia, esta última,
propia de la llamada cosa juzgada material o substancial. Justifícase tal conclusión
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tribunal que decretó el embargo o el consentimiento del acreedor para cumplir con
el precepto del Nº 3º del artículo 1464 del Código Civil.455.i
114
TRATADOS DE LOS DERECHOS REALES – LOS BIENES – TOMO II
Los que siguen la corriente tradicional que inspira nuestro Código declaran
imposible establecer diferencias, en cuanto a la estructura jurídica, entre
cuasiusufructo y mutuo préstamo de consumo, porque éste último da también al
mutuario la propiedad de la cosa mutuada, y el mutuante no tiene sino el derecho
de exigir la restitución de igual cantidad de cosas del mismo género y calidad que
las prestadas (art. 2197 y 2198). Sin embargo, se aducen diferencias entre una y
otra institución:
1) El título constitutivo es diferente en uno y otro caso: el cuasiusufructo puede
constituirse por ley, testamento o contrato, y el mutuo , sólo por este último.
2) El deber de prestar caución y hacer inventario solemne sólo existe para el
cuasiusufructuario.
3) Las causas de extinción no son comunes a ambas figuras jurídicas. Como se
ve, las notas diferenciales no son de esencia, sino accidentales.
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ARTURO ALESSANDRI R., MANUEL SOMARRIVA U., ANTONIO VODANOVIC H.
persona recursos seguros durante su vida sin quitar la propiedad de los bienes a
los herederos consanguíneos”.
I. USUFRUCTO LEGAL
La misma disposición antes mencionada dice que el usufructo legal del padre o
madre de familia sobre ciertos bienes del hijo, y el del marido, como administrador
de la sociedad conyugal, en los bienes de la mujer, están sujetos a las reglas
especiales del Título “De la patria potestad” y del Título “De la sociedad conyugal”
(art. 810).
La afirmación corresponde sólo en parte a la realidad. En efecto, el usufructo
del padre (o madre) de familia está reglamentado (arts. 243 a 245); pero el del
marido sobre los bienes de la mujer ninguna ley lo establece, ningún precepto del
Título “De la sociedad conyugal” lo reglamenta o siquiera nombra. El Proyecto de
1853 sólo reconocía como usufructo legal el del padre de familia sobre ciertos
bienes del hijo; el llamado Proyecto Inédito hace alusión, como el Código definitivo,
al usufructo legal del marido sobre los bienes de la mujer (art. 959, equivalente al
actual 810). Esta diferencia entre un proyecto y otro parece indicar el propósito del
legislador de crear el referido usufructo del marido. Sin embargo, a la postre, en el
Código mismo nada se estructuró; sólo quedó la referencia a dicho usufructo.
116
TRATADOS DE LOS DERECHOS REALES – LOS BIENES – TOMO II
956. USUFRUCTO LEGAL DEL PADRE SOBRE LOS BIENES DEL HIJO DE FAMILIA;
CARACTERÍSTICAS.
957. ¿USUFRUCTO O SIMPLE DERECHO LEGAL DE GOCE EJERCIDO POR EL MARIDO SOBRE
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ARTURO ALESSANDRI R., MANUEL SOMARRIVA U., ANTONIO VODANOVIC H.
interpretación que conduce al absurdo debe rechazarse. Con todo, hay sentencias
del siglo pasado de las Cortes de Apelaciones de Santiago465 y de La Serena466
que no admiten esa limitación como principio general.
Afirman algunos que los herederos presuntivos poseen los bienes del
desaparecido a título de usufructo. Este sería legal, pues dicha posesión la confiere
el legislador. Y estaría sometido a las reglas generales del derecho de usufructo por
no haberse establecido normas especiales para su regulación. Así se explicaría que
el artículo 810 no haga referencia a este usufructo legal.
Dicen otros, no tratarse de un usufructo. Los poseedores “provisorios” serían
dueños de los bienes bajo la condición resolutoria de que el desaparecido
reaparezca o se pruebe la fecha de su muerte real, que motive la distribución de los
bienes según las reglas generales.
959. GENERALIDADES.
El usufructo constituido por la voluntad del hombre puede serlo por un acto
jurídico entre vivos o por testamento, y puede establecerse a título gratuito o a
título oneroso. Se constituye a título gratuito por donación, sea entre vivos
(donación irrevocable), sea por causa de muerte (donación revocable), y por
testamento, en una asignación a título universal (herencia) o en una asignación a
título singular (legado).
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TRATADOS DE LOS DERECHOS REALES – LOS BIENES – TOMO II
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“Se puede constituir un usufructo a favor de dos o más personas, que lo tengan
simultáneamente, por igual, o según las cuotas determinadas por el constituyente;
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TRATADOS DE LOS DERECHOS REALES – LOS BIENES – TOMO II
968. SUBSTITUTOS.
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ARTURO ALESSANDRI R., MANUEL SOMARRIVA U., ANTONIO VODANOVIC H.
los cinco años; pasa un año y se extingue el usufructo: debe devolver al nudo
propietario los cuatro años que había percibido por adelantado, porque los frutos
civiles pertenecen al usufructuario día a día.
El usufructuario, por regla general, sólo tiene derecho a los frutos, pero no a
los productos. Mas, el legislador, expresamente, concede al usufructuario derecho
a ciertos productos que participan de algunos caracteres de los frutos: bosques y
arbolados, minas y canteras, ganados o rebaños.
a) Goce de bosques y arbolados. Dice el artículo 783: “El goce del usufructuario
de una heredad se extiende a los bosques y arbolados, pero con el cargo de
conservarlos en un ser, reponiendo los árboles que derribe, y respondiendo de su
menoscabo, en cuanto no dependa de causas naturales o accidentes fortuitos”.
Pongamos por caso que en la finca fructuaria haya una viña; tiene derecho el
usufructuario a las uvas; pero no podría arrancar la viña y dedicar el sitio a nocedal
o nogueral.
b) Goce de minas y canteras en actual laboreo. Según se ha dicho, el usufructo
supone el goce de la cosa fructuaria dejando a salvo su sustancia; por tanto, si ésta
con el uso y goce se agota o mella profundamente, en rigor no debe ni puede ser
objeto de usufructo. El aprovechamiento de las minas por la extracción de las
sustancias que las constituyen, no significa aprovecharse de los frutos de ellas, si
se parte del concepto clásico o tradicional que supone que el fruto periódicamente
vuelve a producirse o renacer. Y ocurre –como decía Juan Gutiérrez, un
comentarista del siglo XVII– que ateniéndose a la realidad no es susceptible de
usufructo una cantera, “porque en España la piedra no renace, y tampoco en la
mayoría de las regiones”.477 En puridad de verdad, la explotación de la mina
significa que la cosa misma es consumida y no queda a salvo su sustancia. Sin
embargo, el Código Civil, considerando que el agotamiento de las minas es lento,
equipara los minerales o productos de ellas a los frutos y dispone: “Si la cosa
fructuaria comprende minas y canteras en actual laboreo, podrá el usufructuario
aprovecharse de ellas y no será responsable de la disminución de productos que a
consecuencia sobrevenga, con tal que haya observado las disposiciones de la
ordenanza respectiva”, es decir, del Código de Minería (art. 784).
Como el usufructuario debe respetar la forma de la cosa fructuaria (art. 764), la
ley no lo autoriza para explotar nuevas minas o canteras, sino sólo las en actual
laboreo, o sea, las que lo están al deferirse el usufructo.
Sabemos que, de acuerdo con las disposiciones constitucionales, la ley
determina qué sustancias mineras puede el Estado dar a los particulares en
concesión de exploración o explotación, y faculta al concesionario para disponer
por acto entre vivos o por causa de muerte de sus derechos (art. 19, Nº 24, inc. 5).
Luego, puede dar en usufructo la concesión sobre la mina, salvo disposición legal
expresa en contrario.
c) Goce de ganados o rebaños. Hay que distinguir la situación en que se da el
usufructo de uno o varios animales considerados individualmente, y aquella en que
se da en usufructo un ganado, considerado como una universalidad.
a) Al primer caso se aplica la regla general del artículo 787, según la cual “el
usufructuario de cosa mueble tiene el derecho de servirse de ella según su
naturaleza y destino; y al fin del usufructo no es obligado a restituirla sino en el
estado en que se halle, respondiendo solamente de aquellas pérdidas o deterioros
que provengan de su dolo o culpa”. El usufructuario, pues, debe restituir los
mismos animales en el estado en que se encuentren, sin responder por la natural
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ARTURO ALESSANDRI R., MANUEL SOMARRIVA U., ANTONIO VODANOVIC H.
977. LAS REGLAS DEL DERECHO DE GOCE DEL USUFRUCTO PUEDEN DEROGARSE, PORQUE
SON SUPLETORIAS DE LA VOLUNTAD DE LAS PARTES.
Expresa el artículo 791 que “lo dicho en los artículos precedentes se entenderá
sin perjuicio de las convenciones que sobre la materia intervengan entre el nudo
propietario y el usufructuario, o de las ventajas que en la constitución del usufructo
se hayan concedido expresamente al nudo propietario o al usufructuario”.
Según normas especiales, el Banco que es administrador de bienes gravados
con usufructo, no puede ser privado de la administración de los bienes
comprendidos en éste, ni por el usufructuario ni por el nudo propietario, ni por
ambos de consuno. Tal prohibición rige también respecto del propietario fiduciario
y del fideicomisario, cuando el Banco es designado administrador de bienes
constituidos en fideicomiso (Ley General de Bancos, art. 48, Nos. 8 y 9).
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TRATADOS DE LOS DERECHOS REALES – LOS BIENES – TOMO II
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TRATADOS DE LOS DERECHOS REALES – LOS BIENES – TOMO II
984. DISTINCIÓN.
Para estudiar en forma metódica las obligaciones del usufructuario, hay que
distinguir:
a) Obligaciones que tiene antes de entrar en el goce de la cosa;
b) Obligaciones que tiene durante el usufructo, y
c) Obligaciones que tiene una vez extinguido el usufructo.
Estas obligaciones, que son dos, han sido establecidas por el legislador en
consideración a los derechos del nudo propietario, él que debe ponerse a cubierto
de la mala fe del usufructuario. Para precaverse de ella y evitar que el
usufructuario niegue que ha recibido los bienes, el legislador lo obliga a hacer
inventario solemne. También conviene al nudo propietario ponerse a salvo de una
insolvencia del usufructuario; y por eso el legislador obliga a éste a rendir caución.
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ARTURO ALESSANDRI R., MANUEL SOMARRIVA U., ANTONIO VODANOVIC H.
del Título “De la sociedad conyugal” (art. 810). Pues bien, esas reglas especiales no
imponen la obligación del inventario previo en el usufructo del padre de familia ni
en el usufructo del marido, como administrador de la sociedad conyugal, sobre los
bienes de la mujer.480
Exoneración de la obligación de hacer inventario. Fuera de los usufructuarios
legales, todos los demás tienen obligación de hacer inventario previo a la tenencia
de los bienes constituidos en usufructo. Se ha cuestionado si el constituyente puede
dispensar al usufructuario de esta obligación.
a) Los que opinan por la negativa apoyan su pensamiento en la circunstancia de
que la ley expresamente dice que “tanto el que constituye el usufructo como el
propietario podrán exonerar de la caución al usufructuario” (art. 775, inc. 2º); en
cambio, respecto del inventario, en abierto contraste, la ley guarda absoluto
silencio.
b) Otros sostienen que puede, en la constitución del usufructo, dispensarse al
usufructuario de la obligación de hacer inventario, siempre que éste no sea un
requisito del título mismo. Y lo es en el usufructo constituido por acto entre vivos a
títulos gratuito sobre la totalidad de los bienes de una persona o de una cuota de
esa totalidad, porque ese usufructo debe sujetarse a las reglas de la donación que
el Código llama a título universal, y esta especie de donación exige como
solemnidad el inventario de los bienes (art. 1407). Del mismo modo, se precisa de
inventario cuando la donación entre vivos requiere insinuación, porque deben
particularizarse también en este caso los bienes donados.
Si el inventario no es un requisito del título del usufructo –afirma esta opinión–,
no hay motivo legal para no dar valor a la dispensa de la obligación aludida, ya que
cuando la ley ha estimado que no puede eximirse del deber jurídico de hacer
inventario, lo ha dicho expresamente, como en el caso de los tutores y curadores
(art. 379). Corresponde aplicar el principio de que en Derecho Privado puede
hacerse todo lo que la ley no prohíbe. Por tanto, en el usufructo constituido a título
oneroso las partes podrían convenir en no practicar un inventario del estado de los
bienes.
Por fin, el argumento de la tesis contraria de que la ley sólo faculta al
constituyente para exonerar de la caución al usufructuario, y no de la facción de
inventario, tiene una explicación histórica y no el alcance que se le atribuye: la ley
se refirió expresamente a la dispensa de la caución en razón de que conforme a la
antigua legislación, el testador no podía liberar de la caución al usufructuario; para
patentizar el cambio de criterio se hizo esa referencia expresa en el Código. De la
posibilidad de eximir de la obligación de hacer inventario nada se dijo porque, en la
antigua legislación, esa obligación no se imponía,y el hecho de que ahora se exija
no es motivo para darle carácter de ineludible. Más todavía: el haber autorizado la
ley la dispensa de la caución, modificando en esto el antiguo Derecho Civil, sería
una razón para admitir que también puede exonerarse al usufructuario de la
obligación de hacer inventario.481
Con todo, en la práctica las más de las veces será obligatoria la facción de éste,
porque las leyes tributarias lo exigen, junto con la tasación de los bienes, para
determinar el monto del impuesto.
Derecho de usufructo fijado como pensión alimenticia; inventario simple.
Referencia. Véase nuestro Nº 964.
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997. 3) CARGAS FRUCTUARIAS. SON LAS INDISPENSABLES PARA QUE LA COSA PRODUZCA
FRUTOS Y QUE EL USUFRUCTUARIO DEBE SATISFACER.
Se entienden por obras o refacciones mayores las que ocurren por una vez o a
largos intervalos de tiempo, y que conciernen a la conservación y permanente
utilidad de la cosa fructuaria (art. 798). Ahora bien, las obras o refacciones
mayores necesarias para la conservación de la cosa fructuaria, son de cargo del
propietario; pero el usufructuario, mientras dure el usufructo, debe pagar a aquél
el interés legal de los dineros invertidos en ellas (art. 797, inc. 1º). El pago de este
interés se justifica: representa la compensación de los frutos que obtiene el
usufructuario gracias a la ejecución de dichas obras. La ley Nº 18.010, que
establece normas para las operaciones de crédito y otras obligaciones de dinero, de
27 de junio de 1981, ordena que debe aplicarse el interés corriente en todas los
casos en que las leyes u otras disposiciones se refieran al interés legal (art. 19).
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I. DERECHOS
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Dice el artículo 809: “El usufructo termina, en fin, por sentencia de juez que a
instancia del propietario lo declara extinguido, por haber faltado el usufructuario a
sus obligaciones en materia grave, o por haber causado daños o deterioros
considerables a la cosa fructuaria. El juez, según la gravedad del caso, podrá
ordenar, o que cese absolutamente el usufructo, o que vuelva al propietario la cosa
fructuaria, con cargo de pagar al fructuario una pensión anual determinada, hasta
la terminación del usufructo”.
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TRATADOS DE LOS DERECHOS REALES – LOS BIENES – TOMO II
Nótese por curiosidad que esta vez Bello habla de fructuario para referirse al
usufructuario, que es una de las acepciones de aquella palabra.
II. OBLIGACIONES
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“El usufructuario no tiene derecho a pedir cosa alguna por las mejoras que
voluntariamente haya hecho en la cosa fructuaria; pero le será lícito alegarlas en
compensación por el valor de los deterioros que se le puedan imputar, o llevarse los
materiales, si puede separarlos sin detrimento de la cosa fructuaria, y el
propietario no le abona lo que después de separados valdrían. Lo cual se entiende
sin perjuicio de las convenciones que hayan intervenido entre el usufructuario y el
propietario relativamente a mejoras, o de lo que sobre esta materia se haya
previsto en la constitución del usufructo” (art. 801).
Aunque ocurra antes del día o condición prefijada para su terminación (art.
806, caso 1º), salvo que haya varios usufructuarios y el constituyente no hubiere
modificado el derecho de acrecer.
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1.020. 5) SE EXTINGUE POR LA RENUNCIA DEL USUFRUCTUARIO (ART. 806 CASO 5º).
Se trata en este caso de un derecho que sólo mira al interés particular de su
titular, y su renuncia no está prohibida. Superfluamente, el artículo citado la
permite, ya que puede renunciarse, de conformidad con el principio general
contenido en el artículo 12.
De acuerdo con lo dispuesto en el Nº 3º del artículo 52 del Reglamento del
Conservador, la renuncia del usufructo debe inscribirse en el Registro respectivo.
144
TRATADOS DE LOS DERECHOS REALES – LOS BIENES – TOMO II
1.024. 9) EXTINCIÓN DEL USUFRUCTO POR EXPROPIACIÓN DEL PREDIO RÚSTICO SOBRE EL
QUE RECAÍA.
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Capítulo XVI
1. DERECHO DE USO
1.029. CONCEPTO.
A continuación del usufructo el Código Civil reglamentó los derechos que son
diminutivos del usufructo: los derechos de uso y de habitación.
“El derecho de uso es un derecho real que consiste, generalmente, en la
facultad de gozar de una parte limitada de las utilidades y productos de una cosa.
Si se refiere a una casa, y a la utilidad de morar en ella, se llama derecho de
habitación” (art. 811).
1.031. CONSTITUCIÓN DEL DERECHO DE USO; APLICACIÓN DE LAS REGLAS DEL USUFRUCTO.
En la época clásica del Derecho romano el derecho real de uso atribuía sólo la
facultad de usar de una cosa ajena, pero no la de gozar, esto es, de apropiarse de
sus frutos: uti potest frui non potest. Sin embargo, a fines de esa misma época,
según algunos, o a partir de Justiniano, según otros, el contenido del derecho fue
ampliado; se permitió al usuario una pequeña participación en los frutos (modica
perceptio), limitada a las necesidades del usuario y de su familia. El cambio de
criterio se basó en diversas consideraciones; entre otras, la de que hay cosas, como
los predios no edificados, que no rinden una utilidad verdadera si no se tiene sobre
ellas al menos un goce parcial. En efecto, ¿de qué valdría el derecho real de uso,
149
por ejemplo, sobre una viña si no se pudieran aprovechar por el usuario las uvas, al
menos en una pequeña cantidad?
Nuestro Código siguió esta tendencia, y permite el usuario servirse de la cosa,
usarla, en su sentido estricto, conforme a su destino y, además, apropiarse
parcialmente de los frutos.
Son las mismas del usufructuario, sin más modificaciones que las siguientes: el
usuario no está obligado a rendir caución, porque el artículo 813 lo releva
expresamente de esta obligación. En cuanto a la facción del inventario, la regla
150
TRATADOS DE LOS DERECHOS REALES – LOS BIENES – TOMO II
1.037. CARACTERÍSTICAS.
El derecho de uso es esencialmente personalísimo, a diferencia del usufructo,
que puede transferirse; presenta todas las características del derecho
personalísimo, porque no sólo es intransmisible, sino que también es intransferible
a cualquier título que sea, lo cual no obsta a que el usuario negocie en la forma que
mejor le parezca los frutos de la cosa a que tiene derecho y que percibe, pues esos
frutos le pertenecen en propiedad absoluta (art. 819).
El derecho de uso, a diferencia del usufructo, es inembargable (art. 2466, inc.
3º, y art. 445, Nº 15, del Código de Procedimiento Civil).
2. DERECHO DE HABITACION
1.038. DEFINICIÓN.
La habitación no es sino un derecho de uso constituido sobre una casa
habitación y referente a la utilidad de morar en ella (art. 811).
Entre el usufructo, por una parte, y los derechos de uso y habitación, por la
otra, hay algunas diferencias. Son las siguientes:
1) El usufructo es un derecho completo, porque otorga a su titular toda la
facultad de uso y toda la de goce, es decir, el usufructuario, junto con el derecho de
servirse de la cosa conforme a su naturaleza, tiene también la facultad de percibir
los frutos de la cosa; por la inversa, el uso y la habitación no son derechos
completos. Si bien el usuario y el habitador tienen la facultad de uso, o sea, la de
servirse de la cosa conforme a su naturaleza, no tienen toda la facultad de goce,
porque, como dice el artículo 811, sólo pueden percibir una parte limitada de las
utilidades y productos de la cosa.
151
ARTURO ALESSANDRI R., MANUEL SOMARRIVA U., ANTONIO VODANOVIC H.
152
Capítulo XVII
DE LAS SERVIDUMBRES
1. GENERALIDADES
La palabra predial con que el Código Civil chileno califica a las servidumbres
tiene una explicación histórica. El Derecho romano de cierta época agrupaba en
una categoría unitaria, bajo el título de servidumbres, las prediales y las que
llamaba personales: las primeras establecidas en favor de un predio y las segundas
en beneficio de una persona (usufructo, uso, habitación). Nuestro Código,
siguiendo al francés, sólo denominó servidumbres las prediales; los derechos reales
que formaban la categoría de las servidumbres personales los trató
separadamente, desligándolos del nombre común de servidumbres. Aparte de
consideraciones técnicas, influyó en la supresión de la nomenclatura de
153
servidumbres personales el espíritu de la Revolución Francesa, que se empeñó por
desterrar hasta evocaciones meramente verbales de la esclavitud humana.
El legislador chileno, al hablar de “servidumbre predial o simplemente
servidumbre”, quiso subrayar que toda servidumbre es predial, que el gravamen
que aquélla importa nunca afecta a las personas sino a los fundos.
154
TRATADOS DE LOS DERECHOS REALES – LOS BIENES – TOMO II
155
ARTURO ALESSANDRI R., MANUEL SOMARRIVA U., ANTONIO VODANOVIC H.
de dos predios saca de uno en pro del otro deriva del derecho de propiedad. Sobre
cosa propia nadie puede tener en su favor una servidumbre: nemini res sua servit.
Cuando el dueño de dos predios establece entre ellos un servicio, no hay
servidumbre, sino relaciones de hecho o servicios útiles que encuentran su
fundamento y causa en la libre voluntad o determinación del propietario; éste
ejerce los beneficios resultantes a virtud, no del derecho real de servidumbre, sino
del derecho de propiedad. Tanto es así que cuando entre dos predios de distinto
dueño hay una servidumbre, ésta se extingue por confusión si el predio dominante
y el sirviente pasan al dominio de un mismo dueño (art. 885, Nº 3º).
La contigüidad o vecindad no es supuesto general de las servidumbres; pero sí
la posibilidad de comunicación de la utilidad del fundo sirviente al dominante. Así,
por ejemplo, las servidumbres de paso y de acueducto pueden ejercitarse entre dos
fundos separados por varios otros. En este caso no hay contigüidad, pero sí una
comunicación de la utilidad del fundo sirviente al dominante. Claro que, a veces,
para lograr esta comunicación resulta necesaria la contigüidad, como en la
servidumbre de apoyo, en que precisamente el contacto material con el edificio
vecino es el que proporciona la utilidad de la servidumbre. Pero aquí, en realidad,
la contigüidad es condición necesaria de la comunicación de la ventaja o utilidad, y
no supuesto directo de la servidumbre.
1.048. ENUNCIACIÓN.
La servidumbre, para el predio que la soporta, es un gravamen; constituye una
limitación de la facultad de goce del propietario del fundo sirviente; en cambio,
para el predio en cuyo beneficio se establece, es una utilidad, constituye un
derecho del dueño del fundo dominante.
El derecho de servidumbre presenta los siguientes caracteres:
a) Es un derecho real;
b) Es un derecho inmueble;
c) Es un derecho accesorio;
d) Es un derecho perpetuo, y
e) Es un derecho indivisible.
156
TRATADOS DE LOS DERECHOS REALES – LOS BIENES – TOMO II
el dueño del fundo sirviente, el gravamen sigue pesando y no podrá ser levantado o
rescatado por el nuevo dueño sin el consentimiento del propietario del fundo
dominante.
Se dice también que la servidumbre, por el lado activo, es un derecho
subjetivamente real, porque la determinación de su titular depende, no de la
cualidad estrictamente personal de un sujeto, sino del hecho de ser propietario de
una cosa, el predio dominante. De ahí que cualquiera que llegue a ser propietario
de éste, por ese solo hecho, sin más, puede ejercer las facultades que otorga la
servidumbre en beneficio del predio dominante.
580).
157
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3. CLASIFICACION
DIVERSOS CRITERIOS
158
TRATADOS DE LOS DERECHOS REALES – LOS BIENES – TOMO II
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ARTURO ALESSANDRI R., MANUEL SOMARRIVA U., ANTONIO VODANOVIC H.
1.056. C) POR RAZÓN DEL EJERCICIO, LAS SERVIDUMBRES PUEDEN SER CONTINUAS Y
DISCONTINUAS.
160
TRATADOS DE LOS DERECHOS REALES – LOS BIENES – TOMO II
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5. SERVIDUMBRES NATURALES
164
TRATADOS DE LOS DERECHOS REALES – LOS BIENES – TOMO II
Aunque la ley no lo diga, parece evidente que deben comprenderse en las aguas
las materias que ellas naturalmente acarrean: piedras, arena.502
1.065. PROHIBICIÓN DE HACER CUALQUIERA OBRA PARA QUE LAS AGUAS DESCIENDAN.
No se puede hacer ninguna obra con el objeto de que las aguas desciendan. No
se puede dirigir un albañal o acequia sobre el predio vecino, si no se ha constituido
esta servidumbre especial (art. 833, inc. 2º). No habría inconveniente, pues, para
que entre ambos dueños se constituyera una servidumbre a fin de recibir las aguas
que caen de un molino, por ejemplo; pero esta servidumbre sería ya voluntaria.
“En el predio servil no se puede hacer cosa alguna que estorbe la servidumbre
natural, ni en el predio dominante, que la grave” (art. 833, inc. 3º).
Con todo, el dueño del predio inferior tiene derecho a hacer dentro de él
pretiles, malecones, paredes u otras obras que, sin impedir el normal descenso de
las aguas, sirvan para regularizarlas o aprovecharlas, según el caso. También tiene
el mismo derecho el dueño del predio superior dentro de éste, pero sin hacer más
gravosa la servidumbre que puede soportar el predio inferior (C. de Aguas, arts. 74
y 75).
6. SERVIDUMBRES LEGALES
1.068. DEFINICIÓN.
Las servidumbres legales son las que han sido impuestas por la ley, es decir,
aquellas que la ley autoriza o impone, aun contra la voluntad del dueño del predio
sirviente.
1.069. CLASIFICACIÓN.
A virtud de lo dispuesto en el artículo 839, esas servidumbres son de dos
clases: unas relativas al uso público o establecidas en razón de utilidad pública, y
otras relativas a la utilidad de los particulares.
1.070. CLASES.
De acuerdo con el mismo artículo 839, las servidumbres legales de interés
público son de dos clases: las que se refieren al uso de las riberas para la
navegación o flote, y las que se establecen por reglamentos u ordenanzas
especiales.
165
ARTURO ALESSANDRI R., MANUEL SOMARRIVA U., ANTONIO VODANOVIC H.
1.073. GENERALIDADES.
Dice el Código Civil (art. 841) que las servidumbres legales relativas a la
utilidad de los particulares son “determinadas por las ordenanzas de policía rural.
Aquí se trata especialmente de las de demarcación, cerramiento, tránsito,
medianería, acueducto, luz y vista”.
La referencia a las leyes de policía rural podría hacer creer que estas
servidumbres sólo se aplican a los predios rurales, nunca a los urbanos, pero tal
conclusión sería errónea: nada impide que puedan presentarse con respecto a esta
segunda clase de predios. Más aún: si bien hay servidumbres que serán casi
siempre rurales, como las de demarcación, cerramiento, tránsito y acueducto, las
otras, las de medianería y de luz y vista, son casi siempre urbanas.
Fuera de las servidumbres enumeradas en este artículo y de que trata el Código
diversas leyes especiales han impuesto otras servidumbres legales de interés
privado que sólo mencionaremos porque son materia de otras ramas jurídicas:
servidumbre de fuerza motriz; servidumbres establecidas en beneficio de los
servicios eléctricos; servidumbres señaladas en la legislación, sobre navegación
166
TRATADOS DE LOS DERECHOS REALES – LOS BIENES – TOMO II
1.074. NOCIÓN.
La demarcación es un conjunto de operaciones que tiene por objeto fijar la
línea de separación de dos predios colindantes de distintos dueños, y señalarla por
medio de signos materiales.
Comprende dos fases: una jurídica, la delimitación, tendiente a fijar o reconocer
la línea separativa, y una material, el amojonamiento, dirigida a señalar esta línea
sobre el suelo por medio de signos apropiados, llamados hitos o mojones.
Puede efectuarse en forma amigable por los vecinos interesados o ser
judicialmente impuesta a éstos.
El derecho de solicitar que se fijen los límites que separan el propio fundo de
los colindantes es real, ya se le mire como servidumbre activa o como facultad del
dominio o propiedad. Consecuentemente, la acción derivada de este derecho es
real.
Conforme ha explicado la Corte Suprema, en el ejercicio del derecho de
demarcación “se hace abstracción y carece de importancia la persona del dueño de
cada predio, lo que configura la acción más bien como de naturaleza real. En razón
de que ella persigue sólo fijar la línea y levantar el deslinde, tiene todos los
caracteres de una acción sumaria encaminada a resguardar lo que cada uno está
poseyendo según el respectivo título, en relación con referencias a puntos de
terreno”.
167
ARTURO ALESSANDRI R., MANUEL SOMARRIVA U., ANTONIO VODANOVIC H.
Conforme al Código Civil, todo dueño de un predio tiene derecho a que se fijen
los límites que lo separan de los predios colindantes, y puede exigir a los
respectivos dueños que concurran a ello, haciéndose la demarcación a expensas
comunes (art. 842).
Por consiguiente, la demarcación es un derecho que supone dos condiciones: la
existencia de dos fundos y que éstos pertenezcan a dos propietarios distintos.
a) Dos propietarios distintos. La demarcación no procede si los dos fundos son
de un mismo dueño, pues éste, en el ejercicio de su derecho de dominio, es
soberano para establecer las fronteras o límites que quiera entre sus predios.
Se comprende que cuando un fundo pertenece en copropiedad a dos o más
personas, ninguna de éstas puede solicitar la demarcación de acuerdo con su
porción indivisa; mientras existe la indivisión los comuneros no tienen una parte
determinada y distinta del predio, aunque materialmente estén usando de una
parte determinada cada uno: la demarcación sólo podrá solicitarse después de la
partición, cuando por virtud de ésta surjan propietarios singulares distintos.
b) Dos fundos contiguos. La contigüidad de los predios es una condición de la
demarcación, porque los hitos o signos materiales separativos deben colocarse
precisamente en la línea divisoria en que los predios se tocan.
Por consiguiente, la acción de demarcación no cabe entre dos dueños de fundos
separados por la interposición de otro fundo de un tercer dueño o por un inmueble
bien nacional de uso público.
169
ARTURO ALESSANDRI R., MANUEL SOMARRIVA U., ANTONIO VODANOVIC H.
uno solo de los vecinos– ocupe un terreno que no es el de la línea separativa de los
fundos contiguos.
La alteración de los límites existentes no puede perseguirse por la acción de
demarcación; es previa la acción reivindicatoria para reclamar los terrenos a que
se pretende tener derecho y que posee el vecino: sólo una vez reconocido ese
derecho procede entablar la acción de demarcación para que se señalen los nuevos
límites.
170
TRATADOS DE LOS DERECHOS REALES – LOS BIENES – TOMO II
Cuando coexisten varios derechos reales sobre el mismo predio, el dueño del
predio vecino demandado de demarcación tiene un interés evidente en que sean
llamados a juicio los titulares de esos derechos para que la sentencia también los
afecte. Así, por ejemplo, si el usufructuario de un fundo demanda de demarcación
al dueño del predio contiguo, éste debe hacer llamar a juicio al nudo propietario; si
así no lo hace, la sentencia tendrá carácter provisional con efectos limitados a la
duración del usufructo y será inoponible al nudo propietario.
Recíprocamente la acción de demarcación puede ser ejercida por el nudo
propietario solo, pero el deslinde así realizado no obligará sino a éste, si el
usufructuario no ha intervenido o no ha sido llamado a juicio.
171
ARTURO ALESSANDRI R., MANUEL SOMARRIVA U., ANTONIO VODANOVIC H.
1.089. IMPRESCRIPTIBILIDAD.
La acción de demarcación tiene una última característica esencial, peculiar a
ella: su imprescriptibilidad. Mientras exista la indeterminación de los linderos,
cualquiera de los propietarios puede pedir la demarcación, sin que sea posible
objetar que se trata de una servidumbre que se extingue por el no uso (art. 885, Nº
5º), ni que se trata de una acción que se extinga en los plazos de los artículos 2515
ó 2520. Sabemos que no es una servidumbre, sino una consecuencia del dominio, y,
como tal, no puede perderse por el no uso, así como el dominio mismo tampoco se
pierde por el no uso. Además, se trata de la omisión de un acto de mera facultad,
de los que no sirven de base a una prescripción, según el artículo 2499. Es una
situación enteramente análoga a la de la acción para pedir la división de una
comunidad, que es también imprescriptible.
Esta imprescriptibilidad no obsta, naturalmente, a que el propietario
demandado pueda haber estado poseyendo las porciones en que la duda recae, y en
tal caso, si se reúnen los requisitos legales, especialmente el de que la posesión
haya sido pública y se refiere a porciones perfectamente determinadas de terreno,
podrá el demandado haber llegado a adquirirlas por prescripción. Esto no significa
que la acción de demarcación haya prescrito; lo único que ocurre es que los límites
que se van a fijar serán distintos de los que se hubieran fijado si la prescripción
adquisitiva no se hubiera cumplido.
172
TRATADOS DE LOS DERECHOS REALES – LOS BIENES – TOMO II
1.091. GENERALIDADES.
El cerramiento consiste en la facultad de todo propietario de cerrar y cercar su
predio, y de hacer que contribuyan a esta operación los dueños de los predios
colindantes.
Es una facultad inherente a todo propietario.
La demarcación y el cerramiento ofrecen ciertos puntos de contacto o, mejor
dicho, van a un mismo fin; pero se diferencian en que la demarcación es un acto
previo al cerramiento. Una vez que el dueño del predio sabe hasta dónde abarca
éste, procederá al cercamiento, operación netamente material.
Las municipalidades tienen facultad para exigir el cerramiento de los sitios
abiertos al costado de los lugares de uso público (Ley de Municipalidades).
El cerramiento, como dice el inciso final del artículo 844 del Código Civil,
“podrá consistir en paredes, fosos, cercas vivas o muertas”.
173
ARTURO ALESSANDRI R., MANUEL SOMARRIVA U., ANTONIO VODANOVIC H.
este cerco. Por lo tanto, no puede servirse del cerramiento para ningún uso, salvo
el caso que haya adquirido este derecho por prescripción de cinco años o por título
después de efectuado el cerramiento (art. 845).
2) De la definición de cerramiento se deduce que también tiene derecho el
dueño de un predio a hacer que el dueño del predio vecino concurra a efectuar el
cerramiento, es decir, tome también parte en la cuota de los gastos que va a
originar la ejecución de los cierros comunes. Si no hay acuerdo sobre la forma de
efectuar el cerramiento o de contribuir a los gastos, le toca al juez determinar; el
procedimiento que corresponde es el sumario (C. de Procedimiento Civil, art. 680,
Nº 2º).
La cerca divisoria construida a expensas comunes tiene el carácter de
medianera (art. 846).
1.091-C IMPRESCRIPTIBILIDAD.
El derecho de cerrar el propio fundo es una facultad del dominio y, como éste,
imprescriptible si no se hace uso de ella; constituye un acto de mera facultad que
no da lugar a prescripción alguna. No podría, pues, alegarse en contra de un
propietario que por no haber cerrado su predio por tres o más años perdió por
prescripción el derecho a hacerlo.
Por otra parte, el derecho de requerir al vecino a que concurra a la
construcción y reparación de los cierros comunes, como facultad que deriva de la
ley y de la cual cada uno puede usar libremente o no, tampoco es susceptible de
prescripción; por tanto, no podría pretenderse su extinción por el hecho de no
haber sido ejercida durante un tiempo más o menos largo. 442.h
C. La medianería
442
174
TRATADOS DE LOS DERECHOS REALES – LOS BIENES – TOMO II
Para que un muro o una cerca sea medianero es preciso: a) que se construya
sobre el límite de dos predios contiguos; b) que los vecinos lo hayan hecho
175
ARTURO ALESSANDRI R., MANUEL SOMARRIVA U., ANTONIO VODANOVIC H.
176
TRATADOS DE LOS DERECHOS REALES – LOS BIENES – TOMO II
caso de las escrituras de compraventa en que se expresa que el fundo vendido está
limitado de tal lado por un muro medianero. Si este acto emana de un tercero, el
vendedor no puede obligar al vecino, ya que él es un extraño al acto y el vendedor
pudo atribuirse un derecho que no tenía.
b) Si el título se ha perdido, o nunca existió, puede recurrirse a la prescripción
para acreditar la medianería. Si por cinco años o más el muro es poseído en común
por los dos vecinos, el muro será medianero (art. 882, inc. 2º).
c) Cuando el título y la prescripción faltan, la medianería puede probarse por
presunciones. Estas son simplemente legales, admiten la prueba en contrario.
a) La primera presunción que el Código considera es cualquiera señal por la
que aparece que los dueños colindantes han hecho el cerramiento de acuerdo y a
expensas comunes (art. 852): apoyo de los edificios vecinos en una misma muralla
separativa; salientes (cornisas, repisas y similares) construidas con el muro y que
se presentan de los dos lados opuestos; albardilla o caballete del muro inclinados a
los dos lados de éste para defender de la lluvia ambos paramentos; etc. Por el
contrario, no habría lugar para presumir medianera una pared que sostiene uno
solo de los edificios vecinos y sin que haya vestigio alguno de que el propietario del
otro la hubiera utilizado en alguna forma; tampoco podría considerarse medianero
un muro en que aparezcan construidos con él salientes de un edificio que se
adentran hasta más de la mitad del grueso del muro, etc.
Como muchas veces los signos aparentes mencionados no existen, la ley
establece otras presunciones de medianería.
b) Toda pared de separación entre dos edificios se presume medianera, pero
sólo en la parte en que fuere común a los edificios mismos (art. 853, inc. 1º), o sea,
la parte de la pared de separación que sirve de apoyo o como base de construcción
a uno y otro edificio.
g) Se presume medianero todo cerramiento entre corrales, jardines y campos,
cuando cada una de las superficies contiguas esté cerrada por todos lados: si una
sola está cerrada de este modo, se presume que el cerramiento le pertenece
exclusivamente (art. 853, inc. 2º).
178
TRATADOS DE LOS DERECHOS REALES – LOS BIENES – TOMO II
El artículo 855 habla de juicios prácticos. Estos eran una forma de resolver por
peritos las contiendas que versaban sobre materias que exigían conocimientos
especiales y examen ocular del objeto disputado (cuestiones de deslindes, aguas,
pertenencias de minas, construcción de obras nuevas, etc.). Dichos peritos
actuaban como árbitros.
Los juicios prácticos, consagrados por la antigua legislación española y los
reglamentos patrios de administración de justicia, fueron abolidos por el Código de
Procedimiento Civil. Y dispuso éste (art. 410) que “cuando la ley ordene que se
resuelva un asunto en juicio práctico o previo informe de peritos, se entenderán
cumplidas estas disposiciones agregando el reconocimiento y dictamen pericial en
conformidad a las reglas de este párrafo, al procedimiento que corresponda usar,
según la naturaleza de la acción deducida”.
Y como, por otra parte, el artículo 680 del mismo Código dice que a todo lo
relacionado con el ejercicio de las servidumbres legales se aplicará el
procedimiento sumario, tenemos, pues, que esta cuestión sobre el uso de la pared
medianera se discutirá en juicio sumario, en el cual deberá oírse el informe de un
perito, con lo que se entiende satisfecha la exigencia del juicio práctico que señala
el artículo 855.
El artículo 857 concede a cada uno de los medianeros el derecho de elevar, por
su cuenta, la pared medianera, sin que el otro pueda oponerse, aunque debe
también dársele aviso, porque sólo se trata de un caso particular comprendido en
la regla general del artículo 855. Este derecho está restringido por las ordenanzas
generales y locales que, según sabemos, dictan, respectivamente, el Presidente de
la República y las municipalidades, y que suelen fijar la altura máxima de los
edificios.
Está restringido también por la obligación de sujetarse a todas las reglas que el
mismo artículo 857 señala y que veremos en seguida.
1a. La regla primera dice que la nueva obra debe costearla enteramente el
condueño que eleva la pared medianera. Regla muy natural, ya que no puede el
copropietario que eleva la pared medianera en su propia utilidad exigir que el otro
propietario contribuya, pues no se trata de una obra necesaria; según indicaremos,
esta elevación de la muralla es de propiedad exclusiva de quien la hace, pero el
179
ARTURO ALESSANDRI R., MANUEL SOMARRIVA U., ANTONIO VODANOVIC H.
180
TRATADOS DE LOS DERECHOS REALES – LOS BIENES – TOMO II
que el costo de construcción; la disposición legal se aplica, sin embargo, aun si por
haber pasado muchos años, ya no exista tal intención, y en este caso puede ser
injusta, pues el valor de la pared debe haber disminuido por el transcurso del
tiempo. Todo lo dicho es con abstracción del problema de la inflación monetaria.
4) Arboles medianeros
Agrega el inciso 2º del artículo 859: “Cualquiera de los dos condueños puede
exigir que se derriben dichos árboles, probando que de algún modo le dañan; y si
por algún accidente se destruyen, no se repondrán sin su consentimiento”.
Hay aquí una verdadera servidumbre, porque el propietario del predio sirviente ve
limitado su dominio en beneficio de otro predio, en el sentido de que no puede
plantar árboles a menos de cierta distancia de la muralla; se trata, pues, de una
servidumbre negativa de carácter legal. Sin embargo, la ley ha reglamentado esta
cuestión en el título de las acciones posesorias especiales, de manera que si el
propietario del predio sirviente hace plantaciones en contravención a este artículo,
el propietario del predio dominante está autorizado para ejercitar una acción
posesoria, tendiente a obtener que se arranquen esos árboles. Lo mismo se aplica a
las aguas y materias húmedas que, por estar cerca de las paredes de una casa,
puedan dañarla: el dueño de ésta puede impedir la existencia de esos elementos.
1.108. DEFINICIÓN.
Es el derecho concedido por la ley al dueño de un fundo que se halla destituido
de toda comunicación con el camino público por la interposición de otros predios,
para exigir paso por alguno de éstos, en cuanto fuere indispensable para el uso y
beneficio de su fundo, previa la correspondiente indemnización. Tal definición
resulta tomando por base la disposición legal (art. 847) que consagra esta
servidumbre.
182
TRATADOS DE LOS DERECHOS REALES – LOS BIENES – TOMO II
1.110. ADQUISICIÓN.
Dado el carácter de discontinua que tiene, sólo puede adquirirse por un título;
jamás por la prescripción ni por la destinación del padre de familia.
Son tres:
1) El predio que trata de imponer la servidumbre debe estar desprovisto de
toda comunicación con el camino público. Resulta, por lo tanto, que si el predio
dominante tiene salida o comunicación con el camino público, pero ella es larga y
costosa, no tiene su dueño derecho a imponer esta servidumbre.
La jurisprudencia ha interpretado con criterio realista o flexible este requisito, y
ha resuelto que “tiene derecho a servidumbre de tránsito, por hallarse en el hecho
destituido de toda comunicación con el camino público, el predio que sólo tiene una
salida verdaderamente impracticable, dada la topografía del terreno o que, para
habilitarla, exija gastos excesivos y desproporcionados en relación con el valor del
predio y del terreno necesario para la servidumbre y resarcimiento de todo otro
perjuicio”.519
2) La comunicación con el camino público debe ser indispensable para el uso y
beneficio del predio.
3) Debe indemnizarse previamente al dueño del predio servil.
para el uso y explotación del predio. Puede suceder que uno de los predios tenga
un acceso al camino público; pero largo y dificultoso: no puede imponérsele una
servidumbre legal de tránsito, porque falta un requisito; pero no hay ningún
inconveniente para que se constituya una servidumbre voluntaria de tránsito,
debiendo concurrir para ello el consentimiento del dueño del predio sirviente.
1.115. DERECHO DEL DUEÑO DE PREDIO SIRVIENTE PARA PEDIR QUE SE LE EXONERE DE LA
SERVIDUMBRE.
Por último, el artículo 850 considera la hipótesis de que un predio que era uno
se divida en lotes y quede transformado en diversas hijuelas, de las cuales una o
más resultan desprovistas de comunicación con el camino público. Por ejemplo, un
fundo se divide en la partición de la herencia en tres hijuelas, tocándole a cada uno
de los herederos una hijuela. La hijuela Nº 1, digamos, queda desprovista de
comunicación con el camino público. En este caso, se entenderá por ley constituida
a favor de ella servidumbre de tránsito, sin necesidad de indemnización alguna.
Esta disposición, más que todo, tiene por objeto defender los derechos de los
otros propietarios vecinos, a quienes por la ley el dueño del predio sin
comunicación podría obligar a soportar la servidumbre de tránsito.
E. Acueducto
1.117. GENERALIDADES. TODAS LAS AGUAS DEL TERRITORIO NACIONAL SON BIENES
NACIONALES DE USO PÚBLICO (C. CIVIL, ART. 595; C.
184
TRATADOS DE LOS DERECHOS REALES – LOS BIENES – TOMO II
Todo predio o entidad que necesite agua para cualquier fin puede ser predio
dominante. Así resulta de la disposición del Código de Aguas según la cual toda
heredad está sujeta a la servidumbre de acueducto en favor de un pueblo,
industria, mina u otra heredad que necesite conducir aguas para cualquier fin (art.
77).
185
ARTURO ALESSANDRI R., MANUEL SOMARRIVA U., ANTONIO VODANOVIC H.
1.126. B) EXISTENCIA DEL DERECHO SOBRE LAS AGUAS QUE SE PRETENDE CONDUCIR.
186
TRATADOS DE LOS DERECHOS REALES – LOS BIENES – TOMO II
1.131. LA CONSTRUCCIÓN DEL ACUEDUCTO DEBE SER TAL, QUE NO PERJUDIQUE AL PREDIO
SIRVIENTE.
187
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sirviente, en la forma que la ley y el juez fijen, indemnizando el valor del terreno y
los espacios laterales más el 10% y los perjuicios causados. Una vez construido el
canal, los derechos y obligaciones de las partes serán los mismos que los estatuidos
para el acueducto propiamente dicho.
1.135. LOS DERRAMES. CONSTITUYEN DERRAMES LAS AGUAS QUE QUEDAN ABANDONADAS
DESPUÉS DE SU USO, A LA SALIDA DEL PREDIO.
Luces son ventanas o huecos destinados a dar luz y aire a los espacios cerrados
y techados; vistas son huecos o ventanas que, además del paso de la luz y el aire,
permiten asomarse al predio vecino o, como decía una costumbre francesa, dirigir
“miradas penetrantes” sobre él.
Los conceptos anteriores son los que resultan de nuestra legislación o están en
consonancia con ella.
condiciones que quiera. Pero cuando hay una distancia menor de tres metros entre
los dos predios, el dueño de la pared divisoria privativa, a pesar de su derecho de
dominio, no puede hacer en ella las aberturas que estime necesarias sino en las
condiciones que señala la ley. Esta no le impide construir ventanas de luces; pero
concilia su interés, hasta donde es posible, con el del vecino, que tiene derecho a
vivir libre de molestias, provocadas por miradas fiscalizadoras u objetos que caen a
tierra por negligencia o malignidad de los moradores del edificio en que está la
ventana. Como la ley no quiere “ventanas indiscretas”, autoriza su construcción en
la pared divisoria privativa sólo en determinadas condiciones; restringe el ejercicio
del dominio del dueño de la pared en el sentido de que éste no puede dar luz a los
espacios cerrados y techados de su propiedad en la forma que le dicte su arbitrio,
sino sometiéndose a las disposiciones de la ley dirigidas a evitar que las ventanas o
huecos que haga en su pared den a su edificio vista sobre el predio ajeno o
permitan molestias a los habitantes de éste.
1.141. CONDICIONES EN QUE DEBEN CONSTRUIRSE LAS VENTANAS DE LUZ EN LAS PAREDES
QUE LAS ADMITEN CON RESTRICCIONES.
189
ARTURO ALESSANDRI R., MANUEL SOMARRIVA U., ANTONIO VODANOVIC H.
Aunque las luces hayan sido practicadas en la forma que determina la ley, el
vecino conserva, por su parte, las facultades de su dominio. En consecuencia,
puede adquirir la “medianería” de la pared divisoria privativa, contigua a su fundo
(art. 854), y hacer que se supriman todos los huecos que le perjudiquen (art. 877);
asimismo, puede levantar una pared que le quite la luz al que la obtiene mediante
ventanas construidas con las condiciones que señala la ley (art. 876). En este
punto, recuérdese lo expresado al hablar del abuso del derecho.
Nótese también que el artículo 876 sólo rige la servidumbre legal de luz; pero
no se aplica tratándose de una servidumbre voluntaria, en que una persona se
compromete a no privar en alguna forma de luz al predio vecino.520.a
190
TRATADOS DE LOS DERECHOS REALES – LOS BIENES – TOMO II
191
ARTURO ALESSANDRI R., MANUEL SOMARRIVA U., ANTONIO VODANOVIC H.
1.148. LAS DISPOSICIONES SOBRE LAS SERVIDUMBRES DE LUCES Y VISTAS SON DEROGABLES
POR LAS PARTES.
Los techos de todo edificio deben verter sus aguas lluvias sobre el predio a que
pertenecen, o sobre la calle o camino público vecinal, y no sobre otro predio, sino
con voluntad de su dueño (C. Civil, art. 879). De esta última parte de la disposición
se deduce que la servidumbre de aguas lluvias sólo puede establecerse por
voluntad de las partes; incluso –ha declarado la jurisprudencia– puede adquirirse
por prescripción, pues es una servidumbre aparente y continua: está a la vista por
medio del techo que recibe y vierte las aguas y se ejerce sin necesidad de un hecho
actual del hombre.522
Para evitar que las aguas lluvias caigan directamente por sí solas desde los
techos a las calles, debe, conforme a las ordenanzas, hacérselas descender hasta
192
TRATADOS DE LOS DERECHOS REALES – LOS BIENES – TOMO II
las cunetas de éstas por medio de canales; así llegan a las calles, encauzadas y
hasta donde es posible, impiden molestias. Tratándose de caminos, la legislación
sobre la materia prohíbe pasar las aguas lluvias sobre ellos. Todavía más: el dueño
de un predio, de acuerdo con las leyes y ordenanzas respectivas, puede servirse de
las aguas lluvias que corren por un camino público y torcer su curso para
utilizarlas. Ninguna prescripción puede privarle de este uso (C. de Aguas, art. 11).
7. SERVIDUMBRES VOLUNTARIAS
I. GENERALIDADES
193
ARTURO ALESSANDRI R., MANUEL SOMARRIVA U., ANTONIO VODANOVIC H.
Cuando una servidumbre no puede exigirse o imponerse como legal por faltar
uno o más de los requisitos que la hacen procedente en ese carácter, nada obsta
para que se establezca como voluntaria. Así, por ejemplo, para la servidumbre de
tránsito se requiere que el predio dominante esté totalmente desprovisto de
comunicación con el camino público; puede suceder en un caso concreto que
determinado fundo tenga comunicación, aunque larga y costosa: el inconveniente
se podría subsanar con una servidumbre de tránsito voluntaria, establecida de
común acuerdo entre el dueño del predio que será sirviente y el del que lo será
dominante.
Sabemos que la llamada servidumbre legal de vista es negativa, impide mirar al
predio vecino; pero nada impide establecer una verdadera servidumbre de vista
positiva con el carácter de voluntaria. Por ejemplo, el dueño de un hermoso jardín
podría convenir voluntariamente con el dueño del predio vecino, situado a menos
194
TRATADOS DE LOS DERECHOS REALES – LOS BIENES – TOMO II
de tres metros, que este último abriera ventanas con vista a las rosas y los alhelíes.
En este caso, predio dominante sería el de las ventanas, y sirviente el del jardín.
1.152. ENUMERACIÓN.
El Código considera cuatro modos de establecimiento de las servidumbres
voluntarias: el título, la destinación del padre de familia, la prescripción y la
sentencia del juez.
Por prescripción y por destinación del padre de familia, sólo se pueden adquirir
las servidumbres que son, a la vez, continuas y aparentes (arts. 881 y 882, inc. 2º).
En cambio, por título pueden adquirirse toda clase de servidumbres, incluso las
discontinuas de cualquier especie y las continuas inaparentes (art. 882, inc. 1º).
Esta generalidad de aplicación se explica por la certeza que proporciona el título.
195
ARTURO ALESSANDRI R., MANUEL SOMARRIVA U., ANTONIO VODANOVIC H.
1.158. SUPLETORIO DEL TÍTULO; RECONOCIMIENTO DEL DUEÑO DEL PREDIO SIRVIENTE.
1.160. CONCEPTO.
197
ARTURO ALESSANDRI R., MANUEL SOMARRIVA U., ANTONIO VODANOVIC H.
Una persona cuando tiene dos o más predios puede comunicar las utilidades de
alguno de ellos a otro.
Así, puede constituir un acueducto en un fundo para llevar aguas a otras tierras
suyas. En este caso no hay servidumbre, pues ésta, por definición, no cabe en cosa
propia: res sua nemini servit. La destinación del predio al servicio de otro del
mismo dueño es un acto que emana del derecho de propiedad, y se llama
tradicionalmente destinación del padre de familia. Este es, pues, el acto por el cual
el dueño de dos predios establece entre ellos un servicio o relación que constituiría
servidumbre si los predios fueran de distintos dueños.
Si más tarde, por cualquiera causa (enajenación, partición), los fundos pasan a
ser de distintos propietarios, nace de pleno derecho la servidumbre, o sea, el
servicio establecido por el propietario único subsiste con el carácter de
servidumbre, siempre que en el acto por el cual se produce la diferenciación del
dominio (enajenación, partición) no se estipule expresamente otra cosa (art. 881).
Sirve de título de la servidumbre la destinación anterior del padre de familia
(art. 883, inc. 2º).
1.161. CONDICIONES.
Para que haya constitución de servidumbre por la destinación del padre de
familia, es preciso que se reúnan las siguientes condiciones:
a) Que los dos fundos actualmente separados hayan pertenecido al mismo
propietario (art. 881).
La ley se pone en el caso de que existan dos predios diferentes, pero como la
disposición no es excepcional y como donde existe la misma razón debe existir la
misma disposición, se admite que la destinación del padre de familia también tiene
lugar cuando el dueño de un solo predio establece entre dos partes o secciones del
mismo un servicio y después esas partes constituyen propiedades de distintos
dueños.
b) Que el servicio sea obra del propietario de los dos predios; el titular de
ningún otro derecho, personal o real, puede hacer destinación del padre de familia.
La definición misma de ésta implica un hecho de propietario. Por consiguiente, no
hay destinación del padre de familia si el estado del cual se pretende hacer derivar
la servidumbre ha sido creado por otra persona que el dueño; no tienen poder para
ello el usufructuario, el usuario y, mucho menos, el arrendatario o un tercero.529
Rigurosamente, la destinación del padre de familia exige que el servicio lo haya
establecido entre los dos predios hoy separados el que era antes propietario de
ambos; pero la ley acepta ese modo de constituir servidumbres voluntarias también
cuando dos fundos entre los cuales hay una relación de servidumbre pasan al
dominio de un solo dueño y éste mantiene este estado de cosas, es decir, cuando
deja subsistir la servidumbre con el carácter de servicio fundado ahora en el
derecho de propiedad único. Si posteriormente vuelve a producirse la
diferenciación del dominio, o sea, si los dos predios pasan a ser otra vez de
distintos dueños, la servidumbre revive, siempre que no se diga nada en contrario
en el acto jurídico a virtud del cual se opera la separación del dominio de los
predios (art. 885, Nº 3º). En este caso se considera que también hay constitución
de la servidumbre por destinación del padre de familia: porque mantener el estado
198
TRATADOS DE LOS DERECHOS REALES – LOS BIENES – TOMO II
de cosas existente al momento de pasar los dos predios a poder de un solo dueño
equivale a establecerlo.
c) Que se trate de un servicio continuo y aparente (art. 881), porque sólo un
servicio de este carácter permite suponer un consentimiento, presunto o tácito, de
los nuevos dueños de mantener el estado de cosas establecido por el propietario
único: la apariencia impide que las partes ignoren la existencia del servicio y la
continuidad obsta a que ellas lo consideren como una situación precaria y
transitoria. Si ante hechos tan notorios, las partes nada dicen, es porque han
querido mantener el estado de cosas existente.530
d) Que se produzca la diferenciación del dominio de los dos fundos o partes de
un fundo, cualquiera que sea la causa: partición o enajenación. Y nada importa que
esta última sea voluntaria o forzada, pues la ley no distingue. Los autores estiman
que la destinación del padre de familia también opera cuando el dueño de las dos
heredades pierde una de ellas como consecuencia de la prescripción adquisitiva
realizada a favor de un tercero.531
e) Que en el acto que causa la diferenciación jurídica nada digan expresamente
las partes respecto del servicio establecido por el propietario único. Si en el acto de
enajenación o de partición las partes se explican sobre la existencia del servicio
como servidumbre o sobre la manera de ejercer ésta, ya no se puede hablar de
constitución por destinación del padre de familia, como quiera que la voluntad
presunta o tácita en que ella se funda no existe, sino, por el contrario, aparece una
voluntad expresa, y en este caso la servidumbre queda constituida por título.
C. De la prescripción
Por regla general, todo derecho subjetivo puede adquirirse por prescripción.
Pero la ley establece una excepción en materia de servidumbres: sólo permite
adquirir por prescripción las servidumbres que son a la vez continuas y aparentes.
Ni aun el goce inmemorial basta para constituir las servidumbres discontinuas de
todas clases y las servidumbres continuas inaparentes; unas y otras sólo pueden
adquirirse por medio de un título (art. 882).532
¿Cuáles son los motivos por los que la ley restringe el modo de adquirir llamado
prescripción a las servidumbres que son a la vez continuas y aparentes?
Tradicionalmente se dice que el ejercicio de una servidumbre discontinua
implica actos que el dueño del predio que los sufre puede tomar como fundados en
su tolerancia, y no en una pretensión del que los realiza, y es regla general que la
mera tolerancia de actos de que no resulta gravamen, no confieren ellos posesión,
ni dan fundamento a prescripción alguna (art. 2499, inc. 1º). Esta sería la razón por
la que no se pueden adquirir las servidumbres discontinuas por prescripción.
En cuanto a las servidumbres inaparentes, no son prescriptibles
adquisitivamente –se sostiene– porque no se prestan a la posesión pública, a la
vista y paciencia del propietario, que es menester para la prescripción.
Algunos autores no encuentran valedera la explicación y dicen que la exigencia
de la continuidad y apariencia de las servidumbres para admitir su adquisición por
la prescripción carece de todo fundamento racional o jurídico. Concluyen que la ley
debiera permitir la usucapión de cualquier clase de servidumbre siempre que el
ejercicio fuera público y suficientemente frecuente para constituir una posesión
199
ARTURO ALESSANDRI R., MANUEL SOMARRIVA U., ANTONIO VODANOVIC H.
continua, y que debiera negarla cuando los actos de posesión fueran clandestinos o
se demostrase que se llevaron a cabo por simple tolerancia del dueño. En dos
palabras, la prescripción adquisitiva debería quedar sometida a los principios
generales. Los tribunales franceses y belgas, mediante diversos subterfugios, más
o menos elegantes, han orientado sus decisiones en este sentido.
200
TRATADOS DE LOS DERECHOS REALES – LOS BIENES – TOMO II
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ARTURO ALESSANDRI R., MANUEL SOMARRIVA U., ANTONIO VODANOVIC H.
fundo sirviente, y no ha tenido necesidad durante tres años de usar caballo para
transitar, conserva, no obstante, todo su derecho, porque no puede estimarse que
pierde uno de los modos de ejercerlo por el hecho de limitar el ejercicio de sus
facultades a las necesidades de su predio. Por el contrario, la doctrina resuelve que
cuando el ejercicio parcial de la servidumbre ha sido determinado por un obstáculo
material que dura más de tres años y que hace imposible el uso completo de la
servidumbre, ésta queda reducida a los límites en que se ha ejercido durante el
tiempo señalado para la prescripción; el mismo criterio se aplica cuando el no
ejercicio total es el resultado de la oposición del dueño del predio sirviente, sin
protesta formal del dueño del predio dominante. Así, por ejemplo, si el título faculta
para pasar a pie o en carruaje por la heredad ajena, y el camino es impracticable
para el vehículo, el ejercicio de la servidumbre de este modo se pierde al cabo de
tres años y queda reducido al tránsito a pie; en igual forma, si se tiene derecho a
pasar de día o de noche y durante ésta el dueño del predio sirviente cierra la
puerta que da acceso al camino, y el dueño del predio dominante no reclama
judicialmente durante tres años, el ejercicio de la servidumbre queda reducido al
paso de día.
Como las servidumbres son servicios que un predio rinde a otro, ellas son, en
principio, perpetuas como los predios mismos. “Si ellas se extinguen (aun cuando
los fundos subsistan) es más bien por accidente”.
El Código señala como causa de extinción de las servidumbres:
1) La resolución del derecho del constituyente;
2) La llegada del día o de la condición, si se ha establecido de uno de estos
modos;
3) La confusión;
4) La renuncia del dueño del predio dominante;
5) El no uso, o sea, el haberse dejado de gozar durante tres años;
6) La imposibilidad de ejercer la servidumbre por el estado en que se hallan las
cosas gravadas.
A estas causas pueden agregarse otras, como la expropiación del predio
sirviente.
Algunas de las causas mencionadas son aplicables a todas las servidumbres;
otras sólo a las voluntarias.
Las servidumbres se extinguen por la resolución del derecho del que las ha
constituido (art. 885, Nº 1º).
Esta causal es aplicación del principio general y común de que resuelto el
derecho del que da, queda resuelto el derecho del que recibe (resoluto jure dantis,
resolvitur jus accipientis). Y se produce, por ejemplo, en el caso del constituyente
que tenía la propiedad del fundo sirviente sujeta a condición resolutoria. No cabe
sino en las servidumbres voluntarias, pues en las naturales y legales es indiferente
el carácter del derecho del propietario del fundo gravado.
203
ARTURO ALESSANDRI R., MANUEL SOMARRIVA U., ANTONIO VODANOVIC H.
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TRATADOS DE LOS DERECHOS REALES – LOS BIENES – TOMO II
Las servidumbres se extinguen por la renuncia del dueño del predio dominante
(art. 885, Nº 4º). No hay en este precepto sino una aplicación particular de la regla
general que pueden renunciarse los derechos conferidos por las leyes, con tal que
sólo miren al interés individual del renunciante y que no esté prohibida su renuncia
(art. 12).
La renuncia puede ser expresa o tácita. Esta última exige que los actos de que
se deduce sean concluyentes, incompatibles con la voluntad de mantener la
servidumbre. En caso de duda, debe decidirse que no hay renuncia, porque ésta no
se presume. Habría, por ejemplo, una renuncia tácita si el dueño del predio
dominante que tiene sobre el predio vecino la servidumbre de tránsito autorizara al
dueño de este último para cortar el camino con una construcción infranqueable;
pero no habría renuncia si le permitiera cerrarlo con una puerta, siempre que le
entregara una llave de la misma.
Las servidumbres se extinguen por haberse dejado de gozar durante tres años
(art. 885, Nº 5º), o sea, por el no uso, que, a diferencia de los demás derechos
reales, conduce a la pérdida del derecho por la prescripción extintiva.
El fundamento de esta causa extintiva radica en que, como la imposición de la
servidumbre sólo se justifica por la utilidad que presta, la ausencia del uso
demuestra la inutilidad de la carga. La razón de ser de la servidumbre desaparece
y, por tanto, es lógico que se extinga ella misma.
A diferencia de la prescripción como modo adquisitivo de las servidumbres, que
sólo se aplica a las continuas y aparentes (art. 882), la prescripción como causa de
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ARTURO ALESSANDRI R., MANUEL SOMARRIVA U., ANTONIO VODANOVIC H.
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TRATADOS DE LOS DERECHOS REALES – LOS BIENES – TOMO II
Según el Código, “si cesa la servidumbre por hallarse las cosas en tal estado
que no sea posible usar de ellas, revivirá desde que deje de existir la imposibilidad
con tal que esto suceda antes de haber transcurrido tres años” (art. 887).
La redacción del precepto revela que considera dos hipótesis:
a) Las cosas se hallan en tal estado que no es posible usar de ellas
definitivamente, en razón de que el hecho que causa la imposibilidad es
irreparable, siempre subsistirá, no dejará de existir. En este caso, la servidumbre
misma se extingue definitivamente. Así sucede, por ejemplo, cuando la casa que
gozaba de una servidumbre voluntaria de vista es demolida; cuando en la
servidumbre de tránsito el fundo dominante es separado del fundo sirviente por un
inmueble que no da ningún paso; cuando uno de los dos predios, dominante o
sirviente, es arrebatado y destruido por una avenida. La servidumbre subsiste si
puede usarse en alguna medida, por pequeña que sea; así, en el ejemplo recién
puesto de la servidumbre de tránsito, ésta se conserva si el paso puede hacerse
mediante un rodeo.535
b) Las cosas se hallan en tal estado que no es posible usar de ellas, pero sólo
transitoriamente, pues el hecho que causa la imposibilidad es reparable, puede
dejar de existir; las cosas pueden restablecerse al estado que permite el uso de la
servidumbre. En este caso, la servidumbre no se extingue; simplemente cesa su
ejercicio por oponerse el estado en que se hallan las cosas, como cuando el predio
sirviente se inunda. La determinación de que las cosas se encuentran en tal estado
que no es posible usar de ellas es una cuestión de apreciación según las
circunstancias de cada caso concreto; tal determinación corresponde al juez de la
causa.
La ley dice que la servidumbre revivirá desde que deja de existir la
imposibilidad; en realidad, cuando esto ocurre, lo que revive es el ejercicio de la
servidumbre y no ésta, que ha continuado existiendo y sólo ha sufrido interrupción
su ejercicio.
La imposibilidad de ejercer la servidumbre por el estado en que se hallan las
cosas trae la extinción de la servidumbre si se prolonga tres años; si la
imposibilidad no desaparece antes de haber transcurrido ese lapso, la servidumbre
se extingue.
207
Capítulo XVIII
209
un modo u otro atentan contra su plenitud. Los derechos que gravan la cosa frente
a todos los terceros, repercuten sobre éstos, porque les limita la actividad dirigida
a la satisfacción de sus propias necesidades. En esta forma la constitución de esas
limitaciones, gravámenes o cargas compromete seriamente a la sociedad y resulta
natural que el ordenamiento jurídico no tolere un poder arbitrario de los individuos
para crear derechos reales. 537
Las consideraciones anteriores cobran singular relieve cuando se trata de la
propiedad raíz o territorial. ¿Por qué? Porque ella está muy vinculada a la
organización social del país, cuya modelación toca por esencia al legislador.
Reconocer a los particulares la facultad de crear derechos reales atípicos, importa
someter en algún grado a su arbitrio dicha organización. Y esto no conviene, sobre
todo hoy, en que el poder público de todos los países, incluso el de los más
liberales, necesita, por imperativo del tiempo y las circunstancias históricas, velar
sin abdicaciones peligrosas por la organización social y los factores que la
determinan o plasman de manera sensible.
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TRATADOS DE LOS DERECHOS REALES – LOS BIENES – TOMO II
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Si se comparan los textos del Código Civil chileno que se refieren a las dos
categorías de derechos, se acentúa la convicción de que el legislador patrio siguió
la estrecha senda por donde habían ido los sabios romanos. El artículo de los
derechos personales dice que éstos pueden originarse por el hecho de las personas
que han contraído las obligaciones correlativas, y hasta cita ejemplos, con lo cual
demuestra que en este círculo no hay límites. Y, al contrario, el artículo de los
derechos reales define éstos y lapidariamente señala cuáles son los derechos que
presentan tal carácter. No hay indicio de que el hecho o voluntad de las personas
pueda considerarse como causa eficiente de derechos reales, y menos se habla de
ejemplos. ¿Quién osaría afirmar que se está en presencia de una enumeración
meramente ejemplar? En verdad, el contexto y la redacción de los artículos 577 y
579 revelan una calificación singularizadora de todos los derechos que, en los
límites de su jurisdicción, el Código Civil concibe como reales; fuera de ellos, no
concibe que otros puedan existir con ese carácter. En esta forma se cierra el paso a
la creación de derechos reales por los particulares, y no, por cierto, a los que
soberanamente pueda establecer cualquier otro Código o ley.
En favor de la tesis según la cual la legislación chilena está abierta a los
derechos reales atípicos, se argumenta que ninguna disposición los prohíbe y, en
consecuencia, procedería aplicar el gran principio “en Derecho privado puede
hacerse todo lo que la ley no prohíbe expresamente”. ¿Qué responder? Y ¿qué no
responder? Los principios, de la misma manera que las normas legales, no se dan
en el vacío ni viven aislados en el empíreo. Actúan en forma armónica y conforme a
una escala de prelación que evita los antagonismos. Frente al principio de la
autonomía de la voluntad se alza otro que lo limita o condiciona, y es el de que los
particulares no pueden comprometer con sus hechos y actos la organización social.
Y como expresa el civilista más claro de este siglo, Marcel Planiol, las leyes que
determinan el derecho de propiedad, sus efectos y límites, sobre todo cuando
atañen a la propiedad inmobiliaria, afectan al correcto funcionamiento de la
sociedad, a su organización, y, por ende, la aplicación de esas leyes no puede
quedar a merced del arbitrio privado. Aceptar la creación por los particulares de
derechos reales no esquematizados por el legislador, significaría vulnerar las leyes
que conforman el orden social.
El principio de la libertad en Derecho privado cuando no hay prohibición
expresa cede ante el de que las leyes que fijan la organización social, el orden
público, no pueden ser alteradas por los actos de las partes. Salus populi, suprema
lex. La salud del pueblo, el orden público o social, es la ley suprema. Este es un
principio superior y más inmediato del ordenamiento legal que pospone al de la
libertad e impide que entre en juego.
Y para aclarar, recuérdese que el citado no es el único principio de aplicación
preferente al de la libertad. Vayamos por la vía del ejemplo. Todos saben que
aunque no exista ley alguna que prohíba al propietario levantar en su terreno una
gran muralla con el propósito de oscurecer la casa del vecino, el juez no dará
autorización para hacerlo u ordenará, si cabe, deshacer la obra. Hasta los juristas
natos de los alacalufes, entre leves canoas y pálidos peces, balbucirán que no es
lícito usar el propio derecho con el único propósito de molestar a otro, por jorobar,
como gritaba el español del cuento. El principio de la solidaridad social en las
relaciones humanas corre silenciosamente debajo de la letra de los Códigos y hace
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era amplísima, no tenía límite, incluso podía cambiar el cultivo del fundo, a
condición de no deteriorarlo. Por su parte, el concedente o propietario tenía
derecho a poner término a la relación enfitéutica si durante tres años consecutivos
no se le pagaba el canon, o antes en caso de estipularse formalmente un plazo
menor.
3. Derecho moderno. Aunque con algunos perfiles nuevos, propios de la época y
de las circunstancias de cada país, la enfiteusis, en las rarísimas legislaciones
modernas que la acogen, mantiene su esencia secular. Los rasgos característicos y
comunes que la dominan se explican por las causas que, generalmente, impulsan al
propietario a entregar sus tierras al goce ajeno. Casi siempre se trata de heredades
baldías o cuyo mejoramiento exige capitales apreciables, trabajos largos,
superación de dificultades más o menos serias que el propietario no puede o no
quiere encarar directamente. Todos esos factores determinan: a) que el derecho
enfitéutico se conceda por largo tiempo (más de veinte años) o a perpetuidad y
dándole una amplia facultad de goce al enfiteuta; b) que el canon sea módico o,
como dicen algunos, tenue; c) que el pago de dicho canon no pueda eludirse so
pretexto que las tierras resultaron estériles o que la cosecha se perdió, ya que se
parte de la base, desde un comienzo, que la gestión está llena de espinas; d) que se
tomen medidas para que el enfiteuta no pueda sustraerse al cumplimiento de su
obligación fundamental de mejorar la finca hasta donde es posible. Por eso, cuando
se permite la liberación o redención de la finca del canon anual, mediante el pago
de una suma que determina la ley, se suele fijar un plazo mínimo bastante largo
antes de cuyo transcurso no puede intentarse la redención.
En Francia, el Código Civil omitió la enfiteusis. Ella –que en ese país no puede
ser perpetua– se encuentra establecida en una ley de 25 de junio de 1902 (Código
Rural), complementada por otra ley especial de 31 de diciembre de 1953.
En Italia, donde parece tener más aplicación práctica que en Francia, aunque
no mucha tampoco, la enfiteusis está regulada en un Título del Código Civil de
1942 (arts. 957 a 977).
Las legislaciones actuales, en su mayoría, consideran anacrónica la enfiteusis, y
no la regulan. En Chile, a juicio del redactor, las partes no podrían pactarla
voluntariamente con el carácter de derecho real, no sólo por el numerus clausus,
sino también porque hay una disposición legal que implícitamente excluye su
existencia. Dice ella: “Todo acto o contrato por el que una persona ceda a otra el
uso y goce de un predio rústico mediante el pago de un precio determinado,
corriendo la explotación por cuenta y riesgo de esta última persona, se regirá en
todo por las disposiciones del Título ‘Del arrendamiento de predios rústicos’ del
presente decreto con fuerza de ley, sean cuales fueren las cláusulas pactadas...”
(Decreto Ley Nº 993, de 1975, sobre arrendamientos y otras formas de explotación
por terceros de predios rústicos, medierías o aparcerías, publicado en el Diario
Oficial de 24 de abril de 1975, art. 19). Ahora bien, las disposiciones sobre el
arrendamiento del referido Título son incompatibles con el amplio goce que
importa la enfiteusis y, además, aplicar normas propias de un derecho personal a
uno real llevaría a la desnaturalización del último, por todo lo cual se deduce que el
legislador tácitamente da por sentada la no existencia de derechos enfitéuticos
generados por las partes. Apartándonos del problema de la enfiteusis, es digna de
citarse la disposición del artículo 4º del mencionado decreto ley según la cual los
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TRATADOS DE LOS DERECHOS REALES – LOS BIENES – TOMO II
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ellos gratuitamente o por un precio módico y fácil a los necesitados para que
construyeran sus habitaciones.
1.182. h) Posibilidades de que, conforme al ordenamiento jurídico chileno, los
particulares puedan crear el derecho real de superficie. Nuestro Código Civil no
menciona y menos estructura el derecho real de superficie. ¿Podrían los
particulares, en uso de su autonomía de voluntad, establecer, en los casos que les
conviniera, un derecho real de superficie? Como se comprenderá, la respuesta es
negativa de parte de los autores que piensan que la legislación chilena es cerrada
en el número de los derechos reales, o sea, que sólo acepta los típicos, aquellos
cuyo esquema formula ella misma. Por el contrario, los que se aventuran a sostener
que el legislador patrio no tiene el monopolio de los derechos reales, que el número
de ellos está abierto a las partes, dan, en general, una respuesta afirmativa, y
agregan, en especial, argumentos en pro de la admisibilidad del derecho real de
superficie como obra de arte de los particulares. Veamos dichos argumentos.
Dícese, en primer lugar, que no obsta a la creación del derecho de superficie
por los particulares el principio según el cual lo que se junta firmemente al suelo
accede a éste y, por tanto, al propietario del mismo, pues dicho principio no es
rígido ni automático en la legislación chilena. Así lo demuestran las normas que al
que en terreno ajeno edifica, planta o siembra, le reconocen dominio sobre el
edificio, la plantación o siembra, exigiéndole al dueño del terreno, para hacer suya
cualquiera de esas cosas, el pago de indemnizaciones o del valor que la ley señala
(art. 699). Mientras el dueño del suelo no hace suyas las obras, éstas son objeto de
una propiedad independiente de la del suelo. Si la misma ley reconoce esta
propiedad separada, y si, además, en Derecho privado puede hacerse todo aquello
que la ley no prohíbe expresamente, nada se opone a que los particulares
establezcan un derecho real de superficie. Y esta conclusión es tanto más
defendible cuanto que nuestra legislación no es hostil a la división de la propiedad
en planos horizontales, según atestiguan las normas legales que rigen la
pertenencia minera, la división de la propiedad por pisos o departamentos y las
concesiones sobre bienes nacionales a que alude el artículo 602 del Código Civil.
Este último caso implicaría un derecho real de superficie, al menos cuando el suelo
es de propiedad fiscal.539
Los diversos argumentos anteriores son susceptibles de refutación. Ante todo es
innegable que el principio superficies solo cedit no es en Chile rígido ni automático;
pero ello no significa dar paso a una situación estable de diferenciación del dominio
del suelo y la superficie; por el contrario, concédese un derecho de opción al dueño
del terreno para llegar a un estado definitivo de unidad del dominio. Detengámonos
en las dos hipótesis del Código. Primera: si un tercero, sin conocimiento del dueño
del terreno, edifica, planta o siembra, el dueño del terreno puede optar entre
quedarse o no con los incrementos: a) la ley le da el derecho de hacer suyo el
edificio, plantación o sementera, mediante las indemnizaciones que ella señala; y b)
si el dueño del terreno no quiere para sí dichas cosas, puede, tratándose de
edificios y plantaciones, obligar al que edificó o plantó a comprarle el suelo, y a
este respecto puede exigirle el justo precio y, además, los intereses corrientes por
todo el tiempo que haya tenido en su poder el terreno, y si el tercero ocupó el suelo
con una intromisión de menor entidad, como es la siembra, podrá el dueño del
terreno obligar al que sembró a pagarle la renta y a indemnizarle los perjuicios
217
ARTURO ALESSANDRI R., MANUEL SOMARRIVA U., ANTONIO VODANOVIC H.
(art. 669, inc. 1º). Como se ve, cualquiera de las alternativas conduce a la unidad
del dominio del suelo y superficie. Vayamos a la segunda hipótesis, que resuelve el
caso en que el tercero obró no sin conocimiento del dueño del terreno, sino a
ciencia y paciencia de éste; el dueño del terreno, para recobrarlo, está obligado a
pagar el valor del edificio, plantación o sementera (art. 669, inc. 2º). La ley
presume que si el dueño del terreno sabe que en él un extraño está edificando,
plantando o sembrando y se queda quieto, sin protestar ni hacer nada por
impedirlo, es porque quiere comprar esas cosas que incorporan a su suelo, ya que
no se presume el ánimo de donar de parte del tercero (art. 1393). Sin duda,
mientras el dueño del suelo no ejerza su derecho de recuperarlo materialmente, el
que edificó, plantó o sembró tiene un dominio separado; pero expuesto a
desaparecer en cualquier momento de sus manos, sin que nada pueda hacer por
impedirlo, si el dueño del terreno ejerce su derecho potestativo para recuperar
éste, mediante el pago del valor del edificio, plantación o sementera. Resulta claro
que la situación de diferenciación del dominio del suelo y la superficie es
transitoria, y el derecho de propiedad del edificio, plantación o sementera, de una
precariedad (dependiente de la voluntad del dueño del terreno) que conspira
contra su propia naturaleza. La disposición está orientada hacia el logro de la
unidad del dominio, y por tanto mal puede sustentarse en ella un signo favorable a
la creación del derecho de superficie por los particulares.
También es intrascendente el argumento de que nuestra legislación no es hostil
a la división horizontal del dominio, porque contiene casos que la suponen, como el
de la pertenencia minera, el de la propiedad por pisos y departamentos e incluso el
de las concesiones de bienes nacionales. El argumento no tiene gran valor porque
los casos entrañan supuestos muy específicos, de índole diversa, que responden a
otras necesidades y, en fin, porque, aún más, todos ellos, uno a uno, han sido
esquematizados por la propia ley, y esto, si bien autoriza para sostener que ella no
siente repugnancia por la división de la propiedad entre suelo y superficie, el hecho
es que no la siente en los casos que ella organiza, y no en otros, y mucho menos en
los que pudiera forjar la libre autonomía privada. Digamos de paso que algún
autor540, desprende reiteradamente del artículo 602 del Código Civil que el
concesionario de bienes nacionales tiene el derecho de propiedad de las obras por
él construidas sobre éstos, diferenciándose de la propiedad que tiene la nación
toda en esos bienes nacionales. La verdad es que el Código dice que el
concesionario tiene, no la propiedad de las obras, sino “el uso y goce de ellas”. Más
todavía. El mismo artículo 602 parte de la base que esas obras son, desde que se
construyen en suelo nacional, también de dominio nacional. Por eso agrega que
“abandonadas las obras, o terminado el tiempo por el cual se concedió el permiso,
se restituyen ellas y el suelo por el ministerio de la ley al uso y goce privativo del
Estado (si se trata de bienes fiscales) o al uso y goce general de los habitantes (si
se trata de bienes nacionales de uso público). Pero no se entiende lo dicho si la
propiedad del suelo ha sido concedida expresamente por el Estado”. Vemos que las
obras, como el suelo, se restituyen al dominio nacional, y restituir es volver una
cosa a quien la tenía antes, la nación toda. O sea, el dominio de la superficie, el de
las obras, apenas construidas, es de la nación toda, como el suelo mismo; la unidad
de dominio nunca se quiebra. No hay restitución si la propiedad del suelo ha sido
expresamente concedida por el Estado, porque entonces –y también aquí se
218
TRATADOS DE LOS DERECHOS REALES – LOS BIENES – TOMO II
mantiene la unidad del dominio– la propiedad del suelo pasa al concesionario que
levanta las obras; la unidad dominical se da en manos del particular. Con todo, el
redactor cree que “el uso y goce de las obras”, si bien no constituye el derecho de
propiedad, implica un derecho real. Y desde este punto de vista, ese derecho real,
de naturaleza administrativa, podría envolver un derecho de superficie al estilo del
Derecho justinianeo, es decir, un derecho de goce, no constitutivo de dominio. Pero
esto, como argumento para apoyar, dentro de la legislación chilena, la posibilidad
de que los particulares establezcan por su cuenta el derecho de superficie, es
intrascendente, porque el caso en referencia, en cualquier forma que se califique,
es creación expresa del legislador, y no siempre lo que puede hacer él puede
hacerlo el particular.
Por último, si el legislador se ha limitado a regular casos específicos de dominio
horizontal sin establecer ninguno genérico, como podría ser el de superficie, es de
presumir que no acepta que éste aflore libremente por el puro arbitrio de la
voluntad privada.
219
ARTURO ALESSANDRI R., MANUEL SOMARRIVA U., ANTONIO VODANOVIC H.
1.185. K) JURISPRUDENCIA.
Ante nuestros tribunales no se ha debatido ningún caso en torno a la existencia
o constitución de superficie. Hay resoluciones sobre edificios y plantaciones en
suelo ajeno. Se ha reconocido que en Chile es legalmente posible el derecho de
propiedad sobre los edificios desligado del dominio que tiene el dueño del suelo en
que aquéllos se levantaron.543 Pero este reconocimiento de propiedad
independiente –juzgada conforme a los artículos de la accesión– es para el efecto
de liquidar la situación anómala mediante el pago del valor de la obra y llegar así a
la unidad del dominio. Quizá por eso los tribunales han negado la acción real
contra el dueño o poseedor del suelo.544 Y un tribunal extranjero ha dicho que
mientras exista la opción que al dueño del suelo concede la ley de hacer suya la
obra, ni él ni el dueño de la obra gozan de la plenitud jurídica necesaria para
entablar la acción reivindicatoria.545
1.186. L) CONCLUSIONES.
a) La legislación chilena no admite que los particulares por su sola voluntad
establezcan un derecho de superficie de carácter real. El sistema del numerus
clausus y las razones ya expuestas se oponen.
b) Lo anterior no impide reconocer que algunas concesiones administrativas,
minuciosamente reguladas por la ley, puedan contener relaciones superficiarias.
c) Sería útil dictar un estatuto del derecho de superficie. En esta figura podrían
hallar cabal expresión jurídica o fundamento muchas situaciones.
Sin embargo, no parece aconsejable construir edificios o viviendas permanentes
recurriendo a la superficie. Este derecho resulta una complicación en la propiedad
raíz y es odioso cuando apareja obligaciones por largo tiempo sin la ventaja del que
compra el predio todo. Si la superficie se adquiere por una suma alzada,
seguramente ha de ser un poco menor que si se adquiriera el predio, pues el
cálculo del dueño de éste se basará en la pérdida del dominio útil por años y años.
Ahora, si el Estado es el que desea ceder gratuitamente la superficie, mejor es que
traspase el suelo.
La orientación de la política gubernamental y legislativa debe enderezarse a
procurar habitaciones al mayor número de personas posible y, sobre todo, a los
sujetos que la vida más apremia. Sería absurdo no reconocer las dificultades de
todo orden que esto entraña; pero si ha de hacerse en la medida de los recursos, es
preferible optar por la solución mejor para una situación definitiva.
220
Capítulo XIX
LA REIVINDICACION
1. GENERALIDADES
221
pues el fallo sólo tiene un alcance declarativo de derechos preexistentes y no
constituye un nuevo título en favor o beneficio de ninguno de los litigantes.546
El grupo de acciones que protegen el dominio sólo en forma indirecta (porque
su misión específica es atender otras situaciones jurídicas) está constituido
principalmente por las acciones posesorias y la acción publiciana: aquéllas tutelan
la posesión, pero como ésta es una de las facultades del dominio, puede el dueño
valerse de las acciones posesorias fundándolas en su posesión, y de esta manera
indirectamente protege su derecho de propiedad; la acción publiciana, como más
adelante se verá, es en el Código Civil chileno una variante de la acción
reivindicatoria o esta misma acción concedida para la defensa de la posesión que
reúne determinados caracteres: invocándose esta posesión en las condiciones que
la ley señala; se logra, mediante la acción publiciana, proteger también en forma
indirecta el dominio.
1.190. FUNDAMENTO.
222
TRATADOS DE LOS DERECHOS REALES – LOS BIENES – TOMO II
La reivindicación es una acción real, pues nace de un derecho que tiene este
carácter, el dominio (art. 577). Y es sobre todo por este rasgo que se distingue de
otras acciones de restitución que, en razón de fundarse sobre una relación
obligatoria o contractual del demandado, son de naturaleza personal. Así, por
ejemplo, las acciones del arrendador y del comodante para exigir la restitución de
la cosa al arrendatario y comodatario, en su caso, una vez cumplido el plazo del
contrato, son acciones personales, ya que el demandante hace valer un derecho de
crédito y no un derecho real, como el reivindicador, que afirma ante la justicia su
derecho de propiedad.
Las acciones personales de restitución pueden interponerse por el que está
ligado contractualmente con el demandado, sea o no dueño de la cosa cuya
restitución se persigue. En estos casos basta probar el vínculo obligatorio entre el
demandante y el demandado; la prueba del dominio es innecesaria, pues se puede
ser acreedor a la entrega de una cosa sin tener la calidad de dueño de ella. Por
ejemplo, puede arrendarse (o subarrendarse) una cosa ajena; el arrendador,
aunque no sea propietario, siempre obtendrá la restitución de la cosa si prueba su
derecho personal o de crédito.
Cuando el demandante es dueño de la cosa cuya restitución pide y está ligado
contractualmente con el demandado, puede reclamar la cosa mediante la acción
personal. Y el empleo de ésta es lo corriente: la prueba de la relación obligatoria en
cuya virtud se pide la restitución es mucho más fácil que la del dominio. Se ha
preguntado si cuando el demandante es dueño y está ligado con el demandado por
una relación creditoria, debe necesariamente entablar contra éste la acción
personal. ¿Podría hacer uso de la acción reivindicatoria? La Corte Suprema ha
respondido que sí, porque ningún texto legal ni razón de derecho preceptúan o
determinan lo contrario; jurídicamente, nada obliga a eliminar la acción
reivindicatoria. Y ha resuelto que si después del contrato de compraventa y
efectuada la inscripción a favor del comprador en el Registro del Conservador de
Bienes Raíces, el vendedor no hace la entrega material del inmueble vendido, dicho
comprador puede exigir la entrega mediante la acción reivindicatoria; la
circunstancia de que la ley (C. Civil, art. 1824) confiera al comprador acciones
223
ARTURO ALESSANDRI R., MANUEL SOMARRIVA U., ANTONIO VODANOVIC H.
personales derivadas del contrato para exigir la entrega de la cosa, no significa que
lo prive de las acciones reales que puedan corresponderle.549
Las acciones personales de restitución sólo pueden entablarse cuando el
demandado está ligado por una relación personal o de crédito con el demandante.
Por tanto, si se pide la restitución de la cosa de un tercero que la posee, forzoso es
intentar la acción reivindicatoria. Esta última está subordinada o no a una acción
personal contra el causante del tercero, según que el reivindicador haya estado
ligado o no por una relación personal con dicho causante. Ejemplo: si el comprador,
que aún adeuda parte del precio, vende la cosa a un tercero y aquél se constituye
en mora de pagarlo, el primitivo vendedor, antes de proceder contra el tercero,
deberá entablar la acción resolutoria (que es personal) contra el primitivo
comprador; declarada la resolución si el demandante de ésta era dueño, revive su
título de tal que hará procedente la acción reivindicatoria contra el tercero. Lo
mismo sucede con la acción personal de nulidad, que debe dirigirse contra el
cocontratante: declarada la nulidad, procede la acción reivindicatoria contra el
tercero poseedor, pues la nulidad pronunciada en sentencia que tiene fuerza de
cosa juzgada, restituye a las partes al mismo estado en que se hallarían si no se
hubiese celebrado el contrato nulo; el título de dominio del demandado desaparece
y subsiste el del demandante, y en su virtud éste puede reivindicar la cosa del
tercero poseedor.
Cuando el causante del actual poseedor no ha estado ligado por ninguna
relación obligatoria con el reivindicador, la acción reivindicatoria procede sin
depender de ninguna acción personal previa. Así, por ejemplo, la venta de cosa
ajena es válida, pero como no afecta al dueño, puede éste dirigirse de inmediato
contra el actual poseedor con la acción reivindicatoria: ésta, en dicho caso, no está
subordinada por relación alguna de causalidad con una acción personal previa.443
Por razones de economía procesal la ley autoriza para que en un mismo juicio
puedan intervenir como demandantes o demandados varias personas, siempre que
se deduzca la misma acción, o acciones que emanen directa e inmediatamente de
un mismo hecho (C. de Procedimiento Civil, art. 18). La acción de nulidad y la
reivindicatoria, cuando es consecuencia de ella, emanan de un mismo hecho, la
nulidad: ésta permite, por un lado, la destrucción del acto o contrato nulo y, por
otro, la restitución de lo que se dio o pagó en virtud de ese mismo acto o contrato.
Luego, las acciones reivindicatoria y de nulidad pueden deducirse conjuntamente
en un mismo juicio. La acción de nulidad, que es personal, se dirigirá contra los
que celebraron el acto o contrato nulo, y la acción reivindicatoria, que es real,
contra el actual poseedor de la cosa material del acto o contrato nulo; por cierto, la
última sólo prospera si es acogida la primera.
También la acción resolutoria puede entablarse conjuntamente en un mismo
juicio con la acción reivindicatoria, puesto que ambas emanan directa e
inmediatamente de un mismo hecho: el incumplimiento de la obligación pactada en
el contrato, que autoriza, por un lado, la destrucción del contrato y, por otro, la
443
550
224
TRATADOS DE LOS DERECHOS REALES – LOS BIENES – TOMO II
225
ARTURO ALESSANDRI R., MANUEL SOMARRIVA U., ANTONIO VODANOVIC H.
contrario, no pueden intentarse sino en un plazo muy corto a contar del hecho que
ellas sancionan.
Tanto las cosas corporales raíces como las muebles pueden reivindicarse (art.
890, incs. 1º).
226
TRATADOS DE LOS DERECHOS REALES – LOS BIENES – TOMO II
Sólo pueden reivindicarse las cosas singulares (art. 889); pero también se
consideran como tales las universalidades de hecho: rebaño, biblioteca, colección
filatélica, etc.
La universalidad jurídica, como no es una cosa singular, no puede reivindicarse.
Por eso la herencia está protegida por una acción especial, la de petición de
herencia (art. 1.264).
228
TRATADOS DE LOS DERECHOS REALES – LOS BIENES – TOMO II
Según nuestro Código Civil, sobre las cosas incorporales hay también una
especie de propiedad; así, el usufructuario tiene la propiedad de su derecho de
usufructo (art. 583). De ahí que los otros derechos reales pueden reivindicarse
como el dominio; excepto el derecho de herencia, que produce la acción de petición
de herencia (art. 891).
El que reivindica su derecho de usufructo, por ejemplo, pide que le sea
reconocido por el poseedor y que éste sea condenado a entregarle la cosa para
poder ejercitar su derecho, esto es, para poder usufructuar la cosa. Del mismo
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231
ARTURO ALESSANDRI R., MANUEL SOMARRIVA U., ANTONIO VODANOVIC H.
Decía la libranza relativa a borricos: “Mandará vuestra merced por esta primera de
pollinos, señora sobrina, dar a Sancho Panza, mi escudero, tres de los cinco que
dejé en casa y están a cargo de vuestra merced. Los cuales tres pollinos se los
mando librar y pagar por otros tantos aquí recebidos de contado, que consta, y con
su carta de pago serán bien dados. Fecha en las entrañas de Sierra Morena a
veinte y dos de agosto”. Don Quijote no firmó, sino que sólo puso su rúbrica, que,
según explicó a Sancho, “es lo mesmo que firma, y para tres asnos, y aun para
trescientos, fuera bastante”.
b) Distinción de los títulos de crédito. La distinción más importante de los
títulos de crédito se refiere a las diversas maneras en que el título puede ser
transferido y, por consiguiente, a las diversas maneras en que se indica en el título
la persona del poseedor, esto es, la persona que está legitimada como acreedor
para obrar contra el deudor. Desde este punto de vista, los títulos de crédito
pueden ser nominativos o personales, a la orden y al portador.
Títulos nominativos o personales son aquellos que se extienden a nombre de
una determinada persona. Su cesión se perfecciona, entre cedente y cesionario, en
virtud de la entrega del título (art. 1901), y respecto del deudor cedido y de
terceros, en virtud de la notificación por el cesionario al deudor cedido o de la
aceptación de la cesión por éste (C. Civil, art. 1902).
Títulos a la orden son aquellos que se extienden a nombre de una determinada
persona, anteponiéndose al nombre la expresión “a la orden” u otra equivalente. La
cesión de estos títulos se perfecciona en general por la entrega del título y el
endoso.
El endoso, en términos genéricos, puede definirse como una declaración
negocial formal estampada en un título documentado mediante la cual el legítimo
portador de éste inviste a otro sujeto de derechos que, con relación a ese título, a
él (el portador endosante) le corresponden.
Nuestra legislación ha definido el endoso al ocuparse de la letra de cambio, y ha
dicho que es el escrito por el cual el legítimo tenedor transfiere el dominio de la
letra, la entrega en cobro o la constituye en prenda. El endoso debe estamparse al
dorso de la letra misma o de una hoja de prolongación adherida a ella, y debe ser
firmado por el endosante. Bajo la responsabilidad del endosante, su firma puede
estamparse por otros procedimientos que autorice el reglamento en los casos y con
las formalidades que él establezca (Ley Nº 18.092, sobre letras de cambio y
pagarés, publicada en el Diario Oficial de 14 de enero de 1982, art. 17).563
Títulos al portador son aquellos que no contienen la designación del acreedor y,
si indican el nombre de éste, agregan después la expresión “o al portador”. La
cesión o transferencia se efectúa por la simple entrega del título (C. de Comercio,
art. 164).
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TRATADOS DE LOS DERECHOS REALES – LOS BIENES – TOMO II
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Debe concluirse, por tanto, que para hacer valer la acción publiciana que
consagra el artículo 894 del Código Civil no hay necesidad del transcurso de todo
el plazo de prescripción; cualquier tiempo de posesión regular basta.
f) La publiciana sólo puede hacerse valer contra un poseedor de condición
inferior a la del demandante. La acción publiciana no tiene una eficacia general, no
permite al demandante que perdió su posesión regular triunfar contra cualquier
otro poseedor, sino sólo contra aquellos que tienen, como poseedores, una
condición inferior, un derecho a poseer más débil: la acción publiciana no vale ni
contra el verdadero dueño, ni contra el que posea con igual o mejor derecho (art.
894, inc. 2º).
Se explica que no valga contra el verdadero dueño: aunque el demandante
poseedor regular no hubiera perdido la posesión, habría tenido que devolver la
cosa una vez probado el dominio; frente al dueño, el poseedor no puede pretender
le sea entregada la cosa. La acción publiciana, como decían los romanos, no se
introdujo para quitarle al dueño o señor lo que es suyo.
Tampoco puede operar la publiciana contra el que posee con igual derecho que
el demandante poseedor regular que perdió la posesión, porque en igualdad de
causa prevalece la posesión actual: in pari causa potior causa possessoris. Y si el
actual poseedor tiene mejor derecho que el poseedor regular que perdió la
posesión, se comprende que con mayor razón este último no podrá esgrimir la
acción publiciana contra aquél.
g) Diferencias entre las acciones reivindicatoria y publiciana. El que entable la
acción reivindicatoria propiamente tal debe probar el dominio, mientras que el
demandante de la publiciana sólo debe acreditar haber adquirido una posesión
regular hábil para ganar la cosa por prescripción. Hay otra diferencia relacionada
con la eficacia de una y otra acción: la reivindicatoria puede ejercitarse contra
cualquier poseedor; la publiciana sólo contra los terceros cuya posesión es de
algún modo inferior a la que sirve de base al demandante.
h) Utilidad de la acción publiciana. La acción publiciana resulta útil no sólo para
defender directamente la posesión regular de la cosa, sino indirectamente el
dominio. Sabido es que la prueba de éste es muy difícil en muchos casos; entonces,
el propietario, ejerciendo la acción publiciana, puede alivianar su carga probatoria,
limitándose a invocar y demostrar su mejor derecho a poseer frente al adversario.
De esta manera logra el mismo efecto práctico que con la acción reivindicatoria: la
devolución de la cosa.
Los tribunales chilenos, considerando fines prácticos, han estimado que el actor
que hace uso de la acción reivindicatoria debe estimarse que implícitamente invoca
también la acción publiciana si no logra probar su dominio sobre la cosa
reclamada, pero sí el mejor derecho a poseer que el contendor.568.a
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determinada persona. Y por eso, para los efectos de la prueba del dominio, el título
no necesita ser forzosamente traslaticio; títulos que no tienen este carácter, como
las sentencias, las transacciones y las particiones, sirven también para administrar
dicha prueba.
La jurisprudencia de otros países, en particular la francesa, ha moldeado
diversas presunciones del dominio para resolver todas las hipótesis que pueden
presentarse, y las aplica como verdaderas leyes en los conflictos que surgen. Así,
por ejemplo, estatuye que cuando el reivindicador de un inmueble hace valer un
título y el poseedor no opone ninguno, aquél se presume dueño si su título es
anterior en fecha al comienzo de la posesión del demandado. El razonamiento que
conduce a esta solución se sintetiza así: es de suponer que el día en que se confirió
el título, la posesión estaba en manos del tradente, pues lo normal es que se venda
un bien de que se está en posesión, y el que posee y vende es ordinariamente
dueño; por tanto, lo más probable es que después la posesión haya sido arrebatada
al adquirente por un usurpador y viniera a parar de este modo en el poseedor
demandado.
Nuestros tribunales no han plasmado ninguna doctrina general sobre las
presunciones del dominio, de manera que en cada caso la solución no está
“prefabricada” y hay que construirla paso a paso y caminando con pies de plomo.
La ausencia de líneas directrices hace que, muchas veces, en casos semejantes se
apliquen criterios disímiles. Tal circunstancia obsta a cualquiera exposición
sistemática de algún valor sobre el pensamiento de la jurisprudencia nacional.
243
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TRATADOS DE LOS DERECHOS REALES – LOS BIENES – TOMO II
reivindicación sino si ésta invoca el mismo modo de adquirir hecho valer en una
reivindicación anteriormente rechazada. Así, por ejemplo, si en la primera
reivindicación se dijo que se era dueño por haber adquirido la cosa por
compraventa seguida de la correspondiente tradición, el demandado no podrá
oponer la cosa juzgada si en la segunda reivindicación que le entabla la misma
persona se expresa por ésta que la cosa se adquirió por sucesión por causa de
muerte.
1.219. ENUMERACIÓN.
Por regla general, sólo el actual poseedor de la cosa puede ser el sujeto pasivo
de la acción reivindicatoria; pero, en determinados casos, ésta procede contra el
que fue poseedor y dejó de serlo. Todavía, según algunos, dicha acción también es
posible hacerla valer contra el injusto detentador que nunca tuvo la calidad de
poseedor.
Nada importa que éste sea regular o irregular, con o sin título, de buena o mala
fe; la ley no distingue, porque cualquiera posesión de un tercero lesiona en la
misma forma el derecho protegido, el dominio.
Determinación de la persona del poseedor. Puede suceder que el que tiene en
su poder la cosa sea un mero tenedor y que el dueño ignore quién es el poseedor.
La necesidad de determinar la persona de éste es obvia, pues contra el mero
tenedor no puede entablarse la acción reivindicatoria. El dueño, entonces, está
facultado para hacer comparecer al mero tenedor de la cosa que se reivindica, y
éste tiene la obligación de declarar el nombre y residencia de la persona a cuyo
nombre la tiene (art. 896).
La gestión se lleva a efecto por una medida prejudicial. Así se llaman las
gestiones (judiciales) que sirven a las partes como medios para preparar su entrada
al juicio. La ley procesal consagra especialmente una de estas medidas en favor del
que se propone entablar la acción reivindicatoria para obligar al que tenga en su
poder la cosa a declarar si es poseedor o mero tenedor. Si expone lo último, puede
también obligársele a decir bajo juramento el nombre y residencia de la persona en
cuyo nombre tiene la cosa, y a exhibir el título de su tenencia, y si expresa no tener
título escrito, a declarar bajo juramento que carece de él. En caso de negativa para
practicar cualquiera de las diligencias mencionadas, se le puede apremiar con
multas, o arrestos hasta de dos meses, determinados prudencialmente por el
tribunal; sin perjuicio de repetir la orden y el apercibimiento (C. de Procedimiento
Civil, art. 282, en relación con el 274).
Poseedor ficto. Si el mero tenedor, o cualquier otro tercero, obrando con mala
fe, se da por poseedor de la cosa que se reivindica sin serlo, debe condenársele a la
indemnización de todo perjuicio que de este engaño haya resultado al actor (art.
897), como los gastos del proceso inútil seguido contra un sujeto no legitimado
pasivamente, la pérdida del derecho de propiedad por no haber podido interrumpir
la prescripción contra el verdadero poseedor, etc.
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aquél sucede a éste en los derechos sobre la cosa (art. 900, inc. 3º). Por tanto, si el
poseedor había enajenado la cosa a un tercero, esos derechos se entienden
transferidos al adquirente desde el momento de la tradición (art. 682, inc. 2º, y
1819); pero el reivindicador no es obligado al saneamiento (art. 900, inc. final).
Queda sancionado así el poseedor de mala fe que enajenó la cosa, pues él solo y
nadie más deberá responder del saneamiento de ésta a su comprador.
Derechos y obligaciones del poseedor de mala fe que por hecho o culpa suya
dejó de poseer. El poseedor de mala fe, de cualquier modo que haya dejado de
poseer por hecho o culpa suya (enajenando, destruyendo, abandonando la cosa,
etc.), y aunque el reivindicador prefiera dirigirse contra el actual poseedor,
respecto del tiempo que la cosa ha estado en su poder tiene las obligaciones y
derechos que según el Título “De la reivindicación” corresponden a los poseedores
de mala fe en razón de frutos, deterioros y expensas (art. 900, inc. 2º).
Aplicación de las normas del poseedor de mala fe al de buena fe que durante el
juicio se ha puesto en la imposibilidad de restituir la cosa por su culpa. Todas las
reglas sobre el poseedor de mala fe rigen a éste sin consideración a la fecha en que
ha dejado de poseer; su estatuto es el mismo antes de iniciarse el juicio
reivindicatorio o durante él. Pero las normas del poseedor de mala fe se aplican al
de buena fe que durante el juicio se ha puesto en la imposibilidad de restituir la
cosa por su culpa (art. 900, inc. 4º). Y la solución es lógica: el poseedor de buena
fe, advertido por un proceso que sus derechos se le discuten, no puede ya
conservar la convicción de la legalidad de su adquisición; cesa de estar de buena
fe.
Cuando el dueño de una cosa reclama lo que el poseedor recibió por ella o su
valor, la ley dice expresamente que le otorga la acción real de dominio. Pero,
jurídicamente, ¿es así?
a) No, dicen algunos: en esos casos la acción real se convierte en personal, pues
tiende a obtener la entrega de ciertos valores a que está obligada determinada
persona, en virtud de un hecho voluntario suyo, del que la ley hace nacer la
obligación. Sostener que el precio de una cosa puede substituirla en tal forma
hasta el punto de que sobre él se ejercite la acción reivindicatoria con la misma
fisonomía jurídica que cuando recae sobre cosa determinada, lleva a la conclusión
peregrina de que el valor que se traduce en dinero puede ser perseguido por la
acción de dominio como si fuera una cosa singular.592
b) A juicio de otros, la acción que ejercita el dueño de la cosa cuando reclama lo
que el poseedor recibió por ella o su valor, mantiene su carácter de real y
reivindicatoria, porque entra en juego la subrogación real,593 esto es, la
sustitución, a virtud de una ficción de la ley, de una cosa por otra como objeto del
derecho. El precio o el valor de la cosa reemplaza a ésta en la restitución, y nada
más que para estos efectos. De ahí que no se pueda decir, como pretenden los
impugnadores, que aceptar en estos casos la naturaleza real de la acción, lleva al
absurdo de permitir el ejercicio de la acción reivindicatoria sobre una cosa
genérica, como es el dinero.
248
TRATADOS DE LOS DERECHOS REALES – LOS BIENES – TOMO II
El último artículo del Título “De la reivindicación” dispone que “las reglas de
este título se aplicarán contra el que poseyendo a nombre ajeno retenga
indebidamente una cosa raíz o mueble, aunque lo haga sin ánimo de señor” (art.
915).
Son supuestos de esta norma: 1) la calidad de mero tenedor del demandado,
pues ese es el sujeto que, según la terminología del Código, posee a nombre ajeno,
y como ni en su letra ni en su espíritu distingue la ley, tanto da que la “posesión”
sea a nombre del actor o de un tercero; 2) el carácter indebido de la retención, esto
es, el persistimiento de la cosa en poder del mero tenedor debe carecer de causa
legal que lo justifique. No sería indebida, por ejemplo, la retención declarada
judicialmente a favor del mero tenedor.
Desde que la retención es sin derecho, se comprende que sea indiferente el
ánimo con que se haga: con intención de señor y dueño o de mera tenencia. Por lo
demás, la sola voluntad del mero tenedor de pasar a ser poseedor no puede realizar
este milagro de transfiguración, es decir, no basta para que se produzca la
interversión de la posesión, tanto más cuanto que la retención es indebida.595
El artículo 915 podría hacerse valer, por ejemplo, contra el acreedor prendario
del demandante si, una vez cumplido el contrato de prenda, o declarado nulo o
resuelto, se resiste aquél a devolver la cosa sin motivo legal que autorice la
retención. Sería también posible invocar esa norma contra el arrendatario de un
tercero después de haberse declarado que éste no es, como pretendía serlo, dueño
de la cosa, resistiéndose tal arrendatario a devolverla a la persona que
judicialmente fue reconocida como legítima propietaria.
Surge un problema: ¿la disposición del artículo 915 significa conceder la acción
de dominio contra un mero tenedor, el llamado injusto detentador? ¿contempla ese
precepto una excepción al actual poseedor?
Hay autores, viejos unos,596 nuevos otros,597 que, con mayor o menor soltura,
así lo han afirmado. Y más de un fallo registra el mismo tono.598 Argumentan con
la letra del artículo 915. Esta disposición –dicen– establece que contra el injusto
poseedor se aplicarán las reglas del Título “De la reivindicación”, y como no
excluye ninguna, deben aplicarse todas, lo cual equivale a otorgar la acción de
dominio contra ese mero tenedor.
Pero otros escritores,599 y alguna sentencia también,445 sostienen que el injusto
detentador no puede ser sujeto pasivo de dicha acción; ésta no puede dirigirse en
445
600
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ARTURO ALESSANDRI R., MANUEL SOMARRIVA U., ANTONIO VODANOVIC H.
contra de aquél: no hay acción reivindicatoria contra ningún mero tenedor. Basan
su parecer en la redacción del artículo 915. Si el Código –expresan– hubiera
querido dar la acción reivindicatoria contra el injusto detentador, lo habría
manifestado derechamente en el artículo 915, o habría estatuido que lo prescrito
acerca del actual poseedor se entiende también respecto de ese mero tenedor. Las
palabras del artículo 915 no son un rodeo inútil para decir esto; su inteligencia es
otra. Quieren significar que, cuando, por la acción que en cada caso se haga valer,
se pida la restitución de la cosa al injusto detentador, se apliquen en contra de éste
las reglas del Título “De la reivindicación”; no todas, lógicamente, sino sólo las que
se concilien con la acción ejercitada. Por lo general, las reglas aplicables serán las
que en ese Título se refieren a prestaciones por deterioros, frutos y mejoras.
El injusto detentador puede haber entrado en la tenencia de la cosa en virtud
de un acto que celebró con el demandante y que le imponía la obligación de
devolvérsela a éste después de cierto tiempo o al cumplirse una condición. Si
verificado el hecho que marca la terminación del contrato, el mero tenedor, sin
causa justificada, se niega a restituir, el demandante ejercerá la acción que nace
del respectivo contrato para que se le devuelva la cosa; y al demandado se le
aplicarán las reglas sobre deterioros, frutos y mejoras establecidas en el Título “De
la reivindicación”, a menos que, según la voluntad de las partes o disposiciones
especiales de la ley, corresponda aplicar otras.446
Si se estimara que el artículo 915 envuelve la acción reivindicatoria y, por
consiguiente, la aplicación de todas sus reglas, se llegaría al absurdo de imponer la
prueba del dominio al actor –dueño– frente a su mero tenedor, carga a que no está
sometido por la interposición de la sola acción personal.
El injusto detentador puede haber entrado en la tenencia de la cosa en virtud
de un acto o contrato celebrado, no con el demandante, sino con un tercero, o
como heredero o legatario de éste, estando obligado a entregar al demandante la
cosa después de cierto tiempo o en el evento de una condición; en tal caso, el
demandante pedirá la restitución de la cosa de acuerdo con este acto o disposición
testamentaria; y al demandado se le aplicarán las reglas sobre deterioros y mejoras
en los términos vistos para el injusto detentador que entró en la tenencia de la cosa
merced a un acto celebrado con el demandante.447
446
447
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TRATADOS DE LOS DERECHOS REALES – LOS BIENES – TOMO II
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TRATADOS DE LOS DERECHOS REALES – LOS BIENES – TOMO II
para resguardar los derechos ejercitados sobre un bien raíz. Todavía, en pro de la
exclusión de estos bienes del secuestro judicial, se hace resaltar, dentro del ámbito
de la reivindicación, que el Código Civil se refiere al secuestro de bienes muebles
(art. 901), pero guarda un elocuente silencio, respecto a esa medida, con relación a
los inmuebles (art. 902).
b) Otra opinión, indudablemente minoritaria,454 sostiene que el hecho objetivo,
sea cual fuere la historia de la ley, es que existen disposiciones que no excluyen los
bienes raíces del secuestro judicial (C. Civil, art. 2251, y C. de Procedimiento Civil,
art. 290, medida 1a) y, por tanto, pudiendo aplicarse armónicamente con las que se
refieren a los bienes muebles, no hay que entender modificación alguna del
precepto básico que permite poner en secuestro los bienes raíces (C. Civil, art.
2251). En todo caso, y al menos, procedería el secuestro de bienes raíces si,
decretado el nombramiento de interventor, esta medida resultara ineficaz por los
abusos o actos de malversación del demandado que denunciara el interventor, ya
que el Código de Procedimiento Civil dispone que cuando el demandado realiza
actos abusivos en cuanto a los bienes sujetos a intervención, puede el tribunal
adoptar otras medidas más rigurosas que el depósito y retención de los productos
líquidos en poder de un tercero (art. 294), y entre esas medidas más rigurosas cabe
asimismo el secuestro de inmuebles, que si bien silencia el artículo 902 del Código
Civil, también es verdad que no lo excluye expresamente. En consecuencia, el
secuestro judicial de los bienes raíces procedería, al menos, cuando no obstante la
intervención judicial hay abusos o actos de malversación del demandado que hacen
temer fundadamente que el inmueble se deteriore en sus manos o se destruyan las
cosas anexas al mismo y comprendidas en la acción entablada.455
7. PRESTACIONES MUTUAS
1.229. CONCEPTO.
Terminado el juicio reivindicatorio y vencido el demandado, tienen lugar las
prestaciones mutuas.
Llámanse así los hechos y pagos que recíprocamente deben realizar, uno en
favor de otro, reivindicador y poseedor vencido.
1.231. ENUNCIACIÓN.
454
455
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El poseedor vencido debe restituir la cosa en el plazo que el juez señale (art.
904). Este es uno de los pocos casos en que el juez puede fijar plazo para el
cumplimiento de una obligación, porque, por regla general, sólo puede interpretar
el concebido en términos vagos u oscuros, sobre cuya inteligencia y aplicación
discuerden las partes (art. 1494).456
Para que el reivindicador obtenga la restitución de la cosa no es necesario un
juicio ejecutivo destinado a hacer ejecutar la sentencia del juicio ordinario, pues
ésta no ordena el cumplimiento de una deuda, obligación exigible u obligación de
dar; si el poseedor vencido no se allana a restituir, basta poner la fuerza pública a
disposición del reivindicador para que entre en posesión de la cosa.457
1.235. LUGAR EN QUE DEBE ENTREGARSE LA COSA MUEBLE. SOBRE ESTE PUNTO, EL
CÓDIGO NADA EN ESPECIAL DISPONE.
Habría que aplicar, en consecuencia, las reglas generales sobre el lugar en que
deben cumplirse las obligaciones: la restitución de la cosa reivindicada habría que
hacerla en el lugar en que la cosa se hallaba al tiempo de la contestación de la
456
457
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TRATADOS DE LOS DERECHOS REALES – LOS BIENES – TOMO II
a) La extensión de las prestaciones por razón de los frutos varía también según
que el poseedor vencido se considere de buena o mala fe. Y la buena o mala fe del
poseedor se refiere, relativamente a los frutos, al tiempo de la percepción (art.
913). En consecuencia, y por ejemplo, al poseedor que siembra de buena fe, pero
cosecha de mala fe, se le juzga, en cuanto a la restitución de los frutos, en este
último carácter.
b) El poseedor de mala fe es obligado a restituir los frutos naturales y civiles de
la cosa, y no solamente los percibidos sino los que el dueño hubiera podido percibir
con mediana inteligencia y actividad, teniendo la cosa en su poder. Si no existen los
255
ARTURO ALESSANDRI R., MANUEL SOMARRIVA U., ANTONIO VODANOVIC H.
frutos, debe pagar el valor que tenían o hubieran tenido al tiempo de la percepción:
se consideran como no existentes los que se hayan deteriorado en su poder (art.
907, incs. 1º y 2º).
c) El poseedor de buena fe no es obligado a la restitución de los frutos
percibidos antes de la contestación de la demanda: en cuanto a los percibidos
después, está sujeto a las reglas del poseedor de mala fe (art. 907, inc. 3º). La
Corte Suprema ha subrayado que la fecha inicial para la restitución de los frutos
por el poseedor de buena fe es la de la contestación de la demanda, que es
posterior a la notificación de ésta.458
¿Por qué el poseedor de buena fe hace suyos los frutos, o sea, está dispensado
de restituirlos? ¿Por qué este favor? Porque la aplicación de la regla de la
restitución conduciría a una injusticia. En efecto, los frutos, como productos
periódicos, están destinados a gastarse, y seguramente el poseedor de buena fe así
lo ha hecho. “Ha ajustado su tren de vida a las rentas que creía tener. Sería
arruinarlo obligarlo a reembolsar una suma equivalente tal vez a los gastos diarios
que ha hecho durante numerosos años y que no podría pagar sino sustrayéndola a
su capital, precisamente porque los frutos se han gastado. Y no hay que olvidar, por
otra parte, que el poseedor de buena fe tenía, por definición, motivos plausibles
para creerse propietario. El no tiene nada que reprocharse. En cambio, el
propietario, que ha dejado que un tercero goce de su bien y que ha tardado en
hacerlo expulsar, ha cometido una negligencia. La pagará con el sacrificio de los
frutos percibidos por el tercero antes de la reivindicación. En resumen, el
propietario conserva su capital, y con él, la esperanza de frutos futuros”. 459
d) La restitución se refiere a los frutos líquidos, pues la ley dispone que en toda
restitución de frutos se abonarán al que la hace los gastos ordinarios que ha
invertido en producirlos (art. 907, inc. final). Estos gastos deben abonarse a todo
poseedor que restituya frutos, pues cualquiera persona para producir éstos habría
debido incurrir en aquéllos. Y se abonan los gastos ordinarios, entendiéndose por
tales los que responden a una explotación normal de la cosa y no exceden del valor
de los frutos. Es el concepto de gastos ordinarios que consagra el Código Civil
alemán (art. 102) y que no hay inconveniente en adoptar entre nosotros.
Finalmente, se incluyen entre los gastos ordinarios los impuestos y contribuciones
que ha tenido que pagar el poseedor vencido, así como las demás cargas
fructuarias que pesen sobre la heredad.460
458
459
460
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TRATADOS DE LOS DERECHOS REALES – LOS BIENES – TOMO II
1.240. ENUNCIACIÓN.
Las prestaciones del reivindicador al poseedor vencido se reducen a dos: a) el
abono de los gastos ordinarios que ha invertido el poseedor en la producción de los
frutos, y b) el abono de las expensas y mejoras que el poseedor haya hecho en la
cosa.
Nos hemos referido ya al abono de los gastos ordinarios para lograr la
producción de los frutos. Sólo nos resta por tratar el abono de las expensas y
mejoras que el poseedor haya hecho en la cosa.
257
ARTURO ALESSANDRI R., MANUEL SOMARRIVA U., ANTONIO VODANOVIC H.
reivindicador a abonar los gastos efectivos que las mejoras necesarias hayan
demandado al poseedor vencido, sino reducidos a lo que valgan las obras al tiempo
de la restitución: el poseedor ha aprovechado de esas obras y en el tiempo
transcurrido desde que fueron ejecutadas han podido deteriorarse; abona, por lo
tanto, el reivindicador lo que efectivamente recibe; y lo que el reivindicador recibe
es el valor que efectivamente tienen las obras en el momento en que se efectúa la
restitución de la cosa en que tales obras están hechas”.461
d) Si las expensas necesarias se invirtieron en cosas que por su naturaleza no
dejan un resultado material permanente, como la defensa judicial de la finca, deben
ser abonadas al poseedor en cuanto aprovechen al reivindicador, y se hayan
ejecutado con mediana inteligencia y economía (art. 908, inc. final).
Son aquellas que pueden dejar de hacerse sin que se produzca el deterioro,
menoscabo o pérdida de la cosa. Se clasifican en útiles y voluptuarias. Utiles son
las que aumentan el valor venal de la cosa (art. 909, inc. 2º); voluptuarias son las
que sólo consisten en objetos de lujo y recreo, como jardines, miradores, fuentes,
cascadas artificiales, y generalmente aquellas que no aumentan el valor venal de la
cosa, en el mercado general, o sólo lo aumentan en una proporción insignificante
(art. 911, inc. 2º).
Expensas no necesarias útiles. Para los efectos del abono de esta clase de
mejoras, hay que distinguir entre el poseedor de buena y el de mala fe. La buena o
mala fe del poseedor se refiere, relativamente a las expensas y mejoras al tiempo
en que fueron hechas (art. 913).
a) El poseedor de buena fe, vencido tiene derecho a que se le abonen las
mejoras útiles, hechas antes de contestarse la demanda (art. 909, inc. 1º). Hasta
este momento impera la presunción general de buena fe; pero como la ley
determina que la buena fe debe existir al tiempo en que las mejoras se hacen (art.
913), podría probarse por el reivindicador que el poseedor perdió su buena fe antes
de la contestación de la demanda, y en tal caso éste no tendría derecho al abono de
las mejoras útiles realizadas a partir del momento en que perdió la buena fe.
Aunque el poseedor de buena fe vencido, o desgraciado, según lo llama
Josserand, tiene derecho a que se le abonen las mejoras útiles, hechas antes de
contestarse la demanda (o de perder su buena fe), como lo que se persigue es que
el propietario no se enriquezca sin causa a costa ajena, el reivindicador no está
obligado a pagar al mencionado poseedor justamente lo desembolsado por las
expensas no necesarias útiles, sino que tiene un derecho de opción. En efecto, el
reivindicador puede elegir entre el pago de lo que valgan al tiempo de la
restitución las obras en que consisten las mejoras, o el pago de lo que en virtud de
dichas mejoras valiere más la cosa en dicho tiempo (art. 909, inc. 3º). En el primer
extremo paga la suma equivalente al provecho que obtiene del peculio del poseedor
al momento de la restitución, y en el segundo –al que acudirá sólo cuando le resulte
más económico– paga lo que realmente aprovecha para sí del esfuerzo del
poseedor.
461
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TRATADOS DE LOS DERECHOS REALES – LOS BIENES – TOMO II
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ARTURO ALESSANDRI R., MANUEL SOMARRIVA U., ANTONIO VODANOVIC H.
muy sólida y eficaz que fuera.462 Corresponde, por tanto, al juez calificar en cada
caso la garantía que se ofrece para asegurar el pago al poseedor vencido.
El derecho de retención no surte efectos si su procedencia no es declarada
judicialmente a petición del poseedor vencido (C. de Procedimiento Civil, art. 545).
Si la retención recae sobre inmuebles, debe inscribirse en el Registro de Hipotecas
del Conservador de Bienes Raíces respectivo (C. de Procedimiento Civil, art. 546).
La retención sobre muebles puede ser restringida por el juez a una parte de
ellos, a la que baste para garantizar el crédito mismo y sus accesorios (C. de
Procedimiento Civil, art. 548).
Los bienes retenidos por resolución judicial ejecutoriada se consideran, según
su naturaleza, como hipotecados o constituidos en prenda para los efectos de su
realización y de la preferencia a favor de los créditos que garantizan (C. de
Procedimiento Civil, art. 546).
En cuanto a la naturaleza del derecho de retención, la cuestión es discutida, y
la veremos oportunamente al tratar de ese derecho como institución. Por ahora
diremos que algunos, en razón de su indivisibilidad y su oponibilidad absoluta,
consideran el derecho de retención como real; 463 otros lo catalogan de derecho
personal, pues no confiere el poder de persecución; 464 y no falta quien lo estime
como un derecho de crédito con garantía especializada. 465 Por fin, se dice que
derecho de retención es un rehusamiento legítimo a ejecutar una obligación
mientras la contraparte no cumpla la suya; trataríase de un acto de justicia privada
reconocido por la ley, fundado en la equidad y con miras a simplificar la ejecución
de las obligaciones, economizar tiempo y gastos.466
Sabido es que las reglas generales o comunes de las restituciones mutuas que
deben hacerse las partes de un contrato declarado judicialmente nulo (art. 1687)
son las del Título “De la reivindicación”, entre ellas la del artículo 914. Como la
remisión de normas debe entenderse racionalmente, no puede excluirse del citado
precepto al tenedor u ocupante de un inmueble en virtud de un contrato que
después se declara nulo; no sería un argumento de fondo sostener que no se trata
en este caso del poseedor vencido a que alude el artículo 914. Por tanto –señala la
Corte Suprema–, declarado nulo el contrato de promesa de venta, al prometiente
comprador le asiste el derecho para retener el predio que ocupa en razón de ese
contrato mientras no se le reembolse lo que entregó a cuenta del precio y se le
paguen las mejoras, según se le considere poseedor de buena o mala fe, o se le
asegure a su satisfacción el pago.467
462
463
464
465
466
467
260
Capítulo XX
PRIMERA PARTE
DOCTRINA GENERAL
Sección I
GENERALIDADES
1.247. CONCEPTO.
Las acciones posesorias tienen por objeto conservar o recuperar la posesión de
bienes raíces o de derechos reales constituidos en ellos (C. Civil, art. 916).
Por regla general, tutelan la posesión propiamente dicha y, por excepción, la
mera tenencia, cuando ésta es violentamente arrebatada a una persona (art. 926).
Pero en este último caso, como veremos oportunamente, se discute el carácter
posesorio de la acción.
1.248. TERMINOLOGÍA.
Las acciones posesorias se llaman también interdictos, palabra que tiene,
además, otras acepciones.
Se la emplea para designar el juicio o proceso en que se debate, en forma
sumaria, precisa y exclusivamente el hecho de la posesión, como asimismo el
procedimiento o tramitación a que está sujeto ese juicio o proceso.
La demanda en que se interpone una acción posesoria recibe el nombre
específico de querella; el actor se llama querellante y el demandado, querellado.
261
dicha posesión o mera tenencia hayan sido violentamente arrebatadas (C. de
Procedimiento Civil, art. 549, Nº 3º e inc. final).
d) Denuncia de obra nueva es la acción que la ley da para impedir una obra
nueva (C. de Procedimiento Civil, art. 549, Nº 4º e inc. final).
e) Denuncia de obra ruinosa es la acción otorgada por la ley para impedir que
una obra ruinosa o peligrosa cause daño (C. de Procedimiento Civil, art. 549, Nº 5º
e inc. final).
f) Interdictos especiales denomina el Código de Procedimiento Civil a los que
tienen por objeto hacer efectivas las demás acciones posesorias especiales
establecidas en el Código Civil, las acciones de los particulares en relación al uso
de las aguas, prescritas en el Código del ramo, y ciertas acciones consagradas por
el Código Civil en el Título “De las servidumbres”. Ejemplo: acción del dueño de
una casa para impedir que cerca de sus paredes haya depósitos o corrientes de
agua, o materias húmedas que puedan dañarla (C. Civil, art. 941; C. de
Procedimiento Civil, art. 579); acción contra las labores que tuercen la dirección de
las aguas corrientes (C. de Aguas, arts. 123 y 124; C. de Procedimiento Civil, art.
577); acción de un condueño dirigida contra otro para pedir que se le ordene
suspender la construcción de toda ventana o tronera que en una pared medianera
pretende hacer el demandado, sin consentimiento del actor (C. Civil, art. 874, inc.
1º; C. de Procedimiento Civil, art. 580).
De todas las acciones posesorias enunciadas, jurídicamente sólo tienen este
carácter las querellas de amparo y de restitución. Las otras, según los casos, miran
más a la mera tenencia (querella de restablecimiento), al ejercicio del derecho de
propiedad o a otros fines. Sin embargo, en la legislación chilena, salvo calificada
excepción, deberemos llamarlas, en general, acciones posesorias.
El Código Civil chileno –digámoslo presto– no reconoce ninguna acción para
adquirir la posesión, que el Derecho romano consagraba bajo el nombre de
interdicto adispiscendae possessionis: en el Derecho chileno sólo el que posee o ha
poseído puede valerse de las acciones posesorias propiamente tales, y únicamente
para conservar la posesión o para recuperarla.
El Código Civil en un Título (XIII del Libro II) trata de las acciones posesorias
que el Código de Procedimiento Civil bautizó con los nombres de querella de
amparo, querella de restitución y querella de restablecimiento, y en otro Título
aparte (XIV del mismo Libro), bajo el epígrafe “De algunas acciones posesorias
especiales”, se ocupa de la denuncia de obra nueva, de la denuncia de obra ruinosa
y de otras acciones posesorias especiales. El Código de Procedimiento Civil sólo
llama interdictos especiales a estas otras acciones posesorias especiales, a que
aludimos en la letra f) del Nº 1.249.
262
TRATADOS DE LOS DERECHOS REALES – LOS BIENES – TOMO II
mismos y alteren, por obra de sus solos medios, la situación de hecho existente
relativa a los inmuebles.
Hay otra consideración más que concurre casi siempre en las verdaderas
acciones posesorias: el derecho probable que indirectamente vienen a garantizar.
Es verdad que la posesión tiene la protección legal por sí misma, sin atención al
derecho que pueda o no corresponder al poseedor; pero también es indudable que
las más de las veces la posesión no representa sino el ejercicio legítimo de un
derecho y, por ende, al dar las acciones posesorias respaldo judicial a un poseedor,
indirectamente se lo dan al propietario o al titular de otro derecho real inmueble.468
b) Utilidad. ¿Para qué sirven, prácticamente, las acciones posesorias? Las que
protegen al verdadero poseedor le permiten conservar o recuperar no sólo la
situación material o de hecho que gozaba, sino sobre todo mantener incólume el
curso de la prescripción adquisitiva, que el despojo o la turbación sufrida amagaba
interrumpir. Las acciones posesorias propiamente dichas protegen muy
especialmente la usucapión y son de interés privado. La querella de
restablecimiento cuando se ejercita por el mero tenedor, como no defiende la
usucapión, no puede tener por fin garantizarla; protege sólo contra las vías de
hecho, en general, y es de interés público.469
469
470
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Afirman algunos que viene de interim dicta, porque la orden que dictaba el
magistrado romano era interina, subsistía hasta que en el procedimiento judicial
posterior se resolvía sobre su procedencia o improcedencia. Otros piensan que
arranca de interdicere, prohibir, porque, si bien algunos interdictos mandaban
hacer algo (exhibir o restituir una cosa), el caso más importante y frecuente era
aquel en que prohibían hacer algo (como prohibir la violencia para obtener la
posesión de una cosa). Por fin, algunos sostienen que el nombre interdicto se
explica por el hecho de ser la orden del magistrado una decisión particular (en
oposición al edicto general) tomada respecto de dos personas que disputan;
interdicto provendría así de la expresión quia inter duos dicitur.
b) La denominación de interdictos que nuestro Código de Procedimiento Civil
da a los juicios posesorios, no tiene razón de ser; presenta sólo una imitación de la
Ley de Enjuiciamiento Civil española, que tampoco tuvo base para adoptar la
nomenclatura romana. Ni por el procedimiento ni por el contenido existe igualdad
entre nuestros juicios posesorios y los interdictos de la legislación romana. 471
Debió, pues, hablarse simplemente de acciones y juicios posesorios. Pero como la
471
264
TRATADOS DE LOS DERECHOS REALES – LOS BIENES – TOMO II
a) Los que como Pothier472 hacen nacer las acciones posesorias de un delito o
cuasidelito civil, concluyen que dichas acciones son de naturaleza personal. Otros
piensan que en los ordenamientos jurídicos como el chileno, en que la posesión es
un simple hecho, las acciones posesorias, en rigor, no pueden calificarse de reales
ni personales, porque no nacen de ninguna de esa clase de derechos; tutelan un
simple hecho, la posesión. Prevalece, sin embargo, la tendencia de catalogarlas
dentro de las acciones reales, tal vez porque, al igual que éstas, protegen una
situación directa sobre las cosas y se pueden hacer valer contra cualquiera persona
que perturbe o viole la situación existente, o, como dice Hébraud, 473 porque tienen
carácter real las relaciones jurídicas con ocasión de las cuales proceden dichas
acciones posesorias.
b) Las acciones posesorias son de naturaleza inmueble. Y es claro: se ejercen en
resguardo de la posesión de bienes de esta clase o de derechos reales constituidos
en ellos (C. Civil, arts. 580 y 916).
Jurídicamente, ninguna razón hay para excluir los muebles de las acciones
posesorias, y algunas legislaciones extranjeras, como la alemana, expresamente las
conceden respecto de esas cosas. Pero nuestro Código Civil sólo da las acciones
posesorias para proteger la posesión de los inmuebles. Parece que, en definitiva,
juzgó innecesarias tales acciones respecto de los muebles por ser mucho más fácil
la prueba del dominio de ellos, por manera que la acción reivindicatoria y la de
hurto o robo, cuando procede, llenan las necesidades tutelares del legítimo
poseedor.
472
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ordinaria ninguna acción que tienda a dejar sin efecto lo resuelto (C. de
Procedimiento Civil, art. 576).
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TRATADOS DE LOS DERECHOS REALES – LOS BIENES – TOMO II
sobre la base de elementos propios, diversos de los del segundo. Por virtud de esta
diversidad de elementos puede que la posesión que quedó en unas manos por la
sentencia del juicio posesorio vaya a parar a otras por la sentencia del petitorio. Y
éste es el sentido en que debe entenderse el alcance provisional o interino de los
fallos posesorios: la posibilidad de neutralizar los efectos de éstos si el titular del
derecho con quien el poseedor se encuentra en conflicto ejercita fundadamente la
acción petitoria, como la de reivindicación.475
Por cierto, la alteración de los efectos de la sentencia del juicio posesorio no
constituye una fatalidad, sino sólo una posibilidad. Puede suceder que esa
alteración nunca se produzca, sea porque la posesión se reconoció precisamente al
que es titular del derecho, sea porque el perdidoso jamás intente después la acción
petitoria contra el que fue amparado o restituido en la posesión.
475
476
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tiempo, pues prescribiría al cabo de cinco años, lapso que la ley señala para la
extinción de las acciones ordinarias (C. Civil, art. 2515, inc. 1º).
Se ha pretendido que la acción posesoria ordinaria estaría reconocida en
nuestro ordenamiento jurídico en todas las disposiciones procesales que dejan a
salvo, al vencido en un interdicto, el ejercicio de las acciones ordinarias; dentro de
éstas se hallaría comprendida la acción posesoria ordinaria. En este sentido se
pronunciaba el que fue eminente maestro de Derecho Procesal, don Miguel Luis
Valdés.477 .a Aducía como argumento la historia de la ley. El artículo 549 (antiguo
701) del Código de Procedimiento Civil decía en el Proyecto del señor Lira: “Los
juicios posesorios o interdictos pueden intentarse...”, lo que daba a entender que
todos los juicios posesorios eran interdictos, pues hacía sinónimas ambas
expresiones. En el Proyecto de 1893 la disposición correspondiente aparece como
en el Código actual: “Los interdictos o juicios posesorios sumarios pueden
intentarse...”; al agregarse el calificativo de “sumarios” quedaría en evidencia que
hay otros juicios posesorios, que por no ser sumarios, no son interdictos. Nosotros
creemos que el cambio sólo quiso dejar precisado el significado o alcance técnico
de la expresión “interdicto” que se iba a emplear, sin que esto importe aceptar,
dentro de la legislación chilena, la existencia de los juicios posesorios ordinarios en
general. En seguida, el señor Valdés observa que el artículo 563 (antiguo 716) del
Código de Procedimiento Civil decía en el Proyecto del señor Lira: “Cualquiera que
sea la sentencia (sobre la querella posesoria), se reservará siempre a los que por
ella fueren condenados el ejercicio de la acción de dominio que pueda
corresponderles con arreglo a derecho”. En el Proyecto de 1893 esta disposición
sufrió cambios; se redactó en la misma forma que en el Código vigente: la reserva
se refiere, no al ejercicio de la acción de dominio, sino al de la acción ordinaria. La
mayor amplitud de esta última haría caber no sólo la acción de dominio, sino
también la llamada acción posesoria ordinaria. El cambio de redacción se
justificaría, pues, para dar entrada a esta última. Contradice tal interpretación, sin
embargo, otra norma procesal que, refiriéndose justamente a la que invoca el señor
Valdés, viene a precisar sus términos. Es el artículo 564 (antiguo 721) del Código
de Procedimiento Civil, que dice: “La sentencia pronunciada en la querella de
restablecimiento deja a salvo a las partes, no sólo el ejercicio de la acción ordinaria
en conformidad al artículo 563, sino también el de las acciones posesorias que les
correspondan”. Esta norma, al igual que la del artículo 950 del Código Civil,
contrapone la acción ordinaria a las acciones posesorias, restringiendo así,
claramente en esta materia, el alcance de la primera a la acción de dominio. Pero el
señor Valdés cree que la disposición procesal incurre en una omisión, la de la
palabra “sumarias”; la omisión –según el señor Valdés– sería evidente, pues el
Título del Código de Procedimiento trata de los interdictos y éstos, conforme al
mismo Código, son sinónimos de los juicios posesorios sumarios. Por tanto, la
contraposición debe entenderse entre acción ordinaria y acciones posesorias
sumarias, quedando incluida la posesión ordinaria dentro de la primera.
Los argumentos favorables a la existencia de la acción posesoria ordinaria
vienen al suelo si se considera que las acciones protegen un derecho o una
situación jurídica substantiva, y el derecho de posesión no está reconocido en
general en ninguna disposición de nuestro ordenamiento jurídico; mal puede,
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pero no establece que los actos que tienen prescrita una tramitación especial no
puedan ajustarse al procedimiento ordinario.
“Sucede no pocas veces que las cosas ajenas, que han sido robadas o
usurpadas, se vendan, permuten o enajenen de otro modo sin noticia ni
consentimiento del verdadero dueño, quien por lo tanto tiene derecho de
reivindicarlas judicialmente y recobrarlas de cualquiera que las tenga, con tal que
no hayan sido ya prescritas, y esta recuperación es la que se llama evicción (del
latín evincere, vencer). Como a consecuencia de tal evicción, el vencido que había
adquirido la cosa mediante justo título, verbigracia de compra, permuta, pago de
deuda u otro semejante, queda privado de la cosa aunque justamente poseída, se
establece que el que se la vendió o permutó o se la dio en pago o por otra razón le
sostenga y defienda en la posesión pacífica de ella, o le dé otra de igual valor,
calidad y bondad, o le resarza la pérdida y los daños y perjuicios que se le
originaron, y esto es lo que generalmente se denomina saneamiento o prestación
de la evicción”.484.a
El saneamiento por evicción obliga, pues a amparar al comprador en el dominio
y posesión pacífica de la cosa vendida. Perturba esta posesión el tercero que
demanda al comprador pretendiendo derechos sobre esa cosa que tienen su causa
antes de la venta. El comprador demandado por el tercero puede citar al vendedor
al juicio para que comparezca a defender la cosa; es la citación de evicción (art.
1843, inc. 1º).
La citación procede no sólo en el juicio ordinario, sino también en cualquiera
otra clase de juicio, incluso el posesorio. 485 Así lo confirman: la letra de la ley
procesal, que no distingue los juicios en que puede promoverse la citación de
evicción ni la restringe al ordinario; el objeto del saneamiento, que es amparar al
comprador tanto en el dominio como en la posesión; la historia de la ley, pues el
Título de la citación de la evicción estaba en el Proyecto primitivo dentro del Libro
relativo al juicio ordinario y más tarde la Comisión Mixta de Senadores y Diputados
lo traspasó al Libro de los juicios especiales, porque, según indicó uno de los
miembros de aquélla (don Manuel Egidio Ballestero), la citación de evicción no
puede mirarse como una incidencia propia del juicio ordinario.
Por todo lo dicho no hay duda de que la citación de evicción puede formularse
en un juicio posesorio, a menos que el derecho de ejercerla no sea compatible con
la naturaleza del interdicto, como sería, por ejemplo, el caso de la querella de
restablecimiento por actos del vendedor.486
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Con todo, pueden exhibirse títulos de dominio para comprobar la posesión, pero
sólo aquellos cuya existencia pueda probarse sumariamente, y, a la recíproca, no
vale objetar contra ellos otros vicios o defectos que los que puedan probarse de la
misma manera (art. 923, inc. 2º).
Si la existencia de los títulos para comprobar la posesión importa una cuestión
de lato conocimiento, aquéllos no deben considerarse en el interdicto. 487
Determinar, por ejemplo, si el contrato de sociedad tiene la significación de un
título traslaticio de dominio no es materia del debate de un juicio posesorio, sino de
uno de lato conocimiento.488.a
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prescripción adquisitiva del mismo derecho (art. 2517). Las acciones posesorias
prescriben, por regla general, en el plazo de un año, contado, según el caso, desde
el acto de molestia o embarazo inferido a la posesión o desde que el poseedor
anterior la ha perdido (art. 920).
Sección II
1.264. ENUNCIACIÓN.
Pueden ser objeto de las acciones posesorias los bienes raíces y los derechos
reales constituidos en ellos, siempre que se trate de bienes y derechos que puedan
ganarse por prescripción (arts. 916 y 917).
Como la ley no distingue, en la expresión bienes raíces caben todas las cosas
que legalmente tienen ese carácter: inmuebles por naturaleza, por adherencia
(plantas, etc.) o por destinación (máquinas que forman parte de un establecimiento
industrial adherente al suelo, y pertenecen a éste, animales destinados al cultivo o
beneficio de un fundo, etc.).
No sólo la posesión del dominio, sino la de todo otro derecho real inmueble,
puede defenderse con las acciones posesorias: usufructo, uso, habitación, censo,
hipoteca, servidumbres continuas y aparentes: las inaparentes o discontinuas
quedan al margen, pues no pueden ganarse por prescripción.
1.269. UTILIZACIÓNDE COSA AJENA POR MERA TOLERANCIA DEL DUEÑO O POSEEDOR;
APROVECHAMIENTO DE LA OMISIÓN DE ACTOS DE MERA FACULTAD DE OTRO.
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favor con uno de esos títulos, no puede afirmarse ya que ejerce la servidumbre en
la cual pretende ser mantenido, por omisión de un acto de mera facultad del dueño
del predio sirviente o por la mera tolerancia del mismo: la existencia del título
excluye necesariamente cualquiera de esas ideas. Tampoco se puede decir que es
clandestina la servidumbre ejercida en virtud de un título: si se trata de uno
convencional, como él ha debido emanar del propietario del fundo sirviente o de
alguno de sus autores, fuerza es reconocer que dicho propietario no ha podido
ignorarlo, y la servidumbre, aunque sea inaparente positiva, deja de ser
clandestina a su respecto; si se trata de un título legal, el propietario, del mismo
modo, ha debido conocerlo, pues se supone que nadie ignora la ley.504
2) La segunda excepción que establece la jurisprudencia francesa al principio
de que las servidumbres discontinuas o inaparentes no pueden ser tuteladas por
las acciones posesorias, se produce cuando los actos de goce constitutivos de la
posesión pueden considerarse, de acuerdo con las circunstancias de la causa, como
fundados más bien sobre un derecho de propiedad o de copropiedad que sobre una
servidumbre, es decir, cuando el propietario de un fundo ha poseído sobre otro
fundo un terreno únicamente afectado al ejercicio de una servidumbre discontinua
o inaparente.505 Así, un propietario puede reputarse poseer sobre el fundo ajeno el
terreno mismo del cual extrae agua, en el que hace pastar su ganado, abrevar sus
caballos y, en consecuencia, puede valerse de las acciones posesorias si es turbado
en la posesión de este terreno. Principalmente, la jurisprudencia francesa ha
decidido que si no se puede adquirir por la prescripción una servidumbre de
tránsito, se puede adquirir la posesión del suelo sobre el cual se ejerce el pasaje. 506
Solución en el Derecho chileno. Juzgamos totalmente lógica la solución de la
jurisprudencia francesa de reconocer las acciones posesorias sobre servidumbres
inaparentes o discontinuas cuando se han establecido por título. Pero en nuestro
Derecho nos parece imposible eludir la norma categórica y explícita que niega la
acción posesoria sobre las cosas que no pueden ganarse por prescripción, como las
servidumbres inaparentes o discontinuas (art. 917); a este respecto, la existencia o
inexistencia del título para nada se toma en cuenta. La jurisprudencia chilena
siempre ha resuelto, sin discriminaciones, la improcedencia de las acciones
posesorias sobre esas servidumbres.507
Con todo, los inconvenientes se salvan con el procedimiento sumario. Este, por
disposición expresa del Código del ramo, debe aplicarse “a las cuestiones que se
susciten sobre constitución, ejercicio, modificación o extinción de servidumbres
naturales o legales y sobre las prestaciones a que ellas den lugar” (art. 680, inc. 2º,
Nº 2º). Como se ve, las servidumbres convencionales quedan excluidas. Pero cabe
preguntarse ¿todas las cuestiones sobre servidumbres convencionales están
substraídas al procedimiento sumario? No, porque el mismo Código adjetivo
establece como regla general que el procedimiento sumario “se aplicará en defecto
de otra regla especial a los casos en que la acción deducida requiera, por su
naturaleza, tramitación rápida para que sea eficaz” (art. 680, inc. 1º).
Indudablemente, la cuestión sobre la constitución de una servidumbre voluntaria,
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1. La legitimación activa
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1.277. ENUNCIACIÓN.
Para que el poseedor legitimado activo de la acción posesoria pueda entablarla
es necesario que concurran dos supuestos:
a) Que haya sufrido un acto de molestia o embarazo inferido a su posesión o
que haya sido privado de ésta (arts. 916 y 920), y
b) Que interponga la acción correspondiente antes de vencido el plazo que la
ley señala (art. 920).
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a) Las acciones posesorias que tienen por objeto conservar la posesión deben
interponerse antes que se cumpla un año completo, contado desde el acto de
molestia o embarazo inferido a ella (art. 920, inc. 1º) hasta, según la
jurisprudencia,532 el día de la presentación de la querella, y no el de la notificación
de ésta. Por tanto, la acción debe acogerse si ese plazo no se ha cumplido al
momento de interponerse la querella, aunque esté vencido al momento de
notificarse la misma al querellado.
b) La fijación del punto de partida del plazo carece de dificultades cuando la
turbación o molestia está representada por un hecho aislado, único, definitivo. Pero
la cuestión se complica cuando la turbación es la resultante de diversos hechos
sucesivos o repetidos.
No hay duda de que si éstos constituyen diversas molestias, cada acto o hecho
es un punto de partida de una prescripción o caducidad distinta. Por ejemplo, si en
una pared divisoria privativa (no medianera) mi vecino apoya una parte de su
construcción y después de algún tiempo en otro lugar de la pared abre una ventana
o tronera, hay dos turbaciones distintas a mi posesión. Si yo dejé transcurrir un año
sin interponer acción posesoria por el hecho del apoyo del edificio ajeno no podré
ya intentar dicha acción por esta molestia; pero podré hacerlo por la construcción
de la ventana, si desde esta turbación no ha pasado el año de que habla la ley.
c) Las molestias pueden ser varias en su número, reiteradas, pero siempre las
mismas. Supongamos que el dueño de un fundo maderero tenga por costumbre
dejar los troncos de los árboles derribados en la línea divisoria con el fundo vecino
y que frecuentemente ellos ocupen parte del terreno de éste. El plazo debe
contarse desde el primer acto de turbación que contradiga netamente la posesión
ajena. Don Luis Claro Solar piensa que cuando han sido varios los actos de
molestia, el plazo para interponer la acción posesoria se cuenta desde el último de
dichos actos.533 Funda su opinión en la historia de la ley: todos los proyectos del
Código Civil, incluso el que fue presentado a la aprobación del Congreso Nacional,
decían: “contado desde el primer acto de molestia o embarazo”; pero la Comisión
encargada de hacer la edición correcta y esmerada del Código suprimió la palabra
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primer. Tal supresión demostraría, a juicio de Claro Solar, que el plazo debe
contarse desde el último acto de la serie. Nosotros no lo creemos así. Estimamos
que la palabra primer fue borrada porque no tenía razón de ser, como quiera que lo
decisivo es el acto de molestia o embarazo inferido a la posesión, y éste existe
desde el momento mismo en que se produce, sin que importe que sea único o lo
sigan otros de la misma especie. Basta pensar en el caso en que el acto
perturbatorio es único para darse cuenta de que la supresión de la palabra primer
se justifica por su carencia de razón de ser y no porque en la mente del legislador
estuviera la idea del último acto de perturbación como punto de partida del plazo
en que debe interponerse la acción dirigida a conservar la posesión. Por lo demás,
si lo decisivo para el autor del Código hubiera sido ese acto postrero, nada le
habría sido más sencillo –a fin de aclarar en este sentido la disposición– que
sustituir la palabra primer por la contraria, último.
Finalmente, hay que considerar la hipótesis en que se produce una sola
molestia, pero como resultado de varios actos progresivos que se desarrollan en un
cierto espacio de tiempo. El punto de partida del plazo de un año será el del acto
que, por representar una inequívoca contradicción a la posesión ajena, deba
calificarse de molestia o embarazo inferido a ella.
d) Determinar cuál es el acto o el primer acto que contradice la posesión ajena
y a partir del cual debe contarse el plazo de un año que se tiene para interponer la
acción posesoria, es atribución de los jueces del fondo.
e) Las acciones que tienen por objeto recuperar la posesión expiran al cabo de
un año completo desde que el poseedor anterior la ha perdido. Si la nueva posesión
ha sido violenta o clandestina, se cuenta este año desde el último acto de violencia,
o desde que haya cesado la clandestinidad (art. 920, incs. 2º y 3º), esto es, desde
que se descubre por el despojado, el despojo.
f) En la doctrina se ha cuestionado si el plazo para interponer las acciones
posesorias es de caducidad o de prescripción especial. Pero, en Chile, sea lo uno o
lo otro, el plazo no se suspende, corre contra toda persona: porque es
característica de la caducidad que su plazo no se suspende si la ley no establece
expresamente otra cosa, y lo mismo ocurre con la prescripción especial (art. 2524).
3. Legitimados pasivos
Expresamente dice el Código que el heredero está sujeto a las mismas acciones
a que estaría sujeto su autor, si viviese (art. 919), y como la ley no distingue, la
acción posesoria puede dirigirse incluso contra el heredero que ha entrado en
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1.283. ACCIÓN CRIMINAL CONTRA EL USURPADOR. EL CÓDIGO PENAL (ARTS. 457 A 462)
CASTIGA EL DELITO DE USURPACIÓN.
Ha sido muy discutido entre nosotros si proceden las acciones posesorias entre
comuneros. De acuerdo con la doctrina que últimamente tiende a prevalecer, la
respuesta es, en principio, negativa, porque la posesión en que se funda la acción
posesoria debe ser inequívocamente exclusiva, y la de un comunero, con respecto a
los otros, no lo es, pues posee la cosa común en su nombre y en el de los demás
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ser objeto de la protección posesoria; 543.a b) que el copropietario –tal como se
reconoce en Chile– puede ejercer las acciones posesorias contra los terceros
autores de turbaciones a la posesión del inmueble indiviso; c) que la acción
posesoria puede ser ejercida entre copropietario para hacer respetar el estado de
indivisión; los actos realizados por uno de ellos sólo constituyen una turbación a la
posesión común si tales actos comprometen la destinación de la cosa indivisa, y
disminuyen la parte de goce de los otros comuneros, y d) que cuando uno de los
comuneros ha adquirido, por sus actos, desde más de un año, una posesión
exclusiva de todo o parte del bien indiviso, puede ejercer la acción posesoria contra
las perturbaciones que los otros comuneros realicen contra esta posesión
exclusiva.544
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bienes nacionales;549 c) que corresponde a la justicia ordinaria conocer de una
querella de amparo contra un gobernador por pretender abrir éste un camino
público sobre un terreno particular;550 que no procede una querella de amparo por
actos que fueron ejecutados por orden del juez de la causa; contra la resolución de
éste sólo son admisibles los recursos legales;551 que no procede la querella
posesoria para ser repuesto en la posesión de bienes que han sido embargados
judicialmente en ejecución iniciada contra diferente persona.552 La Corte Suprema
ha tenido interpretaciones contradictorias de la Ley de Caminos en cuanto a las
órdenes que, de acuerdo con ésta, dictan los intendentes y gobernadores y que
pueden turbar la posesión de un camino particular o despojar de ella: en un caso
no aceptó la acción posesoria,553 pero en otro sí.554
Algunos fallos, por excepción, no han admitido las querellas posesorias contra
actos de la autoridad pública. Así, han declarado: a) que la autoridad pública, en
los actos concernientes al ejercicio de sus funciones, no pueden cometer despojo en
el sentido legal de esta palabra y, por consiguiente, dichos actos no pueden ser
materia de una querella de este nombre; 555 b) que sea cual fuere la responsabilidad
que afecte a un funcionario público por el ejercicio de una facultad administrativa
que tiene por efecto privar a un particular de la posesión de un inmueble, no puede
reclamarse de tales actos mediante una querella de restitución. 556
Sección IV
EL DEBATE POSESORIO
En los juicios posesorios no se toma en cuenta el dominio que por una o por
otra parte se alegue (art. 923, inc. 1º), pues el debate o la controversia debe
desarrollarse exclusivamente sobre el hecho de la posesión.
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para comprobarla. ¿De qué manera? Reforzando esas probanzas o coloreando la
posesión (ad colorandam possessionem), esto es, estableciendo su fundamento y
alcance.
Dentro de esta pauta, el juez debe valorar los títulos de dominio, exhibidos por
las partes, desde el solo punto de vista posesorio; indagará en ellos, no el derecho,
sino el carácter, fundamento o alcance de la posesión alegada. 558 Por ejemplo, los
títulos pueden considerarse para reconocer o aclarar si determinados hechos de
pasaje o tránsito sobre un camino han sido realizados a título de dominio o de
servidumbre.559
Pero no todos los títulos de dominio pueden exhibirse para comprobar la
posesión. Como el objeto de los juicios posesorios no es la discusión de las
cuestiones de derecho, que requieren amplio estudio, lato conocimiento, y como la
tramitación de los interdictos es breve y rápida y la función que en éstos se
reconoce a dichos títulos está limitada a comprobar la posesión, el Código Civil,
con toda lógica, declara que sólo son admisibles aquellos títulos de dominio cuya
existencia pueda probarse sumariamente y que, a la recíproca, no vale objetar
contra ellos otros vicios o defectos que los que puedan probarse de la misma
manera (art. 923, inc. 2º).
Así se desprende de los preceptos del decreto ley que estatuye normas sobre
adquisición, administración y disposición de los bienes del Estado. Dicen esos
preceptos que “los bienes raíces del Estado no podrán ser ocupados sino mediante
autorización, concesión o contrato originados en conformidad a esta ley o a otras
disposiciones legales especiales. Todo ocupante de bienes raíces fiscales que no
acreditare, a requerimiento de la Dirección de Bienes Nacionales, tener alguna de
las calidades indicadas anteriormente será reputado ocupante ilegal, contra el cual
se podrán ejercer las acciones posesorias establecidas en el Título IV del Libro III
del Código de Procedimiento Civil, sin que rija para el Fisco lo señalado en el
número 1 del artículo 551 del mencionado Código” (Decreto Ley Nº 1.939, de 1977,
publicado en el Diario Oficial de 10 de noviembre de este año, art. 19, incisos
penúltimo y final). La referencia al número 1 del artículo 551 del Código Procesal
significa que el Fisco no requiere expresar en la demanda de la querella posesoria
haber estado en posesión del derecho en que pretende ser amparado.
Nótese que la palabra ocupación está tomada evidentemente en su sentido
amplio, comprensivo tanto de una mera tenencia como de una posesión. En todo
ese decreto ley se trasunta el espíritu de que ningún bien raíz fiscal pueda ser
objeto de la posesión de terceros sin un título que la justifique legalmente.
1.289. ¿Pueden demandarse perjuicios en la querella posesoria? El Código Civil
reconoce en diversas disposiciones que el querellante de una acción posesoria
tiene derecho a que se le indemnicen el daño y los perjuicios sufridos por la
turbación o despojo de su posesión (arts. 921, 926 y 927). Pero el Código de
Procedimiento Civil no ha reglamentado especialmente la acción de perjuicios, por
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lo que se ha discutido si puede en el mismo juicio posesorio cobrar el querellante
perjuicios o si ello debe discutirse, probarse y fallarse en un juicio ordinario.
En pro de la posibilidad de cobrar perjuicios en el mismo juicio posesorio se
aduce una disposición procesal que establece que cualquiera que sea la sentencia
(recaída en la querella), queda siempre a salvo a los que resulten condenados el
ejercicio de la acción ordinaria que corresponda con arreglo a derecho, pudiendo
comprenderse en dicha acción el resarcimiento de las costas y perjuicios que hayan
pagado o que se les hayan causado con la querella (art. 563, inc. 1º).
Esta disposición parte de la base de que el perdidoso de la querella pudo ser
obligado a indemnizar perjuicios. Pero, en verdad, no determina si esa condenación
se produjo o pudo producirse en el mismo juicio posesorio o en otro posterior. Por
tanto, no es un precepto que implícitamente aclara el punto.
En nuestra opinión, la historia de la ley procesal desentraña el pensamiento del
legislador. En el primitivo Proyecto de Código de Procedimiento Civil del señor
Lira560-561 se consultaba expresamente la posibilidad de ventilar en toda su
extensión, dentro del juicio posesorio, la indemnización de perjuicios. Pero la
Comisión Revisora de ese Proyecto estimó inconveniente esta solución, y acordó
suprimir el precepto que la consagraba y colocar, en cambio, entre las reglas
generales de los interdictos, una disposición del siguiente tenor: “Si en los juicios
posesorios se demandare indemnización de perjuicio, el tribunal la decretará
cuando haya lugar, reservando su determinación para la vía ordinaria. 562 En verdad,
la lectura de las actas de esa Comisión deja la impresión de que este precepto no
se juzgó necesario y que se resolvió colocar más que nada como una transacción en
la controversia que se sostuvo con el señor Lira. La lectura de esas actas lleva a la
conclusión de que los miembros de la mencionada Comisión se convencieron de
que “no es oportuno que en el interdicto se ventile en toda su extensión la cuestión
de perjuicios, que puede ser complicada, y cuya naturaleza no se aviene con el
carácter sumario de la querella”, 563 y que el querellante tiene derecho a la acción
de perjuicios, haya o no demandado éstos en el interdicto, máxime si en ningún
caso pueden ventilarse definitivamente en dicho juicio sumario.564
En el Proyecto de 1893 y en el Código vigente, no se hace ninguna alusión a la
indemnización de perjuicios en los juicios posesorios. La razón parece estar en que
el legislador se pronunció por la tesis de los contradictores del señor Lira, esto es,
que la indemnización de perjuicios necesita, por su naturaleza, debatirse y
resolverse en un juicio de lato conocimiento.
La doctrina última se inclina a este pensamiento. En tal sentido, los profesores
de Derecho Procesal don Humberto Trucco, don Hugo Pereira y el muy clarísimo
don Alberto Echavarría Lorca,565 quien gráficamente, en sus clases, califica las
acciones posesorias como “postas de primeros auxilios”.
La jurisprudencia es contradictoria,566 aunque la más reciente también está con
la tendencia de cobrar los perjuicios en un juicio ordinario.
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Sección V
LA PRUEBA EN LAS ACCIONES POSESORIAS
Siguiendo la regla general, corresponde al actor probar los hechos que son
supuestos de la protección judicial que reclama. En consecuencia, el querellante
debe probar (C. de Procedimiento Civil, art. 551):
1) Que personalmente o agregando la de sus antecesores, ha estado en
posesión tranquila y no interrumpida durante un año completo del derecho en que
pretende ser amparado, y
2) Que se le ha tratado de turbar o molestar su posesión o que en el hecho se le
ha turbado o molestado por medio de actos que expresará circunstanciadamente, o
que se le ha despojado de la posesión por medio de actos que indicará clara y
precisamente.
La prueba 1) no rige para el Fisco respecto de sus bienes raíces, según vimos
en el párrafo 1.288.
1. Prueba de la posesión
El Código Civil establece dos hechos que denotan o prueban la posesión de los
bienes raíces o de los derechos reales constituidos en ellos:
a) La existencia de la inscripción en el Registro del Conservador de Bienes
Raíces, y
b) La existencia de hechos positivos a que sólo faculta el dominio, ejecutados
sin el consentimiento del que disputa la posesión.
En efecto, el artículo 924 declara que la posesión de los derechos inscritos se
prueba por la inscripción, y mientras ésta subsista, y con tal que haya durado un
año completo, no es admisible ninguna prueba de posesión con que se pretenda
impugnarla.
El artículo 925 dispone, a continuación, que se deberá probar la posesión del
suelo por hechos positivos, de aquellos a que sólo da derecho el dominio, como el
corte de maderas, la construcción de edificios, la de cerramientos, las plantaciones
o sementeras, y otros de igual significación, ejecutados sin el consentimiento del
que disputa la posesión. Los hechos que no tienen esa significación no sirven para
probar la posesión del suelo. Así, se ha resuelto que la celebración de procesiones
en una plaza cerrada, pero accesible al público, no es de aquellos hechos a que sólo
faculta el dominio.567
Los preceptos de los artículos 924 y 925, aunque ubicados en el Título “De las
acciones posesorias”, tienen, por consenso general, una validez para todos los
juicios en que deba probarse la posesión, y no sólo para los interdictos.
567
293
1.292. LA SOLA INSCRIPCIÓN DEL DEMANDADO OPUESTA A LA DEL DEMANDANTE NO CIERRA
EL DEBATE POSESORIO NI EXIME AL TRIBUNAL DEL ESTUDIO DE LAS PRUEBAS ADUCIDAS POR
LAS PARTES.
Conviene no perturbarse con el artículo 924. Este no autoriza cerrar, sin más,
el debate posesorio cuando el demandado exhibe una inscripción de dominio frente
a otra del demandante; el hecho de que la inscripción del primero tenga más de un
año completo no fuerza a ampararlo, relegando el estudio de los títulos para otro
juicio, uno de lato conocimiento en que se discuta la cuestión del dominio. La Corte
Suprema ha declarado que es cierto que en los juicios posesorios no se toma en
cuenta el dominio que por una u otra parte se alegue (art. 923, inc. 1º). Y que
también lo es que la posesión de los derechos inscritos, mientras subsista, y con tal
que haya durado un año completo, hace inadmisible cualquier prueba de posesión
con que se pretenda impugnarla (art. 924). Pero es falso que esas disposiciones
expresen en alguna forma que ejercitada la acción posesoria por un poseedor
inscrito que ha sido perturbado en su derecho de tal invocando su propia
inscripción vigente, deba desestimársela sin mayor examen para dar preferencia a
la que a su vez opone el demandado, no habiendo razón legal ni de hecho para que
el tribunal tome semejante determinación. Y, por el contrario, los jueces están
obligados a analizar y comparar las pruebas aducidas por las partes y atenerse al
mérito del proceso para determinar en su sentencia cuál es el verdadero poseedor
digno de ser amparado en su derecho. En consecuencia, debe acogerse la querella
de amparo del actor si es un hecho de la causa que su inscripción, unida a la de sus
antecesores, tiene más de sesenta años y que la del demandado sólo tiene tres años
y fue practicada por el procedimiento previo de los avisos y carteles como si se
tratara de un inmueble no inscrito.568.a
294
conservatoria, y que el artículo 925 alude a la prueba de la posesión de los bienes
raíces que no han entrado a ese régimen. Dicho de otra manera: la prueba de la
posesión de los inmuebles inscritos debe administrarse por la respectiva
inscripción, y la de los no inscritos, por los hechos positivos a que sólo faculta el
dominio.
c) Hay todavía una tercera posición, que más que teoría es una solución de
orden práctico. Resuelve que el artículo 924 rige la prueba de la posesión de los
derechos reales constituidos en inmuebles; el artículo 925, la prueba de la posesión
de los inmuebles no inscritos, y el conjunto de ambas disposiciones, la prueba de la
posesión de los inmuebles inscritos, esto es, la prueba de la posesión del dominio
materializado en ellos; en este último caso la prueba de la posesión se haría, pues,
mediante la inscripción conservatoria y los hechos positivos a que sólo faculta el
dominio.
Las dos primeras interpretaciones serán objeto de un mayor desarrollo, que a
continuación hacemos.
569
295
687), y en primera línea menciona el dominio. Resulta lógico, entonces,
comprender en los derechos inscritos a que se refiere el artículo 924 todos los
derechos para cuya tradición se exige la inscripción conservatoria. Y no hay base,
por ende, para distinguir entre la posesión de los bienes raíces mismos
(identificado con ellos el dominio) y la posesión de los demás derechos reales. Por
otra parte, se agrega, si para adquirir y conservar la posesión de la cosa cuya
tradición debe hacerse por inscripción en el Registro del Conservador es preciso
que esta inscripción se realice y subsista (arts. 724, 728 y 730), parece absurdo
que en contra de esta posesión inscrita se admita la prueba material de los hechos
positivos mencionados por el artículo 925.
Nuestra jurisprudencia abandonó hace más de cien años la teoría criticada. 570
Pero no falta quien la considera “respetable en sus fundamentos y en sus
conclusiones”.571
571
296
adecuado habría sido el de las disposiciones transitorias. Si el artículo 925 no se
colocó ahí, es más verosímil creer que su objeto es no sólo considerar la situación
de los inmuebles no inscritos, sino también, al mismo tiempo, la de los vacíos o
defectos de la organización del Registro Conservatorio que podrían impedir la
prueba de los bienes raíces inscritos por la sola virtud de la existencia de la
inscripción.
1.296. CASOS EN QUE SE APLICA EL ARTÍCULO 925 A LOS BIENES RAÍCES INSCRITOS.
Hoy se acepta generalmente que el artículo 925 se aplica, no sólo a los bienes
raíces no inscritos, sino también en algunos casos a los inscritos. Señálanse, entre
estos últimos, los siguientes:
1) Inmuebles cuya inscripción no ha durado un año completo. La inscripción de
menos de un año, aunque es prueba de posesión, no lo es absoluta: debe
complementarse con la prueba de los hechos positivos de que habla el artículo
925.572
2) Inmuebles con inscripciones paralelas. Cuando un mismo bien raíz aparece
con inscripciones vigentes a nombre de dos o más personas distintas, las
inscripciones, a juicio de varios, se neutralizan entre sí y se considera poseedor al
que por hechos positivos a que sólo faculta el dominio demuestra tener la posesión.
Sin embargo, los que estiman que la inscripción es una ficción o símbolo total de la
posesión, afirman, algunos, que el titular de la primera inscripción, conforme a la
aplicación rigurosa del artículo 728, es el único poseedor; pero los que creen que
cualquiera posesión es útil para adquirir la posesión, aunque no emane del
poseedor inscrito anterior, concluyen que el único poseedor es el titular de la
última inscripción.573
3) Inmuebles cuyos deslindes aparecen confundidos o imperfectamente
determinados en los títulos inscritos. Si no se aceptara la aplicación del artículo
925 a este caso de inmuebles inscritos, habría que llegar a la conclusión de que el
titular de la inscripción carece de la posesión del predio inscrito porque la
inscripción no la establece en forma suficiente. Por eso la jurisprudencia declara
que se pueden probar por los hechos positivos los verdaderos deslindes del predio
y la posesión material de una parte discutida del mismo, que no aparece
claramente formando parte del fundo a que la inscripción se refiere. 574 Esta prueba,
según se ha observado,575 “será supletoria de las deficiencias de los títulos o
aclaratoria de sus indicaciones; pero en los puntos claramente definidos en la
inscripción no será admisible prueba alguna con que se pretenda impugnarla”.
4) Inscripciones de papel. Los sostenedores de que la inscripción sólo puede
representar una posesión real, afirman, con pleno eco en la jurisprudencia
última,576 que, tratándose de inmuebles no inscritos, para que la tradición y
primera inscripción dé al adquirente la posesión, es preciso que el tradente que
enajena como suya la cosa tenga la posesión material o, al menos, la mera
tenencia, o bien que el adquirente haga esa aprehensión por sí mismo (arts. 683 y
572
573
574
575
576
297
730). Por tanto, si este último inscribe esa propiedad no poseída por su enajenante,
pero sin lograr él tampoco poseerla realmente, la inscripción practicada a su favor
es de papel, es decir, una simple o mera anotación registral que no constituye ni
representa posesión alguna. El poseedor no inscrito, que continúa en su posesión
material, podría probar ésta por los hechos positivos de que habla el artículo 925.
Tal disposición resulta, así, aplicable en la prueba de la posesión de inmuebles
inscritos, inscritos con inscripción de papel.
La impugnación de la inscripción de papel por los hechos positivos se ha
pretendido no circunscribirla a la primera inscripción, sino extenderla, además, a
las posteriores, a cualquiera de ella que no representara una posesión real. Alguna
vez los tribunales han acogido este criterio extensivo; 577 pero lo han hecho más que
nada por razones de equidad en la especie: como pauta general se considera de
riesgo, porque “pone en peligro todo el sistema de la inscripción ideado por el
legislador, al aceptar dudas sobre la inscripción.578
578
579
298
acciones posesorias que tendría y a que estaría sujeto su autor, si viviese (art. 919).
En consecuencia, habría que probar la inscripción del causante, y no otra cosa. Por
otra parte, es cuestión distinta el que el heredero, para hacer valer como tal la
posesión del autor, no necesite exhibir inscripción propia, sino sólo demostrar la
calidad de heredero.580
b) Accesión. Para los que restringen la aplicación del artículo 924 a las
propiedades inscritas cuya posesión arranca de un título traslaticio de dominio, la
posesión de los aumentos que por accesión experimenta uno de esos inmuebles
debe probarse conforme al artículo 925. Por ejemplo, el propietario riberano a un
río que cultiva el terreno de aluvión que va accediendo a su heredad, por más que
ésta se encuentre inscrita, no podría probar con su inscripción la posesión que va
adquiriendo y, si se pone en conflicto con el vecino, tendrá que establecer la
posesión del terreno de aluvión por los hechos positivos de que habla el artículo
925,581 sin perjuicio de tener que exhibir la inscripción relativa a la cosa principal,
el bien raíz inscrito.
Para otros, los aumentos que un inmueble inscrito recibe por accesión quedan
cubiertos por la inscripción de la cosa principal y, por ende, con esa inscripción se
prueba también la posesión de los aumentos. Huelga decir que nada impide
complementar la prueba de esta última con los hechos positivos a que se refiere el
artículo 925.
c) Prescripción adquisitiva. Aunque la ley considere la prescripción como un
justo título de posesión (art. 703), la verdad no es ésa, porque, al revés, es la
prescripción la que deriva de la posesión prolongada por el tiempo que la ley
señala. En consecuencia, no puede hablarse de la posesión que arranca del título
constituido por la prescripción, porque ésta no es título de aquélla. Ni tampoco lo
es la sentencia que declara la prescripción, pues se limita a reconocer la posesión.
Para probar la posesión que condujo a la prescripción, se siguen las reglas
generales: si el inmueble adquirido no está inscrito, la posesión se acreditará por
los hechos positivos, a que alude el artículo 925; y si lo está, por la inscripción con
que se adquirió la posesión, conforme al artículo 924.
581
582
299
la inscripción; la prueba de la inscripción no admite que se le contraponga la de los
hechos positivos señalados en el artículo 925, pero no excluye que se le
contraponga la prueba de posesión constituida por otra inscripción sobre el mismo
bien raíz.583
La jurisprudencia se ha inclinado en este último sentido. Ha resuelto que al
declarar el artículo 924 que no es admisible ninguna otra prueba con que se
pretende impugnar la posesión inscrita, se refiere a la inadmisibilidad de la prueba
de la posesión material que contempla el artículo siguiente, el 925. 584 Por tanto, si
dos personas tienen sendas inscripciones sobre el mismo predio, una y otra podrían
oponerse sus respectivas inscripciones de más de un año; y debería ser protegido
en el juicio posesorio el que hubiera inscrito primero, según algunos, o el que
tuviera el inmueble en su poder, según otros.
1.299. RESTRICCIÓN DE LA APLICACIÓN DEL ARTÍCULO 924 A LOS DERECHOS PARA CUYA
TRADICIÓN ES NECESARIA LA INSCRIPCIÓN.
El artículo 924 dispone que la posesión de los derechos inscritos se prueba por
la inscripción. No establece ninguna distinción entre los derechos que para
transferirse necesitan de inscripción y aquellos que, aun cuando no la precisen,
han sido voluntariamente inscritos. Pero la Corte Suprema ha restringido la
aplicación del artículo 924 sólo a los primeros, porque sólo la posesión de ellos
exige para adquirirse (art. 724) y conservarse (art. 728) la existencia de la
inscripción en el Registro del Conservador. Por tanto, como la servidumbre no es
un derecho cuya tradición se efectúe por la inscripción del título, su posesión no
puede justificarse por la inscripción que voluntariamente ha sido realizada.585
En un juicio reivindicatorio se declaró que la cesión de cuotas en derechos
hereditarios no requiere para la tradición, la inscripción en el Registro del
Conservador de Bienes Raíces aunque existan inmuebles entre los bienes que
componen la herencia. En consecuencia, vendidos por los herederos sus derechos
hereditarios separadamente a dos personas, la circunstancia de que uno de los
cesionarios haya inscrito a su nombre el inmueble materia de la acción ejercida, no
es óbice para dar preferencia en el dominio de dicho inmueble al otro cesionario, a
pesar de no exhibir inscripción de dominio a su nombre, si su título es anterior y
entró primero en posesión de los derechos cedidos.586
1.300. JURISPRUDENCIA.
Todas las teorías, a través del tiempo de la aplicación de nuestro Código Civil,
han encontrado eco en la jurisprudencia; pero en los últimos años la única que se
acoge, en principio, es la que distingue entre los bienes raíces inscritos y los no
inscritos, rigiéndose los primeros por el artículo 924, y los segundos, por el artículo
925. No obstante, por excepción, sujétanse a esta última disposición algunas
hipótesis relacionadas con los bienes raíces inscritos: confusión de deslindes por
falta de precisión de los mismos en las menciones de los títulos; primera
583
584
585
586
300
inscripción de papel, etc. Así se desprende de la lectura del Repertorio de
Legislación y Jurisprudencia Chilenas.587
La jurisprudencia muy a menudo resuelve sobre las llamadas inscripciones de
papel. No han sido pocos los sujetos que se han dedicado al deporte de ubicar, más
en los campos que en las ciudades, propiedades no inscritas. En connivencia o no
con otra persona, las venden como si fueran dueños y, previas las publicaciones de
avisos en los diarios, logra inscribirse en el Registro del Conservador la
transferencia o seudotransferencia.
Estas maniobras hoy es raro que puedan prosperar, gracias a un texto legal y a
una inteligente interpretación jurisprudencial.
Dicho texto, aunque destinado a defender los intereses del Estado, sirve
también, indirectamente, al de los particulares. Nos referimos al artículo 10 del
Decreto ley Nº 1.939, de 1977, que establece normas sobre adquisición,
administración y disposición de los bienes del Estado; dice él:
No se podrá inscribir el dominio de bienes raíces en conformidad con lo
dispuesto en el artículo 58 del Reglamento del Registro Conservatorio de Bienes
Raíces (trata de la primera inscripción de los inmuebles no inscritos), sin informe
favorable de la Dirección (de Bienes Nacionales). El Conservador de Bienes Raíces
remitirá oportunamente las respectivas solicitudes para este trámite. Este informe
deberá emitirse dentro del plazo de treinta días, contado desde la recepción del
oficio del Conservador. Si no se evacuare la diligencia en dicho plazo, podrá
prescindirse de ella.
Cuando no se solicitare informe a la Dirección o éste fuera desfavorable y se
procediere a practicar la inscripción, ésta adolecerá de nulidad y deberá ser
cancelada por el Conservador respectivo, sin más trámite, bastando para ello el
solo requerimiento de la Dirección.
Sin perjuicio de lo dispuesto en el inciso anterior, los Conservadores de Bienes
Raíces que contravengan esta disposición serán sancionados por la Corte de
Apelaciones respectiva en la forma establecida en el artículo 539 del Código
Orgánico de Tribunales.
Del informe negativo de la Dirección podrá reclamarse dentro del quinto día
ante la Corte de Apelaciones respectiva, la cual fallará en única instancia.
La Dirección podrá exigir a los ocupantes de bienes raíces que a su juicio
pudieren ser fiscales, que se exhiban los títulos que justifiquen su posesión o
tenencia. La negativa sin fundamento a ello será considerada como una presunción
de que el inmueble efectivamente es de dominio fiscal y, además, el infractor será
sancionado por el Servicio con multa de hasta cinco sueldos vitales mensuales de la
Región Metropolitana de Santiago. El reglamento señalará la forma y
procedimiento para la aplicación de la mencionada sanción”.
También los tribunales han sabido desbaratar el artificio. Es ilustrativa al
respecto la siguiente doctrina de la Corte Suprema:
“Si una persona vende un bien raíz no inscrito del cual no es dueño ni poseedor,
el comprador, aunque inscriba el inmueble previa publicación de avisos, verá
frustrada su demanda de reivindicación contra el sujeto que posea materialmente
el bien sin violencia, clandestinidad ni interrupción desde mucho antes de aquella
inscripción. Y el fracaso de la demanda es indudable puesto que el comprador
587
301
demandante no adquirió por tradición el dominio, como quiera que no lo tenía el
tradente vendedor. Tratándose, por otra parte, de un inmueble no inscrito, mal
corresponde aplicar el artículo 924 del Código Civil, que se refiere a la prueba de la
posesión de los derechos inscritos; en cambio, es perfectamente aplicable al caso lo
dispuesto en el artículo 925 del mismo Código”.588.a
Una prevención del mismo fallo, firmada por los ministros señores Eduardo
Varas Videla y Juan Pomés G., resume y clarifica muy bien la doctrina sostenida, al
expresar:
“1º De la coordinación de las diversas reglas que forman parte del sistema de la
posesión inscrita en nuestro Código Civil debe desprenderse que es poseedor de un
inmueble quien lo tiene inscrito a su nombre. En realidad, la ley presume que el
poseedor inscrito de un bien raíz tiene el corpus y el animus que según el artículo
700 constituye la posesión. Y, de acuerdo con las palabras del Mensaje del Código
Civil, como el Registro Conservatorio está abierto a todos, no puede haber posesión
más pública, más solemne, más indisputable que la inscripción”.
Sin embargo, pueden existir inscripciones vacías que nada envuelven.
Constituyen lo que la doctrina llama inscripciones de papel. Carecen de todo
significado. Son meras anotaciones en el Registro Conservatorio que no responden
a realidad posesoria alguna.
La inscripción en el Registro del Conservador es un símbolo de posesión. ¡Sin
duda! Pero no puede, por el solo hecho de otorgarse, crear una posesión que nunca
ha existido.
Tratándose de inmuebles que todavía no han entrado al régimen de la
inscripción conservatoria, y por ende sólo se poseen materialmente, la nueva
inscripción que a ellos se refiere, para que no sea de papel, ha de poner fin a la
posesión no inscrita que sobre el inmueble se ejercía.
Si la nueva inscripción deja subsistente la posesión no inscrita anterior, carece
de valor ante la ley. Porque por sí sola no constituiría posesión, como quiera que, a
pesar suyo, continuaría en posesión del inmueble el poseedor no inscrito, y dos
poseedores exclusivos sobre el mismo bien no caben. Evidente.
Si alguien vende una cosa raíz ajena no inscrita y cuya posesión tampoco tiene
el comprador por el solo hecho de inscribir, no adquiere la posesión del inmueble
mientras no sea capaz de hacer cesar la posesión anterior que se sigue ejerciendo
sobre el inmueble a pesar de la inscripción. Esta no basta para coronar poseedor al
adquirente del inmueble. Necesítase que dicha inscripción vaya acompañada de la
tenencia material; sólo así se entenderá que el antiguo poseedor (no inscrito) ha
dejado de poseer.
Para llegar a esta conclusión, preciso es no olvidar que el artículo 682 del
Código Civil sienta el principio de que la tradición no confiere al adquirente otros
derechos que los que tenía el tradente sobre la cosa tradida y que de los artículos
683 y 730 se desprende que, en cuanto a cosas raíces no inscritas, para que la
inscripción-tradición dé al adquirente la posesión es necesario que el tradente que
enajena la cosa como suya tenga la tenencia material, o bien que el adquirente
haga esa aprehensión por sí mismo.
2º Establecido que el vendedor no era dueño ni poseedor del inmueble vendido
y que el comprador que obtuvo su inscripción mediante avisos previos jamás lo ha
588
302
poseído y que sólo se asila en la ficción legal de que lo posee por tenerlo inscrito a
su nombre, no hay sino una simple inscripción de papel, que es ineficaz y, por lo
mismo, lejos está de constituir un verdadero título inscrito que dé base para
invocar en favor de su titular lo establecido en los artículos 2.505 (contra título
inscrito no hay prescripción adquisitiva sino en virtud de otro título inscrito...) y
924 (prueba de los derechos inscritos por la inscripción) del Código Civil.
2. Prueba de la turbación o el despojo
1.301. ENUNCIACIÓN.
El actor o querellante debe probar no sólo su posesión, sino también los
conatos o hechos de turbación y molestia, o el despojo de que ha sido víctima. Es
necesario probar en qué consisten esos hechos (C. de Procedimiento Civil, art. 551)
y la fecha en que ocurrieron.589
SEGUNDA PARTE
Entendemos por acciones posesorias comunes las que el Código Civil trata en
el Título XIII del Libro II bajo el epígrafe “De las acciones posesorias” y que el
Código de Procedimiento Civil bautizó con el nombre de querellas de amparo, de
restitución y de restablecimiento. Aunque esta última, por las razones que más
adelante se verán, no la consideramos como una verdadera acción posesoria, la
analizamos también en este lugar para seguir el mismo orden y sistema del Código
Civil que agrupa todas las mencionadas en un Título aparte del consagrado a las
acciones posesorias especiales: denuncia de obra nueva, denuncia de obra ruinosa,
etc.
Algunos califican de acciones posesorias ordinarias, en contraposición a las
especiales, a las que nosotros hemos llamado comunes. Creemos preferible la
589
303
terminología adoptada para evitar cualquier equívoco con la acción que
específicamente se ha dado en llamar acción posesoria ordinaria, caracterizada por
proteger el derecho de la posesión o la posesión permanente y perpetua y estar
sometida al juicio ordinario o plenario. Tal acción ya la estudiamos y concluimos
que no existe en nuestra legislación actual, a menos que quiera verse una especie
de ella en la acción publiciana.
591
304
1.307. PETICIONES QUE TIENEN DERECHO A HACER EL QUERELLANTE DE AMPARO Y EL DE
RESTITUCIÓN.
592
305
sino el usurpador mismo, o el tercero de mala fe. Habiendo varias personas
obligadas, todas lo son in sólidum (art. 927, inc. 2º), es decir, cualquiera de ellas
debe cumplir la indemnización por entero.
LA QUERELLA DE RESTABLECIMIENTO
1.313. CONCEPTO.
La querella de restablecimiento es la acción por la cual el despojado
violentamente de la posesión o mera tenencia de un inmueble persigue se le
restituya en esa posesión o mera tenencia en que se encontraba antes del despojo
violento (C. Civil, art. 928; C. de Procedimiento Civil, art. 549, Nº 3º).
Su nombre se explica, tanto en nuestro Derecho como en el francés (en el que
la acción se denomina réintégrande), por el restablecimiento o reintegro a que
tiende.
Y, así, los franceses dicen más o menos que la réintégrande est l’action par
laquelle le possesseur, expulsé violemment de l’immeuble qu’il détenait, tend à se
faire réintégrer dans cet immeuble.
Los italianos hablan de la azione de reintegrazione y señalan que chi è stato
violentamente spogliato (despojado) del possesso può, entro l’anno del sofferto
spoglio, chiedere (demandar) contro l’autore di esso la reintegrazione del possesso
medesimo. Al igual que todas las legislaciones, concede la acción de reintegración
593
306
o restablecimiento no sólo al poseedor, sino también al mero tenedor (C. Civil
italiano, art. 1.168).
1.314. FUNDAMENTO.
El fundamento capital de todas las acciones posesorias, evitar la justicia
privada, cobra su mayor fuerza de expresión en la querella de restablecimiento.
Esta, con caracteres propios y relevantes, descansa sobre los principios
conservadores del orden social y la paz pública. Tales principios quieren que nadie
se haga justicia por sí mismo y que, en consecuencia, cualquiera que es despojado
por la violencia, sea, ante todo, reintegrado: spoliatus ante omnia restituendus.
594
750
595
307
al disponer que “restablecidas las cosas, y asegurado el resarcimiento de daños,
podrán intentarse por una u otra parte las acciones posesorias que correspondan”;
claramente se manifiesta así que la querella de restablecimiento no es una de estas
acciones. La misma reflexión merece la norma del Código de Procedimiento Civil
que declara que la sentencia pronunciada en la querella de restablecimiento deja a
salvo a las partes, no sólo el ejercicio de la acción ordinaria, “sino también el de las
acciones posesorias que les correspondan” (art. 564).
596
597
308
a) Haber tenido, al momento del despojo, la posesión o la mera tenencia de un
bien raíz;
b) Haber sido despojado de esa mera tenencia o posesión;
c) El despojo debe haber sido violento.
No es supuesto de la querella de restablecimiento ningún tiempo de posesión o
de tenencia, por manera que si el despojo se realiza al minuto siguiente de haber
entrado el querellante en la posesión o tenencia del inmueble, está autorizado para
hacer valer dicha querella.
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600
601
602
309
fuerza contra las cosas (rotura de sellos o candados, destrucción de sembrados o
cerramientos) y la violencia o intimidación contra las personas; a la ley sólo
interesa que el poseedor o el mero tenedor no sean despojados violentamente,
evitar la justicia por mano propia, sin que intervenga el órgano jurisdiccional. 603
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605
606
310
b) La querella de restablecimiento no puede hacerse valer contra la autoridad
administrativa, si ésta obra en el ejercicio de sus atribuciones propias, ejerciendo
una parte del Poder Ejecutivo, como cuando a virtud de un reglamento sanitario
desaloja, con la fuerza pública, a los moradores de una casa de tolerancia. Pero
dicha querella puede dirigirse contra la autoridad administrativa que, como
cualquier particular, moviéndose en la esfera del Derecho Privado, despoja
violentamente a una persona de la posesión o tenencia de un inmueble. La Corte
Suprema ha declarado que debe acogerse la querella de restablecimiento contra el
Fisco que, después de haber dado en arrendamiento o concesión ciertos terrenos
fiscales, desaloja de ellos, con el auxilio de la fuerza pública, al concesionario o
arrendatario: tal desalojo no es un acto de gobierno en interés de la colectividad,
sino una medida arbitraria; las dificultades originadas en el cumplimiento del
contrato son materia de la competencia del Poder Judicial, y no un asunto que el
Fisco puede resolver unilateralmente por sí y ante sí.607
a) Dada la amplitud de los términos del artículo 928 del Código Civil, parece
que por la querella de restablecimiento se pueden defender la tenencia y la
posesión de los bienes muebles; pero el Código de Procedimiento Civil aclara toda
duda, ya que expresamente señala que los interdictos o juicios posesorios pueden
intentarse “para obtener el restablecimiento en la posesión o mera tenencia de los
mismos bienes (los raíces), cuando dicha posesión o mera tenencia hayan sido
violentamente arrebatadas” (art. 549, Nº 3º). Por tanto, no hay acción de despojo
violento respecto de bienes muebles.
b) Sin embargo, como es natural, esa acción puede tener por objeto las cosas
muebles que se consideran inmuebles por destinación. La Corte Suprema ha
resuelto que, refiriéndose los actos de despojo a la sustracción de animales,
procede la querella de restablecimiento respecto de aquellos que se estiman
inmuebles por su destinación permanente al cultivo y beneficio del fundo. 609
c) Como para ejercer la querella de restablecimiento no es necesario tener la
posesión, y como por otra parte dicha querella se considera ante todo una medida
de orden y de paz pública, se concluye que los inmuebles no susceptibles de
posesión ni de ganarse por prescripción (por ejemplo, los inmuebles de dominio
público) pueden defenderse con la querella de restablecimiento, si son
violentamente arrebatados a su detentador. Procedería la querella no sólo contra
los particulares, sino también contra la administración. 610 En el Código Civil chileno
la cuestión es dudosa. En contra se podría argüir que la querella de
607
608
609
610
311
restablecimiento, por estar colocada en el Título “De las acciones posesorias”, debe
considerarse como una de éstas a la cual alcanza la disposición del mismo Título
que preceptúa que sobre las cosas que no pueden ganarse por prescripción, no
puede haber acción posesoria (art. 917); aunque esta condición de tratarse de
bienes susceptibles de prescripción, y por ende de posesión, resulta ilógica
respecto de una acción con la que no pretende defenderse la posesión (sino la mera
tenencia) ni garantizarse el curso de una prescripción que no puede existir, habría
que respetarla dado el contexto de la ley. A favor de la procedencia de la querella
de restablecimiento respecto de los mencionados bienes, podrían invocarse los
términos amplios del artículo 928, que la conceden a todo el que “por otra causa
cualquiera, no pudiere instaurar acción posesoria”, caso en el cual se encuentra
indudablemente el mero tenedor de una cosa que no puede ganarse por
prescripción. Pero hay más todavía: al conceder la querella de restablecimiento el
artículo 928 al que “no pudiere instaurar acción posesoria”, implícitamente
reconoce que aquélla no es una de éstas y, por tanto, no estaría sometida al
precepto según el cual sobre las cosas que no pueden ganarse por prescripción, no
puede haber acción posesoria.
d) Las servidumbres, de cualquiera clase que sean, no pueden ser objeto de la
querella de restablecimiento. En efecto, como dicen Raviart y Raviart, es preciso
ser detentador de la cosa para poder quejarse de haber sido expulsado de ella, y
solicitar ser reintegrado en la misma. Pero la detentación, que es la tenencia
material de la cosa, supone un objeto material sobre el cual recae. Y no se concibe
que el poseedor de un derecho real de servidumbre pueda ser físicamente
desposeído o expulsado por violencias o vías de hecho, puesto que él no tiene la
detentación material de la cosa sobre la cual este derecho puede ejercerse. El no
puede ser sino turbado, entrabado, embarazado o inquietado en el ejercicio de ese
derecho, pues el propietario o el poseedor del fundo sobre el cual pesa la carga ha
conservado la posesión material y la disposición física del predio sirviente. Por lo
demás, la violencia que da lugar a la querella de restablecimiento jamás puede
entenderse respecto de la obra hecha por alguien en su propio fundo. Por
aplicación de estos principios no podría acogerse una demanda tendiente a ser
restablecido en el ejercicio de una servidumbre de tránsito.611
Pero hay una excepción al principio de que las servidumbres no pueden ser
objeto de una querella de restablecimiento, y se refiere a las obras aparentes
efectuadas con el fin de facilitar el ejercicio de la servidumbre. La destrucción de
tales trabajos constituiría el despojo o expulsión violenta, ya que en estos casos la
detentación se aplica a los signos materiales de la servidumbre, y no a esta misma.
Por tanto, si una persona llega a clausurar la ventana mediante la cual el vecino
goza de la servidumbre de vista sobre un fundo de aquélla, o si esa persona
destruye la puerta que representa la señal aparente de la servidumbre de tránsito,
indudable es que el vecino podría interponer la querella de restablecimiento, pues
posee un derecho real sobre su ventana o sobre su puerta y ha sido violentamente
despojado de ella por un tercero. 612 Y dicha violencia no deja de revestir gravedad:
hace desaparecer una prueba del derecho de servidumbre o, al menos, un signo
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312
aparente de ella que tiene por efecto perpetuar a favor de su titular activo la
intención de poseer con prescindencia de todo acto material de goce.613
Los autores subrayan que cuando el restablecimiento se pretende en las obras
aparentes de una servidumbre, el querellante debe tener cuidado de pedir ser
restablecido en la posesión de estos signos u obras, con respecto a los cuales existe
el despojo violento; no debe solicitar el restablecimiento en la posesión del derecho
de servidumbre de que esas señales son la exteriorización, porque planteadas en
este último sentido las cosas, la destrucción de las obras aparentes no habría que
mirarlas sino como una turbación al ejercicio de la servidumbre, hecho que sólo
podría dar lugar a una querella de amparo y no a una de restablecimiento. 614
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emergente, la reparación sería incompleta, perjudicándose, sin justicia, a la
víctima.
En consecuencia, el querellante de restablecimiento puede pedir que se le
asegure el resarcimiento del daño emergente y el del lucro cesante, y por la vía
ordinaria puede solicitar después que se le paguen ambos.
619
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314
Se ha resuelto que la sentencia recaída en una querella de restablecimiento
favorable al querellante, produce cosa juzgada, respecto de la ejecución de los
actos de despojo, en el juicio en que el ex querellante reclama, al ex querellado, los
perjuicios sufridos por el despojo: la negativa y la prueba de éste, contrarias a
dicha sentencia, son inaceptables.621
Para determinar qué acción posesoria procede en relación con los bienes raíces
no inscritos, es necesario distinguir diversas hipótesis fundamentales.
a) Un tercero efectúa actos materiales de turbación o embarazo. No hay
problema: el poseedor material del bien raíz no inscrito, encontrándose en los
supuestos generales de las acciones posesorias, podrá entablar la querella de
amparo (C. Civil, art. 921; C. de Procedimiento Civil, art. 549, Nº 1º).
b) El tercero despoja al poseedor material de su posesión, pero no la inscribe a
su nombre. Tampoco hay problema: el poseedor material pierde la posesión (art.
726 y 729), pero, si se encuentra en los supuestos generales de las acciones
posesorias, podrá entablar la querella de restitución (C. Civil, art. 926; C. de
Procedimiento Civil, art. 549, Nº 2º), o la de restablecimiento, si ha sido despojado
violentamente (C. Civil, art. 928; C. de Procedimiento Civil, art. 549, Nº 3º).
c) El tercero, sin despojar al poseedor material, pretende realizar la primera
inscripción del bien raíz no inscrito. Para dar a la inscripción el mérito de requisito,
garantía y prueba de la posesión, es lógico que la primera inscripción de un bien
raíz no inscrito corresponda a quien tiene la posesión material del mismo. Si otra
persona pretende inscribirlo a su nombre, y al efecto realiza las diligencias y
publicaciones pertinentes, comete una turbación de la posesión material, un
intento o conato de despojo, porque mediante esa inscripción procura adquirir la
posesión de la cosa a que se refiere su título. El poseedor material está legitimado
621
315
para oponerse a la diligencia de inscripción en un juicio posesorio, deduciendo la
querella de amparo, pues el que pugna por inscribir le perturba su posesión. Tal es
el pensamiento abrumadoramente mayoritario de la jurisprudencia chilena
actual.622
d) El tercero realiza la inscripción, pero no logra despojar de la tenencia al
poseedor no inscrito. A juicio de la teoría que hoy prevalece, en esta hipótesis el
poseedor material no pierde su posesión, porque la primera inscripción debe
hacerse siempre a su nombre623 y porque la inscripción, por sí sola, no puede
constituir una posesión que no se tiene, como quiera que su función no es la de la
ficción engañosa, sino la de solemnizar hechos reales. 624 En consecuencia, el
poseedor material, por la inscripción del tercero, no pierde su posesión; pero como
la ve turbada, franca le está la querella de amparo para destruir el embarazo, esto
es, la inscripción.625 La cancelación de la inscripción de papel del tercero también
podría pedirse mediante una acción innominada, que es la que correspondería
entablar cuando, por haber pasado más de un año de realizada, sería imposible
deducir la acción posesoria.
Según la teoría contraria, si se inscribe un título traslaticio de dominio relativo
a un bien raíz antes no inscrito, la mera posesión material de éste desaparece o se
pierde y el titular de la inscripción adquiere la posesión de la cosa (art. 724).
Conforme a esta jurisprudencia minoritaria, “inscrito un título de dominio por una
persona, procede dar la posesión material y lanzar al actual poseedor, reservándole
sus derechos. Desde la fecha de inscripción de un título de dominio se interrumpe
la posesión meramente natural de una persona por haber entrado en ella el que
inscribió el título con los derechos que le dan los artículos 686, 724 y 728 del
Código Civil.626.a Por tanto, si el poseedor material ha sido injustamente privado de
su posesión, debería, para recuperarla, entablar la querella de restitución (art.
926); y esto podría hacerlo sólo antes de que la inscripción del tercero cumpliera
un año completo de duración (art. 924): cumplido dicho lapso, ninguna querella
posesoria sería valedera.
e) El tercero realiza la inscripción y, además, logra la tenencia material del
inmueble no inscrito. Si el tercero une al hecho de la tenencia con ánimo de señor y
dueño la inscripción conservatoria a su nombre, el poseedor material que ha sido
privado injustamente de su posesión, deberá entablar la querella de restitución
(art. 926), pidiendo le sea devuelta la posesión material y se mande cancelar la
inscripción hecha a nombre del tercero. Si logra buen éxito, se considerará que
nunca ha dejado de poseer (art. 731 y 2502).
623
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626
316
oposición del poseedor inscrito a otra inscripción que sobre el mismo inmueble
pretende realizar un tercero y en la pérdida del poder material sobre el inmueble
inscrito.
a) Oposición del poseedor inscrito a otra inscripción que sobre el mismo
inmueble pretende realizar un tercero; juicios en que puede deducirse. La
jurisprudencia considera que la oposición señalada debe plantearse en un juicio
posesorio. Corresponde entablar al titular de la inscripción la querella de amparo
pues el que intenta la nueva inscripción perturba la posesión de aquél. El poseedor
inscrito debe probar su posesión, conforme al artículo 924, por medio de la
inscripción.627
Pero hay quienes creen que la oposición del poseedor inscrito a otra inscripción
que sobre el mismo inmueble pretende realizar un tercero, si bien puede deducirse
como querella posesoria, también puede serlo en un juicio innominado que no tiene
ese carácter: el solo hecho de existir una inscripción legitimaría la oposición a
cualquier otra sobre el mismo predio. Por la vía de este juicio innominado podría
obtenerse lo que no sería posible mediante el juicio posesorio. Así, verbigracia, hay
inscripciones que no confieren posesión, ni pueden, por lo mismo, servir de prueba
de ella; pues bien, si el juicio se entablara como posesorio, el demandante con esa
clase de inscripción sería vencido, pero su inscripción quedaría subsistente; sin
embargo, si la sola inscripción confiere derecho a una acción para oponerse a toda
otra nueva inscripción, dicho demandante vencería en el juicio y siempre se
evitaría la doble cadena de inscripciones. En caso de que el que pretende inscribir
tenga derecho a ello, previamente debería vencer al que tiene la inscripción sin
derecho y obtener la cancelación de la misma. Otra consecuencia que deriva de la
distinta clase de juicio en que se plantee la oposición a una nueva inscripción son
los supuestos de la acción: si la oposición se hace valer en un juicio posesorio,
habrá de tenerse posesión de un año; pero si se hace valer en un juicio innominado,
esta restricción no juega: basta tener una inscripción a su favor. 628
b) Pérdida del poder material sobre el inmueble inscrito; acciones procedentes.
Si una persona tiene título inscrito respecto a un bien raíz, conserva la posesión de
éste mientras subsista la inscripción, aunque un tercero se apodere de esa cosa
(art. 728, inc. 2º). La pérdida del poder material o físico no produce la pérdida de
la posesión inscrita. Pero el apoderamiento del tercero, ¿constituye una
perturbación de la posesión inscrita?
1. La respuesta es negativa para los que sostienen que la inscripción es una
ficción legal que, por sí sola, simboliza la posesión. Por tanto, a juicio de ellos, el
titular de la inscripción que perdió la posesión material no puede instaurar una
querella de amparo contra el que se apoderó del inmueble a que se refiere el título
inscrito. Mientras subsiste la inscripción, el poseedor inscrito tiene una posesión
imperturbable, según el decir de don Humberto Trucco, el representante más
caracterizado de esta teoría.629 Tal conclusión, sin embargo, no significa privar de
otras acciones al poseedor inscrito. Este podría interponer contra el detentador: la
querella de restablecimiento, si lo ha despojado violentamente de la mera tenencia
dentro de los seis meses anteriores al reclamo (art. 916, 921, 926 y 928 del C. Civil
627
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629
317
y artículo 549 del C. de Procedimiento Civil); si los actos de detentación no son
violentos, o si, siéndolos, han transcurrido más de seis meses del despojo, el
poseedor inscrito puede instaurar otra acción nominada o innominada de carácter
civil, la de precario del artículo 2195 o la criminal de usurpación (art. 457 del
Código Penal). Sólo hay turbación o embarazo –terminan los simbolistas– si el
detentador pretende inscribir el inmueble que está inscrito a favor de otro, y
despojo, si logra inscribir.630
2. La teoría que ve en la inscripción sólo una garantía del hecho real de la
tenencia con ánimo de señor o dueño, estima que el apoderamiento físico de un
bien raíz inscrito a nombre de otra persona, si bien, por sí solo, no produce la
pérdida de la posesión, la turba o embaraza. En consecuencia, el titular de la
inscripción que pierde la tenencia o poder físico sobre la cosa raíz inscrita puede
entablar la querella de amparo contra el detentador material.631
En este sentido, se ha declarado que el poseedor inscrito no puede querellarse
de despojo, pues la posesión de los derechos inscritos se prueba con la inscripción
y no puede el querellante perderla, no obstante el atropello del querellado, sino en
los términos del artículo632, o sea, cancelándose la inscripción, por voluntad de las
partes, o por una nueva inscripción en que el poseedor inscrito transfiere su
derecho a otro, o por decreto judicial; mientras subsista la inscripción, el que se
apodera de la cosa a que se refiere el título inscrito, no adquiere posesión de ella,
ni pone fin a la posesión existente. El despojado materialmente de su inmueble
inscrito sólo puede querellarse de amparo. 633 Del mismo modo, se ha resuelto que
los actos materiales de posesión no constituyen despojo sino perturbación o
embarazo de la posesión del inmueble inscrito antes de esos actos.634
3. Pero también se ha juzgado que la tenencia material es uno de los elementos
de la posesión inscrita, autorizando la pérdida o despojo de aquélla la acción
posesoria de restitución. La Corte Suprema ha dicho: “Establecido que el predio a
que se refiere la querella de restitución estaba inscrito a nombre del querellante
desde hacía más de un año antes de que ocurrieran los hechos en que se funda la
querella, y que tenía la posesión material del predio desde muchos años antes de
acaecidos estos hechos, debe acogerse dicha querella deducida en contra de quien
ocupa violentamente el predio, salvo que se encuentre prescrita la respectiva
acción posesoria”.635 Y en una sentencia posterior nuestro más alto tribunal
reafirmó esta doctrina al declarar que el poseedor inscrito puede entablar la acción
posesoria del artículo 926 (querella de restitución) cuando ha perdido la tenencia
material de su predio, pues esta pérdida significa privarlo parcialmente de su
posesión, en el sentido de restarle uno de los elementos constitutivos de ella, que
por medio de dicha acción pretende recuperar. 636
La querella de restablecimiento sólo procede si antes se ha tenido la posesión
material del predio, hállese éste inscrito o no. Sería absurdo concebir un despojo
630
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de la pura y simple inscripción por medio de la fuerza. Contra las alegorías nada
puede la violencia.
TERCERA PARTE
GENERALIDADES
Hay tres reglas comunes a todas las acciones posesorias especiales que trata el
Código Civil:
a) Conforme a la jurisprudencia, para entablar estas acciones no es necesario
tiempo alguno de posesión anterior; basta la posesión actual;
b) Las acciones posesorias especiales no tienen lugar contra el ejercicio de
servidumbre legítimamente constituida (art. 947), y
c) A todas estas acciones se aplica la norma sobre pluralidad de sujetos activos
o pasivos de la denuncia o querella que señala el artículo 946 del Código Civil.
A continuación estudiamos todas estas reglas.
Las reglas de las acciones posesorias comunes, entre las cuales figura la de no
poder entablar una acción posesoria sino el que ha estado en posesión tranquila y
no interrumpida un año completo (art. 918), no son aplicables a las acciones
posesorias especiales consideradas en el Título XIV del Libro II del Código Civil,
637
638
319
por cuanto así no lo ordenó el legislador, y porque la propia división de materias
que éste hizo, considerando las acciones posesorias comunes y las especiales bajo
títulos y rubros diferentes, manifiesta su concepto acerca de la diferente naturaleza
de las mismas, en virtud de lo cual juzgó necesario asignar reglas propias e
independientes a cada una de ellas.639
Por tanto, y considerando el fin de las acciones posesorias especiales, que no es
sino la mera conservación provisional de un orden de cosas existente en la
actualidad, para entablarlas no es necesario tiempo alguno de posesión anterior;
basta la posesión actual y la prueba del hecho perturbador que da nacimiento a la
acción.640
Todo esto no significa, sin embargo, que la regla que manda abstenerse de
tomar en cuenta en los juicios posesorios el dominio que por una u otra parte se
alegue (art. 923), debe dejar de aplicarse, ya que sea como sea el carácter sumario
de los juicios posesorios especiales y el fin que con ellos se persigue, excluyen la
posibilidad de discutir el dominio.
639
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641
320
lugar a indemnizar daños producidos por la continuación de la obra, la
responsabilidad por este capítulo será sólo de cargo del infractor de la prohibición,
porque, como decía Ulpiano, el hecho de uno no debe perjudicar al que nada
hizo.642
b) Pluralidad de sujetos activos. Si el daño sufrido o temido perteneciere a
muchos, cada uno tiene derecho para intentar la denuncia o querella por sí solo, en
cuanto se dirija a la prohibición, destrucción o enmienda de la obra (art. 946, inc.
2º, primera parte), porque, en este aspecto, la acción es indivisible, y el interés del
que hace valer la querella o denuncia es el mismo que el de los demás que han
sufrido o temen el daño. Pero en cuanto a la indemnización, la acción es divisible:
ninguno puede pedir indemnización sino por el daño que él mismo haya sufrido, a
menos que legitime su personería relativamente a los otros (art. 946, inc. 2º,
segunda parte).
Después de haber analizado las reglas comunes a todas las acciones posesorias
especiales señaladas por el Código Civil, estudiaremos cada una de éstas en
particular, de acuerdo con el orden siguiente:
1º Denuncia de obra nueva;
2º Denuncia de obra ruinosa, y
3º Las demás acciones posesorias especiales, que el Código de Procedimiento
Civil comprende bajo la denominación genérica de interdictos especiales.
Sección II
En su sentido natural y obvio, obra nueva significa toda cosa hecha que antes
no existía, o que si existía, resulta distinta o diferente por la naturaleza de las
modificaciones a que fue sometida. Por eso las Partidas decían que obra nueva es
no sólo la que se hace enteramente de nueva planta, sino también la que se verifica
sobre edificio antiguo añadiéndole, quitándole o dándole una forma distinta (ley 1,
título 32, partida 3a.). Pero nuestro Código Civil contrapone las obras nuevas a las
ya hechas o concluidas, según puede verse en el antiguo inciso 1º artículo 937, hoy
incorporado textualmente al Código de Aguas (art. 124). Por lo demás, para los
efectos del interdicto, todas las legislaciones parten del supuesto de una obra no
concluida.
La obra puede ser de varias clases. En primer lugar, no sólo puede consistir en
un edificio, sino también en toda construcción con cuya erección se perjudique la
propiedad, la posesión o el derecho del demandante. Y no únicamente es obra la
resultante del empleo de materiales con adherencia fija al suelo, sino también
aquella en que se emplean elementos transportables o piezas desarmables sin
detrimento del conjunto, como un cobertizo de madera, un puente de hierro
642
321
desmontable.643 Nuestra jurisprudencia ha declarado implícitamente que la
colocación de una canoa (canal de madera u otra materia para conducir el agua) da
lugar a la denuncia de obra nueva si se perturba al actor en el goce de la
servidumbre de acueducto.644 En segundo lugar, es obra no sólo el trabajo del que
resulte lo que vulgarmente se entiende por edificación, sino que hay que considerar
como tal un trabajo de excavación o perforación o aun de demolición; 645 por
ejemplo, si el dueño de un muro sujeto a la servidumbre de sustentar una
construcción ajena, hace demolerlo, el trabajo de demolición, para los efectos del
interdicto, es obra nueva. En resumen, debe entenderse por ésta todo trabajo que
cambia o puede cambiar esencialmente el estado del lugar y que aún no está
terminado. No hay obra nueva si, con derecho, se ejecuta un trabajo que se reduce
a reparar, mejorar o arreglar lo existente, sin tender a su alteración.
a) La denuncia de obra nueva tiene sus orígenes en la nunciatio novi operis del
Derecho romano. En nuestra legislación, puede definirse como la acción judicial
que, a fin de prevenir un daño, se dirige a lograr la suspensión de los trabajos de
una obra nueva, comenzados o a punto de comenzarse, hasta que en el juicio
correspondiente se resuelva sobre el derecho a continuar o no la obra.
b) La acción supone trabajos no concluidos, pues su objeto es impedir o
suspender la obra, y no destruirla. Por tanto, si los trabajos están ya hechos o
concluidos, corresponde deducir la querella de amparo, la de restitución o un
interdicto especial, según los casos.
c) Para interponer la denuncia de obra nueva no es preciso que los trabajos se
hayan comenzado a ejecutar; basta que estén a punto de comenzarse. Por eso el
Código Civil habla de “toda obra nueva que se trate de construir...” (art. 930), y una
cosa se trata de construir no sólo desde que se empieza su ejecución misma, sino
también desde que se realizan los actos o hechos encaminados a iniciar dicha
ejecución. La tesis se corrobora con el tenor de la ley procesal, que concede el
interdicto “para impedir una obra nueva” (C. de Procedimiento Civil, art. 549, Nº
4º), y una cosa se puede impedir desde cualquier momento antes que ella se haga.
La jurisprudencia, siguiendo este criterio, ha declarado que no debe rechazarse la
denuncia de obra nueva por la circunstancia de que al interponerse sólo se
hubieran comenzado a acumular los materiales para realizar una construcción y
que no se haya indicado en la querella la existencia de una obra nueva en actual
ejecución, si más tarde se comprueba que lo que se trataba era precisamente de
llevar a efecto una construcción.801
d) Del mismo modo, en nada influye que los trabajos estén muy avanzados; lo
único decisivo es que no estén concluidos. Por eso la jurisprudencia ha declarado
que el ejercicio de la acción de obra nueva no puede estimarse subordinado al
mayor o menor grado de ejecución en que se hallen las obras susceptibles de
denunciar.802
e) Aunque en otros ordenamientos jurídicos se exige que la turbación de hecho
a la posesión no se haya realizado, en el nuestro esta condición no se impone. Por
643
644
645
800
322
tanto, la denuncia de obra nueva procederá háyase producido o no la turbación de
la posesión del denunciante por virtud de la obra no concluida: en el primer
extremo la denuncia tenderá a prevenir su extensión o agravamiento con la
continuación de la obra; y en el segundo, a que se impida el comienzo de la
turbación.
f) La turbación producida o la eventual deben tener por causa determinante la
obra nueva; si la causa de aquéllas es otra distinta, las acciones procedentes serán
también otras, como una querella de amparo o un interdicto especial.
1.342. OBRAS NUEVAS DENUNCIABLES. EL CÓDIGO CIVIL INDICA COMO OBRAS NUEVAS
DENUNCIABLES LAS QUE SE VERÁN A CONTINUACIÓN.
a) Obra nueva que se trata de construir sobre el suelo de que otro está en
posesión; excepciones. Según nuestro Código, el poseedor tiene derecho para pedir
que se prohíba toda obra nueva que se trate de construir sobre el suelo de que está
en posesión. Pero no tiene el derecho de denunciar con este fin las obras
necesarias para precaver la ruina de un edificio, acueducto, canal, puente, acequia,
etc., con tal que en lo que puedan incomodarle se reduzcan a lo estrictamente
323
necesario, y que, terminadas, se restituyan las cosas al estado anterior, a costa del
dueño de las obras. Tampoco tiene derecho para embarazar los trabajos
conducentes a mantener la debida limpieza en los caminos, acequias, cañerías, etc.
(art. 930).
Para que sea denunciable la obra nueva que se trata de construir sobre el suelo
de que otro está en posesión, en los casos en que ella no es por excepción
improcedente, basta con justificar esa tentativa; no hay necesidad de probar
incómodo alguno.805
b) Obras nuevas construidas en el predio sirviente que embarazan el goce de
una servidumbre constituida en él (art. 931, inc. 1º). Tales obras son denunciables
porque atentan contra la posesión de la servidumbre que tiene el dueño del predio
dominante.
Se ha pretendido que aun es denunciable la obra nueva concluida, perturbadora
de la posesión de la servidumbre. Así se desprendería de la letra de la ley, que
habla de obras construidas, y de la circunstancia de que el titular activo de la
servidumbre, por no poder ejercer una vigilancia constante sobre el predio
sirviente, sólo se percata de la obra nueva cuando se produce el embarazo, lo que
generalmente ocurre una vez concluida aquélla. En contra de esta inteligencia
están la concepción del Código Civil sobre obra nueva, que la opone a las obras ya
hechas (art. 937, hoy suprimido del C. Civil, pero incorporado como art. 242 al C.
de Aguas), y las normas del Código de Procedimiento Civil, que vienen a constituir
la interpretación auténtica de la ley substantiva; todas ellas parten de la base de
una obra no terminada. En efecto, declaran que el juicio posesorio sumario puede
intentarse para impedir una obra nueva (art. 549, Nº 4º), y sólo se pueden impedir
las cosas no consumadas o concluidas; que presentada la demanda para la
suspensión de una obra nueva denunciable, el juez decretará provisionalmente
dicha suspensión...(art. 565), y la suspensión no cabe respecto de una obra ya
hecha, etc. No hay ninguna disposición procesal que se ponga en el caso de una
obra nueva ya terminada. Por tanto, debe sostenerse que la posesión de la
servidumbre embarazada por una obra nueva ya concluida, no puede tutelarse con
la denuncia; debe defenderse por la querella de amparo o de restitución, según los
casos, y siempre que concurran los supuestos de dichas querellas.
Servidumbres discontinuas o inaparentes. En el estudio de las cosas que
pueden ser objeto de acciones posesorias se dijo que, ante la letra de la ley, dichas
acciones no pueden existir sobre las servidumbres discontinuas o inaparentes (art.
917), aunque se trate de las constituidas por un título convencional, antecedente
que hace desaparecer los fundamentos de mera tolerancia, de omisión de actos de
pura facultad, o de clandestinidad que parecen determinar la negación de las
acciones posesorias a esas clases de servidumbres. Considerando la peculiar
naturaleza de la denuncia de obra nueva y que la disposición del artículo 931,
inciso 1º, es un precepto especial que no distingue, como el artículo 917, la clase
de servidumbre cuyo libre goce ampara, se ha argüido que habría que aplicarlo sin
distinción a todas las servidumbres, continuas o discontinuas, aparentes o
inaparentes. Un fallo judicial se ha pronunciado en contra de esta tesis, y siguió,
respecto de la denuncia de obra nueva, el criterio general. En la especie, la
querella se interpuso por haber arado la contraparte del denunciante el camino
constituido en servidumbre de tránsito a favor del último; los jueces declararon
324
inaceptable la querella, porque sobre las servidumbres discontinuas no puede
haber acción posesoria.806
c) Construcciones que se trata de sustentar en edificio ajeno, no sujeto a tal
servidumbre. Son igualmente denunciables las construcciones que se trata de
sustentar en edificio ajeno, que no esté sujeto a tal servidumbre (C. Civil, art. 931,
inc. 2º).
d) Obra voladiza que atraviesa el plan vertical de la línea divisoria de dos
predios. Se declara especialmente denunciable toda obra voladiza que atraviesa el
plan vertical de la línea divisoria de dos predios, aunque no se apoye sobre el
predio ajeno, ni dé vista, ni vierta aguas lluvias sobre él (art. 931, inc. 3º).
La denuncia de esta obra evita que se perturbe la posesión del espacio aéreo
dentro de los límites que corresponden a cada propiedad subyacente.
La enumeración de los artículos 930 y 931 del Código Civil sobre obras nuevas
denunciables no es taxativa; señala sólo algunos casos.807 Pero hay muchos otros.
Así, por ejemplo, la Ley Nº 3.133, de 7 de septiembre de 1916, sobre
neutralización de los residuos líquidos provenientes de establecimientos
industriales, declara que éstos, sean mineros, metalúrgicos, fabriles o de
cualquiera otra especie, no pueden vaciar en los acueductos, cauces artificiales o
naturales, que conduzcan aguas o en vertientes, lagos, lagunas o depósitos de
agua, los residuos líquidos de su funcionamiento, que contengan substancias
nocivas a la bebida o al riego, sin previa neutralización o depuración de tales
residuos por medio de un sistema adecuado y permanente. En ningún caso se
puede arrojar a dichos cauces o depósitos de agua las materias sólidas que puedan
provenir de esos establecimientos ni las semillas perjudiciales a la agricultura (art.
1º). La neutralización de los residuos ya referidos es necesaria en los
establecimientos ubicados en las poblaciones o vecindades de ellas, siempre que
dichos residuos contaminen el aire o puedan dañar las alcantarillas u otro sistema
de desagüe en que se vacien, y aun cuando no tengan substancias nocivas a la
bebida o al riego (art. 2º). Los propietarios, empresarios o administradores de los
establecimientos industriales mencionados deben someter a la aprobación del
Presidente de la República el sistema de depuración y neutralización que se
propongan adoptar (art. 3º). El ejercicio de las acciones a que diere lugar la
infracción de esta ley, corresponde a las municipalidades respectivas y a los
particulares interesados (art. 5º). Ahora bien, son obras denunciables con arreglo a
las respectivas disposiciones del Título “De algunas acciones posesorias especiales”
del Código Civil y del Título “De los interdictos” del Código de Procedimiento Civil,
las que se mantuvieren o realizaren en contravención a esta ley (art. 6º, inc. 1º).
En relación con la materia de las obras nuevas denunciables, debe citarse
también la Ley Nº 11.402, de 16 de diciembre de 1953. Establece normas para la
defensa de riberas y cauces de los ríos, lagunas y esteros, que se realicen con
participación fiscal. Faculta a los propietarios riberanos para oponerse a la
construcción de las obras a que dicha ley se refiere cuando les irroguen perjuicios.
325
La naturaleza jurídica de la denuncia de obra nueva es asunto discutido.
En el sentir de algunos, se trata de una verdadera acción posesoria, cuya única
peculiaridad consistiría en que puede proteger una turbación no realizada,
simplemente eventual.808
En el pensamiento de otros, aun cuando la denuncia de obra nueva también
tiende, como las acciones posesorias comunes, a conservar un estado de hecho, se
diferencia de estas últimas por su finalidad, que es típicamente cautelar en cuanto
busca prevenir un daño o un perjuicio que puede derivar de una nueva obra, hasta
que posteriormente se compruebe y declare el derecho a prohibirla.809
326
El Código Civil dice que el poseedor tiene derecho para pedir que se prohíba
toda obra nueva que se trate de construir sobre el suelo de que está en posesión
(art. 930, inc. 1º). Respecto de las otras obras nuevas denunciables, no establece
en forma explícita quién puede hacer la denuncia; el Código de Procedimiento
Civil, por su parte, guarda absoluto silencio.
Sin embargo, nuestra doctrina señala que pueden entablar esta denuncia:
1) Los dueños o poseedores de los edificios o heredades perjudicados con la
obra nueva (art. 930, inc. 1º; 931, inc. 2º y 3º; 948, inc. 1º);810
2) Los titulares activos de la servidumbre cuyo goce embaraza la obra nueva
construida en el predio sirviente (art. 931, inc. 1º);
3) Los que tengan en los edificios o heredades perjudicados con la obra nueva
los derechos de usufructo, uso o habitación. Aunque en relación con estos sujetos
se ha presentado la duda, más que nada por no haber reproducido el Código la
disposición del Proyecto de 1853 que reconocía al usufructuario el derecho de
denunciar la obra nueva, los autores no vacilan en tenerlos por legitimados para
esta acción.811
a) Las acciones dirigidas contra una obra nueva deben instaurarse dentro del
año (art. 950, inc. 1º). El Código no dice más. Pero es indudable que el plazo debe
contarse desde la fecha en que la obra principió a ejecutarse y no desde aquella en
que se terminó, porque de lo contrario no habría obra nueva, sino una ya hecha o
concluida, y el objeto de la acción –paralización o suspensión de los trabajos– no
existiría. Del requisito del plazo se desprende que puede haber obras que, no
obstante haber sido denunciables, dejan de serlo, a pesar de continuar siendo
nuevas: si la construcción dura más de un año y ha pasado el plazo de prescripción
sin entablarse la denuncia.
Si las acciones dirigidas contra una obra nueva no se instauran dentro del año,
los denunciados o querellados deben ser amparados en el juicio posesorio, y el
327
denunciante o querellante puede sólo perseguir su derecho por la vía ordinaria.
Pero ni aún esta acción tiene lugar cuando, según las reglas dadas para las
servidumbres, haya prescrito el derecho (art. 950, incs. 3º y 4º).
b) Otros supuestos de la acción de denuncia son el intento de construir una
obra nueva denunciable y la posesión del predio o del derecho de goce limitado que
aquélla viene a afectar. Basta probar la posesión actual, y no una de un año
completo o de cualquier otro tiempo de duración;814 las razones del aserto las
expusimos al hablar de la inaplicabilidad de las reglas de las acciones posesorias
comunes a las especiales.
c) La jurisprudencia ha declarado que la querella no debe acogerse si, antes de
la iniciación del juicio, se deshace la obra nueva comenzada a construir,
arreglándose los desperfectos causados.815
d) El artículo 930 establece que el poseedor tiene derecho para pedir que se
prohíba toda obra nueva que se trate de construir sobre el suelo de que está en
posesión. Cuando el inmueble no está inscrito, de más está decir que para entablar
la denuncia de obra nueva deberá demostrarse la posesión actual de carácter
material, única que en este caso existe. Pero cuando el inmueble está inscrito,
¿habrá que invocar la posesión inscrita necesariamente? ¿O será suficiente
justificar la material? Y si el poseedor inscrito es una persona y el material otra,
¿quién está legitimado para la denuncia? ¿El poseedor material puede entablar la
denuncia contra el poseedor inscrito?
A juicio de algunos, todas las interrogantes se resuelven con las normas
generales de la teoría de la posesión inscrita;816 en el sentir de otros, la única
posesión que se exige al denunciante es la posesión material: justificada ella, la
denuncia de obra nueva debe ser acogida aun contra quien exhiba a su favor un
título inscrito.817
La jurisprudencia es contradictoria. La Corte de Tacna resolvió que la denuncia
de obra nueva basada en el artículo 930 presupone para su ejercicio que el que la
hace valer esté en posesión material del suelo; no probándose esa posesión, la
denuncia es improcedente.818 Por el contrario, la Corte de Valdivia declaró que
establecida la posesión inscrita invocada por el querellante con los respectivos
títulos de dominio y acreditado con la prueba testimonial rendida que dentro del
respectivo predio se ha comenzado a construir un nuevo cierro, procede acoger la
denuncia de obra nueva.819
Sección III
328
vejez, amenaza ruina, que tememos que pueda hacer daño. Lo dicho también se
aplicaba a los árboles que amenazan caer sobre nuestras casas o heredades,
haciendo daño en ellas; pues entonces debe el juez mandarlos cortar a instancia del
interesado, después de comprobado el riesgo por peritos (ley 12, título 52, partida
2a).
Entre nosotros, la denuncia de obra ruinosa puede definirse como la acción que,
para evitar o prevenir un perjuicio al sujeto que la entabla, se dirige a obtener la
enmienda, reparación o demolición de un edificio o cualquiera otra construcción
vecina que amenaza caerse, o el afianzamiento o extracción de árboles mal
arraigados o expuestos a ser derribados por casos de ordinaria ocurrencia (C. Civil,
arts. 932 y 935; C. de Procedimiento Civil, art. 571).
1.351. Finalidades. Dos son las finalidades inmediatas de la denuncia de obra
ruinosa:
a) la reparación inmediata del edificio o construcción que, con la amenaza de su
caída, infunde temor de daño, o el afianzamiento de árboles que, por el estado en
que se encuentran, provocan la misma amenaza y temor, y b) la demolición de esos
edificios o construcciones, o la extracción de esos árboles. Cuándo procede
encaminar la denuncia a uno u otro fin, lo dice la ley. Según el Código Civil, “el que
tema que la ruina de un edificio vecino le pare perjuicio, tiene derecho de
querellarse al juez para que se mande al dueño de tal edificio derribarlo, si
estuviere tan deteriorado que no admita reparación; o para que, si la admite, se le
ordene hacerla inmediatamente...” (art. 932, inc. 1º). La disposición se extiende al
peligro que se tema de cualesquiera construcciones; o de árboles mal arraigados, o
expuestos a ser derribados por casos de ordinaria ocurrencia (art. 935). Tratándose
de árboles, corresponde pedir el afianzamiento si con esta medida basta para evitar
su caída y el temor que ella pare perjuicio, caso de producirse; de lo contrario,
procede solicitar la extracción.
El que entabla la acción de obra ruinosa puede demandar dos peticiones
concretas, una en subsidio de la otra. Puede formular como petición principal que
se derribe el edificio ruinoso, si no admite reparación, y si la admite, puede pedir
en forma subsidiaria que se ordene hacer de inmediato la reparación. Si los jueces
de la instancia rechazan la principal, deben necesariamente también estudiar la
subsidiaria y pronunciarse sobre si la acogen o deniegan. No podrían limitarse a
rechazar la querella sin considerar este segundo aspecto. De lo contrario incurren
en los vicios de casación por falta de consideraciones de hecho y de decisión del
asunto controvertido.820
Si en todos los casos el daño que se teme no fuere grave, basta que el
querellado rinda caución de resarcir todo perjuicio que por el mal estado del
edificio sobrevenga (C. Civil, arts. 932, inc. 2º y 1935). En el terreno proce-sal, esta
disposición ha hecho surgir un problema. Entienden algunos que la petición
relativa a la caución no puede ser materia de un interdicto. Otros, por el contrario,
sostienen que el Código Civil y el de Procedimiento ninguna distinción hacen en
cuanto a las diferentes peticiones que puede hacer el denunciante en la demanda;
en consecuencia, podría pedirse en el interdicto el otorgamiento de la caución
cuando el daño que se teme no es grave, de la misma manera que podría solicitarse
la demolición cuando el daño que se teme es grave. Lo más obvio parece que es
pedir en lo principal de la demanda la reparación o demolición de la cosa ruinosa, y
329
en un otrosí, el otorgamiento de caución para el caso de que se declare por el juez
que el daño que se teme no es grave.821
1.353. SUPUESTOS DE LA ACCIÓN. A) LA CAUSA DEL DAÑO TEMIDO DEBE SER LA RUINA.
Esta palabra, que saca su nombre del rumor que produce lo que se derruye,823
significa caer o destruirse una cosa. La ley supone que el perjuicio que se teme
provenga de la caída del edificio, construcción o árbol (arts. 934 y 935). Por tanto,
no hay lugar a la querella si el temor del daño no es por la caída de esas cosas, sino
por cualquier otro defecto de las mismas que las expone a destruirse y causar con
esta destrucción un daño. Se ha declarado improcedente la denuncia de obra
ruinosa respecto de una muralla que reúne condiciones de solidez suficiente,
aunque su construcción no esté calculada para evitar la propagación de posibles
incendios.824 También es inaceptable la querella de obra ruinosa dirigida a
conjurar el peligro que pueda sobrevenir de los trabajos de explotación de una
cantera y que amenazan derrumbar una parte del cerro situado sobre ésta,
derrumbe que podría obstruir el cauce de un río y provocar daños considerables:
los trabajos de la cantera no podrían calificarse de construcción, pues el sentido
natural y obvio de esta palabra significa la cosa que se fabrica, erige, edifica o hace
de nuevo.825 Tampoco procede la denuncia por los trabajos de excavación hechos
por el querellado en el predio de su dominio y que acarrean un grave riesgo para la
estabilidad de la casa del querellante, ya que tales trabajos no son una
construcción que puede caer.826
La ruina puede ser total o parcial; la ley no distingue. “Lo que sí es esencial en
todo caso que el daño provenga de la caída de los materiales incorporados al
edificio, de los materiales que lo forman o constituyen; sólo entonces hay ruina. De
ahí que la caída de una teja, de una cornisa, de un balcón, de un trozo de
mampostería, de una chimenea o de cualquier otro material incorporado al edificio,
por insignificante que sea, constituye una ruina. Pero no los daños que cause la
330
caída de objetos que no estén incorporados al edificio, que no formen parte de la
construcción, como la caída de un macetero colocado sobre un balcón; en tal caso
no hay ruina”, y el daño causado se persigue con la aplicación de otras
disposiciones, como el artículo 2328, que no procede exponer aquí.827
Sólo autoriza el interdicto la ruina de carácter inminente, es decir, que amenaza
o está para suceder prontamente; de lo contrario, no se justificaría la petición de
derribo o de reparación inmediata a que alude la ley (art. 932).
La ruina puede afectar tanto a construcciones o edificios viejos como nuevos, ya
hechos o aún no terminados; estos últimos también pueden venir al suelo por
defecto de construcción.
b) La cosa que amenaza ruina, según la letra de la ley, debe ser un edificio o
construcción, o un árbol. De ahí que un fallo –y nada menos que de la Corte de
Valparaíso– haya declarado inaceptable la denuncia encaminada a prevenir
derrumbes de un cerro.828.a Con la aplicación estricta de la ley hay que llegar a la
conclusión de que puede entablarse la denuncia de obra ruinosa si el árbol situado
en un cerro amenaza caer, pero no si el cerro mismo está a punto de derrumbarse.
En este último caso no habría más que recurrir a las disposiciones administrativas
que protegen la seguridad pública.
c) El inmueble que amenaza ruina debe ser vecino al del denunciante (arts. 932
y 934).
d) Ha de temerse que por efecto de la ruina del inmueble vecino se produzca un
perjuicio para el denunciante.
e) La caída del edificio, construcción o árbol no debe haber ocurrido al
momento de notificarse la demanda: si en ese momento ya se ha consumado,
carece de objeto la petición de enmienda, afianzamiento, demolición o extracción
de alguna de esas cosas.
Por eso tiene derecho de querellarse todo el que tema ese perjuicio (art. 932).
En consecuencia, no hay necesidad de ser dueño o poseedor. Un arrendatario
podrá querellarse por los perjuicios que a él pueden sobrevenirle, como el ser
herido o muerto por la ruina del edificio vecino; y si, al mismo tiempo, puede
dañarse el inmueble arrendado, la acción podrá entablarla, por su interés, el dueño
o poseedor-arrendador.
Para entablar la querella es necesario ser, pues, vecino del edificio ruinoso. Se
entiende por vecino todo el que posea, ocupe o habite un predio cercano, próximo o
inmediato al que causó el daño, sea que se halle contiguo, al frente o en cualquier
otra dirección. Tal es el sentido del vocablo vecino.
El artículo 2323 dice que el dueño de un edificio es responsable a terceros (que
no se hallen en el caso del artículo 934, es decir, vecinos que no interpusieron con
antelación la querella de obra ruinosa) de los daños que ocasione su ruina acaecida
por haber omitido las necesarias reparaciones, o por haber faltado de otra manera
al cuidado de un buen padre de familia. Ahora bien, si la víctima es vecino del
edificio causante del daño, podrá invocar la responsabilidad de que trata el artículo
2323 si la ruina acaece después que el dueño fue notificado legalmente de la
querella de obra ruinosa. En caso contrario, el vecino no tiene derecho a
331
indemnización. Y se justifica. Porque hubo negligencia de su parte al no ocurrir a la
justicia para que hiciera desaparecer el peligro. Así lo dispone el inciso 2º del
artículo 934, que dice: “No habrá lugar a indemnización, si no hubiere precedido
notificación de la querella”. Y esta norma prevalece sobre el artículo 2323,
disposición que declara expresamente que no se aplica a los terceros que se hallen
en el caso del artículo 934.829
Si la víctima no es un vecino del edificio causante del daño, puede invocar en
todo caso la responsabilidad de que trata el artículo 2323. La regla del inciso final
del artículo 934, de que no hay lugar a indemnización si no ha precedido
notificación de la querella, carece de aplicación y mal podía tenerla: la querella de
obra ruinosa compete al que tema la ruina de un edificio vecino y la víctima no se
hallaba en este caso. Por consiguiente, y salvo lo dispuesto en el referido inciso 2º
del artículo 934, la responsabilidad señalada en el artículo 2323 puede ser
invocada por todo aquel a quien la ruina del edificio cause perjuicio en su persona
o bienes.830.a
Las disposiciones que establecen los casos en que procede la denuncia de obra
ruinosa y los sujetos que la pueden ejercitar (art. 932, 935 y 948), no son aplicables
a situaciones que no han sido expresamente contempladas, en razón de que son
excepcionales por implicar limitaciones al derecho de dominio.832
332
Firme la sentencia judicial, si el querellado no procediere a cumplirla, se
derribará el edificio o se hará la reparación a su costa (C. Civil, art. 932, inc. 1º, 2a
parte).
1.360. CASO EN QUE LA REPARACIÓN SE HACE POR OTRA PERSONA QUE EL QUERELLADO.
1.361. INDEMNIZACIÓN.
Para determinar si procede o no la indemnización a favor del denunciante hay
que distinguir si la caída de la cosa denunciada se produce una vez notificada la
querella o antes.
Si notificada la querella, cae el edificio, construcción o árbol por efecto de su
mala condición, se indemniza de todo perjuicio a los vecinos; pero si cae por caso
fortuito, como avenida, rayo o terremoto, no hay lugar a indemnización; a menos de
probarse que el caso fortuito, sin el mal estado de la cosa denunciada, no la habría
derribado (art. 934, inc. 1º y 935).
Si a la caída de la cosa denunciada no ha precedido notificación de la querella,
no hay lugar a indemnización (art. 934, inc. 2º y 935). Es una sanción a la
negligencia de los vecinos por no haber entablado oportunamente la denuncia de
obra ruinosa. La Corte Suprema ha declarado que no se puede exigir
indemnización de perjuicios por parte de los vecinos y colindantes del edificio que
se arruina, si no se ha ejercido la acción a que se refieren los artículos 932 y
934.833.a
La caída de un edificio ruinoso puede dañar a terceros que no son vecinos; a
ellos debe indemnizarlos en todo caso el dueño del edificio, conforme a las reglas
de la responsabilidad cuasidelictual (art. 2323). La necesidad de que haya
precedido la querella no tiene aplicación respecto de los no vecinos, porque ellos,
por su falta de proximidad a la cosa ruinosa, no están legitimados para deducir la
denuncia en su interés privado, y aunque pueden hacer uso de la acción popular
que la ley acuerda en interés general, no están obligados a ello.
333
1.364. PRESCRIPCIÓN.
a) La acción de obra ruinosa no prescribe mientras haya justo motivo de temer
el daño que tiende a precaver (art. 950, inc. 2º).
b) Pero la acción concedida para la indemnización del daño sufrido, prescribe
para siempre al cabo de un año completo (art. 950, inc. 1º), contado desde que el
daño se produjo.
Sección IV
a) Acciones contra las labores que tuercen la dirección de las aguas corrientes.
El origen de esta acción se encuentra en la actio aquae pluviae arcendae del
Derecho romano.835 Dentro del ordenamiento jurídico chileno se establece que el
que hace obras para impedir la entrada de aguas que no está obligado a recibir, no
es responsable de los daños que, atajadas de esa manera y sin intención de
ocasionarlos, pueden causar en las tierras o edificios ajenos (C. Civil, antiguo art.
938, hoy trasladado al C. de Aguas, art. 125). Pero si se hicieren estacadas, paredes
u otras labores que tuerzan la dirección de las aguas corrientes, de manera que se
derramen sobre el suelo ajeno, o estancándose lo humedezcan o priven de su
beneficio a los predios que tienen derecho de aprovecharse de ellas, los
perjudicados tienen acción para pedir al juez que las tales obras se deshagan o
modifiquen y se resarzan los perjuicios. La acción se puede ejercitar no sólo
respecto a las obras nuevas, sino a las ya hechas, mientras no haya transcurrido
tiempo bastante para constituir un derecho de servidumbre. Pero ninguna
prescripción se admite a favor de las obras que corrompan el aire y lo hagan
conocidamente dañoso (C. Civil, art. 937; C. de Aguas, arts. 123 y 124).
Según la jurisprudencia, no hay necesidad de probar posesión de un año
respecto del predio menoscabado con las obras cuya remoción se pide; basta la
posesión actual.836-837
El interdicto contra las labores que tuercen la dirección de las aguas corrientes
se tramita, en general, en la misma forma que la querella de obra ruinosa (C. de
Procedimiento Civil, art. 577). Pero la sentencia que se dicte deja a salvo su
derecho a las partes para deducir en vía ordinaria las acciones que por la ley les
correspondan (C. de Procedimiento Civil, art. 581).
334
b) Acción por el estancamiento del agua o desviación de su curso determinados
por las materias que acarrea. En este caso el embarazo al curso del agua no es
artificial, no sobreviene por las obras construidas por el propietario de una
heredad, sino a causa de hechos naturales. Dispone la ley que si corriendo el agua
por una heredad se estancare o torciere su curso, embarazada por el cieno,
piedras, palos u otras materias que acarrea y deposita, los dueños de las heredades
en que esta alteración del curso del agua cause perjuicio, tienen derecho para
obligar al dueño de la heredad en que ha sobrevenido el embarazo, a removerlo o
les permita a ellos hacerlo, de manera que se restituyan las cosas al estado
anterior. El costo de la limpia o desembarazo se reparte entre los dueños de todos
los predios a prorrata del beneficio que reporten del agua (C. Civil, antiguo art.
939, trasladado hoy al C. de Aguas, art. 126).
La acción reconocida a los dueños de las heredades en que la alteración del
curso del agua causa perjuicio, para pedir a su elección que el dueño de la heredad
en que ha sobrevenido el embarazo lo remueva, o que se les permita a ellos
hacerlo, no es una acción posesoria, porque no hay ningún acto humano de
perturbación posesoria. Pero el Código de Procedimiento Civil reglamenta su
tramitación, en general, conforme al procedimiento establecido para la obra
ruinosa (art. 579).
La sentencia dictada en este interdicto del Código de Aguas deja a salvo su
derecho a las partes para deducir en vía ordinaria las acciones que por la ley les
correspondan (C. de Procedimiento Civil, art. 581).
1.367. NEGLIGENCIA DAÑOSA EN DAR SALIDA A LAS AGUAS DE QUE SE SIRVE UN PREDIO.
Siempre que las aguas de que se sirve un predio, por negligencia del dueño en
darles salida sin daño de sus vecinos, se derramen sobre otro predio, el dueño de
éste tiene derecho para que se le resarza el perjuicio sufrido y para que en caso de
reincidencia se le pague el doble de lo que el perjuicio importare (C. Civil, antiguo
art. 940, hoy incorporado al C. de Aguas, art. 127).
La acción que tiene el dueño perjudicado no es posesoria, porque no se le
desconoce su posesión. Se explica, entonces, que el Código de Procedimiento no la
mencione como interdicto de ninguna clase. Trátase simplemente de una acción
indemnizatoria del daño proveniente de un cuaside-lito.
El doble pago del perjuicio que debe cumplir el dueño reincidente es un ejemplo
de pena privada, pues, en lo que excede a los perjuicios, representa una sanción al
culpable en beneficio de la víctima, y no en interés de la sociedad, como las penas
propiamente tales. Es una pena civil.
335
a) El dueño de una casa tiene derecho para impedir que cerca de sus paredes
haya depósitos o corrientes de agua, o materias húmedas que puedan dañarla (C.
Civil, art. 941, inc. 1º).
b) Tiene asimismo derecho para impedir que se planten árboles a menos
distancia que la de quince decímetros, ni hortalizas o flores a menos distancia que
la de cinco decímetros (art. 941, inc. 2º).
Si los árboles fueren de aquellos que extienden a gran distancia sus raíces,
puede el juez ordenar que se planten a la que convenga para que no dañen a los
edificios vecinos: el máximum de distancia señalada por el juez ha de ser de cinco
metros (art. 941, inc. 3º).
Los derechos concedidos respecto de plantaciones subsisten contra los árboles,
flores u hortalizas plantadas, a menos que la plantación haya precedido a la
construcción de las paredes (art. 941, inc. final).
Aunque el Código de Procedimiento Civil considera como interdictos y ordena
tramitarlas como denuncia de obra ruinosa (art. 579), no son posesorias las
acciones que tiene el dueño de una casa para impedir que cerca de sus paredes
haya depósitos o corrientes de agua, o materias húmedas, o para impedir que se
planten árboles, hortalizas o flores a menos distancia que la señalada. Trátase de
acciones que tienden a hacer efectivas las restricciones del dominio establecidas
para evitar, dentro de las relaciones de vecindad, las “inmisiones” o influencias
extrañas que, directa o indirectamente, puedan perjudicar, en forma más o menos
considerable, la propiedad ajena.
1.370. ACCIÓN Y JUSTICIA PRIVADA PARA LAS INMISIONES DERIVADAS DE LAS RAMAS O
RAÍCES DE ÁRBOL AJENO.
Si un árbol extiende sus ramas sobre suelo ajeno, puede el dueño del suelo
exigir (por medio de un interdicto especial, que se tramita como el de obra ruinosa)
que se corte la parte excedente de las ramas (C. Civil, art. 942, inc. 1º; C. de
Procedimiento Civil, art. 571). Si el árbol penetra en un suelo ajeno con sus raíces,
el dueño del suelo puede, él mismo, cortar las raíces (C. Civil, art. 942, inc. 1º). Lo
prevenido en ambos casos se entiende aun cuando el árbol esté plantado a la
distancia debida (art. 942, inc. 2º).
El corte de las raíces de un árbol ajeno es un caso típico de justicia privada.
1.371. DERECHO DE ACCESO COACTIVO AL TERRENO AJENO PARA ENTRAR A COGER LOS
FRUTOS QUE DAN LAS RAMAS TENDIDAS SOBRE ÉL.
Los frutos que dan las ramas tendidas sobre terreno ajeno, pertenecen al
dueño del árbol; el cual, sin embargo, no puede entrar a cogerlos sino con permiso
del dueño del suelo, estando cerrado el terreno. El dueño de éste es obligado a
conceder este permiso; pero sólo en días y horas oportunas, de que no le resulte
daño (C. Civil, art. 943).
Aunque el Código Civil trata en el Título “De algunas acciones posesorias
especiales” el derecho del dueño del árbol para que se le permita entrar a coger los
frutos en el terreno ajeno, como es fácil de comprender, no hay propiamente
ninguna acción posesoria. Seguramente por esto el Código de Procedimiento Civil
no incluye ese derecho entre los que se pueden hacer valer mediante un interdicto.
336
Trátase de una restricción a la facultad de excluir el uso del inmueble por toda otra
persona que no sea su propietario. La restricción está fundada en las relaciones de
vecindad.
En el Derecho romano, si el dueño del suelo no se allanaba voluntariamente a
permitir el acceso al dueño del árbol, este último podía hacer valer su derecho
mediante un interdicto especial (interdictum de glande legenda).
ACCION POPULAR838
1.373. CONCEPTO.
Acciones populares son las acciones que se reconocen a cualquiera persona
para la defensa de un interés público, y sobre todo a aquellas que, por el hecho que
lo contraviene, también han sufrido o pueden sufrir un daño en su interés privado.
Otros dicen que la acción popular consiste en el derecho concedido al
ciudadano de hacer valer en juicio intereses en lugar de los entes públicos, que de
ellos serían titulares y que también podrían proveer directamente a su tutela.
337
seguridad de los que transitan por ellos, los derechos concedidos a los dueños de
heredades o edificios privados (art. 948, inc. 1º).
El primer problema que hace surgir esta disposición es el relativo a si la
seguridad de los que transitan por caminos, plazas, calles, etc., es una condición
para el ejercicio de la acción popular. Más de un fallo así lo ha estimado.839 Pero
prevalece la interpretación contraria, esto es, que la municipalidad y cualquiera
persona del pueblo tienen, tanto en favor de los caminos, plazas y otros lugares de
uso público, como para la seguridad de los que transitan por ellos, las mismas
acciones concedidas a los dueños de las heredades o edificios privados.840 La
Corte Suprema ha explicado que la frase incidental “y para la seguridad de los que
transitan por ellos” no limita la acción popular sólo en beneficio de los transeúntes,
sino que establece que, además de poder ejercitarse en beneficio general, o sea, en
favor de los caminos, plazas y demás lugares de uso público, puede hacerse valer
en pro de los que transitan por ellos, cuando, por ejemplo, los vecinos, sin
apropiárselas, pusieren entorpecimientos u obstáculos en las vías públicas.841
A nuestro juicio, el artículo 948 busca proteger los lugares de uso público y la
seguridad de los que transitan por ellos; la acción popular puede tender a
cualquiera de esos dos fines, a uno u otro y, con mayor razón, a ambos en los casos
en que concurran a la vez.
Se atenta contra las calles, plazas y demás lugares de uso público, sin afectar la
seguridad de los transeúntes, cuando, por ejemplo, los vecinos o cualesquiera otros
sujetos se apropian de una calle, cerrándola, o la ocupan en parte con alguna
construcción sin permiso alguno del poder administrador.
Perjudica la seguridad de los transeúntes de lugares de uso público no sólo en
acto ilícito que menoscaba o deteriora esos lugares en forma de hacerlos peligrosos
(por ejemplo, el hoyo practicado en una calle), sino también el estado de un edificio
que amenaza desplomarse y dañar las calles y a las personas que por ahí circulan.
El peligro puede derivar, pues, de un defecto del lugar de uso público mismo o de
una cosa que da a ellos, como las casas.
De acuerdo con lo anterior, se comprende nuestro desánimo por un fallo de la
Corte Suprema842.a en que aparecen distorsionados algunos conceptos y móviles.
Dos abogados, haciendo uso de la acción popular, demandaron al Fisco por
mantener en estado ruinoso el edificio en que funcionaban los Juzgados del Crimen
y la Sección Detenidos de Valparaíso, poniendo en peligro la seguridad de las
personas que diariamente concurren a ese edificio, como jueces, abogados,
secretarios, actuarios, oficiales, etc.
La Corte Suprema, que no dio lugar al recurso de casación en el fondo contra la
sentencia de alzada, denegatoria de la querella, afirma, basándose en las
consideraciones del tribunal de la instancia o aceptándolas, que la acción
entablada lo fue en resguardo de un bien fiscal (el edificio de los Juzgados), y no en
el de un bien nacional de uso público, como lo exige el artículo 948, que consagra
la acción popular ejercitada. Por tanto, ella bien rechazada estaría y la sentencia
denegatoria no habría cometido ninguna infracción a esa norma. ¿Cómo pudo
interpretarse tan torcidamente la demanda de los abogados querellantes? Ellos
pedían o la reparación del edificio o su derribamiento. Ahora bien, resulta obvio
que la reparación en estos casos no se solicita en favor del edificio mismo, el bien
fiscal, sino que se pide como medio de salvar del peligro a la calle, bien nacional de
338
uso público, y a las personas que por ella transitan, principalmente a las que lo
hacen de continuo por tener que concurrir obligada y cotidianamente al inmueble
que amenaza ruina.
Luego dice la Corte que el artículo 932 nada tiene que ver en la especie y mal
puede haber sido vulnerado por la sentencia recurrida, pues esa disposición se
refiere a la querella o denuncia de obra ruinosa para la cual está activamente
legitimado el vecino del predio cuya ruina inminente se teme, y en la especie los
querellantes no invocan el peligro de un edificio vecino al de ellos sino de uno fiscal
–que no está en su vecindad– para librar del peligro a los que trabajan o concurren
al mismo. Pero olvida el alto y Excelentísimo Tribunal que el artículo 948 permite a
cualquier persona del pueblo intentar la querella del artículo 932 en favor de los
lugares públicos, y para la seguridad de los que transitan por ellos, porque no otra
cosa significa reconocer a esa persona cualquiera “los derechos concedidos a los
dueños de heredades o edificios privados” (parte final del inc. 1º del art. 948).
Precisamente, en beneficio de esos transeúntes, y sobre todo en el de los que
debían pasar por la calle a que daba el edificio para entrar a él y salir del mismo,
los querellantes interpusieron su acción.
Por último, seguramente pensando en que sólo si el daño amenaza a personas
indeterminadas hay acción popular, la Corte Suprema hace caudal de que el
tribunal de la instancia expresó que “los querellantes limitaron su acción en
beneficio del personal que desarrolla cotidianamente sus actividades en dicho
edificio, incluyendo jueces, secretarios, abogados, oficiales y actuarios, y en favor
de los que a diario deben concurrir a los referidos tribunales y de la Sección
Detenidos de la Cárcel Pública”. Por nuestra parte, entendido lealmente el tenor de
la querella, no creemos que las palabras reproducidas importen limitación de las
personas en beneficio de las cuales se interpuso la acción; sólo traducen una
mención en relieve del grupo más expuesto al daño contingente del asmático
edificio, y no suponen olvido del resto de los transeúntes.
En lo sustancial y decisivo estimamos certero el planteamiento jurídico de los
abogados querellantes. Acaso los sabios jueces creyeron lo mismo y se vieron
compelidos a una resolución de escasa o ninguna elegancia sólo para evitarle al
Fisco y a los mismos tribunales los perturbadores efectos de una orden de
demolición.
Sea como fuere, la sentencia es criticable y constituye un buen tema de lo que
algunos impunemente llaman “problematización”, sedicioso neologismo ofensor de
lenguas y oídos.
El segundo enigma de la disposición en análisis consiste en saber si pueden
deducirse como populares todas las acciones posesorias, o sólo las que el Código
Civil trata en el Título de las especiales. El criterio restringido se funda en que la
mencionada acción popular, como contenida en este último Título, sólo puede
aludir a las acciones que en el mismo se tratan, y no a las acciones posesorias del
otro Título (de amparo, de restitución y de restablecimiento), y en que, además, la
acción popular se concede en favor de los caminos, plazas u otros lugares de uso
público para seguridad de los que transitan por ellos. La interpretación contraria,
acogida por la Corte Suprema,843 declara que, según el tenor de la ley, la
municipalidad y cualquiera persona del pueblo tienen, mediante la acción popular
de que se habla, “los derechos concedidos a los dueños de heredades o edificios
339
privados”, sin limitación alguna, y esos derechos son los de instaurar todas las
acciones posesorias que correspondan, tanto comunes o generales como
especiales. “El propósito del legislador –explica la Corte Suprema– está de
manifiesto en el concepto principal del artículo 948, que otorga a cualquiera
persona del pueblo en favor de los caminos, plazas y otros lugares de uso público,
los derechos concedidos a los dueños de heredades o edificios privados; y este
propósito se comprende sin esfuerzo, porque el carácter distintivo de los bienes de
uso público es el de que están destinados al servicio de todos y cada uno de los
habitantes, de lo que se desprende que hay interés inmediato de cualquiera
persona del pueblo en que esos bienes se mantengan para el fin a que fueron
destinados.”
340
trabajos que se ejecuten, los gastos que éstos originen y los demás antecedentes e
informaciones que procedan. Esta acta será firmada por el Director de Obras
Municipales, el Jefe de Carabineros del Sector y un Actuario o Ministro de Fe, que
designará el Alcalde” (art. 156).
Sección VI
PRESCRIPCION DE LAS ACCIONES POSESORIAS ESPECIALES
1.378. ENUNCIACIÓN.
La disposición que consagra el plazo de prescripción de las acciones posesorias
especiales ya la hemos explicado con relación a algunas de ellas. Nos limitaremos
ahora a reproducirla sin mayores comentarios. Dice el artículo 950 del Código
Civil:
“Las acciones concedidas en este título para la indemnización de un daño
sufrido, prescriben para siempre al cabo de un año completo.
Las dirigidas a precaver un daño no prescriben mientras haya justo motivo de
temerlo.
Si las dirigidas contra una obra nueva no se instauraren dentro del año, los
denunciados o querellados serán amparados en el juicio posesorio, y el denunciante
o querellante podrá solamente perseguir su derecho por la vía ordinaria.
Pero ni aun esta acción tendrá lugar, cuando, según las reglas dadas para las
servidumbres, haya prescrito el derecho”.
Por tanto y si, por ejemplo, el dueño de una heredad construye una obra
voladiza que atraviesa el plan vertical de la línea divisoria con el predio vecino, el
dueño de este último podrá instaurar la denuncia de obra nueva dentro del lapso de
un año, contado desde que ella empezó a ejecutarse; si deja transcurrir el plazo,
sólo podrá hacerlo por la vía ordinaria; y si deja pasar cinco años, ya tampoco
podrá entablar la acción ordinaria declarativa de su derecho para hacer destruir
esa obra, porque las servidumbres continuas y aparentes, como la de que se trata,
se adquieren por prescripción de cinco años.
341
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Jurisprudencia
344
TRATADOS DE LOS DERECHOS REALES – LOS BIENES – TOMO II
345
INDICE
TRATADO DE los DERECHOs reales..............................................................3
ABREVIATURAS...............................................................................................5
Capítulo XII......................................................................................................7
LA PRESCRIPCION ADQUISITIVA..................................................................7
1. DE LA PRESCRIPCION EN GENERAL........................................................7
765. Definición; clases...........................................................................7
766. Crítica a la reglamentación conjunta dentro del Código...............7
767. Controversia sobre la unidad de la prescripción..........................8
768. Razones en virtud de las cuales la prescripción está tratada al
final del Código...........................................................................................8
769. Fundamentos y justificación de la prescripción............................9
770. Reglas generales comunes a ambas clases de prescripción.......10
771. 1) Necesidad de alegar la prescripción.......................................10
772. 2) Renuncia de la prescripción; cuándo puede hacerse..............10
773. Renuncias expresa y tácita..........................................................11
774. Naturaleza jurídica de la renuncia de la prescripción................11
775. Legitimado para renunciar a la prescripción..............................11
776. Renuncia de la prescripción por el representante......................11
777. Inoponibilidad de la renuncia al fiador........................................12
778. 3) Personas que pueden prescribir y contra las cuales se puede
prescribir...................................................................................................12
2. LA PRESCRIPCION ADQUISITIVA............................................................12
I. Definición y características......................................................................12
779. Definición.....................................................................................12
780. Características.............................................................................12
II. Requisitos de la prescripción adquisitiva...............................................13
781. Enumeración................................................................................13
A. Cosas susceptibles de prescripción......................................................13
782. Regla general...............................................................................13
783. Cosas que no se pueden adquirir por prescripción.....................13
784. Prescripción entre comuneros.....................................................13
B. Posesión................................................................................................16
785. Necesidad de una posesión con ánimo de señor o dueño...........16
786. Actos de mera facultad y de mera tolerancia..............................16
787. Actos de mera facultad................................................................16
788. Actos de mera tolerancia.............................................................16
789. Fundamento del requisito............................................................18
1) Accesión de posesiones...........................................................................18
790. Razón de ser................................................................................18
791. Materias en las cuales se aplica la accesión de posesiones........18
792. Requisitos de la accesión de posesiones.....................................18
793. Reglas que gobiernan la accesión de posesiones........................20
794. Disociación de posesiones...........................................................22
III. De la interrupción de la prescripción....................................................22
795. Generalidades..............................................................................22
796. Interrupción natural....................................................................22
347
797. Interrupción civil.........................................................................23
798. Regla general...............................................................................25
799. Excepción....................................................................................25
800. Efecto de la interrupción natural cuando se ha perdido la
posesión por haber entrado en ella otra persona (art. 2502, Nº 2º)........26
801. Personas que pueden invocar la interrupción de la prescripción.
...................................................................................................................26
802. Interrupción con respecto a los comuneros................................26
803. Casos en que ni aun la acción judicial produce el efecto de
interrumpir la prescripción.......................................................................27
804. 1º. Notificación ilegal de la demanda..........................................27
805. 2º. Desistimiento expreso de la demanda o declaración de
abandono de la instancia...........................................................................27
806. 3º. Sentencia absolutoria a favor del demandado.......................27
807. Interrupción: prescripción ordinaria y prescripción
extraordinaria...........................................................................................28
IV. Diversas clases de prescripción adquisitiva...........................................28
808. Prescripción ordinaria y prescripción extraordinaria.................28
A. Prescripción Ordinaria.........................................................................28
1) Generalidades....................................................................................28
809. Requisitos....................................................................................28
810. a) Posesión regular......................................................................28
811. b) Transcurso del plazo...............................................................29
812. Forma de computar los plazos.....................................................29
2) Suspensión de la prescripción...........................................................29
813. Concepto......................................................................................29
814. Efecto de la suspensión...............................................................29
815. Fundamento o razón de ser.........................................................29
816. Su carácter excepcional..............................................................30
817. Campo de aplicación...................................................................30
818. Causas de suspensión..................................................................30
819. Las causales de suspensión son taxativas...................................31
820. Diferencias entre la interrupción y la suspensión de la
prescripción..............................................................................................31
B. Prescripción Extraordinaria.................................................................32
821. Elementos propios.......................................................................32
822. a) Posesión irregular; las posesiones viciosas.............................32
823. b) Lapso de diez años. El lapso necesario para adquirir por la
prescripción extraordinaria es de diez años (art. 2511)...........................32
824. La posesión irregular debe ser ininterrumpida...........................32
825. El título, la buena fe y la tradición en relación con la prescripción
extraordinaria...........................................................................................32
826. La mera tenencia no da lugar a la prescripción..........................33
827. Semejanzas entre la prescripción ordinaria y la extraordinaria: 33
828. Diferencias entre la prescripción ordinaria y la extraordinaria:.33
829. Reglas aplicables.........................................................................34
VI. Efectos de la prescripción......................................................................34
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INDICE
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LA PROPIEDAD FIDUCIARIA........................................................................51
1. GENERALIDADES.....................................................................................51
860. Definiciones.................................................................................51
861. Personas que intervienen en el fideicomiso. Son tres: el
constituyente, el fiduciario y el fideicomisario.........................................51
862. La condición resolutiva en el fideicomiso....................................51
863. Existencia de un solo derecho en la propiedad fiduciaria...........51
864. Sustitución fideicomisaria...........................................................52
865. Breve noticia histórica del fideicomiso y las sustituciones
fideicomisarias..........................................................................................52
866. Vinculaciones: mayorazgos, obras pías, patronatos y capellanías.
...................................................................................................................53
867. El fideicomiso y las vinculaciones en la historia del Derecho
chileno.......................................................................................................53
868. Jurisprudencia.............................................................................55
869. El fideicomiso y la substitución fideicomisaria en el Código Civil.
...................................................................................................................55
870. La colocación del fideicomiso en el Código.................................55
2. CONSTITUCION DE LA PROPIEDAD FIDUCIARIA..................................55
871. Requisitos para la existencia del fideicomiso..............................55
872. Cosas que pueden constituirse en fideicomiso............................56
873. Solemnidad de la constitución del fideicomiso...........................56
874. Inscripción en el Registro del Conservador de Bienes Raíces....56
875. ¿Puede un fideicomiso adquirirse por prescripción?..................57
876. Existencia de dos personas.........................................................57
877. En el fideicomiso no hay sino un derecho: el de propiedad........58
878. El fiduciario debe ser una persona cierta y determinada que
exista en el momento de constituirse el fideicomiso................................58
879. Los fiduciarios y fideicomisarios pueden ser varios, pero no
sucesivos...................................................................................................58
880. Silencio respecto del fiduciario en la constitución del fideicomiso.
...................................................................................................................58
881. Falta del fiduciario; derecho de acrecer......................................58
882. Momento en que debe existir el fideicomisario...........................59
883. Pluralidad de fideicomisarios......................................................59
884. Falta de nombramiento del fideicomisario..................................59
885. Efectos que produce la falta del fideicomisario..........................60
886. Los substitutos de los fideicomisarios.........................................61
887. Principios que rigen las substituciones.......................................61
888. Prohibición de los fideicomisos sucesivos...................................61
889. Constitución a la vez de un usufructo y un fideicomiso..............61
890. Existencia de una condición........................................................62
891. ¿De qué naturaleza es la condición de que pende la restitución
de un fideicomiso?.....................................................................................63
892. La condición jurídica o legal del fideicomiso..............................63
893. Si el fideicomisario falta antes de la restitución de la cosa, el
fideicomiso se extingue.............................................................................63
350
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INDICE
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2. DERECHO DE HABITACION...................................................................110
1.038. Definición................................................................................110
1.039. Aplicación de las reglas del derecho de uso; modificación....110
1.040. Diferencias entre el usufructo y el uso y la habitación..........111
Capítulo XVII................................................................................................113
DE LAS SERVIDUMBRES...........................................................................113
1. GENERALIDADES...................................................................................113
1.041. Noción, función económica e importancia de las servidumbres.
................................................................................................................113
1.043. Explicación de la calificación de predial de las servidumbres.
................................................................................................................113
1.044. Predialidad de las servidumbres............................................113
1.045. Naturaleza del gravamen que impone la servidumbre..........114
1.046. Supuestos de la relación de servidumbre..............................115
1.047. Legislación sobre servidumbres.............................................115
2. CARACTERES JURIDICOS DEL DERECHO DE SERVIDUMBRE...........115
1.048. Enunciación............................................................................115
1.049. a) Derecho real.......................................................................116
1.050. b) Derecho inmueble. El derecho de servidumbre es inmueble,
pues se ejerce sobre una cosa de esta naturaleza (art...........................116
1.051. c) Es un derecho accesorio.....................................................116
1.052. d) Derecho perpetuo...............................................................116
1.053. e) Derecho indivisible.............................................................116
3. CLASIFICACION.....................................................................................117
Diversos criterios........................................................................................117
1.054. a) Por el carácter de la sujeción a que se encuentra sometido el
dueño del predio sirviente......................................................................117
1.055. b) Por las señales de su existencia, las servidumbres se dividen
en aparentes e inaparentes.....................................................................118
1.056. c) Por razón del ejercicio, las servidumbres pueden ser
continuas y discontinuas.........................................................................118
1.057. Continuidad o discontinuidad y apariencia o inapariencia... .119
1.058. Importancia de la clasificación de las servidumbres por razón
de su ejercicio.........................................................................................119
1.059. d) Por su origen......................................................................119
Crítica de esta Clasificación..............................................................120
4. EJERCICIO DEL DERECHO DE SERVIDUMBRE....................................120
1.060. Determinación del ejercicio y extensión del derecho de
servidumbre............................................................................................120
1.061. Reglas generales....................................................................121
1.062. Comportamiento “civiliter”....................................................121
5. SERVIDUMBRES NATURALES...............................................................121
1.063. Noción. Servidumbres naturales son las impuestas por la
naturaleza; existirían aun sin ley que las reconociera............................121
1.064. Servidumbre de libre descenso y escurrimiento de las aguas.
................................................................................................................121
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1. GENERALIDADES...................................................................................163
1.187. Las acciones de defensa de la propiedad...............................163
1.188. Definición y supuestos de la acción reivindicatoria...............164
1.189. Los legitimados activa y pasivamente en la causa
reivindicatoria.........................................................................................164
1.190. Fundamento............................................................................164
1.191. Alcance y efectos jurídicos.....................................................164
1.192. La acción reivindicatoria y las acciones personales de
restitución...............................................................................................164
1.193. Ejercicio conjunto de la reivindicación y las acciones
resolutorias o de nulidad.........................................................................165
1.194. La inoponibilidad no es una acción y menos previa a la acción
reivindicatoria.........................................................................................166
1.195. La reivindicación y las acciones posesorias...........................166
1.196. Casos en que no procede la reivindicación. a) Pago de lo no
debido......................................................................................................166
1.197. Procedimiento y competencia judicial....................................166
2. COSAS QUE PUEDEN SER REIVINDICADAS........................................167
1.198. Cosas corporales e incorporales............................................167
1.199. Cosas corporales raíces y muebles.........................................167
1.200. Cosas muebles compradas por el poseedor en una feria u otro
establecimiento industrial en que se vendan cosas muebles de la misma
clase........................................................................................................167
1.201. Singularidad de la cosa..........................................................168
1.202. Acción de petición de herencia y acción reivindicatoria........168
1.203. Cosas incorporales.................................................................169
1.204. Reivindicación de cuotas........................................................169
1.205. Determinación de las cosas que se reivindican......................170
1.206. Reivindicación de títulos al portador. a) Concepto de título de
crédito.....................................................................................................170
3. QUIEN PUEDE REIVINDICAR................................................................171
1.207. En principio, sólo puede reivindicar el propietario................171
1.208. Cualquier clase de propietario puede reivindicar..................172
1.209. Casos en que puede reivindicar un no dueño; acción publiciana.
a) Derecho romano..................................................................................172
1.210. El actor no debe poseer la cosa para poder entablar la acción
reivindicatoria.........................................................................................174
4. PRUEBA DEL DOMINIO.........................................................................175
1.211. Sujeto sobre el cual recae la carga de la prueba...................175
1.212. Principales puntos que debe probar el reivindicador. a) El
dominio....................................................................................................175
1.213. Cómo se prueba el dominio; distinción..................................176
1.214. A. Prueba de las vías originarias............................................176
1.215. B. Prueba de las vías derivativas............................................177
1.216. Construcción de la jurisprudencia francesa sobre las
presunciones de dominio inmobiliario....................................................178
1.217. La prueba testifical y el dominio............................................179
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1.247. Concepto.................................................................................193
1.248. Terminología...........................................................................193
1.249. Enunciación de las acciones posesorias.................................193
1.250. Clasificación de las acciones posesorias................................194
1.251. Fundamento y utilidad de las acciones posesorias. a)
Fundamento............................................................................................194
1.252. Origen histórico de los interdictos.........................................194
1.253. Explicación de la denominación “interdicto”. a) La etimología
de la palabra “interdicto” es discutida...................................................195
1.254. Naturaleza real e inmueble de las acciones posesorias.........196
1.255. Características procesales.....................................................196
1.256. Los juicios posesorios y la cosa juzgada.................................196
1.257. Alcance provisional o interino de las sentencias de los juicios
posesorios................................................................................................197
1.258. Importancia del fallo del juicio posesorio...............................197
1.259. Existencia de la acción posesoria ordinaria; controversia.....197
1.260. Posibilidad de tramitar la acción posesoria conforme al
procedimiento ordinario..........................................................................199
1.261. La citación de la evicción en los juicios posesorios................199
1.262. Prescindencia del derecho de dominio en los juicios posesorios.
................................................................................................................200
1.263. Acción reivindicatoria y acciones posesorias.........................200
Sección II................................................................................................201
COSAS QUE PUEDEN SER OBJETO DE LAS ACCIONES POSESORIAS
...................................................................................................................201
1.264. Enunciación............................................................................201
1.265. a) Bienes raíces......................................................................201
1.266. b) Derechos reales constituidos en bienes raíces..................201
1.267. Cosas que no pueden ser objeto de las acciones posesorias..201
1.268. Derecho real de herencia. Aunque comprenda bienes raíces, el
derecho real de herencia no tiene el carácter de inmueble...................201
1.269. Utilización de cosa ajena por mera tolerancia del dueño o
poseedor; aprovechamiento de la omisión de actos de mera facultad de
otro..........................................................................................................201
1.270. Bienes nacionales de uso público; derecho del concesionario.
................................................................................................................203
1.271. Servidumbres discontinuas o inaparentes. a) Principio.........203
Sección III...............................................................................................206
LEGITIMACION EN CAUSA Y SUPUESTOS DE LA ACCION
POSESORIA...............................................................................................206
1. La legitimación activa......................................................................206
1.272. Legitimados activos................................................................206
1.273. La legitimación del usufructuario, usuario y habitador.........206
1.274. La legitimación del comunero................................................207
1.275. La legitimación del heredero del poseedor............................207
1.276. Posesión tranquila y no interrumpida un año completo.........207
1.277. Enunciación............................................................................208
363
INDICE
364
INDICE
365
INDICE
366
INDICE
Sección IV...............................................................................................247
OTRAS ACCIONES POSESORIAS ESPECIALES.................................247
1.365. Denominación genérica..........................................................247
1.366. Acciones con relación al uso de las aguas. Nos limitaremos a
enunciarlas..............................................................................................247
1.367. Negligencia dañosa en dar salida a las aguas de que se sirve un
predio......................................................................................................248
1.368. Aplicación de normas del Código Civil sobre acciones
posesorias................................................................................................248
1.369. Acciones para impedir depósitos o corrientes de agua, o
materias húmedas o plantaciones...........................................................248
1.370. Acción y justicia privada para las inmisiones derivadas de las
ramas o raíces de árbol ajeno.................................................................249
1.371. Derecho de acceso coactivo al terreno ajeno para entrar a
coger los frutos que dan las ramas tendidas sobre él.............................249
1.372. Acciones consagradas en el título de las servidumbres que
deben tramitarse como la denuncia de obra nueva................................249
Sección V................................................................................................250
ACCION POPULAR838.........................................................................250
1.373. Concepto.................................................................................250
1.374. Acción popular con respecto a los lugares de uso público.....250
1.375. Recompensa al actor de la acción popular. La ley estimula el
ejercicio de la acción popular..................................................................252
1.376. La acción popular no obsta a las que puedan intentarse en el
solo interés privado.................................................................................252
1.377. Disposiciones municipales y administrativas.........................252
1.378. Enunciación............................................................................252
INDICE.........................................................................................................257
367