Está en la página 1de 4

AYUDA MEMORIA

DERECHO A LA VERDAD Y CASO MADRE MÍA

1. Antecedentes: Presunta compra de testigo en el caso Madre Mía

Conforme han revelado los medios de comunicación, existen 111 interceptaciones


telefónicas realizadas al ex presidente Ollanta Humala, la ex primera dama Nadine
Heredia y su entorno de confianza. En dichas grabaciones, presuntamente, se
constataría la coordinación de la compra de un testigo clave en el caso Madre Mía.

En 1992, el señor Jorge Ávila Rivera denunció ante la fiscalía al ex mandatario por
la desaparición forzada y el asesinato de Natividad Ávila Rivera, su hermana, y
Benigno Sulca Castro, su cuñado. Sin embargo, según lo señalado por el propio
señor Ávila, en 2006 se retractó de dicha denuncia tras recibir un pago de
US $ 4.500, los cuales habrían sido entregados por personas allegadas al
entonces candidato a la presidencia Ollanta Humala.

De ser así, tanto el ex mandatario, como las personas que habrían colaborado en
la compra del testigo, habrían cometido el delito de obstrucción de la justicia,
contemplado en el artículo 409-A del Código Penal:

“Artículo 409-A.- Obstrucción de la justicia

El que mediante el uso de fuerza física, amenaza, ofrecimiento o


concesión de un beneficio indebido, impide u obstaculiza se preste un
testimonio o la aportación de pruebas o induce a que se preste un
falso testimonio o pruebas falsas, será sancionado con pena privativa
de libertad no menor de tres ni mayor de cinco años”.

2. Decisión con calidad de cosa juzgada no impide reabrir investigación

En abril del 2009, la Sala Penal Nacional archivó la acusación contra el ex


presidente Ollanta Humala por los delitos de homicidio, lesiones graves y
desaparición forzada, al considerar que no se contaba con pruebas suficientes
sobre la responsabilidad penal del acusado. La decisión fue apelada, aunque fue
confirmada en agosto del mismo año por la Segunda Sala Penal Transitoria de la
Corte Suprema.

Existiendo pronunciamiento definitivo por parte de la Corte Suprema acerca de la


investigación seguida contra el ex mandatario se aduce que este asunto ostenta la
calidad de “cosa juzgada”, impidiendo que pueda reabrirse el proceso penal. Al
respecto, debe tenerse en cuenta que el artículo 139, inciso 2, de la Constitución
señala expresamente que:

“[N]inguna autoridad puede avocarse a causas pendientes ante el


órgano jurisdiccional ni interferir en el ejercicio de sus funciones.
Tampoco puede dejar sin efecto resoluciones que han pasado
en autoridad de cosa juzgada, ni cortar procedimientos en trámite,
ni modificar sentencias ni retardar su ejecución”

De acuerdo a lo señalado por el Tribunal Constitucional (TC), al obtener la calidad


de cosa juzgada una decisión judicial “no puede ser dejada sin efecto, ni
modificada, sea por actos de otros poderes públicos, de terceros o, incluso, de los
mismos órganos jurisdiccionales que resolvieron el caso en el que se dictó”1.

Ahora bien, el propio Colegiado Constitucional ha advertido que pueden existir


resoluciones judiciales que, pese a que formalmente tendrían la autoridad de cosa
juzgada, incurren en una grave contravención de la Constitución. Así, el TC ha
postulado qua, a efectos de brindar inmutabilidad a una decisión judicial, esta
debe adquirir la calidad de cosa juzgad constitucional entendida en los siguientes:

“Aquella sentencia que se pronuncia sobre el fondo de la


controversia jurídica, de conformidad con el orden objetivo de
valores, con los principios constitucionales y con los derechos
fundamentales, y de acuerdo con la interpretación que haya
realizado el Tribunal Constitucional de las leyes, o de toda norma
con rango de ley, o de los reglamentos y de sus precedentes
vinculantes”2.

Siendo así, no solo se requiere que la resolución judicial haya adquirido


formalmente la calidad de cosa juzgada, esto es, que no exista medio
impugnatorio en su contra, sino que también es necesario que dicha decisión haya
sido emitido en respeto de las normas constitucionales.

Por su parte, la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH) hace


referencia a la “cosa juzgada fraudulenta”, la cual es obtenida en vulneración de
las garantías del debido proceso. Al respecto, la Corte IDH ha señalado:

“[L]a autoridad de cosa juzgada sólo se justifica por la autoridad


que le transmite la regularidad del proceso y la legitimidad en la
actuación del juzgador. Es verdad que interesa a la sociedad y al
Estado la definición de las contiendas y la conclusión de los
conflictos, pero también lo es que ese objetivo digno –que ‘santifica’
la cosa juzgada- no debe procurarse y obtenerse a toda costa”3.

Además, la Corte IDH ha indicado que en casos de graves violaciones a los


derechos humanos, como la desaparición forzada, resulta admisible, reabrir las
investigaciones archivadas que tengan la calidad de cosa juzgada:

“[S]i aparecen nuevos hechos o pruebas que puedan permitir la


determinación de los responsables de violaciones a los derechos
1
STC Exp. Nº 04587-2004-AA/TC, f. j. 38.
2
STC Exp. Nº 05287-2008-AA/TC, f. j. 9.
3
Corte IDH. Caso Gutiérrez Soler vs. Colombia. Sentencia de 12 de septiembre de 2005, párr. 20.
humanos, y más aún, de los responsables de crímenes de lesa
humanidad, pueden ser reabiertas las investigaciones, incluso si
existe un sentencia absolutoria en calidad de cosa juzgada,
puesto que las exigencias de la justicia, los derechos de las víctimas
y la letra y espíritu de la Convención Americana desplaza la
protección del ne bis in idem”4.

Por tanto, ya sea por la existencia de nuevas pruebas o por las irregularidades en
el trámite del proceso penal seguido en contra del ex presidente Ollanta Humala,
la posibilidad de reabrir la investigación archivada en 2009 no contraviene la
garantía de la cosa juzgada consagrada en el artículo 139, inciso 2, de la
Constitución.

3. Derecho a la verdad: Estado tiene la obligación internacional de investigar


y sancionar a los responsables

En virtud del artículo IV de la Convención Interamericana sobre Desaparición


Forzada de Personas, suscrita por el Estado peruano, nuestro país tiene la
obligación internacional de “sancionar en el ámbito de su jurisdicción a los
autores, cómplices y encubridores del delito de desaparición forzada de
personas, así como la tentativa de comisión del mismo”.

Este criterio ha sido acogido por nuestro Tribunal Constitucional quien, en


referencia al deber estatal de evitar la impunidad del delito de desaparición
forzada, ha señalado lo siguiente:

“[L]a desaparición forzada o la tortura, son hechos crueles, atroces,


y constituyen graves violaciones a los Derechos Humanos, por lo
que no pueden quedar impunes; es decir, los autores materiales,
así como los cómplices de conductas constitutivas de violación de
derechos humanos, no pueden sustraerse a las consecuencias
jurídicas de sus actos”5.

Estrechamente relacionado con esta obligación de sancionar las desapariciones


forzadas, la Corte IDH y el TC han reconocido el derecho a la verdad en los
siguientes términos:

“La Nación tiene el derecho de conocer la verdad sobre los hechos o


acontecimientos injustos y dolorosos provocados por las múltiples
formas de violencia estatal y no estatal. Tal derecho se traduce en la
posibilidad de conocer las circunstancias de tiempo, modo y
lugar en las cuales ellos ocurrieron, así como los motivos que
impulsaron a sus autores”6
4
Corte IDH. Caso Almonacid Arellano y otros Vs. Chile. Sentencia de 26 de septiembre de 2006,
párr. 154.
5
STC Exp. Nº 02488-2002-HC/TC, f. j. 5.
6
STC Exp. Nº 02488-2002-HC/TC, f. j. 8.
Ahora bien, el derecho a la verdad no solo tiene una dimensión colectiva, sino
también una individual que recae sobre los familiares y allegados de las víctimas
de desaparición forzada. Sobre el particular, el TC ha manifestado que el derecho
a la verdad exige identificar a los responsables:

“Las personas, directa o indirectamente afectadas por un crimen de


esa magnitud, tienen derecho a saber siempre, aunque haya
transcurrido mucho tiempo desde la fecha en la cual se cometió el
ilícito, quién fue su autor, en qué fecha y lugar se perpetró, cómo
se produjo, por qué se le ejecutó, dónde se hallan sus restos, entre
otras cosas”7.

En consecuencia, constituye una obligación internacional del Estado peruano


investigar efectivamente y, eventualmente, sancionar a los responsables por la
desaparición forzada de los señores Natividad Ávila Rivera y Benigno Sulca
Castro. De lo contrario, se estarían creando un ambiente de impunidad y
afectando el derecho a la verdad no solo de sus familiares, sino de todo los
ciudadanos.

7
STC Exp. Nº 02488-2002-HC/TC, f. j. 9.

También podría gustarte