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Tercera Generación
Terapia de Aceptación y
Compromiso
6ECTS
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Máster Universitario en Terapias
Psicológicas de Tercera Generación
Edita
Depósito Legal
En proceso
Máster Universitario en
Terapias Psicológicas de
Tercera Generación
Psicología Positiva
6ECTS
INTRODUCCIÓN ................................................................................................................................................................... 7
TEMA 1. UNA NOTA SOBRE EL CONTEXTO SOCIAL EN QUE SE CONFIGURAN LOS TRASTORNOS
PSICOLÓGICOS..................................................................................................................................................................... 9
TEMA 2. ALGUNOS APUNTES SOBRE EL COMPORTAMIENTO VERBAL .......................................................... 11
2.1. Conducta gobernada por reglas (brevemente)....................................................................................... 11
2.2. La Teoría de los Marcos Relacionales (RFT). Una reseña ....................................................................... 13
TEMA 3. TRAMPAS PSICOLÓGICAS GENERADAS POR EL LENGUAJE.............................................................. 17
3.1. Contexto de literalidad ..................................................................................................................................... 17
3.2. Contexto de evaluación, de comparación y de categorización ......................................................... 18
3.3. ¿Por qué? Dar razones y entenderlas como causas................................................................................ 19
TEMA 4. MODELO DE PSICOPATOLOGÍA .................................................................................................................. 21
TEMA 5. ACT: ACCEPT, CHOOSE, TAKE ACTION ..................................................................................................... 27
5.1. La terapia ............................................................................................................................................................... 28
5.1.1. Fases de la ACT........................................................................................................................................... 29
5.2. Formulación de un caso desde ACT............................................................................................................. 53
BIBLIOGRAFÍA ..................................................................................................................................................................... 56
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Módulo II. Aplicación Clínica de las Terapias de Tercera Generación
LEYENDA
Glosario
Términos cuya definición correspondiente está en el apartado “Glosario”.
Enlace de interés
Dirección de página web.
Ejemplo
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Módulo II. Aplicación Clínica de las Terapias de Tercera Generación
Introducción
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lenguaje sobre el resto del comportamiento humano. Para ello cuenta con un amplísimo bagaje
experimental basado en análogos del comportamiento verbal, a través del cual se muestra cómo se
forman las relaciones verbales, cuáles son sus propiedades, cómo tales relaciones ejercen control
sobre lo que las personas hacen, cómo se transforman las funciones de las relaciones de estímulo
derivadas, etcétera, y cómo el tipo de relaciones de estímulo derivadas pueden llegar a generar
sufrimiento psicológico. Es por ello que parte de este manuscrito se dedica a exponer algunos
conceptos básicos de la RFT y sus implicaciones en el desarrollo de los trastornos psicológicos y en
la fundamentación de las técnicas de intervención desarrolladas para su tratamiento.
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Módulo II. Aplicación Clínica de las Terapias de Tercera Generación
Tema 1
En las últimas décadas la salud mental ha pasado a primer plano del sistema sanitario e incluso
mediático. Depresión, ansiedad, esquizofrenia, adicción, trastornos de personalidad, son términos
que han traspasado el plano técnico de diagnóstico al lenguaje cotidiano de modo que
profesionales no especialistas en el tema de la salud mental aplican estos términos y los términos
mismos han acabado siendo realidades al margen de la persona calificada con alguno de ellos (o
varios). Con ello se habla de enfermedades mentales concretas con tratamientos concretos
(básicamente farmacológicos), lo que en caso de los pacientes, clientes o usuarios de los servicios
ha acabado por generar relaciones del tipo yo me siento mal, estoy triste y abatido/a, no puedo
seguir adelante, tengo depresión, estoy enfermo/a…
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algún modo podemos decir que, tanto el sufrimiento como su impermanencia, forman parte de la
condición humana.
Esto es así para todas y todos nosotros. Sin embargo, hay muchas personas que se ven atrapadas
de forma persistente en el malestar y en la incapacidad, construyen presentes y futuros
inmanejables y entran en una espiral de sufrimiento que acaba convirtiéndose en el eje de sus
vidas. Todo lo que hacen tiene como misión acabar con dicho malestar. Pero el sufrimiento no se
acaba. Y en ese afán por huir de los pensamientos, sentimientos, reacciones corporales, más
pensamientos, más emociones que nos resultan insoportables desarrollan(mos) patrones
depresivos, ansiógenos, evitativos, dependientes, adictivos, esquizotípicos, paranoicos, etcétera.
“No sé qué me pasa, me siento fatal, no consigo salir de esto, si la vida va a ser así día tras día
no merece la pena, esto no es para mí, no puedo seguir adelante, todos me ha fallado, o
mejor dicho, yo he fallado… los demás tienen vida, son felices, consiguen lo que se
proponen, yo no…”
Este discurso puede pertenecer a una persona que tiene un momento de aflicción por algún
acontecimiento o serie de acontecimientos que le hayan ocurrido. También puede pertenecer a
alguien que minutos después consume una mortal dosis de fármacos, en tanto que ha llegado a la
convicción de que la única forma de acabar con el abatimiento, la única salida que encuentra para
su sufrimiento, es poner fin a su vida.
En estas pocas frases la persona reflexiona sobre sí misma, se juzga, se compara, establece
relaciones del tipo “para poder seguir viviendo primero tengo que acabar con la angustia”,
etcétera. Está atrapada bajo el poder del lenguaje. En las siguientes líneas se exponen brevemente
algunos de los principales conceptos de la RFT con objeto de facilitar la comprensión del desarrollo
de los trastornos psicológicos y la fundamentación de ACT, como terapia de elección en muchos de
ellos.
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Tema 2
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Existen diferentes tipos de reglas según el tipo de consecuencias que mantienen su seguimiento.
En primer lugar está el pliance, que consiste en el seguimiento de reglas cuyas consecuencias
están mediadas socialmente: por ejemplo, si una madre le dice a su hijo, bébete este vaso de agua, el
hijo puede seguir la instrucción para obtener el refuerzo (en forma de caricias, reconocimiento) de
su madre, no porque tenga sed. Este es el primer tipo de reglas que se adquiere a lo largo del
desarrollo y su función es recibir reforzamiento por seguir instrucciones, es decir, establecer el
seguimiento de instrucciones como una operante generalizada. No obstante, las contingencias
implicadas en el pliance son arbitrarias, con lo que el cambio en las consecuencias propias de
seguir la regla no implica cambio en el comportamiento de seguimiento, con lo que puede
constituir la base de patrones de comportamiento “rígido” o “inflexible”.
El tercer tipo de comportamiento gobernado por reglas se denomina augmenting. En este caso se
trata del seguimiento de reglas en las que se modifica la función de las consecuencias. Cuando el
cambio implica ensalzar las características de las consecuencias del seguimiento se denomina
augmenting motivador. Un ejemplo de ello sería ir al médico señalando que se trata de un
especialista de sumo prestigio, o ir a un restaurante que nos han recomendado por su reconocida
calidad. Cuando el augmenting extiende sus funciones a nuevos eventos se denominan
formativos. Esto es, las consecuencias reforzantes del seguimiento de unas reglas o instrucciones
se transfieren al seguimiento de otras reglas. Así por ejemplo, si compartir es ser solidario y ser
solidario es positivo (ser calificado de solidario es reforzante), dicho tipo de consecuencias
funcionará como reforzador del seguimiento de reglas que impliquen “ser solidario”. En este caso,
el augmenting permite mantener el control del comportamiento a través de contingencias muy
demoradas, abstractas o desconocidas a través de la experiencia directa.
Todos los tipos de reglas y su seguimiento son sumamente útiles en el sentido de que nos
permiten aprender nuevos comportamientos y persistir en algunos de ellos cuyas consecuencias
son muy demoradas, sin tener que exponernos a consecuencias potencialmente peligrosas, ni a
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tediosos procesos de moldeamiento. Ahora bien, el seguimiento de reglas también puede generar
problemas. Por ejemplo, cuando el comportamiento de una persona (o una importante parte del
mismo) está basado en el seguimiento de reglas establecidas históricamente a través de
reforzamiento social (por ejemplo, reglas de tipo moral) puede que no discrimine las
consecuencias negativas (si las hubiere) para su vida que pudieran derivarse de dicha adhesión
normativa. Es decir, sería insensible a las contingencias del seguimiento de las reglas. La
insensibilidad correlaciona con la “rigidez psicológica”. Este aspecto tiene repercusiones en la
terapia dado que el/la paciente puede seguir las instrucciones del/la terapeuta únicamente por
complacerle, o contradecirle (en caso de resistencia), sin que el seguimiento quede bajo control de
contingencias naturales que la persona considera positivas.
Por otro lado, en el caso de los tracks, hay dos fuentes principales de problemas. En primer lugar
cuando se intenta aprender siguiendo instrucciones o reglas comportamientos que sólo pueden
aprenderse por moldeamiento (como, por ejemplo, conducir). La otra fuente de problemas surge
cuando se establecen reglas o relaciones inadecuadas y el comportamiento de seguimiento queda
alineado con el contenido de la regla. Un ejemplo sería, “no puedo ser feliz si nadie me quiere” o
“tengo que conseguir un aspecto perfecto para buscar trabajo”. En el caso de la psicopatología son
especialmente relevantes los tracking relacionados con eventos internos (pensamientos,
emociones, etcétera), como, por ejemplo, “hasta que no se me quite la ansiedad no podré salir de
casa”.
En el caso de los augmenting, los principales problemas pueden venir dados cuando se liga una
meta de proceso a una meta de resultado como condición, sin que sea correcta dicha relación. Un
ejemplo serían afirmaciones del tipo “hay que dejar de sufrir para poder ser feliz”. En este caso los
esfuerzos se dedican a dejar de sufrir, no hacia la meta final.
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Desde la RFT se entiende que un estímulo es verbal cuando forma parte de un marco de relaciones,
es decir, cuando adquiere sus funciones (significado) por su relación con otros eventos (con los que
no comparte propiedades formales o topográficas). Ilustramos con un ejemplo:
Ejemplo
“cuando oímos el sonido “gato” (A), señalamos la palabra gato escrita (B), señalamos el
dibujo de un gato (C). De este modo, la palabra gato no es un sonido, sino que
respondemos a la palabra en función de su significado, y éste viene dado por la relación
entre el sonido y los demás estímulos. Cuando establecemos la relación entre el sonido, la
palabra escrita y el dibujo emergen otras relaciones que no han sido entrenadas
directamente”. A estas relaciones se les denomina relaciones de estímulo derivadas. (Ver
figura 1).
Figura 1. Forma en la que las relaciones de estímulo derivadas establecen significado literal. Las líneas continuas corresponden
a las relaciones entrenadas, las discontinuas corresponden a las relaciones derivadas. ((Hayes, Strosahl y Wilson, 1999; pág. 38).
Cuando se establecen las relaciones directas, las relaciones inversas emergen (relaciones
simétricas) sin necesidad de entrenamiento directo, así como las relaciones transitivas y sus
inversas (relaciones de equivalencia). Éstas serían las relaciones básicas, es decir, las relaciones
simétricas y de equivalencia serían relaciones de estímulo derivadas y formarían una clase de
estímulos funcionalmente equivalentes, es decir, equivalen en sus significados.
Las relaciones de estímulo derivadas pueden ser de muchos tipos, (igual o equivalente a, mas-
menos, antes-después, si-entonces, de comparación, de diferencia, de oposición, etcétera). De esta
forma gato adquiere más significados por su participación en redes relacionales más extensas, por
ejemplo sería opuesto a perro, equivalente a felino, etcétera. De este modo la conducta verbal es
comportamiento relacional que a su vez es una clase conductual operante, es decir, una vez que se
establece una relación a través del reforzamiento de varios ejemplos, la persona establecerá este
tipo de relaciones a la mínima oportunidad.
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relacionado con C, ello supone algún tipo de relación entre A y C en dicho contexto; 3) tales
relaciones pueden transformar las funciones de estímulo entre estímulos relacionados. Por
ejemplo, si decimos “María es guapa y simpática” como los adjetivos guapa y simpática tienen
funciones positivas (de reforzamiento positivo), María adquiere una función positiva al estar en
relación de equivalencia con los otros elementos. A su vez podemos decir “las personas guapas
son caprichosas” (y caprichoso tiene una función aversiva). Si ponemos en contacto esta última
relación con la anterior, las funciones de María se transformarían. Hay que señalar que el tipo de
relación que opera en cada momento viene dada por claves contextuales (por ejemplo, en María es
guapa y simpática, la clave contextual que indica el tipo de relación que opera sería “es” y por tanto
estamos ante una relación de coordinación o equivalencia.
Es importante destacar que una vez derivada una relación, es imposible romperla, podemos
transformar sus funciones, debilitarla, pero el comportamiento relacional es aditivo no sustractivo.
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Tema 3
Como se ha señalado más arriba el lenguaje es una importante fuente de sufrimiento psicológico,
en tanto que derivamos relaciones de estímulo que suponen barreras para el desarrollo de una
vida con sentido. En las siguientes líneas describimos más detenidamente a qué llamamos trampas
del lenguaje o contextos verbales cuya función psicológica implica perpetuar patrones de
comportamiento psicopatológicos. Un análisis más extenso de las trampas del lenguaje puede
encontrarse en Hayes, Barnes-Holmes y Roche (2001), Hayes, Strosahl y Wilson (1999) o Gómez,
López-Ríos y Manjón (2007).
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ante un sentimiento que se ha producido en una situación concreta, evocamos otras situaciones
en las que dicho sentimiento estuvo presente, y dichas situaciones quedarían relacionadas a través
de dicha emoción.
Por tanto, cuando se habla de literalidad al contenido cognitivo se trata de correspondencia entre
dicho contenido y el resto del comportamiento de la persona, independientemente de las
consecuencias que dicho control instruccional pueda tener sobre su vida. Otro ejemplo sería “hasta
que no se me quite esto (en referencia a la sensación de malestar) y esté bien no voy a poder hacer
lo que quiero”. Si la persona muestra literalidad a este contenido, posiblemente paralice su vida,
pierda motivación, habilidad, reconocimiento, etcétera, posiblemente desarrolle patrones de tipo
depresivo, en tanto que ha establecido una condición que actúa como barrera de su conducta.
Por otro lado, al categorizar eventos, establecemos relaciones de coordinación entre los elementos
que configuran una clase funcional. Los elementos de una clase comparten significados y se
relacionan verbalmente con otros eventos en contextos de comparación, oposición, etcétera, que
dividen y simplifican la realidad. Una vez adquirida la capacidad de formar categorías como
relaciones derivadas, lo hacemos constantemente, ya que esto facilita discriminar el
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Lo mismo ocurre con nosotros mismos. Conocernos a nosotros mismos nos es muy útil en tanto
que nos permite discriminar y predecir nuestro comportamiento dadas determinadas condiciones.
Sin embargo, conocernos puede significar evaluarnos y compararnos hasta el punto de
relacionarnos con el mundo según nos hemos configurado o evaluado. Podemos considerarnos
inútiles, incapaces o poco merecedores de…y mostrar un patrón de comportamiento inhibido, sin
iniciativa. Además, podemos luchar contra tales pensamientos (o sentimientos o recuerdos) en
tanto que aversivos. Ser conscientes de experiencias privadas aversivas es la consecuencia natural
del lenguaje. Y todo ello sin diferenciar el contenido de lo que pensamos del proceso de
pensamiento, es decir, “yo en estas condiciones tengo este pensamiento” que permitiría
diferenciar el contenido del pensamiento dadas unas condiciones, el proceso de pensar y la
persona que en ese momento y contexto tiene ese pensamiento. Sin embargo, lo habitual y es que
la persona establezca la relación “yo soy…” y quede fusionada con dicha relación, o lo que es lo
mismo, dicha relación permite derivar otras del tipo “si…entonces” controlando el
comportamiento de la persona. Por ejemplo, si una chica establece la relación “yo no soy atractiva,
las personas no atractivas no son estimadas, las personas poco atractivas son rechazadas, si intento
relacionarme posiblemente seré rechazada”. Este contenido cognitivo puede estar presente en una
persona que evita situaciones sociales por temor a ser rechazada con lo que renuncia a una
importante faceta vital: establecer relaciones de intimidad con otras personas.
Establecer este tipo de relaciones está muy reforzado culturalmente ya que la comunidad puede
tener sensación de control sobre lo que ocurre, en este caso una agresión, ya que tiene una causa
que juzgar como “coherente” o “razonable” o no. Es decir, como lo más fácil de observar en el
momento que hacemos algo son las respuestas emocionales previas, es fácil atribuir estados
internos como causa final de una parte importante de nuestro comportamiento. Obviamente esta
relación entre eventos internos y comportamiento abierto forma parte del repertorio de relaciones
derivadas que rigen nuestro comportamiento, de modo que como la relación y el comportamiento
tienen vinculación mutua, podemos acabar fusionándonos al contenido de dicha relación. De esta
forma si entendemos que enfadarse provoca agredir o si la tristeza impide levantarse, o si recordar
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produce dolor y beber me ayuda a no recordar, etcétera, y nuestro comportamiento se fusiona con
tales sentencias o relaciones, dirigiremos nuestros esfuerzos a alterar dichos sentimientos,
emociones o pensamientos.
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Tema 4
Modelo de Psicopatología
Prácticamente toda nuestra experiencia, incluida la que tiene un origen no verbal, se torna verbal,
al menos en parte, y tiende a abarcar toda forma de actividad. De este modo nos pasamos de la
mañana a la noche comportándonos relacionalmente, esto es, describiendo, categorizando,
relacionando, evaluando, etcétera, hasta el punto que nuestro comportamiento está más regido
por nuestras relaciones de estímulo derivadas que por nuestra experiencia.
Desde el punto de vista de ACT “el problema no es lo que se piensa, sino el pensamiento en sí (el
proceso), y el hecho de que la comunidad verbal apoya excesivamente la regulación conductual a
través del lenguaje” (Hayes, Strosahl y Wilson, 1999, pág. 49). De esta forma, en los modelos más
cognitivos el centro de atención serían los contenidos del pensamiento y la lógica prevalente
pasaría inducir un cambio en tales contenidos: “no pienses esto sino esto otro”. Esto supone,
siempre desde una perspectiva de ACT, añadir nuevas relaciones a las ya existentes, o lo que es lo
mismo, perpetuar y potenciar el control del pensamiento sobre nuestra conducta.
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Cuando una persona acude a terapia, no sólo tiene un problema, si no que cree que el problema
está causado por esto o esto otro, o que necesitan resolver sus problemas haciendo algo. De
alguna manera, la lógica que se aplica a los problemas (incluidos los psicológicos) estaría
compuesta por 5 tipos de relaciones (ver figura 2) que en resumen quedarían como sigue: los
problemas humanos tienen causas, cuando exploramos analíticamente dichas causas encontramos
las razones de dichos problemas, tales razones se convierten en buenas causas (lógicas,
culturalmente aceptables). Si encontramos sentimientos y pensamientos que correlacionan con el
problema, los entenderemos como buenas razones y, por tanto, los sentimientos y pensamientos
serán aceptados como causas del problema. Una vez que tenemos la causa, la función de la terapia
o de cualquier otro tipo de estrategia de solución del problema será controlar las causas, o lo que
sería lo mismo, controlar los pensamientos, sentimientos, etcétera, que hemos establecido como
causas.
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Figura 2. Lógica aplicada a los problemas psicológicos, que constituye el sistema que atrapa a las personas y les impide llevar a
cabo una vida con sentido.
Desde un punto de vista de ACT, las estrategias para eliminar los pensamientos (conductas de
evitación de eventos privados aversivos), fortalecen la función regulatoria de tales sentimientos y
pensamientos, es decir, éstos serían el contexto que especifica las conductas de evitación de tales
sentimientos y pensamientos. De esta forma, considerar los sentimientos y pensamientos como un
problema, es parte del problema. Más aún, las soluciones traídas para resolver el problema de los
sentimientos y pensamientos, también se convierten en parte del problema.
El concepto clave es el de “evitación experiencial” (EE) (Bach & Moran, 2008; Hayes & Gifford, 1997)
que se refiere a cuando una persona no está dispuesta a tener contacto con sus experiencias
privadas y se comporta para alterar la forma o frecuencia de dichas experiencias y de los contextos
que las ocasionan. Dada la bidireccionalidad del lenguaje, las cualidades aversivas de un evento se
trasfieren a la descripción del evento y a otras reacciones relacionadas con dicho evento. De este
modo y valga como ejemplo, “la ansiedad no es una mera respuesta emocional que aparece ante
un estímulo aversivo, la ansiedad es una categoría verbal evaluativa altamente aversiva, que se
relaciona y transforma la funciones de un gran número de eventos externos” (Hayes, et. al, 1999,
pág. 59). De hecho en la investigación sobre aprendizaje animal no encontramos patrones de
evitación de las reacciones de ansiedad a estímulos aversivos, encontramos evitación de los
propios estímulos aversivos y a aquellos estímulos inicialmente neutros que los preceden.
Todo ello supone que en la agenda de los clientes el objetivo principal sea controlar y reducir sus
sentimientos y/o pensamientos (depresivos, ansiosos, de culpa, etcétera) y es importante destacar
que en muchos casos la terapia no hace más que aliarse con el cliente para lograr dichos objetivos,
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lo que no hace sino fortalecer la lucha contra los eventos internos aversivos y potenciar los
comportamientos que los eliminan. Tanto es así, que dada la bidireccionalidad del lenguaje, parece
que la “maldad” de las emociones o pensamientos a evitar es inherente a tales emociones o
pensamientos y no producto de nuestra evaluación o juicio sobre los mismos. Sin embargo, esta
lucha para no sentirnos mal o no tener pensamientos desoladores puede llegar a producir efectos
psicológicos devastadores.
Lo dicho implica que evitar las experiencias internas que han sido calificadas como aversivas se
sitúa a la base de los patrones psicopatológicos de comportamiento. Por el contrario, estar
dispuesto, estar abierto a contactar con dichas experiencias es el mejor predictor para obtener
buenos resultados terapéuticos, es decir, la clave estaría en aceptar tales eventos y experimentarlos
sin tratar de alterarlos, tal y como propone el modelo psicoterapéutico de ACT.
Siguiendo de modo casi literal a Hayes, Stroshal y Wilson (1999), si nuestras reacciones son nuestra
historia, y nuestras reacciones son nuestro enemigo, al no poder cambiar nuestra historia tratamos
de modificar nuestras reacciones distorsionando nuestras vidas, en la dirección de no tener
contacto con nuestra propia historia. Sin embargo, si estamos en contacto con nuestra propia
historia podemos alterar nuestra conducta futura y hacernos sensibles a las consecuencias de
nuestros propios actos. Podemos aprender. Desde ACT lo importante es notar y aprovechar la
riqueza de nuestras reacciones condicionadas, y con ellas, seguir las direcciones valiosas de nuestra
vida. Las personas se identifican con el contenido y proceso de su vida mental. Desenredar a las
personas de sus mentes es uno de los objetivos de ACT. Por ello es útil tratar la mente como si fuera
una entidad independiente, de forma la persona pueda identificar y distanciarse de la hegemonía
de su actividad.
Los pacientes pasan mucho tiempo evaluando su estado, si son felices, si han fracasado en la vida o
han tenido éxito, etcétera. Se esfuerzan por controlar su estado psicológico, por estar tranquilos, y
en el intento pierden el control de su propia vida. Todas las experiencias tienen un “pero”, una
evaluación que las infravalora o las distorsiona, su impacto se magnifica por la constante actividad
verbal que las envuelve, lo que las hace estar constantemente presentes. Por todo ello el problema
de muchos clientes se identifica como FEAR: fusión, evaluación, evitación (avoidance) y razones.
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Cuando se habla de fusión cognitiva, entendemos que los pensamientos y reacciones emocionales
de la persona forman parte de su identidad. Sigue literalmente las instrucciones de su
pensamiento, y trata de evitar los pensamientos y emociones aversivos en aras a situarse en un
estado psicológico más saludable, sin tener en cuenta que también los sentimientos y
pensamientos negativos forman parte de su salud. Cuando tratan de eliminarlos, éstos aumentan
su frecuencia, intensidad, duración y poder de regulación conductual. Sin embargo, si aceptamos
que un pensamiento es un pensamiento y un sentimiento es un sentimiento, se abre una gama de
posibilidades. Entre ellas, la posibilidad de percatarnos de los procesos de pensar y sentir, de las
condiciones con que se relacionan 1. En términos metafóricos, sería algo como notar que si la
realidad tiene color, es porque nos hemos puesto gafas de color para observarla. En este sentido la
fusión cognitiva es una de las fuentes de psicopatología y la de-fusión uno de los objetivos de ACT,
en tanto que trata de debilitar las relaciones verbales derivadas que controlan parte del
comportamiento de la persona con consecuencias negativas para su vida a medio plazo.
Como también se ha mencionado, evitar los eventos aversivos internos es el camino más corto
para reducir, al menos de forma inmediata, el dolor. Sin embargo, desde ACT se trata de disminuir
la evitación potenciando la aceptación, disminuyendo la literalidad del lenguaje a través de su
relación con las consecuencias a largo plazo de seguir tales reglas.
1
Por ejemplo, cuando identificamos un olor que estuvo presente en momentos agradables de la infancia, como el olor a pan recién
hecho, evocamos recuerdos de escenas o acontecimientos que tenemos relacionados con ese olor. Es decir, si queremos controlar los
recuerdos tenemos que controlar las condiciones en que tales recuerdos aparecen (en este caso el olor, pero no sólo), lo que hace
nuestra vida más reducida. Por otro lado, también podemos identificar las condiciones que evocan recuerdos (evaluados como positivos
o como negativos) y decir “cuando hay este olor aparece un pensamiento sobre …”
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Tema 5
Los pensamientos y los sentimientos son importantes pero no tienen que determinar lo que
haremos. El comportamiento alternativo a la evitación es la aceptación, es decir, recibir o
tomar lo que sucede en nuestro interior, ya sea un pensamiento, un sentimiento, una
sensación desconocida hasta el momento, un recuerdo, etcétera. Para ello, es necesario que
el paciente esté dispuesto a abandonar la agenda de cambio que trae a terapia y a activar el
proceso de sentir los sentimientos como sentimientos, los pensamientos como
pensamientos y los recuerdos como recuerdos. Sólo podemos cambiar la conducta abierta y
sólo debemos empeñarnos en cambiar lo que se puede cambiar, y la guía para ese cambio
sería: según mi experiencia ¿este comportamiento es útil para mi vida? ¿hacer esto me da o
me quita vida?
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5.1. La terapia
Tras todo lo anterior estamos en mejores condiciones de comprender la ACT. Esta terapia está
diseñada para ayudar al cliente a salir de estar centrado en el contenido de las experiencias
psicológicas a comprender el contexto de estas experiencias, tanto positivas como negativas y con
ello, capacitar al paciente para dirigir su comportamiento hacia sus propios valores vitales 2.
Para facilitar este cambio el/la terapeuta ACT: 1) debilita la inútil agenda del paciente; 2) muestra
cómo la agenda de cambio está basada en estrategias de control emocional y de evitación; 3)
ayuda al cliente a identificar y disminuir la fusión cognitiva; 4) ayuda al cliente a contactar con un
sentido del yo que va más allá de las reacciones programadas y creencias literales sobre sí mismo;
5) ayuda al cliente a identificar direcciones valiosas en su vida y las metas acciones necesarias para
conseguirlas; 6) apoya al cliente a implicarse en acciones comprometidas, permitiendo que los
pensamientos, sentimientos y recuerdos no funcionen como obstáculos sino como una parte
esperable de una vida con sentido 3 (Hayes et al 1999, pág. 82).
Se trata por tanto de debilitar patrones de literalidad del lenguaje. Para ello desde ACT se utilizan
ejercicios experienciales, metáforas, paradojas, etcétera. Por ejemplo, en el caso de las metáforas,
su utilidad frente a uso de instrucciones es que no hay una manera correcta o incorrecta de seguir
una metáfora, no son una regla o instrucción, no son un pliance. No es lenguaje analítico lineal y
por tanto permite experimentar las situaciones que se describen, cada persona las interpreta de
forma diferente, se pueden aplicar a situaciones diferentes y además son fáciles de recordar.
Las paradojas y ejercicios experienciales comparten con las metáforas su función de debilitar el
lenguaje literal. En el caso de las paradojas, lo interesante es que las propias trampas verbales de
los trastornos psicológicos son inherentemente paradójicos: “no pienses en un elefante rosa”,
“compórtate con espontaneidad”. Además, el propio concepto de psicopatología es paradójico en
tanto que tratar de cambiar algo en una dirección determinada es justamente lo ha lleva a que el
cambio no se produzca, sin embargo, no tratar de cambiar nada es, posiblemente, el mayor cambio
que pueda producirse.
2
A la hora de describir la terapia ACT, seguimos de forma sistemática el manual de Hayes et al. (1999), también se recomienda el manual
de Wilson y Luciano (2002), ya que es un manual de ACT en castellano.
3
Nótese que en todo momento se señala que el terapeuta ACT “ayuda, muestra, apoya…” , es decir, no dice al paciente lo que tiene que
hacer y se cuida de que el paciente derive otras reglas que seguir de las recomendaciones del/ la terapeuta, ya que entonces
permanecería en el mismo proceso de regulación conductual: la literalidad al contenido cognitivo.
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De alguna manera, las reglas que rigen el comportamiento de los clientes coinciden
con el pensamiento contemporáneo relativo a la salud y la enfermedad, a la felicidad
y al bienestar. El paciente está atrapado en el siguiente sistema de creencias:
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A lo largo de esta fase el/la terapeuta tiene como objetivo debilitar las funciones de
este sistema de creencias que viene a señalar que “si controlas tus emociones (tu
mundo privado) controlas tu vida”.
4
Todas las metáforas y ejercicios que se describen a lo largo del texto se corresponden con los propuestos en el manual de la
terapia de Hayes, Strosahl y Wilson (1999).
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Existen dos elementos de gran interés en esta fase: el primero de ellos se refiere a
debilitar el sistema de creencias, a confundir al cliente de forma que a falta de reglas
a las que adherirse se facilite el contacto con la experiencia. La segunda es la propia
experiencia emocional de la desesperanza, cuando comprueba que todos los
intentos por resolver el problema han sido infructuosos y que su análisis del
problema es parte del problema. En este contexto, aparecen sentimientos
relacionados con “todo lo que he hecho ha sido inútil”, “no sé qué es lo adecuado,
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qué tengo que hacer”. De esta forma, los sentimientos que aparecen son una
oportunidad para iniciar la exposición a experiencias privadas aversivas (como estar
en incertidumbre) sin eliminarlas, y con ellas, iniciar el proceso terapéutico con
apertura y disposición.
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listado de los intentos de solución; 3) evaluar a largo plazo los intentos de solución,
es decir, si han funcionado o no. Es importante señalar que lo normal es que no haya
funcionado y que a pesar de eso cualquier persona razonable haría lo que hace, hay
que validar la experiencia de la persona. Una vez que la persona no sabe qué hacer,
no tiene claro el siguiente paso, es cuando tiene la oportunidad de crear.
Es importante revisar cada una de los eventos que se controlan de forma que puedan
aglutinarse bajo una clase de respuestas que podemos denominar respuestas
destinadas al “control emocional”. Por otro lado, el control se considera un patrón
de respuesta normal, todos lo ponemos en práctica, son formas de salir de
situaciones aversivas “lógicas”, propias de gente cabal. De esta forma el paciente no
tiene la sensación de que hay algo raro en él o ella.
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Supón que tienes acceso al mejor polígrafo que se haya construido nunca. Es
una máquina perfecta, la más sensible jamás construida. Cuando te conectas a
este polígrafo, no hay forma de que no note tus cambios en la activación o la
ansiedad. Por eso ahora te propongo una tarea muy sencilla: todo lo que tienes
que hacer es relajarte. No obstante, si te pones un poquito ansioso, lo sabré. Sé
que lo vas a intentar con todas tus fuerzas, pero aún así voy a incentivarte,
tendré una Magnum 44 apuntando a tu cabeza. Si estás relajado, no te volaré
los sesos, pero si te pones nervioso, (y lo sabré porque estás conectado a una
máquina perfecta), tendré que matarte. Por eso, sólo ¡relájate! ¿Qué crees que
ocurrirá? ¿lo conseguirás? La más mínima ansiedad será terrible, estarás
diciéndote, ¡Oh, Dios mío, me estoy poniendo ansioso! BAMM.
Pongamos por caso que llego un día y te digo “voy a darte tres números para
que los recuerdes. Es muy importante que los recuerdes, porque a partir de
ahora un día llegaré, te tocaré el hombro y te preguntaré: ¿cuáles son los
números? Si puedes contestarme te daré un millón de euros. Por eso, recuerda,
es muy importante. No puedes olvidar esto. De ello depende un millón de
euros. Bien, ¿listo? Ahí van los números, uno…dos…tres. Ahora, ¿cuáles son los
números?”
En este ejercicio se pide al paciente que recuerde los números repetidas veces, se le
pide que diga números que no son “los números” de forma que termina pensando
que es ridículo. Así se puede comprobar que una vez que ha conocido los números
se quedan ahí de forma que no puede eliminarlos, y otros números se relacionarán
con estos, números mayores que éstos, números distintos que éstos. Es decir, todo lo
que nos dicen, lo que pensamos, una vez ocurrido forma parte de nuestra
experiencia, estamos programados para reaccionar de mil maneras, de todas
aquellas maneras que hemos experimentado directa o indirectamente. Cuando
decimos “estoy mal, tengo que salir de aquí...” tal vez pueda entenderse como uno,
dos tres, es una forma de reaccionar. En este campo, el juego está perdido.
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Para facilitar este paso puede ser útil diferenciar entre malestar limpio y malestar
sucio, entre dolor y sufrimiento, o entre sufrimiento que nos da vida y sufrimiento
que nos la quita. Valga la metáfora de las dos escalas para trabajar esta diferencia:
Imagina que hay dos escalas, como dos mandos de un equipo de música. Una
está a la derecha frente a nosotros y se llama “ansiedad” (se usan etiquetas que
tengan relación con el problema del sujeto). Dicha escala puede subir de 0 a 10.
En este momento en ¿qué nivel se sitúa tu ansiedad? Tratas de utilizar
diferentes estrategias para que el nivel de la escala que marca la ansiedad baje
(“quiero que baje, quiero que el terapeuta me ayude a bajar el nivel de esta
escala”). Pero también hay otra escala que está oculta y es difícil de ver. Es una
escala que también va desde 0 a 10. Lo que estamos haciendo es preparar el
camino para hacer visible dicha escala. Hemos estado moviéndonos alrededor
para poder verla. En realidad, es la escala más importante porque es la que
marca la diferencia y es la única sobre la que tienes control. Esta segunda escala
se llama “Disposición” (estar dispuesto). Esta escala se refiere a cómo estás de
abierto a experimentar tu propia experiencia cuando ésta se produzca (sin
intentar manipularla, evitarla, cambiarla o escapar de ella). Cuando la ansiedad
(u otros eventos aversivos) puntúa 10 y tú estás tratando controlar dicha
ansiedad haciéndola que baje, que se vaya, entonces no estás dispuesto a sentir
esa ansiedad. En otras palabras, la escala Disposición está en el nivel 0. Esta es
una combinación terrible, es como un trinquete ¿sabes cómo funciona? Cuando
tienes un trinquete y lo giras en una dirección sólo puede apretar el perno. Es
como en este caso, la ansiedad es alta y la disposición es baja, el trinquete está
enganchado y la ansiedad no podrá marcharse. Esto es porque no estás
dispuesto en absoluto a tener ansiedad. De este modo, si no estás dispuesto a
tener ansiedad, entonces la ansiedad es algo que te pone ansioso. Si cuando la
ansiedad está alta, la disposición cae, la ansiedad copa el espacio. Giras el
trinquete y no hay nada que puedas hacer salvo que quede más enganchado.
Por eso, en esta terapia lo que necesitamos es modificar nuestro foco desde la
escala Ansiedad a la escala Disposición. Has intentado controlar la ansiedad
durante mucho tiempo, y no ha funcionado. No es que no lo hicieras
suficientemente bien, es simplemente que no funciona. Vamos a focalizarnos
en la escala de Disposición. La escala de Ansiedad no la puedes mover a
voluntad, pero la escala de Disposición sí puedes manipularla en cualquier
lugar. La disposición no es una reacción (un sentimiento, una emoción…) es una
elección.
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Has tenido ambas escalas en niveles de bajos. Has venido aquí con ambos
niveles bajos. De hecho venir a aquí ha sido en parte una reflexión desde las dos
escalas en niveles bajos. Lo que nosotros tenemos que conseguir es que las dos
escalas suban. Si subes la escala de Disposición, yo puedo garantizarte lo que
ocurrirá con la escala de Ansiedad. Te diré exactamente lo que ocurrirá, y
puedes considerarlo como una solemne promesa. Si dejas de intentar controlar
la ansiedad tu ansiedad será más baja o será más alta. Te lo prometo. Confía en
mí. Y cuando esté baja permanecerá baja hasta que deje de estar baja y
entonces subirá. Y cuando esté alta estará alta hasta que deje de estarlo.
Entonces bajará otra vez. No estoy tomándote el pelo. No tenemos una forma
adecuada de explicar esto, pero si miras tu experiencia coincidirá conmigo: si
quieres saber en qué nivel estará la escala de ansiedad, hay algo que puedes
hacer. Mantén la disposición muy muy baja y más tarde o más temprano la
ansiedad empezará a subir, el trinquete se bloqueará y te llenarás de ansiedad.
Esto es muy predecible. Cualquier cosa con tal de mantener el nivel de ansiedad
bajo. Si tú mueves la escala de Disposición, la ansiedad se moverá libremente.
Algunas veces bajará y otras subirá, en ambos casos tú habrás salido de esta
traumática lucha habitual que sólo lleva una dirección.
Es fácil que el paciente interprete que lo que le estamos pidiendo es que aguante el
dolor, la angustia o el sufrimiento, que lo ignore, y que se comporte como si no
estuviera. En este caso, el terapeuta debe detectar si el paciente ha llegado a este
tipo de conclusiones relacionando la metáfora con su problema y enfatizando lo que
está ocurriendo a través del control y que elegir controlar los sentimientos supone
elegir no controlar tu vida. De hecho, para facilitar esta la comprensión de las
dificultades y costes que tiene no estar dispuesto, se explicita la diferencia entre
malestar limpio y malestar sucio:
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malestar limpio. Algunas veces es alto y a veces es bajo, por tu historia, por las
circunstancias en que te encuentras, etcétera. Del malestar limpio no puedes
librarte a pesar de intentar controlarlo. El malestar sucio, es malestar emocional
y pensamientos perturbadores creados por tu esfuerzo para controlar tus
sentimientos. Como resultado de esta carrera ha aparecido un conjunto de
nuevos sentimientos negativos (malestar por el malestar). Lo podemos llamar
malestar sucio y una vez que la disposición es alta y el control bajo, este tipo de
malestar cae y sólo queda el malestar limpio. No puedes saber cuánto malestar
tendrás en una situación dada, sólo sabrás que el malestar limpio está aquí.
Pero hay que ser claro, no te estoy diciendo que el malestar se irá. Lo que estoy
diciendo es que si dejas de intentar manipular tu malestar, entonces con el
tiempo asumirá el nivel que venga dado por tu historia actual. Ni más ni menos.
Es importante entender que el paciente ha hecho hasta ahora lo único que ha sabido
hacer, por tanto, hay que cuidar no llevar a cabo ninguna crítica o comentario que
pueda interpretar como que hay algo defectuoso o malo en él o ella que le ha
llevado a la situación actual. La aceptación es una filosofía global, y hay que ofrecer al
cliente la experiencia de ser aceptado completamente. De esta forma cuando se
produzcan recaídas hacia el control, lo adecuado es tomarlo como una oportunidad
para reforzar la experiencia sobre las condiciones en que las estrategias de control
imperan, las consecuencias de la misma, así como explorar otras posibilidades en
dicho contexto.
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modo que debilitar este patrón es uno de los aspectos más cruciales y difíciles de la
terapia y supone todo un proceso a través del cual la persona pasa por entender
cómo el leguaje media y obstaculiza el contacto con la experiencia directa,
manteniendo patrones repetitivos de conducta que a largo plazo son
contraproducentes en su vida.
Algunos ejercicios para facilitar la desliteralización del lenguaje tienen que ver con la
repetición de palabras. Por ejemplo, el ejercicio de la leche: piensa en la palabra
leche, ¿qué dice tu mente sobre la leche? … es blanca, está fría, me gusta, etcétera.
Nota las sensaciones de cuando tienes leche en tu boca…Tu mente te dice que hay
leche y tú experimentas sensaciones parecidas a cuando tienes leche en la boca.
Date cuenta de que no hay leche, tu mente ha creado la leche y te ha llevado a
comportarte como si hubiera leche. Es como si hubiera leche psicológicamente.
Ahora repite rápidamente la palabra leche: leche, leche, leche, …Al parar de repetir la
palabra, el efecto de la leche se ha ido, hemos desligado la palabra leche de su
función, de su significado, la hemos desliteralizado”. Una vez que se ha tenido la
experiencia de desliteralización con una palabra que no tiene funciones
especialmente aversivas, podemos llevarlo a cabo con otras palabras que sí tienen
significados emocionalmente importantes, por ejemplo, con la palabra “fracaso”.
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Supón que hay un autobús y que tú eres el conductor. En este autobús tenemos
muchos pasajeros. Los pasajeros son sentimientos, pensamientos, estados
corporales, recuerdos y otros aspectos de la experiencia. Algunos son
amenazantes, otros van vestidos con chaquetas de cuero y llevan navajas
afiladas. ¿Qué ocurriría si vas conduciendo y algunos pasajeros empiezan a
amenazarte diciéndote lo que tienes que hacer, hacia dónde tienes que ir?
“Tienes que girar hacia la derecha, tienes que girar a la izquierda. Ellos te
amenazan con que si no haces lo que dicen irán hacia la parte delantera del
autobús.
Es como si hubieras hecho un trato con estos pasajeros y el trato consiste en,
“vosotros sentaos en la parte de atrás del autobús y agacharos de forma que yo
no os vea con mucha frecuencia, a cambio, yo haré lo que vosotros digáis”, pero
si un día estas cansado de esta forma de viajar y dices “esto no me gusta, voy a
hacer que estos pasajeros se bajen del autobús”. Entonces paras el autobús y
vas hacia la parte de atrás mirando a los pasajeros. Nota que lo primero que
haces es parar el autobús. Ahora, no estás conduciendo para todos, estás
conduciendo sólo para estos pasajeros amenazantes. Son muy fuertes, no
quieren salir y tú se lo exiges, pero no parece que funcione.
De vez en cuando, vas hacia atrás para aplacar y tranquilizar a estos pasajeros,
intentando que permanezcan sentados en la parte de atrás donde tú no puedas
verlos. El problema es que tú haces lo que piden a cambio de mantenerlos fuera
de tu vida. Muy pronto ellos no tendrán que decirte “gira a la izquierda”, tú ya
sabes, tan pronto como se acerca un cruce que los pasajeros van a acercarse a ti
así que haces lo que ellos querrían. Al tiempo, ellos parece que desaparecen y
como tú quieres que ellos se bajen, acabas creyendo que lo que realmente
quieres es ir hacia la izquierda. Sin embargo, cuando aparecen, lo hacen con el
poder añadido de los tratos que has hecho con ellos en el pasado.
Ahora la situación es que el poder que los pasajeros tienen sobre ti es del 100%,
sobre la base de que “si tú no haces lo que nosotros decimos, iremos hacia la
parte de delante del autobús y nos tendrás que ver”. Es cierto que cuando
avanzan hacia delante parece como si te pudieran hacer un gran agujero. Ellos
tienen cuchillos, cadenas, etcétera. Piensas que pueden acabar contigo. El trato
que has hecho es que tú haces lo que ellos dicen y ellos no avanzan y se acercan
a ti para que tú no los veas. El conductor eres tú has cedido el control en este
trato secreto con los pasajeros. En otras palabras, intentando conseguir el
control, en estos momentos has perdido el control. Date cuenta de que aunque
tus pasajeros reclaman que pueden destruirte si no giras a la izquierda, es algo
que nunca ha ocurrido. Estos pasajeros no pueden hacer nada contra tu
voluntad. (Hayes et al. 1999, pág. 157).
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Aludir a esta metáfora puede ser muy útil durante el trabajo de desliteralización, en el
sentido de facilitar la identificación de cuándo estamos siendo guiados por
pensamientos o sensaciones que no queremos que aparezcan. Para ello podemos
preguntar ¿quién conduce tú o los pasajeros indeseables?
De hecho, la desliteralización es una parte del trabajo terapéutico en ACT que está
presente, persistentemente, a lo largo de toda la terapia y de prácticamente todas las
sesiones. Debe ser un trabajo minucioso y sistemático ya que en muchos trastornos,
más cuanto más crónicos, la fusión del sujeto con el contenido cognitivo está muy
enquistada.
A partir de este ejercicio se puede establecer la fórmula verbal “mi mente me dice…
mi experiencia me dice…”, de forma que facilite identificar el pensamiento y
establecer un espacio que permita a la persona elegir si dejarse guiar por ese
pensamiento o dejarse guiar por lo que le dicta su experiencia, por ejemplo “es mejor
que me quede en casa así no me sentiré insegura”, “tu mente te dice que te quedes
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Además, el contexto social refuerza las relaciones de estímulo derivadas que son
internamente consistentes, es decir, refuerza la coherencia, (la consistencia) entre
tales relaciones y nuestro comportamiento (ya que socialmente es útil poder predecir
el comportamiento de las personas), de forma que se establecen relaciones del tipo
“debo ser coherente con lo que pienso” “si he dicho A me he comprometido con A”.
Todo ello lleva a que las personas acaben atrapadas en el conjunto de reglas
derivadas de su propia conceptuación sobre sí mismos y, más aún, acudan a terapia
defendiendo insistentemente su concepción sobre sí mismos.
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Imagina un tablero como los que se utilizan para jugar al ajedrez. Es un tablero
que se extiende infinitamente en diferentes direcciones. Está cubierto por
fichas blancas y fichas negras. Trabajan juntas, en equipo, las fichas blancas
luchan contra las fichas negras. Puedes pensar que tus creencias, sentimientos y
pensamientos son estas fichas. De algún modo ellos también se organizan
como si fueran equipos. Por ejemplo, los sentimientos “malos” (como ansiedad,
depresión, resentimiento), se unen a los pensamientos malos y a los recuerdos
malos. Los mismo ocurre con los “buenos”. Parece que el juego está jugado y
que nosotros debemos elegir el lado que queremos que gane. Ponemos las
fichas buenas (como son los pensamientos de autoconfianza, sentimientos de
control, etcétera), en un lado, y en el otro las fichas malas. Entonces empezamos
eliminando al caballo negro y ganamos una batalla, en la lucha por ganar la
guerra contra la ansiedad, la depresión, los pensamientos por consumir drogas.
Es un juego de guerra. Pero hay un problema lógico, y es que desde esta
concepción enormes porciones de ti mismo son tu propio enemigo. En otras
palabras, si necesitas estar en esta guerra, hay algo que no funciona. Y es
porque tú estás al mismo nivel que estas fichas de forma que pueden ser tan
grandes o más que tú, en lugar de que las fichas estén en ti. De alguna manera
cuanto más luchas, más grandes son las fichas. Si esto es así, no estar dispuesto
o abierto a tenerlas lleva a que se vuelvan algo central en tu vida, más habitual,
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más dominante y más ligado a cualquier área vital. La idea lógica es que si las
golpeas suficiente las sacarás del tablero y las dominarás (salvo que tu
experiencia te dice que ocurrirá todo lo contrario). Aparentemente, las fichas
blancas no pueden ser expulsadas deliberadamente del tablero, donde se lleva
a cabo la batalla. Estás desesperado, sientes que no puedes ganar y no puedes
dejar de luchar. Estás detrás del caballo negro, luchar es la única elección que
tienes, porque las fichas blancas parecen estar amenazadas de muerte. Vivir en
una zona de guerra no es modo de vivir. (Hayes et al., 1999, pág. 191).
Una vez que se ha descrito esta metáfora se establece un diálogo con el paciente en
el que se le plantea quién es él, si no es las fichas blancas y negras que están en el
tablero. De este modo el paciente probará varias opciones, como por ejemplo, “soy el
jugador que mueve las fichas”. El objetivo es llegar a conectar con que el paciente es
el tablero de ajedrez, es decir, es el contexto que contiene las fichas que luchan unas
con otras, no es la lucha, no es las piezas (el contenido del sus eventos internos).
Puede observar la lucha, estar en contacto con las piezas. Esto no cuesta ningún
esfuerzo. El tablero no tiene que esforzarse para mantener las fichas, está dispuesto a
mantenerlas, sólo tiene contener todas las fichas a la vez, no unas sí y otras no,
entonces se pierde la naturaleza de tablero. Como en otras metáforas, ésta permite al
terapeuta facilitar la discriminación entre contexto y contenido psicológico.
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Quiero que recuerdes algo que ocurrió el verano pasado. Levanta el dedo
cuando tengas la imagen en tu mente. Bien. Ahora mira alrededor. Recuerda
todas las cosas que ocurrieron entonces, recuerda los edificios, los sonidos, tus
sentimientos, y conforme lo haces, a ver si puedes notar que tú estabas allí
entonces notando que estabas notando. Mira si puedes captar a la persona que
hay detrás de tus ojos quien veía, oía y sentía. Estabas allí entonces y estás aquí
ahora. No te pido que creas en esto. Sólo te pido que tengas la experiencia de
ser consciente y probar y ver si no es cierto que en sentido profundo el yo que
está aquí ahora estuvo allí entonces. La persona consciente de que tú eres
consciente de aquí y ahora y de allí entonces. Observa si puedes notar esta
continuidad de lo esencial, en algún profundo sentido, a nivel de la experiencia,
no de la creencia. Tú has sido tú, toda tu vida.
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5. Valores.
Desde el punto de vista de ACT todas las personas tienen todas las condiciones
necesarias para tener una vida con sentido. Sin excepción. Lo que ocurre es que la
capacidad para ver el sentido de la propia vida, muchas veces se merma por la fusión
verbal y la evitación experiencial. Los pensamientos, los sentimientos, los recuerdos,
los estados corporales no son guía para la acción especialmente cuando están
sujetos a contextos de literalidad, control y dar razones. Los valores elegidos proveen
una brújula más estable para guiar el comportamiento.
Los valores son una elección, son la elección de una dirección vital, de un sentido. Y
en tanto que ACT es en esencia un tratamiento conductual, su meta es ayudar al
paciente a desarrollar y mantener una trayectoria conductual que sea importante y
valorada. Todo el énfasis en la defusión, en la disposición, la exposición a los eventos
privados, sólo tiene el sentido de facilitar que el cliente identifique sus valores y
oriente sus acciones vitales en dicha dirección. Es lo que dirige y dignifica la ACT.
Los valores son futuros verbalmente construidos. Además, los valores no son
objetivos, metas o consecuencias claras y tangibles, si no que se trata de objetivos
abstractos transversales a diferentes tipos de metas alcanzables a través de
comportamientos también diferentes. Otra característica de los valores es que nunca
se alcanzan completamente, nunca se satisfacen, son relevantes a lo largo de mucho
tiempo, a través de diferentes circunstancias. Si tomamos como ejemplo de valores
“ser un buen padre”, tener relaciones íntimas y auténticas”, “ser una persona
generosa y comprometida”, esto no es algo que un día vayamos a conseguir y
entonces podemos dejar de comportarnos en dicha dirección, no son metas, nunca
se alcanzan.
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De hecho lo que ACT trata de conseguir en este contexto es atravesar las múltiples
barreras verbales construidas hasta llegar a tomar contacto con los auténticos valores
de la persona, porque los cambios dirigidos por los propios valores son más
persistentes, movilizan más energía vital (ganas) y facilitan confrontar y transitar las
dificultades.
En este sentido un valor es una elección, y por tanto es una selección entre
alternativas, nada más. No tiene que ser explicada o justificada, aunque pueda
justificarse o razonarse. Es muy importante que el paciente haga una elección libre y
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que sea responsable de sus consecuencias, de forma que el control verbal se debilite
a favor de las consecuencias inherentes al propio comportamiento. Elegir es estar
dispuesto.
Para facilitar la identificación de los propios valores, hay un ejercicio muy potente
que se denomina ¿Para qué quieres tu vida?
Cierra los ojos y relájate durante unos minutos. A partir de ahora pon atención a
lo que te voy diciendo y trata de imaginarlo vívidamente en tu mente. Imagina
que por un giro del destino has muerto pero puedes asistir a tu funeral en
espíritu. Estás viendo y escuchando las cosas buenas que sobre ti dice tu
esposa, tus hijos, tus amigos, tus compañeros de trabajo y otros asistentes.
Imagina esta situación y quédate emocionalmente en el velatorio. Ahora me
gustaría que visualices lo que te gustaría que estas personas que forman parte
de tu vida recordaran de ti. ¿Qué te gustaría que tu esposa recordara de ti como
marido? Haz que ella lo diga. Deja que ella diga exactamente lo que te gustaría
que dijera si pudieras elegir libremente sobre lo que diría. (Pausa y permite al
paciente hablar). Ahora, ¿qué te gustaría que tus hijos recordaran de ti como
padre? No pienses en el pasado, ¿Si tú pudieras elegir lo que dicen de ti, qué
sería? Si no has vivido hasta ahora como querías, diles cómo te gustaría ser.
(Pausa y permite al cliente hablar). Ahora, ¿qué te gustaría que tus amigos
recordaran de ti? Deja que digan lo que quieran, sin contenerse. ¿Ha sido como
hubieras querido? Sólo toma nota en tu mente de las cosas que te han dicho. (El
ejercicio continua en función del paciente, una vez concluido se vuelve mentalmente
a la habitación donde se está y se abren paulatinamente los ojos).
Para mostrar con claridad cómo una elección nos permite mantener una dirección a
pesar de las dificultades puede utilizarse la Metáfora del Jardín:
Imagina que has seleccionado un lugar para plantar un jardín. Has preparado la
tierra, plantado las semillas y esperado que empiecen a brotar. Mientras tanto,
has detectado un lugar justo al cruzar la carretera, que también parece un buen
sitio (en realidad parece un sitio mejor). Por eso, arrancas tus plantas y te vas al
nuevo lugar y plantas otro jardín allí. Entonces detectas otro terreno que puede
ser mejor. Los valores son como el lugar donde plantas un jardín. Puedes hacer
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crecer algunas plantas muy rápido pero otras requieren tiempo y dedicación. La
cuestión es ¿quieres vivir sólo con lechugas (que crecen rápido), o quieres vivir
con algo más sustancial como patatas, frutas, (que necesitan más tiempo y
dedicación)? No puedes notar cómo lo que haces funciona en tu jardín si
constantemente estás arrancando las plantas y cambiándolas de sitio. Por
supuesto, si te quedas en el mismo sitio, empiezas a notar sus imperfecciones.
Puede que el terreno no sea tan bueno como pareció al principio, o tal vez el
agua haya que traerla de mucha distancia. Algunas de las cosas que plantaste
parecen haberse perdido para siempre. Este es el momento en que tu mente te
dice: “deberías plantar en otro sitio”, este probablemente no funcionará
nunca”, “has sido un imbécil al pensar que podías hacer crecer algo aquí”, y
otras cosas por el estilo. Haber elegido hacer aquí tu jardín te ha permitido
regar, limpiar la hierba y abonar, incluso cuando estos pensamientos y
sentimientos afloran (Hayes et al. 1999, pág. 220).
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Genera una breve narración para cada área, basada en la conversación sobre los valores del
cliente. Si algún área no corresponde, pon “no”. Después de generar las narrativas, lea cada
una al cliente y perfílenlas. Continúe este proceso detectando las respuesta de tipo pliance,
hasta llegar al punto en que el terapeuta y cliente estén de acuerdo en que la narración es
consistente con los valores.
Pareja/Relaciones íntimas
Relaciones Familiares
Relaciones Sociales
Trabajo
Educación y Formación
Ocio
Espiritualidad
Ciudadanía
Salud y Bienestar
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Dirección
Área Metas Acciones Barreras
valorada
Pareja/Relaciones íntimas
Relaciones Familiares
Relaciones Sociales
Trabajo
Educación y Formación
Ocio
Espiritualidad
Ciudadanía
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6. Disposición y Compromiso.
Una vez que el paciente ha identificado sus valores, las acciones, las barreras,
etcétera, el quehacer terapéutico se centra en la disposición y el compromiso, para
vincularse con acciones que implican la aparición de los eventos evitados, estar
dispuesto a que ocurra lo que tenga que ocurrir, al tiempo que se lleva a cabo el
comportamiento vinculado al valor. De esta forma se debilitan relaciones verbales
del tipo “si... entonces” que mantenían patrones de conducta evitativos.
Imagina que tienes una nueva casa y que has invitado a todos los vecinos a una
fiesta de inauguración. Todos los vecinos del bloque están invitados, has
puesto una nota en el supermercado para anunciar tu fiesta. Por eso todos los
vecinos lo han visto y van a venir, va a ser una gran fiesta y aquí llega José el
vagabundo, que vive detrás del supermercado, en el cuarto de la basura. José
está sucio y huele mal y en ese momento piensas, ¡oh, no!, ¿por qué habrá
venido? Pero tú pusiste en la nota: “todos los vecinos serán bienvenidos”.
¿Puedes ver que es posible darle la bienvenida, y realmente, hacerlo aunque no
te guste que esté aquí? Puedes darle la bienvenida aunque no pienses bien de
él. No te tiene que gustar, no tiene que gustarte su olor, su estilo de vida, su
aspecto. Puedes avergonzarte por el modo en que sumerge el vaso en la sangría
o toca los sándwiches. Tu opinión del él, tu evaluación de él, es absolutamente
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También podrías decidir que aunque hayas dicho que todo el mundo es
bienvenido, en realidad, José no lo es. Pero tan pronto como hagas eso, la fiesta
cambia. Ahora tienes que estar delante de tu casa, vigilando la puerta, por si
vuelve. O si dices, de acuerdo, es bienvenido pero eso significa que sólo se
quede en la cocina y no se mezcle con el resto de los invitados. Entonces tienes
que estar constantemente pendiente de que no salga de la cocina y tu fiesta
consistirá en eso para ti. Mientras la vida sigue, la fiesta sigue y tú estás fuera
vigilando al vagabundo. Esto no mejora tu vida. Esto no parece una fiesta. Es
mucho trabajo. Sobre qué es esta metáfora, claro está, es sobre los
pensamientos, sentimientos, recuerdos que aparecen y que tú no quieres. Son
sólo más vagabundos en la puerta. La cuestión es la postura que tú tomas al
considerar tus propias cosas. ¿Son los vagabundos bienvenidos? ¿Puedes elegir
darles la bienvenida, aunque pienses que no te gusta el hecho de que vengan?
¿Si no, cómo crees que va a ser la fiesta?
Supón que estás empezando un viaje hacia una bonita montaña que estás
viendo claramente desde la distancia. Al poco tiempo de empezar la marcha
andas derecho a un lodazal que se extiende tan lejos como te alcanza la vista en
todas direcciones. Te dices a ti mismo: No voy a hacer lo que iba a hacer si tengo
que ir a través del barro. Todo es maloliente y fangoso y me humedece los
zapatos. Me cuesta sacar los pies fuera del fango. Estoy mojado y cansado. ¿Por
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qué nadie me habló de este lodazal? Cuando esto ocurre uno puede elegir:
abandonar el viaje o entrar en el lodo. La terapia es como eso. La vida es como
eso. Vamos hacia el barro, no porque queramos ponernos perdidos, sino
porque hay barro entre nosotros y el lugar hacia el que nos dirigimos.
Para finalizar la terapia, una vez que el paciente muestra apertura, disposición y
compromiso con que ocurra lo que tenga que ocurrir, mientras elige comportase en
relación con los propios valores, se van distanciando las sesiones de modo que se va
comprobando cómo se mantienen los cambios en la vida del paciente en la que se
van produciendo acontecimientos o cambios diferentes: laborales, afectivos,
familiares, sociales, espirituales, etcétera. Este distanciamiento previo a la finalización
permite tomar confianza sin que cualquier contratiempo sea valorado por el propio
paciente como un fracaso. Además permite evaluar al terapeuta la solidez de los
cambios que se han producido en el modo en que el paciente vive su vida.
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Figura 6. Los componentes de la flexibilidad psicológica de acuerdo con un modelo de cambio de ACT. (Adaptado de Hayes,
Strosahl, Bunting, Twohinf y Wilson, 2004).
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Agradecimientos
Diseñadores
Dª Carmina Gabarda López
D. Jorge García Meneu
Dª Cristina Ruiz Jiménez
Dª Sara Segovia Martínez