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Actualmente se considera a la Receptación como un delito autónomo que atenta contra el

patrimonio, basándose para ello en los siguientes argumentos: i) No se puede hablar de


participación en un delito consumado; ii) El interés lesionado en el encubrimiento es distinto al
que se vulnera con el delito principal; iii) los móviles del favorecedor son diferentes a los del autor,
quien realizó el delito; iv) Desconocimiento del delito cometido precedente. (Salinas Siccha, 2015)
Nuestro Código Penal vigente tipifica este delito teniendo en cuenta fines de prevención general
positiva, pretendiendo frenar la comisión de delitos futuros, porque el receptador al facilitar el
aprovechamiento del bien sustraído, incentiva los delitos consistentes en la sustracción de bienes
ajenos.

Por otro lado, debemos ponernos en la situación de qué pasaría si la receptación no tomara en
cuenta a las infracciones a la ley penal en la procedencia de los bienes materia delito de
receptación, y esto es lo que se podría estar generando, ya que actualmente no se tipifica a este
tipo penal considerando esta situación de obtención de bienes. Esto es, que en primer lugar, no se
estaría cumpliendo con esta función preventiva y protectora de la pena, existiendo un vacío legal
que puede tener consecuencias. ¿Cuáles? Pues que esta circunstancia pueda ser aprovechada por
los criminales, en el sentido que el delito de receptación se estaría especializando. ¿De qué
manera?

Esta consecuencia de la no protección de este supuesto de obtención de bienes, generaría


además, un mensaje erróneo a la sociedad, favoreciendo el aumento de personas que adquieran
bienes de esta manera, a pesar de saber de su procedencia ilegal, así como propiciaría el mercado
de estos bienes a vista y paciencia de las autoridades, quienes no podrían imputarles este delito
(Receptación).

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