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17/07/13 La Real Academia es cosa de hombres | Edición impresa | EL PAÍS

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SÁBADO, 20 de noviembre de 2010

TRIBUNA:

La Real Academia es cosa de hombres


JUANA VÁZQUEZ 20 NOV 2010

Archivado en: RAE Opinión Discriminación sexual Discriminación Mujeres Prejuicios Problemas sociales Sociedad

Hace unas semanas, la Real Academia de la Lengua Española (RAE) hizo de "puente entre el
siglo XVII y el XXI poniendo al mejor Cervantes al alcance de la mastondóntica plataforma
audiovisual de Google", como informó este periódico. Sin embargo, la RAE, en muchos otros
aspectos fundamentales, no ha entrado todavía en el siglo XXI ni ha hecho ese puente entre el
pasado, el presente y el futuro.

Solo siete mujeres, frente a más de 1.000 hombres, se han sentado, o se van a sentar
próximamente, en uno de los 46 sillones de los que consta la RAE desde su fundación en
1713. La fallecida Carmen Conde (1979) fue la primera mujer académica. Habían tenido que
pasar casi tres siglos para que ingresara una fémina en esta docta casa. Le siguieron la
también fallecida Elena Quiroga (1983), Ana María Matute (1996), la historiadora Carmen
Iglesias (2001), la científica Margarita Salas (2002), y la filóloga Inés Fernández Ordóñez
(2008), electa. La escritora Soledad Puértolas (2010), que, previsiblemente, leerá mañana su
discurso de ingreso, sobre los personajes secundarios de El Quijote, será la mujer número
siete en ingresar en tan venerable institución.

En tres siglos, solo siete Cada vez que he asistido en estos últimos años a algún discurso de
mujeres, con Puértolas, se ingreso de un nuevo miembro en la Real Academia Española, este
panorama tan anacrónico e incomprensible me ha producido una
han sentado en la RAE impresión esperpéntica. En el estrado de tan digna institución,
prácticamente solo había hombres, alrededor de una cuarentena, los
"sabios académicos", y tan solo tres mujeres: Ana María Matute,
Carmen Iglesias y Margarita Salas. Algo insólito en estos tiempos, en que la mujer ha
alcanzado, o está a punto de alcanzar -por lo menos en las instituciones públicas- su igualdad
con el hombre en todos los tramos del poder. En definitiva, de ser tanto unos como otros,
personas sin más etiquetas ni discriminaciones.

Y es que la modernidad no ha llegado todavía a la Real Academia. Y aunque en este periódico


se leía hace unas semanas -en el reportaje al que aludí al principio- que "Víctor García de la
Concha -su director- es el hombre que ha pilotado el aterrizaje del español en la procelosa
revolución digital", no puede decirse lo mismo en cuestión de pilotar la revolución más
esencial: la de la igualdad entre hombres y mujeres. Y digo la más esencial, puesto que la
desigualdad es escandalosa.

Quizá es que las mujeres "seguimos siendo invisibles", como respondía la académica electa
Soledad Puértolas en una de las entrevistas que le hicieron cuando ingresó en la institución,
concretamente la que le hizo Emma Rodríguez en El Mundo del 29 de enero de 2010. Ante
una pregunta de la entrevistadora refiriéndose a la RAE, Puértolas contestó: "Lo que sucedió
en el pasado es comprensible, pero ¿cómo se explica la apabullante inferioridad numérica de
mujeres en 2010?". Pues eso.

Al parecer no hay filólogas, ni escritoras, ni investigadoras, ni filósofas o científicas del


lenguaje con conocimientos y categoría semejantes a los de los académicos. Será mejor no
citar nombres, pero a nadie se le escapa que mientras disfrutan de un sillón algunos que
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apenas han dejado huella en el noble arte de la palabra, o esta es magra, muchas mujeres
sabias no lo alcanzan y algunas ya nunca lo alcanzarán. Se pueden recordar, de entre ellas, a
unas cuantas: Pardo Bazán, María Moliner, Rosa Chacel, María Zambrano, Carmen Laforet,
Carmen Martín Gaite, etcétera.

En definitiva, esta desconexión de la Real Academia con los tiempos que corren la paga toda
la sociedad española, que recibe una proyección de lo humano cercenada. Pues se nos hurta
la particular mirada de la mujer sobre la compleja realidad actual, lo que deja a oscuras ciertas
zonas de nuestro mundo: cierta sensibilidad, ciertas emociones, ciertas vivencias, ciertas
sensaciones, empobreciendo por esta ausencia de lo femenino la labor que lleva a cabo dicha
institución. En realidad, esta situación consiste en dejar fuera de la RAE a la mitad de la
población, con su mundo y conocimientos particulares.

Para terminar, yo diría que algunos académicos de excelencia, e incluso simplemente con
sentido común y conocimiento de la institución donde están integrados y de la sociedad en la
que viven -año 2010-, ante esta situación tan desoladora, deberían actuar como parece ser
que lo hizo nuestro ilustre escritor Julio Caro Baroja, que después de ver el panorama que
ofrecía la Academia por dentro, una vez hecho el discurso de entrada, pidió rápidamente a
quien correspondiera que, por favor, se le asignara cuanto antes un día para leer su discurso
de salida. Es una anécdota, y eran otros tiempos, pero...

En fin, para ir acomodando la RAE al siglo XXI, propongo que los dos sillones vacantes, que
se han de cubrir muy pronto ("Z" de Francisco Ayala, y "e" de Miguel Delibes) lo sean por dos
mujeres. Adelanto dos nombres, sabiendo que es arriesgado, pues hay tantas: Clara Janés y
Adela Cortina.

Y piénsenlo un poco, señores académicos, aún seguiría rota la mirada de Eva en su institución,
por decirlo de forma poética y no con la fría estadística que hace más sangre.
Juana Vázquez es catedrática de Lengua y Literatura y escritora.

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