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Revista Historia y Sociedad

ISSN: 0121-8417
revhisys_med@unal.edu.co
Universidad Nacional de Colombia
Colombia

Montoya Santamaría, Jorge William


A propósito del “Yo, Pierre Rivière...”, de Michel Foucault
Revista Historia y Sociedad, núm. 12, noviembre-, 2006, pp. 240-249
Universidad Nacional de Colombia
Medellín, Colombia

Disponible en: https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=380370282009

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Jorge William Montoya Santamaría 239

A propósito del “Yo, Pierre Rivière...”,



de Michel Foucault.
Jorge William Montoya Santamaría*

Resumen

Este artículo pretende mostrar las posibilidades de análisis histórico que


puede suscitar un texto como el “Yo, Pierre Rivière habiendo degollado a mi
madre, mi hermana y hermano”. El artículo sugiere algunas vías posibles de
profundización tales como la relación entre psiquiatría y justicia en el siglo
XIX, la superación de paradigmas de la época, la condición histórica del
crimen y la metodología empleada en la recolección del material. Después de
hacer una presentación general del caso se pasa a dar cuenta de dos
recorridos o circuitos que permiten una lectura transversal del texto. El primero
de ellos es el que relaciona hecho-texto-memoria; y el segundo, el que muestra
la estructura jerárquica de los poderes en juego. En el último capítulo se
pone de manifiesto el papel que comienza a jugar el discurso psiquiátrico en
la justicia, en particular con conceptos como el de “monomanía homicida”
desarrollado por Esquirol.

Palabras clave: análisis histórico, discurso psiquiátrico, crimen, justicia,


monomanía, alienación, paradigmas.


Artículo recibido el 8 de agosto y aprobado el 14 de octubre de 2006.
* Zootecnista y Magíster en Historia de la Universidad Nacional de Colombia, Sede Medellín. Doctor en
Epistemología, Historia de las Ciencias y de las Técnicas de la Universidad París VII-Denis Diderot de
París.

REVISTA HISTORIA Y SOCIEDAD NO. 12, MEDELLÍN, NOVIEMBRE 2006, PP. 239-249
240 A propósito del “Yo, Pierre Rivière...”, de Michel Foucault.

Abstract

This paper pretends to show the possibilities of the historical analysis that
a text such as the “Yo, Pierre Rivière habiendo degollado a mi madre, mi
hermana y hermano” may provoke. The paper suggests some possible ways
of deepening such as the relation between psychiatry and justice in the XIX
century, the surpassing of the epoch paradigms, the historical condition of
crime and the methodology employed in the gathering of the material. After
making a general presentation of the case, it goes on to account two roads or
circuits that allow a transversal reading of the text. The first of those is the
one that relates the fact-text- memory; and the second is the one that shows
the hierarchic structure of the powers in game. In the last chapter it makes
manifest the role that psychiatric speech begins to play in justice, particularly
with concepts such as the “homicidal monomania” developed by Esquirol.

Keywords: Historical analysis, psychiatric speech, crime, justice, monomania,


alienation, paradigms.

Sí, es todavía hermoso dar


su vida por un ser humano y
los lectores, impresionados como ellos,
conservar así la esperanza por el parricida de los ojos rojizos.
de que todos los hombres no
Entonces, ¿qué podríamos decir?
son malos, puesto que hay
uno por fin que ha sabido
¿qué agregar a un texto cuya
atraer a fuerza hacia sí las sacralidad, a más de ser conjurada en
aversiones recelosas de mi sus inicios fue confirmada con signos
amarga simpatía!... rituales o, peor aún, que aunado a la
Conde de Lautréamont lista de curiosidades literarias, fue con-
denado a los anaqueles del olvido?
Ya no se habla, o parece no hablar-
se más del “Yo, Pierre Rivière, habien- A Foucault siempre se le recuerda
do degollado a mi madre, a mi herma- por sus más renombradas obras: La
1
na y a mi hermano...” Parece ser que arqueología del saber, Las palabras
el “estupor” y el “subyugamiento” no y las cosas, La historia de la locura
sólo acometieran a los gestores de en la época clásica, La historia de
aquella obra publicada en 1973 y dirigi- la sexualidad, por citar sólo algunas.
da por Michel Foucault, sino a todos Pero si bien cada una de ellas com-
prende una experiencia intelectual di-
ferente, puede leerse, allí mismo, el ries-
1 go de la palabra recayendo sobre esa
Yo, Pierre Rivière, habiendo degollado a mi
madre, a mi hermana y a mi hermano. Un caso conciencia interpeladora de los acon-
de parricidio del siglo XIX, presentado por Michel tecimientos sociales e históricos.
Foucault, Barcelona, Tusquets, 2ª edición, 1983.

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Tal vez lo sorprendente del “Yo, racional, queda sólo un irracionalismo


Pierre Rivière” esté menos en su in- estetizante que al excluir la posibilidad
manencia, como es señalado en el pró- de mostrar la existencia de una cultura
logo, que en la complacencia del autor popular, crea apenas relaciones oscu-
por presentar el caso incidiendo sólo en ras entre Pierre Rivière y la cultura
3
el arreglo de aparición de los sucesos. dominante.
No estamos aquí ante el libro-boceto
preliminar de una magna obra por ve- Aparte de esta querella y a motivo
nir -como es el caso de La historia de de queja, los lectores de habla hispana
la sexualidad, por ejemplo- sino, más no corrimos con buena fortuna, debido
bien, ante el libro-fuente concebido a a la supresión de los comentarios de la
la manera de un ejercicio archivístico. edición presentada por Tusquets en
El ataque y la defensa de la manera de 1976. De no ser por la traducción del
presentar los archivos sin más consi- comentario de Michel Foucault “Los
4
deración, ha dado pie a interesantes asesinatos que se cuentan”, descono-
debates. Es el caso de Philippe Lejeune, ceríamos en nuestra lengua el acerca-
especialista de la autobiografía, para miento discursivo a las fuentes conte-
quien el “Yo, Pierre Rivière” denuncia nidas allí. Sin embargo, tal comentario
una “estrategia política de connivencia es consecuente con la intención inicial
subyugada” que “se acompaña de una de no superposición a la memoria de
cierta ingenuidad textual: la idea de una Rivière -entendida en un sentido gene-
especie de transparencia o de verdad ral- de ningún discurso alterador.
literal del texto”. Jean Pierre Peter, Todo esto, como ya dijimos, ha con-
quien se encargó de establecer la me- tribuido a olvidar no sólo el texto sino la
moria de Pierre Rivière, toma la defen- importancia de su profundo contenido.
2
sa ante estas críticas. Nadie se arriesga a otra lectura y se
De otro lado, Carlo Ginzburg, en su estima el caso como cerrado. Pensa-
obra El queso y los gusanos. El cos- mos, por el contrario, abierto el caso y
mos según un molinero del siglo XVI, nos sentimos impelidos a “profanar”
acusa que al negar al texto el análisis unos signos con otros.
Son muchos los aspectos implicados
en esta obra y hacia los cuales podría
2
La alusión aparece en el artículo de Michel dirigirse la mirada del historiador: rela-
Kajman “Presencia de Foucault”, en: Le Monde,
ción psiquiatría-justicia -como lo plan-
París, noviembre 29 de 1991, p. 23, traducida por
Luis Alfonso Paláu para el “Seminario de Historia
de La Biología” de la Universidad Nacional de
4
Colombia, Sede Medellín, publicado el 22 de Del comentario de Michel Foucault “Los
diciembre de 1991. asesinatos que se cuentan” existe una traducción
3
Carlo Ginzburg, El queso y los gusanos. El de Luis Alfonso Paláu, en: Revista de Sociología
cosmos, según un molinero del siglo XVI, Unaula (10), Medellín, Universidad Autónoma
Barcelona, Muchnik Editores, 1981, p. 19. Latinoamericana, julio de 1987.

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tea el mismo Foucault y de la cual se Casos que se cuentan


desprenden apreciaciones más preci-
sas referidas a jerarquías de poder y El 3 de junio de 1835 en el pueblo
lucha por la verdad-, el posible para- de la Faucterie no fue un día muy afor-
digma cuya evidencia se hace implícita tunado para la familia Rivière. Victorie
en esa lucha, el estatuto del crimen Brion, la madre, yacía muerta en el sue-
como figura histórica y circunstancial lo junto a los cuerpos destrozados de
más que natural, la representatividad o su hija Victorie, de dieciocho años, y
no del caso para la época, la emergen- Jules, de apenas siete. ¿El asesino? Su
cia de la historia personal como una propio hijo y hermano Pierre, a quien
condición necesaria para pensar el su- luego los vecinos vieron salir corriendo
jeto, y hasta las mismas formas por el camino con una hoz ensangren-
metodológicas empleadas en la reco- tada y gritando “vigile que no le ocurra
lección y ordenación del material. nada malo a mi madre”. “Acabo de li-
berar a mi padre de todos sus males”.
Un trabajo de la exhaustividad pro- Todas estas cosas desconcertaban tan-
puesta sólo es realizable bajo la premi- to como el acto cometido. Pierre se
sa del acceso a otras fuentes recluye en los bosques durante varios
discursivas asentadas en la época: los días en los cuales se alimenta de raíces,
escritos de Esquirol, Marc, Orfila y champiñones y verduras silvestres; cap-
Hoffbauer, que ayudarían a conocer a tura pájaros y come cangrejos. Un día
fondo su sistema de pensamiento; la decide salir al descubierto, ya por el ham-
revisión de los Annales d’Higiène re- bre, ya por el deseo de ser capturado;
feridos al debate sobre la monomanía; se entrega cuasi voluntario a esa ins-
también los parricidios famosos de la tancia regidora de la ley: la justicia. A
época, como el de Fieschi, Lacenaire y partir de ese momento, todo será un pe-
Magdalena Albert, con el fin de esta- riplo de interrogatorios, declaraciones,
blecer el justo lugar del caso y, por ende, acusaciones, casaciones, cauciones,
su relación con la mentalidad de la épo- atestados, exámenes y condenas.
ca. Así mismo, los casos clásicos de la
psiquiatría y de la criminología. Rivière, detenido en prisión, escribe
una memoria a petición del magistrado
Como vemos, es toda una investi- encargado del caso y consigna, para
gación para quienes en su momento sorpresa de todos, los hechos que se
puedan emprenderla y aprovechar la convirtieron en motivo del crimen. Sin
riqueza histórica potenciada por el embargo, aquella memoria concebida
“Pierre Rivière”. Por el momento, in- inicialmente por su autor como recau-
tentaremos un acercamiento desde él do de cordura ante la sociedad para
mismo, poniendo de relieve procesos no asegurar su inmolación, fue empleada
muy evidentes y que son importantes por las figuras médicas de la época en
al momento de percibir más que asom- pro de una defensa por alienación.
bro ante el texto.

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Pero, ¿qué motivo podía tener un sabiduría, conmuta la pena de muerte


muchacho de veinte años para come- por la de cadena perpetua y, creyendo
ter tan abominable acto?, ¿cuál era la hacer de esta manera una concesión al
noción de ley que le llevó a no temer al prisionero, logra por el contrario turbar
castigo? Inicialmente, se declara men- su espíritu que buscaba liberarse a tra-
sajero de Dios en aquella empresa y vés de la inmolación.
un simple acatador de órdenes.
Una vez enterado de lo sucedido y
Más tarde, ante la presión de los ante el descuido de los guardias de la
interrogatorios, decide confesar su ver- penitenciaría de Beaulieu, Pierre Rivière
dad: liberar al padre de la influencia de decide continuar con su plan inicial eje-
una mala mujer y de su hermana que cutando por sus propias manos la sen-
seguía los mismos pasos de la madre. tencia que tan ávidamente esperó y
¿Y el pequeño Jules, cómo encajaba él cuya dilación se había convertido en su
en aquella macabra escena? Siendo la peor verdugo. Su última exhalación atra-
adoración del padre, podría consolarle vesará los barrotes de su celda para
con su presencia una vez pasados los ser escuchada por la voz popular que
hechos, sensibilizar su dolorido corazón la cantará a manera de endecha:
y hacerle perdonar al criminal el delito
Si en los fastos de memoria se
cometido. No obstante, Rivière estaba
inscriben los guerreros famosos,
tan seguro de su fin, que era necesario de algunos bandidos en la his-
ganar también el odio de su padre, ase- toria, se conservan los nombres
gurándole una completa liberación de horribles; el del joven Pierre
todo estado mortificador. El castigo al Rivière, de quien voy a trazaros
hijo sería visto no sólo merecido, sino las fechorías, para horror de la
deseado, y ni una lágrima por él sería tierra entera, allí figurará para
5
derramada. siempre...

Los cambios en el comportamiento Circuitos


de Rivière dejan siempre duda en el
jurado con respecto a su cordura; si no Una sensación queda siempre al
hay tal claridad, ha de ser porque el enfrentarnos al texto: parece que una
caso mismo se ubica allí como para- redundancia incesante, ora de aconte-
digmático. No siendo claro entonces su cimientos, ora de discursos reiterativos
estado mental, mas sí la magnitud del sobre los hechos, viniera a caldearse
crimen cometido, es condenado a en- en el libro-marmita donde tomarían
mendar la falta con el castigo a los pa- cuerpo y encontrarían su lugar común.
rricidas: la pena de muerte. Pero al
momento de ser pronunciada la senten-
cia es motivado el recurso de gracia, 5
Hoja volante repartida en la época y publicada
ante la caución de Esquirol, Marc y al final del comentario de Michel Foucault bajo el
Orfila. El Rey, en su gran bondad y título “Endecha sobre este sujeto”.

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Tal vez, ello se deba no a repeticiones ra, como tampoco ella y sus instancias
sin sentido, sino a una constitución a con respecto a comportamientos que
partir de declaraciones y certificados, juzga y condena. Sería muy ingenuo
que al momento de ser consignados pensar, por ejemplo, que siempre, en
arrastran consigo, indefectiblemente, el todas las épocas, los hombres han vis-
recuerdo memorístico de lo acaecido to con los mismos ojos y condenado de
hasta el momento. Cada nuevo infor- igual manera actos señalados por no-
me convoca un dato aquí, recapitula otro sotros de manera evidente como
allá. Mallas superpuestas de lenguaje punibles, incluso el asesinato. Pensar
desplazándose libremente unas sobre así, sería considerar al crimen no como
otras, y requiriendo para una ilación ló- un elemento adscrito a un devenir his-
gica algo más que el ordenamiento tórico -una concepción fijista-, sino
cronológico. como perteneciente a un reducto ani-
mal más o menos estanco anclado en
En esta entresaca de sentidos, sa- el hombre. No entraremos aquí en la
len a flote recorridos más o menos cla- discusión sobre la agresividad humana
6
ros, que podríamos llamar circuitos. Un con relación a la animal; pero sí es
término, que si bien es muy genérico, importante subrayar que los cambios
define no obstante una trayectoria no ocurridos en el animal son de lenta ocu-
reductible a un camino lineal y simpli- rrencia y siempre bajo cotejamientos
ficado, aduciendo mejor una aproxima- hechos con el medio. En cambio los
ción periférica, continente de las rela- comportamientos humanos manifiestan
ciones allí imbricadas. una gran labilidad, pues su transmisión
no se debe a procesos regulares de la
El circuito más general es el que
herencia génica. Rebasada la evolución
relaciona hecho-texto-memoria. El he-
biológica por la cultural, la memoria
cho: matar a la madre, a la hermana y
debió ser volcada hacia afuera en tér-
al hermano. El texto: la traducción he- 7
minos de exteriorizaciones culturales.
cha por la justicia como organismo ope-
Y aunque muchas cosas deban ser
rante de la cultura. Y la memoria, para
aprendidas en el transcurso de nues-
garantizar la tutela de valores cultura-
tras vidas, el mundo que nos tocó en
les advirtiendo el castigo ante su trans-
suerte resume los aciertos y desacier-
gresión.
tos de todos nuestros predecesores. Es
A simple vista, no habría nada que entendible, entonces, que al no obede-
agregar a este triángulo reductor: se ha
cometido un crimen, la justicia ha to-
6
mado cartas en el asunto; y para es- Sobre el problema del instinto y la agresividad,
carnio de futuras generaciones, queda ver los trabajos de Konrad Lorenz, Niko
Tinbergeny y William Thorpe.
inserto en la cultura por medio de la 7
Nunca se hará suficiente énfasis sobre la
memoria. Pero, ni el crimen adolece de importancia de la obra El gesto y la palabra, de
independencia con respecto a la cultu- André Leroi-Gourhan.

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cer a la transmisión genética, cuyo ob- ante un gobierno audaz que está
jetivo es conservar la información, las dando un paso hacia su propia
8
pautas culturales se alteran de manera disolución.
rápida en el transcurso del tiempo, con Pero, no era este el caso de Rivière.
lo que pueden ser rastreables los cam- El castigo fue un reclamo en todo mo-
bios y puntos de quiebre propulsores de mento: “Estoy resignado a la muerte” -
su devenir. En otras palabras, los pro- dice. “Quiero morir lo antes posible”,
cesos humanos al ser culturales son petición no muy bien recibida en los tri-
historiables. Entonces, aunque esta bunales, donde al operar la solemnidad
aclaración pueda parecer anacrónica,
como ritual efectista, aquellas palabras
no es tan evidente el castigo merecido
significaban una burla para las instan-
por Rivière, como si de hechos natura-
cias del poder al crear un sin sentido a
les se tratara, ni el dictamen de su es-
su labor.
tado mental.
No importa el deseo del acusado; él
No debe olvidarse que en última ins-
ya no se pertenece, ni siquiera puede
tancia lo que estaba en juego era la
tomar su propia vida. Se ha convertido
determinación sobre la vida o muerte
en la materia prima de la máquina pro-
del acusado. Paradoja del poder, que
cesal, en un maniquí donde se ensayan
intentando resolver un asesinato con
prendas, en un felpudo del cual todos
otro expresa su desagrado, no debido a
tiran. Podríamos decir, sin reservas, que
la sangre derramada como al lugar
más allá de la sentencia sobre un sujeto
usurpado por el verdugo. Los gobier-
llamado Pierre Rivière, el meollo de toda
nos pueden argumentar sus genocidios
la cuestión es la descarga del poder
o ejecuciones aduciendo simplemente
materializada en su corporeidad. Pues,
seguridad nacional o individual, pero las
incluso, durante los interrogatorios en
responsabilidades siempre tienen for-
prisión, así como en la memoria, su pen-
mas sutiles de disolución en las esferas
samiento es vaciado de todo valor per-
del poder. Mas un criminal no tiene
sonal e interpretado a la luz de discur-
excusa, y es llamado a encarar su sino.
sos oficiales potestativos de la verdad.
Ya en 1859 Thoreau alzaba su voz A la justicia no le importa el sujeto lla-
para decir: mado Rivière nacido en la Faucterie,
provincia de Caen, niño problema de-
Todo hombre sabe cuándo está bido a sus manifestaciones agresivas
justificado, y todos los inteligen-
con los animales, que asustaba a los
tes del mundo serían incapaces
de darle luz sobre el tema. El ase- demás niños, que se reía idiotamente
sino siempre sabrá que se le cas- por absurdidades, considerado loco por
tiga justamente; pero cuando un
gobierno quita la vida a un hom-
bre sin el consentimiento de su 8
Henry D. Thoreau, Desobediencia civil y otros
conciencia, nos encontramos escritos, Madrid, Tecnos, 1987, pp. 108-109.

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medio pueblo y asesino de casi toda su colige la importancia de incluir todos los
familia; no, a la justicia le interesa, y informes existentes sobre el caso; son,
esto es claro, incidir a través de la coac- por así decirlo, las citas de las revisio-
ción popular, en la salvaguardia de va- nes que no pueden faltar en una histo-
lores morales. Apropiarse de ese cuer- ria inmanente.
po de turno y efectuar el espanto a tra-
vés de la mueca del poseso. Es el es- Pero las estaciones que marcan los
carnio público, por la vía del temor, la circuitos no se enlazan ingenuamente.
manera irracional de asegurar el orden. Hay en ellas, toda una semántica in-
Pero, como veremos más adelante, es tencionada: informes, acatamientos,
en el orden de la causalidad criminal requerimientos, constataciones, ór-
cuando comienzan en el siglo XIX la denes, capturas y condenas. Así, en
medicina y la psiquiatría, como saberes el proceso de captura de Rivière, el ri-
positivos, a reclamar para sí el ejerci- tual jerárquico toma su repetición. El
cio del poder a manera de peritazgo. fiscal del Rey de Vire, en compañía
del lugarteniente y después de infor-
En otro momento de ampliación vi- mar al juez de instrucción se desplazan
sual, encontraríamos un segundo circui- al lugar de los hechos. Una vez allí, se
to, que, incluido en el anterior, muestra acata el atestado del juez de paz reali-
la estructura jerárquica de los poderes zado con antelación. Ordenan, enton-
en juego. La figura del juez de paz, ces, a los alcaldes de comunas empren-
quien como máxima autoridad sólo es- der la búsqueda. Para tal efecto se
cucha informes y hace requerimientos, reclutan guardias nacionales,
es la más destacada al comienzo; has- obteniéndose la captura de Rivière.
ta este momento su discurso es tácito, Por último, el fiscal de Falwse infor-
soportado por la investidura de su car- ma al fiscal del Rey de Vire, cerrándo-
go. Todos los personajes confluyen ha- se el circuito.
cia él: el alcalde, el médico, el oficial de
sanidad; todos le suceden en el orden Esta terminología “técnica” explica
descrito, abriendo un círculo que tiene por sí misma la jerarquización de los
su cierre en el punto de apertura. Aquí discursos. Y la veremos discurrir a lo
la razón, como potestad del ejecutor de largo de todo el texto.
la ley, es una estructura cuñada en la Paradigmas
base por los otros discursos subordina-
dos. Y aunque tal enunciado no entrañe En 1836 estaban en plena dis-
ninguna novedad, el hecho de efectuar cusión sobre la utilización de
el despliegue de los saberes y ponerlos conceptos psiquiátricos en la
a dialogar sobre un mismo plano de justicia penal. Para ser más exac-
acontecimientos, crea una llave perfec- tos, se encontraban en un perio-
do preciso de este debate: con-
ta que le confiere solidez a toda la ma-
cretamente a la noción de “mo-
quinaria judicial. De este entramado se
nomanía homicida”, que Esqui-

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rol puso en circulación (1808), En el interrogatorio, la justicia quie-


hombres de ley como Collard de re establecer su verdad: un crimen, un
Montigny, médicos como Urbain motivo y un conocimiento de causa y
Coste, y sobre todo los magis- efecto. Pregunta: “Tiene usted inteligen-
trados y los tribunales (espe-
cia suficiente como para saber que no
cialmente desde 1827) oponían
una gran resistencia.
9 es posible evitar el castigo que la ley les
infringe a los asesinos y a los parricidas,
En el sumario se encuentra -como ¿cómo es que esta idea no le hizo cam-
ya lo habíamos resaltado- que a partir biar de proyecto?” Respuesta: “Obede-
de los interrogatorios se lleva a Rivière cí a Dios, no creo que sea ningún mal
10
a confesar el verdadero motivo de su justificar su providencia”.
crimen: liberar a su padre de una mala
mujer y de sus hijos implicados. Ahora Y más adelante se le vuelve a inter-
bien, la justicia tiene que construir el pelar: “Hasta ahora no ha querido
móvil del crimen para liberarlo de la doblegarse a la justicia, no ha hecho
absurdidad en que había caído. Un he- honor a la verdad, parece que ayer es-
cho tan execrable no podía ser atribuido taba mejor dispuesto, díganos con fran-
al mero impulso irracional, a un ataque queza hoy, ¿qué razón pudo llevarlo a
de frenesí momentáneo. De ser así, la asesinar a su madre, a su hermana y a
11
justicia quedaría burlada; no sólo por- su hermano?” Esta razón será la que
que al ser ella agenciadora del poder no habrá de ser investigada, con ella se
podría operar ante un caso completa- producirá la descarga de toda la ma-
mente esclarecido: hecho, pruebas, in- quinaria procesal; sin ella se parte la
fractor, castigo estipulado; sino, porque bisagra, se da el desplazamiento del
entre la lucha razón-sinrazón el caso poder y las instituciones estatales se-
actúa como bisagra, acercando y ale- rán presa del pánico ante unas mani-
jando los dos conceptos, requiriéndose festaciones transgresoras de la ley y
tres elementos: razón, crimen, sinrazón; camufladas bajo una fachada de locu-
o mejor: justicia, crimen, locura. Si ra. Pierre Rivière tiene que ser decla-
Rivière es declarado loco y por esa vía rado cuerdo y culpable.
escapa a la pena de los parricidas, el dis- ¿Pero qué era, en sí, lo que ocurría
curso penal habrá sufrido un desplaza- en el saber médico, y específicamente
miento debido a un saber positivo cuya en el psiquiátrico a comienzos del siglo
objetividad a través de pruebas científi- XIX? Dos teorías, hijas del movimien-
cas comienza a sentir incómodo su pa- to enciclopedista, verán su emergencia:
pel de subordinado: el discurso médico. el transformismo de Lamarck y la fre-
nología de Gall; ambas lo suficiente-

9 10
Michel Foucault, en la presentación del “Yo, Ibíd., p. 37.
11
Pierre Rivière...”, Op. cit., p. 9. Ibíd.

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mente controvertidas en su época, pero cual manera, ya se hable del instinto de


sin el poder de permanencia suficiente propagación -o sexual-, el amor a la
para ser aceptadas de manera consis- progenie -o maternal- o del gusto por
tente por la comunidad científica. los riesgos y la lucha -o agresividad.
Gall, médico y anatomista de profe- La frenología no fue el punto de lle-
sión, realiza muchas disecciones hasta gada en la expurgación del cerebro, pero
llegar a ubicar la corteza cerebral en el sí sirvió de punto de partida para otros
nivel más elevado del encéfalo, carac- hombres interesados más en las relacio-
terística que compartiría el hombre con nes entre el cerebro y el cuerpo que
los demás mamíferos. Pero Gall no se entre el cráneo y el cerebro. Uno de ellos
contenta con la simple ubicación gene- fue el alumno de Gall, Bouillaud, quien
ral, sino que quiere localizar allí las fa- fundaría la anatomopatología del lengua-
cultades “morales e intelectuales”. Para je, convertida luego en neuropsicología,
ello emprende, no como podría pensar- abonada con los descubrimientos he-
se una esquematización del encéfalo, chos por Broca.
sino del cráneo en su parte exterior. Se-
gún su teoría, desde la óptica naturalista Retomando el hilo del proceso, po-
y fisiológica, existen facultades menta- demos ver en el certificado del médico
les que son innatas y de cuya presencia del pueblo, el doctor Bouchard, alusio-
pueden dar cuenta las protuberancias nes a la nueva ciencia: “No he hecho
craneanas. La lista se establece de modo investigaciones frenológicas, pues aun-
empírico, con base en biografías de hom- que esta ciencia está muy poco evolu-
bres ilustres y en las desviaciones men- cionada, debo decir que en este punto
tales o monomanías que serían exage- mis conocimientos son demasiado im-
raciones de esas facultades.
12 perfectos para que pudiera aplicarla a
13
una circunstancia de esta gravedad”.
Gall será acusado de materialista, Y es cierto. Bouchard se dedicará a dar
pues su teoría prescinde de toda un parte de normalidad llegando a la
recurrencia a una explicación del com- conclusión de que el acusado fue presa
portamiento a partir de estados del alma. de un “estado de exaltación momentá-
Si se encuentra una de las protuberan- nea” que lo condujo a cometer el cri-
cias definidas, querrá decir que bajo ella men. No recurre para nada a la frenolo-
se alberga la parte del cerebro que go- gía, pero nos advierte de su existencia.
bierna dicho comportamiento. Entonces
no habría en el hombre una cierta vo- Pero con los demás psiquiatras no
luntad intencionada para obrar de tal o ocurrirá lo mismo. Vastel, por ejemplo,

13
12
Certificado del doctor Bouchard, que aparece
Sobre la frenología, ver: Jean-Pierre Changeux, en el capítulo 4, denominado “Consultas médico-
El hombre neuronal, Madrid, Espasa-Calpe, legales”, en: Michel Foucault, Yo Pierre Rivière...,
1985. Op. cit., p.136.

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no tendrá reparos en declarar a Rivière Pero aun así, Pierre Rivière es decla-
como un alienado mental “[...] y tuve rado culpable. No obstante, una vez con-
la profunda y completa convicción de sultados los eminentes médicos de París:
que la inteligencia de Rivière no era Esquirol, Marc y Orfila, y habiendo ellos
sana, y que la acción que ante los ojos dado su veredicto según el cual Pierre
del ministerio público pasaba por un Rivière manifiesta signos de alienación
horrible crimen, no era sino el deplora- desde su infancia, las dudas del tribunal
ble resultado de una auténtica aliena- quedan disipadas al solicitarse la petición
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ción mental”. Además, hará explíci- de indulto ante el Rey Luis Felipe. Su
ta su certeza de que tales conclusiones majestad conmuta la pena de muerte por
las ha extraído del análisis exterior del la de cadena perpetua y Rivière es “eje-
acusado y del estado de sus facultades cutado” por vía monárquica.
mentales desde su infancia. No le bus- Esquirol se saldría con la suya al lo-
ca las protuberancias al cráneo, pero sí grar la inserción del concepto de “mo-
pone en circulación todo el lenguaje nomanía homicida” en las filas penales.
concordante con su sistema de pensa- Por aquí no sólo se abonará el camino a
miento. Las facultades mentales, como una sicopatología “laicizada”, sino que
vimos, pueden ser de diversa índole, también la psiquiatría como ciencia abri-
pero en todos los casos tendrán un ca- rá un boquete en las estructuras del po-
rácter innato, “La herencia es realmen- der, donde el tiempo, como variable au-
te una de las causas más poderosas en sente hasta el momento en términos de
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la producción de la locura”, dice dimensión explicativa de un presente,
Vastel, y concluye su informe, no como vendrá a tomar asiento en un espacio,
quien sólo dice lo que le compete, sino donde, por la vía de la biología el sujeto
como quien desea una transformación: en adelante será un sujeto histórico.
“La sociedad tiene pues el derecho de
pedir, no el castigo de este desgracia- Cabría preguntarse ¿quién gana en
do, ya que sin libertad moral no puede dicha conquista? ¿el acusado, la psiquia-
haber culpabilidad, sino el secuestro por tría, el Rey? No nos convence la pena
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vía administrativa...”. Con esta suge- capital como tampoco el internamiento;
rencia a modo de reclamo, Vastel ha- ambas a su manera son formas de re-
cía eco de Pinel en su lucha por mejo- gentar una razón que reclama para sí el
rar el trato a los insanos, eliminando la derecho por la vida negando a su vez la
libertad. Habrá que esperar, incluso, has-
idea de que eran posesos o criminales,
ta el siglo XX para encontrar bosquejos
sino más bien enfermos como los otros.
de tratamientos, salvadores de cadalsos
y también otorgadores de la libertad de
ser diferente.
14
Ibíd., p.138. Es necesario un orden, pero no a
15
Ibíd., p.139. costa de ejecutar las víctimas del po-
16
Ibíd., p.148. der que los excluye.

REVISTA HISTORIA Y SOCIEDAD NO. 12, MEDELLÍN, NOVIEMBRE 2006, PP. 239-249

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