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Gran Boda
Entre las enseñanzas dadas por Jesús durante su ministerio se encuentra
la parábola de las diez vírgenes, que en el contexto de la época vino a explicar los
preparativos para una boda y cómo debería estar lista la novia a la llegada del futuro
esposo.
Esta analogía empleada por Jesús viene a codificar el proceso que vive el creyente,
ante la inminente llegada del reino de Dios, y de cómo algunos estarán preparados y
entrarán, pero otros por el contrario no lo harán.
Jesús hace este relato a sus discípulos y seguidores, luego que en el capítulo 24 de
Mateo narra los eventos y señales antes del fin. Por lo que se infiere que su
propósito es alertar y hacer entender, de qué cosas deberían cuidarse sus
seguidores, y cuales hacer para escoger el camino correcto, y obtener la vida eterna.
Pureza
En primer lugar, hace una comparación del reino de los cielos con las vírgenes. En
este contexto, cuando habla de virginidad habla de pureza, inocencia, castidad,
señalando que esa es la cualidad más importante, para esperar al esposo.
También, se desprende que estas doncellas esperaban a su esposo bien hermosas,
ataviadas con vestidos blancos. Eso habla de un tiempo de preparación, y estar
impecables ante su amado.
El número 10
Nótese la importancia de este número en el contexto de la enseñanza judía de la
época de Jesús,10 fueron los mandamientos dejados por Moisés (Éxodo 20), por lo
que Jesús hace énfasis en ese orden divino que representa el número 10.
La Lámpara
Este versículo habla que cada una salió con una lámpara, era de noche y debían
iluminar el lugar donde se encontraban, además de estar muy apercibidas de su
alrededor, para no ensuciarse.
Jesús vino a develar con ello que la lámpara encendida es la Palabra de Dios, y
debe ser muy importante para el creyente que lo enrumbará en su camino sin
tropezar: "Lámpara es a mis pies tu Palabra, y lumbrera a mi camino" (Salmos 119:
105)
A través de la Palabra Jesús quiere sostener la obra del hombre, y ser reflejo de las
buenas acciones para iluminar y bendecir su entorno, siendo esa lumbrera que
Jesús mismo dijo en:
Mateo 5: 16 “Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean
vuestras buenas obras, y glorifique a vuestro Padre que está en los cielos”
Jesús en este relato hace mención que las vírgenes salieron a esperar al esposo,
pero no señala la hora de llegada, por ello es importante analizar las acciones de
las doncellas ante eso:
“Cinco de ellas eran prudentes y cinco insensatas. Las insensatas tomando sus
lámparas, no tomaron consigo aceite; más las prudentes tomaron aceite en sus
vasijas, juntamente con sus lámparas”(Mateo 25: 2-4)
A primera vista se destaca que las doncellas eran diferentes, se califica en dos
grupos, uno como el de 5 prudentes y el otro grupo de 5 insensatas.
Prudencia
“tomaron aceite en sus vasijas, juntamente con sus lámparas”
Las cinco vírgenes estaban convencidas que su esposo llegaría a buscarlas, para el
evento más importante de sus vidas. Sin embargo, se detuvieron en pensar en la
posibilidad de algún contratiempo, por el recorrido que los esposos debían hacer. Es
por ello se abastecieron de aceite, para que sus lámparas no se apagaran.
Insensatez
“tomando sus lámparas, no tomaron consigo aceite”
Caso contrario se presenta con estas cinco doncellas, que no tomaron aceite extra,
pues consideraban tener suficiente, para esperar al esposo. De ello se deduce que
ellas no prevenían, eran inmaduras, incapaces de percibir cualquier panorama
adverso que podría presentarse, vivían el momento, sin pensar en el futuro cercano.
El aceite
En el contexto de este tiempo el aceite representaba el combustible necesario para
mantener encendida la lámpara, y no quedar a oscura. Entendiendo que no solo
debían tener encendida la lámpara a la espera del prometido, sino que esa luz las
haría visibles, ante sus prometidos.
En esa condición es que desea Jesús que los creyentes esperen su venida, pues
estas doncellas sabían que el esposo llegaría, y sería el inicio de una nueva vida,
por lo que no dañarían ese momento por nada.
Jesús quiere que ese aceite no falte y esa lámpara se mantenga encendida. Que
el creyente no tenga que refugiarse en nadie, sino tener esa luz resplandeciendo por
el tiempo que fuese necesario.
Con mucha frecuencia se encuentran creyentes que tienen esa luz de la lámpara
parpadeando, tienen conocimiento de la Palabra, pero permiten que el Espíritu
Santo se contriste, a causa de su descuido en la oración, la lectura de la Palabra, y
se creen autosuficientes en el "conocimiento" adquirido, alejándose de la fuente del
combustible para la llama.
“Más las prudentes respondieron diciendo: para que no os falte a nosotras, id más
bien a los que venden, y comprad para vosotros mismos” (Mateo 25: 9)
Es evidente que las sensatas no podían arriesgarse en darles aceite, y perder la
visibilidad de ellas también, pues si compartían el aceite, se acabaría más rápido y el
esposo no tendría luz para la celebración, y en medio de la oscuridad de la noche no
las verían.
El tiempo se agotó
Estas vírgenes salieron en búsqueda de ese aceite a una hora tardía, y a escasos
minutos de la llegada del esposo. Esa falta de preparación dio como resultado el
temor, el cansancio, la improvisación y la decepción.
“Pero mientras ellas iban a comprar, vino el esposo; y las que estaban preparadas
entraron con él a las bodas; y se cerró la puerta. Después vinieron también las otras
vírgenes, diciendo: ¡Señor, señor, ábrenos! Más él, respondiendo, dijo: De cierto os
digo, que no os conozco” (Mateo 25: 10-12)
Este pasaje evidencia el resultado de la preparación previa de las vírgenes, pues
fueron afortunadas al entrar a la celebración de la boda "las que estaban preparadas
entraron con él a las bodas"
Estas cinco mujeres nunca dudaron en la llegada de su esposo, él se los había
prometido. Estuvieron listas y sus mirada nunca se desvió en ser visibles para ellos,
pues esa luz de las lámparas era la garantía que ellos las verían, y que los esposos
las pudiesen reconocer.
A diferencia de las insensatas que salen corriendo para poder ser reconocidas por
ellos: “también las otras vírgenes, diciendo: ¡Señor, señor, ábrenos!". Jesús no
afirma si tienen las lámparas encendidas, solo relata lo tarde que fueron a buscar el
aceite, produciendo la mayor decepción de una novia: "respondiendo, dijo: De cierto
os digo, que no os conozco"
Que devastador debió ser para estas cinco vírgenes, ser rechazadas por sus
esposos en el momento de la festividad. Jesús ilustra una triste realidad, el no ser
reconocidas por la oscuridad que la cubrían.
Por ello este mensaje viene a alertar al creyente en que en la venida del Señor, las
lámparas estén listas, para ser reconocidos por Él.
Jesús da una excelente ilustración, de cómo el creyente no puede correr ningún tipo
de riesgo, y mantener el aceite e iluminar con esa llama esperada por el Señor,
siendo sabios en cada paso dado, dirigidos por el Espíritu Santo.
Un llamado al creyente
Jesús termina este relato con un llamado directo a todos los creyentes:
“Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del hombre ha de
venir”(Mateo 25: 13)
Todo el relato dado por Jesús se detiene en que el creyente tenga cautela, y
proceda de la manera correcta en la preparación a su segunda venida.
Aquí es donde Jesús hace reflexionar al creyente sobre la vida que lleva, que quizá
está llena de engaños alejándolo del camino de salvación. Solo de ellos dependerá
el alumbrar en medio de la oscuridad del mundo, o ser esa luz parpadeante que se
apaga.