Introducción En la iglesia primitiva la gente estaba dividida en dos grupos; los convertidos y los no convertidos, es decir, los inconversos. En estos últimos tiempos, algunas organizaciones usan el término convencidos para definir aquellas personas que están dentro de la iglesia pero que no muestran frutos de haberse convertidos a Cristo de corazón. ¿Cuáles son sus características? ¿Qué actitudes tienen? ¿Por qué están dentro de la iglesia si no están convertidos? I- Una comparación La iglesia nunca escapó de ciertas analogías o comparaciones con ciertas actividades que suceden en nuestro mundo para poder describir ciertas anomalías que se dan en cada iglesia. Al compararla con la gente que disfruta de un partido del fútbol en un estadio, nos damos cuenta de ciertas realidades que debemos analizar: a) Los fanáticos Los fanáticos, son aquellos que se pintan la cara, se quitan la ropa del torso, se pintan el cuerpo del color de su cuadro favorito, discuten, pelean y se vuelven agresivos. Se enojan mucho cuando su cuadro pierde y busca a quien culpar, sea el cuadro, un jugador en especial, el director técnico u otros. Son celosos de su club, pero es un celo insensato. Aplicación de la verdad a la iglesia. En la iglesia sucede algo muy parecido, los fanáticos religiosos solo miran desde afuera pero no participan de nada o casi nada; juzgan todo, critican a los demás, pero ellos no hacen nada, son meros espectadores. Manifiestan un celo por las cosas de Dios, pero sin ciencia, sin el conocimiento pleno de la verdad (Juan 16:2; Romanos 10:2). b) Los hinchas Los hinchas alientan a los jugadores, cantan, son activos, muchos son socios del club, compran camise- tas, banderines y otros elementos para colaborar con el club y pagan también la mensualidad de socios. El problema de los hinchas es que viven deprimidos si su cuadro pierde, lloran si erran un penal, se lamentan y entran en crisis que los afectan personalmente y los que les rodean; aparte se sienten con la autoridad de mandar dentro del club y algunos intentan hablar con el director técnico para decirle a quien quitar y a quien debería poner a jugar y aun, los cabios que debería hacer en cada partido. Simón el fariseo es una buena ilustración sobre esta verdad (Lucas 7:36-50), los fariseos y saduceos también que se molestaban siempre con Jesús y se enojaban. Aplicación de la verdad a la iglesia. En la iglesia están también los hinchas del Señor, glorifican y alaban al Señor cuando todo les va bien y cuando el Señor le contesta sus peticiones. Cuando Dios no hace los que ellos quieren, se molestan con Dios, se deprimen, lloran, se lamentan, se sienten como que Dios no les ama. Se sienten merecedores de las bendiciones de Dios, no quieren ver los motivos por lo cual Dios les dijo que no a sus oraciones o los motivos por lo cual Dios permitió ciertos problemas. (2Corintos 12:1-10). La actitud de Pablo debería seguir tales creyentes. c) Los simpatizantes Los simpatizantes son meros espectadores, les gusta un partido, no le importa mucho quien gana o pierde, solo quiere ver un buen partido, buena técnica, un juego en equipo y buena destreza dentro del campo. El simpatizante ni grita los goles, no se emociona mucho con el partido, esta estático mirando cada ju- gada, se imagina hasta a quien debería ir el pase y trata de trazar la jugada en su mente por adelantado. Aplicación de la verdad en la iglesia. Desgraciadamente, en la iglesia existen muchos simpatizantes, le gustan las cosas de Dios, de deleitan en las alabanzas, le gusta oír un buen mensaje; algunos manifies- tan abiertamente su entendimiento del tema tratado. Ellos pesan todo, no por amor a Dios y ni a la verdad, sino buscando defectos para criticar o para avergonzar; ellos no se comprometen con Dios ni con la iglesia, piensan y creen que no necesitan ser corregidos y dirigidos. Algunos tienen una apariencia de humildad, son capaces de aceptar de boca la corrección, pero nunca ponen por obra lo que aprenden. II- Una identificación La palabra simpatizante está relacionada con el verbo simpatizar que en una de las definiciones del diccionario de la Real Academia Española describe a la una persona adherida a un sistema o cuerpo de donde se induce al mismo comportamiento en otros; en otras palabras, el simpatizante en la iglesia contamina a otros y se puede volver fácilmente un instrumento de Satanás para destruir el crecimiento en aquellos que lo desean y lo buscan. III- Una transformación En la iglesia suele haber tres clases de personas, los visitantes que vienen una vez o varias, pero solo visitan, no son miembros de la iglesia local. Los nacidos de nuevo, que son convertidos a Cristo y discí- pulos de Cristo; estos son los que sirven, crecen, se multiplican, y son los instrumentos en las manos de Dios para el beneficio de su obra. Los simpatizantes que son aquellos que saben todo, pero no hacen nada; dan su palabra, pero no la cumplen; se comprometen con Dios de boca, pero no de corazón. Tales personas no son cristianos (Hechos 11:26); no aman a Dios (Juan 14:21-24); necesitan nacer de nuevo entregando su corazón verdaderamente a Cristo (Juan 1:12-13; 3:3) y llegar a ser una nueva criatura en Cristo (2Corintios 5:17). De esta manera, el creyente comienza a ser guiado por el Espíritu Santo y de acuerdo la verdad de Dios (Romanos 8:14) que purifica el alma (1Pedro 1:22) y siendo obediente a Dios ya no quiere vivir como lo hacía antes, ahora quiere hacer la voluntad de Dios y llevar una vida santa conforme a la voluntad de Dios (1Pedro 1:15-16) y producir el fruto del Espíritu Santo (Gálatas 5:22-23)
Andrés Pérez de Ribas- Historia de los triunfos de nuestra santa fe entre las gentes más bárbaras y fieras del nuevo orbe: conseguidos por los soldados de la milicia de la Compañía de Jesús en las misiones de la Nueva España