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Bravo Ramírez Jesús Ángel

Sesión 2
2 de septiembre de 2017
Periodismo y periodista

Periodismo: el oficio y la pasión.

El periodista es “el hombre que se quedó sin profesión”, dijo Manuel Buendía en
una de sus conferencias, a propósito de la frase del periodista inglés Chesterton.
El significado de periodismo ha sido relativamente fácil de definir, pero la esencia y
valores de la labor son ampliamente discutidos. Y después viene la duda sobre
quién hace bien las cosas y quién no.

Benavides y Quintero (1997), para quienes el periodismo es una profesión,


consideraron que el producto resultante del trabajo periodístico no sólo debe ser
una mercancía, sino que tiene que representar un beneficio para la sociedad
(Benavides y Quintero, 1997, p.37). Buendía (1985), por su parte, afirmó que “el
periodismo es un instrumento de la comunicación social, y, en consecuencia, el
periodismo es parte de la política. Todo el periodismo pertenece a la política. Es la
política en acción” (p.17). Buendía tiene la visión del periodismo que debe tener
una repercusión real en la dinámica social.

Otro problema con las definiciones sobre el periodismo/periodista llega con


las responsabilidades que se deben tener, pues el comportamiento en el oficio es
ambivalente. Una aproximación muy cercana a la solución de esta duda es el
reporte que hizo la Comisión Hutchinson en 1947, donde destacan que el
periodista debe tener una relación verídica con los acontecimientos, ser abierto a
la conversación, ser representante del ideario social, de sus objetivos y valores,
además de exhibir el espectro completo de lo que pasa a diario (Benavides y
Quintero, 1997, p.46).

Según Buendía, los periodistas deben ser patriotas, entregados, valientes y


eficaces, además de evitar ser solemnes. También dijo que deben ser fieles a la
redacción con la que trabajan y que deben asumir un compromiso personal, es
decir, ser responsables por el trabajo que hacen.
Como en cualquier actividad, los periodistas deben encontrar salida a
diferentes problemas que se les atraviesan, como la poca credibilidad que tienen
los medios para los que trabajan, así como considerar si tienen vocación y
aptitudes reales para el oficio. Buendía (1985) dijo con gran certeza: “Los médicos
entierran sus errores; nosotros los publicamos” (p.46). Y entre otras cosas, aquí en
México se acentúa la problemática más grave de todas: la represión violenta hacia
los periodistas, nacionales o internaciones.

La ética está en medio de toda esa vorágine que amenaza con tragarse vivo
a cualquier periodista distraído. Hester y Wai (1988) creen conveniente que la
información resultante del trabajo periodístico no sólo circule hacia abajo en la
línea de información, sino también hacia arriba -hacia los que toman decisiones- y
hacia los lados -colegas y miembros del gremio (Hester y Wai, 1988, p.24).
También destacan los consejos de Benavides y Quintero (1997): si un periodista
es simpatizante y/o miembro de un partido político, es mejor que no cubra las
notas relacionadas a dicha institución; los periodistas deben de conocer lo mejor
posible el medio donde están a punto de trabajar y cuestionarse sobre si ya hay un
código de ética establecido; entre otros (Benavides y Quintero, 1997, p. 53 y 54).

Mi padre me ha contado sobre algunas conferencias que Manuel Buendía


ofreció hace muchos años. El maestro daba una plática larga pero amena, muy
interesante. Para cuando se daban cuenta, unos cuantos asistentes ya se habían
quedado dos horas más de lo establecido, pero aquél seguía hasta saciar a sus
interlocutores. Son dos ítems que, considero, no se deben olvidar sobre el oficio
periodístico: siempre se debe tener algo que decir y hay que decirlo con pasión.

Fuentes:
Benavides, J. y Quintero, C. (1997). Escribir en prensa. México: Longman de México
Editores.

Buendía, M. (1985). Ejercicio periodístico. México: Ediciones Océano.

Hester A. y Wai, J. (1988). Manual para periodistas del Tercer Mundo. México: Editorial
Trillas.

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