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Bolivia la guerra del agua y gas se dio en Cochabamba

La lucha de los indígenas por los recursos naturales ha desencadenado varias


revueltas en las últimas décadas en Bolivia Primero fue el agua en Cochabamba,
ciudad de 600.000 habitantes, en la. cordillera de Los Andes Allí, la población de la
nación más pobre de Suramérica se levantó contra una de las corporaciones más
poderosas del mundo y recuperó un bien básico: el agua . Ahora es el gas, el último
recurso natural que le queda a Bolivia, el nuevo desencadenante del
enfrentamiento, cuyas raíces son profundas y tienen que ver con modelos
antagónicos de sociedad y de desarrollo.

Bolivia fue en los años ochenta y noventa un laboratorio para los experimentos del
Fondo Monetario Internacional, que recomendaba el ajuste del gasto público y la
privatización de empresas estatales. fue Gonzalo Sánchez de Lozada, elegido
presidente por primera vez en 1993. En cuestión de dos años, su Gobierno vendió
las cinco compañías más grandes del Estado. El petróleo, telecomunicaciones, líneas
aéreas, electricidad y los ferrocarriles fueron privatizados. Todas estas operaciones
no sirvieron para mejorar las condiciones de vida del pueblo, y , apelativo de
Sánchez de Lozada, empezó a ser llamado "vende patria" por muchos ciudadanos.

En 1997, el Banco Mundial puso en la mira de las privatizaciones el sistema de agua,


y ofreció al Gobierno condonar 600 millones de dólares a cambio de su
privatización. El resultado fue que la compañía californiana Bechtel ganó el contrato
para gestionar el agua de Cochabamba hasta 2039.

El precio del agua subió por las nubes, lo que generó amplias protestas de
trabajadores y campesinos. Las huelgas y manifestaciones dejaron la ciudad aislada,
hasta el punto de que el Gobierno firmó un acuerdo para revisar tarifas. Las
protestas se reanudaron cuando no se respetó el compromiso y se recrudecieron
con la llegada del Gobierno de Hugo Bánzer, ex dictador militar en los años setenta.

La dimensión de la protesta fue tal que a comienzos de 2000 Bechtel se marchó de


Bolivia, el contrato del agua quedó cancelado y se instaló una nueva compañía de
agua bajo control público. En el departamento de Cochabamba se forjó un líder
quien fue Evo Morales, indio aimara, que fundó el Movimiento al Socialismo (MAS).,

La lucha contra las privatizaciones y la defensa de los recursos naturales fue la


bandera que siempre enarboló el MAS. La experiencia de la guerra del agua sirvió
para lanzar nuevas batallas en el sector minero hasta llegar a la llamada guerra del
gas, que tiene su origen en la ley de hidrocarburos aprobada en 1996, durante la
ola privatizadora del primer Gobierno de Sánchez de Lozada. El anuncio del
proyecto de exportar gas boliviano a California y México por parte del consorcio
Pacific LNG levantó las iras de los indígenas. Cuando se difundió que una de las
dos vías de exportación era Chile, la indignación subió de tono. Los bolivianos
tienen a flor de piel el odio histórico hacia sus vecinos del sur, frente a los que
perdieron su salida al mar en la guerra del Pacífico (1879-1883). La otra opción es
Perú, pero algunos informes señalaban que la vía chilena era técnicamente mejor.
"El gas es el último recurso natural que le queda a Bolivia. El estaño y la plata se
agotaron", dice el economista Eduardo Michel, de la Universidad Católica de
Cochabamba, que recuerda que el país andino exportó desde la colonia minerales
a todo el mundo. El problema del gas es que tiene escaso valor añadido, en un país
donde el 53% de la población no tiene luz y donde el 91% de los habitantes del
campo son pobres. "Hay que transformar el gas en electricidad", reclama Michel. el
campesino trabaja de día, pero no puede estudiar de noche, ni tener ordenador
por falta de luz. En este contexto se plantea el debate sobre qué hacer con el gas,
cuyas reservas alcanzan los 54,6 trillones de pies cúbicos. "El gas significa desarrollo
si se industrializa y es compatible con la exportación", señala Michel. Otras
opiniones más radicales sostienen que el gas no tiene que venderse y presentan
exportación e industrialización como opciones antagónicas. La realidad es que el
gas es la única garantía de solvencia que puede ofrecer Bolivia. Según Michel, el
valor bruto de la producción de gas asciende a 38.220 millones de dólares

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