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Bolivia
Introducción
Para entender la guerra del agua, es importante entender cómo y por qué el
agua se privatizó en Bolivia en primer lugar. A finales del siglo XX, una
ideología llamada neoliberalismo jugó un papel considerable en la política
latinoamericana. La ideología, caracterizada por políticas económicas laissez
faire, animó al sector privado a hacerse cargo de muchas industrias que alguna
vez fueron consideradas parte del sector público. El caso de Bolivia es un
ejemplo de esto. Las terribles circunstancias financieras obligaron al gobierno
boliviano a recurrir a las organizaciones monetarias internacionales, a saber, el
FMI y el Banco Mundial (“Water Privatisation in Cochabamba, Bolivia”, 2000).
Estas organizaciones eran en gran medida neoliberales, y el intercambio de
préstamos requería que Bolivia privatizara varias industrias nacionales clave.
Uno de ellos era el agua. El Banco Mundial argumentó que la privatización en
Bolivia eliminaría la burocracia corrupta y conduciría a un aumento de la
calidad y eficiencia de la industria del agua. Eventualmente, los derechos de
agua de la ciudad de Cochabamba fueron vendidos por el estado a la empresa
privada Aguas del Tunari después de la presión de estas organizaciones
monetarias. Una ley llamada ley 2029 permitió oficialmente a esta empresa
cobrar precios extremos por el derecho al agua. (Belaich, 2017) De repente, el
agua era un negocio en Cochabamba.
La violencia entre el ejército y los manifestantes se volvió cada vez más común
en los próximos dos meses. Durante un tiempo, el ejército boliviano fue brutal,
golpeando, arrestando e incluso matando a algunos manifestantes. Cientos de
manifestantes fueron detenidos y hubo 6 muertos. (Belaich, 2017) En particular,
la muerte de un manifestante estudiantil de 17 años a manos de un oficial
militar fue capturada en cámara, algo que demostró lo brutal que estaba
dispuesto a ser el gobierno boliviano. A pesar de todo esto, los manifestantes
se mantuvieron firmes. Liderados por líderes sindicales, ellos estaban decididos
a lograr su misión, y no permitirían que el gobierno boliviano se interpusiera en
su camino. Las protestas continuaron hasta abril de ese año, cuando el
gobierno finalmente cedió a la presión y canceló el contrato con Aguas del
Tunari.
La guerra del agua fue en gran medida un gran éxito para los manifestantes. El
pueblo logró defenderse de la privatización del agua y derrotar efectivamente a
corporaciones y organizaciones extremadamente poderosas. Sin embargo, el
legado de los acontecimientos en Cochabamba no terminó allí, y la batalla
contra la privatización seguía en curso. La lucha que ocurrió en Cochabamba
despertó algo dentro de muchas personas de Bolivia. Según Marcela Oliviera,
una activista boliviana por los derechos del agua, “después de la Guerra del
Agua nos hemos dado cuenta de que lo que nos había pasado en
Cochabamba le estaba pasando también a otra gente en otros sitios: en
Sudáfrica, en Inglaterra, en Perú... Así que hemos buscado la forma de
coordinarnos para luchar contra la privatización del agua en todas partes del
mundo.” (Sauras y Bertelli, 2015) Esta cita demuestra que la crisis de
Cochabamba creó un sentimiento de solidaridad entre los trabajadores, no sólo
en Bolivia sino a nivel internacional. La lucha contra la privatización llevó a la
gente común en Bolivia a creer que sus acciones podrían producir un cambio
real, incluso frente a enormes corporaciones e inmensa riqueza. Se dio cuenta
de que el pueblo no tenía que sufrir a manos de estos intereses especiales,
que buscaban beneficiarse de la venta de los derechos humanos básicos. Este
cambio de actitud entre el pueblo se reflejó en la política boliviana. Los
movimientos populares, liderados de manera similar por líderes sindicales y
activistas, comenzaron a tomar el mundo político por sorpresa en el país. El
gobierno neoliberal y moderado, el mismo gobierno que había permitido la
privatización, de Bolivia fue derrocado y Evo Morales, líder sindical y ex
agricultor, fue elegido presidente en el año 2005. Fue en gran medida a través
de la demostración popular de poder en la guerra del agua que esto era
posible. La solidaridad se convirtió en un elemento importante en la vida de las
personas comunes en el país, lo que llevó a una política más centrada en las
personas y a la acción directa en el gobierno.
La Masacre en Warisata
Felipe Quispe Huanca, del Movimiento Indígena Pachakuti (MIP),
anuncia que apoyará las movilizaciones convocadas por el MAS (Partido:
Movimiento al Socialismo) aunque continúa intentando dialogar con el
gobierno. El Ejecutivo instruye, entonces, el acuartelamiento de tropas y
acusa a este partido opositor de estar agitando la movilización. (5)
«Militares
disparando». Fuente
El pueblo decide
Felipe Quispe rompe el diálogo con el gobierno en la Guerra del gas y
amenaza extender el bloqueo. Declara duelo nacional de treinta días
y estado de sitio en las veinte provincias de La Paz.
Los campesinos de Mallasa, Huajchilla, Valencia, Palomar y Huaricana
mantienen un bloqueo económico en apoyo a los campesinos del
altiplano, aun a costa de perder su producción. Gremiales y dirigentes
campesinos ordenan el cierre de mercados en solidaridad con los
muertos de Warisata y Sorata. (10)
Por eso asumen la defensa del gas de y para los bolivianos. (11)
Pelearon y no se rindieron
La COB tampoco quiere dialogar. Los dirigentes advierten que si Goni no
renuncia se lo destituirá, y comentan:
En esa misma semana, las tropas militares logran retomar los puntos
estratégicos para el traslado de gasolina. Esta vez fallecen veintiséis
personas. Pero, contrariamente a lo que pretendía el gobierno, la
masacre no logra detener a los vecinos. (17)
De
Conclusión
Referencias
Sauras, J., Lill, F., & Bertelli, M. (2015, July 30). La guerra interminable: 15
años de lucha por el agua en Bolivia. EL
PAÍS. https://elpais.com/elpais/2015/07/13/planeta_futuro/1436796771_984802
.html