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SAI BABA
y el psiquiatra
SAI RAM
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Título original:
Sai Baba, the holy man… and the psychiatrist
Traducción: María Martínez de Velázquez
Sandweiss, Samuel H.
Sai Baba y el psiquiatra. - 2a ed. - Buenos Aires : Fund. Sri Sathya Sai Baba
de Argentina, 2011.
90 p. ; 19,5x13,5 cm.
A Sai Baba
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Agradecimientos
Deseo manifestar, de modo muy especial, mi agradecimiento
a Dick Croy, escritor y cineasta de Los Ángeles, cuyas aptitudes
y empeños como supervisor y redactor tuvieron parte importante
en la elaboración de este libro. Gracias a su afán, un gran cúmu-
lo de material mal pergeñado por un escritor bisoño fue organi-
zado hasta adquirir forma. Asimismo, expreso reconocimiento
especial a Mary Alice Berning, mi secretaria, quien mecanografió
el borrador las veces necesarias y cuya actitud positiva, servicio
desinteresado y consejo útil fueron muy valiosos durante la pre-
paración de la obra.
Mi gratitud sincera a Larry Smith, artista y dibujante de San
Diego, quien al diseñar el libro e ilustrarlo con sus delicados di-
bujos, le dio dimensión artística; también a Lee Gerlach, Nancy
Sandweiss y Freda Sandweiss, mi madre, quienes colaboraron
en las etapas finales de la edición; a Homer Youngs, quien pro-
porcionó el glosario; a The Sai Baba Cen ter de Los Ángeles y
al Lite Storm Sin ging Group, por facilitar muchas de las foto-
grafías que aparecen en la obra; a The Sri Sathya Sai Baba
Book Cen ter of Ameri ca de Tustin, California, por suministrar
las selecciones de las policromías; a Howard Murphet, por per-
mitir la reproducción de pasajes de su libro Sai Baba, man of mi -
racles; asimismo a Indra Devi y Elsie Cowan, así como a los doc-
tores V. K. Gokak, S. Bhagavantam y John Hislop por autorizar
el empleo de material referente a sus experiencias personales con
Sai Baba.
Expreso particularísimo agradecimiento a Sharon, mi queri-
da esposa, quien ha sido mi apoyo constante en todo y, mientras
me ocupaba en la elaboración del libro, nos atendió amorosa-
mente a los niños y a mí. Sus provechosos comentarios e ince-
sante estímulo constituyeron profunda e inagotable fuente de
energía.
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ÍNDICE
Prólogo por el Dr. V. K. Gokak ....................................... 13
INTRODUCCIÓN .......................................................... 15
PARTE I. EL VIAJE
1 Dulces, dulces ..................................................... 25
2 Buenas noticias ................................................... 31
3 Cartas a casa ...................................................... 39
4 El primer encuentro............................................. 45
5 Del simple aire.................................................... 51
6 Una roca hecha pedazos...................................... 67
7 Psiquiatría y espiritualidad .................................... 73
8 La mente simiesca............................................... 89
9 Caduceo y kundalini ............................................ 99
10 Un alma en transformación.................................. 105
PRÓLOGO
- 14 - SAMUEL H. SANDWEISS
INTRODUCCIÓN
- 16 - SAMUEL H. SANDWEISS
- 18 - SAMUEL H. SANDWEISS
- 20 - SAMUEL H. SANDWEISS
- 22 - SAMUEL H. SANDWEISS
PARTE I
EL VIAJE
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1
DULCES,
DULCES
- 26 - SAMUEL H. SANDWEISS
- 28 - SAMUEL H. SANDWEISS
1 Howard Murphet, Sai Baba, el hom bre mi lagroso, Editorial Errepar, Buenos
Aires, Argentina.
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2 Puttaparti: Pueblo en el sur de la India donde nació y creció Sai Baba, y don-
de se localiza su ashram .
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BUENAS
NOTICIAS
- 34 - SAMUEL H. SANDWEISS
- 36 - SAMUEL H. SANDWEISS
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CARTAS A CASA
Querida Sharon:
Todos tratan de convencerme de que son las 7 a.m. El sol
ha salido, todo el mundo habla en voz alta y está desayunando;
pero no pueden engañarme: es la 1 a.m., hora de San Diego.
Estoy terriblemente cansado. No puedo desayunar porque cené
hace dos horas apenas.
A pesar de todo, estoy disfrutando realmente mi situación.
Mataji es en verdad amable y protectora. Ha hecho a menudo
este viaje y anda tras de mí como un halcón. En el aeropuerto
John F. Kennedy, buscándome, subió y bajó, casi volando, tres
tramos de escaleras.
He ido comiendo todo lo que me empacaste, menos un tan-
gelo (fruta cítrica, híbrida de mandarina y toronja). Siento haber-
te despertado tan temprano cuando llamé al llegar a Londres.
Mis pensamientos están contigo siempre y te amo mucho. Mi
sentimiento del amor se ha intensificado, o me estoy volviendo
más consciente de él conforme aumenta la distancia entre noso-
tros. No sé en qué clase de situación extraña me estoy metiendo;
tendré que esperar y ver.
Amor, Sam.
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- 40 - SAMUEL H. SANDWEISS
- 42 - SAMUEL H. SANDWEISS
Querida Sharon:
Hoy será un día atareado. Un amigo de Mataji me ha con-
certado cita para cierta lectura del Libro de Bhrigu. Este es mi
primer encuentro con una situación así y estoy emocionado. Yo
no lo sabía, pero el Libro de Bhrigu es un manuscrito espiritual
muy respetado y prestigioso. Se presume escrito hace siete mil
años por alguien de un nivel superior de conciencia con acceso a
otras dimensiones de la realidad.
Se supone que la vida de todos los humanos está escrita en
ese libro, algo realmente inconcebible para un científico, y desde
luego, si fuera verdad, un revés para las conceptualizaciones del
tiempo y la realidad. Lo que es extraordinario es la manera en que
el lector escoge la página o el capítulo que va a leer. Te mide la
sombra, a cualquier hora del día en que llegues: nada más específi-
co que eso. Hace cálculos en alguna forma misteriosa a partir de
su medición de la sombra y después llega a la página correcta.
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EL PRIMER ENCUENTRO
- 48 - SAMUEL H. SANDWEISS
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DEL SIMPLE AIRE
- 52 - SAMUEL H. SANDWEISS
Querido amor:
Estoy en un cuarto estrecho y mal ventilado lleno de anima-
litos que caminan. Grandes hormigas negras en las paredes y el
piso, olores a moho y a mugre, y afuera la lluvia. Aun cuando
Baba todavía está allá, vine de Bombay simplemente para esca-
par de las enormes multitudes y del claro sentimiento de que se-
ría inútil tratar de verlo. Espero mudarme pronto de este lugar,
pero la ciudad está muy concurrida y no hay habitaciones vacías
en ninguna parte.
Baba regresará hoy y espero este acontecimiento con una
mezcla de frustración y ansiedad. Ayer fui a su ashram , a 24 ki-
lómetros de aquí. Me gusta viajar en taxis; encuentro la escena
psicodélica y un poco rara. Los cuadros van de la enloquecedora
actividad de la ciudad a la paz bucólica: vacas y caballos viejos
bamboleándose por ahí; niños mendigos demacrados y tullidos;
taxis entrando y saliendo entre muchedumbres apiñadas alrede-
dor de autobuses que vomitan humaredas negras, el conductor
dando bocinazos sin cesar, sin atropellar a las personas y anima-
les sólo por la Gracia de Dios. A veces chozas e inmundicia, y
luego el olor a hierba, y aparece un pequeño campo. Yo me re-
clino dejando que todo eso suceda, y me conmuevo.
Brin davan es inesperadamente hermoso; los árboles, su mo-
vimiento y color son casi indescriptibles. Su suave ondulación en
la brisa es tranquilamente religiosa. Levanta al cielo bellas flores
rojas. En contraste: personas sin zapatos sentadas en medio de
moscas y hormigas; perros sarnosos vagando por los jardines.
Encontré a algunos norteamericanos, un hombre, su esposa y
53
Arriba: Fotografía de
terrenos exteriores. A
la derecha: calzada
que conduce a los jar-
dines interiores y a la
casa donde Sai Baba
recibe a los visitantes.
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- 54 - SAMUEL H. SANDWEISS
Querida Sharon:
Fue magnífico escuchar tu voz por teléfono. Al principio me
sentía tan lejos; me llevó algunos segundos el considerarme a tu
lado. Te extraño mucho y a las niñas también, y pienso en uste-
des a menudo. Estaré de vuelta muy pronto. Déjenme recordar
algunos de los incidentes de los dos días transcurridos desde que
escribí la última vez.
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Jueves 18 de mayo
Amadísima Sharon:
Este día ha sido fatigoso pero extraordinario. En una ceremo-
nia esta mañana, Baba caminó en medio de una multitud de me-
nesterosos, dándoles comida y ropa. Fue hermoso. Él estaba im-
presionante. Aunque hasta ahora no he visto un milagro de bue-
na cepa, se me llenaron los ojos de lágrimas al sentir intensamen-
te y por primera vez la posibilidad de que exista, con apariencia
humana, un Padre que todo lo sabe y todo lo consuela.
Recordé que hace unos meses, al estar meditando y ver una
lucecita a lo lejos, me había preguntado si podría estar mirando a
través de una ventana muy distante, y había imaginado a Dios
del otro lado. Sentí que si tan sólo me pudiera acercar lo sufi-
ciente, lo vería. Mientras observaba a Baba dando regalos a los
pobres con amor y cuidado, me vino a la memoria esa fantasía.
Sentí que estaba mirando directamente a través de la ventana al
Padre amoroso, y las lágrimas fluyeron dentro de mí.
Baba tiene una energía asombrosa. Dirige casi todas las fun-
ciones del ashram por sí mismo, en este caso distribuyendo la
ropa con su propia mano e incansablemente. Sus seguidores cre-
en que conoce a todos y cada uno de aquéllos junto a quienes
pasa. Cuentan que cuando pronuncia discursos puede advertir de
inmediato las preguntas de su auditorio y tejer respuestas en el
curso de su plática. Dicen que hace esto con frecuencia, contes-
tando cientos de preguntas de esta manera. Hoy lo vi pasar al la-
do de miles y saludarlos con gran vigor; en verdad hay un impo-
nente sentido de familiaridad y reconocimiento entre la multitud
y Baba.
El programa vespertino fue muy cansador para mí. La fatiga
me va invadiendo y siento nostalgia del hogar. La gente me dice
que el estado de cosas natural es que Dios no dé regalos con de-
masiada facilidad. Por lo general hay un período de prueba hasta
que un individuo está preparado. Ciertamente, me identifico con
la mayoría de las personas a quienes se pide que crean en Dios
sin ver una prueba directa. Me pregunto por qué yo había de es-
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para gente para esa operación. Alf piensa que habrá una catás-
trofe mundial y que se dará a las personas la oportunidad de lle-
var una existencia recta o de lo contrario…
Ahora me estoy volviendo humilde con el sentimiento de que
en realidad no estoy a cargo de mi propio destino, que yo no soy
el que hace; Dios es el Hacedor. No obstante, debo reunir toda
la fuerza que tenga para cumplir con mi deber lo mejor que pue-
da, para vivir una vida recta y hacer lo que dice un gran maestro
como Baba. No hay otra opción.
Aban dona el apego a las posesiones mun danas, dice Él.
Trabaja con em peño, cum ple con tu deber, su pera los cin co
sen ti dos. Sé amoroso, em pieza a per ci bir tu voz in terior y sí -
guela. Medi ta y en cuen tra a Dios, que resi de arri ba, abajo, al -
rededor y aden tro.
Me entristece y me asusta el sentimiento de que probable-
mente tenga que dejar tantas cosas que yo creía me traían pla-
cer. Tengo una gran sensación de desamparo y vulnerabilidad
frente al pavoroso poder de Baba. Mis creencias básicas están
sacudidas. He comenzado a darme cuenta de que el poder del
mal también debe existir y me siento un poco desamparado al no
lograr entender la dinámica, los mecanismos y las leyes de un
poder superior a mis sentidos.
Como no estoy seguro del plan y la pauta de Baba, a veces
también temo que Él mismo pueda ser un elemento de la magia
negra y me espanto. Anoche me escurrí en la oscuridad de mi
cuarto del hotel, abrí despacio las puertas del baño y del armario
y miré por todas partes; me sentí feliz y agradecido de que no
hubiera duendes ni fantasmas que me saltaran encima.
En verdad estoy como un bebé recién nacido, asustado por
lo que veo y empezando a reconocer esta nueva realidad sin sa-
ber exactamente cómo llegar a ser parte de ella. Aun cuando me
confortan las narraciones sobre los poderes protectores de Baba,
al presente no poseo la gran fe en Su Gracia que tienen muchos
devotos, y por eso no me siento protegido por ella.
…Bueno, estoy exhausto de escribir. Sé que no debo permi-
tir que las primeras impresiones me dominen por completo. De-
jaré que se asienten y buscaré más pruebas; pronto escribiré de
nuevo.
Amor, Sam.
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UNA ROCA HECHA PEDAZOS
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PSIQUIATRÍA
Y ESPIRITUALIDAD
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“¿Qué es esto?” (esto que se puede percibir con los sentidos; que
existe en el mundo de la emoción o mente); pero el sabio siem -
pre está mi ran do hacia aden tro y su pregun ta es: “¿Qué es
eso?” (eso que está más allá de los sentidos, más allá de las emo-
ciones, más allá de la mente).
La men te, dice, es como u na tela cu yo teji do es el deseo.
Si aban donamos el deseo la tela desaparece y se revela nues-
tra ver dadera natu raleza.
Mis dudas más serias acerca del psicoanálisis surgieron cuan-
do vi lo que sucedía dentro de mí durante los primeros intentos
de tratar pacientes con este enfoque. Empezaba a sentirme me-
nos espontáneo, más reservado y aislado de mis pacientes, exac-
tamente lo opuesto a los resultados que había esperado. Comen-
cé a buscar un modo de observar y reaccionar al mundo que fue-
ra menos restrictivo. Esto me llevó a la terapia Gestalt, método
que hallé tan interesante como prometedor. Emprendí una inves-
tigación entusiasta sometiéndome yo mismo a la terapia.
Por el lado positivo este enfoque trataba más directamente
con la naturaleza de la dualidad y la posibilidad de trascenderla, y
por eso parecía reconocer, al menos, la posibilidad de la natura-
leza espiritual del hombre. También había menos insistencia en
la mente racional como medio para obtener un conocimiento
profundo del mundo, y más en asumir la responsabilidad de las
propias acciones, sin culpar a la madre, al padre o a traumas an-
teriores. Con todo, en la mayoría de las psicoterapias revelado-
ras orientales hacia la visión interior se daba un gran valor a la li-
bertad de expresión, sin definir o siquiera plantear hasta qué
punto del desarrollo individual el desapego de las emociones se
hace deseable o necesario.
Al terapeuta de la corriente Gestalt le importan menos que al
psicoanalista los por qués subyacentes en la conducta de un pa-
ciente. Cree que esto sólo lleva a una plática por demás intelec-
tualista acer ca de los problemas, en lugar de la vivencia directa
de ellos. Su trabajo es ayudar al paciente a experimentar directa-
mente lo que está haciendo y cómo es en el aquí y el ahora, vol-
viéndose así consciente de ello. Se estima que el centrarse en es-
ta clase de conciencia, sin estar indebidamente limitado o cons-
treñido por los recuerdos del pasado, las preocupaciones por el
futuro, las emociones transitorias o las pautas de pensamiento
repetitivas y distrayentes, promueve el crecimiento espiritual.
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2 Men sajes de Sathya Sai , vol. VII, Editorial Errepar, Buenos Aires, Argentina.
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LA MENTE SIMIESCA
cie de parálisis. Otra vez pugnaba por sentir fuerza y poder. Esta
es la naturaleza de la dualidad.
Cuando quiero deshacerme de un sentimiento y reemplazar-
lo por otro, cuando prefiero una cosa a otra, por supuesto hay
lucha. Si puedo aceptar el dolor al igual que el placer, la tristeza
al igual que la felicidad, la debilidad al igual que la fuerza, no hay
conflicto alguno. Pero cuando comienzo a preferir y desear co-
mienza la lucha. ¿Cómo contenerme?
Al final de la hora de terapia con la mujer, yo estaba atrapa-
do y sabía que no podría salir por mí mismo. Qué sentimiento de
impotencia, como si estuviera completamente destruido por den-
tro, castigándome por no dominarme, queriendo desesperada-
mente salir… de mí mismo, del dilema del autoexamen y la lucha
conmigo mismo: un remolino de sensaciones, pensamientos y
emociones antiguos que se repiten de un modo enloquecedor. Al
practicar este juego espantoso conmigo mismo, sólo me sumía
más hondo en sentimientos de desesperación, confusión, frustra-
ción y futilidad. No podía ya ni pensar en dormir aquella noche.
“¿Hay alguna otra manera de permanecer en este mundo?”,
clamaba en silencio a la habitación. “¿Existe algún lugar interior
donde haya paz y tranquilidad?”
Mientras pensaba en esto con mayor ardor, mi confusión se
agrandaba; mientras mi confusión se acrecentaba, mayor era la
pugna por reemplazarla con un sentimiento de fuerza; mientras
redoblaba mi afán por obtener fortaleza, mi sentido de debilidad
aumentaba; mientras más luchaba, mayor era mi agotamiento.
Finalmente, en mi desesperación, hice algo desacostumbra-
do para mí. Tenía que escapar de mi propia mente. Escudriñan-
do mi memoria en búsqueda de cosas que pudiera haber leído u
oído acerca de otros modos de existir en el mundo, recordé un li-
bro intitulado Through an eastern win dow (“A través de una
ventana oriental”), del psicólogo Jack Huber. Él había experi-
mentado la meditación en el Oriente y su libro describía técnicas
de meditación que lo habían elevado a otro estado de conciencia.
La técnica que me había llamado la atención como la más intere-
sante era una que se centraba en la respiración.
En la desesperación y a sabiendas de que tendría que hacer al-
go más allá de pensar o aparte de pensar si habría de escapar al-
guna vez del remolino que mi frenética actividad mental había
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CADUCEO Y KUNDALINI
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UN ALMA EN TRANSFORMACIÓN
aliviada del dolor... Hay alguien por allá que ha estado durante
años en una silla de ruedas; ahora ya está curada y puede levan-
tarse. ¿Quieren ponerse de pie estas personas y pasar al frente
del auditorio?”. Y en una demostración asombrosa y emotiva de
al gu na clase de fuerza extraordinaria en acción, estos individuos
se levantan y caminan hacia adelante.
No está en el alcance de este libro más que apuntar esos no-
torios ejemplos demostrativos que indican la existencia de pode-
res paranormales en posesión de seres que afirman haber hecho
contacto con una realidad superior; pero el lector debe saber que
hay un rico material disponible sobre este tema. Desde luego,
gran parte de él es absurdo, sensacionalista y con fines comercia-
les. Sin embargo, gran cantidad de la literatura la constituye do-
cumentación apremiante y elocuente acerca de dimensiones del
ser más allá del mundo físico.
En la historia del hombre ha habido ciertas figuras raras, su-
puestamente divinas, capaces de demostrar poderes extraordina-
rios de la manera más concreta, que no sólo han dicho que co-
nocían esa realidad superior, sino que ellos eran efectivamente
esa realidad, indicando así que habían trascendido por completo
la dualidad y se habían fundido en la unicidad del Universo.
Todos los conceptos que aborda este libro: el asunto de la
realidad subyacente en el caduceo, los límites de las posibilidades
humanas, la finalidad de la vida, la realidad de Dios y la naturale-
za del sendero hacia Él; todas las preguntas más profundas que
son objeto de ansiedad en nuestra existencia y para las cuales
anhelamos respuestas a fin de poder ajustar nuestras vidas con la
verdad, las contesta la aparición de esos seres magníficos. Sus
apariciones sobre la Tierra han tenido un impacto monumental
en la humanidad. Son los momentos más brillantes de ésta.
Ellos demuestran, por la naturaleza, calidad y ritmo mismos
de sus vidas, la realidad de las dimensiones superiores, el miste-
rio imponente de ese algo más allá. Y por el milagro de su amor
y aliento, dan fe, fuerza y dirección a nuestras vidas, creando en
muchos la Bienaventuranza y el Amor que vienen del contacto
con lo Divino. Sólo un puñado de esas figuras divinas son bien
conocidas para el mundo hoy en día; entre ellas, los legendarios
Rama y Krishna en la tradición hindú, Buda y Jesucristo.
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Querida Sharon:
No hay duda en mi mente acerca de que Sai Baba es Divino.
Me asombro de decir tal cosa. ¿Qué puedo haber experimentado
yo, un científico racional, para expresar algo así? Creo que ni si-
quiera puedo comunicar lo que aconteció. Sé que todo esto no
es hipnosis, ilusión colectiva, alucinación, histeria, efecto del cho-
que cultural ni intoxicación por drogas. Es demasiado simple de-
cir que vi una materialización y luego, de pronto, cambié. Me
maravillo del fenómeno; soy incapaz de relatarlo por completo
pero estoy lleno de alegría al poder compartirlo con tantos otros
que también lo han presenciado.
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mis cuatro dulces niñas. En efecto, ahora creo que esas historias
de brujas y ángeles, monstruos y dioses, probablemente se refieren
a una dimensión del ser más auténtica que el mundo físico al que
consideramos la vida real. Ahora me doy cuenta de que en verdad
hay cosas como la magia negra y el mal, los ángeles y los dioses.
Me siento bendito por estar aquí para experimentar tal fenó-
meno. El amor y la protección de Baba son más palpables para
mí; mis recelos y preocupación de hace unos días al contemplar
ese poder se están disipando. Baba se muestra amantísimo: está
por doquier, haciendo dones a cada uno con una energía sin fin.
No concibo cómo un ser humano puede desempeñar con tanto
vigor las tareas que Él hace. Su sonrisa es entusiasmante y puede
cambiar de una expresión candorosa a una feroz en un abrir y
cerrar de ojos. Después de presenciar la manifestación de sus
poderes y ver materializaciones en directo, estoy convencido de
que los cientos de historias que he oído de él son verídicas.
Comprendo que mi tarea en lo venidero es concordar con
ciertos elementos en mi vida para adaptarme más plenamente al
pensamiento de Baba. Sus enseñanzas son claras: Él muestra el
camino. Predica la meditación y el contacto incesantes con Dios;
pide que uno se consagre a propósitos divinos y lleve un modo
de vida recto; que no admita pensamientos o acciones malos; de-
manda el control y desapego de las emociones, la orientación
adecuada de las pasiones. Disciplina, disciplina; trascender el ni-
vel de los placeres corporales. No pierdas un segundo del tiempo
precioso, recuerda tu meta espiritual, trabaja con ahínco, dedíca-
te a Dios, busca la sabiduría. Luché terriblemente contra lo que
creí era un moralismo puritano; pero después de contemplar la
grandeza de Baba no puedo más que aceptar plenamente lo que
dice. En verdad es magnífico.
La hora de mi regreso a casa se acerca y me emociona el
pensamiento de verlas pronto.
Con todo mi amor, Sam.
Mi querido amor:
Ayer tuve un día durísimo y doloroso. Me puse muy enfermo,
con una temperatura de 39.8° y dolor en todo el cuerpo, diarrea
111
8 a.m., 25 de mayo
10 p.m., 27 de mayo
9 a.m., 29 de mayo
Mi querido amor:
Estoy aguardando el despegue del avión que me llevará a ca-
sa; es enorme mi ansiedad por verlas y estar con todas. Los últi-
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PARTE II
REGRESO A CASA
116
buddhi (la in teli gen cia), por varios medios. He de acon sejar,
ayu dar, or denar, con denar y apoyar a todos como un ami go
bienamado, con el objeto de que puedan aban donar todas
esas malas propen siones, y reconocien do el cami no recto se
en cami nen por él y lleguen a la meta. Ten go que revelar a la
gen te la im por tan cia de los Vedas, los Sastras y otros tex tos
espi ri tuales que establecieron las nor mas. Si me aceptan y di -
cen: “Sí”, Yo tam bién respon deré y di ré: “Sí, sí, sí”. Si me re-
hú san y di cen: “No”, Yo tam bién repi to: “No”. Ven gan, exa-
mi nen, ex peri men ten, ten gan fe, és te es el método pa ra
aprovechar me.
Yo no men ciono a Sai Baba en nin gu no de mis discur sos,
pero llevo el nom bre como Avatar de Sai Baba. Yo no le doy
im por tan cia en absolu to a la distin ción en tre las varias apa-
rien cias de Dios: Sai, Rama, Krishna, etc. Yo no proclamo
que éste sea más im por tan te o que otros lo sean menos. Con -
ti nú en adoran do al Dios de su elección de la manera que les
es fami liar; en ton ces se darán cuen ta de que se están acer -
can do más y más a Mí; por que todos los nom bres son Mí os y
todas las for mas son Mí as. No hay nin gu na necesi dad de
cam biar su Dios elegi do y adoptar u no nuevo después de ha-
ber me visto y oí do.
Cada paso en el trán si to del Avatar está predeter mi nado.
Rama vi no para nu trir las raí ces de Sathya, o Ver dad, y de
Dharma, o Recti tud. Krishna vi no para fomen tar Shanti, o Paz,
y Prema, o Amor. Ahora estas cuatro vir tu des están en peli gro
de ex tin guir se. Por ello ha veni do el presen te Avatar. El Dhar-
ma que habí a hui do a los mon tes debe ser con du ci do de nue-
vo a los pueblos y ciu dades. El antidharma que está arrui nan -
do los pueblos y ciu dades debe ser rechazado a la sel va.
He veni do para dar les la llave del tesoro de Ananda o
Bienaven tu ran za; para decir les cómo aprovechar este manan -
tial, pues ustedes han ol vi dado el cami no que con du ce a la
Bienaven tu ran za. Si ustedes desper di cian esta opor tu ni dad
de sal var se es por que ése es su desti no. Han veni do para ob-
tener de Mí oropeles y cachi vaches, las pequeñas cu ras y las
mejoras mez qui nas, la alegrí a y el con fort mun danos. Muy
pocos de ustedes desean obtener de Mí lo que he veni do a
dar les, es decir, la Li beración misma, y en tre esos pocos, los
119
nos para que vuel van la cara hacia Dios. Nin gún Avatar ha
hecho esto an tes; esto de ir por en tre las mul ti tu des acon se-
jan do, guian do, con solan do, elevan do y di ri gien do por el ca-
mi no de Sathya, Dharma, Shanti y Prema.
Mis acti vi dades y hechos jamás serán al terados, cual quie-
ra que sea la opi nión que merez can. No modi fi caré Mis pla-
nes para Dharmasthapana (estableci mien to de la Recti tud), ni
Mis discur sos ni Mis acciones. He per severado en esta deter -
mi nación por mu chos años y estoy ahora dedi cado a la tarea
para la cual he veni do, o sea la de in cul car fe en el cami no
de Prashanti (Paz Espi ri tual Su prema). No me deten dré ni re-
trocederé un solo paso.
Ni el más gran de cien tí fi co puede en ten der me median te
sus conoci mien tos de gabi nete. Estoy siem pre lleno de Biena-
ven tu ran za. Ocu rra lo que ocu rra, nada puede in ter poner se
en la sen da de mi disposi ción favorable. Por ello puedo im -
par tir les feli ci dad a ustedes y hacer que su car ga sea más li -
gera. Nun ca me a legro cuan do me en sal zan, ni me a poco
cuan do me vi li pen dian. Con tados son los que se han per cata-
do de Mi propósi to e im por tan cia, pero esto no me preocu pa.
Cuan do se me atri bu yen cosas que no están en Mí, ¿por qué
habrí a de preocu par me? Cuan do se men cionan cosas que es-
tán en Mí, ¿por qué habrí a de alegrar me? Yo siem pre di go:
“Sí, sí, sí”. Si ustedes se con sagran y se rin den al Señor, Él
los protegerá y guiará. El Señor ha veni do preci samen te para
esta tarea. Está declaran do que esto es lo que hará y ésa es
la ver dadera tarea que me ha traí do aquí. Conoz co la agi ta-
ción de sus corazones y sus aspi raciones; pero ustedes no co-
nocen Mi corazón. Reacciono an te el dolor que están su frien -
do y an te la alegrí a que sien ten por que estoy en sus corazo-
nes. Soy el morador del tem plo de cada corazón. No pier dan
Mi con tacto y com pañí a, pues sólo cuan do el car bón se jun ta
con las brasas se puede con ver tir tam bién en brasa.
Cul ti ven la cer caní a con mi go en su corazón y serán re-
com pen sados. En ton ces ustedes tam bién ad qui ri rán u na frac-
ción de ese Amor Su premo. Esta es u na gran opor tu ni dad.
Con fí en en que serán li bera dos. Sepan que es tán a sal vo.
Mu chos vaci lan en creer que las cosas van a mejorar, que la
vi da será feliz y llena de alegrí a para todos y que habrá de
123
vol ver la E dad de Oro. Per mí tan me que les asegu re que este
Dharmaswarupa, este cuer po Di vi no, no ha veni do en vano.
Ten drá buen éxi to en con ju rar la cri sis que em bar ga a la hu -
mani dad.1
1 Palabras de Sai Baba a sus devotos cuando cumplió 43 años (23 de noviem-
bre de 1968).
124
125
11
EL AVATAR
cien do: “Ya se acabó Sai Baba”; y por ello regresaron mu chos
que vení an a Puttaparti. Unos decí an que estaba en samadhi
(comu nión con Dios), como si yo fuera un sadhaka (aspi ran te).
Otros temí an que era vícti ma de la magia negra como si al go
pu diera afectar me.
El esplen dor de este Avatar segui rá au men tan do dí a tras
dí a. En la an ti güedad, cuan do el ni ñi to (Krishna) levan tó en
al to la govardhanagiri (cier ta mon taña), las Gopis y los Gopalas
(lecheras y pastores de vacas, ami gos y com pañeros de Krish-
na) se dieron cuen ta de que Krishna era el Señor. Ahora no
sólo u na govardhanagiri, si no toda u na cor di llera será levan ta-
da: ¡lo verán! Ten gan pacien cia; ten gan fe.
Desde su declaración de que Él es la encarnación de Shi va-
Shak ti , el número de devotos de Baba ha aumentado con rapi-
dez. Pras han ti Ni la yam se con ver ti rá muy pron to en o tra
Mathura (ciu dad san ta, lu gar de naci mien to de Krishna) o Ti ru -
pati (otra ciu dad san ta en la In dia), que atraerá a cien tos de
mi les de devotos. Mu chos san tos y sabios se api ñarán en el
Nilayam y reali zarán su gran aspi ración de Bienaven tu ran za
E ter na, ha declarado Baba.
Men saje
Ustedes, como cuer po, men te o al ma son un
sueño; lo que son en reali dad es E xisten cia, Co-
no ci mien to, Bie na ven tu ran za. Us te des son el
DIOS de es te Uni ver so. Es tán crean do todo el
Uni ver so y atrayén dolo hacia ustedes. Para ganar
la in di vi duali dad u ni ver sal in fi ni ta, la mi serable y
pequeña pri sión en la in di vi duali dad per sonal de-
be ter mi nar. Bhakti no es llorar ni es con di ción
negati va al gu na. Es ver el todo en todo cuan to
vemos.
Es el corazón el que llega a la meta. Sí gan lo.
Un corazón pu ro busca más allá del in telecto. Se
inspi ra.
Todo lo que reali zamos tiene un efecto sobre
nosotros. Si ha cemos el bien, ten dremos feli ci -
dad; si el mal, in for tu nio. Den tro de ustedes se
halla la feli ci dad real, den tro de ustedes se halla
el enor me océano del néctar Di vi no. Búsquen lo
en ustedes, sién tan lo, sién tan lo, está aquí: el ser
no es el cuer po, la men te, el in telecto, el cerebro;
no es el deseo ni el que desea, no es el objeto del
deseo. Por en ci ma de éstos, ustedes son. Todos
éstos son sim plemen te mani festaciones. Ustedes
aparecen como la flor son rien te, como las estre-
l l as cen tel l ean tes. ¿Qué hay en el mun do que
pueda hacer les desear al go?
12
EL PUNTO DORADO
pues sólo cuan do el car bón está jun to a las brasas se puede
con ver tir tam bién en brasa, ha dicho Baba. Yo trataba de per-
manecer en contacto incesante.
Este cambio de actitud se extendió a mi trabajo y vida social.
Como una prolongación de la meditación, trataba de llevar a ca-
bo mis actividades diarias reflexionando en la forma física de Ba-
ba y mis impresiones con Él, como si los servicios que yo presta-
ra se los ofrendara. Intentaba verlo en cualquier circunstancia, re-
accionar como si en efecto Él interviniera.
Esto era un verdadero desafío para mi control y concentra-
ción y una manera maravillosa de conformarme a un modelo en
mi vida diaria. Conservar su forma en mi corazón y mente me
acercaron a Él tanto como en la India. Quería pasar todo el tiem-
po reflexionando en este despertar magnífico, por la gozosa sen-
sación en sí y también porque Baba alienta ese género de aten-
ción profunda como un modo de acercarse más a Dios. La finali-
dad de nuestra vida es realizar a Dios, dice Él, la cual se cumple
poniéndolo de manera concreta en todas nuestras actividades.
Lo Di vi no debe ex presar se en men te, corazón y acción; en
pen samien to, palabra y obra. Por supuesto, esta actitud frente
a la vida entraña disciplina, paciencia y perseverancia. Pero si
uno está dirigido en la tarea por alguien como Sai Baba, con tan-
to amor y cuidado, la empresa se convierte en un placer.
13
PRASHANTI
NILAYAM
Hizo esto con casi todos los del grupo. Y aunque no habló
con ninguno de nosotros en persona, simplemente gozamos el
estar en Su presencia. Predijo algunos sucesos: que la esposa de
mi hermano estaría encinta pronto y daría a luz una niña; que ya
tenía un niño, e hizo comentarios semejantes a los demás. Esto
fue exactamente lo que ocurrió. Mi hermano y mi cuñada ya te-
nían un hijo bien parecido, David, y poco después del viaje
Nancy quedó embarazada y ahora es madre de una niña encan-
tadora que se llama Débora.
A continuación Baba preguntó a Donald si le gustaría verlo a
solas, y se fueron a un área privada tras una cortina. Estuvieron
ahí unos minutos y salieron, mi hermano con un semblante un
tanto turbado e incómodo, Baba radiante, lleno de alegría. Indicó
que podíamos irnos y que nos vería de nuevo por la mañana en
entrevistas privadas.
Afuera, mi hermano refirió que Baba lo había llevado al cuarto
y lo había abrazado; después le preguntó: “¿Estás asustado?”.
Donald contestó que se sentía un poco cohibido y Baba le dijo
que no se sintiera así y lo abrazó otra vez. Donald se hallaba con-
fuso, sin saber cómo interpretar los actos de Baba o cómo reac-
cionar a ellos; le hacían dar vueltas a su mente.
Este viaje fue útil para dar respuesta a varias preguntas. Por
ejemplo, por qué Baba, supuestamente tan grande y poderoso,
permitía que existieran en su ashram condiciones de vida tan in-
cómodas. Al principio eso me confundía y al fin me lo expliqué
de esta manera: quizá era injusto juzgar las condiciones del ash-
ram entonces, ya que estuvimos ahí durante un período de cons-
trucción, con muchos obstáculos para la comodidad personal
normal en una situación tal; pero aún así, no se rechazaba a na-
die y todos estuvimos ahí gratis.
Luego, también, por qué el sufrimiento está tan diseminado
en el mundo; no obstante, según mi modo de pensar, esto cierta-
mente no es argumento válido en contra de la existencia de
Dios. Ahora es claro para mí que nosotros mismos tenemos la
obligación de elegir lo correcto en lugar de lo erróneo, lo bueno
en lugar de lo malo, y que las circunstancias en las cuales nos ha-
llamos se deben a nuestras acciones, ya sea en esta vida o tal vez
incluso en vidas pasadas. Es nuestra obligación ayudarnos y cu-
rarnos nosotros mismos.
Empiezo a apreciar el concepto de kar ma. Cosechamos lo
que sembramos, se nos paga en especie por el bien y el mal que
hacemos. Nosotros somos responsables por entero de sacarnos
del embrollo en que nos hemos metido y es tonto y fútil tratar de
encomendar esta tarea a otro.
Es tan fácil quedar atrapado en la emoción que produce Ba-
ba —con todos los cambios que uno hace en sus concepciones
de la naturaleza de la realidad y todas las impugnaciones a las
creencias que uno sostenía antes— que podemos comenzar a
sentir que Él velará por todo exactamente como deseamos, no
sólo en el nivel espiritual, sino también en el plano físico. Cuan-
do los linderos de nuestras realidades antiguas son derribados,
muchos de nosotros deambulamos por ahí como extraviados,
tratando de aferrarnos a Dios pidiendo nueva orientación. En es-
ta etapa es fácil perder el propio sentido de la perspectiva y res-
ponsabilidad. Así pasa con nosotros cuando esperamos que Ba-
ba asuma la tarea de limpiar el ashram : ondeando una varita
mágica y haciendo que todo de repente sea limpio y hermoso.
Ahora es más evidente para mí que la aparición de Baba so-
bre la Tierra tiene como objeto proporcionar a la gente fe en la
existencia de una realidad más elevada y en la verdad de las leyes
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14
ARDER HASTA
CONSUMIRSE
1 Mensajes de Sathya Sai , vol. II, Editorial Errepar, Buenos Aires, Argentina.
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asiento era muy alto y la barra transversal entre éste y los manu-
brios no les permitía centrarse, de modo que tenían que montar
torcidos hacia un lado, como arañas. Aparentemente la hazaña
no era tan difícil como se veía, ya que había muchos de estos
chicos en el camino.
La mayoría de los pueblos eran agrícolas por completo y su
ritmo de vida semejaba una película en cámara lenta bajo el inmi-
sericorde calor indio. Simplemente dar un paso era una carga.
Poco después de la mitad del camino pasamos por una comuni-
dad de extensión regular, asentada tras una gran muralla de pie-
dra. Se nos informó que éstos habían sido los terrenos de la rea-
leza hacia unos ochocientos años y que la ciudad todavía estaba
floreciente.
173
174
domin gos al atar decer; aun que esto no debe hacer se de modo estric-
to, ya que lo que cuen ta no es el dí a de la semana, si no el amor con
que se asista a las reu niones. E fectú en las en un lu gar adon de todos
puedan llegar y jun tar se, y no en la casa de cier tas per sonas en la
cual qui zá no todos sean bien reci bi dos. Hágan las con la mayor sim -
pleza posi ble y sin áni mo com peti ti vo ni acti tud ex hi bi cionista. Re-
duz can los gastos al mí ni mo, pues a Dios le im por ta el an helo in te-
rior y no los ador nos ex ter nos. Nin gu na su ma deberá ser recau dada,
ni median te el hacer cir cu lar u na vasi ja, ni por suscripciones, ni por
lista de donati vos.
Dios es Om ni presen te. Él mora en ca da cora zón y todos los
nom bres son Su yos. De manera que pueden llamar lo con cual quier
nom bre que les cau se alegrí a. No deben cavi lar en otros nom bres y
for mas ni vol ver se fa ná ti cos, ciegos a su gloria. Cuan do en tonen
can tos devocionales con cén tren se en el signi fi cado de ellos y en el
men saje de cada Nom bre y For ma de Dios y paladeen su dul zu ra.
Rama: este Nom bre debe evocar en ustedes el Dharma o justi cia
que Él en car nó y demostró. Rada: este Nom bre debe evocar en uste-
des el amor su pramen tal y su prahu mano que ella tu vo como la más
gran de de las gopis (pastoras; devotas aman tí si mas del Señor Krish-
na). Krishna: este Nom bre debe evocar en ustedes el amor dul ce y
sostenedor con el cual atrajo a todos hacia Él. Shiva: este Nom bre
debe evocar en ustedes el sacri fi cio su premo que hi zo al tomar el ve-
neno mor tal para el bien de todo el mun do, la gracia refrescan te
exal tada por la cascada del Ganga (el rí o sagrado) y la luz de la Lu na
en su fase crecien te.
Ten gan presen te que cada can to en tonado en alaban za del Se-
ñor es u na espada que cor ta los nu dos de la pereza. Es u na fi na pie-
za de ser vi cio social que nos recuer da cum plir nuestros deberes con
el Todopoderoso, quien nos obser va. Ten gan siem pre el Nom bre de
Dios en sus labios y verán que todos los pen samien tos de en vi dia y
odio desaparecen de sus corazones. Si tan sólo muestran al go de in -
terés genui no en su mejoramien to real yo estoy listo para ayu dar los
y coronar sus esfuer zos con el buen éxi to. Por eso no mal gasten su
tiem po in necesariamen te. Dejen que cada momen to sea un bhajan.
E vi ten toda pláti ca su per fi cial. Conoz can el propósi to de los bhajans
y dedí quen se a ellos con todo su corazón. Obten gan el benefi cio má-
xi mo de los años que se les han asignado.
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2 Mensajes de Sathya Sai , vol. II, Editorial Errepar, Buenos Aires, Argentina.
182
15
UN VIAJE DE AMOR
la planta que Baba había dado a Elsie unos días antes, captó mi
atención. Al abrir los ojos con rapidez vi a Baba que precisamen-
te salía del templo para acercarse a la reunión exterior. La simul-
taneidad del olor y su aparición me llenó aún más de éxtasis. Mi
coronilla parecía flotar.
Baba caminó entre la multitud, majestuoso y divino. Habló
con unos, distribuyó vibhu ti a otros e invitó a varios para pláti-
cas personales. Con éstos entró de nuevo al templo.
Transcurrida media hora y habiendo atendido a otro grupo,
pidió que fuéramos Bhagavantam, Elsie y yo; poco después se
nos unió. Primero habló en telugu con Bhagavantam, quien tra-
dujo para nosotros. Resultó que, pese a que Baba estaba dis-
puesto a ir, Bhagavantam tenía un compromiso para hablar en
Ghana el 1° de noviembre. Como se le necesitaba para que tra-
dujera, esto significaría posponer el viaje de Baba.
De una manera jovial, casi caprichosa, como si desempeñara
un papel, Baba dijo: No soy Yo, Yo quiero ir; es Bhagavan tam .
Mis sentimientos se desplomaron. La dilatada fantasía de una gi-
ra mundial con Baba —toda la gloria, diversión e importancia
que mi mente de mono había invocado— se evaporó en un ins-
tante.
Ahora se i rán a casa, y en tre el 1° y el 6 de noviem bre,
cuan do el doctor Bhagavan tam regrese de Ghana, les dará ra-
zón del viaje. Guar den todo en secreto, instruyó Baba. Dijo
que permanecería siete u ocho días; que iba para cumplir su
compromiso con los Cowan y se hospedaría con Elsie para lle-
varle felicidad. Estaría de regreso en la India para Su cumplea-
ños, temporada de grandes celebraciones públicas en el ashram .
A continuación Elsie trató algunos negocios respecto a sus
derechos de impresión de los libros de Baba en los Estados Uni-
dos. Tenía dificultades para obtener libros desde la India y seña-
ló que si se imprimieran en los Estados Unidos los norteamerica-
nos podrían conseguirlos con facilidad. Baba dio su permiso y la
instruyó para que ultimara detalles con el jefe de su Comité de
Educación, ya que en verdad estaba interesado en la difusión de
sus libros en los Estados Unidos. Pidió cartas de los devotos nor-
teamericanos, y Elsie prometió traerlas cuando regresara. Con
eso terminó la entrevista y decidimos retornar a Bangalore por
la noche.
194
16
PREGUNTAS Y RESPUESTAS
P.: Si Sai Baba tiene tanto poder, ¿por qué no ayuda a resolver
con más rapidez algunos de los problemas de la India, y por
qué no atenúa el sufrimiento del mundo en general?
R.: Pienso que Sai Baba está produciendo vastos cambios a lar-
go plazo para el mejoramiento de la India, así como del mun-
do en general. Debido a mi contacto con Él sé que no puedo
poner en tela de juicio sus acciones o su programa para el
cambio, porque lo que Él ve y sabe está muy por encima de
mi visión y comprensión. Baba ha dicho: Es absolu ta Mi se-
gu ri dad de que llevaré a cabo la fi nali dad de este Avatar,
no du den de ello. Me tomaré mi propio tiem po para eje-
cu tar Mis planes en lo que a ustedes respecta. Yo no pue-
do apresu rar me por que ustedes se apresu ran. A veces de-
bo aguar dar hasta que puedo reali zar diez cosas a la vez,
así como u na locomotora no se u sa para ti rar de un solo
vagón, si no que espera hasta que estén listos los carros
su fi cien tes en propor ción a su capaci dad. Pero Mi palabra
nun ca fallará, todo debe su ceder como Yo quiera.
1 La Escuela Superior Sri Sathya Sai de Artes, Ciencia y Comercio para Muje-
res, en Anantapur, establecida en 1969; la Escuela Superior Sri Sathya Sai de
Artes, Ciencia y Comercio para Varones, en Whitefield, fundada en 1969; la
Escuela Superior Sri Sathya Sai para Mujeres, en Jaipur, establecida en
1974; la Escuela Superior Sri Sathya Sai para Mujeres, en Bhapal, fundada
en 1975; una residencia para estudiantes varones, en Poona; una escuela po-
litécnica para aprendizaje de oficios en Bombay.
218
P.: ¿No cree usted que adorar estatuas o retratos de seres huma-
nos tiene un matiz de idolatría?
R.: Yo solía pensar que entendía esas cosas y podía decir si un
modo de adorar a Dios era razonable, racional y correcto, y
otro era neurótico y erróneo. Sin embargo, después de co-
nocer a Baba llegué a reconocer que soy un neófito cuando
se trata de entender la espiritualidad, la dinámica y las técni-
cas para expandir la conciencia.
Yo fui educado en la religión judía con la idea de que
Dios no tiene forma y, por tanto, uno no debe adorar ídolos
dorados ni la figura humana. En esta actitud se da poca o
ninguna importancia a la posibilidad de hacer contacto real-
mente con Dios, sin forma o con ella. Esto es desafortunado,
porque ahora me percato de que en el judaísmo hay muchas
cosas que enseñan un contacto más cercano con Dios y la
Conciencia Divina; pero esto es considerado un aspecto mís-
tico del judaísmo y se le da poca expresión popular.
La religión hinduista permite una mayor gama y variedad
en las maneras de relacionarse con Dios, y ahora me siento
muy a gusto con estas opiniones hinduistas. Baba enseña
que Dios es el aspecto fundamental de todas las formas y que
si podemos aprender a considerar esto, con el tiempo cual-
quier forma a la que nos dirijamos nos llevará a Dios.
Ra mak rish na , un venerado santo indio, comenzó su
búsqueda espiritual eligiendo como su centro y forma de
Dios la de la madre universal, la Diosa Kali . La adoraba en la
figura de una estatua a la que alimentaba, bañaba, cantaba y
cuidaba esmeradamente. Su anhelo de que Kali se le mani-
festara por medio de esta forma creció con intensidad hasta
que simplemente no pudo tolerar la vida sin dicha manifesta-
ción. Finalmente su adoración y devoción llegaron a consu-
mirlo de tal modo que, incapaz de existir un momento más
sin hacer contacto con ella, tomó un cuchillo para matarse.
Fue entonces, en la cumbre de su grandísima desesperación,
cuando Kali por fin se apareció a Ramak rishna, transfor-
219
Era tan hermoso ahí, que volvió sólo porque la Virgen le pi-
dió que “salvara a mami del fuego”.
En otro caso, una mujer que había padecido una larga
enfermedad “murió” en un pequeño hospital de Indiana.
Tres horas y media después, el grupo de resucitación la de-
volvió a la vida. La mujer dijo que mientras estuvo “muerta”
sintió que flotaba fuera de su cuerpo y vio su propio cadáver.
Según la doctora Kübler-Ross, la mujer describió los movi-
mientos del grupo resucitador con todo detalle.
“También describió esa fantástica sensación de paz e in-
tegridad”, informa la investigadora. “Trataba de decir a los
que luchaban por su vida que no se preocuparan, que toma-
ran las cosas con calma, que estaría bien que desistieran. Pe-
ro se dio cuenta de que no podían oírla. Mientras más trata-
ba de decirles que desistieran, más activos se ponían. Por fin
se dio por vencida y —éstas son sus palabras— ‘entonces
perdí la conciencia’.”
La doctora Kübler-Ross dice que su investigación la ha
tornado “religiosa de una hermosa manera no dogmática”.
Sobre el vibhu ti
El Festi val Shivaratri (dedi cado a la adoración de Shi va)
como se celebra a quí es un ejem plo pa ra us tedes. Podrí an
pregun tar: “Swami ha declarado a menu do que todos los dí as
son san tos, que no hay un ri to especial que deba obser var se
en un dí a par ti cu lar; pero el mismo Swami está derraman do
vibhuti sobre el í dolo y llama a eso Abhisheka (lavado ri tual);
¿es correcto?”. Swami está hacien do eso para dar les u na lec-
ción.
El vibhuti abhisheka tiene un poderoso signi fi cado in ter no
que Swami quiere que ustedes capten. El vibhuti es el objeto
más precioso en el sen ti do genui namen te espi ri tual. Ustedes
saben que Shiva quemó al Dios del Deseo, o Kama, llamado
Manmatha (por que agi ta la men te y em brolla la con fu sión que
ya existe ahí), con vir tién dolo en un mon tón de ceni zas. Shiva
se ador nó con esa ceni za y así bri lló en su gloria como el ven -
cedor del deseo. Cuan do Kama fue destrui do, Prema (el Amor)
rei nó su premo. Cuan do no hay nin gún deseo que con fun da la
men te, el Amor es ver dadero y pleno.
¿Es posi ble dar ma yor ofren da a Dios pa ra glori fi car lo
que la ceni za que signi fi ca el triun fo de ustedes sobre el deseo
ator men tador? La ceni za es el úl ti mo estado de las cosas; no
puede su frir nin gún cam bio posterior. El abhisheka con vibhuti
se hace para inspi rar les el aban dono del deseo y ofrecer sus
ceni zas a Shiva como la más valiosa de todas las cosas que
han obteni do. La ceni za no se mar chi ta en u no o dos dí as co-
mo las flores; no se seca ni desaparece, no se en su cia ni se
vuel ve in salu bre como el agua; no pier de su color en u nas
cuan tas horas como las hojas; no se pu dre en u nos dí as como
las fru tas. La ceni za es ceni za por la eter ni dad. Así pues, que-
men sus ar di des, sus vi cios, sus malos hábi tos, y adoren a Shi-
va pu ri fi cán dose en pen samien to, palabra y obra. Derramar
sobre Él la ceni za com prada en paquetes en las tien das no le
agradará en absolu to.
231
2 Extractos de Sanat hana Sarat hi (El E ter no Con ductor , publicación mensual
de Prashanti Nilayam), abril de 1975, junto con los comentarios del Dr. His-
lop.
235
P.: ¿Qué dice Baba sobre las drogas que alteran la mente?
R.: Como psiquiatra me he dado cuenta de que el impulso hu-
mano primordial es fundirse con Dios, quien constituye nues-
tra verdadera identidad: volver a la seguridad y fuerza del Pa-
dre. Veo la fascinación por las drogas psicodélicas como una
expresión de nuestro anhelo por destruir el yo pequeño y ha-
cer contacto con una realidad superior y fundirse con ella.
Hay poca duda de que uno de los elementos importantes
que se experimentan al ingerir drogas es la disminución del
valor de la personalidad o ego a medida que uno es alcanzado,
envuelto y sumergido en un mundo nuevo de remolineantes
energías. Sin embargo, Baba ha dicho reiteradamente que
éste no es el sendero que conduce a la verdadera fusión, sino
que es un callejón sin salida.
La sensación trascendente que producen las drogas
—por más que revele el hecho de que la “realidad”, tal
como la conocemos la mayoría de nosotros, sea efectiva-
mente una especie arbitraria de visión estrecha en un
mundo de fenómenos de los cuales ignoramos la mayor
parte— es, empero, falsa y transitoria en sí misma y no
lleva a la verdadera comprensión. En efecto, Baba ha
comparado esa sensación a una fruta de plástico. Es evi-
244
P.: ¿Tiene uno que ir a la India para establecer relación con Sai
Baba?
R.: No. Con frecuencia Él se relaciona de diferentes modos con
personas de todo el mundo. Por ejemplo, conozco individuos
que han estado a miles de kilómetros de Baba cuando un re-
trato que tienen de Él comienza a producir vibhu ti . Otros tie-
nen un sentimiento imponente de que Él se está comunican-
do con ellos, o viene en un sueño para enseñarles algo. Inclu-
so he hablado con personas honorables que afirman haberlo
visto materializarse frente a ellas aquí, en los Estados Unidos.
Ahora es claro para mí que la dimensión de la oración o la
meditación es un lugar tan adecuado y fructífero para vincu-
larse con Baba, como lo es el pueblo indio de Puttaparti.
Baba cuenta la historia de un devoto que se hallaba en gran
peligro y a punto de ser asaltado. El devoto invocó el Nombre y
la Forma de Dios que reverenciaba e imaginó a la deidad en su
lejano lugar de residencia, como se describe en las Escrituras
hinduistas. Oró hasta que sus atacantes casi lo habían vencido;
pero en el último momento apareció Dios para salvarlo.
Cuando le preguntó a Dios por qué había tardado tanto
en llegar, Dios replicó que tuvo que venir de un sitio muy dis-
tante porque él le había imaginado tan lejos. Si el devoto lo
hubiera evocado dentro de su propio corazón, Él habría po-
dido llegar al instante.
5 Thus Spoke Vi veka nan da (A sí ha bla ba Vi veka nan da), Sri Ramakrishna
Math Publishers.
254
17
ENSEÑANZAS DE SAI BABA
¿Quién es Sai?
Dios es i nescru table. No se le puede com pren der en el
mun do objeti vo ex terior; Él está en el corazón mismo de cada
ser. Las gemas tienen que buscar se en el subsuelo profun do;
no flotan en el ai re. Busquen a Dios en las hon du ras de su
ser, no en la na tu ra leza a tor men ta dora, ca lei dos cópi ca. El
cuer po se les con cede para este al to fin, pero ustedes lo están
u san do mal ahora, como la per sona que coci naba su ali men to
diario en el vaso de oro guar neci do de gemas que llegó a sus
manos como heren cia.
El hom bre en sal za a Dios como Om ni presen te, Om nis -
cien te y Om ni poten te, ¡pero ignora Su presen cia en sí mismo!
Por su puesto, mu chos se aven tu ran a descri bir los atri bu tos
de Dios y proclaman que Él es esto y aquello; pero éstas no
son si no sus propias con jetu ras y los reflejos de sus propias
predi lecciones y preferen cias.
¿Quién puede afir mar que Dios es de este modo o de este
otro? ¿Quién puede afir mar que Dios no sea de esta for ma o
con este atri bu to? Cada u no puede tomar de la vasta ex ten -
sión del océano sólo tan to como puede con tener la vasi ja que
lleva a la ori lla. De esa in men si dad oceáni ca no puede captar
más que u na can ti dad mí ni ma.
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257
No in ten ten conocer me por medio de los ojos del cuer po.
Cuan do van a un tem plo y están de pie an te la i magen de Dios,
oran con los ojos cerrados, ¿no es así? ¿Por qué? Pues por que
sien ten que sólo la mi rada in terior de la sabi du rí a les puede re-
velar a Dios. Por eso no im ploren de Mí objetos materiales tri -
viales; pí dan me a Mí y serán recom pen sados. No es que no de-
ban reci bir cualesquiera objetos que regalo como signos de Gra-
cia provenien tes de la pleni tud del Amor. Les di ré por qué re-
galo estos ani llos, talismanes, rosarios, etc.; lo hago sólo para
sellar el víncu lo en tre Mí y aquellos a quienes se los doy. Cuan -
do la calami dad les sobreven ga, el ar tícu lo regalado ven drá a
Mí en un relám pago y regresará tam bién en un relám pago; pe-
ro lleván doles de Mí la Gracia reparadora de la protección. E sa
Gracia está disponi ble para todos los que me in vocan en cual -
quier nom bre o for ma, no solamen te para los que reci ben estos
regalos. El Amor es el víncu lo que gana la Gracia.
Con si deren el signi fi cado del nom bre: Sai Baba. “Sa” sig-
ni fi ca “Di vi no”; “ai” o “ayi” signi fi ca “Madre” y Baba signi fi ca
“Padre”; Mi nom bre in di ca a la Madre y al Padre Di vi nos. Sus
padres fí si cos podrí an cul ti var el amor con u na dosis de egoís-
mo, pero esta Sai Madre y Padre derrama afecto o en su caso
repri men das sólo para con du cir los hacia la victoria de la lu -
cha por la au torreali zación.
Este Sai ha veni do para llevar a cabo la tarea su prema de
u nir a toda la hu mani dad como u na sola fami lia por medio
del víncu lo de la frater ni dad; de afir mar e i lu mi nar la reali -
dad átmica de cada ser a fin de revelar lo Di vi no, que es la ba-
se sobre la que descan sa el cosmos en tero; y de instruir a to-
dos para que reconoz can la heren cia di vi na común que u ne a
hom bre con hom bre de modo que éste se pueda li berar del
ani mal y se eleve a la Di vi ni dad que es su meta.
Yo soy la per soni fi cación del Amor; el Amor es Mi instru -
men to. No hay nin gu na cria tu ra sin A mor; la más ba ja se
ama a sí misma por lo menos. Y su Ser es Dios. Así pues, no
hay ateos; aun que al gu nos podrí an tener aver sión a Dios o re-
chazar lo, como los en fer mos de malaria o los pacien tes diabé-
ti cos se rehú san a tener al go que ver con los dul ces. Los que
se jactan de ser ateos, cuan do hayan sanado de esa en fer me-
dad disfru tarán de Dios y Lo venerarán.
260
Tení a que decir les tan to acer ca de Mi Ver dad por que de-
seo que medi ten sobre esto y deri ven de ello alegrí a, de ma-
nera que se puedan inspi rar para obser var las disci pli nas deli -
neadas y puedan progresar hacia la meta de la au torreali za-
ción, la reali zación del Sai que bri lla en sus corazones.1
¡Hay al gu nos que se dejan engañar por las demostra-
ciones histéricas de ciertos individuos de mente débil a
quienes se su pone que Yo hablo a través de ellos o actú o
a través de ellos! ¡Óiganlo de Mí, Yo no soy dado a esos
absurdos! No uso a otros como mediums míos; no tengo
necesidad de ello. ¡Yo no me balanceo de un lado a otro
ni parloteo! Si aun aquellos que tortu ran sus cuerpos y
su fren los dolores del ascetismo por años hasta que mon-
tecitos de hormigas los cu bren y se ponen rígidos como
tocones de ár boles en cuen tran di fí cil reali zar al Señor,
¿cómo en ton ces aquellos haraganes que comen hasta
hartarse y vagan por ahí como esclavos de sus sentidos
pueden ganar esa posición de modo tan barato? Sus ges-
tos, palabras y acciones son huecas y vanas; los que que-
man incienso ante ellos y los reverencian se están alejan-
do de Mí y corren tras la fal sedad.
Porque, ¿cómo puede la plenitud al gu na vez entrete-
nerse con lo vil mente mezquino y u sar la vestidu ra de lo
frívolo? Cuando Dios ha venido y toma forma, óiganlo de
Mí, no se escancia en malos vasos ni embellece el oropel
ni entra en cuerpos impu ros. Así pues, no ensal cen estas
fal sedades ni arruinen a esos infortu nados; trátenlos con
severidad y se cu rarán. Los que han visto la brillantez del
diaman te no serán deslum brados con chu cherí as de vi -
drio. El Señor es como el diaman te, cual quier nom bre
que se le dé; pero u na chu chería no puede convertirse en
diaman te por muy gran de que sea la alaban za y fir me
que sea la demanda.
El aliento mismo
Los nueve pa sos en la peregri na ción del hom bre ha cia
Dios por el sen dero de la dedi cación y la en trega son: … 1.
For jar el deseo de escu char cuan to se di ce de la gloria y gran -
deza de la obra de Dios y de las di ver sas mani festaciones de
la Di vi ni dad que inspi ran u na reveren cia profun da. Este es el
pun to de par ti da. Oyen do sin cesar acer ca del Señor es como
podemos con ver tir nos nosotros mismos en la Di vi ni dad. 2.
Can tar u no mismo las acciones del Señor en alaban za a su
magni fi cen cia y múl ti ples hazañas. 3. Man tener al Señor en
la men te gozán donos en la con tem plación de Su Belleza, Ma-
jestad y Com pasión. 4. I ni ciar la adoración del Señor con cen -
trán donos en hon rar sus pies o sus huellas.
5. Lo an terior se transfor ma en u na propi ciación total del
Señor y u na adoración ri tual sistemáti ca en la cual el aspi ran -
te obtiene satisfacción e inspi ración in ter nas. 6. El aspi ran te
em pieza a ver la for ma favori ta de Dios (aquella en la que le
agrada más adorar lo) en todos los seres y todos los objetos y
don dequiera que se vuel ve, y así adopta u na acti tud de vanda-
na o reveren cia hacia la natu raleza y hacia toda mani festación
de vi da. 7. Colocado en esta disposi ción men tal, se con vier te
en el devoto ser vi dor de todos, pero sin nin gún sen ti mien to
de su periori dad o in feriori dad. Este es un paso vi tal que al -
can zado presagia gran éxi to espi ri tual.
8. Esto lleva al buscador tan cer ca del Señor, que sien te
que es el con fi den te y camarada, el com pañero y ami go, el
que com par te el poder y la piedad de Dios, los triun fos y lo-
gros de Dios; sien te que es Su sakha (ami go), como lo habí a
llegado a ser Arjuna. 9. Como se puede inferir, éste es el pre-
lu dio al paso fi nal de la en trega total o Atma-nivedanam: ren -
dir se por com pleto a la volun tad del Señor, que el buscador
conoce por su propia in tui ción pu ri fi cada.
Notarán que el sépti mo paso es dasyam, el estado de ser -
vir. E sa es la etapa de ser vi cio que toda per sona que se llama
a sí misma un trabajador social o volun tario o sevak tiene que
al can zar. Es más fructí fera que reci tar el Nom bre de Dios o
repetir lo sobre las cuen tas del rosario, o em plear horas en la
medi tación, si bien el propio ser vi cio será más producti vo y
263
de ver dadera lim pieza. Así tam bién se tienen que buscar y ga-
nar tan to la lim pieza ex ter na como la in ter na. En reali dad, la
lim pieza ex ter na no es si no el reflejo del logro in ter no. Hay
un bri llo pu ro en el rostro de u na per sona sin dolo. La lim pie-
za in ter na tiene su propio jabón y agua: el jabón de u na fe
fuer te y el agua de la prácti ca constan te.
El ter cer signo es que el ver dadero aspi ran te ten drá u na
acti tud reveren te respecto al deber al que está li gado. Llevará
a cabo toda tarea que le sea asignada como si fuera un acto
de adoración por medio del cual se agradará al Señor, por el
cual se puede acer car al pedestal de Dios. El deber es Dios: el
trabajo es adoración; ése es el lema. La adoración no es un
uni for me para poner se y qui tar se a horas fi jas del dí a. Con -
vier tan cada pen samien to en u na flor digna de ser ofreci da a
Sus dedos; con vier tan cada hecho en u na fru ta llena del dul ce
ju go del amor, apropiada para poner la en Su mano; hagan ca-
da lágri ma san ta y pu ra, adecuada para lavar Sus pies de lo-
to. El signo del estan dar te de Prashan ti Ni layam es un recor -
datorio de este i deal que tienen que poner en prácti ca. Es el
sím bolo de la victoria lograda por el esfuer zo constan te sobre
los enemi gos diabóli cos: la lu ju ria, la codi cia, la en vi dia y el
odio, la mala volun tad y la presun ción. Es el sím bolo del esta-
do si len cioso de la Bienaven tu ran za Su prema, obteni da por el
au tocon trol y la au torreali zación.
No juz guen a los demás para deci dir si merecen su ser vi -
cio; sólo vean si están en desgracia; ésa es u na creden cial su fi -
cien te. No exami nen cómo se com por tan los demás; segura-
mente se les puede transfor mar por el amor. El seva o ser vi -
cio es tan sagrado para ustedes como u na promesa solem ne,
u n sadhana, un sen dero espi ri tual. Es el alien to mismo; sólo
puede ter mi nar cuan do el alien to se aleje de ustedes.2
2 Men sajes de Sathya Sai , vol. III, Editorial Errepar, Buenos Aires, Argentina.
265
Baba contesta
¿Qué tiene que ver la sociologí a o las cien cias sociales con
las cien cias del espí ri tu o la in vesti gación del espí ri tu hu mano?
Esta es u na pregun ta que es plan teada común men te. Así tam -
bién, mu chos in quieren: ¿qué tiene que ver el estu dian te espi -
ri tual y el sadhaka (aspi ran te espi ri tual) con la sociedad y sus
problemas? Debe decir se que estas dos acti tu des son erróneas.
Nin gu na sociedad puede en con trar su pleni tud, nin gún
ideal social puede fructi fi car sin el floreci mien to del espí ri tu
del hom bre. La hu mani dad no puede reali zar la Di vi ni dad de
la cual es ex presión, sin poner aten ción cui dadosa y constan te
al cul ti vo del espí ri tu. ¿De qué otro modo se puede ex presar
esta Di vi ni dad si no en los in di vi duos y a través de ellos? Pode-
mos aprehen der sólo el jagath (mun do tran si torio), esta fan ta-
sí a movien te, in constan te; no podemos ver ni oír, oler ni gus-
tar ni tocar al di rector de la fan tasí a: Dios. De i gual modo, po-
demos aprehen der al in di vi duo pero no a la en ti dad nom brada
sociedad, por que la sociedad no es un com plejo separado, dis-
tin to, for mado de com ponen tes elemen tales. La sociedad es la
proli feración di vi na produ ci da por la Volun tad Su prema.
El hom bre es mor tal: pol vo es y al pol vo retor nará. Pero
en él bri lla el Atma como u na chispa de la llama in mor tal. Es-
te no es un tér mi no de adu lación in ven tado por los vedantis-
tas; el Atma es la fuen te, el susten to de todo ser y toda or ga-
ni zación de seres; es la sola y ú ni ca fuen te, sustan cia y sus-
ten to. El Atma es Dios; lo par ti cu lar es el Uni ver so. Por lo
tan to, reconoz can en cada ser, en cada hom bre, a un her ma-
no, al hi jo de Dios, y desdeñen todos los pen samien tos y pre-
jui cios li mi tadores que se basan en la posi ción social, el color,
la clase, el naci mien to y la casta. Sai siem pre está em peñado
en ex hor tar los y guiar los a fin de que puedan pen sar, hablar y
actuar con esta acti tud de amor.
La sociedad no puede justi fi car se planean do di vi dir el bo-
tín ganado a la natu raleza, ya sea en par tes i guales o desi gua-
les. La con su mación que debe inspi rar a la sociedad tiene que
ser el estableci mien to y elaboración, en todo acto y resolu ción
social, del conoci mien to del Atma Uni ver sal y la Bienaven tu -
ran za que ese conoci mien to con fiere.
273
Sai no prescri be: “El Atma no tiene muer te; por tan to,
maten las en vol tu ras fí si cas, los cuer pos”. No, Sai no alien ta
las guerras. Sai les en seña a reconocer al Atma como su pa-
rien te más cer cano, más próxi mo que los miem bros de su fa-
mi lia, sus parien tes car nales y sus descen dien tes más queri -
dos. Cuan do se ha hecho esto, ya nun ca más se ex traviarán
del sen dero de lo recto, que es el ú ni co que puede man tener
ese paren tesco.
Aun el apego fami liar opera en con tra de la ejecu ción de
los propios deberes legí ti mos. Pero el apego a lo Di vi no llena
ese deber de u na dedi cación nueva que asegu ra tan to la ale-
grí a como el éxi to. Acti va al hom bre como no puede hacer lo
nin gu na otra cosa; le con fiere, du ran te el proceso de cum plir
con su deber, la sabi du rí a más elevada. De ahí el con sejo: no
en tren al mun do objeti vo (prakriti) con la esperan za de reali -
zar al Atma; en tren al mun do ob jeti vo des pués de ha cer se
conscien tes del Atma; por que en ton ces mi rarán la natu raleza
desde un pun to de vista nuevo y su vi da misma se con ver ti rá
en un prolon gado festi val amoroso.
Hay mu chos que se valen de su eru di ción e in teli gen cia,
aun la eru di ción védica, para el debate monótono y el desplie-
gue de com peten cia in telectual. Es tán ena mora dos de sus
triun fos mez qui nos. Declaran que la sociedad es u na arena
para obtener esos triun fos. Pero Sai les pi de que busquen y
for talez can otro ti po de sociedad don de no haya lu gar para
esos deseos tri viales.
Los eru di tos védicos dispu tadores im ploran los fru tos de
sus em peños y esfuer zos por medio del ri tual. La natu raleza
no se im plora así; las nu bes traen la llu via como un homenaje
a Dios, que es su Señor. Pero ellos la atri bu yen a la efi cacia
de sus ri tos y la u san para en vanecer se. Ju guetean en tre las
ramas del ár bol del deseo copiosamen te mul ti pli cadas. Están
en redados en las tres “cuer das”: la tamásica, la rajásica y la
sátvica.5
Tienen que ir más allá de las tres cuer das, los tres lazos.
Siem pre tienen que estar en la Ver dad eter na in mu table. De-
ben estar radi cados en el Uno, como el Uno, sin rastro o gus-
to al gu no de duali dad. Ganar y acu mu lar no debe in teresar -
les; no deben dejar se sedu cir por la per secu ción de yaga (la
acti vi dad di ri gi da hacia afuera) y kshema (la posesi vi dad), por -
que ya están plenos y no tienen caren cias.
El an helo de un ni vel de vi da al to en vez de un ni vel su pe-
rior del vi vir ha hecho estragos en la sociedad hu mana. Un ni -
vel su perior del vi vir in siste en la morali dad, la hu mil dad, el
desapego, la com pasión; así la avi dez com peti tiva de lu jo y
con su mo notorio no reci bi rá alien to y será destrui da. Ahora
el hom bre es el esclavo de sus deseos; es im poten te para ven -
cer la sed de placer y lu jo; es demasiado débil para man tener
bajo domi nio a su natu raleza; no sabe cómo desper tar la Con -
cien cia Di vi na laten te en él.
Las meras prácti cas o instrucción morales no pueden ayu -
dar les a lograr esto. Sólo es posi ble por el sadhana espi ri tual
(trabajo espi ri tual), por que es u na transfor mación bási ca. Im -
pli ca la eli mi nación de la men te, que es el ar chiobstácu lo en
el sen dero. La Gracia de Dios, si se in voca y se obtiene, puede
dotar los del poder, y la Gracia existe den tro de ustedes a la
espera de su llamado.
El hom bre debe dejar de con fiar en los capri chos de la
men te. Debe actuar siem pre con la con cien cia de su di vi ni dad
in nata. Cuan do esto se ha logrado, su natu raleza tri ple [com -
puesta de las gunas (cuali dades): la tamásica, la rajásica y la
sátvica] se ex presará au tomáti camen te sólo a través de canales
san tos. E sa es la mani festación genui na.
Otro pun to. Se puede plan tear el ar gu men to: “Si u no tie-
ne que a ban do nar el de se o de co mo di dad, l u jo y pl a cer,
¿por qué se debe mez clar en la sociedad?”. Es to presu pone
la creen cia de que ésta se justi fi ca sólo por la provi sión de
esos goces mun danos. Pero, ¿qué clase de sociedad se puede
construir sobre bases tan débi les? Si se constru ye, puede ser
u na sociedad sólo de nom bre. No estará u ni da por el amor y
la cooperación mu tuos. El fuerte eliminará al débil. El descon-
tento estropeará las relaciones sociales. Aun cuando se hagan
intentos de dividir los recursos de la natu raleza por igual en tre
275
Máximas
14. Uno siem pre debe ser cau to con los ocho pecados que la
men te per petra: kaman o el deseo vehemen te, krodham o
la i ra, lobham o la codi cia, moham o el apego, la im pa-
cien cia, el odio, el egoísmo, el or gu llo. El deber pri mario
del hom bre es man tener todas estas cosas a u na distan cia
con venien te.
15. La men te del hom bre corre con rapi dez per si guien do ac-
ciones erróneas. Sin dejar la que se apresu re así, recuer da
el Nom bre del Señor en ese momen to o in ten ta hacer u na
obra buena. Los que hagan así sin du da llegarán a ser ap-
tos para reci bir la Gracia del Señor.
16. Pri mero aban dona la mala ten den cia a sen tir te im pacien -
te por la prosperi dad de otros y a desear per ju di car los. Sé
feliz de que otros sean feli ces. Sim pati za con los que es-
tán en si tuación ad ver sa y haz votos por su prosperi dad.
E se es el cami no para cul ti var el Amor de Dios.
17. Pacien cia es toda la fuer za que el hom bre necesi ta.
18. Los que deseen vi vir en la alegrí a deben estar siem pre ha-
cien do el bien.
19. Es fácil ven cer la i ra con el amor, el apego con el razona-
mien to, la fal sedad con la ver dad, los malos pen samien -
tos con los buenos y la codi cia con la cari dad.
20. Nin gu na répli ca debe dar se a las palabras de los mal va-
dos. Man tén te a gran dis tan cia de ellos; eso es por tu
bien. Rom pe toda relación con esa gen te.
21. Busca la com pañí a de los hom bres buenos, aun con sacri -
fi cio de tu honor y vi da. Pero ruega a Dios que te ben di ga
con el discer ni mien to que se necesi ta para distin guir en tre
los hom bres buenos y los malos. Para ese discer ni mien to
u sa tam bién el in telecto que se te ha otor gado.
22. Los que con quistan estados y ganan fama en el mun do
son salu dados como héroes, no cabe du da; pero los que
han con quistado los sen ti dos son héroes que deben ser
aclamados como los con quistadores de lo u ni ver sal.
23. Cualesquiera de los actos que un hom bre bueno o malo
lleve a cabo, las con secuen cias de ellos i rán detrás de él y
nun ca dejarán de per seguir lo.
24. La codi cia sólo produ ce tristeza; el con ten to es lo mejor.
No hay feli ci dad mayor que el con ten to.
282
25. La ten den cia a maqui nar agravios debe arran car se de raíz
y ti rar la. Si se le deja subsistir mi nará la vi da misma.
26. Sopor ta con for taleza tan to las pér di das como el pesar;
trata de hacer planes para lograr alegrí a y ganan cia.
27. Guar da si l en cio cuan do te in va da l a i ra o recuer da el
Nom bre del Señor. No recuer des cosas que au men tarán
más tu i ra. E so te hará un daño in cal cu lable.
28. Desde este momen to evi ta todos los malos hábi tos. No di -
fieras ni pospon gas; no con tri bu yen con la menor alegrí a.
29. Trata, tan to como sea posi ble den tro de tus recur sos, de
satisfacer las necesi dades de los pobres, que son en reali -
dad daridranarayana (los pobres de Dios). Com par te con
ellos cual quier ali men to que ten gas y haz los feli ces al me-
nos esa vez.
30. Cual quier cosa que con si deres que los demás no te deben
hacer debes evi tar hacer la a otros.
31. Por las fal tas y pecados cometi dos en la ignoran cia, arre-
pién tete con sin ceri dad; trata de no repetir los. Ruega a
Dios que te ben di ga con la fuer za y el valor que son nece-
sarios para per severar en el sen dero de la Recti tud.
32. No cedas a la cobar dí a; no aban dones la Ananda (Biena-
ven tu ran za).
33. No per mi tas que se te acer que nada que destru ya tu an he-
lo y en tu siasmo por Dios. La fal ta de an helo cau sará la
rui na de la fuer za del hom bre.
34. No te en vanez cas cuan do la gen te te alabe y no te abatas
cuan do te cen su re.
35. Si tus ami gos se odian mu tuamen te y em piezan a quere-
llar, no in ten tes enar decer los y hacer que se odien más
uno al otro; por el con trario, con amor y sim patí a trata de
restau rar su amistad an terior.
36. En lu gar de buscar las fal tas de los demás, busca las tu -
yas, arrán calas de raíz y tí ralas. Descu brir u na fal ta tu ya
es mejor que en con trar decenas de cien tos de fal tas en los
demás.
37. Aun cuan do no puedas hacer o no hagas nin gún punya, o
acto bueno, no con ci bas ni lleves a cabo nin gún papa, o
acto malo.
283
38. Aun que las per sonas aleguen lo que quieran de las fal tas
que tú sabes que no están en ti, no te duelas de ello; en
cuan to a las fal tas que están en ti, trata de corregir las tú
mismo, an tes de que otros te las señalen. No al ber gues i ra
o ven gan za con tra las per sonas que señalan tus errores;
no repli ques in di can do los errores de esas mismas per so-
nas, si no muéstrales tu grati tud. Tratar de descu brir sus
errores es u na gran equi voca ción tu ya. Es con venien te
que conoz cas tus fal tas; pero es in con venien te que conoz -
cas las fal tas de otros.
39. Siem pre que te hayas ganado un pequeño descan so, no lo
pases hablan do in necesariamen te; u ti lí zalo en medi tar en
Dios o en prestar ser vi cio a los demás.
40. Sólo el bhakta (devoto) en tien de al Señor; sólo el Señor
en tien de al bhakta. Los demás no pueden en ten der los. Así
pues, no discu tas con los que no tienen bhakti (devoción)
las cosas referen tes al Señor. Por cau sa de esas discu sio-
nes tu devoción dismi nui rá.
41. Si al guien ha bla de cual quier tema y lo has en ten di do
erróneamen te, no pien ses en otras nociones equi vocadas
que apoyen esa posi ción; capta sólo lo bueno y lo dul ce
en lo que él di ce. Hay que apreciar como deseable el signi -
fi cado ver dadero, no el signi fi cado erróneo o los signi fi ca-
dos con tradictorios que no aclaran nada en absolu to y só-
lo cau sarán estor bos para la Ananda.
42. Si deseas cul tivar la concentración en u na sola idea, cuan-
do estés en u na mul titud o en un bazar no disperses tu vis-
ta a los cuatro vientos y sobre todas las cosas: ve ú nicamen-
te el camino frente a ti tan sólo lo su ficiente para evitarte
accidentes. La concentración en u na sola idea se hará más
firme si u no camina sin quitar su atención del camino, evi-
tando los peligros y no poniendo cuidado en los demás.
43. Aban dona todas las du das respecto al gu rú y a Dios. Si
tus deseos mun danos no se reali zan, no cul pes de eso a tu
devoción; no hay relación al gu na en tre esos deseos y la
devoción a Dios. Estos deseos mun danos tienen que ser
aban donados al gún dí a; los sen ti mien tos de bhakti tienen
que ser ad qui ri dos un dí a u otro. Sién tete fir memen te
con ven ci do de esto.
284
18
LOS PIES DE LOTO
saber qué piensas de él”. Cuando uno siente este anhelo de dar
todo lo que tiene, entregar todo a lo Divino, siempre es grato
que lo Divino realmente esté presente para recibirlo. Si uno se
acerca a Baba queriendo volcar su corazón y Él espeta: “¿Quién
eres y qué haces aquí?”, eso duele un poco. Pero cuando la reci-
procidad es completa y el amor se acepta y se devuelve, la ale-
gría y la plenitud son estremecedoras.
Se nos había invitado a entrar para una entrevista de grupo.
Baba habló durante una hora con palabras claras y sencillas.
Luego me puse de pie: “Swami , ¿puedo hablarte en relación con
el libro que escribí?”. Tomando mi mano con suavidad me llevó
a un cuarto privado. Bien, ¿qué quieres?, preguntó.
Empecé a temblar. ¡Oh Dios mío, esta reacción otra vez!…
¿podré conducirme bien? Saqué mi manuscrito y comencé a bus-
car una explicación, sin darme a entender en absoluto. ¿Él com-
prende realmente, pensé, y sólo estoy haciendo el tonto? “Ten-
go este libro que acabo de escribir sobre Ti, Baba”, dije.
Cuando uno se arrima a Él, tiene una manera de verse tan
humano —tan limitado y falible como cualquier otro— y ahora
yo me preguntaba en serio si tan sólo había entendido lo que yo
estaba diciendo. Me miró de manera inquisitiva, así que intenté
otra explicación. Empezaba a sentirme malinterpretado por com-
pleto. Luego levantó la vista sonriendo y con mirada inteligente
dijo: Magní fi co, regresa el jueves y hablaremos du ran te u na
hora sobre aspectos especí fi cos del li bro; el doctor Gokak es-
tará ahí; trae tam bién a tu her mano.
“Muy bien”, dije aturdido. Aún con cierta confusión, me en-
caminé luego hacia el grupo, y de nuevo todo lo que pude hacer
fue permanecer sentado en el piso por algún tiempo hasta reco-
brar mi compostura. Todavía estoy asombrado de verme derrum-
bándome así, aunque he oído que muchas personas experimen-
tan esa reacción cuando están más cerca de Baba: las lágrimas
simplemente brotan, el corazón se exalta, y me parece que mien-
tras más me aproximo a Él menos control tengo sobre mí.
Baba dio el libro al doctor Gokak para que lo leyera. Bajo la
supervisión de Baba, el doctor Gokak dirige la Fundación Educa-
tiva Sathya Sai Baba y administra la escuela de verano para espi-
ritualidad y cultura india. Cuando revisamos juntos el libro duran-
te los días siguientes, uno de sus comentarios me hizo compren-
der muchas cosas.
292
arbolito a la vera del camino y les dijo que tomaran las frutas que
habían escogido. Para su asombro absoluto, balanceándose de
las ramas del mismo árbol estaban las cinco diferentes frutas que
habían elegido, cada una pendiente de su propio tallo. El doctor
Bhagavantam me miró directamente a los ojos y sonrió.
Entrevistador: A veces debe ser extraño tratar con Baba, estar tan
cerca de Él y conocerlo. ¿Cuál es el trato de usted
con Él, el de un amigo íntimo o el de un vehículo
para que Dios se manifieste a través de ese casca-
rón llamado Sai Baba? ¿Cuál es su relación con esa
situación?
Dr. Gokak: Él es el amigo al que amo, el Dios al que temo y
Krish na , en cu yas ma nos e nig má ti cas qui sie ra
morir para hacerme inmortal. Así es como me re-
laciono con Él. Estoy preparado para todo. Para
mi provecho, para mi ruina, para todo eso. Y tam-
bién estoy preparado para la relación humana. En
la mañana, cuando estoy en la habitación contigua
y el Avatar entra y dice: “¿Tienes una brocha de
rasurar?”, le doy la mía porque Él olvidó la suya.
También me trato con Él de esta manera. Es tan
intensamente humano. Puede ser tan divino.
Entrevistador: ¿Le parece esto una paradoja?
Dr. Gokak: No. Aun cuando soy consciente de todo lo que re-
presenta, cuando estoy cerca de Él y bromea conmi-
go olvido todo lo que es y empiezo a hablar como
un amigo. Sólo cuando me alejo de Él y vengo a los
Estados Unidos, por ejemplo, y veo lo que en rela-
ción a Él está aconteciendo en todos estos hogares,
todas estas fotografías por doquier, digo: “¿Es éste
el Baba con quien estoy?”, y comienzo a experi-
mentar una sensación de profunda reverencia.
Una vez le dije: “¿Cuándo me mostrarás Tu For-
ma Cósmica?”. Él repuso: “Espera, espera, ya te
mostraré”. “¿Por qué crees que te traje tan cerca de
Mí? Por esa razón te tengo aquí.” Pero en realidad
no sé que más me va a mostrar además de lo que
ya he visto. Cuando estoy junto a Él, olvido, no
obstante, que es Baba. Pienso en Él como muy
grande y todo eso, y próximo a mí. Puedo tomar-
me libertades y bromear de vez en vez, cuando Él
sonríe; pero no de otra manera; sólo entonces olvi-
do Su Divinidad. Cuando voy a otros lugares y veo
299
2 Mensajes de Sathya Sai , vol. VI, Editorial Errepar, Buenos Aires, Argentina.
302
mados a este lu gar. El cielo mismo ten drá que ser el te-
cho del au di torio del fu tu ro; ten dré que prescin dir del
au tomóvil y hasta del aeroplano cuan do vaya de un lu -
gar a otro, por que las mul ti tu des que se apretu jarán en
tor no a ellos serán demasiado gran des. Ten dré que ir a
través del cielo; sí, eso tam bién su cederá, créan me.3
3 Mensajes de Sathya Sai , vol. II, Editorial Errepar, Buenos Aires, Argentina.
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GLOSARIO
Baba: Padre.
Bhagavad Gita: La “Biblia” hinduista.
Bhajan: Un canto de alabanza a Dios.
Bhakta, bhakti: Un bhakta es un devoto, el que tiene bhakti ; virtud,
autocontrol, fe, devoción.
Bharath: La India, la tierra que tiene rathi , o apego a Bha o Bhagavan ,
el Señor.
Brahma: El Dios Creador en la Trinidad hinduista, los otros dos son
Vishnu y Shiva.
Brahman: El Principio Inmanente, del que se dice que tiene tres aspec-
tos: la Creación, la Conservación y la Destrucción. El Absoluto, la
Realidad Suprema.
Brindavan: Lugar donde Sai Baba reside con frecuencia cuando está
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