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HISTORIA DE LA FILOSOFÍA MODERNA – Beatriz von Bilderling

Spinoza, Tratado breve de Dios, del hombre y de su felicidad. Primera Parte: De Dios y de
cuanto le pertenece. Traducción de Atilano Domínguez. Madrid, Alianza, 1990, pp. 93-94.

CAPITULO IX. De la naturaleza naturada


[1] Por lo que toca a la naturaleza naturada universal o a los modos o
creaturas que dependen inmediatamente de Dios o son creados por él, no
conocemos más que dos de ellos, a saber, el movimiento1 en la materia y
el entendimiento en la cosa pensante. Pues bien, nosotros decimos que
éstos han existido desde toda la eternidad y permanecerán inmutables por
toda la eternidad: una obra ciertamente tan grande como correspondía a la
grandeza del artífice.

[2] Por lo que se refiere al movimiento, en particular, dado que


pertenece más propiamente a la ciencia natural que a ésta —como, por
ejemplo, que ha existido desde toda la eternidad y permanecerá inmutable
por toda la eternidad, que es infinito en su género, que ni existe por sí
mismo ni puede ser concebido por sí mismo, sino únicamente por medio de
la extensión—, de todo esto, digo, no trataremos aquí, sino que tan sólo
decimos que es un hijo, hechura o efecto inmediato creado por Dios.

[3] En cuanto al entendimiento en la cosa pensante, es, lo mismo que el


primero, un hijo, hechura o creación inmediata de Dios, también creado
por él desde toda la eternidad y que permanece inmutable por toda la
eternidad. Pero esta propiedad suya es única, a saber, entenderlo todo
clara y distintamente en todos los tiempos. Y de él emana una infinita o
perfectísima satisfacción inmutable, que no puede dejar de hacer lo que
hace.
Aunque lo que acabamos de decir es suficientemente claro por sí mismo,
aún lo demostraremos más claramente más adelante, en el tratado de las
afecciones del alma, y por eso no decimos aquí nada más de ello.

1 Después de la palabra 'Movimiento', Spinoza o algún estrecho colaborador suyo añadió al pie una nota muy importante.
Nota: lo que se dice aquí del Movimiento en la materia no se dice rigurosamente. Pues
el Autor aún busca descubrir su causa, como en cierta medida ha hecho ya, a
posteriori. Pero aquí se puede dejar así, porque nada depende de ello.

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