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DEL EmNGELIO

DEJUAN
Jn 5 12

TOL II
Xavier
Léon-Dufour

SIGÚEME
LECTURA
DEL EVANGELIO
DE JUAN
BIBLIOTECA DE ESTUDIOS BÍBLICOS
69 Jn 5-12

II
XAVIER LEON-DUFOUR

Otros volúmenes de X. Léon-Dufour


publicados por Ediciones Sigúeme:
EDICIONES SIGÚEME
— Resurrección de Jesús y mensaje pascual (BEB, 1) SALAMANCA
— Lectura del Evangelio de Juan I (BEB, 68) 1992
CONTENIDO

Prólogo 9
Introducción 11

EL HIJO DE DIOS SANA AL HOMBRE (5, 1-47) 15

EL MISTERIO DEL PAN DE VIDA (6, 1-71) 71

LA LUZ DE LA VIDA (7-8) 159

JESÚS Y LA MUJER ADÚLTERA (7, 53-8, 11) 245

LUZ NUEVA Y PASTOS ABUNDANTES ( 9 , 1-10, 2 1 ) 255

LA ÚLTIMA CONFRONTACIÓN (10, 22-42) 305


JESÚS DEVUELVE LA VIDA A LÁZARO (10, 40-11,54) 319

ANTES DE LA ÚLTIMA PASCUA (11, 55-12, 36) 349

EPÍLOGO (12, 37-50) 383


Tradujo: Alfonso Ortiz García
Sobre el original francés: Lecture de l'Evangile selon Jean II
© Editions du Seuil, París 1990 Obras citadas con mayor frecuencia 395
© Ediciones Sigúeme, S.A., 1992
Apartado 332 - 37080 Salamanca (España) Siglas de los instrumentos de trabajo, revistas y colecciones ... 397
ISBN: 84-301-1094-1 (obra completa)
ISBN: 84-301-1167-0 (tomo II) índice general 399
Depósito legal: S. 195-1992
Printed in Spain
Imprime: Gráficas Ortega, S.A.
Polígono El Montalvo - Salamanca, 1992
PROLOGO

Tras dos años de esfuerzo continuo he aquí la lectura de los textos


del cuarto evangelio que desde el capítulo 5 nos llevan hasta el final
de la vida pública de Jesús. La luz empezó a brillar y las tinieblas
no lograron detenerla. El tercer volumen estará dedicado a la luz que
empezó a encenderse en el corazón de los discípulos al escuchar el
discurso de despedida y que resplandeció con todo su brillo el día de
la resurrección.
El tomo I encontró buena acogida, a juzgar por la amable presión
que muchos me hicieron para que acabara este libro. Como en el
primer volumen, al que nos referiremos frecuentemente, el texto es
leído en una perspectiva sincrónica, lo que permite manifestar mejor
su dimensión simbólica. El lector atento se dará cuenta que me separo
con frecuencia de opiniones comúnmente aceptadas, e incluso tradi-
cionales. También podrá ir comprobando las diversas anotaciones
hechas en la Introducción general que se encuentra en el tomo I, en
particular en lo que concierne al puesto predominante de Dios Padre
y la impregnación de los textos por el antiguo testamento.
Una observación, realmente aislada, intenta poner en cuestión la
lectura «simbólica» que yo intento hacer. Pero el lector no crea el
simbolismo de un texto, lo descubre; y ello no en función de sus
preocupaciones de diverso género, sino a partir del análisis literario.
Por ejemplo, es el texto de Cana el que me invita a reconocer en
María al Israel creyente y en el esposo de la boda a Dios mismo. Así
es como se lo sugiere al lector atento el relato en su totalidad.
Espero que el lector comparta mi alegría: no es necesario ser un
especialista en sagrada Escritura para que el cuarto evangelio ma-
nifieste siempre nuevas profundidades.
Me alegra agradecer cordialmente a los amigos el esfuerzo que
han hecho para hacer estas páginas menos imperfectas. He aquí los
nombres de algunas personas que merecen ser asociadas a mi trabajo:
Annie Galli, Nicole Gueunier, Pierre-Marie Hoog, Antoine Lauras y,
sobre todo, en un grado muy difícil de apreciar, Renza Arrighi, que
me ha asistido fielmente a lo largo de esta obra.
Xavier Léon-Dufour
INTRODUCCIÓN

A lo largo de los cuatro primeros capítulos del Evangelio de


Juan, se nos presenta a Jesús desde diversos puntos de vista, que
orientan hacia el misterio de su misión y de su persona. Juan el
precursor, voz de la profecía bíblica, designó para los israelitas al
Cordero de Dios, y sus discípulos reconocieron al Mesías del que
habían hablado la ley y los profetas. El Hijo del hombre les anunció
que en él se reconciliaban el cielo y la tierra. En Cana, Jesús les
manifestó su gloria; el lector vislumbró en este relato las bodas
inminentes de Dios con Israel y con la humanidad entera. En Je-
rusalén, Jesús puso fin a los antiguos sacrificios y anunció el nuevo
templo, recordando luego a Nicodemo la necesidad de renacer por
el Espíritu. Sobre todo, reveló el amor de Dios al mundo, expresado
en el don del Hijo único. El Bautista se hizo eco de esta revelación:
el Padre lo puso todo en manos del Hijo en favor de los hombres.
Los samaritanos reconocieron al Salvador del mundo. La sección
terminaba con el don de la vida al hijo moribundo del funcionario
real, que creyó, él y toda su casa.
Esta presentación tiene globalmente un carácter epifánico y se
caracteriza por la acogida positiva que ofrecen al Revelador los per-
sonajes puestos en escena: el Bautista, María, Nicodemo, la mujer del
pozo de Jacob, el padre del niño, el grupo restringido de los discípulos
y los samaritanos. Por otra parte, el itinerario propio de Jesús es
anunciado simbólicamente en el episodio del templo y presentado como
la elevación del Hijo del hombre en el diálogo con Nicodemo.
En la sección siguiente (5, 1-12, 36), el encuentro de Jesús con
Israel adquiere un tono dramático. No solamente Jesús se muestra libre
frente a la ley rigurosa del descanso sabático, sino que manifiesta con
claridad públicamente su origen de arriba y su relación con el Padre,
en términos que parecen atentar contra la unicidad de Dios; las au-
toridades religiosas reaccionarán inmediatamente y en un tono con-
denatorio.
12 Introducción Introducción 13

Según la tradición sinóptica, las controversias comienzan en Mar- Al unificar así los capítulos 5-12, suponemos que se escribieron
cos (2, 1-3, 6) desde la primera manifestación de Jesús en Galilea; seguidos. Pero hay muchos críticos que opinan que hay que trasladar
Mateo, por su parte, intentó establecer una secuencia entre la presen- el capítulo 5 después de 7, 14, de manera que 6, 1-7, 13 irían unidos
tación inicial de Jesús y su encuentro con los responsables de Israel, al capítulo 4 (el v. Ib del capítulo 7 se considera como una glosa de
disociando los capítulos 8-9 de los capítulos 11-12. Con Jn, esta repetición). Esta hipótesis encierra algunas dificultades. Es verdad que
disociación es mucho más marcada. Es verdad que el choque aparece el Evangelio de Jn conserva y subraya con agrado las indicaciones de
ya cuando Jesús anunció el templo futuro y cuando los fariseos se lugares, pero no se interesa mucho por la secuencia topográfica. Pre-
muestran reticentes a propósito de su actividad bautismal. Pero a partir valece la disposición temática. Así, el drama entre Jesús y su pueblo
del capítulo 5, se hace realmente intolerante. que comienza en el capítulo 5 incluye fácilmente el capítulo 6, que
El drama, sugerido por Jn cuando el signo del templo, explota desemboca en la opción negativa de los galileos. Por eso, tras muchas
vacilaciones, preferimos leer los capítulos en el orden actual, en contra
desde la curación del enfermo un día de sábado y la afirmación por
de lo que dijimos en el tomo I, 28.
la que Jesús pone en línea su trabajo —incesante— con el del Padre
(5, 17). La revelación no es sólo el desvelamiento de una verdad que Si descartamos el principio de una distribución cronológica de los
acontecimientos, no renunciamos sin embargo al marco que consti-
hay que reconocer, sino la acción de Dios en el mundo, que provoca
tuyen las fiestas litúrgicas judías. Su vinculación con el contenido del
a los hombres para que respondan, lo mismo que la palabra de Dios texto tiene la función de situar la actividad de Jesús en el horizonte
dirigida a Israel lo llamaba a una fidelidad existencial. Según Jn, la de la revelación de Dios hecha a Israel, subrayando al mismo tiempo
luz que brilla suscita el asalto de las tinieblas. También el proceso de la novedad inherente a la presencia del Hijo.
Jesús, Mesías e Hijo de Dios, que los sinópticos concentran en la La esperanza de Israel que se expresa en las celebraciones del
comparecencia ante el sanedrín, se desarrolla en Jn a lo largo de todos templo es inseparable de su apego a la palabra consignada en las
estos capítulos, que tienen su apogeo en la sentencia del sumo sacerdote Escrituras. El argumento de la Escritura para fundamentar la fe en
(11, 50); la amenaza de muerte que pesa sobre Jesús es el hilo que Jesús es común a los sinópticos (particularmente a Mateo) y a todo el
los va enlazando. Si la muerte del Hijo se presenta en los capítulos nuevo testamento, siguiendo una selección de textos en los que la
5-12 a través de la hostilidad del auditorio o en las numerosas alusiones Iglesia primitiva reconocía el anuncio de Cristo. Jn, como ya dijimos
de Jesús y del evangelista, también se hace presente la victoria del en la Introducción al tomo I, está plagado de alusiones al antiguo
Hijo en la libertad perfecta con la que el Revelador da a conocer su testamento y no puede comprenderse sin él; si las citas explícitas son
identidad y su misión: sus anuncios renovados son los más importantes relativamente escasas, la referencia es constante. En esta sección del
que contiene el cuarto evangelio. Sobre la oscuridad del rechazo pro- evangelio hay todavía más: Jesús afirma que las Escrituras en su
sigue su curso la luz sin empañar. conjunto atestiguan en su favor (5, 39-47; cf. 8, 56; 10, 34-36).
Coincidiendo con el proceso, la revelación en palabras y en obras
tiene lugar ahora ante la gente y los fariseos: no deja de invitar a creer Jn escribe después de pascua, cuando el Espíritu dado a los dis-
en el Enviado del Padre. La iniciativa divina para que los hombres cípulos les permite recordar las palabras de Jesús y captar su sentido,
tengan la «vida» sigue siendo el tema fundamental. El evangelista pero también en una época en que el conflicto entre los cristianos y
muestra en Jesús al que ha recibido del Padre unos poderes exclusivos la sinagoga cuestionaba su fe. Esta situación se refleja en el relato
y hasta la «vida en él» (5, 26). Estos poderes se enumeran en el joánico, particularmente en la violencia del capítulo 8. El contempla-
tivo Juan penetró en el misterio de dos en uno y lo sugirió a través
discurso del capítulo 5, 19-30 y se señalan a lo largo de los capítulos
de las palabras y de los gestos de Jesús, para que también el lector
siguientes con unas palabras que manifiestan cuál es la misión de Jesús creyera en él. La dificultad para creer de los «judíos», enfrentados
(hacer «vivir» en él por el pan de su palabra) y con acciones simbólicas con la paradoja insostenible de un hombre que revela su condición
que muestran cuál es la transformación efectiva del creyente: un en- divina, es de todos los tiempos y el proceso de Jesús se lleva a cabo
fermo camina, un ciego de nacimiento ve, un muerto vive. en el corazón del propio creyente, invitado sin embargo a acoger la
Según Jn, todo se realiza en la fe que reconoce al Hijo, al que llamada que el evangelista le dirige, a tener sed y a beber del agua
Dios ha enviado y que tiene que reunir no sólo a las ovejas de Israel, que desde entonces se convierte en río de agua viva en el discípulo
sino a todos los hijos dispersos de Dios. (7, 38).
EL HIJO DE DIOS SANA AL HOMBRE
(5, 1-47)

1 Después de esto, hubo una fiesta de los judíos y Jesús subió


a Jerusalén. 2 Pues bien, hay en Jerusalén, cerca de [la puerta de]
las ovejas, una piscina llamada en hebreo Bethesda, que tiene cinco
pórticos. 3 Debajo de ellos yacía una multitud de enfermos: ciegos,
cojos, inválidos que esperaban el movimiento del agua. 4 Porque
el ángel del Señor bajaba de cuando en cuando a la piscina y movía
el agua; el primero que entraba allí después de que el agua se
agitaba recobraba la salud, fuera cual fuese su enfermedad. 5 Pero
había allí un hombre aquejado de su enfermedad desde hacía treinta
y ocho años. 6 Jesús, al verlo yacente y sabiendo que estaba en ese
estado desde hacía mucho tiempo, le dijo: «¿Quieres ponerte
sano?». 7 El enfermo le respondió: «Señor, no tengo a nadie que
me lleve a la piscina cuando el agua empieza a moverse y, cuando
yo llego, otro baja antes que yo». 8 Jesús le dijo: «Levántate, coge
tu camilla y anda». 9 Y enseguida el hombre se volvió sano, y
cogió su camilla y andaba.
9b Pero era sábado aquel día. 10 Los judíos decían entonces al
que había sido curado: «¡Es sábado! No te está permitido llevar tu
camilla!». 11 Les respondió: «El que me ha sanado, ése me ha
dicho: ¡Coge tu camilla y anda!». 12 Le preguntaron: «¿Quién es
el hombre que te ha dicho: ¡Coge tu camilla y anda!?». 13 Pero el
que había sido curado no sabía quién era; Jesús había desaparecido
porque había mucha gente en aquel lugar. 14 Después de esto,
Jesús lo encuentra en el templo y le dice: «¡Ya estás sano! No
peques más, no sea que te suceda algo peor». 15 El hombre se fue
y anunció a los judíos que Jesús era el que lo había sanado.
16 Por causa de esto, los judíos perseguían a Jesús, porque
hacía estas cosas en sábado. 17 Pero él les respondió: «Mi Padre
trabaja siempre y yo también trabajo». 18 Por causa de esto, los
judíos no buscaban entonces más que matarlo, porque no solamente
I/, Lectura del Evangelio de Juan 5, 1-47 5, 1-47 El Hijo de Dios sana al hombre (5, 1-47) 17

disolvía el sábado, sino que además llamaba a Dios su propio Padre, 31 Si yo doy testimonio de mí mismo,
haciéndose él mismo igual a Dios. mi testimonio no vale.
32 Otro da testimonio de mi
19 Jesús respondió por tanto y les decía: y sé que vale el testimonio que me da.
«Amén, amén, os digo: 33 Vosotros acudisteis a Juan,
por sí mismo el Hijo no puede hacer nada, y él dio testimonio de la verdad.
a no ser lo que ve hacer al Padre; 34 Pero yo no recibo el testimonio de un hombre,
lo que él llega a hacer, el Hijo lo hace del mismo modo. sino que digo estas cosas para que os salvéis.
20 ¡Sí! El Padre ama al Hijo 35 Juan era la lámpara que está encendida y brilla,
y le muestra todo lo que hace; mas a vosotros os gustó exultar de gozo un momento a su luz.
y le mostrará obras todavía mayores que éstas, 36 Pero el testimonio que yo tengo es superior al de Juan:
de manera que os asombraréis. las obras que el Padre me ha dado,
21 En efecto, lo mismo que el Padre despierta a los muertos
para que las lleve a cabo,
y les hace vivir,
esas mismas obras que yo hago,
así el Hijo también hace vivir al que quiere.
22 En efecto, el Padre no juzga a nadie: atestiguan sobre mí que el Padre me ha enviado.
el juicio entero se lo ha entregado al Hijo, 37 Sí, el Padre que me ha enviado,
23 de modo que todos honren al Hijo él ha dado testimonio sobre mí;
en la medida con que honran al Padre que lo ha enviado. pero su voz nunca la habéis oído,
24 Amén, amén, os digo: su rostro nunca lo habéis visto,
el que escucha mi palabra 38 y no tenéis su palabra que mora en vosotros,
y cree en el que me ha enviado ya que al que ha enviado no le creéis.
tiene la vida eterna; 39 Escudriñáis las Escrituras,
no viene a juicio, porque en ellas pensáis que tenéis la vida eterna;
sino que ha pasado de la muerte a la vida. ¡y son ellas las que atestiguan sobre mí!
25 Amén, amén, os digo que llega la hora 40 Sin embargo, no queréis venir a mí para tener la vida.
—y es a h o r n - 41 La gloria yo no la recibo de los hombres.
en que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, 42 Por otra parte, os conozco:
y los que la hayan oído vivirán. no tenéis el amor de Dios en vosotros mismos.
26 Lo mismo que el Padre tiene la vida en sí mismo, 43 Yo he venido, en el nombre de mi Padre,
así le ha dado al Hijo tener, también él, la vida en sí mismo, y vosotros no me acogéis;
27 y le ha dado poder de ejercer el juicio, si otro viene en su propio nombre,
porque es Hijo de hombre. a ése lo acogéis.
28 No os asombréis,
44 ¿Cómo podéis creer,
porque llega la hora
en que todos los que están en las tumbas oirán su voz, vosotros que, recibiendo la gloria unos de otros,
29 y saldrán de allí: no buscáis la gloria que proviene del Dios único?
los que hayan hecho el bien para una resurrección de vida, 45 No creáis que soy yo el que os acusará ante el Padre:
los que hayan hecho el mal para una resurrección de juicio. vuestro acusador es Moisés,
30 Y yo no puedo hacer nada por mí mismo; en quien vosotros ponéis vuestra esperanza.
en la medida en que oigo, juzgo 46 Porque si creyerais a Moisés, me creeríais también a mí;
y mi juicio es justo, en efecto, de mí es de quien él escribió.
porque no busco mi propia voluntad, 47 Pero si no creéis en sus escritos,
sino la voluntad de aquel que me ha enviado. ¿cómo creeréis en mis palabras?».
18 Lectura del Evangelio de Juan 5, 1-47 5, 1-47 El Hijo de Dios sana al hombre (5, 1-47) 19

Una primera lectura distingue en este capítulo tres episodios, a los terio del Hijo, puede compararse con la del prólogo, aunque aquí el
que corresponden tres géneros diversos: un milagro de curación, una
controversia sobre el sábado, un discurso de revelación. Así pues, texto termina con una cuestión sin respuesta.
volvemos a encontrarnos con la secuencia joánica relato-diálogo- Hay tres actores en escena: Jesús, el enfermo, los «judíos». El
monólogo1, con el artificio que esto lleva consigo. Pero sería un error autor los relaciona tan sólo dos a dos en cada ocasión: Jesús y el
ver aquí una simple organización de textos heterogéneos2, ya que esta enfermo, el hombre curado y los judíos, Jesús y el hombre curado,
secuencia constituye una gran unidad de pensamiento y de composi- una vez más éste y los judíos, finalmente los judíos y Jesús. Los
ción, como lo confirma la dificultad que hay en precisar sus sub- discípulos están ausentes del texto, lo cual contribuye a aislar la figura
divisiones3. Por ejemplo, ¿dónde se detiene exactamente el relato? de Jesús, único salvador y amenazado de muerte.
¿dónde comienza la sección del discurso? No solamente las partes se
encadenan entre sí, sino que se entrelazan; tan sólo el conocimiento Antes de emprender el análisis detallado de este capítulo, fijémonos
del conjunto permite darse cuenta de ello. en cómo está organizado. La curación del enfermo y la controversia
Menos leído que otras páginas del cuarto evangelio, el capítulo 5 de los judíos con el hombre cargado con su camilla no pueden separarse
merece destacarse en varios sentidos. Desde el punto de vista del en la presentación joánica, ya que cada uno de estos dos cuadros supone
exegeta, su composición se muestra ciertamente joánica, ya que une un encuentro de Jesús con el hombre, primero enfermo y luego curado,
magistralmente el relato de un signo con el discurso; este enlace se
va preparando en los quince primeros versículos, mediante unos rasgos dependiendo el segundo encuentro del primero y no del conflicto que
desconcertantes que constituyen la firma del escritor. Desde el punto surgió entre tanto. El relato del milagro no termina en el v. 94, sino
de vista histórico, no sólo confirma este capítulo un dato tradicional cuando el hombre curado dice5 a los judíos el nombre del que le ha
—el conflicto suscitado por las curaciones de Jesús en sábado—, sino devuelto la salud (v. 15); tras este acto de reconocimiento, el hombre
que ilumina desde dentro lo que tuvo que ser el enfrentamiento de desaparece del texto.
Jesús de Nazaret con sus contemporáneos. En los v. 16-18 el narrador pasa del episodio puntual a la exposición
El evangelista introduce al lector en el corazón del drama, al de una situación que ha cristalizado: la hostilidad de los judíos contra
mismo tiempo externo —la hostilidad creciente de las autoridades Jesús se basa en motivos bien establecidos.
judías— e interno: la misión del Hijo, dependiente del obrar del El discurso se desarrolla a partir del v. 19, pero está contenido en
Padre, es decisiva para los oyentes y, sin embargo, no es demos- germen en la respuesta que dio Jesús a los judíos a propósito del sábado;
trable propiamente hablando ni aceptable según los criterios de la se desarrolla en dos partes bien articuladas entre sí: la primera se centra
tradición religiosa establecida. En una defensa apasionada, Jesús
en la misión del Hijo, la segunda en el testimonio del Padre sobre la
no puede menos que apelar al testimonio del Padre en su favor;
pero, para ser reconocido, este testimonio requiere una apertura misma. Así pues, la organización del capítulo es la siguiente:
radical a la novedad de Dios. — Relato en dos cuadros (5, 1-15).
Desde el punto de vista teológico, el discurso desarrolla el anuncio — Palabra de Jesús (5, 17), rodeada de dos menciones de la
ya hecho a Nicodemo: por el Hijo es como Dios comunica a los hostilidad de los judíos (5, 16-18).
hombres la vida eterna, tema que tiene su otra cara en el juicio (3, — Discurso que desarrolla la palabra del v. 17 (5, 19-47).
16-18). La importancia de este discurso, en cuanto que revela el mis- Al mismo tiempo que dan una conclusión más amplia al relato de
curación, los v. 16-18 ofrecen una transición al discurso, situando e
introduciendo su revelación. De este modo, el relato y el discurso
1. Cf. I, 224. quedan estrechamente ligados entre sí: el episodio de Bethesda da una
2. Así lo hacen muchos comentaristas. M. E. Boismard reconstruye así el texto
figura concreta al contenido del discurso y el discurso da su sentido
original: 5, 1-16; 7, 11-13.19-24.31-32.44-52; Juan III habría añadido al relato de
milagro una nueva conclusión (5, 17s) que sirve de introducción a 5, 19-30, y un pleno al episodio.
discurso sobre los testimonios en favor de Jesús (5, 31-47).
3. M. J. J. Menken, Numerical Literary Techniques in John, Leiden 1985, 4. La «fuente» del relato acaba en 5, 9a; pero el evangelista une intencionadamente
137, presenta en un cuadro las subdivisiones propuestas desde Westcott hasta Haen- esta fuente a la controversia que sigue, lo mismo que hace la tradición sinóptica con
chen. Las divergencias recaen especialmente sobre la distribución entre los v. 9 y el episodio del paralítico de Cafarnaún (Mt 9, 2-7 = Me 2, 1-12 = Le 5, 18-26).
10; 15 y 16; 38 y 39; 40 y 41. 5. Y no «denuncia», cf. infra, 29s.
20 Lectura del Evangelio de Juan 5, 1-15 5, 1-15 El Hijo de Dios sana al hombre (5 } 47) 21

UN ENFERMO SE PONE A CAMINAR como por la aparición frecuente hasta el v 12 del verbo «andar» En
cada una de las escenas la iniciativa corresponde a Jesús la pregunta
(5, 1-15) «¿Quieres ponerte sano9» (v 6) tiene su correspondencia en la palabra
pronunciada en el templo «¡Ya estás sano'» (v 14), luego la orden
de levantarse y caminar (v 8) corresponde simétricamente a la de no
pecar (v 14) La unión entre las dos escenas se realiza mediante la
1 Después de esto, hubo una fiesta de los judíos y Jesús subió observación «Pero era sábado aquel día» (v 9b), que se encuentra
a Jerusalén. 2 Pues bien, hay en Jerusalén, cerca de [la puerta así en el centro ¿no será ésta la clave de interpretación9
de] las ovejas una piscina llamada en hebreo Bethesda, que Lo que es propio de la segunda escena es la intervención de los
tiene cinco pórticos. 3 Debajo de ellos yacía una multitud de «judíos» (citados desde el v 1 «hubo una fiesta de los judíos») y
enfermos: ciegos, cojos, inválidos que esperaban el movi- sobre todo el nivel en que Jesús se sitúa cuando, hablando al hombre
miento de las aguas. 4 Porque el ángel del Señor bajaba de curado, habla de su actitud espiritual (v 14) Sin que Jn utilice la
cuando en cuando a la piscina y movía el agua; el primero palabra «signo», se sabe que la recuperación del enfermo alude a una
que entraba allí después de que el agua se agitaba recobraba transformación de otro tipo
la salud, fuera cual fuese su enfermedad. 5 Pero había allí El tema del caminar, puesto de relieve en las dos escenas (v
un hombre aquejado de su enfermedad desde hacía treinta 8 9 11 12), adquiere entonces un sentido simbólico En el antiguo
y ocho años. 6 Jesús, al verlo yacente y sabiendo que estaba testamento, el «andar» o «caminar» (peripatéó) es una metáfora fre-
en ese estado desde hacía mucho tiempo, le dijo: «¿Quieres cuente para indicar cómo conduce su vida un creyente7 Se ilumina
ponerte sano?». 7 El enfermo le respondió: «Señor, no ten- gracias a un complemento, por ejemplo, «caminar con —o ante—
go a nadie que me lleve a la piscina cuando el agua em- Dios» En nuestro relato, el verbo se utiliza sólo como exige el con-
pieza a moverse y, cuando yo llego, otro baja antes que yo». texto, en donde se trata del acto concreto Pero en una segunda lectura
8 Jesús le dijo: «Levántate, coge tu camilla y anda». se da una fuerza evocativa, ya que su contrario no es otra manera de
9a Y enseguida el hombre se volvió sano, y cogió su camilla caminar8, sino la incapacidad misma para moverse, emparentada con
y andaba. la muerte Al termino «yacer» (v 3 6) se opone la orden «(levántate'»,
9b Pero era sábado aquel día. 10 Los judíos decían entonces en griego égeire, término tradicional para designar la resurrección9
al que había sido curado: «¡Es sábado! ¡No te está permitido Sin embargo, hay algunos detalles que desconciertan al lector la
llevar tu camilla!». 11 Les respondió: «El que me ha sanado, elección —hecha de una ojeada («Jesús, al verlo », v 6)— de este
ése me ha dicho: ¡Coge tu camilla y anda!». 12 Le pregun- enfermo en medio de la multitud yacente (v 3), su actitud desenfadada
taron: «¿Quién es el hombre que te ha dicho: ¡Coge y anda!?». ante Jesús, su ignorancia sobre el que lo había curado (v 12), su
13 Pero el que había sido curado no sabía quién era; Jesús silencio cuando vuelve a encontrarlo Jesús (v 14) El personaje aparece
había desaparecido porque había mucha gente en aquel lugar. mal definido «un hombre» (v 5 9 15), luego «el enfermo» (v 7), o
14 Después de esto, Jesús lo encuentra en el templo y le dice: «el que había sido curado» (v 13), su enfermedad se designa tan sólo
«¡Ya estás sano! No peques más, no sea que te suceda algo por el término genérico asthénem, que resumía en el v 3 la condición
peor». 15 El hombre se fue y anunció a los judíos que Jesús de los demás enfermos, diversificados luego en tres categorías ¿Por
era el que lo había sanado.
7 Cf Miq 6, 8s, Gen 5, 22, 6, 9, 17, 1, 24, 40, 48, 15, 1 Re 8, 23 25, Sal
56 14 89, 16, 116, 9
8 Por ejemplo «en las tinieblas» (Jn 8, 12 12, 35, 1 Jn 1, 6, 2 11) o «en
Aunque comprende dos escenas, este relato forma una unidad la luz» (Jn 11 9s 1 Jn 1, 7) También se puede «andar en la verdad» (3 Jn 3s),
subrayada por la repetición notable del término hygies («sano»)6, así «en novedad de vida» (Rom 6, 4)
9 El verbo egeiró utilizado igualmente en el relato sinóptico del paralitico
de Cafarnaun (Mt 9 5 6 7 = Me 2, 9 11 12 = Le 5 23 24), es corriente en el
6 Rara en el nuevo testamento, la palabra hygies solo aparece en Jn aquí (5, nuevo testamento para indicar la resurrección de Jesús Hech 3, 15, 4, 10, 5, 30,
4 6 1 1 14 15) y en 7, 23, a propósito del mismo episodio 1 Cor 15, 4
5, 1-4 El Hijo de Dios sana al hombre (5 1-47) 23
22 Lectura del Evangelio de Juan 5, 1-15
inútil, como demuestra el abanico de hipótesis10. ¿Por qué no reconocer
qué el narrador, que describe con cuidado el cuadro del episodio, se que esta indeterminación es deliberada? Cuando el evangelista men-
olvida de informar al lector del tipo de enfermedad que padecía el ciona una fiesta, ésta constituye el horizonte de sentido en que se
protagonista? inscribe lo que Jesús va a revelar; así ocurre con la fiesta de las tiendas
Otro motivo de malestar es el curso de los acontecimientos en la en el capítulo 7, cuando se celebraba a Dios con el agua y la luz
segunda escena. Los judíos reprochan al hombre curado que cargue (7, 37s; 8, 12). En nuestro relato el horizonte es el sábado, tal como
con su camilla, pero no reaccionan de ninguna forma ante el hecho lo comprende el evangelista; por eso convenía que no quedara ocultado
de su curación; incluso después de afirmarla aquel hombre, lo siguen por una fiesta nombrada expresamente. Sin embargo, esta mención
ignorando en su interrogatorio (v. 12). Pero el narrador no se olvida no tiene sólo la función de justificar la presencia de Jesús en Jerusalén.
de ello, ya que lo pone en evidencia al final del relato; y Jesús, al Inscrita al comienzo de la gran sección que llega hasta el capítulo 12,
encontrase de nuevo con el hombre curado en el templo, lo subraya sitúa la actividad de Jesús, en obras y en palabras, en la perspectiva
sin necesidad aparente: «¡Ya estás sano!» (v. 14). Pues bien, esta de la salvación que celebraba Israel cuando conmemoraba su relación
constatación va acompañada de la orden de no pecar más, que des- con el Dios de la alianza.
concierta en esta circunstancia, dado que se le añade una dura amenaza: Se destaca el nombre de Jerusalén (v. 1.2); es en la ciudad santa,
«No sea que te suceda algo peor» (v 14). Este pasaje ha desconcertado y no en Cafarnaún (sinópticos), donde se va a desarrollar el conflicto
siempre a los comentaristas: ¿qué faltas pudo haber cometido aquel entre Jesús y las autoridades judías, desde ahora hasta el momento de
hombre tan desgraciado? ¿afirma Jesús aquí una relación entre el la pasión
pecado y la enfermedad, siendo así que la niega rotundamente en el Se localiza y se describe la piscina detalladamente. El narrador no
caso del ciego de nacimiento (9, 3)? Finalmente, en la controversia traduce su nombre hebreo, Bethesda", en contra de lo que hace con
que surgió, la reacción final del protagonista (v. 15) parece ambigua: la palabra «mesías» o con la fuente de Siloé12; por consiguiente, no
¿delación o testimonio? Este relato no puede ser válidamente inter- le concede más importancia que la topográfica. Según numerosos
pretado sin el discurso que le sigue. Antes de volver sobre ello, leamos Padres, el detalle de los cinco pórticos evocaría los cinco libros de la
el texto más de cerca. ley13. ¿Es esto legítimo? Desde el punto de vista literario, este dato
crea en todo caso un amplio espacio que permite situar visualmente a
la multitud yacente de enfermos.
Las excavaciones han puesto al descubierto, al este de la puerta
El marco del milagro de las Ovejas14, los restos superpuestos de dos instalaciones que com-
ió Ninguna está suficientemente fundada Se excluye la pascua, ya que aquí
la palabra heorte va sin artículo Se ha propuesto lafiestade las tiendas, citada en
7, 2, sobre todo si se acepta la inversión de los capítulos 5 y 6 (cf I, 28), Pentecostés,
1 Después de esto, hubo una fiesta de los judíos y Jesús subió
punm, las trompetas La hipótesis más plausible es el año nuevo, cuya liturgia,
a Jerusalén. 2 Pues bien, hay en Jerusalén, cerca de [la puerta
según A Guilding, contenía los temas del juicio y del testimonio, tan relevantes en
de] las ovejas, una piscina llamada en hebreo Bethesda, que
el discurso del capitulo 5 Algunos se niegan a precisar (asi Barret, Brown, y nosotros
tiene cinco pórticos. 3 Debajo de ellos yacía una multitud de
mismos con R Schnackenburg)
enfermos: ciegos, cojos, inválidos que esperaban el movi-
miento del agua. 4 Porque el ángel del Señor bajaba de cuan- 11 La lectura de Bethesda es preferida a Bethzatha, a pesar de que ésta está
mejor atestiguada, designa probablemente el barrio Se señala a Bethesda en el Rollo
do en cuando a la piscina y movía el agua; el primero que del templo 30,15,lis (35-65 d C )
entraba allí después de que el agua se agitaba recobraba la 12 Jn 1,41, 9, 7
salud, fuera cual fuese su enfermedad. 13 En conjunto, los críticos descartan la alegonzación de los cinco pórticos,
C H Dodd sin embargo parece aceptarla (Trad hist , 187s) Las excavaciones no
han descubierto restos fiables
14 Situada al nordeste del templo y llamada asi porque allí se recogían las
¿De qué fiesta se trata? En contra de su estilo habitual, Jn no lo ovejas destinadas a los sacrificios Neh 3, 1 32, 12, 39 Cf J Jeremías, Die Wie-
dice. Los comentaristas se han esforzado en averiguarlo, pero ha sido derentdeckung von Bethesda, Joh 5, 2, Gottingen 1959 Las excavaciones en la
24 Lectura del Evangelio de Juan 5, 1-15 5, 5-9 El Hijo de Dios sana al hombre (5, 1-47) 25

prendían varios estanques. La más reciente, fechada en el siglo II


Jesús y el enfermo
d. C , era un santuario pagano dedicado a un dios curador, probable-
mente Serapis'5. La instalación subyacente, destruida en el año 70, se
relacionaría con una creencia taumatúrgica local muy antigua, de ori-
gen semítico. La expresión «ángel del Señor»16 podría reflejar el es-
fuerzo por integrar en la ortodoxia una práctica extraña a la religión 5 Pero había allí un hombre aquejado de su enfermedad desde
judía. hacía treinta y ocho años. 6 Jesús, al verlo yacente y sabiendo
Los v. 3-4 presentan algunas variantes textuales17. La principal es que estaba en ese estado desde hacía mucho tiempo, le dijo:
la ausencia, en los manuscritos de la tradición alejandrina, de los v. «¿Quieres ponerte sano?». 7 Y el enfermo le respondió: «Se-
3b-4, en donde muchos comentaristas ven una glosa destinada a ilustrar ñor, no tengo a nadie que me lleve a la piscina cuando el
el sentido del v. 7. Pero es más probable que este pasaje haya sido agua empieza a moverse y, cuando yo llego, otro baja antes
suprimido por ciertos espíritus preocupados por descartar cualquier que yo». 8 Jesús le dijo: «Levántate, coge tu camilla y anda».
devoción sospechosa. Nosotros lo hemos mantenido18, teniendo en 9 Y enseguida el hombre se volvió sano, y cogió su camilla
cuenta que el conjunto de los v. 2-4 presenta algunos datos insólitos y andaba.
en Jn; el evangelista ha recogido evidentemente una tradición popular
para dar un marco a su relato.
¿Escogió este decorado, que podría ser por tanto cultual (pagano
o judío) para descalificarlo frente al poder del único Salvador? La Como por un movimiento de cámara, se aisla a uno entre todos
verdad es que Jesús es «el hombre» (v. 7) que ocupa el lugar del ángel los demás que yacían. Lleva treinta y ocho años enfermo. Intrigados
del Señor, sin que sea necesario recurrir al agua de la piscina19. Sin por esta cifra, algunos lectores han pensado en el tiempo que, según
embargo, la descripción de 5, 2-4 no se centra en la piscina, sino en Dt 2, 14, pasó Israel en el desierto, «generación rebelde» que iba
la multitud de enfermos, detallando sus enfermedades y evocando su errante con la esperanza de llegar a la tierra que Dios le había pro-
esperanza; podría limitarse a una situación colectiva de infortunio y metido. ¿Pero con qué derecho establecer una relación? La función
de espera. evidente de este detalle, en el que el narrador vuelve a insistir en el
siguiente versículo, es la de subrayar el obstáculo que se opone al
taumaturgo20.
Jesús ve y, como ocurre de ordinario, sabe21. Su pregunta («¿Quie-
res ponerte sano?») les pareció extraña a los antiguos: ¿cómo no iba
iglesia de Santa Ana han permitido reconstruir la existencia de dos piscinas separadas a quererlo el enfermo? Esta palabra, que en una segunda lectura podría
por una columnata de 6,50 metros de larga, el conjunto está rodeado por cuatro
columnatas invitar a la curación radical del ser, provoca la confesión de desventura,
15 Cf A Duprez, Jésus et les Dieux guérisseurs A propos de lean V, París elemento típico de los relatos de milagro. Aquí, esta confesión (v. 7)
1970, 28-50 Por esta época Jerusalén se había convertido en la Aeha Capitolina es una constatación de imposibilidad, que oculta incluso la expresión
de los romanos El término hygies aparece precisamente en algunas inscripciones del deseo.
dedicadas a Asklepios
W. O. Fitch ha discutido el presupuesto tradicional según el cual
16 La expresión, no joámca, no debe confundirse con «ángel» (Jn 12, 29),
equivale a Dios manifestándose de forma visible (cf Gen 16, 7, 21, 17-19)
el enfermo de este relato es un paralítico22. Propone que se vea en él
17 Para más detalles, cf A Duprez, o c , 128-138 a un neurasténico, que se complace en un rechazo de vivir. Así se
18 Con Mollat, Boismard, Duprez, a pesar de la mayoría de los intérpretes justificaría su pasividad, pero también la forma con que Jesús se acerca
La tradición patrística, que se refleja en la Vulgata, parece favorable al manteni- a él, aquí y en el templo (v. 6.14). Su inclinación a descargar sobre
miento del v 4, cf M Mess, NTS 32 (1986) 600
19 Este dato excluye el simbolismo bautismal que algunos autores (O Cull-
20 Cf I, 323-326 y Los milagros de Jesús, Madrid 1979, 277-335
mann, siguiendo a Tertuliano, De bapt 5, A Duprez, o. c , 169) creyeron ver en
este episodio. La iconografía primitiva que ve en el enfermo cargado con su camilla 21 Cf 1, 47s, 2, 24s, 6, 64, 13, 38
una imagen del bautizado proviene del relato sinóptico, que asocia la curación del 22 W O Fitch, Studia evangélica IV, Berlín 1968, 194-197 Según este
inválido con el perdón de los pecados. estudio, el término, propio para designar a un paralítico es khólós, por otra parte,
hygies no es apropiado para designar la curación
26 Lectura del Evangelio de Juan 5, 1-15 5, 9b-15 El Hijo de Dios sana al hombre (5, 1-47) 27

otro la responsabilidad (v. 7.11) confirmaría el diagnóstico. Es una Era sábado aquel día
hipótesis sugestiva, pero no está muy de acuerdo con el trasfondo
tradicional ni con la presencia de aquel hombre en un lugar de curación.
Para la lectura simbólica del relato conviene retener lo que dice el
texto: una impotencia y un aislamiento que parecen invencibles. Ya- 9b Pero era sábado aquel día. 10 Los judíos decían entonces
cente y sin ayuda alguna, ¿no está este nombre como excluido de la al que había sido curado: «¡Es sábado! ¡No te está permitido
vida? Su desesperación («No tengo hombre...») contrasta con la pre- llevar tu camilla!». 11 Les respondió: «El que me ha sanado,
sencia a su lado de Jesús, al que ignora. ése me ha dicho: ¡Coge tu camilla y anda!». 12 Le pregun-
La orden de Jesús se parece a la que recoge Marcos para la curación taron: «¿Quién es el hombre que te ha dicho: «¡Coge y
de un paralítico en Cafarnaún, así como el resultado: anda!?». 13 Pero el que había sido curado no sabía quién
era; Jesús había desaparecido porque había mucha gente en
aquel lugar. 14 Después de esto, Jesús lo encuentra en el
Me 2, 11-22 Jn 5, 8-9 templo y le dice: «¡Ya estás sano! No peques más, no sea
que te suceda algo peor». 15 El hombre se fue y anunció a
«Levántate, coge tu camilla «Levántate, coge tu camilla los judíos que Jesús era el que lo había sanado.
y vete a tu casa». y anda».

«Se levantó y enseguida, «Y enseguida el hombre se volvió


llevando su camilla, sano y cogió su camilla La circunstancia del sábado se indica en el centro del relato. ¿Es
salió delante de todos». y andaba». para introducir la controversia? Según el arte de Jn, tanto si se trata
de una sutura como si no23, este desplazamiento sirve para resaltar un
Los matices propios de Jn manifiestan el esmero con que escribía. dato que al ser de otro orden, no podía alinearse con las informaciones
La curación se expresa con el término «se volvió sano», que es un contenidas en los primeros versículos. Se recoge en el versículo si-
leitmotiv del relato desde el v. 6. El enfermo, al que Jesús hizo «le- guiente y también, de forma destacada, en la frase que pronuncian los
vantarse» (cf. Sal 41, 9.11), no es invitado a volver a su casa, sino judíos: «¡Es sábado!». De esta manera el relato de curación se sitúa
a «andar» (cf. Me 2, 9) y Jn dice que «andaba»: por este verbo en en una perspectiva inesperada; se piensa naturalmente en la transgre-
imperfecto, el personaje sigue estando en movimiento ante nosotros. sión de la ley del sábado, a pesar de que Jesús no actúa más que con
Mientras que el relato de Me en su conjunto está orientado hacia una su palabra, a diferencia de lo que hará («con el barro») para curar al
demostración de la autoridad que Jesús tiene de perdonar los pecados ciego de nacimiento (9, 6.14). La comparación entre estos dos relatos
(«salió delante de todos»), la versión joánica no conoce más que la muestra que en Jn 5 la información sobre el sábado sigue inmedia-
transformación del hombre que ha recobrado la salud. El interés de tamente al relato del milagro y ocupa el lugar del asombro suscitado
Jn no se dirige sólo al taumaturgo, sino también y muy especialmente, por Jesús.
al hombre curado. «Aquel día...». Este giro orienta hacia una interpretación del relato,
Y el texto prosigue diciendo: «Pero era sábado» (v. 9b). que no es solamente la libertad de Jesús respecto a la ley: en ekeínei
tei hemérai evoca en la Biblia el fin de los tiempos24. El hecho de que
esta fórmula aparezca aquí entre dos menciones de salud recobrada
(5, 9a. 10) confirma semejante evocación: según las esperanzas judías,

23. La hipótesis de una sutura está relacionada con la de las fuentes utilizadas
(cf nota 4) Nada impedía al narrador dar previamente esta información, el v 10
habría bastado para recordarla
24 Cf Jer 31, 8s, Sal 146, 4, Is 29, 18, Mt 7, 22, 24, 36, 2 Tim 1, 12.18 .
Sin embargo, en Jn la expresión (14, 20, 16, 23.26) se refiere más bien al tiempo
pascual Nuestro texto refleja la perspectiva joánica de una escatología realizada.
28 Lectura del Evangelio de Juan 5, 1-15 5, 9b-15 El Hijo de Dios sana al hombre (5, 1-47) 29

la curación de los enfermos es característica del tiempo de la salud piscina, aquel espacio más o menos pagano en donde se refugian los
definitiva. Así, por ejemplo, en un texto de Isaías que cita Mateo: que están excluidos del templo por su enfermedad27, sino de la casa
del Padre, el lugar de la Presencia. Es allí donde Jesús se hace re-
Ved, es vuestro Dios, es él quien viene a salvaros .. conocer y donde provoca a su interlocutor a una decisión.
Entonces los ojos de los ciegos se limpiarán,
¿Cómo hemos de comprender su palabra: «¡Ya estás sano! ¡No
los oídos de los sordos se abrirán,
entonces el cojo saltará como un ciervo
peques más!»? No es una fórmula de perdón28, puesto que se refiere
y la lengua del mudo gritará de gozo (Is 35, 4-6)25 al futuro; sin embargo, Jesús no establece un vínculo entre el pecado
y la enfermedad29, sino que relaciona la «salud» con la conducta sin
En el v. 17 Jesús situará el drama de Bethesda en el contexto del pecado. Nobleza obliga. Se piensa en la primera carta de Jn en donde
obrar divino que conduce a la creación a su último acabamiento. El después de exhortar al creyente a reconocer y confesar sus faltas
día al que se refiere indirectamente el evangelista es por tanto el (1 Jn 1, 8ss), el escritor afirma paradójicamente: «Todo el que ha
verdadero sábado, aquel en que culmina la obra de Dios, por medio nacido de Dios no comete pecado, porque su semilla (es decir, su
de su Hijo. La indicación del v. 9b no debería entenderse simplemente palabra) permanece en él» (1 Jn 3, 9). Nuestro texto podría significar
como una información para hacer avanzar el relato, sino como una esta misma exigencia: el don de una vida sana requiere una conducta
exclamación admirativa que indica ya su sentido. Ironía de Juan: los justa30. Pero en este caso, si aquel hombre volviese a pecar, su estado
judíos repiten como un eco: «¡Es sábado!» (v. 10); pero lo hacen para se haría peor que antes31; el riesgo prevalece sobre la seguridad de la
recordar la prohibición de transportar objetos pesados el día consagrado epístola. La salud que se le ha dado indica al antiguo enfermo que se
a la alabanza26. Pues bien, si Jesús, a pesar de la prohibición de la le ha propuesto una existencia nueva —¿habría sido su pecado la
ley, ha ordenado al hombre que cargue con su camilla, es para que desesperación?—. Hay que comprometerse. Cuando con la presencia
se manifieste a los ojos de todos la presencia de la salvación escato- del Hijo ha sonado la hora escatológica, el hombre se ve enfrentado
lógica significada en su curación. con la opción personal que decide su suerte. El discurso planteará al
La respuesta del hombre curado a los judíos (v. 11) puede parecer lado de la «vida» la alternativa del juicio.
una excusa. En realidad, atestigua la autoridad del que lo curó. La Aquel hombre, interpelado de este modo, no responde, sino que
formulación tan cargada, «el que me ha sanado, ése...», es casi re- actúa «anunciando»32 a los judíos que el autor de su curación es Jesús;
verencial; remite a un personaje misterioso que él no sabe quién es, se convierte en un testigo suyo. Hacer de él un delator estaría en
pero del que ha oído una palabra: «Ese me ha dicho...». contradicción con el contexto: cuando los judíos le exigieron que dijese
Precisamente es esta palabra lo que escandaliza a los interlocutores.
En la respuesta que han oído, sólo se fijan en la orden transgresora que 27 Lev 21, 18, 2 Sam 5, 8, cf Mt 21, 14
ha dado un individuo desconocido: «¿Quién es el hombre que te ha 28 Así J Bernard, Jean V Critique de la religión ou histoire des rehgwns,
dicho...?» (v. 12). El interés se desplaza para fijarse sólo en la persona Lille 1978 A diferencia del relato sinóptico, Jesús no se atribuye aquí el poder
sobre los pecados
de Jesús; la ignorancia del hombre curado queda justificada por la de- 29 Cf 9, 3, al revés, 1 Cor 11, 30
saparición de Jesús inmediatamente después de hacer el milagro. 30 Ireneo asocia nuestro texto a otros pasajes, en particular a Mt 22, 11-13
sobre el traje nupcial necesario para participar en el banquete (Adv Haer 4,36,6)
El segundo encuentro, también por iniciativa de Jesús, se produce M. Mees, NTS 98 (1986) 602s, cita otros textos patrísticos que van en el mismo
en el templo. Es significativo el cambio de lugar: no se trata ya de la sentido
31 Según W O Fitch la falta del enfermo había sido su misma enfermedad,
si se la relaciona con el tedio de vivir que los antiguos moralistas ponían bajo el
25 Cf Is 29, 18, 42, 16, Sof 3, 19, Mt 11, 5 nombre de acedía, uno de los siete pecados capitales 6 Lo pondría Jesús en guardia
26 La institución del sábado caracteriza a la tradición religiosa de Israel Al para que no recayera en ese «mal»''
mismo tiempo que equilibra el ritmo de la existencia, libera al hombre de su trabajo 32 La lección anéggeüen («anunciar», cf 4, 25, 16, 13s), sostenida por P66,
para que se vuelva exclusivamente a Dios, su creador y salvador, y para que Israel, P75 y otros excelentes manuscritos (A, B, W ..), con GNT, Nestle26, es preferible
en otros tiempos esclavo en Egipto, se acuerde de aquel que le hizo salir de allí (Dt a apéggeüen («contar» cf 4, 51, 20, 18) En contra de R A Culpepper, que
5, 12-15) A lo largo de los siglos, el desarrollo de la casuística había multiplicado propone una lectura basada en la crítica narrativa en La communaute johannique et
las prohibiciones y reforzado las penas. son histoire, Genéve 1990, 135-151 (aquí 148)
.10 Lectura del Evangelio de Juan 5, 16-18 5, 17 El Hijo de Dios sana al hombre (5, 1-47) 31

de quién procedía aquella orden ilícita, el hombre curado define a Jesús, tan chocante para quienes le rodeaban34. La acusación es his-
Jesús como «el que lo había sanado»; esta fórmula, repetida otra vez tórica; al recogerla, el evangelista remite al tiempo pasado de Jesús
(cf. 5, 11), orienta, como un título, a la misión de Jesús en este mundo, de Nazaret. La réplica del acusado a este reproche procede de la
concluyendo el relato de milagro. Tras el examen del discurso inten- cristología joánica:
taremos hacer una relectura simbólica del relato. Pero antes, oigamos
la controversia que opone a las autoridades judías contra Jesús.
17 Pero él les respondió: «Mi Padre trabaja siempre y yo
JESÚS RESPONDE A LOS JUDÍOS también trabajo».
(5, 16-18)
Jesús «respondió». Si el verbo es vulgar, su forma rara (apekrínato,
usada solamente aquí y en el v. 19, en vez del habitual apekríthe)
merece la atención. Con la misma forma, pero negativa, la tradición
16 Por causa de esto, los judíos perseguían a Jesús, porque sinóptica subraya que durante su pasión Jesús «no respondió» (ouk
hacía estas cosas en sábado. 17 Pero él les respondió: «Mi apekrínato) ni al sumo sacerdote (Me 14, 61), ni a Herodes (Le 23, 9),
Padre trabaja siempre y yo también trabajo». 18 Por causa ni a Pilato (Mt 27, 12); aquí por el contrario, Jesús responde a quienes
de esto, los judíos no buscaban entonces más que matarlo, lo juzgan. Según Jn, su proceso ante los judíos tuvo lugar durante su
porque no solamente disolvía el sábado, sino que además ministerio en Jerusalén.
llamaba a Dios su propio Padre, haciéndose él mismo igual
Jesús da el tono con esta palabra de revelación. Dejando el terreno
a Dios.
legal de la controversia, se sitúa, no ya del lado de Israel llamado a
la observancia de la ley, sino en las alturas de Dios. Para entender
bien esta respuesta, conviene compararla con la manera habitual con
Las autoridades judías y Jesús están ahora frente a frente. El na- que Jesús justifica en los sinópticos su actuación a propósito del sá-
rrador refiere la oposición de los primeros en dos frases, paralelas, bado. En estas controversias, toma el punto de vista de la ley, que es
pero in crescendo (v. 16.18). El «por causa de esto» inicial, recogiendo el de sus interlocutores: en determinadas circunstancias, el descanso
por un lado lo que precede, anticipa sin embargo el «porque» que sabático puede ser transgredido legítimamente por una fidelidad más
sigue; esta construcción rebuscada (diá toüto... hóti...) pone de relieve profunda a la intención divina, por ejemplo, cuando la ayuda al prójimo
los motivos de la reprobación de las autoridades. Entre estas dos frases tiene que prevalecer sobre la prescripción cultual35.
se recoge una palabra de revelación pronunciada por Jesús (v. 17); se En 5, 17 la perspectiva es muy distinta. En vez de situar el descanso
encuentra literalmente sitiada (Jesús lo está de hecho) por los capítulos sabático respecto a otros mandamientos, Jesús no relativiza de ninguna
de la acusación. manera su observancia por Israel; se sitúa en el punto de vista de Dios,
que «trabaja siempre»36. Jesús levanta muy alto la mirada de sus
La primera queja es la ruptura del sábado, no ya fortuita sino oyentes: el cese de todo trabajo exigido a los hombres el día séptimo
repetida, como demuestra el verbo en imperfecto: «hacía» (no: «había de la semana deja simbólicamente el lugar completamente a lo que
hecho») y el plural «estas cosas»33. Jesús violaba el sábado habitual-
mente: lo «disolvía» (élyen), como dirá el v. 18. Podría verse aquí 34. Así en la colección Me 2, 2-3, 6, que desemboca en la decisión de acabar
una generalización malévola a partir del episodio del enfermo, pero con Jesús. Cf. también Le 13, 10-17; 14, 1-6.
la tradición sinóptica atestigua en varias ocasiones esta conducta de 35. El comportamiento de Jesús se justifica por la famosa palabra: «El sábado
se hizo para el hombre y no el hombre para el sábado» (Me 2, 27 par). La argu-
mentación no es la misma en Jn 7, 21-23 (cf. infra, 177).
33. El verbo epoíei se relaciona con el versículo anterior donde se dice: ho
36. La expresión eos artí, según el contexto, puede significar «hasta el mo-
poiésas hygie (5, 15 y 5, 11). En contra de E. Lohse, en TWNT VD, 27, esta
mento presente» (2, 10; 16, 24) o, más ampliamente, «todavía» (1 Jn 2, 9; cf.
acusación no se refiere sólo a la orden dada al enfermo, sino al conjunto del episodio.
1 Cor 4, 13 y 2 Cor 4, 11; igualmente en Jn 9, 4: «mientras es de día»).
32 Lectura del Evangelio de Juan 5, 16-18 5, 17 El Hijo de Dios sana al hombre (5, 1-47) 33

sólo Dios puede realizar. De este obrar propio de Dios ha sido una salvador40, o por el soplo divino que hace al hombre capaz de discernir
manifestación la curación del enfermo, obra de vida. la justicia41. Según Filón, «Dios no cesa nunca de obrar»42; más que
Si los oyentes captan enseguida que, al decir «mi Padre», Jesús descansar, lo que hace es llevar la creación a su descanso43.
se refiere a Dios, es porque les es familiar el principio de su actividad Y he aquí que, por lo que se refiere a él, Jesús precisa: «Y yo
incesante. La historia de la interpretación en Israel del versículo del también trabajo»44; tal es su respuesta a los judíos. Ya en el templo,
Génesis relativo al descanso divino es iluminadora para nuestro caso. el «yo» de Jesús debería haberles puesto alerta, cuando había declarado
En el original hebreo se lee: su poder de levantar el santuario en tres días (2, 19s). Aquí Jesús se
sitúa claramente del lado de Dios, junto a él. No dice, como los
Dios acabó el día séptimo la obra que había hecho y cesó el día séptimo sinópticos, que el Hijo del hombre es dueño del sábado45; a partir de
de la obra que había hecho Dios bendijo el día séptimo y lo consagró, la relación sin igual que lo une a «su» Padre, se atribuye un obrar que
porque en él cesó de la obra que él mismo había creado por su acción tiene la misma permanencia y el mismo contenido que el obrar divino.
(Gen 2, 2-3)37 Implícitamente, Jesús sigue refiriéndose a la curación del enfermo,
como signo escatológico de la salvación; pero su palabra desborda el
Este texto adolece de cierta ambigüedad: ¿el día séptimo Dios llevó hecho puntual para sugerir una misión tan vasta como el proyecto de
su obra a término o descansó después de cesar todo el trabajo? El Dios46.
texto samaritano del Pentateuco38 y los Setenta zanjaron el problema:
según su traducción, Dios puso fin a su obra no el día séptimo, sino La afirmación de Jesús es intolerable para los oyentes. Insistiendo
el sexto: en su primera acusación, se sublevan contra un comportamiento más
grave que la violación del sábado. El narrador explícita su intención
Dios acabó el sexto día sus obras que había hecho y descansó el día de dar muerte a Jesús, que antes era sólo implícita (5, 16)47:
séptimo de todas sus obras, que había hecho Y Dios bendijo el día
séptimo y lo consagro, porque aquel día había descansado de todas sus
obras, las que Dios había comenzado a hacer (Gen 2, 2-3)

De esta manera la legislación sabática se basaba en el comporta- 40 Cf R Le Déaut, BTB 4 (1974) 265s, sobre Ex 12, 42
41 J Bernard, Mél Se Reí 33 (1976) 13-32 Este autor recoge otra tradición
miento del Creador39. Pero el pensamiento judío no se dejó encerrar rabímea una tercera clase de ángeles estaría encargada de la obra a partir del día
en una interpretación constrictiva del descanso de Dios, incompatible séptimo Mekhüta, (ed Horovitz), 1970, 344 Según Odeberg, 203, y R Bultmann,
con su soberanía y providencia. Según el Targum Neophiti (finales 183, se trata del ejercicio del juicio, pero esta interpretación se apoya en textos
del siglo II d. C ) , si la creación se terminó en seis días, Dios procede rabímeos tardíos (cf SB II, 46 ls) y no está muy de acuerdo con el discurso en el
durante el séptimo a obras más admirables todavía, por medio del que la obra del Padre es el don de la vida
42 Leg Alleg I, 5s «Como es propio del fuego quemar y de la nieve helar,
Memrá, a saber, su Logos no solamente creador, sino revelador y así es propio de Dios producir»
43 Ibid , 5, 6, SB II, 461s
37 Otra traducción (TOB) «Dios bendijo el día séptimo y lo consagró, porque 44 Aunque la actividad divina toma un aspecto hierático que la traducción
entonces había parado toda la obra que el mismo había creado por su acción» J expresaría de buena gana por «estar en obra» preferimos traducir por «trabajar»,
Bnend, en DBS X, 1161s, propone interpretar la final «para hacerlo» por «para que dado que el verbo ergázesthai tiene una connotación constante de trabajo ordinario
sea celebrado festivamente» M Harl, La BMe d'Alexandne La Genese, París 45 Mt 12, 8 = Me 2, 28 = Le 6, 5
1986, 98s opina que la contradicción entre los Setenta y el texto masorético «puede 46 Por el hecho de resaltar la filiación divina de Jesús, la palabra del
desaparecer si se comprende el hebreo en el sentido del pluscuamperfecto Dios v 17 no vale más que de Jesús No se refiere a una abolición de la ley sabática
había acabado su obra el día séptimo» Nos inspiramos en la tesis de J Bernard para el discípulo, ley que la celebración del domingo había arrinconado en tiempos
{supra, 29, nota 28) de Jn La transgresión por el antiguo enfermo no interesa ya a los judíos en nuestro
38 Los samantanos (cf I, 299s) conservaron una edición del Pentateuco que contexto Ya antes dijimos que la orden dada por Jesús se inscribía en la prolongación
no corresponde exactamente al texto hebreo corriente Igualmente, cf Jub 2, 16 25 del milagro, para que éste se manifestara
y algunas versiones siríacas y antiguas latinas 47 Mediante el verbo diókó, «proseguir» o «perseguir», Jn añade un prólogo
39 Cf Ex 20, 11, que difiere de Dt 5, 12-15, en donde se da un motivo al proceso de Jesús Este verbo sólo aparece en Jn 15, 20, a propósito de los
humanitario a la práctica del sábado. discípulos
34 Lectura del Evangelio de Juan 5, 16-18 5, 19-47 El Hijo de Dios sana al hombre (5, 1-47) 35

EL MISTERIO DEL HIJO


18 Por causa de esto, los judíos no buscaban entonces más
que matarlo, porque no solamente disolvía el sábado, sino (5, 19-47)
que además llamaba a Dios su propio Padre, haciéndose él
mismo igual a Dios. He aquí, «por tanto»53, la respuesta de Jesús. Va desplegando en
un discurso de revelación aquella palabra concisa: «Mi Padre trabaja
siempre y yo también trabajo» (5, 17); se convertirá en una llamada
urgente a la fe.
En los capítulos anteriores no hacía más que aflorar la hostilidad
Sorprendente para el lector moderno, este discurso se presenta
contra Jesús; aquí se habla ya de acabar con él. El evangelio establece
como una apología en dos movimientos. En una primera parte (5, 19-
un contraste entre la obra de vida que Jesús realizó al curar al enfermo
y la muerte que se perfila contra él. ¿Sugiere una vinculación profunda 30) Jesús, respondiendo a la acusación de hacerse igual a Dios, ma-
entre la una y la otra? La respuesta se hará patente a la luz de todo nifiesta la fuente y el contenido de su actuación. El término «igual»
el evangelio. utilizado por los judíos no vuelve a repetirse; resultará impropio, pero
En el v. 18, como en el v. 16, el imperfecto del verbo indica un sin embargo, tiene un buen fundamento. Impropio, porque el obrar
comportamiento habitual: «llamaba a Dios su propio Padre»48. El len- del Hijo se define como dependiendo constitutivamente del Padre;
guaje de Jesús es interpretado por los oyentes como «se hace igual a pero fundado, porque la misión con que el Padre ha investido al Hijo
Dios». Según algunos exegetas49, la expresión podía designar la con- pone en obra los poderes propios de Dios ante los hombres: dar «vida»
ducta de un hijo que reivindicaba la independencia frente a su padre. a los muertos, ejercer el juicio.
Pero esto sería quedarse en la primera acusación contra Jesús, ya que la Al mismo tiempo el evangelista se enfrenta con el principal re-
violación del sábado equivale precisamente a liberarse de la autoridad proche de los judíos a los cristianos de su tiempo: hacer de Jesús un
—suprema— de la ley. La progresión interna del texto («no buscaban segundo dios. El discurso mantendrá continuamente la prioridad so-
más que... no solamente..., sino que además...») impone el sentido berana del Padre; lo mismo que el prólogo, constituye una «defensa
obvio50: Jesús se atribuiría la dignidad divina, habiendo sucumbido a la del monoteísmo cristiano»54. Pero es también una revelación del mis-
palabra del Tentador («Seréis como dioses», Gen 3, 5; cf. Flp 2, 6). terio del Hijo en el que se manifiesta como una dignidad inconcebible
Esta «traducción» que hacen los judíos de la palabra de Jesús es una el carácter absoluto de una dependencia vivida en el interior de una
deformación, como lo mostrará el discurso, pero también un atisbo, ya relación amorosa.
que en ella se puede vislumbrar el misterio del Hijo. En el conflicto que se ha entablado, la autorrevelación de Jesús
La decisión de matar a Jesús depende en este texto de lo que él dijo no constituye sin embargo un alegato suficiente, ya que sólo se apoya
de sí mismo. Según los datos sinópticos, Jesús fue condenado en virtud en sí misma. Por eso, en la segunda parte del discurso (5, 31-47) Jesús
de un «es preciso» divino51, pero también por la voluntad de los que apela a unos testigos distintos de su propia palabra y que pueden, en
juzgaron subversivo su comportamiento respecto a la ley. Jn coincide cierto sentido, llamarse «objetivos». Estos testimonios, al alcance de
con esta última tradición al presentar la acusación de los judíos a propósito los oyentes, debían conducirlos a reconocer como legítimo su papel
del sábado, pero en el v. 18 la decisión de matarlo depende propiamente escatológico. A medida que va avanzando, esta «defensa» de Jesús se
de la revelación que hace Jesús de su calidad de Hijo. Esta es la pers- va convirtiendo en una requisitoria: para ser entendidos, los testimonios
pectiva que se mantiene a continuación en su evangelio52. aducidos suponen una apertura espiritual a la que se han negado hasta
entonces los oyentes, de modo que desconocen incluso el testimonio
que debería ser para ellos más irrefutable: las Escrituras de Israel. El
48. Cf. 2, 16 y I, 202s.
49. Así Odeberg, 203.
53. Mediante la partícula oün, Jn se refiere a lo precedente, o sea, al contexto
50. Este sentido está atestiguado en la Biblia; así, para Antíoco Epífanes (Dan de proceso que caracterizaba el v. 17.
11, 36-38) o el Anticristo (2 Tes 2, 4). 54. R. H. Lightfoot, Comm., Oxford 1957, 141.
51. Cf. Mt 16, 21 par; 17, 22 par; 20, 18 par; Le 18, 31; 24, 7; Jn 3, 14; 12, 34.
52. Especialmente 10, 33; 19, 7.
36 Lectura del Evangelio de Juan 5, 19-47 5, 19-30 El Hijo de Dios sana al hombre (5, 1-47)

texto termina con una interrogación: «Pero si no creéis en sus escritos


(los de Moisés), ¿cómo creeréis en mis palabras?» (5, 47).
Se da uno cuenta al escuchar a Jesús, de que, si habla en su defensa,
su motivación exclusiva es comprometer a sus oyentes a recibir la vida
que les ofrece. Porque el Hijo es deudor ante el Padre que lo ha
enviado, y su alimento es llevar la obra del Padre a su consumación
(cf. 4, 34). Esta es la «pasión» de que aquí habla. De hecho, a pesar
del contexto determinado por los v. 16 y 18, Jesús en este discurso
no evoca jamás su propia muerte55, sino sólo la de los hombres.
Este texto presenta de forma eminente la paradoja de la escritura
joánica. Por una parte, refleja la certeza primera del evangelista: el lugar
histórico en que se ha revelado el Padre es Jesús de Nazaret, aquel cuya
situación en proceso hace revivir ante sus lectores. Es cunoso cómo, a
excepción del término «Hijo», el lenguaje utilizado es inmediatamente El v. 24 se encuentra en el centro del quiasmo (y por tanto, de la
comprensible por los asistentes: la «vida», el «juicio», la «resurrección requisitoria)57: recoge el doble amén del v. 19 y prepara con «mi
de los muertos» son nociones familiares a los judíos; en definitiva, el palabra» y «me ha enviado» el «yo» que en el v. 30 personaliza la
testimonio de las Escrituras acaba arraigando el anuncio de Jesús en la afirmación inicial sobre el Hijo. De este modo aparece una corres-
experiencia de Israel con su Dios. Por otra parte, el que aquí habla es pondencia entre los v. 25 y 28s mediante la expresión «llega la hora»,
el Hijo tal como lo conoce Juan a la luz del Espíritu. y la figura del quiasmo puede matizarse así:

I. LA REVELACIÓN (5, 19-30) EL \ 19 30 / YO

A primera vista, este conjunto puede parecer una serie de sentencias


asombraréis \ 20 28s / asombréis
repetitivas que se encadenan sin ningún rigor. Sin embargo, está cons-
truido con una gran solidez. Su contenido se articula según las tres
dimensiones del tiempo: la obra del Hijo se muestra en el presente, lo mismo que \ . 21 26s . / lo mismo que
luego se extiende hacia delante en el futuro, finalmente se vuelve hacia
el pasado; de esta manera se indica que concierne a la humanidad ME
entera, de un cabo al otro de la historia. Su forma es la de un quiasmo
elaborado. Los v. 19 y 30 forman una inclusión muy clara que delimita
la primera parte del discurso56 y, en el interior, aparecen otras co- 57 A Vanhoye, Mél Rigaux, Gembloux 1970, 259-274, ha propuesto mo-
rrespondencias: los v. 21 y 26s tienen la misma construcción («Lo dificar el esquema que presenté en NTS 7 (1960-1961) 253s, subrayando la relación
que une a los v 24 y 25 en virtud del doble amén por el que comienzan uno y otro
mismo que..., así...») y los v. 20 y 28s hablan de un «asombro» a
Pero esta semejanza verbal, que puede explicarse de otro modo, no debe ocultar las
propósito de lo que ha de venir. diferencias diversidad de estilo (yo y el) y de tiempo (presente/futuro) Por otra
El quiasmo se organiza de este modo: parte, haciendo del v 24 el término del primer desarrollo (19-24) y del v 25 el
comienzo del segundo (25-30), se desconoce la función del v 24, verdadero eje
que personaliza el conjunto de la requisitoria Finalmente, el v 25 no recoge más
55 A diferencia de 6, 51 que una parte del v 24, mientras que los otros elementos del v 24 (como la kr(sis)
56 El v 30 recoge textualmente el 19b y su contenido equivale al v 19 por se recogerán luego, en los v 26-29 A pesar del estudio minucioso de un especialista
entero Algunos ven aquí el comienzo de la segunda parte, pero el tema del juicio, de la distribución en quiasmo y a pesar del consentimiento que le han prestado un
que desaparece a continuación, lo relaciona con la pnmera conjunto de críticos, opino que mi propuesta conserva todo su valor
38 Lectura del Evangelio de Juan 5, 19-30 5, 19 El Hijo de Dios sana al hombre (5, 1-47) 39

La expresión «no poder hacer nada por sí mismo» tiene todo un


transfondo en la Biblia y en los escritos del judaismo62. Cuando Coré,
19 Jesús respondió por tanto y les decía: «Amén, amén os Datan y Abirón se rebelaron contra Moisés, éste les dijo:
digo: por sí mismo el Hijo no puede hacer nada, a no ser lo
que ve hacer al Padre; lo que él llega a hacer, el Hijo lo hace «En esto conoceréis que es Yahvé el que me ha enviado a cumplir todos
del mismo modo. estos actos y que yo no he obrado por mi propia decisión...: si Yahvé
20 ¡Sí! El Padre ama al Hijo y le muestra todo lo que hace; crea algo extraordinario, si la tierra... se traga (a esos)..., sabréis que
y le mostrará obras todavía mayores que éstas, de manera habían despreciado a Yahvé». Apenas acabó de decir estas palabras, la
que os asombraréis». tierra se abrió bajo sus pies (Núm 16, 28-31).

Jesús no solicita de Dios ningún prodigio, pero recoge lo esencial


5 de las palabras de Moisés: «Yo no he obrado por mi propia decisión
Un doble amén " introduce una revelación que contrasta con el (puk aph'emautoü)». La tradición judía había recogido esta palabra
«hacerse igual a Dios» que los judíos le reprochaban a Jesús: el Hijo como el criterio que permitía discernir los milagros auténticos de los
no puede hacer nada por sí mismo; en todo su obrar depende del Padre. prodigios realizados por los falsos profetas; se había convertido en un
La formulación negativa inicial acentúa el contraste. El título «el Hijo» lugar teológico para reconocer a los enviados de Dios. Flavio Josefo
hace eco a la expresión «mi Padre» del v. 17. Aparecerá en ocho insistió en la actitud de Moisés haciéndole decir: «Yo no he hecho
ocasiones antes de ser barrido por el «yo» de Jesús en el v. 30; nada más que lo que me habéis ordenado»63; un texto rabínico presenta
semejante concentración aparece sólo aquí en Jn59. en esta misma perspectiva la historia del profeta Elias64. Así pues,
En el prólogo, «el Hijo (único)» designa al Logos hecho carne que Jesús se sitúa en la línea de la tradición mosaica y de los grandes
aclamaban los creyentes, al Revelador del Padre (1, 14.18); en el enviados de Dios; pero, aun respondiendo a la exigencia de los judíos,
anuncio a Nicodemo, a aquel que Dios envió por amor al mundo su palabra es mucho más radical: no hay nada que el Hijo pueda
(3, 16); este título fue pronunciado, como un eco, por el Bautista (3, realizar sin mantener los ojos fijos en el Padre.
35s). En nuestro discurso se manifiesta por primera vez la experiencia
El Padre fuente de la actividad del Hijo es un leitmotiv de la teología
que el Hijo tiene de sí mismo. Si el título recoge un término del
joánica. Tanto si se trata de «hacer» como de «decir» o de «venir»65,
parentesco humano y a la vez una metáfora bíblica antigua, es irre-
ductible a ellos y trasciende toda analogía. Jesús declara siempre que esto no procede «de él mismo», sino del
Padre. ¿No es esto un eco de la palabra del prólogo: «El Hijo único
En el v. 19 la consideración, concreta, podría apoyarse en una está vuelto hacia el seno del Padre» (1, 18)? Toda apropiación por su
práctica corriente en Palestina: un hijo aprendía de su padre, viéndolo parte velaría el hecho de que, por medio de él, es el Padre el que obra
trabajar y luego imitando sus gestos, el oficio que algún día sería el en favor de los hombres.
suyo60. Aplicando este comportamiento al Hijo, Jesús lo absolutizaría:
el Hijo «por sí mismo no puede hacer nada», no hace nada sin mirar Lo que la primera parte del v. 19 dice en forma negativa, la segunda
al Padre, del mismo modo que Nicodemo no puede (ou dynatai) entrar lo formula positivamente:
en el Reino sin haber nacido de arriba (3, 3). No se trata de una
protesta de humildad61 ni de un modo de obediencia, sino que es la
afirmación de una imposibilidad radical. 19 «Lo que él (el Padre) llega a hacer, el Hijo lo hace del
mismo modo».
58. Cf. I, 229.
59. Ocho veces de los 18 casos en Jn, sin tener en cuenta los pronombres
autoü (cf. R. Schnackenburg, ad loe). En el mismo contexto aparecen también los
títulos «Hijo de Dios» (v. 25) e «Hijo de hombre» (v. 27s). 62. Cf. J. Bemard, Mél. Se. Reí. 34 (1977) 22.
60. Dos estudios, aparecidos casi simultáneamente, detectan una parábola sub- 63. F. Josefo, Ant. Jud. IV, III, 2.
yacente en Jn 5, 19: C. H. Dodd, RHPR 42 (1962) 107-115, y P. Gáchter, Mél. J. 64. Cf. J. Bernard, citando a Mid. Nu. r. sobre 16,28.
Schmid, 1963, 65-68. 65. Hacer: 5, 19.30; Decir: 7, 17; 12, 49; 14, 10; cf. 16, 13; Venir: 7, 28;
61. Así piensa, sin embargo, Cirilo de Alejandría, recogido por Lagrange. 8, 42...
40 Lectura del Evangelio de Juan 5, 19-30
5, 20.21-22 El Hijo de Dios sana al hombre (5, 1-47) 41

Al «nada» (v. 19) corresponde un «todo», referido primero al Padre


(v. 20). Se afirma de nuevo la dependencia absoluta. Pero no hay que salidad, se trata aquí de una confirmación de lo que dejaba entrever
engañarse. Determinada por completo por la acción de Otro, la acción el versículo anterior del vínculo que une al Padre y al Hijo; de ahí la
del Hijo es «del mismo modo» (homoíós). Hay aquí algo distinto de traducción «¡Sí!», para traducir el gár inicial72.
una palabra edificante, como si el ideal para un hijo fuera reproducir Lo que el Padre muestra y mostrará al Hijo, el Hijo se lo manifiesta
el modelo paternal66. A diferencia de Pablo que habla de la «imagen a los hombres73: los oyentes de Jesús se asombrarán ante las «obras
de Dios»67, Jn describe al Hijo actuando, corrigiendo así lo que podría todavía mayores», por ejemplo, la curación del enfermo74. ¿A qué
tener de estático el término «imagen». Es que el propio Padre, en la obras se refiere Jesús? Espontáneamente se piensa en el ciego de
presentación joánica, es sumamente activo, como demuestran las ex- nacimiento recobrando la vista o en la reanimación de Lázaro que
presiones que se refieren a él, en el v. 17, aquí y a continuación. llevaba cuatro días muerto. Al manifestar así la actividad del Padre,
Aun hablando desde un punto de vista formal, Jesús afirma ya en Jesús desgarra la trama de la existencia cotidiana, provocando a los
este versículo la paradoja que sigue marcando el discurso: su propio espectadores a un «asombro»75 que debería barrer en ellos todo obs-
obrar, derivado del obrar del Padre, no es distinto, sino el mismo. táculo, desbloqueando toda resistencia al misterio. Si en Jn los milagros
Esta revelación supera absolutamente la experiencia de los profetas de Jesús van cargados de un «plus» para subrayar su grandeza76, no
que se identificaban con la palabra de Dios que tenían la misión de es para exaltar el poder del taumaturgo como tal, sino para significar
proclamar68. No es necesario entonces apelar al vocabulario de la la vida, en el sentido más intenso y más profundo, que el Hijo comunica
mitología gnóstica69, ya que, a los ojos de Jn, Jesús depende del Padre a los hombres. La continuación del texto muestra cómo por «las obras
no solamente como su Enviado, sino como su expresión70. El obrar mayores» Jesús se refiere a lo mismo que significa, al don de la vida
del Hijo no sucede al del Padre; es concomitante, debido a una co- eterna.
munión única en su género.

21 «En efecto, lo mismo que el Padre despierta a los muertos


20 «¡Sí! El Padre ama al Hijo y le muestra todo lo que hace; y les hace vivir, así también el Hijo hace vivir al que quiere.
y le mostrará obras todavía mayores que éstas, de manera 22 En efecto, el Padre no juzga a nadie: el juicio entero se
que os asombraréis». lo ha entregado al Hijo, 23 de modo que todos honren al Hijo
en la medida con que honran al Padre que lo ha enviado».

Tan sólo el amor del Padre (cf. 3, 35) explica ese «del mismo
modo» con que termina el v. 19. Por mucho que intentemos remon- Estos tres versículos, unidos entre sí y con lo que precede, señalan
tarnos en la relación Padre-Hijo, no se puede ir más allá de ese amor las dos obras supremas de Dios según la fe judía: despertar a los
con que el Padre amó al Hijo desde antes de la creación del mundo muertos y ejercer el juicio. Anuncian que el Hijo las comparte, de
(17, 24) y que pone en común todos los secretos71. Más que de cau- forma que el Hijo debe recibir el mismo honor que él Padre. De estas
obras escatológicas, Jn mantiene que proceden del Padre, pero añade
66. A. Jaubert ha subrayado el engaño que amenaza a los que deducen de la idea nueva de que han sido comunicadas al Hijo: ése es el objeto
nuestro texto consideraciones psicológicas sobre la relación de un hijo con su padre:
Approches de l'évangile de Jn, Paris 1976, 120.
67. 2 Cor 4, 4; Col 1, 15. 72. El gár introduce no lo que fundamenta la afirmación anterior (6, 27-
33), sino un aclaramiento, una precisión, como en 3, 19; 4, 17.44; 5, 22.46; 7,
68. Cf. Jer 20, 9 (cf. 15, 16). Cf. A. Neher, La esencia del profetismo,
1.4; 9, 30.
Salamanca 1975.
73. Cf. 10, 32; 14, 8.9
69. Así R. Bultmann, 188s. Léase, en sentido contrario, R. Schnackenburg,
II, 168-173, a propósito de Ev. Ver. 38, 6-24. 74. En 7, 21 Jesús dice que los judíos se extrañaron de la curación del enfermo.
70. Cf. I, 56ss. 75. El verbo thaumázo indica la reacción del hombre ante una palabra o un
71. El verbo philéó se utiliza, como en 15, 15, en lugar del habitual agapáó, suceso sorprendente, sin insistir en la admiración, sino más bien en cierta inquietud,
que figura en 3, 35; 10, 17; 15, 9s; 17, 23.24.26. que abre al compromiso o al rechazo: cf. 3, 7; 5, 20 28 y 4, 17; 7, 15.21.
76. Cf. supra, 25, n. 20

á
5, 22-23 El Hijo de Dios sana al hombre (5, 1-47) 43
42 Lectura del Evangelio de Juan 5, 19-30

con sólo sus fuerzas de vencer ese peso. El fundamento de este lenguaje
mismo de la requisitoria. Pero hay además otras novedades en otros
es veterotestamentario. Para Jn, no es metafórico más que en apa-
dos niveles. Mientras que en la presentación de la apocalíptica judía
riencia, ya que corresponde a su manera de ver la condición humana
prevalece el juicio, en este pasaje, como en todo el evangelio, lo que
separada del Logos83.
domina es el don de vida. Además, lo que la fe tradicional situaba al
final de los tiempos se revela como una realidad presente. A la «muerte» del hombre se opone la dinámica del amor divino.
«Despertar (egéirein) y vivificar a los muertos»: ésta es la primera Ya en Ezequiel, Dios dice por labios del profeta:
de las «obras mayores» que el Padre muestra al Hijo. El poder de Por mi vida, ¿acaso me deleito con la muerte del malvado? Al contrario,
suscitar la vida, no solamente en la primera creación sino más allá de lo que quiero es que el malvado cambie de conducta y viva (Ez 33, 11).
la muerte, es lo propio del Dios vivo77; como dice en varias ocasiones
la Escritura, «sólo Yahvé manda a la muerte y hace vivir»78. Dios no La voluntad del Padre, desde la creación, es exclusivamente la de
es un Dios de muertos, sino de vivos (Me 12, 27). salvar; más aún, para Jn se trata de colmar al hombre mediante la
¿Se refiere Jesús a la resurrección de todos los hombres en el comunión consigo. Jesús se lo reveló a Nicodemo, basando su anuncio
último día, según la creencia que se había establecido en Israel79? A en el amor extremo con que Dios ama al mundo. Esta comunión divina,
nuestro juicio, el contexto se opone a ello, aunque no puede excluirse por la que es vencida la «muerte», exige creer en el Hijo único que
que este sentido siga estando en el trasfondo, ya que este tema apa- ha venido a anunciarla y a hacerla posible por parte de Dios (3, 16).
recerá más adelante, en los v. 28-29, pero con marcadas diferencias: Aquí se afirma que también el Hijo comunica la vida, lo mismo que
el actor es entonces el Hijo del hombre juez, los verbos están en futuro, el Padre. Volveremos en la Apertura sobre esta afirmación.
se trata de los sepulcros, y la resurrección (anástasis) no es la «vida»,
ya que puede desembocar también en la condenación definitiva. En Al añadir «al que quiere», Jesús no se basa en una decisión ar-
el v. 21 los verbos están en presente y «despertar» se precisa como bitraria — así podría parecer la elección, en medio de la multitud, del
«hacer vivir». ¿De qué «muertos» se trata entonces? enfermo que iba a curar (5, 3-5) — ; subraya el carácter ilimitado del
poder que el Hijo ha recibido84. Pero sugiere también un discerni-
En virtud del verbo egeírein, el mismo que en 5, 8 («Levántate»), miento: el don de la vida en sentido pleno no puede imponerse como
el texto podría evocar la obra divina de la curación del enfermo, ya una cosa, ya que se realiza en la fe, que es comunión de personas;
que en la Biblia la enfermedad es ya el dominio de la muerte sobre Jesús le preguntó al enfermo: «¿Quieres ponerte sano?». Insensible-
el hombre80. Pero esta lectura no es más que el punto de apoyo del mente, el texto conduce al tema del juicio:
sentido: el milagro que puso en pie al que estaba yacente en Bethesda
simbolizaba el acto divino que «despierta» al hombre comunicándole
ya desde ahora la vida eterna, su verdadero destino. Antes de recibir
este don, el hombre «permanece en la muerte»81. Según un empleo 22 «En efecto, el Padre no juzga a nadie: el juicio entero se
frecuente en el nuevo testamento, los que están separados de Dios por lo ha entregado al Hijo, 23 de modo que todos honren al Hijo
la increencia o el pecado suelen llamarse «los muertos»82, incapaces en la medida con que honran al Padre que lo ha enviado».
77. La vida proviene de Dios creador: Gen 2, 7; Sal 104, 29; porque es fuente
de vida: Sal 36, 10. En los apocalipsis judíos, Dios delega el juicio en el Hijo del
hombre (cf. Dan 7, 14; 7, 22 [en griego] y Hen 49, 4; 69, 27), pero nunca la misión Según la fe de Israel, el Dios Salvador es también el Juez supremo.
de vivificar. Según Jn, este poder se le da al Hijo (5, 29; 10, 28; 17, 2). Este tema se desarrolla en el antiguo testamento respecto a la historia
78. 1 Sam 2, 6; cf. Dt 32, 39; Is 25, 8; Sab 16, 13. Así, el rey de Israel se humana y su término. Yahvé es juez universal85; su juicio es justo,
niega a escuchar a Naamán el sirio, que le pide la curación de su lepra: «¿Acaso
soy un dios que pueda dar la muerte y la vida?» (2 Re 5, 7).
hace justicia al oprimido y es misericordioso con quien se vuelve hacia
79. Cf. infra, 50s.
80. Mt 10, 8; Me 1, 31; Sant 5, 15. 83. Cf. I, 77sy 115.
81. «Nosotros sabemos que hemos pasado de la muerte a la vida, 84. Cf. Mt 11, 27; Me 3, 13.
porque amamos a nuestros hermanos. 85. Cf. J. Corbon-P. Grelot, VTB, 395-400; y Sal 67, 5; 94, 2; 105, 7; Is 2,
El que no ama permanece en la muerte» (1 Jn 3, 14). 4; 26, 9; 33, 22; Miq 4, 3; Ez 30, 3; Ap 14, 7.
82. Mt 8, 22 par; Rom 4, 17; 6, 13; Col 2, 13; Heb 6, 1; 9, 14.
44 Lectura del Evangelio de Juan 5, 19-30 5, 22-23 El Hijo de Dios sana al hombre (5, 1-47) 45

él86; también es terrible en la perspectiva del día del Señor. Después En el v. 22 el juicio se le entrega por completo al Hijo, a diferencia
del destierro, los profetas y sobre todo los apocalípticos recordaron del «hacer vivir» que en el v. 21 era ante todo la función del Padre.
con insistencia el juicio final, en el que se decidirá para siempre la ¿Es que, como le reveló Jesús a Nicodemo (3, 17), el Padre busca la
suerte definitiva de los hombres87. salvación y no el juicio del mundo? Puede ser que, al decir: «el Padre
¿Qué entiende el evangelista por «juicio» (/crisis)"! El tema surgió no juzga a nadie», el evangelista quiera recordar el amor que motivó
en el capítulo 3, en dependencia, como aquí, del tema de la «vida» en Dios el envió del Hijo único. Pero la atribución al Hijo del juicio
(cf. 3, 17-18). También aquí el juicio viene en segundo lugar y no en entero depende de otro rasgo de la revelación a Nicodemo: se debe al
el sentido de una sentencia favorable o desfavorable, sino en el sentido hecho de que, según el proyecto de Dios, «tener la vida eterna» coin-
joánico de privación definitiva de la «vida»88. Las nociones vida-juicio cide con «creer en el Hijo» (3, 16). Los que acogen al Hijo entran en
aparecen a lo largo de la requisitoria un número de veces más o menos comunión de vida con el Padre, pero los que le desconocen «ya están
equivalente89. A pesar de su atribución común al Hijo, estas dos pre- juzgados» (3, 18) y no puede haber, después de ello, ninguna otra
rrogativas divinas respecto a los hombres no están en el mismo plano, intervención de Dios con ellos.
sino en un desnivel. La obra propia de Dios, compartida por el Hijo, Está claro que el juicio por el Hijo sigue estando conforme con la
es la comunicación al creyente de la vida que el uno y el otro poseen voluntad del Padre; en el v. 30 Jesús lo subraya diciendo: «en la
en sí mismos (cf. v. 26). El juicio es como la otra cara de este absoluto: medida en que oigo, juzgo».
coincide con la negativa del hombre a reconocer en el Hijo al Reve-
lador. No reconocerlo como tal es negarse a entrar por medio de él El v. 23 se une con el anterior mediante un hína que tiene un
en comunión con Dios. sentido consecutivo: «de modo que»90. Lo que se dice se refiere tanto
Jn sigue moviéndose en la perspectiva bíblica. Mediante el don de a la función del juez como a la ya indicada de hacer vivir a los
la ley, Yahvé había manifestado a su pueblo los caminos de la vida, «muertos». En virtud de la una y de la otra el Hijo debe ser honrado
y es la pareja vida-muerte la que expresa en la Biblia la alternativa lo mismo que el Padre. Por tanto, no se puede descartar su papel para
ante la cual la alianza puso a Israel (Dt 30). Es evidente que el Dios ir directamente al Padre; como sabemos desde el prólogo, es en el
de la alianza propone la salvación, pero precisamente la salvación de Hijo donde Dios se da a conocer y es por él como comunica la plenitud
Dios es una llamada dirigida a la libertad. Con la venida del Hijo, la de la comunión a los hombres.
alternativa se renueva: extrema expresión del amor del Padre al mundo, Este Hijo va tomando cada vez más una categoría impresionante.
esta venida es también el riesgo extremo para la libertad. La pareja En el v. 23 Jesús añade al final que el Padre lo ha enviado: ¿es para
joánica vida-juicio traduce precisamente la pareja vida-muerte del Deu- fundamentar los anuncios tan altos que le conciernen? Se sabe que
teronomio: lo mismo que la muerte, el juicio es la consecuencia de la para la tradición judía, como para todo el antiguo oriente, el enviado
negativa del hombre ante el don ofrecido. El evangelista que creyó en de alguien es su presencia misma91, sin serlo en concreto. Esto es
el Amor no podía decir que el Padre (o el Hijo) «hace morir» lo mismo cierto para los profetas de Israel, todos ellos «enviados» de Dios. Pero
que hace vivir (v. 21). Cuando el antiguo testamento declara en otro la misión del Hijo es diferente de la suya.
contexto que Yahvé «hace morir y vivir» (2 Sam 2, 6; Dt 32, 39; De hecho, el «añadido» del v. 23 prepara literariamente el anuncio
2 Re 5, 7), es para expresar la transcendencia del Creador. Por medio del v. 24, en donde aparece de nuevo el tema del envío como acto
del término «juzgar» en lugar de «morir», el evangelista preserva la del Padre: Jn subraya, más que la autoridad del Hijo, la iniciativa del
alteridad del Donante de la vida divina, pero pone además de relieve Padre que quiere dar la «vida» al mundo por medio de él. Este final
que la solución está determinada por la opción libre del hombre. pone además de manifiesto, para el Hijo, el aspecto de «misión», que
tiene que ver con la crístología mesiánica: se mantiene la dependencia
86. Sal 7, 11.12; 19, 10; 94, 15; 140, 13s: 143, 2; Job 23, 7; Jer 11, 20; Tob del Hijo que subrayaba el exordio de la requisitoria, mientras que en
3, 2 (cf. Gen 31, 42; 2 Crón 20, 12); Rom 2, 3.5; 2 Tes 1, 5. los poderes escatológicos afirmados en los v. 21-23 se afirma la elevada
87. Jl 4, 12; Dan 7, 9-12; Sab 4, 20-5, 23; Ap 20, 12s; cf. Rom 3, 10-20;
Heb 10, 27-31.
88. Cf. lo que se ha dicho a propósito de 3, 16-18 (tomo I, 242-247). 90. J. Blank, Krísis, 123, remitiendo a BD 391, 5
89. Nombre: zóé (5, 24.24.26.26.29); verbo: záó (5, 25); zoopoíeo (5, 21.21). 91. Cf. SB III, 2, 2; cf. Jn 12, 44s; 13, 20; cf. E. Hanchen, NTS 9 (1962-
Nombre: Krísis (5, 22.24.27.29.30); verbo: kríno (5, 22.30). 1963) 208-210.
46 Lectura del Evangelio de Juan 5, 19-30
5, 24.25-27 El Hijo de Dios sana al hombre (5, 1-47) 47

cristología propia del cuarto evangelio. En Jn, las afirmaciones sobre


al Padre que lo ha enviado. La inmediatez del vínculo entre Jesús y
el Hijo en cuanto Enviado y las afirmaciones del Hijo en cuanto uno
el Padre se expresa aquí a través de la experiencia del discípulo96.
con el Padre, en todo momento, están en tensión mutua y son inse-
parables, una de otra. El Bautista atestiguaba que el Enviado de Dios «habla las palabras
de Dios»97; Jesús anuncia que escuchar su palabra es tener la vida
eterna, la que el Padre tiene en sí mismo. No ya poseerla como un
bien propio, sino ser admitido a la comunión divina o, como indica
24 «Amén, amén, os digo: el que escucha mi palabra y cree el texto, haber «pasado98 de la muerte a la vida». Este paso es interior
en el que me ha enviado tiene la vida eterna: no viene a (el creyente no sale de este mundo: 17, 15), pero nada podría medir
juicio, sino que ha pasado de la muerte a la vida». la distancia que aquí se franquea desde el universo de la muerte al del
Dios vivo —del odio al amor, dice la primera Carta de Juan—, lo que
expresa en otros lugares el evangelista por las oposiciones tinieblas-
luz o esclavitud-libertad99.
La revelación de Jesús alcanza su punto culminante92. Jesús anuncia Este paso tiene lugar cuando la palabra es acogida en la fe; y su
de qué manera interviene para que se comunique la vida «eterna» efecto permanece, como indica el tiempo perfecto del verbo «ha pa-
—aparece aquí el adjetivo— a los creyentes. También se menciona el sado» (metabébéken). Si es verdad que la muerte tiene que realizar su
juicio, pero en una negación. obra destructora hasta el fin de los tiempos, para Jn está lejos del
Hay varios elementos que marcan este versículo de forma muy creyente desde que ha nacido a la vida de Dios. El creyente «no viene
densa. En primer lugar la palabra. Hasta ahora se trataba, en el Padre ajuicio», precisamente porque participa de esta vida. Jesús había dicho
y en el Hijo, de un «hacer»; ahora interviene la palabra, dirigida a los a Nicodemo: «el que cree... no es juzgado»100.
hombres, como el lugar de su llamada a la vida. La palabra por la
que Jesús dice al Padre y se dice a sí mismo permite al oyente el
reconocimiento y la entrada en relación con ellos. A diferencia de la
palabra original de la creación, que ponía a la criatura en la existencia, 25 «Amén, amén, os digo que llega la hora —y es ahora—
la palabra de la revelación, tanto en el antiguo como en el nuevo en que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y los que
testamento, se ofrece para ser escuchada y requiere una acogida para la hayan oído vivirán. 26 Lo mismo que el Padre tiene la
cumplirse. vida en sí mismo, así le ha dado al Hijo tener, también él,
En los v. 21-23 los verbos significaban un presente indefinido en la la vida en sí mismo 27 y le ha dado poder (exousía) de ejercer
duración93; aquí se pasa expresamente al presente de Jesús de Nazaret. el juicio, porque es Hijo de hombre».
El Hijo al que hay que honrar, so pena de no honrar al Padre, no es una
figura mítica, sino el hombre Jesús enfrentado con sus oyentes, es él
mismo, como indican los giros: «mi palabra» y «me ha enviado». El anuncio del don inmediato de la vida a los que escuchan la
Otro dato interesante: aunque en el enunciado van unidos «creer» palabra se amplía al v. 25: lo que se ha dicho vale no solamente para
y «tener la vida eterna» como en 3,1694, aquí el verbo «creer» va los oyentes de Jesús de Nazaret, sino también para todas las genera-
referido al Padre, cuya presencia mantiene sin cesar el evangelista. ciones venideras.
Sin embargo, hay un solo pronombre rigiendo los participios akoúon
y pisteáón (el que escucha... el que cree...), a pesar de la diferencia 96. El verbo akoúd debe traducirse aquí por «escuchar». En griego, significa
de los complementos respectivos (mi palabra... al que me ha enviado): ordinariamente «oír», percibir un sonido (así 6, 60a), pero también «escuchar», ser
escuchar la palabra de Jesús es confiarse95 en un mismo movimiento receptivo a lo que dice una persona (así 6, 60b) y, en este caso, equivale a «creer»
(cf. 10, 26s).
92. Como se subraya en el doble Amén, cf. supra, 37. 97. 3, 34. Cf. 8, 47; 17, 6-8.
93. En el v. 23 se encuentra también el perfecto déddken. 98. En sentido propio, el verbo metabaíno significa «cambiar de domicilio»:
94. «Para que todo el que cree en él... tenga la vida eterna». Mt 17, 20; Jn 7, 3; 13, 1; 1 Jn 3, 14.
95. El complemento del verbo está en dativo, como en 2, 24. Cf. I, 226. 99. 1, 5; 8, 12; 12, 35.46 y 8, 32-36.
100. 3, 18. Cf. I, 242-247.
48 5, 28-29 El Hijo de Dios sana al hombre (5, 1-47) 49
Lectura del Evangelio de Juan 5, 19-30

Como en el v. 21, la expresión «los muertos» designa a los hombres la vida a los hombres», aparece el papel de juez, confirmado por el
a los que no ha despertado aún la luz divina; esos «muertos» son los título de Hijo del hombre. ¿Por qué? Según el prólogo, la vida dada
que oirán la voz del Hijo de Dios101. Esto significa que el mensaje del a todos los seres por el Logos en el momento de la creación se convierte
Hijo seguirá oyéndose y proponiendo a los «muertos» el don de la en «luz de los hombres»106, triunfando de las tinieblas por su propia
vida. El ministerio de Jesús inaugura un tiempo nuevo en que su intensidad, pero exigiendo una acogida por su parte. Del mismo modo,
palabra, indefinidamente presente, transformará la existencia de los la «vida» que revela el Hijo invita a una opción. Esta vida no puede
hombres que se hayan abierto a ella. De ahí la introducción solemne: afectar al hombre como un objeto: la palabra que propone la comunión
divina se dice a un interlocutor, a un sujeto. Así ocurría con la palabra
«Llega la hora —y es ahora—», como cuando la adoración al Padre
de Dios en la alianza, revelada a Israel: la elección garantizaba la
en espíritu y en verdad (4, 23). Jesús no dice de qué manera podrá
fidelidad del Señor, pero no la salvación para el pueblo si permanecía
ser oída la voz del Hijo de Dios por las generaciones futuras102 a fin sordo a las exigencias de la promesa o ciego ante el perdón renovado
de ser «escuchada»; se contenta con afirmar su permanencia y su de Dios. La alternativa vida-juicio, repetida aquí de nuevo, señala el
eficacia. carácter absoluto del don ofrecido107.
Del hecho de que la «vida» dependa de un conocimiento no poseído Al honor atribuido al Hijo (v. 23) corresponde en este versículo
anteriormente, algunos autores han creído que había aquí una reso- su exousía de juez. El término designa un poder recibido de más arriba,
nancia gnóstica103. Pero oír la voz del Hijo de Dios no es más que un pero ejercido con plena autoridad. El Hijo se presenta en el papel de
punto de partida: la condición para «vivir» es la acogida existencial Hijo del hombre. Esta figura bíblica aparece en el libro de Daniel en
de la palabra, como lo muestra la precisión «los que la hayan oído», un contexto escatológico de juicio, al lado del «anciano de días»
es decir, los que se la hayan apropiado siguiendo a Cristo. (Dios). La alusión es clara y este versículo108 introduce un anuncio
que alcanza, más allá del tiempo, al día último.
En el v. 26 Jesús justifica este anuncio por medio de una afirmación
en la que se contempla la vida en su fuente única, el Padre104. La
construcción de equivalencia vuelve a aparecer luego —«lo mismo
que el Padre..., así (el Hijo)» — , pero con un matiz interesante: el
Padre sigue siendo el sujeto único de la frase: «Lo mismo que el Padre 28 «No os asombréis, porque llega la hora en que todos los que
tiene la vida en sí mismo, así le ha dado al Hijo tener, también él, la están en las tumbas oirán su voz, 29 y saldrán de allí: los que
vida en sí mismo». Este versículo se distingue de los precedentes: toca hayan hecho el bien para una resurrección de vida, los que
el misterio personal del Hijo y no solamente el de su misión entre los hayan hecho el mal para una resurrección de juicio».
hombres. «Tener la vida en sí mismo» lo diferencia de toda criatura
e implica el vínculo con Dios que, en el prólogo, caracterizaba al
Logos105.
La frase se prolonga, sin embargo, por el enunciado de una función. A la actualización de la vida y del juicio, que caracterizaba al texto
Cuando se esperaba algo por el estilo de «el Padre le ha dado comunicar hasta ahora, le sucede un anuncio del juicio final en el sentido judío
y cristiano tradicional. Intrigados por esta evolución, numerosos
101 A pesar de la expresión «llega la hora» que se encuentra en 5, 28, no se
trata aquí de un anuncio del juicio final, ya que no se habla aquí de resurrección
corporal Los verbos están en futuro, porque se refieren a los que alcanzarán la voz 106 1,4 cf I, 68-72
del Hijo a través de la historia 107 Cf I, 242-247
102 Más adelante, en 17, 20 108 «Yo miraba en las visiones de la noche, y he aquí que con las nubes
103 Así R Bultmann, a quien contradice J Blank, 141, n 76 del cielo venía como un hijo de hombre y se le dio poder y dominio» (Dan 7,
104 Cf 6, 57 «el Padre vivo» 13) La ausencia de artículo delante de «hombre» en 5, 27 no tiene ningún
105 J Blank, 158s (con Mussner, Zoé, 80, en contra, J Dupont, Essais sur significado, en otros lugares la profecía de Daniel no tiene artículo De todas
la christologie de saint Jean, Bruges 1951, 196), que mantiene que la afirmación formas, no puede tratarse del «sumo sacerdote compasivo» (Heb 4, 15), como
de 5, 26 no es solamente funcional Algunos traductores creen posible traducir el si por naturaleza el hombre estuviera más inclinado a la indulgencia Este sentido
texto por el giro «disponer de la vida», pero eso sería repetir el v 21 no es bíblico (cf Os 11, 9)
5, 28-29 El Hijo de Dios sana al hombre (5, 1-47) 51
50 Lectura del Evangelio de Juan 5, 19-30

Esta resurrección precede al juicio final y a su resolución"2. Jn


comentaristas109 consideran estos versículos como un añadido poste- conserva en el v. 29 el lenguaje de la apocalíptica judía: los muertos
rior, corrigiendo en favor de la concepción clásica la escatología ac- saldrán de los sepulcros, bien para entrar en la vida de Dios si son
tualizada que domina en el cuarto evangelio. Se puede ciertamente encontrados dignos de ella, o bien para oír su condenación y conocer
discutir la procedencia de estos versículos, pero pensamos que se la segunda muerte"3.
muestran perfectamente de acuerdo con el contexto. ¿Cuál es la función de este anuncio? Jesús ha afirmado su poder
El papel del Hijo se muestra no sólo a lo largo del devenir del de comunicar la «vida» a los que escuchaban entonces su palabra y a
mundo, sino en el momento de su fin (cf. 6, 34). Quitarle al evangelista los que la escucharían a lo largo de los siglos venideros; aquí anuncia
todo lo que se refiere al «último día» es negarle la noción de una que alcanzará también a las generaciones del pasado. La voz del Hijo
historia que avanza hacia su término, un acabamiento absoluto, y de Dios llegará hasta los sepultados en la tumba, a los que —según
ponerlo en contradicción con los datos fundamentales de la Escritura'l0. el contexto— no habían podido oírlo mientras vivían114. En efecto, el
Por otra parte, estos versículos tienen diversos lazos con el texto criterio del Juez respecto a ellos no es su acogida o su rechazo de
anterior: además de los temas de la vida y del juicio, hablan del Jesús; por otra parte, ¿cómo habría podido este anuncio afectar a los
«asombro» (v. 20), de la hora que viene (sin «y es ahora», v. 25), y que se ha dicho que, una vez hechos discípulos, no vienen ya ajuicio
de la «voz» (v. 25), que es aquí la del Hijo del hombre. Un detalle (v. 24.25)? El Hijo de Dios interviene en el último día como Juez de
podría confirmar la mano del evangelista: el término «muertos», que todos los que murieron antes de la predicación del evangelio o que,
habría sido normal, es evitado y sustituido por la perífrasis «los que podríamos añadir, no lo conocieron.
están en las tumbas»; de este modo, queda reservado en Jn para los Puesto que los que están en la tumba no pudieron ser juzgados por
muertos espirituales. la respuesta que habrían dado a la palabra de Jesús de Nazaret, lo
serán por el «bien» o el «mal» que hayan hecho. El sentido de estos
En el v. 29, el anuncio se formula según las representaciones términos parece obvio; pero, según nuestra interpretación de Jn 3, 19-
contemporáneas de una esperanza que había surgido tardíamente en 21' 15 , las obras de los hombres antes del encuentro con Jesús consistían
Israel. Dios, soberanamente justo, no dejaría en el sheol a los que fundamentalmente en la acogida o el rechazo de la revelación de Dios
habían aceptado el martirio por permanecer fieles a la ley1". Progre- a Israel y/o de la luz del Logos derramada en la creación. Es legítimo
sivamente, con el libro de Daniel y las corrientes apocalípticas, la mantener aquí esta lectura, tanto si se trata de los hombres muertos
creencia en la resurrección individual se había generalizado a todos antes de Jesús como de los que, llegados después de él, lo ignoraron.
los hombres, justos o impíos: El comportamiento con el Logos, para los que no pudieron hacerse
discípulos suyos, ocupará el lugar del comportamiento con Jesús de
Nazaret. ¿Acaso no es el Hijo el Logos encarnado?
Los que duermen en el suelo polvoriento se despertarán, los unos para la
vida eterna, los otros para el oprobio, para el horror eterno (Dan 12, 2).
Las afirmaciones que preceden son exorbitantes, ya que sitúan a
ese judío que está allí y que tiene por nombre Jesús en el centro de
En su discurso ante el gobernador romano, el apóstol Pablo se
refiere a esta misma espera: 112. La resurrección corporal —en el pensamiento judío el hombre no es un
ser vivo más que en la unidad de su ser— no es para los justos un simple retorno
a la existencia, sino participación en una vida más elevada. Al morir, uno de los
Yo tengo esta esperanza en Dios y (los fariseos) también la comparten,
siete hermanos mártires grita al tirano: «El Rey del mundo nos resucitará para una
que habrá una resurrección de los justos y de los pecadores (Hech 24, 15). vida eterna» (2 Mac 7, 9), y Dan presenta esta vida con imágenes de luz: «Las
personas sabias resplandecerán como el esplendor del firmamento; los que han hecho
justa a la multitud, como las estrellas por siempre jamás» (Dan 12, 3). Cf. nuestra
109. Así R. Bultmann, 196 y M. E. Boismard, RB 68 (1961) 507-524. obra Resurrección de Jesús y mensaje pascual, Salamanca 1973, 56-62.
110. Cf. C. K. Barret, 70, 261, 263. 113. Ap20, 5s.
111. 2 Mac 7, 9-41. Anteriormente, la resurrección de los muertos (cf. Ez 37, 114. Cf. 1 Tes 4, 14-16; Ap 20, 13.
1-14) había sido comprendida de forma simbólica y colectiva: Israel el extenuado 115. Cf. I, 247-253.
y vencido sería restaurado.
52 Lectura del Evangelio de Juan 5, 19-30 5, 31-47 El Hijo de Dios sana al hombre (5, 1-47) 53

la historia de los hombres. Semejante pretensión sería intolerable si


II. EL TESTIMONIO DEL PADRE EN FAVOR DE
no recordáramos inmediatamente el envío (5, 19), en el que Jesús
JESÚS DE NAZARET (5, 31-47)
asentaba el principio de que «el Hijo no puede hacer nada por sí
mismo». Lo repite, pues, hablando en primera persona, con un yo
preparado en el v. 24: En la segunda parte del discurso, que completa la primera, Jesús
aduce unos testimonios para atestiguar la misión que ha declarado que
es la suya. Esta parte se distingue no sólo por el tema que trata, sino
también por su forma literaria.
30 «Y yo no puedo hacer nada por mí mismo; en la medida La requisitoria anterior es un texto de alta revelación, tan alta que
en que oigo, juzgo, y mi juicio es justo, porque no busco mi Jesús sólo se expresa allí en tercera persona: la identificación ha apa-
propia voluntad, sino la voluntad de aquel que me ha en- recido en el v. 24 y se ha afirmado en el último versículo por el sujeto
viado». explícito «Yo». Los destinatarios de la misión del Hijo se designaban
allí por algunos giros como «los muertos», «el que oye...», «todos
los que...». A continuación del discurso, el Yo de Jesús domina por
completo (19 veces explícitas) y, frente a ese yo, aparece desde el v.
Aunque el ejercicio del juicio se refiere a una negativa a su persona, 33 un vosotros, el de los oyentes hostiles (11 veces explícitas). De
Jesús niega que él proceda por voluntad propia; por eso, ese juicio es aquí resulta un enfrentamiento. Pero incluso cuando se destaca el Yo
«justo», como el de Dios" 6 . La oposición entre «mi» voluntad y una de Jesús (los testimonios son «sobre mí»), este enfrentamiento resulta
voluntad superior (cf. 6, 38) no es, sin embargo, una oposición real, que es entre Dios y los oyentes.
ya que tiene que ver con el lenguaje característico de la misión"7, Este pasaje se inscribe en el largo proceso entablado por Yahvé" 8
como demuestra el final del versículo. contra el pueblo elegido, rebelde a su palabra y a las manifestaciones
La imagen se ha modificado respecto al v. 19: en lugar de «ver», de su benevolencia. Con el don a Israel del Enviado escatólogico, este
que es lo que hace el Padre, el Hijo «oye». Este verbo se había referido proceso alcanza su punto crítico.
hasta ahora a la actitud de los creyentes, pero ahora indica la de Jesús, Los testimonios citados por Jesús se remontan todos a la obra
que oye incesantemente al Padre. ¿No sugiere esto que, al escuchar salvífica del Padre: por ejemplo, el de Juan «un hombre enviado de
la palabra, el discípulo se encuentra en la misma postura que el Hijo Dios» (1, 6); o los milagros de Jesús, que le ha dado el Padre; o el
y entra de este modo en el secreto de una comunión invisible? testimonio del mismo Padre (que tendremos que precisar); o finalmente
La dependencia del Hijo, puesta de relieve al comienzo y al final el de las Escrituras. Pues bien, estos testimonios no aportan, como en
de la requisitoria, se aplica en este último versículo a la función de los procesos ordinarios, una información desconocida hasta entonces;
Juez. Este rasgo corresponde sin duda a la tonalidad severa que tomará los tenían a su disposición los jueces antes de su decisión de atacar a
a continuación el discurso: Jesús habla a los que no han reconocido Jesús, o sea, antes de ser mencionados por el acusado. Debido a esta
ni en sus milagros ni en sus palabras la manifestación de la salvación anterioridad que se lee claramente en el texto, estos testimonios pre-
ofrecida por el Padre. Antes de citar los testimonios que deberían sentados para la defensa de Jesús son un cargo para los oyentes en el
abrirlos a la fe, Jesús pone a sus acusadores frente al problema tre- mismo momento en que los enumera: su defensa se convierte en una
mendo de su misión. Sin embargo, en el v. 30, se trata de remontarse invitación a tomar conciencia de ellos.
a la voluntad misma de Dios, de la que los oyentes saben que es
fundamentalmente gracia. Dirigido por Jesús de Nazaret a sus adversarios, este texto afecta
al judaismo contemporáneo del evangelista, cuya negativa a reconocer
en aquel Jesús al Mesías y al Hijo de Dios es, a los ojos de la comunidad
116. Sal 7, 12; Jer 11, 20; Tob 3, 2.
joánica, de una inconsecuencia dramática. No se sigue de aquí ne-
117. Cf. M. Berakot 5,5: «El enviado de alguien es como él mismo», citado
por J. Bernard, Jean V. Critique de la religión ou histoire des religions, Lille
118. Cf. J. Guillet, Proceso, en VTB 637-640. Por ejemplo, Os 4, 1-4; 12,
1978, 367.
3s; Is 3, 13s; Miq 6, lss; Jer 2, 4-37; Sal 50....
54 Lectura del Evangelio de Juan 5, 31-47
5, 31-32.33-35 El Hijo de Dios sana al hombre (5, 1-47) 55

cesariamente que el texto aluda también a los creyentes perturbados


tiene el testimonio del Padre y el no-valor del testimonio de Jesús si
por la persecución de los fariseos y sus argumentos.
estuviera separado de él. Por la designación «otro» Jesús alerta a sus
A través de esta defensa apasionada, el evangelista se propone
fundamentar, por el testimonio del Padre, la autenticidad de la misión oyentes: va en ello no sólo su actitud para el acusado que habla, sino
de Jesús de Nazaret y situarla así en la línea del designio de Dios también su actitud frente a Otro distinto de él.
revelado a Israel. Pero, con el Logos encarnado, la hora del cumpli- Jesús añade, sin embargo, que él lo «sabe». Esta precisión confirma
miento de la salvación se inscribe en la historia y no en su término; el vínculo del Padre con el Hijo que ha puesto de relieve la requisitoria:
está presente en las palabras y en los actos de un hombre; y por tanto, «El Padre ama al Hijo y le muestra todo lo que hace» (5, 20). Ante
estamos todavía en el terreno de la fe, negada o prestada, pero no en la tumba de Lázaro, Jesús dirá al Padre: «Sé que tú siempre me
el de la evidencia. escuchas» (11, 42).
En este texto se pueden distinguir dos sub-unidades: la primera
(v. 31-38) lleva a una constatación: «no creéis» (v. 38); la segunda, El Otro, que aquí atestigua en presente (ho mártyrón), será nom-
que se refiere a las Escrituras, desemboca en la pregunta: «¿cómo brado en el v. 37, en donde el verbo memartyreken se refiere a una
creeréis en mis palabras?». intervención anterior. Podría decirse, según el v. 32, que el testimonio
del Padre acompaña constantemente al ministerio de Jesús; la afir-
mación inicial engloba los testimonios que van a detallarse y que,
Otro da testimonio de mí (5, 31-38) como hemos indicado, proceden todos ellos del Padre.

31 «Si yo doy testimonio de mí mismo, mi testimonio no 33 «Vosotros acudisteis junto a Juan, y él dio testimonio
vale. 32 Otro me da testimonio, y sé que vale el testimonio {memartyreken) de la verdad. 34 Pero yo no recibo el testi-
que me da». monio de un nombre, sino que digo estas cosas para que os
salvéis. 35 Juan era la lámpara que está encendida y brilla,
mas a vosotros os gustó exaltar de gozo un momento a su
luz».
Según la sabiduría universal, no es aceptable el testimonio de un
acusado en su propio favor. Según la jurisprudencia rabínica, se re-
querían dos testigos para hacer creíble una afirmación (cf. Dt 19, 15).
Cuando en el capítulo 8 los fariseos recuerdan a Jesús esta exigencia, Jesús pasa de pronto al vosotros: sus interlocutores han tomado
este responde que su autotestimonio vale a pesar de todo y da la razón parte activa en el acontecimiento de salvación que les recuerda que
de ello (8, 13s). Si, anticipándose a esta objeción, renuncia aquí a Juan les había atestiguado la presencia del Mesías en Israel (1, 19ss).
hacer valer su estatuto de excepción, esto se debe a la perspectiva que Habían exultado120 ante este anuncio por un instante. Este pasaje con-
ha dominado en la requisitoria: «El Hijo no puede hacer nada por sí firma la tradición sinóptica del éxito obtenido por el Precursor121, real,
mismo» (5, 19.30). Jesús no se afirma, él solo, como autoridad; remite pero poco duradero: «Juan vino a vosotros en el camino de la justicia
al testimonio de Otro que, para el lector, es Dios, el único capaz de y vosotros no le creísteis», dice Jesús en Mateo (21, 32).
autentificar al Enviado"9. Relativizando, por lo que a él concierne, el testimonio de Juan,
La expresión «otro (állos)» referida a Dios es única en el nuevo Jesús muestra que el «Otro» del que ha hablado no era el Precursor;
testamento. ¿Desea invitar a los oyentes a la búsqueda? ¿suscitarla? ningún hombre puede decidir sobre el Hijo único. Quizá por esto no
Este término tiene la función de marcar que el Padre es distinto del se dice que este testimonio se da «sobre mí», como en otros lugares
Hijo; hay además un contraste marcado entre el valor intrínseco que
120. En griego, agalliásthai tiene un sentido fuerte, así como cuando Abrahán
119. Algunos identifican al «otro» con el Bautista (v. 33), pero el tenor del vio el día de Jesús (Jn 8, 56).
v. 34 prohibe esta lectura. Cf. infra, 55s. 121. Me 1, 5 par; Le 3, 15. F. Josefo describe el entusiasmo de los judíos
ante la predicación del Bautista (Ant. Jud. XVIII, 116-119).
5, 36.37 El Hijo de Dios sana al hombre (5, 1-47) 57
5f> Lectura del Evangelio de Juan 5, 31-47

(v. 32.36.37.39) sino sobre «la verdad»'22, término que en el cuarto contiene la palabra griega {télos, «fin», «término»). El Padre no ha
evangelio suele designar a Jesús. entregado sus obras al Hijo como a un simple ejecutante, sino para
La presentación de Juan en este pasaje está de acuerdo con la que que también ellas sean verdaderamente las suyas (cf. «las obras que
ofrecían los capítulos 1 y 3: Juan como testigo tuvo un papel eminente yo hago»); esas obras forman parte integrante de las obras de la sal-
y más allá de su muerte su testimonio guarda un valor duradero123; vación, de la que Jesús ha dicho que su «alimento» es llevarlas a
pero también se recuerda, a través de una imagen que aparece en la término (4, 34)127. Así es como se explica mejor el verbo teleioün,
Biblia en contextos mesiánicos, la calidad secundaria de la luz que aplicado aquí a los milagros. En estos últimos toma rostro lo invisible:
dar figura sensible al poder divino de la salvación, ¿no es ya inscribirlo
irradia el Precursor: no era él mismo la luz (1, 8), sino una «lámpara
en este mundo?
encendida»124.

36 «Pero el testimonio que yo tengo es superior al de Juan: 37 «Sí, el Padre que me ha enviado, él ha dado testimonio
las obras que el Padre me ha dado, para que las lleve a cabo, (memartyreken) sobre mí; pero su voz nunca lo habéis oído,
esas mismas obras que yo hago atestiguan sobre mí que el su rostro nunca lo habéis visto, 38 y no tenéis su palabra que
Padre me ha enviado». mora en vosotros, ya que al que ha enviado no le creéis».

He aquí la identificación del «Otro» que, según el v. 32, atestigua


He aquí que, según su deseo (3, 30), Juan disminuye. Las obras
en favor de Jesús, el Padre. Esta identificación se subraya por el kaí
que realiza Jesús son un testimonio superior al del Precursor125. ¿Cuáles
inicial, que hemos traducido por un «sí». En efecto, el Padre acaba
son estas obras? Se podría ver en ellas el conjunto del ministerio de
de ser nombrado en el v. 36; el encadenamiento se cierra repitiendo
Jesús (17, 4), en particular el don de la vida y el juicio, «esas obras la afirmación «el Padre me ha enviado»128, con la que acaba el v. 36.
mayores» que la curación del enfermo (5, 20); pero aquí, en un con-
El verbo «dar testimonio» está en perfecto, indicando una acción
texto de testimonio, se trata propiamente de los milagros: sólo estos,
pasada cuyo efecto perdura todavía. ¿Cuál es esta acción del Padre,
por su aspecto de acontecimientos, pueden ser objeto de una expe-
inmediata y no mediatizada por Jesús como lo eran las obras (v. 36)?
riencia tangible. Si Jn no emplea aquí la palabra «signo», es en virtud
Los críticos vacilan, ya que aparentemente no se especifica en el texto.
de su vinculación con el Padre126, que se los da a Jesús no simplemente No puede tratarse de la voz del Padre en el bautismo de Jesús, ya que
para que los ejecute, sino para que los lleve a término. Jn ha traspasado a la confesión del Bautista la palabra de revelación
Al traducir el verbo teleioün por «llevar a cabo» y no por «cum- que recogen los sinópticos: «Este es mi Hijo muy amado»129; en esto
plir», hemos querido preservar el significado de consumación que están de acuerdo los comentaristas. Pero disienten a propósito de «su
palabra» en el v. 38; se entiende la palabra del Padre confiada ac-
122. La expresión memartíréken tei alétheíai no significa solamente «atestiguar tualmente a Jesús130; o bien la palabra de Dios dirigida a Israel.
la verdad», sino, como dice Cirilo de Alejandría (PG 73, 396), equivale a la re-
velación del Mesías en Israel. Cf. I. de la Potterie, 91-116.
123. Es lo que implica el perfecto memartyreken. 127. Cf. el interesante artículo de A. Vanhoye, RSR 48 (1960) 377-419, que
124. La lámpara no está «ardiendo», sino «encendida», como en Mt 5, 15; Le denuncia las traducciones corrientes de tá érga ha dédóken moí hó patér hína teleiosó
12, 35; 2 Pe 1, 19; Ap 4, 5. La palabra lykhnos aparece como metáfora para David: autá, que prescinden de la conjunción hína y proponen: «que el Padre me ha dado
2 Sam 21, 17; Sal 132, 17 (donde se relaciona con «exultar», agalliázó, como en que cumplir», haciendo así del Hijo un simple canal de la acción del Padre.
Jn) o para el profeta Elias (con la palabra lampas, «antorcha», en Eclo 48,1). 128. Cf. C. K. Barren, 266. Cf. Jn 10, 25.32.37; 14, lOs; 15, 24. Según J.
125. Gramaticalmente, la palabra podría traducirse: «Tengo un testimonio ma- Bernard, Jean V, 213, los milagros podían en algunos casos autentificar una misión
yor que el que tiene Juan»; pero, debido al contexto, es preferible la otra traducción: divina (cf. supra, 39; LAB 9, 7; 19, 11; F. Josefo, Ant. Jud. III, V, 3).
«Tengo un testimonio mayor que el dado por Juan». 129. Mt 3, 17 = Me 1, 11; Le 3, 22; Jn 1, 34. Cf. I, 143.
126. Cf. L. Cerfaux, Les miracles, signes messianiques et oeuvres de Dieu, 130. Esta interpretación, que considera posible C. K. Barrett, es sostenida por
en Recueil L. Cerfaux II, 41-50. U. C. Wahlde, CBQ 43 (1981) 390-392.
58 Lectura del Evangelio de Juan 5, 31-47 5, 39-47 El Hijo de Dios sana al hombre (5, 1-47) 59

La primera hipótesis se refiere en principio a un discurso en el que no ya en el cielo, sino «muy cerca de ti, en tu boca y en tu corazón,
Jesús manifiesta su total comunión con el Padre; la segunda es más para que la pongas en práctica»134.
adecuada con el tiempo pasado del verbo «dar testimonio». Privile- Pues bien, la palabra divina «no mora en vosotros»135 y Jesús señala
giando la palabra confiada a Jesús, C. K. Barrett131 ve en el testimonio en qué se reconoce esta ausencia, es decir, en negarse a creer136 en el
del Padre la experiencia íntima del creyente; cuando éste acoge esta Enviado del Padre; esta negativa manifiesta que la revelación ante-
palabra, Dios le hace probar interiormente su verdad. ¿Pero de qué cedente no ha sido tampoco acogida. De todas formas, ¿cómo ha
valdría, en el marco jurídico del discurso, un testimonio de esta clase? atestiguado sobre Jesús esta revelación anterior, cuya cima representa
Estaríamos moviéndonos en un círculo vicioso: ¿es posible apelar a la teofanía del Sinaí? El texto no lo indica, pero está claro según el
la fe para justificar esa misma fe? Tampoco puede verse aquí la atrac- evangelista que, al manifestar su alianza al pueblo elegido, Dios bus-
ción por la que el Padre orienta los espíritus hacia Jesús (cf. 6, 44s), caba su realización perfecta, que se haría por medio del Hijo único.
dado que esto exigiría un verbo en presente. El final del v. 38 invierte el orden habitual de las palabras: «Al
Por eso la mayor parte de los críticos prefieren comprender «su que (el Padre) ha enviado no le creéis». El acento cae así en el no-
palabra» en el sentido veterotestamentario y opinan que Jesús se refiere creer, pero esta negación adquiere toda su gravedad de lo que precede:
bien a la revelación de la alianza en el Sinaí, bien a las Escrituras. A la afirmación, por tercera vez137, de que el Padre ha enviado a Jesús.
nuestro juicio, es más probable la primera hipótesis: las Escrituras Podría decirse que el Enviado es, en su persona, el testimonio por
—en donde está recogida una revelación que los ha precedido— serán excelencia del amor del Padre al mundo. Negarse a darle fe equivale
a cerrarse a ese amor (cf. 5, 42).
objeto de los versículos siguientes; sobre todo los v. 37b-38 recuerdan
claramente un pasaje del Deuteronomio que interpreta los aconteci-
mientos del Sinaí: Escudriñar las Escrituras (5, 39-47)
...He aquí que hemos visto a Yahvé nuestro Dios, su gloria y su gran- El tema de la revelación de Dios conduce sin solución de conti-
deza, y hemos oído su voz de en medio del fuego. Hemos comprobado nuidad al de las Escrituras: las Escrituras también dan testimonio de
hoy que Dios puede hablar al hombre y el hombre quedar con vida (Dt
Jesús. Al despreciar su testimonio, los que escudriñan las Escrituras
5, 24; cf. Eclo 17, 13-14).
rechazan el don de vida y se exponen a la perdición.
Este pasaje vehemente está compuesto a la manera semítica: el
Las negaciones formuladas por Jesús invierten las afirmaciones de recurso a los escritos de Moisés marca su comienzo y su conclusión,
este texto sapiencial: «no haber visto su rostro», «no haber oído su formando una inclusión mayor138; otra inclusión es la que se lleva a
voz», y el mandamiento citado anteriormente: «su palabra no per-
manece en vosotros». Jesús no niega la teofanía de Yahvé, sino que 134 Dt 30, 14 Para Israel, la alianza del Sinaí no era un suceso escondido
más bien la evoca: el testimonio del Padre en favor de Jesús es pre- en el pasado, la tradición bíblica había dado de él una interpretación renovada
cisamente su revelación anterior a Israel. Pero este recuerdo se formula continuamente Los acontecimientos que se vivieron entonces se comprendían a la
de refilón, para denunciar más bien la conducta de los beneficiarios luz de lo que había pasado en el Sinaí, así procede el segundo Isaías en sus relecturas,
frente a Dios que se revela. En la gran tradición profética, el re- la liturgia iba celebrando en cada fiesta la memoria de las intervenciones salvíficas
proche de infidelidad detalla unos comportamientos concretos: Jesús de Dios
135 Preferimos esta lectura a otra, gramaticalmente posible «porque no creéis
acusa a sus oyentes de no haberse abierto nunca a la comunicación en mí, no tenéis en vosotros la palabra de Dios» Eso sería renunciar a toda alusión
divina. De este modo apela a lo que producía el mayor orgullo de al pasado de Israel, como si la novedad de Jesús no acabase, dándole su plenitud,
sus oyentes132: la teofanía de la alianza133, el don de la ley y su una revelación ya ocurrida, la misma de la que Jesús va a hablar a continuación
seguridad al practicarla. La invectiva es más severa todavía si se 136 El verbo «creer» va aquí seguido de dativo, como en el v 24 (cf.
piensa que, según el antiguo testamento, la ley divina se encontraba, supra, 46, n 95)
137 5, 36-37a, cf 5, 23 24 30, otras tres veces en la requisitoria
138 El pasaje recibe una inclusión entre el tas graphás del comienzo (v. 39)
131 C K. Barrett, 266s y el grámmasin del final (v 47) La palabra dóxa engloba el desarrollo intermedio
132. Cf M J J Menken, Numerical Literary Techniques in John, 121 (v 4 1 a 44, con dos veces). Estas evidencias nos impiden aceptar la opinión común
133 Ex 19, 16-24, Dt 4, 11-14 Sólo Moisés pudo ver la gloria de Dios, el que relaciona los v 39-40 con lo que precede por la razón de que las Esenturas
pueblo era demasiado débil para soportarlo
«dan testimonio de Jesús» (v 39).
60 Lectura del Evangelio de Juan 5, 31-47 5, 39-47 El Hijo de Dios sana al hombre (5, 1-47) 61

cabo en la parte central (5, 41-44) con el término dóxa, traducido En los v. 37b-38 Jesús afirmaba el vínculo intrínseco entre la
habitualmente por «gloria» u «honor» y que aquí significa más bien fidelidad al Dios único y la adhesión a su persona. Este mismo pen-
«seguridad»: samiento se despliega en los v. 39-47 a través del tema de las Escri-
turas, vehículo de la palabra divina y testimonio del Enviado. Pero en
esta especie de reciprocidad, la falta de inteligencia de este testimonio
en favor de Jesús depende de la actitud fundamental de los lectores
39 «Escudriñáis las Escrituras, porque en ellas pensáis que ante Dios.
tenéis la vida eterna; ¡y son ellas las que atestiguan sobre
mí! 40 Sin embargo, no queréis venir a mí para tener la vida.
41 La gloria yo no la recibo de los hombres. 42 Por otra parte, Jesús empieza poniendo de relieve el celo de sus oyentes por las
os conozco: no tenéis el amor de Dios en vosotros mismos. Escrituras: no solamente reconocen su autoridad, como cualquier otro
43 Yo he venido, en el nombre de mi Padre, y vosotros no judío y como el mismo Jesús, sino que las escudriñan141, esto es, las
me acogéis; si otro viene en su propio nombre, a ése lo aco- estudian con asiduidad. Sin embargo142 es inútil que piensen143 que
géis. 44 ¿Cómo podéis creer, vosotros que, recibiendo la glo- van a encontrar allí la vida eterna144; porque el mensaje de los textos
ria unos de otros, no buscáis la gloria que proviene del Dios sigue estando cerrado ante ellos y se da una flagrante contradicción:
único? los escritos de Moisés dan testimonio de aquel que hace vivir y vosotros
45 No creáis que soy yo el que os acusará ante el Padre: —dice Jesús a sus interlocutores— «no queréis venir a mí».
vuestro acusador es Moisés, en quien vosotros ponéis vuestra Al decir «venir a mí» en lugar de «creer», Jesús se expresa como
esperanza. 46 Porque si creyerais a Moisés, me creeríais tam- la Sabiduría que invitaba a los hombres (Eclo 24, 19); pero aquí se
bién a mí; en efecto, de mí es de quien él escribió. 47 Pero insiste en el rechazo deliberado, lo cual presupone la limpieza del
si no creéis en sus escritos, ¿cómo creeréis en mis palabras?». testimonio escriturístico. ¿De dónde se deriva este rechazo?
Se vio ya en el capítulo 3 que, si los hombres rechazaban la luz
del Hijo, es porque resistían a la revelación de la alianza o/y del Logos
Este texto afirma que las Escrituras de Israel dan testimonio de que irradia en el universo145. En los v. 41-44 Jesús insiste de una
Jesús, no en algún que otro pasaje mesiánico, por ejemplo, sino en forma nueva en el fallo secreto que impide creer en él y que por tanto,
su conjunto. Expresa de forma eminente la convicción de la Iglesia según el contexto, oscurece la inteligencia de las Escrituras.
primitiva, que no podía dar cuenta de su fe sin arraigarla en su herencia
judía. Y al mismo tiempo refleja el conflicto entre los primeros cris- 141 Eí verbo eraunáó equivale al hebreo darás («pedir, buscar»), término
tianos y el ambiente de la sinagoga, que negaba el cumplimiento de técnico por el que se designa en el antiguo testamento (Esd 7, 10, Is 34, 16) y en
las Escrituras en Jesús139. Qumrán (1 QS 5, 11, 6, 6) el estudio de la Biblia Cf H L Strack-G Stemberger,
En este contexto, las palabras sobre la «gloria» pueden parecer Introduction au Talmud et au Midrash, París 1986, 274 El verbo eraunáte en el
v 39 puede tomarse indiferentemente en indicativo o en imperativo Parece preferible
una digresión, sobre todo si se piensa que buscar la aprobación de los el indicativo, cf C H Dodd, Interpretación, 329, n 158 El papiro Egerton 2,
hombres o la de Dios es un tema que aparece de forma independiente del siglo II, recoge un texto que podría reflejar el sentido original «Escudriñáis las
en el cuarto evangelio140. Sin embargo, la estructuración literaria es Escrituras en las que creéis que tenéis la vida, son ellas las que dan testimonio de
firme, como lo confirma la sucesión, en el movimiento del texto, de mí» Este texto, apoyado por algunas versiones latinas antiguas (a b sy), parece
una misma pregunta retórica: «¿cómo podríais creer»? (5, 44.47). secundario en comparación con el textus receptus (cf C K Barrett, 268, en contra
de Boismard, Ev de Jean, 171s y de RB 55 [1948] 5-34)
¿Cuál es el hilo conductor de este conjunto?
142 El kaí es aquí adversativo, como en 5, 10
143 El verbo dokeó se toma ordinariamente en un sentido peyorativo «pensar
139 Cf Los evangelios y la historia de Jesús, Madrid 1982, 260s, y P M erróneamente» 5, 45, 11, 13 31, 13, 29, 16, 2, 20, 15
Beaude, L'accomphssement des Ecntures, París 1980, P Beauchamp, L'Un et l'Autre 144 Según la concepción judía, la ley procura la vida, esta idea se inscribe
Testament H Actomplir les Ecntures, París 1990 Cf Hech 3, 18-24, 8, 32-35, 10, en los textos mismos de la Escritura, por ejemplo Sal 119, Dt 8, 3, Eclo 17, 11,
43, 13, 27, 17, 2s 11, 18, 28, 26, 22s, cf Le 24, 25-27 44-46, 1 Cor 15, 3s 45, 5, Bar 4, 1, cf Rom 7, 10, Gal 3, 21, cf M Pirqé Abot 2, 7
140 Cf Jn 7, 18, 8, 50, 12, 43 145 Cf I, 247-253
5, 39-47 El Hijo de Dios sana al hombre (5, 1-47) 63
62 Lectura del Evangelio de Juan 5, 31-47

La prueba de esta falta de amor para con Dios es la falta de acogida


El desarrollo de los v. 41-44 gravita en torno al concepto de dóxa,
del Enviado del Padre, mientras que son acogidos, con una confianza
referido en primer lugar a la gloria que el hombre busca o recibe por
ilusoria, los que vienen en su propio nombre, es decir, bíblicamente,
parte de los demás. El sentido obvio es el de estima, el de honor; así en la mentira149. El texto no indica quiénes son150; lo que importa es
en una parábola de Jesús: la oposición «en el nombre del Padre-en su nombre propio», clásica
en la Escritura. Jesús dice a continuación que, al darse seguridad unos
Cuando seas invitado, ve a ponerte en el último lugar, para que cuando a otros, los oyentes no se preocupan de la seguridad que viene sólo
llegue el que te ha invitado te diga: «Amigo mío, sube más arriba». de Dios151.
Entonces eso será para ti un honor (dóxa) ante todos los que estén a la ¿Qué significa la expresión «recibir la gloria unos de otros» (más
mesa contigo (Le 14, 10). bien que de Dios), en un contexto que concierne a la inteligencia del
testimonio escriturístico? El evangelista podría aludir a una interpre-
Pues bien, en nuestro texto, ese honor que viene de los hombres tación recibida que, al quedarse fija en sí misma, se ha hecho reductiva.
se opone a la dóxa que proviene sólo de Dios (v. 44; cf. v. 41) y este Los profetas le reprochaban a Israel que se apoyaba en sus instituciones
término podría tener un sentido existencial más próximo al concepto —concretamente el templo— como garantía de salvación, siendo así
de «gloria» en la Biblia. Según el hebreo, la «gloria»146 indica la que la palabra de Dios lo que exigía era la conversión del corazón y
riqueza interior de un ser, etimológicamente su «peso». Lo que es un comportamiento recto. De forma análoga, Jesús dice que sus oyen-
tes se han replegado en una adquisición, la ley de Moisés, en donde
constitutivo en Dios, lo recibe la criatura por su relación con el Creador;
encuentran de común acuerdo lo que justifica su identidad religiosa
ése es el «peso» que la hace mantenerse en pie en su dignidad singular.
propia y suficiente152. En el capítulo 8, los «judíos» afirman que son
Según la Biblia, el hombre creado a semejanza de Dios está llamado
descendencia de Abrahán y que por tanto son libres, mientras que
desde su origen, no ya a una dependencia servil, sino a la comunión
según Jesús son esclavos mientras no se abran, como Abrahán, a la
con Dios, aquel cuyos pensamientos y cuyos caminos superan infi- verdad de Dios que se manifiesta en su novedad. Al no ser ya oída
nitamente a toda criatura (Is 55, 9). como llamada a la superación de sí mismo en Dios, la ley de Moisés
El hombre puede sustraerse a esta relación fundamental de su ser; se ha convertido en el área de seguridad en donde se mantienen los
en ese caso, como nos hace entender la Carta a los romanos, está oyentes de Jesús, mientras que la Escritura de Israel orientaba desde
preso en manos de la inconsistencia, de la «vanidad» en el sentido siempre a la alianza nueva, al futuro que Dios propone al hombre si
bíblico de la palabra147, y compensa la inseguridad que de allí se deriva se abre radicalmente al don de su Amor. Para Jn, no reconocer que
buscando en otra parte la confirmación y el desarrollo de su ser. Jesús es el «sí» de Dios a sus promesas es imponer silencio a la palabra.
Jesús declara a sus oyentes: «No tenéis en vosotros el amor de
Dios»148. Se hace una alusión clara, y no exenta de ironía, al man- Después de denunciar la actitud interior que pone obstáculos a la
damiento supremo de la ley de Moisés: inteligencia de los textos, Jesús, en un último intento de tocar a sus

Escucha, Israel... 149. Cf. Jer 29, 31; Dt 18, 20; 1 Jn 4, 5.


150. Antes de la guerra judía, fueron muchos los pseudo-profetas y los pseudo-
Amarás a tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu mesías. No puede tratarse aquí de Bar Kochba (muerto el año 135 d. C ) . A pesar
poder (Dt 6, 4-5; cf. Le 10, 27). de la opinión de algunos padres de la Iglesia, es difícil ver aquí el diablo o el
Anticristo; cf. R. Schnackenburg II, 185.
151. El adjetivo «único» (monos) falta en algunos manuscritos, pero es autén-
146. Cf. los Diccionarios bíblicos, especialmente D. Mollat, VTB, 314-318. tico (con GNT, Nestle). La expresión «Dios único» es común en el antiguo testa-
147. Rom 8, 20. Cf. mi obra Jesús y Pablo ante la muerte, Madrid 1982, mento, en el judaismo, en el nuevo testamento y está atestiguada en al antigüedad
242s. clásica; podría corresponder aquí, como en 17, 3, al uso religioso tradicional, pero
148. 5, 42: el genitivo «de Dios» puede ser objetivo (el amor de los hombres es sin duda intencional, oponiéndose literariamente a la multiplicidad que implica
a Dios) o subjetivo (el amor de Dios al hombre, su amor). El evangelista podría el par'allélón («los unos a los otros»).
pensar simultáneamente en los dos, pero el sentido objetivo prevalece según el 152. Cf. J. Blank, Krisis, 206.
movimiento del texto, que critica el comportamiento de los oyentes para con Dios.
64 Lectura del Evangelio de Juan 5, 31-47 5, 1-15 El Hijo de Dios sana al hombre (5, 1-47) 65

oyentes, los pone frente al riesgo en que están incurriendo: se imaginan Acostado al lado de una multitud de otras personas que yacían
que van a obtener la vida eterna escudriñando los escritos de Moisés enfermas (5, 3.6), el enfermo nos ofrece una figura concreta de los
(5, 39), pero son precisamente esos escritos los que pueden acusarlos «muertos» a quienes vivifican el Padre y el Hijo. Jesús le dice «¡Le-
ante Dios (5, 45s). vántate!» con el verbo que se utiliza en 5, 21 para indicar la obra
Este razonamiento, en imágenes, es conforme con la tradición divina que concierne, en principio, a la humanidad entera. Por eso
judía. Según una sentencia rabínica del siglo I, «el hombre que viola mismo este personaje no es mencionado más que como «un hombre»,
un mandamiento se hace su propio acusador»153. En este caso no se sin que se especifique tampoco el mal que padece desde antiguo: se
trata de un precepto particular, sino del conjunto de las Escrituras sugiere con ello la condición común de los que todavía son incapaces
personificadas en Moisés, que manifestará en el último día la distancia de andar, en el sentido bíblico de marchar con Dios, e impotentes
existente entre la llamada y la respuesta, sin que tenga que intervenir para levantarse por sí mismos.
Jesús. Moisés, el intercesor por excelencia de los judíos ante Dios154, Al situar al protagonista en medio de los ciegos y de los cojos, el
se convierte en el acusador, ya que «de mí es de quien ha escrito». evangelista lo inscribe sin embargo entre los beneficiarios privilegiados
La unidad de la revelación divina es una certeza que impregna de la promesa divina, aquellos a los que el dueño de la casa invita a
todo el cuarto evangelio. En este lugar se expresa por la relación su festín, según una parábola de Jesús en Lucas (Le 14, 21). Aquí
inmediata de las Escrituras de Israel con Jesús. Al manifestar el de- Jesús propone: «¿Quieres ponerte sano?». Por su pasividad y su ca-
signio del Padre, conducen hacia el Enviado que, en su nombre, lleva rácter insólito, la respuesta del enfermo cobra sentido: esto es impo-
a término este designio. Sin embargo, este cumplimiento es nuevo. sible, a no ser que un «hombre» se acerque a él y lo sumerja en la
Los escritos de Moisés, como tales, no manifiestan todavía el misterio piscina.
de la persona del Hijo; sólo pueden decirlo sus propias palabras y, Jesús devuelve la salud a este muerto-vi viente. Pero no por el
cuando lo dicen, manifestar lo que gracias a él resulta posible para agua. Esta historia del agua agitada y curativa que mueve nuestra
los creyentes: su unidad, en Jesús, con el Padre (17, 21.23-26). Este curiosidad no interesa realmente al evangelista, a no ser como con-
es a la vez el vínculo continuo y la distancia entre el escrito y la traste. Lo vemos por el hecho de que, de las cuatro menciones del
palabra. ¿Pero bastan las mismas palabras para expresar el don de agua, tres están agrupadas al comienzo del texto y la cuarta proviene
Dios? Antes de entregar su vida, ¿podía Jesús concluir su respuesta a de labios del enfermo antes de su curación. Por su palabra, el Hijo,
sus jueces de otra forma que no fuera una interrogación? el Enviado del Padre, comunica la vida (cf. 5, 24). A diferencia del
relato del ciego de nacimiento, aquí no se habla de ningún gesto. Es
RELECTURA DEL RELATO DE MILAGRO la fuerza de la palabra, por sí sola, la que da la salud. El evangelista
insiste: el verbo «decir» referido a Jesús sustituye en labios del enfermo
El relato de Bethesda planteaba varios interrogantes; algunos de y de los judíos a cualquier otro acto de curación: «Ese me ha dicho:
ellos ya han encontrado respuesta a lo largo de la lectura detallada, '¡Coge tu camilla y anda!'», «¿Quién es el hombre que te ha dicho:
esperando la iluminación que podría venirles del discurso. Hemos '¡Coge tu camilla y anda!'?». En los v. 8 y 9a, el narrador yuxtapone
indicado, por ejemplo, el sentido particular del verbo «andar» que el enunciado de la orden de Jesús y el enunciado del resultado, exal-
aparece con frecuencia en el texto. He aquí ahora un intento de relectura tando así esta palabra; este procedimiento recuerda un versículo del
simbólica. Génesis: «¡Que se haga la luz! Y la luz se hizo».
De la respuesta de Jesús a los judíos (5, 19-30) destacan dos datos: Al caminar libremente, el protagonista entró en un nuevo orden
el Hijo dispone de la «vida» y del «juicio». Este doble poder es el de existencia. Si tiene que llevarse su camilla —vestigio de su
que está presente en el relato, de manera disimétrica en relación con muerte—, es para manifestar que «aquel día» se cumplió la salvación
el discurso. de Dios. En esta perspectiva, la mención de la «fiesta de los judíos»
en el v. 1 podría orientar ya hacia el acontecimiento de la salvación,
antes de que el relato se concentrase en el sábado escatológico.

153. M. Pirqé Abot 4, 11, citado por C. K. Barrett, 270. El juicio expresa de forma negativa lo absoluto del don de Dios.
154. Cf. SB II, 561. No se ejerce paralelamente a la acción de vivificar, que es la primera
6C> Lectura del Evangelio de Juan 5, 1-47 5, 1-47 El Hijo de Dios sana al hombre (5, 1-47) 67

y la única que pretende Dios. Tampoco en el relato de la curación el APERTURA


tema del juicio ocupa tanto lugar como el de la salud recobrada. Pero
tiene un gran peso en el segundo cuadro, cuando Jesús se encuentra
con el antiguo enfermo. En la piscina, después de haberse acercado Jesús termina su discurso con una pregunta: «Si no creéis en los
a él con una cuestión existencial, Jesús lo puso en pie por su iniciativa escritos de Moisés, ¿cómo creeréis en mis palabras?». Esta pregunta
soberana y sin darse a conocer. Pero en el templo, en donde Jesús es me persigue en mis recovecos: exigiendo de mí la fe en su persona,
finalmente reconocido, provoca al hombre a un compromiso personal. ¿no tienden estas palabras a hacer de Jesús un segundo Dios? ¿qué
Al invitarle a no pecar más, ¿se refiere Jesús a la desesperanza en que ocurre con el monoteísmo al que yo sigo estando firmemente adherido?
vivía antes de descubrir que Dios quiere la vida? En efecto, en Jn el Se había suscitado ya una cuestión análoga con ocasión del discurso
pecado es siempre la falta de fe, y el enfermo había dicho: «No tengo que siguió a la conversación con Nicodemo (cf. I, 266), y allí constaté
a nadie», «No tengo salvador». que mi fe se dirigía no simplemente al hombre Jesús de Nazaret, sino
Jesús precisa: «No sea que te suceda algo peor». Ese «peor» es el al Hijo de Dios, deforma que concernía propiamente a Dios mismo.
juicio, la muerte definitiva, que se produciría si el hombre no se Deforma parecida, en el capítulo 5 Jesús invita a ver en él al «enviado
apropiase el sentido de su nueva existencia. En respuesta, el hombre del Padre». Creer en el Hijo que habla en Jesús, no es fijarse en el
favorecido por el milagro anuncia a los judíos que «el que lo había hombre de Nazaret, sino dar gloria a Dios Padre.
curado» era Jesús; al designarlo así, se muestra creyente y por tanto Pues bien, al mismo tiempo el Hijo se presenta al final de la
amante de la «vida». revelación hecha por el Padre: las Escrituras no hacen más que hablar
A este simbolismo fundamental del don de la vida cuya sombra de él. Ciertamente, el Hijo orienta hacia el Padre, pero es el Padre
negativa es el juicio, se añade además un simbolismo de tipo «his- el que, por medio de las Escrituras, hace reconocer al Hijo; es Dios
tórico», que permite valorar algunos elementos del relato. Desde la el que le ha dado al Hijo tener la vida en sí mismo; conviene «honrar
interpretación patrística más antigua, los cinco pórticos de la piscina al Hijo en la medida en que se honra al Padre que lo ha enviado»
fueron comprendidos como los cinco libros de la ley; los treinta y (Jn 5, 23).
ocho años corresponderían a la duración de la travesía del desierto por De esta manera, el Padre y el Hijo están mutuamente orientados
los hebreos. El enfermo representaría entonces al pueblo israelita de el uno hacia el otro. Es imposible aislar al uno del otro; es en su
dura cerviz, incapaz de salir de su condición pecadora, a pesar de que relación mutua como cabe la posibilidad de acercarse a Dios en
tenía a su alcance la ley de vida. Jesús toma el relevo de esta ley, que verdad. Sin embargo, es en el Hijo donde se percibe la relación
se ha hecho ineficaz; al curar él mismo al enfermo, inaugura un nuevo esencial que es Dios. Si el Padre está en el origen y en el término,
orden de salvación. Esta lectura aplica al caso particular de Israel la es el Hijo el que permanece en el centro. Al revelarse, revela al Padre.
situación que, según el alegato, es la de toda la humanidad. Este es el sentido de esta palabra extraña:
Podría pensarse en otra interpretación simbólica, si se tiene en
cuenta que, en la primera parte del relato, Jesús no solamente es ...Por sí mismo el Hijo no puede hacer nada,
desconocido para el enfermo e inadvertido por la muchedumbre, sino a no ser lo que ve hacer al Padre;
que no puede ser identificado, situación que no tiene paralelo en los lo que él llega a hacer, el Hijo lo hace del mimo modo (5, 19).
relatos evangélicos de milagros. El segundo encuentro de Jesús con
el enfermo curado permite sin embargo la identificación e invita a una Su ser es diálogo continuo con el Padre; es el Logos vuelto sin
respuesta con sentido definitivo. ¿No podrían aludir estas dos etapas, cesar hacia el Padre (1, 18).
de manera velada, a la doble intervención de Dios entre los hombres Pues bien, esta misteriosa relación que une al Padre y al Hijo se
a lo largo de la historia? El Padre, que quiere vivificar, no ha aban- manifiesta a través del relato del capítulo 5. Al volver a un hombre
donado nunca a los hombres a su condición de «muerte». En el que totalmente sano, Jesús le confiere la vida en plenitud; se exhorta
interviene en la piscina podría reconocerse al Logos de Dios, presente ciertamente al hombre a no pecar más, pero él no hace más que una
desde siempre en el mundo y ejerciendo su poder de vida sin que se cosa: «andar». A diferencia del ciego de nacimiento, después de su
le conozca personalmente. En el templo de Jerusalén, el sitio en donde curación, no se pone a proclamar que Jesús es un profeta, ni se pone
se revela la Presencia, el Logos tomó carne y figura en Jesús, aquel a confesar su fe, sino que es simplemente un signo vivo de la vida
a quien es posible nombrar y confesar. trasmitida por el Hijo, y en este sentido expresa al Padre. No hay
68 Lectura del Evangelio de Juan 5, 1-47 5, 1-47 El Hijo de Dios sana al hombre (5, 1-47) 69

ninguna consigna de que no «reniegue» (como en la tradición sinóp- creyente a su vez tiene que presentar para invitar a sus interlocutores
tica), sino el deber de existir, de «caminar» simplemente. Según el a descubrir el misterio de Dios.
cuarto evangelio, yo no tengo tanto que «imitar» a Jesús como dejar
que se desarrolle en mí la vida del Padre que me comunica el Hijo. Otra lección es la que podemos deducir de la explicación que da
El creyente es un hombre que camina, si permanece en relación con Jesús del rechazo de sus contemporáneos a la fe que él propone. Si
el Hijo y por él con el Padre. no creen —dice Jesús—, es porque intentan asegurar su existencia
por medio de apoyos terrenos, de «la gloria que viene de los hombres».
El capítulo 5 me abre igualmente el secreto de la comunicación; La crítica es dura. ¿Qué significa esto exactamente? Los adversarios
en efecto, ¿cómo trasmitió Jesús la verdad que habitaba en él? El de Jesús hacen de la Escritura un bien propio y exclusivo: su inter-
sabe que la Palabra es creadora de Vida y sabe también que la Palabra pretación les pertenece definitivamente. Y he aquí que un hombre
traducida en palabras corre el peligro de verse confundida con el —Jesús en este caso— abre una nueva perspectiva. Entonces, o bien
parloteo del lenguaje humano. Por eso empieza dando la salud a un se acepta abrirse a esta llamada o se encierra uno en sus certezas
hombre que llevaba muchos años enfermo; tan sólo a continuación inmutables. ¡No hay término medio! Ellos «tienen» la verdad, defi-
ilumina su acción. Antes de dar testimonio del misterio de su ser en nitiva, que nada puede quebrantar. En otras palabras, ¿se habrá
su papel de salvador, Jesús prepara a los espíritus para acercarse a encerrado Dios en la letra de las Escrituras o seguirá siendo aquel
él a través de una acción simbólica; al realizarlo un día de sábado, que, teniendo la vida en sí mismo, sigue estando siempre por descubrir
suscita una cuestión sobre la autoridad de su misma persona, y luego en su misma Palabra? La opción es radical, ya que quita todo apoyo,
explica su sentido. toda estabilidad que no sea la de Dios mismo.
De esta manera, todo discípulo puede aprender también la forma
de comunicar su experiencia de fe. Frente a los que no la comparten,
me siento tentado a combatir con palabras que expresen la verdad.
Pero de esta manera me olvidaría de que las palabras no son solamente
un medio de comunicación, sino también un obstáculo para el en-
cuentro del otro. Por el contrario, si pongo al otro en presencia de
un acto que le invite a reflexionar sobre ese ser extraño que soy yo
(cf. 3,8), entonces se entabla el diálogo, no ya con palabras que se
cruzan, sino entre unos seres vivos, dispuestos a comunicarse a través
de unos gestos que ofrecen un sentido. Mientras que muchas veces
me siento deseoso de imponer mi verdad con una palabra tajante, he
aquí que unas acciones permitirían alcanzar al otro en el misterio de
su ser y disponerlo a acoger las palabras que intentan interpretar el
acto simbólico.
Sin embargo, Jesús utiliza palabras. Después de haber dicho el
misterio de su ser y de su misión, Jesús apela a unos testimonios. No
intenta «demostrar» la verdad de su experiencia y de sus palabras;
apela a la Escritura que habla de él. Esta manera de argumentar
puede ciertamente sorprendernos, ya que es difícil de practicar en
nuestros días; pero manifiesta al creyente la maravillosa unidad de
Jesús y del antiguo testamento, que da toda su densidad al mensaje
evangélico. A este testimonio, que es la firma del Padre anunciando
la venida de Cristo, Jesús añade el testimonio de las obras admirables
que el Padre ha producido con él, con Jesús, con aquel a quien el
EL MISTERIO DEL PAN DE LA VIDA
(6, 1-71)

I Después de esto, Jesús se fue al otro lado del mar de Galilea,


hacia la región de Tiberíades. 2 Lo seguía un gentío numeroso,
porque se habían visto los signos que hacía sobre los enfermos.
3 Jesús subió a la montaña y allí se sentó con sus discípulos.
4 Estaba cerca la pascua, la fiesta de los judíos.
5 Levantando entonces los ojos y viendo que un gentío numeroso
venía hacia él, Jesús dijo a Felipe: «¿Dónde compraremos panes para
que coman estas gentes?». 6 Decía esto para ponerlo a prueba, porque
él sabía lo que iba a hacer. 7 Felipe le respondió: «Doscientos denarios
de pan no bastarían para que cada uno reciba un pequeño trozo».
8 Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dijo:
9 «Hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos pececillos;
¿pero esto qué es para tan gran número?». 10 Jesús dijo: «Haced
echarse a la gente». Había mucha hierba en aquel sitio. Los hombres
se echaron entonces, en número de unos cinco mil.
II Entonces Jesús tomó los panes, y después de dar gracias,
los repartió a los convidados; también hizo igual con los pececillos,
tantos como querían. 12 Cuando estuvieron saciados, dijo a sus
discípulos: «Reunid lo sobrante de los trozos, para que ninguno se
pierda». 13 Los reunieron, pues, y llenaron doce canastos con los
trozos, procedentes de cinco panes de cebada que habían quedado
de lo que habían comido. 14 Entonces las gentes, al ver el signo
que había hecho, decían: «Este es verdaderamente el profeta que
ha de venir al mundo». 15 Entonces Jesús, sabiendo que iban a
venir y a apoderarse de él para hacerlo rey, se retiró más allá en
la montaña, solo.
16 Cuando llegó el atardecer, sus discípulos bajaron al mar
17 y, subiéndose a una barca, iban al otro lado del mar, a Cafar-
naún. Ya se había hecho obscuro y Jesús no había venido todavía
72 Lectura del Evangelio de Juan 6, 1-71 6, 1-71 El misterio del pan de vida (6, 1-71) 73

a ellos. 18 El mar se levantaba al soplo de un fuerte viento. 36 Pues bien, os he hablado 'a vosotros',
19 Entonces, después de remar unos veinticinco o treinta estadios, porque vosotros me habéis visto, pero no creéis.
ven a Jesús andar sobre el mar y acercarse a la barca. Y tuvieron 37Todo(s) lo(s) que me da el Padre llegará hasta mí.
miedo. 20 Pero él les dijo: «¡Yo soy! ¡Dejad de tener miedo!». Y al que viene a mí, no le echaré fuera.
21 Entonces querían acogerlo en la barca, cuando de pronto la 38 Porque he bajado del cielo,
barca se encontró en la orilla adonde se dirigían. no para hacer la voluntad mía,
22 Al día siguiente, el gentío que se había quedado al otro lado sino la voluntad de aquel que me ha enviado.
del mar... vieron que no había allí más que una sola barca y que 39 Pues bien, es la voluntad de aquel que me ha enviado
Jesús no había entrado en la barca con sus discípulos, sino que que de lo que él me ha dado no deje perecer nada,
sólo habían partido sus discípulos. 23 Pero llegaron unas barcas sino que lo resucite en el último día.
de Tiberíades, junto al lugar donde se había comido el pan después 40 Sí, es la voluntad de mi Padre
de que el Señor dio gracias. 24 Así pues, cuando el gentío vio que que todo el que ve al Hijo y cree en él tenga la vida eterna,
Jesús no estaba allí ni tampoco sus discípulos, subió a las barcas y yo lo resucitaré en el último día».
y vino a Cafarnaún, buscando a Jesús. 25 Y habiéndolo encontrado 41 Entonces los judíos murmuraban de él, porque había dicho:
al otro lado del mar, le dijeron: «Rabí, ¿cuándo has llegado aquí?». «Soy yo el pan bajado del cielo», 42 y decían: «¿No es éste Jesús,
26 Jesús les respondió y dijo: el hijo de José, de quien nosotros conocemos al padre y la madre?
«Amén, amén, yo os lo digo: ¿cómo dice ahora: 'He bajado del cielo'?».
vosotros me buscáis, 43 Jesús respondió y le dijo:
no porque hayáis visto signos, «¡No murmuréis entre vosotros!
sino porque habéis comido panes y os habéis saciado. 44 Nadie puede venir a mí si el Padre que me ha enviado no lo atrae,
27 Obrad, no por el alimento perecedero, y yo lo resucitaré en el último día.
sino por el alimento que permanece para (ser) vida eterna, 45 Está escrito en los profetas: 'Serán todos enseñados por Dios'.
la que os dará el Hijo del hombre, Todo el que ha escuchado al Padre y recibido su enseñanza
porque es él a quien el Padre, a quien Dios ha marcado con un sello». viene a mí.
28 Ellos le dijeron: «¿Qué hemos de hacer para obrar las obras 46 No es que nadie haya visto al Padre,
de Dios?». 29 Jesús les respondió y les dijo: «La obra de Dios es excepto aquel que está junto a Dios:
que creáis en el que ha enviado». 30 Le dijeron, pues: «¿Qué signo ése ha visto al Padre.
haces tú, para que nosotros, al verlo, te creamos? ¿cuál es tu obra? 47 Amén, amén, yo os lo digo: el que cree tiene la vida eterna.
31 Nuestros padres comieron el maná en el desierto, según lo que 48 Yo soy el pan de la vida.
está escrito: 'Les dio a comer un pan que venía del cielo'». 49 Vuestros padres comieron el maná en el desierto... y murieron.
32 Entonces Jesús les dijo: 50 Así es el pan que baja del cielo: el que come de él no muere.
«Amén, amén, yo os digo: 51 Yo soy el pan, el (pan) vivo que ha bajado del cielo:
no es Moisés el que os dio el pan que venía del cielo; si alguien come de este pan, vivirá para la eternidad.
es mi Padre el que os da el pan que viene del cielo, el verdadero; ¡Más aún! el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo».
33 en efecto, el pan de Dios es aquel que baja del cielo 52 Entonces los judíos disputaban entre sí, diciendo: «¿Cómo
y da la vida al mundo». éste puede darnos a comer su carne?».
34 Entonces le dijeron: «Señor, danos ese pan, siempre». 53 Entonces Jesús les dijo:
«Amén, amén, yo os digo:
35 Jesús les dijo: Si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre,
«Soy yo el pan de la vida. no tenéis la vida en vosotros.
El que viene a mí no tendrá jamás hambre, 54 El que come mi carne y bebe mi sangre tiene la vida eterna,
el que cree en mí no tendrá sed jamás. y yo lo resucitaré en el último día.
74 Lectura del Evangelio de Juan 6, 1-71 6, 1-71 El misterio del pan de vida (6, 1-71) 75

55 Sí, mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera ver con el pan; el discurso no hace ninguna referencia al milagro; los
bebida. v. 53-58 parecen hablar de la eucaristía, mientras que el milagro, el
56 El que come mi carne y bebe mi sangre discurso y el último diálogo se refieren a la fe en Jesús1; finalmente,
permanece en mí y yo en él. el v. 59 pone un punto final al discurso, de manera que los v. 60-71
57 Lo mismo que me ha enviado el Padre que está vivo, constituyen otro conjunto, dirigido no ya a los judíos, sino a los
y que yo vivo por el Padre, discípulos y a los Doce. A pesar de estas dificultades, el capítulo 6
así el que me come vivirá también por mí. forma una unidad literaria que ha de ser interpretada como un todo.
58 Así es el pan que ha bajado del cielo: Es verdad que también aquí Jn ha utilizado fuentes o tradiciones di-
no como (el que) comieron los padres... ¡y murieron!. versas, pero es posible, y hasta necesaria, una lectura sincrónica2. Pero
El que come este pan vivirá para la eternidad». antes, destaquemos sumariamente la unidad del texto.
El capítulo 6 está encuadrado por dos «después de esto» (6, 1 y
59 Dijo estas cosas, enseñando en la sinagoga en Cafarnaún. 7, 1), fórmula joánica frecuente que dispensa de precisiones
60 Después de oírlo, gran número de sus discípulos dijeron enton- cronológicas3; de este modo se vincula artificialmente con lo anterior:
ces: «¡Duro es este discurso! ¿Quién puede escucharlo?». 61 Pero, el lector pasa sin transición alguna del capítulo 5, pronunciado en
sabiendo dentro de sí que sus discípulos murmuraban de él, Jesús Jerusalén, a Galilea. En cuanto al contenido del capítulo 7, se sitúa
les dijo: «¿Esto os escandaliza? 62 Entonces, ¿y si vierais al Hijo en el marco de la fiesta de la Tiendas, celebrada en otoño, mientras
del hombre subir a donde estaba antes...? que el capítulo 6 se coloca seis meses antes, por pascua. Por estos
63 Es el Espíritu el que hace vivir, motivos se puede considerar el capítulo 6 como un bloque. Hay dos
la carne no sirve de nada. sondeos para verificar si este bloque es coherente: uno a partir de la
Las palabras que yo os he dicho son Espíritu y son vida. secuencia del texto y el otro a partir de su simbolismo.
64 Y sin embargo, hay entre vosotros quienes no creen». La opción de la fe en Jesús es el primer principio de unificación
En efecto, Jesús sabía desde el comienzo quiénes eran los que de un capítulo focalizado por entero en la respuesta de Simón Pedro
no creían y quién era el que lo entregaría. 65 Y decía: «He aquí en nombre de los Doce. Esta respuesta se recoge sobre el fondo de
por qué os he dicho que nadie puede venir a mí si no le es dado decepción de los discípulos: mientras que un gran número deja a Jesús,
por el Padre». 66 Por eso, muchos de sus discípulos se apartaron permanece fiel a él un pequeño resto (6, 66-68). Como la tradición
y ya no fueron con él. sinóptica4, Jn hace oír al lector la confesión solemne de fe por boca
67 Entonces Jesús dijo a los Doce: «¿Queréis iros también vo- de Pedro que responde aquí a Jesús: «Señor, ¿a quién iríamos? Tú
sotros?». 68 Simón Pedro le respondió: «Señor, ¿a quién iríamos? tienes las palabras de la vida eterna... tú eres el Santo de Dios».
Tú tienes las palabras de la vida eterna. 69 Nosotros creemos y Esta profesión de fe viene al final de un lento itinerario, puntuado
sabemos que tú eres el Santo de Dios». 70 Jesús les respondió: de palabras y de gestos significativos. La multitud sigue a Jesús por
«¿No soy yo el que os he escogido a los Doce? ¡Y uno de entre causa de sus milagros (6, 2), se equivoca cuando intenta hacerlo rey
vosotros es un diablo!». 71 Hablaba de Judas, hijo de Simón el (6, 15); Jesús se separa de ella, pero ella lo busca para tener pan
Iscariote; en efecto, él era el que había de entregarlo, uno de los
Doce. 1. Trataremos esta cuestión en su sitio. Siguiendo a J. Jeremías, muchos críticos
han adoptado la hipótesis de una homilía cristiana eucarística añadida al texto que
Después de Judea y de Samaría, le toca a Galilea recibir la invi- hablaba solamente de la fe en Jesús. Cf. infra, l l l s .
tación a prestar su fe al Enviado de Dios. A primera vista, el capítulo 2. Frente a la mayoría de los críticos partidarios de la división en varios
6 comprende cuatro episodios: el milagro de los panes repartidos con documentos, algunos autores mantienen firmemente la unidad del discurso, si no
del capítulo. Así E. E. Ruckstuhl, Die literarische Einheit des Johevs, Freiburg
generosidad (6, 1-15), el camino sobre el mar con el nuevo encuentro 2
1987, 220-271; P. Borgen, Bread from Heaven, Leiden 1965; J. D. G. Dunn, John
de Jesús con la gente (6, 16-25), el discurso sobre el pan de la vida VI - An Eucharistic Discourse?: NTS 17 (1971) 328-338.
(6, 26-65), la opción en favor o en contra de Jesús (6, 66-71). ¿Forma 3. Cf. 3, 22; 5, 1.14; 13, 7; 19, 38; 21, 1. Los empleos de esta fórmula se
este capítulo una unidad? Esta es la pregunta que suscitan algunos encuentran ordinariamente al comienzo de los capítulos.
datos literarios: el episodio de la marcha sobre el mar no tiene que 4. Mt 16, 16; Me 8, 29; Le 9, 20.
76 Lectura del Evangelio de Juan 6, 1-71 6, 1-71 El misterio del pan de vida {6, 1-71) 77

milagrosamente (6, 26) y finalmente se niega a reconocer en él el Pan Llenad la tierra y dominadla (Gen 1, 28).
venido del cielo (6, 41s) que da la vida al mundo (6, 51). Por su parte, Yo os doy toda hierba y todo árbol...; ése será vuestro alimento (Gen
un gran número de discípulos, escandalizados, lo abandonan (6, 1, 29).
Todo cuanto se mueve y tiene vida os servirá de alimento... Yo os lo
61.66). Sobre este fondo de incredulidad, brilla la fe de Pedro, el
doy todo (Gen 9, 3).
portavoz de los Doce. Pero, en vez de felicitar a Pedro, Jesús evoca
la traición de Judas, calificado de «diablo» (6, 70s).
La situación del hombre es paradójica: dispone de la naturaleza,
La dualidad fe-no fe corresponde al contraste vida-muerte que
pero necesita recibirla como un don. Eso es lo que, por lo visto,
marca a todo el capítulo. El texto no se limita a describir una escena
debería reconocer toda criatura bien nacida en el alimento que toma:
del tiempo pasado entre Jesús y sus oyentes de Galilea; más allá de
un don que suscita la acción de gracias6.
su coyuntura, invita al lector5 a comprometerse, para tener la vida, en
El alimento es experiencia de dependencia. Alimentarse es depen-
la opción de fe que propone Jesús. En efecto, en diecisiete ocasiones
der de una realidad exterior a uno mismo. En este sentido, yo dependo
puede el lector identificarse con el Innominado —el verdadero des-
del universo, soy solidario del mundo; ésa es mi dimensión cósmica.
tinatario de la palabra— que evoca Jesús en unos anuncios formulados
Sin el universo no puedo vivir; también la tierra para producir su fruto
como máximas intemporales, como:
depende de la lluvia del cielo. Esta dependencia simboliza la relación
El que viene a mí no tendrá jamás hambre de la criatura con su Creador; manifiesta que yo no soy por mí mismo,
el que cree en mí no tendrá sed jamás (6, 35). sino —como dicen los filósofos— ab alio. Y esta relación no es
Si alguien come de este pan, vivirá para la eternidad (6, 51). simplemente la del efecto con su causa, sino que es constitutiva.
La comida ofrece otra línea para el simbolismo del pan: comer con
El texto se dirige así al hombre de todos los tiempos venideros; y otros, beber juntos de una misma fuente de vida es expresar nuestra
la respuesta de Pedro, retrasada por largo tiempo, se pronuncia en- unidad de origen y nuestra solidaridad en la condición humana. La
tonces en nombre del lector. tradición apocalíptica representa la felicidad definitiva con la imagen
del festín:
Otro principio de unidad del capítulo es el simbolismo del alimento
a través de la palabra «pan», que toma el relevo de los simbolis- Yahvé... dará a todos los pueblos en esta montaña
un banquete de carnes grasas,
mos anteriores: el vino de las bodas de Dios con su pueblo (Jn 2), el
un banquete de vinos depurados, decantados (Is 25, 6).
viento que abre a los grandes espacios (Jn 3), el agua que apaga la
sed (Jn 4), la marcha que caracteriza al hombre que ha recobrado la
El mismo Jesús espera el día en que «beberá con (sus discípulos)
salud (Jn 5). Ya en el capítulo 4 Jesús había utilizado el simbolismo
el producto de la vid, nuevo, en el reino de (su) Padre» (Mt 26, 29;
del alimento cuando reveló a los discípulos el secreto de su propia
cf. Le 22, 30). Alimentarse no es entonces un acto individual, sino
vida, la íntima relación que mantiene con su Padre:
comunitario, bajo la mirada de aquel que da el pan.
Yo me alimento de lo que vosotros no conocéis... Mi alimento es hacer Si el discurso joánico sobre el pan de la vida subraya casi exclu-
la voluntad de aquel que me ha enviado y llevar su obra a su cumpli- sivamente el punto de vista individual, el milagro de los panes pone
miento (4, 32.34). de relieve el aspecto del banquete, y del banquete presidido por Jesús.

En el capítulo 6, son los discípulos los que tienen que alimentarse La experiencia histórica de las intervenciones salvíficas de Dios
de un pan venido del cielo y vivir así de la vida divina, eterna. hizo descubrir a Israel su dependencia existencial del Dios vivo, y de
La experiencia natural se comprende bajo dos aspectos: individual este modo unos valores nuevos. Para hablar de ellos, Israel tradujo
y comunitario. Para subsistir, hay que comer. El hombre busca su metafóricamente su experiencia natural. Así, a propósito del camino
alimento, obedeciendo la orden del Creador: por el desierto en donde Dios educó a su pueblo, el Deuteronomio
dice:
5. Este aspecto ha sido puesto de relieve especialmente por J. D. Crossan-G.
A. Phillips, Sémeia 26 (1983) 2-56. 6. Cf. Sal 104, 14s.27
78 Lectura del Evangelio de Juan 6, 1-71 6, 1-71 El misterio del pan de vida (6, 1-71) 79

Yahvé tu Dios te hizo pasar hambre y te dio a comer el maná..., para desierto representaba la palabra de Dios, la ley o también la sabiduría,
hacerte reconocer que el hombre no vive solamente de pan, sino que
que bajaban todas ellas del cielo. En Jn 6 asistimos a la superación
vive de todo lo que sale de la boca de Dios (Dt 8 , 3 ) .
que ya señalamos cuando la lectura del prólogo: de la Sabiduría al
Logos y al Logos encarnado. Jesús no se limita a la evocación del
En Mateo y en Lucas, en su enfrentamiento con Satanás en el «maná», sino que se propone a sí mismo como el verdadero pan bajado
desierto, Jesús recoge este texto: la vida se mantiene realmente, no del cielo. No es ya el maná (la ley recibida en el Sinaí), sino Jesús
por los bienes de la creación y por las obras propias del hombre, sino el que da la vida eterna.
por la palabra divina. Entonces, la palabra «vida» no designa solamente En su discurso, Jesús va todavía más adelante, profundizando en
la existencia terrena, sino que adquiere una dimensión nueva, la de la la metáfora de la «manducación». A través de ella, el lenguaje joánico
vida en comunión con Dios. Y Jesús dice en Jn: es el lenguaje —no representable— de la inhabitación mutua (6, 56).
Obrad, no por el alimento perecedero, sino por el alimento que per-
Al darse al creyente, Jesús borra la distancia de los dos para desem-
manece para (ser) vida eterna (6, 27). bocar en el uno, aunque sin que se dé confusión entre los seres. En
Jesús se cumplió el paso de la alianza por la ley escrita a la alianza
A través del agua que hay que beber siempre de nuevo, se invitaba interior: la exterioridad de la trascendencia se convierte en inmanencia
a la samaritana a pensar en un agua que calma por completo la sed; mutua del hombre y de Dios. Pues bien, para darse al creyente y
los galileos, a través del alimento perecedero, tienen que pensar en comunicarle su propia existencia que es «hacia el Padre», Jesús tiene
otro alimento que se convierte en vida eterna. que pasar por la muerte, lo mismo que muere también el grano de
Este lenguaje metafórico caracteriza a la tradición sapiencial, en trigo para no quedarse solo y dar fruto (12, 24). En cuanto resucitado
donde el alimento que sustenta a los seres se opone unas veces a lo y por el Espíritu, Jesús se hace uno con todo el que lo acoja en la fe;
que es esencial para el hombre, la palabra divina: transforma su ser, en lo más profundo, para una vida vuelta hacia el
Padre.
No es el producto de los frutos de la tierra lo que alimenta al hombre:
¡es tu palabra la que hace subsistir a los que creen en ti! (Sab 16, 26). Antes de iniciar la lectura del texto en su desarrollo, conviene ver
cómo trabaja el evangelista. Heredero de Israel, no es solamente un
Y otras veces significa inmediatamente la palabra de vida: así la seguidor del Enviado escatológico de Dios, sino un cristiano que vive
Sabiduría dice: de su fe, y la buena nueva que trasmite concierne ante todo a su
comunidad. Por eso son numerosos los términos que evocan la práctica
¡Comed de mi pan... y viviréis! (Prov 9, 5-6). eucarística, donde se expresa simbólicamente la realidad profunda.
Toda la tradición ha comprendido el episodio de los panes dados
Y el salmista canta: generosamente viendo en él la celebración de la Cena. Al final del
discurso, en los v. 53-58, las expresiones misteriosas «comer la carne»
¡Qué dulces son tus palabras a mi paladar! (Sal 119, 103). y «beber la sangre» no podían menos de recordar las palabras de Jesús
en su última cena, aun cuando los sinópticos las recojan en unos
El pan de la inteligencia es la revelación de la voluntad divina, términos muy distintos. Pero el texto entero se refiere a la fe en Jesús
para que el hombre viva plenamente. bajado del cielo. Nuestra hipótesis es la siguiente: si el texto habla
por entero de la fe y —en un nivel diferente— habla por entero de la
Cumpliendo la larga tradición de Israel, Jesús desborda radical- eucaristía, es que Jn quiso poner en evidencia la relación que une al
mente el simbolismo anterior: se presenta a sí mismo, más allá de su sacramento con la fe en la persona de Jesús, es decir, para practicar
enseñanza, como «el pan de la vida», y anuncia que se da «para la válidamente el rito eucarístico, hay que referirlo a los misterios de
vida del mundo». La lectura del capítulo permitirá precisar este cum- Cristo, su origen divino, su encarnación, su obra de redención a través
plimiento. Contentémonos por ahora con una primera ojeada. de la muerte, su exaltación a los cielos, su inhabitación en el creyente.
La tradición judía había alegorizado el relato del maná destacando Estos misterios y el amor del Padre que les sirve de fundamento, sólo
sucesivamente sus elementos. El don que sustentó a los hebreos en el pueden comprenderse por el don del Espíritu (cf. 6, 63).
80 Lectura del Evangelio de Juan 6, 1-15 6, 1-4 El misterio del pan de vida (6, 1-71) 81

EL SIGNO DE LOS PANES evoca el don del agua viva prometido a la samantana. El vino, el agua
y el pan: estos símbolos joánicos se completan para significar, cada
(6, 1-25)
uno a su manera, la vida que Jesús comunica al creyente.
El conjunto que forman el relato de los panes dados con esplendidez El evangelista reinterpretó, casi podríamos decir que recreó, el
(6, 1-15) y el del reencuentro de Jesús con los discípulos y más tarde dato tradicional a partir de su cristología. La dimensión cristológica
con la gente (6, 16-25) se justifica ciertamente por el hecho de que la que representan los textos paralelos queda aquí difuminada: se trata
secuencia multiplicación de los panes-marcha sobre el mar es tradicional7, de un «signo», y hasta de un signo doble, cuyo sentido sólo aparecerá
pero también en virtud de la composición joánica. Al final del episodio con claridad con la revelación del discurso. Sin embargo, el episodio
de los panes multiplicados, Jesús se separa de los discípulos y de la se sostiene por sí mismo.
gente; el narrador vuelve a unirlos con vistas al discurso que se va a
pronunciar. La escenificación (6, 1-4)

JESÚS DA LOS PANES CON ESPLENDIDEZ (6, 1-15)

El texto joánico es muy parecido al de la tradición común. En


continuidad con el relato de los panes multiplicados por Elíseo, este 1 Después de esto, Jesús se fue al otro lado del mar de Galilea,
episodio se refiere seis veces en los evangelios8, sin duda en virtud hacia la región de Tiberíades. 2 Lo seguía un gentío nume-
de la interpretación eucarística que aparece en todas las recensiones. roso, porque habían visto los signos que hacía con los enfer-
Por otra parte, esto deja suponer un fundamento histórico9. mos. 3 Jesús subió a la montaña y allí se sentó con sus
Jn ha recurrido a diversas fuentes, pero las ha releído e integrado discípulos. 4 Estaba cerca la pascua, la fiesta de los judíos.
en una composición más amplia10, la del capítulo entero, y además
en la de todo el conjunto de su evangelio. El don del pan es paralelo
al don del vino en Cana; el pan de la vida que anuncia el discurso El narrador encadena con el capítulo 5 mediante un simple «después
de esto» sin ningún valor cronológico especial, dejando en la sombra
7 Mt 14, 13-21 + 22-23 = Me 6, 30-44 + 45-52 las circunstancias de la presencia de Jesús en Galilea"; sin embargo,
8 Mt 14, 13-21 = Me 6, 30-44 = Le 9, 10-17; Mt 15, 32-39 = Me 8, 1-
10, Jn 6, 1-15, cf 2 Re 4, 42-44 A pesar de las semejanzas esporádicas del texto
esta transición basta para mantener en el transfondo los episodios
de Jn con el de Me (o con el de Mt), no se puede hablar de dependencias. relatados anteriormente: la amenaza de muerte que en Judea pesa sobre
9 En favor de una historicidad substancial, se puede destacar, según los Jesús y la revelación del Hijo dispensador de la vida12.
sinópticos, la verosimilitud del marco del episodio el triple fracaso de Jesús en Los cuatro primeros versículos sitúan en el espacio y en el tiempo
Galilea —el pueblo se engaña sobre el ideal de Jesús, Herodes (Le 13, 31), los el episodio que se va a contar, y mencionan a sus autores: Jesús, la
fariseos (Me 8, 15)— justifica su partida de esta región poco hospitalaria (cf nuestro
Los evangelios y la historia de Jesús, Madrid 1982, 363s) Según los sinópticos, gente, los discípulos. El relato, de tipo biográfico, comienza como en
Jesús obliga a los discípulos a embarcarse lejos del lugar en donde aparece una los sinópticos, pero las circunstancias son distintas.
tentación de mesianismo temporal El historiador puede concluir que entre estos dos Si se dice que Jesús pasa al otro lado del mar, no se sabe de dónde
acontecimientos (la marcha de Jesús y la despedida de los apóstoles) tuvo lugar un parte (¿de Cafarnaún, como podría deducirse de 6, 17.24?) ni tampoco
hecho sorprendente, pero se muestra reservado sobre la naturaleza del prodigio exactamente adonde se dirige. Excepto Lucas (9, 10), que precisa «del
realizado, en virtud de su parentesco literario con el relato de la institución eucarística
(cf Los milagros de Jesús, 114-118) C H Dodd ha examinado magistralmente el
fundamento tradicional del relato de Jn (Trad hist , 202-227) 11 Cf infra, 168, n 20
10 Según un estudio inédito de D Marguerat, la mayor parte de Jn aquí (227 12 También en los sinópticos el relato de los panes va precedido de un pasaje
palabras de entre 321) es tradicional, 87 son redaccionales, 7 inciertas Son claramente que evoca la muerte que se perfila para Jesús la noticia de la muerte del Bautista
redaccionales los v l(en parte) 2b 3.4 6 14 15(en parte) 17b La pretendida fuente de (Mt-Mc) o el hecho de que Herodes quiere ver a Jesús (Le) lo mueven a mantenerse
los milagros se ve entonces cuestionada (cf tomo I, 168 y D Marguerat, La 'source alejado, en el sitio donde se realizará el milagro Sobre la relación de Jn 6, 1-21
des signes', existe-elle1*, en La communauté johanmque et son histoire, Genéve 1990, con los sinópticos, cf C Riniker, en J D Kaesth y otros (ed ), Communauté
69-93 johanmque et son Htstoire, Genéve 1990, 41-67
82 Lectura del Evangelio de Juan 6, 1-15 6, 1-4 El misterio del pan de vida (6, 1-71) 83

lado de Betsaida» (en contra de Me 6, 45, según el cual Jesús va a Se dice que este gentío es «numeroso», adjetivo que en Jn sólo aparece
dicha ciudad tras el milagro), ningún evangelista indica el lugar del en este relato y en la entrada gloriosa de Jesús en Jerusalén inmedia-
milagro de los panes, descrito por los tres sinópticos como un «lugar tamente antes de su pasión (12, 9.12). Esto debe ser algo más que
desierto» y «separado»13. Sólo Mateo menciona la montaña, en el una casualidad16.
contexto de la segunda multiplicación de los panes (15, 29). Jn, que La mención de la montaña da a la escenificación un carácter solemne:
habla también de montaña (6, 3), ofrece un texto incierto; en el v. 1 Jesús sube a ella y se sienta con sus discípulos17. ¿Se tratará de repetir
preferimos leer: «se fue... hacia la región de Tiberíades»14. La ex- el gesto de Moisés en su subida al Sinaí?18. Cierta tipología Jesús-Moisés
presión «el otro lado del mar» no designa forzosamente la orilla orien- (1, 17; 3, 14) favorecería esta relación; pero aquí es preferible limitar la
tal; sirve también para indicar la extremidad de la ensenada que forma relación sólo a la montaña: el lugar en donde se dio la ley (cf. 6, 31) o
el lago, de Cafarnaún a Tiberíades, ensenada que se podía rodear a también el escabel de Dios, lugar del banquete mesiánico19.
pie o atravesar en barca. Según Jn, el milagro parece situarse en la La escenificación se cierra con una indicación temporal: «Estaba
región montañosa que no está lejos de Tiberíades15. cerca la pascua, la fiesta de los judíos». Es propia de Jn y sorprende
¿Por qué se desplaza Jesús? Según los sinópticos, quiere retirarse al lector: no sólo esta pascua es desconocida para los sinópticos, sino
a un sitio apartado por las amenazas que se cernían contra él que no coincide tampoco con una subida a Jerusalén20. Como no hay
(Mt 14, 13) o para encontrar un poco de descanso con sus discípulos nada que nos autorice a suponer un añadido posterior21 y como, por
(Me 6, 31), Jn no da ningún motivo; pero la expresión «el otro lado otra parte, esta indicación no puede tener un valor cronológico (aun
del mar», repetida cuatro veces (6, 1.17.22.25) subraya la distancia cuando el detalle de la hierba en el v. 10 haga pensar en la primavera),
que Jesús toma respecto a sus lazos familiares. deberá tener un sentido teológico. ¿Cuál?
La gente, que había visto antes los signos hechos por Jesús sobre Se han propuesto vanas explicaciones, interesantes pero sin apoyo
los enfermos, sigue al taumaturgo, pero —a diferencia de Mt 15, 30— suficiente. Como Jesús bendijo los panes, podría pensarse en los panes
sin llevar a los enfermos para que los curase; se ve más bien arrastrada de la liturgia pascual judía, pero en este último caso se trata de panes
por un cierto entusiasmo ante su persona, actitud que prepara ya la ázimos; en cuanto a la cebada (6, 9), se recogía ciertamente en el mes
reacción que tendrá más tarde al aclamarlo como «el Profeta» (6, 14). de abril, pero este detalle no basta para justificar la fecha de la pascua.
Según algunos autores22, el don del maná, que se recuerda en el
13 Desierto Mt 14, 13, 15, 33, Me 6, 31 35, 8, 4, Le 9, 12 Separado Mt
14, 13, Me 6, 31, Le 9, 10
14 El textus receptus griego («Jesús se fue al otro lado del mar de Galilea de 16 La subida al templo de Jerusalén no se señala aquí después de la mención
de la pascua, por eso pudiera ser que Jn quisiera sugerir que la gente sube hacia el
Tiberíades») resulta extraño por los dos genitivos que caracterizan sucesivamente
nuevo santuario que es Jesús (2, 21)
al mar Rigurosamente hablando, podría verse en el segundo una especificación del
17 Sin connotar el anuncio de una enseñanza (Mt 5, 1 kathízo) o de un juicio
primero, teniendo en cuenta a los lectores que ignoran que el mar de Galilea se
(Mt 19, 28), sino simplemente como en Jn 4, 6 (kathézomai) o en Mt 15, 29, que
encuentra cerca de la ciudad tan conocida de Tiberíades (cf Jn 21, 1, F Josefo
indica también la montaña, pero no los discípulos
habla también del lago cercano a Tiberíades Ant Jud XVIII, 36ss, Bell Jud III,
18 Así R Schnackenburg, III, 35, con referencias en su apoyo Ex 19, 20,
57, IV, 456) La lectura aclaratoria que conservamos, aunque menos atestiguada,
24, ls, 34, 2-4
está propuesta por Cnsóstomo y por los manuscritos D 9 a e b r j Tiene la ventaja
19 Cf VTB, 490-492 Sobre la montaña de Dios (ls 2, 2s) está preparado un
de hacer más inteligible la indicación de 6, 23 (cf ¡nfra, 100) Sobre este tema, cf
gran festín (ls 25, 6-10) para todos los pueblos (ls 56, 7, 66, 20) Según san Agustín,
M E Boismard, RB 60 (1953) 359-371, Id , Ev de Jean, 189
«el Señor sobre la montaña es el Verbo en las alturas» (In Jo 24, 3)
15 A diferencia de la región de Betsaida (en la desembocadura del Jordán) y 20 Cf 2, 13, 11, 55, y I, 28 Si la pascua de 6, 4 tenía un valor histórico,
a diferencia de la orilla onental del lago la duración del ministerio de Jesús se alargaría un año más Además, se comprendería
Betsaida difícilmente en ese caso que la fiesta de las tiendas venga tan pronto (7, 1)
21 Asi Wellhausen, Bultmann, Hanchen , a partir de una sugerencia de crítica
textual de Hort Pero el texto está atestiguado en todos los manuscritos, aunque algunos
Cafarnaún w' ,, \ Padres de la Iglesia parecen haber ignorado esta pascua Lo seguro es que resulta embarazosa
P Mar \ para los que queman tenerla en cuenta en una «cronología» de la vida de Jesús
de
{ I ESTE 22 A Guilding, The IV"" Gospel and Jewish Worship, Oxford 1960 Su hi-
\ Tiberíades / pótesis ha sido radicalmente criticada por L Morris, The NT and the Jewish Lec-
Tiberíades \ / tionanes, London 1964. P Borgen la matiza, cf R E Brown, 462s
84 Lectura del Evangelio de Juan 6, 1-15 6, 5-10 El misterio del pan de vida (6 1 71) 85

discurso sobre el pan de la vida, se evocaba en las fiestas pascuales,


La indicación de la cercanía de la pascua (6, 4) podría haber sido
y la lectura sinagogal habría ofrecido el relato del Éxodo que narra el
tan sólo una pausa en el desarrollo del relato, pero el narrador la
acontecimiento, pero esta hipótesis tiene también una base frágil Más
comúnmente, se tiene en cuenta la interpretación eucarística que se relaciona expresamente con la actuación de Jesús «Levantando en-
vislumbra en el relato y se afirma en el discurso la indicación sobre tonces los ojos y viendo » Bajo este signo se pone la iniciativa que
la pascua evocaría el marco de la cena23 Sin embargo, cuando narra va a tomar Jesús
la última cena de Jesús, Jn ignora la institución del sacramento La expresión «levantar los ojos»24, si no va seguida de «hacia
Por eso nos atrevemos a proponer otra hipótesis que se apoya el cielo», no introduce en una oración, sino en un determinado
en el propio texto La pascua que se menciona todavía no ha llegado, «ver» Jesús sentado en la montaña fija su mirada en la gente que
está «cerca» Esta fórmula sólo aparece en otros dos pasajes de Jn se acerca En 4, 35 los discípulos tenían que «levantar los ojos y
el episodio en que Jesús, frente al templo, anuncia su muerte-re- ver» los campos listos para la cosecha, es decir, a los samantanos
surrección (2,13 20s) y aquel en que los judíos y los fariseos desean acercándose a Jesús, aquí, el mismo Jesús contempla la multitud
acelerar su arresto (11, 55-57) Si se mantiene la fórmula análoga que avanza, ¿distingue en ella a todos los hombres que, elevado de
«antes de la pascua», se encuentra mediante un vínculo con la muerte la tierra, tendría que atraer hacia sí (12, 32) 9 Sin razón aparente,
de Jesús, la mención de su sepultura (12, 1 7) y la de su paso de expresa su deseo de proporcionar pan a toda aquella gente, en la
este mundo al Padre (13, 1) ¿Por qué iba a ser una excepción el continuación del texto, el pan significará el don de su persona25 A
v 6, 4 9 Queda por verificar, leyendo el capítulo, la validez de esta diferencia de los sinópticos, no hay ninguna situación crítica en la
hipótesis que vincularía entonces la mención de la pascua cercana presentación de nuestro relato cuando la gente se acerca en pleno
con la evocación, en el texto, de la muerte de Jesús día (cf 6, 16), Jesús manifiesta la intención de darles de comer,
no ya al caer de la tarde de un día en que estuvo predicando lar-
gamente y curando a los enfermos26 El relato presenta ante todo a
La preparación del banquete maravilloso (6, 5-10) Jesús como donante generoso ante la multitud, su gesto, gratuito,
depende de la mirada que ha dirigido sobre ella
Todas las versiones del episodio introducen un suspense ¿qué
hacer para dar de comer a tanta gente9 En Jn, es el mismo Jesús el
que crea este suspense Parece reaccionar como Moisés, cuando se
5 Levantando entonces los ojos y viendo que un gentío nu- quejó a Yahvé «¿De dónde (pothen) tendría yo carne para dar a todo
meroso venía hacia él, Jesús dijo a Felipe: «¿De dónde com- este pueblo9» (Núm 11, 13) Pero aquí Jesús le plantea esta pregunta
praremos panes para que coman estas gentes?». 6 Decía esto a Felipe, implícitamente, subraya la imposibilidad para el hombre de
para ponerlo a prueba, porque él sabía lo que iba a hacer. procurarse el «verdadero» pan En efecto, el evangelista evoca aquí
7 Felipe le respondió: «Doscientos denarios de pan no bas- de otra forma la Esentura A primera vista, la pregunta del v 5 equivale
tarían para que cada uno reciba un pequeño trozo». 8 Uno a la que plantean los discípulos en Mt 15, 33 («¿De dónde nos vendrá
de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le en el desierto suficiente pan 9 »), pero se formula de manera distinta,
dijo: 9 «Hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada queriendo poner a prueba a los discípulos Aunque el acento recae en
y dos pececillos; ¿pero esto qué es para tan gran número?». la finalidad — [que la gente coma y pueda vivir' —, el verbo «comprar»
10 Jesús dijo: «Haced echarse a la gente». Había mucha extraña en labios de Jesús que, según el relato de Mt 14, 15, evitó
hierba en aquel sitio. Los hombres se echaron entonces, en esta palabra y rechazó semejante solución Se comprende que Felipe
número de unos cinco mil.
24 Esta expresión es clasica en la Biblia Gen 13, 14, 1 Cron 21, 16, Is 60,
4, Zac 2, 1, Mt 17, 8, Le 6, 20, 16, 23
25 Cf 6, 51 Nuestro pasaje hace pensar en una secuencia análoga en Jn al
saber que algunos griegos habían subido a Jerusalen para la pascua y que querían
23 « para sugerir que la pascua de los judíos sena sustituida en adelante poi verlo, Jesús declara que ha llegado la hora de su «glorificación» y habla del grano
la pascua cristiana» (Lagrange, 161) Cf R E Brown, 447 y 454-455, B Lindars de trigo que, si muere, da mucho fruto (12, 20-24)
26 Mt 14, 14s, Me 6, 35s, Le 9, l i s
86 Lectura del Evangelio de Juan 6, 1-15 6, 5-10 El misterio del pan de vida (6, 1-71) 87

se dejara engañar por los términos de la pregunta y permaneciera en Elíseo los panes de cebada son más bien un «pan de primicias», es
el plano del dinero hablando de los denarios necesarios para la compra decir, hecho con lo recién cosechado para servir de ofrenda litúrgica,
exigida, como si el don de la vida fuese de orden cuantitativo («un como gesto de gratitud por la liberalidad divina (Lev 23, 17; cf. Ex
pequeño trozo»). ¿No debería haber interpretado las palabras de Jesús 23, 19). En la base de la transformación realizada por Jesús se
de manera metafórica, dada su familiaridad con la Escritura? Israel encontraría entonces un pan salido de la tierra (Job 28, 5), que es
había utilizado los mismos términos: también un pan ritual. En las bodas de Cana, el agua de la fuente
sirve para la purificación de los judíos antes de convertirse en el
Aunque no tengáis bastante dinero, ( venid (a mí)' vino de la alianza dado por Jesús30; aquí el pan con que Jesús
Comprad trigo y comed, (gratuitamente1 (Is 55, 1).
alimenta a la gente ¿no estará relacionado a la vez con la creación
y con la liturgia de Israel?
En el contexto de este pasaje de Isaías, bajo la imagen del alimento
Los pececillos (opsária) sugieren que se trata de un verdadero
concedido gratuitamente, Yahvé invita a Israel a buscar lo que ver-
banquete, en el que se añade al pan seco algún otro manjar31. Aunque
daderamente sacia, su palabra que hace vivir, y le promete su alianza
se mencionan también en el v . l l , no pertenecen sin embargo al
eterna27. Con la pregunta que propone, Jesús quiere abrir el espíritu
sobrante que Jesús mandará recoger por los discípulos32. En cuanto
del discípulo a lo que simboliza el alimento según la tradición sa-
a las cifras 5 y 2, es inútil atribuirles un valor simbólico: subrayan
piencial que refleja el texto de Isaías. La respuesta adecuada se la dará
simplemente la pequenez de lo que sirvió a Jesús para alimentar a
a Jesús Simón Pedro, cuando le diga: «Señor, ¿a quién iríamos? Tú
un gentío calculado en 5.000 hombres.
tienes las palabras de la vida eterna» (6, 68)
El diálogo esbozado con los discípulos acaba pronto. Jesús les
Entretanto, el evangelista se encarga de instruir al lector: a dife- ordena hacer que «se eche» (anapíptó) la gente, o sea, que la inviten
rencia de un Moisés inquieto, Jesús «sabía lo que iba a hacer». Se a sentarse a la mesa33. El narrador se preocupa de precisar que,
piensa espontáneamente en el poder de aquel que va a multiplicar los según la costumbre de las comidas en común, los hombres se re-
panes; pero limitarse a eso sería quedarse en la superficie del texto: clinaron; más adelante, un término semejante sirve para designar a
el «hacer» de Jesús no se detendrá en el prodigio, sino que incluye el los «convidados» (anakeiménoi: 6, 11). Jesús no se contenta con
signo contenido en el milagro: para que la multitud tenga vida, Jesús distribuir el alimento, sino que preside en la mesa a una comunidad.
dará mucho más que unos panes maravillosos, no sólo las palabras ¿A qué viene la mención de la hierba abundante en aquel sitio?
que ha oído del Padre, sino su propia persona a través de la muerte. Probablemente, Jn no pretende evocar tan sólo un recuerdo de orden
Al decir que para tanta gente se necesitarían más de 200 denarios28 histórico. Al estar familiarizado con el libro de Isaías, es posible
y al subrayar la insuficiencia de los 5 panes y 2 peces, Felipe y Andrés relacionar en él la oposición literaria de los dos alimentos (el que
ponen de relieve la grandeza del milagro, como en los sinópticos. Jn perece y el que permanece: 6, 27) con la oposición isaiana de la
ofrece dos detalles inéditos —el «muchacho» y los panes «de ceba- hierba que se seca y la palabra de Dios que permanece (Is 40, 7)34.
da»— que se explican a partir del relato de los panes multiplicados
por Elíseo en favor de los habitantes de Guilgal, víctimas del hambre:
a un «muchacho» (paidárion), el servidor del profeta, le llevan «veinte
panes de cebada» (2 Re 4, 38.42). 30 Cf I, 188-190
Los panes de cebada son sin duda el alimento de los pobres29, 31 Opsárwn acabó designando a los «pececillos» que acompañaban a la galleta
pero aquí no hay ningún indicio en este sentido. En el relato de o al pan La palabra se deriva de ópson, comida hecha de legumbres, de cebollas
o de peces (cf Tob 2, 2, Jn 21, 9 13)
32 Tampoco se mencionarán en 6, 23, cuando el signo sea identificado con
27 Is 55, 1-3 , cf Jn 6, 27 «el pan bendecido por el Señor»
28 Un denano corresponde al jornal de un obrero del campo (cf Mt 20, 2), 33 Traducimos anthrópoi por «gente» y ándres por «hombres» E Delebec-
200 denarios tienen el valor de seis meses de trabajo que, Evangüe de Jean, París 1987, 160 185 traduce «Hacedles ponerse como a la
29 La cebada es más barata que el tngo (cf 2 Re 7, 1 16, Ap 6, 6), más mesa», de hecho, la gente se dispone para comer, es decir, se echan en el suelo
temprana que el tngo, puede ser la primera cosecha ofrecida en primicia (Lev 23, 34 Esta relación ha sido propuesta por F W Young, ZNW 46 (1955) 230,
9-14) Es también cebada lo que desgrana Rut, según una historia en la que debió en un estudio sobre las relaciones que tienen Jn e Isaías No basta con recordar las
inspirarse el evangelista (cf infra, 90, n 41) menciones sinópticas de la hierba (verde) en Mt 14, 19, Me 6, 39
88 Lectura del Evangelio de Juan 6, 1-15 6, 12-13 El misterio del pan de vida (6, 1-71) 89

El banquete (6, 11) en torno a una mesa en la que Jesús es el único que da de comer.
Con este rasgo eminentemente simbólico que le es propio38, el na-
rrador deja vislumbrar con claridad el misterio figurado en el milagro
de los panes.
11 Entonces Jesús tomó los panes y, después de dar gracias,
los repartió a los convidados; también hizo igual con los Lo que sobra de los panes (6, 12-13)
pececillos, tanto como querían.

12 Cuando estuvieron saciados, dijo a sus discípulos: «Reu-


Lo mismo que en las bodas de Cana, el milagro tiene lugar sin nid lo sobrante de los trozos, para que ninguno se pierda».
que se pronuncie ninguna palabra de poder y sin que se describa el 13 Los reunieron, pues, y llenaron doce canastos con los
proceso de la transformación, en este caso de unos panes y unos peces trozos procedentes de los cinco panes de cebada, que habían
en una cantidad que satisface plenamente a cinco mil hombres: «tanto quedado de lo que habían comido.
como querían». La acción, tanto en Jn como en los sinópticos, coincide
con el gesto ordinario por el que el padre de familia israelita sitúa el
alimento de los suyos en la relación que une al hombre con Dios y
procede luego a su distribución. El relato sinóptico culminaba hablando de la satisfacción de los
El rito inaugural del banquete puede indicarse con los verbos «ben- comensales: «Comieron todos y se hartaron»; Jn menciona tan sólo
decir» o «dar gracias»35; Jn ha preferido el segundo, que evoca para de pasada este hecho, para introducir una orden de Jesús, seguida de
el lector cristiano la acción eucarística de la última cena36. Si el gesto su ejecución y de su resultado. Este desplazamiento de acento tiene
de partir el pan, presente en los sinópticos, no se menciona en Jn, se que llamar la atención del lector. En los textos paralelos, la mención
puede considerar, sin embargo, que está implícito por la distribución de los restos del banquete confirma la amplitud del milagro39. En Jn,
que hace Jesús. este elemento subsidiario adquiere una importancia mayor en virtud
Hay otra omisión más notable respecto a las versiones sinópticas: de la orden de Jesús: «Reunid lo sobrante...». Así pues, en nuestro
Jesús no levanta los ojos al cielo, como si pidiera al Padre el pan texto no es la gente la que espontáneamente «recoge» (airó) los trozos
milagroso37. No cabe duda de que este don se realiza en su comunión restantes, sino que los discípulos los «reúnen» (synágo) por orden de
con el Padre, pero significa el amor del mismo Jesús a los suyos (13, 1). Jesús, para que «ninguno se pierda». Sorprende esta orden, relativa a
En su discurso declarará: «El pan que yo daré es mi carne para la vida lo que parece un detalle sin importancia. Es verdad que una norma
del mundo» (6, 51). judía prescribe que no se malgaste el alimento40, pero ¿podemos que-
darnos en ella?
De hecho, el evangelista continúa mostrando que Jesús distri-
buye personalmente el alimento a los convidados. En los sinópticos Conviene recordar el relato de Elíseo: «Así habla Yahvé: 'Se
son los discípulos los que realizan esta tarea, enseñándoles entonces comerá y quedarán restos'... Comieron y quedaron restos, según la
Jesús a repartir el pan de la palabra y de la eucaristía; por eso, sus palabra de Yahvé» (2 Re 4, 43s). Pues bien, más que de un «resto»
relatos adquieren una dimensión eclesial que no se recoge en Jn, o (lo que queda todavía tras la desaparición de un todo), se trata
mejor dicho, que se deja adivinar en Jn de otra manera, a través de propiamente en Jn de un «sobrante» (lo que se encuentra además
la reunión de una multitud de hombres que se convierten en invitados de un todo): a una cosa que, desde cierto punto de vista, estaba ya
completa (las gentes comieron hasta saciarse) se le viene a añadir
otra cosa, completa de nuevo en sí misma, como sugiere también
35. El relato de la primera multiplicación utiliza eulogéo (Mt 14,19=Mc 6,41 =
Le 9, 16), mientras que el de la segunda tiene eukharistéo (Mt 15, 36=Mc 8, 6).
36. Con el verbo eukharistéo (6, 11.23) 38. Cf. nuestros Estudios de Evangelio, Madrid 21982, 228-231.
37. Mientras que lo hará inmediatamente antes de devolver la vida a Lázaro 39. Mt 14, 20 (y 15, 37)=Mc 6,43 (y 8, 8)=Lc 9, 17.
(11,41). 40. Cf. E. D. Johnston, NTS 8 (1962) 153ss, donde se cita M. Berakot 6, 4.
90 Lectura del Evangelio de Juan 6, 1-15 6, 14-15 El misterio del pan de vida (6, 1-71) 91

la cifra 12, tradicional41. Gracias a la palabra de Jesús, se ve que evocar entonces igualmente una dimensión cultual, que subrayaría muy
no se trata sólo de subrayar la sobreabundancia del don, sino de acertadamente la interpretación eucarística.
sugerir su sentido. Finalmente, el sentido escatológico del don sobreabundante de
Se han propuesto dos interpretaciones principales de lo que se Jesús podría verse iluminado por otra relación: según una tradición
presenta en Jn como un elemento esencial, ligado estrechamente al rabínica, Rut recogió «para la edad futura»43 una parte de lo que había
prodigio a través de una nueva mención de los cinco panes de cebada. cosechado tras la siega de la cebada.
La primera interpretación, que tiene en cuenta el verbo «no perder»
(me apólétai), remite a una frase del discurso en que Jesús opone dos
tipos de alimento: Jesús ante la reacción de la gente (6, 14-15)
Obrad, no por el alimento perecedero, sino por el alimento que permanece
para (ser) vida eterna, la que os dará el Hijo del hombre (6, 27).
14 Entonces las gentes, al ver el signo que había hecho,
La finalidad que busca Jesús a través del signo de los panes no es decían: «Este es verdaderamente el profeta que ha de venir
saciar el hambre física, sino dar la vida divina que el Padre le encargó al mundo». 15 Entonces Jesús, sabiendo que iban a venir y
dar a los hombres. Lo sobrante, al evitar que se pierda, simboliza ese a apoderarse de él para hacerlo rey, se retiró más allá en la
otro alimento que permanece incorruptible; o mejor dicho, puesto que montaña, solo.
se trata de los mismos panes, simboliza el aspecto incorruptible del
alimento que da Jesús. A partir de lo efímero nos orienta hacia lo que
es la fuente permanente de vida, conduciendo a una interpretación
espiritual del signo que ha realizado Jesús. El relato del signo de los panes no termina con la indicación sobre
La segunda interpretación se basa en el tema del maná, desarrollado las sobras. Como en los otros dos signos de Cana y del episodio de
en el discurso, pero ya implícito en el relato: lo sobrante manifiesta Jesús en el templo, el narrador señala la reacción de los testigos: allí
el contraste entre el pan que Jesús da y el alimento recibido en el interpretan el signo44, aquí —caso único en Jn en un relato de milagro—
desierto. Los hebreos habían comido también hasta saciarse (Ex 16, el taumaturgo es aclamado por la gente.
3), pero el maná se pudría cuando se conservaba lo restante. El pan Al proclamar que Jesús es el profeta, la gente reconoce en él no
de Jesús, por el contrario, está destinado a permanecer: ¿acaso no solamente a un profeta, sino al personaje prometido por Dios que sería
simboliza la palabra de revelación o el don eucarístico? semejante a Moisés45; su carácter escatológico se subraya además con
El mismo capítulo del Éxodo señala, sin embargo, dos excepciones
al carácter perecedero del maná: Dios ordena que se reserve una parte relatos de la «asamblea» litúrgica: Did. 9, 4; / Clem. 34, 7; Ignacio, Polyc. 4, 2.
de maná la víspera del sábado para el día siguiente (Ex 16, 23); ordena Pero esta relación no basta para fundamentar la interpretación según la cual la
además llenar de maná una vasija que, puesta junto al arca, atestigüe recogida de los trozos simbolizaría aquí la reunión del pueblo en la Iglesia (Jn 17,
ante las generaciones futuras que el Señor alimentó a su pueblo por 11); cf. C. H. Dodd, Trad. hist., 213, que se opone a esta relación.
el desierto (Ex 16, 32-34). Las sobras que Jesús ordena reunir42 podrían 43. D. Daube, o. c, 47, cita el Talmud de Babilonia: Shab. 113b. Rut comió
(para este mundo), se sació (para los días del Mesías) y le quedó aún algo sobrante
(para la edad venidera). El verbo synágo, también aquí, traduce en los LXX el
41. Cf. Mt 14, 20 par. Ha sido D. Daube quien ha mostrado la función de las «desgranar» de Rut 2, 2.7.
sobras (NT and Rabbinic Judaism, London 1956, 36-51). Ha aprobado esta inter- 44. Jn 2, 11.17; 4, 53. Los sinópticos, que se preocupan ordinariamente de la
pretación C. H. Dodd, Interpretación, 334s, nota 4; Trad. hist., 213. Según Daube, aclamación del taumaturgo por los espectadores, no señalan en nuestro episodio
el sobrante manifiesta en la Biblia la generosidad sobreabundante de Dios, tanto en ninguna reacción de la gente, hasta el punto de que cabe preguntarse si se dieron
la multiplicación de los panes por Elíseo (2 Re 4, 44) como en la historia de Rut cuenta de que había habido un prodigio; su tradición no recoge un «relato de mi-
2, 14: «Comió, se sació y todavía sobró», texto en tres miembros, lo mismo que lagro», sino más bien un relato catequético.
el de Me 6, 42. 45. (Moisés le dijo al pueblo:) «Dios os suscitará de entre vuestros hermanos
42. Esta relación está confirmada por el empleo del verbo synágo («reunir») un profeta como yo» (Hech 7, 37), cita expresa de Dt 18, 15 (cf. Hech 3, 22). No
que aparece frecuentemente en el Éxodo. Este término se encuentra también en los ocurre lo mismo con la samaritana cuando habla de un profeta (4, 19; cf. I, 290).
Lectura del Evangelio de Juan 6, 1-15 6, 14-15 El misterio del pan de vida (6, 1-71) 93

el giro joánico: «que ha de venir al mundo»46. En 1, 21.25, «el profeta» Jn un papel decisivo. ¿Encierra el v.15 alguna alusión a la suerte
designa a uno de los tres personajes anunciados en la Escritura, con que aguarda a Jesús? El verbo harpázo, traducido por «llevarse» o
los que los encuestadores querrían identificar al Bautista, siendo los «apoderarse», pero que significa «arrebatar»49, lo confirma a nuestro
otros dos el cristo (o mesías davídico) y Elias. Sus funciones son juicio. Por otra parte, en Jn, Jesús no será ya aclamado de nuevo
diferentes. En Jn, el profeta se sigue distinguiendo del mesías cuando, por el gentío («numeroso») más que al final de su vida pública,
después del anuncio de los «ríos de agua viva», la gente se pregunta inmediatamente antes de su pasión50. El relato joánico sugiere de
y se divide a propósito de Jesús: para unos podría ser el profeta, para este modo lo que va a anunciar el discurso: a través de su muerte
otros el cristo (7, 40s). Jesús se convertirá en el «pan» de la muchedumbre.
Según el anuncio de Dt 18, 15 el profeta tiene que superar a Moisés Cuando lo arresten, Jesús se dejará llevar (18, 12); aquí, se sustrae
como legislador y como intérprete último de la ley; sin embargo, según de un entusiasmo que lo apartaría de su misión.
las esperanzas populares en Palestina en tiempos de la dominación Entonces «se retiró más allá»51 en la montaña, adentrándose en
52
romana, tenía que ser el libertador del pueblo, lo mismo que antes ella , él solo. Esta entrada en la soledad después de la multiplicación
había liberado Moisés a los hebreos de la esclavitud de Egipto; con de los panes se señala también en la tradición sinóptica, pero Jn le da
él se establecería una era de prosperidad. En los siglos I y II algunos un sentido propio. A diferencia de Marcos, que no aduce ningún
caudillos revolucionarios, como Teudas o el Egipcio pretendían ser el motivo para el retiro de Jesús, pero en línea con Mateo y de Lucas53,
profeta esperado. Anunciando que producirían signos análogos a los según los cuales Jesús se aleja de la gente para orar, Jn relaciona la
que la tradición atribuía a Moisés, arrastraban a las turbas a los lugares conducta de Jesús con el proyecto de la gente. El evangelista ha
prestigiosos de la historia de Israel, al Jordán o al desierto. Conocemos traspuesto quizás a esta final la tentación de poder que, según los
su comportamiento, su fracaso a la hora de realizar los prodigios sinópticos54, tuvo que arrostrar Jesús al comienzo de su ministerio.
anunciados y su final muchas veces desgraciado a través del historiador La montaña está asociada bíblicamente a la presencia divina.
Flavio Josefo, su contemporáneo47. Así Moisés ascendió a ella para «subir hacia Yahvé» (Ex 24, 1.15).
El signo de los panes realizado por Jesús evoca en ciertos as- Según la perspectiva joánica, Jesús no está nunca solo, ya que «el
pectos el milagro del maná; la gente deduce de allí la misión «pro- Padre está siempre conmigo»55. ¿No se dará una equivalencia entre
fética» del taumaturgo. Cuando lo encontraron de nuevo en Cafar-
naún, Jesús les reprochará que se quedaron ciegos ante el signo, es 49 Nadie «arranca» las ovejas de la mano del Padre (10, 28s), pero Jesús se
decir, ante el sentido que dejaba atisbar el milagro. En nuestro deja «arrebatar» (18, 12, 19, 16).
relato, la ambigüedad que encierra el apelativo de profeta sólo llega 50 Una turba numerosa aclama al Rey de Israel en el momento de su entrada
a levantarse en el versículo siguiente. Jesús discierne48 en la acla- en Jerusalén (12, 9 12), mientras que los «judíos», poco después, gritan pidiendo
su muerte (19, 15)
mación entusiasta de la gente la derivación del título escatológico 51 El verbo griego anekhoresen, que preferimos con GNT a la lectura feúgei,
hacia un contenido político. Lo que quiere realmente la gente es un es utilizado por Mt para caracterizar el triple «retiro» de Jesús para eludir las
rey, no ya en el sentido religioso que confesaba Natanael (1, 49), asechanzas de Herodes que ha matado a Juan Bautista (14, 13) y para poder fundar
sino en el sentido mundano del término. Pues bien, bajo la forma su Iglesia (16, 4 aquí el equivalente katahpon) Cf Mt 2, 14 22, 4, 12, 12, 15,
inversa de una pretensión atribuida a Jesús, será ese mismo el re- 15, 21 Cf nuestros Estudios de Evangelio, 235-237
proche que le harán los que condenen a Jesús a la cruz (19, 12). 52 Antes de significar «de nuevo», el adverbio griego páhn caracteriza nor-
malmente el hecho de ir «más lejos», «más en profundidad» Cf los diccionarios
En el proceso final, el término «rey» en sentido político tendrá en y L Schenke, TTZ 92 (1983) 192
53 En Me 6, 47 esta indicación contrasta con los discípulos que pasan apuros
46 «El que ha de venir» fórmula mesiámca (Le 7, 19 par), «al mundo» en el mar, a los que Jesús ha obligado a embarcar para que se alejen del lugar del
precisión propia de Jn (11, 27, cf 1,9, 3, 19, 9, 39) prodigio En Mt 14, 23, va ligada al deseo de orar que siente Jesús después del
47 F Josefo, Ant Jud XX, 97,169, Bel Jud II, 261, 6, 286 Cf P W milagro Le 9, 18 no propone ningún motivo para la oración de Jesús en la soledad,
Barnett, NTS 27 (1981) 679-697, R A Horsley, CBQ 47 (1985), W Bittner, Jesu mencionada inmediatamente después de la multiplicación de los panes
Zeichen im Johev , Tubingen 1987, 115-158 54 «El diablo 'Te daré todo este poder con la gloria de estos reinos Si me
48 El profundo conocimiento (ginosko) de Jesús, que Juan señala a menudo adoras, lo tendrás todo entero' Jesús le respondió 'Adorarás al Señor tu Dios, y
(1, 49, 2, 24s, 5, 6 42, 10, 27, 16, 19), se debe, no al hecho de que él sea un theios sólo a él rendirás culto'» (Le 4, 5-8)
anér, sino a la íntima relación que lo une al Padre (10, 14s) 55. Jn 8, 16, 16, 32
94 Lectura del Evangelio de Juan 6, 16-25 6, 16-21 El misterio del pan de vida (6, 1-71) 95

«solo» y «junto al Padre»? Como Jn se cuida de indicar que el Algunos críticos59 han intentado situar en la base de este relato un
episodio tiene lugar en la cercanía de la pascua, es decir, de la hecho que permitiría suprimir su aspecto milagroso. Apoyándose en
fiesta que será la del paso hacia la gloria, se puede pensar que Jesús, la expresión epi tés thalássés (6,19), han deducido que Jesús no habría
caminado sobre el mar, sino «sobre la arena», sentido que puede tener
al retirarse a la montaña, va al encuentro de aquel de quien recibe el texto griego. Sin embargo, es evidente que no se debe aplicar al
la verdadera gloria, que no es la gloria de los hombres, sino la que texto joánico una cuestión extraña a su perspectiva: el relato narra una
tenía Jesús antes de que el mundo fuera y que el Padre le asegurará56. ruptura con el marco habitual de este mundo —la superación de un
Esta gloria la va a manifestar muy pronto Jesús caminando sobre límite que se considera insuperable—, no para asombrar al lector, sino
las fuerzas adversas del mar para hacerse de nuevo presente a los para orientarlo hacia el misterio que se significa a través del aconte-
suyos. cimiento llamativo. No cabe duda de que el relato joánico refleja una
experiencia de los primeros cristianos, la de la presencia del Señor en
su comunidad. De esto no se sigue, sin embargo, que el relato sea
una «pura creación cristológica», sin ningún fundamento en la realidad.
JESÚS SE REÚNE CON LOS DISCÍPULOS Y CON LA GENTE (6, 16-25)

El relato de la «marcha sobre el mar» (6, 16-21) parece interrumpir


la secuencia que forman el signo de los panes y el discurso sobre el 16 Cuando llegó el atardecer, sus discípulos bajaron al mar
pan de la vida57. De hecho, sin embargo, se integra muy bien en la 17 y, subiéndose a una barca, iban al otro lado del mar, a
progresión del capítulo, ya que conduce a la reunión de los actores Cafarnaún. Y ya se había hecho oscuro y Jesús no había
que se habían separado momentáneamente. Por eso conviene no di- venido todavía a ellos. 18 El mar se levantaba al soplo de
un fuerte viento. 19 Entonces, después de remar unos vein-
sociarlo del reencuentro de Jesús con la gente (6, 22-25), teniendo
ticinco o treinta estadios, ven a Jesús andar sobre el mar y
además en cuenta que la extraña pregunta «¿Cuándo has llegado aquí?»
acercarse a la barca. Y tuvieron miedo. 20 Pero él les dijo:
(6, 25) es, según el estilo de Jn, una constatación de un acontecimiento «¡Yo soy! ¡Dejad de tener miedo!». 21 Entonces querían
misterioso. acogerlo en la barca, cuando de pronto la barca se encontró
¿Cómo caracterizar este acontecimiento? El título habitual, «Jesús en la orilla adonde se dirigían.
camina sobre el mar», induce a un error de perspectiva sobre el género
literario del texto: al pensar en un «relato de milagro», el lector se
preocupa del prodigio, siendo así que propiamente se trata de una
«epifanía»58, que se realiza de esta forma milagrosa, de Jesús a los El milagro de los panes dados con esplendidez acabó con el retiro
de Jesús en la montaña. Hasta este momento, los discípulos habían
suyos. El relato quiere manifestar cómo la separación que había tenido
estado con él frente a la gente; incluso después del milagro, el narrador
lugar entre los discípulos y aquel que se había retirado a las alturas no los ha asociado al entusiasmo colectivo. Separados ahora de Jesús,
no ha sido más que provisional o incluso meramente aparente. A se embarcan en dirección a Cafarnaún. ¿Por qué? En contra del relato
diferencia de los relatos paralelos de Mateo y de Marcos, el texto sinóptico, no es Jesús el que los obliga a pasar a la otra orilla (Me 6,
joánico no presenta la intervención maravillosa de Jesús en función 45 par); no se da ninguna motivación de su marcha, a no ser indirec-
de salvar a los discípulos; el elemento tradicional de la tempestad no tamente con la indicación «cuando llegó el atardecer», que podría
pertenece en Jn más que a la presentación del episodio. sugerir que habían estado esperándolo inútilmente. Otra indicación va
en el mismo sentido: «Jesús no había venido todavía60 a ellos»; es
56. Jn 12, 28; 17, 5; cf. 2, 11.
57. Estudio de conjunto de J. P. Heil, Jesús Walking on the Sea, Rom 1981. 59. La sugerencia de B. Weiss, y luego de J. H. Bernard (I, 186), recogida
Cf. supra, 74s y 80, n. 7. favorablemente por A. Nisin, Histoire de Jésus, París 1961, ha sido formalmente
58. Entre los géneros de relatos de milagro, G. Theissen distingue las «epi- criticada por R. Bultmann, 159.
fanías»; éste es el caso en que se aparece una divinidad no solamente a través de 60. Al referir que Jesús no «vino» a los suyos, Jn utiliza el perfecto elélythei,
sus obras, sino en su misma persona. Este tipo de relato se contradistingue de los frecuente para indicar la presencia de Jesús entre los hombres (3, 2; 5, 43; 7, 28;
«salvamentos» (cf. Los milagros de Jesús, 297, n. 25). 8, 42; 12, 46; 16, 28; 18, 37). Cf. 1. de la Potterie, Venté, 102.
96 Lectura del Evangelio de Juan 6, 16-25 6, 16-21 El misterio del pan de vida (6, 1-71) 97

verdad que esta observación se presenta un poco tarde en el desarrollo infranqueables, el mar sigue siendo en la Biblia el terreno y el símbolo
del relato, cuando ya están embarcados los discípulos; pero, con este de las potencias malignas, de las que sólo Dios triunfa67, especialmente
retraso, se da mayor realce a la ausencia de Jesús. El lector entra en de la muerte: ¿no se considera a veces el abismo como muy cercano
el pensamiento de los discípulos: al verse solos, dependiendo de ellos al sheolT*. El antiguo testamento no contiene ningún episodio que
mismos, quedan en suspenso ante la vuelta de aquel que los ha dejado. nos hable de un hombre caminando sobre el mar; pero dice de Yahvé:
Esta segunda indicación es una clave para ver la perspectiva del relato
joánico, en donde todo gira en torno a la ausencia-presencia de Jesús. El solo ha hollado las alturas del mar (Job 9, 8).
Todos los detalles narrativos convergen en describir la soledad que En el mar trazaste tu camino,
experimentan los discípulos. El verbo «bajaron» (6, 16) contrasta con tu paso en las aguas profundas,
el movimiento ascensional que sugiere, en el versículo anterior, la y nadie pudo conocer tus huellas (Sal 77, 20. cf. Is 5 1 , 10).
retirada de Jesús a la montaña. Al «atardecer» se añade la «oscuridad»
(skotíáf1, imagen de las tinieblas interiores en que se encuentran los Así viene Jesús. No porque haya visto desde la orilla a sus dis-
discípulos sin su maestro. Tendrán que remar unos cinco o seis ki- cípulos bregando con sus remos contra el viento, como dice Me 6,
lómetros. Situación más delicada todavía por el hecho de que el mar 48. En Jn son los discípulos los que «ven»69 a Jesús acercarse a la
«se levantaba» (diegeíreto) al soplo de un fuerte viento62. Pero, a barca. Por tanto, el acontecimiento es la presencia, una presencia
diferencia del relato sinóptico que desemboca en el apaciguamiento epifánica, que al estar fuera de todo lo previsto no tiene más finalidad
del viento por Jesús (Me 6, 51 par) y presenta así un milagro de que ella misma, y en donde se vislumbra la condición sobrehumana
salvamento, en Jn no vuelve a hablarse de la borrasca. de aquel que se manifiesta. «Y tuvieron miedo», no ya porque creyesen
que estaban ante un fantasma70, sino ante una aparición numinosa,
Se ve algunas veces en este cuadro la situación amenazada de la como en las teofanías bíblicas.
Iglesia a lo largo de la historia, pero este simbolismo, válido para el
Jesús disipa el temor71 de los discípulos diciéndoles: «¡Yo soy!
relato sinóptico de la tempestad calmada63, no conviene a un texto en ¿Dejad de tener miedo!». Muchos autores opinan que el evangelista
el que Jesús no calma las olas y en donde, además, la navegación atribuye ya a Jesús la proclamación divina. Yo soy, como en 8, 58.
acaba enseguida. En Jn, la situación nocturna de los discípulos evoca Es verdad que el tenor es el mismo en griego (Egé eimi), pero en
más bien la soledad en que se encuentra la comunidad después de la el nivel del relato conviene leer aquí ante todo la afirmación de que
muerte de Jesús64. se trata realmente de Jesús, el maestro familiar. No solamente
La borrasca tiene, sin embargo, una función en el relato. Sería
ingenuo pensar que su descripción sirve para destacar la dificultad
para Jesús de caminar sobre las olas65. Inspirándose en modelos
bíblicos66, orienta en otro sentido: subraya el carácter terrible que tiene 67 Para hacer que se cumpla su designio, Dios triunfa sobre el mar, bien en
siempre el mar para los hebreos. Aunque el Creador le ha fijado límites la creación (Is 51, 9s), bien para liberar al pueblo hebreo (Ex 14-15), y finalmente
en el combate escatológico (Dan 7, 2-7) Cf VTB, 442s Son numerosos los textos
que celebran el poder de Yahvé, que se muestra en el dominio de las grandes aguas
61 Skotía designa las tinieblas que no lograron apagar la luz (1, 5), pero que (Sal 29, 3, 65, 8, 89, 10, 93, 3s)
siguen amenazando con envolver a los hombres (12, 35), sin embargo, no rodean 68 Cf Jon 2, 6s, 1 QH 6, 24, Me 5, 13, Ap 20, 13, 21, 1
nunca a los que se ponen a seguir a Jesús (8, 12, 12, 46) 69 A diferencia del verbo griego horáó, utilizado para decir en sentido débil que
62 Fenómeno frecuente en el lago de Tiberíades los galileos habían «visto» el signo hecho por Jesús (6, 14), Jn utiliza aquí el verbo
63 Cf nuestros Estudios de Evangelio, 145-175 theóréo, que podría indicar un ver «escrutador» (cf C Traets, Voír Jesús et le Pére
64 A Richardson ha relacionado muy oportunamente la situación que aquí en luí, Rome 1967, 39-52), teniendo en cuenta el tiempo del verbo y su contexto Por
se describe con la de los discípulos a los que va a dejar Jesús (cf el discurso de otra parte, se trata en este lugar de un «ver» en la oscuridad de la noche
despedida) The Miracle Stories, London 1941, 117s 70 Cf Me 6, 49, que menciona además los «gritos» de los discípulos
65 Aunque esto es lo que declara J P Heü, Jesús Walkrng on the Sea, 77s 71 «Cuando atravieses las aguas,
66 «Sin embargo, los hombre remaban para alcanzar la tierra firme, pero en mo temas'
vano, el mar cada vez más agitado se desencadenaba contra ellos» (Jon 1, 13) Cf Yo estare contigo ,
también Sal 107, 23-30 La descripción de la tempestad en el mar es muy frecuente porque soy el Señor tu Dios.
en la Biblia y en la literatura judía antigua No temas, porque yo estoy contigo» (Is 43, 1-5)
98 Lectura del Evangelio de Juan 6, 16-25 6, 16-21 El misterio del pan de vida (6, 1-71) 99

esta palabra se pronuncia en el contexto de un encuentro que anula la al patriarca Neftalí, en donde se señala: «La casa (de Jacob) tocó
separación, y no solamente recoge el texto sinóptico en donde Jesús tierra sin estorbo»? Pudiera ser, pero esta relación es muy tenue,
dice lo mismo («¡Yo soy!», Me 6, 50 par) sino que la reacción de los ya que falta lo esencial: el carácter repentino. La barca de Jacob no
discípulos no va más allá de la constatación del reconocimiento: «Que- toca tierra más que «cuando se hubo calmado la tempestad», so-
rían acogerlo en la barca». No se trata todavía de la confesión de fe,
reservada para el final del capítulo (6, 68s). Una revelación inmediata lución feliz pero lógica. En cuanto a la reunión milagrosa de la
de la divinidad, ¿no habría provocado la reacción inversa (cf. Le 5, tripulación que se había dispersado, tiene lugar en este texto después
8)? Dicho esto, lo cierto es que la venida de Jesús caminando sobre de la llegada al puerto75, y no antes.
el mar es bíblicamente una epifanía de su divinidad y que el evangelista Jn ha transformado la tradición sinóptica que desemboca también
puede insinuar en ese Ego eimi, destinado al reconocimiento, todo el en un segundo prodigio: el viento cesa una vez que Jesús ha subido
augusto significado de una palabra de revelación72. a la barca de los discípulos (Me 6, 51 par). En Jn lo que anula es
Volvamos al comportamiento de los discípulos ante Jesús. El verbo el espacio del mar: la barca llega enseguida a la orilla. Y esto por
lambánó, que significa o «recibir» o «tomar», tiene de ordinario un el poder divino, sin que Jesús tenga que subir a bordo76: ¿es que el
sentido positivo en el cuarto evangelio; por eso lo hemos traducido, ser sobrenatural que se manifiesta en una epifanía desaparece apenas
joánicamente, por «acoger»73. Algunos críticos ven en él el matiz de ha entregado su mensaje, en este caso el mensaje de su presencia
«apoderarse», como si los discípulos, después de la gente, quisieran a los discípulos? Diríamos más bien que la razón es distinta: la
hacerse con Jesús, pero el contexto contradice esta interpretación. Jesús presencia del que pisa el mar es de un orden diferente al de la
no entra ciertamente en la barca, pero no se dice nada de que se proximidad física ordinaria; es presencia de un ser de arriba («¿y
retirase, como en 6, 15. La solución es muy distinta, y favorable a si vierais al Hijo del hombre subir a donde estaba antes...?», 6,
los discípulos. 62), una presencia no material, sino espiritual (6, 63).
El lector habrá observado la sobriedad del relato; podríamos decir ¿El final del relato se refiere a pesar de todo a un salvamento?
que es un relato silencioso. La venida de Jesús caminando sobre el Hemos de matizar la respuesta. En la medida en que el mar y el
mar se señala con un mínimo de palabras, así como la reacción de los viento levantado representan una situación amenazadora, la tierra
discípulos. No menos conciso es el final: representa el lugar contrario, el lugar en donde el hombre recobra
la seguridad. Más profundamente, es en el mismo instante en que
los discípulos están dispuestos a acoger a Jesús cuando «la barca
21 ... de pronto la barca se encontró en la orilla adonde se toca tierra en la orilla adonde se dirigían»: ¿no significa esto que,
dirigían. al reconocer a Jesús, pasan inmediatamente del terreno de la muerte
al de la vida? De este modo, se ven «guiados al puerto de sus deseos»
(Sal 107, 30).
La navegación termina como en un sueño o como en una escena
surrealista74. ¿Se inspira Jn en el relato apócrifo de una visión atribuida

72. Como sugiere el «dejad de tener miedo», clásico en los relatos de teo-
fanías (Gen 15, 1; 46, 3; Le 1, 13.30). Cf. infra, 237s, sobre la fórmula Ego
eimi (8, 58). Entre los que leen aquí una manifestación de la divinidad, cf. R.
Schnackenburg, J. Blank. Contra esta interpretación, cf. J. P. Heil, Jesús Walking 75. Cf. Testamento de Neftalí 6, 1-10, de los que reproducimos aquí 6, 9-10:
on the Sea, 79s. «Cuando se aplacó la tempestad, la construcción tocó tierra sin problemas. Y he
73. «Welcome», traduce E. A. Abbott, Johannine Vocabulary, 1905, n. 1721 g. aquí que vino nuestro padre y nosotros nos alegramos todos con un solo corazón».
Se acoge al Logos (1, 12), a Jesús (5, 43), su testimonio (3, U.32s; 12, 48; 17, 8), 76. Juan Crisóstomo se muestra muy atento a este prodigio, sin duda para no
a sus enviados (13, 20), a Dios en persona (13, 20). La palabra se convierte entonces confundir a Jn con los sinópticos, según los cuales Jesús subió a la barca; al obrar
en casi sinónimo de pisteúd (cf. R. Bultmann, 51, nota 6). La situación es muy así, Jesús «hizo el milagro (de la marcha sobre el mar) más grande todavía» (Hom.
distinta de la de Me 6, 5ls (asombro por falta de inteligencia de los discípulos) y in Jo. 43, 1: PG 59, 246). Por su parte, Orígenes, comentando Prov 30, 19: «Y los
de la de Mt 14, 33 (adoración). senderos del barco que cruza el mar», subraya que la barca no lleva a Jesús (PG
74. R. A. Whitacre, Johannine Polemic, Chico 1982, 128. 13, 33).
100 Lectura del Evangelio de Juan 6, 16-25 6, 22-25 El misterio del pan de vida (6, 1-71) ]0]

de «al día siguiente» ¿se refiere al día de la llegada de los discípulos


o al del episodio de los panes? El plural «vieron» es posible detrás de
22 Al día siguiente, la turba que se había quedado al otro
«la turba», pero resulta sorprendente, sobre todo si se piensa que en
lado del mar... vieron que no había allí más que una sola
el v. 24 está el singular «vio». ¿Cuál es esa flotilla que aparece entonces
barca y que Jesús no había entrado en el barco con sus
discípulos, sino que sólo habían partido sus discípulos. para transportar a tanta gente? Finalmente, se puede señalar el empleo
23 Pero llegaron unas barcas de Tiberíades, junto al lugar de un lenguaje cristiano: el lugar adonde llegaron las barcas está junto
donde se habían comido el pan después de que el Señor dio a aquel «en donde se había comido el pan (no los panes), después de
gracias. 24 Así pues, cuando el gentío vio que Jesús no estaba que el Señor (no Jesús) dio gracias (eukharistésantos)». Sea de ello
allí ni tampoco sus discípulos, subió a las barcas y vino a lo que fuere, se impone una evidencia: la gente sabe que Jesús no ha
Cafarnaún, buscando a Jesús. 25 Y habiéndolo encontrado viajado con sus discípulos en la única barca disponible. Puesto que
al otro lado del mar, le dijeron: «Rabí, ¿cuándo has llegado los v. 24-25 bastarían para conocer lo sucedido, volvamos al texto
aquí?». simplificado.
La pregunta, planteada en un griego embarazoso79, manifiesta una
extrañeza: la gente está desconcertada, después de haber creído que
podía dominar la identidad de Jesús (6, 14) y de haber intentado
El relato no termina con el desembarco de los discípulos en Ca- «apoderarse» de él; perseverando en la búsqueda de aquel Jesús que
farnaún, ya que concierne también a la gente que había recibido de había saciado su hambre, lo interroga, como si hubiera percibido en
Jesús un pan sobreabundante; es lo que nos recuerda discretamente el aquel hombre algo que se le escapaba. Sin embargo, detrás del asombro
texto en el v. 23 al mencionar el sitio en que se había comido pan.
de la gente podría leerse la misma actitud posesiva frente a él: ¿desea
La gente, entusiasmada por aquel milagro, persevera en la búsqueda
hacerse con este rabí, controlar bien sus desplazamientos? Pudiera ser,
de tan gran taumaturgo. Había visto que no se había marchado con
ya que la conducta ajetreada de la gente contrasta con la discreción
los discípulos, y he aquí que ahora se les ha adelantado a Cafarnaún.
de los discípulos que le han dejado a Jesús toda la iniciativa.
De ahí su pregunta al «Rabí», título un poco sorprendente en labios
de los que hacía poco lo habían aclamado como el profeta. El evangelista podría sugerir más aún. Si en los v. 14-15 ha evocado
la tentación de Satanás ofreciendo a Jesús la realeza terrena80, aquí la
Aunque estos datos son claros, el pasaje en su conjunto ha sido
sorpresa admirativa de la gente podría ser una trasposición joánica de
escrutado por la sagacidad de los críticos77. Sería más sencillo si sólo
la tercera tentación de Jesús (según el orden de Le 4, 9-12), la de
estuvieran los dos últimos versículos: en ellos está todo lo esencial.
Los versículos anteriores (6, 22-23) parecen destinados a dar cuenta demostrar su misión celestial mediante una aparición repentina y ex-
de la situación, o bien no representan más que un primer esbozo traordinaria en medio del pueblo. Pues bien, lejos de sacar de esta
narrativo78, pero no logrado por completo. En el v. 22, la indicación circunstancia un argumento en favor de su condición sobrehumana,
Jesús no responde a la pregunta planteada; aparta la atención de la
gente hacia las motivaciones que realmente la guían, como vamos a
77. El problema ha sido examinado especialmente por M. E. Boismard, RB
60 (1953) 347-371, y Ev. de Jean, 189s, así como por L. Schenke, TTZ 92 (1983)
constatar (6, 26).
191-203. Los comentarios se esfuerzan, cada uno a su modo, por resolver la cuestión. El conjunto del pasaje (6, 16-25) ha desembocado en una nueva
78. Entre otros intentos de interpretación, señalemos dos. Para M. E. Bois- conjunción de todos los personajes, necesaria para que pueda proseguir
mard, nuestro pasaje ha sido reconstruido gracias a dos textos, uno establecido a el relato; nos conduce así a los umbrales del discurso por el que Jesús
partir de Crisóstomo y de diversos testimonios del Diatéssaron de Taciano, el otro interpreta para la gente y los discípulos el signo de los panes.
de los manuscritos P 75 y B; la hipótesis se basa en numerosas variantes textuales.
R. Schnackenburg propone tratar como un paréntesis la parte de) texto comprendida
entre «vieron» y «vio», en donde el primero equivale a un pluscuamperfecto: «habían 79. Pote hade gégonas;. Esta expresión combina «¿Cuándo has llegado aquí?»
visto» (tal como lo autoriza la gramática, al menos en las proposiciones subordi- con «¿Desde cuándo estás aquí?».
nadas). Estos dos autores mantienen en el v. 23 álla como un plural neutro 80. Es curioso cómo el cuarto evangelio no contiene ningún relato de la «ten-
(= «otros»), mientras que nosotros lo acentuamos como una conjunción allá, lo tación de Jesús», tal como nos lo trasmite la tradición sinóptica; ¿no tendremos
cual permite unir las dos proposiciones que sin eso quedarían yuxtapuestas. quizás en este capítulo el equivalente a este relato?
102 Lectura del Evangelio de Juan 6, 25-71 6, 25-71 El misterio del pan de vida (6, 1-71) 103

EL PAN DE LA VIDA El v. 59 parece poner un punto final al discurso84:


(6, 25-71)
59 (Jesús) dijo estas cosas, enseñando en la sinagoga de
Dirigido a la gente de Galilea y a los discípulos, el discurso sobre Cafarnaún.
el pan de la vida le da al signo de los panes toda su profundidad de
sentido. Forma una unidad literaria81 que se reconoce por la función
que desempeñan en este texto dos citas bíblicas (6, 31.45) y tres «Estas cosas» (taüta) remite al conjunto anterior, como en 8, 20,
objeciones que dan ritmo al desarrollo (6, 41s.52.60). Ofrezcamos que cierra el conjunto 8, 12-19. La precisión «en la sinagoga» señala
una primera visión de esos elementos estructurantes. el carácter oficial del discurso, lo mismo que en 8, 20 se indica el
Partiendo de las relaciones indiscutibles de este discurso con al- «tesoro», como el lugar en donde habla Jesús. La indicación «en
gunos textos judíos (especialmente de Filón), el crítico noruego P. Cafarnaún» se relaciona con 6, 24, situando así el discurso en esta
Borgen opina que refleja la forma de una homilía de tipo rabínico82. ciudad. Esta indicación sirve así de pausa para el lector, que puede
Se parte en ella de una cita sacada ordinariamente del Pentateuco (cf. reflexionar sobre lo que se ha dicho. Si en el discurso no se hace
Jn 6, 31), que se discute e interpreta a continuación (cf. Jn 6, 32ss); ninguna alusión al milagro, hay que reconocer sin embargo que el
luego otro texto, sacado de los profetas, viene a iluminar las ideas narrador ha unido expresamente el discurso al relato gracias al v. 26,
expuestas (cf. Jn 6, 45); finalmente, la homilía recoge lo esencial de en donde Jesús denuncia la ambigüedad de la conducta de la gente.
lo que decía la primera cita (cf. Jn 6, 58). Esta es la que da tono al Como dice P. Borgen, la sub-unidad literaria que forman los v.
conjunto y determina toda la secuencia. En nuestro texto, la cita del 26-59 se distribuye en dos partes anunciadas por la cita de 6, 31. Pero
Éxodo en Jn 6, 31 anuncia el desarrollo del discurso en dos partes: hay que hacer una matización: en 6,32 Jesús critica el tenor de esta
«Un pan del cielo / les dio a comer». La primera parte del discurso cita y la modifica dando una definición del pan de Dios: «El pan de
(6, 35-47) se refiere efectivamente al pan «bajado del cielo»; la segunda Dios es aquel que baja del cielo y da la vida al mundo» (6, 33). Aquí
(6, 48-58) recoge con insistencia el verbo «comer», ausente hasta es donde aparecen con claridad los temas de las dos primeras partes
entonces. del discurso: a) el pan que baja del cielo es Jesús: hay que creer en
él (6, 35-47); b) él da la vida al mundo: hay que apropiarse de él
Este estudio, que ve así en el texto joánico un midrash cristiano, (6, 48-58). Estas subdivisiones, que abarcan exactamente las que su-
confirma la unidad del discurso a partir de su forma literaria; son gería la cita del v. 31, permiten precisar el tema de la segunda parte:
muchos los críticos que han aceptado esta visión83. Por nuestra parte, más que de dar «de comer», se trata de dar «la vida». El sujeto del
aunque nos aprovechamos de la presentación de P. Borgen, lamen- verbo «dar» cambia de una a otra parte: primero Dios, que da el pan;
tamos que no se haya ahondado más en las consecuencias de la in- luego Jesús, que da su carne, que se da a sí mismo.
serción del discurso en un cuadro narrativo delimitado por la mención En la sub-unidad literaria 6, 60-66, el auditorio se ha modificado:
de Cafarnaún en 6, 24 y 6, 59. Pues bien, el v. 59 no es solamente los interlocutores no son ya «los judíos», sino los «discípulos». Sin
una conclusión añadida al discurso, sino también una transición que embargo, constituye la tercera parte del mismo discurso: así como el
deja respirar al lector antes del último episodio del capítulo 6, a saber, v. 58 recogía la primera cita bíblica (6, 31), a su vez el v. 65 vuelve
el abandono de los discípulos y la confesión de Pedro (6, 60-71). a centrar la atención del lector en la segunda (6, 45); antes, la tercera
Veamos todo esto más de cerca. objeción, al calificar el discurso como «duro de oír», vincula inme-
diatamente la respuesta de Jesús a lo que precede.
81. A diferencia de numerosos autores que tratan los v. 51-58 como una homilía Las tres objeciones que marcan el ritmo del discurso y que es-
cristiana añadida al discurso sobre la fe. Cf. infra, 111.
82. P. Borgen, Bread from Heaven, Leiden 1965. A lo largo de la lectura, tructuran su marco narrativo confirman su forma tripartita. En efecto,
señalaremos los pasajes de la literatura judía que justifican su hipótesis. cada una de ellas está provocada por una revelación que precede y
83. La hipótesis de P. Borgen ha sido aprobada en su conjunto por R. E.
Brown, R. Schnackenburg, C. K. Barrett, J. L. Martyn... 84. Con C. J. Bjerkelund, Jauta egeneto, Tübingen 1987, 89-93.
104 Lectura del Evangelio de Juan 6, 24b-34 6, 24b-34 El misterio del pan de vida (6, 1-71) 105

que Jesús, inmediatamente después, mantiene y profundiza según la Sin solución de continuidad con la narración precedente, he aquí
técnica de los diálogos joánicos85. De aquí se derivan tres desarrollos el diálogo entre Jesús y los galileos, reunidos de nuevo. Desde el punto
que se encadenan según el esquema siguiente, que indica además el de vista formal, tiene la función de hacer que se articule al final la
diálogo inicial en donde todo queda esbozado: petición implícita: «Señor, danos ese pan, siempre» (v. 34)87. En
cuanto al contenido, plantea de antemano el tema de un alimento
Dial. La petición del pan verdadero y vivificante (24b-34). relacionado con la vida eterna y el tema de la fe en el Enviado de
I. Jesús, verdadero pan del cielo: creer en él (35-47 = 35-40 [41s] 43-47). Dios, condición de salvación. El movimiento de conjunto va conti-
II. Jesús, salvador del mundo, da su carne (48-59 = 48-51 [52] 53-59). nuamente del don al donante: el Hijo del hombre (v. 27) y, en defi-
III. Jesús, elevado al cielo, presente en el Espíritu (59-66 = 59 [60] 61-66). nitiva, el Padre (v. 32). Todo esto en tres etapas. Los que han recibido
Esta es la unidad de este discurso, inserto en un cuadro narrativo: se en abundancia los panes perecederos son invitados a desear un pan
apoya en la llamada a la fe dirigida a los discípulos, la gente y al lector86. que permanece, dado por el Hijo del hombre, y para ello han de hacer
algo (6, 26-28); luego Jesús les indica que ese «hacer» consiste en la
acogida de su persona de Enviado (6, 29-31); finalmente, les revela
que el Padre es el donante del verdadero pan, el que da la vida al
LA PETICIÓN DEL PAN VERDADERO Y VIVIFICANTE (6, 24b-34) mundo; entonces se apresuran a pedirle ese pan (6, 32-34).

A pesar de las apariencias, Jesús mantiene la iniciativa. Primero,


24b (El gentío) vino a Cafarnaún, buscando a Jesús. 25 Y por su presencia sorprendente (v. 25) que no se preocupa de justificar,
habiéndolo encontrado al otro lado del mar, le dijeron: «Rabí, y luego por el nivel en que sitúa de antemano el intercambio. Jesús
¿cuándo has llegado aquí?». 26 Jesús les respondió y dijo: alerta a los galileos sobre la ambigüedad de su deseo: al haber fijado
«Amén, amén, yo os lo digo: vosotros me buscáis, no porque su mirada en los panes que comieron hasta saciarse88, es de nuevo el
hayáis visto signos, sino porque habéis comido panes y os gusto por el pan terreno lo que los mueve; no han sabido percibir en
habéis saciado. 27 Obrad, no por el alimento perecedero, el don del pan sobrante el signo de un alimento distinto que hay que
sino por el alimento que permanece para (ser) vida eterna, buscar, el que «permanece para (ser) vida eterna»89 y que dará el Hijo
la que os dará el Hijo del hombre, porque es él a quien el del hombre. ¿Cuál es este alimento? El texto deja abierta la respuesta.
Padre, a quien Dios ha marcado con un sello». 28 Ellos le Esta presentación le recuerda al lector el agua viva que brota como
dijeron: «¿Qué hemos de hacer para obrar las obras de vida eterna (4, 14), que es ciertamente muy joánica: el lector podría
Dios?». 29 Jesús les respondió y les dijo: «La obra de Dios entenderla ya en el sentido que precisará el discurso. Pero aquí Jesús
es que creáis en el que ha enviado». 30 Le dijeron, pues: alude a una realidad conocida por sus interlocutores. Hablar de ali-
«¿Qué signo haces tú para que nosotros, al verlo, te creamos? mento que es vida es responder a la aspiración de los judíos, para
¿cuál es tu obra? 31 Nuestros padres comieron el maná en
el desierto, según lo que está escrito: 'Les dio a comer un 87. La distribución de este pasaje se parece mucho a la del diálogo de Jesús
pan que venía del cielo'». 32 Entonces Jesús les dijo: «Amén, con la samaritana:
amén, yo os digo: no es Moisés el que os dio el pan que venía + provocación por parte de Jesús 4, 7 6, 22-24
del cielo; es mi Padre el que os da el pan que viene del cielo, — reacción 4,9 6, 25
+ palabra provocativa 4, 10 6, 26s y 6, 29
el verdadero; 33 en efecto, el pan de Dios es aquel que baja
— pregunta suscitada 4, lis 6, 28 y 6, 30s
del cielo y da la vida al mundo». 34 Entonces, le dijeron: + revelación de Jesús 4, 13s 6, 32s
«Señor, danos ese pan, siempre». — pregunta explícita 4, 15 6, 34
88. El término ekhortásthete, diferente del usado en el relato de 6, 12, es el
mismo que en Mt 14, 20; tomado aquí en sentido peyorativo, podría significar una
crítica del relato sinóptico.
89. Esta vida eterna no equivale a la inmortalidad que procuraba la ambrosía
85. Cf. I, 16.
o el néctar de los dioses paganos (así R. Bultmann, 164-166).
86. Cf. supra, 76.
¡06 Lectura del Evangelio de Juan 6, 24b-34 6, 29-31 El misterio del pan de vida (6, 1-71) 107

quienes la ley divina vivifica a quienes la practican90. Como señalamos A las obras múltiples que los galileos se muestran dispuestos a
ya a propósito del simbolismo del capítulo91, el alimento puede sig- cumplir, Jesús opone la única «obra de Dios», la que hay que realizar
nificar en la Biblia la palabra de Dios; así, según las relecturas de los para agradarle (según el sentido del v. 28) o más bien la que Dios
acontecimientos vividos por el pueblo en el desierto, el maná —del realiza en el creyente (cf. 6, 37). Son posibles las dos lecturas, ya
que se va a hablar en el diálogo— había llegado a designar por metáfora que la fe95 en el Enviado —en lo cual consiste la obra de Dios— es
la ley que viene del cielo. El sentido es tan claro para los interlocutores producida por Dios mismo y por el hombre que acoge (cf. 3, 16s.34).
que inmediatamente aceptan no trabajar ya únicamente para procurarse Pasando del plural («las obras») al singular («la obra»), Jesús no critica
el pan terreno, y el debate se eleva hasta la preocupación más alta que la ley como tal, sino que recuerda que tiene su origen en Dios y que
es la observancia perfecta de la ley; recogiendo el verbo «obrar» manifiesta la manera en que el hombre podrá cumplirla.
utilizado por Jesús, preguntan cuáles son las obras que agradan a Dios. Los interlocutores, que no habían percibido la profundidad de la
Sin embargo, no captan lo que había de nuevo en la palabra del apelación «Hijo del hombre», comprenden ahora que Jesús afirma que
rabí: el anuncio de que el donante del alimento vivificante será92 el es el Enviado de Dios y se muestran dispuestos a creer en aquel hombre
Hijo del hombre, aquel a quien el Padre, Dios93, ha marcado con su que les habla, pero con una condición: que manifieste su misión por
sello94. Sin embargo, un doble amén subrayaba la importancia de este medio de un signo proporcionado. Resulta un tanto extraño ver cómo
anuncio. Jesús no se designa inmediatamente como el donante, sino piden un signo, siendo así que acaban de ver uno (6, 14); dado que
que atribuye esta función a una figura celestial que procede de la semejante petición expresa siempre la incredulidad del oyente (cf. Mt
apocalíptica judía. Pero el título «Hijo del hombre» no viene aquí 12, 39 par), parece fácil deducir que en este caso los galileos siguen
simplemente para retrasar la identificación clara del donante; evoca, cerrándose a Jesús. Pero esto significa sacrificar el contexto próximo
como siempre en Jn, el itinerario de Logos encarnado: el que ha bajado en el que estos galileos habían visto en Jesús al profeta, y desconocer
del cielo (3, 13) y el que va a subir a él (6, 62). que en la tradición profética, para que un signo sea probatorio, tiene
que ser anunciado de antemano por su autor. Por eso, la gente no le
pide a Jesús que realice inmediatamente un signo, sino que diga cuál
29 Jesús les respondió y les dijo: «La obra de Dios es que creáis es el signo que va a hacer96. Esta petición permite pensar que siguen
en el que ha enviado. 30 Le dijeron, pues: «¿Qué signo haces viendo en él a un personaje investido de una misión. Cuando el milagro
tú, para que nosotros, al verlo, te creamos? ¿cuál es tu obra? de los panes, Jesús había mostrado un poder que la gente había in-
31 Nuestros padres comieron el maná en el desierto, según lo terpretado según sus propias esperanzas, sin que Jesús les dirigiera la
que está escrito: 'Les dio a comer un pan que venía del cielo'». palabra; aquí le oímos declarar que creer en su persona es cumplir
toda la ley.
En su manera de hablar, ponen de relieve el tú (lo mismo que los
judíos en el episodio del templo: 2, 20), subrayando la separación
90 Es «la ley de la vida», cf Eclo 17, 11, 45, 5 (P Borgen, Bread from existente entre el hombre que habla y sus pretensiones. Y la cita de
Heaven, 149) la Escritura opone a ese tú un él (ambiguo) que proporcionó a los
91 Cf supra, 76-79
92 En algunos manuscritos se lee didósin (S D e ff j sy°), lo cual supone un
padres en el desierto un «pan que venía del cielo». La samaritana
sentido escatológico, sin embargo, es preferible el futuro, con 6, 51, como en 4, 14 oponía frente Jesús a Jacob (4, 12), los judíos le opondrán a Abrahán
93 Cf 20, 17 en donde se encuentra la misma secuencia Padre-Dios Así (8, 53); aquí los galileos le oponen al donante del maná, a Moisés,
puede continuar el diálogo con los galileos, ellos hablarán de las obras «de Dios» el mediador de la palabra de Dios. ¿Se atrevería Jesús y sería capaz
94 «Estar marcado con el sello de Dios» significa estar consagrado al Señor (cf de competir con Moisés?
Ex 28, 11, Cant 8, 6) Jn utiliza esta expresión en 3, 33 para decir que el creyente
atestigua la veracidad de la misión del Hijo, aquí Dios pone su firma a las palabras y
a los actos de Jesús (asi Cnsóstomo, PG 59, 250) Relacionándolo con Sal 44, 8, 95 El verbo pisteúete está en presente más que a un acto, se alude aquí a la
Agustín ve aquí el signo distintivo que impide asimilar a Jesús a los demás hombres vida de fe
(XXV, 11) Cirilo de Alejandría apela a Heb 1, 3 para ver en el sello una unción, es 96 Cf W J Bittner, Jesu Zeichen im Johev , TuBingen 1987, 28-88 (sobre
decir, «el carácter de la hipóstasis, impreso por el Padre en el Hijo» (PG 73, 481-485) todo 51-53)
Estas diferentes interpretaciones son complementarias entre sí
108 Lectura del Evangelio de Juan 6, 24b-34 6, 32-34 El misterio del pan de vida (6, 1-71) 109

La cita que se recoge (6, 31) no corresponde exactamente a ningún conduce a Jesús a no ocuparse ya del signo y a ponerse a hablar del
texto; de ahí las diversas hipótesis para encontrar su referencia: ¿es el don que hace el Padre:
Sal 78, 24, Neh 9, 15 o Sab 16, 20?97. A nuestro juicio98, puesto que
es segura la relación de Jn 6 con el capítulo 16 del Éxodo, es preferible
ver en la cita la combinación de los dos textos siguientes: 32 Entonces Jesús les dijo: «Amén, amén, yo os digo: no es
Moisés el que os dio el pan que venía del cielo; es mi Padre
Es el pan que el Señor os ha dado de comer (Ex 16, 15). el que os da el pan que viene del cielo, el verdadero; 33 en
Voy a hacer llover sobre vosotros panes del cielo (Ex 16, 4).
efecto, el pan de Dios es aquel que baja del cielo y da la vida
al mundo». 34 Entonces le dijeron: «Señor, danos ese pan,
El segundo texto ofrece el calificativo del pan; el pronombre siempre».
«os» de Ex 16, 15 es sustituido en 6, 31 por «les» debido a la frase
introductoria sobre «los padres». De todas formas, el signo evocado
en la cita es el don maravilloso del maná. Sin embargo, a través
del grano de coriandro derramado sobre la superficie del desierto, A la cuestión que le plantean, que no era una negativa a escucharle,
los galileos se refieren a la ley que se había dado en el Sinaí y de responde Jesús, pero sin dejarse encerrar en la letra de la Escritura y
la que Israel hacía su alimento cotidiano, ya que el contexto se sin prestarse a la exigencia de un signo que pudiera acreditarle como
un profeta comparable a Moisés. Comenzando su respuesta con un
refiere con toda claridad a la vida eterna y a las obras necesarias nuevo «amén, amén» (cf. 6, 26), desplaza inmediatamente sobre Dios
para poder obtenerla. la atención de sus interlocutores. Este salto hacia arriba es análogo al
Al introducir el texto de la Escritura mediante la conjunción kathés del v. 27, en donde Jesús se elevó del pan terreno deseado por la gente
(traducida por «según»), los galileos significan que la Escritura citada al alimento que permanece. Aquí Jesús pasa de la controversia sobre
ofrece la norma de inteligencia del acontecimiento: lo que comieron su misión a la acción de Dios mismo.
los padres en el desierto era un «pan que venía del cielo». La Escritura Al estilo rabínico, Jesús contesta en primer lugar la comprensión
es el código de lectura del pasado como presente99. Ellos ciertamente subyacente al texto escriturístico que ha sido invocado: «No ya...
no se engañan al basar su fe en Dios en el don del maná (= ley), pero sino...»100. El donante no es ya Moisés (como parecen indicar los
al mismo tiempo cierran las puertas a toda revelación por venir. galileos, al oponer el don del maná al signo que Jesús tendría que
Finalmente, se observa aquí la ironía joánica. Los galileos no se realizar), sino Dios, designado aquí por la expresión «mi Padre». Pues
contentan con pedir a Jesús que les anuncie un signo que ha de hacer, bien, la rectificación a propósito del donante no se hace solamente en
sino que añaden: «¿Cuál es tu obra?». Así los v. 27 y 30 quedan función del pasado; concierne al presente de los interlocutores. No es
unificados por el verbo «obrar», que presenta varios sentidos: trabajar a los padres (autois: v. 31), sino a vosotros (hymin: v. 32) a quienes
para comer, realizar la obra o las obras de Dios, y finalmente la obra va destinado el don de Dios101. Y ese don es actual: el pan —dice
del Hijo. Esta remite implícitamente a la obra del Padre, lo cual Jesús— que mi Padre os da102 es el verdadero, el que realiza lo que
estaba figurado en el maná y las promesas de la ley. En el v. 27, Jesús
había hablado del alimento venidero, el que dará (dósei) el Hijo del
97. La Biblia ofrece varias «relecturas» del acontecimiento pasado: hombre: entre el pasado y el futuro he aquí el «presente» de Dios. Se
«Hizo llover para ellos el maná para comer pasa del recuerdo y de la espera a la realidad substancial.
y les dio un pan del cielo (árton ouranoü)» Sal 77 (78), 24.
«Un pan del cielo (árton ex ouranoü) les diste para su hambre» (Neh 9, 15). En el v. 33 Jesús da una «definición»103 de este pan de Dios, que
«Un pan ya preparado, que era del cielo (ap'ouranoü), les proporcionaste» es plenamente aceptable para sus interlocutores, ya que recoge, ex-
(Sab 16, 20).
98. Con P. Borgen, o. c, 40s y G. Reim, Studien zum alttestamentlichen 100. Cf. P. Borgen, Bread from Heaven, 62.
Hintergrund des Johev., Cambridge 1974, 12-15, a pesar de los autores que proponen 101. Como se dice en el texto original de Ex 16, 15.
ver en la cita de 6, 31 una repetición del Sal 78, 24, modificada con la ayuda de 102. Al estilo rabínico, Jesús cambia (en retroversión hebrea) natan (= édóken)
Neh 9, 15. Esta reconstrucción desconoce la importancia de Ex 16 y el contexto en noten (= dídosin). Cf. P. Borgen, o. c, 63s; G. Reim, o. c, 13.
joánico inmediato de 6, 32s. 103. J. N. Aletti, a. c., 176-179, ha destacado la distinción entre «definición»
99. Cf. J. N. Aletti, RSR 62 (1974) 192.196. y «designación»; ésta es la que hay que proponer para identificar el pan del cielo.
110 Lectura del Evangelio de Juan 6, 35-71 6, 35-71 El misterio del pan de vida (6, 1-71) 111

plicitándolos, los términos de la cita que han propuesto: lo mismo que El exegeta reconoce en el origen de este discurso un doble factor:
el maná-ley104, el pan de Dios «baja del cielo», pero no alimenta sólo la preocupación por narrar un acontecimiento de antaño y la in-
a Israel, sino que da la vida al «mundo». Esta ampliación está en fluencia del ambiente en que se mueve el autor. El texto presenta
consonancia con la perspectiva del cumplimiento escatológico: el fin el enfrentamiento de los judíos con la revelación de Jesús y con-
del mundo concierne a todos los pueblos de la tierra. Su espera orien- siguientemente la opción de fe en la persona de aquel que es el pan
taba a los espíritus hacia la última intervención divina. Puesto que de la vida; pero refleja también en algunos aspectos la práctica
Jesús afirma que el donante es Dios, los galileos pueden mostrarse de sacramental de la comunidad joánica. Un exegeta auténtico deberá
acuerdo; por eso van a pedirle a Jesús ese pan que les anuncia; entonces, tener en cuenta estos dos factores, y realizar para ello un análisis
no vacilan en llamar «Señor» a aquel cuya mediación discutían hacía literario riguroso.
muy poco. La lectura del discurso depende de varias opciones exegéticas. La
¿Qué es lo que piden exactamente? En virtud del adverbio «siem- primera tiene que ver con la extensión del texto. Si se tiene en cuenta
pre», se ha pensado algunas veces que pensaban en un pan material el marco narrativo y la repetición en el v. 65 del pensamiento del v.
que los saciase continuamente de nuevo, lo mismo que la samaritana 45 sobre el origen de la fe, los v. 59-66 forman la parte última del
discurso. No solamente responde allí Jesús, prolongando su revelación,
esperaba con el don del agua viva no tener que acudir de nuevo al
a la objeción suscitada en el v. 60, sino que lo que dice resulta
pozo105. indispensable para la comprensión de todo el discurso: sin esos ver-
Sin embargo, a esta lectura se opone la situación, que es distinta sículos se ignoraría la subida del Hijo del hombre y se perdería la
en este caso. ¿Cómo iban los galileos a dar de pronto marcha atrás, clave de interpretación que es el Espíritu santo.
después de haber evolucionado hasta llegar a plantear una cuestión La segunda opción literaria se refiere a los v. 53-58. Si se piensa
sobre las obras de la ley que había que cumplir (6, 28) y haber evocado que hablan exclusivamente de la eucaristía, resulta imposible atri-
el don de Dios en el desierto (6, 31)? No, piensan ellos; este hombre buírselos al evangelista. Este, que ha querido presentar un episodio
es capaz de asegurarles el pan (la ley verdadera) del que desean vivir, del tiempo pasado, ¿habría puesto en labios de Jesús de Nazaret, a lo
de forma que no les falle ya nunca a lo largo de su existencia. largo de su ministerio y ante un auditorio incrédulo, un anuncio de la
Así pues, los interlocutores de Jesús se encuentran bien dispuestos institución eucarística, manifiestamente ininteligible a los mismos dis-
para acoger su enseñanza. Si aceptan la definición del pan de Dios cípulos? De aquí se concluye que estos versículos provienen de una
que Jesús les ha propuesto, la verdad es que no esperan la «desig- homilía cristiana sobre el sacramento, que habría sido añadida. Por
nación» de ese pan que será objeto del discurso. tanto, los que ponen este pasaje entre paréntesis, considerándolo como
tardío, recomponen el texto haciendo que los v. 26-5la continúen en
los v. 59-66. Pues bien, si es evidente que los v. 53-58 tienen un
EL DISCURSO Y SUS LECTURAS
vocabulario eucarístico, no es menos cierto, como demostraremos a
lo largo de la lectura, que pueden ser leídos desde el punto de vista,
no sacramental, de la fe en Jesús, que muere por la salvación del
Descartemos de antemano la lectura historizante del discurso. Ocu- mundo y que invita a los creyentes a participar de su vida de comunión
rre a veces que un lector ingenuo se imagina, sobre todo al leer los con el Padre.
v. 53-58 que Jesús de Nazaret anunció a unos incrédulos la institución
La dificultad de escoger entre las dos lecturas de los v. 53-58,
de la eucaristía, pronunciando esas palabras al pie de la letra. Pero si, realista (el sacramento) o espiritualista (le fe en el sacrificio pascual
gracias al Espíritu santo, una lectura semejante puede coincidir con el de Jesús y en sus efectos), no data de ayer, puesto que ya los Padres
mensaje del evangelio, desconoce el procedimiento joánico que per- de la Iglesia se dividían en su interpretación107. El dilema se seguía
mite la presentación simultánea del pasado de Jesús de Nazaret y de planteando en el concilio de Trento (siglo XVI); cuando se pasó a
su inteligencia pospascual106. los votos para decidirlo, el resultado fue sorprendente: entre los 61
104. Cf. P. Borgen, o. c, 148.
105. Es ésta la interpretación más común entre los comentaristas. 107. Cf. RSR 46 (1958) 481-523, especialmente 489s, y Acta Conc. Trid.,
106. Cf. I, 13-18. (ed. Górres) VII, 28 y 572ss.
112 Lectura del Evangelio de Juan 6, 35-71 6, 35-71 El misterio del pan de vida (6, 1-71) 113

participantes se contaron 13 abstenciones, 19 a favor del sacra- a través de la muerte consentida libremente. El anuncio de la conclu-
mento, 9 a favor de la fe, pero sobre todo 21 «para los dos junta- sión del itinerario de Jesús —su subida a donde estaba antes— queda
mente». Es verdad que esta última opción se apoyaba en la doctrina reservado para la tercera parte del discurso; antes de ello, el discurso
(hoy rechazada) de la multiplicidad de sentidos literales de la Es- ha revelado adonde conduce la fe que Jesús pide: a la unión con él
critura; pero esta justificación inadecuada dependía de una intuición mismo, que vive por el Padre. Los v. 5le.53-38 indican esta conclu-
acertada, a saber —como lo había dicho san Agustín—, que ninguno sión. De estos versículos no es posible realmente hacer más que una
lectura. Lo que en ellos se afirma es la pertenencia perfecta del creyente
de los dos sentidos agota toda la riqueza del pasaje inspirado.
al Hijo: habiendo revelado su bajada del cielo (es decir, su condición
Un mismo texto no puede ofrecer dos sentidos literales: no hay divina) y su muerte salvífica, Jesús promete en este texto, a través del
más que un sentido literal, en este caso la unión del creyente con Jesús lenguaje de la «comida-bebida», su inhabitación en el creyente: en él
que, a través de su muerte, está vivo en Dios. Pero este único sentido el creyente tendrá parte en su vida de comunión con Dios. Tal es la
literal puede comprenderse, bien en el nivel de la realidad misma —la lectura simbólica del texto en el primer tiempo: el significante es el
participación por la fe en la vida de Cristo—, o bien en el nivel de la pan, el significado es la comunicación a los creyentes de la vida propia
expresión sacramental de esta realidad fundamental, expresión que de Jesús.
está en perfecta continuidad con ella. Si el lector puede percibir dos En el segundo tiempo de la lectura, la unión con el Hijo se convierte
enseñanzas, sobre la unión con Cristo por la fe en su sacrificio redentor a su vez en el significante en donde el cristiano puede reconocer el
y sobre la unión con Cristo por el acto sacramental, esta sucesión tiene anuncio de la eucaristía; en un segundo nivel, la invitación de Jesús
lugar, no ya en el mismo texto, sino en su propio espíritu. evoca el sacramento. En la Apertura se indicará más detalladamente
Se reconoce aquí un caso del principio de los dos tiempos de el vínculo intrínseco que establece Jn entre el sacramento y la fe: el
lectura108, con la condición de que se lo entienda correctamente. En misterio de Jesús se actualiza con la práctica sacramental.
el primer tiempo, no se trata ni mucho menos —repitámoslo— de Nuestra lectura se dedicará en primer lugar a manifestar la lla-
encontrar las palabras que Jesús habría pronunciado efectivamente en mada a creer en Jesús, el realizador de la alianza: es lo que pudieron
Galilea, sino de distinguir en la revelación de Jesús, que Jn restituye entender perfectamente los que oyeron a Jesús. De paso, nos con-
a su manera, lo que de suyo era inteligible a los oyentes, es decir tentaremos con indicar la resonancia eucarística que los creyentes
—según el relato—, a los contemporáneos de su ministerio en Pales- pueden percibir allí.
tina. Esta inteligibilidad supone un código de comunicación entre Jesús
y los oyentes, código que es en este caso la Escritura, puesta de relieve
por medio de las citas que aparecen. Situándose una vez más en la LA DISTRIBUCIÓN DEL DISCURSO
perspectiva abierta por la revelación del antiguo testamento, Jesús
invita a ver en él al Enviado por el que se verá colmada la esperanza Se ha hablado ya de la distribución tripartita del discurso109. Ob-
de Israel, y a recibir de este modo la vida eterna. El anuncio de que servemos lo siguiente: el símbolo «pan» que, además del signo sobre
la salvación de Dios se va a cumplir gracias al mismo Jesús es tan la montaña, domina en las dos primeras partes del discurso, desaparece
bien comprendido por los interlocutores que no son capaces de admitir en la tercera parte; esta última parte ofrece más bien, junto con la
mención del Espíritu, una clave para la inteligencia de los v. 48-58,
su verosimilitud. El primer tiempo es el de la llamada de Jesús a creer
en donde el símbolo «pan» está presente no ya solamente al comienzo
en él, el Hijo de Dios. del pasaje (como en 6, 35-47), sino en varias ocasiones y bajo el
En este texto Jesús no revela solamente que es el Enviado por aspecto de la manducación.
quien el Padre realiza sus promesas de alianza, es decir, el Mesías El Yo de Jesús domina las tres partes, pero de manera distinta. En
esperado; ni dice solamente que sea él mismo el pan-palabra bajado la primera, está subordinado a la actividad del Padre, que se subraya
del cielo, desvelando de este modo su origen divino, sino que señala varias veces; este pasaje se inscribe en la perspectiva que se tomó en
además cómo va a dar la vida al mundo: mediante el don de su persona 6, 32: «Es mi Padre el que os da el pan que viene del cielo, el

108. Cf. I, 16-18. 109. Cf. supra, 102-104.


114 Lectura del Evangelio de Juan 6, 35-47 6, 35-47 El misterio del pan de vida (6, 1-71) 115

verdadero». En este marco, Jesús revela que él es el pan bajado del


cielo y, por tanto, que su origen es de Dios, lo mismo que la palabra 35 Jesús les dijo:
divina que baja del cielo. Lo que aquí se afirma es el misterio de la «Soy yo el pan de la vida.
encarnación del Logos con vistas a una misión, así como sus efectos El que viene a mí no tendrá jamás hambre,
de vida para el creyente. el que cree en mí no tendrá sed jamás.
En la segunda parte, Jesús se convierte, en nombre del Padre, en 36 Pues bien, os he hablado a vosotros,
el donante: anuncia su propia muerte como un «don», y como un don porque vosotros me habéis visto, pero no creéis.
que es fuente de vida; es con un Viviente con quien el creyente podrá 37 Todo(s) lo(s) que me da el Padre llegará hasta mí.
unirse para existir él mismo en Dios y entrar así en la alianza definitiva. Y al que viene a mí, no lo echaré fuera.
Para iluminar esta doble revelación —la bajada del cielo y la muerte 38 Porque he bajado del cielo,
como fuente de vida—, la tercera parte evoca la subida del Hijo del no para hacer la voluntad mía,
hombre a donde estaba antes, y luego el papel del Espíritu para que sino la voluntad de aquel que me ha enviado.
puedan comprenderse las palabras de Jesús. De esta manera, queda 39 Pues bien, es la voluntad de aquel que me ha enviado
bien manifestado el itinerario del Logos entre nosotros, de un polo al que de lo que él me ha dado no deje perecer nada,
otro de su trayectoria. sino que lo resucite en el último día.
40 Sí, es la voluntad de mi Padre
El tema de la fe hace eco sin cesar al de la auto-revelación de que todo el que ve al Hijo y cree en él tenga la vida eterna,
Jesús y progresa por tanto al mismo paso, de una parte a otra del y yo lo resucitaré en el último día».
discurso. En la primera parte se trata de reconocer en Jesús de Nazaret 41 Entonces los judíos murmuraban de él, porque había di-
al que ha bajado del cielo, al que ha visto al Padre y trae su proyecto cho: «Soy yo el pan bajado del cielo», 42 y decían: «¿No es
de salvación; según el contexto, esta fe se realiza bajo el impulso de este Jesús, el hijo de José, de quien nosotros conocemos al
la iniciativa propia del Padre. En la segunda parte, la fe, que acoge padre y la madre? ¿cómo dice ahora: 'He bajado del cielo'?».
el misterio del sacrificio que hace Jesús de sí mismo, se convierte en 43 Jesús respondió y les dijo:
participación en la vida del Hijo en Dios, bajo la imagen de la man- «¡No murmuréis entre vosotros!
ducación. Y finalmente, en la tercera parte, viene la afirmación de 44 Nadie puede venir a mí si el Padre que me ha enviado no
que las palabras de Jesús dirigidas a los hombres son Espíritu; así lo atrae, y yo lo resucitaré en el último día.
pues, por el Espíritu es como pueden ser captadas y convertirse en 45 Está escrito en los profetas: 'Serán todos enseñados por
fuente de vida. Resalta el tema de la fe por el hecho de que la dificultad Dios'. Todo el que ha escuchado al Padre y recibido su en-
de creer, y finalmente el rechazo, es su contrapunto permanente: al señanza viene a mí.
comienzo y al final, en las palabras de Jesús; y en cada una de las 46 No es que nadie haya visto al Padre,
etapas, en las objeciones de los oyentes. excepto aquel que está junto a Dios:
ése ha visto al Padre.
47 Amén, amén, yo os lo digo: el que cree tiene la vida
I. JESÚS, PAN DEL CIELO CREER EN ÉL (6, 35-47)
eterna».

Al pedirle a Jesús que les dé «el pan de Dios», ¿saben bien los
galileos qué es lo que están pidiendo? Es verdad que desean obtener Esta primera parte del discurso, como la segunda, comienza con
la vida eterna que Jesús anunciaba con este pan que baja del cielo; la designación de Jesús como «pan de la vida» (6, 35.48) y acaba con
pero ¿cuál es entonces ese pan? la promesa de la vida eterna, concedida al que cree (6, 47) o al que
come este pan (6, 58).
116 Lectura del Evangelio de Juan 6, 35-47
6, 35 El misterio del pan de vida (6, 1-71) 117

cial'l5: tras los anuncios de la Sabiduría sobre sí misma viene regularmente


35 «Soy yo el pan de la vida. una invitación a seguirla, a amarla, a comerla, y luego una promesa
El que viene a mí no tendrá jamás hambre, escatológica. Añadiendo al hambre la sed, el lenguaje simbólico va más
el que cree en mí no tendrá sed jamás». allá de la imagen del pan. También la Sabiduría invita a quienes la
escuchan a compartir su pan y a beber de su vino excelente:
Venid a mí, los que me deseáis, y saciaos de mis productos. .
A la petición de los galileos, recogida en el v. 34, Jesús responde Los que me coman seguirán teniendo hambre, y los que me beban
seguirán teniendo sed (Eclo 24, 19 21)
en primer lugar: «Soy yo ese pan que deseáis recibir». No es una
proclamación en absoluto, como podría dar a entender la traducción iVemd1 |Comed de mi pan, bebed del vino que yo he preparado' (Prov 9, 5)
«Yo soy el pan de la vida»'10. Al decir aquí «Soy yo...», Jesús utiliza
un procedimiento clásico de alegonzacion"'. De este modo, puesto Aquí la llamada es análoga, pero la consecuencia es distinta: mien-
que «el pan de Dios» (6, 33) se presentaba como la realización del tras que los discípulos de la Sabiduría seguirán teniendo hambre y sed
maná, Jesús realiza en su persona la figura del maná escatológico. de un alimento siempre sabroso, los de Jesús quedarán plenamente
Muchos autores han tratado de descubrir en el antiguo testamento un satisfechos. Para captar este desplazamiento del pensamiento, bastará
giro parecido; al no poder encontrarlo"2, algunos se han dirigido a la con recordar los anuncios de Isaías, basados en los acontecimientos
literatura helenista, pero con el mismo resultado"1. Es probable que del Éxodo:
la fórmula de 6, 35a sea obra del evangelista"4: la palabra «pan»
No tuvieron sed por los desiertos adonde los condujo,
proviene del v. 31, calificado como «pan de Dios» en el v. 33, donde de la roca, para ellos, hizo brotar el agua,
se encuentra también la palabra «vida». Jesús se presenta como «el hendió la roca y las aguas manaron (Is 48, 21)
verdadero pan» (6, 32), como el verdadero alimento (6, 55; cf. Le
14, 15; Jn 6, 27), el pan anunciado en la Escritura. No tendrán ya hambre, no tendrán ya sed (Is 49, 10)

Según el estilo midráshico, la afirmación inicial va seguida en griego


Con Jesús los tiempos se han cumplido, el deseo quedará colmado,
de una proposición de participio, como en la tradición sapien-
como sucedió de manera simbólica con los convidados saciados. La
dimensión escatológica se manifiesta además en el hecho de que la
110 R Bultmann, 167s, ha expuesto bien los diversos casos del uso de la
fórmula Egó eimi La nuestra debería situarse entre las fórmulas de reconocimiento
llamada de Jesús se formula de manera impersonal: se dirige no so-
6, 35 48, 8, 12, 10, 7 9 11 14, 11, 25, 14, 6, 15, 1 5 Se distingue de las «procla- lamente a los galileos, sino a todos los oyentes de la palabra. Esta
maciones» como 8, 24 28 58, 13, 19, se relaciona con las presentasciones de un formulación generalizadora va a continuar en los versículos que siguen,
sujeto, como 6, 20, 18, 5 6 8 El Egó no es el sujeto, sino el atributo del verbo con una excepción en el v. 36.
«ser» Cf infra, 213, n 40
111 P Borgen, 73, refiere un texto rabímeo, que desgraciadamente no está
fechado «El emperador Trajano encontró a los judíos ocupados en leer este versículo
'El Señor hará levantarse contra ti a una nación venida de lejos , como un águila que 36 «Pues bien, os he hablado a vosotros,
planea ' Entonces les dijo 'Yo soy ese águila que proyectó venir en diez días, pero porque vosotros me habéis visto, pero no creéis.
el viento me conducirá en cinco días'» (Lam R I, 16, art 45 sobre Lam 1, 16) 37 Todo(s) lo(s) que me da el Padre llegará hasta mí.
112 Sobre estos intentos, cf R Schnackenburg, IV, 119-131 (= Mel K G
Kuhn, Tubingen 1972, 328-342) Opina que Jn no depende del texto de José y
Y al que viene a mí, no lo echaré fuera.
Aseneth que ofrece algunos parecidos, pero también diferencias fundamentales Si 38 Porque he bajado del cielo,
sitúa al lado de P Borgen para el origen de la fórmula joámea, a saber, una crea- no para hacer la voluntad mía,
ción del evangelista Léase también S Légasse, Le pain de la vie BLE 83 (1982) sino la voluntad de aquel que me ha enviado.
243-261
113 Se encuentran allí fórmulas que proclaman la grandeza de una divinidad,
115 Cf P Borgen, Bread from Heaven, 61-69 A Femllet, Etudes johan-
llamadas aretalogías
mques, París 1962, 47-129 ha subrayado particularmente el aspecto sapiencial de
114 Con P Borgen, R Schnackenburg
la palabra de Jesús en este discurso
118 Lectura del Evangelio de Juan 6, 35-47
6, 36-40 El misterio del pan de vida (6, 1-71) 119

39 Pues bien, es la voluntad de aquel que me ha enviado un pasaje de Isaías ofrece una analogía tanto más clara cuanto que en
que de lo que él me ha dado no deje perecer nada, su contexto se habla del envío en misión y del resultado eficaz de la
sino que lo resucite en el último día. misma:
40 Sí, es la voluntad de mi Padre
que todo el que ve al Hijo y cree en él tenga la vida eterna, Como la lluvia baja de lo alto de los cielos...,
y yo lo resucitaré en el último día». así pasa con la palabra que sale de mi boca:
no vuelve a mí sin resultado,
sin haber ejecutado lo que yo quería
y haber logrado aquello por lo que la había enviado (Is 55, 10-11).
A primera vista, sorprende la secuencia de los v. 36-40, dada la
sucesión tan poco coordinada de las ideas, al menos por la lógica Es probable que la imagen de la bajada del cielo aplicada aquí a
occidental. Pero no hay lugar para imaginarse un orden mejor"6; basta la palabra de Dios provenga del Éxodo, que habla de la bajada de
con constatar que forman un quiasmo117, que tiene su centro en la Dios al monte Sinaí: «El tercer día Yahvé bajará sobre el monte Sinaí...
frase «he bajado del cielo» (v. 38). Esta revelación tiene una relación Bajó...» (Ex 19, 11.20). Lo mismo que la palabra de Dios baja,
evidente con el anuncio del v. 35: «Yo soy el pan de la vida». En el saliendo de su boca (lo mismo que la lluvia que procede del cielo),
diálogo con los galileos, ¿no había dicho Jesús que el pan de Dios, así en Jn el pan baja de Dios, pero con un matiz: en vez de la pre-
el que da la vida, baja del cielo (6, 33)? Después de haberse identi- posición ek, que indica una simple procedencia, se utiliza la prepo-
ficado en 6, 35 con el pan de la vida, Jesús confirma en 6, 35-40 esta sición apó, que manifiesta más un vínculo constante con el origen"8.
designación, diciendo en primera persona que ha bajado del cielo y La revelación central de 6, 38a pone en primera persona la afirmación
que su misión se la ha dado el Padre, Dios. del prólogo —«Y el Logos se hizo carne» — : Jesús dice que pertenece
El verbo «bajar» (katabaínó) aparecía en 6, 33 para explicitar el al mundo divino.
simple y y a claro «del cielo» (ek toü ouranoü) de los v. 31-32. Igual- En los versículos siguientes, el que baja del cielo promete la vida
mente, aquí adquiere también relieve este verbo. ¿Por qué? En los eterna bajo diversas fórmulas: «no echar fuera» (6, 37), «no dejar
relatos del maná, fuera de Núm 11, 9, la Escritura utilizaba el verbo perecer»"9 (v. 39), «resucitar en el último día» (v. 39s) y sobre todo
«dar», p e r o n o «bajar». Tampoco en los libros sapienciales se utiliza «tener la vida eterna» (v. 40); ésta se afirma como un don presente
el verbo «bajar» para hablar del maná, pan del cielo. Sin embargo, (cf. 5, 24): Jesús actualiza la promesa de la resurrección en el último
día. ¿Quién no se llenará de gozo ante semejantes perspectivas?
U6. Así piensa, sin embargo, M. J. Lagrange, 136 y la mayor parte de los
críticos en contra de las fuentes. Los anuncios de Jesús se presentan en conformidad con su con-
117. Cf. nuestro estudio en NTS 7 (1961) 251-253; esta hipótesis, aprobada dición de Enviado (cf. 6, 28s): dependen de la voluntad del Padre,
• ^-. nuestro estudio en m » / (iyoij Z J I - Z J J ; esia mpuicaio, a* con la que Jesús identifica la suya. Así, en el mismo momento en que
r
P° R- E. Brown, 498, ha sido criticada por J. N. Aletti, RSR 62 (1974) 172.
Jesús declara que él es pan de la vida, se mantiene el tema del don
de Dios que caracterizaba la introducción (6, 32-33).
36 Habéis visto 40 Quien ve al Hijo Las promesas de Jesús tienen una condición: «llegar hasta él» (v.
y no habéis creído. y cree en él. 37), expresión que equivale a «creer»120. Se trata de creer en el Hijo,
no ya por el hecho de tener unas disposiciones favorables para con
37 Todo(s) lo(s) que me da el 39 De lo que me ha dado él121, sino a partir de un «ver» (v. 40). Los judíos han visto un hombre
Padre... yo no los echaré fuera.
V A no dejo perecer nada.
118. Cf. BD209.
119. Este mismo pensamiento en una formulación semejante puede verse en
38 Para hacer la voluntad 39 Esa es la voluntad 3, 16-17. Jesús acoge al ciego curado y echado de la sinagoga (9, 22) como el buen
del que me ha enviado. del que me ha enviado. pastor (10, 9s.28) y lo conduce a los pastos de la vida abundante (cf. 17, 2). Con
Jesús es firme la seguridad, que anticipa la paz escatológica.
120. Cf. I, 151.
121. Cf. A. Vanhoye, NRT 96 (1964) 337-354.
Yo he bajado del cielo.
120 Lectura del Evangelio de Juan 6, 35-47 6, 41-42 El misterio del pan de vida (6, 1-71) 121

como otro cualquiera, que es ciertamente un gran taumaturgo, pero Como en el relato de Ex 16, 2s, el narrador comienza señalando
no han reconocido en ese Jesús que les habla y que realiza obras el hecho de la murmuración colectiva para referir a continuación su
asombrosas a aquel que viene del cielo. De este modo se prepara la contenido. En esta ocasión el escándalo está en la distancia existente
objeción radical de los judíos, sobre el hijo de José (v. 42). ¿No se entre el origen celestial que se atribuye Jesús y la evidencia de su
encuentra también el lector en esta misma dificultad? condición humana. Así pues, de los anuncios anteriores de Jesús tan
Por prudencia, y quizás por pusilanimidad, hemos dejado de sólo se recoge el que sirve de fundamento a los demás, su bajada del
proponer una interpretación del v. 36. La traducción habitual se cielo. Para ello, el narrador combina dos afirmaciones sucesivas de
presenta de este modo: «Os he dicho que (hóti) vosotros (me) habéis Jesús: «Yo soy el pan de la vida» (v. 35) y «He bajado del cielo»
visto, pero no creéis»; pero esta interpretación choca con una gran (v. 38)123; luego, los judíos citan textualmente la frase: «He bajado
dificultad: ¿dónde ha hablado Jesús de este modo? Al no tener un del cielo» (v. 42). No reaccionan abiertamente, sino que murmuran
texto de referencia, algunos se contentan con recordar que en el v. entre sí (6,43), negándose a cavilar sobre un misterio que les desborda
26 Jesús reprochó a los galileos el no haber visto el «signo» de los radicalmente. El obstáculo que les impide creer queda subrayado en
panes y no buscar más que el alimento terreno. Pero hay que confesar el hecho de que Jesús tiene unos padres bien conocidos; al mismo
que esta relación es muy lejana, al menos para el tenor del texto. tiempo se observa la ironía joánica: «conocemos a los padres de Jesús»,
Por eso P. Borgen122 propone ver en el hóti, no ya una conjunción dicen los galileos; conocen sin duda al hijo de José, pero no al Hijo
para introducir lo que ha dicho Jesús, sino una partícula causal, con de Dios.
la traducción siguiente: «Os he hablado a vosotros, porque vosotros La pregunta «¿No es ése...?» se encuentra también en los tres
me habéis visto, pero no creéis». Según esta lectura, Jesús recuerda sinópticos124, en un contexto de extrañeza. En Jn, los judíos chocan
la manera de hablar que empleó en el v. 32, cuando precisó —en con un ser que, sin poner en cuestión su condición humana, declara
contra de los galileos que, citando la Escritura en el v. 31, decían: que ha bajado del cielo y que por tanto procede de la esfera divina.
«les dio»— que había que leer «nos dio el pan del cielo», añadiendo: Cuando el lector se encuentra en Mateo o en Lucas con la misma
«Mi Padre os da el pan del cielo, el verdadero». Se plantea además paradoja, que estos evangelistas presentan por otra parte de una forma
otra cuestión: ¿por qué recuerda esto Jesús en este lugar? Propongo menos intensa, ya ha sido introducido en el secreto, gracias a los
una hipótesis: en medio de sus proclamaciones en primera persona relatos de la infancia125. En Jn, no se ha dicho antes nada de la
(Yo), Jesús quiere subrayar que su palabra se dirige precisamente concepción virginal de Jesús126 ni se ha contado su nacimiento. Pero
a los galileos que están allí. Es verdad que no se impone ninguna no conviene preguntarse si, para Jn, no será incompatible una pater-
solución. Pero me ha parecido honesto señalar esta dificultad, aun nidad humana con la condición divina; la expresión «hijo de José»
sin poder resolverla. significa simplemente que a los ojos de sus contemporáneos Jesús es
un hombre como los demás (cf. 1, 45).
Con el término «murmurar» (aquí y en 6, 43), el evangelista, fiel
La objeción de los judíos (6, 41-42) al relato bíblico del maná que constituye el horizonte de este capítulo,
compara a los oyentes de Jesús con la generación del desierto: «mur-
muran», lo mismo que sus antepasados de dura cerviz que, atenazados
por el hambre, le echan en cara a Moisés que los ha hecho salir de
41 Entonces los judíos murmuraban de él, porque había dicho: Egipto. Resulta ciertamente útil precisar el vínculo entre los dos textos
«Soy yo el pan bajado del cielo», 42 y decían: «¿No es éste y la falta de fe de unos y de otros. En el desierto los hebreos murmuran
Jesús, el hijo de José, de quien nosotros conocemos al padre y «contra Moisés», y éste responde que no es contra él contra quien
a la madre? ¿cómo dice ahora: 'He bajado del cielo'?». murmuran, sino «contra Yahvé», rectificación que se subraya en tres

123. Como indica el diagrama de la nota 117.


124. Cf. Le 4, 22; Me 6, 3 = Mt 13, 55.
125. Mt 1-2; Le 1-2.
122. P. Borgen, Bread from Heaven, 64-67. 126. A no ser que se prefiera la lectura rara «qui ex deo natus est»; cf. I, 87s.
122 Lectura del Evangelio de Juan 6, 35-47 6, 43-47 El misterio del pan de vida (6, 1-71) 123

ocasiones (Ex 16, 7-8). Puede ser que Jn haya conservado el verbo ¿Qué entiende el evangelista por «el Padre atrae»? El lector podría
«murmurar» con preferencia a cualquier otro más o menos adecuado, sospechar en esta expresión una predestinación arbitraria o el deter-
para sugerir que negarse a creer en Jesús (como indica la murmuración) minismo que niega la libertad humana. Pero la predestinación queda
es negarse a aceptar los designios mismos de Dios. Jesús insistió en descartada por la manera con que Jesús modifica el tenor de la cita
6, 35-40 en su envío por el Padre, de quien cumple perfectamente la de Is 54, 13: no ya «todos tus hijos (de Jerusalén)», sino «todos (los
voluntad. hombres)»128. La perspectiva se hace universal: todos los hombres sin
excepción están invitados a la fe. En cuanto al determinismo, el tema
de la atracción divina es inseparable en la Escritura del tema del amor,
43 Jesús respondió y les dijo: «¡No murmuréis entre vosotros! del que no es sino una expresión. Por ejemplo, dijo Dios a Israel:
44 Nadie puede venir a mí si el Padre que me ha enviado no
lo atrae, y yo lo resucitaré en el último día. 45 Está escrito Con un amor eterno te amé;
en los profetas: 'Serán todos enseñados por Dios'. Todo el por eso te atraje (heílkysá)
que ha escuchado {akoúsas para) del Padre y recibido su en mi misericordia
enseñanza viene a mí. 46 No es que nadie haya visto al Padre, (Jer38, 3 [LXX] = 31, 3).
excepto aquel que está junto a Dios: ése ha visto al Padre.
47 Amén, amén, yo os lo digo: el que cree tiene la vida
Si el verbo hélkó tiene cierto matiz de coacción (como sugiere la
eterna».
expresión «vínculos de amor» por los que Dios atrae al Israel infiel:
Os 11, 4), es debido a la resistencia del hombre ante un amor que
hace saltar su cerrazón natural sobre sí mismo129. Por eso Jesús con-
Enfrentado con la objeción de su nacimiento, Jesús mantiene su cluye con una llamada a creer (v. 47).
origen divino explicitando lo que ya estaba implícito en la bajada del En realidad, el v. 44 subraya la necesidad de la intervención del
cielo: él está «junto a Dios» y «ha visto al Padre», a diferencia de Padre en el origen de la fe: reconocer a Jesús es, para Jn, entrar en
todos los demás hombres (v. 46)127. Al oír resonar aquí el último el misterio divino, lo cual no puede realizarse sin que Dios abra el
versículo del prólogo —«Nadie ha visto nunca a Dios; el Hijo único..., acceso a ello. Lo confirma la continuación del texto, iluminando en
que está hacia el seno del Padre...» — , el lector recuerda el final: el qué consiste la atracción divina. Si, por nuestra parte, podríamos sentir
Hijo ha venido a manifestar a los hombres al Padre. Pero la palabra la tentación de pensar en una experiencia totalmente interior, y hasta
de Jesús va precedida aquí por dos versículos (44-45), en donde el mística, el v. 45 nos habla de «escuchar» y de «enseñanza recibida»,
movimiento del pensamiento va en sentido contrario al del prólogo: términos que remiten a la Escritura. Esta, al trasmitir la palabra de
no es el Hijo el que da a conocer al Padre, sino el Padre el que, Dios, invita continuamente a escucharla, es decir, a vivir de ella. Si
atrayendo a los hombres, los orienta hacia el Hijo. Al decir que no se recibe en profundidad, la enseñanza del Padre trasmitida a Israel
puede ser conocido sin la acción preveniente de Dios, Jesús sugiere conduce al Hijo. Esto significa que, en virtud de su bajada del cielo,
por eso mismo su condición divina. Dios, que está en el origen y en ha llegado el tiempo de la inteligencia plena de la palabra por la que
el término de su misión, está también en el origen de la acogida que Dios se dice a sí mismo al hombre. De hecho, el versículo de Isaías
le prestan los hombres. Y, lo mismo que en el primer cuadro de este que ha citado Jesús: «Serán todos enseñados por Dios» se refiere,
desarrollo el Enviado bajado del cielo no vivifica más que haciendo
suya la voluntad del Padre (v. 38-40), también aquí los hombres a los 128. Cf. 12, 32: «Atraeré a todos los hombres hacia mí».
que ha sido enviado Jesús no pueden recibir la vida sin una docilidad 129. Esta atracción amorosa se describe en el Cantar de los cantares. San
interior al Padre. El eje del desarrollo en 6, 35-47 resulta entonces Agustín ha caracterizado bien la situación: «No te imagines que eres atraído a tu
que es la iniciativa salvífica de Dios. pesar: el alma es atraída también por el amor... Es poco que seas atraído por tu
voluntad; también lo eres por el placer... Dame a uno que ame y sentirá la verdad
de lo que digo (da amantem et sentit quod dico)» (In Jo., 26, 4). A. Oepke caracteriza
127. En particular, a diferencia del pueblo que, según Dt 4, 12; 5, 24 y Eclo la acción divina como «una atracción llena de amor» («ein liebevolles Ansichziehen»
17, 13, «no vio a Dios» cuando recibió el don de la ley en el Smaí. TWNT II, 500s). Cf. Os 11, 4; 1 QS 11, 13s.
124 Lectura del Evangelio de Juan 6, 35-47 6, 48-58 El misterio del pan de vida ¡6, 1-71) 125

según el contexto, al tiempo del cumplimiento; anuncia que la alianza en la revelación de su alianza con Israel. Para creer, no basta el
«eterna»130 se realizará cuando, para decirlo con Jeremías con el que «socorro de Dios» (Lagrange); entrar en la fe, según el evangelio,
se relaciona el oráculo de Isaías'31, la ley no sólo se proponga desde es obra entera de Dios mismo. La metáfora del alimento orienta,
arriba, sino que esté inscrita en los corazones: por otra parte, hacia la comunión entre el creyente y Dios. Este
«pan de Dios», este pan de la vida, hay que «comerlo»: éste es el
He aquí la alianza que estableceré con la casa de Israel después de tema del párrafo siguiente.
aquellos días: pondré mi ley dentro de ellos y la escribiré en su corazón;
seré su Dios y ellos serán mi pueblo. Y nadie enseñará ya a su prójimo
y nadie a su hermano diciendo: «Conoced a Yahvé», porque todos ellos
me conocerán, desde el más pequeño hasta el más grande de ellos (Jer II. JESÚS, PAN VIVO QUE SE DA A COMER (6, 48-58)
31, 33-34).
Según la cita inicial (6, 31), el pan del cielo había sido «dado
La ley será objeto de un conocimiento inmediato, debido según a comer». A lo largo de 6, 35-47, en donde Jesús se designa a sí
Ezequiel al Espíritu («Infundiré mi espíritu en vosotros y haré que mismo como el pan de la vida, apenas se vislumbra una huella del
os conduzcáis según mis preceptos y observéis y practiquéis mis tema «comer» en el binomio «hambre-sed» (v. 35b); y si la acción
normas», Ez 36, 27). Esta perspectiva escatológica, la aplica Jesús de «dar» era propia de Dios, no aparecía más que en el don a Jesús
a su propia presencia en este mundo, no ya la de un intermediario, de los que habrían que creer en él (v. 37.39). En la segunda parte,
sino la de un «mediador» que une en su persona la divinidad y la en donde las palabras clave no son ya «venir a mí» o «creer», el
humanidad; la enseñanza inmediata132 y plena133 del Padre se realiza término «pan» no sólo se retoma en el v. 48 (en donde encontramos
en su misión. la misma fórmula de designación que en 35a: «Yo soy el pan de la
Así pues, la acción de Jesús y la del Padre son circulares. Todo vida»), sino que aparece además en cuatro ocasiones en los v. 50-
pasa por Jesús y sin embargo todo procede del Padre y todo acabará 51, al final de los cuales se identifica con la carne de Jesús, para
en el Padre. El anuncio de Jesús se refiere esencialmente al presente, reaparecer finalmente con insistencia en el v. 58. Correlativamente,
trasfigurado por su presencia; sin embargo, como en el primer cuadro el verbo «comer» es frecuente en todo el texto, referido dos veces
de este desarrollo, Jesús no deja de anunciar igualmente que «resucitará al maná del desierto (v. 49.58), pero sobre todo —y en contraste
en el último día» a los que, atraídos por el Padre, vengan a él. con él— al pan que es Jesús o la carne de Jesús. La acción de «dar»
se convierte en la del Hijo que se da: ésa es la obra que realiza por
Esta primera parte del discurso está dominada por la necesidad la vida del mundo (cf. 6, 30.33). Y en primer lugar en favor de
de creer que Jesús ha bajado del cielo, que es el Enviado escatológico cada creyente. ¿Cuál es esta «vida» prometida y concedida? El
de Dios. La metáfora del pan que, en el diálogo inicial, había pasado proyecto de Dios era «salvar» al mundo por medio de Jesús (cf. 3,
de la ley al don de Dios, vivificante para el mundo (6, 31-33), indica 17); ahora se precisa en qué consiste la vida eterna que se da al
discípulo ya desde este mundo. Según los términos de la primera
aquí la persona misma de Jesús. La dificultad de los galileos centra
parte del discurso, el discípulo «venía a Jesús»; es decir, se encon-
la atención del lector en la paradoja de la palabra que se ha hecho
traba todavía a cierta distancia de aquel que está «junto a Dios» (v.
carne, el Logos que ha pasado a ser un hombre134. El secreto de la
46); en la segunda se ha abolido toda distancia: Cristo «permanece»
fe es la docilidad a la acción preveniente del Padre, que se desplegó en el creyente. Todo pasa como si, por la muerte del hombre Jesús,
la vida misma del Hijo no se quedara ya solamente en él, sino que
130. Is54, 10; 55, 3; 59, 21; 61, 8.
se hubiera hecho comunicable a los suyos.
131. Como lo comprendieron los rabinos, cf. P. Borgen, Bread from Heaven,
150.
132. Es éste el matiz de la preposición para en la expresión «escuchar del
(paró) Padre»; cf. BD 173, 1. Cf. Jn 7, 51; 8, 26.38.40; 15, 15.
133. Isaías permite precisar en un contexto mesiánico que «el país se llenará
del conocimiento de Dios, lo mismo que las aguas que cubren el mar» (Is 11, 9).
134. Cf. I, 91-93.
126 Lectura del Evangelio de Juan 6, 48-58 6, 49-51 El misterio del pan de vida (6, 1-71) 127

El pan que yo daré es mi carne (6, 49-51)


48 «Soy yo el pan de la vida. 49 Vuestros padres comieron
el maná en el desierto... y murieron. 50 Así es el pan que Después de repetir, como si se tratara de un estribillo, la fórmula
baja del cielo: el que come de él no muere. 51 Soy yo el pan, de designación en el v. 48135, aparecen dos frases con elementos que
el (pan) vivo que ha bajado del cielo: si alguien come de este figuraban ya en el diálogo introductorio: el maná comido en el desierto
pan, vivirá para la eternidad. ¡Más aún! El pan que yo daré (v. 49; cf. 31) y el pan bajado del cielo (v. 50; cf. 33). Esto vuelve
es mi carne para la vida del mundo». a llamar la atención sobre algunas expresiones que hasta ahora habían
52 Entonces los judíos disputaban entre sí diciendo: «¿Cómo quedado marginadas o implícitas. El verbo «comer» se aplicó al pan
éste puede darnos de comer su carne?». del que habla Jesús. La promesa de la vida dejaba entender la condición
53 Entonces Jesús les dijo: «Amén, amén, yo os lo digo: Si mortal de los oyentes; aquí la muerte se menciona expresamente. A
no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, pesar de haber comido del maná, «los padres murieron»; este alimento
no tenéis la vida en vosotros. 54 El que come mi carne y (la ley) resultó por tanto ineficaz para comunicar la vida. Pues bien,
bebe mi sangre tiene la vida eterna, y yo lo resucitaré en el el pan del cielo que es Jesús suprime para siempre la muerte para los
último día. 55 Sí, mi carne es verdadera comida y mi sangre que comen de él. Ya Jesús había dicho en 5, 24: «El que escucha mi
es verdadera bebida. 56 El que come mi carne y bebe mi palabra, ha pasado de la muerte a la vida».
sangre permanece en mí y yo en él. 57 Lo mismo que me ha Pero he aquí que una vez más va a subrayar la afirmación pre-
enviado el Padre, que está vivo, y que yo vivo por el Padre, cedente: lo mismo que en Jn 5, 24 iba seguido de «el Hijo tiene la
así el que me come vivirá también por mí. 58 Así es el pan vida en sí mismo» (5,26), también aquí Jesús modifica la proclamación
que ha bajado del cielo: no como (el que) comieron los pa- del comienzo del discurso: él no es solamente el «pan de la vida»,
dres... ¡y murieron!. El que come este pan vivirá para la sino «el pan vivo». Esta afirmación, unida a la invitación a comer de
eternidad». él, inaugura un desarrollo que se extiende hasta el v. 58. Inmediata-
mente el lector se ve conducido a una revelación nueva: «el pan que
yo daré es mi carne para la vida del mundo» (v. 51c). Esta palabra
tiene que ser examinada más detenidamente. Va introducida por el
La segunda parte del discurso se distribuye como la primera:
una revelación misteriosa de Jesús suscita una dificultad (v. 52), a giro griego kai dé, que puede traducirse así: «en cuanto al pan...», o
la que éste responde explícitando lo que ha afirmado. Aquí Jesús «¡más aún! el pan...»136. El verbo «dar» en futuro tiene por sujeto a
revela que va a morir por la vida del mundo; su respuesta, formulada un EgÓ enfático, el mismo que caracterizaba a la designación del pan
en lenguaje metafórico, se refiere al misterio de la unión entre él en 6, 35.48.51a. Pero mientras que en aquellos versículos Jesús dice
mismo y el creyente, unión de la que la muerte anunciada parece que es el pan bajado del cielo, es decir, el que Dios da (6, 33), en
ser la condición. Este último pasaje está imbuido de un vocabulario v. 51c Jesús se convierte en el donante, tal como se sugería en la
sacramental, pero —como puede comprobarse al leerlo— no puede segunda parte de 6, 33: «el pan que da la vida al mundo».
explicarse plenamente como una homilía cristiana sobre la eucaris- Queda ahora decodificada la metáfora del pan; en este nuevo anun-
tía. Con numerosos críticos opinamos que forma parte integrante cio Jesús la interpreta con claridad. ¿Qué significan precisamente los
del discurso sobre la fe en la persona y en la obra de Jesús, pan de tres términos: «carne», «dar» y «para»?
Dios bajado del cielo que comunica la vida a quien lo «come». Así
lo confirma la confrontación de este texto con la literatura judía y, 135. La expresión «Soy yo el pan de la vida» podría también cerrar el primer
antes de ello, el v. 58, que concluye todo el conjunto recogiendo desarrollo. Sin embargo, parece preferible hacer de ella el comienzo del segundo,
algunos elementos anteriores. ya que tanto el primer desarrollo como el segundo terminan con la mención de la
«vida eterna», obtenida bien por la fe, bien por la manducación del pan. Esto
demuestra igualmente que el segundo desarrollo supone y completa la enseñanza
del primero.
136. Cf. BD 447,9.
128 Lectura del Evangelio de Juan 6, 48-58 6, 52 El misterio del pan de vida (6, 1-71) 129

Por «carne» (sárx), Jesús no entiende la substancia del organismo del Hijo salvador del mundo. Además, aunque los v. 53-56 se referían
humano, sino a sí mismo en su condición mortal137. Probablemente únicamente a la eucaristía, ¿no se requiere previamente el anuncio de
ha sido en virtud de la palabra «pan» por lo que aquí se ha preferido la muerte de Jesús? Finalmente, en la medida en que el término sárx
usar sárx en lugar de psykhé («vida» o «alma»), habitual en el cuarto designa la condición terrena del Logos encarnado, no se puede a
evangelio cuando Jesús habla del don de la persona138; pero ¿por qué nuestro juicio afirmar prioritariamente en v. 51 c el sentido sacramental,
se prefiere también al término «cuerpo» {soma), tradicional en las ya que este último implica la presencia del Resucitado. Pero cierta-
palabras de Jesús en la cena139? ¿será porque, salvo en 2, 21, Jn lo mente los elementos tradicionales (el pan, la preposición «para», la
reserva para hablar del cadáver140? Más probablemente, es porque la palabra «carne» equivalente a «cuerpo»146) y la perspectiva del don
palabra «carne» caracteriza en el prólogo al modo de presencia del pueden evocar la osmosis joánica del tiempo pasado de Jesús que se
Logos entre nosotros (1, 14); por tanto, se mantiene aquí el pensa- enfrenta con la muerte y del tiempo presente de la comunidad cristiana
miento del misterio de la encarnación, que el discurso ha destacado que vive el sacrificio eucarístico.
mediante el tema de la bajada del cielo.
En cuanto a la elección de «dar» (doünai) en vez de títhémi,
habitual en Jn141, proviene sin duda de su empleo común en este La objeción de los judíos (6, 52)
capítulo: en el signo de los panes, luego en labios de los judíos y en
el anuncio del alimento celestial142.
La preposición «para» (hypér) indica regularmente en Jn, en el sentido 52 Entonces los judíos disputaban entre sí, diciendo: «¿Cómo
«en favor de...», la finalidad del don que Jesús hace de su vida: por (en éste puede darnos a comer su carne?»147.
favor de) sus ovejas, del pueblo, de las naciones, de sus discípulos143.
Este conjunto significa en primer lugar, mediante el término sárx,
el efecto vivificante de la encarnación; y luego, por el futuro «yo
daré», la muerte de Jesús como fuente de vida para el mundo. Este Lo mismo que en la primera objeción (6, 42), aquí se relacionan
es el don voluntario del Hijo, como se repetirá a manera de leitmotiv entre sí dos palabras de Jesús —«comer de este pan» (v. 51b) y «el
en el capítulo 10. Sin embargo, la «carne» es aquí el referente del pan... es mi carne» (v. 51c) — , para formar una sola frase en la que
pan, objeto directo del verbo «dar»; por eso, muchos críticos han ha desaparecido la palabra «pan». Formulado de este modo, el anuncio
pensado que esta palabra se refería inmediatamente a la eucaristía, de Jesús parece haberse reducido a un sentido puramente material y
viendo en ella una trasposición de las palabras de la Cena144. Pero en absurdo. Se piensa entonces en Nicodemo, que se negaba a concebir
que fuera necesario entrar de nuevo en el vientre de la madre para
el primer tiempo de lectura, el tiempo fundador, hay que mantener en
volver a nacer. Pero nuestro texto no sugiere nada de aquel humor
v. 51c el sentido existencial145. En efecto, en los versículos introduc-
rabímco que podía atisbarse en el maestro de Israel. Lo que aquí
torios (v. 50.51b), la invitación a «comer este pan» procede de la domina es la indignación: los galileos se pusieron a protestar148. ¿Qué
metáfora que domina en el discurso para indicar el don de Dios, y es lo que habían comprendido?
debe entenderse por tanto como una llamada a adherirse a la persona
146 Algunos piensan que el término sárx es más original en el relato de la
137 Según el sentido que tiene el término sárx en 1, 14 (cf I, 90-93) Cena que soma en los sinópticos, podrían estar engañados cf nuestro La fracción
138 Con títhémi en 10, 11 15 Cf 10, 17 18, 13, 37s, 15, 13 del pan, 159-161
139 Mt 26, 26 par 147 C K Barrett prefiere adoptar una lectura rara «¿Puede dar de comer
140 19, 31 38 40, 20, 12 Cf nuestra obra La fracción del pan, Madrid 1983, una carne''» Esta lectura manifestaría una objeción más literal (cf Núm 11, 4)
159s Sin embargo, el texto clásico es más adecuado a la perspectiva joánica (cf 6, 41s)
141 Cf supra, n 138 Con doünai Jn recoge la expresión tradicional para 148 El verbo makhomai sugiere una «disputa», una «querella» En efecto,
designar el don que Cristo hace de su vida (Mt 20, 28 par, Gal 1, 4) equivale probablemente al verbo hebreo rib, que los Setenta traducen ordinariamente
142 6, 11 27 32 33 34 37 39 51 52 por loidoréó, pero también por mákhomai en diez ocasiones Este verbo se utiliza
143 10, 11 15, 11, 50-52, 18, 14 Cf nuestra obra Lafraccióndel pan, 162-165 en Ex 17, 2, en donde equivale al «murmurar» de Ex 16, 7s Precisamente, estos
144 Asi piensan Bernard, Jeremías, Schurmann, Brown, Schnackenburg dos verbos se vuelven a encontrar en Jn 6, 41 y 6, 52 Cf R Schnackenburg, BZ
145 Asi piensa A Schlatter, H Odeberg, H Strathmann, P. Borgen y otros 12 (1968) 248-252, y II, 102
11(1 Lectura del Evangelio de Juan 6, 48-58
6, 53-58 El misterio del pan de vida (6, 1-71) 131

El contexto se opone a una lectura literal de la objeción. Desde el


v. 31 en donde el pan comido por los padres se refiere a la ley, el Jesús mantiene el anuncio que tanto les ha chocado: al añadir la sangre
término «pan» ha sido utilizado exclusivamente como metáfora del a la carne, significa que «el pan que él dará» (6, 51c) es su misma
don vivificante de Dios; correlativamente «comer» significa asimilar persona, como lo confirma en 6, 57 la expresión «el que me come».
ese don, vivir de él. Este simbolismo se ha mantenido a lo largo de Pues bien, las palabras de Jesús sobre sí mismo no se limitan a la
todo el discurso. En la segunda parte, Jesús subrayó además por dos revelación de su propio misterio: en el anuncio de la bajada del cielo
veces (v. 48, 51a) que él mismo es el pan del cielo e insistió en la y en de la muerte, se alude directamente al destinatario. Lo mismo
necesidad de que el discípulo coma de él para obtener la «vida eterna». que en la respuesta a la primera objeción de los judíos, aquí también
No es probable ni mucho menos que el narrador cambie repentinamente la perspectiva se centra en el creyente, cuya existencia se transforma
de registro, produciendo una ruptura en la tonalidad del texto; ésta se por completo. En 6, 44-47 tenía que escuchar al Padre y «venir a mí»;
produciría realmente si los interlocutores, a los que mostró de antemano ahora se le invita a «comer y beber», es decir, a acoger la revelación
como conscientes del lenguaje metafórico (cf. su petición del «pan del sacrificio del Hijo del hombre. Mediante esta fe, el discípulo vivirá
[de Dios]»: v. 34), reaccionasen de pronto a nivel del sentido concreto. de la misma vida del Hijo de Dios. En este texto es donde aparece
Por otra parte, según su primera objeción (v. 41s), los judíos com- por primera vez en el cuarto evangelio el tema de la inmanencia mutua
prendieron muy bien que Jesús afirmaba su origen divino: si rechazaron de Jesús y del creyente.
su palabra, es porque habían comprendido su significado. Aquí, han La lectura de este pasaje ha resultado complicada debido a que la
oído al rabí anunciar que su muerte voluntaria produciría «la vida del terminología, a pesar de que no corresponde a las palabras tradicionales
mundo». Más que sospechar que Jesús había proferido un anuncio de la institución, evoca inmediatamente la eucaristía. De aquí se dedujo
relacionado con la antropofagia, lo que rechazan es que la salvación que se trataba de una especie de midrash de la cena, y por eso no
universal, y ante todo la suya, pudiera provenir de la entrega de sí pertenecería al discurso compuesto por el evangelista. Como hemos
mismo de un hombre. Se niegan a depender radicalmente, para la vida dicho anteriormente, esta interpretación exclusivamente sacramental
eterna, de ese Jesús que les habla, dependencia intolerable y hasta no tiene por qué imponerse. Semejante lectura falsearía el sentido del
sacrilega para los que no conocen más salvador que a Dios. La primera texto, a no ser que se apoyara explícitamente en la comprensión del
objeción señalaba el rechazo de la encarnación del Logos, la segunda sacrificio personal de Cristo y de sus frutos de vida para el creyente.
niega que la muerte de Jesús sea fuente de vida para todos los hombres. Por eso, antes de proceder a una lectura en un segundo tiempo, es
Es el escándalo de la cruz el que aquí asoma. necesario ver ante todo qué es lo que Jn quiso significar en un primer
tiempo.
En estas condiciones, ¿por qué la objeción se formula de una
manera tan cruda? Es posible que en el segundo tiempo de lectura, el
narrador condene la incomprensión de los ambientes judíos respecto
a la eucaristía practicada por los cristianos. Sin embargo, la formu- 53 Entonces Jesús les dijo: «Amén, amén, yo os lo digo: Si
lación se justifica también por la técnica de los diálogos joánicos: sin no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre,
que lo sepan sus autores, las objeciones anuncian la exposición que no tenéis la vida en vosotros. 54 El que come mi carne y
va a seguir, poniendo así de relieve el punto neurálgico del discurso bebe mi sangre tiene la vida eterna, y yo lo resucitaré en el
de Jesús. último día. 55 Sí, mi carne es verdadera comida y mi sangre
es verdadera bebida. 56 El que come mi carne y bebe mi
sangre permanece en mí y yo en él. 57 Lo mismo que me ha
El misterio del Pan vivo (6, 53-58) enviado el Padre, que está vivo, y que yo vivo por el Padre,
así el que me come vivirá también por mí. 58 Así es el pan
En la primera parte del discurso se profundizó en el misterio de que ha bajado del cielo: no como (el que) comieron los pa-
la fe en Jesús bajado del cielo; se apeló a la atracción del Padre, que dres... ¡y murieron! El que come este pan vivirá para la
hace la adhesión más fácil y a la vez más difícil, en la medida en que eternidad».
los interlocutores no escuchen al Padre. Ahora se profundiza en el
misterio de la fe en Jesús que se da. Respondiendo a los galileos,
132 Lectura del Evangelio de Juan 6, 48-58 6, 52 53-54 El misterio del pan de vida (6 1 71) 133

El último versículo ofrece una conclusión a este pasaje, pero tam- provocó la objeción de los judíos, este misterio no es el pan en
bién a todo el conjunto del discurso, cuyos temas esenciales repro- cuanto bajado del cielo, sino el pan en que se ha convertido Jesús
duce149 Entonces, los v 53-57, que constituyen propiamente la res- para el creyente a través de su muerte Esto es lo que manifiesta
puesta de Jesús a la objeción de los judíos (v 52), se encuentran una lectura atenta
incluidos en el movimiento de todo el discurso Y como éste está La respuesta de Jesús se distribuye en dos pares de versículos (53-
impregnado de parte a parte por el simbolismo sapiencial del alimento, 54 y 56-57) que se agrupan en torno al v 55 A los que comen y
según el cual lo significado es la palabra divina, fuente de salvación beben, los dos primeros versículos les anuncian (de forma negativa
cuando es «comida», es decir, plenamente acogida por el hombre, en el v 53 y positiva en el v 54) la «vida en vosotros», la «vida
también nuestros versículos estarán embebidos de este mismo sim- eterna», cuya promesa había marcado el discurso Después del ver-
bolismo la acción de «comer» y «beber» sigue estando orientada al sículo eje (55), vienen otros dos versículos, que se encadenan mutua-
don de la vida El versículo central (6, 55) confirma esta perspectiva mente, explicitando en qué consiste esta vida para el discípulo El
pensamiento progresa de una pareja a la otra

55 «Sí, mi carne es verdadera comida y mi sangre es ver-


dadera bebida». 53 Entonces Jesús les dijo: «Amén, amén, yo os lo digo: Si
no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre,
no tenéis la vida en vosotros. 54 El que come mi carne y
bebe mi sangre tiene la vida eterna, y yo lo resucitaré en el
Encontramos aquí de nuevo la palabra brosis, que en 6, 27 se
último día».
refería al alimento de la vida eterna, sustituido desde 6, 31 por «pan
del cielo» o «pan de la vida», el término conserva el mismo sentido
espiritual Convertidos en sujetos de la frase, la «carne» y la «sangre»
(de las que volveremos a hablar al leer el v 53), se declara que son Después de un doble amén solemne, Jesús repite la expresión
«verdadera» comida y «verdadera» bebida El adjetivo «verdadero» «comer la carne», que habían utilizado sus interlocutores, e incluso la
(aléthés) equivale al adverbio «verdaderamente»150 esta carne y esta refuerza, paradójicamente, añadiéndole «beber la sangre» Pero des-
sangre cumplen perfectamente la función de saciar el hambre y de carta de antemano toda mala inteligencia, diciendo no ya «mi carne»,
calmar la sed de las que Jesús había hablado en el anuncio sapiencial sino «la carne del Hijo del hombre» Los judíos habían designado a
de 6, 35b «El que cree en mí no tendrá jamás hambre, el que cree Jesús como un hombre cualquiera («éste»), empeñándose en no ver
en mí no tendrá sed jamás» en el más que a un individuo como los demás y rechazando consi-
Por consiguiente, no hay ningún motivo, en el primer tiempo guientemente su anuncio En realidad, el que les habla no es de esta
de lectura, para no conservar en nuestro texto para el verbo «co- creación, sino que pertenece al mundo de arriba Del Hijo del hombre
mer»'51 el sentido metafórico de «creer» que tuvo anteriormente en el lector sabe que esta en comunicación permanente con el cielo (1,
el discurso (6, 49 50 51a) y que tendrá luego en el v 58 Corre- 51), que ha descendido para ser «elevado» (3, 14s) y que volverá a
lativamente, «beber» indica la misma adhesión de fe al misterio subir al cielo (6, 62) Por medio de este título, el evangelista designa
revelado Aquí, en conformidad con el anuncio de 6, 51c, que ciertamente al Hijo de Dios en su itinerario de Salvador, en el nivel
del episodio, se invita a los oyentes a no limitar su mirada al ser
149 6 38 41s 50s 6 49 57 humano que tienen delante de sus ojos, sino a elevarla hacia aquel
150 El adjetivo alethes es distinto de alethinos que puede indicar el carácter que, según su tradición apocalíptica, domina los siglos
celestial en oposición al terrenal, asi para el mana en 6 32 (pero no en 4 37 8 Pues bien, Jesús mencionó al Hijo del hombre al comienzo de su
16 19, 35)
diálogo con los gahleos, es a esta figura celestial a quien atribuyó la
151 Esta acción real no se hace material por el empleo del verbo trogo Este
verbo tiene sin duda el sentido de «masticar mascar saborear» (cf C Spicq, NTS misión de dar el alimento que permanece hasta la vida eterna (6, 27)
26 [1980] 414-419) pero Jn lo utiliza también para sustituir al verbo esthio en He aquí que este título reaparece precisamente cuando se especifica
presente, por ejemplo en 13, 18 cuál es este «alimento» el alimento se identifica con el donante, con
134 Lectura del Evangelio de Juan 6, 48-58
6, 56-57 El misterio del pan de vida (6, 1-71) 135
el mismo Hijo del hombre que, bajado del cielo, se entregó sin reservas
para que pasara su vida misma al discípulo. El acto de fe se dirige al aquí, «comer y beber» dicen el mismo acto de adhesión sin reservas,
Viviente que atravesó la muerte, a fin de vencerla en aquellos que, dirigido al Hijo del hombre que se ha entregado por la salvación del
sin él, perecerían lo mismo que perecieron los padres. mundo. Se trata de acoger en la fe el misterio de la muerte del que
Si el lector cristiano disocia de buena gana los dos términos pa- Jesús ha hablado como de un don. Además, para un judío, la sangre
ralelos «carne» y «sangre», es sin duda por causa de los ritos de es la vida misma, de la que sólo dispone Dios; por eso, en los sacrificios
institución, en los que se menciona la carne y la sangre como término cultuales se reserva para el altar, a diferencia de la carne de las víctimas;
de dos acciones rituales sucesivas. Aquí, la acción que expresan los una vez derramada, tiene un valor expiatorio154.
verbos «comer» y «beber» es única, como confirma la repetición del
v. 57: «el que me come...»; se trata del «creer». Así pues, ¿qué es lo Creer en el sacrificio del Hijo del hombre que vence a la muerte
que hay que entender en este contexto por la expresión «carne y sangre es, según el giro del v. 53, «tener la vida en vosotros». Extraña
del Hijo del hombre»? expresión, ya que su equivalencia sólo se encuentra en 5, 26, donde
El nuevo testamento habla de «carne y sangre» en varios pasajes tiene un sentido absoluto: el Padre concedió al Hijo «tener la vida en
que no tienen nada que ver con la eucaristía152. Este binomio significa sí mismo». Aquí es preciso matizar el sentido, ya que «tener la vida
bíblicamente al hombre entero en su condición natural, que es terrena. en (sí mismo)» exige una condición: la fe que ha de renovarse sin
Así Jesús decía a Simón Pedro: «No te lo ha revelado la carne ni la cesar. Sin embargo, más allá de su sustitución en el v. 54 por «la vida
sangre» (Mt 16, 17). La Carta a los hebreos se sirve de este binomio eterna» y más allá de la seguridad reiterada en la resurrección del
para afirmar la encarnación y la cruz del Hijo: último día, este giro prepara la revelación que contienen los v. 56-57
sobre lo que es en realidad, para el discípulo, esta «vida en sí mismo».
Puesto que los hijos ( = los hombres) tienen en común la sangre y la
carne, también él, de forma semejante, compartió la misma condición,
a fin de reducir a la impotencia, por su muerte, al que tenía el poder
de la muerte» (Heb 2, 14). 56 El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí
y yo en él. 57 Lo mismo (kathés) que me ha enviado el Padre,
En nuestro texto, las expresiones paralelas «carne» y «sangre» que está vivo, y que yo vivo por el Padre, así el que me come
evocan ciertamente la condición humana que asumió el Hijo del hom- vivirá también por mí.
bre cuando bajó del cielo para ser «elevado». Lo mismo que en la
Carta a los hebreos, también para Jn se requería la condición mortal
para que el Enviado pudiera cumplir su misión. En el v. 56, la fórmula «comer la carne... beber la sangre», que
Sin embargo, en los v. 53.54.56, el binomio tradicional «carne y aparece por última vez, introduce el tema de la morada recíproca. El
sangre», a pesar de que designa a un solo ser, se ve prolongado por verbo «permanecer», joánico por excelencia, ha sido utilizado a pro-
causa de los verbos diferentes que se aplican a cada uno de los dos pósito del alimento de vida eterna, que «permanece» (6, 27) y que
términos; también en el v. 55, «carne» y «sangre» aparecen distintos. estaba significada en lo sobrante de los panes (6,12). Su función es
Esta separación de los elementos está prefigurada en los sacrificios la de anular las distancias que condicionan cualquier tipo de relación
judíos, en donde «carne y sangre», que designan ciertamente las dos humana.
a la víctima ofrecida, tienen sin embargo destinos diferentes: la sangre Tomado al pie de la letra, el tema de la manducación desembocaría
se derrama sobre el altar y la carne es comida (cf. Lev 7, 14s; Dt 12, en la asimilación del alimento por parte del que lo come. Así ocurre
27). En nuestro texto se habla de comer la carne y de beber la sangre, en el orden natural e igualmente en los ritos mágicos. Pero la palabra
lo cual supone que ésta ha sido derramada en la muerte de Jesús153. de Jesús: «El que me come permanece en mí y yo en él», empieza
En 6, 35, «venir a mí» y «creer en mí» expresaban en forma de por expresar lo contrario. ¿Es esto paradójico y habrá que decir que
endíadis la adhesión a aquel que era designado como el pan de la vida; en este caso se rompe la imagen? En realidad, ya según el uso sapiencial
(así Prov 9,5...), aquel que se apropia del alimento que es la enseñanza
152. Mt 16, 17; 1 Cor 15, 50; Gal 1, 16; Ef 6, 12; Heb 2, 14; cf. Jn 1, 13.
153. A. Schlatter, Der,Evangelist Johannes, Stuttgart 1930, 178.
154. Lev 17, 10-14.
136 Lectura del Evangelio de Juan 6, 48-58
(i, 56-57 El misterio del pan de vida (6, 1-71) 137

celestial entra, personalmente, en la amistad divina: la Palabra que lo


alimenta está por encima del hombre y lo introduce en el horizonte Dios» o que está vuelto «hacia Dios»158. Jesús y el Padre son dos sin
que ella abre. Afortiori ha de ocurrir lo mismo cuando la acogida del duda alguna, pero al mismo tiempo son uno. A lo largo del evangelio
hombre tiene por objeto al sujeto trascendente que es la persona del se encuentran diversas formulaciones159 a este propósito, entre las
Hijo. Es esta realidad muy distinta la que indica Jn a través de la cuales la más característica es: «El Padre está en mí y yo en el Padre»
imagen, impresentable, de la permanencia mutua; la realidad indicada (10, 38). Al enumerar dos «personas», esta fórmula de inmanencia
por la fórmula de inmanencia recíproca está en los límites de lo ine- tiene la ventaja de prevenir el riesgo de su total identificación por
fusión, al mismo tiempo que se expresa su perfecta comunión160.
fable, es el misterio de los dos en uno. En la Apertura volveremos
sobre este tema. A continuación, al manifestar la comunión del discípulo con el Hijo,
el evangelista no solamente va más allá de los anuncios proféticos de
El exegeta se pregunta cómo pudo nacer la fórmula de inmanencia reciprocidad entre Dios e Israel, sino que la fundamenta en la relación
recíproca, en la que se pone de manifiesto en varios textos el mensaje que une al Hijo mismo con el Padre. Lo que dice la imagen de la
más profundo del cuarto evangelio155. La fórmula se presenta en un «permanencia» se explícita en el v. 57 remontándose al vínculo indiso-
doble registro, el de la relación Padre-Hijo, es decir, el de la relación luble que une al Padre y al Hijo único. En efecto, Jn utiliza la preposición
propia de Dios mismo, y en el de la relación Hijo-discípulo. La fórmula kathés, que no introduce simplemente una comparación, sino que ase-
de inmanencia que expresa esta última (aquí y en 15, 7 con el verbo gura, en virtud de su verdadero sentido161, una referencia intrínseca entre
méneiri) tiene seguramente en su trasfondo, si no en su fundamento, dos relaciones existentes y análogas: la relación Padre-Hijo engendra la
las fórmulas de reciprocidad características de la alianza según los relación Hijo-creyente. Podríamos representarlo de este modo:
profetas. Por ejemplo:
El Padre hace vivir El Hijo (que vive por el Padre) hace vivir
He aquí la alianza que estableceré con la casa de Israel:
...Pondré mi ley en el fondo de su ser
y la escribiré en su corazón. al Hijo (que ha enviado) al creyente (que lo come)
Entonces yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo (Jer 31, 33) 156 .
La relación Padre-Hijo es el modelo fundador. El parecido entre
Jn lleva esta revelación hasta su más alto grado. En él, la relación las dos relaciones se expresa por medio de la preposición diá162: «yo
recíproca que se establece entre el Hijo y el creyente no puede diso- vivo por el Padre», el creyente «vivirá también por mí». Esto significa
ciarse de la relación que une al Padre y al Hijo. Como ha demostrado que toda vida, que tiene su origen en el Padre que es viviente, no
R. Borig157, la fórmula de inmanencia se deriva probablemente de la puede existir más que en la comunión con él, tanto en el Hijo como
contemplación por la que el evangelista captó la relación de Jesús con en el creyente: ésta es la «permanencia» que en adelante expresa la
Dios su Padre. Si se arriesga a decir en el prólogo que el Logos es relación Padre-Hijo y la relación Hijo-creyente.
«Dios», es después de haber mostrado que el Logos está «junto a El Hijo se encuentra en el centro de una relación que, aunque no
se explicite en este texto, está presente en él: la del creyente con el
155. Sobre el tema «permanecer», cf. J. Heise, Menein in den joh. Schriften, Padre (cf. 14, 6). El Hijo es el mediador de esta otra relación, o mejor
Tübingen 1967; E. Malatesta, Interiority and Covenant, Rome 1974. dicho el lugar permanente en que se realiza. Mientras que Jesús es el
156. Cf. Ez36, 26s; Ap21, 3.7.
157. Según R. Borig, Der wahre Weinstock, Miinchen 1967, la tradición pro-
158. Cf. I, 57-59.
fética se ve coronada por la repetición que de ella hace Jn, especialmente en la
159. Por ejemplo, para hablar de él y de Dios, Jesús utiliza el nosotros (17,
alegoría de la viña y del viñador:
11.22) o el uno (17, 21). Otras formulaciones: con en: 6, 56; 10, 38; 14, 10s.20;
«Permaneced en mí y yo en vosotros...
15, 4.5.7.9.10; 17, 21.23.26. Afirmación de la unidad de las dos personas: 10, 30;
El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto...
17, 11.22.23.
Si permanecéis en mí y mis palabras permanecen en vosotros,
160. Esto no tiene nada que ver con los tipos de mística helenística, como «tú
pedid lo que queráis y lo tendréis...
eres mío y yo soy tuyo». Aquí, la alianza mantiene la dualidad.
Como ei Padre me ha amado, yo también os he amado...
161. Cf. I, 24, y O. de Dinechin, RSR 58 (1970) 195-236.
Permaneced en mi amor» (15, 4-9).
162. La preposición diá podría significar también «para».
138 Lectura del Evangelio de Juan 6, 48-58 6, 58 El misterio del pan de vida (6, 1-71) 139

Hijo, el discípulo se hace hijo de Dios por medio de su unión con él; Una relectura sacramental
en el Hijo único está a la vez también «junto a Dios» y «hacia Dios».
A ejemplo del Hijo que, por definición, es «enviado», es decir, per- Como dijimos anteriormente, el evangelista, y detrás de él el cris-
fectamente dependiente del Padre, el creyente es, por definición, aquel tiano, puede entender la respuesta de Jesús en 6, 53-57 en una pers-
que «come el pan», a saber, el que vive por su fe. Esta es la cumbre pectiva sacramental, en virtud del lenguaje que allí se utiliza. Es inútil
adonde nos lleva el discurso sobre el pan de la vida: la alianza que preguntarse qué es lo que podía un contemporáneo de Jesús presentir
Dios ha prometido y realizado en Jesucristo. de la eucaristía; se trata de releer el texto para hacer que resuenen sus
ecos sacramentales, destinados por Jn a la comunidad cristiana.
En el v. 58, como en una conclusión, se recogen los datos ante- En el primer tiempo de lectura, Jesús urge a sus oyentes a creer
riores, tal como decíamos en la introducción a este desarrollo: en el Hijo del hombre que se ha dado a sí mismo, atravesando la
muerte para que ellos vivan. El texto culmina en la afirmación de que
el fruto de esta fe —la vida para siempre— es la permanencia mutua
del Hijo y del creyente.
58 «Así es el pan que ha bajado del cielo: Si se aplica el registro sacramental, Jesús urge a los creyentes (es
no como (el que) comieron los padres... ¡y murieron! decir, a los que ya han entrado en comunión con él) a reavivar su fe
El que come este pan vivirá para la eternidad». y a significar esta comunión por medio de la práctica de este sacra-
mento: éste da paso al misterio del que ha hablado Jesús. Ya decía
Pablo a los corintios:
El inciso de 58b «no como... y murieron» es a primera vista un
Cada vez que coméis este pan y bebéis esta copa, anunciáis la muerte
tanto extraño: enlaza con el v. 49 que comenzaba la segunda parte del del Señor hasta que él venga (1 Cor 11, 26).
discurso y por tanto con lo que habían dicho los judíos a propósito de
los padres que habían comido el maná en el desierto (6, 31). Pues La comunidad que celebraba en su liturgia la presencia del Resucitado
bien, y ésta es la novedad, Jesús declara «no como» (ou kathós), no separaba esta presencia del recuerdo de la muerte por la que Jesús
negando así el kathós que introducía la cita de 6, 31. Los judíos veían había amado a los suyos hasta el fin. La eucaristía (= «acción de gracias»)
en el acontecimiento del desierto (Ex 16), referido en esta cita, el actualiza el don que nos hace el Hijo del hombre de sí mismo.
modelo al que había que referirse para entender bien la palabra de Al mismo tiempo, a través de la acción simbólica de compartir el
Dios. Jesús no cuestiona el valor normativo de la Escritura, pero critica pan y la copa del Señor, la eucaristía simboliza la realidad invisible
que se haya hecho de la situación de los padres la referencia definitiva: que Jn expresa por medio de la permanencia mutua; de este modo se
no se puede encerrar la actuación de Dios en el acontecimiento pasado, actualiza continuamente de nuevo la comunión del creyente con aquel
siendo así que el presente requiere la apertura a una interpretación que vive por el Padre.
nueva. De este modo llega a negar (ou kathós) esta relación: el maná El simbolismo sapiencial del discurso conviene a la evocación del
y el signo del desierto no tienen el mismo valor: «Lo que pasó ya sacramento no sólo porque su significante es el «pan», sino porque
pasó y no puede ser norma para el presente»'63. permite evitar los excesos de tipo mágico que a veces se observan en
¿Cuál es entonces esta norma para el presente? Jesús la afirmó en la presentación del sacramento. En el primer tiempo de lectura, comer
el discurso y la enunció en el v. 57 utilizando precisamente el kathós la carne y beber la sangre es referirse, no ya propiamente a Jesús de
que fundamenta el vínculo entre la relación del Hijo con el Padre y Nazaret, sino al Hijo del hombre que atravesó y venció a la muerte
la relación entre el discípulo y Jesús. El maná dado por Dios en el para la vida del mundo. Entonces, incluso a nivel eucarístico, estas
desierto y la ley dada por Dios en el Sinaí eran la figura que anunciaba expresiones no tienen nada que ver como una masticación164; la in-
el verdadero «pan» que es Jesús, dado por Dios y que se da a sí mismo sistencia del texto en la «carne» y la «sangre» tiene esta misma fi-
hasta la muerte a fin de realizar nuestro paso de la muerte a la vida.
164. A pesar de los que traducen trógó por «masticar, saborear»; cf. supra,
163. J. N. Aletti, RSR 62 (1974) 196. n. 151.
140 Lectura del Evangelio de Juan 6, 59-71
6, 59-66 El misterio del pan de vida (6, 1-71) 141
nalidad: mantener que el Hijo del hombre se entregó verdaderamente
a la muerte, después de haber tomado nuestra condición terrena. El La subida al cielo del Hijo del hombre
yo de Jesús que marca los v. 6, 54-57 subraya el carácter personal y y la función del Espíritu (6, 59-66)
no material de la manducación eucarística.
El evangelista Juan no nos ha narrado la institución sacramental;
su relato de la última cena de Jesús con sus discípulos se centra en
otra acción simbólica, la del lavatorio de los pies, que significa el
legado que nos hizo Jesús de la caridad fraterna. En nuestro texto, Jn 59 Dijo estas cosas, enseñando en la sinagoga en Cafarnaún.
señala el sentido del sacramento que practicaba la comunidad o mejor 60 Después de oírlo, gran número de sus discípulos dijeron
dicho explícita su fruto —la vida nueva del discípulo en el Hijo—, entonces: «¡Duro es este discurso! ¿Quién puede escuchar-
un fruto que es idéntico al de la misma fe, pero que encuentra una lo?». 61 Pero, sabiendo dentro de sí que sus discípulos mur-
expresión privilegiada en la celebración eucarística. muraban de él, Jesús les dijo: «¿Esto os escandaliza?
62 Entonces, ¿y si vierais al Hijo del hombre subir a donde
Volvamos a la lectura cursiva del capítulo 6. La unidad y la di- estaba antes...? 63 Es el Espíritu el que hace vivir, la carne
ferencia de las dos partes del discurso aparecen con toda claridad: una no sirve de nada. Las palabras que yo os he dicho son Espíritu
estructura semejante y un símbolo idéntico. Se da un progreso entre y son vida. 64 Y sin embargo, hay entre vosotros quienes no
la primera y la segunda parte, no ya de la persona a la eucaristía, creen». En efecto, Jesús sabía desde el comienzo quiénes eran
como si el rito sacramental llevase a su término el acontecimiento
histórico; el progreso consiste en el paso de la bajada del cielo al los que no creían y quién era el que lo entregaría. 65 Y decía:
sacrificio personal en la muerte. El cristiano difícilmente puede pres- «He aquí por qué os he dicho que nadie puede venir a mí si
cindir de la eucaristía al leer un texto en el que suenan no pocas no le es dado por el Padre». 66 Por eso, muchos de sus
armonías del sacramento; pero su práctica sería vana si no estuviera discípulos se apartaron y ya no fueron con él.
impregnada de la fe que propone aquí el primer tiempo de inteligencia.
Alimentarse sacramentalmente del pan de la vida es, por consiguiente,
adherirse a la persona de Jesús, el Hijo de Dios bajado del cielo y que El v. 59, cláusula añadida a las dos partes precedentes del discurso,
salva al mundo de su distancia con Dios. Pero es más todavía: alcanzar
en el cielo al Hijo del hombre. Este es el misterio de la exaltación que sirve de transición165. En efecto, la objeción del v. 60 se refiere a todo
revela la tercera parte del discurso, a la luz del Espíritu santo. lo que ha dicho Jesús, como confirma la apelación de «discurso»
(lógos) del v. 60166. La situación se ha modificado: los adversarios no
son ya «los judíos» (6, 41.52), sino «gran número de sus discípulos».
En este grupo, distinto de los Doce mencionados por contraste en la
III. LA CLAVE DEL DISCURSO Y LA OPCIÓN DE LOS DOCE (6, 59-71)
sección siguiente (6, 67), los críticos reconocen a los cristianos con-
La última parte del capítulo 6 comprende dos desarrollos. El pri- fusos en su fe, aquellos que se encuentran en la situación de crisis
mero constituye la tercera parte del discurso sobre el pan de la vida mencionada en la primera carta de Jn. Es verdad, ¿pero se refiere el
(6, 59-66), mientras que el otro describe la opción de los Doce (6,
67-71). El final del discurso, aunque está compuesto con menos solidez 165. Con C. J. Bjerkelund, Tauta egeneto, Tübingen 1987, 89-93, taúta tiene
que las partes anteriores, conserva una disposición análoga. El v. 59, la función de recapitular todo el conjunto de la perícopa anterior. Sin embargo, el
que localiza el discurso, va seguido de una objeción fundamental (v. 60), marco narrativo está exigiendo hacer de 6, 60-66 la tercera parte del discurso (cf.
a la que suceden unas palabras de Jesús (v. 61-65), alternando con algunas supra, 117).
indicaciones del evangelista (v. 61.64). El conjunto desemboca en el 166. Al traducir lógos por «discurso», nos inspiramos en Filón que ve en este
término un conjunto inteligible de «palabras» (rhhnata), término que utiliza Jn poco
problema de la fe (v. 64-65) y en la defección de numerosos discípulos después (6, 63). Algunos críticos, siguiendo a G. Bornkamm, opinan que la dificultad
(v. 66). Con el relato que sigue, el abandono de los discípulos queda de los discípulos se refiere solamente a los v. 25-51, dado que, a sus ojos, los v. 53-
compensado por la confesión de Pedro (v. 68-69), equilibrado a su vez 58 constituyen una pieza añadida al discurso; pero esta última hipótesis no está de-
por el anuncio de la traición de Judas (v. 70-71). mostrada ni mucho menos. Por otra parte, el término sárx no aparece más que en la
primera parte del discurso. Por eso, con numerosos autores, como C. K. Barrett o J.
D. G. Dunn, pensamos que el término lógos designa a todo el conjunto 6, ^^^¡uisPv;

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142 Lectura del Evangelio de Juan 6, 59-71

6,62 El misterio del pan de vida (6, 1-71) 143


narrador únicamente a éstos, siendo así que, por la indicación del v.
59, intenta situar el discurso en el marco histórico del ministerio de
Jesús en Galilea? En el nivel del relato, el término «discípulo» tiene divina, situada simbólicamente en las alturas. El verbo «subir» o «as-
un sentido literario: el narrador quiere mostrar que la revelación de cender» (anabaínó) corresponde literariamente al verbo «bajar» o «des-
Jesús de Nazaret no fue rechazada solamente por la turba inconstante cender» (katabaínó) de la primera parte del discurso171. La bajada del
y por «los judíos», sino incluso por los que se habían acercado a Jesús cielo expresaba la voluntad amorosa del Padre que daba a los nombres
por su actividad en obras y en palabras. La resistencia a creer no podrá el verdadero pan (6, 32); la subida «a donde estaba antes» significa
ser superada definitivamente más que cuando haya acabado el itinerario que la misión del Hijo se ha cumplido. Lo había anunciado ya el Señor
en Isaías:
del Hijo del hombre.
Los «discípulos», silenciosos hasta entonces, habían quizás co- Mi palabra no vuelve a mí sin haber ejecutado lo que me agrada y sin
menzado por admitir que Jesús era el Enviado escatológico de Dios haber concluido aquello por lo que la había enviado (Is 55, 11).
pero tropezaron ante su pretensión inaudita de ser el Salvador del
mundo y de establecer con su muerte la comunión de los hombres con El regreso de Jesús está claramente relacionado con su misión en
Dios; su reacción será una anticipación de la que tendrán frente a la el único pasaje joánico en que se encuentra el verbo «subir» no em-
cruz. Por eso dicen que este discurso es «duro» (sklérós)161: lo han parejado con «bajar», en el relato de la aparición del resucitado a
«entendido» bien, pero no quieren «escucharlo», es decir, adherirse María de Magdala:
a semejante revelación168. Lo mismo que había pasado antes con los
judíos (v. 41), también ahora ellos son comparados con la generación No me retengas, porque ciertamente no he subido todavía al Padre; pero
murmuradora del desierto, mientras que Jesús critica su forma de ve a mis hermanos y diles que subo (anabaínó) a mi Padre y vuestro
comportarse: se han «escandalizado», es decir —según la etimología^ Padre, a mi Dios y vuestro Dios (Jn 20, 17).
han tropezado con una piedra que les ha hecho caer. Y Jesús añade-
Después de su muerte salvífica, Jesús sube a su Padre, a aquel
que en adelante es el Padre de todos; por su resurrección de la muerte,
Jesús ha establecido la alianza definitiva de Israel con Dios. Después
62 «Entonces, ¿y si vierais al Hijo del hombre subir a donde del anuncio de su muerte voluntaria (6, 51), ¿es admisible para sus
estaba antes...?». interlocutores el anuncio de su subida al cielo? La respuesta depende
de su fe, que pueden prestar o no.
Con la «subida al cielo», Jesús no alude inmediatamente a su
exaltación gloriosa172, sino a su partida de la tierra. De todas formas,
Como sugiere la eventualidad que indica la conjunción eán169, ¿será la acción de «ver» presupone un acto de fe: no se puede ver el misterio
reforzado o eliminado el escándalo? Jesús plantea a sus interlocutores anunciado sin creer en la divinidad del Hijo del hombre. Para el lector
esta cuestión; responder en lugar de ellos sería desconocer la presen- creyente, la eventualidad que se considera está esperando una respuesta
tación dialogal del texto170. Jesús anuncia aquí su regreso a la esfera de este tipo: «Entonces creeréis plenamente»; es lo que confirma el

167. El término sklérós es utilizado por Abrahán en su respuesta a Sara, cuando aclaración (Agustín, J. Bauer, R. Schnackenburg...). Pero otros (como Westcott o
quiere despedir a la sirvienta Sara, de la que, por insinuación suya, había tenido u n Barrett) se niegan a precisar la respuesta, respetando más de este modo el efecto
hijo (Gen 21, 11). Lo mismo hace José en el coloquio que tiene con sus hermanos que busca Jesús; el oyente, el lector de hoy, debería escuchar personalmente esta
(Gen 42, 7). pregunta: «¿Qué diríais, qué haríais si llegaseis a ver al Hijo del hombre subir a
168. El pronombre autoü = (escuchar-)Ze puede referirse a Jesús o a su discurso; donde estaba antes?».
en el caso presente, más bien al discurso. 171. Según F. J. Moloney, The Johannine Son of Man, Rome 2 1978, 110-
169. La conjunción eán debe traducirse por «si», como en 3, 3: «Si uno no 123, el texto no guarda ninguna relación con la «bajada» del Hijo del hombre,
ha sido engendrado de lo alto...» (eán... gennethéi). La traducción por «cuando» que ya ha bajado (cf. 6, 33.38.41s.51.58). Jesús prescindiría aquí de una «subida»
descarta la eventualidad, que es sin embargo necesaria. a lo alto.
170. Esto es lo que hacen, sin embargo, muchos críticos. Unos son partidarios 172. A diferencia de la palabra a Nicodemo (3, 13s), la subida al cielo no se
de un reforzamiento del escándalo (así R. Bultmann, E. Schweizer...), otros de una separará aquí de la bajada. Cf. I, 238-240. Sobre este tema cf. G. C. Nicholson,
Death as Departure. The Johannine Descent-Ascent Schema, Chico 1983.
144 Lectura del Evangelio de Juan 6, 59-71
6, 63 El misterio del pan de vida (6, 1-71) 145
discurso de despedida: el Paráclito demostrará al creyente que Jesús
ha sido justificado por su «retorno» (hypágo) al Padre173. En este caso, el soplo de Dios asegura su existencia174. Pues bien, puesta en relación
con el Espíritu, la carne connota la incapacidad en que el hombre se
la conjunción eán podría equivaler a «cuando veáis»: la palabra de
encuentra de comprender la Palabra de Dios. El contraste carne-espíritu
Jesús quedará completada por la revelación del Espíritu Paráclito que será más adelante el fundamento de la crítica que hace Jesús del «juicio
introducirá en la verdad completa. En cuanto al no creyente que oye según la carne» (8, 15) o «según la apariencia» (7, 24), juicio que
este anuncio, no «verá» ciertamente a Jesús subir al cielo, pero lo reprochaba ya a Nicodemo175 y que aquí reprocha indirectamente a sus
verá desaparecer, y esta eventualidad constatada reforzará su escán- contradictores.
dalo: ¿cómo podrá este hombre que anuncia su muerte seguir vivifi- Teniendo en cuenta el contexto, la mención de la carne podría
cando al mundo, a pesar de su desaparición? repercutir en el empleo del mismo término en el anuncio precedente:
Sin embargo Jesús, sin aguardar la respuesta, da la clave de in- «El pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo» (6, 51). Los
terpretación de su discurso al hablar del Espíritu. Hasta el presente, objetores de Jesús habían rechazado este anuncio. Para comprenderlo,
el lector sabe que el Hijo, en el que mora el Espíritu (1, 33), ha hubiera sido necesario no encerrarse en las propias evidencias, sino
recibido el poder de dar la vida (5, 21) y que el Espíritu es la fuente estar dispuesto a entenderlo espiritualmente. Sin el Espíritu, ni la letra
del nuevo nacimiento (3, 3-8). Ahora, el que «da el Espíritu sin ni la carne pueden producir el sentido; no consiguen captar el mensaje
medida» identifica sus palabras, que son las de Dios, con el don del de vida176.
Espíritu (cf. 3, 34). En el segundo tiempo de inteligencia, el Espíritu hace entender,
sobre todo en los v. 53-57, el misterio de la eucaristía. Pablo criticaba
a los cristianos que participaban en el cuerpo de Cristo de una manera
indigna, porque no vivían según el precepto de la caridad fraterna
63 «Es el Espíritu el que hace vivir, la carne no sirve de (1 Cor 11, 17-34). El evangelista muestra que no se recibe realmente
nada. Las palabras que yo os he dicho son Espíritu y son la vida que se da con el cuerpo de Cristo más que cuando, por el
vida». Espíritu, se percibe quién es él. Sin la fe personal, animada por el
don del Espíritu, no puede haber vida sacramental que actualice el
encuentro con el Señor vivo.
Se suceden dos sentencias, de las que cada una podría tener valor
por separado, incluso fuera de este contexto; sin embargo, no forman
más que una, ya que el comienzo y el final del versículo se corres- 63b «Las palabras que yo os he dicho son Espíritu y son
ponden entre sí, asociando el Espíritu y la vida; las «palabras (de vida».
Jesús)» enlazan entre sí las dos formulaciones.
La primera sentencia opone el Espíritu vivificante a la carne inútil.
Este contraste suena como un proverbio, análogo al que dijo Jesús en El verbo «ser» («...son Espíritu») se repite ante la palabra «vida»,
otro contexto: como para subrayar que el Espíritu y la vida tienen el uno y la otra

Lo que ha nacido de la carne es carne, lo que ha nacido del Espíritu es 174. Cf. Jn 4, 24: «Dios es espíritu». En efecto, Dios es «el Viviente» (6,
espíritu (Jn 3, 6). 57), por su aliento (Núm 16, 22; 27, 16; cf. Gen 2, 7; 6, 3.17), que él se dignó
soplar sobre toda criatura (Sal 104, 29; 146, 4; cf. Rom 8, 11; 1 Cor 15, 45; 2 Cor
3, 17).
En un primer nivel conviene recordar que, según la tradición bíblica, 175. Que permanece todavía en el nivel de la carne: cf. 3, 6.12. De manera
la carne designa la condición terrena del hombre en su precariedad: sólo semejante Pablo opone «la letra que mata» al «Espíritu que vivifica»; 2 Cor 5, 16;
cf. 3, 16; Jer 31, 31-33.
176. Cf. BD 442, 16. Según algunos autores, este texto podría leerse alegó-
173. El verbo hypágó que se utiliza aquí no siempre equivale a «marcharse»
ricamente: es verdad que la carne de un hombre no puede dar la vida de Dios, pero
(poreúomai), sino muchas veces a «volverse» (cf. 3, 8; 7, 33; 8, 14.21; 13, 33.36;
Jesús, en quien reposa el Espíritu, puede vivificar a los hombres dándoles su carne
14, 4.5.28; 16, 5.10). de Hijo del hombre.
146 Lectura del Evangelio de Juan 6, 59-71 6, 64-66 El misterio del pan de vida (6, 1-71) 147

un valor propio; sin embargo, la formulación puede comprenderse sería el anticipo de la traición de uno solo, en donde tomaría cuerpo
como una endíadis: las palabras de Jesús son «Espíritu de vida», el odio de todos. Domina el rechazo con este mismo conocimiento,
Espíritu vivificante. asumiendo así su destino. Frente a la incredulidad, su reacción no es
En esta segunda sentencia, por consiguiente, Jesús pone de relieve ya la de un reproche vehemente como en el capítulo 5 ni una inter-
la naturaleza «espiritual» de las palabras (rhémata) en que se expresaba pretación de la suerte que le aguarda. Jesús se borra ante el Padre,
su palabra. La clave del discurso (lógos) sobre el pan de la vida, del que ha recibido su misión; sitúa en Dios el misterio de la libertad
consiste en leerlo todo entero pronunciado según la fuerza del Espíritu, humana, que se expresa en la acogida o en el rechazo de su persona.
del que depende el nuevo nacimiento (cf. 3, 5-8). La palabra del v. 65 recoge la del v. 44, que había provocado las
La identificación que aquí se afirma entre lo que ha dicho Jesús murmuraciones sobre la bajada del cielo:
y el Espíritu vivificante es de orden dinámico177: sus palabras, que
vienen de arriba, producen la vida en sentido pleno. Es lo que va a Nadie puede venir a mí si el Padre que me ha enviado no lo atrae (6,
declarar Pedro: «Tú tienes las palabras de la vida eterna» (6, 68). 44; cf. 6, 37).
El discurso de despedida a los discípulos (Jn 14-16) precisará cuál
es la relación entre Jesús y el Espíritu. Antes de dejar a los galileos Con la salvedad de que el «don» sustituye aquí a la «atracción».
para encontrarse con los judíos de Jerusalen, Jesús quiso hablarles no La prioridad de la acción divina en el despertar del hombre a la fe178
solamente de su regreso al Padre (6, 62), sino también del papel del se subraya de nuevo en esta ocasión.
Espíritu para la inteligencia de su revelación. Jesús se sabe comprometido en el proyecto del Padre que supera
Así pues, la revelación de Jesús no se impone al hombre como infinitamente las esperanzas espontáneas del hombre, si no la profun-
una evidencia, sino que se le propone para que la acepte con libertad. didad desconocida de sus deseos. Por eso se enfrenta con el abandono
Por eso el tema de la fe que se ha prolongado a través de todo el de un gran número y puede enfrentarse con el hecho odioso de la
discurso sobre el pan de la vida se hace oír una vez más, pero esta traición por uno de los Doce179. Al mismo tiempo, en la palabra del
vez bajo su aspecto oscuro: v. 65 se refleja el duro problema que planteaba a la comunidad pri-
mitiva el rechazo inexplicable de Cristo por Israel. Jn propondría aquí
a sus hermanos ponerse como Jesús en manos del secreto del Padre,
sin pronunciar ningún juicio contra nadie.
64 «Y sin embargo hay entre vosotros quienes no creen». En Por eso180, muchos de los discípulos «se apartaron y ya no fueron
efecto, Jesús sabía desde el comienzo quiénes eran los que con él». Esta marcha, presentada como definitiva, puede referirse en
no creían y quién era el que lo entregaría. 65 Y decía: «He el segundo tiempo de lectura a los miembros infieles de la comunidad
aquí por qué os he dicho que nadie puede venir a mí si no
le es dado por el Padre». 66 Por eso (ek toútou), muchos de
178. Lo mismo que en 6, 44, tampoco se trata aquí de determinismo. Semejante
sus discípulos se apartaron y ya no fueron con él.
explicación sería fácil, pero incompatible con la revelación bíblica de la alianza y
en particular con el cuarto evangelio, en donde la decisión del individuo frente al
don de Dios tiene un valor de principio (cf. supra, 123). Este mismo pensamiento
es el que encontramos también en Mt 16, 16s: es el Padre, y no la carne, el que
Así pues, el discurso no termina con el poder propio de las palabras reveló a Pedro la naturaleza propia de Jesús.
de Jesús que son Espíritu. El evangelista no sustrae la revelación de 179. La expresión «el que tenía que entregarlo» es constante en Jn: 6, 64; 12,
Jesús de su contexto existencial, ni tampoco de su contexto secreto, 4; 13, 2.11; 18, 2.5; 21, 20. La defección de Judas se menciona además en 13,
la iniciativa del Padre. 11.18; 17, 12.
El Revelador se ve enfrentado con el obstáculo de la libertad que 180. El vínculo que se da entre la marcha de los discípulos y su alejamiento
se resiste. Jn indica, como vimos ya en el v. 61, que Jesús conocía interior podría estar sugerido en ek toútou, que hemos traducido aquí con «por eso».
La preposición ek tiene ordinariamente un sentido temporal: «a partir de aquel
desde el comienzo el rechazo de un gran número de opositores, que momento», «entonces» (cf. 6, 64b; 9, 1.32; 16, 4); puede tener también un sentido
causal: «por esta razón» (cf. 19, 12). Con R. Schnackenburg, que sigue a WB6 466
177. Así C. H. Dodd, R. E. Brown, F. Porsch. Esta misma identidad de orden f, hemos optado por este último sentido, pero es probable que Jn sugiriera los dos
dinámico se encuentra también en 2 Cor 3, 17: «El Señor es el Espíritu». sentidos.
148 Lectura del Evangelio de Juan 6, 59-71 6, 67-71 El misterio del pan de vida (6, 1-71) 149

joánica que, en realidad, «no eran de los nuestros» (1 Jn 2, 19). Sin el de la confesión de Simón Pedro en Cesárea, que marca el punto
embargo, debe tener, dado el estilo del evangelista, un sentido narra- culminante de la vida pública de Jesús después del fracaso de su misión
tivo en el nivel del episodio: representa por anticipación el abandono en Galilea182. También en Jn, la fe de Pedro sucede al rechazo de la
de Jesús por la mayor parte de los suyos en el momento de su pasión. mayoría; además, al no ir precedido ni acompañado por el discípulo
La alusión al traidor confirma este contexto de pensamiento. Por otro amado, Pedro aparece como el responsable del grupo183.
lado, a la incredulidad de estos discípulos corresponde la reacción Dicho esto, el episodio joánico termina perfectamente la gran uni-
positiva de Pedro. Tanto en un caso como en el otro se trata del dad literaria del capítulo 6, que había empezado con un diálogo entre
momento de la opción irreversible en favor o en contra de Jesús que Jesús y sus discípulos en la montaña (6, 3.5s). Más allá del arco de
manifestó en este discurso la totalidad de su itinerario de salvador. todo este capítulo, la respuesta de Pedro coincide con la que Jesús
El pasaje acaba de forma lúgubre: al retirarse, los discípulos dan esperaba en aquellos momentos184. A lo largo del discurso, las
cuerpo a su distanciamiento interior. Ocurrirá lo mismo en la perícopa intervenciones de los oyentes no iban dirigidas expresamente a Je-
siguiente, después del rayo de luz que es la profesión de fe de Pedro sús; eran «murmuraciones» aparte, tanto en boca de los judíos, como
en nombre de los Doce. La muerte de Jesús, presentada anteriormente en el v. 61 en labios de los «discípulos». Pedro ahora dice tú. En
como un sacrificio voluntario, se evocará bajo un aspecto distinto, el él se expresa el verdadero interlocutor de Jesús, el creyente a quien
de la responsabilidad humana. va dirigido el discurso, a juzgar por las frases corrientes que lo
definen. Cada uno de nosotros nos sentimos invitados a hacer nues-
tra la respuesta de Pedro.
La opción de los Doce (6, 67-71) Son interesantes algunas diferencias que se observan respecto al
episodio en los sinópticos. La escena tiene lugar al parecer en el mismo
lugar en que se pronunció el discurso. La pregunta de Jesús no se
refiere a su persona («¿Quién decís vosotros que soy yo?»), sino a la
67 Entonces Jesús dijo a los Doce: «¿Queréis iros también decisión que los Doce van a tomar por sí mismos: «¿Queréis iros
vosotros?». 68 Simón Pedro le respondió: «Señor, ¿a quién (hypágó) también vosotros?». El último verbo añade a la idea de
iríamos? Tú tienes las palabras de la vida eterna. 69 Nosotros «marcharse» la de un regreso a sus casas185 y, por tanto, en este
creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios». 70 Jesús contexto, la del regreso de los Doce a su existencia anterior. El «tam-
les respondió: «¿No soy yo el que os he escogido a los Doce? bién vosotros» expresa por otra parte un vínculo privilegiado que tienen
¡Y uno de vosotros es un diablo!». 71 Hablaba de Judas, hijo con Jesús; y la pregunta presupone en su propio giro186 que los dis-
de Simón el Iscariote; en efecto, él era el que había de en- cípulos no abandonarán a su maestro. Pero sigue siendo una reflexión
tregarlo, uno de los Doce. frente a una crisis al mismo tiempo objetiva (el fracaso experimentado
por Jesús) y subjetiva (los anuncios que han oído han sido descon-
certantes también para los Doce). Ha llegado el momento de la opción
Una vez que se retiraron los numerosos discípulos, así como la decisiva.
multitud de los «judíos», se va haciendo progresivamente el vacío en La pregunta retórica por la que comienza la respuesta de Pedro:
torno a Jesús, que sigue hablando: se encuentra solo con los Doce, lo «¿A quién iríamos (apeleusómetha)!» revela probablemente un debate
mismo que antes de que la gente se reuniera con él en la montaña.
Frente a este abandono, Jesús toma la iniciativa ante el pequeño 182. Mt 16, 16; Me 8, 29; Le 9, 20.
grupo de los que por única vez son designados como «los Doce»181. 183. A diferencia de 19, 26; 21, 20-23, en donde el discípulo amado representa
De este modo Jn se une a la tradición común: el episodio enlaza con un papel más importante que Pedro.
184. Cf. supra, 78s y 88.
185. «Irse» (apérkhomai) en 6, 66; 16, 7; «volverse a su casa» (hypágó) en
181. Los Doce se distinguen expresamente de los discípulos. Sin embargo, en 13, 3.33.36; 14, 4.5.28; 16, 5.10.17. Cf. n. 173.
6, 1-15, el término que se utiliza es «discípulos»; pero los nombres de Felipe y de 186. Introducida en griego por mé, la cuestión supone ordinariamente una
Andrés demuestran que se trata en este caso del grupo privilegiado. Quizás este respuesta negativa o vacilante (cf. 4, 12.29; 7, 31.35.41.48.51.52; 8, 53; 9, 27.40;
grupo represente al pequeño «resto de Israel» (cf. Miq 5, 6-8; Jn 1, 11). 10,21; 11,26; 18,7.25).
150 Lectura del Evangelio de Juan 6, 59-71
6, 67-71 El misterio del pan de vida (6, 1-71) 151
interior que ha sido superado. Repite el verbo con que se había indicado
la retirada de los discípulos (apélthon) (6, 66): en oposición a ellos, unión con el Padre (5, 19-30) y proclamará más tarde que ha sido
los doce se comprometen ahora con toda claridad. Viene entonces la «santificado por Dios» (10, 36; 17, 19). La apelación «Santo de Dios»
confesión positiva, en la que ha desaparecido toda vacilación. Pedro supera ampliamente la de «Mesías», pero coincide con la de «Hijo de
se hace eco de lo que Jesús acaba de revelar: sus palabras son «vida Dios» que confiesa Pedro en Mt 16, 16.
eterna». Implícitamente, todo el contenido del discurso, que juzgaban La contestación de Jesús que, más allá de Pedro, se refiere a los
inadmisible los discípulos, Pedro lo acepta sin reservas. Ciertamente, Doce, resulta sorprendente. En vez de felicitar al discípulo por haber
en el nivel del relato evangélico, todavía se le escapa el sentido pleno recibido la luz de lo alto, como en Mt 16, 17, Jesús no se detiene en
de las palabras de Jesús, pero su confianza se arriesga a lo esencial: la adhesión que ha manifestado. Su pensamiento se dirige, en contraste,
el mensaje de Jesús es portador de vida eterna. Y lo es precisamente al rechazo mortal que le opondrá uno del grupo. Jesús recuerda primero
en las palabras que ha dicho. que ha sido él mismo quien escogió a los Doce: ¿será para subrayar
Por primera vez desde el v. 35 se vuelve a entablar el diálogo: el que la fe les viene de la proximidad con él que él mismo les ha
Revelador recibe una respuesta directa: «Tú tienes..., tú eres...»' 87 . concedido? Según esta lectura, la elección por parte de Jesús tiene un
En nombre de los Doce, Pedro precisa: «Nosotros creemos y sabemos». sentido análogo al que tiene el don del Padre en Mt 16, 17; en los dos
La ordenación de los verbos creer y saber no intenta señalar un progreso casos, no ha sido sólo por su virtud como los Doce se han abierto a
que vaya de la fe sin más a la inteligencia de la fe188, sino que explicita la fe. Jesús expresa esta idea de una forma interrogativa que parece
en qué consiste la verdadera fe: no ya en un conocimiento abstracto, retórica, pero que tiene en cuenta la situación dramática: si ha sido él
sino en una revelación existencial como la que une al buen pastor con el que ha escogido a los Doce, ¿cómo es que Judas estaba en ese
sus ovejas (10, 14s; cf. 17, 3), según el sentido bíblico del verbo número? Esta cuestión se la planteaba la comunidad pospascual. El
ginóskóls9. evangelista responde que Jesús sabía de antemano lo que iba a pasar,
¿Qué hemos de entender por «Santo de Dios»? Este apelativo, pero no va más lejos; el texto pone de relieve el contraste entre la
bastante raro, es difícil de interpretar. Pedro no utiliza ninguno de los traición y una elección que debería aclararse. ¿En qué sentido?
términos con los que Jesús se había designado en el discurso (Hijo, El nombre del discípulo se revela en el comentario del narrador,
Pan de la vida, Enviado de Dios, Hijo del hombre), ni tampoco uno pero Jesús guarda silencio sobre él, como lo hará en su última cena
de los títulos tradicionales que correspondían a las esperanzas judías; («Uno de vosotros me traicionará»: 13, 21); sin embargo, aquí califica
estos títulos se los dieron ya a Jesús los discípulos del Bautista en el a ese hombre de «diablo». ¿Por qué esta insistencia sobre Judas en
capítulo 1 (Mesías, Hijo de Dios, Rey de Israel)190. Es interesante nuestro texto? Quizás Jn desplazó sobre el traidor un motivo literario
cómo Pedro traduce aquí a su manera quién es para él Jesús. ¿Hace del relato sinóptico; poco después de su confesión, Pedro es calificado
eco al Sal 16, el único texto en que se encuentra, en la traducción de de «satanás» (Mt 16, 23), por haber querido apartar a Jesús de su
los Setenta, la expresión «tu Santo» (cf. Hech 2, 27)? Este salmo camino hacia la gloria a través de la cruz. Pero esta hipótesis no se
celebra la profunda intimidad entre Dios y el orante: ¿entenderá aquí puede verificar, teniendo además en cuenta que en Jn existe una di-
Pedro la intimidad de Jesús con Dios? Jesús había proclamado su ferencia entre «Satanás» y «diablo». El diablo es el «seductor» que
aparta al hombre de la fe y en este sentido es un mentiroso y un asesino
187. El tú responde claramente a la proclamación de Jesús: «Yo he bajado del
(8, 44); es él el que sugiere a Judas que traicione a Jesús (13,2), hasta
cielo», «Yo soy el pan de la vida» (6, 35.48.51). que adquiere su verdadera figura de Satanás, de adversario de Jesús
188. A pesar de lo que pensaban muchos Padres de la Iglesia: Agustín 27, 9; y del reinado de Dios191. Otro motivo es más plausible, ya que se
Cirilo de Alejandría 4, 4; cf. Tomás de Aquino, art. 189. apoya en el mismo discurso; éste tiene sin duda alguna un significado
189. Cf. VTB, «Conocer», «Fe». Por su parte, Jesús «conoce» a Dios (7, 29; eucarístico; pues bien, toda la tradición menciona al traidor en el relato
8, 55; 10, 15; 17, 25), no «cree» en Dios. de la cena192.
190. Con C. K. Barrett, cf. Jue 13, 7; 16, 17; Sal 106, 16; Hech 3, 14; 4,
27.30; 1 Jn 2, 20; Ap 3, 7. Por su parte, R. Schnackenburg ve en la expresión Lo cierto es que el final de este capítulo resulta desconcertante.
«Santo de Dios» el equivalente de la divinidad de Jesús; esta interpretación, que La confesión de Pedro expresa la respuesta que el lector esperaba
depende del significado que se dé a la fórmula egó eimi, se apoya en Is 43, 10,
muy parecida. 191. Cf. 13, 18; 15, 16.19.
192. Mt 26, 14s.21-25; Me 14, 18-21.21-23; cf. Jn 13, 2.21-30.
152 Lectura del Evangelio de Juan 6, 35-71
6, 35-71 El misterio del pan de vida (6, 1-71) 153

desde el principio, pero inmediatamente queda equilibrada, en labios


del mismo Jesús, por el anuncio de la traición, evocada un poco antes pertenece al pasado y es para subrayar el contraste entre la ley que siguió
(6, 64) por el narrador. De este modo, se mantiene al lector en la siendo ineficaz y el pan vivo. Literariamente, el anuncio del sacrificio
perspectiva de la muerte de Jesús; el discurso ha revelado su valor del mismo Jesús se sitúa entre estas dos menciones de la muerte de los
supratemporal de vida para el mundo y para cada uno de los creyentes. padres, como si el fracaso palpable de la ley en Israel exigiera por parte
La indicación sobre la pascua cercana (6, 4) al comienzo del capítulo del Hijo el don extremo. Pues bien, Jesús para hablar de este sacrificio,
¿no orientaba ya en este sentido? no utiliza nunca en Jn los términos «muerte» o «morir»; desdicen de
aquel que, estando vivo, comunica la vida.
La historia que se narra en este capítulo se presenta de tal manera
CONCLUSIÓN
que los acontecimientos tienen una significación simbólica innegable.
El don de los panes en abundancia, que distribuye el mismo Jesús,
La lectura de este capítulo dependía de una doble opción, literaria y simboliza el don de su persona, un don permanente en la experiencia
metodológica. Lejos de ser un acoplamiento más o menos heteróclito de del creyente. La reacción de la gente y la retirada de Jesús evocan la
documentos anteriores, el capítulo 6 constituye una unidad literaria. Por suerte que tendrá que sufrir. Su alejamiento hacia las alturas de la
eso convenía hacer del mismo una lectura de tipo sincrónico. Me atrevo montaña sugiere dónde está la meta de ese itinerario: el retorno al
a esperar que la exégesis detallada habrá justificado nuestra hipótesis Padre. Pues bien, ese retorno es presencia misteriosa a los discípulos
inicial. Otros comentarios se preocupan tanto de las fuentes utilizadas que se han quedado abajo: en la ausencia de su maestro, la noche y
que nos ha parecido oportuno ofrecer aquí una lectura que manifieste la el ambiente del lago representan su condición apurada, incluso cuando
coherencia del conjunto y haga resonar su significado espiritual. tienden hacia la tierra firme. Al acercarse sobre las aguas de la muerte,
Jesús se muestra victorioso tanto del peso como de la distancia que
La escritura de Jn tiene dos aspectos: biográfico y simbólico. Re-
separa. Si la barca de los discípulos llega enseguida a la orilla, es para
cordémoslos sucintamente. El capítulo 6 se presenta como un episodio
señalar que, desde que acogieron a Jesús, pasan de un ambiente que
de la vida de Jesús de Nazaret. No se presenta a Galilea tan hostil
simboliza la muerte a otro ambiente que simboliza la vida.
como Jerusalén, pero también ella se negó a creer en el Revelador.
Es verdad que permanece fiel un pequeño grupo, pero en su seno se En continuidad con el signo de los panes, la metáfora sapiencial del
encuentra un hombre, un verdadero diablo, que acabará traicionando pan o del maná orienta en el discurso hacia el don de la Palabra que ha
al Maestro. A través de los auditorios sucesivos (la gente, los judíos, bajado del cielo. Jesús se designa como siendo él mismo el Pan de la
los discípulos, los doce), el narrador presenta una experiencia siempre vida que da el Padre; se define como pan vivo. Su origen es análogo al
actual: la dificultad que tiene el hombre para permanecer abierto a la del maná; pero el Enviado celestial, que es de Dios y que ha visto a
novedad de Dios. De ordinario, en Jn, la fe y la no-fe significan vida Dios, da la vida definitiva, la que él mismo recibe del Padre.
y muerte. Aquí Jesús ilumina el itinerario de la fe en sí misma: ésta El lenguaje del discurso permite unir en una especie de osmosis
tiene lugar en un encuentro, en una synergía, entre Dios que atrae y el tiempo pasado, el de la revelación por parte de Jesús de Nazaret a
el hombre que acoge. los judíos que podían entenderlo según su tradición, con el tiempo de
la fe pospascual. En el pan de la vida, esta fe reconoce plenamente
Decíamos anteriormente que la perspectiva de la muerte voluntaria al Hijo de Dios, tal como se reveló en Jesús de Nazaret y tal como
de Jesús subyace a todo el texto. Sin embargo, si se lee el conjunto de el sacramento lo hace presente a la comunidad.
una sola vez, especialmente el discurso, lo que destaca profundamente El mensaje global del capítulo aparece con claridad. La opción re-
es la promesa de la vida. Esta promesa es enunciada, reiterada, explicitada querida recae sobre la persona de aquel que ha bajado del cielo, cuya
y confirmada, para el presente y para el último día, en correlación con mediación única se ve invitado a reconocer el lector, lo mismo que los
el verbo «creer» o su equivalente. En otros pasajes, después de los oyentes en el relato. Sin embargo, es innegable que un cristiano puede
anuncios positivos venía una contrapartida negativa (por ejemplo, el oír en la interpretación joánica una llamada a acercarse a la eucaristía y
juicio: 3, 18; 5, 29), según la respuesta de fe o de no-fe; aquí, a pesar a captar mejor su relación con el don que Jesús ha hecho de sí mismo
del comportamiento de su auditorio, Jesús no manifiesta más que la y por el que hace que los discípulos participen de su propia vida.
sobreabundancia del don de la vida. Es verdad que en dos ocasiones El capítulo 6 aparece unificado como una historia que desemboca
menciona la muerte de los padres en el desierto (6, 49.58), pero esto en la opción de fe de Pedro y como una revelación simbólica que se
'W Lectura del Evangelio de Juan 6, 1-71
6, 1-71 El misterio del pan de vida (6, 1-71) 155

desarrolla en dos niveles intrínsecamente vinculados entre sí: el de la propiedad, los dos siguen estando frente a frente. Para mantener a
persona de Jesús de Nazaret, bajado del cielo para vivificar a los la vez a los dos existentes y al uno deseado, era preciso que Jesús
nombres —mensaje esencial—, y el de la eucaristía, que sólo encuentra prometiese una relación entre el creyente y él mismo análoga a la
sentido por referencia al primer nivel. Por la palabra de Jesús, la alianza que él tiene con su Padre. Entonces tiene lugar una auténtica «co-
se cumple en la permanencia mutua del Hijo y del creyente. munión», sin distancia ni fusión. ¿No es eso el amor llevado hasta la
consecución de su último deseo?
Sin embargo, los interlocutores de Jesús no aceptaron su mensaje.
APERTURA Entre sus objeciones fijémonos en la primera: ¿cómo pudo haber
bajado del cielo ese hijo de José? ¿Qué es lo que ocurrió? El riesgo
Al unir el discurso con el prodigio de los panes, el evangelista que corrió el Hijo es el de haber tomado un rostro humano. No basta
Juan profundiza ese gesto humano que consiste en dar al otro algo con verlo para entrar en su misterio; hay que captar en su palabra
de lo que necesita, por ejemplo pan o dinero. Por muy generoso que la presencia del ser divino. Este paso del rostro al ser, realizado
sea este gesto, implica sin embargo cierta superioridad por parte del ordinariamente gracias a la palabra, es lo que caracteriza todo en-
donante respecto al beneficiario, con todo lo que esto puede significar cuentro entre seres humanos: descubrir el misterio de un ser en el
de distancia entre las dos personas. Jesús explícito el sentido simbólico rostro que aparece ante nosotros, que es y no es al mismo tiempo su
de su gesto declarando que se da a sí mismo a los hombres. ¿No es ser más profundo.
ése precisamente el sentido de todo amor realmente situado en pro-
fundidad y en verdad? Al privilegiar en nuestra lectura del texto el tema de la fe que se
Pues bien, Jesús va más lejos todavía cuando anuncia: «El que adhiere a la palabra de Jesús, hemos dejado de lado aparentemente
me come permanece en mí y yo en él». Esta fórmula significa no ya el tema de la eucaristía. Conviene manifestar que la presentación
una asimilación que se convertirá en fusión, sino una comunión de joánica ha contribuido a dar un valor nuevo a la teología sacramental.
los dos seres. Esta perspectiva «mística» es la que caracteriza a la Así, en el capítulo 3, en el diálogo con Nicodemo. Olvidando la
revelación cristiana. tradición mateana que pone de relieve el deber de «bautizar a todas
En todas las épocas el hombre ha estado a la búsqueda de la las naciones», Juan subraya que, para entrar en el reino de Dios, es
unión con la divinidad. Algunas personas se creen visitadas por in- preciso renacer del agua que es el Espíritu (3, 5); más aún, es el
termediarios que designan como ángeles o espíritus; de este modo único en señalar que también Jesús bautizaba (3, 22). Este conjunto
parece respetarse la alteridad del totalmente Otro. Pero no siempre de notas nos autoriza a ver en el capítulo 3 una especie de catequesis
esto parece suficiente. Recordemos a Al Hallaj, aquel musulmán mís- bautismal: el bautismo no es solamente un rito que purifica mediante
tico que murió crucificado por sus correligionarios el 27 de marzo el agua y la palabra para poder incorporar al bautizando a la co-
del 922; gritaba a Dios su deseo: «Entre Tú y yo hay un soy yo que munidad cristiana, sino que es también y ante todo un acto por el que
me atormenta. ¡Ahí ¡Con tu soy yo quita mi soy yo y aléjalo fuera un hombre se vincula a Jesús de Nazaret: el creyente «se bautiza en
de nosotros dos/». Su deseo era aniquilar la dualidad para alcanzar Jesús».
la unidad perfecta. Tomando el relevo de la tradición que veía comúnmente en el
La revelación bíblica, por su parte, ha tomado otra dirección. milagro de los panes dados con esplendidez un anuncio de la insti-
Israel sueña con la alianza que Dios establece con su pueblo, alianza tución eucarística, el evangelista Juan, que no refiere esta institución,
que habría de inscribirse en el corazón y no solamente en tablas de le da su sentido más pleno vinculando la enseñanza sacramental al
piedra. El Cantar de los cantares querría individualizar esta alianza, anuncio del sacrificio personal de Jesús por la vida del mundo. El
representándola en el encuentro de dos seres que se aman; pero acto litúrgico tiene que expresar la fe: adherirse al «pan bajado del
cuando lo expresa mediante la fórmula: «Tú eres para mí y yo soy cielo», unirse estrechamente a él «comiendo ese pan», saber que el
para ti» (Cant 2, 16; 7,11), se queda todavía en la imagen de la Hijo del hombre ha subido al cielo. Todo esto le es posible al creyente
propiedad, aunque sea recíproca. porque el Espíritu le da la inteligencia de las palabras de Jesucristo.
Sobre este fondo explota la revelación de Jesús. Está muy bien El cuarto evangelio ayuda a comprender mejor la relación que
une el acto eclesial con Jesús de Nazaret, que sigue hoy viviendo a
renunciar a poseerse a sí mismo, pero, según esta imagen de la
través de los siglos.
156 Lectura del Evangelio de Juan 6, 1-71 6, 1-71 El misterio del pan de vida (6, ¡-71) 157

A partir de esta teología sacramental, son numerosos los cristianos este paso es que lo real no es ante todo lo corporal; la «presencia
que repiten sin temor las palabras de Jesús sin darse cuenta de que real» es esencialmente el «encuentro real» del creyente con su Señor.
no comparten ya el simbolismo de Juan. En el capítulo 6, Jesús no El riesgo de caer en una interpretación fusional parece estar des-
dice como en los sinópticos: «He aquí mi cuerpo por vosotros... He cartado cuando se muestra uno atento al lugar que ocupa Dios, el
aquí mi sangre por vosotros...», sino: «El que come mi carne y bebe Padre, en todo el discurso. El Padre atrae, enseña, da, es el Viviente:
mi sangre...». Estas últimas palabras se utilizan con frecuencia para al que hay que escuchar para llegar a Jesús. Como dicen los psicó-
mantener el realismo de la presencia eucarística. ¿Pero cómo no logos, la relación dual es siempre arriesgada cuando no hay un ter-
comprender a aquel que, tomando estas palabras al pie de la letra, cero. Jesús no propone una relación intensa con él más que en la
reacciona con cierto disgusto: «¡Cómo éste puede darnos a comer su medida en que es la florescencia de su relación con el Padre.
carne!» (6, 52)?
Llama la atención el hecho de que, hasta Juan, no se había atrevido
ningún escritor cristiano a expresarse de este modo. Después de re-
cordar las palabras de la institución eucarística, Pablo añade: «Cuan-
do coméis este pan y bebéis este cáliz. ••» (1 Cor 11, 26), sin precisar
que se trata del cuerpo y de la sangre de Jesucristo. Para retomar
honradamente la fórmula de Jn 6, 53, sería menester que el predicador
y la asamblea estuvieran impregnados de su simbolismo. A los ojos
del evangelista, no se trata ni mucho menos de la realidad física
«carne y sangre», sino del Hijo del hombre celestial que hay que
«comer», es decir, acoger en la fe, como se dice poco después: «El
que me come...» (6, 57). En vez de insistir en la carne y la sangre,
como si esto contribuyera a valorar la «presencia real», habría que
entrar más profundamente en el simbolismo joánico del alimento.
Juan nos pone en la pista cuando anuncia el fruto de la mandu-
cación: el creyente «permanece en mí y yo en él» (6, 56). Pues bien,
esta expresión desborda radicalmente el proceso del alimento que se
convierte en substancia del que lo ha ingerido. ¿No sería preferible
evocar el verdadero fenómeno de la trasmisión de la vida? La madre
comunica su vida al embrión, no mediante un don alimenticio, como
la leche que ofrecerá más tarde a su hijo, sino por el contacto íntimo
de la placenta con la mucosa uterina. De este modo el niño se va
desarrollando en la unión, sin digerir al otro. «Permanecer» recí-
procamente es estar presente el uno al otro sin ninguna fusión ni
confusión, sino en una perfecta comunión. Esta comunión de la madre
y el hijo está simbolizada en la respiración única de la madre: la
aspiración y expiración del hijo son la aspiración y la expiración de
la madre. ¿Se puede soñar una unidad más perfecta? Y sin embargo
siguen siendo dos.
Así pues, ¿no podrá comprenderse el simbolismo «carne y sangre»
con la ayuda de la noción de «presencia»? Partir del contacto corporal
para llegar a la presencia psicológica y finalmente a la presencia
«espiritual», la más profunda que puede existir. El presupuesto de
LA LUZ DE LA VIDA
(7-8)

El gran conjunto que se extiende de 7, 1 a 11, 54' describe el


ministerio de Jesús desde su salida definitiva de Galilea hasta la víspera
de la semana anterior a la pascua.
Durante la fiesta de las Tiendas, Jesús enseña en el templo de
Jerusalén (7-8), mientras que los dirigentes de Israel intentan prenderlo;
luego, fuera del templo, cura al ciego de nacimiento y se presenta
como el buen pastor (9, 1-10, 21); después de un breve retorno a los
lugares santos para la Dedicación (10, 22-39), pasa unos días retirado
al otro lado del Jordán (10, 40-42), de donde vuelve sin embargo a
Judea, a Betania, para reanimar a Lázaro (11, 1-46); finalmente, ha-
biéndose decretado su muerte por parte del sumo sacerdote (11, 47-
53), se retira durante algún tiempo con sus discípulos a Efraím, en la
región cercana al desierto (11, 54). La sección siguiente relatará los
acontecimientos de la última semana de la vida terrena de Jesús.
Según el cuarto evangelio, el ministerio de Jesús en Judea es al
mismo tiempo su proceso por parte de las autoridades judías, que los
sinópticos sitúan más bien después de su arresto. El lector sabe ya,
desde el capítulo 5, que los dirigentes intentan matar a Jesús. La
tradición de Me denuncia también muy pronto esta voluntad de acabar
como él2, pero el verdadero motivo de la condena —Jesús pretende
ser el Hijo de Dios— sólo se formula durante el interrogatorio ante el
sanedrín. Jn anticipa al tiempo de su vida pública el enfrentamiento
entre el enviado de Dios y sus jueces: sobre un fondo dramático de
hostilidad y de no-fe, Jesús lleva a cabo la revelación de su identidad
y de la misión que ha recibido, afirmando la relación sin igual que lo
une a Dios, su Padre, y proclamando un solemne yo soy. Una vez
más Jesús reitera la llamada a creer en él, luz del mundo, y anuncia

1. La perícopa llamada «la mujer adúltera» (7, 53-8, 11), insertada posterior-
mente en Jn, no pertenece a este conjunto. Cf. infra, 245-254.
2. Me 3, 6 = Mt 12, 14. El proyecto es menos explícito en Lucas.
160 Lectura del Evangelio de Juan 7-8 7-8 La luz de la vida (7-8) 161

simbólicamente la fundación de su comunidad, acogiendo como un vadas del cuarto evangelio. En la proclamación yo soy se manifiesta
buen pastor al antiguo ciego echado de la sinagoga: conducirá a los la conciencia divina de aquel a quien celebraba el prólogo. Pero
suyos hacia pastos abundantes. El don voluntario de su persona, según habrá que entenderlo bien.
los designios del Padre, será para ellos una fuente de su vida eterna. El marco narrativo restituye una situación del pasado: el conflicto
La condición nueva del creyente, prometida en el anuncio: «El que entre Jesús y las autoridades judías durante su ministerio en Jerusalén.
me sigue no caminará en las tinieblas, sino que tendrá la luz de la Pero el texto refleja también las controversias que, en la época del
vida» (8, 12) queda simbolizada en unos «signos»: en el capítulo 5, evangelista, enfrentaban a los ambientes oficiales del judaismo con
los discípulos de Jesús. Después de la caída de Jerusalén bajo el
el enfermo se ponía a caminar; aquí el ciego de nacimiento ve, y
dominio de los romanos en el año 70 y de la destrucción del templo
Lázaro vive3. que había puesto fin al culto tradicional, la ortodoxia farisea se pre-
Los capítulos 7 y 8 tienen que leerse de seguido, en virtud de su sentaba como la única garantía de la identidad judía y de la cohesión
unidad de tiempo (la fiesta de las Tiendas), de lugar (el templo) y de del pueblo. De ahí su endurecimiento contra todo grupo desviacionista,
acción (Jesús enseña). Sin embargo, los diversos desarrollos parece particularmente contra los cristianos de origen judío. Si muchas de las
como si se siguieran unos a otros sin un hilo conductor, como yux- palabras dirigidas a los judíos en estos capítulos suenan duramente a
tapuestos; por eso los críticos han propuesto el desplazamiento de nuestros oídos, hemos de recordar que el evangelista escribe bajo el
algunos versículos, a fin de encontrar cierto orden para organizar esta golpe y el dolor de la ruptura con la sinagoga. Que el enviado de Dios
multiplicidad4. Más vale renunciar a este tipo de operaciones y re- no haya sido reconocido por los dirigentes religiosos de Israel sigue
conocer que la pregunta «¿Quién eres tú?» que plantean los judíos a siendo para él y para su comunidad una herida, pero también un enigma
Jesús (8,25) subyace al texto de los capítulos 7 y 8, y que la enseñanza del que hay que encontrar la clave. ¿Cómo había sido posible y cómo
de Jesús va progresando en ellos hasta culminar en el yo soy de 8, 58; era posible todavía no adherirse a aquel hacia el que apuntaba la
esta proclamación final responde, en otro plano, a la petición de sus revelación del antiguo testamento, Jesús, la luz del mundo, el Hijo en
hermanos: «¡Manifiesta entonces quién eres!» (7, 4). Paralelamente, el que se expresó plenamente el Padre?
los reiterados intentos de prender a Jesús (7, 11.30.32.44; 8, 20) Frente al rechazo de la sinagoga, el evangelista deja de lado las
desembocan en el gesto de lapidar a aquel que, sustrayéndose de sus múltiples enseñanzas de Jesús que refería la tradición sinóptica y hasta
agresores, deja el templo (8, 59). Antes de seguir el texto paso a paso, el comportamiento de Jesús con los desheredados de la tierra, para
conviene recordar algunos datos generales. centrar su mensaje exclusivamente en la persona del Enviado y en su
misterio. Muestra en Jesús, mucho más allá del Mesías de Israel, al
1. Situación de la iglesia joánica. Si en estos dos capítulos se Logos por el que el Padre se dice y en el que los creyentes tienen
parte en la filiación divina. ¿Piensa Jn ante todo en sus hermanos
encuentran algunos elementos comunes a la tradición evangélica sobre
cristianos, amenazados por la presión que ejercían los argumentos de
Jesús de Nazaret —conflicto con la familia, enseñanza en el templo, los fariseos y sus medidas de exclusión? Ciertamente. Pero, más allá
desconfianza de los dirigentes — , la presentación joánica está de- de esta coyuntura histórica, el texto interroga al lector de hoy, en-
terminada por el conocimiento espiritual de que está penetrado el frentado a su vez con el misterio de Jesús de Nazaret y a través de él
evangelista. Las palabras que pronuncia Jesús son de las más ele- con su propio misterio: «Escuchemos el evangelio como si estuviera
presente el Señor» (San Agustín, In Jo. 30, 1).
3. Jn 9 y 11. Sobre la relación de estos tres signos con la tradición sinóptica,
cf. supra, 12s. 2. 'Situación en la narración evangélica. Jesús ha subido ya
4. Se encontrarán en los Comentarios las reconstrucciones de tipo diacrónico, dos veces a Jerusalén (2, 13 y 5, 1), pero las dos ocasiones en las que
hipotéticas y a veces arbitrarias, que intentan los críticos. Por mi parte, había
propuesto (cf. I, 337) una organización del texto en tomo a la palabra sobre la luz por breve tiempo pudo conocerlo la ciudad se saldaron con dos ame-
(8, 12): se corresponderían dos series de cuadros —controversia + anuncio (7, 15- nazas contra él (4, 1-3; 5, 16-18). De ahí el exordio del capítulo 7:
30 y 18, 13-20) y exhortación (7, 31-36 y 8, 21-30)- llevando en cada ocasión a
una proclamación solemne (7, 37-39 y 8, 31-58); pero esta distribución se queda Jesús recorría la Galilea; en efecto, no le era posible recorrer la Judea,
en la superficie del texto. porque los judíos intentaban matarlo (7, 1).
162 Lectura del Evangelio de Juan 7-8 7-8 La luz de la vida (7-8) 163

Galilea le sirve de refugio hasta la hora del choque decisivo. El provocado por su último anuncio, Jesús «sale» del templo (8, 59).
relato de los sinópticos está organizado de otra manera, en torno a un ¿Cómo no pensar en que también Yahvé abandonó el santuario (Ez
ministerio prolongado en Galilea, seguido de un corto ministerio en 10, 18) y luego la ciudad misma (Ez 11, 23)? Jesús no volverá a
Judea. Según Marcos (9, 30), Jesús se dirige a Jerusalén en secreto, enseñar ya en el lugar santo", sino que incluso dejará Judea y se
consciente de la suerte que le espera en la ciudad que mata a los retirará «al otro lado del Jordán» (10, 40).
profetas. Lucas ha orquestado el viaje añadiéndole muchas de las
enseñanzas de Jesús y comenzándolo con una introducción solemne: 4. En la fiesta de las Tiendas. La unidad de lugar se ve corro-
«Como se cumplieran los días en que tenía que ser llevado...» (Le 9, borada por la unidad de tiempo: todo ocurre durante la fiesta de las
51). También Jn realza con solemnidad esta subida manifestando que Tiendas. Primero se anuncia esta fiesta (7, 2.10); luego, nos encon-
su momento había sido fijado tan sólo por el Padre. De este modo, a tramos en medio de ella (7, 14) y finalmente llegamos al último día,
pesar de que no es la única en su evangelio, ésta sigue siendo la subida el de mayor solemnidad (7, 37). Aunque el capítulo 8 no ofrece nuevas
de Jesús a Jerusalén, la que sirve de preludio a su paso pascual. indicaciones de tiempo, la verdad es que los acontecimientos referidos
La amenaza de muerte pesa sobre el desarrollo de los capítulos siguen teniendo lugar dentro del ambiente de esta fiesta del agua (cf.
7-8, determinando el clima en que va a producirse el choque. Esta 7, 37) y, según ciertas tradiciones, de la luz (cf. 8, 12).
amenaza se recuerda ya desde el exordio (7, 1); luego, Jesús habla de La fiesta de las Tiendas (que sería más adecuado llamar «fiesta de
ella a la gente, que protesta y a continuación confiesa5; efectivamente, las Chozas») es una de las más importantes entre las cuatro fiestas
lo quieren detener en varias ocasiones, y el capítulo 8 se cierra con principales del ciclo anual12. De origen agrícola, corresponde a la fiesta
un intento de lapidación6. Sin embargo, la realización de este proyecto de la cosecha que se celebraba en otoño (Ex 23, 16); en aquella ocasión
asesino no está en poder de los hombres hasta que no llegue la hora vivían en cabanas hechas de follaje, parecidas a las chozas que se
decidida por el Padre7. Incluso entonces, es a la glorificación adonde levantaban en los huertos y en los campos de labranza en el momento
el Padre conduce a su Hijo, y Jesús sabe que, a donde él vuelve, no de la cosecha. A su vez, estas tiendas recordaban la vida de los hebreos
podrán alcanzarlo sus adversarios8. en el desierto cuando su salida de Egipto (Lev 23, 42s). En la época
Mientras llega la hora, se va desarrollando el proceso de Jesús ante del nuevo testamento, la fiesta de las Tiendas era la coronación de la
los judíos, mucho antes del arresto efectivo. Los capítulos 7-8 pre- del año nuevo y transcurría del 15 al 21 del mes de tishri, es decir,
sentan su primer acto, después de que se dio el tono en el capítulo 5. a finales de septiembre (en 1990, que es el año 5751 del calendario
El proceso proseguirá hasta el capítulo 10, en donde se reconocen en judío, la fiesta duró del 4 al 11 de octubre).
los v. 24-33 las formulaciones del interrogatorio sinóptico ante el Si, según la descripción que hace de ella el Levítico (Lev 23, 34-
sanedrín9. Aquí, el debate converge en la afirmación que hace Jesús 43) esta fiesta era una celebración de acción de gracias por la cosecha
de su relación única con Dios, su Padre. obtenida, su liturgia —que conocemos por otros textos— estaba orientada
a la petición de lluvia para el año que empezaba. El último día iban en
3. En el templo. El enfrentamiento de Jesús con su pueblo procesión a la piscina de Siloé a sacar agua, que un sacerdote derramaba
acontece en el lugar sagrado por excelencia, que Jesús había llamado en libación sobre el altar de los sacrificios, en el templo. Recordándole
«la casa de (su) Padre» cuando expulsó a los mercaderes junto con a Dios sus compromisos con Israel, la oración comunitaria evocaba tam-
las ovejas y los bueyes10. Es allí donde se había encontrado con el bién el fin de los tiempos a partir de las profecías que anunciaban,
enfermo sanado (5, 14). Ahora se dirige al templo para enseñar (7, mediante el símbolo de la fuente, la renovación espiritual de Sión13.
14.28.37; 8, 12.20). Pues bien, después del intento de lapidación Ezequiel (47, 1-12) habla del agua que sale del lado derecho del templo,
5. 7, 19.20.25; cf. 8, 37.40. 11. En 10, 23 se pasea bajo el pórtico de Salomón.
6. 7, 30.32.44; 8, 59. 12. Pascua, Pentecostés, Tiendas, Día de las Expiaciones. Sobre la fiesta de
7. 7, 30; 8, 20. las Tiendas, cf. sobre todo SB II, 774-812 y G. Mac Rae, CBQ 22 (1960) 251-
8. 7, 32s; 8, 21; cf. 7, 39. 276; más resumido, DNT, 424.
9. Compárese Jn 10, 24.25.36 y Le 22, 67.69.70. Cf. infra, 307. 13. Así Zac 14, 16-19 se prescribe como lectura en el Calendario israelita del
10. 2, 13-17. Cf. I, 254s. 14 octubre 1989 (= 5750).
164 Lectura del Evangelio de Juan 7-8 7, 1-52 La luz de la vida (7-8) 165

e Isaías anuncia: «Sacaréis con gozo agua de las fuentes de la salvación»'4. ¿QUIEN ES JESÚS DE NAZARET?
En el siglo I se celebraba también durante la fiesta un rito de la luz. Este
trasfondo litúrgico de los capítulos 7 y 8 permite situar mejor la llamada (7, 1-52)
de Jesús a que vengan todos a beber de su agua y también, sin duda, la
proclamación en que se designa como luz del mundo. 1 Después de esto, Jesús recorría Galilea; en efecto, no estaba
en su poder recorrer Judea, ya que los judíos intentaban matarlo.
5. Los personajes. Solo ante los judíos, en ausencia de todo dis- 2 Pues bien, estaba cerca la fiesta de los judíos, la fiesta de las
cípulo —en situación análoga a la del interrogatorio ante el sanedrín—, Tiendas. 3 Entonces sus hermanos le dijeron: «Vete de aquí e
Jesús aparece perfectamente libre, iluminado interiormente por la con- instálate en Judea, para que también tus discípulos vean las obras
ciencia de su unidad con el Padre y de su misión. El recuerdo constante que haces; 4 en efecto, nadie actúa en secreto y, al mismo tiempo,
de ésta podríamos decir que lo sitúa en una vertical que desciende de intenta ser visto. Puesto que haces estas (obras), ¡manifiéstate al
Dios. Frente a él, los demás actores se presentan en grupos: los hermanos mundo!». 5 Porque ni siquiera sus hermanos creían en él. 6 En-
(que desaparecen pronto), la gente15, algunas personas de Jerusalén (7, tonces Jesús les dijo: «Mi tiempo no está presente todavía, mientras
25), las autoridades (7, 26), los fariseos y los sumos sacerdotes16, los que vuestro tiempo es siempre favorable. 7 El mundo no puede
guardias del templo (7, 32.45), y en general «los judíos»17. Nicodemo odiaros, pero a mí me odia, porque yo atestiguo contra él que sus
constituye una excepción, pero interviene como uno de los fariseos en obras son malignas. 8 Vosotros, subid a la fiesta; yo no subo a esa
medio de ellos (7, 50). Todos estos grupos están en movimiento, agitados fiesta, porque mi tiempo no se ha cumplido todavía». 9 Habiéndoles
por sentimientos diversos. En primer plano, la muchedumbre de pere- dicho esto, él se quedó en Galilea.
grinos y las gentes de Jerusalén se dividen en partidos de tendencias 10 Cuando sus hermanos subieron a la fiesta, entonces su-
opuestas o bien discuten en medio de evidencias contrarias a propósito bió también él, pero no manifiestamente, sino como en secreto.
del mesías eventual; los guardias encargados del arresto de Jesús se 11 Entonces los judíos lo buscaban durante la fiesta, y decían:
abstienen de hacerlo, impresionados por su lenguaje; los judíos se irritan «¿Dónde está ése?». 12 Y entre la gente se cuchicheaba mucho
porque Jesús se atreva a enseñar en el templo y luego se preocupan por sobre él; unos decían: «¡Es un hombre de bien!»; otros decían:
la partida que él anuncia; mirándolo de reojo, los fariseos y los sumos «¡No, ni mucho menos! ¡extravía a la gente!». 13 Sin embargo,
sacerdotes se indignan por su éxito entre los ignorantes y contra Nicodemo nadie hablaba abiertamente de él, debido al temor que se tenía de
que invoca la ley en su favor; en el capítulo 8 aparecerán ya en primer los judíos.
plano del escenario para interpelar a Jesús en el templo. Parece que se
va a iniciar entonces el diálogo, pero será un diálogo de sordos, ya que 14 Se estaba ya en medio de la fiesta cuando Jesús subió al
los interlocutores de Jesús siguen cerrándose atodoanuncio que no cuadre templo y enseñaba. 15 Entonces los judíos se extrañaban diciendo:
con su sistema de pensar (cf. 8, 43), aunque la argumentación se arraigue «¿Cómo conoce ése la Escritura, sin haber sido discípulo?».
por ambas partes en la tradición judía. 16 Entonces Jesús les respondió:
Pues bien, también aquí el principal personaje sigue siendo Dios, «Mi enseñanza no es mía, sino de aquel que me ha enviado.
a quien Jesús designa en el capítulo 7 primero como «Aquel que me 17 Si alguien quiere hacer su voluntad,
ha enviado»18, y luego, en el capítulo 8, en un deslizamiento progre- conocerá si esta enseñanza viene de Dios
sivo, como «el Padre»19. o si yo hablo por mi propia cuenta.
18 El que habla por su propia cuenta busca una gloría muy per-
sonal; pero el que busca la gloría de aquel que lo ha enviado,
14. Is 12, 3. Este es el marco litúrgico de los capítulos 7 y 8, que permiten ése es veraz y no hay en él iniquidad.
comprender mejor el texto. Cf. Doura-Europos, citado en RB 46 (1940) 140, y R.
de Vaux, Instituciones del Antiguo Testamento, Barcelona 1964, 622-630.
19 ¿No os hizo Moisés el don de la ley?
15. 7, 12.31.40.41.43. ¡Pero ninguno de vosotros pone en práctica la ley!
16. 7, 32.45.47.48; 8, 13. ¿Por qué intentáis matarme?».
17. 7, 1.11.15.35; 8, 22.48.52.57. 20 La gente respondió: «¡Tienes un demonio! ¿Quién intenta
18. 7, 16.18.28.29.33; 8, 16.18.26.42. matarte?».
19. 8, 16.18.19.27.28.38.42.49.54. 21 Jesús respondió y les dijo:
/66 Lectura del Evangelio de Juan 7, 1-52
7, 1-13 La luz de la vida (7-8) 167
«He hecho una sola obra y todos vosotros os extrañáis.
22 He aquí por qué (os digo:) Moisés os hizo el don de la circuncisión ¡que venga a mí y beba!
—no es que ella provenga de Moisés, sino de los padres— 38 El que cree en mí,
y el sábado circuncidáis a un hombre. como dice la Escritura,
23 Mientras que un hombre recibe la circuncisión un día de sábado, 'de su seno brotarán ríos de agua viva'».
para que la ley de Moisés no sea violada, 39 Dijo esto a propósito del Espíritu que iban a recibir los que
yo sufro vuestra cólera, se habían puesto a creer en él, porque no había todavía Espíritu,
porque he devuelto la salud a un hombre por entero en sábado. pues Jesús no había sido glorificado todavía. 40 Entonces, de entre
24 ¡Dejad de juzgar por la apariencia, la gente, algunos que habían oído estas palabras decían: «Este es
pero juzgad según la justicia!». verdaderamente el profeta». 41 Otros decían: «Este es el Cristo».
25 Entonces algunas personas de Jerusalén decían: «¿No es éste Pero otros decían: «¿Acaso el Cristo viene de Galilea? 42 ¿no dijo
al que intentan matar? 26 ¡Pues ved! Habla abiertamente, ¡y no le la Escritura que el Cristo es de la estirpe de David y viene de Belén,
dicen nada! ¿Es que verdaderamente las autoridades habrán re- la aldea de donde era David?». 43 Hubo entonces escisión en la
conocido que él es el Cristo? 27 Sin embargo, ése sabemos de dónde gente por causa de él. 44 Y, si algunos de ellos querían apoderarse
es. Pero el Cristo, cuando venga, nadie conoce de dónde es». de él, nadie puso la mano sobre él.
28 Entonces, mientras enseñaba en el templo, Jesús exclamó: 45 Vinieron entonces los guardias junto a los sumos sacerdotes
«¡Y vosotros me conocéis bien! y los fariseos, que les dijeron: «¿Por qué no lo habéis traído?».
¡Y sabéis de dónde soy! 46 Los guardias respondieron: «¡Nunca un hombre ha hablado
así!». 47 Entonces los fariseos les replicaron: «¿Es que también
Sin embargo, no es por mi propia cuenta como he venido. vosotros os habéis dejado extraviar? 48 ¿hay alguno entre los di-
Pero él es veraz, aquel que me ha enviado rigentes que se haya puesto a creer en él, o bien entre los fariseos?
y al que no conocéis bien. 49 ¡No! Esa gente que no conoce la ley, son unos malditos».
29 Yo lo conozco bien, 50 Nicodemo, uno de ellos, el que había ido a buscar a Jesús
porque estoy junto a él anteriormente, les dijo: 51 «¿Juzga nuestra ley al hombre sin oírlo
y es él el que me ha enviado». primero de manera que se llegue a saber lo que hace?». 52 Le
30 Entonces intentaban apoderarse de él, pero nadie puso la respondieron: «¿No serás de Galilea, también tú? Investiga y verás
mano sobre él, porque su hora no había llegado todavía. que de Galilea no surge ningún profeta».
31 Pero de la gente un gran número se puso a creer en él, y
decían: El Cristo, cuando venga, ¿hará más signos de los que éste
hace?». 32 Los fariseos oyeron a la gente cuchichear de este modo
JESÚS SUBE A JERUSALÉN (7, 1-13)
sobre él, y los sumos sacerdotes y los fariseos enviaron guardias
para apoderarse de él. 33 Entonces Jesús dijo:
Como frontispicio del encuentro de Jesús con los judíos, Jn nos
«Por un poco de tiempo estoy con vosotros,
habla de la subida a Jerusalén que también habían destacado los
y me vuelvo a aquel que me ha enviado.
sinópticos; a través de un diálogo de Jesús con sus hermanos, indica
34 Me buscaréis y no (me) encontraréis, que está determinada por el tiempo de Dios. En la trama narrativa
y a donde yo estoy, vosotros no podéis ir». del evangelio, esta subida inaugura el movimiento que, más allá de
35 Entonces los judíos se dijeron entre sí: «¿Adonde debe ir ése, la pasión, desembocará en el retorno de Jesús al Padre.
que nosotros no lo encontraremos? ¿es que va a ir a la dispersión
de los griegos y a enseñar a los griegos? 36 ¿qué es esa palabra que
acaba de decir: 'Me buscaréis y no me encontraréis' y 'A donde yo
estoy, vosotros no podéis ir'?». 1 Después de esto, Jesús recorría Galilea; en efecto, no estaba
37 El último día de la fiesta, el día grande, Jesús estaba de pie en su poder recorrer Judea, ya que los judíos intentaban
y exclamaba diciendo: matarlo.
«Si alguien tiene sed,
168 Lectura del Evangelio de Juan 7, 1-13 7, 2-5 La luz de la vida (7-8) 169

Mediante la transición vaga «después de esto», familiar en él20, el entienden su misión; para ellos, es un hombre como los demás, pero
evangelista enlaza su relato con los episodios anteriores. Jesús ha posee un poder taumatúrgico que debe explotar; en sus obras no han
recorrido Galilea, como indican los sinópticos, pero aquí su compor- visto más que prodigios. Les resulta desconcertante su comporta-
tamiento está motivado por la amenaza de muerte que pesa sobre él. miento, a juzgar por la contradicción que subrayan (7,4). Si, dejando
Literalmente, según el griego, Jesús «no tenía el poder (exousía)» de la oscura Galilea (cf. 1, 46; 7, 52), Jesús se desplazase23 a Judea,
recorrer Judea21; esta expresión sugiere ya aquel vínculo de Jesús con demostraría que sabía manejarse entre un público influyente, incluidos
la voluntad del Padre que explicitará él mismo en los v. 6.8. su discípulos24, y obtendría notoriedad. Había que aprovechar la oca-
La hostilidad de los judíos, que había aparecido ya en 4, 1-3, sión que ofrecía la fiesta de las Tiendas, dado que se reunían entonces
volvió a afirmarse por el narrador en 5, 16.18, de donde recoge la en Jerusalén numerosos peregrinos25. De ahí el imperativo grandilo-
expresión «intentaban matarlo». Recordemos las acusaciones contra
cuente: «¡Manifiéstate al mundo!» (7, 4).
Jesús: violaba el sábado, se hacía igual a Dios. Jesús hablará a la gente
de la primera (7, 21-24); la segunda se sobreentiende en los anuncios Este lenguaje revela la incomprensión de sus hermanos. Si no
en que, antes de afirmar Yo soy (8, 58), revela su dependencia perfecta dudasen de la misión confiada a Jesús, le aconsejarían más bien que
de aquel que lo ha enviado (7, 16-18...). Ahora se manifiesta otra se manifestara a las autoridades religiosas, que eran las únicas en
queja, correlativa, contra él: Jesús extravía al pueblo (7, 12.47). Al reconocer a un enviado de Dios (cf. 7, 26). Por otra parte, según Jn,
oír hablar a sus hermanos, el lector debe conservar en la memoria el manifestarse al «mundo» es algo que está fuera de la intención del
riesgo al que Jesús se expondría dirigiéndose a Jerusalén. Revelador. Es verdad que Jesús tiene que «manifestarse a Israel»
(1, 31), y que se manifestará a los discípulos (14, 21), a los que habían
visto ya su gloria en Cana26; pero no puede imponerse con acciones
brillantes que pudieran cohibir la libertad de los testigos. El término
2 Pues bien, estaba cerca la fiesta de los judíos, la fiesta de «mundo» tiene ya aquí para el narrador la connotación negativa que
las Tiendas. 3 Entonces sus hermanos le dijeron: «Vete de aparece en el v. 7, en donde designa a los que se niegan a reconocer
aquí e instálate en Judea, para que también tus discípulos al Hijo. Tan sólo el discípulo que ha «escuchado» la palabra penetra
vean las obras que haces; 4 en efecto, nadie actúa en secreto en el misterio de unidad de Jesús con el Padre (14, 21-23), pero nunca
y, al mismo tiempo, intenta ser visto. Puesto que haces estas el «mundo». La propuesta que se le hace a Jesús puede ser interpretada
(obras), ¡manifiéstate al mundo!». 5 Porque ni siquiera sus como una tentación, análoga a la del reinado terreno que le hizo la
hermanos creían en él. multitud saciada de pan (6, 14s). Por eso el evangelista comenta: «Ni
siquiera sus hermanos...» (7, 5). Después de este episodio ya no se
volverá a hablar de ellos.
Jn coincide con los otros evangelistas, unánimes en afirmar que Podría objetarse a esta presentación que, lejos de ser un desco-
Jesús de Nazaret no fue comprendido por su entorno familiar. Sus nocido en Judea, Jesús atrajo por sus milagros la atención de muchos27,
hermanos22, que le habían seguido de Cana a Cafarnaún (2, 12) no y que en la ciudad santa se discutía mucho sobre él (7, 12). Este relato

20. Meta taüta: 3, 22; 5, 1.14; 6, 1; 7, 1; 19, 38; 21, 1. 23. El verbo metabaínó significa «cambiar de residencia», «instalarse de ma-
21. Así según los mejores manuscritos, pero no «no quería», como propone nera provisional o definitiva».
una lectura suavizante. Ese «no-poder» equivale, según C. K. Barrett, a «no tenía 24. Presentados como «también ellos», estos discípulos no pueden ser los que
libertad para». en Galilea habían visto a Jesús actuar de forma maravillosa (el signo de los panes),
22. Me 3, 21 y 6, 4 par, subrayan la incredulidad de la familia de Jesús. Según pero lo habían abandonado. ¿Se trata de los judíos de Jerusalén que habían creído
Hech 1, 14, los hermanos se hacen creyentes después de la resurrección. ¿Quiénes en Jesús (2, 23; 4, 1)? En el capítulo 5 no se menciona a ningún discípulo.
son esos «hermanos de Jesús»? La crítica tiende a ver en ellos, según el sentido del 25. Desde que el culto se había centralizado en el templo de Jerusalén, la ley
término griego adelphós, a los hermanos de Jesús según la carne. Por razones de prescribía a todos los adultos, judíos o prosélitos, «subir a Jerusalén para adorar»
orden teológico, los católicos recurren habitualmente al término hebreo subyacente en tres fiestas: Pascua, Pentecostés y las Tiendas.
{'ah), que puede tener un sentido muy amplio. Cf. en sentidos opuestos, J. Blinzler, 26. 2, 11. El término «manifiéstate» (phanérdson) es ambiguo; cf. Orígenes,
Die Bruder und Schwestern Jesu, Stuttgart 1967, y L. Oberlinner, Historische Contra Celso VII, 60 (= SC 150, 156).
Überlieferung und christologische Aussage, Stuttgart 1975. 27. Una atención benévola (2, 23; 3, 2) o malévola (2, 18-20; 4, ls; 5, 9-18).
170 Lectura del Evangelio de Juan 7, 1-13 7, 5-9 La luz de la vida (7-8) 171

tiene la función de hacer expresar a Jesús la actitud profunda que tiempo se desarrolla para él sin profundidad ni relieve. Hablar de un
marca su decisión de subir a Jerusalen, y también la de presentarlo a kairós siempre favorable es sugerir una no-significancia.
él solo frente a su misión, aislándolo definitivamente de su familia. Al expresarse Jesús de este modo, da a entender que depende
plenamente de su Padre. En virtud del contexto, el kairós al que se
refiere atañe a su subida a Jerusalen, pero en definitiva es el de su
paso pascual, del que esta subida no es más que un preludio necesario:
6 Entonces Jesús les dijo: «Mi tiempo {kairós) no está presente
el verbo «cumplirse» y el acento negativo que se pone en «esa fiesta»
todavía, mientras que vuestro tiempo es siempre favorable.
7 El mundo no puede odiaros, pero a mí me odia, porque (7,8) confirman esta interpretación: Jesús «subirá» al Padre {anabaíno:
yo atestiguo contra él que sus obras son malignas. 8 Vosotros, cf. 20, 17), no en la fiesta de las Tiendas, sino en la pascua siguiente.
subid a la fiesta; yo no subo a esa fiesta, porque mi tiempo En el v. 7 la oposición entre dos maneras de vivir el tiempo se
no se ha cumplido (peplerótai) todavía». 9 Habiéndoles dicho convierte en oposición entre Jesús y el «mundo». Este vocablo, uti-
esto, él se quedó en Galilea. lizado por los hermanos, recibe un sentido negativo que, desde el
prólogo (1, 10), no había tenido todavía en el evangelio: el «mundo»
designaba a toda la humanidad a la que Dios ama y en la que se hace
presente la luz del Hijo31. Aquí sigue designando a los hombres, pero
La oposición formulada por los hermanos entre las dos maneras en cuanto que rechazan la revelación divina32. Y Jesús toma aquí la
de proceder, en secreto o en público, volverá a recogerla — al revés28— decisión contraria al proyecto de sus hermanos; en vez de querer
el narrador en el v. 10. En su respuesta Jesús señala otra oposición seducir al mundo, da testimonio de su iniquidad. El principio enun-
entre dos clases de tiempo, el suyo y el de sus hermanos. En los dos ciado en el diálogo con Nicodemo:
casos el término es kairós, que no debe confundirse con khrónos, que
es el tiempo del reloj29. Designa el momento singular que cualifica Todo el que cumple el mal odia la luz y no viene a la luz, para que no
un acontecimiento o una acción. La diferencia entre el «tiempo de sean desveladas sus obras (3, 20)
Jesús» y el de sus hermanos se percibe en el contraste entre los ad-
verbios «todavía no» y «siempre»: para Jesús, el momento de la partida es actualizado en el v. 7. El Yo de Jesús ocupa el lugar de «la luz»;
a Judea depende de un designio que le da su sentido; para sus hermanos, si el mundo lo odia, es porque pone de manifiesto sus obras malignas33,
la decisión no depende más que de su antojo. Según el pensamiento es decir, su preferencia por las tinieblas, su incredulidad radical. En
bíblico, para el judío que permanece interiormente ante Dios, el tiempo efecto, Jesús había reprochado a los judíos de Jerusalen que se habían
está secretamente impregnado de su presencia y marcado por sus cerrado a la palabra de Dios (5, 37-47); aquí, el verbo «yo atestiguo»
intervenciones30. Ordinariamente, kairós designa un momento que tie- es un presente continuo y evoca el proceso que Yahvé había intentado
ne importancia en el destino de un ser y en el que se percibe la voluntad contra el pueblo rebelde (cf. Os 4, ls; Is 3, 13). Los que rechazan la
de Dios. Como dice el orante del Sal 30 (31), 16: «Mis tiempos (kairof) Palabra manifiestan por eso mismo su alejamiento de Dios.
están en tus manos». El hombre que no se preocupa de Dios se de- El pensamiento que se expresa en el v. 7 está conducido lite-
termina sin más referencia que las circunstancias de este mundo, y el rariamente por el v. 6b, en donde Jesús decía substancialmente que
sus hermanos no estaban sometidos a Dios; por eso, continúa, el
«mundo» reconoce en ellos a sus semejantes, mientras que odia a
28. La oposición «en secreto/abiertamente» (en kryptoilparrésíai) se encuentra Jesús. El contraste entre el éxito deseado por los hermanos por
en Jn cuando Jesús dice a Anas que habla abiertamente en la sinagoga y en el templo,
medio de prodigios y la hostilidad profunda de la que Jesús se siente
y no en secreto (18, 20). Igualmente, parrésía puede oponerse a paroimía (hablar
con claridad/hablar parabólicamente): 16, 25.29; cf. 10, 6.24.
29. Cf. DNT, «Tiempo», 422s. «Mi tiempo..., el de mi gloria» (san Agustín, 31. 3, 16s.l9; 6, 33; cf. 4, 42; 6, 14.
In Jo. 28, 8). 32. El término «mundo» sustituye la expresión «los judíos» de 7, 1, anticipando
30. Así Jesús pudo hablar del «tiempo de la visita» de Dios a Jerusalen (Le su empleo en el discurso de despedida. Por consiguiente, sería una equivocación
19, 44; cf. Me 13, 33; 1 Pe 1, 5; Ap 11, 18). Según la Biblia, el tiempo es recibido leer en estas palabras una especie de crítica a la creación.
constantemente de Dios (Ecl 3, 1-11). 33. «Malignos», mejor que «malos» o «malvados»; cf. I, 248-250, sobre 3, 19s.
172 Lectura del Evangelio de Juan 7, 1-13 7, 14-52 La luz de la vida (7-8) 173

objeto por causa de su palabra subraya la distancia que existe entre Para preparar la acogida que se hará a Jesús, el narrador nos hace
los dos mundos. oír lo que decían los dirigentes y la gente; nos damos cuenta de que, en
Después de esto, el evangelista indica que Jesús se quedó aún en ausencia de Jesús, todo son rumores sobre él, en Jerusalén. Su pregunta:
Galilea. «¿Dónde está?» es la primera en un capítulo que contiene una decena de
preguntas en torno a Jesús36. Se percibe la ironía joánica: esos dirigentes
no descubrirán a Jesús, sino que se mostrará él mismo enseñando en el
templo; sobre todo, sin que lo sepan los locutores, su pregunta tendrá
10 Cuando sus hermanos subieron a la fiesta, entonces subió
una resonancia mucho más profunda que el sentido obvio (cf. 7, 34).
también él, pero no manifiestamente (phaneros), sino como
en secreto (hós en kryptoí). La gente, que Jn distingue cuidadosamente de las autoridades,
discute por su parte, pero no abiertamente, por miedo a los judíos37.
Para unos Jesús es un hombre de bien, que podría muy bien ser el
mesías o el profeta38. Para otros, por el contrario, extravía al pueblo
Tras la partida de sus hermanos a Jerusalén Jesús sube también, con sus enseñanzas, lo mismo que los falsos profetas proscritos por
de incógnito. Aparentemente actúa de forma contradictoria34. Se puede la ley39. A continuación, la gente no dejará de hacer cabalas40 y apa-
decir ciertamente que no consiente en el deseo de sus hermanos: sube recerá la división, incluso entre los dirigentes. Se va a desarrollar la
en secreto y no ostentosamente, como ellos pretendían. No hará ningún controversia a propósito de Jesús y de sus funciones en Israel.
milagro durante la fiesta. ¿Pero no convendrá respetar el silencio del
texto? Es evidente que, para el narrador, si Jesús35 acaba «subiendo»,
es porque ha escuchado una llamada del Padre: para que se cumplieran ¿JESÚS ES ACASO EL CRISTO? (7, 14-52)
sus designios, era menester que la revelación llegase hasta el corazón
de Jerusalén. Lo que sigue en el relato supone que hubo un aplaza- Habiendo subido al templo en medio de la fiesta, Jesús se pone a
miento: Jesús no se presentó en la ciudad santa hasta mediadas las enseñar en él. A partir de este gesto, provocador a los ojos de los judíos,
fiestas (7, 14); implícitamente, entre ese momento y el de la separación sus palabras de revelación alternan en el relato con los debates de la gente
de sus hermanos, Jesús estuvo solo con su Padre. Este aplazamiento sobre él y con algunas indicaciones propias del narrador «omnisciente».
permite por otra parte al evangelista presentar un suspense entre las Se suceden rápidamente varios episodios, sin orden aparente, lo cual
gentes reunidas en Jerusalén. tiene el efecto narrativo de reflejar gráficamente la turbulencia que había
suscitado la presencia de Jesús en Jerusalén. «¿Será el Cristo?», esta
pregunta, suscitada en tres ocasiones (7, 26.31.41), atraviesa todo el
capítulo. Procede de la gente, que sin embargo choca con un obstáculo:
11 Entonces los judíos lo buscaban durante la fiesta, y decían: el origen galileo de Jesús. Bien sea a partir de la tradición sobre el mesías
«¿Dónde está ése (ekeinos)?». 12 Y entre la gente se cuchi- (7, 27) o bien a partir de la Escritura (7, 42), ésa es la piedra de tropiezo.
cheaba mucho sobre él; unos decían: «¡Es un hombre de Jesús no responde directamente a esta pregunta; no afirma nunca que sea
bien!»; otros decían: «¡No, ni mucho menos! ¡extravía a la «el Cristo» —título en el que no puede dejarse encerrar—, de forma que
gente!». 13 Sin embargo, nadie hablaba abiertamente de él,
debido al temor que se tenía de los judíos. 36. 7, 15.20.25.26.35.36.41s.47.48.
37. El «miedo a los judíos» reina en Jerusalén: 7, 13; cf. 9, 22; 12, 42; 19,
38 y también 19, 12s; 20, 19. Este lenguaje nos confirma que el término «los judíos»
equivale ordinariamente a «las autoridades judías» de Jerusalén.
34. Los comentaristas se esfuerzan en explicar el comportamiento de Jesús. 38. El mesías: 7, 26s.41s. El profeta: 7, 40.
Para unos, sería parecido al que tuvo en Cana (y que nosotros criticamos, cf. I, 39. Cf. Mt 24, 5.11.24par; 1 Tim 4, 1; 2 Tim 3, 13; 1 Jn 3, 7; 2 Jn 7; Ap
182-186): después de un primer rechazo, habría consentido enseguida. Para otros, 12, 9... Esta última opinión será también la de los fariseos (7, 47). La acusación
Jesús habría hablado de una manera enigmática, que habría que interpretar como podía dar lugar a la lapidación. Cf. Justino, Dial. 69, 7s; 108, 2; SB I, 1023s.
una restricción mental. 40. Unas veces se plantean preguntas sobre Jesús (7, 25-27.40s.46; cf. 10,
35. El verbo ezítoun es el mismo que se usa en 7, 1, que se refería a 5, 18. 24); otras veces creen (7, 31s; 8, 30; 11, 45). Ordinariamente se quedan perplejos
Cf. 7, 19s.25. (9, 16; 10, 19-21; 11, 45s).
174 Lectura del Evangelio de Juan 7, 14-52
7, 14-18 La luz de la vida (7 8) 175
las vacilaciones siguen en pie Mientras que la gente vacila, los dmgentes,
persistiendo en su determinación, intentan echar mano a Jesús, pero sin practica Estaba reservado a los escobas y a los doctores4', ya que nadie
éxito, porque no había llegado su hora41, se indignan contra los guardias, podía ejercer esta función sin haber sido discípulo en una escuela que le
hubiera transmitido, junto con el conocimiento de las Esenturas, la tra-
a los que ha seducido el lenguaje del galileo, y contra Nicodemo, que
dición auténtica de los padres La «extrañeza» de los judíos no es asombro
se preocupaba de la objetividad
ante la competencia inexplicable de Jesús, como en Le 2, 46s, se trata
¿Qué dice Jesús7 Con palabras muy propias de Jn, Jesús orienta a de un escándalo por sus pretensiones, como en Mt 13, 57^
los espíritus a reconocer en sus palabras (7, 14-18) y en sus obras (7, 21- En Jn, el término «enseñar» tiene una connotación especial45 por
24) que es un enviado de Dios, y a discernir así su verdadero origen (7, el hecho de que está reservado a Jesús46 De los fariseos no se dice
28s) Para alertar a sus oyentes sobre la urgencia de adherirse a sus nunca que enseñen47 Si el objeto es la ley, no es según algún que
palabras, anuncia su partida hacia un más allá adonde no podrán alcanzarlo otro aspecto, sino según el sentido más profundo que la impregna y
(7, 33-36), luego invita a los hombres de buena voluntad a venir a él, la que se cumple en la revelación por parte de Jesús48 Y lo que el dice,
fuente de aguas vivas (7,37-39), llamada que provoca de nuevo la división Jesús lo ha aprendido de aquel que lo ha enviado49, de su Padre
en el auditorio (7, 40-44) La última escena del capítulo 7 descnbe la Aunque prescinde de la cuestión sobre si sabe letras, Jesús reconoce
intervención de Nicodemo ante los fariseos indignados (7, 45-52) implícitamente en su respuesta la necesidad de depender de una tra-
dición, pero esto tiene para él una perspectiva muy distinta El se
¿ Qué valor tiene su enseñanza? (7, 14-18) remonta a la fuente de la palabra su doctnna viene inmediatamente
de aquel que dio indirectamente a Israel los textos sagrados que fue
interpretando a lo largo de los siglos Para reconocer esto, hay que
volverse hacia Dios, cumpliendo su voluntad50 ¿Qué significa esto9
14 Se estaba ya en medio de la fiesta cuando Jesús subió al Si nos refenmos a los datos de la Biblia y del judaismo, cumplir la
templo y enseñaba. 15 Entonces los judíos se extrañaban voluntad de Dios no tiene el sentido ético de observar los manda-
diciendo: «¿Cómo conoce ése la Escritura, sin haber sido mientos, sino el sentido espintual de estar abierto a los caminos de
discípulo?». 16 Entonces Jesús les respondió: «Mi enseñanza Dios y a su atracción51
no es mía, sino de aquel que me ha enviado. 17 Si alguien Pues bien, el argumento invocado no vale más que para el creyente
quiere hacer su voluntad, Por eso Jesús recuerda el cnteno tradicional que permitía reconocer a un
conocerá si esta enseñanza viene de Dios o si yo hablo por enviado de Dios su desinterés52 En 5,41-44, en un contexto de reproche,
mi propia cuenta. 18 El que habla por su propia cuenta busca Jesús había hablado de la glona que puede buscarse entre los hombres
una gloria muy personal; pero el que busca la gloria de aquel o bien en Dios, aquí recoge esta alternativa para ofrecer una pista sobre
que lo ha enviado, ése es veraz y no hay en él iniquidad». sí mismo Sin embargo, como no puede dejarse asimilar simplemente a
un profeta, añade una palabra que lo distingue solo a él

43 Cf G F Moore, Judaism in the First Centuries of the Christian Era I,


Jesús enseña por primera vez a los judíos reunidos en el templo Cambridge 1966 308ss y K H Rengstorf TWNT II 138 168
para la fiesta Su enseñanza domina todo el pasaje42 Empleado sin 44 Este mismo escándalo es el que tendrán los judíos al comienzo de la Iglesia
complemento de objeto, el verbo «enseñar» puede ser entendido de ¿como hacer caso de unos iletrados (agrammatoi) y unos idiotai (Hech 4, 13C
manera distinta por los judíos y por el evangelista 45 Cf S Pancaro The Law in the Fourth Cospel Leiden 1975 77 86
46 El Padre enseña a Jesús 8, 28 y según la cita de Isaías en 6, 45, a los
Para los judíos, la enseñanza en el templo se refería a la ley, no sólo hombres, tan solo una vez el Espíritu enseña después de Jesús 14 26
con vistas a la instrucción del pueblo, sino también para exhortarlo a su 47 Cf Mt 10, 24s Le 2, 46 3, 12, 6 40
48 Ya en Qumran la enseñanza consistía en revelar las cosas ocultas de la ley
41 7, 30 32 44-46, cf 8, 20, 10, 39 49 7, 16, cf 8, 26 28
42 En 6, 59 la palabra didasko designaba una enseñanza en la sinagoga (cf 50 Cf 5 39s, 6, 28s 44
18, 20) A lo largo de nuestro pasaje se encuentran algunas palabras del mismo 51 Cf S Pancaro, o c 368 412
parentesco edidasken (14), grammata y memathekos (15), didakhe (16), lalo 52 Sobre 5 41^14 supra 62s «¿Que es más tuyo que tu mismo7 ¿y que hay
(17 18) menos tuyo que tu mismo si es que perteneces a alguien9 (Quid enim tam tuum quam
tu? et quid tam non tuum si alicums est quod es7)» (Agustín, In Jo 29 3)
176 Lectura del Evangelio de Juan 7, 14-52 7, 19-24 La luz de la vida (7-8) 177

La palabra ley aparece por primera vez en labios de Jesús55. La


«Ese es veraz y no hay en él iniquidad (adikíá)». vinculación con el pasaje precedente se hace por el término adikía del
v. 18, que orientaba el pensamiento hacia la ley, condición de toda
justicia, y hacia la infidelidad a la ley. Jesús había justificado antes
sus palabras; ahora justifica sus obras.
El término adikía, que se opone frecuentemente a «verdad» en la
tradición sapiencial y Qumrán", significa al mismo tiempo iniquidad El ataque «¡Ninguno de vosotros pone en práctica la ley!» podría ser
mal interpretado. Jesús no intenta afirmar que sus oyentes no guarden los
y mentira. Al hablar así de sí mismo, Jesús evoca al siervo de Dios
mandamientos, sino que carecen de una relación viva con la ley, ya que
que «no cometió injusticia y fue sin engaño» (Is 53, 9). Su veracidad
no se abren a la llamada que la impregna. Muchas veces se identifica el
camina a la par con la ausencia en él de todo mal (cf. 8, 46). razonamiento de Jesús en 7, 21-23 con el de la tradición sinóptica: Jesús
ofrecería una respuesta ad hominem, lo mismo que a propósito del buey
¿No ha violado el sábado? (7, 19-24) caído en un pozo, al que está permitido sacar en día de sábado (Le 14,
5). Recordaría mediante el ejemplo de la circuncisión que a veces está
Jesús denuncia sin transición alguna el juicio pronunciado contra autorizada la violación del precepto sabático; es lo que habría ocurrido
él por causa de la curación del enfermo en Bethesda, y la intención con su intervención en favor del enfermo. Pero así, se identifican la
homicida de sus enemigos54: comprensión de la ley de Jesús y de sus interlocutores. Por otra parte,
la argumentación no sería acertada, ya que aquí no puede invocarse el
caso de urgencia. Se trata en realidad de dos concepciones de la ley: o
bien, con los adversarios de Jesús, no hay que ver en ella más que una
19 «¿No os hizo Moisés el don de la ley? serie de preceptos y atenerse sólo a la letra; o bien, con Jesús, escuchar
¡Pero ninguno de vosotros pone en práctica la ley! allí la palabra de Dios que quiere suscitar la vida56. En esta escucha
¿Por qué intentáis matarme?». consiste «cumplir la voluntad de Dios» (cf. 7, 17). Ninguno de vosotros,
20 La gente respondió: «¡Tienes un demonio! ¿Quién intenta dice Jesús, se sitúa de esta forma respecto a la ley, porque intentáis
matarte?». matarme a mí, que manifiesto por mis obras el sentido de la ley, que es
21 Jesús respondió y les dijo: la vida para el hombre.
«He hecho una sola obra y todos vosotros os extrañáis. Los judíos no se preocupan ahora de esa acusación de infidelidad,
22 He aquí por qué (os digo): Moisés os hizo el don de la ocupados como están en contradecir la intención homicida que les
circuncisión —no es que ella provenga de Moisés, sino de los
presta Jesús. Al decir: «¡Tienes un demonio!», no insinúan que Jesús
padres— y el sábado circuncidáis a un hombre.
esté poseído, sino que ridiculizan lo que él pretende.
23 Mientras que un hombre recibe la circuncisión un día de
sábado, para que la ley de Moisés no sea violada, En el v. 21 el verbo «extrañarse» tiene el mismo sentido que en el
yo sufro vuestra cólera, porque he devuelto la salud a un v. 15: «escandalizarse». La expresión diá toüto (literalmente: «por causa
hombre por entero en sábado. de esto») al comienzo del v. 2257 no se refiere a la obra hecha por Jesús,
24 ¡Dejad de juzgar por la apariencia, como si hubiera que traducir en español: «Os extrañáis de eso». Sirve
pero juzgad según la justicia!».
55. La ley, según Jn, no se reduce nunca a un cuerpo legislativo. Puede designar
el Pentateuco (1, 45), un principio legal (7, 51; 8, 17; 19, 7), no precisado (18, 31)
o la doctrina de Moisés (1, 17; 7, 19.23.49), pero siempre en referencia al conjunto
53. Siguiendo a I. de la Potterie, 983, S. Pancaro, o. c, 92-101, examina de las Escrituras: cf. 10, 34; 12, 34; 15, 25. No ocurre lo mismo en Pablo.
ampliamente esta cuestión. 56. Nos inspiramos en A. Loisy (p. 506), seguido por S. Pancaro, o. c, 162-
54. En contra de R. Schnackenburg o J. Blank, pero de acuerdo con R. E. 166. San Agustín: «Puesto que Moisés os ha dado la ley y practicáis la circuncisión
Brown, C. K. Barrett o S. Pancaro (o. c , 169-174), rechazamos el intento de hacer el día de sábado, comprended entonces que de este modo se significa esta obra buena
de 7, 19-24 la conclusión del capítulo 5. Es verdad que este pasaje manifiesta el que he realizado, salvando a un hombre entero en día de sábado» (In Jo. 30, 5).
sentido de la acción interior de Jesús, pero esto ya no se hace dentro del marco de 57. En Jn, thaumázo («extrañarse») va seguido ordinariamente de un comple-
un diálogo con las autoridades, sino en público, delante de la gente. Después de la mento directo (así en 5, 28). La fórmula diá toüto se utiliza muchas veces al comienzo
justificación de la enseñanza viene la de las obras. de las frases: 5, 16.18; 6, 65; 8, 47...
178 Lectura del Evangelio de Juan 7, 14-52 7, 25-32 La luz de la vida (7-8) 179

para regir el texto que sigue; de ahí la traducción propuesta: «He aquí En esta escena, en la que el pueblo se distingue también de las
por qué (os digo)». Podríamos parafrasear con Loisy: «No he hecho más autoridades (los fariseos y los sumos sacerdotes: cf. 7, 32), se recoge
que una obra y ya os extrañáis. Debido a vuestra extrañeza (para mostraros el tema capital esbozado en el v. 12: «¿Quién es Jesús?». Al comprobar
que no tiene razón de ser), os digo: 'Si Moisés os dio la circuncisión y que aquel hombre fichado enseña libremente60 en el templo, algunas
le dio prioridad sobre el sábado, era para manifestaros que la ley divina personas de Jerusalén —quizás aquellas mismas que antes lo consi-
tiene la finalidad de dar plena salud a los hombres'». Circuncidar en día deraban como un hombre de bien (7, 12)— se preguntan si no habrán
de sábado no es hacer un quiebro legítimo a la ley, sino cumplir con su cambiado las autoridades de opinión: ¿habrán admitido la verdad de
intención fundamental. Con mucha más razón, sanar no ya a un solo su enseñanza? La pregunta explota: ¿No será el Cristo?61.
miembro, sino al hombre «entero» es cumplir con la finalidad de la ley. Pero esta hipótesis choca con una objeción. Según la teoría judía
La expresión «todo entero» sugiere algo más que la integridad clásica62, el mesías tenía que tener un origen desconocido; tan sólo
corporal, ya que la salud devuelta al enfermo de Bethesda simbolizaba una caída maravillosa a este mundo podía autentificar al hombre en-
el don pleno de la salvación, como indicamos en el capítulo 5. La viado por Dios para establecer su reino; contra toda banalización de
circuncisión fue dada como una figura de la vida nueva. La concepción Dios se había impuesto una creencia válida en su intención: no mezclar
de la ley que propone Jesús no es una enseñanza nueva, ya que el
vínculo que une la ley con la «vida» es una constante de la revelación la actuación de Dios con el fango de los humanos. Por consiguiente,
veterotestamentaria58 (5, 39). Jesús es descalificado como mesías; la gente dice de él: «Ese sabemos
de dónde es», es decir, de Galilea (v. 27).
La exhortación final —no juzgar por las apariencias59, sino en
verdad— se refiere en el contexto a lo que los oyentes creían que Precedida por la indicación «mientras enseñaba en el templo» e in-
había sido una violación del sábado; de este modo queda aclarada troducida por «exclamó»63, la respuesta de Jesús es la afirmación solemne
también la cuestión que se debate en los siguientes versículos. de su envío por parte de Dios, y por tanto de su verdadero origen. Jesús
recoge primero, de una forma irónica, lo que han afirmado las gentes:
Nosotros sabemos de dónde viene Jesús (7,25-32) «¡Vosotros me conocéis bien!64. ¡Sabéis de dónde soy!». Es verdad que
procede de Galilea; «sin embargo»65 ha salido de otro sitio, es el enviado
del mismo Dios, de «aquel que es veraz». Su envío por el Padre será
25 Entonces algunas personas de Jerusalén decían: «¿No es
éste al que intentan matar? 26 ¡Pues ved! Habla abierta- 60. En griego parrhésía (de pan = «todo» y rhéma = «palabra»): «libertad
mente, ¡y no le dicen nada! ¿Es que verdaderamente las para decirlo todo».
autoridades habrán reconocido que él es el Cristo? 27 Sin 61. En el siglo I las esperanzas en el mesías eran muy diversas, en función de
embargo, ése sabemos (oídamen) de dónde es. Pero el Cristo, la imagen que se hacían de ese personaje: rey, sacerdote, hijo de David, libertador.
cuando venga, nadie conoce (ginéskei) de dónde es». Cf. P. E. Bonnard-P. Grelot, Mesías, en VTB, 462-466 y DNT 304. Jesús elude
la respuesta (cf. infra, 310), como en Mt 16, 20 par; Le 4, 41; pero en Mt 20, 30
28 Entonces, mientras enseñaba en el templo, Jesús exclamó: par, se deja aclamar como hijo de David.
«¡Y vosotros me conocéis bien (pídaté)\ 62. Cf. San Justino: «Aunque el Mesías haya nacido y se encuentre en algún
¡Y sabéis {pídate) de dónde soy! sitio, todavía es desconocido; se ignora a sí mismo, no tiene ningún poder hasta
Sin embargo, no es por mi propia cuenta como he venido. que venga Elias, que le dé la unción y lo proclame manifiestamente» (Dial., 8, 4;
Pero él es veraz, aquel que me ha enviado cf. 110). Cf. SB II, 489; Hen. 48, 6; 4 Esd 13, 51s. Este tema podría derivarse de
y al que no conocéis bien (pídate). la literatura sapiencial: Job 28, 12; Bar 3, 14s.
29 Yo lo conozco bien (pida), 63. Cf. 1, 15; 7, 37; 12, 44.
porque estoy junto a él y es él el que me ha enviado». 64. Con I. de la Potterie, Bib 40 (1959) 709-725, y de acuerdo con B. W.
30 Entonces intentaban apoderarse de él, pero nadie puso la Westcott, 101, pensamos que en Jn los verbos oída y ginósko no son sinónimos.
Gindsko indica el proceso de adquisición del conocimiento y puede traducirse por
mano sobre él, porque su hora no había llegado todavía.
«conocer, reconocer, comprender». Oída significa el conocimiento ya adquirido, el
saber que se ha hecho en cierto modo experimental; cuando el objeto de oída es
una persona, traducimos «conocer bien».
58. Cf. I, 246. 65. En medio del v. 28 se encuentra un tercer kaí, en este caso adversativo
59. Esta expresión es frecuente en la Biblia, por ejemplo: 1 Sam 16, 7; Is 11, como en 1, 5.10s; 3, 11.32; 5, 40; 6, 70; 10, 25 (según WB6 797 g). De ahí la
3; 32, 3-5; Zac 7, 9; Dt 16, 18s. traducción propuesta: «sin embargo».
180 Lectura del Evangelio de Juan 7, 14-52 7, 33-36 La luz de la vida (7 8) 181

un tema constante en los anuncios del capítulo 8 Aquí Jesús insiste en


ello en cuatro ocasiones en los v 28-29 ¿Por qué'' Si la gente de Jerusalén Aquí se basa en sus milagros, con una interrogación casi retórica La
tropezó con el origen galileo de Jesús, acertó al decir que se ignoraba adhesión de quienes la formulan es ciertamente frágil todavía, pero la
de dónde había de venir el mesías, ésa era incluso una apertura posible motivación que alegan subraya la importancia que tienen los milagros
al misterio del Hijo Jesús no revela todavía ese misterio, pero se presenta realizados por Jesús de Nazaret para despertar la fe A nivel narrativo,
como el enviado que estaba con Dios, «junto a él» * este testimonio de una gran parte de la gente afecta indirectamente a los
A través de la oposición «conocer-ignorar» que marca este pasaje, incrédulos Jesús no solamente ha hablado, sino que ha realizado obras
Jesús deja vislumbrar también cuál es su misión Según la formulación de tal calibre que confirman su envío desde el cielo (cf 3, 2)
del v 28c, aquel que es veraz y a quien las gentes de Jerusalén no Se ha objetado contra este relato que los prodigios no se esperaban
conocen, es «el que me ha enviado», es decir, Dios según su proyecto del mesías, sino del profeta, sin embargo, según la tradición de Isaías68,
de gracia A ese Dios verdadero, el Enviado —solo él— lo conoce el mesías davídico tenía que realizar milagros en donde se manifestara
muy bien, ya que ha venido de él y según su voluntad Al hablar de
este modo, Jesús está sugiriendo que su misión consiste en revelarlo su bondad, de hecho, los signos referidos en el cuarto evangelio,
a los hombres (cf 1, 18) conciernen —a excepción de la multiplicación de los panes— a una
situación especial de necesidad
El auditorio, tocado en lo más vivo de sus creencias, reacciona En contraste con la fe incipiente que se remonta de las obras a la
negativamente Puede resultar extraño que el narrador parezca atribuir misión de Jesús, se declara de nuevo la hostilidad irreductible Entran
a las gentes de Jerusalén la intención de arrestar a Jesús Con toda
en acción los fariseos69 las esperanzas que suscitaba Jesús en el pueblo
probabilidad, el intento de arresto tiene que imputarse a los
dirigentes66 El evangelista ha generalizado la situación en la que las los impulsa a tomar medidas de urgencia Antes del 70, los respon-
autoridades constituyen el principal interlocutor de Jesús en esta clase sables del orden en el templo eran los sumos sacerdotes Se comprende
de controversias Lo que importa es el comentario «su hora no había que los fariseos, para poder detener a Jesús, recurrieran entonces a
llegado todavía» El narrador recoge la expresión de Jesús en Cana, ellos Pero la asociación que hace Jn de los dos partidos, tradicional-
relativa a la hora en que habría de manifestar su gloria por los milagros mente opuestos entre sí™, se debe a un anacronismo De todas formas,
(2, 4), aquí su hora se refiere evidentemente a la pasión, a la hora se pone en movimiento la policía del templo
última que sólo determina Dios (12, 23, 17, 1)
Por un poco de tiempo todavía (7, 33-36)
31 Pero de la gente un gran número se puso a creer en él, y
decían: «El Cristo, cuando venga, ¿hará más signos de los
que éste hace?». 32 Los fariseos oyeron a la gente cuchichear
de este modo sobre él, y los sumos sacerdotes y los fariseos
33 Entonces Jesús dijo:
enviaron guardias para apoderarse de él.
«Por un poco de tiempo estoy con vosotros,
y me vuelvo a Aquel que me ha enviado.
De nuevo la gente se muestra indecisa Un gran número —no ya 34 Me buscaréis y no (me) encontraréis,
algunos como en el v 25— se inclina ahora en favor de Jesús67 y se y a donde yo estoy, vosotros no podéis ir».
plantea de nuevo la cuestión de su mesianidad En 7, 25s, la hipótesis
estaba motivada por el hecho de que Jesús hablaba abiertamente en el 68 Is 11, puesto de relieve por C W Bittner, Jesu Zeichen im Johev Tu
templo, y sin duda por la autondad inherente a su enseñanza (cf 7, 46) bingen 1987, 245-258
69 En Juan se presentan como los principales adversarios de Jesús (lo eran
66 El verbo piazo se utiliza en el sentido de «arrestar» oficialmente, cf 7, ciertamente de la comunidad primitiva que afirmaba la mesianidad de Jesús) cf 7,
32, 10, 39, 11 57 32 45 47 48, 8, 13, 9, 13 16 40, 11, 46 48 57, 12, 19 42, 18, 3 Anteriormente,
67 La partícula de que introduce el episodio tiene un sentido adversativo solo se menciona a los fariseos como observadores reticentes Sobre esta cuestión,
Situada entre dos intentos de arresto (7, 30 32), esta frase sugiere que la fe tímida cf infra 270-272
de los judíos se ve rodeada de la hostilidad de los incrédulos 70 Asi 7, 32 45, 11, 45 47, 18, 3 Los fariseos no representan ningún papel
en el relato joánico de la pasión Cf Hech 23, 6s
182 Lectura del Evangelio de Juan 7, 14-52
7, 33-36 La luz de la vida (7-8) 183

35 Entonces los judíos se dijeron entre sí: «¿Adonde debe ir


ése, que nosotros no lo encontraremos? ¿Es que va a ir a la Este tema es tradicional; también la Sabiduría grita a propósito de
dispersión de los griegos y a enseñar a los griegos? 36 ¿qué los que rechazaban su oferta:
es esa palabra que acaba de decir: ...entonces me buscarán y no me encontrarán (Prov 1, 28).
'Me buscaréis y no me encontraréis'
y 'A donde yo estoy, vosotros no podéis ir'?».
La exhortación de Jesús en 7, 33 se convertirá en 8, 21 en una
amenaza explícita contra sus interlocutores fariseos que corren el riesgo
de «morir en su pecado (de incredulidad)» — un tono muy distinto,
Es evidente el vínculo de este episodio con lo anterior. El envío se dirigirá a los discípulos en el discurso de despedida (13, 33).
de los guardias para arrestar a Jesús ha indicado que la situación se La frase «...ya donde yo estoy (eimi), vosotros no podéis ir» parece
va agravando y que se acerca el momento de su muerte. Por eso Jesús, indicar que Jesús cambia definitivamente de lugar. Esto supone que el
que sigue todavía en el templo enseñando, anuncia su partida. verbo griego eimi toma aquí un sentido futuro: «a donde yo estaré». De
A diferencia de lo que ha hecho hasta ahora, no anuncia su muerte hecho, como conviene mantener el presente y leer «donde yo estoy»,
en términos que sugieran su glorificación71 o que el don de su persona Jesús deja vislumbrar, como en un abismo, su propio misterio. Si vuelve
habría de ser fuente de vida (6, 51). Habla de su desaparición para urgir al lado del Padre, en realidad está siempre con él.
a los oyentes a comprometerse con él, ya que se va acortando el tiempo Jesús anuncia que va a abandonar el mundo. Sin embargo, según
de su presencia. Según la tradición sinóptica, Jesús predicó a veces la la fe de Jn, el Resucitado sigue estando presente en medio de los
urgencia de la conversión, ya que su ministerio inauguraba el reino de suyos. Es verdad, pero para cada hombre el momento de la opción
Dios: «Sabéis reconocer el aspecto del cielo y de la tierra, ¿y el tiempo decisiva tiene lugar a lo largo de su breve historia personal; habrá un
presente cómo es que no lo sabéis reconocer?» (Le 12, 56), y amenazó «antes» y un «después» del encuentro, un «todavía no» y un «de-
con la perdición definitiva (Le 13, 3.5). En Jn, es el exordio el que da el masiado tarde». No se trata de admitir una doctrina, una verdad in-
tono: «Por un poco de tiempo... .»72 Jesús seguirá estando con ellos; pero temporal, sino de reconocer el kairós, el tiempo de la visita.
pronto «se vuelve» al Padre y ya no lo podrán encontrar. La advertencia El evangelista hace resonar la palabra de Jesús por medio del eco
es grave, ya que la revelación acaba con la desaparición del Revelador73. que provoca en los oyentes, a lo largo de dos versículos. El apelativo
El binomio «buscar/encontrar» (v. 34.36) podía evocar a los oídos «los judíos» no designa aquí a las autoridades, sino a los asistentes
judíos la llamada a buscar a Dios, dispuesto a dejarse encontrar, a en su conjunto. El v. 35, que demuestra su incomprensión, presenta
buscarlo con todo el corazón y continuamente74. Esta llamada está sin un caso típico de superposición de sentido. Los judíos suponen que
duda en el trasfondo de la palabra de Jesús. Pues bien, ante el Enviado Jesús se va a dirigir a la diáspora, es decir, a las regiones fuera de
deberían ahora los judíos «buscar y encontrar». Más exactamente, se Palestina en donde sus correligionarios estaban dispersos entre los
puede reconocer aquí la amenaza profética dirigida a los que habían paganos (Dt 28, 64); estos últimos, llamados aquí «los griegos»75,
traicionado al Señor: escuchaban de vez en cuando a los escribas y fariseos que les predi-
caban e invitaban a hacerse prosélitos (cf. Mt 23, 15). En un segundo
Con sus sacrificios de animales van a buscar a Yahvé, pero no lo tiempo de lectura, descubrimos en este versículo una profecía invo-
encuentran: se ha apartado de ellos (Os 5 , 6 ) . luntaria, análoga a la de Caifas (11, 51s): a través de la muerte del
enviado, la salvación llegaría de hecho «a los pueblos remotos», según
71. Ni hypsóthenai (3, 14; 12, 32), ni doxasthénai (12, 23.31; 17, 5). el anuncio profético del siervo de Yahvé76. El v. 36 recoge de forma
72. Fórmula frecuente: 12, 35; 13, 33; 14, 19; 16, 16-19. interrogativa la frase entera que ha dicho Jesús, entregándola así a la
73. El verbo hypágó significa unas veces «marcharse» (9, 7.11; 11, 44; 18, contemplación del lector.
8) y otras veces «volver» (3, 4.8.16), como aquí y en 8, 14; 13, 33; E. A. Abbott
traduce entonces «go back». San Agustín se dio cuenta de este matiz, traduciendo:
«a donde él tenía que volver» (In Jo. 31, 9).
74. «Buscar a Dios»: Os 5, 15; 10, 12; Am 5, 4; 1 Crón 22, 19; 2 Crón 19,
3; Esd 8, 22; Sal passim. «Buscar y encontrar»: Dt 4, 29; 1 Crón 28, 9; Is 55, 6;
Jer 29, 13. 75. A diferencia de 12, 20, en donde se trata de los prosélitos.
76. Is 42, 6; 52, 10; cf. Le 2, 32.
184 Lectura del Evangelio de Juan 7, 14-52
7, 37-39 La luz de la vida (7-8) 185
Si alguien tiene sed... (7, 37-39)
hecho a los sedientos seguía estando presente como una experiencia
espiritual: había significado que la plenitud de ser a la que aspira el
37 El último día de la fiesta, el día grande, Jesús estaba de hombre no puede venirle más que de Dios. Tener sed es desear un
pie y exclamaba diciendo: cumplimiento de sí mismo conforme con la vocación inscrita en la persona
«Si alguien tiene sed, humana, marcada desde su creación por una semejanza secreta con el
¡que venga a mí y beba! Otro82. La palabra de Dios, cuando es acogida, viene a colmar ese deseo,
38 El que cree en mí, ya que abre a la relación con aquel que es el Viviente. La sed de Dios
como dice la Escritura, es un leitmotiv de los salmos, sobre todo en referencia a la liturgia del
'de su seno brotarán ríos de agua viva'». templo en donde el orante se encuentra con la Presencia:
39 Dijo esto a propósito del Espíritu que iban a recibir los
Como jadea la cierva tras las comentes de agua,
que se habían puesto a creer en él, porque no había todavía
así jadea mi alma en pos de ti, Dios mío
Espíritu, pues Jesús no había sido glorificado todavía. Yo tengo sed de Dios, del Dios vivo (Sal 42, 2-3) 83 .

Es posible que en la llamada de Jesús el término «sed» evoque estos


Después de haber evocado su origen (7, 25-29) y luego su partida textos, teniendo en cuenta sobre todo que se pronuncia en el templo: a
(7, 33-36), Jesús anuncia el don del Espíritu santo; de esta manera el través de él, sus discípulos se encontrarán verdaderamente con el Padre.
evangelista corona la revelación de los designios de Dios en favor de Si Jesús no explícita de qué tiene sed el hombre, es porque Dios está
los hombres. más allá de toda expresión: frente al infinito, deja abierto el deseo.
Situando el grito de Jesús en el último77 día de la fiesta de las Al exclamar: «¡Venid a mí!», Jesús se inscribe en la corriente
Tiendas, Juan orienta al lector hacia el rito que entonces se celebraba. sapiencial:
La libación solemne del agua sacada de Siloé no era solamente una
petición de lluvia para el año venidero, sino que tendía también a la Los que tenéis sed, |Vemd al agua' (Is 55, l) 8 4
renovación espiritual de Sión, anunciada por Ezequiel78. Este trasfondo
sitúa en las esperanzas judías la llamada que Jesús profiere en pie79 y Esa agua que aplaca toda sed simbolizaba la palabra de Dios; fue
a la que el imperfecto80 «exclamaba» confiere una duración indefinida, prometida por Jesús a la samaritana y subyace en la declaración a los
que vale todavía hoy. judíos de Galilea (6, 35). Al invitarles a venir a él, Jesús se ofrece
Según el arraigo bíblico evidente de estos versículos, es preciso leer como fuente, como la roca en el desierto85 o como el templo futuro
en la sed una característica de los que son invitados por Jesús a venir a contemplado por Ezequiel en el capítulo 47. En el contexto en que se
él, y no un simple giro estilístico. La sed tiene un papel privilegiado en pronuncia, su proclamación, formulada en términos sapienciales, se
la Escritura, desde la prueba de los hebreos en el desierto y su experiencia
de la fidelidad de Dios. Ellos habían caminado largo tiempo a través de muestra como «mesiánica»: lo que celebraba la fiesta en esperanza se
un país sediento y para ellos el Señor había hecho brotar el agua «de concede ahora en la persona del Revelador.
una roca de granito»8'. En la memoria de Israel, aquel don que se había No conviene aislar esta palabra de los anuncios que pronunció Jesús
en el templo a propósito de su doctrina (7, 16-18), de su propio origen
77 Es difícil precisar si se trata del día séptimo o del octavo (7, 28s) y de su final (7, 33). En nombre de aquel que lo ha enviado y
78 Presentada por Ezequiel bajo el signo del agua que manaba del templo
escatologico y que fecundaba la tierra al pasar, cf Ez 47, 1-12 82 El simbolismo ocupa aquí un lugar privilegiado Físicamente, tener sed es
79 Jesús no está sentado como un rabí que enseña (cf Mt 23, 2, 26, 55, Me al mismo tiempo desear el agua que falta al organismo y experimentar que el agua
12, 41), está de pie (cf Hech 13, 16), en una actitud profética es constitutiva del ser humano Por tanto, no es tan sólo sentir una ausencia, sino
80 Según los manuscritos S D 9, el verbo está en imperfecto ékrazen comprobar por otro lado la presencia, bajo la forma de deseo, de esta realidad
81 Dt 8, 15, inspirado sin duda por los relatos de Ex 17, 6, Núm 20, 8 11, 83 Cf Sal 63, 2, 143, 6
cf Sal 78, 16 20, Is 48, 21 Los profetas amenazaban al pueblo infiel recordándole 84 Según Mt 11, 28, Jesús invitó de forma semejante a venir a él para recibir
la sed en el desierto «Yo enviaré una sed, no ya de agua, sino de escuchar las la ley nueva que proporciona el descanso
palabras de Yahvé» (Am 8, 11) La prueba será finalmente superada Is 49, 10. 85 Como «la roca es Cristo» (1 Cor 10, 4), J Jeremías ha deducido de aquí
que Jesús declara en este lugar «Yo soy la roca de donde brota el agua»
186 Lectura del Evangelio de Juan 7, 14-52
7, 37-39 La luz de la vida (7-8) 187

al que vuelve, Jesús revela lo que trae a los hombres. Jesús es fuente
porque da a conocer la verdad del Padre y su propia verdad de Hijo. 34, que muestra el agua brotando del costado traspasado de Cristo: es
del seno de Cristo de donde brotarían las aguas vivas88.
Si el sentido de la llamada está perfectamente claro —Jesús invita Sea cual fuere la puntuación escogida, nadie discute que Jesús se
a encontrar por medio de él la plenitud de vida que Dios ha prome- presenta como la fuente del agua: la diferencia concierne al creyente
tido—, el texto permite optar entre dos puntuaciones. Esta opción que bebe: ¿se convierte también él en fuente, por su vinculación exis-
divide a los exégetas86, ya que condiciona la interpretación de la frase tencial a Jesús? A nuestro juicio, son varias las razones exegéticas que
«de su seno brotarán ríos de agua viva» (7, 38). orientan hacia una respuesta afirmativa, y por tanto hacia la puntuación
La primera opción, que es la que hemos recogido aquí, pone el que hemos preferido:
punto después de «beber»: — Literariamente, unir «que beba» con «el que cree» produce una
disonancia: de una imagen se pasa a la cosa misma (sin necesidad,
puesto que «venir a mí», otra expresión imaginativa, tiene el mismo
sentido que «creer en mí»).
37b Si alguien tiene sed, ¡que venga a mí y beba! — En el v. 38 el nominativo inicial en suspenso es un procedi-
miento frecuente en Jn para poner de relieve un término de la frase89.
El ritmo de la frase tomado en su conjunto es excelente; además, su
contenido sirve para completar la llamada del v. 37 indicando cuál
La sostienen todo el conjunto de los padres griegos y latinos desde
habrá de ser su efecto.
Orígenes y los manuscritos P66 y P75. Lo que sigue, pronunciado
igualmente por Jesús, empieza por un nominativo en suspenso —«el — El agua viva no se encuentra en Jn más que en el capítulo 4,
que cree en mí...»— al que se refiere el pronombre autoü (de su seno); donde Jesús, después de anunciarla, dice que se convertirá en el que
los ríos brotarán del creyente, de los que se han acercado al Revelador la bebe en fuente que brota para vida eterna (4, 14). En este texto
y bebido en él. también el agua viva que da Cristo mana dentro del creyente.
Según una puntuación diferente, la llamada de Jesús engloba, como — La referencia a la Escritura es global, como diremos más ade-
en una redundancia, la expresión «el que cree» del v. 38: lante, y esto conviene al estilo de Jesús en el cuarto evangelio, mientras
que el evangelista, cuando menciona la Escritura, evoca ordinaria-
1S1 alguien tiene sed, ,que venga a mí, mente un texto preciso90.
y beba el que cree en mí' — Si se refiere a Jesús, el pronombre autoü (su seno) solamente
se justifica reconociendo que la mención de la Escritura es una indi-
La continuación —«como dice la Escritura, de su seno brotarán.. .»— cación del narrador. Pero ¿por qué yuxtapuso éste dos comentarios
se presenta entonces como un primer comentario del evangelista. Los (38b y 39), y de una manera tan poco hábil? El exordio del v. 39:
que adoptan esta puntuación están influidos por la literatura patrística «Dijo esto...» implica efectivamente que todo lo anterior fue pronun-
anterior a Orígenes87. A sus ojos, el v. 38b sería una anticipación de 19, ciado por Jesús. O bien, sería menester —solución desesperada—
hacer del v. 38 una glosa.
86 La bibliografía es inmensa Citemos a H Rahner, Bib 22 (1941) 269-302,
367-403, J Cortés-Quirant, EstBib 16 (1957) 279-306, y R Robert, RevThom 86 Renunciar a interpretar de Cristo el v. 38 no significa ni mucho
(1986) 257-268 menos hacer al creyente independiente de él, puesto que no existe
87 Hipólito, Comm Daniel 1, 17 (= SC 14, 105), Hom Pase 2, PG 59, como tal más que por su relación con el Hijo. Al contrario, es mostrar
727 (= SC 36, 83), Ireneo, Adv Haer III, 24, 1, Pasión de los mártires de Lyon, la fecundidad de la fuente que Jesús alimenta en lo más profundo del
HE V, 1, 22, los manuscritos d e Orígenes enseñó la teoría del perfecto creyente
sobre un fundamento frágil Prov 5, 15 «Bebe el agua de la cisterna, el agua que discípulo. ¿No anuncia también Ezequiel que los árboles alimentados
brota de tu pozo» (que se refiere no a la fecundidad del creyente, sino a la fidelidad
conyugal) Su interpretación, seguida por la tradición, estará en el origen de la 88 Pío XII, Encíclica Haunetis aquas in gaudio AAS 48 (1956) 329-353
primera lectura del texto 89. Cf en 1, 12, 6, 39, 15, 2, 17, 2
90 2, 17, 7, 42, 10, 35, 13, 18, 17, 12, 19, 24 28 37, 20, 8 (cf I, 212).
¡g Lectura del Evangelio de Juan 7, 14-52 7, 37-39 La luz de la vida (7-8) 189

3r el agua que sale del templo no dejarán jamás de producir frutos quedaría grabada en los corazones. Jesús se presenta como aquel que
que sus hojas nunca se secarán (Ez 47, 12)? realiza la promesa. Pues bien, el agua es también en la Biblia un
símbolo del Espíritu que se derramará al final de los tiempos; es lo
que el evangelista va a precisar a continuación, a la luz de su cono-
cimiento del misterio del Hijo.
38 El que cree en mí, como dice la Escritura, 'de su seno
brotarán ríos de agua viva'.

39 Dijo esto a propósito del Espíritu que iban a recibir los


La palabra «seno» (griego, koilía) equivale a «corazón», en el que se habían puesto a creer en él, porque no había todavía
sentido bíblico de la palabra. Es el lugar de las emociones fuertes, el Espíritu, pues Jesús no había sido glorificado todavía.
interior oculto, el punto misterioso en donde se realizan las cosas que
no se ven91. Los críticos no han sido capaces de encontrar un texto
que corresponda literalmente a la cita que hace Jesús92. Por tanto, Con la explicación del evangelista, el lector se sitúa en un segundo
conviene pensar en la Escritura en general, en donde aparece la imagen tiempo de inteligencia y comprende cuál es el objeto de la promesa
de la fuente en tres niveles: 1. se aplica a Dios: «Sacaréis aguas de de Jesús. En el agua prometida a la samaritana podía entrever ya el
la fuente de la salvación» (Is 12, 3); 2. a Jerusalén, la ciudad santa don del Espíritu (cf. I, 286). Aquí, el evangelista tiene en cuenta las
adonde afluirán todos los pueblos (Zac 14, 8s, en continuidad con Ez profecías sobre la efusión del Espíritu en los últimos tiempos93. Anti-
47, que se leía en la fiesta de las Tiendas); 3. al hombre, finalmente, cipa lo que anunciará y desarrollará Jesús en el discurso de despedida,
que practica la verdadera justicia según Dios: no ya los ritos externos y lo que contemplará luego cuando brote el agua, junto con la sangre,
como el ayuno, sino el compromiso generoso al servicio del prójimo; del costado abierto de Jesús94. En el contexto de este capítulo, el tenor
obrar así es verse rodeado de la gloria de Dios: ese hombre se convertirá del v. 39 indica que los últimos tiempos se cumplirán cuando quede
también él en luz y será «como un huerto regado, como una fuente cumplida la misión de Jesús de Nazaret. Si el evangelista dice que
de agua cuyas aguas no se secan jamás» (Is 58, 11). Este último texto «no había todavía Espíritu», es en el sentido del don pleno, que se
podría indicar en qué corriente tradicional se apoya Jn: el judaismo deriva para los hombres de la glorificación de Jesús. Ya el Bautista
sapiencial, renovado por la revelación de Jesús. había visto al Espíritu bajar y permanecer (1, 32) sobre el que habría
¿Podemos determinar qué es lo que entendían los oyentes por «ríos de darlo sin medida95.
de agua viva», antes de que el evangelista lo indicase a sus lectores? Jn escribe aquí abiertamente a partir de su experiencia pospascual
Sin duda alguna, la «vida» en el sentido deseado por Israel. Según la del Espíritu, una experiencia de la que da testimonio todo su evangelio.
Biblia y el judaismo, el agua es con frecuencia una imagen de la ley Es el Espíritu el que hace comprender el sentido de lo que ha dicho
vivificante, de la que se había anunciado que el día de la alianza nueva Jesús de Nazaret (14, 26), el Espíritu de verdad que mora en el creyente
(14, 17) y lo conduce a la verdad entera (16, 13). A los que escuchan
91 Es inútil apelar aquí a algún error de traducción C F Burney (JTS 24
la Palabra, Jesús les concederá vivir una relación análoga a la que lo
[1922] 79s) proponía me'ayin («fuente» Jl 3, 18) para me'én («entrañas») C Torrey une a él mismo con el Padre (10, 15), no ya un don estático, sino una
miggawah («de su ambiente», o sea, de Jerusalén Zac 14, 8) por miggaweh («seno»). contemplación continua, una mirada (5, 19), una escucha (5, 30), un
J Jeremías lee migufeh («caverna») coloquio renovado sin cesar. Los creyentes recibirán el Espíritu del
92 Prov 5, 15 habla de la fidelidad conyugal, Prov 4, 23 («Cuídate de velar Hijo, haciéndose ellos mismos hijos vueltos hacia el Padre. Intervi-
por tu corazón, ya que de él provienen los desbordamientos de la vida») ofrece un
principio de conducta humana (cf Prov 18, 4, Cant 4, 15) M E Boismard (RB
65 [1958] 523-548, 66 [1959] 374-378) cita el Targum de Sal 78, 16 «Hizo bajar 93 Ez 36, 26s, 11, 19, 39, 29, Is 44, 3, Jl 3 , 1
ríos de agua comente», traducción que Grelot critica y la sustituye por esta «Hace 94 «Por la sangre del hombre, tenemos el agua del Espíritu» (Hipólito, PG
descender las aguas como ríos que corren» Boismard propone combinar el texto 59, 727 = en Nautin, n 53, 3s)
del Targum con Is 4 8 , 21s «y corrieron las aguas» (RB 66 [1960] 224s, y RB 70 95 Cuando Jesús bautiza (3, 22), bautiza en su nombre, es decir, en su propia
[1963] 43-51) persona que es la única que contiene el Espíritu en plenitud (cf I, 255)
190 Lectura del Evangelio de Juan 7, 14-52
7, 45-52 La luz de la vida (7 8) 191

niendo en el relato, el evangelista impulsa por anticipación la revelación gelista ¿Pero no le da esto al lector la impresión de estar dando vueltas
pascual hasta su cumplimiento Lo que aquí se revela no es solamente a lo mismo9 De nuevo plantea dificultades el origen gahleo de Jesús,
el ongen y la identidad de Jesús, sino la finalidad y la eficacia de un esta vez en virtud de un doble argumento de Escritura Desde la
mensaje y de su misión, tal como los resumía el prólogo «dar a todos profecía de Natán, repetida con frecuencia en la Biblia97, la descen-
los que lo reciben el poder de hacerse hijos de Dios» (1, 12) dencia davídica del mesías era un dato firme de la esperanza judía
En esta perspectiva, es posible precisar el sentido del verbo «ser Resulta lógica en los sinópticos98, que se refieren de buena gana a la
glorificado» referido a Jesús ¿En qué se distingue la glorificación de profecía de Miqueas" Jn difícilmente podía ignorar la tradición según
la gloria que el Hijo posee desde siempre y para siempre en virtud de la cual Jesús había nacido en Belén y si, para él, Jesús supera infi-
su comunión con el Padre (cf 17, 5) 9 La «glorificación» coincide nitamente toda designación tradicional, sigue siendo el Cristo y por
ciertamente con el misterio pascual de Jesús, que Jn llama su exal- tanto descendiente de David ¿Habrá que ver aquí una especie de guiño
tación, pero implica la unión realizada a través de la muerte entre al lector a propósito de la gente que discute sobre Jesús, a pesar de
Jesús y los que creen en él Al situarse ya por su pascua más allá de estar totalmente a oscuras de lo que es 9
esta vida, Jesús les dirá a los discípulos en el discurso de despedida El argumento contra la mesianidad no merece ninguna respuesta
«Yo estoy en el Padre y vosotros en mí y yo en vosotros» (14, 20) Jesús ha declarado ya que no se puede juzgar por las apariencias Lo
que le interesa al narrador, junto con el leitmotiv del verdadero ongen
de Jesús, es la escisión (en gnego, skhísma) de la gente por causa de
La división en el pueblo (7, 40-44) la palabra del Maestro la revelación divide a los hombres

¡Nunca un hombre ha hablado asi' (7, 45-52)


40 Entonces, de entre la gente, algunos que habían oído estas Antes del debate que los opondrá a Jesús en el templo (8, 13-59),
palabras decían: «Este es verdaderamente el profeta». el narrador muestra de forma plástica cuál es la disposición intenor
41 Otro decían: «Este es el Cristo». Pero otros decían: «¿Aca- de los fariseos El episodio está muy bien narrado
so el Cristo viene de Galilea? 42 ¿No dijo la Escritura que
el Cristo es de la estirpe de David y viene de Belén, la aldea
de donde era David?». 43 Hubo entonces escisión en la gente 45 Vinieron entonces los guardias junto a los sumos sacer-
por causa de él. 44 Y, si algunos de ellos querían apoderarse dotes y los fariseos, que les dijeron: «¿Por qué no lo habéis
de él, nadie puso la mano sobre él. traído?». 46 Los guardias respondieron: «¡Nunca un hombre
ha hablado así!». 47 Entonces los fariseos les replicaron: «¿Es
que también vosotros os habéis dejado extraviar? 48 ¿hay
alguno entre los dirigentes que se haya puesto a creer en él,
De nuevo la gente se divide Primero, a propósito de aquel hombre, o bien entre los fariseos? 49 ¡No! Esa gente que no conoce
que algunos reconocen como eminente Lo mismo que los galileos la ley, son unos malditos». 50 Nicodemo, uno de ellos, el
después de los panes dados en abundancia, algunos ven en Jesús al que había ido a buscar a Jesús anteriormente, les dijo:
profeta, semejante a Moisés (6, 14) esta opinión no tiene ningún 51 «¿Juzga nuestra ley al hombre sin oírlo primero de manera
alcance a los ojos del narrador96 y ni siquiera se discute en el resto que se llegue a saber lo que hace?». 52 Le respondieron: «¿No
del relato Al contrario, la afirmación de que Jesús es el Cristo (no serás de Galilea, también tú? Investiga y verás que de Galilea
ya a título de hipótesis como en 7, 26 31) origina una discusión es no surge ningún profeta».
que la cuestión de la mesianidad, después de haber preocupado a los
contemporáneos de Jesús, seguía siendo crucial en tiempos del evan-

96 Como tampoco en 6, 15, cuando Jesús había evitado el honor que la gente 97 2 Sam 7 y, como eco, Miq 5, 1, Is 7, 13s 9, 6, 11, 1, Sal 18, 51
quena rendirle proclamándolo rey 98 Cf Mt 1, 1-17, Le 1 32, 2, 4
99 Miq 5, 1 es citado por Mt 2, 1 y Le 4, 2
192 Lectura del Evangelio de Juan 7, 14-52 7, 45-52 La luz de la vida (7 8) 193

A la respuesta admirativa de sus subordinados y a la pregunta la ley es el objeto de una ciencia reservada a su casta, mientras que
sensata de Nicodemo, uno de los dirigentes, los fariseos reaccionan es «su» ley, la que exige de ellos obrar según la justicia y discernir
con la cólera y la injuria Manifiestan sus prejuicios y su decisión ya los caminos de Dios Con agudeza, Nicodemo dirá «nuestra ley »,
tomada, y seguramente una inseguridad latente, como si estuvieran precisamente en el sentido de una instancia más alta que se impone a
viendo amenazado su poder El episodio tiene claramente la función los mismos jueces
de descalificar a los jueces de Jesús Pero hay algo más en él Nicodemo viene en su auxilio, como auténtico conocedor de la ley
Desde el comienzo del texto toma un gran relieve el tema de la El sentido de su pregunta parece obvio antes de cualquier juicio, hay
Palabra «[Nunca un hombre ha hablado así'», vuelve a aparecer en que oír al acusado ¿Estará insinuando Jn que Jesús fue condenado sin
el v 51, en donde hay que «oír» a Jesús, según la ley En la última proceso legal, es decir, sin posibilidad de autodefensa7 Ante un examen
réplica de los fariseos, es la dignidad de «profeta» (el que habla en atento104, esta lectura superficial, que es la que se acepta habitualmente,
nombre de Dios) la que se considera incompatible con su ongen gahleo no está muy de acuerdo con la presentación del cuarto evangelio En Jn,
(cf 7, 27 42) la condena de Jesús es precisamente el resultado de lo que en vanas
Es sorprendente la afirmación de los guardias ordinariamente no ocasiones expresó él mismo, no ya en secreto, sino ante los «judíos», si
es la policía la que tiene que apreciar la culpa del que han recibido el en el cuarto evangelio no figura ningún proceso ante el sanedrín, es
encargo de arrestar, además, esta afirmación se presenta de improviso, porque entre Jesús y sus jueces se dijo ya todo a lo largo de la vida
sin haber sido preparada por la narración del episodio De ahí su pública Por otra parte, en el capítulo 5, Jesús ha pronunciado ya su
resonancia100 Subyugados, los guardias dicen implícitamente que la apología y aquí ha justificado su enseñanza (7, 14-18), así como su obrar
fuerza es más débil que la palabra «No se puede detener a la pala- (7, 21-24) Desde el punto de vista de la exégesis, una dificultad viene
bra»101 a confirmar las sospechas sobre el sentido de este texto a los críticos
Sin embargo, es la fuerza lo que utilizan los fariseos recurriendo les cuesta trabajo encontrar un pasaje de la ley que autonce las palabras
al argumento de autoridad como el único eficaz frente al pueblo hu- de Nicodemo Es verdad que en caso de proceso se exige escuchar a
milde que se deja extraviar lejos de la ortodoxia —un juicio de condena alguien, pero se trata de escuchar a los testigos de cargo105, mientras
también a Jesús, el seductor102— Y la invectiva recae sobre esos que según la exigencia presentada por Nicodemo se trata de escuchar
«malditos» que ignoran la ley El anatema contra la gente sencilla, al inculpado y sólo a él Por tanto, «oír» a Jesús no puede reducirse
demasiado ignorante para honrar íntegramente la ley, no es una in- en 7, 51 a la regla de sentido común que sigue toda legislación penal,
vención del narrador para destacar la indignación de los fariseos, sino y mucho menos a la demanda de un proceso oficial106, que no entra
un comportamiento bien atestiguado en la literatura rabínica103 Aquí en la perspectiva de Jn
refleja además el juicio pronunciado efectivamente sobre los cristianos Se olvida muchas veces tomar en cuenta la segunda parte de la
de origen judío frase « sin saber lo que hace», para la que no se encuentra ninguna
Por otra parte, puesto que los guardias han reconocido que la referencia bíblica Se ve allí, además, una precisión complementaria
palabra de Jesús de Nazaret es inigualable, ¿no habrá que situarlos para juzgar, hay que conocer los hechos Pues bien, puesto que los
—en contra de la declaración de los fariseos— entre los que aprecian verbos «oír-conocer-hacer» se refieren aquí a la persona de Jesús,
la observancia de la voluntad divina (cf 7, 17)9 Para los dirigentes, conviene darles el valor habitual que tienen en el cuarto evangelio

100 Su reacción es análoga a la del centurión después de la muerte del Cru 104 S Pancaro, The Law m the Fourth Gospel 138-157 = Bib 53 (1972)
cificado «Verdaderamente este hombre era el Hijo de Dios» (Me 15, 39 par) 340-361, lo ha mostrado con decisión en contra de la mayor parte de los comen-
101 Cf 2 Tim 2 9, J Calloud F Genuyt, L Evangde de Jean II, París 1987, taristas, que se refieren a Ex 23, 1 Dt 1, 16s, 17 4, ExR 21 3, Josefo Bel Jud
19 I, 209, Ant Jud XIV, 167
102 Cf 7 12 Asi Mt 27, 63 También los discípulos son considerados como 105 Convendría verificar más de cerca el sentido de los textos aducidos en el
seductores (2 Cor 6 8 1 Tes 2, 3, 2 Tim 3 13, cf Justino, Dial 69, 7, 108) Cf dossier del «testigo», concebido ordinariamente como un testigo de cargo Asi ocurre
Gal 3, en donde la cruz es la maldita, aquí es la disposición a escuchar al Logos en Dt 1, 16 y 19 16s, pero no seguramente en Ex 23 1 Dt 17, 4s, 19, 15
hablando en Jesús 106 Con J Blarrk BZ 3 (1959) 60 81 e I de la Pottene, Bib 41 (1960), 217-
103 SB II, 495s Según los rabinos el conocimiento es superior a la práctica 247 contra F Hahn, EKK II 66 69 Jn no sabe nada de un proceso oficial contra
Abot 2 8, cf K H Rengstorf, TWNT IV, 405 1 10 Jesús, su comparecencia ante Anas no tiene este valor jurídico
¡94 Lectura del Evangelio de Juan 7, 14-52 7, 1-52 La luz de la vida (7-8) 195

«Oír» (akoúein), que puede significar una simple audición107, tiene «¡Investiga la Escritura!»110, es decir, no ya «hacer una encuesta» (2
casi siempre en Jn el sentido de una escucha espiritual que conduce Re 10, 23) sobre las circunstancias, sino «examinar» el fundamento
a una acogida de fe, y por tanto está muy próximo a «creer». Así, en bíblico de la creencia de que «de Galilea no surge ningún profeta».
el capítulo 10: «Mis ovejas oyen (akoúousirí) mi voz» se opone a «no ¿Se trata de un profeta, o del profeta semejante a Moisés? Puesto que
me creéis»108. Si bien no se puede excluir que en 7, 51 el verbo tenga algunos manuscritos ponen el artículo delante de la palabra111, es difícil
el sentido físico de audición, resulta que significa en profundidad que decidir. Lo cierto es que los fariseos rechazan a Jesús debido a su
los fariseos deberían antes «oír» a Jesús. origen galileo112, con lo cual se señala el escándalo de la encarnación.
«Conocer», empleado positivamente, está reservado a los creyentes Entonces es cuando se ilumina el uso del término «hombre» en la
y aquí su objeto es lo que Jesús «hace», es decir, joánicamente, la palabra de los guardias y en la de Nicodemo. La Escritura, al dejar
obra del Padre, o los signos; conocer, por tanto, es captar la revelación de ser luz de Dios, se convierte en límite de Dios y de su poder de
inherente al obrar de Jesús. revelación que desborda toda capacidad humana. Pero los dirigentes
El vínculo entre las dos condiciones propuestas se refleja en la no deciden nada en concreto: comprobamos que Jesús sigue enseñando.
traducción que presentamos, en donde /caí tiene un valor consecutivo: ¡Todavía no le han echado mano!"3.
«¿Juzga nuestra ley al hombre sin oírlo primero, de manera que se
llegue a saber lo que hace?»109. En otras palabras, es solamente a
través de la acogida de la palabra y gracias a su fruto de «conocimiento»
como es posible pronunciarse sobre Jesús. La frase incluye el decir y APERTURA
el hacer que han sido evocados a lo largo de todo el capítulo. El
recuerdo que ofrece el narrador de la conversación de Nicodemo con Con su presencia, Jesús provocó una «división» entre sus contem-
Jesús apoya esta lectura; el comportamiento del personaje en lo que poráneos. Esta división se produce en todo ser humano, hasta en el
queda del evangelio confirma que se sintió profundamente atraído hacia creyente. La gente sigue mostrándose reticente ante Jesús, en nombre
Jesús (19, 39). de ciertos principios tradicionales (origen desconocido del Mesías,
¿Cómo puede Nicodemo atribuir a la ley unos criterios de orden nacimiento en Belén...); también el creyente cristiano tropieza a veces
«cnstológico»? En este episodio, el término ley funciona según las con algunos textos evangélicos que le asustan, como las exigencias
dos concepciones que Jn ha distinguido anteriormente: la que determina del sermón de la montaña. Pues bien, lo mismo que el contemporáneo
la adhesión a un sistema cerrado (cf. 7, 17-24) y la que representa de Jesús, el creyente de hoy haría mal en no seguir profundizando en
aquí Nicodemo, para quien la ley es el camino que conduce al misterio las palabras de Jesús; tiene que hacerlo, puesto que ha recibido el
de Cristo (cf. 5, 46s). Espíritu que le ayuda a «venir a Jesús».
En conclusión, si la pregunta planteada por Nicodemo puede tener
dos sentidos —uno superficial y otro real—, Jn no se fija más que en 110 El verbo eraunáó indica la investigación activa del testimonio de Dios,
el segundo. Sugiere que los mismos fariseos están violando la ley en de sus mandamientos (Sal 118, 2 69 [LXX]), de la revelación divina en las Escrituras
nombre de la cual condenan a Jesús; pero esto no por culpa de un De la palabra hebrea darash viene la investigación «rmdráshica»
procedimiento incorrecto, sino mucho más profundamente por su sor- 111 Una curiosa observación el profeta Jonás ben Amittai es natural de Ga-
dera ante el mensaje que contiene. lilea, a 5 kilómetros al norte de Nazaret (2 Re 14, 25) Esta indicación iría en contra
La réplica de los fariseos a Nicodemo es del mismo tenor que la de la afirmación de los fariseos, a no ser que, con algunos manuscritos que añaden
el artículo delante de la palabra (S D W 9 fam 1 13), se hable del Profeta en el v
que dieron a los guardias: una invectiva y un argumento de autoridad. 52, lo mismo que en 7, 40
112 ¿Por qué insiste tanto el relato en Galilea'' Jesús recorría Galilea (7, 1),
107 Jn 5, 25a 28, 6, 60a, 7, 40, 9, 27a De forma semejante en los sinópticos Mt el origen de Jesús es en tres ocasiones la causa principal que aducen los judíos para
13, 23, 15, 10, Me 4, 12, 7, 14, Le 8, 10 (cf Hech 28, 26, Rom 15, 21, Heb 4, 2) negarse a creer en él Esta procedencia podría ser una manera de proclamar la
108 Jn 10, 26s, cf 4, 42, 5, 24 37, 6, 60b, 12 47 Igualmente en los sinópticos auténtica encarnación del Logos su estatuto terreno oculta su verdadero origen
Me 4, 9 23, 7, 16, Mt 11, 15, Le 8, 8, 14, 35 , cf Is 6, 9s, 29, 10, Mt 13, 13, 113 El evangelio continúa de 7, 51 a 8, 11 con el pasaje sobre «Jesús y la
Rom 11, 8. mujer adúltera» Este texto, canónico pero no joánico, rompe la unidad que forman
109. Cf Mt 5, 15, 26, 15. F Dehstch traduce correctamente en hebreo este los capítulos 8-9 Por eso realizaremos su lectura después de la del capítulo 8 (cf
pasaje cf BD 442, 2 mfra, 245-254)
196 Lectura del Evangelio de Juan 7, 1-52 1, 1-52 La luz de la vida (7-8) 197

Hay dos peligros principales que amenazan al creyente que se apoya sólo en prodigios; y exclamaban llenos de admiración: «¿Acaso el Cristo
en un texto revelado. El primero es el del tradicionalismo. Los «judíos» hará más signos de los que éste hace?». En estas condiciones, Jesús se
del relato tienen ciertamente razón de apegarse a la tradición de la ley; ve cómodamente situado entre los seres de este mundo de abajo, el
pero hacen mal al encerrarla en un sistema que no deja ya ningún mundo de los taumaturgos, de los que hoy llamaríamos los «superstars».
espacio a las aperturas que ella misma contiene y al Dios vivo que Si Jesús anuncia su partida y el cese de su presencia, la gente se
renueva incesantemente las lecturas que hace el hombre de la sagrada apresura a buscar una explicación satisfactoria para el espíritu, y esta
Escritura. Prefieren la letra bien asentada al espíritu que no siempre se explicación resulta tanto más verosímil a los ojos de los judíos cuanto
logra dominar. Jesús habla de «palabra» y de «enseñanza»; ellos se más halagüeña parece para Jesús: ¿no es admirable que un santo tan
refieren a las sagradas «letras» de las que se creen depositarios: Dios grande de este mundo se marche a misionar a los infieles? Y entonces
se habría expresado en un texto definitivo. Considerado de esta manera, Jesús deja de ser el otro que intentaba lograr que la gente profundizara
¿no corre el texto sagrado el peligro de ahogar la palabra viva? Y he más en el misterio de su persona. Así es como el hombre defiende
aquí entonces al tradicionalista deslizándose por las laderas del inte- celosamente su mundo familiar, rechazando los intentos que hace el otro
grismo. para establecer una comunicación que sea de un orden diferente.
Un segundo peligro amenaza a los que, concienzudamente, se Y la última astucia consiste en tachar de locura — hoy diríamos
preocupan de poner en práctica los preceptos de su Iglesia. Para de «pura imaginación»— la presencia de un ser que se dice al mismo
apreciar la calidad de un comportamiento, juzgan según la obser- tiempo presente y ausente, que ofrece su agua para beber como si el
vancia o la transgresión de una ley cuyo sentido han fijado en una mundo ordinario no brindase ya demasiados productos para calmar
práctica concreta que no tolera ninguna excepción. Juzgándose fieles la sed. Pero por mucho que el hombre se afane, el Otro no hace más
a estos mandamientos, el practicante corre el riesgo de juzgar el que venir una y otra vez, desconcertándome continuamente en medio
comportamiento de los demás por la regla de su estrecha perspectiva; de mis astucias destinadas a eliminar de mi existencia el misterio.
¿cómopodría abrirse a la llamada de grandes horizontes que le lanzan A ese hombre, Jesús de Nazaret (o el individuo con quien me en-
los «no creyentes» y los desamparados de la tierra? cuentro), nosotros lo catalogamos en el universo que conocemos, siendo
En el origen de estas actitudes deformadas se encuentra una con- así que el otro nos sigue hablando de «otro mundo» de donde él viene
cepción especial de la ley. La ley vale en la medida en que indica la y adonde regresa. ¿No consistirá la última astucia en utilizar la fuerza
voluntad de Dios, en que es el camino de la palabra viva. Si el decálogo para impedir a la palabra que se haga oír? Sin embargo, la palabra
no invita al diálogo se convierte en un simple catálogo, en un corsé continúa resonando a nuestros oídos, ensordecidos por el ruido de este
que puede mantener recta a la persona, pero que paraliza al buscador mundo.
de Dios. Jesús invita a cada uno de los hombres, no ya a prescindir Se lo decía Jesús a Nicodemo: el creyente ha nacido dos veces. El
de la ley, sino a escuchar a Dios que habla a través de ella. Mientras mismo Jesús es un ser paradójico. Está ciertamente situado en un lugar
que san Pablo se preocupaba de mostrar cuál es el verdadero cris- concreto —Galilea-- y en un tiempo determinado —la fiesta de las
tiano, Juan invita a sus lectores a realizar cuál es el verdadero judío, Tiendas—. Este origen terreno es ciertamente el suyo, pero su ser es
aquel que pone en obra las riquezas de la ley. también de otra parte: él sabe de dónde viene y adonde ha de volver,
escapándose así de toda clasificación. El presente de Jesús no se define
por su inserción entre un pasado y un futuro: tiene un relieve que le
Los interlocutores de Jesús parecen maestros consumados en el
viene de la presencia de Dios. En cierto sentido, Jesús está a la vez en
arte de eludir la pregunta que se plantea. Es que Jesús se presenta
Galilea y en Judea, y en el templo: todos esos lugares son suyos. Si los
bajo unos rasgos que resulta difícil, por no decir imposible, situar judíos no llegan a dominar su identidad, lo mismo ocurre con el no-
entre los datos del universo que les es familiar. Se presenta como un creyente ante el creyente: éste no puede dejarse encerrar en ninguna
hombre distinto, pero ese hombre distinto intenta establecer la co- categoría. Su identidad es doble: su decir y su obrar, condicionados por
municación con ese otro que es Dios mismo. el espacio y por el tiempo, saltan sin embargo las fronteras que trazan
Frente al otro que se manifiesta de este modo, el hombre se pone a los hombres. Por eso no pueden decidirse solamente por las coyunturas
desplegar astutas triquiñuelas a fin de romper la comunicación. Si Jesús temporales y espaciales; su lugar y su tiempo están determinados de otra
lleva a cabo obras maravillosas que intentan ser los signos de un misterio, manera, por algo distinto que es Dios.
sus> contemporáneos se las apañaron muy pronto para convertirlas tan
198 Lectura del Evangelio de Juan 8, 12-59 La luz de la vida (7-8) 199
8, 12-59

YO SOY 27 Ellos no comprendieron que les hablaba del Padre.


(8, 12-59) 28 Así pues, Jesús les dijo: «Cuando hayáis elevado al Hijo del
hombre, entonces comprenderéis que yo (lo) soy:
12 Entonces Jesús proclamó de nuevo diciendo: por mí mismo no hago nada,
«Yo soy la luz del mundo. pero tal como el Padre me ha enseñado, proclamo estas cosas.
El que me sigue no caminará en tinieblas, 29 Sí, aquel que me ha enviado está conmigo; no me ha dejado
sino que tendrá la luz de la vida». solo, porque hago siempre lo que le agrada».
13 Entonces los fariseos le dijeron: «Tú atestiguas de ti mismo; 30 Como proclamaba esto, muchos se pusieron a creer en él.
tu testimonio no es veraz».
14 Jesús respondió y les dijo: 31 A los judíos que se habían fiado de él, Jesús decía entonces:
«Aunque yo atestigüe sobre mí, mi testimonio es veraz, «Si vosotros permanecéis en la palabra que es mía,
porque sé de dónde he venido y adonde vuelvo. sois verdaderamente discípulos
15 Vosotros juzgáis según la carne; yo no juzgo a nadie. 32 y comprenderéis la verdad
16 Pero si yo juzgo, el juicio que es el mío es auténtico, y la verdad os hará ser libres».
porque no estoy solo, 33 Le respondieron: «Nosotros somos simiente de Abrahán
sino estoy yo y el Padre que me ha enviado. y nunca hemos sido esclavos de nadie.
17 Y hasta está escrito en vuestra ley que el testimonio de dos ¿Cómo puedes decir tú: 'Os haréis libres'?».
hombres es veraz. 34 Jesús les respondió: «Amén, amén, yo os lo digo:
18 Soy yo el que atestiguo sobre mí mismo, Todo el que comete pecado es un esclavo.
y por mí atestigua el Padre que me ha enviado». 35 Pero el esclavo no permanece en la casa para siempre,
19 Entonces ellos le decían: «¿Dónde está tu padre?». el hijo permanece para siempre.
Jesús les respondió: «No me conocéis ni a mí ni a mi Padre: 36 Si, pues, el Hijo viene a naceros libres,
si me conocieseis, conoceríais también a mi Padre». seréis realmente libres.
20 Estas palabras las proclamó cerca del tesoro, enseñando en 37 ¡Sé bien que sois la simiente de Abrahán!
el templo; sin embargo, nadie se apoderó de él, porque su hora no
había llegado todavía. ¡Pero no! Intentáis matarme;
es que la palabra, la mía, no penetra en vosotros.
21 Entonces les dijo de nuevo: «Yo me vuelvo y vosotros me 38 Y, lo que he visto en el Padre, lo proclamo;
buscaréis y moriréis en vuestro pecado; y vosotros, lo que habéis oído a vuestro padre, lo hacéis».
a donde yo me vuelvo, vosotros no podéis venir». 39 Ellos respondieron y dijeron: «Nuestro padre es Abrahán»
22 Entonces los judíos decían: «¿Se va a matar, puesto que Jesús les dijo: «Si fueseis hijos de Abrahán,
dice: ¡haríais las obras de Abrahán!
'a donde yo me vuelvo, vosotros no podéis venir'?». 40 Pero ahora intentáis matarme a mí,
23 Y él decía: un hombre que os he proclamado la verdad que aprendí de Dios.
«Vosotros sois de abajo; yo soy de arriba. Esto Abrahán no lo hizo.
Vosotros sois de este mundo, yo no soy de este mundo. 41 Vosotros hacéis las obras de vuestro padre».
24 Os he dicho que moriréis en vuestros pecados; Le dijeron: «¡Nosotros no hemos nacido en la prostitución!
sí, si no creéis que yo (lo) soy, moriréis en vuestros pecados». ¡no tenemos más que un padre: Dios!».
25 Entonces le decían: «Tú, ¿quién eres?». 42 Jesús les dijo: «Si Dios fuera vuestro padre, me amaríais,
Jesús les dijo: «Desde el principio, lo que yo os proclamo. porque yo es de Dios de quien he salido, y estoy allí.
26 ¡Cuántas cosas tendría que declarar sobre vosotros y juzgar! Sí, no es por mí mismo como he venido,
¡Pero no! El que me ha enviado es veraz, sino que es él el que me ha enviado.
y lo que aprendí de él es lo que yo proclamo al mundo». 43 ¿Por qué razón no comprendéis mi lenguaje?
200 Lectura del Evangelio de Juan 8, 12-59 8, 12-59 La luz de la vida (7-8) 201

Es que no podéis oír mi palabra. 57 Entonces los judíos le dijeron: «No tienes aún cincuenta
44 El padre del que vosotros sois, es el diablo, años, ¡y has visto a Abrahán!».
y son los deseos de vuestro padre lo que queréis cumplir. 58 Jesús les dijo: «Amén, amén, yo os lo digo:
Aquel era homicida desde el principio Antes de que Abrahán viniese a la existencia, Yo soy».
y no se mantenía en la verdad: 59 Entonces recogieron piedras para echarlas sobre él.
sí, la verdad no está en él. Pero Jesús se ocultó y salió del templo.
Cuando profiere la mentira, es de su fondo de donde habla,
porque es mentiroso y padre de la mentira. El capítulo 8 presenta la continuación de la «enseñanza» que
45 Yo, por el contrario, porque os digo la verdad había comenzado Jesús en la fiesta de las Tiendas: «Jesús proclamó
no os fiáis de mí. de nuevo...» (8, 12; 7, 14). Se nos recuerda el contexto narrativo:
46 ¿Quién de entre vosotros puede convencerme de pecado? es en el templo donde enseña Jesús, a pesar de que andaban tratando
Si digo la verdad, ¿por qué no os fiáis de mí? ya de hacerse con él (8, 20). Todo ocurre en el interior del santuario.
47 El que es de Dios oye las palabras de Dios. Los interlocutores de Jesús son ahora los fariseos, que hasta ahora
La razón, por la que no me oís vosotros, es que no sois de Dios». habían estado al acecho; el auditorio, sin embargo, incluye a todas
48 Los judíos respondieron y le dijeron: las personas que acudían al templo: Jesús está en la explanada
«¿No tenemos razón al decir nosotros contigua a la sala del Tesoro1 y en el v. 30 se señala la presencia
que tú eres un samaritano y que te posee un demonio?». de un gran número de oyentes: «Como proclamaba esto, muchos
49 Jesús respondió: «A mí ningún demonio me posee, se pusieron a creer en él».
sino que honro a mi Padre, mientras que vosotros me deshonráis. A pesar de que se recogen aquí varias tradiciones diversas2, este
50 Yo no busco mi gloria; capítulo forma una unidad literaria. Está enmarcado por la expresión
hay alguien que (la) busca y que juzga. (EgÓ eimi 8, 12.58), que aparece además en otras dos ocasiones a lo
largo de la exposición, preparando el Yo soy absoluto al final. Por eso
51 Amén, amén, yo os lo digo: el capítulo entero puede titularse «Yo soy», aunque es preciso entender
SÍ alguien guarda mi palabra, no verá jamás la muerte». esta expresión correctamente3. Jesús protesta que él no es sino por
52 Entonces los judíos le dijeron: «Ahora reconocemos que un Dios, con el que tiene una relación constitutiva. Por otra parte, el Yo
demonio te posee. de Jesús resulta ejemplar para todo ser humano: si la fe requerida recae
¡Abrahán murió, los profetas también, y tú dices: no solamente sobre la palabra que pronuncia Jesús de parte de Dios,
'Si alguien guarda mi palabra, no verá jamás la muerte'! sino sobre su misma persona, es porque el discípulo tiene que reconocer
53 ¿Serás mayor que nuestro padre Abrahán, que murió? en él al Hijo y de este modo está llamado a serlo él también.
Los profetas también murieron. El texto se queda así unificado por la frecuencia excepcional, en
¿Quién te haces entonces?». labios de Jesús, de unas palabras que designan el acto de pronunciar
54 Jesús respondió: una palabra4. Esto es lo que reflejan varias réplicas de los judíos y los
«Si soy yo el que me glorifico, mi gloria no es nada.
El que me glorifica es mi Padre, 1. El Tesoro del templo es propiamente la sala que contiene el tesoro, inac-
del que vosotros decís: 'Es nuestro Dios'. cesible al público (Neh 10, 39; Mt 27, 6); por extensión, se dice del pórtico que da
55 Sin embargo, no lo reconocéis, a dicha sala (1 Crón 9, 26), como aquí. A Jesús le gustaba este sitio según Me 12,
mientras que yo lo conozco bien. 41 = Le 21, 1-4.
Y si yo llegara a decir que no lo conozco bien, 2. R. Bultmann ve en este capítulo fragmentos de varios orígenes. M. E.
Boismard intenta una reconstrucción de sus etapas redaccionales.
sería semejante a vosotros, un mentiroso; 3. Cf. infra, 237-240.
pero lo conozco bien y guardo su palabra. 4. Los términos que se refieren al «hablar» son anormalmente numerosos en
labios de Jesús a lo largo del capítulo 8: 29 menciones en 47 versículos: laléó (8,
56 Abrahán, vuestro padre, se alegró con la idea de ver mi día. 25.26.26.28.38.40.44.44), lego (8, 34.45.46.51.54.57), lalía (43), eipon (24.55),
Lo vio y se alegró». lógos (31.37.43.51.55), rhémata (47), martyréólía (14.14.17.18.18), didáskd (29).
202 Lectura del Evangelio de Juan 8, 12-59 8, 12-59 La luz de la vida (7-8) 203

tres coméntanos del evangelista5. El lector se encuentra en presencia opacidad del rechazo, aplastada por el muro con que choca, se vuelve
del Logos de Dios que se expresa en Jesús de Nazaret. El capítulo 8 hacia el que está hablando: Jesús aparece cada vez más luminoso a
sirve de balanza al prólogo. los ojos del lector. Así es el arte de Jn.
Por otra parte, la violencia del lenguaje de Jesús en algunas
Por su forma, este capítulo no es un discurso como el del capítulo ocasiones resulta desconcertante. A lo largo de la historia, ¿no ha
5: las proclamaciones de Jesús sobre el origen divino de sus palabras servido de pretexto el texto de Jn en algunos ambientes cristianos
y sobre su efecto alternan con las réplicas de sus oyentes6. Sin para un desprecio intolerable de los judíos? 9 . Esta violencia del
embargo, tampoco se trata de un diálogo7, si con este término en-
lenguaje de Jesús puede explicarse por la situación de crisis que
tendemos lo que entendían los griegos por una búsqueda serena de
vivía la comunidad joánica10 o justificarse también como expresión
la verdad, aunque fuese bajo la conducta de un sabio que oriente a
del sufrimiento profundo que sentía por el rechazo de Cristo en el
los demás. El texto presenta una serie de confrontaciones durante
las cuales Jesús choca no solamente con unos malentendidos como pueblo de Israel. Sin embargo, estas razones no logran explicar del
en el diálogo con Nicodemo, sino con una oposición sistemática, todo este dato. Jn se expresa como heredero de los profetas judíos
con una incomprensión radical8, aun cuando por una parte y por que no habían tenido reparo en su tiempo de denunciar, bajo cual-
otra el lenguaje siga siendo el de una misma tradición, la de Israel. quier forma que se presentase entre sus contemporáneos, el com-
Jesús subraya el fracaso de la comunicación: «¿por qué razón no portamiento que conduce a la muerte. En efecto, se da uno cuenta
comprendéis mi lenguaje?» (8, 43). De este enfrentamiento se deriva entonces de que los reproches de Jesús a sus interlocutores coinciden
una tensión dramática, que termina con un intento de lapidación y con las invectivas clásicas de los profetas y con los temas ordinarios
— lo cual tiene un sentido simbólico— con la retirada de Jesús que de la Biblia: el desconocimiento de Dios", la resistencia a la palabra
abandona el templo. divina12, el riesgo de endurecimiento definitivo en el pecado13, los
¿Por qué la revelación tan alta del Hijo se presenta en un contraste crímenes de sangre14, la mentira15, el seguimiento de los «ídolos»16
tan duro con la incredulidad? El conflicto entre Jesús y sus interlo- que radicaliza Jn en el sometimiento al diablo. En el capítulo 9,
cutores refleja, tanto aquí como en otros lugares, el que oponía a la encontraremos el reproche de la ceguera culpable17. Pero para el
sinagoga y a la comunidad cristiana. El evangelista pretende ante todo evangelista todos estos comportamientos se manifiestan a plena luz
iluminar, no ya el ambiente judío ortodoxo, sino a sus hermanos, a ante la revelación del Hijo.
aquellos cuya fe podía vacilar ante las críticas de los fariseos. El
enfrentamiento se sitúa bajo el signo de la Luz que conduce al discípulo El texto comprende dos partes generales, la primera de las cuales
hacia la vida (8, 12). A lo largo del texto la luz de la Palabra irradia, tiene a su vez dos sub-unidades. Las dos partes comienzan con una
se refracta, resulta incluso deslumbradora; cuando no obscurece la llamada a seguir a Jesús: él es la luz del mundo (8, 12); sus discípulos
conocerán la verdad que libera (8, 31). En la conjunción de las dos
Su numero en los otros capítulos de Jn es claramente inferior cap 1 (con 51 partes se encuentra una indicación positiva del narrador: «Como
versículos) 3 veces, 2 (25) 0, 3 (21) 9, 4 (42) 3, 5 (47) 12, 6 (71) 7, 9 (41) 2, proclamaba esto, muchos se pusieron a creer en él» (8, 30); esto
10 (42) 6, 11 (57) 2, 12 (50) 8 La frecuencia aumenta en Jn 13-17 cap 13 (38)
7, 14 (31) 9, 15 (27) 9, 16 (33) 15, 17 (26) 8 9 Cf I, 315-319
5 En labios de los interlocutores 8.13 22 33 48 52, cf 57 En las observa- 10 Cf K Wengst, Bedrángte Gemeinde und verherrhchter Christus, Neu-
ciones del narrador 8, 20 27 30 kirchen 1983
6 «(Jesús) dijo» o «respondió» 8, 12 14 19 21 23 25 28 31 34 39 42 49 54 58 11 Is 1, 3, Jer8, 7, 9, 2
«Le dijeron» o «respondieron» 8, 13 19 22 25 33 39 41 48 52 57 12 Jer 2, 34, Bar 1, 21,2, 10, Os 4, 2
7 Deseando descubrir las raíces históricas de este pasaje, C H Dodd creyó 13 Dt 32, 15, Núm 14, 11, Is 1, 15 21, Jer 7, 25-28, Ez 18, 24, Os 4, 2, Am
que podía calificar el texto de «diálogo» (RHPR 37 [1957] 5-17 y Trad hist, 318- 4, 4-11, cf Sal 95, 7-11, 106, 2 Re 17, 13-15 20
320) Este intento logra solamente descubrir algunas relaciones con la tradición 14 Dt 27, 25, Sal 106, 38, Is 59, 3 7, Jer 2, 34, 26, 15
sinóptica Sobre este último punto, cf C K Barrett, 364 15 Lev 9, 11, Sal 101, 7, 119, 29, Is 57, 4, 59, 3, Jer 13, 25, Ez 13, 22, Os
8 H Lona ha defendido vivamente la idea de que no existe ningún «código 10, 13
de comunicación» entre Jesús y sus interlocutores (Abraham in Joh 8, Bern-Frank- 16 Is 42, 17, Jer 8, 19, Ez 20, 24, Hab 2, 18 .
furt, 369-466) 17 Is 6, 9s, Jer 5, 21
204 Lectuca del Evangelio de Juan 8, 12-30 8, 12-20 La luz de la vida (7-8) 205

condiciona literariamente la continuación de la enseñanza de Jesús


en el v. 31: «A los judíos que se habían fiado de él, Jesús decía...».
A lo largo de la primera parte (8, 12-30), Jesús justifica el testi- 12 Entonces Jesús proclamó de nuevo diciendo:
monio inicial por el que se había proclamado luz del mundo. Para ello «Yo soy (eg¿ eimi) la luz del mundo.
afirma su unión con el Padre, que manifestará claramente su «eleva- El que me sigue no caminará en las tinieblas,
ción». La segunda parte (8, 31-59) está constituida en torno a la figura sino que tendrá la luz de la vida».
de Abrahán, el creyente, de quien los oyentes de Jesús se confiesan 13 Entonces los fariseos le dijeron: «Tú atestiguas de ti mis-
«hijos». En la perspectiva de este texto, todo ser humano depende en mo; tu testimonio no es veraz».
su conducta de un Otro que está en la fuente de su mismo ser. Este 14 Jesús respondió y les dijo:
origen no es una fatalidad, sino una opción. Por eso mismo Jesús «Aunque yo atestigüe sobre mí, mi testimonio es veraz,
condena en los oyentes el rechazo de la verdad y la intención homicida porque sé de dónde he venido y adonde vuelvo.
en que se expresa su ligereza: es el diablo al que están escuchando, 15 Vosotros juzgáis según la carne; yo no juzgo a nadie.
el dispersador por excelencia. Su comportamiento es todo lo contrario 16 Pero si yo juzgo, el juicio que es el mío es auténtico, porque
del de Abrahán, que creyó en la promesa de Dios; creyó en aquel que no estoy solo,
ahora se define ante todos los oyentes como el que está en perfecta sino estoy yo y el Padre que me ha enviado.
comunión con el Padre. 17 Y hasta está escrito en vuestra ley que el testimonio de
El texto contiene en un lenguaje mítico una reflexión muy profunda dos hombres es veraz.
sobre lo mucho que se está jugando el hombre en su encuentro con 18 Soy yo el que atestiguo sobre mí mismo,
la palabra de Dios; se interpreta aquí la condición humana. Si Jn y por mí atestigua el Padre que me ha enviado».
expresa, como buen contemplativo, todo lo que él mismo ha penetrado 19 Entonces ellos decían: «¿Dónde está tu padre?»
del misterio del Hijo, es la relación de cada uno de los hombres con Jesús respondió: «No me conocéis ni a mí ni a mi Padre:
el Dios único lo que constituye el objeto esencial de estas páginas. El si me conocieseis, conoceríais también a mi Padre».
combate que evoca es el de la verdad contra la mentira, y se desarrolla 20 Estas palabras las proclamó cerca del Tesoro, enseñando
en el corazón del hombre; es un combate duro, aparentemente deses- en el templo; sin embargo, nadie se apoderó de él, porque
perado. Sin embargo, el texto está puesto bajo el signo de la luz (8, su hora no había llegado todavía.
12) y de la victoria sobre la muerte (8, 51s); en el capítulo 9 el ciego
de nacimiento, que ha vuelto a ver, será el testigo de la eficacia de
la palabra.
Esta primera sub-unidad está enmarcada (v. 12 y 20) por el verbo
elálésen (literalmente, «h.abló»), que tiene de ordinario en Jn el matiz de
anunciar solemnemente, de revelar: «Jesús proclamó». El carácter de
EL TESTIMONIO DE JESÚS (8, 12-30) revelación pertenece así no solamente al anuncio sobre la luz, sino igual-
mente a todo lo que Jesús dice a continuación a los fariseos (v. 13-19)18.
El testimonio que da de sí mismo Jesús, luz que da la vida al Hemos traducido el Egé eimi inicial como «Yo soy», pero con un
mundo (8, 12), es contestado por los fariseos y justificado a conti- matiz distinto del que tenía en el capítulo 6, ya que allí Jesús respondía
nuación por Jesús: no se trata del testimonio de uno solo, ya que Jesús a una pregunta (6, 35), mientras que aquí esta palabra se lanza sin
está siempre unido al Padre, de manera que son dos los que dan haber sido introducida de antemano, y anuncia ya desde lejos, lite-
testimonio (8, 13-19). Después de la indicación del narrador que sitúa rariamente, el Yo soy final (8, 58).
este diálogo en el templo, el lugar en donde los israelitas deberían
encontrar a Yahvé, un segundo desarrollo evoca la muerte próxima 18 El verbo laléo (12 veces en el capítulo 8) podría ocupar el lugar de kéryssó
de Jesús como la manifestación por excelencia de su fidelidad al Padre ignorado por Jn R Bultmann propone vincular 8, 13-20 a un conjunto sobre el
(8, 21-29). juicio que estaría compuesto de 7, 21-24, 5, 19-29, 5, 30-47, 7, 15-18, 8, 13-20
Esta hipótesis no tiene ninguna base literaria, cf J O Tuñí, La verdad os hará
libres Jn 8, 32, Barcelona 1973, 106s
206 Lectura del Evangelio de Juan 8, 12-30
8, 12-20 La luz de la vida (7-8) 207

Jesús revela que es «la luz del mundo»; por medio de él, el discípulo Pues bien, Jesús hace resonar los acordes de esta profecía de Isaías
obtendrá «la luz de la vida» (cf. 1, 4). La metáfora de la luz aplicada a lo largo del capítulo 8: después del anuncio de la luz en contraste
a Jesús da el tono a todo el capítulo. Pero desaparece a continuación, con las tinieblas, aparecen efectivamente en los dos textos la liberación
para no volver hasta el episodio del ciego de nacimiento (9, 5). ¿Se de la esclavitud (Is 9, 3; Jn 8, 32ss), el gozo suscitado por el cum-
habrá insertado este versículo en un contexto al que no pertenecía? La plimiento de la promesa (Is 9, 2; Jn 8, 56) y el nombramiento solemne
verdad es que hay algunos datos que demuestran el acierto de la del Hijo (Is 9, 5; Jn 8, 36) 2 \ procediendo todo ello de Yahvé (Is 9,
colocación al comienzo del capítulo 8. 6; Jn passim). ¿No habrá sido este pasaje de Isaías el que engendró
Lo que proclama Jesús se corresponde a la llamada a beber que este texto joánico, según el procedimiento que ya veíamos a propósito
había lanzado antes (7, 37s) y puede incluso situarse fácilmente en el de 1, 19-2, 11?
contexto global de estos capítulos: además del rito del agua, la fiesta
de las Tiendas comprendía un rito vespertino de la luz, con procesión Jesús habla aquí de la «luz del mundo», haciéndose eco de la
de antorchas151, que expresaba las esperanzas de contemplar la luz plena tradición profética según la cual el mesías tenía que iluminar no so-
prometida a Israel para el día del Mesías. Después de haberse pre- lamente a Israel, sino a las naciones (Is 42, 6), texto que recogía el
sentado como la fuente de aguas vivas que saldrían del corazón del evangelista Le:
creyente, Jesús se ofrece «de nuevo» como la luz, según el movimiento
que animaba ya al salmista: Mis ojos han visto tu salvación,
que has preparado frente a todos los pueblos,
En ti está la fuente de vida, luz para revelación a los paganos
en tu luz vemos la luz (Sal 36, 10). y gloria de Israel, tu pueblo (Le 2, 30-32).

Tomado por entero, el versículo inicial es como una recapitulación


previa, a su manera, de todo lo esencial del contenido presentado a La tradición sapiencial, a su manera, presentaba también la ley
continuación. Al proclamarse luz del mundo, Jesús revela lo que, como teniendo una dimensión universal (Eclo 24, 31); Jn continuará
desconocido todavía para los hombres, estaba oculto en Dios para su en esta perspectiva, particularmente con ocasión de la profecía invo-
salvación: afirmará que su palabra, recibida del Padre, es verdad divina luntaria del sumo sacerdote Caifas:
(8, 45-47) y que guardarla equivale a no ver jamás la muerte (8, 51s).
Al final hablará de su «día» (8, 56); este término evoca la aparición Era preciso que Jesús muriese por la nación, y no solamente por ella,
sino para reunir en la unidad a los hijos de Dios que están dispersos
de la claridad en medio de la obscuridad de la noche.
(11,52).
Finalmente, al presentarse en el templo como la luz, Jesús afirma
que se cumple en su persona la larga espera, en Israel, de la luz
definitiva, la que preparaba ya la luz de la ley20 y luego la de la Pues bien, la luz es también una imagen propiamente joánica,
sabiduría21, y que llegaría a identificarse con la luz mesiánica22. El desde el mismo prólogo. Su presencia va siempre unida a la contra-
evangelio de Mateo cita la antigua profecía: partida de una acogida activa por parte de los destinatarios, acogida
que no puede limitarse a una adhesión intelectual. Mientras que para
El pueblo que yacía en las tinieblas vio una gran luz, los gnósticos la salvación se obtiene por medio del conocimiento, en
y para los que yacían en tierra de sombras Jn exige un compromiso existencial, que se expresa en 8, 12 por
se levantó una luz (Is 9, 1 = Mt 4, 16). «seguirme»24. Lo mismo que había ocurrido antes con el pueblo hebreo

19. SB II muestra, a partir de Sukkah 5, 2-4 (cf. Zac 14, 7) que el patio de 23. Cf. Yo soy en 8, 58; infra, 237-240.
las mujeres, cerca de la sala del tesoro, se llenaba entonces de luz, hasta el punto 24. Prolongando el empleo del antiguo testamento (cf., por ejemplo, Dt 1, 36;
—se decía— de que se veían iluminados por él los patios de las casas. 1 Re 14, 8...), la metáfora «seguir (a Jesús)» aparece en los sinópticos para decir
20. Prov 6, 23; Sal 119, 105; Test. Leví 14, 4; cf. SB II, 521s. que hay que ir con Jesús hasta la cruz para alcanzar la resurrección. Con Jn, se trata
21. Prov 8, 22; Sab 7, 26. de dejarse impregnar del Logos encarnado creyendo que Jesús no es solamente el
22. Is 42, 6; 49, 6. Enviado de Dios, sino el Hijo; cf. A. Schulz, Nachfolgen und nachahmen, München
1972, 172-176; VTB 747-748.
208 Lectura del Evangelio de Juan 8, 12-30
8, 12-20 La luz de la vida (7-8) 209

cuando avanzaba hacia la tierra prometida con la nube por guía (Sab
según la carne29, sin más criterio que las apariencias, sin ver en
18,3), también el discípulo tiene que comprometerse a seguir a Jesús
él más que a un hombre como los demás. El verbo «juzgar» no
para obtener la vida que Dios le ofrece. Después de las imágenes del
indica solamente «pronunciar una opinión» sobre alguien, sino que
pan que alimenta para la vida eterna y de la fuente que sacia la sed
tiene aquí el matiz joánico de «condenar», como sugiere su empleo
para siempre, la de la luz expresa la transformación de la condición en lo que Jesús añade como contraste»: «Yo no juzgo a nadie» (cf.
humana, según la esperanza que animaba ya al salmista y a los sectarios 3, 17). Sea cual fuere la justificación exegética de este pasaje y
de Qumrán25. Las tinieblas que se oponen aquí a la luz no son la del desarrollo que le sigue en 8, 16a sobre la equidad del juicio
nada26, sino —como indica el texto— el desconocimiento de Dios eventual por parte de Jesús30, este pasaje introduce en la revelación
como Padre. central del capítulo 8 el misterio de dos en uno.
La continuación del capítulo dirá por qué ese hombre al qu e Jesús afirma en primer lugar que su testimonio vale en virtud
hay que seguir conduce de las tinieblas a la luz de la vida: está en de su saber. Ha proclamado ya que viene del Padre y que vuelve a
perfecta comuniónciertamente con el Padre. Jesús viene cierta- él31; aquí insiste en el conocimiento que tiene de su origen y de su
mente «de arriba», pero por esta comunión es el modelo impulsado destino (8, 14:, cf. 13, 3): él «sabe», mientras que sus interlocutores
hacia lo absoluto de lo que el hombre mismo está llamado a ser permanecen en la ignorancia sobre él. Esta conciencia personal sitúa
El discípulo encuentra su camino iluminado por el Hijo; es lo qu e a Jesús fuera del común de los mortales: éstos están inmersos en
el evangelista mostrará en forma de relato en el episodio del ciego un presente que no está vinculado inmediatamente al origen y al
de nacimiento (capítulo 9), así como en la palabra atribuida a Jesús término; Jesús, por su parte, no está encerrado en su espacio, sino
al final de su vida pública: que domina el tiempo y su propio ser. ¿Por qué, sino porque él es
de arriba (cf. 8, 23), unido perfectamente a aquel que lo envió, el
Yo, luz, he venido al mundo Padre?32.
para que todo el que cree en mí El segundo fundamento que se aporta a la validez del testimonio
no permanezca en las tinieblas (12, 46). es el carácter a la vez único y doble que posee: Jesús no está nunca
solo, sino que está siempre con el Padre cuyo pensamiento dice y
cuya voluntad manifiesta. Tomando el punto de vista de sus in-
Ya desde ahora el discípulo se convierte en «hijo de la luz»27. terlocutores, Jesús puede declarar que su testimonio es dado por
dos testigos. En efecto, en un sentido, Jesús puede enumerar al
¿Puede la luz proceder de otra manera que no sea dando tes- Padre y a sí mismo como si fueran dos, ya que el Padre está «con
timonio de sí misma? Sin embargo, los fariseos cuestionan la pro- él» (8, 29; 16, 32), está «en él» (10, 38), y sin embargo, son uno
clamación de Jesús. La objeción que plantean es de orden jurídico (10, 30). Así pues, queda respetada la ley que declara que «el
en conformidad con su ciencia de la ley: «nadie puede atestiguar testimonio de dos hombres es veraz», cita que encierra una parte
en su propio favor»28. Así pues, los fariseos siguen ignorando el de ironía, como sugiere el adjetivo «vuestra» apuesto a la «ley».
origen y el término del que les habla: Jesús les reprocha que juzgan
29. En griego katá ten sárka; el artículo ante sarx sólo se utiliza en el nuevo
25. Sal 4, 7; 18, 29; 27...: 1 QS 3, 7. testamento aquí y en 2 Cor 11, 18. La condenación de los judíos proviene de la
26. 1, 5; cf. I, 69-72. ausencia en ellos del Espíritu: cf. infra, n. 30.
27. Ya en la tradición primitiva el cristiano es llamado «hijo de la luz» (1 Tes 30. Es inútil declarar interpolados los v. 15c-16a; se trata de un desarrollo de
5, 5; Ef 5, 8; Col 1, 12s; Flp 2, 15; 1 Pe 2, 9). Tiene que ser «luz del mundo» (Le tipo semítico de encadenamiento por medio de palabras-gancho; la conclusión de la
16, 8; Mt 5, 14). Los comentaristas ofrecen reflexiones abundantes sobre el tema primera explicación acusa a los interlocutores de «juicio según la carne», lo cual
de la luz, inspirándose en la tesis de G. P. Wetter, PHÚS, Uppsala 1915, y más lleva consigo una observación sobre el juicio por parte de Jesús. Los fariseos no se
recientemente en S. Aalen, Die Begriffe «Licht» und «Finsternis», Oslo 1951. Lo contentan con una «discusión privada» (J. P. Charlier, RB 67 [1960] 512s); llevan
esencial se encuentra en C. K. Barrett, 335-337. a cabo su objetivo, indicado en 7, 32.51 y reafirmado en 8, 46.50. De este modo,
el testimonio de Jesús tiene una dimensión jurídica.
28. Cf. J. Bonsirven, Textes rabbiniques des deux premien siécles chrétiens pour
31. 7, 28.33.
servir á Vintelligence du NT, Rome 1955, n. 1237, citando Mishna Ketubot 2, 9.
32. 10, 30; 13, 4; 16, 27s; 17, 8.
210 Lectura del Evangelio de Juan 8, 12-30
8, 21-30 La luz de la vida (7-8) 211

La cita está hecha ad hominem: en efecto, la ley no considera más


que el caso de los testigos de cargo, que en este caso no tiene
ningún sentido33. Jesús hace decir a «su» ley lo que se refiere a 21 Entonces les dijo de nuevo: «Yo me vuelvo y vosotros me
él: en el testimonio de Jesús está él mismo y el Padre, expresándose buscaréis y moriréis en vuestro pecado;
los dos en una sola palabra. a donde yo me vuelvo, vosotros no podéis venir».
Apelando al Padre como a un segundo testigo, secreto, Jesús parece 22 Entonces los judíos decían: «¿Se va a matar, puesto que
poner fin a la discusión. Sin embargo, los fariseos quieren citar ante dice: 'a donde yo me vuelvo, vosotros no podéis venir'?».
el tribunal a ese segundo testigo. Su pregunta, «¿Dónde está tu pa- 23 Y él decía:
dre?», demuestra que no han captado quién es el que ha sido nombrado «Vosotros sois de abajo; yo soy de arriba.
por Jesús (cf. 8, 27). Quedándose en un nivel jurídico, ¿estarán de- Vosotros sois de este mundo; yo no soy de este mundo.
seando una información complementaria? Es más probable que se trate 24 Os he dicho que moriréis en vuestros pecados;
de una alusión a la paternidad de José34 o incluso a una descendencia ¡sí! si no creéis que yo (lo) soy, moriréis en vuestros pecados».
ilegítima35, a no ser que se trate aquí igualmente de un procedimiento 25 Entonces le decían: «Tu, ¿quién eres?»
joánico para hacer que avance todo el debate. Jesús les dijo: «Desde el principio, lo que yo os proclamo.
26 ¡Cuántas cosas tendría que declarar sobre vosotros y juz-
Bajo una forma primero negativa y luego positiva, la réplica de
gar! ¡Pero no! El que me ha enviado es veraz,
Jesús a la cuestión necia, si no injuriosa, de los fariseos es también
y lo que aprendí de él es lo que yo proclamo al mundo».
una revelación de su unión con el Padre, más honda todavía: conocerlo 27 Ellos no comprendieron que les hablaba del Padre.
a él sería conocer también al Padre (cf. 14, 9). Pero, mientras que la 28 Así pues, Jesús les dijo: «Cuando hayáis elevado al Hijo
fe no los ilumine, no se establece ninguna comunicación entre los del hombre, entonces comprenderéis que yo (lo) soy:
interlocutores y Jesús. Lo confirma el final del pasaje: «sin embargo, por mí mismo no hago nada,
nadie se apoderó de él, porque su hora no había llegado todavía» (v. pero tal como el Padre me ha enseñado, proclamo estas cosas.
20). No precedida por la indicación de ningún intento de apoderarse 29 Sí, aquel que me ha enviado está conmigo; no me ha
de Jesús, esta observación del narrador es una manera de decir que la dejado solo, porque hago siempre lo que le agrada».
revelación precedente habría conducido a un arresto, como en 7, 30; 30 Como proclamaba esto, muchos se pusieron a creer en él.
equivale al comentario del evangelista en el siguiente desarrollo: «Ellos
no comprendieron que les hablaba del Padre» (8, 27).

Esta sub-unidad literaria encierra tres pequeños desarrollos: v.


21-23; 24-26 y 28-29. Los dos primeros se distinguen entre sí por
Incluso a través de la muerte (8, 21-30) el hecho de que las dos amenazas —«vosotros me buscaréis y mo-
riréis en vuestro pecado» y «no podéis venir»—, que trajo consigo
En la conversación anterior se ha dicho lo esencial: Jesús tiene la afirmación inicial «Yo me vuelvo» (v. 21), son tratadas a con-
derecho a proclamarse la luz de la vida. Pero no lo han entendido sus tinuación en orden inverso (v. 23.24)36. Así, el v. 24, que recoge
interlocutores que siguen amenazándolo con su hostilidad (8, 20). Por la primera amenaza, introduce un segundo desarrollo. Este se dis-
tingue del tercero mediante una reflexión del evangelista (v. 27),
eso Jesús va a hablar de su muerte, y de tal manera que también aquí pero está estrechamente unido a él por el paralelismo de la expresión
se plantea el misterio de su persona. «creer/comprender que yo (lo) soy» (v. 24.28), así como por la
repetición de laléó («proclamar»: v. 26.28) y de «Aquel que me ha
33. Se puede advertir el empleo de esta regia (Núm 35, 30; Dt 17, 6; 19, 15) enviado» (v. 26.29). La sub-unidad se cierra con una indicación
en Mt 18, 16 y en 2 Cor 13, 1, donde se trata de una defensa. Al contrario, los del narrador (v. 30).
testigos son de cargo en Heb 10, 28. ¿Se había ampliado la interpretación en tiempos
de Jesús?
34. En 1, 46; 6, 42, donde se habla del «hijo de José». 36. Cf. 3, 4.9 donde Jesiís responde primero a la segunda parte de la objeción
35. Así Cirilo de Alejandría, que recuerda a 8, 41. hecha por Nicodemo, y luego a la primera.
212 Lectura del Evangelio de Juan 8, 12-30 8, 24-28 La luz de la vida (7-8) 213

El anuncio que hace Jesús de su retorno, a donde sus interlocutores en el mal cometido; y precisa que esta amenaza va ligada a la incre-
no podrán alcanzarle, es una variante del anuncio hecho en 7, 33 con dulidad ante él: permaneceréis en el mundo de aquí abajo y moriréis
el mismo verbo hypágó que significa «regresar». En virtud de la —a diferencia de los creyentes que no morirán (6, 50; 8, 51) — . El
hostilidad que le rodea (8, 20; cf. 7, 32s), Jesús sabe que su hora no plural «vuestros pecados» (en 21b estaba en singular) podría incluir
ha llegado todavía, pero que se aproxima; es para él la hora del don la mentira y la intención homicida (8, 40-44).
de sí mismo, de la fidelidad extrema a su misión; por eso, este don El objeto de la fe, que se requiere aquí y en el paralelo del v. 28,
de sí es una vuelta al Padre. Pero para los que se niegan a creer en se indica en unos términos que presentan una gran dificultad de lectura:
él, presente todavía, la marcha del Revelador significa la separación
definitiva. El «vosotros me buscaréis» implica para el lector el «no
me encontraréis» que lo precisaba en 7, 34.
Aunque tomado aisladamente, este anuncio es más ambiguo que 24 Os he dicho que moriréis en vuestros pecados;
en 7,33 (ya que se omite el destino: «a aquel que me ha enviado»), ¡sí!, si no creéis que yo (lo) soy (hóti egé eimi),
no debería parecer oscuro. ¿No había dicho Jesús en 8, 14 que sabía moriréis en vuestros pecados»...
de dónde venía y adonde regresaba (hypágó)? Y a continuación habló 28 Así pues, Jesús les dijo: «Cuando hayáis elevado al Hijo
de su vinculación con el Padre (8, 18s). Pero a lo largo de todo el del hombre, entonces comprenderéis que yo (lo) soy (hóti egé
capítulo 8 el registro de comprensión de sus oyentes sigue siendo el eimi)».
de «abajo», según «este mundo» (8, 23), y el sentido de las palabras
de Jesús sólo puede ser captado por los lectores. Ahora los oyentes
no piensan ya en la diáspora, como cuando profetizaban sin darse
En estos versículos, la proposición «que yo soy» (hóti egé eimi),
cuenta que Jesús iría a llevar el mensaje de Israel a los gentiles (7,
en donde el sujeto no tiene atributo, es muy dura en griego40. Por eso,
35), y hasta comprenden perfectamente que Jesús estaba anunciando
se la ha interpretado muchas veces como una mala traducción de la
su muerte; por lo demás, ¿no está ésta presente en su ánimo? Pero
fórmula hebrea que sustituía al tetragrama sagrado: 'ani hü41. Para
piensan en ella para evocar su suicidio eventual, lo cual, según Flavio
muchos autores antiguos42, Jesús habría afirmado así sin ambages su
Josefo37, hundiría a Jesús en las tinieblas del Hades, adonde —en
divinidad. Se habría arrogado el Nombre por el que Dios confió su
contra de la palabra del v. 12— será manifiestamente imposible se-
misión a Moisés: «Hablarás así a los hijos de Israel: 'Yo soy me ha
guirle. A través de esta hipótesis injuriosa, los judíos anuncian, sin
enviado a vosotros'» (Ex 3, 14). Pero el contexto del capítulo 8 hace
saberlo, la entrega voluntaria de Jesús a la muerte38.
imposible esta identificación: Jesús no deja de declarar que es el En-
En el v. 23 Jesús justifica el anuncio «moriréis en vuestros pe- viado (8, 16), no anuncia nada que no haya recibido del Padre (8,
cados» (8, 21b). La oposición «vosotros-yo» recae ahora sobre el 28), dice lo que ha visto (8, 38) y oído (8, 40), honra al Padre (8,
origen: «abajo-arriba». No se trata de negar toda posibilidad de co- 49), guarda su palabra (8, 55), sin buscar nunca su propia gloria (8,
municación entre este mundo y el mundo al que pertenece Jesús, ya 49s). Jesús se revela revelando la relación que lo une con el -Padre;
que no puede admitirse un dualismo radical en la perspectiva del Jesús no es el Padre43.
enviado de Dios. La expresión «de abajo» connota, con la condición
terrena de los oyentes, su rechazo de la luz. En 8, 47 Jesús dirá,
hablando de los hombres: «El que es de Dios oye las palabras de 40. Egé eimi aparece una vez en labios del ciego de nacimiento y en los de
Pilato, tres veces de forma negativa en los de Juan; todas las demás menciones, en
Dios». Según el pasaje sobre la descendencia del diablo (8, 44-47), número de 33, están en labios de Jesús. De éstas, 23 llevan un atributo explícito y
el hombre, nacido en este mundo, escoge el lugar de donde es. La las otras 10 no: entre éstas 6 sirven para identificar al locutor (4, 26; 6, 20; 8, 23;
expresión «de abajo» implica un reproche. 18, 5.6.8) y 4 se presentan en estado absoluto (8, 24.28.58; 13, 4).
De hecho, Jesús recoge la amenaza «moriréis...» (v. 21b), que 41. La expresión hebrea 'ani hü es frecuente en el antiguo testamento, por
evoca en el lenguaje bíblico39 el tema de la responsabilidad personal ejemplo en Dt 32, 39; Is 41, 4; 43, 13.25; 46, 4; 48, 12, para sustituir al tetragrama
sagrado (cf. H. Zimmermann, BZ 4 [1960] 270; A. Feuillet, RSR 54 (1966); R.
Schnackenburg, III, 73-85).
37. F. Josefo, Bel. Jud, III, 375. 42. Y algunos pocos modernos.
38. Cf. 10, 11.15.17. 43. Así, vigorosamente C.K. Barrett, en J. Coppens (ed.), La notion biblique
39. Jer31, 29s; Ez 18. de Dieu, Louvain 1976, 361-376.
214 Lectura del Evangelio de Juan 8, 12-30
8, 28-30 La luz de la vida (7-8) 215
El sujeto del verbo eimi tiene, por tanto, un atributo implícito, que
hay que determinar. Algunos críticos recurren al antiguo testamento, traducciones: puede tener un sentido temporal («desde el comien-
en donde, de hecho, la expresión egoeimi sustituye a veces al nombre zo») o equivaler a un adverbio («completamente»). Jesús se niega
divino en un contexto que permite precisar su sentido: así, en Is 43, a encerrar en una fórmula el misterio de su persona y remite a
10 en donde Yahvé es «el salvador» de Israel44. Pero, aunque Jesús aquellos que preguntan a lo que no ha dejado de decirles, espe-
se presente como aquel que puede preservar a los hombres de «morir cialmente en los v. 13-1947.
en sus pecados», no se identifica ni mucho menos con el único Sal- A continuación, lejos de justificar su reticencia como en 16, 2 (en
vador. donde Jesús explica a los discípulos que «no son capaces de llevar»
Pues bien, el contexto que precede al v. 24 aclara la interpretación: lo que todavía tiene que decirles), pero sin querer por ello zanjar el
Jesús acaba de afirmar su unión con el Padre y, más inmediatamente, diálogo, Jesús fija su mirada en sus adversarios: «¡Cuántas cosas ten-
su origen: «Yo soy de arriba» (v. 23). Este es el atributo implícito en dría que declarar (Mein) sobre vosotros» (cf.8, 26); luego, volviendo
nuestra frase, que debería leerse: «Si no creéis que yo soy (de arriba)». atrás, en vez de hablar de sí mismo, orienta de nuevo su atención
Para respetar el tono enigmático de la proposición, basta con añadir hacia aquel que lo ha enviado y que es «veraz».
un pronombre indefinido «lo» a «yo soy»: «si no creéis que yo (lo) Como los interlocutores no le responden nada, el narrador los
soy», teniendo que recapitular ese pronombre la afirmación o las afir- sustituye y subraya su incomprensión: «Ellos no comprendieron que
maciones anteriores de Jesús45. les hablaba del Padre» (v. 27). Por eso el tema de la muerte reaparece
Después de evocar Jesús lo que ha revelado a lo largo de toda la en los anuncios de Jesús, evocado no ya bajo la metáfora de la marcha,
conversación, los oyentes replican: «¿Quién eres (entonces)?». Enun- sino bajo la de la elevación del Hijo del hombre. Mientras que el
ciada con cierto tono despreciativo, esta cuestión equivale a negarse primer anuncio (8, 21) implicaba que el tiempo de la opción se iba a
a seguir dialogando; sirve para equilibrar la pregunta de 8,19: «¿Dónde acabar sin remedio, aquí Jesús proclama paradójicamente lo contrario:
está tu padre?».

Jesús elude la respuesta inmediata en una frase que, de nuevo, no


es fácil traducir46. La expresión inicial ten archín puede tener varias 28 Así pues, Jesús les dijo: «Cuando hayáis elevado al Hijo
del hombre, entonces comprenderéis que yo (lo) soy:
44. «Vosotros sois mis testigos... por mí mismo no hago nada,
para que sepáis, para que creáis en mí, pero tal como el Padre me ha enseñado, proclamo estas cosas.
para que comprendáis que Yo soy... 29 Sí, aquel que me ha enviado está conmigo; no me ha
Fuera de mí no hay salvador» (Is 43, 10-12). dejado solo, porque hago siempre lo que le agrada».
45. Esta traducción estaría plenamente justificada si se leyera hó ti, en dos 30 Como proclamaba esto, muchos se pusieron a creer en él.
palabras, en vez de hóti, ya que el pronombre ofrecería entonces un atributo explícito
a «yo soy». Pero esta forma, presente en 8, 25 es admisible para 8, 28, con el verbo
«comprender», pero difícilmente se compagina con el verbo intransitivo pisteúó
(«creer») de 8, 24 (cf. sin embargo, 11,26). Señalemos que la Traducción ecuménica
alemana traduce: «dass Ich es bin».
Nos sorprende esta afirmación: ¿en qué sentido la elevación del
46. El griego dice: Ten arenen hó ti kai láló hymtn. He aquí las principales Hijo del hombre permitirá comprender qué es realmente Jesús? Los
traducciones, según R. Roben, RevThom 88 (1988) 282: exegetas excluyen en su mayoría que se aluda aquí el carácter glorioso
«Yo soy el Principio, yo que os hablo» (Vulgata) de la cruz, ya que la «exaltación» no tiene este sentido más que para
«Yo soy absolutamente lo que os he dicho siempre»
«Lo que os dije desde el comienzo»
«En primer lugar lo que os digo» Para lo esencial de la discusión, cf. H. Zimmermann, BZ 4 (1960) 266-276.
«Absolutamente lo que os digo» Léase también A. Feuillet, RSR 54 (1966) 5-22 y 213-240; R. Schnackenburg, II,
«Desde el principio lo que os digo» 73-85.
«En resumen, ¿por qué os hablo?» 47. Es la misma situación que la del ciego de nacimiento, asediado por los
«¿Es preciso solamente que os hable?» fariseos que le interrogan sin tregua: «Ya os lo he dicho, pero no habéis escuchado»
(9, 27).
216 Lectura del Evangelio de Juan 8, 12-30
8, 31-59 La luz de la vida (7-8) 217
48
los creyentes . Por otra parte, no podemos imaginarnos que el evan-
gelista piense aquí en la conversión del conjunto de los judíos en su creer un gran número de oyentes, aunque fuera con una fe incipiente?52.
siglo ni tampoco al fin de los tiempos. Otras soluciones violentan Pero esta indicación no puede ponerse entre paréntesis, ya que con-
igualmente el texto. Por ejemplo, Jesús diría que la comprensión llega diciona la repetición de la enseñanza de Jesús en el v. 31. Puede
demasiado tarde; pero el texto no tiene carácter de amenaza. Según pensarse que el narrador subraya de este modo el valor del testimonio
E. Hánchen, el desastre de la ciudad santa el año 70 se interpretaría de Jesús sobre la relación indestructible que tiene con el Padre; quizás
como una consecuencia de la crucifixión; pero esta perspectiva no la reacción indicada sea análoga a la de los guardias que volvieron a
cuadra ni mucho menos con la presentación del cuarto evangelio. los sumos sacerdotes: «¡Nunca un hombre ha hablado así!» (7, 46).

Si se lee bien el contexto, la solución es más simple. Jn piensa


probablemente en aquellos judíos que, después de pascua, se convir- LA FILIACIÓN DIVINA (8, 31-59)
tieron en miembros de la comunidad joánica; ésta contaba en tiempos
del evangelista con un buen número de israelitas, como confirma la La segunda parte del capítulo 8 forma una unidad literaria. Abrahán
presentación del capítulo 9. ¿Cómo vendrían ellos a la fe? En nuestro es el personaje de referencia, desde el principio hasta el fin. Sin
pasaje, «comprenderéis» corresponde al «no comprendieron» del ver- embargo, su función queda encajada dentro de un conjunto más amplio,
sículo anterior49: lo que no captaron los oyentes es que Jesús les hablaba el del «padre», no ya el progenitor sino el antepasado del que los
del Padre, es decir, que su misión venía del Padre (8, 26b) y que la descendientes han recibido su manera de ser y de obrar.
vivía en comunión continua con el Padre (8, 26c). Pues bien, la muerte Jesús se dirige a «los judíos que se habían fiado de él» (v. 31);
provocada por los hombres, pero libremente aceptada, atestiguará que pero este auditorio no se distinguirá de los enemigos declarados de
Jesús fue fiel hasta el final de su misión y que ésta venía realmente Jesús. Desde la primera dificultad (v. 33), figura como semejante a
de Dios. En efecto, Jesús reafirma esta fidelidad que lo caracteriza: ellos y se pregunta- uno entonces si el narrador da la palabra a los
prolonga el «yo soy» con el «por mí mismo no hago nada». Por su primeros o a los segundos, dado que la asistencia en su conjunto sigue
«elevación» es como quedará bien manifiesta esta fidelidad; por eso50, siendo la misma. Finalmente, Jesús concluirá: «No os fiáis de mí» (8,
Jesús repite que el Padre está siempre con él; más aún, con una 45). Así, del v. 31 al v. 45, se delimita un primer desarrollo gracias
anticipación soberana afirma que el Padre estará con él en su pascua: a la expresión «fiarse de» (pisteúo + dativo)53. El v. 46, que recoge
«No me ha dejado solo»". de nuevo esta expresión, sirve de transición para un segundo desarrollo
(8, 46-59), más centrado en la persona de Jesús.
La indicación con que concluye este párrafo es difícil de conciliar El texto comienza una vez más con una llamada dirigida al dis-
con la presentación global del capítulo: ¿cómo pudieron ponerse a cípulo: Jesús, que ha invitado a «seguirle» (8, 12), invita ahora a
«permanecer» en su palabra... Se da un progreso, o al menos una
48. Hótan (= «cuando»), seguido de subjuntivo aoristo significa que la ele- explicitación: si se necesita una adhesión pronta para llegar a interio-
vación en la cruz es un acontecimiento cumplido. Por tanto, se podrá comprender rizar la palabra de Jesús, para «guardarla» (v. 51), es porque el mismo
después de la resurrección. Hijo «guarda» también la palabra del Padre (v. 55). Esta llamada se
49. Con G. C. Nicholson, Death as Departure. The Johannine Descent-Ascent
Schema, Chico 1983, 120-123... «Comprenderéis» (gnosesthe) corresponde a «no
inserta muy bien en la perspectiva adoptada aquí por el evangelista.
comprendieron» del versículo anterior (ouk égnósan). Este conocimiento pospascual
es un reconocimiento en la fe (8, 32; 10, 38; 14, 31; 17, 23.26); equivale al atractivo 52. El aoristo episteusan (eis) no autoriza la traducción «creyeron», sino que
que ejercerá el Hijo del hombre sobre todos los hombres (12, 32). indica un comienzo en la fe. En el v. 31 el mismo verbo se construye con dativo,
50. El kaí que une los v. 28.29 es epexegético: explica la afirmación anterior; como en 2, 24; ¿será para indicar la mala calidad de esta «fe»?
cf. WB6 797; lo mismo ocurre en 1, 16.20. 53. Los críticos proponen otras distribuciones. El corte entre las dos partes se
51. Con esto se contradice una interpretación errónea de la frase: «Dios mío, pone muchas veces entre los v. 47 y 48, sin un motivo suficiente; así se hace
Dios mío, ¿por qué me has abandonado?» (Me 15, 34): Jesús no fue abandonado comenzar la segunda parte con una objeción, lo cual va en contra de la disposición
por Dios, sino entregado por Dios a la muerte (cf. Jesús y Pablo ante la muerte, habitual en Jn, para el que Jesús lleva siempre la iniciativa. Pensamos que la segunda
144-149). parte comienza en el v. 46, a fin de centrar más la atención en la persona de Jesús,
tal como se confirma en la objeción del v. 53: «¿Por quién te tomas?».
218 Lectura del Evangelio de Juan 8, 31-59 8, 31-59 La luz de la vida (7-8) 219

¿Quién puede pretender ser «hijo de Dios»? Esta es la cuestión Lo mismo que antes el templo se había convertido para los
que subyace a todo el texto. El prólogo decía: habitantes de Jerusalén en una especie de talismán que protegía de
toda catástrofe (Jer 7), también la descendencia de Abrahan, en
Pero a todos los que lo acogieron sentido étnico, había terminado ofreciendo a los miembros del pue-
(el Logos) les dio poder hacerse hijos de Dios, blo elegido una seguridad engañosa. El foso que separa tantas veces
a los que creen en su nombre..., la creencia de las obras es un tema corriente en la literatura
aquellos que de Dios fueron engendrados (1, 12-13).
profética56; algunos textos rabínicos del siglo I denuncian esta mis-
ma falta de coherencia en los israelitas que no tienen un espíritu
Allí se trataba de acoger el Logos. Pues bien, antes de su encarnación humilde como su padre Abrahan57: no tienen nada que ver con su
el Logos se había expresado singularmente en Israel. A partir de la posteridad58.
promesa hecha a Abrahan, el Logos manifestó prioritariamente al pueblo
La cuestión del verdadero nacimiento de Abrahan ocupó seria-
elegido que el Dios único se había vuelto hacia los hombres y les había
mente al cristianismo primitivo. La llamada del Bautista a la con-
propuesto su alianza. El vínculo que Dios quiere establecer con Israel se
versión (Mt 3, 9 par) suscitó ya esta cuestión y la Carta de Santiago
expresa muchas veces con los términos padre-hijo, lenguaje que —al
(2, 21s) subraya en esta perspectiva que la fe tiene que dar fruto
mismo tiempo que salvaguarda la alteridad divina— connota el carácter
por medio de las obras. Pablo afirmó con energía que la filiación
y la intimidad de la relación mutua. Para los judíos oyentes de Jesús, la
divina que nos ha traído el Hijo cumple la elección de Abrahan e
palabra que se les había trasmitido y que les comprometía es la verdad54,
hizo recaer en Jesucristo la promesa hecha al patriarca (Gal 3, 16):
de la que depende su destino. ¿Lo habían comprendido?
todo el que cree en Cristo, judío o pagano, comparte la bendición
Según los profetas, el «conocimiento» pleno de Yahvé será el don del padre de los creyentes59.
de la época futura55. Jesús anuncia en futuro: «Comprenderéis», con
la condición de que permanezcáis en su palabra (8,31); ésta hace
En este capítulo, el intercambio de palabras es tan vehemente que
aparecer el sentido incluido ya en la palabra divina dirigida al pueblo
hay que renunciar a entender el texto como si quisiera ser el informe
de la promesa. Jesús se presenta como el intérprete escatológico del
textual de una discusión entre Jesús y sus adversarios. Para justificar
Dios de Israel: revela a qué comunión con Dios están llamados los
su existencia, hay que recurrir al ambiente cristiano de los tiempos de
creyentes. No acogerlo significa mostrar que se pertenece ilusoria-
Jn y, por tanto, a la oposición declarada entre la Iglesia y la Sinagoga.
mente al linaje de Abrahan: ser los hijos del patriarca es vivir como
El evangelista orquesta su partitura para hacer entender a la comunidad
él, vueltos hacia el único del que Israel recibe y recibirá la vida. «No
naciente que ella es de Dios cuando se adhiere a Jesús. Ya antes hemos
tenemos más que un padre: Dios», protestan efectivamente los oyentes,
tocado el problema que plantea al lector la dureza de las expresiones
que hace poco apelaban a Abrahan. Jesús los conduce a esta confesión,
y hemos remitido al lenguaje de los profetas y de los salmistas en
que afecta al corazón del debate, evocando a otro padre en el que
contra de la infidelidad a la palabra divina. ¿Y a quién se le ocurriría
realmente se inspiran. Es que la actitud que se tome frente a él mismo
tacharlos de antijudaísmo?60.
es el test de la filiación divina. El suspense ha puesto alerta al auditorio.
Y Jesús menciona al disgregador, en quien no hay «verdad». La acu-
sación es terrible.
Después de esto, queda en escena el Hijo cuyo día había visto
Abrahan y que es en su persona el prototipo de todo «hijo de Dios».
Proclama su relación constitutiva con el Padre diciendo: Yo soy. Luego,
muestra que dispone libremente de la muerte, y por tanto de la vida:
56. Jer 9, 24; Miq 3, 11; Am 5, 14...
a pesar de los agresores bien armados de piedras, sale indemne del 57. Cf. SB II, 523; M. Pirké Abot V, 19.
templo. 58. SB III, 186s.204s.
59. Gal 3, 14s; cf. 3, 6; Rom 4, 3.
54. Cf. 2 Sam 7, 28; Sal 19, 10; 86, 11; 111, 7s; 119, 27.43.86.138.142.151.160; 60. Recordemos que el término «los judíos» en boca del narrador designa
Tob 12, 11; Sab 6, 22; Mal 2, 6... Cf. 1 QH 7, 26s; 1 QS 5, 8; 6, 15. ordinariamente a los dirigentes (así 5, 10.16.18...); en labios de Jesús sólo tiene un
55. Jer 31, 34; Is 54, 13; Sab 3, 9. valor positivo (4, 22). Cf. supra, 202s.
220 Lectura del Evangelio de Juan 8, 31-59
8, 31-36 La luz de la vida (7-8) 221
El Hijo liberador (8, 31-36)
conocimiento cada vez más profundo63 que es comunión con el
objeto conocido, la «verdad».
Según su etimología hebrea, la palabra «verdad» ('emet) indica
31 A los judíos que se habían fiado de él, Jesús decía entonces: lo que asegura sólidamente en el ser64; al marcar la relación duradera
«Si vosotros permanecéis en la palabra que es mía, y continuamente profundizada entre dos seres, equivale a «fideli-
sois verdaderamente mis discípulos dad», término que caracteriza al Dios de la alianza. La tradición
32 y comprenderéis la verdad sapiencial identifica la verdad con la Sabiduría65, y la apocalíptica
y la verdad os hará libres». con el «misterio» del designio de Dios (Dan 10, 21). En Jn, esta
33 Le respondieron: «Nosotros somos simiente de Abrahán palabra supone el conocimiento inmediato que el Hijo tiene del
y nunca hemos sido esclavos de nadie. Padre. La proposición que aquí se hace parece nueva: si el judío
¿Cómo puedes decir tú 'Os haréis libres'?». fiel aspiraba, antes de la venida del Hijo, a guardar la ley divina y
34 Jesús les respondió: «¡Amén, amén, yo os lo digo: a permanecer en ella66, ahora se ve llamado a permanecer en la
Todo el que comete pecado es un esclavo. palabra que dice el Hijo salido de Dios. Por eso el Hijo toma en el
35 Pero el esclavo no permanece en la casa para siempre, v. 36 el lugar que tenía la verdad en el v. 32. Lo mismo que ella,
el hijo permanece para siempre. hace al hombre libre, pero siendo él mismo la verdad personificada
36 Si, pues, el Hijo viene a haceros libres, (cf. 1, 14; 14, 6); esto es lo que pone de relieve el adverbio «real-
seréis realmente libres». mente» (óntos).
En este texto, el vínculo que se pone entre verdad y libertad se
relaciona desde el punto de vista formal con el que establecían los
La unidad literaria de estos versículos se constata ante todo por la estoicos y los gnósticos67. Se plantea esta cuestión: ¿dependerá Jn
oposición «libre-esclavo» que lo orienta todo; además, aparece una de ellos? Según la Stoa, el sabio se hace dueño de sus pasiones y
especie de inclusión en el empleo de la condicional: «Si permane- adquiere la imperturbabilidad (ataraxia) por el hecho mismo de
céis..., la verdad os hará libres» (v. 31s) y «si el Hijo..., seréis conocer el orden inherente al cosmos y la exigencia de someterse
realmente libres» (v. 36). La libertad que da la verdad (el Hijo) se les al destino universal68. La felicidad, según Epicteto, consiste en
concede a los discípulos de Jesús; éstos son los dos puntos que hay liberarse de los atractivos desordenados para participar del Logos
que desarrollar: ser discípulo y hacerse libre. que está derramado sobre el mundo69. Está claro que la perspectiva
El anuncio inicial pone la condición para poder llegar al estado joánica no es la de un mundo regido por la necesidad, y mucho
de «discípulo» (palabra que aparece por primera vez en labios de menos la de una autoliberación.
Jesús) y de «verdadero» discípulo, que se distingue de los que han
abandonado al Maestro (cf. 6, 66). Se piensa aquí en el «discípulo El gnóstico, por su parte, se libra de sumergirse en la materia
amado», prototipo de los que Jesús llama «amigos suyos»61. El cuando pasa de la ignorancia que le mantiene prisionero al conoci-
primer compromiso tiene que ser el de una fe auténtica. No se trata miento de la chispa divina que está oculta en él y que proviene de la
solamente de «seguir» a Jesús (8, 12) o de fiarse de él (8, 31), sino patria celestial de donde ha caído. Un apócrifo gnóstico utilizó con
de «permanecer» en su palabra62, de asimilarla, de existir por ella destreza la fórmula de Jn 8, 32:
y de descubrir que es palabra de Dios mismo. Permaneciendo así
en la palabra de Jesús, el discípulo «comprenderá», entrará en un 63 Cf I de la Pottene, 561-590
64 Cf VTB, «Verdad», 821
61 15, 14s El discípulo amado (13, 23 25, 20, 8, 21, 20ss), esperando a que 65 Prov 22, 21, 23, 23, Ecl 12, 10
todos los cristianos sean llamados «discípulos del Señor» (Hech 11, 26) 66 Sal 119, 17 57
62 Una encuesta lexicográfica sobre la palabra «permanecer» demuestra que 67 Cf K Niederwimmer, Der Begnff der Freiheit un NT, Berlín 1966 Más
la raíz está siempre ligada al tema de la fidelidad en el tiempo, tanto en el caso de recientemente, J O Tuñí, La verdad os hará libres Jn 8, 32, Barcelona 1973 Cf
Dios como en el de los hombres (Sal 102, 12 24, Is 40, 8, 66, 22 ) En 5, 38 se C H Dodd, Trad hist, 320
dice lo contrario «su palabra (la de Dios) no permanece en vosotros» 68 Cf J Dupont, GNOSIS, Bruges 1949, 288, Filón, Quod omms , 18s
69. Diss IV, I, 89, cf H Schher, TWNT II, 490s
222 Lectura del Evangelio de Juan 8, 31-59
8, 31-36 La luz de la vida (7-8) 223
La Verdad es como la ignorancia oculta, descansa en sí misma, pero
cuando se revela (y) es reconocida, se la glorifica... Ella concede la de la fidelidad a la ley de la alianza75. Esta convicción de no de-
libertad. El Logos ha dicho «Si reconocéis la Verdad, la Verdad os pender más que del Dios único está tan arraigada que llegó inclu-
hará libres». La ignorancia es esclava, la gnosis es libertad (Evangelio so a motivar el combate del pueblo por su libertad política. En el
según Felipe, sent. 123). siglo I de nuestra era, en la época de la primera revuelta contra los
ocupantes romanos (66-74), se acuñaron monedas que llevaban una
El desplazamiento de sentido se percibe fácilmente en el final: el inscripción en la que se expresaba la fe popular: «Por la libertad de
gnóstico queda libre de la ignorancia, no del pecado. Al atribuir la Sión»76. A propósito de los compañeros de Eleazar, muertos en
sentencia al Logos, el autor da a entender el carácter puramente in- Masada, «defendiendo la libertad», el historiador Flavio Josefo da
telectual de la verdad, mientras que para los judíos y para Jesús es esta explicación: «Consideraban que Dios es el único jefe y el único
una palabra que compromete en el plano existencial. El pensamiento señor»77.
del evangelista no puede asemejarse —¡y de antemano!— a esta He aquí por qué los judíos se soliviantan contra la proposición de
gnosis70. Jesús: ellos no tienen por qué hacerse libres, ya que no son esclavos
Conviene buscar entonces en el patrimonio judío el sentido que de nadie78.
podía tener la palabra «libertad» para los interlocutores de Jesús. Pero, si la dominación extranjera no puede poner en discusión
Su reacción ante el anuncio que escuchaban hace vislumbrar una el estatuto de libertad basado en la descendencia de Abrahán, es
sensibilidad muy viva: ¿no están, por otra parte, bajo el yugo de otra libertad distinta la que los compromete, la del pecado. La
Roma? Responden apelando a Abrahán, el elegido de Dios. Desde cautividad en que había caído el pueblo hebreo había sido inter-
su elección, los israelitas no reconocen más amo que el Dios único; pretada no solamente como el castigo de sus faltas, sino como la
no están sometidos a ningún ídolo. Ese es su privilegio de naci- decadencia que ocasiona la condescendencia habitual con el mal,
miento: «¿Ha nacido esclavo Israel? ¿ha nacido en la servidumbre?» de la que sólo Yahvé puede liberar79. Jn refleja esta tradición del
(Jer 2, 14). Esta comprensión de la libertad, esencialmente religiosa, lenguaje. Ciertamente, para los oyentes lo mismo que para Jesús,
había sido profundizada en la tradición judía a través de la expe- la libertad indica la relación viva con Dios, pero para los primeros
riencia del Éxodo71. Los hebreos conocieron en Egipto «la casa de es una posesión de derecho, inalienable, siendo así que requiere
la esclavitud», de donde el Dios de Israel sacó a su pueblo hacién- una fidelidad en las obras. La invocación del perdón por las faltas
dose su gó'el12. Pues bien, esta liberación no desemboca en una cometidas es un leitmotiv de la plegaria de Israel; además, el tema
independencia cualquiera (en griego, autopragía), sino en el cambio de la liberación es constante en los salmos y en los escritos pro-
radical de «señor»: los hebreos dejaron de ser esclavos de los egip-
cios para «servir a Yahvé»73; pasaron «de la servidumbre al servi-
75 Los rabinos expresan esto con un juego de palabras a propósito de las
cio»74; la recuperación de la libertad es servicio de Dios por medio tablas de la ley «Ex 32, 16 Las tablas eran la obra de Dios, la escritura era la
escritura de Dios grabada (harüt) en las tablas No leas «grabadas» (harüt),
sino «libertad» (herüí), ya que no hay hombre libre más que el que se ocupa en
70 Esto es, sin embargo, lo que hace R Bultmann, 334 n 4 Cf J O Tuñí, el estudio de la tora» (J Bonsirven, Textes rabbimques des deux premiers siécles
o c , 31-40, I de la Pottene, 792-797 chrétiens, n 53)
71 Cf el excelente opúsculo de D Daube, The Exodus Pattern in the Bible,
76 M Hengel, Die Zeloten, Leiden-Koln 1961, 120s Las monedas, descu-
London 1963
biertas en 1949, datan del año 2 ó 4 de la sublevación, o sea, del 67 ó 69 d C
72 El término gó'el, reservado al derecho familiar, designa al pariente próximo
77 F. Josefo, Ant Jud XVIII, 4, Bel Jud VII, 327 En Bel Jud XVIII,
al que incumbe el deber de rescatar los bienes y las personas que se hubieran
23 recoge el tema enunciado por el autor del libro de los Macabeos (2 Mac 1, 22,
convertido en propiedad de un extranjero es el redentor, el protector de los intereses
2, 22)
del individuo o del grupo (cf Lev 26, 13, Ex 6, 5-7) La expresión «casa de
78 Los modernos difícilmente pueden sentir todo el significado emocional del
esclavitud» se encuentra en Ex 13, 3 14, 20, 2, Lev 26, 45, Dt 5, 6, 6, 12
término «esclavo» Cf Y Garlan, Les esclaves en Gréce ancienne, París 1982
73. En la Biblia, Egipto acabó simbolizando las potencias enemigas cf Ap
79 Cf Sal 130, 141, 3, Jer 13, 15-27, donde se lee en el v 23
11, 18
«¿Puede un nubio mudar su piel,
74 Según el título de la obra de G Auzou, El libro del Éxodo. De la servi-
un leopardo sus pintas9
dumbre al servicio, Madnd 21969
Y vosotros, los habituados al mal,
¿podríais hacer el bien9»
224 Lectura del Evangelio de Juan 8, 31-59 8, 37-45 La luz de la vida (7-8) 225

féticos, ligado muchas veces al riesgo de la muerte. Jesús ha pre- El paso de la oposición esclavo-libre a esclavo-hijo es muy fácil
sentado aquí la libertad como fruto de la verdad plenamente acogida; si, con Théo Preiss83, reconstruimos el arameo subyacente al lenguaje
al negar que son esclavos, los objetores hablan como si se consi- joánico. La palabra «libres» (eleútheroi) de los v. 33.36 se dice en
deraran exentos de todo pecado80. arameo benei horaya', es decir, «hijos libres». Así pues, este tema
estaba ya esbozado con toda naturalidad por medio de las últimas
La respuesta de Jesús va introducida solemnemente por un doble palabras de los judíos: «hijos libres». Jesús declara:
Amén: Si el Hijo os libera, seréis realmente hijos libres.

Al decir que «el esclavo no permanece en la casa para siempre,


34 Jesús les respondió: «Amén, amén, yo os lo digo: el hijo permanece para siempre», Jesús repite un proverbio relativo a
Todo el que comete el pecado es un esclavo. la vida social de la época; pero al mismo tiempo orienta el pensamiento
35 Pero el esclavo no permanece en la casa para siempre, hacia una alegorización que ve en el «hijo» al Hijo del Padre, el que
el hijo permanece para siempre. está en relación íntima con Dios y por tanto permanece para siempre
Si, pues, el Hijo viene a haceros libres, en la familia84 divina.
seréis realmente libres». La transición al v. 36 es fácil: es «el Hijo» el que hace libre. La
afirmación inicial sobre «la verdad que hace libre» se recoge aquí,
pero traspuesta al Hijo; por tanto, en él se expresa la verdad. La
liberación prometida adquiere de este modo un sentido positivo de
El texto que retenemos con la mayor parte de los críticos dice: «filiación», y por eso mismo se sugiere el carácter divino de la misma.
«Todo el que comete pecado es un esclavo», y no: «un esclavo de
pecado»81. Este añadido no corrompe el pensamiento del texto, pero
señala prematuramente la naturaleza de la esclavitud de la que se trata; ¿Vuestro padre? ¡No lo es Dios, sino el diablo! (8, 37-45)
la ambigüedad es sin duda intencional y sólo se levantará en 8, 44
con la mención del diablo.
Tampoco se trata de uno o de varios pecados, sino del pecado. 37 «¡Sé bien que sois la simiente de Abrahán!
¿Entiende Jn el pecado por excelencia que es rechazar a Jesús, como ¡Pero no! Intentáis matarme;
1 Jn 3, 4: «Quién comete el pecado comete también la iniquidad»,
es que la palabra, la mía, no penetra en vosotros.
pasaje en donde aparece la dimensión escatológica? En nuestro con-
38 Y, lo que he visto en el Padre, lo proclamo;
texto es preferible considerar el pecado como el rechazo, descrito en
3, 19-21, de la luz del Logos derramada sobre el mundo antes de su y vosotros, lo que habéis oído a vuestro padre, lo hacéis».
venida en la carne82. Al tratarse de los israelitas, el término «pecado» 39 Ellos respondieron y le dijeron: «Nuestro padre es Abrahán».
en singular reduce toda trasgresión de la ley divina al rechazo de la Jesús les dijo: «Si fueseis hijos de Abrahán,
revelación. ¡haríais las obras de Abrahán!
40 Pero ahora intentáis matarme a mí,
un hombre que os he proclamado la verdad que aprendí de
80. G. Stemberger, La symbolique du bien et du mal selon saint Jean, Paris
1970, 77.
Dios.
81. A pesar de la lectura mejor atestiguada, que añade a doülos las palabras Esto Abrahán no lo hizo. I
tés hamartías, sin duda en función de la teología paulina (Rom 6, 6-18). T. Preiss las
mantiene, pero la lectura breve de los manuscritos D b sy8 conviene mejor a la pers- 83. T. Preiss, La Vie en Christ, Neuchátel 1951, 113.
pectiva joánica; cf. M. Black, Aramio Approach to the Gospels and Acts, Oxford 31967, 84. En griego, oikía (pero no oikos en su sentido material de 2, 16s; 11, 20)
171. puede designar a la familia (4, 53), el ambiente familiar (11, 13), a «la familia de
82. Cf. I, 149s. La palabra hamartía precedida del artículo determinado y Dios» (14, 2, según R. H. Gundry, ZNW 58 [1967] 68-72), la «comunión con Dios».
como objeto del verbo poieín sólo se encuentra tres veces en los Setenta (Dt 9, 21; En nuestro pasaje, esta expresión equivale a «junto al Padre» (para tdi Patrí), como
Tob 14, 7; cf. 12, 10) y en el nuevo testamento sólo aquí y, en un contexto lo vieron algunos Padres de la Iglesia (Eusebio, Praep. evang. XI, 38, 8; Epifanio,
escatológico, en 1 Jn 3, 4.8. Ancoratus 48, 5, PG 43, 101B).
226 Lectura del Evangelio de Juan 8, 31-59 8, 37-45 La luz de la vida (7-8) 227

41 Vosotros hacéis las obras de vuestro padre». 39). Si los judíos no protestan aquí contra la acusación de estar tra-
Le dijeron: «¡Nosotros no hemos nacido de la prostitución! mando la muerte de Jesús (cf. 7, 20), es porque no piensan más que
¡no tenemos más que un padre: Dios!». en sus propios derechos, en su condición de descendientes de Abrahán.
42 Jesús les dijo: «¡Si Dios fuera vuestro padre, me amaríais, Ante esta protesta, Jesús no puede menos de denunciar una vez más
porque yo es de Dios de quien he salido, y estoy allí. la incoherencia de su actitud: Abrahán no actuó de esa manera; creyó
Sí, no es por mí mismo como he venido, en la palabra de Dios, la obedeció y trasmitió la vida a Isaac87.
sino que es él quien me ha enviado.
43 ¿Por qué razón no comprendéis mi lenguaje?
Es que no podéis oír mi palabra. En un segundo movimiento, Jesús refuerza su ataque. Explicita
44 El padre del que vosotros sois, es el diablo, que «el padre», en contraposición con el que en el v. 38 se designa
y son los deseos de vuestro padre lo que queréis cumplir. como Padre suyo, es «vuestro» padre. Ahora los oyentes comprenden
Aquel era homicida desde el principio muy bien que alude a un padre poco honroso, e intentan distinguirse
y no se mantenía en la verdad: de los malos israelitas a los que acusaban los profetas de ser «hijos
sí, la verdad no está en él. de la prostitución»88, ya que abandonando al Dios único, se habían
Cuando profiere la mentira, es de su fondo de donde habla, ido tras los dioses extranjeros. Pues bien, al jactarse de tener a Dios
porque es mentiroso y padre de la mentira. por padre, los interlocutores precipitan el debate entre ellos y Jesús.
45 Yo, por el contrario, porque os digo la verdad Lo que está en juego no es ya su descendencia de Abrahán, sino su
no os fiáis de mí». relación con Dios. El rechazo del Enviado que «ha salido de Dios» y
que «está allí»89 demuestra que esta relación está comprometida.
Ha llegado para Jesús el momento de enfrentarse con el porqué de
El primer desarrollo se refiere a la paternidad de Abrahán: su la incredulidad. A los galileos les había revelado que la fe dependía
persona domina a lo largo de todos los v. 8, 37-40. El segundo (8, de la atracción ejercida por el Padre90; aquí se va a aventurar en las
41-45) establece una oposición entre Dios, a quien los interlocutores profundidades del adversario de Dios y de los hombres que se designa
llaman padre suyo, y el diablo cuyas obras están dispuestos a imitar. como el «diablo».
Al decir «mi palabra no penetra85 en vosotros», Jesús revela una A modo de introducción, Jesús dice una frase sorprendente: «No
actitud interior contraria a la que caracterizó a Abrahán: en vez de podéis oír mi palabra» (v. 43), que es más grave todavía que el reproche
querer la vida, buscan la muerte («intentáis matarme»). La intención anterior: «Mi palabra no penetra en vosotros» (v. 37); porque Jesús
homicida, denunciada en dos ocasiones (v. 34.40), es tanto más grave no dice: «no queréis», sino: «no podéis», como si fueran víctimas de
cuanto que en cada ocasión se relaciona con la misión de aquel a quien una especie de determinismo. Parece insinuar cierta predisposición al
intentan dar muerte, el Enviado que dice que ha visto al Padre (v. 38) mal: ¿estarán destinados los oyentes a no comprender? Esta deducción
o la verdad que él ha oído de Dios (v. 40). A los que rechazaban el
testimonio de Dios en favor suyo, Jesús les reprochaba: «Nunca habéis
87. Gen 12, 1-9; 15, l-6;22, 1-19.
oído su voz ni visto su rostro» (5, 37); aquí pone su fidelidad al Padre 88. La invectiva de los profetas es clásica desde Os 1, 2; cf. Ez 16, 15.44.
en contraste con la dependencia de sus interlocutores respecto a un Orígenes se pregunta si los judíos no sugieren que Jesús sería, como dice Celso, el
«padre» (se sobreentiende: «el de ellos»)86, que lógicamente no puede «hijo de Pantera» (Bar Panthera es la deformación injuriosa de Bar parthénos, «hijo
ser el patriarca. De ahí la réplica: «Nuestro padre es Abrahán» (v. de la virgen»): Orígenes, In Jo. XX, 128, SC 290, 221; cf. Contra Celso I, 28-32.
Esta alusión es poco verosímil, ya que Jn no habla de la concepción virginal de
Jesús.
85. El verbo griego khdréd puede significar «no tener sitio» o «no progresar». 89. El verbo hékó tiene el valor de un perfecto, que significa «haber llegado»
El contexto inmediato nos obliga a quedarnos con el primer sentido: mientras que (cf. 4, 47). Existe un empleo de este término en los papiros para indicar la mani-
Jesús deseaba que permaneciesen en su palabra (8, 31), constata que ni siquiera festación repentina de una divinidad: «Yo soy Dios. Yo soy o el hijo de Dios o un
penetran en ella. espíritu divino: ¡heme aquí! (hékó)» (Cf. WB6 698; Mt 24, 50; Le 12, 46; 15, 27;
86. Algunos manuscritos, menos seguros, añaden a toü patrós el pronombre Heb 10, 7.9).
hymón («vuestro»). Anticipan sin razón el v. 41. 90. Jn 6, 44; cf. supra, 123s.
228 Lectura del Evangelio de Juan ¡¡( 3j.jg
8, 44 La luz de la vida (7-8) 229
91
desconcierta al lector. Si no pueden «oír» , es que se han hecho ellos
mismos incapaces para ello: se han endurecido, con ese «determinismo
del pecado que se alimenta de su propia substancia»92. Habiéndose 44 «Aquel era homicida desde el principio
hecho sordos a los mandamientos de Dios, siguen estando cerrados a y no se mantenía en la verdad:
toda palabra nueva. Sí, la verdad no está en él.
Cuando profiere la mentira, es de su fondo de donde habla,
Detrás de su proyecto homicida Jesús discierne «los deseos de porque es mentiroso y padre de la mentira».
vuestro padre», el diablo; al prestar oídos al disgregador, son «de (ele)
él», sus hijos en el sentido semítico de la palabra93; su proyecto revela
esta pertenencia.
Es necesaria una observación: el evangelista no piensa en dar una El diablo es homicida ya desde el Edén, cuando Adán fue tentado
definición metafísica del diablo; quiere explicar el rechazo que oponen por la serpiente (Gen 3, 1-19), tal como lo interpretaba la tradición
a Cristo sus contemporáneos, un problema que se palpaba con mucha sapiencial: «Es por la envidia del diablo como la muerte entró en el
agudeza en los comienzos del cristianismo. Es verdad que Jesús habla mundo»95. La primera carta de Jn se hace eco de esta creencia: «El
del demonio como de una personalidad que actúa, como un actor en que comete pecado es del diablo, porque desde el origen (ap'arkhís)
la historia de los hombres. Dejando para la Apertura precisar en qué el diablo es pecador» (1 Jn 3, 8).
medida Jn afirma la existencia «personal» del diablo, conviene recordar Algunos autores96 han pensado que, al hablar del que es homicida
aquí la creencia judía. En efecto, Jesús se expresa como un judío de desde el comienzo, Jn no piensa en el diablo, sino en Caín que mató
su tiempo, ante cuyos ojos Dios se ve combatido por un ser que lleva a su hermano Abel. De hecho, después del pasaje que acabamos de
cantidad de nombres, como Satanás o Belial94. Pero nunca se concibe citar, la primera Carta de Jn exhorta: «¡Que nos amemos los unos a
en la Biblia al diablo como una especie de divinidad maniquea: por los otros! No y a como Caín: por ser del maligno, degolló a su hermano»
ser criatura, está sometida a Dios, aunque ejerce desde los comienzos (1 Jn 3, 12; cf. Gen 4, 1-8). Por muy interesante que sea esta idea,
una influencia nefasta sobre los hombres para separarlos de su creador. choca con el contexto del evangelio, así como con la precisión que
Su acción consiste ahora, según Jn, en impedirles creer en la palabra da la epístola: «por ser del maligno»: fue el diablo el que inspiró a
del enviado. Caín y el que, en nuestro texto, sigue siendo el «padre» que inspira
En efecto, el v. 44 sobre el diablo está enmarcado entre dos «¿por a los interlocutores de Jesús para que lo maten.
qué?», que se refieren a la incredulidad frente a la palabra de Jesús
(v. 43) y a la verdad que él dice (v. 46). Se percibe que, más arriba, La epístola permite precisar de dónde procede esta voluntad asesina
la acusación insistente «intentáis matarme» (v. 37-40) no tenía in- del diablo: no ya inmediatamente del deseo de quitar la vida a un
mediatamente la finalidad de provocar un cambio de actitud, ni so- hombre, sino del odio, de la ausencia de todo amor: «Todo el que
lamente la de probar la no-descendencia de Abrahán, sino la de fun- odia a su hermano es un homicida» (1 Jn 3, 15). Esto es lo que Jesús
damentar lo que ahora se les reprocha, es decir, la influencia del diablo: insinúa en 8, 42 cuando reprocha a los judíos que «no lo aman». El
diablo es homicida porque impulsa a los hombres al odio.
En el fundamento de esta actitud del diablo hay un hecho: «no se
91. Seguido del acusativo, el verbo akoúó puede tener un sentido material, como mantenía97 en la verdad». El verbo, en imperfecto98, designa un com-
paso previo a todo lo que indica el verbo «oír» (3, 8; 5, 37). Cf. supra, 47, n. 96. portamiento constante, no ya un acto del pasado, ya que en este último
92. X. Léon-Dufour, Endurecimiento, en VTB, 233-235.
93. La expresión «hijo de...» proviene de la mentalidad semítica que concibe 95. Sab 2, 24 (cf. Gen 2, 17; 3, 19). En otros lugares es Eva la que es acusada
la historia como una inmensa genealogía, no limitada a la procreación física, sino de este hecho (Eclo 25, 24). Pablo recuerda esta actividad de Adán (Rom 5, 12).
implicando también la filiación espiritual. Así Jesús habla de los «hijos de los
96. W. Bauer, Commentaire; N. Dahl, en Mél. Haenchen, Berlin 1964, 70-
fariseos» para indicar que el comportamiento de sus oyentes equivale al de los
84; G. Reim, NTS (1984) 619. Esta opinión es rechazada por muchos, entre ellos
fariseos. También habló de los «hijos del Maligno» (Mt 13, 38), de los «hijos de
R. Schnackenburg.
los asesinos de los profetas» (Mt 23, 31), de los «hijos de la luz» (Le 16, 8; 1 Tes
97. El verbo steko indica la estabilidad en que hay que vivir; cf. 1 Cor 15, 1;
5, 5; Jn 12, 36), etc.
16, 13; 2 Tes 2, 15.
94. Satanás, en DNT, 396s, en donde se recogen unos doce nombres atribuidos 98. Con los mejores manuscritos conviene leer ouk éstéken (imperfecto de
al «diablo».
stékó) y no «ouk héstéken (perfecto de hístémi).
230 Lectura del Evangelio de Juan 8, 31-59
8, 46-50 La luz de la vida (7-8) 231

caso habría sido preferible el aoristo. Por tanto, no hay motivos para
encontrar aquí una alusión a una caída antigua, como pensaron algunos
Padres de la Iglesia". Jn denuncia un estado. La expresión «no se 45 «Yo, por el contrario, porque os digo la verdad
mantenía en la verdad» adquiere toda su fuerza con su repetición en no os fiáis de mí».
orden inverso: «Sí100; la verdad no está en él», y con el cambio del
imperfecto («no se mantenía») a un presente («no está») se indica que
se trata de la constitución misma de su ser. Su palabra hace ver su alienación. Si no hubiera venido, si se
Después de denunciar el ser profundo del diablo, Jesús describe hubiera callado, no habría pasado nada (15, 22), pero Jesús habla y
la actividad que procede de allí: consiste, ya desde el Edén (Gen 3, entonces resulta evidente que no pueden soportar la verdad. El rechazo
1-5), en proferir la mentira y en engendrarla en el mundo101. La pre- del Revelador confirma lo que Jesús había dicho a sus hermanos en
sentación de esta figura mítica adquiere aquí nuevas facetas, en el Galilea: «A mí el mundo me odia porque atestiguo sobre ellos que
sentido de que funciona en el texto como antítesis tanto de Dios en sus obras son malignas» (7, 7).
cuanto Padre, como de Jesús en cuanto Hijo.
La oposición fundamental está entre las dos «paternidades» di- En el texto se esboza a continuación un giro: «¿Quién de entre
versas: la de Dios y la del diablo. Todo el desarrollo a partir del vosotros puede convencerme de pecado?». Después de una transición
v. 33 se apoya efectivamente en la noción de padre102, para desembocar (v. 46b.47) para recapitular todo lo anterior, todo converge en la
en 8, 47 en la doble declaración: «de Dios-no de Dios» según se persona de Jesús y en su propio misterio, como hace ver la objeción:
escuche o no su palabra. Velada por medio de alusiones (v. 38.41) y «¿Quién te haces entonces?» (v. 53). Las declaraciones de Jesús (v.
luego desenmascarada, la figura del adversario ofrece el horizonte 46.51.56.58) irán in crescendo, así como las reacciones que van sus-
oscuro sobre el que se va representando el drama de la incredulidad citando.
y de la no-filiación de Dios.
Por otra parte, el comportamiento del diablo se describe como el
inverso al de Jesús: él habla103 «de su propio fondo», mientras que Jesús es sin pecado (8, 46-50)
Jesús habla de lo que ha oído del Padre y «no de sí mismo»104. El es
homicida desde el principio, mientras que Jesús libera de la muerte
(v. 51). El profiere la mentira, mientras que Jesús dice la verdad 46 «¿Quién de entre vosotros puede convencerme de pecado?
(v. 40.45.46). Si digo la verdad, ¿por qué no os fiáis de mí?
Así pues, es el rechazo del Hijo el que manifiesta la esclavitud 47 El que es de Dios oye las palabras de Dios.
(cf. 8, 34) de los oyentes, sometidos al padre de la mentira: La razón por la que no me oís vosotros, es que no sois de Dios».
48 Los judíos respondieron y dijeron:
99. Así Crisóstomo, Agustín, recogidos por santo Tomás, n. 1244; cf. I. de «¿No tenemos razón de decir nosotros
la Potterie, 925 s. que tú eres un samaritano y que te posee un demonio?».
100. El gár al comienzo del verso equivale a una repetición de la acusación 49 Jesús respondió: «A mí ningún demonio me posee,
anterior.
101. El griego presenta una ambigüedad: «Es mentiroso y padre de él (autoü)»; sino que honro a mi Padre, mientras que vosotros me des-
¿qué es lo que designa el pronombre autoü? Si es masculino, se refiere a «mentiroso»; honráis.
si es neutro, a «mentira». Como es inconcebible que el mentiroso pueda ser padre 50 Yo no busco mi gloría; hay alguien que (la) busca y que
de sí mismo, los críticos prefieren la segunda lectura: el diablo está en el origen de juzga».
todo tipo de mentiras.
102. 8, 33.37.38.41.42.44
103. Con el verbo laléó utilizado ordinariamente por Jn para indicar que Jesús
«proclama» ciertas palabras, o también que el Espíritu santo hace realizar la reve- Insistiendo en el hecho de que él dice la verdad, Jesús intenta un
lación traída por Jesús. doble objetivo. Opone su palabra a la mentira que ha seducido a sus
104. 12, 49; 14, 10; cf. 5, 19; 8, 42.
interlocutores y se distancia de ellos afirmando que él no tiene nada
232 Lectura del Evangelio de Juan 8, 31-59 8, 51-55 La luz de la vida (7-8) 233

que ver con el pecado. Al comienzo de su enseñanza en el templo,


había dicho a propósito del Enviado: Después de que Jesús los ha tratado de «hijos del diablo», los
judíos le pagan con la misma moneda calificándole de «samaritano»
Este es veraz y de «poseso». A no ser que se trate de una injuria trivial, calificar a
no hay injusticia en él (7, 18)105. uno de «samaritano» es evocar la pretensión de algunos profetas de
Samaría que se atribuían una dignidad divina109. Esta interpretación
Aquí se observa una conexión de los dos temas; en 8, 50 se les añade vendría muy bien en un contexto en el que Jesús afirma que es sin
el tema de la gloria propia que Jesús no busca (cf. también 7, 18). La pecado: ¿qué hombre puede afirmarlo de sí mismo? Pero el acento
ausencia de todo pecado se debe a la perfecta sumisión de Jesús a su recae más bien en el epíteto de «poseso» (cf. 8, 49.52), y por tanto
Padre; más adelante, afirma que él «guarda» la palabra de Dios (v. 55). el término «samaritano» podría decir algo equivalente, ya que los
La perspectiva no es simplemente moral, sino que se refiere a la cualidad
saman taños eran considerados muchas veces como magos110.
entitativa del Hijo, «lleno de gracia y de verdad» (1, 14).
A la acusación calumniosa por la que los «judíos» querían desem-
Mediante el giro jurídico «convencer de»106, se mantiene al lector en
el contexto general del proceso de Jesús. Pero la situación parece invertirse barazarse de él111, Jesús responde con una simple negación, sin preo-
ahora, ya que Jesús fundamenta y expresa en una sola sentencia la cuparse de demostrar nada. Su pensamiento está en otro sitio, en su
constatación de no-filiación divina de sus interlocutores: Padre. Por eso no muestra ningún interés por su propia persona, a no
ser en la medida en que se ve comprometido el honor del Padre; y
ahora lo está porque el Enviado representa a quien lo envía. Así pues,
se pone en manos de aquel que sabe defender su propia gloria y que
47 El que es de Dios107 oye las palabras de Dios. hace justicia al oprimido112. Estas palabras no aportan ninguna nueva
La razón por la que no me oís vosotros, es que no sois de revelación, pero le permiten al lector ensanchar al ánimo antes de
Dios. escuchar una proclamación solemne.

Como la negativa a oír se refiere en el contexto inmediato a la verdad Jesús y la muerte (8, 51-55)
que dice Jesús, está claro que, según Jesús, ha nacido de Dios todo el
que oye las «palabras de Dios» que él mismo pronuncia; por consiguiente,
los interlocutores no son «de Dios». Esta negación es más radical que
el reproche de tener al diablo por padre: renunciando a un lenguaje en 51 Amén, amén, yo os lo digo:
imágenes, toca directamente la convicción que tienen los interlocutores 'Si alguien guarda mi palabra, no verá jamás la muerte'».
de estar vinculados a Dios mismo (cf. 8, 41). La fórmula es dualista, 51 Entonces los judíos le dijeron: «Ahora reconocemos que
como si existieran dos clases de hombres: unos que oyen a Jesús y son nio te posee:
de Dios, y otros que no; se sabe, sin embargo, que no se trata de una Abrahán murió, los profetas también, y tú dices:
predestinación, sino de un estado adquirido108 que se pone de manifiesto 'Si alguien guarda mi palabra, no verá jamás la muerte'.
por la reacción de unos y de otros frente al Enviado. 53 ¿Serás mayor que nuestro padre Abrahán, que murió?
Los profetas también murieron. ¿Quién te haces entonces?».
105. Cf. supra, 176.
106. El griego elégkho tiene muchas veces el sentido jurídico de «convencer
109. Sobre los profetas samaritanos, cf. Justino, Apol. 26, 3; Dial. 120, 6;
a alguien de una falta», y consiguientemente de «reprochar», «echar en cara».
Orígenes, Contra Celso VI, 11; Dositeo se hacia pasar por «el hijo de Dios».
Así, no se puede convencer a Dios de error en sus juicios (Sal 51, 6; Rom 3, 4).
110. Así Simón el Mago: Hech 8, 10; cf. Justino, Apol. 26, 1.4-6.
Llegará el día en que el Paráclito «convencerá de pecado» al mundo que se niega
111. Según la tradición sinóptica, la acusación de «poseso» se lanzó contra
a creer (Jn 16, 8s).
Jesús a propósito de sus exorcismos (Me 3, 22 par); en Jn, solamente se suscita a
107. La expresión «...de (ek) Dios» se encuentra en 1, 13; 7, 17; 8, 42 para
propósito de la palabra de Jesús.
designar un origen propiamente divino. Equivale a «hijo de»; cf. supra, 228, n. 93.
112. Dios toma la defensa del acusado inocente: Sal 7, 9; 26, 1; 43, 1; Sab
108. Cf. supra, 227s, sobre 8, 43b.
3, 1-8.
234 Lectura del Evangelio de Juan 8, 31-59 8, 56-59 La luz de la vida (7-8) 235

54 Jesús respondió: «Si soy yo el que me glorifico, mi gloria cípulo, sus interrogantes centran la atención solamente en Jesús. Este
no es nada. El que me glorifica es mi Padre, responde indirectamente, no ya sobre el misterio de la muerte, sino
del que vosotros decís: 'Es nuestro Dios'. repitiendo su relación con el Padre. Pues bien, si repite que él no
55 Sin embargo, no lo reconocéis busca su propia gloria (cf. 8, 49s), la formulación es ahora nueva en
mientras que yo lo conozco bien. virtud del verbo «glorificar» (doxázd): el Padre efectivamente lo «glo-
Y si yo llegara a decir que no lo conozco bien, rifica». ¿No es esto implícitamente declararse «más grande»? Dios
sería semejante a vosotros, un mentiroso; glorifica a su Enviado haciéndole realizar en el mundo unas obras que
pero lo conozco bien y guardo su palabra». irradian la gloria divina, y lo glorificará plenamente el día de su
exaltación (13, 31s; cf. 12, 28).
Luego Jesús apela a su experiencia de Dios. Utiliza el verbo oida,
propiamente «saber» con un conocimiento exhaustivo, aquel del que
Este pasaje, que comienza con un doble amén, va encuadrado por había hablado a los judíos de Jerusalén en términos de isión:
la expresión «guardar (la) palabra»: va desde la exigencia que se
plantea (v. 51) hasta lo que le sirve de fundamento, o sea, el com- Por sí mismo el Hijo no puede hacer nada, a no ser lo que ve haciendo
portamiento del mismo Jesús, que guarda la palabra del Padre (v. 55). al Padre... Sí, el Padre ama al Hijo y le muestra todo lo que posee (5,
19.20).
Jesús le promete al discípulo que no verá nunca la muerte. La vida
eterna se le ha anunciado a Nicodemo (3, 16), a la samaritana (4, 14),
a los judíos de Jerusalén (5, 24), a los galileos (6, 40.47). Aquí se Mientras que Jesús dice la verdad que «sabe» por experiencia, los
formula esta misma promesa, no ya positivamente con los términos interlocutores que pretenden estar vinculados a Dios no han aprendido
de «vida» o de «vivir», sino únicamente con la negación de la a conocerlo (ginóskó): no lo reconocen"6. Jesús salvaguarda de este
muerte"3. Enunciada en un contexto de homicidio, la promesa «no modo el honor de Dios que lo ha enviado y que debe ser reconocido
ver jamás la muerte» contrasta con «morir en el pecado» (v. 21.24). a través de sus palabras y de sus obras. Si Jesús no es un «mentiroso»,
Esta fórmula introduce en la afirmación que hacen los judíos de la es que no «se hace» a sí mismo, sino que está en relación con el Padre
muerte universal. que le hace hablar y actuar. Esto es lo que el párrafo siguiente va a
poner de relieve gracias a la proclamación Yo soy.
Su objeción, más bien prolija en esta ocasión, opone al anuncio
de Jesús una ley insoslayable: si hay un hecho que se impone a todo
el mundo, es que el hombre tiene que morir. Al insistir en el hecho
de que incluso Abrahán y los profetas murieron, los judíos se indignan Jesús existía antes que Abrahán (8, 56-59)
como si Jesús pretendiera no estar sometido a la suerte común de los
seres humanos114, lo cual es algo que ronda la locura («un demonio A la pregunta que, por su forma gramatical, implica la imposi-
te posee»). bilidad de ser más grande que Abrahán. Jesús responde situándose
De ahí sus preguntas provocativas: «¿Serás mayor que nuestro respecto al padre de los creyentes:
padre Abrahán?»"5 y «¿Por quién te tomas?» (literalmente: «¿Quién
te haces?»). Si la samaritana oponía a Jesús al padre Jacob de forma
irónica, los judíos se indignan contra la pretensión de Jesús de dominar
la muerte. Al mismo tiempo, ignorando lo que se ha dicho del dis-

113. En 11, 26 la afirmación negativa «no morirá jamás» queda encuadrada


por la palabra «vivir».
114. Es difícil encontrar un matiz significativo entre «ver» y «gustar» la muerte. 116. Como decíamos a propósito de 7, 27 (cf. supra, 179, n. 64) hay una
Sobre esta última expresión, cf. Sal 88, 49 (LXX); Le 2, 26; Heb 11, 5. Cf. SB I, ligera diferencia que distingue a los verbos oída y ginóskó (cf. Bib 40 [1959] 709-
753ss. 725); reflejamos aquí esta diferencia traduciendo ginóskó por «reconocer», palabra
115. Al estar planteada con la partícula me, la pregunta está esperando una que sugiere un progreso en el conocimiento, mientras que oida puede ser traducido
respuesta negativa, como en 4, 12 (cf. I, 289s). o por «saber» o por «conocer (bien)».
236 Lectura del Evangelio de Juan 8, 31-59 8, 56-58 La luz de la vida (7-8) 237

Más probablemente Jn afirma que la fe de Abrahán le concedió penetrar


en las tinieblas del porvenir; del mismo modo, según Jn, Isaías «vio
56 «Abrahán, vuestro padre, se alegró con la idea de ver mi
la gloria de Jesús» (12, 41). Esta tradición de una contemplación
día. Lo vio y se alegró».
anticipada, anunciada ya en el antiguo testamento121, aparece también
57 Entonces los judíos le dijeron: «No tienes aún cincuenta
en la Carta a los hebreos:
años, ¿y has visto a Abrahán?».
58 Jesús les dijo: «Amén, amén, yo os lo digo: En la fe (los patriarcas) murieron todos,
Antes de que Abrahán viniese a la existencia, Yo soy». sin haber obtenido la realización de las promesas,
59 Entonces recogieron piedras para echarlas sobre él. pero después de haberlas visto y saludado de lejos (Heb 11, 13).
Pero Jesús se ocultó y salió del templo.
En Jn se da algo más. En su fe, Abrahán se alegró plenamente,
porque contemplaba de antemano no solamente las promesas, sino la
salvación de la que Isaac era figura. ¡Magnífica afirmación de la
Finalmente Jesús va a pronunciar la palabra decisiva sobre sí mis-
unicidad de la revelación, cuyo término se da junto con su comienzo!
mo, preparada lentamente por medio de las fórmulas elípticas «creer
Secundariamente se puede descubrir en el v. 56 una nota de ironía
(comprender) que yo (lo) soy» (8,24.28); va introducida por la relación
contra la actitud de los interlocutores, los «descendientes de Abrahán».
establecida con el personaje único que es Abrahán, el padre de Israel.
Mientras que Pablo presentaba a Cristo como semilla prometida al Estos ridiculizan la proclamación de Jesús, como cuando había
patriarca (Gal 3, 16) y por tanto como su descendiente, Jn sitúa al pretendido reedificar el templo (2, 20); incluso la reducen al plano
Hijo antes de Abrahán. Pero primero hace de éste un testigo ocular terreno de la sucesión de los años122. Más aún, invierten el sujeto de
de Jesús, lo cual no se dice de Moisés, a pesar de que sus escritos la frase; no pueden imaginarse que el padre Abrahán se haya pre-
dan testimonio en favor de Jesús (5, 46). ocupado de ver a este hombre que les habla. Al obrar así, mantienen
a la persona de Jesús en el centro de la atención.
La alegría había llenado el corazón de Abrahán tanto cuando se le
hizo la promesa"7 como cuando nació su hijo, llamado Isaac preci-
samente en virtud del gozo que suscitaba"8. Así pues, Abrahán era el La solemne proclamación:
creyente tenso hacia la realización de lo que anunciaba para el porvenir
la promesa de Isaac. ¿Cómo pudo él «ver» el día de Jesús, es decir,
—según las representaciones judías— el día de la aparición del me- 58 «Amén, amén, yo os lo digo:
sías?'19. Antes de que Abrahán viniese a la existencia, Yo soy».
Según una primera hipótesis, Abrahán vio aquel día desde el pa-
raíso en donde lo situaba el judaismo120, es decir, después de su muerte.
Parece situarse igualmente en el plano del desarrollo cronológico,
117. Gen 17, 17; Jub. 15, 17. Sobre la alegría (agálliasis), término que suele
utilizarse en un contexto escatológico, cf. TWNT I, 19s.
teniendo además en cuenta que el devenir (genésthai) de Abrahán se
118. Filón: «Isaac no será un hombre (como los demás), sino la risa, símbolo opone al ser (einai) de Jesús: ésta es la primera lectura que se puede
del gozo» (mut 131). Cf. Jub 14, 21; 15, 17; 16, 19s; Gen R 44, citado en SB I,
468. En el antiguo testamento, la alegría va casi siempre asociada a los anuncios 121. Balaán, caracterizado como el que escucha las palabras de Dios, obtiene
de salvación; cf. vgr. Is, 9, 2; 35, ls; 44, 23; Bar 4, 22s, y en el profeta Sofonías: la respuesta divina sobre el Mesías y sus ojos se abren:
«Salta de gozo, hija de Sión... «Lo veo, pero no para ahora;
Yahvé está en medio de ti, héroe salvador». lo percibo, pero no de cerca:
119. Cf. Hen 61, 5; 4 Esd 13, 52. Jn actualiza el «día del Hijo del hombre» de Jacob sube un astro...» (Núm 24, 16s).
(cf. Le 17, 24). Según Cirilo de Alejandría (PG 73, 933) y Agustín (Jn Jo. 43, 16), 122. Ireneo (Adv. Raer. II, 2, 6) deducía de este texto que Jesús tenía entonces
ese día se referiría a la encarnación (y la resurrección); según Crisóstomo (PG 59, cuarenta años. Esta hipótesis, poco fundada, caería por tierra si se aceptase la
304) y santo Tomás (n. 1287), a la pasión. traducción propuesta por E. Delebecque: «¿Has visto a Abrahán hace menos de
120. El «paraíso» es el lugar en donde los justos están aguardando su destino, cincuenta años?»; en griego, la edad de una persona no se dice nunca con el verbo
como lo sugiere Le 16, 23-29, en la parábola del rico y de Lázaro. ékho (cf. 89, n. 33).
238 Lectura del Evangelio de Juan 8, 31-59
8, 56-58 La luz de la vida (7-8) 239

hacer. Esta palabra afirma con claridad la preexistencia de Jesús, no


mediante un imperfecto como en labios del Precursor (1, 15.30), sino Lo que se presupone en este capítulo, que no tiene ninguna ne-
en presente. Jesús dice que existe, sin más (cf. 1, 1), antes de que cesidad de demostración para el auditorio judío, es que no hay vida
hubiera nacido Abrahán. Ya, a lo largo del capítulo, afirma que conoce ni salvación para el hombre más que en su relación con Dios. De este
su origen, su ser «de arriba». Pues bien, si su presencia domina todo modo Jesús ha basado la llamada a creer en él en el hecho de que
el desarrollo del tiempo, se da aquí implícitamente una pretensión de trasmite al mundo la verdad que ha aprendido del Padre124; él no habla
divinidad. ni actúa por sí mismo. Sin embargo, no se borra nunca como si fuera
sólo el instrumento o el canal de la revelación que le ha encargado el
La lectura anterior da cuenta del texto tal como se presenta; sin Padre. Se afirma como un sujeto: su Yo permanece desde el principio
embargo, hay numerosos exegetas que opinan que la fórmula Yo soy hasta el fin en primera fila y la palabra que pronuncia Jesús de parte
diría algo más. A diferencia de los giros de 8, 24.28, el Yo soy toma de Dios es calificada con insistencia como «mi» palabra125. ¿No habrá
en este versículo un valor sin igual. Aislada de su contexto inmediato, que concluir de aquí que la revelación de que Jesús es portador consiste
la fórmula suena como la repetición de la expresión 'ani hü reservada en la manifestación de su misma persona? ¿Por qué puede ser reco-
a Dios mismo. Para ello estos críticos recurren al pasaje del Éxodo, nocido y encontrado Dios como Padre, sino porque está en el Hijo?
en donde Yahvé confía su nombre a Moisés. Por el Hijo el misterio del Único se manifiesta como misterio de
comunión.
Seré el que soy...
Hablarás así a los hijos de Israel:
Yo soy me ha enviado a vosotros (Ex 3, 14)123.
La trasparencia de Jesús es tan perfecta que, según 8,19, conocerlo
a él sería «conocer también al Padre». Pero la mística del uno en Jn
no conduce a la absorción o a la desaparición del sujeto entregado a
De aquí a concluir que Jesús se identifica con Yahvé no hay más
la Presencia. Al contrario, puesto que ésta es llamada a la relación
que un paso, que dan alegremente algunos lectores. Pero semejante
recíproca, su singularidad se ve confirmada por ello. Entonces queda
asimilación, que no tiene nada de joánica, es inadmisible. Nunca Jesús
asegurado en el ser. Cuando Jesús declara Yo soy, no se designa como
se pone en el mismo plano que el Padre: es su Enviado, depende en Dios, sino que proclama la relación vivificante que es absoluta para
todo de él. Sin embargo, sigue siendo verdad que la fórmula Yo soy el Hijo.
como tal, no puede menos de evocar el nombre divino: de ahí su En el primer cuadro del capítulo, el evangelista había asentado el
carácter paradójico, que invita a la interpretación del mismo en función principio de esta relación mutua cuando presentó el testimonio de Jesús
de lo que dice el contexto. En efecto, el capítulo tiende en su totalidad como si fuera el de dos. En lo que continúa del texto, la frecuencia
hacia esta conclusión. en labios de Jesús de las palabras «veraz» y «verdad»126 apoya nuestra
interpretación de la fórmula, si se tiene en cuenta el matiz que tienen
123. En Ex 3, 14 'ehye 'asher 'ehyeh se traduce de otra manera. Se trata de en hebreo de «solidez»127. Y al revés, la mentira equivale para la
dos verbos, los dos en presente o más exactamente en no-cumplido (en oposición
al modo que indica una acción terminada). En español se puede traducir tanto por
Biblia a la inconsistencia, a la nada128.
el futuro como por el presente. En vez de traducir, como de ordinario: «Yo soy el Enfrentado con unos adversarios que quieren matarlo y, más pro-
que soy» (¡lo cual parece en el fondo poco inteligible!), la TOB traduce: «Yo soy fundamente, con el poder del pecado y de la muerte, Jesús de Nazaret
el que seré», indicando así acertadamente que no se trata de la esencia intemporal sigue siendo para el evangelista aquel que es «de arriba», consciente
de Dios, sino de su fidelidad en el tiempo respecto al pueblo. Esta traducción se de su condición de Hijo y de la fidelidad del Padre. Afirma su plenitud
inspira sin duda en la exégesis judía actual que mantiene «ser con». C. Touati cita de ser como una última llamada a creer, y a la vez como un grito de
M. Berakot 9b (¿siglo III?): «Lo mismo que yo estoy con ellos en su esclavitud
actual, también estaré con ellos en su esclavitud bajo los reinos». F. Rosenzweig y
M. Buber traducen igualmente: «estar presente al lado de ellos» ('ehye 'asher 'ehye, 124. 8, 26.28.38.40 (y 45.46).
Ex 3, 14, como «el Ser con»), en Dieu et l'étre: Etudes Augustiniennes (1978) 75- 125. 8, 14.31.37.43.51.
84. Aunque seguimos manteniendo desde hace ya cuarenta años la dimensión his- 126. 8, 14.16.26.32.44.44.45.46.
tórica de esta expresión, preferimos traducir: «Yo seré el que soy», afirmando así 127. Cf. Verdad, en VTB, 821-825.
el porvenir en nombre del presente. El verdadero nombre de Dios es Yo soy, tal 128. 8,44 (ter).55. Cf. Sal 4, 3; 1er 16, 19... Los ídolos son para los profetas
como se dice a continuación en el texto del Éxodo. la expresión más importante de la mentira y de la nada: Jer 2, 5.11; 10, 8...; cf.
Rom 1, 25.
240 Lectura del Evangelio de Juan 8, 12-59 La luz de la vida (7-8) 241
8, 12-59

alegría. ¿No es esto un eco del prólogo? Jesús de Nazaret expresa al con Dios, hasta el punto de que, con la ayuda de una reflexión com-
Logos del que se ha afirmado que su existencia es absoluta, es decir, plementaria, el creyente puede llegar a decir que Jesús es Dios. Pero
que está en perfecta relación con Dios; de Jesús se oye una palabra hay que precisar más: es el Hijo de Dios, de un Dios que es relación
que significa su plenitud de existencia, debido al hecho de su perfecta subsistente.
relación con el Padre. He aquí por qué resulta tan delicado apropiarse del Yo soy de
Esta declaración es insostenible para los judíos, y por eso toman Jesús. Sin embargo, algunos europeos impregnados de hinduismo no
piedras129 para lapidar al blasfemo130. Pero Jesús se escapa131, porque han tenido reparo en hacerlo. Así por ejemplo, suponen que Sankara,
sin duda su hora, la hora de su elevación, no ha llegado todavía. Más al profundizar en su propio yo, pensaba que había alcanzado a Dios
aún: con él, es Dios el que sale de su templo132. mismo. Esta búsqueda de la divinidad, por muy noble que sea, no
puede compararse con la constatación de Jesús. En vez de hablar de
«esencia», conviene expresarse en términos relaciónales: Dios es
APERTURA esencialmente relación entre el Padre y el Hijo. La experiencia de
Jesús es la de su relación indestructible con su Padre.
A la pregunta: «¿Quién eres entonces?», Jesús nunca respondió Pues bien, en la medida en que el creyente se conoce por medio
claramente. Es verdad que la víspera de su muerte afirmó que era el de Jesucristo en relación con Dios, el misterio de Jesucristo pasa a
Mesías (aunque según Mateo, a diferencia de Marcos, se contentó ser el suyo propio. Les corresponde a los dogmáticos apreciar cuál
con remitir en su respuesta al que lo cuestionaba). Pero durante su es la diferencia que separa al creyente y a Jesús. Lo cierto es que
vida pública no hizo nunca una declaración de este tipo. Al contrario, muchas veces el cristianismo desconoce la nobleza de su existencia,
fue él el que preguntó a los discípulos: «¿Quién decís que soy yo?». a pesar de que podía acceder al sereno reconocimiento y al amor de
Jesús deja hablar a los demás; no quiere «definirse», ya que no puede su propio ser.
encerrar en un título el misterio de su ser.
El mismo evangelista, a pesar de que se ha aventurado en los Con la salida del templo se cierra una etapa. Si el proceso no
secretos misteriosos de Cristo, tampoco ha dejado decir a Jesús que termina más que con la condena oficial pronunciada por Caifas (11,
era Dios. La afirmación del prólogo, sin embargo, es clara: «El Lo- 57), el largo debate del capítulo 8 pone al lector en presencia de la
gos era Dios». ¿A qué se debe esta sobriedad en labios de Jesús? incredulidad de los judíos. No es éste el lugar de investigar sobre lo
Quizás es que Jn quiere abrir al lector a la reflexión sobre el misterio que ocurrió históricamente, ya que el evangelista proyectó volunta-
de Dios Padre. Al decir: «Antes de que Abrahán viniera a la existencia, riamente sobre este episodio el conflicto de su Iglesia con la sinagoga;
Yo soy», Jesús proclama su preexistencia y al mismo tiempo afirma pero al obrar así, quiso darle al acontecimiento de un tiempo pasado
la plenitud y la permanencia de su ser. No ya de una individualidad un significado actual para mí hoy. Esto es lo que el lector tiene derecho
que se sostiene por sí misma, sino de un ser en comunión absoluta a descubrir en la presentación del evangelista.
Partiendo del punto de vista de los judíos, era perfectamente nor-
129. Sin duda, entre las piedras que servían para la construcción del templo: mal rechazar la adhesión a un hombre que no tenía miedo de violar
cf. F. Josefo, Ant. Jud. XVII, 9, 3; SB II, 527. el sábado y de amenazar así la estabilidad del judaismo; más aún
130. Lev 24, 16. Esta pretensión de la divinidad seguía siendo la objeción de
los judíos en tiempo de los Padres de la Iglesia; así Trifón en sus dificultades con este hombre pretendía nada menos que estar en relación subsistente
Justino dice: Jesús debería ser adorado (Dial. 38, 1); sería Dios antes de los siglos con Dios, atentando contra el estricto monoteísmo. En definitiva, los
(48, 1). judíos no podían menos de chocar con el misterio de la encarnación
131. Habiendo subido a Jerusalén en secreto (7, 10: en kryptoí), Jesús ahora escándalo inevitable.
«desapareció» (ekrybe, de krypto), aguardando el momento en que desaparecería Hoy, si este escándalo sigue siendo arduo para la fe, no es en
definitivamente a la vista de sus contemporáneos (ekrybe: 12, 36). virtud de la comprensión de las Escrituras o de la violación de algún
132. Lo mismo que la gloria de Yahvé salió de debajo del umbral de la Casa,
dejó luego la Ciudad (Ez 10, 4.18; 11, 23). Algunos manuscritos añaden al texto
que otro precepto particular, sino más bien, para nosotros, lo mismo
de Jn: «y pasando por en medio de ellos, caminaba y se iba tranquilamente (hoútos)» que antes para los oyentes de Jesús, por el hecho de que Dios se haya
añadido que evoca a Le 4, 30 y en donde algunos comentaristas leen un anuncio hecho hombre. Además, a través del comportamiento de los judíos tal
de la resurrección. como lo describe Jn, se percibe una actitud que puede ser muy bien
242 Lectura del Evangelio de Juan 8, 12-59
8, 12-59 La luz de la vida (7-8) 243
la nuestra. Todo hombre tiene miedo de una verdad que viene a
desconcertar sus hábitos mentales, por lo que se puede llegar a in- existencia casi autónoma sin que llegue a determinarse bien su
tentar poner todos los obstáculos posibles para que se abra paso esa personalidad; así se explican los nombres tan numerosos que se le
verdad. Cualquier cosa, antes de abrirse a una nueva intervención pueden dar.
de Dios. Y esta reflexión vale igualmente para nuestra institución Los evangelios evitan el dualismo excesivo en el que cayó la li-
eclesiástica, en la medida en que se complace en un lenguaje que teratura de Qumrán, pero están convencidos de la existencia de los
pretende ser exclusivo en la expresión del misterio. demonios que infestan la vida de los hombres y de los que Jesús triunfa
con sus exorcismos; Satanás, el adversario, es vencido por Jesús (Le
La incredulidad de los judíos frente a Jesucristo se ve iluminada 11, 20 par; Me 3, 23-27 par) y cae del cielo como el rayo (Le 10,
en Jn mediante el recurso a la acción misteriosa del «diablo». Entre 18). El evangelista Jn, por su parte, evita todo relato de exorcismo,
Dios y el hombre se encontraría entonces un personaje que, sin qui- preservando a sus lectores de una especie de folklore, aunque pone
tarle al hombre su responsabilidad, explicaría el rechazo de la palabra también de relieve la figura del adversario. Satanás entró en Judas,
de Dios y el odio homicida contra Jesús. Semejante manera de hablar uno de los Doce, cuando aceptó el bocado que se le ofrecía como
conviene muy bien a los espíritus formados por el catecismo tradi- signo de comunión (Jn 13, 27). Este adversario es el que mueve a
cional. Sin embargo, actualmente, son numerosos los que relegan esta rechazar el mensaje de Jesús, ya que no se «mantiene en la verdad»,
representación al museo de las imaginaciones inútiles, por no decir él, que desde el origen es el Mentiroso y el Homicida (cf. 8, 44).
peligrosas. Pues bien, rechazar la intervención del diablo, ¿no será Tiene además una descendencia, los «hijos del diablo», empezando
tirar al bebé con el agua del baño? Conviene por tanto medir todo por Judas, llamado también «diablo» (6, 70); de este modo es como
el alcance del lenguaje de Jesús según Jn. surgen verdaderos focos de división y de odio.
El término «Satanás» no designó originariamente lo que nosotros ¿Hemos de tomar al pie de la letra esta escenificación? No lo
entendemos por «diablo». Al principio este término designa a un «ad- creo. Conviene respetar un principio de orden lingüístico: en cualquier
versario», político o religioso (1 Re 11, 14.23); luego, por el año 520 proposición hay que distinguir entre lo que se afirma y el presupuesto
a. C. a un «acusador» (Zac 3, 1-5); más tarde es el «tentador», aquel que hace comprensible dicha afirmación. Dos ejemplos. Cuando Jesús
que, formando parte todavía de la corte divina, viene a dar cuentas a evoca al personaje de Jonás para invitar a sus oyentes a la conversión
Dios de la actividad que ejerce sobre la tierra (Job 1-2). Poco a poco, (Le 11, 29-32 par), habla de él como de un personaje de carne y
bajo la influencia del pensamiento irano-babilonio, este cortesano de hueso: tal es el presupuesto de su predicación. Sin embargo, nadie
Yahvé recibió una nueva función: descargar a Dios de la responsa- en nuestros días se atrevería a deducir de allí que Jesús afirmó la
bilidad de las acciones malas que, según la mentalidad semítica, se existencia histórica de Jonás. Tampoco el personaje Adán designa
le atribuían a él en definitiva: ¿no depende todo de Dios (Is 45, 7)? simplemente a un individuo, sino al hombre por excelencia, como ha
Mientras que, según el libro de Samuel, es Dios el que sugiere a demostrado bien J. de Fraine, Adam et son Lignage, París 1959. En
David que haga el censo de Israel —lo cual es un pecado grave (2 estas condiciones, el personaje Adán no pierde su importancia, sino
Sam 24, 1)—, en un texto bíblico posterior en varios siglos esta que adquiere un valor mucho más grande todavía, debido al hecho
sugerencia se le atribuye expresamente a Satanás (1 Crón 21, 1). Del de que todo hombre se encuentra afectado por lo que se dice de él •
mismo modo, la prueba a la que se vio sometido Abrahán por parte es lo que pasa con la Carta a los romanos o en la primera a los
de Dios (Gen 22) se convierte en una tentación de Mastema (uno de corintios. ¿No ocurrió lo mismo en lo que respecta a Satanás? Jesús
los nombres de Satanás) por el año 100 a. C. fJub. 17, 16). Desde habla de él según la creencia judía de su época, sin afirmar inme-
entonces, este personaje se describe como maléfico en todas sus ac- diatamente la existencia suya como la de un ser individual.
ciones perversas. Finalmente, en la época de Jesús, la personifi- ¿Qué es lo que representa entonces? El cuarto evangelio nos pone
cación de esta potencia del mal llega hasta el punto de que, también en la pista cuando habla del «Príncipe de este mundo». Sin duda
aquí bajo la influencia del dualismo iranio, los demonios se mul- mantiene la representación de un «jefe», de una fuerza hostil; pero
tiplican bajo el dominio de un príncipe de los demonios. En estas en vez de hablar de «demonios», actualiza esa potencia hostil con lñ
condiciones, el hombre se encuentra enfrentado con dos potencias, ayuda del «mundo», una categoría que aparece sobre todo en el
el ángel de Dios y el ángel de las tinieblas, adquiriendo éste una discurso de despedida y que hay que precisar. No se trata de est
mundo que Dios ama (3, 16), sino del conjunto de todos aquellos que
244 Lectura del Evangelio de Juan 8, 12-59

continuando el rechazo de los «judíos», permanecen incrédulos y se


oponen a Jesús y a su revelación del amor del Padre. Ciertamente, JESÚS Y LA MUJER ADULTERA
según Jn, el príncipe de este mundo ha sido destronado de su poder
(12, 31) por Jesús victorioso de la muerte; gracias a esta nueva (7, 53-8, 11)
potencia difusa se prolonga su acción sobre la tierra. Pues bien, si
Satanás ha sido sustituido por el «mundo», es que no era sino una
figura del mal.
El combate de Jesús contra Satanás se convierte para los creyentes
en la lucha por su fe y por su fidelidad a Jesús frente al asalto del
«mundo». Cuando, en la inminencia de la pasión de Jesús, Satanás
desencadenó sus fuerzas contra él, Jesús afirmó a sus discípulos: «no
tiene ya dominio sobre mí» y «ya está condenado» (14, 30; 16, 11;
1 Jn 3, 8). Amenazado en los suyos por el «mundo», Jesús tiene un
defensor, el Paráclito, que demuestra en el corazón de los creyentes
dónde está el error y la culpabilidad del mundo, es decir, de los que
rechazan obstinadamente la luz (16, 7-11).
7,53 Y se fueron cada uno a su casa.
¿Habrá que negar entonces la existencia de Satanás? Ciertamente
8,1 Jesús, por su parte, se fue al Monte de los Olivos 2 y al
que no, si esto significase desconocer la connivencia que el mal bajo
amanecer se presentó de nuevo en el templo, y todo el pueblo
todas sus formas tiene en cada uno de nosotros; eso sería ignorar el
venía a él. Estando sentado, les enseñaba.
carácter universal de la fuerza de división de la que somos víctimas
3 Pues bien, los escribas y los fariseos traen a una mujer
y que mantenemos nosotros mismos con nuestras malas acciones. El
sorprendida en adulterio y poniéndola de pie en medio, 4 le
combate contra los asaltos del «mundo» no es, en efecto, tan sólo
dicen: «Maestro, esta mujer acaba de ser sorprendida en fla-
contra unas fuerzas exteriores, sino que se libra también en lo íntimo
grante delito de adulterio. 5 Pues bien, en la ley, Moisés nos ha
de la conciencia de cada uno.
prescrito lapidar a ésas (mujeres). Entonces, ¿tú qué dices?».
Algunos prefieren seguir hablando de Satanás como de un indi- 6 Decían esto para ponerlo a prueba, a fin de poder acusarlo.
viduo nefasto, mientras que otros opinan que es la personificación Jesús, agachándose, escribía con su dedo en el suelo.
del mal universal; ¡qué importa! Lo esencial es que Jesús lo aplastó 7 Pero, como se quedaban allí interrogándole, se levantó y
cuando, por fidelidad al Padre, abrió definitivamente a los hombres les dijo: «El que entre vosotros esté sin pecado tírele el primero
la relación viva con Dios, la que Satanás se esforzaba en impedir o una piedra». 8 Y agachándose de nuevo, escribía en el suelo.
destruir. Es inherente a nuestra condición humana y también a la 9 Pero ellos, oyendo (esto), se retiraban uno a uno, empe-
autenticidad de nuestro «sí» que tengamos que arrostrar, a través del zando por los más viejos, y él fue dejado solo, así como la mujer
«mundo» fuera de nosotros y en nosotros mismos, la presencia al que se mantenía allí en medio.
mismo tiempo encarnizada y ya vencida de Satanás.
10 Levantándose, Jesús le dijo: «Mujer, ¿dónde están? ¿nadie
te ha condenado?».
11 Ella dijo: «Nadie, Señor».
Y Jesús dijo: «Tampoco yo te condeno. Vete ¡y en adelante
no peques más!».
246 Lectura del Evangelio de Juan 7, 53-8, 11
7, 53-8, 11 Jesús y la mujer adúltera (7, 53-8, 11) 247
1
Este admirable relato no es joánico . Ausente de los manuscritos
más antiguos2, es ignorado por los padres de la Iglesia hasta el siglo evangelios sinópticos. Otros autores, sin embargolü, opinan que este
IV3. A partir de entonces, su canonicidad fue defendida por algunos relato es una leyenda nacida en la Iglesia del siglo II (antes del 150)-
padres latinos4; la primera mención sobre él se encuentra en la un índice de ello serían ciertas «inverosimilitudes» del texto, en el que
Didaskalia5, que lo cita para exhortar a los obispos a la clemencia con los partidarios de la historicidad ven simplemente algunas lagunas de
los pecadores. información que intentan colmar con la ayuda del antiguo derecho en
Por su estilo y por su contenido, este texto está emparentado con Israel. En los dos casos, el texto se examina como si fuera el reportaje
de una controversia penal, siendo así que es de tipo kerigmático. El
los relatos sinópticos, particularmente de Lucas. No se sabe dónde fue narrador ha seleccionado los rasgos más útiles a su propósito: mostrar
recogida en primer lugar esta «perla perdida de la tradición antigua»6: que Jesús trae a los hombres pecadores el perdón escatológico y gra-
¿en un «evangelio» no recibido por el conjunto de las Iglesias7 o en tuito de Dios. El predominio del elemento visual en la expresión
el Proto-Lucas?8. Según numerosos exegetas, el núcleo del episodio literaria orienta hacia un significado simbólico. Después de una lectura
es o podría ser histórico9, ya que la pena que había que aplicar en cursiva, leeremos de nuevo el texto en esta segunda perspectiva.
caso de adulterio era una cuestión controvertida en el judaismo del ¿Por qué este relato, profundamente evangélico, ha sido tanto
siglo I y la actitud de Jesús está de acuerdo con la presentación de los tiempo tenido en el ostracismo? Todos están de acuerdo en pensar que
su contenido causaba dificultades en la Iglesia primitiva, ya que el
1 El estilo y el vocabulario («monte de los olivos», «escribas y fariseos», adulterio, reprobado en Israel, contaba entre los pecados que se juz-
«Maestro» en lugar de «Rabí», Jesús enseña sentado) son extraños a Jn Este episodio gaban incompatibles con la condición de bautizados y que causaban
interrumpe de forma poco adecuada la secuencia de los capítulos 7-8 Ya Lagrange, la exclusión de la comunidad, si no de la misericordia de Dios11. Poco
Comm , 221-226 indica estas anomalías Sobre el texto en su conjunto, el estudio a poco la institución de las prácticas penitenciales permitió reintegrar
más amplio es el de U Becker, Jesús und die Ehebrecherm, Berlín 1963 a los pecadores públicos en la comunión eclesial12. El hecho de que
2 Mientras que el testimonio más antiguo de Jn (P66) data de alrededor del
la perícopa haya sido finalmente aceptada en el canon confirmaría su
año 200, el primer manuscrito griego que contiene esta perícopa es el Codex Bezae
(siglo V) Sin embargo, algunos manuscritos anteriores dejan un espacio en blanco
autenticidad: no se podría borrar una tradición sólida. Es más difícil
después de 7, 52, como si el copista hubiera conocido la existencia del relato ver nacer semejante relato, cuyo estilo está marcado por las repeti-
Jerónimo (siglo IV) dice que lo encontró en manuscritos griegos y latinos, un pasaje ciones de palabras y el ritmo de la transmisión oral13, en el seno de
de Dídimo (siglo IV), descubierto recientemente, deja suponer su existencia en un la misma Iglesia, en oposición con su práctica pastoral.
manuscrito alejandrino (cf B D Ehrmann, NTS 34 [1988] 24-44) La inserción El motivo de la inserción de esta perícopa en su lugar actual, en
del relato podría remontarse a finales del siglo III En latín, figura en la Vulgata el que interrumpe de forma poco atinada la secuencia de los capítulos
(finales del siglo IV) y en varios testimonios de la Vetus latina En algunos ma-
nuscritos postenores se le sitúa detrás de Le 23, 37s o como un apéndice de Jn
7-8, es poco claro14. Lo que importa es el hecho mismo de la inserción:
3 Los primeros comentaristas de Jn (el gnóstico Heracleón, Ireneo, Orígenes,
recuerda que el referente de la tradición evangélica es el único Cristo,
Cnsóstomo, Nonno) no mencionan este relato sean cuales fueren las teologías respectivas de los evangelistas.
4 Agustín, Ambrosio, Jerónimo El canon de las Escrituras es el corpus de
libros bíblicos reconocidos por los judíos o por los cristianos como inspirados por 10 R Bultmann, H Koster, y sobre todo H F von Campenhausen, ZNW
Dios 68 (1977) 164-175
5 Documento eclesiástico sino del siglo III que forma parte de las Const 11 Cf 1 Cor 5 a propósito de los desórdenes en la Iglesia de Connto El uso
Apost (II, 24) B D Ehrmann se sirve del pasaje citado así como de los datos de que la Didaskaha hace de este relato confirma la explicación retenida Sobre el
Dídimo, para trazar la génesis del texto actual a partir de tradiciones orales inde- adulteno como uno de los comportamientos que impiden la entrada en el Reino, cf
pendientes que se fueron fusionando 1 Cor 6, 9s, Heb 13, 4, 2 Pe 2, 14 Jesús tuvo también palabras severas contra el
6 W Heitmuller, citado por R Schnackenburg, II, 225 Cf también A Loisy, repudio de la mujer por parte del mando y es sobre todo en este contexto donde
541s habla —para el mando— del adulteno Mt 19, 19
7 Eusebio, Hist Eccl III, 39 refiere que Papías (hacia el 135) tenía cono- 12 Sobre la evolución de la disciplina penitencial, cf C Vogel, Le pécheur
cimiento de un relato contenido en el Evangelio a los hebreos, en donde Jesús et la pémtence dans l'Eghse ancienne, Pans 1966
perdona a una pecadora, pero esta indicación es demasiado sucinta para que podamos 13 Cf F Rousseau, Bib 59 (1978) 463-480
afirmar que se trata del mismo episodio 14 Se puede señalar una coincidencia superficial en los capítulos 7 y 8 Jesús
8 Así M E Boismard, Comm , 215s enseña en el templo, cntica el juicio según las apanencias o según la carne (7, 24,
9 H Riesenfeld, U Becker, J Blanck, R E Brown, R Schnackenburg .. 8, 15) y afirma que él no juzga a nadie (8, 15) El mismo es amenazado también
con la lapidación (8, 59)
248 Lectura del Evangelio de Juan 7, 53-8, H
7, 53-8, 11 Jesús y la mujer adúltera (7, 53-8, 11) 249
Una lectura cursiva
reacción. De esta manera la mirada del lector se ve atraída hacia dos
La introducción (7, 53-8, 2) muestra que el relato formaba parte polos: Jesús y la mujer «en medio», vinculados entre sí por esta
de una narración continua. Además, es claro el parecido con el pasaje situación evidente, contraria y simultánea a la vez.
con que Lucas termina la vida pública: Los escribas y los fariseos oponen la autoridad de la ley a la de
Jesús, a quien llaman «Maestro»: «Moisés nos ha prescrito... ¿tú
Jesús pasaba el día en el templo enseñando y salía a pasar la noche en qué dices?». ¿Hay aquí una alusión a la manera de hablar del rabí
el monte de los olivos. Y todo el pueblo venía a él desde la aurora al
de Nazaret: «Pero yo os digo...» (Mt 5, 43s)? En vez de responder,
templo para escucharle (Le 21, 37s, cf Me 11, 11; Mt 2 1 , 17).
Jesús se inclina y escribe con el dedo en el suelo. Las interpreta-
ciones de este gesto no tienen en cuenta muchas veces la segunda
Así pues, nuestro episodio se sitúa al final del ministerio de Jesús, vez que se realiza (8, 8): a Jesús le gustaría retrasar su respuesta19,
como lo confirma la situación del mismo Jesús, que se dispone a
o demostrar que la cuestión no le atañe, o también escribiría la
«acusar» (8, 6).
sentencia antes de leerla en voz alta, según el uso romano20. Ya
Los escribas y los fariseos tienden una trampa al rabí. Si propone desde la antigüedad21 se ha pensado que se trataba en este caso de
la clemencia, se pondrá en conflicto con la ley15; si aprueba la lapi- una acción simbólica, parecida a la de los profetas, evocando un
dación de la mujer, irá en contra de su misma predicación y chocará
versículo de Jeremías:
además con la autoridad romana16. Además, al evocar el flagrante
delito y al traer a la mujer, los adversarios ponen a Jesús contra la
pared: no tiene más remedio que pronunciarse. Por una vez, la pieza Los que se apartan de mí (Yahvé)
en que se basan sus argumentos tiene un peso notable. No se trata ya serán inscritos en el suelo (Jer 17, 13 LXX; cf. Job 13, 26).
de una cuestión de escuela, sino de una decisión de vida o muerte.
La «trampa» es radical.
Jesús recordaría así el juicio de Dios sobre todos los pecadores en
La mujer queda situada de pie17 «en medio», según solía hacerse
Israel22. Esta interpretación requiere ser completada; pero de suyo es
en los interrogatorios judiciales (cf. Hech 4, 7). Este detalle la deja
válida: Jesús, urgido por sus interlocutores pronuncia una palabra que
aislada, a pesar de señalar a su alrededor el círculo de los acusadores
que la amenazan. Jesús, sentado para enseñar, forma materialmente no es formalmente un juicio pronunciado por él sobre ellos, sino que
parte del círculo. Pero los fariseos no interrogan a la mujer —su los remite al tribunal de su conciencia para que encuentren allí la
transgresión es patente y no cuenta a sus ojos mucho más que el denario verdad. Es en cierto modo invitarles a pasar de lo legal a lo moral,
que se debe al César18—. Interrogan a Jesús: vueltos a él, acechan su haciendo funcionar la ley no como un repertorio de entredichos, sino
como reveladora de los corazones. Jesús dice:
15 Ex 20, 14, Lev 20, 10, Dt 22, 22 Era «adúltera» la relación sexual entre
un hombre, casado o no, con una mujer casada (o prometida), ya que semejante
relación era ofensiva contra el derecho de propiedad que se reconocía al mando 7 «El que entre vosotros esté sin pecado,
sobre la mujer Según Kl Berger, ZThK 73 (1976) 175, y otros autores, si la ley
valía como principio, no necesariamente se aplicaba la sanción, no se encuentra tírele el primero una piedra».
ningún texto en el siglo I d C Sobre la ley matrimonial y su reflejo en nuestro
texto, cf J Bhnzler, NTS 4 (1957-1958) 32-47 C K. Barrett señala, según un
texto inédito de D Daube, que en el judaismo tanaítico existía cierta tendencia a
criticar la opresión de la mujer en la sociedad contemporánea. 19 C K Barrett, Osty-Tnnquet
16 Según la mayor parte de los historiadores, los romanos se reservaban el 20 En caso de absolución, según T W Manson, ZNW 44 (1952-1953) 255s,
derecho de pronunciar la sentencia capital (cf DBS VI, 1487) R H Lightfoot iPero el marco de la perícopa es judio1
17 Stésantes autén «haciéndola estar de pie» 21 Ambrosio, Agustín, Jerónimo Entre los modernos, J Blank, R Schnac-
18 Cf Me 12, 13-17 par. La controversia sobre el tributo no deja de tener kenburg, J Jeremías U Becker se opone a ello, pero no acaba de convencer
ciertas afinidades con nuestro relato, concretamente al final (cf Mt 22, 22 la retirada 22 Cf también el contexto de Jer 17, 13, asi en el v 10 «Yo, Yahvé, escruto
de los fariseos) los corazones, sondeo los ríñones, para pagar a cada uno según su conducta» Cf
la expresión antommica en Le 10, 20 «inscritos en los cielos»
252 Lectura del Evangelio de Juan 7, 53-8, 11
17, 53-8, 11 Jesús y la mujer adúltera (7, 53-8, 11) 253

regla? ¿ha tenido ya lugar ese juicio o todavía no? ¿cuál era, desde
un punto de vista legal, la situación de la acusada: prometida en de la muerte. Pero este círculo se rompe por la palabra de Cristo, y
matrimonio o casada ya?30 ¿había sido ya advertida una vez, según la no queda de él nada más que la línea invisible que vincula a la mujer
costumbre?31 ¿por qué su amante no es perseguido por el mismo con Jesús. El silencio del texto sobre los sentimientos de la mujer no
delito?32 ¿estaba el marido de acuerdo con los fariseos? ¿es probable solamente sirve para destacar el valor de la gratuidad del perdón que
que los escribas y los fariseos sometieran a la sentencia de Jesús un el Señor le concede, sino que deja sitio, en el relato, al papel salvador
caso penal? En los sinópticos, las controversias sólo se refieren a de Jesús. Y la visión imaginaria de la mujer aplastada por las piedras
cuestiones rituales o de tipo general33. Finalmente, ¿es creíble en estas queda sustituida por la de la misma mujer que se va, libre, hacia un
circunstancias un desenlace semejante, parecido al del episodio del porvenir que le ha abierto Jesús. De forma incoativa este paso de la
tributo en Mt 22, 22? muerte a la vida es real, incluso para los escribas y los fariseos: Jesús
Todas estas aporías, especialmente la ausencia del amante y la del tampoco los condena a ellos, al mismo tiempo que les hace tomar
marido, invitan al lector a buscar en el texto algo distinto de lo que conciencia de su pecado. También ellos se ven orientados hacia la
parece ser el relato de una anécdota: un relato simbólico. Hay tres esperanza del perdón de Dios.
datos que abren a esta interpretación.
Puesto en la tesitura de pronunciar una condena conforme a la ley, La unidad del texto queda asegurada también por la mujer, presente
Jesús se calla. Parece abstraerse en un gesto independiente. Las di- desde el principio hasta el fin: todo transcurre a propósito de ella. ¿Por
versas explicaciones de este gesto propuestas por los comentaristas no qué haber escogido a una mujer para el papel que representa en el
tienen en cuenta el tenor sorprendente del texto. La frase «escribía en relato? ¿y por qué una adúltera? En la tradición profética el adulterio
el suelo» habría sido suficiente para indicar la acción si ésta se limitase es la metáfora por excelencia de la infidelidad del pueblo elegido al
a evocar el juicio de Dios sobre todo hombre pecador o a crear un Dios único, el Dios de la alianza. La mujer del relato se convierte en
tiempo de silencio. Pero el texto va detallando los movimientos: por una figura de Israel, al que Jesús ha venido a revelar el perdón es-
dos veces describe a Jesús, que «se agacha», luego «se levanta» (v. catológico de Dios. La ausencia del amante y del marido quedan
6s.8.10). ¿Por qué esta insistencia en un relato tan breve? La mención también justificadas: el amante son los Baales, los dioses extranjeros,
del monte de los olivos en el exordio ha situado ya el episodio en la que ni siquiera merecen ser nombrados, y el marido, el esposo único,
inminencia de la pasión34. Por medio de estos dos verbos contrarios, es Dios, el invisible.
el gesto adquiere un significado cristológico: imita el rebajamiento y Otra confirmación de esta lectura nos la podría dar también la
la exaltación por medio de las cuales Jesús va a reconciliar con Dios repetición del «en medio» (v. 3.9). Curiosamente, este término aparece
a la humanidad prisionera de su condición pecadora35. dos veces seguidas en Dt 22, 21.24, en un contexto que habla de las
leyes sobre el adulterio: «Quitarás el mal de en medio de ti», es decir,
de en medio del pueblo. A pesar de la formulación diferente, es posible
Esto es lo que muestra el relato a través del personaje que nos una reminiscencia literaria, que se refiere a todo Israel.
pone delante, el de la mujer que pasa de la muerte a la vida. Según
El texto sigue abierto, sin decirnos nada de lo que ocurrió a con-
la ley tenía que ser lapidada, y el círculo de acusadores que la rodean
tinuación con la mujer; tampoco en la parábola del Padre del hijo
representa de forma visual la imposibilidad en que ella está de librarse pródigo se nos dice nada de la decisión del hijo mayor-Israel (Le 15,
32). También aquí se invita al lector a dejar sus temores, a no encerrarse
30. Se ignora si en tiempos de Jesús valía ya la distinción que establece la
en un pasado, que a veces es otro círculo de muerte, y a caminar en
Mishná entre la pena que hay que imponer a una mujer casada y una prometida; en
el primer caso la Mishná pide la estrangulación. J. Blinzler (NTS 4 [1957-1958] la libertad de los hijos de Dios.
32-47) indica cinco razones por las que la acusada es aquí una mujer casada.
31. J. D. M. Derrett, NTS 10 (1963-1964) 1-26.
32. También debería serlo según la ley: Lev 20, 10; Dt 22, 22.
33. Así H. F. von Campenhausen, ZNW 68 (1977) 164-175.
34. Esta inminencia se ve también en el proyecto de llegar a cusar a Jesús
(v. 6).
35. Esta interpretación es también la de F. Rousseau, Bib 59 (1978) 470s.
254 Lectura del Evangelio de Juan 7, 53-8, 11

APERTURA
LUZ NUEVA Y PASTOS ABUNDANTES
Pongamos en labios de la mujer adúltera y de Israel, en nuestros
propios labios, algunas palabras de gratitud del salmista:
(9, 1-10, 21)

«El Señor no nos trata conforme a nuestras culpas,


ni nos paga según nuestras ofensas.
Como se alzan los cielos por encima de la tierra,
así es grande su amor para quienes le temen;
cuanto dista el oriente de occidente,
aleja él de nosotros nuestras culpas.
Como se apiada un padre de sus hijos,
se apiada el Señor de los que lo temen.
El sabe de qué estamos plasmados,
se acuerda de que somos polvo» (Sal 103, 10-14).
1 Y al pasar, vio a un hombre ciego de nacimiento. 2 Y sus
«¡Dichoso aquel cuya culpa es absuelta discípulos le interrogaron diciendo: «Rabí, ¿quién ha pecado, él o
y cubierto su pecado!... sus padres, para que haya nacido ciego?». 3 Jesús respondió: «Ni
¡Regocijaos en el Señor, justos, exultad, él pecó ni sus padres, sino que es para que en él sean manifestadas
alborozaos todos los de recto corazón!» (Sal 32, 1.11). las obras de Dios. 4 Nosotros, mientras es de día, tenemos que
obrar las obras de aquel que me ha enviado; llega la noche en que
nadie puede obrar. 5 Mientras estoy en el mundo, soy la luz del
mundo».
6 Habiendo dicho esto, escupió en tierra y con su saliva hizo
barro, untó con ese barro los ojos (del ciego). 7 Y le dijo: «Ve a
lavarte a la piscina de Siloé», que se traduce: «Enviado». Entonces
se fue, se lavó y volvió viendo claro.
8 Entonces los vecinos y los que antes observaban al que era
mendigo, decían: «¿No es éste el que estaba sentado y mendigaba?».
9 Otros decían: «Es él». Otros decían: «De ningún modo, sino que
se le parece». El decía: «Yo (lo) soy». 10 Entonces le decían:
«¿Cómo, pues, se han abierto tus ojos?». 11 Respondió: «El hombre
que se llama Jesús hizo barro y me untó los ojos y me dijo: 'Ve a
Siloé y lávate'. Entonces, habiéndome ido y habiéndome lavado,
recobré la vista». 12 Y le dijeron: «¿Dónde está ése?». El dijo:
«No sé».
13 Llevan donde los fariseos al que fue ciego. 14 Pero era sábado
el día que Jesús había hecho barro y le había abierto los ojos.
15 Entonces los fariseos también le preguntaban cómo había re-
cobrado la vista. Y les dijo: «Me puso barro sobre los ojos, me lavé
y veo». 16 Entonces algunos de los fariseos decían: «No viene de
Dios ese hombre, porque no guarda el sábado». Otros decían:
«¿Cómo puede un pecador hacer tales signos?». Y había división
256 Lectura del Evangelio de Juan 9, 1-10, 21 9, 1-10, 21 Luz nueva y pastos abundantes (9, 1-10, 21) 257

entre ellos. 17 Entonces dicen una vez más al ciego: «¿Tú qué dices de manera que los no videntes vean
de él, del que te ha abierto los ojos?». Y él dijo: «Es un profeta». y los videntes se vuelvan ciegos».
18 Entonces los judíos no creyeron que había sido ciego y que 40 Algunos fariseos que estaban con él oyeron esto y le dijeron:
había recobrado la vista, antes de haber hecho llamar a sus padres. «¿También nosotros seríamos ciegos?». 41 Jesús les dijo:
19 Y les interrogaron diciendo: «¿Es éste vuestro hijo, del que decís «Si fuerais ciegos,
vosotros que nació ciego? ¿cómo entonces ve ahora?». 20 Entonces no tendríais pecado,
sus padres respondieron y dijeron: «Sabemos que éste es nuestro pero ahora, porque decís que vemos,
hijo y que ha nacido ciego. 21 Pero cómo ve ahora, no lo sabemos; vuestro pecado permanece.
o bien quién le ha abierto los ojos, no lo sabemos. Interrogadle;
tiene edad, os hablará sobre sí mismo». 22 Esto es lo que dijeron 10,1 Amén, amén, os lo digo:
sus padres, porque tenían miedo de los judíos: en efecto, los judíos El que no entra por la puerta en el redil de las ovejas,
ya habían decidido que, si alguien confesaba que (Jesús) es el sino que sube por otra parte,
Cristo, sería excluido de la sinagoga. 23 Esta es la razón por la ése es un ladrón y un bandido.
que sus padres habían dicho: «Tiene edad, interrogadle». 2 Pero el que entra por la puerta es el pastor de las ovejas.
24 Entonces llamaron una vez más al hombre que había sido 3 A él le abre el portero
ciego y le dijeron: «¡Da gloria a Dios! Nosotros sabemos que ese y las ovejas oyen su voz;
hombre es un pecador». 25 Entonces él respondió: «Si es un pe- y llama a las ovejas, a las suyas, a cada una por su nombre,
cador, no lo sé; hay una cosa que sé: yo era ciego y ahora veo». y se las lleva.
26 Entonces le dijeron: «¿Qué te ha hecho? ¿cómo te ha abierto 4 Cuando ha hecho salir a todas, a las suyas, camina delante de
los ojos?». ellas y las ovejas le siguen porque conocen su voz.
27 Les respondió: «Ya os lo he dicho, pero vosotros no habéis 5 Nunca seguirán a un extraño;
escuchado; ¿qué es lo que queréis oír más? ¿será que queréis tam- más aún, huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños».
bién vosotros haceros sus discípulos?». 28 Y lo insultaron y dijeron: 6 Esta es la comparación que les dijo Jesús, pero no compren-
«Eres tú el que es discípulo de ése, pero nosotros somos discípulos dieron de qué les hablaba.
de Moisés. 29 Nosotros sabemos que Dios habló a Moisés; pero ése
no sabemos de dónde es». 30 El hombre respondió y les dijo: 7 Jesús dijo además:
«Precisamente eso es lo que hay de extraño, que vosotros no sepáis «Amén, amén, os lo digo:
de dónde es, cuando me ha abierto los ojos. 31 Sabemos que Dios Yo soy la puerta de las ovejas.
no escucha a los pecadores; pero si uno es piadoso y hace su 8 Todos los que vinieron antes de mí
voluntad, a ése lo escucha. 32 Nunca jamás se ha oído decir que son ladrones y bandidos;
alguien abrió los ojos de un ciego de nacimiento. 33 Si éste no fuera pero las ovejas no los oyeron.
de junto a Dios, no habría podido hacer nada». 34 Respondieron 9 Yo soy la Puerta.
y le dijeron: «Tú has nacido todo entero en pecado ¡y nos das Si alguien entra por mí, se salvará,
lección, tú!». Y lo echaron fuera. entrará y saldrá
y encontrará pasto.
35 Jesús supo que lo habían echado fuera y, habiéndolo en- 10 El ladrón viene solamente
contrado, dijo: «¿Crees tú en el Hijo del hombre?». 36 Este res- para robar, sacrificar, hacer morir.
pondió y dijo: «¿Y quién es, Señor, para que comience a creer en Yo he venido
él?». 37 Jesús le dijo: «Lo ves, y el que habla contigo es él». 38 Y para que tengan la vida
él declaró: «Creo, Señor», y se postró ante él. y la tengan sobreabundante.
39 Y Jesús dijo:
«Es para una discriminación 11 Yo soy el Pastor, el bueno.
para lo que he venido a este mundo, El pastor, el bueno, expone su vida por sus ovejas.
258 Lectura del Evangelio de Juan 9, 1-10, 21 9, 1-10, 21 Luz nueva y pastos abundantes (9, 1-10, 21) 259

12 El mercenario, el que no es pastor, voz del pastor, se reconoce al ciego curado que es fiel a Jesús, mien-
cuyas ovejas no son suyas, tras que detrás de los intrusos que se cuelan en el redil se descubre
ve venir al lobo, a los jefes de la sinagoga que han echado al antiguo ciego. El do-
abandona las ovejas y emprende la huida, ble amén de 10, 1, con el que comienza el discurso, confirma la
y el lobo se apodera de ellas y las dispersa. continuidad del texto, ya que esta fórmula sirve ordinariamente para
13 Es que el mercenario introducir una exposición más profunda de una afirmación precedente
no se preocupa de las ovejas. de Jesús, teniendo además en cuenta que el auditorio sigue siendo el
14 Yo soy el Pastor, el bueno, mismo. La pregunta final de los judíos (10, 21) remite al episodio del
conozco a las mías milagro.
y las mías me conocen, Este no flota en el aire, como si pudiera inscribirse en cualquier
15 lo mismo que el Padre me conoce otro lugar del cuarto evangelio. El texto sigue naturalmente a los
y que yo conozco al Padre. capítulos 7-8, como da a entender la conjunción «y» con la que co-
Y me desprendo de mi vida por mis ovejas. mienza. Más aún, ilumina la palabra que Jesús pronunció en 8, 12:
«Yo soy la luz del mundo», recogida en el relato en 9, 5: «Mientras
16 Tengo además otras ovejas estoy en el mundo, soy la luz del mundo». Con la realización del
que no proceden de este redil; signo, el proceso que intentaban contra Jesús en los capítulos 5 al 8
a ésas también tengo que guiarlas se desplaza al enfermo recién curado: las gentes se dividen sobre él,
y oirán mi voz poniendo en duda su identidad; los fariseos niegan lo que él atestigua,
y habrá un solo rebaño, primero sobre el milagro y luego sobre su autor; terminan injuriándole
un solo Pastor. y echándolo de la sinagoga. Personificado en este hombre que ve, el
17 He aquí por qué el Padre me ama: signo realizado por Jesús suscita la misma hostilidad que la palabra
porque yo pongo mi propia vida de revelación.
para recogerla de nuevo. Acogido por el Hijo del hombre, el antiguo ciego es la primera
18 Nadie me la quita, oveja del rebaño que el buen Pastor conduce hacia pastos abundantes.
sino que la pongo yo mismo. A través de esta oveja maltratada —el primer judío echado de la
Tengo el poder de ponerla sinagoga—, Jesús piensa en todas las demás ovejas que él tiene que
y tengo el poder de recogerla; guiar según los designios de su Padre. Después de haber simbolizado
tal es el mandato que he recibido de mi Padre». en un signo la victoria de la luz sobre las tinieblas, anuncia el don
que va a hacer de su propia vida, para que quede reunida la comunidad
19 De nuevo hubo una división entre los judíos por causa de de los creyentes.
estas palabras. 20 Muchos de ellos decían: «¡Tiene un demonio! Aunque el término «Iglesia» no aparece en el cuarto evangelio, es
¡Está loco! ¿Por qué lo oís?». 21 Otros decían: «No son ésas las ella en su misterio la que aparece prefigurada en el episodio del ciego
palabras de un endemoniado, ¿es que un demonio puede abrir los de nacimiento que recibe la vista, y se presenta luego a través de la
ojos de los ciegos?». revelación del único Pastor.
En esta unidad literaria se van sucediendo tres desarrollos, en un
orden parecido al que se seguía en el capítulo 51: el signo del ciego
Jesús ha salido del templo; al pasar, se detiene ante un ciego al de nacimiento que se convierte en vidente y en testigo (9, 1-38), una
que devuelve la vista y del que obtiene un acto de fe; luego replica breve controversia (9, 39-41), el discurso sobre el buen Pastor y sus
con firmeza a los fariseos, desconcertados al ver cómo denuncia su ovejas (10, 1-21).
ceguera; finalmente pronuncia un discurso en el que se presenta como
el buen Pastor. Si pasamos por alto la división artificial de los capítulos,
vemos que el discurso es una prolongación de la controversia. El lector
1. Sobre la secuencia milagro-controversia-discurso, cf. C. H. Dodd, Inter-
pasa fácilmente de la una a la otra; detrás de las ovejas que oyen la pretación, 335-362.
9 i.3g Luz nueva y pastos abundantes (9, 1-10, 21) 261
260 Lectura del Evangelio de Juan 9, 1-38

EL SIGNO DEL CIEGO DE NACIMIENTO en la estructura, que es tripartita: el episodio del milagro va seguido
CONVERTIDO EN VIDENTE de una controversia entre el protagonista y los judíos, luego entre Jesús
(9, 1-38) y estos últimos, esperando a que se despliegue el discurso. Es que
cada uno de estos dos signos —el de poder caminar y el de poder
El episodio del capítulo 9 recuerda las curaciones de ciegos que ver— tienen en común el hecho de que muestran la transformación
nos trasmite la tradición sinóptica2, cuya función era la de mostrar que que lleva a cabo Jesús de la condición humana: el Hijo hace presente
con Jesús habían llegado los tiempos mesiánicos. Cuando los discí- el obrar escatológico del Padre; lo que parece ser una infracción del
pulos del Bautista vinieron a preguntarle si era él el esperado de Israel, sábado (5, 9b y 9, 14ss) motiva la hostilidad de las autoridades judías.
Jesús respondió citando a Isaías: «Los ciegos ven...» 3 . Además de A nivel narrativo, es Jesús el que lleva la iniciativa en los dos casos:
esta significación de cumplimiento, el acontecimiento que se narra el «ve» (el mismo verbo horáo: 5, 6 y 9, 1) la desgracia del hombre
tiene en sí mismo un alcance simbólico: el hombre curado de su ceguera e interviene sin que se le haga ninguna petición; luego, después de la
representa al creyente iluminado por la fe4. En un relato que le es reacción de los judíos ante el hombre que ha sido curado, se encuentra
propio, Marcos (8, 22-26) describe la curación de un ciego que no es con él una vez más y le habla, esta vez a propósito de un compromiso
instantánea, sino que sigue un proceso en el que Jesús participa dos espiritual.
veces; además, el episodio va precedido de una palabra de Jesús que Pero también son notables las diferencias. En el capítulo 5, el
reprocha a los discípulos su ceguera para con él (8, 17s) y que va simbolismo de la vida, sugerida en el hecho de levantar al enfermo,
seguido por su confesión de fe (8, 29)5. sólo se hará manifiesto por medio del discurso; en el capítulo 9, el
En Jn, el simbolismo de la iluminación adquiere todo su relieve simbolismo de la luz está ya presente desde el diálogo inicial entre
por el hecho de que se trata de un ciego de nacimiento, situación que los discípulos y Jesús; luego, después de tomar cuerpo en el ciego de
no tiene paralelos en la tradición sinóptica. Más que como un acto de nacimiento que «se hace vidente» —acontecimiento que se recuerda
poder (dynamis) que realiza el anuncio profético, este don de la vista a lo largo de todo el texto6—, se evoca de nuevo en los v. 39-41 en
se presenta como un «signo» (simeton: cf. 9, 16), cuyo sentido explica la oposición «ver-no ver». El discurso que sigue puede centrarse en-
Jesús incluso antes de realizarlo: Jesús afirma a sus discípulos que es tonces en otra metáfora, la del pastor que reúne a sus ovejas.
la luz del mundo (9, 5). Pero el simbolismo de la luz juega también La diferencia más marcada entre los dos relatos es el comporta-
en sentido opuesto: los fariseos clarividentes que, puestos en presencia miento respectivo de los protagonistas: a diferencia del enfermo de
del hombre curado milagrosamente, negaron el signo, se vuelven «cie- Bethesda, el ciego se convierte en un verdadero testigo de Jesús ante
gos». De este modo la perspectiva de Jn abraza el misterio en su los fariseos; luego, cuando Jesús se le reveló como el Hijo del hombre,
totalidad: al venir al mundo, la luz ilumina o deslumhra, según como proclama sin reservas su fe. Es por tanto un personaje activo desde el
sean las disposiciones subjetivas de los hombres. De hecho, el relato principio hasta el fin, obedeciendo primero a la orden de dirigirse a
va encuadrado entre dos palabras de Jesús relativas a su misión (9, 3- Siloé con los ojos cubiertos de barro, luego a través de las pruebas
5 y 9, 39): la primera la define como una obra de revelación, mientras que sufre, finalmente ante el misterio que se le manifiesta. La actividad
que la segunda la pone en vinculación con el «juicio». de Jesús y la del antiguo ciego se conjugan entonces dentro del iti-
Si se compara el relato del ciego de nacimiento con el del enfermo nerario que se presenta al lector; el texto muestra la eficacia soberana
de Bethesda (Jn 5), se observan claras semejanzas. En primer lugar de la luz, resaltando además el compromiso por parte del hombre.
2. En la triple tradición: Mt 20, 29-34 = Me 10, 46-52 = Le 18, 35-43. Si la controversia sobre el sábado centra el episodio en el tiempo
Tradiciones particulares: Mt 9, 27-31; 12, 22; Me 8, 22-26.
3. Mt 11, 5 par; cf. Is 29, 18; 35, 5; 42, 7.
del ministerio de Jesús, un anacronismo notable lo sitúa en tiempos
4. Los neófitos serán llamados en la Iglesia «iluminados» (phótisthéntes), ha- del evangelista: la sentencia de exclusión de la sinagoga (9, 22)7 no
ciéndose eco del nuevo testamento: Hech 26, 16-18; 1 Tes 5, 5; Ef 5, 8-14; Heb puede justificarse en la época de Jesús de Nazaret. Ciertamente, según
6, 4; 1 Pe 2, 9.
5. Más ampliamente todavía, este relato recuerda el de la tradición común 6. En catorce ocasiones: 9, 10.11.13.14.15 (bis). 17.18.19.21.25.26.30.32.
sobre el ciego de Jericó (10, 46-52 par); las dos narraciones permiten encuadrar la 7. La palabra aposynágógos es propia de Jn: 9, 22; 12, 42; 16, 2. Sobre los
única subida de Jesús a Jerusalén, que todo discípulo tiene que realizar con él. dos tiempos de lectura, cf. I, 16-19.
262 Lectura del Evangelio de Juan 9, 1-12 9, 1-12 Luz nueva y pastos abundantes (9, 1-10, 21) 263

la tradición sinóptica se les previene a los discípulos que en el futuro 6 Habiendo dicho esto, escupió en tierra y con su saliva hizo
serán «azotados en sus sinagogas» (Mt 10, 17 par); y según Hech 26, barro, untó con ese barro los ojos (del ciego). 7 Y le dijo:
11, Pablo declara que él mismo lo hizo antes de encontrar a Cristo; «Ve a lavarte a la piscina de Siloé», que se traduce: «En-
pero esto pertenece al tiempo de la Iglesia primitiva, y no se trata de viado». Entonces se fue, se lavó y volvió viendo claro.
«exclusión». Este dato se encuentra solamente en Jn, que a su vez 8 Entonces los vecinos y los que antes observaban al que era
utiliza el futuro en 16, 2: «Se os excluirá de las sinagogas». La ex- mendigo, decían: «¿No es éste el que estaba sentado y men-
pulsión de la sociedad judía, de consecuencias muy graves para el digaba?». 9 Otros decían: «Es él». Otros decían: «De ningún
individuo y su familia, no fue probablemente fulminada por los fariseos modo, sino que se le parece». El decía: «Yo (lo) soy».
más que por el año 90, después de la reunión de Jamnia en donde se 10 Entonces le decían: «¿Cómo, pues, se han abierto tus
tomaron medidas severas contra los «herejes»8. Se ha pensado por eso ojos?». 11 Respondió: «El hombre que se llama Jesús hizo
que la exclusión que sufrió el ciego curado podría ser solamente un barro y me untó los ojos y me dijo: 'Ve a Siloé y lávate'.
apartamiento temporal9, pero es innegable el anacronismo en el motivo Entonces, habiéndome ido y habiéndome lavado, recobré la
que se invoca: «Si alguno confiesa... que Jesús es el Cristo», for- vista». 12 Y le dijeron: «¿Dónde está ése?». El dijo: «No sé».
mulación que pertenece al lenguaje eclesial10.
Así pues, el texto debe ser comprendido también en un segundo
tiempo de lectura, en el que se invita al lector a situarse respecto a Este episodio se inscribe en la prolongación de la fiesta de las
los personajes del relato: ¿estará él, como el ciego de nacimiento, Tiendas, como sugiere la conjunción kaí (= «y») al comienzo del
abierto a la palabra o más bien, como sus adversarios, cerrado sobre relato; sin embargo, no se localiza en el tiempo hasta el v. 14: «era
el saber que ya posee? ¿será vidente o ciego?
sábado». Al salir del templo, la mirada de Jesús se posa sobre un
«hombre» del que se dice inmediatamente que era ciego de nacimiento.
Esta característica, que se supone conocida por los discípulos, le im-
EL SIGNO CONSTATADO ( 9 , 1-12)
porta mucho al evangelista: quizás para realizar el milagro, y cierta-
mente en virtud de su simbolismo.
El narrador no describe de pronto el prodigio: como cuando el
1 Y al pasar, vio a un hombre ciego de nacimiento. 2 Y sus signo de los panes (6, 5-9), hay un diálogo entre los discípulos y Jesús
discípulos le interrogaron diciendo: «Rabí, ¿quién ha pecado, que precede al acontecimiento. Los discípulos, que desaparecieron de
él o sus padres, para que haya nacido ciego?». 3 Jesús res- la escena desde el capítulo 6, están ahora aquí para permitir a Jesús
pondió: «Ni él pecó ni sus padres, sino que es para que en precisar el motivo de su intervención. Le preguntan, reflejando una
él sean manifestadas las obras de Dios. 4 Nosotros, mientras opinión, que han heredado de su cultura, sobre el problema del su-
es de día, tenemos que obrar las obras de aquel que me ha frimiento. Era un hecho que, durante siglos, Israel había concebido
enviado; llega la noche en que nadie puede obrar. 5 Mientras el más allá después de la muerte como una existencia larval e indi-
estoy en el mundo, soy la luz del mundo». ferenciada en el sheol; por eso, a fin de salvar la justicia divina, era
menester que la retribución de las acciones humanas se realizase en
8 Cf SB IV, 293-333, J L Martyn, History and Theology in the IV" Cospel, la tierra, con la felicidad de los justos y el castigo de los malvados".
New York 1968, 31-40. Sin embargo, los críticos se muestran hoy reservados sobre Una desgracia individual o colectiva se explicaba como consecuencia
el alcance de este «concilio», en particular sobre el significado de la 12 " bendición
contra los «herejes» (birkat-ha-mmim), término que no designa simplemente a los
de pecados anteriores12.
cristianos.
9. Cf E Schurer, II, 59-62. A veces se distinguen tres clases de excomu- 11 La felicidad del justo en este mundo es una afirmación frecuente en los
niones durante una semana (n'fizah), durante treinta días (mdduy) y definitiva escritos sapienciales Pero como la experiencia está muchas veces en contradicción
{herem) con la teoría, otros textos, también sapienciales, han llevado la reflexión más ade-
10. 9, 22. La fórmula oficial la da san Pablo en Rom 10, 9 «Si confiesas lante, por ejemplo, el Sal 73.
(homologeses) con tu boca que Jesús es Señor...». 12. Cf Ex 20, 5, Núm 14, 18; Dt 5, 9, Tob 3, 3s. .
264 Lectura del Evangelio de Juan 9, 1-12 9, 1-12 Luz nueva y pastos abundantes (9, i-10, 21) 265

En la alternativa que proponen, desconociendo la diatriba que a de día», es decir, mientras dura su itinerario en la tierra, hasta que
este propósito habían planteado Jeremías y Ezequiel13, los discípulos llegue la noche, hasta su muerte. Esta respuesta recuerda aquella otra
se hacen eco de la opinión corriente según la cual la responsabilidad frase: «Mi Padre trabaja siempre y yo también trabajo» (5, 17); y de
del pecado se transmitía de padres a hijos. Pero ¿cómo es posible que este modo queda justificada de antemano la violación del sábado (cf.
supongan que un pecado personal pueda haber sido cometido antes de 9, 14). Dios interviene en el mundo por medio de la luz que irradia
nacer? No se refieren ciertamente a la teoría helenística de la pre- al Hijo; atraída por el término «día», vuelve la proclamación: «Yo soy
existencia de las almas14; sin embargo, la idea de que un niño pudiera la luz del mundo» (cf. 8, 12). El episodio que viene a continuación
pecar en el seno de su madre se encuentra en algunos textos rabínicos, será una ilustración de esta palabra, manifestando la eficacia de la luz
por ejemplo a propósito de Esaú y de Jacob que se disputan el primer que es ese Jesús allí presente. ¿Sobre qué tinieblas?
puesto15. Como estos textos son tardíos, se citan más bien dos escritos
de Qumrán que afirman que Dios crea a ciertos seres «en la iniqui- El «hombre» del relato es ciego de nacimiento y su ceguera no
dad»16. Sea ello lo que fuere, la pregunta de los discípulos procede proviene del pecado. Por consiguiente, no puede ser una figura de la
de la convicción de que no hay sufrimiento sin culpabilidad17. En el condición pecadora de la humanidad; su estado simboliza otras tinie-
v. 34 los fariseos expresan esta misma idea, acusando al ciego de blas originales, aquellas en las que el hombre se encuentra antes de
haber «nacido todo entero en pecado». Ya los amigos de Job, a fin ser iluminado por la revelación del Hijo. En el prólogo, Jn definió al
de justificar a Yahvé, habían atribuido las calamidades de aquel justo Logos como la luz que brilla en las tinieblas (1, 5); aquí, al presentar
al castigo de alguna falta secreta; pero Job persiste en rechazar esa al ciego de nacimiento, parece remontarse a esos orígenes, ya que la
concepción de Dios: en vez de buscar una explicación racional a su iluminación de los hombres se lleva a cabo a lo largo de la historia y
sufrimiento, prefiere abismarse silenciosamente en el misterio de aquel en cada uno de ellos. Quizás sea éste el motivo de que el ciego del
de quien sabe que es fiel hasta el fondo (Job 42). En este mismo relato, aunque mendigo, no formula ninguna súplica: no puede pedir
espíritu, Jesús se negó a juzgar como culpables a las víctimas de la lo que él ignora. No va a recuperar un bien que poseyera antes y que
crueldad de Pilato o del derrumbamiento de la torre de Siloé (Le 13, después perdió, sino que va a nacer a una nueva existencia.
1-5)18. En el antiguo testamento la metáfora de la ceguera indica una
Aquí responde: «Ni él pecó ni sus padres», rechazando la hipótesis obcecación voluntaria, resultado del pecado. Jeremías y Ezequiel la
de sus discípulos; sin embargo, no intenta explicar el origen del su- utilizan recogiendo el anuncio hecho a Isaías, donde se le predecía el
frimiento inocente. Cuando declara «es para que en él sean manifes- fracaso de su misión20. En nuestro relato, será ésta la ceguera de los
tadas las obras de Dios», Jesús no afirma ni mucho menos que este fariseos (9, 39; cf. 12, 40), pero sólo se menciona en segundo lugar,
hombre fuera ciego para que Dios pudiera mostrar su poder; se refiere después de que han rechazado la luz manifestada por el signo. Por lo
a la situación del ciego que está allí y al que va a devolver la vista, que se refiere al ciego de nacimiento, el don significado en el texto
manifestando de este modo a Dios actuando en el mundo. es el de una transformación del ser, comparable a la que produce el
Asociándose a sus discípulos por medio de un «nosotros» que nacimiento de arriba (3, 3).
sorprende un poco19, Jesús precisa que tiene que obrar «mientras es Pues bien, el protagonista demuestra que es un hombre religioso,
ilusionado por la ley judía; en efecto, gracias a ella es como reconoce
13. Jer31, 29s, Ez 18.
14. Esta hipótesis, sostenida por Loisy (p. 586) y defendida por W. Bauer, es que Jesús viene de Dios (9, 30s). ¿Cómo puede entonces ser un
rechazada por la mayor parte de los críticos (cf. Schnackenburg, II, 303). símbolo de la condición en que falta toda luz? La revelación del
15. Sobre Gen 25, 22, cf. SB II, 528s; léase Jer 1, 5; Is 58, 4. Logos encarnado es percibida por Jn como un cumplimiento que,
16. 1 QH 4, 29s; 15, 17, suponiendo que estas afirmaciones tengan que ser por su novedad escatológica, desborda las esperanzas inherentes a
tomadas en sentido literal, tal como lo hace J. M. Lieu, NTS 34 (1988) 84. la promesa. En el canto del Siervo de Yahvé, Isaías orienta hacia
17. Cf. Shab. 55a; Sal 89, 33. esta novedad:
18. Tampoco Jesús habló del valor educativo del sufrimiento; cf. nuestra obra
Jesús y Pablo ante la muerte, 174s.
19. Según los mejores manuscritos, la lectura «nosotros» es preferible a la 20. «El Señor dijo entonces: 'Ve y dile a ese pueblo...
lectura «yo». La comunidad joámea se asocia a la acción de Jesús; los discípulos Veréis y no os saciaréis...
también tienen que «obrar las obras de aquel que me ha enviado» (cf. 3, 11; 4, 35- Ciérrale los ojos para que no vea con sus ojos...'»
38; 11, 7.15s, 12, 36), como se dirá expresamente en 14, 12; 15, 17.20. (Is 6, 9; cf. Jer 5, 21; Ez 12, 2).
266 Lectura del Evangelio de Juan 9, 1-12 9, 1-12 Luz nueva y pastos abundantes (9, 1-10, 21) 267

Haré caminar a los ciegos por un camino que no conocen, salvarse a sí mismo24. Con su gesto, Jesús subrayaría el hecho de que
por senderos desconocidos a ellos los haré caminar. el hombre es prisionero de las tinieblas; al dar la orden de ir a Siloé,
Transformaré ante ellos las tinieblas en luz (Is 42, 16). es decir, al Enviado que es él mismo, Jesús manifiesta que tiene la
misión de librar de ellas. Es en Siloé donde el barro desaparece y el
Pablo, también judío, dice algo equivalente cuando habla de la ciego de nacimiento recobra la vista25.
«sabiduría de Dios misteriosa y oculta, que Dios había destinado antes Siloé es el único lugar que se menciona en el relato. La orden de
de los siglos para nuestra gloria» y que se ha manifestado ahora21. La Jesús hace pensar en la que le había dado el profeta Elíseo a Naamán
fe de la primera comunidad cristiana comprendió de este modo la el sirio de que fuera a sumergirse siete veces en el Jordán (2 Re 5);
revelación de Cristo. Naamán se había mostrado reticente, pero el ciego de nacimiento,
como el funcionario real (4, 50), obedeció a la palabra de Jesús «con
Sorprende la operación milagrosa. Se parece a la que describe los ojos cerrados» —nunca mejor dicho que ahora—26.
Marcos, en donde la saliva de Jesús, junto con la imposición de las La piscina de Siloé, situada al suroeste de la ciudad vieja, se
manos, es el instrumento de curación (Me 8, 23). Se han evocado los encontraba a la salida de un túnel construido por Ezequías (por el año
gestos mágicos o las prácticas antiguas de medicina —la saliva era 740 a. C.) para traer hasta Jerusalén las aguas del Guihón27. Según el
considerada como un remedio para las afecciones oculares22—, quizás rito de la fiesta de las Tiendas que tenía un sentido mesiánico, una
justamente a propósito del relato de Marcos. Pero en Jn no es la saliva procesión solemne venía a sacar agua de este único depósito de la
lo que realiza el milagro, sino más bien lo que le permite a Jesús hacer ciudad; se honraba así a la dinastía davídica a la que había llegado a
simbolizar, desde que Isaías le había reprochado al pueblo despreciar
un poco de barro para untar con él los ojos del ciego.
esas «aguas que corren mansamente» (Is 8, 6). Todos estos datos
Según la opinión general, el empleo del barro tiene la función de bíblicos están en el trasfondo de la identificación que establece el
introducir la violación del sábado que denunciarán los fariseos (9, 15s; narrador entre Siloé y el «Enviado», gracias a una etimología que
cf. 9, 24); sin embargo, el gesto, mencionado en cuatro ocasiones a puede justificarse plenamente28. Una vez más, la tradición judía se ve
lo largo del relato (9, 6.11.14.15), resulta extraño, no solamente por- cumplida en la persona de Cristo.
que todos los demás milagros de Jesús en Jn se producen solamente
Sobriamente, el narrador indica que el ciego de nacimiento «volvió
por la palabra, sino porque poner barro en los ojos de un ciego significa
viendo claro». El proceso mismo del milagro se pasa en silencio. San
simbólicamente reforzar su enfermedad; es, como dice Lagrange, «ce- Agustín subraya el significado bautismal del texto: «Lavó sus ojos en
guera sobre ceguera». La explicación relativa a la violación del sábado la piscina, fue bautizado en Cristo» (In Jo. 44, 2). Pero los críticos
difícilmente puede entonces agotar todo el sentido de este gesto. Ya
en el siglo II, Ireneo propuso una comprensión simbólica: relacionado
24 «Me hundo en el cieno del abismo
con el acto por el que Dios formó al hombre según el Génesis, el sin poder hacer pie
gesto de Jesús significaría la conclusión de la creación primera, con ,Sácame del barro, que me hundo'» (Sal 69, 3.15; cf 40, 3)
vistas al ser perfecto que es el hombre creyente23. En la Apertura 25. Según K H Rengstorf, TWNT VI, 119, la curación de los enfermos por
volveremos sobre esta admirable interpretación. Sin embargo, según medio del barro y luego por abluciones está atestiguada en el santuario pagano de
ella, el barro recreador no exigiría el recurso al agua, a no ser entendida Pérgamo en la primera mitad del siglo II, por lo que Jn podría oponer aquí a Jesús,
el verdadero salvador, al dios médico Esculapio Esta hipótesis supone que el cuarto
en el sentido del bautismo. Puede además pensarse en otra aclaración
evangelio se escribió en Asia menor
inspirada en la Biblia, que hace obvia la relación, mantenida en el 26 Esta expresión es de J Calloud-F Genuyt, L'Evangüe de Jean II, 60, que
texto, entre las dos etapas del milagro: algunos salmos, inspirándose habla de «obediencia ciega» Su comentario es muy original, en particular sobre la
probablemente en la experiencia de Jeremías (38, 6), presentan el relación apertura-cierre de los ojos.
barro (pelos) como el fango en que el hombre está metido sin poder 27 1 Re 1, 33, 2 Re 20, 20, 2 Crón 32, 30, Eclo 48, 17, cf. F. Josefo, Bel
Jud V, 4, ls y SB II, 531-533
28 El término hebreo shalah (infinitivo qat) tiene ante todo un sentido activo'
21 1 Cor 2, 7, cf Rom 16, 25, Ef 1, 9, Col 1, 26, 2 Tim 1, 10, 1 Pe 1, 20. la conducción, el canal (cf 3 Q 15, 11, 7), puede leerse también como un pasivo
22 Pimío, Nat 28, 7, Tácito, Hist IV, 81. shóleah «ser enviado» Cf. R Schnackenburg, BZ 13 (1969) 252-256, y Comm.,
23 Ireneo, Adv. Haer. V, 15, 2-3 306.
268 Lectura del Evangelio de Juan 9, 1-12 9, 13-34 Luz nueva y pastos abundantes (9, 1-10, 21) 269

vacilan; de hecho, esta interpretación solamente es posible en un se- sugiere que el ciego curado mira hacia aquel a quien, al final del relato
gundo tiempo de lectura. También volveremos sobre este punto en la «ve» (hedraka) con una fe perfecta (9, 37). De momento, no conoce
Apertura. a Jesús más que de oídas, a no ser que, según puede sugerir el narrador,
presienta en él al «salvador», que es lo que significa «Jesús». En
Según el estilo joánico, el signo es constatado debidamente por efecto, el giro «el hombre que se llama Jesús» es único en el evangelio
algunos actores extraños al acontecimiento29. Esto ocupa el lugar que de Jn; el enfermo de Bethesda, interrogado por los judíos, designa a
tenía la admiración con que se coronaban los relatos de milagro si- Jesús como «el que me ha puesto sano» (5, 15). Finalmente, si el
nópticos, y no por azar: los signos de Jesús apelan a una opción que antiguo ciego ignora «dónde está ese hombre», es que «el hombre»
compromete ante el misterio que ha significado el prodigio. En este va a ser el verdadero objeto de la disputa que se va a entablar y durante
caso, son las personas del entorno las que, al encontrarse con el ciego la cual el antiguo ciego, puesto en el trance de tener que pronunciarse,
curado, no creen en lo que están viendo y manifiestan sus opiniones
profundiza en su experiencia y progresa en la comprensión de aquel
contrarias. Su descripción del pasado, «se mantenía sentado», subraya
que le ha hecho ver la luz.
de nuevo el cambio que ha tenido lugar.
Al decir «Yo (lo) soy» (Egd eimi), el antiguo ciego confirma su
identidad. ¿Sugiere algo más el evangelista, como han pensado algunos
críticos?30. Puesto que reserva esta fórmula solamente a Jesús31, ¿querrá EL SIGNO DISCUTIDO (9, 13-34)
acaso insinuar que este hombre, iluminado por Cristo, forma una sola
realidad con él? Ciertamente, como ya dijimos en la introducción a este
capítulo, el antiguo ciego atestigua en su propio cuerpo la luz de vida 13 Llevan donde los fariseos al que fue ciego. 14 Pero era
que es Jesús. Pero su identificación con Cristo no puede deducirse a sábado el día que Jesús había hecho barro y le había abierto
partir de una fórmula de reconocimiento que procede de una respuesta los ojos. 15 Entonces los fariseos también le preguntaban
dada a sus vecinos antes de su confesión del Hijo del hombre. cómo había recobrado la vista. Y les dijo: «Me puso barro
Una vez establecido el hecho, se plantea la cuestión del «cómo» se sobre los ojos, me lavé y veo». 16 Entonces algunos de los
hizo el milagro. Este «cómo» es un leitmotiv del relato32; implica una fariseos decían: «No viene de Dios ese hombre, porque no
repetición múltiple de la respuesta, lo cual crea un efecto literario de guarda el sábado». Otros decían: «¿Cómo puede un pecador
insistencia a la medida del acontecimiento inaudito. El hombre que ha hacer tales signos?». Y había división entre ellos. 17 Entonces
sido favorecido por el milagro no menciona nunca la saliva de Jesús, dicen una vez más al ciego: «¿Tú qué dices de él, del que te
confirmando así nuestra impresión anterior: si ha tenido lugar el milagro, ha abierto los ojos?». Y él dijo: «Es un profeta».
ha sido propiamente por el barro puesto sobre sus ojos y por haberse 18 Entonces los judíos no creyeron que había sido ciego y
lavado en las aguas de Siloé, obedeciendo a las órdenes de Jesús. que había recobrado la vista, antes de haber hecho llamar a
Para decir que ve, el hombre utiliza el verbo anablépó, aquí y en sus padres. 19 Y les interrogaron diciendo: «¿Es éste vuestro
9, 15.18. Empleado en Mt 11, 5 par, que cita a Is 61, 1, este verbo hijo, del que decís vosotros que nació ciego? ¿cómo entonces
indica en Mt 14, 19 que los ojos se levantaron hacia el cielo y en ve ahora?». 20 Entonces sus padres respondieron y dijeron:
Hech 22,13 que se levantaron para mirar a alguien. En el caso presente «Sabemos que éste es nuestro hijo y que ha nacido ciego.
21 Pero cómo ve ahora, no lo sabemos; o bien quién le ha
29. Así en Cana por el maestresala (2, 9s) o por los servidores del oficial del abierto los ojos, no lo sabemos. Interrogadle; tiene edad, os
rey (4, 51s). hablará sobre sí mismo». 22 Esto es lo que dijeron sus padres,
30. Así G. Soares-Prabhu, en Das Johev in indischer Deutung, Freiburg 1984, porque tenían miedo de los judíos: en efecto, los judíos ya
142-156, apoyándose en J. Marsh, Saint John, Harmondsworth 1968, 37. Opina habían decidido que, si alguien confesaba que (Jesús) es el
que la mentalidad hindú está más capacitada que la actitud europea para trascender Cristo, sería excluido de la sinagoga. 23 Esta es la razón por
la relación yo-tú, hasta el punto de que sólo subsista el Yo, en este caso el de Cristo.
En la misma colección, léase M. Amaladoss, 29ss. la que sus padres habían dicho: «Tiene edad, interrogadle».
31. Cf. I y supra, 195, n. 110; 213, n. 40. 24 Entonces llamaron una vez más al hombre que había sido
32. 9, 10.15.16.19.21.26. ciego y le dijeron: «¡Da gloria a Dios! Nosotros sabemos que
270 Lectura del Evangelio de Juan 9, 13-34 9, 13-34 Luz nueva y pastos abundantes (9, 1-10, 21) 271

es un pecador, no lo sé; hay una cosa que sé: yo era ciego y se hizo intransigente. Jesús de Nazaret mantuvo relaciones positivas
ahora veo». 26 Entonces le dijeron: «¿Qué te ha hecho? con los fariseos de su tiempo; fue invitado a su mesa y fueron ellos
¿cómo te ha abierto los ojos?». 27 Les respondió: «Ya os lo los que le avisaron de que Herodes estaba «buscándolo» (Le 13, 31).
he dicho, pero vosotros no habéis escuchado; ¿qué es lo que Es verdad que la piedad de los fariseos chocó con la crítica de Jesús,
queréis oír más? ¿será que queréis también vosotros haceros por ejemplo a propósito del sábado; pero el cuadro que nos presentan
sus discípulos?». 28 Y lo insultaron y dijeron: «Eres tú el los evangelios refleja más bien el conflicto que surgió más tarde entre
que es discípulo de ése, pero nosotros somos discípulos de la Iglesia y la Sinagoga, principalmente por causa de la pretensión de
Moisés. 29 Nosotros sabemos que Dios habló a Moisés; pero que Jesús era el mesías y el revelador escatológico.
ése no sabemos de dónde es». 30 El hombre respondió y les Jn presenta a los fariseos en 1, 24 y en 4, 1 como observadores
dijo: «Precisamente eso es lo que hay de extraño, que recelosos de la actividad del Bautista y de Jesús, pero no en bloque,
vosotros no sepáis de dónde es, cuando me ha abierto los puesto que Nicodemo era uno de ellos (3, 1) y se dice que muchos
ojos. 31 Sabemos que Dios no escucha a los pecadores; pero dirigentes creían en Jesús (12, 42). A partir de 7, 32 es cuando aparecen
si uno es piadoso y hace su voluntad, a ése lo escucha.
como adversarios declarados, y en el capítulo 9 tienen autoridad para
32 Nunca jamás se ha oído decir que alguien abrió los ojos
expulsar de la sinagoga. La intención de estos «discípulos de Moisés»34
de un ciego de nacimiento. 33 Si éste no fuera de junto a
es ciertamente la de honrar a Dios, pero Jn los presenta como incapaces
Dios, no habría podido hacer nada». 34 Respondieron y le
dijeron: «Tú has nacido todo entero en pecado ¡y nos das de entender35 un mensaje que no entra en el sistema teológico en el que
lección, tú!». Y lo echaron fuera. ellos fundamentan su seguridad. Los muestra primero divididos e ¡ten-
tando negar el hecho; luego, cada vez menos seguros de sí mismos y
encerrándose en su «verdad»; finalmente, reducidos al argumento de
autoridad y al uso de la fuerza. Al obrar así, se condenan ellos mismos
El prodigio ha sido constatado, pero conviene valorarlo, y para (9, 39-41). Su itinerario a lo largo del debate sigue en sentido inverso
ello llevar la causa ante los responsables de la sinagoga, que son en al del ciego curado que va progresando de la constatación del milagro a
este caso los fariseos. Estos proceden a una pesquisa correcta: inte- la defensa de su autor; se observa la ironía joánica en el empleo frecuente
rrogan al antiguo ciego en dos ocasiones (9, 13-17 y 9, 24-34) y llegan del verbo «saber» (oída). A través de este término se puede palpar una
incluso a citar a sus padres ante el tribunal (9, 18-23). El texto se lee tensión entre la Sinagoga y la Iglesia. La primera, atrincherada en sus
fácilmente; está lleno de vivacidad; parece superfluo un comentario;
he aquí solamente algunas precisiones. certezas, resalta en la repetición del «nosotros» (9, 24.29); la segunda
La dificultad de los fariseos es real. Un texto del Deuteronomio exige le opone un saber más radical que no puede ser superado (9, 31 es la
que, si alguno realiza milagros, deberá ser condenado si incita al pueblo última mención de este saber).
a despreciar la ley divina (Dt 13, 1-6); en el caso presente, la violación Jn piensa en los fariseos de su época y procede evidentemente a
del sábado podría muy bien acarrear una descalificación al taumaturgo33. una relectura del acontecimiento. Sin embargo, el lector tiene que
Los fariseos (literalmente, los «separados») eran laicos, que en discernir en este retrato tan severo el peligro que le acecha cuando
tiempos de los macabeos se había opuesto a la helenización de Judea posee alguna parte de autoridad. Enfrentado a los hechos, el saber
y que tendían a realizar el ideal de santidad requerido de Israel. De demasiado seguro de sí mismo corre el peligro de no encontrar ninguna
ahí su estudio de la ley y su preocupación de enseñarla al pueblo, del salvación más que en el abuso del poder, si no en la mala fe. Es lo
que se sentían muy cercanos, a diferencia de los saduceos; expertos que se designa corrientemente como fariseísmo, que hay que distinguir
en la tradición oral, intentaban hacer perfectamente practicable en la cuidadosamente de lo que debería decirse «fariseanismo»36.
vida cotidiana todas las exigencias de la ley. Esta actitud respetuosa
para con el hombre sigue siendo históricamente un mérito suyo. Pero
34. 9, 28. La expresión «discípulos de Moisés» no es desconocida: cf. Mt 23,
a partir del año 70, después de la destrucción del templo, el grupo de 2; SB II, 535; Yoma 4a.
los fariseos se identificó con el poder de la nación judía y su ortodoxia 35. A lo largo del relato, los interlocutores demuestran su no-saber (9, 12
21 [bis].25.29.30) o su saber (9,20.24.25.29.31). Si el verbo ginóskó no se utiliza
nunca en este relato, sino más bien oída, es que se trata siempre de evidencias.
33. Cf. supra, 31. 36. Cf. Fariseos, en VTB, 284-286.
272 Lectura del Evangelio de Juan 9, 35-38 9, 35-38 Luz nueva y pastos abundantes (9, 1-10, 21) 273

El antiguo ciego tiene ya edad suficiente para dar un testimonio El relato está pidiendo un desenlace; no puede acabar con un
válido37. Demuestra que está instruido en la ley, y no solamente lleno fracaso —la expulsión de la sinagoga del enfermo curado—, ni sin
de humor, cuando dice a su vez, sin duda en nombre de los cristianos: que vuelva a aparecer el actor por el que todo comenzó y del que, en
«Sabemos...» (9, 31). Lo que ese hombre sabe es un principio que consta ausencia suya, se ha estado hablando continuamente en los diálogos
en la Escritura38: Dios no escucha a los pecadores; pero si uno es piadoso de los personajes. Así pues, el narrador devuelve la palabra y la
y cumple su voluntad, a ése Dios lo escucha. Se le conmina a que «dé iniciativa a Jesús, en un díptico en el que se sitúa sucesivamente frente
gloria a Dios»39, o sea, a que diga la verdad reconociendo que Jesús era a las dos partes: el antiguo ciego y los fariseos. Dejemos por ahora
un pecador porque había violado la ley. Pero aquel hombre se queda con el segundo cuadro, que consiste en una controversia y sirve de intro-
lo esencial de la ley: todo consiste en el cumplimiento de la voluntad ducción a la alegoría del buen Pastor.
divina. Para él, Jesús actuó de esta manera ya que pudo realizar algo El primer cuadro del díptico presenta un nuevo encuentro del tau-
que nadie había hecho antes de él. Al llamarlo «profeta», no piensa en maturgo con el ciego curado. Jesús se ha enterado de que éste ha sido
un título de alcance mesiánico; este término designa a un hombre de Dios expulsado de la sinagoga y lo «encuentra»42, sin duda voluntariamente.
que es fiel a su misión40. Más adelante se toca un tema esencial de Jn, Se acerca a él para interrogarlo de una forma personal, como subraya
el del origen de Jesús41; lo extraño para el hombre que ha recobrado la el tú enfático (9, 35). En el primer encuentro no había habido diálogo,
vista no es ya el milagro, sino el hecho de que las autoridades no sepan sino un gesto y una orden, a la que el ciego había respondido ejecu-
de dónde viene ese Jesús que lo ha realizado (9, 30). tándola al pie de la letra. Ahora Jesús plantea una pregunta, que en
Ya indicamos anteriormente que la exclusión de la Sinagoga y su griego supone ya de antemano una respuesta afirmativa. Es una pre-
motivo, según 9, 22, es un anacronismo en el relato. Está claro que, al gunta sorprendente, ya que es la única vez en que aparece el giro
presentar al antiguo ciego como el testigo de Jesús, el evangelista lo «creer en el Hijo del hombre»43.
convierte en un modelo para los miembros de su comunidad, obligada Es posible que este título haya sido inducido por el tema del juicio
a escoger entre la enseñanza de la Sinagoga y la fidelidad a Jesucristo. que aparece más adelante (9, 39): según la tradición judía de Daniel,
la figura del Hijo del hombre es la del juez escatológico (Dan 7, 13).
Pues bien, de las diez menciones de este título en el cuarto evangelio,
EPÍLOGO (9, 35-38) solamente una (5, 27) se refiere a la función de juez, mientas que las
otras sirven más bien para precisar alguno de los aspectos esenciales
del itinerario salvífico del Hijo de Dios: su relación incesante con el
cielo (1, 51), su descenso de arriba (3, 13), su subida al cielo (6, 62),
35 Jesús supo que lo habían echado fuera y, habiéndolo pasando por la elevación en la cruz (3, 14; 12, 34) que es una glo-
encontrado, dijo: «¿Crees tú en el Hijo del hombre?». 36 Este rificación (13, 31), incluido además el don del pan de vida (6, 27.53).
respondió y dijo: «¿Y quién es, Señor, para que comience a La mención de nuestro texto (9, 35) es la única en la que este título
creer en él?». 37 Jesús le dijo: «Lo ves, y el que habla contigo no va acompañado de un verbo que explicite el obrar o el destino de
es él». 38 Y él declaró: «Creo, Señor», y se postró ante él. esta figura. Su empleo absoluto sugiere que se evoca en él la totalidad
del misterio, en su realización efectiva y en su significado salvífico.
Por tanto, es una «fórmula cristológica englobante»44.
37. El niño alcanza su mayor edad a los trece años y un día (cf. SB II, 534). Con ayuda de su piedad judía el ciego reconoció, a través del
38. El principio escriturístico se encuentra, por ejemplo, en Prov 15, 29; 28, signo, a Jesús como a un profeta y a un ser venido de Dios; ahora se
9;Is 1, 15; Mal 3, 4; cf. Jn 3, 2.
39. «Dar gloria a Dios» se utiliza algunas veces para obtener de un hombre el 42. «Los judíos lo echan del templo, pero el Señor del templo lo encuentra»
reconocimiento de su falta o de su error: así Akán (Jos 7, 19, pasaje comentado por (Crisóstomo, Hom. 69, 1: PG 59, 321).
Sanh. VI, 2). 43. Este giro es excepcional, como lo percibieron algunos manuscritos que
40. Así Jesús fue considerado como un profeta: cf. Me 6, 15; 8, 28 par; Mt sustituyeron «Hijo del hombre» por «Hijo de Dios». Esta excepción es examinada
21, 11.46; Le 7, 16; 24, 19; Jn 4, 19. largamente por F. Moloney, The Johannine Son of Man, Roma 21978, 149-159.
41. «De dónde viene Jesús»: cf. 7, 27s; 8, 14; 9, 29s; 19, 9. 44. J. Blank, Comm. H, 206.
274 Lectura del Evangelio de Juan 9, 35-38 9, 39-41 Luz nueva y pastos abundantes (9, 1-10, 21) 275

ve llamado a creer en el Hijo del hombre. Su pregunta indica que no el que es objeto de este gesto, ¿no es el nuevo templo de la Presencia?50.
conocía su identidad45, pero que sentía el deseo de descubrirla; pre- El ciego de nacimiento, que se ha mostrado también como un «israelita
siente que Jesús, después de haberle abierto los ojos, le propone una sin falsedad» (1,47) y que ha sido «encontrado» por Jesús, se convierte
adhesión que es fuente de vida. En armonía con el simbolismo del en tipo del creyente. El es la oveja que oye la voz del pastor para ser
capítulo, Jesús no responde: «Soy yo», sino: «Lo ves»46. Aquel hombre conducida hasta el Padre, como se desarrollará en el capítulo 10.
no había visto nunca antes a Jesús. El verbo es aquí horáo, distinto
del que se había usado hasta entonces para decir que el ciego curado
«veía» ya; por eso mismo se significa aquí una visión más profunda, UNA CONTROVERSIA
que no es otra más que la fe47. (9, 39-41)
Y Jesús añade: «El que habla contigo es él» (cf. 4, 26). De este
modo a la visión se le añade la palabra. El relato parece estructurado En primer lugar se sitúa en el relato a los fariseos incrédulos. A
por la relación entre los dos, siendo determinante la palabra. En efecto, lo largo de su encuesta, el lector no dejaba de ir enterándose del
al principio la orden de Jesús es decisiva para la realización del milagro. comportamiento de estos personajes, imbuidos de su saber hasta llegar
Si no se hubiese oído, no habría pasado nada. El ciego de nacimiento a excluir toda eventualidad de que Jesús pudiera ser un hombre de
obedece y se dirige a Siloé (9, 7.11). A continuación, la constatación Dios. Así pues, Jesús se pronuncia sobre ellos y sobre todos a los que
visual no le basta a los que le rodean para reconocer que el milagro ellos representan. El evangelista destaca la declaración de Jesús me-
ha tenido lugar; se necesita el testimonio del antiguo ciego sobre su
diante una nueva introducción:
identidad; para los fariseos, es la respuesta de los padres la que es-
tablece el hecho. Al final, el hombre que ha recobrado la vista no
descubriría quién es su salvador sin el diálogo en que Jesús se revela
como el Hijo del hombre. La palabra es entonces el don por excelencia, 39 Y Jesús dijo: «Es para una discriminación (kríma)
que le permite pasar de las tinieblas originales a la luz divina48. Sin para lo que he venido a este mundo,
embargo, si en 9, 37 el «ver» tiene ciertamente el sentido de una visión de manera que los no videntes vean
espiritual, sigue conservando todavía —y hasta en primer lugar— el y los videntes se vuelvan ciegos».
sentido concreto. Por tanto, se puede reconocer aquí al mismo tiempo
una alusión a la encarnación del Logos.
El ciego de nacimiento, al hacerse vidente, percibe al Señor en la
fe, «cree» (9, 38), sin precisar ciertamente esa fe, pero haciendo un Estas palabras de Jesús corresponden a las que pronunció al prin-
gesto por el que da gloria a Dios en un sentido distinto del que exigían cipio (9, 5) sobre el objetivo de su misión. Allí, este objetivo era el
los fariseos (9, 24). El verbo «postrarse» (proskynéo) adquiere el de manifestar al mundo la luz divina; aquí, el de mostrar los efectos
sentido fuerte de adorar cuando tiene como objeto a Dios, como en de esta luz cuando ha sido acogida y cuando se ha rechazado. Jesús
el diálogo con la samaritana (4, 20-23); en los demás casos expresa proclamó muchas veces que había «venido al mundo»51; aquí, en un
un profundo respeto49. Aquí sin embargo encierra un sentido más rico: contexto en que la actitud de los fariseos contrasta con la del antiguo
ciego, dice, lo mismo que en 8, 23: «este mundo», designando con
45. C. K. Barrett opina que son posibles dos traducciones: el ciego curado esta expresión al mundo en que dominan las tinieblas52. El término
ignora la figura del Hijo del hombre, o bien la conoce pero no sabe identificarla. kríma" se refiere a dos efectos opuestos: hacerse vidente o hacerse
Cf. BD 442, 8. ciego; puede traducirse por «discriminación». Implica el carácter de-
46. El verbo heórakas es un perfecto con sentido presente; cf. 14, 7.9; 20, 29.
47. Blépo o anablépó aparecen regularmente en el relato (9, 7.11.15[bis],
18.19.21.25), mientras que horáo no aparece más que en este lugar. 50. Cf. 4, 23; 14, 9s; 20, 28.
48. En el relato de la creación, la Palabra precede y suscita la aparición de la 51. Cf. 1, 9; 3, 19; 6, 14; 11, 27; 12, 46; 16, 28; 18, 37.
luz (Gen 1,3). 52. 12, 31; 14, 30; 16, 11.
49. Proskynéo puede tener el sentido débil de «postrarse» (Mt 8, 2; 9, 18; 15, 53. Kríma sólo se encuentra en Jn en este lugar. En otros lugares tiene el
25; 20, 20; Me 5, 6; 15, 19). Cuando se refiere al Resucitado, está cerca del sentido sentido de «condena» (Mt 23, 13 par; Le 24, 20; Hech 24, 25; Rom 2, 2s; 3, 8; 5,
de adoración (Mt 28, 9.17; Le 24, 52). 16; 1 Cor 11, 29.34; Ap 17, 1; 18, 20; 20, 4).
276 Lectura del Evangelio de Juan 9, 39-41 9, 1-41 Luz nueva y pastos abundantes (9, 1-10, 21) 277

finitivo de cada uno de estos dos resultados, en relación con la so- plicada, para invitarles a una toma de conciencia, a un cambio de
beranía de la luz presente con el enviado de Dios. actitud. Si fuerais ciegos, desearíais la luz, y entonces ya no tendríais
Al decir «de manera que los no videntes vean», Jesús generaliza pecado. Pero en el fondo de vuestro corazón creéis que veis y, en-
lo que el signo ha mostrado en un solo ser bien dispuesto y explica tonces, que ya no necesitáis de la luz. Estáis en estado de pecado
el simbolismo expresado al comienzo del capítulo. De este modo Jesús porque, con vuestro saber obtuso que os impide ver, no dejáis ningún
cumple la profecía que estaba contenida en el canto del siervo del sitio para la iniciativa de Dios, para su don. Aferrados a vuestra
Señor: interpretación de la ley, erais ya pecadores al no captar el sentido de
la promesa hecha a Israel y ahora vuestro pecado permanece. El pecado
Te llamé para la salvación..., que se negó a propósito del ciego de nacimiento al comienzo del relato,
para abrir los ojos de los ciegos, se afirma ahora a propósito de esos expertos de la ley que se sirven
para hacer salir de sus calabozos
a los que habitan en las tinieblas (Is 42, 6-7) 54 .
de ella para negarse a reconocer su cumplimiento.
Al hablar de este modo, Jesús ejerce el kríma, la discriminación
Pero el acento recae más bien en la segunda parte del anuncio, entre los hombres. Por ser luz, ilumina el fondo de los corazones,
sobre la obcecación de los que se tienen por clarividentes. Aquí se denunciando sus obras malignas (3, 19s) y su afán de buscar su propia
generaliza el comportamiento de los fariseos. En el conjunto de la gloria (5, 40-44). El evangelista Juan no conoce más pecado que el
sentencia, el lenguaje es inmediatamente metafórico, indicando el rechazo de la luz.
«ver» y el «no-ver» espiritual como en la tradición evangélica, en la Jesús no condena a los fariseos; les amonesta para que tomen
línea de los profetas55. conciencia del juego en que se han metido, ahora que ha aparecido la
Cuando los fariseos se sienten aludidos, Jesús les precisa su pen- luz de arriba para la salvación que Dios está preparando. Jesús continúa
samiento: de hecho su revelación con el discurso del buen Pastor, pronunciado
ante el mismo auditorio.

40 Algunos fariseos que estaban con él oyeron esto y le di- APERTURA


jeron: «¿También nosotros seríamos ciegos?». 41 Jesús les
dijo: «Si fuerais ciegos, no tendríais pecado, pero ahora, El relato del ciego de nacimiento que se hizo vidente ha suscitado
porque decís que vemos, vuestro pecado permanece». a lo largo de los siglos numerosas interpretaciones, que se compaginan
con mayor o menor acierto con la lectura exegética que hemos pro-
puesto. Al no poder exponer aquí una historia detallada de las mismas,
Jesús les dice de forma equivalente: «Vosotros estáis ciertamente nos gustaría solamente saborear dos presentaciones principales, de
ciegos, porque pretendéis ser videntes». Pero lo indica de forma com- las que dependen casi todas las demás.

54. Cf. Is 49, 6; Jn 12, 46; Sal 146, 8. San heneo de Lyon, el gran adversario de los gnósticos, se cuida
55. El texto de Isaías sobre la obcecación de Israel se cita en todo el nuevo de mostrar cómo las palabras y los gestos de Jesús están intrínse-
testamento: camente vinculados a la revelación del antiguo testamento. Así, el
«Escuchad bien, pero sin comprender, gesto de Jesús modelando los ojos del ciego de nacimiento le parece
mirad bien, pero sin reconocer.
Haz torpe el corazón de ese pueblo
que es un cumplimiento del gesto de Dios modelando el cuerpo de
y duros sus oídos, y pégale los ojos; Adán:
no sea que vea con sus ojos
y oiga con sus oídos, Cuando se las vio con el ciego de nacimiento, no fue por una palabra,
y entienda con su corazón, sino por un gesto como le devolvió la vista: actúa de esa manera no sin
y se convierta y se le cure» (Is 6, 9-10). razón y al azar, sino a fin de dar a conocer la mano de Dios que al
Cf. Mt 13, 13s par; Jn 12, 40; Hech 28, 25ss. principio había modelado al hombre... Según lo que dice la Escritura:
278 Lectura del Evangelio de Juan 9, 1-41 9, 1-41 Luz nueva y pastos abundantes (9, 1-10, 21) 279

«Y Dios tomó el polvo (khoüs) de la tierra y modeló al hombre». Para Gracias a su profunda inteligencia del gesto de Jesús, Ireneo invita
ello el Señor escupió en la tierra, hizo barro (pelos) y untó los ojos del a releer el episodio a la luz de la correspondencia entre los dos
ciego, señalando de este modo de qué forma había tenido lugar el
testamentos y de la continuidad del proyecto divino sobre el hombre.
modelado original y, para los que eran capaces de comprender, mani-
festando la mano de Dios a partir de la cual el hombre había sido Si la dimensión del conflicto con los fariseos queda eclipsada por la
modelado a partir del polvo. Porque lo que el Verbo artífice había dejado grandeza del gesto que suscita al hombre nuevo, queda sin embargo
de modelar en el seno materno, lo cumplió él mismo en pleno día «para dentro de su perspectiva el conflicto entre la luz del Logos y las
que las obras de Dios se manifestaran en él» y para que no buscásemos tinieblas originales.
ya otra mano por la que habría sido modelado el hombre, ni otro Padre,
sabiendo que la mano de Dios, que nos modeló al comienzo y que nos A diferencia de Ireneo, san Agustín, al que siguen otros intérpretes,
modeló en el seno materno, esa misma mano nos buscó en los últimos
tiempos, cuando estábamos perdidos, recobró a su oveja perdida, se la no se detiene en la acción de Jesús sobre el ciego, sino más bien en
cargó sobre los hombros y la reintegró con alegría al rebaño de la vida el agua de la piscina de Siloé y ante todo en el envío del ciego a la
(Adversus haereses V, 15, 2). piscina:

Con un gran tacto, heneo proyecta sobre el texto la luz del antiguo Estaba untado (de aquel barro), pero todavía no veía. (Cristo) lo envió
a la piscina que se llama Siloé. El evangelista creyó que debía explicar
testamento que se cumplió en el nuevo; el gesto de Jesús adquiere así
él mismo el nombre de esta piscina y dijo: «Que se interpreta 'Enviado'».
una profundidad maravillosa; por lo que se refiere al lavado en la Así pues (el ciego) lavó sus ojos en aquella piscina, que significa 'En-
piscina de Siloé, le permitió al ciego de nacimiento «reconocer al que viado': fue bautizado en Cristo. (Cristo) lo bautizó de alguna manera
lo había modelado y al mismo tiempo saber quién era el Señor que en sí mismo... Habéis oído un gran misterio... (In Jo. 44, 2).
le había devuelto la vista» (ibid., 3).
¿Qué piensa de todo esto el exegeta contemporáneo? Se siente Agustín conserva del texto joánico los datos importantes que son
lleno de admiración y ve enriquecida su lectura. Sin embargo, hay la acción de lavarse y el nombre de Cristo que lleva la piscina. De
que superar una pequeña dificultad literal. Según Gen 2,7 Dios se
allí deduce cuál es el significado sacramental que tiene este relato.
sirvió del polvo (khoüs) y no de la arcilla o del barro fpelos). Pues
Muchos autores, como O. Cullmann o R. E. Brown, han pensado
bien, Ireneo se pudo apoyar legítimamente en una tradición bíblica
que el evangelista se refería aquí al bautismo. Pero son más numerosos
según la cual el acto creador se compara con el de un alfarero mo-
delando la arcilla a su gusto; así, por ejemplo, en Is 64, 7 y Jer 18, todavía los críticos que discuten esta interpretación. Presentemos este
6. Ireneo no conserva la imagen bajo la forma que subraya la de- tema con R. Schnackenburg. Es verdad que el ciego va a lavarse a
pendencia radical de la arcilla respecto al alfarero (como lo hacía la piscina, pero el verbo que utiliza Jn fníptesthai) no tiene el valor
san Pablo: «¿No es el alfarero dueño de su arcilla para producir de sacramental de loúesthai, término habitual en un contexto bautismal.
una misma masa unas vasijas para usos nobles y otras vasijas para No cabe la menor duda de que aquel hombre era ciego de nacimiento,
usos despreciables?»: Rom 9, 21). Pero permanece fiel a la Biblia situación que es la de cualquier hombre encerrado desde su nacimiento
cuando habla a la vez del polvo y del barro en un contexto de creación en las tinieblas, por no decir en el pecado; pero la iluminación recibida
en devenir; por otra parte, si se lee atentamente el versículo del (phótismós) se menciona también en el prólogo sin ninguna referencia
Génesis, no se dice en él que el hombre haya sido modelado con polvo, sacramental. En cuanto al término «untar» (epikhríein), corresponde
sino: «modeló al hombre, polvo tomado de la tierra». sin duda al que utiliza san Pablo en un pasaje en que se alude al
Lagrange suscitó una dificultad suplementaria: «El barro aplicado bautismo (2 Cor 1, 21), pero tiene ante todo un significado médico
a los ojos no puede ser considerado como la reparación de alguna corriente. El diálogo entre Jesús y el antiguo ciego ha sido ciertamente
laguna que dejó sin llenar el Creador en el niño en el seno materno, recogido en la liturgia catecúmeno! {miércoles de la 3.a semana de
puesto que es el agua la que hará el milagro» (p. 261). Pero esto es cuaresma) en donde conduce a la confesión de fe; en las catacumbas
desconocer que Ireneo no pretende que el milagro haya tenido lugar se representa este episodio para indicar la fe de los cristianos en la
independientemente del baño de purificación en Siloé; a sus ojos, es eficacia del bautismo. Pero el argumento sacado de la arqueología
la totalidad la que manifiesta la obra de Jesús: el modelado está (utilizado por P. Niewalda) no tiene ninguna fuerza probativa; se trata
pidiendo un lavado en la piscina. simplemente de aplicaciones del texto inspirado a unas situaciones
280 Lectura del Evangelio de Juan 10, 1-21 10, 1-21 Luz nueva y pastos abundantes (9, 1-10, 21) 281

eclesiales. Finalmente y sobre todo, semejante lectura saca de quicio Henoc57, donde el pueblo de Israel es comparado con un rebaño de
la orientación fundamental del texto, que es señalar a Jesús como luz ovejas que habían sido cegadas y que recuperan la vista cuando el
del mundo. Señor viene a ocuparse de ellas. Este testimonio literario confirma la
Si el fundamento exegético de esta interpretación bautismal no es hipótesis, anteriormente propuesta, sobre la unidad que va del 9, 1 al
sólido, ni mucho menos, lo cierto es que, aunque utilizando algunos 10, 21.
términos que no son de orden sacramental, el texto presenta varias Recordemos brevemente el trasfondo bíblico de la imagen pastoril.
alusiones al bautismo ¿Basta esto? Aquí interviene una cuestión de La metáfora del pastor y su rebaño para indicar el vínculo que une a
método. La mayor parte de los críticos disputan sobre la «intención unos subditos con un soberano, divino o humano, es frecuente en los
escritos del antiguo oriente58. En los dos testamentos se convierte en
del autor», como si ésta pudiera conocerse con certeza; la cuestión un lenguaje tradicional, recogido y modulado en uno y otro texto. Su
es ociosa en este caso: sólo tenemos el texto, y si éste encierra alguna primer empleo es la designación de Israel como el rebaño de Dios59,
alusión al sacramento, hemos de tenerlo en cuenta. Si todos los autores conducido con una protección idefectible a través del desierto60, y
reconocen el anacronismo de la expulsión de la sinagoga, ¿por qué luego a través de las vicisitudes de su historia hacia un cumplimiento
no pensar que el narrador se vio justamente influido por la práctica único (Is 49, 9s). La imagen expresa también la relación personal del
sacramental de su tiempo9 Guardadas las debidas proporciones, ¿no israelita con su Dios (cf. Sal 23). La solicitud del pastor se describe
ocurrirá aquí lo mismo que en el capítulo 6, que puede ser leído en con frecuencia de tal manera que concierne a la vez al pueblo en su
un segundo tiempo de lectura dentro de una perspectiva eucarística? conjunto y a cada uno de su miembros. De esta manera, Yahvé viene
El relato del ciego de nacimiento convertido en vidente presenta un con poder al lado de su pueblo deportado a Babilonia:
acontecimiento cnstológico: una persona pasa de las tinieblas a la luz
Como un pastor que apacienta su rebaño,
de la fe gracias a Cristo y a pesar de la oposición de los fariseos. Pero, recoge en sus brazos a los corderos,
en un segundo tiempo de lectura, este mismo relato puede volverse a los pone sobre su pecho
leer integrando en él la dimensión sacramental; ésta, sin embargo, no y conduce al descanso a las ovejas madres (Is 40, l l ) 6 1 .
adquiere su verdadero sentido más que con la condición de arraigarse
en la lectura del primer tiempo. La fe bautismal adquiere entonces una 57 En el Libro de Henoc, el «Apocalipsis del bestiario», compuesto antes del
dimensión propiamente cnstológica, como en el diálogo de Jesús con 164 a C , narra la historia del pueblo hebreo a través de la historia del rebaño de
corderos que son presa de los lobos uno de sus temas favoritos es que los corderos
Nicodemo, reinterpretado a la luz de las palabras finales sobre Juan están ciegos y luego comienzan a ver gracias al Maestro de los corderos (89, 28 41,
Bautista. También aquí el texto sigue «abierto» a otras interpretaciones 90, 6 9 35), juntando así el tema de la ceguera con el de las ovejas guiadas por el
más amplias que las que se obtienen en la lectura en un primer tiempo, verdadero pastor Texto en La Bible Ecrits intertestamentaires, París 1987, 579-
aunque permanezcan estrechamente vinculadas con ella. 586, traducido por A Caquot Esta relación ha sido muy bien expuesta por A J
Simonis, Die Hirtenrede im Johannes Evangebum, Roma 1967, 161-168
58 El Himno a Shamash, fechado a comienzos del siglo XVIII a C , ora de
este modo al dios sol
UN DISCURSO: EL BUEN PASTOR «,Oh iluminador de la tierra1 |Oh juez de los cielos
que iluminas las tinieblas, pastor de arriba y de abajo1
(10, 1-21) Tú apacientas, todos juntos, a los seres dotados de soplo,
tú eres su pastor, allá arriba y aquí abajo
Pastor del mundo de abajo, pastor de allá arriba,
El discurso de Jesús no recoge la imagen de la luz, sino que pasa rector y luz del universo eres tú solo, Shamash, Les rehgions du Proche-
a la del pastor y sus ovejas. Esta sucesión le ha parecido a muchos Onent asiatique, París 1970, 267s)
críticos que era un reflejo de la existencia de diversas fuentes y uni- 59 Gen 49, 24 (cf 48, 15), Jer 13, 17, 23, 1 3, Ez 34, 31, Sal 74, 1, 79, 13,
dades literarias56. Sin embargo, al final de una larga evolución, las 80, 2, Miq 7, 14
60 Sal 78, 52s, 77, 21, 95, 7, cf Am 3, 12
dos imágenes se encuentran reunidas también en las parábolas de
61 Cf Eclo 18, 13 Obsérvense las fórmulas de reciprocidad que recuerdan
las de la alianza
56 U Busse propone un estado de la cuestión Offene Frage zu Joh 10 NTS «El es nuestro Dios y nosotros el pueblo de su redil,
33 (1987) 516-531 el rebaño de su mano» (Sal 95, 7, cf 100, 3)
282 Lectura del Evangelio de Juan 10, 1-21 10, 1-6 Luz nueva y pastos abundantes (9, 1-10, 21) 283

Para que el pueblo no sea «como las ovejas sin pastor»62, Dios UN CUADRO SIMBÓLICO (10, 1-6)
confía a algunos de sus siervos el encargo de conducirlas según su
voluntad: Moisés, los jueces, David, son llamados por eso «pastores»,
y hasta el mismo Ciro recibe este apelativo63. En un período ulterior,
los textos proféticos encierran invectivas contra los pastores infieles 10,1 «Amén, amén, os lo digo:
que se aprovechan de las ovejas y dejan que el rebaño camine hacia El que no entra por la puerta en el redil de las ovejas,
su perdición; contra ellos se inflama la cólera divina: todos esos pas- sino que sube por otra parte,
tores los «enviará a pacer»64. La experiencia cruel del abuso de poder ése es un ladrón y un bandido.
suscita la esperanza de que el mismo Señor vendrá a ocuparse del 2 Pero el que entra por la puerta es el pastor de las ovejas.
rebaño, ya que le pertenecen sus ovejas: 3 A él le abre el portero
y las ovejas oyen su voz;
¡Habéis dejado... extraviarse a mis ovejas! y llama a las ovejas, a las suyas, a cada una por su nombre,
...Pero yo mismo reuniré al resto de mis ovejas (Jer 22, 2-3). y se las lleva.
4 Cuando ha hecho salir a todas, a las suyas,
La intervención prometida desemboca en el anuncio mesiánico de camina delante de ellas
un pastor misterioso que suscitará Dios según su corazón, como a un y las ovejas le siguen porque conocen su voz.
nuevo David; gracias a él, Israel «se salvará y vivirá en seguridad» 5 Nunca seguirán a un extraño;
(Jer 23, 5s). Los diversos temas expresados a través de este lenguaje más aún, huirán de él,
del pastor confluyeron en Ez 34 en una composición que despliega porque no conocen la voz de los extraños».
todos sus acordes. Al final de este capítulo esbozaremos una com- 6 Esta es la comparación que les dijo Jesús,
paración de esta profecía con nuestro pasaje. pero no comprendieron de qué les hablaba».
Está claro que el evangelista Jn arraigó su texto sobre este humus
bíblico65. Pero su obra es profundamente original: el Pastor es ahora
único (no se menciona a otros pastores contra los que se lancen re-
proches) y además da su vida por sus ovejas66. La controversia de Jesús con algunos fariseos (9, 39-41) prosigue
con un verdadero «discurso» dirigido a ellos («OÍ lo digo»), introducido
El discurso se distribuye en dos partes de longitud desigual, se- por un doble amén y caracterizado por la metáfora del pastor y las
paradas por una indicación del evangelista sobre la falta de inteligencia ovejas. Esta primera exposición es llamada por el evangelista una
de los oyentes (10, 6). La primera parte (10, 1-5) presenta un cuadro paroimía (v. 6). Este término griego corresponde al hebreo mashal,
pastoril en estilo impersonal (él); la segunda aplica a Jesús y desarrolla que puede designar tanto un proverbio como una «parábola» o una
en estilo personal (yo) dos elementos recogidos del cuadro inicial (10, sentencia enigmática67. Los críticos lo traducen aquí por «parábola»
7-10.11-18). A lo largo de la lectura iremos señalando la relación o bien por «alegoría». Pero no puede tratarse de una parábola, ya que
literaria que se puede establecer entre las dos partes. El pasaje termina este pasaje no es la narración de una «historia» con una crisis y un
con una indicación del narrador sobre la división que las palabras de desenlace (como, por ejemplo, el relato de la oveja perdida y vuelta
Jesús produjeron en el auditorio (10, 19-21). a encontrar: Le 15, 4-6); describe más bien una escena típica de la
vida pastoril. Por otro lado, tampoco se trata de una alegoría, en la
62. Núm 27, 17; 1 Re 22, 17; Jer 50, 6; Me 6, 34; Mt 9, 36. cual cada uno de los elementos puede transponerse a un registro dis-
63. Sal 77, 21; Núm 27, 17; 2 Sam 7, 7s; Sal 78, 79s; Is 44, 28. tinto; aquí es todo el conjunto el que significa una realidad distinta.
64. Jer 22, 22; cf. 2, 8; 10, 21; Zac 11, 15-17. Por eso hemos preferido traducir paroimía por «comparación», o por
65. R. Schnackenburg y R. E. Brown hacen una buena crítica de los que, «cuadro simbólico». Si la escena que se describe es familiar, lo que
como R. Bultmann, hablan de influencias mandeas, con el dualismo gnóstico. Por
otra parte, la metáfora del pastor aparece con frecuencia en la tradición sinóptica:
Mt 2, 6; 9, 36; 25, 32; 26, 31; Me 6, 34; Le 15, 4-6, Hech 20, 28; Ef 4, 11; Heb 67. Según Suidas, léxico del siglo X, la paroimía es un lagos apokryphós, un
13, 20; 1 Pe 5, 2-4; Jds 12; Ap 2, 27; 7, 17; 12, 5; 19, 15. discurso secreto. El término paroimía va opuesto a veces a su antónimo parrésía
66. Jn 10, 15. («enseñanza clara»); compárese 16, 25 con 16, 29; 10, 6 con 10, 24.
284 Lectura del Evangelio de Juan 10, 1-21
10, 1-6 Luz nueva y pastos abundantes (9, 1-10, 21) 285

Jesús intenta manifestar a través de ella no es captado por el auditorio:


«no comprendieron de qué les hablaba» (v. 6). muchas veces al retorno de Jesús al Padre74; de este modo esta ex-
Este cuadro pastoril está construido por «envolvimiento». Al co- presión abre una perspectiva escatológica indefinida. Como se ve, el
mienzo y al fin se menciona a los que actúan mal respecto a las ovejas: cuadro pastoril no concierne solamente a Jesús, sino también a las
un ladrón, un bandido, un extraño; en el centro, por contraste68, aparece ovejas en su relación con el pastor.
el pastor en relación íntima con las ovejas. Mencionadas en primer lugar, Todavía vale la pena considerar otros dos detalles del texto para
las figuras negativas dan a este texto un tono polémico: se remite im- que aparezca con mayor claridad el sentido inherente a este cuadro.
plícitamente al lector a los fariseos de los que ha hablado Jesús, aunque Sorprende el término con que se designa el redil: en vez de épaulis,
no se puede precisar a quién aluden el ladrón, el bandido y el extraño; que es el término usual en griego75, vemos aquí aulé, que de ordinario
se trata de manera general de los enemigos de las ovejas. Las oposiciones se aplica al patio contiguo a un edificio76. Pues bien, de las 177 veces
literarias que se suceden en estos versículos —entrar o no por la puerta, que aparece esta palabra en los Setenta, 115 veces se refiere al patio
seguir-huir, conocer o no la voz— confirman que la revelación esencial de la tienda de la reunión o del templo77. Puesto que en el lenguaje
se refiere al pastor y a su relación con las ovejas que le pertenecen. bíblico tradicional las ovejas designan a Israel78, Jn parece sugerir,
Después de entrar en el redil por la puerta69, el pastor «llama a detrás del empleo anormal de aulé para indicar el redil, el patio del
las ovejas, a las suyas, a cada una por su nombre» (v. 3)70. Esta templo, en el que se reunían los israelitas. Hay un texto, leído en
expresión tiene cierta resonancia isaiana, ya que evoca la llamada del griego, que corrobora esta interpretación:
mismo Yahvé:
Es él el que nos ha hecho y no nosotros,
¡No temas, que yo te he rescatado! su pueblo y las ovejas de su rebaño.
¡Te he llamado por tu nombre! ¡Eres mío! (Is 43, I) 7 '. Entrad por sus puertas con la alabanza,
a sus patios (eis tas aulas) con himnos (Sal 99 [100], 3-4).
El «nombre» equivale al ser72. Cada una de las ovejas es llamada
individualmente y esta llamada va a la par con la pertenencia al pastor. El cuadro describiría entonces precisamente la situación en que se
Evidentemente, el evangelista describe aquí el comportamiento de encuentra Jesús: mientras que las autoridades judías rechazan su men-
Jesús con los que han creído en él. Al precisar que el pastor se dirige saje, Jesús sigue llamando a Israel para que crea en él, lo mismo que
a sus ovejas, «las suyas» (tá ídia: cf. 1, 11; 13, 1), el narrador no el sembrador sigue echando su semilla a pesar de los evidentes
quiere decir que haya diversos rebaños en el redil; designa a aquellas fracasos79. Según su misión, entró en el templo para enseñar a Israel
ovejas que se han adherido a la palabra de Jesús: como dirá en el v. (cf. caps. 7-8) y suscitar su fe, pero fue rechazado por la mayoría.
29, son las que el Padre le ha dado" y de las que el antiguo ciego Por eso Jesús, que conduce hacia el Padre, hace «salir» de ese ambiente
que se ha hecho creyente es un prototipo. De hecho, las ovejas «oyen que se ha hecho hostil a las ovejas que han reconocido su voz80. Hay
su voz», según el anuncio de 5, 25; la «conocen» —un tema joánico además otra palabra que nos sorprende: Jesús añade que el pastor «las
que se recogerá más tarde— y por eso «siguen» al pastor.
Después de hacerlas salir del redil, el pastor «camina (poreúetai) 74. 14, 2.3.12.28; 16, 7.28.
delante de ellas», sin que se diga adonde va; se piensa naturalmente 75. A. J. Simonis, Die Hirtenrede im Johev, 161-168, indica que épaulis se
en los «pastos» (10, 9). Pero en Jn la palabra poreúomai se refiere encuentra en Núm 32, 16.24.36; Is 65, 10.
76. Ex 27, 9ss; 1 Re 8, 64; Me 14, 66; Jn 18, 15.
77. Por ejemplo, 2 Crón 6, 13; Ex 27, 9-20.
68. Esta disposición literaria evoca el cerco de Jesús por parte de los judíos 78. Sal 95, 7; Jer 23; Ez 34, 31; Mt 10, 6; 25, 32. El término «rebaño»
en 10, 24. (poimníori) se utiliza con frecuencia para designar a Israel (Sal 78, 25; Miq 2,
69. El portero tiene simplemente la función de legitimar al pastor. 1.12...).
70. Según una costumbre atestiguada de aquella época, los pastores ponen 79. Así en Mt 13, como hemos indicado en nuestros Estudios del evangelio,
nombre a sus ovejas. 273-288.
71. Cf. Is 45, 3; 49, 1; 62, 2. 80. Cf. 5,25. El verbo phónéó («llamar»; 10,3) tiene la misma raíz que phóné,
72. Cf. Ap 3, 5; 3 Jn 15. «voz» (10, 3.4.16.27). Los dos términos se mencionan sucesivamente a propósito
73. Cf. infra, sobre 10, 29; cf. 6, 37.39; 17, 2.6.7.9.24; 18, 9. de la resurrección de Lázaro (11, 43; 12, 17).
286 Lectura del Evangelio de Juan 10, 1-21 10, 7-10 Luz nueva y pastos abundantes (9, 1-10, 21) 287

empuja fuera» (ekbállein), expresión que parece excesiva81, pero que El pastor, por su parte, podía requerir una identificación explícita
se justifica en este contexto: se trata del mismo verbo con el que se en este contexto de revelación. Y se ofrece esta identificación. Sin
indicó la expulsión del ciego fuera de la sinagoga (9, 34). ¿No se embargo, el «Yo soy...» de los v. 11.14 dice algo muy superior:
tratará entonces de una alusión irónica al gesto de los fariseos, trans- Jesús declara no simplemente que es el pastor, sino «el pastor, el
formado ahora en un acto positivo? Este verbo ekbállein podría reflejar bueno», y este adjetivo, con un relieve especial, implica una revelación
la «constricción» que ejerce la atracción del Padre (cf. 6, 44) o del nueva, la de su muerte.
Hijo del hombre (12, 32) y, en virtud del contexto polémico, significar A nuestro juicio, aquel inicial «dijo además» (v. 7) y el doble
que Jesús se lleva a los suyos fuera de los límites del judaismo. Quizás amén sugieren claramente una amplificación del discurso, no ya una
Jn haga alusión aquí a la «salida de Egipto», expresión frecuente, o vuelta hacia atrás. Por eso, con otros exégetas, vemos en este texto
—en el mismo contexto del Éxodo— a Dios que «camina delante» de un nuevo desarrollo de la revelación de Jesús, en el que se recogen
su pueblo82. con mucha libertad algunos de los elementos contenidos en el cuadro
simbólico.
Ante la incomprensión de los oyentes, Jesús reanuda su discurso
de revelación («Jesús dijo además»), comenzando de nuevo con un
YO SOY LA PUERTA ( 1 0 , 7-10)
doble amén, pero pasando del él al yo. Ese yo es ahora el que domina
en todo el párrafo.
En el hecho de que el texto recoja algunos elementos del cuadro
simbólico —la puerta, las ovejas, los ladrones y los bandidos, el pastor—, 7 Jesús dijo además:
algunos ven aquí una «explicación» de lo que precede. Apelan para ello «Amén, amén, os lo digo:
al esquema apocalíptico que da cuenta tan perfectamente de ciertos textos Yo soy la puerta de las ovejas.
sinópticos83. A una petición que se le hace para que aclare las cosas tras 8 Todos los que vinieron antes de mí
haber oído la parábola, Jesús responde dando la clave de la misma, son ladrones y bandidos;
elemento por elemento; así, por ejemplo, después de la parábola de la pero las ovejas no los oyeron.
cizaña, explica las cosas según el procedimiento alegórico: «El campo 9 Yo soy la puerta.
es el mundo; el buen grano son...; el enemigo es...» (Mt 13, 36-43). Si alguien entra por mí, se salvará,
Por muy interesante que sea esta interpretación del texto, se oponen entrará y saldrá
a ella varias dificultades. En primer lugar, la ausencia de toda pregunta y encontrará pasto.
planteada por el auditorio, al que Juan ha mostrado endurecido en su 10 El ladrón viene solamente
rechazo del revelador. Además, ¿por qué sólo se identifican dos de los para robar, sacrificar, hacer morir.
elementos mencionados? Es verdad que se menciona de nuevo a los Yo he venido
ladrones y bandidos, pero seguimos sin saber a quiénes designan esos para que tengan la vida
personajes. Y al revés, ¿cómo podía intrigar al oyente la puerta que figura y la tengan sobreabundante».
en el cuadro? Y lo que se dice a propósito de ella en 10, 7.9 no se
compagina muy bien con lo que se describe en los v. 1-2, donde es el
pastor el que entra por ella, mientras que aquí él mismo es la puerta.
El cuadro simbólico presentaba al pastor entre dos menciones de
los adversarios de las ovejas; aquí las afirmaciones que hace Jesús
sobre sí mismo preceden (v. 7) y luego enmarcan (v. 9-10) lo que se
81. Aunque los traductores conceden a veces al verbo un sentido débil: Mt 12, dice sobre ellos.
35; 13, 52; Le 10, 35.
82. Esta hipótesis es propuesta y sostenida por A. J. Simoms y por I. de la La proclamación inicial «Yo soy la puerta de las ovejas»84 puede
Potterie (Mél. A. Ottaviani, Roma 1969, 942). Puede verificarse en Ex 3, 10; 6, entenderse de dos maneras: Jesús es la puerta que da acceso a las
26...; Dt 4, 37; 5, 6...; y en Ex 14, 19; Dt 1, 33.
83. Siguiendo a L. Cerfaux, Le théme parabolique liítéraire dans l'Évangile 84. Algunos manuscritos, poco seguros, sustituyen «puerta» por «pastor» y
de saint Jean, en Recueil L. Cerfaux II, 17-26. suprimen así la dificultad.
288 Lectura del Evangelio de Juan 10, 1-21 10, 7-10 Luz nueva y pastos abundantes (9, 1-10, 21) 289

ovejas, o bien a través de la cual pasan las ovejas. La puerta está Pero Dios es un Dios celoso, dice la Escritura (Ex 20, 5; 34, 14); y
destinada a los que van hacia las ovejas, o bien está destinada a Jesús lo sabe muy bien, ya que su celo por la casa del Padre lo conduce
que vayan y vengan por ella las ovejas. Según la primera lectura, hacia la muerte (2, 17).
la más corriente entre los comentaristas85, Jesús afirmaría que es el Viniendo a robar lo que es de Dios, esos intrusos no pueden
único mediador para llegar eficazmente a las ovejas, lo cual ha sido hacer otra cosa más que «hacerlas morir» (apóllymi) —término que
interpretado como una exigencia que se les hace a los pastores de designa la pérdida definitiva, en sentido espiritual (cf., por ejemplo,
la Iglesia de fidelidad a Jesús. Pero el contexto de los v. 7-10 se 12, 25)—, por el hecho de alejarlas de la voz del Hijo. En cuanto
opone a esta lectura: aquí no se trata de varios pastores, sino de al verbo «sacrificar» (thyó, a veces traducido mal aquí por degollar),
uno solo, y los demás personajes no se acercan al redil para apacentar es apropiado para un ladrón de Dios, ya que evoca una parodia del
las ovejas, sino que las matan. Es evidente el contraste entre el sacrificio88.
peligro que ellos representan para las ovejas y la vida a la que da Al contrario, Jesús, que se designa en el v. 9 no ya como «la
acceso Jesús. Por otra parte, Jesús no dice que sea él la puerta «del puerta de las ovejas», sino como «la puerta» sin más, conduce a la
redil», sino «de las ovejas». Los esfuerzos de los críticos para vida. La «salvación»89 que obtiene el que pasa por el Hijo se describe
autorizar la primera lectura se basan, en definitiva, en una alego- por medio de imágenes. Una de ella es tributaria de la metáfora de la
rización indebida de la puerta mencionada en el cuadro simbólico. puerta; la otra de la vida pastoril. La expresión «entrará y saldrá», sin
Jesús no se presenta como el mediador de los pastores que han de indicación de lugar, significa por sí misma la libertad de alguien en
venir después; esta extensión no se hará hasta mucho más tarde en la vida ordinaria, mientras que la pareja de términos opuestos indica
la literatura eclesiástica86. una totalidad90. Aparece también en Núm 27, 17, en relación con el
tema del rebaño de Yahvé91. En nuestro texto indica la plena libertad
El v. 8 presenta una dificultad: ¿quiénes son «los que vinieron del creyente. Los «pastos», símbolo de la fertilidad de la vida, preparan
antes de mí», denunciados como ladrones y bandidos? Jesús no se la sobreabundancia con que termina el v. 10, donde se puede oír un
refiere ciertamente a los patriarcas y a los profetas de Israel, de eco del Sal 2392.
los que ha hecho testigos suyos o cuyos anuncios ha recordado, ni Esta palabra de Jesús no dice otra cosa sino lo que ya hemos leído
tampoco al precursor, a pesar de que había venido antes que él. A anteriormente, por ejemplo en el capítulo 6 en el discurso sobre el
ellos los han escuchado los creyentes. Por otra parte, la exclusión pan de vida. Pero aquí vemos que se subraya la situación de peligro
es radical87. Para entenderlo, conviene partir del contexto, donde de las ovejas, que podrían perderse93 sin la intervención del Hijo y
la puerta que es Jesús da acceso a la vida: Jesús excluye que otros sin su seguimiento como único pastor.
que no sean él puedan conducir a la vida sobreabundante; tal es el
sentido del «antes de mí». Pero ¿por qué califica a esos intrusos de 88. El verbo thyo tiene ordinariamente una connotación sacrificial. Nótese que
ladrones y bandidos? en 16, 2 Jesús anuncia: «Todo el que os mate pensará que rinde culto a Dios».
89. El verbo «salvar» tiene el sentido denso de la salvación escatológica (3,
El término «ladrón» adquiere su verdadero sentido si se tiene en
17; 5, 34; 12, 47); se opone al verbo «perecer» del versículo siguiente. En 14, 6,
cuenta el contexto una vez más. No se trata de aquel que roba a su Jesús declara que «nadie va al Padre sino por mí».
semejante alguna cosa que le pertenezca; en este texto, lo que se roba 90. Para indicar una realidad compleja, los semitas proceden asociando dos
son las ovejas, que pertenecen a Dios mismo; si Jesús las ha llamado términos contrarios; cf. G. Lambert, RB 52 (1945) 91-103; P. Boccaccio, Bib 33
«suyas» es en cuanto que se las ha dado el Padre (v. 29), y el Padre (1952) 173-190. La expresión «podrá entrar y salir» indica una situación estable de
y el Hijo lo tienen todo en común. Aquí el ladrón es uno que roba a libertad (2 Re 19, 27; 1 Sam 29, 6; Sal 121, 8).
91. Moisés establece a Josué como jefe de la comunidad; tendrá que «salir y
Dios: le quita a Dios sus ovejas en un intento supremo de usurpación. volver a entrar a su cabeza, los hará salir y entrar, de forma que la comunidad de
Yahvé no sea ya un rebaño sin pastor».
85. Desde Agustín y Crisóstomo, es una opinión casi común. 92. «El Señor es mi pastor, nada me falta.
86. A partir de 1 Pe 5, 1-4. En verdes praderas me hace recostar,
87. Es inútil y poco seguro imaginarse aquí una alusión a los zelotes que habían hacia las aguas del descanso me conduce,
invadido el templo poco antes (a pesar de A. J. Simonis, Die Hirtenrede im Johev, restaura mi alma» (Sal 23, 1-3).
207-215). 93. Jer 23, 1; 50, 6.17; Ez 34, 5s; Mt 10, 6.
290 Lectura del Evangelio de Juan 10, 1-21
10, 11-18 Luz nueva y pastos abundantes (9, 1-10, 21) 291

EL BUEN PASTOR (10, 11-18)


tiene que reunir (v. 16), mientras que reaparece con insistencia la
afirmación del don de sí. Como final, ese don, orientado hacia la
recuperación de la vida, manifiesta al mismo tiempo el poder de que
11 «Yo soy el Pastor, el bueno. dispone el Hijo y el amor con que lo ama el Padre (v. 17-18).
El pastor, el bueno, expone su vida por sus ovejas.
12 El mercenario, el que no es pastor, La muerte salvadora de Jesús se indica tradicionalmente en el
cuyas ovejas no son suyas, nuevo testamento con la expresión «dar (su vida) por». Así, por
ve venir al lobo, ejemplo:
abandona las ovejas y emprende la huida,
y el lobo se apodera de ellas y las dispersa. El Hijo del hombre ha venido a dar su vida para rescate de la multitud
13 Es que el mercenario (Me 10, 45).
no se preocupa de las ovejas. Este es mi cuerpo, que se da por vosotros (Le 22, 29)
14 Yo soy el Pastor, el bueno,
conozco a las mías Jn, que ha mantenido el verbo díddmi para anunciar el don de su
y las mías me conocen, carne (6, 51), lo sustituye aquí por otro —títhSmi— que es propio de
15 lo mismo que el Padre me conoce él94. Los autores que traducen por «dar» (Loisy, Mollat, Pléiade)
y que yo conozco al Padre. recogen en general su sentido. Pero una traducción fiel tiene que
Y me desprendo de mi vida por mis ovejas. reflejar la diferencia joánica; por eso muchos críticos han preferido
16 Tengo además otras ovejas otras formulaciones, que expresan más la acción del donante: el Pastor
que no proceden de este redil; «ofrece» (Lagrange), «entrega» (Osty), «deja» (Delebecque) su vida,
a ésas también tengo que guiarlas «se desprende de ella» (TOB) por sus ovejas. Un examen atento nos
y oirán mi voz ha llevado a constatar no solamente que esta expresión tiene varias
y habrá un solo rebaño, facetas, sino también que su sentido se modula según la progresión
un solo Pastor. interna del texto. Por consiguiente, hemos de precisar su valor en
17 He aquí por qué el Padre me ama: función del contexto inmediato en que aparece.
porque yo pongo mi propia vida En griego, la expresión títhemi ténpsikhén no significa nunca «dar
para recogerla de nuevo. la vida» en el sentido de entregarse a la muerte95. Indica más bien
18 Nadie me la quita, «arriesgar» o «exponer» la vida en un peligro que amenaza a otro.
sino que la pongo yo mismo. Los Setenta la recogen para traducir el giro hebreo «poner su vida en
Tengo el poder de ponerla la palma de la mano»; así, el pastorcillo David pone en juego su vida
y tengo el poder de recogerla; por defender a las ovejas de su padre Jesé96. No se entrega a la muerte;
tal es el mandato que he recibido de mi Padre». si él muriera, el rebaño sería presa del león o del lobo; pero se expone
a ello, momentáneamente, ya que se preocupa por las ovejas. Esta es
la lectura que conviene para el v. 11, que define al buen pastor en
Después de haberse identificado con la puerta, imagen de orden cuanto tal, como confirma la descripción, por contraste, del mercenario
espacial, Jesús, con un nuevo «Yo soy...», se identifica con la figura que huye ante el lobo.
central del cuadro simbólico, el pastor. De antemano se caracteriza
como el buen Pastor, añadiendo una definición en tercera persona: «El 94 Algunos manuscritos sustituyen títhemi por el verbo dídómi tradicional
buen pastor expone su vida por sus ovejas». Este versículo engendra La expresión joánica se encuentra en 13, 37s, 15, 13 y 1 Jn 3, 16, en donde se
extiende de Jesús a los discípulos
el desarrollo siguiente, hasta el final del discurso: después del contra-
95 En este caso, el griego utiliza otros verbos ekpnéo, aphíemí, probálló,
punto del mercenario (v. 12-13), se repite la identificación (v. 14), díddmi Cf C Maurer, TWNT VIII, 155s
para completarla luego con el anuncio del rebaño único que el Pastor 96 1 Sam 17, 34, 19, 5, 28, 21, cf. Jue 12, 3, Sal 119, 109
292 Lectura del Evangelio de Juan 10, 1-21 10, 11-18 Luz nueva y pastos abundantes (9 1 10 21) 293

Es distinto lo que ocurre con las menciones que siguen versión literal del verbo griego tomado aisladamente99 Al contrario,
(v 15.17 18) donde el sujeto de la acción es el yo de Jesús En los hemos mantenido «desprenderse» para el v 15, que está en el centro
v 17 18 la expresión significa manifiestamente la muerte efectiva, del pasaje y es el caso más sintético, en donde no aparece ningún
por el hecho de que se opone a «recoger de nuevo la vida» (lo cual contraste, a no ser con el mercenario, por encima de los v 14-15
requiere que se la haya dejado) y en virtud de la frase intercalada Hay un vínculo que recoge las diversas facetas de esta expresión
«Nadie me quita la vida, sino que la pongo yo mismo» Jesús se David, que sirve de modelo al buen pastor de esta tierra, es el tipo,
refiere al acto de su muerte, vista en una perspectiva de resurrección en sentido bíblico, de Jesús corre el peligro de morir por las ovejas
En el v 15 ¿el valor de la expresión está determinada por el de su padre, que es lo que hará —pero llegando a la muerte real —
sentido que tenía la definición del v 1 Ib o por el de los v 17-18 7 ese Jesús que ha recibido del Padre las ovejas (10, 29) Se impone
La afirmación se formula aquí en presente intemporal, por tanto, esta relación, dado que David es una figura mesiámca100 Pero la
no puede anunciar el acto mismo de la muerte97, puesto que en ese distancia entre Jesús y David es también manifiesta Jesús íntegra
caso Jesús habría empleado el futuro o una fórmula con dei Por en su existencia entera el enfrentamiento con la muerte y, una vez
otra parte, como el contexto deja vislumbrar indudablemente el llegado el momento, deja su vida para tomarla de nuevo, según el
pensamiento de la muerte, se trata en este versículo de la actitud poder que posee y la orden que ha recibido del Padre
permanente de Jesús a lo largo de toda su misión, está dispuesto Jesús se desprende de su vida «por sus ovejas» (v 15) La
a enfrentarse con la muerte por defender a sus ovejas, podría decirse, preposición hypér significa —como ya en el v 11 y en los textos
utilizando una expresión paulina, que no conserva celosamente su eucarísticos101— «en favor de», «para provecho de»102, y no «en
propia vida Los v 14-15, que preceden, iluminan esta disposición lugar de» no implica la idea de una sustitución103 Ciertamente,
fundamental del Pastor mediante el vínculo que une a Jesús con sus podría pensarse que, en el contexto, la amenaza que pesa sobre las
ovejas hace desplazar la muerte sobre el Pastor, pero eso sería
ovejas y con el Padre
confundir los planos en la presentación joánica, la amenaza que se
La traducción «dar su vida» desconoce el valor de la fórmula cierne sobre las ovejas es de orden simbólico, es su pérdida (cf v
joánica, que pone de manifiesto la desposesión voluntaria de un 9) en sentido opuesto a la vida eterna, mientras que la muerte para
bien propio y que además permite la «recuperación» que se subra- Jesús es el desprendimiento de su psykhé, de su vida en sentido
yará al final del discurso, mientras que el don, en principio, no es concreto
reversible Cuando Jesús dice en 6, 51 que dará su carne para la La perspectiva de este pasaje está dominada por la actitud del
vida del mundo, es para anunciar que su vida se comunicará a los Pastor que «conoce» a sus ovejas No aparece para nada el tema
creyentes, aquí la perspectiva es el destino del mismo Jesús, tal del perdón de los pecados, como si las ovejas se salvaran de una
como lo asume libremente en virtud de su poder soberano y en situación global de obscuridad y de distanciamiento más bien que
función de la salvación de las ovejas de un error culpable Como ya hemos dicho, Jn no conoce más que
En definitiva, «desprenderse de la vida» es la traducción más el pecado de la increencia, y aquí las ovejas representan a los cre-
conforme con el sentido que tiene la expresión griega en el texto yentes
¿Habrá que traducir entonces, en todos los casos, esta expresión
por este verbo7 En el v 11 la traducción debe mantener el sentido
original del giro griego, ya que, como antes recordábamos, se trata
allí de todo buen pastor98 y, si se desprendiera de su vida, el rebaño
se perdería En los v 17 y 18, frente al verbo «recoger», el término 99 En 13 4 12 Jesús «se quita» y «vuelve a tomar» sus vestidos, texto que
más adecuado es «poner», que por otra parte está cerca de una remite simbólicamente a nuestro pasaje
100 Cf Jer 23 5, 33 15, Ez 34, 23s
101 Cf nuestra obra La fracción del pan 162-165
97 Como indica muy bien A J Simoms, Die Hirtenrede im Johev 266 102 Asi claramente en Me 9 40, Flp 1 7, 4 10, 2 Cor 12 15, Rom 9, 3,
98 El articulo que precede a esta designación puede conferir al sustantivo un Col 1, 24
valor general, como en las parábolas Mt 13, 3 par, cf Mt 4 3 8, 33, 25 9 BD 103 Este sentido se encuentra solamente en Flm 13 y quizas en 1 Cor 15 29,
252,2 2 Cor 5 14s
294 Lectura del Evangelio de Juan 10, 1-21 10, 11-18 Luz nueva y pastos abundantes (9, 1-10, 21) 295

Jesús, el buen Pastor (10, 11-15) sentido propio, el lobo puede designar a las personas que hacen daño106;
no hay en ello nada que sea específico de Israel. Sin embargo, el
profeta soñó con un tiempo ideal en que «el lobo habitará con el
cordero» (Is 11, 6; 65, 25); por eso se puede pensar que el lobo
representa, no ya a un enemigo humano, sino al adversario del rebaño
11 «Yo soy el Pastor, el bueno. de Dios107. El término «dispersar» (v. 12) es clásico para evocar el
El pastor, el bueno, expone su vida por sus ovejas. pasado doloroso de Israel.
12 El mercenario, el que no es pastor, Después de repetir la identificación: «Yo soy el Pastor, el bueno»,
cuyas ovejas no son suyas, el texto se abre (como anteriormente, después de la segunda identi-
ve venir al lobo, ficación de Jesús con la puerta) a una palabra de revelación, en este
abandona las ovejas y emprende la huida, caso a propósito del conocimiento que une a Jesús con las ovejas y
y el lobo se apodera de ellas y las dispersa. que es en definitiva amor108; este vínculo recíproco se basa, gracias
13 Es que el mercenario al kathós joánico109, en el conocimiento mutuo del Padre y del Hijo.
no se preocupa de las ovejas. Observemos que se menciona al Padre antes que al Hijo y que igual-
14 Yo soy el Pastor, el bueno, mente el Hijo precede a los creyentes; a diferencia del éxtasis plotiniano
conozco a las mías donde el esfuerzo del hombre por elevarse hacia Dios es un paso previo,
y las mías me conocen, según la teología joánica lo primero en este caso es la iniciativa divina.
15 lo mismo que el Padre me conoce Los v. 14-15 concluyen repitiendo el tema dominante. Tras la
y que yo conozco al Padre. afirmación de su conocimiento del Padre, la frase sobre el despren-
Y me desprendo de mi vida por mis ovejas». dimiento de su vida por parte de Jesús sugiere que la actitud del Hijo
a lo largo de su misión procede de este mismo conocimiento. La
primera Carta de Juan indica muy bien que este conocimiento es
Jesús se presenta («Yo soy») como el Pastor104, que anunciaban propiamente el amor:
los profetas; pero aquí no recibe el calificativo de «verdadero», como
en el caso de la luz, el pan, la vid, sino el de «bueno» (kalós), en un En esto conocemos en adelante el amor:
sentido no de mansedumbre o de afabilidad (como han popularizado El, Jesús, se desprendió de su vida por nosotros (1 Jn 3, 16).
algunas imágenes piadosas), sino en el sentido que tiene este término
en el nuevo testamento: kalós indica la calidad de una cosa o de una En el horizonte del don de sí (10, 16-18)
persona que responde plenamente a su función105.
La expresión «el pastor, el bueno» se recoge en un definición cuyo ¿Cuál es el porvenir de ese Cristo que se desprende de su propia
contenido indicamos más arriba. El mercenario se presenta en con- vida? En este pasaje final del discurso, este porvenir se ilumina de
traste; su figura completa el cuadro simbólico de los v. 1-5, pero la dos maneras. En el v. 16 Jesús anuncia que reunirá bajo su cayado
descripción es más amplia y se parece a una pequeña parábola. El un rebaño al que pertenecerán también «otras» ovejas, junto con las
texto insiste en el hecho de que el mercenario no tiene ninguna relación mencionadas hasta ahora. En los v. 17-19 anuncia que, si muere, es
personal con las ovejas (ouk tá ídia: cf. 10,3). En cuanto al lobo, se para vivir de nuevo, en virtud del amor que le tiene el Padre.
trata de un elemento normal para describir el peligro mortal al que
están expuestas las ovejas. En la Biblia, además de los empleos en 106. Hab 1, 8 (los caldeos); Ez 22, 27; Sof 3, 3 (los jefes inicuos)... Con-
secuentemente, se ha querido reconocer al lobo en algún que otro personaje, como
104. Para traducir el griego poimén, utilizamos la palabra «Pastor», con ma- Marción, llamado «el lobo del Ponto (Euxino)» (Hist. Ecl. V, 13, 4). Cf. Ignacio,
yúscula, cuando se refiere a Jesús; si no, para el sentido inespecífico, usamos «pastor» Philad. 2, 2; 2 Clem. 5, 2-4; Justino, Apol. I, 16, 13; Dial. 35, 3; 81, 2.
con minúscula. 107. «Los lobos» designaban más especialmente a los falsos profetas (Mt 7,
105. Así «una buena tierra» (Mt 13, 8), un «árbol bueno» que da «buenos 15) o a los maestros del error (Hech 20, 28s).
frutos» (Mt 7, 17s), el «buen vino» (Jn 2, 10), las «obras buenas» (Jn 10, 32), un 108. Cf. J. Corbon-A. Vanhoye, Conocer, en VTB, 154-157.
«buen administrador» (1 Pe 4, 10), el «buen soldado de Cristo» (2 Tim 2, 3), etc. 109. Cf. I, 24.
296 Lectura del Evangelio de Juan 10, 1-21 10, 11-18 Luz nueva y pastos abundantes (9, 1-10, 21) 297

a) Un solo rebaño, un solo Pastor (10, 16) simbólico. Efectivamente, dice: «Tengo otras ovejas». Pero éstas
no proceden del mismo redil, a saber, del ambiente judío. Por eso
no tienen que salir del redil, ni ser empujadas hacia fuera (cf. 10,
3-4). No se indica su procedencia, ya que vienen de todos los lugares
16 «Tengo además otras ovejas en donde, según 11, 52, están dispersas. La perspectiva del pastor
que no proceden de este redil; es universal; es el mundo y no solamente Israel lo que Dios ha dado
a ésas tengo que guiarlas a su Hijo único" 3 .
y oirán mi voz Así pues, Jesús tiene que (dei) conducir esas otras ovejas, para
y habrá un solo rebaño, que, como hicieron las primeras, también éstas oigan su voz. Si el
un solo Pastor». verbo está en futuro, es porque esta voz no podrá llegar hasta ellas
más que en un momento posterior al que Jesús habla.

De las primeras ovejas y de las otras, el pastor único formará un


Este versículo parece interrumpir el desarrollo sobre el don de sí solo rebaño. El contexto muestra que esta reunión en la unidad es el
que había empezado en el v. 11 y que culminará en v. 17-18. Sin fruto de la muerte de Jesús: la mención de esta muerte encuadra el
embargo, se compagina perfectamente con el contexto, ya que el v. 16. Semejante fruto aparecerá en un futuro indeterminado: «Habrá
discurso sobre el buen Pastor no se refiere únicamente al pastor, sino (o ellas se convertirán en)" 4 un solo rebaño», lo cual sugiere el sig-
también en todo momento a las ovejas; y este versículo indica el fruto nificado escatológico que tiene el anuncio de Jesús. Más inmediata-
universal de la muerte de Jesús. mente, esto implica un progreso en el tiempo: el rebaño no dejará de
Jn coincide por otra parte, a su manera, con el pensamiento de la crecer hasta el día en que ya no haya noche (Ap 22, 5); entonces, «el
Carta a los efesios (Ef 2)"°, cuando muestra que Jesús reúne en su que está en medio del trono las apacentará y las conducirá a las fuentes
de la vida» (Ap 7, 17).
comunidad no solamente a las ovejas salidas de Israel, sino también
a «otras ovejas», que son igualmente «suyas». Esta conjunción futura Vale la pena señalar que Jesús no dice que habrá «un solo redil»,
fue prefigurada en Samaría cuando Jesús, un judío, reconcilió sim- sin duda para eludir las representaciones espaciales y mantenerse en
bólicamente por la fe en su persona a dos pueblos separados"1. Pero la perspectiva de la libertad que caracteriza a las relaciones perso-
nales" 5 . La palabra «redil», por otra parte, habría sido impropia en
la relación que se impone para iluminar el v. 16 es el comentario por
este lugar, porque un redil puede dar cobijo a varios rebaños diferentes,
parte del evangelista a la sentencia de Caifas: mientras que en el cuadro simbólico el rebaño es sólo uno. La imagen
de «un solo redil» que procede de la traducción de la Vulgata, ha dado
Profetizó que Jesús tenía que morir por la nación y no solamente por pábulo a una polémica entre protestantes y católicos, como si el lugar
la nación, sino también para congregar en la unidad a los hijos de Dios de la reunión definitiva fuese la institución romana. En cuanto al pastor
dispersos (11, 51s). único, es sin duda Jesucristo, el Hijo de Dios" 6 , que cumple de este
modo la profecía de Ezequiel sobre el Mesías:
Como sabe el lector desde el prólogo, los «hijos de Dios» (tékna
toü theoü) son todos aquellos que por todos los rincones del mundo Mi siervo David será rey sobre ellos; habrá para todos ellos un solo
acogen la luz divina" 2 . En nuestro discurso, estos hijos de Dios pastor (Ez 37, 24; cf. 34, 23).
son «las otras ovejas» que Jesús afirma que son suyas; son de su
propiedad, lo mismo que las que escuchaban su voz en el cuadro En resumen, Jn presenta aquí a la comunidad ideal de Jesús. ¡Hay
motivos para soñar!
110. «Quiso de este modo crear en sí mismo, de los dos (el judío y el pagano),
un solo hombre nuevo, haciendo la paz, y reconciliar con Dios a ambos en un solo 113. 3, 16; cf. Jer23, 3; 31, 8.
cuerpo, por medio de la cruz, dando en sí mismo muerte a la enemistad» (Ef 2, 15- 114. El griego genésontai puede ser traducido de varias maneras.
16). 115. Como sugieren las descripciones de la salvación en 10, 9 (cf. supra,
111. Cf. I, 271-273; 314-315. 288s).
112. 1, 12-13; cf. 1 J n 3 , 1.2.10; 5, 2. 116. Y no san Pedro ni sus sucesores.
298 Lectura del Evangelio de Juan 10, 19-21 Luz nueva y pastos abundantes (9 1 10 21) 299

b) En el secreto del don de si (10, 17-18) Si el Padre «ama» a Jesús, no es solamente por causa de su entrega
en favor de las ovejas, sino porque a través de esa entrega se realizará
en plenitud el poder de vida que el Hijo posee en sí mismo (5, 26),
por haberlo recibido del Padre Por otra parte, se puede encontrar en
17 He aquí"7 por qué el Padre me ama: el v 17 un eco de los cantos del Siervo el que ha ofrecido su vida
porque yo pongo mi propia vida por el pueblo de Dios «prolongará sus días», y Yahvé lo glorificará
para recogerla de nuevo. porque «se entregó él mismo a la muerte» (Is 53, 10 12)
18 Nadie me la quita, No obstante, es la más alta cnstología joánica la que aquí se afirma
sino que la pongo yo mismo. lo mismo que a propósito del templo de su cuerpo en la palabra metafórica
Tengo el poder de ponerla «lo reconstruiré en tres días», Jesús se resucita a sí mismo, mientras que
y tengo el poder de recogerla; según las tradiciones paulina y sinóptica es resucitado por Dios"9
tal es el mandato que he recibido de mi Padre». El contraste entre la dependencia absoluta del Hijo respecto al
Padre, expresada aquí en el mandamiento que ha recibido de él, y su
libertad perfecta tiene ciertamente el aspecto de una paradoja, pero
El horizonte inmediato de la muerte del Pastor acaba imponiéndose tan sólo en la superficie, ya que según la teología joánica se da una
en el texto No ya bajo el aspecto de su finalidad para provecho de unidad de acción perfecta entre el Padre y el Hijo, es lo que Jesús
las ovejas presentes y venideras"8, ni bajo el de su necesidad, como proclamará muy pronto «somos uno» (10, 30)
en la palabra de Nicodemo «Es preciso que el Hijo del hombre sea
elevado» (3, 14) El dei («es preciso»), tradicional en los sinópticos
para decir que el Hijo del hombre tiene que morir y resucitar, ha dejado EPÍLOGO (10, 19-21)
huella en 10, 16, donde el Pastor «tiene que» conducir igualmente a
las otras ovejas Sin embargo, aparece traspuesto en la declaración
final «Tal es el mandato que he recibido de mi Padre» Se observa
que la mención del Padre, vuelto hacia Jesús, cierra el pasaje, ya que 19 De nuevo hubo una división entre los judíos por causa de
el v 17 comienza indicando «El Padre me ama» Entre estas dos estas palabras. 20 Muchos de ellos decían: «¡Tiene un de-
palabras, el desprendimiento que hace Jesús de su propia vida queda monio! ¡Está loco! ¿Por qué lo oís?». 21 Otros decían: «No
iluminado desde dentro, como un acto de libertad basado en el poder son ésas las palabras de un endemoniado, ¿es que un demonio
soberano que ha recibido el Hijo puede abrir los ojos de los ciegos?».
«Nadie me quita la vida », dice Jesús Inserta en el gran contexto
del proceso, puntuado por los intentos de agresión contra él, esta
declaración se compagina con el tema de la hora no determinada por El evangelista hace una pausa para vincular expresamente el dis-
los hombres, hace depender la muerte de la voluntad solamente de curso sobre el buen Pastor con la curación del ciego de nacimiento
Jesús, e implícitamente de su amor a las ovejas, en armonía con el Mientras que Jesús desea reunir a las ovejas del rebaño, produce ahora
anuncio anterior sobre el «buen» Pastor (10, 11), implica al mismo el efecto contrario una división (skhísmá) No ha llegado todavía la
tiempo que el revelador no es de este mundo De hecho, en cada hora de atraer a todos los hombres hacia sí Por consiguiente, el lector
ocasión el recuerdo de la vida es la otra cara del desprendimiento se queda en suspenso, con los judíos que corresponden aquí, más bien
(v 17-18) que a los fariseos, a los oyentes mencionados en 7, l i s 31 35 40-43
no llegan a decidirse Quizás Jn haga alusión a sus contemporáneos
117 Traducimos día toüto por «he aquí» y no por «he allí» ya que la expresión judíos que no pueden menos de tomar una decisión
griega puede reférase a la proposición que sigue cf 3, 25 14, 31, 15, 9, 17,
23 24 26
119 Rom 10 9, 1 Tes 1, 10 Cf nuestra obra Resurrección de Jesús y mensaje
118 Jesús ha venido a comunicar la vida sobreabundantemente (10 10) y lo
hace pasando a través de la muerte, lo mismo que el grano de trigo (12, 24 32) pascual Salamanca 1973, 44 51-52
300 Lectura del Evangelio de Juan 10, 1-21 10, 1-21 Luz nueva y pastos abundantes (9, 1-10, 21) 301

EL BUEN PASTOR ¿Cuál es el motivo de que las palabras de Jesús pudieran dividir
a los judíos? Es lo que nos muestra una comparación del discurso con
Ezequiel 34 Juan 10 la profecía de Ezequiel.
Los contactos son evidentes, hasta tal punto que el capítulo de
I Por eso, pastores (poiménes), escu-
chad la palabra del Señor.
Ezequiel ofrece una especie de pauta de lectura del discurso que señala
a Jesús como el Pastor prometido. Sin embargo, la originalidad de Jn
3 ...Degolláis a las más gordas y no 10 El ladrón viene sólo a robar, a sa- resalta más aún en esta ocasión. El discurso está impregnado de los
apacentáis a mis ovejas. crificar,
temas que dominan en el cuarto evangelio: la fe, la vida eterna, el
4 No habéis robustecido a los animales ...ya hacer perecer (kai apolései). conocimiento, la unión de Jesús con el Padre y de los discípulos con
débiles; a la que estaba perdida (apo- el Hijo. Aunque no aparece la palabra creer, lo que caracteriza a las
lólós) no la habéis buscado.
ovejas es la adhesión al Pastor, desde el momento en que oyen su voz
5 y mis ovejas se han dispersado (dias- 12 y el lobo las dispersa (skorpízei). hasta que llegan al conocimiento mutuo que refleja el conocimiento
párei) porque no había pastor, y se han que une al Padre con Jesús. Se promete la vida, sobreabundante, y se
convertido en alimento de todas las
bestias salvajes del campo,
comunica a todas la ovejas fieles al Pastor. Finalmente, mediante la
vida sacrificada es como culmina el amor del pastor a las ovejas y su
22, 27 Sus jefes, como lobos (lykoi) 12 Ve venir al lobo (lykon)... y el lobo fidelidad al Padre del que todo procede. Así pues, en la palabra de
que se llevan (harpázontes) su presa se apodera (harpázei).
hasta derramar la sangre. 10 ...viene a sacrificar (thy'sei).
Jesús hay mucho más que en una simple repetición del texto de Eze-
II Por eso, así habla el Señor: Yo bus- quiel para designar al Mesías. Jesús habla el lenguaje de Israel, pero
caré a mis ovejas y me cuidaré de ellas su novedad desborda todo lo dicho.
(episképsomaí). La identificación de Jesús con el Pastor anunciado por el profeta
13 y las haré salir (exáxó) fuera de los 3 y las hace salir (exágei) a las otras no pudo escapárseles a los oyentes. Precisamente por eso unos se
pueblos y las reuniré (synáxó) de los ovejas... ponen a llamarlo loco, mientras que otros recuerdan su poder de curar
campos y las conduciré (eisáxóafo) a 16 Tengo que guiarlas (agágein). a los ciegos. De esta manera va a proseguir el diálogo con los judíos,
su tierra... centrándose una vez más en la identidad de aquel hombre que les
14 y en un buen pasto (nome ) las apa- 9 y encontrarán un buen pasto (nome) habla: ¿será o no será él el Mesías que esperaban? ¿será acaso el Hijo
centaré de Dios?
15 y ellas sabrán (gnósontai) que yo 14 las mías me conocen (ginoskousin).
soy el Señor
17 Voy a juzgar (diakrinó) (cf. 34, 9, 39 Es para una discriminación (krí- APERTURA
17). ma) por lo que he venido a este mundo.
22 y salvaré (soso) a mis ovejas, 29 Si alguno entra por mí se salvará «Yo me desprendo de mi propia vida por vosotros». Se trata de
(sothésetai). una palabra desgarradora, que echa por tierra todas mis defensas
23 y suscitaré sobre ellas a un pastor 16 Y serán un rebaño único (mía poím-
secretas. Los tres primeros evangelios me habían enseñado cómo se
único (poiména héna), a mi siervo Da- né), un solo pastor (heis poimín). comportaba Jesús frente a la muerte. A sus ojos, la muerte que él ve
vid, que se hará su pastor. acercarse no es un «medio» de salvación para la humanidad; la muerte
27 y se establecerán en su tierra en la 28 no perecerán jamás.
es un mal, y un mal no puede ser nunca un medio para el bien. Al
esperanza de la paz, y sabrán (gnó- 29 nadie las arrancará de mi mano. contrario, al existir en un mundo de pecado, Jesús quiere permanecer
sontai) que soy el Señor, fiel a su misión de amor hasta el extremo. La muerte no le da miedo,
28 y las bestias salvajes de la tierra no puesto que Dios es el señor de la muerte, capaz de restituir la vida
las devorarán. en plenitud. Si se enfrenta serenamente con la muerte, a pesar de
31 Vosotros sois mis ovejas, las ovejas 14 las ovejas, las mías. temerla, es debido a su fidelidad con Dios, su Padre, y con los
de mi rebaño; y yo, el Señor vuestro hombres, sus hermanos. Sí, Jesús es un «ser para»; ése es el sentido
Dios, dice el Señor. de su existencia: «Si alguien quiere seguirme, que se niegue a sí
302 Lectura del Evangelio de Juan 10, 1-21 10,1-21 Luz nueva y pastos abundantes (9, 1-10, 21) 303

mismo»: la vida cristiana es un desafío a la muerte a fin de permanecer pero éstos no adquieren su verdadera significación más que cuando
fiel sin fallo alguno, amando a los hermanos. son la expresión de este vínculo fundamental.
Según el cuarto evangelio, ocurre lo mismo. Pero Jesús se aventura Esta presentación de la Iglesia sigue directamente la línea de la
aún más profundamente en el misterio de la vida a través de la muerte. teología de la alianza fundadora de Israel. El pueblo no empieza a
La muerte no es únicamente el término de una existencia; a los ojos ser pueblo más que a partir de esta alianza que Dios contrae con él;
de Jn, está ya en el corazón de la vida misma. Jesús no se enfrenta entonces es cuando expresa la presencia de Dios en la tierra. Del
con la muerte como con una terrible extranjera, aunque se sienta mismo modo la Iglesia, ese único rebaño, está encargada de expresar
vencedor de su poder maléfico. La muerte se convierte en la com- a Jesucristo y, a través de él, a Dios Padre que es la fuente de todo.
pañera de la vida. Entonces la vida se convierte en lo que es en
realidad, no ya una caricatura de vida divina poseída ilusoriamente,
sino la misma vida divina que surge a través de la muerte. Mi «propia
vida» (mi psykhéj no me pertenece, sino que es una irradiación de la
zoéde Dios. Por eso Jesús no se aferra a su existencia, a su propia
vida, no se agarra a ella como a una cosa poseída, sino que se
desprende de ella sin cesar. La muerte no está simplemente delante
de él, sino dentro, como algo familiar.

«Un solo rebaño, un solo Pastor». Desde los orígenes el misterio


de eso que llamamos Iglesia polarizó el pensamiento cristiano, que
intentó expresarlo de diversas formas. Para san Pablo, la Iglesia
constituye un cuerpo misteriosamente animado por el Espíritu (cf. 1
Cor 12); para Mateo, es como un edificio en el que uno entra, cuyas
llaves se han puesto en manos de Pedro (Mt 16, 18s). Para Jn, quizás
pensando en una crítica de esas representaciones y seguramente ha-
ciéndose eco del lenguaje tradicional para designar al pueblo de
Israel, la Iglesia es un rebaño de ovejas reunidas en torno al buen
Pastor.
Se manifiestan dos características. El vínculo con Jesús se subraya
mejor aún por el hecho de que la imagen no sugiere ninguna institución
establecida y de que el Espíritu, que hace vivir a la Iglesia, no se
menciona en ninguna parte. No hay Iglesia sin una relación personal
y continuamente renovada con Jesucristo, y por medio de él con el
mismo Dios. La fe es el único principio de organización de la Iglesia.
Es verdad que no se niega la institución, pero ésta no puede ser más
que la vida de todos en común con Cristo, como mostrará claramente
la alegoría de la viña y del viñador (Jn 15).
Aparece además otro aspecto: la libertad del creyente en el seno
del rebaño. No se trata de entrar o de salir en algún edificio, sino
de la libertad de ir y de venir bajo el cayado del único pastor. Este
vínculo, dúctil en comparación con otros modos más constrictivos, es
mucho más firme que ellos: es también el único que determina la
fidelidad; es verdad que todavía queda lugar para los sacramentos,
LA ULTIMA CONFRONTACIÓN
(10, 22-42)

22 Pues bien, fue la Dedicación en Jerusalén. Era invierno.


23 Jesús iba y venía al templo, bajo el pórtico de Salomón.
24 Entonces los judíos hicieron corro a su alrededor y le decían:
«¿Hasta cuándo vas a tenernos el alma en suspenso? Si tú eres el
Cristo, ¡dínoslo abiertamente!». 25 Jesús les respondió:
«Os lo he dicho, pero no creéis.
Las obras que yo hago en nombre de mi Padre,
son ellas las que atestiguan sobre mí.
26 Pero vosotros no creéis
porque no sois de las ovejas mías.
27 Las ovejas mías oyen mi voz,
y yo las conozco
y ellas vienen tras de mí
28 y yo les doy la vida eterna y no perecerán jamás;
nadie las arrancará de mi mano.
29 El Padre, para lo que me ha dado, es mayor que todos,
y nadie puede arrancar (nada) de la mano del Padre.
30 Yo y el Padre somos una sola cosa».
31 De nuevo los judíos trajeron piedras para lapidarlo.

32 Jesús les respondió:


«Yo os he mostrado muchas buenas obras que vienen de mi Padre;
¿por cuál de esas obras queréis lapidarme?».
33 Los judíos le respondieron: «No es por ninguna obra buena
por lo que queremos lapidarte, sino por blasfemo: porque tú, siendo
un hombre, te haces Dios».
34 Jesús les respondió: «¿No está escrito en vuestra ley: 'Yo
he dicho: sois dioses'?
306 Lectura del Evangelio de Juan 10, 22-42 10, 22-42 La última confrontación (JO, 22-42) 307

35 Si ella llamó dioses a los que fue (dirigida) la palabra de Dios, cercado, y por tanto inmovilizado, por aquellos a los que dirige su
—y la Escritura no puede rechazarse—, palabra y que se han convertido en sus adversarios. Pero cuando
36 ¡al que el Padre ha santificado y enviado al mundo, intentan apoderarse de él, Jesús se escapará de sus manos —¡nadie
(le) decís: 'Blasfemas', porque he dicho: puede arrancarlo de las manos del Padre! — . Se va entonces «al otro
Yo soy Hijo de Dios'! lado» de los límites de Israel, a aquel sitio adonde, sin proceder de
37 Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis. ningún sitio anteriormente, se había presentado a Juan (1, 29). Se rizó
el rizo: simbólicamente, su misión se ha acabado. En ese otro sitio se
38 Pero si las hago, aunque no me creáis,
queda durante una duración sin precisar, y es entonces cuando la gente
creed en las obras,
acude a él en gran número, reconociendo como verdadero el testimonio
para que aprendáis y reconozcáis
del precursor que había dicho: «Este es el Hijo de Dios» (1, 34).
que el Padre está en mí y yo en el Padre».
De la casa del Padre al «otro lado del Jordán», que está más allá
39 Intentaban de nuevo cogerlo, pero él se escapó de sus manos.
de la tierra santa, pasando por la prueba y atrayendo hacia sí, después
de eso, a la multitud de creyentes: ¿no está aquí reflejada como en
40 Y se fue de nuevo al otro lado del Jordán, al sitio en que
filigrana la trayectoria del Hijo?
Juan estaba primero bautizando. Y permaneció allí. 41 Y muchos
Si la pasión se ha superado ya prolépticamente en este texto, se
vinieron a él. Y decían: «Juan no hizo ningún signo, pero todo lo
vislumbra, pero como un drama interior, a través de la intensidad de
que dijo de éste era verdadero». 42 Y muchos se pusieron a creer
la invitación a creer en él que Jesús sigue dirigiendo a los judíos para
en él.
que descubran su unidad con el Padre.
Refiriéndose al contenido de la fe, el texto va poniendo sucesi-
La conversación que Jn sitúa en la fiesta de la Dedicación se
vamente de relieve los títulos de Jesús de Nazaret: Mesías e Hijo de
presenta como un nuevo episodio del ministerio de Jesús en Jerusalén;
Dios. El primero es objeto de una intimación: «Si tú eres el Cristo,
sin embargo, el evangelista sintetiza y concluye en este texto lo que
¡dínoslo abiertamente!»; el segundo aparece en labios de Jesús, en una
había hecho ver en los encuentros anteriores entre Jesús y los «judíos»,
réplica contra el reproche de blasfemia; se justifica por medio de la
desde el capítulo 5 e incluso antes. Esta conversación es la última1,
Escritura y por el testimonio de las obras. Desde el punto de vista del
ya que después de la reanimación de Lázaro el sumo sacerdote pro-
evangelista, el título de Mesías se da por adquirido, ya que, a la
nunciará su sentencia a puerta cerrada (11, 50). En la trama del cuarto
pregunta que se le plantea, Jesús responde simplemente: «Os lo he
evangelio equivale, por tanto, a la comparecencia ante el sanedrín, en
dicho»; a partir de allí, todo apunta hacia el título de Hijo de Dios.
donde se estableció claramente el motivo de la condena.
Esta progresión corresponde a la del relato lucano que nos remite
Pues bien, este motivo abarca el contenido esencial de la fe, que
a la comparecencia ante el sanedrín. En Lucas se lee: «Si tú eres el
Jn propuso a los lectores: Jesús es el Hijo de Dios. Por eso, aunque
Cristo, ¡dínoslo!» (22,67); Jn añade «abiertamente» (10,24). En Lucas
acabe el proceso que se desarrolló en los capítulos anteriores, esta
«Les respondió: Si os lo digo, no creeréis» (22, 67); en Jn: «Os lo he
conversación no tiene como objeto la suerte de Jesús de Nazaret, sino
dicho, pero no creéis» (10, 25). Según Lucas, Jesús anuncia que el
la validez de esa fe.
Hijo del hombre se sentará a la derecha del poder de Dios (22, 69);
esto se convierte en Jn en: «Yo y el Padre somos una sola cosa» (10,
Bajo la mirada contemplativa del evangelista, Jesús sigue estando 30). En Lucas, a la pregunta: «¿Eres entonces el Hijo de Dios?», Jesús
sano y salvo. No solamente se abandona toda preocupación por la responde: «Vosotros decís que lo soy», y los jueces exclaman: «¡Lo
verosimilitud cuando sigue disertando aquel a quien se disponen a hemos oído de su boca!» (22, 70s). En Jn, los judíos dicen: «Siendo
lapidar, sino que se perfila por entero el itinerario del Hijo a través hombre, te haces Dios», y Jesús replica: «Decís que blasfemo poraue
de las indicaciones de lugar y de los verbos de movimiento. Al prin- he dicho que soy Hijo de Dios» (10, 36).
cipio, Jesús está en el templo, que es la «casa de su Padre»; allí circula
con libertad, como en su propia casa, por así decirlo. Luego se ve Si el texto quiere presentar el interrogatorio último ante el tribunal
judío, la perspectiva global queda modificada por la insistencia en la
fe. A la constatación repetida de la increencia se oponen los motivos
1. En el capítulo 12 Jesús hablará a los discípulos y a la gente (cf. 12, 34),
no a los «judíos».
de creer en la filiación divina de Jesús. Para ello se recogen algunos
308 Lectura del Evangelio de Juan 10, 22-42 10, 24-30 La última confrontación (10, 22-42) 309

temas anteriores. El primero es el testimonio de las obras que ha embargo, según el estilo, propio de Jn, la elección de la Dedicación,
realizado Jesús en nombre de Padre (cf. 5, 36); atraviesa todo el texto. mencionada solamente aquí en todo el nuevo testamento, proviene
La constelación de los términos Mesías, Hijo de Dios, obras, creer, quizás de un recuerdo histórico, pero se debe sin duda a una conve-
volverá a encontrarse en la conclusión del evangelio2. El segundo tema, niencia simbólica con el propósito del texto7.
recogido igualmente del capítulo 5, es el de la Escritura de Israel que El pórtico de Salomón, al lado este del templo8, era una de las
orienta hacia el misterio del Hijo (5, 39ss). En cuanto a la revelación,
galerías al aire libre, delimitada por columnatas, que rodeaban la gran
repetida frecuentemente hasta ahora, del vínculo de Jesús con Dios,
explanada y que estaba guarnecida contra el viento por una muralla.
culmina en la palabra: «Yo y el Padre somos una sola cosa» (10, 30)
y en la afirmación de la inmanencia mutua con la que acaba la llamada Era un lugar frecuentado por la gente que se reunía allí para escuchar
de Jesús (10, 38). Además, al fracaso manifiesto de la predicación se la enseñanza de la ley9. Si Jn indica que era invierno, quizás no sea
opone la existencia de unos discípulos dados a Jesús por el Padre y solamente por recordar la época de la fiesta y el clima riguroso (cf.
el anuncio de su seguridad escatológica. Esd 10, 9); según san Agustín, se trataba de sugerir que el final de la
Como contrapunto, por parte de los interlocutores, se endurece el revelación se iba acercando, junto con el frío, respecto al Enviado de
reproche formulado en 5, 18: Jesús «se hace Dios», y la acusación de Dios10. Jesús no está allí para enseñar. «Iba y venía». Se pasea (po-
blasfemia explícita su gravedad. Se reitera el intento de lapidación reúetai), como lo hacía libremente por Galilea (7, 1). Está en la casa
(10, 31), así como el intento, igualmente inútil, de apoderarse de de su Padre.
Jesús3. El episodio no termina con esto, sino con el cuadro de los v.
40-42.
24 Entonces los judíos hicieron corro a su alrededor y le
decían: «¿Hasta cuándo vas a tenernos el alma en suspenso?
22 Pues bien, fue la Dedicación en Jerusalén. Era invierno. Si tú eres el Cristo, ¡dínoslo abiertamente!».
23 Jesús iba y venía al templo, bajo el pórtico de Salomón. 25 Jesús les respondió:
«Os lo he dicho, pero no creéis.
Las obras que yo hago en nombre de mi Padre,
La escena tiene lugar en el templo, durante la fiesta de la Dedi- son ellas las que atestiguan sobre mí.
cación. En ésta se conmemoraba la nueva consagración, en diciembre 26 Pero vosotros no creéis
del año 164 a. C , del altar del santuario que había sido profanado porque no sois de las ovejas mías.
tres años antes por Antioco Epífanes4. De ahí su nombre hebreo ha- 27 Las ovejas mías oyen mi voz,
nukka («consagración»), en griego egkaínia («renovación»). Su litur- y yo las conozco
gia, que se prolonga durante ocho días5, se parecía a la de la fiesta y ellas vienen tras de mí;
de las Tiendas, ya que durante esta última solemnidad había tenido 28 y yo les doy la vida eterna y no perecerán jamás;
lugar la dedicación del primer templo por Salomón6. Esta vinculación nadie las arrancará de mi mano.
litúrgica podría justificar la proximidad narrativa, en el cuarto evan- 29 El Padre, para lo que me ha dado, es mayor que todos,
gelio, de las dos fiestas, a pesar de su separación de tres meses. Sin y nadie puede arrancar (nada) de la mano del Padre».
30 De nuevo los judíos trajeron piedras para lapidarlo.
2. «Estos signos se han escrito para que creáis que Jesús, el Cristo, es el Hijo
de Dios» (los milagros son llamados signos y no obras, porque es Jn el que habla
y no Jesús).
3. 10, 39; cf. 7, 30.32.44; 8, 59. 7. Cf. infra, 316.
4. 1 Mac 1, 54.59; 4, 36-39; cf. Núm 7. 8. Cf. F. Josefo, Bel. Jud. V, 5, 1; Ant. Jud. XV, 11, 3; XX, 20, 7.
5. En 1990, la fiesta se celebró del 12 al 19 de diciembre. 9. Cf. Hech 3, 11; 5, 12.
6. 1 Re 8, 62-68. Por eso se le llamaba también «la fiesta de las Tiendas de 10. «Era invierno y estaban helados; no hacían ningún esfuerzo por acercarse
Kisleu» o, según F. Josefo (Ant. Jud. XII, 7, 7; XII, 3, 25), tá phóta: «las luces». a este fuego divino» (san Agustín, In Jo. 44, 3).
310 Lectura del Evangelio de Juan 10, 22-42 10, 24-30 La última confrontación (10, 22-42) 311

El cuadro que traza el v. 24 es impresionante: no se trata de los por parte de algunos y solamente con algún que otro destello. Por eso
jueces citando a Jesús ante el tribunal, sino de los enemigos que hacen Jesús constata: «Os lo he dicho, pero no creéis»; pone de manifiesto
corro (ekyklósan) a su alrededor, acosándolo, como hacían los hombres el rechazo que implicaba aquella intimación, y luego evoca sus obras
violentos contra el justo (Sal 22, 17, mesiánico) o como lo cercaban para constatar de nuevo: «No creéis».
los paganos (Sal 118, lOs). Para introducir su intimación, protestan
con vehemencia: «¿Hasta cuándo vas a tenernos el alma en suspenso?», Las obras de Jesús —el enfermo que camina, el ciego de na-
como si estuvieran deseosos de saber. Lo cierto es que esta pregunta cimiento que ve, muy pronto Lázaro sacado del sepulcro— han
no es inocente: los asaltantes hacen presión sobre Jesús para provocarlo dado cuerpo a su palabra y han significado en las realidades visibles
a que diga una palabra que sirva de excusa a la condenación oficial11. la vida prometida a los creyentes. Pero el legalismo que defiende
Aflora la ironía joánica si traducimos literalmente el griego: «¿Has- la observancia del sábado ha impedido a los testigos reconocer la
ta cuándo nos quitarás (aírein) la vida?». El verbo «quitar» se encuentra novedad de la actuación escatológica de Dios presente en la actua-
también en 11, 48: «...¡los romanos nos quitarán nuestro lugar santo ción humana de Jesús.
y nuestra nación!». Según el evangelista, los dirigentes del pueblo La llamada al testimonio de las obras para la fe en el Hijo de Dios
dicen ya que Jesús es un peligro para Israel. Podría incluso verse aquí es una dominante de esta página. Cada una de las cuatro menciones15
invertida la palabra de Jesús: «Nadie me quita la vida» (10, 18). pone de relieve la referencia al Padre. Esta constatación literaria de-
La expresión «abiertamente»12 se refiere precisamente al título de bilita la opinión de muchos críticos, en particular de los partidarios
mesías que, de hecho, no ha sido pronunciado nunca ante los judíos. de una «fuente de signos», que no consideran como fe auténtica más
En el siglo I este título era ambiguo en Palestina, habiendo derivado que la adhesión a la palabra del revelador. La dualidad palabras-obras
bajo la ocupación romana hacia un sentido temporal y nacional. Jesús no basta para dar cuenta de la presentación simbólica del cuarto evan-
no es el mesías así entendido; sin embargo, en un sentido mucho más gelio, donde las obras forman parte integrante de la revelación por
profundo, sí que es el mesías de la promesa. De ahí las respuestas Jesús. Al ser las obras del Padre, manifiestan la condición filial de
dilatorias que refieren Mateo y Lucas13 y que son probablemente au- aquel que las realiza (cf. 5, 36); según 10, 38, bastarían ellas solas
ténticas. Tampoco en Jn puede Jesús responder a los judíos como lo para discernirlo.
había hecho a la samaritana, para la que el mesías era el revelador:
«Yo lo soy, el que hablo contigo» (4, 25s). Como un eco del discurso sobre el buen Pastor, Jesús constata que
Si no se somete a la intimación que le hacen, Jesús confirma sin sus interlocutores incrédulos no son de «sus» ovejas: éstas oyen su
embargo implícitamente su mesianidad, remitiendo a los interlocutores voz y lo siguen (cf. 10, 3s). Esta definición positiva justifica la ne-
a lo que ya les había dicho. No solamente en el discurso sobre el buen gación precedente, lográndose la vinculación de las dos frases (10,
Pastor, en el que se había identificado con el Pastor esperado, como 26-27) mediante la repetición de «mis ovejas». A partir de esta cons-
el Mesías davídico según Ezequiel, sino desde el principio, desde el tatación, Jesús anuncia lo que tiene reservado a sus ovejas, a los
anuncio del templo futuro o de la actividad incesante del Hijo que discípulos. Sin embargo, en el v. 29 indica que estas ovejas se las
vivifica a los muertos hasta la revelación de su preexistencia junto al «ha dado el Padre» (cf. 6, 37.39), lo cual le recuerda al lector la
Padre. Incluso cuando mostraba realizados en su persona los anuncios atracción divina en la que se fundamenta toda adhesión a Jesús (cf.
relativos al Mesías14, Jesús orientaba claramente hacia una realidad 6, 44.45). Según esta perspectiva, al decir «porque no sois de las
ovejas mías», ¿explicaría Jesús la increencia por una no-elección de
más alta todavía. Le declarará a Pilato: «He hablado abiertamente
Dios?
(parresíai) al mundo» (18, 20). Pero su palabra fue rechazada excepto
Juan no autoriza esta lectura. Es verdad que para él, como para
todos los escritores bíblicos, la iniciativa divina de la revelación
11. Cf. Mt 26, 63 = Me 14, 61 = Le 22, 67.
precede a la adhesión del hombre al misterio que se le ha revelado.
12. El término parresía se utiliza aquí como en 7, 13.26, pero no en oposición
a «en secreto» (7, 4) o «en un discurso enigmático» (10, 6). Pero la revelación hecha a Israel concierne de antemano a todo el
13. Mt 26, 64; Le 22, 67. Solamente Me 14, 62 interpreta en sentido teológico pueblo, excluyendo toda discriminación de personas por parte de
la respuesta de Jesús, haciéndole decir: «Yo soy el Mesías».
14. 2, 19; 8, 12...; 10, 11.14-16. 15. 10, 25.32.37.38.
312 Lectura del Evangelio de Juan 10, 22-42 10, 32-39 La última confrontación (10, 22-42) 313

Dios. La situación en nuestro texto es formalmente la misma que el Logos es Dios (1, ls). La tradición posterior leerá legítimamente
en el antiguo testamento, donde Yahvé propuso la ley de vida a en este texto la unidad de esencia divina del Padre y del Hijo, justi-
todo Israel, pero no fue puesta fielmente en práctica. Allí Yahvé ficando su interpretación por medio de una variante del v. 29, recogida
renovaba el perdón y la invitación in crescendo, por así decirlo. en la Vulgata: «lo que el Padre me ha dado es mayor que todo», a
Aquí Jesús sigue hablando a esas que «no son mis ovejas», hasta saber, la naturaleza divina'9. Al leer el v. 30, conviene no perder de
hacerles escuchar su palabra más alta: «El Padre está en mí y yo vista que Jn mantiene siempre la distinción de las personas: por muy
en el Padre». íntima e indisociable que sea la unión del Padre y del Hijo (o también
Si la revelación del Hijo es, como la de la alianza, una palabra la del Hijo con los creyentes), no se trata de una fusión, sino de una
dirigida por Dios a todo Israel, sólo ella es la que lleva la obra del comunión. Es la comunión perfecta del Hijo con el Padre en lo que
se refiere a la salvación de las ovejas lo que fundamenta la seguridad
Padre a su culminación (cf. 4, 34). Sobre un fondo de conflicto definitiva de las mismas.
—la resistencia secular de Israel a las proposiciones de Dios queda
Después de 5, 17, los oyentes, habiendo percibido las implicacio-
condensada por Juan en el rechazo de los dirigentes contra Jesús—, nes de este lenguaje «paralelo» sin lograr no obstante comprenderlo,
destaca un grito de gozo: a sus ovejas el Hijo les da ya desde ahora habían acusado a Jesús de igualarse a Dios20 y habían decidido que
la vida eterna y nadie se las arrancará de la mano. Les queda ase- merecía la muerte. Aquí también toman piedras para lapidar al blas-
gurada a los discípulos la seguridad escatológica en virtud del vín- femo.
culo que los une al Pastor. En el horizonte de este anuncio se pueden
vislumbrar las pruebas que habrán de conocer los discípulos en su El narrador no tiene miedo de la inverosimilitud. He aquí que
seguimiento de Jesús16. Jesús, en vez de librarse de sus agresores dejando el templo (cf. 8,
La mano es muchas veces en la Biblia una metáfora del poder 59), prosigue tranquilamente la conversación. Recogiendo el tema de
protector de Dios17. La frase se prolonga con «nadie puede arrancar las obras que esbozó en el v. 25, pide a los judíos que le digan el
(nada) de la mano del Padre». Aquí el verbo «arrancar» no tiene porqué de su gesto homicida; les toca a ellos precisar lo que no le han
complemento directo, como si se tratara de incluir en la seguridad declarado abiertamente todavía21.
que depende del Padre no sólo a las ovejas, sino al mismo Hijo,
cercado ahora y amenazado de muerte. Por otra parte, se acaba así
la presentación simbólica de lo que es la Iglesia a los ojos de Jn: 32 Jesús les respondió:
en el fundamento de su seguridad no se encuentra Pedro, ni tampoco «Yo os he mostrado muchas buenas obras que vienen de mi
Cristo solamente, sino el Padre, indisociable de su Hijo. Padre; ¿por cuál de esas obras queréis lapidarme?».
En estos versículos Jesús enlaza simplemente con un «y» dos 33 Los judíos le respondieron:
afirmaciones estrictamente paralelas sobre sí mismo y sobre el Padre, «No es por ninguna obra buena por lo que queremos lapi-
como lo había hecho en 5, 1718 a propósito del sábado: «Mi Padre darte, sino por blasfemo: porque tú, siendo un hombre, te
trabaja siempre y yo también trabajo». El mismo poder o actividad se haces Dios».
predica sucesivamente del Hijo y del Padre. De ahí la proclamación 34 Jesús les respondió:
que cierra este pasaje: «Yo y el Padre somos una sola cosa» (Egó kai «¿No está escrito en vuestra ley: 'Yo he dicho: Sois dioses'?
ho Pater hén esmen). Al utilizar el neutro hén y no el masculino heís, 35 Si ella llamó dioses a los que fue (dirigida) la palabra de
Jesús señala la unidad en la acción, de forma que se podría traducir: Dios —y la Escritura no puede rechazarse—,
«Yo y el Padre no hacemos más que uno». Al declarar esto, Jesús
deja ciertamente vislumbrar una unión más profunda; el lector se acuer- 19 Cf T E Pollard, NTS 3 (1956-1957) 334-349 La tradición manuscrita
da del prólogo, en donde el evangelista intentó decirle en qué sentido es diversa Con J N Birdsall (JTS 11 [1960] 342-344) y con R Schnackenburg,
II, 382, adoptamos la lectura que propone el Sinaítico ho patér mou ho dedókén
moi pántón meizón estin, que podemos traducir «El Padre, por lo que he ma dado
16. 15, 18-21, 16, 32s (las ovejas), es mayor que todos»
17 Por ejemplo, Dt 33, 3, Is 43, 13, 49, 2, Sal 31, 6, 95, 4, Sab 3, 1, Dan 20 Cf supra, 33s
5, 23 21 En 5, 18, los adversarios hablan entre sí, o mejor dicho, es el narrador el
18 Cf también 8, 18, a propósito de «atestiguar» que refiere su resolución.
314 Lectura del Evangelio de Juan 10, 22-42 10, 32-39 La última confrontación (10, 22-42) 315

36 ¡al que el Padre ha santificado y enviado al mundo, a título especial por parte del Juez soberano26; ellos son los represen-
(le) decís: 'Blasfemas', porque he dicho: tantes de Dios en la tierra27. La argumentación va a minori ad maius:
'Yo soy el Hijo de Dios'! 37 Si no hago las obras de mi Padre, lo que es verdadero de una cosa, lo es afortiori de tal otra que le es
no me creáis. superior. Si algunos hombres fueron llamados dioses, con mucha más
38 Pero si las hago, aunque no me creáis, razón puede decirse esto de aquel que Dios «ha enviado al mundo».
creed en las obras, La Escritura prepara el camino que lleva a reconocer en Jesús al Hijo
para que aprendáis y reconozcáis de Dios28.
que el Padre está en mí y yo en el Padre».
39 Intentaban de nuevo cogerlo, pero él se escapó de sus Jesús no recoge la acusación de que se hace Dios; por tanto, no
manos. dice tampoco que él es Dios, mantiene que es Hijo de Dios. Podría
vacilarse a la hora de poner con mayúscula la palabra Hijo, porque
en contra de lo que esperábamos Jesús no dice «el Hijo de Dios».
Pero el contexto impide leer «hijo de Dios» simplemente en el sentido
Jesús pregunta cuál es la «obra buena» por la que quieren lapidarlo.
tradicional, según el cual la expresión puede aplicarse tanto a Israel
Pero los judíos lo que ven con indignación no son sus obras, sino su
en cuanto pueblo elegido29 como a los israelitas individualmente30. Es
palabra. El recuerdo que hace Jesús de sus milagros habría podido posible que Jn haya omitido el artículo a fin de evitar la confusión,
conducirlos a criticar su falta de fidelidad a la ley, pero aquí no hay para los oídos judíos, con el título mesiánico «el Hijo de Dios»
ninguna huella de esa queja que había tenido tanta importancia a lo (cf. 1, 49). Decirse mesías podía ser una usurpación, pero no una
largo de todo el proceso (Jn 5; 7; 9). En esta parte final, el evangelista blasfemia; pero, en presencia de Pilato, los judíos insistirán en la
aisla el motivo de la condenación de Jesús, a saber, la revelación de palabra de Jesús como tal (19, 7).
su condición de Hijo. Por su parte, los acusadores no hablan del «Hijo Lo cierto es que la ausencia de artículo atenúa para los oyentes el
de Dios»22: después de tropezar en el contraste entre la condición sentido fuerte que tiene en Jn el término «el Hijo». Esto está en línea
humana de Jesús y la pretensión que ellos creen que existe en sus con la definición que da Jesús de sí mismo, en relación con los re-
palabras, endurecen la expresión de su escándalo y, en vez de «hacerse presentantes de Dios que eran los jueces del salmo. Se define como
igual a Dios», dicen: «Tú, siendo un hombre, te haces Dios». «aquel que el Padre ha santificado y enviado al mundo». ¿Qué significa
Si Jesús no les contesta con un discurso de revelación como en 5, esto?
19-30, tampoco impone a sus interlocutores la afirmación absoluta de Cuando el verbo hagiázo tiene a Dios por sujeto, no significa
que es el Hijo. Procede de otra manera, a partir de lo que tienen en «consagrar», sino «poner aparte», en el sentido de elegir, de «reser-
común con él: la palabra de la Escritura que, según un axioma válido varse» a alguien con vistas a una misión. Así Yahvé dice a Jeremías:
para los judíos y para Jesús con todos los que creen en él, no puede
ser rechazada23, y desarrolla entonces una argumentación de tipo Antes de que salieras del vientre de tu madre,
rabínico24. Jesús toma un pasaje de la ley25, sacado del Sal 82: los te puse aparte (hégíaká se)
y te instituí profeta... (tétheiká se)
jueces son llamados dioses porque se les ha confiado la palabra divina (Jer 1, 5; cf. Eclo 45, 4; Ex 3 1 , 13).

22. No pronunciarán este título más que ante Pilato (19, 7). 26. Puesto que el juicio pertenece a Dios (Dt 1, 17), se pone habitualmente a
23. Cf. Mt 5, 17s; Le 16, 17; Jn 7, 23. El giro negativo orienta hacia la los jueces en relación con Yahvé (Dt 19, 17), de manera que se dice del culpable
afirmación positiva de que ha de cumplirse la Escritura: 13, 18; 15, 25; 17, 12; 19, que es «llevado delante de Dios» (Ex 21, 6; 22, 8).
24.36. 27. Hasta el punto de que David es llamado «dios» (Sal 45, 4) y Moisés «un
24. Cf. SB II, 542s; J. S. Ackermann, HTR 59 (1966) 186-191, y A. T. dios» (Ex 4, 16; 7,1).
Hanson, NTS 11 (1965) 158-169; 13 (1967) 363-367. Jesús la practicó: cf. Mt 19, 28. Jn no utiliza la segunda parte del v. 6 del Sal 82: «Todos vosotros sois
4; 22, 43-45. hijos del Altísimo». Sin embargo, esta cita hubiera sido un buen apoyo para el paso
25. Aquí se entiende la ley en sentido amplio, englobando los escritos sapien- a «Hijo de Dios».
ciales, según la práctica de los judíos. Al decir «vuestra ley», Jesús no pretende 29. Ex 4, 22; Dt 14, 1; Sal 73, 15; Os 11, 1...
hablar en sentido irónico, como se indica en el contexto. 30. 2 Sam 7, 14; Sal 2, 7; 89, 27s; Sab 2, 18...
316 Lectura del Evangelio de Juan 10, 22-42 10, 40-42 La última confrontación (10, 22-42) 317

También en 10, 36 el verbo «santificar» va seguido de la mención del Padre y del Hijo. Jesús responde de este modo a la crítica de los
del envío y la expresión está llena de solemnidad: «enviar al mundo» que disociaban la «buena obra» y la «palabra» que era blasfema a sus
recuerda el anuncio a Nicodemo del designio del Padre para que sea ojos (10, 33), siendo así que para Jesús sus obras son necesariamente
salvado el mundo (3, 17). Jesús se define por la misión que ha recibido palabras reveladoras.
de Dios y que tiene un objetivo universal: se trata, por tanto, de la
intervención escatológica del Padre. Todos los puentes se han cortado y se hace patente la separación
Jesús fue «santificado», esto es, elegido por el Padre para llevar entre los que quieren lapidar al blasfemo y Jesús que se escapa de sus
a término su obra. Pero es también aquel sobre el que reposa el Espíritu manos. Jesús abandona la ciudad, Judea e incluso la tierra santa de
(1, 33) y el lector puede comprender perfectamente que su elección Israel.
es su existencia misma en el corazón del Padre31. El marco de la
Dedicación está en consonancia con esta perspectiva, ya que la fiesta
celebra la santidad del templo, es decir, el retorno al edificio de la
Presencia que se había alejado por culpa de la profanación. Jesús es 40 Y se fue de nuevo al otro lado del Jordán, al sitio en que
enviado al mundo para devolverle la Presencia que habita en él mismo. Juan estaba primero bautizando. Y permaneció allí. 41 Y
Por eso, este último diálogo entre Jesús y los judíos está relacionado muchos vinieron a él, y decían: «Juan no hizo ningún signo,
con el primero, en donde Jesús había anunciado el templo nuevo, su pero todo lo que dijo de éste era verdadero». 42 Y muchos
propio cuerpo. se pusieron a creer en él.

Después de haber remitido a sus oyentes a la Escritura, que es la


roca donde se afianzan sus certezas, Jesús sigue respondiendo a la Mediante esta descripción, el evangelista añade una conclusión al
acusación de blasfemo y apela a su experiencia: pueden constatar ellos episodio precedente. A pesar de las proclamaciones de Jesús y de su
mismos las obras que ha realizado. Es fácil que choquen con las asombrosa libertad, el lector podría caer en la tentación de fijarse más
palabras, pero pueden fácilmente ser convencidos por los actos, con bien en la incredulidad del auditorio, en la comunicación imposible
tal que se abran a su significación. Jesús no pretende ni mucho menos entre Jesús y sus adversarios. Por eso este suceso queda equilibrado
ser admirable en sus obras, porque son ellas las que con su admiración con el cuadro sobre un más allá que se muestra aquí, en donde un
dejan vislumbrar su origen divino; concedidas a Jesús por el Padre gran número se acerca a Jesús.
para que las lleve a buen fin (cf. 5, 36), se convierten en otras tantas Si se dice de Jesús que se dirige «de nuevo» al otro lado del Jordán,
«palabras» que se dirigen a los testigos y que, necesariamente, suscitan es para recordar que ya había estado allí al comienzo de ministerio,
la cuestión sobre su autor. Es lo que quiere decir Jesús en una fórmula cuando se había mostrado en primer lugar a Juan, en donde éste estaba
paradójica: «Creed en las obras». bautizando32. De este mismo modo se recuerda otro de los testimonios
En el discurso de despedida, Jesús señalará a los discípulos el en favor de Jesús citados en el capítulo 5. Entonces, Jesús había
aspecto trágico de su misión: presentado al Precursor como el que había dado testimonio «de la
verdad» (5, 33); es lo que hacen a su vez las gentes que ahora vienen
Si no hubiera hecho entre ellos unas obras que nadie ha hecho, a Jesús: su acercamiento puede relacionarse con el de los primeros
no tendrían pecado; discípulos (cf. 1, 35-37). Es ésta la última vez que se habla del Bautista
pero ahora las han visto en el cuarto evangelio, que le había concedido un lugar tan privilegiado
y me han odiado, a mí y a mi Padre (15, 24). desde el prólogo33. Una vez más se le sitúa en relación con Jesús,
bajo el doble aspecto de su inferioridad (no ha hecho ningún signo)
Como decíamos más arriba, esta «pasión» de Jesús se traduce en y de su papel de testigo sin igual. ¿No era acaso una figura de todo
nuestro texto por el tono vehemente de su última llamada a creer. Una
mirada de fe descubre a través de las obras la inmanencia recíproca 32. Jn no dice «en donde Jesús había sido bautizado»; cf. nuestro estudio Et
la, Jésus baptisait (Jn 3, 22), en Mélanges Tisserant I, 295-309.
31. Cf. I. de la Potterie, 763-767. 33. 1, 6-8.15.19-37; 3, 22-36; 5, 33-35.
318 Lectura del Evangelio de Juan 10, 22-42

el pasado de Israel, en tensión hacia aquel que realiza la promesa y


que conduce a Dios para que se le reconozca? Si en 1, 34 Juan había
JESÚS D E V U E L V E LA VIDA A L Á Z A R O
designado al Hijo de Dios en un sentido todavía tradicional, en el (10, 40-11, 54)
capítulo 3 el evangelista le atribuyó la plena inteligencia del misterio
del Hijo y de su misión para los hombres.
Ya hemos indicado anteriormente que la afluencia de un gran
número de personas que se dirigen a Jesús —que no se encuentra ya
dentro de los límites de la tierra santa— podría ser muy bien una
prolepsis de la fe que habría de suscitar su pascua.

El relato de Lázaro (11, 1-44) va unido por los v. 45-46 al relato


de la deliberación del sanedrín (11, 45-53). Todo el conjunto forma
una sola unidad literaria bien diferenciada, y como aislada, por las
dos noticias que la encuadran y que se corresponden estrechamente:

10, 40 Se fue (apeltheri)... más 11, 54 Se fue (apeltheri) a la


allá del Jordán... y permane- región cercana al desierto... y
ció (émeinen) allí. permaneció (émeinen) allí con
sus discípulos.

La situación del capítulo 11, 1-54 en el cuarto evangelio es apre-


ciada de varias maneras por los críticos, que relacionan esta unidad
bien con lo anterior o bien con lo que sigue. Los argumentos respec-
tivos son perfectamente válidos, ya que en definitiva el texto sirve de
transición entre el relato de la vida pública de Jesús y el de la semana
que conduce a la pasión. Por nuestra parte, preferimos leerlo como la
etapa final del ministerio de Jesús. El capítulo 11 narra el último
«signo» realizado por Jesús y corona por eso mismo los relatos de las
«obras» que dan testimonio en favor suyo1. Además, después de la
introducción, el diálogo con los discípulos remite al intento de lapi-
dación de que se habló poco antes (10, 31). Entonces Jesús se escapó
de sus agresores (10, 39), ya que su hora no había llegado todavía;
aquí, al hablar con los discípulos, demuestra que se encamina volun-
tariamente a la muerte.

1. Cf. 5, 36; 10, 25.


320 Lectura del Evangelio de Juan 10, 40-11, 45 10, 40-11, 45 Jesús devuelve la vida a Lázaro (10, 40-11, 54) 321

Entre los signos que el evangelista escogió escribir «para que


de una breve introducción (11, 1-6), Jesús y los discípulos (v. 7-16);
creáis» (20, 31), la devolución de la vida a Lázaro —misteriosa epi-
Jesús y Marta (v. 17-27); Jesús, María y los judíos (v. 28-37), Jesús
fanía de la vida— es aquel cuya narración refleja más claramente esta
y el muerto (v. 38-44).
finalidad. Si todos los relatos de signos, al hacer aparecer algún que
otro aspecto de la salvación ofrecida a los creyentes, convergen en la Se conjugan perfectamente las dos dimensiones, la del aconteci-
manifestación de cuál es la misión del Hijo entre los hombres, el relato miento y la simbólica. No solamente porque el milagro orienta hacia
de Lázaro toca en el corazón mismo de la fe, ya que demuestra la una realidad distinta, sino porque el relato se sitúa en la perspectiva
victoria sobre la muerte, el último enemigo. Lo que se le propone al de la gloria de Dios y porque la interpretación se da a lo largo mismo
lector no es que crea en Jesús como un gran taumaturgo, sino que de la narración, y no en un discurso que siga o una declaración que
crea en el Cristo que es para todos los hombres la «resurrección y la preceda. A diferencia de los capítulos 5, 6 y 9, el relato y las palabras
vida», y que lo es por haber atravesado él mismo la muerte. En este de revelación están aquí trabados de tal manera que se retrasa la
relato, típicamente joánico, se refleja la certeza de la comunidad con- producción del acontecimiento y el centro de gravedad se desplaza
fesante. Situada entre dos retiradas de Jesús a lugares lejanos, su hacia adelante, hacia la proclamación de Jesús: «Yo soy la Resurrec-
presencia en Judea adquiere por sí misma un carácter epifánico: Jesús ción y la Vida. El que cree en mí..., no morirá para siempre» (11,
no está presente más que para manifestarse como aquel que desde 25s)3.
ahora vivifica a los «muertos». El relato está lleno de dinamismo. Las escenas se suceden enca-
El relato va entretejiendo dos hilos. El primero va desde la enfer- denándose unas con otras y, si hay un largo suspense a partir del
medad de Lázaro hasta su salida de la tumba y finalmente hasta el momento en que el narrador nos hace vislumbrar de antemano el
eco que alcanza el milagro. El segundo hilo va desde el recuerdo de resultado, el lector se ve arrastrado en un movimiento continuo que
la unción premonitoria (11, 2) y desde la decisión que toma Jesús de puede caracterizarse como una ruptura de fronteras4. Todos los per-
volver a Judea hasta su enfrentamiento secreto con la muerte que le sonajes dejan el lugar en que se encuentran. Todos salen: Jesús y los
acecha a él mismo y que le hace presente la muerte de Lázaro, y discípulos, de Trasjordania; los judíos, de Jerusalén; Marta, de la aldea;
finalmente hasta la sentencia del sumo sacerdote. Esta se formula como María con los judíos, de su casa y de la ciudad; Lázaro, de la tumba.
una profecía a la que el evangelista da un alcance universal. Si Jesús se detiene al llegar a Betania y no entra en la casa donde se
La presentación de los actores corresponde al objetivo del relato. », celebra el duelo, es para volver a ponerse en camino, con el grupo,
El verdadero héroe no es Lázaro, personaje poco consistente, conocido hacia el lugar en donde desafía a la muerte, mientras que el movimiento
solamente como el hermano de dos mujeres y como aquel a quien de los demás personajes, incluido Lázaro, converge en él.
amaba Jesús. Mudo hasta entonces, sigue callado cuando vuelve a la Algunos autores han objetado que el signo de Lázaro no se adecúa
vida; nunca se sabrá lo que experimentó en el más allá. Por el contrario, al misterio de la vida definitiva, tanto si se trata de la resurrección de
las figuras de las dos hermanas no solamente están de acuerdo con el Jesús como de la vida inalienable de los creyentes. En efecto, Lázaro
retrato que nos hace de ellas Lucas2, sino que personifican además no hace sino volver a la vida terrena de antes y tendrá que morir de
dos actitudes posibles frente a la prueba de la muerte. Los discípulos nuevo5. Esta objeción olvida el hecho de que, ante Lázaro enterrado,
subrayan el riesgo del retorno a Judea, que permite a Jesús manifestar Jesús se mide con la muerte en cuanto que domina sobre los hombres
su resolución. En cuanto a los judíos que han venido de Jerusalén, y se opone al acto creador de Dios. La muerte tiene el rostro odioso
recuerdan con su presencia la situación en que se encuentra Jesús y de la destrucción y, en este sentido, la integridad corporal que se le
hacen eco a las lamentaciones de María; es también a través de ellos devuelve a Lázaro cuando oye el grito de Jesús y se ve libre de sus
como se señala la reacción que suscitó el milagro: muchos de ellos ataduras indica eficazmente la obra nueva, lo mismo que la visión
creen, mientras que otros van a referir a los fariseos lo que ha sucedido
(11, 45-46); de esta manera se establece la relación con la reunión del 3. La tradición sinóptica conoce este género de relatos orientados hacia una
sanedrín (11, 47-53). Tan sólo Jesús es el que está continuamente en revelación: así en Mt 9, la curación del paralítico de Cafarnaún simboliza el poder
escena y la distribución del relato se hace en función de él: después que Jesús tiene de perdonar los pecados.
4. Cf. J. Gntti, en A. L. Descamps y otros, Genése et structure d'un texte du
NT, París 1981, 165-184, y S. García-Bardón, en ibid., 213-246.
2. Le 10, 38-42.
5. Cf. 12, 10.
322 Lectura del Evangelio de Juan 10, 40-11, 45 10, 40-11, 45 Jesús devuelve la vida a Lázaro (10, 40-11, 54) 323

terrena devuelta al ciego de nacimiento significaba la victoria de la examinaron ni utilizaron los relatos de retorno a la vida para demostrar
luz. Jn intenta mostrar que, desde ahora, el creyente «vive» por el nada de este tipo de cosas; al contrario, tendieron a minimizar el
Hijo; esta «vida» no es solamente una promesa para el último día, número y a difuminar su valor de acontecimiento10, en provecho de
sino un don actual, concedido a la existencia ordinaria. El horizonte una lectura más bien atenta a su sentido. Hoy, el historiador se siente
del relato es la gloria de Dios y la glorificación del Hijo (11, 4.40). molesto, pero no tiene más remedio que esbozar una respuesta.
Mediante la evocación de la «gloria», el signo de Lázaro, que es el El acontecimiento que se narra es substancialmente del mismo
último en el cuarto evangelio, remite al primero, al de Cana. género que los seis retornos a la vida que nos cuenta la Biblia. Elias
El término «resurrección», que se utiliza corrientemente en nues- le devuelve la vida al hijo de la viuda de Sarepta, Elíseo al hijo de la
tras lenguas para este tipo de milagros, resulta impropio, ya que —se- Sunamita, Jesús a la hija de Jairo y al hijo de la viuda de Naím, Pedro
gún los datos de la Escritura— hay que reservarlo para el paso de la a Tabita y Pablo finalmente a Eutico". Como en todos los relatos
muerte del ser humano a la vida eterna. Para indicar esta restitución bíblicos de milagro, el taumaturgo traspasa un límite que se considera
a la vida terrena, podría hablarse de reanimación6, pero este término insuperable: su misión espiritual puede ser reconocida por los testigos
tiene una connotación médica poco adecuada a nuestro caso. Prefe- y su obra suscita la alabanza de Dios12. En los casos enumerados, la
rimos por eso designar este hecho como «retorno a la vida». Formados muerte es reciente; en el relato joánico, Lázaro lleva cuatro días muerto
en un ambiente para el que lo maravilloso siempre era posible, estos y enterrado. Pero, como hemos dicho más arriba, este detalle singular
relatos reflejan la piedad de los narradores sucesivos y a veces la se justifica por el simbolismo inherente al texto. Subyacente al relato
amplificación que conoce un relato a lo largo de la transmisión; es lo podría estar una tradición de milagro anterior, pero no sería suficiente
que podemos constatar si comparamos las versiones en Marcos y en para garantizar la historicidad del acontecimiento.
Mateo de un mismo episodio, el de la hija de Jairo7. Para intentar captarla, resulta a veces eficaz recurrir al contexto, como
En Juan, el crescendo en el objeto del milagro, la vuelta a la en el caso del signo de los panes13. Pues bien, en el caso del signo de
vida de un hombre que lleva cuatro días muerto y enterrado, no Lázaro, el contexto no se presta a ello, sino que incluso suscita nuevas
tiene paralelo alguno en la tradición bíblica y tiene que deberse a dificultades. En efecto, según Jn, el retorno de Lázaro a la vida es la
la perspectiva simbólica del relato. Esta duración no se ha escogido ocasión inmediata de la condena definitiva de Jesús por el Sanedrín.
al azar, sino que corresponde a la creencia según la cual es a partir ¿Cómo es que la tradición sinóptica ignora esta relación? Se puede res-
del cuarto día cuando el alma, que seguía revoloteando en torno al ponder ciertamente —pero sería una respuesta insatisfactoria— que el
cadáver, no puede luego volver a él8. Era menester que Lázaro evangelista disponía de algunos recuerdos de la estancia de Jesús en Judea
estuviera realmente muerto y que hubiera comenzado ya la corrup- desconocidos por los sinópticos. Dos indicaciones podrían explicar la
ción para manifestar cuál es la victoria de Cristo. Además, Lázaro elección del episodio de Lázaro entre los milagros de Jesús: según Le
en la tumba no representa solamente la muerte corporal, sino la 19, 37, el entusiasmo de la gente cuando la entrada de Jesús en Jerusalén
pérdida definitiva, ya que para la Biblia la muerte entró en el mundo se debió «a todos los milagros que habían visto»; en Jn 11, 47, los
como consecuencia del pecado9. fariseos se deciden a acabar con Jesús debido a sus milagros en general;
¿Cuál es entonces el valor histórico del relato? El lector creyente ¿no habrá escogido Jn, antes de la última pascua, contar un solo milagro,
se pregunta: «¿qué ocurrió exactamente?». Esta pregunta, típicamente el que prefigura la resurrección de Jesús, lo mismo que había escogido
moderna, no preocupaba a los antiguos. Los Padres de la Iglesia no narrar el milagro del ciego de nacimiento en lugar de las diversas cu-
raciones de ciegos que nos refieren los sinópticos?
6. Cf. X. Léon-Dufour, Los milagros de Jesús, 293. Aunque si es imposible precisar el fundamento histórico del episodio
7. Según Me 5, 23, Jairo dice: «Mi hija está a punto de morir», según Mt 9 de Lázaro, es legítimo admitir la existencia, en el trasfondo del relato,
18: «Mi hija acaba de morir». Mt muestra más claramente que el milagro prefigura
de antemano la resurrección del creyente. 10. Orígenes, Contra Celso II, 48 (SC 132, 391s): «Porque no se trata de
8. Cf. SB II, 544s. ficción, sólo se recuerda un número muy pequeño».
9. Sab 2, 23s; cf. Gen 3, 19, Job 18, 5-21; Sal 37, 20.35s; 73, 27; Prov 11, 11. 1 Re 17, 17-24; 2 Re 4, 18-37; Me 5, 22-43 par; Le 7, 11-17; Hech 9,
19; Rom 5, 12. Los Padres de la Iglesia se muestran unánimes al interpretar, en 36-42; 20, 9s.
primer lugar, el despertar de Lázaro como una figura de la salvación y de la vida 12. Cf. X. Léon-Dufour, Los milagros de Jesús, 277-300.
que Cristo ha traído a los hombres pecadores. 13. Cf. supra, 80, n. 9.
11, 1-6 Jesús devuelve la vida a Lázaro (10, 40-11, 54) 325
324 Lectura del Evangelio de Juan 10, 40-11, 45

de una tradición original de Judea sobre un hecho de retorno a la vida; Lázaro16 de Betania17, Lucas nos da a conocer a Marta y a María. En
por otra parte, pueden conjeturarse algunas huellas o algunos indicios de el v. 2 se identifica a María, en una prolepsis, con la mujer de la
esta tradición a partir de ciertos datos evangélicos14. Jn habría utiüzado unción (12, 1 -8); lejos de ser una glosa18, este versículo tiene la función
y transformado una tradición marginal en función de su perspectiva teo- de evocar, ya desde el comienzo del relato, la muerte del mismo Jesús,
ya que aquel gesto remitía a su sepultura19.
lógica. Esta conclusión coincide con la opinión de numerosos críticos
católicos15. Estos últimos discrepan entre sí, no sobre el valor histórico El mensaje de las hermanas, dirigido al «Señor», muestra que son
del relato que no puede afirmarse, sino sobre la posibilidad de reconstruir discípulas de Jesús; se limitan a informarle, lo mismo que había hecho
María en Cana cuando empezó a faltar vino. Implícitamente, presienten
el relato primitivo, una vez admitida su existencia.
que Jesús acudirá al lado del enfermo y que lo curará (cf. 11, 21.32).
El lector se siente sorprendido. Jesús se limita a una declaración que
se refería, no a Lázaro, sino a su enfermedad; esta palabra no va destinada
ESCENIFICACIÓN (11, 1-6) a los discípulos, ya que Jesús no les hablará hasta el v. 7. ¿Será para el
evangelista una manera de traducir al lector el pensamiento profundo de
Jesús? «Esta enfermedad no está destinada a la muerte»20: preparado por
1 Pues bien, había un enfermo, Lázaro de Betania, de la aldea la triple mención del «enfermo» (11, 1-3), el término «muerte» se indica
de María y de Marta su hermana. 2 Esta María es la que había de forma negativa. De esta manera se abre el horizonte hacia el absoluto
ungido con perfume al Señor y le había enjugado los pies con que es «la gloria de Dios», expresión que, según su empleo en 7, 18,
sus cabellos; y es su hermano Lázaro el que estaba enfermo. evoca el pleno cumplimiento del designio del Padre. Este se realiza por
3 Entonces las hermanas le mandaron decir: «Señor, he aquí la glorificación del Hijo21, esto es, en la unión definitiva del Hijo con
que el que tú amas está enfermo». 4 Habiéndolo oído, Jesús los creyentes. La enfermedad de Lázaro desembocará en la manifestación
dijo: «Esta enfermedad no está destinada a la muerte; es con de este designio de vida22, o sea, en todo lo contrario de su resultado
vistas a la gloria de Dios, para que por ella el Hijo sea glori- previsible. Todo está substancialmente dicho, pero de forma solamente
ficado». 5 Pero Jesús amaba a Marta y a su hermana y a Lázaro. programática. Lo notable es que el pensamiento de Jesús va de antemano
6 Cuando supo que estaba enfermo, permaneció entonces dos al Padre y a la misión que se le ha confiado: su oración ante la tumba
días en el sitio en que se encontraba. (11, 41s) será lo que corresponda finalmente a esta palabra.
Después de esto, el narrador insiste en el amor de Jesús a las dos
hermanas y a Lázaro23, lo cual produce cierta tensión con la indicación
El relato comienza simplemente con la presentación de los per- 16. El nombre de Lázaro (al'azar) significa: «a quien Dios ayuda».
sonajes y de la situación. Mientras que la tradición sinóptica ignora a 17. Aldea situada a unos 3 km. de Jerusalén. Hoy, en recuerdo del milagro,
se llama Arazarieth. Esta Betania se menciona como el sitio en que residía Jesús
14. Desde los tiempos de Orígenes, el relato de Jn se relacionó con la parábola al final de su vida pública (Me 11, 1.11; Mt 21, 17).
del rico y de Lázaro (Le 16, 19-31). Tan sólo estos dos textos conocen a un personaje 18. Como ha señalado acertadamente A. Marchadour, Lazare. Histoire d'un
con este nombre. Los dos mueren: uno, saliendo de la tumba, suscita la fe en récit, récits d'une histoire, París 1988, 77-79, siguiendo a E. Hanchen, 398, pero
algunos; el otro no vuelve a la vida porque, si los judíos «no escuchan a Moisés y en contra de la mayor parte de los exegetas.
a los profetas, aunque alguno resucite de entre los muertos, no se convencerán» (Le 19. Jn 12, 7; Mt 26, 6-13; Me 14, 3-9.
16, 31). Esta relación manifiesta se interpreta de varias maneras. Jn habría puesto 20. Pros puede indicar la consecuencia de una acción o de un acontecimiento:
un elemento de la parábola en forma de relato pero esta interpretación es inverificable. cf. Jn 4, 35; 1 Jn 5, 16s; Mt 5, 28; 1 Cor 14, 26; WBS, 1422 (III, 3.b).
Es más probable la hipótesis de J. Kremer, en Mélanges J. Dupont, París 1985, 21. La glorificación de Jesús (doxasthénai) se realiza en la cruz (12, 23.28;
571-584, o Lazarus, Stuttgart 1985, 102-109: el final de la parábola de Lucas (16, 13, 31; 17, 1-5). No es idéntica a la exaltación. Cf. W. H. Cadman, Studia Evangélica
24-31) y el relato joánico se apoyan ambos en un relato de curación, que se transformó 1 (1959) 423-434.
rápidamente en un relato de resurrección. 22. «La gloria de Dios es el hombre que vive» (Ireneo, Adv. Haer. IV, 20, 7).
15. Unos ponen en la base de Jn un relato primitivo, contenido según algunos 23. Me 10, 21 señala el amor de Jesús al joven que buscaba la vida eterna. A
en la fuente de los signos (M. E. Boismard, R. Schnackenburg); otros, como J. otros les gustaría, sin más fundamento que el empleo del verbo agapaó, identificar
Kremer, prefieren suponer la existencia de un relato de milagro en la base de Jn y a Lázaro con la figura joánica del «discípulo al que amaba Jesús» (13, 23; 19, 26;
de Le (cf. nota 14). 20, 2; 21, 7.20).
326 Lectura del Evangelio de Juan 10, 40-11, 45 11, 7-16 Jesús devuelve la vida a Lázaro (10, 40-11, 54) 327

siguiente: en vez de marcharse enseguida a Betania, Jesús continúa episodio del ciego de nacimiento. Entonces habían estado allí para que
aún dos días enteros en donde estaba. Este retraso, que acentúa la Jesús señalara el sentido del milagro que iba a hacer; ahora, su oposición
distancia que él había tomado desde su declaración del v. 424, no tiene a regresar a Judea le permite a Jesús manifestar su decisión ante la muerte
la finalidad de dar a Lázaro el tiempo de morir para que Jesús pueda de Lázaro y ante la propia suya. Con este diálogo, muy distinto de la
luego devolverle la vida: Lázaro está ya muerto y Jesús lo sabe (11, introducción (cf. «después de esto» del v. 7), cambia el tono de la
11.14; cf. v. 17). ¿Es para mostrar el carácter no impulsivo, sino narración; Jesús habla en primera persona y se compromete en la acción:
deliberado, de la conducta de Jesús? ¿o habrá que ver aquí alguna «¡Vamos a Judea!». Los discípulos protestan: el recuerdo de la lapidación
analogía con la marcha diferida de 7, 9s? Hemos de pensar más bien nos remite al contexto anterior25 y el tema de la muerte de Jesús destaca
que los dos días conducen al tercero, que fue en Cana el de la ma- con claridad. La reacción de los discípulos coincide con la presentación
nifestación de la gloria de Jesús a los discípulos (2, 1) y que será el que nos hacen de ellos los sinópticos: cuando Jesús sube a Jerusalén, le
de su resurrección. En todo caso, el lector queda en la espera, aun seguían con miedo (Me 10, 32); y cuando les anuncia su camino de cruz,
cuando el narrador lo ha orientado ya hacia el milagro. Esta espera se Simón Pedro intenta apartarle de él (Mt 16, 22). Esta prudencia tan
prolonga a través de un diálogo bastante largo con los discípulos. humana no impide la decisión de aquel que está dispuesto a desprenderse
de su vida por los suyos (10, 15). Aquí, Jesús no replica severamente
como en Mateo (Mt 16, 23), sino que desarrolla la imagen de la marcha
FRENTE A LA MUERTE (11,7-16)
de día o de noche, con o sin la luz de este mundo. En el episodio del
ciego de nacimiento (9, 3s) la oposición día-noche se refería al tiempo
en que es posible trabajar, y Jesús hablaba de su misión. Por analogía,
7 Luego, después de esto, dijo a los discípulos: «¡Vayamos se tiende aquí a leer el pensamiento de que hay que partir mientras es
de nuevo a Judea!». 8 Los discípulos le dicen: «Rabí, hace de día, para no tropezar de noche por los caminos empedrados de Pa-
muy poco los judíos intentaban lapidarte y ¡tú quieres volver lestina. ¿Hablará Jesús de su propio camino? El texto hace difícil esta
allá!». 9 Jesús respondió: «¿No hay doce horas en el día? Si lectura debido a la expresión «la luz no está en él» (v. 10)26, que no
alguien camina de día no tropieza, porque ve la luz de este puede aplicarse a Cristo. Por otra parte, «tropezar»27 se refiere ordina-
mundo; 10 pero si alguien camina de noche, tropieza, porque riamente en la Biblia a la caída en pecado; así, por ejemplo, Jeremías
la luz no está en él». exhortaba a los judíos a volver a Dios
11 He aquí lo que dijo. Después de lo cual, les dijo: «Lázaro,
antes de que vengan las tinieblas
nuestro amigo, se ha dormido; pero voy a ir a despertarlo».
y antes de que vuestros pies tropiecen
12 Entonces los discípulos le dijeron: «Señor, si está dormido,
en las montañas del crepúsculo (Jer 13, 16).
se curará». 13 De hecho, Jesús había hablado de su muerte;
pero ellos habían creído que hablaba de su sopor en el sueño. Por eso es preferible relacionar nuestro texto con otra palabra de Jesús:
14 Entonces Jesús les dijo claramente: «¡Lázaro ha muerto!;
15 y me alegro por vosotros de no haber estado allí, para Por poco tiempo aún la luz está entre vosotros.
que creáis. ¡Pues bien! ¡Vamos a él!». 16 Entonces Tomás, Caminad mientras tengáis la luz,
llamado Dídimo, dijo a sus condiscípulos: «¡Vamos también no sea que las tinieblas os cojan.
nosotros y muramos con él!». El que camina en las tinieblas no sabe adonde va.
Mientras tengáis la luz, creed en la luz (Jn 12, 35-37).

25. Cf. 8, 59; 10, 31 (.39).


En la escenificación se había hablado de Jesús en relación con 1 26. Aquí no se trata de la luz del día o la del sol (como el intérprete del
familia de Lázaro; ahora reaparecen los discípulos, ausentes desde i manuscrito D: en auta), sino la luz interior que guía al creyente. Esta metáfora se
apoya en la representación mística del ojo concebido como una lámpara en el cuerpo
24. «Permaneció» (émeinen) corresponde a émeinen de 10, 40; el v. 6 pert (Mt 6, 22s; cf. E. Sjoberg, St. Theologica 5 [1951] 89-105).
por tanto a la escenificación, teniendo en cuenta que los v. 7 y 16 encuad 6Ce 27. Proskóptein. Cf. G. Stahlin, TWNT VI, 753, que remite a Is 8, 15; Jer
siguiente sub-unidad. n
« 6, 21; Os 5, 5; Prov 4, 19.
328 Lectura del Evangelio de Juan 10, 40-11, 45 11, 17-27 Jesús devuelve la vida a Lázaro (10, 40-11, 54) 329

Jesús invitaría por tanto a los discípulos a superar su reticencia en JESÚS Y MARTA: «YO SOY LA RESURRECIÓN Y LA VIDA» (11, 17-27)
seguirle.
En una segunda etapa del diálogo («después de lo cual»: v. 11), Jesús
anuncia el objetivo de su marcha: va a despertar a Lázaro, que está 17 Al llegar, Jesús encontró (a Lázaro) en la tumba desde
dormido28. La muerte es comparada frecuentemente con el sueño, es- hacía ya cuatro días. 18 Betania está cerca de Jerusalén, a
pecialmente en el nuevo testamento, con vistas a ese despertar que es la unos quince estadios. 19 Muchos judíos habían venido junto
resurrección de los muertos29. Los discípulos toman la afirmación de a Marta y María para consolarles por su hermano. 20 Cuando
Jesús al pie de la letra: «Si está dormido, se curará»30. Y el narrador Marta supo que llegaba Jesús, fue a su encuentro; María
explica entonces que habían pensado al principio en el sueño31. Jesús seguía sentada en la casa. 21 Marta dijo entonces a Jesús:
corrige el malentendido, afirmando que Lázaro había muerto (v. 14). «Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi her-
Luego añade una frase muy densa. Dice que se alegra de haber estado mano. Pero, aun al presente sé que todo lo que puedes pedir
ausente: ¿no indicará esto que, si hubiera estado presente, no habría a Dios, Dios te lo concederá». 22 Jesús le dijo: «Resucitará
muerto Lázaro? Es lo que repetirán espontáneamente las dos hermanas tu hermano». 24 Marta le dijo: «Sé que resucitará cuando la
(v. 21.32). El gozo que siente Jesús se debe a que la fe de los discípulos resurrección en el último día». 25 Jesús le dijo: «Yo soy la
quedará plenamente iluminada, sobreentendiendo: por el retorno de Lá- resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque llegue a
zaro a la vida. El acontecimiento está tan presente en su pensamiento morir, vivirá; 26 y todo el que vive y cree en mí, es imposible
que, al acabar el diálogo lo mismo que había comenzado («¡Vamos!»), que muera para siempre. ¿Crees esto?». 27 Ella le dijo: «Sí,
Jesús no dice ya «a Judea» (es decir, a la muerte), sino «¡Vamos a él!», Señor. Yo tengo la fe de que tú eres el Cristo, el Hijo de
a aquel que, una vez muerto, volverá a vivir. Dios, aquel que viene a este mundo».
Lo único que parecen haber captado los discípulos es que Jesús sigue
empeñándose en partir. Siguen atendiendo sólo al riesgo, mortal para él
y para ellos. Tomás32 se hace esta vez su portavoz: «¡Vamos también
nosotros y muramos con él!». Los hechos habrán de contradecir este Los v. 17-19 y los v. 44-46 se corresponden un poco entre sí:
impulso generoso cuando llegue el momento en que Jesús tenga que Lázaro está en la tumba y sale de ella vivo después de cuatro días;
sufrir33. Entretanto, lo que resuena es el tema de la muerte de Jesús, en los judíos vienen y se vuelven a marchar. Entre estos límites, a lo
contraste con el despertar que ha anunciado como cierto para su amigo. largo de un suspense prolongado, se desarrollan tres episodios: la
Al final de los dieciséis versículos el lector ha comprendido que conversación de Jesús con Marta (11, 20-27), su encuentro con María
el milagro tendrá lugar, no solamente debido al amor de Jesús por sus y con los judíos (11, 28-37); su acción frente a Lázaro en la tumba,
amigos, sino para manifestar la gloria de Dios y suscitar la fe en aquel reuniéndose entonces con todos los personajes (11, 38-44)34.
que se enfrenta a la muerte y que tiene el poder de dejar su vida y el Situados en la escena del duelo, los consoladores llegados de
poder de tomarla de nuevo para comunicársela a los hombres. Jerusalén35 se asocian a María a lo largo del relato (v. 31.33.45). Se les
menciona muy pronto (v. 19), para preparar la presencia de testigos
28. En Me 5, 39 par, la hija de Jaira «no está muerta, sino que duerme»; cf. necesaria para señalar el doble efecto que tendrá el milagro. A primera
Hech 7, 60; 2 Sam 7, 12; 1 Re 2, 10. vista choca el término «judíos» con que se les designa; podría evocar ya
29. De ahí viene el término «cementerio», el «dormitorio» en donde «descan- desde la llegada de Jesús a Betania el riesgo que está corriendo en Judea.
san» los muertos esperando su resurrección (1 Tes 4, 13-15). Cf. P. Hoffmann, Die Las dos hermanas, que habían apelado las dos juntas al «Señor» y
Toten in Christus, Münster 1966. que expresarán su pena con las mismas palabras (v. 21.32) se comportan
30. El verbo griego sózó puede significar «curar» y «salvar», como indica la
palabra de Jesús al que ha sido curado: «Tu fe te ha salvado» (Mt 9, 22 par; Me
de forma contraria ante el misterio de la muerte. Marta corre inmedia-
10, 52; Le 17, 19). tamente a Jesús; María se queda en casa, «sentada», como conviene a
31. Peri tes koiméseos toü hypnou: «el sopor en el sueño».
32. El nombre Dídimo significa «gemelo». Este apóstol se menciona además 34. Desde el v. 16 no se habla ya de los discípulos, pero según el v. 15 su
en Jn 14, 5; 20, 24-29; 21, 2; cf. Mt 10, 3 par; Hech 1, 13. presencia está implícita.
33. Pedro negará a su Maestro (13, 38) y todos los discípulos abandonarán a 35. El duelo duraba siete días: cf. SB IV, 592-607.
Jesús (16, 32; cf. Mt 26, 31.56; Me 14, 27.50).
330 Lectura del Evangelio de Juan 10, 40-11, 45 11, 25-26 Jesús devuelve la vida a Lázaro (10, 40-11, 54) 331

una mujer en duelo36. Marta expresa su confianza y luego, magnífi- Y completa esta palabra con dos sentencias que, la explicitan y
camente, su fe; María, a los pies de Jesús, se queda hundida bajo el apelan a la fe en él, como cuando había proclamado que era el pan
peso del dolor. La una afirma la esperanza en la vida que no acaba; de la vida40. En este caso las dos sentencias oponen la «vida» a la
la otra no conoce más que la separación que sufre. A estas actitudes «muerte».
antitéticas corresponden las diferentes reacciones de Jesús, a través de
las cuales se vislumbra su propio compromiso ante la muerte.
25 «El que cree en mí,
Dejando a los que estaban consolándola, Marta va al encuentro de aunque llegue a morir, vivirá,
Jesús, fuera de la aldea. Dejando explotar su dolor, relaciona la pérdida 26 y todo el que vive y cree en mi
de su hermano con la ausencia de Jesús, pero no como un reproche: es imposible que muera para siempre41».
se dirige al «Señor», cuya presencia preserva de la muerte. En efecto,
inmediatamente añade a sus palabras la convicción de que, incluso
entonces, Jesús puede obtenerlo todo de Dios. Insinúa vagamente que,
si él quisiera, todavía es posible un milagro, no como un acto mágico, En el primer versículo, «morir» tiene el sentido obvio de la
sino como la obra de Dios. El convencimiento de Marta («yo sé») de palabra y «vivir» tiene el sentido fuerte de vida eterna. En el se-
que Dios no le niega nada a Jesús coincide antes de cualquier nueva gundo, en cambio, «morir (para siempre)» tiene el sentido fuerte
demostración con la del ciego de nacimiento que se ha hecho vidente37; de pérdida definitiva, de privación para siempre de la vida divina,
mientras que «vivir», precediendo a «creer», parece indicar la si-
el mismo Jesús lo subrayará, en otros términos, en su oración ante el
tuación del que está aún en este mundo. Las dos sentencias son
sepulcro (v. 41s).
paralelas en lo que se refiere al sentido: el creyente está destinado
Jesús le responde a Marta que su hermano resucitará (anístemi) en a la vida que no acaba. Jesús revela que la resurrección de vida,
un futuro indeterminado. Marta, de nuevo sin vacilación («yo sé»), la que Marta según su fe judía espera de Dios en el último día, es
interpreta esto de la resurrección de los muertos el último día, según su obra propia. Este anuncio no es nuevo en Jn más que por su
la fe del judaismo ortodoxo38. No se trata por su parte de una simple formulación y por su nuevo contexto42. El conjunto del versículo
aceptación de lo que le ha dicho el Maestro, sino de la afirmación de abarca el presente y el porvenir, ya que —si se trata ciertamente
una certeza. Sin embargo, ¿querrá quizás obligar a Jesús a que precise del destino último— está claro que, por medio de Jesús, el creyente
más sus palabras? El responde con un Egé eimi de revelación: se convierte ya desde ahora en un «viviente»: está ya en él el germen
de la vida eterna. En cuanto al contexto, aquí se muestra palpa-
blemente la transición de la fe tradicional a la novedad presente
«Yo soy la resurrección y la vida»39. con el Hijo (cf. 3, 16s).
Jesús termina su anuncio preguntándole a Marta si cree «esto»43.
Como respuesta, Marta pronuncia inmediatamente una confesión de
fe que se refiere, no ya al poder escatológico de Jesús, sino a su
36. ¿Se tratará de un vestigio de la tradición de Le 10, 39?
37. 9, 31; cf. 2, 5; 3, 2; 11, 3.
40. «Yo soy el Pan de vida:
38. «Tú, Señor, que das la vida al muerto»: 2. a de las XVI11 Bendiciones: Dan
al que cree en mí no tendrá nunca hambre,
12, 1-3; 2 Mac 7, 22-24; 12, 44; Mt 22, 23; Me 12, 18; Le 20, 27; Hech 23, 8;
el que cree en mí no tendrá nunca sed» (6, 35).
24, 15; Rom 4, 17.
41. Mejor que «no morirá jamás», como si evitara la muerte temporal, conviene
39. Algunos manuscritos ignoran «y la vida»; por eso algunos críticos opinan
traducir «para siempre», ya que Jesús alude a la muerte definitiva. Para eis ton
que estas últimas palabras fueron añadidas al texto original. Es verdad que muchos
atona, cf. 4, 14; 6, 51; 8, 51.52; 10, 28.
Padres de la Iglesia las omiten cuando citan este versículo, pero es para subrayar
42. 5, 28s; 6, 39s.44.54; 8, 51; cf. 5, 21.24.
el primer término. La unión de los dos permite precisar que la resurrección consiste
43. Se trata de un caso raro, en donde el objeto de la fe no es la persona de
en la «vida» (cf. 5, 29). Cf. 6, 39.40.44.47.54; 8, 51. La promesa de la vida hecha
Jesús, sino lo que él ha afirmado. El mismo lector se ve comprometido en la
a Israel es un tema fundamental en el antiguo testamento; cf. Dt 30, 19; Sal 22, 27;
respuesta.
69, 33...
332 Lectura del Evangelio de Juan 10, 40-11, 45 11, 28-44 Jesús devuelve la vida a Lázaro (10, 40-11, 54) 333

identidad. Comenzando con un «yo creo» muy firme, como indica a derramar lágrimas. 36 Entonces los judíos decían: «¡Mirad
el perfecto del verbo44, Marta reconoce en su interlocutor al Cristo cómo lo amaba!». 37 Pero algunos de ellos dijeron: «¿No
y al Hijo de Dios. La frase final «el que viene al mundo»45, sin ser podía él, que abrió los ojos del ciego, hacer que éste no hubiera
un título propiamente hablando, confiesa sin embargo en Jesús a muerto?». 38 Gimiendo entonces de nuevo en sí mismo, Jesús
aquel que, enviado de lo alto, cumple las esperanzas de Israel. En
llegó a la tumba. Era una cueva y encima estaba puesta una
tres contestaciones, Marta ha pasado del convencimiento de un
vínculo privilegiado de Jesús con Dios al reconocimiento del En- piedra. 39 Jesús dijo: «¡Quitad la piedra!». Marta, la her-
viado escatológico por medio del cual se acerca el reino de Dios; mana del difunto, le dijo: «Señor, ya huele; es el día cuarto».
es decir, pasa de la fe judía a una fe propiamente cristiana. Su 40 Jesús le dijo: «¿No te he dicho que, si llegas a creer, verás
confesión de Cristo corresponde perfectamente a la de los primeros la gloria de Dios?». 41 Entonces quitaron la piedra. Y Jesús
cristianos46, y en primer lugar a la presentación del cuarto evangelio levantó los ojos a lo alto y dijo: «Padre, te doy las gracias
(cf. 20, 31). A través de Marta está expresándose la comunidad porque me has escuchado. 42 Y yo sabía bien que tú me oyes
joánica. siempre; pero es por causa de esta gente que me rodea por
Es verdad que Marta, en el relato, ignora cuál será el itinerario de lo que he hablado, para que crean que eres tú quien me has
Jesús y ante el sepulcro sentirá un escalofrío al oír la orden de retirar enviado». 43 Dicho esto, gritó con voz fuerte: «Lázaro, ¡aquí!
la piedra (11, 39). Pero lo cierto es que queda iluminada por la palabra ¡fuera!». 44 El muerto salió, los pies y las manos atadas con
de Jesús hasta el punto de que no vuelve ya sobre la muerte de su vendas y su rostro estaba envuelto en un sudario. Jesús les
hermano, como si fuera superflua cualquier nueva petición; y se va a dijo: «Desatadlo y dejadle salir de allí».
buscar a su hermana.

LA VICTORIA SOBRE LA MUERTE (11, 28-44) Antes de que Jesús se encamine hacia la tumba, un nuevo episodio
obliga al lector, tenso hacia la realización del milagro, a mirar la
muerte cara a cara. Teniendo a María como protagonista, corresponde
28 Y, habiendo dicho esto, se fue y llamó a su hermana al encuentro entre Jesús y Marta, pero en un registro contrario.
María. Le dijo aparte: «El maestro está allí y te llama». Cuando recibe la noticia de la llegada de Jesús «aparte», lo cual
29 Cuando ella lo oyó, se levantó enseguida e iba a él. la distingue de los consoladores, María sale aprisa, pero acompañada
30 Pero Jesús no había llegado todavía a la aldea, sino que de los judíos; permanece asociada por el narrador al coro de comparsas
estaba aún en el lugar en donde Marta había ido a su en- que subrayan el duelo. Apenas ve a Jesús —lo cual no se había indicado
cuentro. 31 Entonces los judíos que estaban con María en la a propósito de Marta—, se echó a los pies de su «Señor» y expresó
casa y la consolaban, viendo que se había levantado ense- su pena con las mismas palabras que había empleado su hermana
guida y que había salido, la siguieron, pensando que iba a (v. 21a) pero sin abrirse a la omnipotencia de Jesús: para ella se impone
la tumba para llorar allí. 32 Entonces, cuando llegó a donde la fatalidad de la muerte y el texto nos hace oír sus sollozos47, lo
estaba Jesús, María al verlo se echó a sus pies y le dijo:
mismo que llorará más tarde al sentir la ausencia del cuerpo de Jesús
«Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi her-
mano». 33 Entonces, cuando él la vio sollozar, y sollozar (20, 13).
también a los judíos que la habían acompañado, Jesús gimió La reacción de Jesús se indica con tres verbos: «gemir» (v. 33;
interiormente y se turbó. 34 Y dijo: «¿Dónde lo habéis cf. v. 38), «turbarse» (v. 33) y «derramar lágrimas» (v. 35). La
puesto?». Le dicen: «¡Señor, ven y verás!». 35 Jesús se puso interpretación de este pasaje preocupó a los exegetas antiguos, que
deseaban conciliar el dato textual con el dominio soberano del Hombre-
44. El perfecto pepísteuka significa algo más que un simple acto de fe: e
estado de creyente; de ahí la traducción: «tengo la fe». 47. El verbo klaíó («llorar, sollozar») se repite dos veces en v. 33; klaíousan...
45. Cf. 1, 9; 6, 14; Mt 11, 3 par. klaíontas. Este verbo se suele utilizar para las lamentaciones en los funerales: Mt
46. Mt 16, 16 par; Gal 4, 4; 1 Jn 5, 5; cf. Jn 6, 69; 10, 36. 2, 18; Me 5, 38 par; Le 7, 32; Hech 9, 39.
334 Lectura del Evangelio de Juan 10, 40-11, 45 11, 28-44 Jesús devuelve la vida a Lázaro (10, 40-11, 54) 335

Dios sobre sí mismo48. No se especifica el motivo de las emociones Por otra parte, Jesús no dirige ningún reproche a María ni a los judíos53,
de Jesús, pero la ocasión se deduce fácilmente del contexto: las lágri- sino que se informa de dónde estaba la tumba: su pensamiento se dirige
mas de María y de los judíos (v. 33), así como la reflexión tan triste hacia la sepultura de su amigo Lázaro. Por eso es preferible pensar
de estos últimos (v. 36) y la invitación a ver la tumba (v. 34). que es la pena que le rodea lo que concreta a los ojos de Jesús el
El primer verbo (embrimáomai) significa literalmente «producir pensamiento trágico de la muerte. El verbo que sigue, unido por kaí,
un sonido sordo». Cuando va unido a un complemento que designa a
y la mención de las lágrimas ayudan a precisar esta idea.
las personas, el verbo puede significar «murmurar», «indignarse con-
tra» o «mandar fuera», implicando el descontento o la severidad contra El «turbarse» (tarássd) pertenece en Jn al contexto de la pasión:
alguien49. Aquí Jesús no «gime» contra nadie; el narrador subraya el en 12, 27 Jesús dice: «Mi alma está turbada» frente a la hora que ha
carácter totalmente interior de la emoción, al añadir «en espíritu» (tói llegado, y en 13, 21 se turba en espíritu por causa de la traición de
pneúmati: v. 33)50 o «en sí mismo» {en heautoi: v. 38). ¿Cuál es este Judas — el discurso de despedida, el alma de los discípulos se «turba»
gemido? Las reacciones de quienes lo rodean ¿son a los ojos de Jesús por causa de la separación que les anuncia Jesús (14, l) 54 . En nuestro
una manifestación de increencia, como pensábamos antes siguiendo a texto, la ocasión de la turbación es la misma que para el «gemido».
muchos exegetas51? En ese caso, «gemir», indicaría la cólera interior Por tanto, estamos autorizados para concluir que, por la desolación
de Jesús por la desesperación ante la muerte, más concretamente por de María a la que amaba (v. 5) y luego por la observación de los
la falta de fe hacia el mismo Jesús (cf. v. 37s). Esta lectura se apoya judíos, sobre la que luego volveremos, Jesús se encontró enfrentado
en un parecido de situación con los sinópticos: cuando entró en casa con la realidad de la muerte, no sólo la de Lázaro sino la suya,
de Jairo, Jesús ordenó que cesaran los lamentos (Me 5, 39 par). Pero inminente según la orientación del relato (cf. 11, 7-16), y reaccionó
el texto joánico se resiste a esta interpretación. con un combate interior. Pues bien, se ha podido establecer una re-
Ver en María, llorando, a una incrédula no deja de crear dificul- lación literaria55 entre estos versículos y el Sal 42-43, que según la
tades, ya que el narrador la presenta como una discípula fiel y amorosa. lectura de la comunidad primitiva, anuncia la perturbación de Jesús
Identificada de antemano por su gesto premonitorio de ungir con per- en su agonía56. El salmista en medio del peligro lucha contra su an-
fume los pies de Jesús (11, 2), quedó ya entonces situada en esa gustia, repitiendo en tres ocasiones:
pendiente del texto que orientaba hacia la muerte del mismo Jesús. A
continuación, responde con prontitud a la llamada que le trasmite ¿Por qué estás tan triste fperílypos), alma mía, y por qué te me turbas
Marta; al ver al Maestro, se echa a sus pies, gesto que no había hecho (syntarásseis me)? (Sal 42, 6.12; 43, 5).
Marta y que expresa indiscutiblemente el reconocimiento de un ser
superior52; luego confiesa que su presencia podría haber impedido la En 11, 33 Jn conjuga también dos verbos, de los que el segundo
muerte de Lázaro. En cuanto a la reflexión de los judíos en el v. 37, es «turbar(se)», como en el estribillo del salmo, y en el v. 35 menciona,
no desconoce el poder inigualable de Jesús, sino todo lo contrario. mediante el verbo dakryó, único en el nuevo testamento, las lágrimas
(dákrya) que derrama el salmista noche y día (Sal 42,4); estas lágrimas
48. Para justificar la debilidad que muestra Jesús, los Padres alejandrinos le- se mencionan también en el pasaje de la Carta a los hebreos que evoca
yeron «en espíritu» o «en sí mismo» como referido al carácter voluntario del com-
portamiento descrito: Jesús domina sus emociones (Cirilo Alejandrino: ed. Pusey,
II, 279s; Orígenes, fr. 84, p. 549s, y Agustín 49, 18: «Porque quiso» (n. 73B, 239). 53. Esta es la reacción habitual de Jesús ante la increencia; cf. aquí mismo en
Los antioquenos, más preocupados de la letra, veían aquí las «dos naturalezas» del 11, 40, a Marta.
Hombre-Dios (Crisóstomo, PG 8, 350). Cf. J. Beutler, Ps 42/43 im Jovev. NTS 25 54. Fuera de Jn, se indica la turbación ante una aparición numinosa (Mt 14,
(1978-1979)41. 26; Le 1, 12), o ante un acontecimiento amenazador (Mt 2, 3; 1 Pe 3, 14), o debido
49. Cf. Dan 11, 30 (LXX); Mt 9, 30; Me 1, 43; 14, 5. a la aparición de falsas doctrinas (Hech 15, 24; Gal 1, 7).
50. En 13, 21 «en espíritu» va unido a «se perturbó» (dicho a propósito de 55. Cf. J. Beutler, Ps 42143 im Johannesevangelium: NTS 25 (1978-1979)
Jesús). 33-57.
51. De Teodoro de Mopsuesta a R. Bultmann y a la TOB. También nosotros, 56. Cf. Me 14, 34 par; Heb 5, 7. Pueden reconocerse otros elementos del
en Jesús y Pablo ante la muerte, 47. salmo 42-43 a lo largo de los relatos de la pasión (los insultos, el abandono de Dios,
52. Me 5, 22; 7, 25; Le 8, 41; Hech 10, 25; cf. Ap 19, 10; 22, 8. la sed), a veces sin recoger expresamente el texto: Sal 42, 3.5.10.
336 Lectura del Evangelio de Juan 10, 40-11, 45 11, 38-44 Jesús devuelve la vida a Lázaro (10, 40-11, 54) 337

la agonía de Cristo (Heb 5, 7); no tienen nada que ver con los llantos Esta lectura de la turbación de Jesús está de acuerdo con la
de las lamentaciones57, sino que expresan un sentimiento profundo. presentación global del relato, que inscribe el milagro entre la de-
Mientras que la turbación de Jesús no es conocida más que por el terminación de Jesús —partir a «Judea» después de dos días— y la
narrador, los judíos constatan las lágrimas y las atribuyen a su amistad sentencia del sumo sacerdote. En la historia de Lázaro que ha muerto
con Lázaro, que subrayaba la puesta en escena (11, 3.5). Esta expli- y que saldrá de la tumba, el evangelista no muestra solamente, en
cación es válida, pero se queda más acá de la realidad; las lágrimas un signo, lo que el Hijo de Dios habrá de realizar en favor de los
silenciosas de Jesús proceden del amor del Padre que a través de él creyentes, sino que anticipa en imagen lo que espera el mismo Jesús.
llega hasta sus discípulos (15, 9); son lágrimas de Dios ante la muerte Es una imagen ciertamente desplazada, como se percibirá en dos
que separa a los seres. Son al mismo tiempo las lágrimas de aquel rasgos que se refieren al acontecimiento del milagro: la piedra que
que tiene que consentir en la prueba. retiran los hombres y los lienzos que siguen envolviendo el cuerpo
Algunos judíos, por otra parte, se preguntan: de Lázaro.

38 Gimiendo entonces de nuevo en sí mismo, Jesús llega a


37 «¿No podía él, que abrió los ojos del ciego, hacer que éste
la tumba. Era una cueva y encima estaba puesta una piedra.
no hubiese muerto?». 39 Jesús dijo: «¡Quitad la piedra!». Marta, la hermana del
difunto, le dijo: «Señor, ya huele; es el día cuarto». 40 Jesús
le dijo: «¿No te he dicho que, si llegas a creer, verás la gloría
El recuerdo del milagro de Siloé pone una vez más en evidencia de Dios?». 41 Entonces quitaron la piedra. Y Jesús levantó
el poder de Jesús, como lo había hecho también la exclamación du- los ojos a lo alto y dijo: «Padre, te doy gracias porque me
plicada de las dos hermanas (v. 21.32). Y el signo de Lázaro, que es has escuchado. 42 Y yo sabía bien que tú me oyes siempre;
el de la vida, queda puesto entonces por el evangelista en continuidad pero es por causa de esta gente que me rodea por lo que he
con el signo de la luz; en filigrana se percibe la pareja «vida y luz», hablado, para que crean que eres tú quien me ha enviado».
que caracteriza la obra del Logos (1, 4; 8, 12). 43 Dicho esto, gritó con una voz fuerte: «Lázaro, ¡aquí!
Al escuchar esta reflexión, Jesús gime de nuevo dentro de sí. Si ¡fuera!». 44 El muerto salió, los pies y las manos atadas con
su emoción anterior se debía a su enfrentamiento secreto con la muerte, vendas y su rostro estaba envuelto en un sudario. Jesús les
el interrogante de los judíos adquiere un sentido que justifica de nuevo dijo: «Desatadlo y dejadle salir de allí».
su aparición. Sí, ¡Jesús podría haber evitado la muerte de Lázaro! Pero
él no puede librarse de su propia muerte (cf. 18, 11), no puede tampoco
no poner su vida, porque ése es el itinerario del Hijo del hombre, ésa La tumba de Lázaro es una cueva cerrada con una piedra59. Jesús
es la orden que Jesús ha recibido de su Padre (3, 14; 10, 18). Si se ordena quitar la piedra, pero la ejecución se retrasa, ya que Marta se
quiere disociar el «gemir» del «turbar» y mantener para «gemir» una opone, horrorizada. Esta reacción contrasta con la tranquila seguridad
acepción de cólera o de indignación, esa ira no sería contra los pobres que había mostrado poco antes, con lo que Jesús aparece todavía más
sollozos de María o contra la incapacidad de los judíos para sacar las solo frente al poder de la muerte. Sin embargo, la función principal
consecuencias del milagro de Siloé, sino contra el poder enemigo que de la intervención de Marta es subrayar los cuatro días (cf. 11,17) y
destruye la obra de Dios58 y que el Hijo tiene que vencer. la corrupción del cadáver.

57. Cuando Jesús llora sobre Jerusalén (Le 19, 41), el verbo que se utiliza es 59. Los sepulcros, excavados en la roca, presentaban dos formas principales:
klaíó (cf. n. 47). A diferencia del llanto, que puede depender de la voluntad, las «Unos son habitáculos, a los que se accede por una estrecha apertura cerrada por
lágrimas corren espontáneamente; así cuando la pecadora, en su gozo al verse una puerta en forma de rueda de molino... y están precedidos de un vestíbulo...
perdonada, riega con sus lágrimas los pies de Jesús (Le 7, 38.44). otros son como cuevas en el suelo, a las que se llega a través de un pozo provisto
58. Esta fuerza enemiga es interpretada diversamente por los autores: la muerte, a veces de una escalera, quedando cerrado el pozo por una piedra puesta encima»
el pecado o incluso Satanás. (M. J. Lagrange, 306).
338 Lectura del Evangelio de Juan 10, 40-11, 45 11, 38-44 Jesús devuelve la vida a Lázaro (10, 40-11, 54) 339

La contestación de Jesús: La acción de gracias por haber sido escuchado (v. 41) supone sin
embargo una petición. Por eso, lejos de haberse pronunciado «para la
galería», como algunos han pensado67, esta oración podría referirse,
40 «¿No te he dicho que, si llegas a creer, verás la gloria de más allá del milagro de Lázaro, a la travesía de la hora, de acuerdo
Dios?». con la evocación anterior de la turbación de Jesús. Se encontraría
entonces en su trasfondo el Sal 42-43, donde el estribillo de dolor se
completa con el que expresa la certeza de la salvación68.
En cuanto a la escucha constante del Hijo por el Padre, es ésta para
Remite al lector, si no a Marta, a la frase que Jesús pronunció al Jn el fundamento de la oración de los creyentes. Antes de su pasión Jesús
comienzo (11, 4). De nuevo la gloria de Dios indica el sentido último, dirá a sus discípulos que la petición del Padre «en su nombre» es posible
que incluye las diversas significaciones que dio Jesús a sus obras. El ya ahora (16,24) y que siempre será escuchada69. Por otra parte, la oración
pensamiento se desplaza hacia Dios solo, origen de toda vida, y su gloria de Jesús se pronuncia «para que crean que eres tú quien me ha enviado».
es aquí implícitamente la nueva creación que él suscita más allá de la En el v. 4, a propósito de la enfermedad que acabó con la vida de Lázaro,
descomposición que produce la muerte. La bendición inherente a toda Jesús habló no solamente de la gloria de Dios, sino también de la glori-
criatura resulta más fuerte que la corrupción introducida por la repetición ficación del Hijo. En nuestro pasaje, el v. 40 recordó la glorificación del
indefinida del pecado60. Pues bien, la fe es la condición para «veD> la Padre, y he aquí que la del Hijo se sugiere en el final del v. 42, ya que
gloria de Dios61. El evangelista no podría ser más explícito a la hora de —como hemos indicado— la glorificación de Jesús se realiza mediante
preparar al lector a reconocer en el retorno de Lázaro a la vida un signo la unión con él de todos los que creen en su filiación divina.
que tiene en el prodigio tan sólo un soporte necesario.

En continuidad con el anuncio de la gloria que se va a manifestar, La interpretación por parte de Marta y la oración de Jesús ante la
Jesús se vuelve hacia su Padre levantando los ojos «a lo alto»62. Hay tumba abierta han retrasado el acontecimiento del milagro, pero han
aquí un nuevo salto de frontera: de la tierra al cielo63. Jesús está en servido para señalar su sentido. El milagro en sí mismo se describe
comunicación incesante con su Padre (cf. 1, 51); los asistentes podrán rápidamente en dos versículos. Jesús, el Hijo del hombre, cuya voz
reconocerlo. se hará oír por todos los que yacen en los sepulcros (5, 28), grita70
La oración que pronuncia Jesús no es una petición, como en 12, con una voz fuerte, llamando a Lázaro por su nombre. Jesús es el
27M o como cuando el profeta Elias invocó a Yahvé en una circuns- siervo anunciado por Isaías,
tancias parecidas65, sino que es ya una acción de gracias. Jesús sabe
que el Padre ha escuchado (akoúein): el acontecimiento no será más destinado a abrir los ojos de los ciegos,
que una consecuencia de ello66. a sacar de la cárcel al prisionero,
del calabozo a los habitantes de las tinieblas (Is 42, 7).
60. Jn coincide aquí con el grito de gozo de Pablo en Rom 8, 18-23. ...diciendo a los prisioneros: «¡Salid!»,
61. Según 11, 15 la fe de los discípulos será un resultado del milagro. Se ha a los que están en las tinieblas: «¡Mostraos!» (Is 49, 9).
creído ver aquí un indicio de una composición sucesiva del relato. Pero la fe como
objetivo aparece también en 11, 42; no se oponen estas dos perspectivas.
62. Cf. 17, 1; Me 6, 41; Le 18, 13; Hech 7, 55; y Sal 123, 1; Lam 3, 41. 67. En virtud de su omnipotencia, Jesús no tiene necesidad de orar; así A.
Curiosamente, el verbo «levantar (los ojos)» (eren) corresponde aquí al verbo «le- Loisy, 65 ls.
vantar (la piedra)» (eran). 68. Sal 42, 6.12; 43, 5. Después de mencionar las súplicas y las lágrimas de
63. Cf. J. Gritti. en A. L. Descamps y otros, Genése et structure d'un texte Cristo «a aquel que podía salvarlo de la muerte», la Carta a los hebreos dice que
duNT, 173s. «fue escuchado» (eisakoustheis) (Heb 5, 7). Esta constatación confirmaría la hi-
64. Cf. infra, 371-375. pótesis propuesta; cf. J. Beutler, Ps 42143 im Johev: NTS 25 (1978-1979) 45s.
65. 1 Re 17, 20s; G. Reim, Studien zum alttestamentlichen Hintergrund des 69. Cf. 14, 13s; 15, 7; 16, 23s. En la enseñanza de los sinópticos, la confianza
Johev, Cambridge 1974, 219. en el Padre (cf. Le 11, 9-13) es realmente lo fundamental en la oración, sin que se
66. El verbo griego es el mismo que se usa para decir que Jesús escucha las mencione la mediación de Jesús. Para Jn, el discípulo está en Jesús como el sarmiento
palabras del Padre, cf. 5, 30; 8, 40; 15, 15; sin embargo, se impone un matiz en en la cepa (15, 7).
su traducción. 70. Cf. 1, 15; 7, 28.37.
340 Lectura del Evangelio de Juan 10, 40-11, 45 11, 45-54 Jesús devuelve la vida a Lázaro (10, 40-11, 54) 341

La orden que da71 manda en primer lugar a Lázaro que venga el sumo sacerdote aquel año, les dijo: «¡Vosotros no com-
«aquí» (deüro), es decir, a donde estaba Jesús (que está por tanto en prendéis nada! 50 y no calculáis que toca a vuestro interés
el centro de la escena); para ello, Lázaro tiene que dejar el espacio en que un solo hombre muera por el pueblo y que la nación no
que se encuentra: «¡fuera!» (éxó). El muerto «salió», atado todavía perezca por entero». 51 Esto no lo dijo de sí mismo, sino
con las vendas y el rostro cubierto de un sudario; y es una especie de que, como era sumo sacerdote aquel año, profetizó que Jesús
segundo milagro que pueda salir de la tumba enredado de aquella tenía que morir por la nación, 52 y no solamente por la
manera. Hay aquí una alusión a contrario a la resurrección de Jesús; nación, sino para reunir en uno solo a los hijos de Dios
habiéndose liberado él mismo de las ataduras, dejará las vendas puestas dispersos entonces. 53 Desde aquel día, decidieron hacerlo
allí y el sudario envuelto aparte (20, 7). Además, las vendas que morir.
todavía lo rodean simbolizan que Lázaro no vuelve a la tierra más que 54 Así pues, Jesús no circulaba abiertamente entre los judíos,
temporalmente: tendrá que morir también él en su día, mientras que sino que, desde allí, partió para la región cercana del desierto,
Jesús las habrá dejado definitivamente. a una ciudad llamada Efraím, y allí permaneció con sus
Viene entonces un segundo mandato para que Lázaro pueda andar discípulos.
(literalmente: «irse de allí»). Como en el caso del enfermo y del ciego,
Jesús deja al hombre que siga su camino. A pesar de la grandeza de sus
milagros, Jesús, en Jn, parece retirarse después de haberlos realizado72. Lo mismo que en 11, 36s (y en otros lugares)73, se advierten dos
Y el relato termina dejando al lector frente a Lázaro vivo, pero mudo reacciones: muchos judíos se ponen a creer, mientras que otros van a
sobre lo que pudo experimentar. Si el evangelista ha dejado de indicar contar a los fariseos lo que había pasado. Del texto no puede deducirse
el gozo del reencuentro, después de haberse extendido en exponer la la malevolencia de estos últimos74.
pena de las hermanas, se debe no sólo a su arte narrativo, sino también Como consecuencia del signo de Lázaro, las autoridades judías,
al hecho de que la perspectiva del relato se centra en Jesús que camina que ya llevaban mucho tiempo convencidos de que Jesús merecía la
hacia su muerte-resurrección: de los testigos del milagro sólo se menciona muerte75, se reúnen76 y deciden ponerse a actuar. Este texto se apoya
a los judíos, de los que se trata a continuación. probablemente en alguna antigua tradición y coincide con un dato
histórico: Jesús fue condenado por motivos políticos. Sin embargo,
no corresponde al relato de Mt 26, 3-5 par, ni menciona tampoco a
LA DECISIÓN DE DAR MUERTE A JESÚS (11, 45-54) Judas (cf. Le 22, 2-6), a pesar de que Jn lo conoce bien. El evangelista
pone la deliberación en relación no solamente con el milagro de Lázaro,
sino también con todos los demás realizados por Jesús, e interpreta la
sentencia de muerte a la luz de su cristología: el relato se transforma
45 Desde entonces, muchos entre los judíos que habían venido en un anuncio solemne de su sentido.
junto a María y que habían visto lo que él había hecho, se Para leer este texto, conviene entonces acudir al término del mismo,
pusieron a creer en él. 46 Pero algunos de ellos se fueron a donde se nos ofrece su sentido. La muerte de Jesús no solamente
buscar a los fariseos y les dijeron lo que había hecho Jesús. conduce a la salvación de la nación, es decir, en este caso, del conjunto
47 Los sumos sacerdotes y los fariseos reunieron entonces un
consejo y decían: «¿Qué hacemos ahora? Porque este hombre 73. Cf. 7, 12s.40s; 10, 20s.
hace muchos milagros. 48 Si lo dejamos (obrar) así, todos 74. El tinés dé que introduce el v. 46 no es necesariamente adversativo. La
situación no es la misma que en 9, 3 en donde los vecinos conducen al hombre
creerán en él y vendrán los romanos, que destruirán nuestro curado a los fariseos y en donde se indica la violación del sábado. Desde el punto
Lugar y nuestra nación». 49 Uno de ellos, Caifas, que era de vista del vocabulario, se constata cierta analogía con 5, 15 (el enfermo curado
va a buscar a los judíos) en virtud de los tres verbos apérkhomai, eipen, poietn.
75. 5, 18; 7, 1.19.25; 8, 37.40.
71. También Jesús da una orden a la hija de Jairo y al joven de Naím: Me 5, 76. El término synédrion puede tener el sentido general de «asamblea del
41; Le 7, 14. consejo», acepción que está atestiguada en la literatura profana y en los Setenta; cf.
72. Cf. 5, 8.13; 9, 7; 6, 15 y 2, 8; 4, 50. W. Bauer, 1568. ¿Aludirá quizás Jn al Sanedrín del relato sinóptico de la pasión?
342 Lectura del Evangelio de Juan 10, 40-11, 45
11, 45-54 Jesús devuelve la vida a Lázaro (10, 40-11, 54) 343

del pueblo elegido, sino también a la reunión de todos los «hijos de hacerlo su rey (6, 14s); muy pronto, la multitud que había venido a
Dios dispersos», a saber, de todos los hombres que han acogido al Jerusalén para la celebración de la pascua lo aclamará también como
Logos (I, 85s). Si los designa como «dispersos», es no solamente para el liberador nacional (12, 13). La reacción de los ocupantes no se hará
indicar que viven en varios lugares, sino también debido a la profecía: esperar: mostrarán toda su crueldad destruyendo el templo83 y la
estos «hijos de Dios» estaban prefigurados en los israelitas de la diás-
nación84. Por estos dos términos se designa al pueblo judío en su doble
pora que Dios habría de reunir algún día:
dimensión: religiosa y política, ya que el Lugar santo era el símbolo
He aquí que voy a tomar a los hijos de Israel entre las naciones... mismo de la identidad judía. La reflexión de los miembros del Sanedrín
Haré que se reúnan en todas partes... traduce su adhesión profunda a Israel, pero también su incomprensión
Haré de ellos una sola nación... total de la misión de Jesús. Como la profecía de Ezequiel, citada
Mi siervo David reinará sobre todos ellos... anteriormente, habla del santuario prometido por Dios, la mención del
y pondré mi santuario en medio de ellos para siempre (Ez 37, 21-26; Lugar en esta ocasión podría haberse inspirado en ella y ocultar una
cf. 34, 12-13). «ironía» del evangelista: el verdadero Lugar santo es Jesús, no ya el
templo de Jerusalén (cf. 2, 19-22).
La oposición reunir77-dispersar78 se refuerza en favor del primer Ante el apuro del Consejo, que ve la urgencia de tomar medidas,
verbo mediante la expresión «en uno solo» (eis hén), según un lenguaje pero no sabe cuáles, interviene Caifas con firmeza. Juan lo presenta
propio de Jn. Por su muerte, Jesús logra lo que había anunciado como como «el sumo sacerdote de aquel año»85: esta expresión pone de
la finalidad de su misión79. Los hijos de Dios dispersos son, en Jn, relieve el año de la muerte de Jesús. Está recogida de nuevo para
las otras ovejas que no proceden de Israel (10, 16) y también en este justificar el hecho de que Caifas profetizaba sin saberlo86: es el designio
punto Jn se arraiga en la revelación del antiguo testamento, centrada de Dios el que se manifiesta por su boca. Indirectamente se evoca a
en el Dios único, el Dios de toda la tierra. El tema de que algún día Dios, así como la dignidad de las instituciones judías del templo hasta
las naciones reconocerán al Dios único, del que Israel fue escogido la llegada de Cristo.
por testigo (Is 43, lOss), se expresa muchas veces, especialmente en
Según Caifas, el dilema entre la salvación de la nación, por un
Isaías, por la afluencia escatológica de todos los pueblos hacia Sión80.
lado, y la justicia que reclamaba de sus compañeros Nicodemo (7,
Para el evangelista el «uno» es el modo de ser propio del Padre y del
51), por otro, no deja ninguna opción: hay que sacrificar a un
Hijo; el discurso de despedida explicitará que la unidad de todos los
reunidos consiste en su comunión en el Hijo con el Padre. individuo por la causa común; la razón de Estado prevalece sobre
la suerte de uno solo. Caifas habla sin disimulos: «¡No comprendéis
Conociendo el sentido del acontecimiento, el evangelista construye nada!»; deberíais «calcular»87 dónde está vuestro interés. No se trata
un relato que describe el desarrollo de los hechos. Dejémonos de
aquí de las quejas enunciadas contra Jesús en los capítulos anterio-
contemplaciones, dicen los sumos sacerdotes y los fariseos81. A estos
res, la ruptura del sábado o la blasfemia, sino solamente de realismo
dirigentes de Israel que desprecian su misión, Jesús se les presenta
político. También en Lucas dice el sanedrín: «Hemos encontrado a
como un hombre peligroso: con sus milagros82, que seducen al pueblo,
va a provocar una sublevación en su favor. La gente de Galilea lo
había tomado por el profeta que tenía que venir al mundo y quería 83. El «Lugar santo» (topos) designa frecuentemente al templo: 4, 20; cf. Dan
3, 38; 2 Mac 1, 29; 3, 12.18; 5, 19; Mt 24, 15; Hech 6, 13s; 7, 7.
84. Ethnos designa el conjunto de la nación santa (cf. Le 23, 2; Jn 18, 35).
77. Synágó, de donde viene «sinagoga», es el verbo clásico para designar la 85. La expresión archiereús on toü eniautoü ekeínou puede tener dos sentidos:
reunión eclesial y litúrgica: Hech 11, 26; 14, 27; 15, 30; 20, 7. «sumo sacerdote para aquel año» o «en aquel año». Caifas ejerció el cargo durante
78. Skorpízein, término asociado a «ovejas»: Mt 26, 31 = Me 14, 27; Jn 10, 12. diecinueve años: es éste un dato histórico en contradicción con la primera traducción;
79. 10, 16; cf. 4, 42. por eso es preferible optar por la segunda, frecuente en griego: cf. BD 186, 2, que
80. Is 2, 2-4 = Miq 4, ls; 54, 1-3 y 55, 5 después del Canto del siervo (cf. cita en su apoyo a Mt 2, 14; 24, 20; 25, 6.
42, 1-4); 60, 3; 62, 12; 66, 8; Ez 37, 28; Sal 67; 72; 82, 8; 86, 9; 87, 5; 102, 16... 86. Una tradición judía decía que el don de la profecía no había cesado real-
81. La expresión tí poioümen; puede ser una constatación: «¡No hacemos mente, sino que se les había concedido a algunos sumos sacerdotes, como Juan
nada!» o, viendo allí un futuro próximo, significar un desconcierto: «¿Qué vamos Hircano (135-104 a. C.) según F. Josefo (Bel. Jud. 1, 68; Ant. Jud. XIII, 282s.299).
a hacer?». Optamos por el primer sentido. 87. Logízomai tiene en primer lugar el sentido de «contar, calcular»; de ahí la
82. Cf. 2, 23; 3, 2; 7, 31; 9, 16; 20, 30. idea de «reflexionar», calcular dentro de sí mismo.
344 Lectura del Evangelio de Juan 10, 40-11, 45
10, 40-11, 54 Jesús devuelve la vida a Lázaro (10, 40-11, 54) 345
8
este perturbando (diastréphon) a nuestra nación» (Le 23, 2) \ Se
relaciona frecuentemente esta decisión con la de la mujer que en-
tregó a Sheba, hijo de Bikri, para salvar a una ciudad (2 Sam 20, 54 Así pues, Jesús no circulaba abiertamente entre los judíos;
22), o con la de Jonás que, sintiéndose responsable de la tempestad, pero desde allí partió para la región cercana del desierto, a
hizo que lo tiraran al mar (Jon 1, 12-15). Estas relaciones carecen una ciudad llamada Efraím, y allí permanecía con sus dis-
de fundamento ya que, a diferencia de Jesús, tanto Sheba como cípulos.
Jonás eran culpables de un pecado; por consiguiente, no permiten
iluminar la decisión de Caifas; sin embargo, puede recordarse una
tradición rabínica89 que tiende a justificar una acción semejante,
aunque la víctima no sea culpable. Este versículo está en correspondencia con 10, 40-42 (cf. supra,
Según algunos, Caifas distinguiría entre «el pueblo» por el que 317s). Con un «así pues», el narrador parece indicar que existe una
Jesús tiene que morir y «la nación» que ha de verse libre del peligro. relación de causa a efecto: después de la decisión del sanedrín es
Esta distinción carece de todo valor si se piensa que Jn la suprime cuando Jesús deja de aparecer en público (cf. 7, 1) y se marcha a
cuando dice que Jesús «tenía que morir por la nación»90. En las palabras Efraím a una jornada de distancia de Jerusalén, en los límites con el
del sumo sacerdote, la segunda formulación no hace más que reforzar desierto92. Aunque la ignoran los sinópticos, esta noticia se remonta
la primera. Esta va introducida por la preposición hypér, utilizada probablemente a una antigua tradición. Pone de manifiesto la atmósfera
tradicionalmente para decir que Cristo murió «por nosotros», «por enrarecida de Jerusalén en la que Jesús se iba viendo cada vez más
nosotros pecadores»91, para que vivamos. Pues bien, aquí se dice que acorralado. A diferencia de la estancia al otro lado del Jordán, no se
muere para reunir a todos los hombres en uno solo, es decir, por la habla de ninguna afluencia de creyentes. Jesús está solo con sus dis-
unidad de los hombres en el Hijo. cípulos. Se ha consumado la ruptura con Judea, pero no sin que el
El último versículo, que concluye la deliberación, presenta dos signo de Lázaro haya dado figura y sentido a la obra que Jesús habrá
elementos notables. Decidieron no «condenar» a Jesús —este verbo de realizar con su muerte.
no lo utiliza nunca Jn a propósito de este hecho—, sino «hacerle
morir», lo cual está ciertamente en continuidad con el razonamiento
de Caifas, pero confirma igualmente un tema presente en el texto por APERTURA
la ausencia de toda acusación contra Jesús, a saber, que nadie podía
convencer a Jesús de pecado (8, 46): el tema de su inocencia domina Al librar a Lázaro de los lazos de la muerte, Jesús se ha mostrado
en todo el relato de la pasión. El otro rasgo es la indicación «a partir vencedor del último enemigo; de esta manera ha prefigurado su propia
de aquel día»: al no ser indispensable, subraya la importancia del resurrección y la resurrección del final de los tiempos. Pues bien,
acontecimiento que se narra. La sentencia de Caifas volverá a recor- este relato joánico, que se apoya sin duda en algunas tradiciones
darse textualmente en 18, 14. históricas, está penetrado de simbolismo, de manera que a veces
algunos elementos significativos para la comprensión de todo el con-
88. Este mismo reproche, expresado con las mismas palabras (diástrephon) es junto corren el peligro de quedar aislados y de adquirir valor por sí
el que utilizó Ajab frente al profeta Elias (cf. 1 Re 18, 17). mismos. Son muchos los que actualmente se interesan por los detalles
89. GenR 94 (60"), citado en SB II, 546. ¿Se tratará quizás del «chivo expia- que ilustran un reportaje y que parecen fundamentar la solidez del
torio»?
90. Con G. Painter, NTS 25 (1978-1979) 103-112, opino en contra de S.
relato. De ahí el problema que me preocupa, en la medida en que
Pancaro (NTS 16 [1969-1970] 114-129 y 21 [1974-1975] 396-405) que, aunque laós intento comunicar el texto. El exegeta tiene razón al declarar lo que
tiene algunas veces un sentido más estricto que éthnos, estos dos términos son él cree que es el sentido, pero no debe desinteresarse de la preocu-
prácticamente sinónimos cuando se trata de Israel (Mt 4, 23; 27, 25), con una
acentuación del sentido político en éthnos, y del sentido social en laós.
91. La preposición hypér, tradicional para designar el fruto de la muerte de 92. Localidad difícil de identificar: se la ha señalado en Et Tayyebé, a unos
Jesús, fue recogida también (cf. nuestra obra La fracción del pan, 162-165) en 6, 20 km. al N-NE de Jerusalén (a una altura de 869 m.). Esta ciudad corresponde al
51: «para la vida del mundo». En este caso se refiere a la reunión de todos los Apherema de 1 Mac 11, 34 y al Efrón de 2 Crón 13, 19. La opción por Efraím
hombres, de Israel y de los demás. evoca quizás la situación de los israelitas que, bajo la amenaza de los filisteos,
tenían que ocultarse en la montaña de Efraím (1 Sam 14, 22).
346 Lectura del Evangelio de Juan 10, 40-11, 45 10, 40-11, 45 Jesús devuelve la vida a Lázaro (10, 40-11, 54) 347

pación que siente el predicador y el catequista: comunicar el texto es cación, por muy interesante y válida que sea, no puede realmente
hacer que se entienda por lo que él mismo dice. apelar al texto inspirado de Jn.
Un sondeo en la historia de los efectos de este texto en los lectores Otra tendencia consiste en valorar el acontecimiento prodigioso
de los pasados siglos nos ayuda a tomar conciencia de los riesgos de en vez de situarlo modestamente en función del sentido que tiene a
toda actualización. Esta empresa resulta ahora bastante fácil gracias los ojos de la fe; así, los «cuatro días» pasados en el sepulcro, que
a dos obras recientes, de Jacob Kremer (1985) y de Alain Marchadour a los ojos de Jn contribuyen a favorecer la tipología de la resurrección,
(1988f\ se convierten en un elemento importante para visualizar mejor el
Los Padres de la Iglesia se complacen en subrayar la relación reportaje y para mostrar la grandeza del prodigio.
tipológica del episodio con la muerte-resurrección de Jesús así como Si es difícil comunicar a nuestros contemporáneos el relato del
con la resurrección final. ¡Muy bien! Pero su preocupación es sólo signo de Lázaro, así como el de los milagros del evangelio, esto se
la de informar a los oyentes, sino la de despertar su fe en Jesucristo. debe esencialmente a nuestra mirada: nos preocupamos ante todo por
Desde san Ireneo (202), Lázaro es considerado como el tipo del los hechos brutos y somos poco sensibles a lo simbólico, que es tan
«pecador»: familiar a los evangelistas. El relato tiene valor como relato; basta
con decirlo en su profundidad significante.
Salió el muerto con los pies y las manos atadas con vendas: era el
símbolo del hombre atrapado en sus pecados (Adv. Haer. V, 13, 1).

Pero gracias a Jesús, Lázaro es desatado. Escuchemos a Orígenes:

Existen ahora «Lázaros» que, después de haber recibido la amistad de


Jesús, han caído enfermos, luego han muerto y se han quedado en las
tumbas y en la región de los muertos, muertos entre los muertos. Después
han vuelto a vivir por la oración de Jesús y han salido del sepulcro por
la voz poderosa de Jesús (¡n Jo. XI, 43s: XVIII art. 54 = GCS IV 397).

Esta admirable aplicación supone varios eslabones en el razo-


namiento: por la muerte y la resurrección de Jesús, prefigurados aquí
en la muerte de Lázaro y en su retorno a la vida, el hombre que ha
muerto por el pecado vuelve a encontrar la vida. Pero, si el oyente
no presupone estas relaciones, la exhortación de Orígenes puede pa-
recer arbitraria y algún que otro detalle deja de verse valorado en
función de la totalidad del relato. Solamente nuestros contemporá-
neos, poco sensibles al aspecto práctico del texto (el sentido tropo-
lógico que exigían los medievales) y menos abiertos a su dimensión
simbólica, orientaron su interés en dos direcciones opuestas: o bien
seguir valorando algún que otro rasgo, o bien ocuparse sobre todo
del acontecimiento como tal.
Las aplicaciones morales abundan a veces, a partir de algún que
otro detalle: «huele mal», «¡quitad la piedra!», «desatadlo» son otras
tantas ocasiones para que el predicador exhorte a sus fieles, sin situar
ya los detalles respecto al conjunto. Aislada de este modo esta apli-

93. J. Kremer, Lazarus, Stuttgart 1985; A. Marchadour, Lazare. Histoire d'un


récit, récits d'une histoire, París 1988.
ANTES DE LA ULTIMA PASCUA
(11, 55-12, 36)

Se acerca la última pascua, que pone fin a la vida pública de Jesús.


En este marco, el narrador dispone las escenas según una especie de
cronología: en seis días (12, 1), al día siguiente (12, 12), antes de la
pascua (13, 1). En ese día solemne Dios va a sellar por medio de su
Hijo la alianza que había proyectado con Israel y con la humanidad.
Jesús se dirige a Jerusalén para una última estancia.
Los tres episodios que se suceden, aparentemente sin ninguna
vinculación, desde 11, 55 hasta 12, 36, están unidos por el hilo pascual:
la gloria viene por la cruz. El banquete de Betania expresa el gozo de
los invitados en presencia de Jesús y de Lázaro, que vive después de
haber muerto; pero Jesús interpreta la unción de María como el anuncio
de su sepultura. La gente sale de Jerusalén a aclamar al rey de Israel
que se acerca a la ciudad santa, pero Jesús rechaza este honor y se
monta en un asno. Los griegos que quieren ver a Jesús anuncian la
hora de la reunión de todos los hombres a su alrededor, pero Jesús
proclama la necesidad de la muerte para llegar a la gloria. En estos
relatos se manifiesta constantemente la doble dimensión de la pascua.
Otro principio de unión de estas escenas es la presencia de la gente,
mencionada en todas las etapas de su desarrollo. En dos veces se la
caracteriza como un «gentío numeroso» (12, 9.12), pero más ordinaria-
mente sin epíteto (12, 17s.29.34). La gente había desaparecido de la
narración entre los capítulos 8 y 11. Aquí se la pone en relación con
Jesús, al que espera encontrar (11, 56) y luego aclama (12, 9.12s), y
también con Lázaro, debido al milagro (12, 9.17s). No es necesario
distinguir en ella varios grupos, ya que este dato tiene la función de
preparar la reflexión de los fariseos: «¡El mundo ha marchado detrás de
él!» (12, 19). La gente se distingue de los adversarios de Jesús, a los
que se menciona en contraposición a ella, como para situar el drama de
la opción en favor o en contra de la fe (11, 57 con 11, 56; 12, lOs con
350 Lectura del Evangelio de Juan 11, 55-12, 36 11, 55-12, 11 Antes de la última pascua (11, 55-12, 36) 351

12, 9; 12, 19 con 12, 17s). Sin embargo, esta distinción desaparece al LA UNCIÓN EN BETANIA
final, de manera que la gente pasa también a ser incrédula (12, 29.34). (11, 55-12, 11)
Antes de abordar la lectura de las diferentes escenas, presentemos
una visión de conjunto sobre los tres dípticos gente-adversarios. Los
dos primeros se corresponden entre sí:
55 Pues bien, la pascua de los judíos estaba cerca. Mucha
gente del país subió del campo a Jerusalén antes de la pascua,
para purificarse. 56 Buscaban entonces a Jesús y, en el tem-
56 Ellos (mucha gente) 9 Un gentío numeroso supo que plo donde estaban, se decían entre sí: «¿Qué pensáis? ¿vendrá
buscaban a Jesús y se de- Jesús estaba allí (en Betania) y a la fiesta?». 57 Pero los sumos sacerdotes y los fariseos
cían entre sí: «¿Qué pen- vinieron no sólo por causa de habían dado órdenes: el que supiera dónde estaba, debía
sáis? ¿vendrá a la fies- Jesús, sino también para ver a avisarlo, para que se le prendiese.
ta?». Lázaro levantado de entre los 12, 1 Entonces, seis días antes de la pascua, Jesús vino a
57 Pero los sumos sacer- muertos. Betania, donde estaba Lázaro, al que Jesús había levantado
dotes y los fariseos habían 10 Pero los sumos sacerdotes de- de entre los muertos. 2 Se hizo allí un banquete en su honor.
dado órdenes: el que su- cidieron hacer morir a Lázaro, Marta se ocupaba del servicio y Lázaro era uno de los que
piera dónde estaba, debía 11 «porque muchos judíos se estaban a la mesa con él. 3 María, tomando una libra de un
avisarlo, para que se le iban por causa de él y creían en perfume de nardo puro, de gran valor, ungió los pies de Jesús
prendiese. Jesús. y le enjugó los pies con sus cabellos; y la casa se llenó del olor
del perfume. 4 Judas el Iscariote, uno de sus discípulos, el que
iba a entregarlo, dijo: 5 «¿Por qué no se ha vendido este perfume
Estos dos sumarios encuadran la unción de Betania (12, 1-8). El por trescientos denarios, que se habrían dado a los pobres?».
primero centra la atención del lector en Jesús; el segundo añade que 6 Y dijo esto, no porque se preocupara de los pobres, sino
vienen también por causa de Lázaro. El primero recuerda el proyecto porque era ladrón y, teniendo la bolsa, llevaba lo que se ponía
homicida de las autoridades; el segundo muestra que los sumos sacer- en ella. 7 Entonces Jesús dijo: «¡Déjala! Ella quería guardar
dotes piensan acabar también con Lázaro. este (perfume) para el día de mi sepultura. 8 En efecto, a los
Un tercer díptico resume la situación: pobres los tenéis siempre con vosotros, pero a mí no me tenéis
siempre».
9 Un gentío numeroso de judíos supo que Jesús estaba allí y
17 Así pues, atestiguaba la gente que había estado con él vinieron no sólo por causa de Jesús, sino también para ver a
cuando había llamado a Lázaro fuera de la tumba y lo Lázaro levantado de entre los muertos. 10 Y los sumos sacer-
había levantado de entre los muertos. 18 Si la gente había dotes decidieron hacer morir a Lázaro, 11 porque muchos judíos
venido a su encuentro, era por haber sabido que había se iban por causa de él y creían en Jesús.
hecho este signo.
19 Así pues, los fariseos se dijeron entre sí: «¡Fijaos en que
no ganáis nada! ¡Mirad! El mundo ha marchado detrás Por medio de los dos dípticos que la encuadran (11, 55-57 y 12,
de él». 9-11), la escena queda situada en la trama de una historia. Tiene lugar
dentro, en la intimidad de una casa acogedora, mientras que fuera la
gente y las autoridades se afanan en busca de Jesús (cf. 11, 45-48).
Celebrando a Jesús, la gente daba testimonio de que el milagro de Los peregrinos que han venido a «purificarse»' se preguntan por
Lázaro había tenido lugar y se sentía arrebatada de entusiasmo: de ahí la presencia de Jesús para la fiesta (cf. 7, 11): su deseo de verlo se
la reacción de los fariseos, superados por esta constatación. Su ex-
clamación nos ofrece una transición para el episodio de los griegos. 1. Este rito podía durar una semana; cf. SB II, 546s y Núm 9, 6-13; 2 Crón 30.
352 Lectura del Evangelio de Juan 11, 55-12, 36 11, 55-12, 11 Antes de la última pascua (11, 55-12, 36) 353

revela en la doble pregunta2 que plantean y se concreta en el segundo (Jn) calcula su valor en 300 denarios9; lo valoran más todavía los
díptico, cuando la gente se dirige a Betania para ver a Jesús y también objetores en Marcos. Pero en Mateo y en Marcos la unción se hace
a Lázaro. Por su parte, los sumos sacerdotes y los fariseos agrupados sobre la cabeza de Jesús, lo cual parece haber sido un homenaje que
entre sí intentan prender a Jesús para matarlo (cf. 11, 53). El recurso se rendía a los invitados de importancia10; pudo haber ido tomando
a la denuncia era una táctica que ignoraban los escritos rabínicos; por poco a poco el sentido de una investidura mesiánica. Al contrario, la
eso, la mención del v. 57 puede justificarse como una oposición li- unción sobre los pies (Jn; cf. Le) no tiene paralelos en la literatura
teraria a la atracción que siente la gente por Jesús. judía"; por eso mismo reviste cierto carácter de autenticidad.
El episodio propiamente dicho les ha parecido extravagante a los Se presenta una dificultad: si, por parte de la pecadora deshecha
comentaristas, pero está bien arraigado en la tradición evangélica y en lágrimas (Le 7, 38), la unción de los pies se justifica como una
corresponde sin duda a un recuerdo histórico. Marcos y Mateo lo expresión de su arrepentimiento, no se le puede atribuir a María este
refieren, lo mismo que Jn, dentro del marco de la última semana3. motivo. Se ha pensado en una manifestación de agradecimiento para
Lucas nos narra un episodio parecido, que tiene lugar, sin precisión con aquel que había devuelto la vida a su hermano (cf. 12, 1). Lo
de fechas, en Galilea, con una pecadora como protagonista4. Se discute cierto es que el gesto resultó sorprendente para los invitados12. Es
sobre la dependencia recíproca de estos relatos. Aunque no es nuestro inútil disputar sobre el sentido que María podía conferirle, ya que lo
propósito establecer la prioridad de una u otra redacción5, conviene esencial es la interpretación que da de él Jesús.
sin embargo echar una ojeada a las diferencias joánicas. ¿Por qué María, que ha llorado, enjuga con sus cabellos los pies
La datación no está de acuerdo: seis días (Jn) o dos días (Me) antes que acaba de ungir? Quizás haya aquí una interferencia con la tra-
de pascua. La de Marcos se deduce de la indicación que precede sobre dición lucana, según la cual la pecadora enjuga los pies inundados
el complot de los jefes en Me 14,1 y no tiene un valor especial, pues de lágrimas; en el texto joánico se trata sin duda de quitar el sobrante
en opinión de todos los críticos, el episodio de la unción fue interpolado del perfume.
en el relato primitivo de la pasión en una fecha posterior6, para mostrar Tan sólo Juan indica que toda la casa se llenó de olor a nardo.
que Jesús era consciente de antemano de lo que iba a sufrir. La datación A no ser que se le haga a Jn depender de Marcos, no hay motivos
joánica, que podría tener un valor histórico7, sitúa el episodio antes, para pensar que Jn trasponga aquí la palabra sobre la difusión del
no después de la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén; de esta manera evangelio (Me 14, 9s). Finalmente, la crítica procede en Jn de Judas
correspondería a la tarde del sábado anterior al de la pasión. y no de los invitados anónimos (como en Me) o del grupo de los
Lo mismo que en Mateo y en Marcos, la escena tiene lugar en discípulos (Mt). No se impone por tanto una dependencia directa
Betania, durante un banquete ofrecido en honor de Jesús. Pero en Jn respecto a Marcos13.
los invitados que se mencionan son Lázaro y sus hermanas.
El perfume que derrama la mujer es el mismo: un nardo precioso8,
en gran cantidad, equivaliendo una libra a unos 330 gramos. Judas Estructura del relato

El relato se estructura en torno a dos oposiciones: banquete y


2. Sobre el giro ou me élthe eis ten heortén, cf. BD 356, 4; 427, 2.
3. Mt 26, 6-13; Me 14, 3-9. unción, Jesús y Judas. El banquete y la unción están ciertamente
4. Le 7, 36-50. ligados entre sí, por el hecho de que ésta tuvo lugar durante el banquete;
5. Las opiniones de los críticos varían; se las discute en la mayor parte de los
comentarios. El estudio más reciente es el de J. F. Coakley, JBL 107 (1988) 241- 9. O sea, el equivalente de un salario agrícola para 300 jornadas de trabajo.
256 que, contra la mayor parte de los autores, defiende la prioridad del relato de Cf. Denario, en DNT, 171.
Jn. A. Legault, CBQ 16 (1954) 143-145 y J. F. Coakley, a. c, 255s, intentan 10. Cf. Sal 133, ls; 23, 5; cf. Ecl 9, 8. Se hacía ordinariamente antes de la
probar que los relatos de Mt, Me, Jn y el de Le corresponden a dos acontecimientos. comida.
6. Cf. Passion (récits de la), en DBS VI, 1454s. 11. A. Legault, 138, niega la existencia de algún paralelismo; J. F. Coakley,
7. Así R. Forma, Cospel of Signs, Cambridge 1970, 152; J. F. Coakley, a. 246, lo pone en duda.
c, 242s. C. K. Barret y M. E. Boismard opinan lo contrario. 12. Una mujer no podía por decencia desatar su cabellera en público. Cf.
8. El nardo es un óleo perfumado que procede de una planta del Himalaya 1 Cor 11, 4-6; J. F. Coakley, 250 nota 51.
(cf. Cant 1, 12). El adjetivo pistikós (Jn y Me) puede significar «precioso» o «puro» 13. En contra de C. K. Barrett, que sostiene la dependencia de Jn respecto a
(en el sentido de no mezclado). Me.
354 Lectura del Evangelio de Juan 11, 55-12, 36
11, 55-12, 11 Antes de la última pascua (11, 55-12, 36) 355
pero lo esencial radica en otra parte: el banquete significa la alegría
de la resurrección, mientras que la unción está en orden a la sepultura,
según Jesús.
El banquete reúne a Jesús y a los discípulos con Lázaro y sus 1 «¡Déjala! Ella quería guardar este (perfume) para el día
hermanas, mencionadas expresamente. Pero la preocupación del de mi sepultura15».
narrador por recordar que Lázaro había sido levantado de entre los
muertos invita a ver en este banquete una alusión manifiesta a la
vida reencontrada. El hecho de comer significa que uno está vivo.
Así Jesús ordena que den de comer a la niña que acaba de ser Algunos leen esta palabra de una sola tirada, como si el impe-
reanimada (Me 5, 43 par); y el Resucitado pregunta a los apóstoles rativo «Déjala» rigiese la proposición introducida por hína («a fin
si tienen algo de comer y come (Le 24, 41-43). Es también un de que»): déjala para que conserve este (perfume) para el día de mi
banquete de reencuentro para Jesús y para Lázaro, del que no se sepultura. Esto supone que María no derramó todo el nardo y por
ha dicho nada desde que salió del sepulcro. Es probable que signi- eso se haría mención de este perfume cuando llegue el momento de
fique la unión gozosa del discípulo «vivo» con el Señor. El Apo- enterrar a Jesús. Pero ninguna de estas dos suposiciones está
calipsis dice: «Si alguno oye mi voz (¡Lázaro la ha oído desde su justificada16.
tumba!), entraré en su casa para cenar, yo junto a él y él junto a Es preferible separar el imperativo inicial y la segunda parte de
mí» (Ap 3, 20). esta frase. La conjunción hína puede en algunos casos encontrarse al
comienzo de una frase17. Caben entonces dos posibilidades. D. Daube18
En un relato que recuerda expresamente el signo de Lázaro, la
traduce: «¡Déjala, pues! ¡Que conserve en su memoria este (gesto)
unción podría haber sido, como decíamos más arriba, una manifes-
hasta el día de mi sepultura!». El verbo téréo tendría aquí el mismo
tación de gratitud. Pero Jesús la interpreta como referida a su sepultura.
sentido que en Le 2, 19.51, aunque no vaya seguido de la precisión
De ese modo la unción se presenta como antítesis del banquete y, en
«en su corazón» (cf. Gen 37, 11). Jesús invitaría a María a acordarse
oposición a él, dirige la mirada del lector hacia la muerte. Este contraste
de su gesto; captará su verdadero significado en el momento real de
sugiere que la vida nueva tiene como condición la pascua de Jesús.
la sepultura.
Según esta perspectiva, el olor del perfume que llena toda la casa se
opone al hedor del cadáver que asustaba a Marta (11, 39), para ma- La otra posibilidad es la que hemos conservado, con otros muchos
nifestar la plenitud de la victoria de Jesús sobre la muerte. Al mismo autores: mediante la conjunción hína, la frase dice cuál era el propósito
tiempo, esta indicación confirma la sobreabundancia del perfume de- de María: «ella pensaba utilizar este perfume para el día de mi se-
rramado y de este modo la intensidad del amor que ha inspirado a pultura». En otras palabras, si no lo cedió en favor de los pobres, era
María14. para guardarlo para el día de mi sepultura, y lo ha hecho ahora. María
ha anticipado los honores que se deben a Jesús muerto, como si pre-
sintiese su próxima partida. Esta interpretación coincide con lo que
Al acoger el gesto de la mujer, Jesús muestra una libertad so-
dice Me 14, 8: «Ella ha hecho lo que podía hacer: de antemano ha
berana. Si, en Jn, Jesús no pone de relieve, como en Marcos, la
perfumado mi cuerpo para la sepultura».
generosidad de la mujer, defiende sin embargo su actuación, dándole
él mismo un sentido y refiriéndola a su sepultura. La interpreta en Las palabras que siguen confirman que la proximidad de la muerte
cuanto que le concierne a él mismo, pero hay también allí implí- se imponía al pensamiento de Jesús: «A mí no me tenéis siempre».
citamente un elogio de María, el único personaje del cuarto evan-
gelio que presenta el misterio de la hora. Desgraciadamente el texto La oposición Jesús-Judas se muestra en la interpretación positiva
del versículo 7 es muy difícil de traducir. Lo traducimos de este o negativa del gesto de María. Judas dice:
modo:
15. En griego: áphes auten hína eis ten heméran toü entaphiasmoü mou térései
auto.
14. La imagen del perfume que se derrama se encuentra en el Cantar para 16. Cf. 12, 3; 19, 39s.
indicar el amor: Cant 1, 3; 4, lOs. Aparece también en la literatura rabínica: cf. SB 17. Cf. 1, 22; 15, 12.17.
II, 547; MidQol, 1. 18. D. Daube, NT and Rabbinic Judaism, London 1956, 312-324.
356 Lectura del Evangelio de Juan 11, 55-12, 36
11, 55-12, 11 Antes de la última pascua (11, 55-12, 36)
357

Esta respuesta choca muchas veces a los lectores, ya que Jesús


5 «¿Por qué no se ha vendido este perfume por trescientos parece desentenderse de los pobres y considerar la pobreza como una
denarios, que se habrían dado a los pobres?». fatalidad. Sin embargo, el texto refleja un versículo del Deuteronomio:
No dejará de haber pobres en medio del país (Dt 15, 11),

Después de dos mil años, ¿no surge también espontáneamente


El contexto de este versículo de Dt es el mandamiento de Yahvé
esta crítica? Pero el narrador especifica que se trataba de un pretex-
to, ya que Judas, encargado de la bolsa del pequeño grupo19, no se de socorrer a los necesitados, de «abrir la mano» en su favor; no
preocupaba de los pobres: era un ladrón. Esta acusación es propia de hacerlo así es pecar. El versículo citado sirve para precisar que un
Jn, y dudo que encontrara una justificación para ella. Es verdad que mandamiento semejante valdrá indefinidamente para el futuro, puesto
en la tradición existía cierta vinculación entre Judas y el dinero: aquel que la injusticia seguirá dominando entre los hombres. Así pues, Jesús
discípulo había traicionado al Maestro pensando en ganar una recuerda indirectamente la orden de Dios, ya que una cita de la Es-
recompensa20; pero el epíteto de ladrón no puede explicarse por esto. critura implica en los evangelios la evocación de la idea fundamental
A veces se ha sugerido que el evangelista sugeriría cierta afinidad del contexto en que se encuentra.
entre Judas y el demonio, tal como la había señalado otras veces21; Esta explicación es válida y coincide, para Mateo y Marcos, con
su codicia mostraría su relación con el príncipe de las tinieblas22. Esto la enseñanza fundamental de Jesús en este terreno; pero no da cuenta
es explicar lo oscuro por lo más oscuro; ¿pero habrá otra explicación de la distinción que hace Jesús entre los pobres y él mismo. Pues bien,
mejor? ¿sobre qué recae exactamente? Muchas veces se insinúa que Jesús de
La oposición Jesús-Judas aparece de otra manera en el v. 4. Se Nazaret sería más importante que los pobres (¡cf., sin embargo, Mt
define allí a Judas como «el que iba a entregarlo». La muerte 25, 35-45!) y de allí se deduce que los honores que se rinden a Cristo
evocada de este modo prepara en el relato lo que Jesús va a decir pueden a veces tener la prioridad sobre el deber de la justicia fraternal.
en defensa de María, sobre todo si se piensa que Jesús sabía que En realidad, se trata de dos órdenes distintos. Sobre todo, en el caso
Judas lo iba a entregar. Aquí, como en 6, 70-71, se señala su presente, la distinción recae sobre: siempre-no siempre. Jesús dice:
condición de discípulo junto con su traición. La oposición entre «Hay que ocuparse de los pobres siempre, pero hoy María ha hecho
Judas y el Maestro refleja la que existe entre la vida y la muerte; bien al ocuparse de mí, porque voy a morir». La tradición común ha
pero a ella se añade una oposición Judas-María frente a Jesús y su conservado esta palabra como una profecía que hace Jesús de la pro-
pasión. ximidad de su muerte. Jesús no le confiere al gesto de María un valor
Después de interpretar el gesto de María en relación con su de ejemplo intemporal, ya que la circunstancia es única; confirma,
sepultura, Jesús añade, pensando no solamente en Judas, sino en aprobándolo, el alcance de lo que ha significado23.
todos los que lo rodean, ya que habla de «vosotros». El relato de la unción termina con este nuevo anuncio de la partida
de Jesús. Como los otros evangelistas, Jn no señala cuál fue la reacción
de los invitados después de esto; es al lector a quien toca dejarse
penetrar por el misterio que se acaba de evocar. Sin embargo, se vuelve
8 «A los pobres los tenéis siempre con vosotros, pero a mí al hilo de la historia de Jesús con la mención del gentío que se dirige
no me tenéis siempre». en gran número a Betania, deseoso de ver no solamente a Jesús, sino
a Lázaro que se ha visto libre de los lazos de la muerte. María, en su
amor, comulgó intuitivamente con la pascua de Jesús; Lázaro, el dis-
cípulo que comparte el banquete con Jesús, va a ser perseguido lo
mismo que el Maestro. Este dato anticipa lo que Jesús dirá en el
19. Cf. 13, 29. Los sinópticos no dicen nada de esto.
20. Mt 26, 14; cf. Me 14, 11; Le 22, 4-6.
23. Se han propuesto otras interpretaciones, por ejemplo las de J. Jeremías,
21. 6, 70; 13, 2.27.
ZNW 35 (1936) 75-82 y R. E. Brown: entre las «obras buenas» que había que
22. Cf. K. Lüthi, EvTheol 16 (1956) 98-114.
cumplir, el deber de sepultar a los muertos era, en Israel, superior al de la limosna.
12, 12-19 Antes de la última pascua (11, 55-12, 36) 359
358 Lectura del Evangelio de Juan 11, 55-12, 36

discurso de despedida (cf. 15, 20). La hostilidad —ahora sólo de los Mientras que los sinópticos coinciden en el desarrollo y en los
sumos sacerdotes— ataca no solamente al enviado de Dios, sino a rasgos esenciales del relato, Jn modifica radicalmente la tradición. El
aquel que es el testimonio vivo de su victoria. episodio sucede a la unción de Betania («al día siguiente») y se invierte
su secuencia: al enterarse de que Jesús se acerca a Jerusalén, la gente
sale a su encuentro aclamándolo y es entonces solamente cuando Jesús
JESÚS ACLAMADO POR LA GENTE monta sobre un asno, al que simplemente ha «encontrado». A conti-
(12, 12-19) nuación no se describe ningún recorrido triunfal: el evangelista toma
la palabra para citar la Escritura y añadir un comentario, típico de su
forma de escribir. En los v. 17-18 justifica a posteriori el entusiasmo
12 Al día siguiente, un gentío numeroso llegado para la fiesta, de la gente por el milagro de Lázaro que han confirmado numerosos
al saber que Jesús venía a Jerusalén, 13 tomó ramos de testigos.
palmas y salió a su encuentro, y gritaba: Así pues, Jesús viene de Betania, penetrado todavía del perfume
«¡Hosanna! con que lo ha ungido María y del pensamiento de su muerte cercana.
¡Bendito e que viene en nombre del Señor, Si va a Jerusalén, no es como príncipe, sino como el que lleva a
el rey del Israel!». término el proyecto anunciado en 11, 7: «¡Vamos a Judea!», donde
14 Pero Jesús, encontrando un asno, se sentó encima, según tiene que concluirse su misión. Hizo alto en Betania para levantar a
está escrito: Lázaro de entre los muertos; luego, después de una escapada a Efraím,
15 «No temas, hija de Sión, volvió a Betania para celebrar con la familia de Lázaro la vida nueva
he aquí que tu Rey viene de su amigo; sin embargo, el gesto de María le ha confirmado que el
sentado sobre un pollino». día de su sepultura está cerca. Jesús se dirige entonces a Jerusalén,
16 Esto, sus discípulos no lo comprendieron al principio; donde lo está esperando su suerte, sin preocuparse para nada de las
pero cuando Jesús fue glorificado, entonces se acordaron de
aclamaciones. Es el pueblo el que viene hacia él25, lo mismo que se
que esto estaba escrito de él y que esto se había hecho para
él. 17 Así pues, atestiguaba (esto) la gente que había estado sale al encuentro de un soberano que se acerca a la ciudad26.
antes con él cuando había llamado a Lázaro fuera de la tumba La actitud de la gente se percibe con claridad, primero por el hecho
y lo había levantado de entre los muertos. 18 Si la gente de que lleva, no ya ramas arrancadas de los árboles del recorrido, sino
había venido a su encuentro, era por haber sabido que había palmas. Debió habérselas procurado de antemano27. En el mundo antiguo,
hecho este signo. 19 Los fariseos se dijeron, pues, entre ellos: las palmas eran un símbolo de victoria que está atestiguado en los do-
«¡Ved que no valéis para nada! ¡Mirad! El mundo ha salido cumentos judíos28 en épocas de sublevación nacional contra los
detrás de él».
Dios en ciertas solemnidades, particularmente la pascua y la fiesta de las Tiendas
(SB I, 850). Cf. Mt 21, 1-11; Me 11, 1-11; Le 19, 28-38.
El relato de la entrada de Jesús en Jerusalén entre los vivas 25. Eis hypántesin: esta expresión aparece en Mt 8, 34; 25, 1; cf. Mt 25, 6;
del pueblo es familiar a los cristianos gracias a la liturgia del domingo Hech 28, 15; 1 Tes 4, 17 con apántésis. Designa una acogida solemne hecha a un
de Ramos, en donde se lee la versión sinóptica. Después de una larga personaje importante.
26. Así en Pérgamo con Átalo III (138-133 a. C ; cf. OGIS n. 332, I, 26-39),
«subida» desde Galilea, Jesús llega a Jerusalén por primera vez, la o en Antioquía con Tito (F. Josefo, Bel. Jud. VII, 100-103).
única. El mismo ha preparado este acontecimiento, pidiendo a dos 27. No había palmeras en Jerusalén, como podría confirmarlo una carta de Bar
discípulos que le traigan un asno, que encontrarían siguiendo sus Kochba (escrita desde los alrededores de Jerusalén) pidiendo que le envíen palmas
indicaciones, y avanza sobre esta montura como Mesías de paz, mien- de Enguedí, sin duda para la fiesta de las Tiendas (S. Yadin, Biblical Archeologist
tras que la gente extiende a su paso sus vestidos o ramos de árboles, 24 [1961] 90). La liturgia de esta fiesta prescribía su uso (SB II, 774-812, sobre
aclamándolo con las palabras de un salmo del Hallel24. todo 789s; M. Sukka 3, 1). Las palmas que lleva la gente podrían ser de las que se
conservaban en las casas después de la fiesta.
28. Cf. W. R. Farmer, JTS 3 (1952) 62-66.
24. Hallel, nombre que designa los Sal 113-118, con los que se aclamaba a
360 Lectura del Evangelio de Juan 11, 55-12, 36 12, 12-19 Antes de la última pascua (11, 55-12, 36) 361

ocupantes29. En Jesús, que después de tantos milagros (cf. 7, 31; 11, Jesús, encontrando un asno, se sentó encima». Con esta acción simbólica
47) tuvo además el poder de llamar a Lázaro fuera de la tumba (cf. 12, Jesús, denuncia la ambigüedad inherente a la aclamación «rey de Israel»
17), la gente ve a aquel que Dios ha enviado para librar a Israel de su y a la vez le da su verdadero sentido. Pensando en el lector, el evangelista
humillación, al Mesías esperado. Para expresar su gozo, entona el ¡Ho- recuerda un anuncio profético, que introduce de la misma manera que
sanna! que acompañaba a los peregrinos que se dirigían al templo para
en 6, 31, «según está escrito», y que también aquí ajusta en función de
la fiesta de las Tiendas o para la pascua30; esta expresión de Sal 118, 25
su objetivo. Excepto el saludo inicial, Jn cita un texto de Zacarías:
es en su origen una llamada a la salvación, pero se había convertido en
una aclamación. Este salmo celebra la fidelidad de Dios a propósito de
una liberación: el salmista, que habla en nombre del pueblo, está sitiado,
Jn 12, 15 Zac 9, 9
rodeado por «todas las naciones» (paganas), pero sale victorioso de la
prueba. El v. 26 que entona la gente: «¡Bendito el que viene en el nombre No temas, hija de Sión: Alégrate, hija de Sión:
del Señor!» se refería al fiel que sube al templo a celebrar a Dios. En el He aquí que tu rey viene He aquí que tu rey avanza hacia ti:
relato evangélico, aplicado a Jesús, este versículo adquiere un sentido sentado sobre un pollino. es justo, victorioso,
referido a su misión: «el que viene» a Jerusalén, viene realmente en humilde, montado en un asno,
nombre de su Padre. Jn ha mantenido esta cita de la Escritura; le sirve en un pollino muy joven.
para ilustrar dos temas de su evangelio31.
Pues bien, en Jn la gente indica que Jesús es «el rey de Israel»32. Mateo citó casi completo este mismo oráculo, a propósito de la
Este título, en labios de Natanael (1, 49), equivalía al de Mesías en el cabalgadura que buscó Jesús para entrar en Jerusalén34, y el lector
sentido de las Escrituras y Jesús lo había aceptado. Aquí por el contrario, comprende que la elección de un asno le viene bien al rey mesiánico,
dicho por el pueblo después de un gran milagro, está utilizado de forma manso y humilde de corazón (Mt 11, 29), tal como lo anunciaba
ambigua. Se impone una relación: después del milagro de los panes dados Zacarías en contraste con los caudillos guerreros. En el versículo
en abundancia, el «gentío numeroso» (6, 2; cf. 12, 12) aclamó al «que siguiente, el oráculo del profeta explícita el tema de la paz en un
tiene que venir al mundo» (6, 14), llamándolo «el profeta», a saber, el sentido universal: «de un mar al otro» (Zac 9, 10). Jn pone la cita al
libertador nacional, y quiso llevarse a Jesús para hacerlo rey (6, 15)33. final del episodio y la reduce a lo esencial. Desde ese momento sugiere
La ovación de Jn 12, 13 presenta la misma sucesión: «el que viene» y que todo reside en la verdadera inteligencia de la realeza de Jesús:
«rey». El aspecto político que podía leerse en el relato sinóptico se hace este tema dominará en el relato de la pasión35.
evidente en Jn, debido no solamente a las palmas, sino a esta analogía
de situación, ya que el signo de Lázaro ha sustituido al de los panes. Por otra parte Jn sustituyó el comienzo del versículo de Zacarías
(«Alégrate, hija de Sión»), por «No temas, hija de Sión». Esta ex-
En el capítulo 6 Jesús se había retirado a la montaña, él solo; luego hortación, ciertamente equivalente, corresponde a una palabra de So-
había intentado en un largo discurso levantar la mirada de los galileos fonías: después de interpelar a la hija de Sión con «¡Grita de gozo!»
hacia el sentido real del signo realizado. Ahora Jesús no puede alejarse (Sof 3, 14), el profeta continúa:
de la gente, pero manifiesta su profundo desacuerdo con sus miras. El
texto lo indica con la partícula dé, que tiene valor adversativo: «Pero Aquel día se dirá a Jerusalén:
«No temas, hija de Sión...
29. Así, cuando Simón Macabeo liberó la ciudadela de Sión (1 Mac 13, 51), El Señor está en medio de ti
luego durante la Guerra judía (66-70: cf. F. Josefo, Bel. Jud. III, 345; XIII, 372)
como héroe, como salvador» (Sof 3, 16-17).
y en las monedas acuñadas durante la sublevación del 135 d. C. Cf. también LvR.
30 y Jub. 16, 31.
30. 2 Sam 14, 4; 2 Re 6, 26; cf. E. Lohse, TWNT IX, 683s. 34. En Mt 21, 4s la cita es una reflexión del narrador, para constatar que Jesús
31. «El que viene»: 1, 15.27; 3, 31; 6, 14; 11, 27; «en el nombre del Padre»: cumple la Escritura, mientras que en Jn forma parte del relato como tal. Cf. C. J.
5, 43; 10, 25; 17, 11.12. Bjerkelund, Tauta egeneto, Tübingen 1987, 118.
32. El kaí tiene valor epexegético: sirve para precisar la proposición anterior. 35. Cuando Pilato le pregunta: «¿Eres tú el rey de los judíos?», Jesús responde:
Entre los sinópticos, tan sólo Lucas menciona al «rey» (Le 19, 38). «Tú lo dices: yo soy rey», insinuando que lo es en un sentido distinto del que le
33. Cf. supra, 92s. daba Pilato. Cf. 18, 37; 19, 12.14s. 19-22.
12, 20-36 Antes de la última pascua (11, 55-12, 36) 363
362 Lectura del Evangelio de Juan 11, 55-12, 36

menciona también a los adversarios, como contrapartida, para señalar


Este texto anuncia la presencia en Israel de Dios mismo, a quien
aquí su decepción: irónicamente, Jn les hace decir que «el mundo» (en
los versículos siguientes evocan como pastor de su pueblo, haciendo
eco a Ez 34. ¿Conjugó Jn las dos citas para sugerir que Jesús, el rey el sentido de «toda la gente») se pone a seguir a Jesús (cf. 11, 48; 12,
de Israel en el verdadero sentido de la palabra, es también presencia lOs). El creyente que lee esta palabra sabe muy bien que Jesús tiene una
del Padre en el mundo? ¿o prefirió decir «No temas», porque este giro misión que afecta al mundo entero y que su mensaje será recibido mucho
es más frecuente en las profecías veterotestamentarias de salvación y más allá de las fronteras de Palestina. El texto se encadena con el episodio
porque la ausencia de temor lleva consigo una situación de paz? de los griegos que han sido atraídos por Jesús.
Jesús le quitó la ambigüedad al título «rey de Israel» mediante un
gesto profético: ¿podía ser comprendido por los que le rodeaban? Lo HA LLEGADO LA HORA DE LA GLORIFICACIÓN
mismo que después del anuncio del templo reconstruido en tres días
(2, 22), el evangelista añade su propio comentario: (12, 20-36)

20 Había algunos griegos, de los que habían subido a adorar


16 Esto, sus discípulos no lo comprendieron al principio; durante la fiesta. 21 Estos se acercaron a Felipe, que era de
pero cuando Jesús fue glorificado, entonces se acordaron Betsaida en Galilea, y le hicieron esta petición: «Señor, que-
de que esto estaba escrito de él y que esto se había hecho remos ver a Jesús». 22 Felipe viene y se lo dice a Andrés;
para él. Andrés y Felipe vienen y se lo dicen a Jesús. 23 Jesús les
responde diciendo:
«Ha llegado la hora
Después de la «glorificación» de Jesús, es decir, después de pascua, en que el Hijo del hombre va a ser glorificado.
es cuando los discípulos, a la luz del Espíritu (cf. 7, 39) captaron el 24 Amén, amén, os lo digo:
sentido de aquel acontecimiento y su relación con la Escritura. No se si el grano de trigo caído en tierra no muere,
trata aquí de un duplicado de 2, 22, ya que la formulación ha sido permanece solo;
modificada y el pensamiento que en él se expresa le importa mucho si muere,
al evangelista; sin embargo, el recuerdo indirecto del episodio del da fruto en abundancia.
templo crea un vínculo entre dos relatos que los sinópticos sitúan uno 25 El que se apega a su propia vida, la pierde;
después del otro (cf. Mt 21, 1-13 par). y el que no se apega a su propia vida en este mundo,
Leyendo atentamente este comentario joánico, se observa que la la mantendrá como vida eterna.
cita precedente no tiene en Jn la misma función que en Mateo, en 26 Si alguien viene a servirme, que me siga,
donde figura como una indicación al margen para iluminar el presente y donde yo estoy, allí estará también mi servidor.
por el pasado: Jesús cumple la Escritura con su actuación. En Jn, la Si alguien viene a servirme, mi Padre lo honrará.
clave del acontecimiento se sitúa en el futuro, en el tiempo pascual al 27 Ahora mi alma está turbada
que los discípulos no tienen acceso. Una vez glorificado Jesús, y sólo y no sé qué decir.
entonces, es cuando la misma Escritura se abre a la verdad que con- ¡Padre! ¡Asegúrame la salvación desde esta hora!
tiene, manifestando la maravillosa continuidad de los designios de ¡Pero sí! Para esto he venido hasta esta hora.
Dios: si la Escritura permite reconocer a Jesús, una vez llegado a su 28 ¡Padre, glorifica tu Nombre!».
glorificación Jesús le da un rostro singular a la promesa. Vino entonces del cielo una voz:
«Y yo he glorificado y glorificaré todavía».
29 La gente que estaba allí y que (lo) había oído decía que
Entre el numeroso gentío (cf. 12, 12), el narrador distingue a los
había habido un trueno; otros decían: «Le ha hablado un
que, en gran número, habían asistido al milagro de Betania y que no
ángel». 30 Jesús respondió y dijo: «No es por mí por quien
cesan de atestiguarlo; es sin duda la noticia de ese signo la que ha motivado
hubo esta voz, sino por vosotros.
la afluencia del pueblo al encuentro de Jesús. Como de ordinario, se
364 Lectura del Evangelio de Juan 11, 55-12, 36 12, 20-36 Antes de la última pascua (11, 55-12, 36) 365

31 Es ahora el juicio de este mundo, La coyuntura (12, 20-22)


ahora el príncipe de este mundo va a ser echado fuera,
32 y yo, cuando sea elevado de la tierra, Entre los peregrinos que han «subido»36 a Jerusalén para celebrar
atraeré a todos los hombres a mí». la pascua y que desean encontrarse con Jesús (cf. 11, 56), están unos
33 Esto lo dijo significando de qué muerte iba a morir. «griegos»37, es decir, unos no-judíos, «temerosos de Dios» o bien
34 Entonces la gente le respondió: «Nosotros hemos apren- prosélitos38. Quieren «ver» a Jesús: esta expresión puede significar
dido de la ley que el Cristo permanece para siempre. ¿Cómo simplemente «tomar contacto» con él, pero el contexto deja entender
puedes tú decir: 'Es preciso que el Hijo del hombre sea ele- algo más, su disposición para creer en él. Se dirigen a Felipe, sin
vado'? ¿quién es ese Hijo del hombre?». duda porque lleva un nombre griego y es natural de Betsaida (cf. 1,
35 Entonces Jesús les dijo: 44), ciudad fronteriza en donde se debía hablar griego. Felipe va en
«Por poco tiempo todavía la luz está entre vosotros. busca de Andrés (el otro discípulo que lleva un nombre griego), con
Caminad mientras tenéis la luz, el que figura a veces asociado en Jn (1, 44; 6, 7s). El paso que dan
para no ser detenidos por las tinieblas; es a los ojos de Jesús el signo de que ha llegado su hora. Pero no
el que camina en las tinieblas no sabe adonde va. habrá a continuación ningún coloquio entre esos peregrinos y Jesús,
36 Mientras tenéis la luz, sin duda porque su venida a la fe sólo será posible después de pascua.
creed en la luz, Pertenecen a los que creerán sin haber visto (cf. 20, 29).
a fin de haceros hijos de luz».
Esto Jesús lo proclamó y, marchándose, se ocultó de ellos.
El discurso (12, 23-33)

Este discurso recoge diversos materiales: palabras de tipo sinóp-


tico, fórmulas características de Jn, una oración de Jesús y una inter-
El tercer cuadro del capítulo 12 no está ligado el anterior. Del vención de la gente, concluyendo todo ello con un comentario del
hecho de que los griegos (v. 20) están en Jerusalén y hablan con los evangelista. A primera vista, la composición parece artificial; de ahí
discípulos, el lector deduce que Jesús se encuentra allí. El texto con- los desplazamientos de versículos propuestos por algunos críticos39.
siste esencialmente en un discurso de Jesús (v. 23-32), introducido Sin embargo, así se rompe lo que constituye sin embargo su unidad
por lo que le sirve de ocasión (v. 20-22) y seguido por una exhortación literaria. La lógica interna del texto se descubre mejor si se advierte
a creer (v. 35s). Su contenido se resume en la nota del evangelista en la construcción en forma de quiasmo40 tras el versículo inicial (v. 23)
el v. 33: Jesús acaba de decir «de qué muerte iba a morir». sobre la presencia de la Hora que da el tono a todo el discurso.
Es verdad que Jesús había anunciado ya antes su muerte cercana
y que había señalado que el Hijo del hombre sería «elevado» (3, 14; 36. Cf. 2,13... La expresión tradicional «subir a Jerusalén» se explica por la
8, 28), pero aquí declara que la hora ha llegado y que desemboca en altura en que está situada la ciudad (790 m) respecto a la llanura.
la «gloria» (v. 23.28). El cumplimiento de la hora tiene un alcance 37. No ya unos helenistas (cf. Hech 6, 1; 9, 29; 11, 20), que eran judíos que
cósmico: es la victoria del Hijo sobre el príncipe de este mundo y vivían en la diáspora y hablaban griego, sino unos griegos de origen como la siro-
concierne a todos los hombres (v. 31s; cf. v. 24-26). fenicia, llamada hellenis en Me 7, 26. Cf. 7, 35.
En el v. 27 este discurso se convierte momentáneamente en una 38. Se llamaban «temerosos de Dios» los no judíos atraídos por la fe monoteísta
de Israel y que observaban ciertas prácticas, como las peregrinaciones al templo (cf.
oración al Padre, cuya voz se hace oír (v. 28). Se señalan dos
F. Josefo, Bel. Jud. VI, 427), pero sin estar circuncidados. Por tanto, eran legalmente
intervenciones de la gente: la primera después del sonido de la voz paganos y no podían participar de la cena pascual. Cf. Hech 10, 2. Los «prosélitos»
del cielo; la segunda, al final del discurso, da lugar a la invitación eran convertidos ya agregados al pueblo judío, aunque no a título pleno, por la
de Jesús a creer en él. Después de esto, el narrador dice que Jesús circuncisión y ciertos ritos de purificación (Hech 2, 11; 6, 5; 13, 43). Cf. DNT 416
«se ocultó de ellos». Este relato, dominado por el tema de la glo- y 368.
rificación a través de la muerte, pone punto final a la vida pública 39. Por ejemplo, J. H. Bernard, J. C. Gourbillon, R. Bultmann, M. E. Bois-
de Jesús. mard. Cf. J. Moloney, The Johannine Son of Man, Roma 21978, 160-173.
40. Cf. nuestro artículo, NTS 7 (1960-1961) 253-255.
366 Lectura del Evangelio de Juan 11, 55-12, 36
12, 20-36 Antes de la última pascua (11, 55-12, 36) 367

como indica el del verbo «glorificar» en pasiva, utilizado por primera


vez a propósito de la hora. Desde el comienzo del discurso el Padre
está presente en el pensamiento de Jesús.

La fecundidad de la caída en tierra (12, 24-26)


odia su vida juicio del príncipe
en este mundo de este mundo

24 «Amén, amén, os lo digo


mi padre Padre, si el grano de trigo caído en tierra no muere,
me honrará glorifica tu Nombre permanece solo;
si muere,
da fruto en abundancia».

El camino de la glorificación anunciada se precisa con ayuda de


Los términos «tierra» (v. 24.32), «este mundo» (v. 25.31) y «hon- la imagen del grano de trigo, en una antítesis vigorosa: «si no muere»-
rar» «glorificar» (v. 26.28) se corresponden por una y otra parte: la «si muere» y «permanece solo»-«da fruto en abundancia». La caída
primera parte (v. 24-26) está marcada por el tema de la caída en tierra, en tierra es la condición de la fecundidad del grano de trigo.
la segunda (v. 28-32) por el de la subida. En el centro (v. 27) el La imagen del grano de trigo es familiar al nuevo testamento. A
«ahora» de la hora, que vuelve a repercutir al final (v. 3Ibis), indica través de ella, Pablo significa la transformación de los cuerpos en la
el momento de la glorificación del Hijo del hombre a través de la resurrección final (1 Cor 15, 35-38). Jesús la utiliza en las parábolas
muerte. A los griegos que deseaban ver a Jesús se les dice indirec- del reino de los cielos (Mt 13, 3ss par; Me 4, 26-29). Pero mientras
tamente que lo verán cuando haya sido «elevado». que en la parábola del sembrador la semilla es la palabra de Cristo,
en Jn, en el contexto de la hora, el grano de trigo es identificado con
el mismo Cristo. En esta pequeña parábola Jesús traduce el «es preciso»
de la pasión motivándolo por el fruto que ha de dar: el grano que
23 «Ha llegado la hora muere no se queda solo, es decir, solitario, sino que produce otros
en que el Hijo del hombre va a ser glorificado». granos, en abundancia; la glorificación se describe a través de esta
multiplicación. Esto es lo que la palabra correspondiente en el quiasmo,
el v. 32, permite precisar: «y yo, cuando sea elevado de la tierra,
Este versículo es como el título de todo el discurso. La hora, que atraeré a todos los hombres a mí». En 4, 35, la «cosecha» designaba
no había llegado todavía cuando fracasaban los intentos de prender a a los samaritanos que venían a Jesús.
Jesús (7, 30; 8, 20), está ya allí, reconocida por él a través de un Ensanchando su perspectiva, el lector no puede menos de ver en
signo de su gloria futura, la venida de los griegos. El discurso toma esta palabra sobre el grano de trigo una alusión al pan de la vida que
entonces un carácter existencial: es como si Jesús se hablara a sí mismo es el mismo Jesús (6, 35.48), al pan que es su carne, «dada por la
y no sólo a los que le rodean. El discurso se refiere al misterio de la vida del mundo» (6, 51). A partir de una ley de la creación, Jesús
hora, definida ante todo como aquella en la que va a ser glorificado significa el misterio por el que se realiza la creación nueva41, y este
el Hijo del hombre. El lector sabe ya que esa hora incluye la muerte;
aquí la expresión es totalizante: indica no solamente el paso pascual, 41. Es inútil recurrir a los «misterios» de las religiones helenísticas o al tema
también su culminación. El autor de esta glorificación es el Padre, universal de la renovación continua de la naturaleza. La parábola se refiere a un
acontecimiento único, el de la hora, y no al ciclo que se repite indefinidamente.
368 Lectura del Evangelio de Juan 11, 55-12, 36 12, 20-36 Antes de la última pascua (11, 55-12, 36) 369

misterio vale también para el creyente que, unido a Jesús, «dará mucho palabra sobre el grano de trigo en cuanto a la necesidad de «morir»,
fruto»; es lo que desarrollará la alegoría de la viña y del viñador (15, aquí de morir a sí mismo.
1-8), diciendo que el sarmiento ha de ser podado y sobre todo per- El sentido, abstrayendo lo que se dice de la «vida eterna», es
manecer unido a la cepa. universal: lo que dice corresponde a una verdad antropológica reco-
nocida. La existencia puede considerarse como «mía» y yo puedo
querer estrecharla y conservarla como si se bastara a sí misma o se
agitara en sí misma, como un bien único que hay que defender a toda
25 «El que se apega a su propia vida, la pierde;
costa, como una propiedad que depende sólo de mí. Pues bien, en-
y el que no se apega a su propia vida en este mundo,
tonces se me escapa como el agua que me empeñase en retener ávi-
la mantendrá como vida eterna».
damente entre mis manos, siendo así que no puedo dominar su fuente
y que está corriendo sin cesar. Al revés, si no me aferró a esta exis-
tencia, si acepto abrirme al otro y por tanto morir a lo que me repliega
El principio enunciado en el v. 24 a propósito del mismo Jesús sobre mí mismo, he aquí que esta muerte no es sino un «éxtasis» y
podía aplicarse también al creyente; el v. 25 repite en un lenguaje mi existencia abierta de este modo se mantiene con firmeza45; según
diferente la misma ley para este último. De nuevo la formulación es Jesús, «como vida eterna». Y sabemos que para Jn la vida eterna es
antitética: literalmente «amar»-«odiar» su propia vida, y «perderla» la comunión con Dios mismo.
se opone a «mantenerla como vida eterna». La pareja amar-odiar
procede del lenguaje semítico al que le gusta enfrentar los extremos42;
de ahí la traducción que hemos adoptado: «apegarse»-«no apegarse»
a su propia vida. El término psykhé, traducido por «propia vida», 26 «Si alguien viene a servirme, que me siga,
corresponde al hebreo nefes y designa en el griego de los Setenta y y donde yo estoy, allí estará también mi servidor.
en el nuevo testamento al hombre individual en cuanto que vive, y a Si alguien viene a servirme, el Padre lo honrará».
veces lo que nosotros llamamos «el yo». Es válida la traducción de
ten psykhen autoü por «su propia vida»; el inconveniente está en que
desaparece entonces la diferencia cualitativa con el término zoé, que Esta palabra puede relacionarse con la anterior, referida por la
viene a continuación y que significa la vida en sentido fuerte; sin tradición sinóptica en una vinculación inmediata con ella. Jn ha mo-
embargo, el adjetivo «eterna» (zdé aióniós) restituye este matiz. dificado su tenor, pero ha mantenido la unión de las dos sentencias46.
La enseñanza que se presenta en este versículo se encuentra cinco Su continuidad aquí es evidente: el v. 26a viene a explicitar, en función
veces en la tradición sinóptica43, en la que se ha trasmitido de diversas de la adhesión a Jesús, la abnegación de sí mismo que el v. 25 asentaba
maneras una palabra auténtica de Jesús, y la precisión «por mi causa» como principio de vida verdadera. Para los sinópticos se trata de
señala que la sentencia se refiere al cristiano44. La formulación de Jn, responder a la cuestión: «¿quién es el verdadero discípulo?» Es aquel
que le es propia, omite esta precisión y adquiere de este modo la forma que toma su cruz y sigue a Jesús. Para Jn la cuestión subyacente es
de un principio que, si se refiere manifiestamente al discípulo, puede distinta: «¿cómo ver a Jesús?». Sólo se ve a Jesús en donde está: de
valer también de Jesús mismo; en este sentido es una repetición de la ahí la llamada a «seguirlo». Aquí seguir no equivale a creer como efl
8, 12, ya que la adhesión de fe está puesta de antemano en la voluntad
42. Amar-odiar: cf. Mt 6, 24; Le 14, 26. Sobre la asociación de dos términos de «servir» a Jesús; equivale entonces a seguir a Jesús hasta su
contrarios, cf. Jn 10, 10; Dt 28, 6; 2 Sam 3, 25... muerte47. Jn escribe en una época en que se perseguía a los cristianos-
43. Mt 16, 24s par; 10, 38s par.
44. Situada en un marco histórico de persecución, la palabra de Jesús invita a 45. Cf. X. Léon-Dufour, Jesús y Pablo ante la muerte, 69-72.
desprenderse de la propia vida, tal como se dispone a hacer Jesús para ser fiel a su 46. Cf. Mt 16, 24 par; 10, 38 par; sobre todo Me 8, 34.
misión. Los discípulos se han asociado a esta empresa. La Iglesia primitiva ha 47. El término diakonéó significa en general «servir a la mesa», y pasa lueí?^
explicitado esta relación con Jesús añadiendo en Mt y en Me la precisión «por mi a designar el servicio mutuo. Empleado solamente en Jn 12, 26, equivale a douU^0
causa». Le 17, 33 y Jn, que no conservan esta precisión, ponen esta palabra en un (13, 16; 15, 20), y sirve para evocar la actitud de Jesús al lavar los pies de sllS
contexto escatológico. discípulos (13, 1-11) y recomendándoles el servicio mutuo (13, 12-20).
12, 20-36 Antes de la última pascua (11, 55-12, 36) 371
370 Lectura del Evangelio de Juan 11, 55-12, 36

frente de todos los discípulos, que le seguían asustados (Me 10, 32);
la actitud que se se requiere, en continuidad con la exigencia afirmada pero cuando en Getsemaní tiene que consentir con la cruz, Jesús está
en el v. 25, es la disponibilidad para enfrentarse con la prueba, e «fuera de sí» (Me 14, 33) y suplica que, si es posible, «la hora pase
incluso con la muerte, para seguir a Jesús. Sin embargo, es posible lejos de él» (Me 14, 35). La narración joánica de la pasión no contiene
al mismo tiempo otra lectura: Jesús le pediría al discípulo una fe que el relato de la agonía: el evangelista quiere mostrar en la marcha hacia
le hiciera seguir a Jesús hasta en su muerte, es decir, que le hiciera la cruz una subida al trono de gloria, desde donde Jesús derrama la
reconocer al Hijo de Dios incluso en el escándalo de la cruz. vida sobre los hombres. Pero Jn ha conservado lo esencial de la tra-
Esta llamada va acompañada de una promesa, expresada primero dición sobre la angustia de Jesús y lo ha presentado aquí, con la
de manera enigmática y luego con claridad. Leamos el texto: Jesús dignidad que caracteriza al Logos encarnado.
dice en primer lugar: «Donde yo estoy, allí estará también mi servi-
«Ahora mi alma está turbada»: el verbo tetaraktai es el mismo que
dor». ¿Dónde está Jesús? No se indica. ¿Quiere decir Jesús, según el
en 11, 33 (cuando se le significó a Jesús el poder de la muerte a través
contexto, que está en la cruz y que el discípulo participará en su pasión?
de las lágrimas de María, la hermana de Lázaro); sintetiza la descrip-
En este caso, el honor que el Padre concede al discípulo correspondería
ción sinóptica de aquel que está «lleno de pavor», «triste hasta mo-
a la participación en la gloria del Hijo. Es posible; pero en el v. 32
rir...». Los críticos están de acuerdo en reconocer en los v. 27-28 la
la elevación en la cruz se formula como un anuncio, no como el estado
trasposición del relato de Getsemaní. Jn hace eco, además, a otro
presente de Jesús, e igualmente en el v. 28 la voz celestial anuncia
relato, el de la transfiguración, que no se refiere en su evangelio: la
una glorificación futura; los dos aspectos de la hora «llegada» se
voz que viene de cielo y la palabra del Padre vuelven a encontrarse
distancian entonces respecto al momento en que Jesús habla, a pesar
en el v. 28. Con mucho arte, Jn conjuga las tradiciones sobre la
del triple «ahora» de anticipación. El giro «donde yo estoy» aparece
turbación y la gloria, en función de su presentación de la hora, que
de nuevo en 14, 3 y en 17, 24 con la función de situar también a los
es a la vez pasión y glorificación.
discípulos en el mismo «lugar»; en 7, 34 introducía una negación:
«donde yo estoy, no podéis venir vosotros». Entonces estamos auto-
rizados a concluir que, en labios de Jesús, «donde yo estoy» designa En los sinópticos, Jesús le pide al Padre «que esta copa pase lejos
su unión permanente con el Padre; por eso esta expresión se emplea de mí»48. Naturalmente se ha interpretado la expresión joánica sosón
siempre en presente, mientras que el servidor «estará» donde esté me ek tes horas taiítés en el mismo sentido: «sálvame de esta hora»,
Jesús. Así lo confirma la continuación de la promesa, que menciona es decir, «presérvame de la muerte en la cruz». Sin embargo,!una
al Padre vuelto hacia el discípulo. petición semejante difícilmente está de acuerdo con la presentación
joánica del Hijo y esta oración se ha comprendido ordinariamente
como un enunciado ficticio, bajo la forma de una eventualidad, y no
como una oración real. Así pues, la traducción que ha prevalecido, a
Jesús en lo más profundo de la caída en tierra (12, 27-28) partir de tíeípó, es: «¿Qué diré? ¿(Diré:) Padre, sálvame de esa hora?».
Según esta lectura, se seguirían dos interrogaciones, como en una
especie de debate interior, únicamente a título pedagógico para los
27 «Ahora mi alma está turbada testigos, y la respuesta vendría inmediatamente: «No, porque para esto
y no sé qué decir. he venido a esta hora», es decir, para morir.
¡Padre! ¡Asegúrame la salvación desde esta hora! Semejante lectura no es satisfactoria. No solamente porque atribuye
¡Pero sí! Para esto he venido a esta hora. a Jesús un artificio un tanto teatral, sino también y sobre todo porque
28 ¡Padre, glorifica tu nombre!». la hora en Jn no designa únicamente la muerte; es el momento que
Vino entonces del cielo una voz: Dios ha fijado para la glorificación del Hijo a través de la muerte: los
«Y yo he glorificado y glorificaré todavía». dos aspectos de la pasión y de la gloria están indisolublemente unidos
en ella. Es verdad que en nuestro versículo la turbación se refiere a
la perspectiva de la cruz, pero la hora difícilmente puede reducirse a
En la tradición sinóptica, Jesús anunciaba el misterio de su pascua 48. Mt 26, 39 = Me 14, 36 = Le 22, 42.
«con audacia» (Me 8, 32) y, cuando subía a Jerusalén, caminaba al
372 Lectura del Evangelio de Juan 11, 55-12, 36 12, 20-36 Antes de la ultima pascua (11, 55-12, 36) 373

ella. No sucede lo mismo en los sinópticos: la hora se refiere a la no se trata de escapar de la tribulación que tiene que sobrevenir, sino
pasión y sobre todo no está efectivamente presente más que después de salir indemne de ella.
del combate de Getsemaní, es decir, después de que Jesús consintió Hay que notar que la preposición ek se utiliza a veces para designar
en la voluntad del Padre49. Es verdad que se menciona la hora antes lo que ocurre «después» de tal momento51. Yo había propuesto tra-
de esto, en Me 14, 35: «suplicó que, si era posible, pasase la hora ducirla aquí por «a través de esta hora», a fin de marcar más la duración
lejos de él». Pero, aunque amenazadora, la hora en este texto no ha
que presenta a los ojos de Jesús el paso de la muerte a la glorificación52.
alcanzado todavía a Jesús y puede pedir por tanto que no le alcance,
como demuestra la oración que sigue en estilo directo: «...que esta Pero también se puede mantener el aspecto momentáneo de la hora y
copa pase lejos de mí». En Jn, la hora «ha llegado», y Jesús no puede traducir «desde esta hora», o sea desde ahora, asegúrame la salvación.
pedir ya que se le ahorre la pasión. Cuando se interpreta la oración Si la oración de Jesús tiene este contenido y es por tanto real, las
de 12, 27 como ficticia, se presupone sin embargo que su contenido palabras que la preceden (tí eípó) no son una interrogación, como se
es el mismo que en el relato de Getsemaní y que, por consiguiente, pensaba en la hipótesis de una petición ficticia. Es verdad que pueden
«salvar de la hora» significa «preservar de la hora». serlo gramaticalmente, pero esa lectura no se impone51 y la traducción
Pero el verbo «salvar» (sézo), propio de Jn en este contexto, no «no sé más que decir» es igualmente posible: esas palabras subrayan
tiene ese sentido. Aparte de su empleo en 11, 12 en el sentido de la turbación que ha sentido Jesús.
«curar», en el cuarto evangelio designa la salvación en sentido fuerte, ¿Qué es lo que dice entonces la frase que sigue a la oración? Otra
definitivo, opuesto al juicio (3, 17; 12, 47) y coincidiendo con la vida dificultad espera aquí al traductor: en 12, 27c Jesús dice que ha llegado
eterna (5, 34; 10, 9). No significa nunca «preservar» de un peligro. a esta hora por un cierto motivo (diá toütó) y la frase es introducida por
Así pues, Jesús no pide, como en los sinópticos, que se le evite la allá (literalmente, «pero»). Según los críticos que consideran la posibi-
cruz. El objeto de su oración es la vida en plenitud. lidad de la oración formulada antes, Jesús se niega a asumirla como
Esta interpretación además corresponde a la perspectiva del dis- propia: «No (yo no diré esa oración), porque es para esto por lo que he
curso anterior (v. 23-26), en donde se subraya el aspecto «muerte», venido a esta hora». En ese caso, el «para esto» se refiere únicamente
pero siempre con la contrapartida positiva de la vida producida a través a la pasión, puesto que la oración se ha comprendido como la petición
de la muerte; de este modo el anuncio de la hora llegada es el de la de evitarla54. En realidad, allá no debe traducirse por «¡no!» más que
glorificación, el grano caído en tierra da un fruto abundante, la vida cuando va precedido de una interrogación que impone una respuesta
eterna queda prometida al que no se aferra a su propia vida y el Padre negativa55. Pues bien, tí eípó y la oración, comprendidas como preguntas,
recibe el honor debido del discípulo que sirve. Aunque la turbación no entran necesariamente en esta categoría; y si no son interrogativos,
ha invadido a Jesús, su oración se refiere a la victoria sobre la muerte. como pensamos nosotros, y la oración de Jesús es positiva, allá equivaldrá
¿Habrá que traducir por «salvar» el verbo sdzdl De esta manera por el contrario a un «¡sí!»: no de oposición, sino de reforzamiento, lo
se subrayaría que la muerte está allí, pero a costa de favorecer la mala mismo que en inglés but y en alemán aber pueden servir para una
interpretación del lector sobre el sentido de la oración. Por eso nos ha repetición sostenida de lo que precede. Jesús añade a su oración una
parecido preferible traducir por «asegurar la salvación» o «mantener
sano y salvo». De todas formas, el sentido se precisa solamente con 51 «Desde el seno materno» (Mt 19, 12), «desde el nacimiento» (Jn 9, 1);
la traducción de ek tes horas taútes que sigue al verbo. Ya en 1908, «desde la infancia» (Me 9, 21), «desde la juventud» (Me 10, 20), «desde el principio»
para traducir aquí la preposición ek, B. F. Westcott orientaba en buena (Jn 6, 64)
dirección distinguiendo entre el sentido out of y el sentido from y 52 En Mélanges O Cullmann, Zunch-Tubingen 1972, 157-165
concluía que Jesús dijo en sustancia: «Condúceme sano y salvo fuera 53 Como tampoco en 12, 49 E A Abbot acepta el subjuntivo deliberativo
del conflicto» y no «guárdame de entrar en él»50. Como en Ap 3, 10, (JohGrammar 2512b)
54 Cf C K Barrett, A Loisy, F Godet Citemos además a F. Spitta que
ve en 27c una tercera interrogación. «¿Pero es para esto (o es para esta súplica) por
49 Mt 26, 45, Me 14, 41 Le 22, 53 menciona la hora solamente después del lo que he llegado a esta hora'» Aunque respeta mejor el empleo del diá toúto, que
arresto en Jn se refiere a lo que precede inmediatamente (en este caso, la súplica), esta
50 «The petition ís for dehverance out of (cf Rev III, 10) and not for deh- interpretación interesante depende todavía del prejuicio sobre el carácter «eventual»
verance from crisis of tnal So that the sense appears to be 'bnng me safely out of de 27b.
the confüct' and not simply 'keep me from entenng into'» (B. F Westcott, II, 125). 55. Cf. 7, 48s
374 Lectura del Evangelio de Juan 11, 55-12, 36
12, 20-36 Antes de la última pascua (11, 55-12, 36) 375
especie de confirmación: «¡Pero sí! Para esto he venido hasta esta hora»,
es decir, con vistas a la salvación que asegura el Padre. he glorificado, así glorificaré». Además el adverbio «todavía» (pálm)
muestra la continuidad de la acción; el pasado y el futuro se tocan a
De hecho, la oración de Jesús se convierte en lo siguiente: «Padre, través del presente de la hora. El pasado «he glorificado» se refiere
¡glorifica tu nombre!». En la tradición sinóptica, la agonía de Getsemaní ciertamente a las obras que el Hijo ha realizado en nombre del Padre,
termina con un magnífico abandono en manos del Padre: «No lo que yo sus milagros, en los que se ha manifestado la gloria de Dios57. Pero
quiero, sino lo que quieres tú». En Jn, la oración del Hijo se abre a un también puede verse en la glorificación pasada todo el ministerio de
éxtasis soberano y la petición se refiere al Padre mismo. En lo más Jesús, ya que el Hijo nunca ha hablado ni actuado «solo» (8, 16.29) y
profundo de su caída en tierra, Jesús se vuelve hacia el Padre, de quien su ministerio ha sido incesantemente una revelación del Padre (cf 1
recibe «la vida en sí mismo» y cuya gloria desea, más inmediatamente 18).
que su propia gloria. La oración de los v. 27- 28a esboza la elevación La glorificación prometida es la culminación del designio de Dios
que presenta la otra parte del quiasmo y que arrastrará no solamente a confiado a Jesús. Como ya indicábamos a propósito de 11, 4, la
Jesús, sino a los que quieren ser sus servidores. glorificación del Hijo de Dios es el fruto de su misión, la reunión de
La invocación «¡glorifica tu nombre!» corresponde a la petición los creyentes en la unidad con él y con el Padre. Pues bien, ésta
del Padre nuestro «santificado sea tu nombre» (Mt 6, 9 par), por la coincide con la intención de Dios mismo, cuyo Nombre, según los
que se desea no ya que los hombres glorifiquen a Dios, sino que Dios profetas, habrá de manifestarse a todas las naciones. Si nos remon-
mismo se dé a conocer al mundo. La respuesta celestial no se hace tamos del v. 28b al v. 27b, se confirma la lectura que hemos propuesto
esperar. Una voz viene del cielo56, como la que en los sinópticos de la oración de Jesús, ya que el verbo «salvar» en su acepción joánica
atestiguaba la filiación divina de Jesús; aquí indica el sentido de la orienta hacia «glorificar».
hora que ha llegado, según el designio del Padre: la glorificación. El
verbo no tiene complemento directo. Es «el Nombre» sin duda el que
se sobrentiende, según la oración de Jesús: «¡Glorifica tu nombre!». 29 La gente que estaba allí y que (lo) había oído decía que
Sin embargo, se puede leer también: «Te he glorificado y te glorificaré había habido un trueno; otros decían: «¡Le ha hablado un
todavía». Jesús ha pedido la glorificación del Padre, lo cual está en ángel!».
conformidad con su éxtasis habitual hacia él (cf. 1, 1.18). Pero la 30 Jesús respondió y dijo «No es por mí por quien hubo esta
gloria de Dios no es sino la manifestación plena y eficaz de su amor voz, sino por vosotros».
al mundo, y coincide por tanto con la obra del Hijo, por quien son
reunidos los creyentes y entran en comunión con Dios. La omisión de
un complemento directo es sin duda intencional, a fin de marcar esta
unidad de la «gloria». La gente da dos interpretaciones de la voz que habían oído; las
dos confirman la objetividad de la respuesta celestial, pero muestran
La voz celestial asegura el futuro en nombre del pasado: un «y» (kaí) la incapacidad de los testigos para captar su sentido. Hay dos grados
precede a cada una de las formas del verbo y se podría traducir: «como en esta falta de inteligencia. La interpretación natural reduce la voz a
un trueno. Es verdad que el trueno es llamado igualmente «la voz del
56 La voz del cielo corresponde a la bath qdl («hija de la voz»), por la que cielo»58. Interpretando la voz celestial como un trueno, la gente mues-
el judaismo tardío designaba, después de que cesó la profecía, un modo especial de tra su incapacidad para descubrir lo que viene de Dios. La segunda
revelación de Dios, sobre todo en los escritos apocalípticos (Dan 4, 28, Hen 65 interpretación es de orden religioso, ya que el ángel es un mensajero
4, Bar syr 13, 1, cf Ap 10, 4 8, 11, 12, 14, 2 13, 18, 4) Sólo los evangelios
atribuyen esta voz a Dios mismo, ya que no puede haber intermediario entre el Padre de Dios. Pero, lo mismo que en el caso anterior, la gente no percibe
y Jesús Se menciona en los relatos del bautismo (Mt 3, 17 par) y de la transfiguración que se dirige a ella el signo del Padre que da testimonio de la glori-
(Mt 17, 5 par, cf 2 Pe 1, 17s) Jn omite estos dos relatos, pero el equivalente de ficación de su Hijo.
la voz del cielo hay que verlo en el Bautista (1, 33), y además nuestro pasaje es
una trasposición del episodio de la transfiguración, si se advierte que el vínculo 57 9, 3s, 11, 4 40 Las obras de Jesús son producidas por el Padre 5, 36,
pasión-gloria es común a los dos textos en Me la transfiguración va precedida de 10, 32 37s, cf 5, 19
un anuncio de la pasión, en Le, Moisés y Elias conversan con Jesús sobre su «éxodo»
58 La voz (hebreo qdl) puede significar el ruido del viento, de las aguas, de
y los discípulos ven la gloria de Jesús
las alas, del trueno, el sonido de la palabra o de un instrumento, un grito, una voz
divina o humana
376 Lectura del Evangelio de Juan 11, 55-12, 36 12, 20-36 Antes de la última pascua (11, 55-12, 36) 377

Efectivamente, en el v. 30 Jesús dice que la voz se hizo oír no para concretamente, y en una frase paralela, es el príncipe de este mundo el
él, sino para los que lo rodeaban. El lector se ve sorprendido, ya que que ahora es echado fuera59. Este lenguaje recuerda aparentemente el
esa voz venía como una respuesta al mismo Jesús. Lo mismo que cuando combate mitológico entre las potencias supraterrenas que el Apocalipsis
la oración ante la tumba de Lázaro (11, 42), el evangelista se preocupa presenta en una perspectiva cósmica (Ap 12, 7s), pero aquí no se men-
de mantener que el Hijo no tiene necesidad de verse confirmado en su ciona ningún lugar, ni el cielo ni la tierra: no se dice de dónde viene ni
comunión con el Padre (cf. 10, 30.38). Por consiguiente, el motivo de adonde es expulsado el adversario. La perspectiva es más personal que
la voz es la presencia de la gente, a la que invita a creer. El «por vosotros» espacial; en 6, 37 y 15, 6 la expresión «echar fuera» (ekbállein éxo) tiene
se dirige en realidad al lector que, sin duda, entiende claramente la palabra el sentido de pérdida definitiva. Se trata de la victoria de Cristo sobre el
referida por el evangelista; contempla entonces la revelación contenida adversario de Dios entre los hombres, de aquel de quien dirá Jesús:
en este pasaje: el hombre ve la cruz, Dios indica la gloria; sobre todo la «Contra mí no puede nada» (14, 30). Jn llama a este adversario el
glorificación incesante del Nombre a través de la historia tiene su tiempo «príncipe de este mundo», lo mismo que Pablo hablaba del «dios de este
privilegiado en la hora del Hijo. mundo»60, y se muestra original respecto a la tradición judía en que viene
«ahora», en el momento de la hora.
La derrota del príncipe de este mundo es absoluta. Sin embargo,
El triunfo por la cruz Jesús le pide al Padre que guarde a sus discípulos del Malo (17, 15):
¿es que seguirá amenazándoles su acción? Un texto de la primera carta
de Jn confirma la interpretación que daba san Agustín61: el Malo «no
tiene poder alguno» sobre el que ha nacido de Dios por la fe (1 Jn 5,
31 «Es ahora el juicio de este mundo, 18s), su acción no es ya constrictiva para los hombres. ¿No había
ahora el príncipe de este mundo va a ser echado fuera; dicho Jesús: «la verdad os hará libres» y no había hablado del pecado
32 y yo, cuando sea elevado de la tierra, como de una esclavitud, entendiendo por pecado el rechazo a creer
atraeré a todos los hombres a mí». (8, 32.34)? Más bien que en una perspectiva cósmica como de la
apocalíptica, se trata en este versículo de una perspectiva antropoló-
gica, que tiene un alcance universal.
En continuidad con lo que ha dicho la voz del cielo y en contrapunto
con la caída en tierra del grano de trigo, he aquí la afirmación de la Con el príncipe de este mundo, desposeído, contrasta el «Yo» de
victoria de Jesús. Un «ahora» majestuoso, repetido, vincula esta palabra Jesús (kágo), y la visión que se propone al lector concierne aquí a
con el «ahora» de la turbación (v. 27), que hacía eco a su vez a la hora «todos los hombres»: el que es llevado por encima de la tierra los
llegada (v. 23), y el triunfo se enuncia en una frase seguida, de dos atraerá a él. El término «elevado» (hypsdthó ek tes ges) tiene un doble
maneras complementarias: por el juicio de este mundo, que es la derrota sentido: indica la verticalidad de la cruz y al mismo tiempo la de la
del príncipe de este mundo, y luego positivamente (y de forma paradójica)
por la «elevación» en la cruz. Al contemplar la hora, el evangelista penetra 59. Una lección poco atestiguada dice: «será derribado», que podría ser una
en su significado, que es universal y que está ya realmente presente. corrección según Le 10, 18; Ap 12, 9s; 20,3; serviría de contraste con el v. 32 en
donde Cristo es elevado.
Si el juicio es para ahora, hay que desterrar todo temor y el creyente 60. 2 Cor 4, 4; cf. 1 Cor 2, 6.8; Ef 2, 2; 6, 12. Jn habló del diablo a propósito
puede ya dejar de estar apegado a su propia vida (cf. 12, 25). de Judas y de los hombres; la apelación «príncipe de este mundo» es propia y sólo
El juicio (¡crisis) había sido anunciado por Jesús en 3, 19: siendo se encuentra en los textos en donde se le opone a Jesús (14, 30; 16, 11). En los
opuesto a la vida eterna que suscita la acogida de la luz, significa la escritos de Qumrán aparece una figura equivalente, llamada Belial, que personifica
condenación definitiva. Por tanto, no coincide exactamente con el juicio las potencias del Mal (1 QM 1, 1.5.13; 4, 2; 11, 8; 1 QS 1, 18.24; 2, 5.19; cf. 2
Cor 6, 15), o al «ángel de las tinieblas» (1 QS 3, 20s); según esta perspectiva
final de la tradición judía, y también cristiana, que lleva a cabo una dualista, el combate es permanente y el resultado positivo no se alcanzará hasta el
discriminación entre los hombres (cf. 5, 28s). En el sentido joánico, el final de los tiempos.
«juicio» es el resultado —de manera intrínseca— del rechazo de la luz 61. «Hay que entender estas palabras de lo que sucede ahora y no de lo que tendrá
que introduciría al hombre en la comunión divina. Concierne a «este que ocurrir luego, en el último día... El diablo (que) estaba dentro, en sus corazones,
mundo», en cuanto que se cierra a la revelación traída por Jesús. Más fue echado fuera cuando renunciaron a él en virtud de su fe» (Jn Jo. 52, 7).
378 Lectura del Evangelio de Juan 11, 55-12, 36 Antes de la última pascua (II, 55-12, 36) 379
12, 20-36

exaltación. Implica que la cruz es el lugar donde comienza la subida es indudable; sin embargo, la expresión no puede limitarse a esto, que
del Hijo al Padre. Al mismo tiempo, todos los hombres se ven atraídos ya había dejado entender Jn en 3, 14s y 8, 28. El evangelista hace
no inmediatamente hacia el cielo, sino hacia Cristo62. aquí una pausa para que resuene el discurso en su totalidad: la muerte
En este anuncio se cumple el del Siervo doliente según Isaías: que depende de la hora se inscribe en el designio del Padre —la
glorificación— y es decisiva para el porvenir de los hombres.
Será puesto arriba, elevado, exaltado...
yo le concederé muchedumbres (Is 52, 13.15).
¿Respondió Jesús a la espera de los griegos que querían «verlo»?
No será sólo el Padre el que «atrae» a Jesús (6, 44), sino el Hijo No se nos narra ninguna conversación con ellos; sin embargo, el
una vez acabada la obra de revelación: «mirarán hacia el que traspa- discurso ha mostrado que para ver a Jesús se necesita mirar hacia el
saron» (19, 37), dirá el evangelista citando la Escritura; la cruz es el Crucificado-glorificado. En 8,28 Jesús había dicho a los judíos: «Cuan-
lugar donde se manifiesta la divinidad de Jesús. Aquí, es la iniciativa do hayáis elevado al Hijo del hombre, comprenderéis que por mí
de Jesús lo que se pone de relieve mediante el «atraeré»: es a partir mismo no hago nada, sino que hago siempre lo que le agrada a aquel
de la hora como se ejerce su poder de salvación. Como a propósito que me ha enviado». Aquí dice implícitamente a los griegos, a los
del Padre, el verbo «atraer» se refiere a la fe. Lo mismo ocurría en discípulos y a la gente: «Vosotros veréis».
el caso del Siervo: después de su prueba, de su exaltación, es cuando De una manera más general, se ha revelado que no es posible alcanzar
ve una descendencia (Is 53, 10). Caifas, por su parte, había profetizado al Jesús de la tierra más que pasando por el Jesús elevado: todo cono-
sin saberlo que Jesús moriría por la nación y para juntar en la unidad cimiento, toda visión de Jesús antes de su elevación es insuficiente, por
a todos los hijos de Dios (11, 51s). no decir ilusoria. De esta forma se ve así iluminado en sentido de nuestra
existencia terrena: abriéndonos a la Palabra y a sus exigencias radicales,
más allá de la tendencia a aferramos a nuestra independencia mortal, es
como podremos acceder a la «vida». Seguir a Jesús supone el servicio.
33 Esto lo dijo significando de qué muerte iba a morir. El discurso de despedida nos dirá en qué consiste este servicio. Lo esencial
es que nos dejemos atraer por el Hijo.

El evangelista añade un comentario al discurso de Jesús, que sirve


para recapitularlo. No se trata, como se ha pensado a veces, de una Ultima llamada a creer en la luz (12, 34-36)
simple aclaración (cf. 2, 21; 6, 6...) a propósito del término «elevado»
y por tanto de un paréntesis sin gran interés. C. J. Bjerkelund63 ha
demostrado muy bien que esta cláusula en forma de toüto élegen («dijo 34 Entonces la gente le respondió: «Nosotros hemos apren-
esto») pone fin al discurso, sin impedir que los v. 34-36 pertenezcan al dido de la ley que el Cristo permanece para siempre. ¿Cómo
conjunto 12, 20-36. Su importancia queda confirmada con la repetición puedes tú decir: 'Es preciso que sea elevado el Hijo del hom-
en el relato de la pasión: bre'? ¿quién es ese Hijo del hombre?».
35 Entonces Jesús les dijo:
Era menester que se cumpliera la palabra dicha por Jesús, significando
de qué muerte tenía que morir (18,32). «Por poco tiempo todavía la luz está entre vosotros.
Caminad mientras tenéis la luz,
En la medida en que poíoi thanátoi ilumina a «elevado», se trata para no ser detenidos por las tinieblas;
del género de muerte: la crucifixión y no la lapidación. Este contenido el que camina en las tinieblas no sabe adonde va.
36 Mientras tenéis la luz,
62. A diferencia de la perspectiva gnóstica, según la cual los elementos pneu-
creed en la luz,
máticos son «atraídos a las alturas», «transportados hacia lo alto» (Ireneo, Adv. a fin de haceros hijos de luz».
Haer. I, 7, 5) por un agente, Jesús no es solamente el que atrae, sino el fin mismo. Esto Jesús lo proclamó y, marchándose, se ocultó de ellos.
63. C. J. Bjerkelund, Tauta egeneto, Tübingen 1987, 119-125.
380 Lectura del Evangelio de Juan 11, 55-12, 36 12, 20-36 Antes de la última pascua (11, 55-12, 36) 381

Jesús ha dicho su última palabra sobre el sentido de su existencia No obstante, el evangelista, por medio de la Escritura que nadie
y también sobre el sentido de toda existencia. Jn añade sin embargo puede abolir (10, 35), pone en labios de la gente una verdad cristo-
un corto diálogo para situar esta proclamación en la historia, lo mismo lógica: el Cristo joánico, efectivamente, permanece para siempre en
que le había puesto un prólogo con la petición de los griegos. En este la gloria, más allá de la muerte; y esto es lo que Jesús afirmó sin que
pasaje se oponen de nuevo Jesús y la gente. Esta quiere apreciar las nadie pudiera comprenderlo. En cuanto al Hijo del hombre, opuesto
palabras de Jesús a partir de los conocimientos que le ofrece la ley en la objeción del v. 34 al Mesías que permanece para siempre, no
(en el sentido de Escritura).
se menciona nunca en Jn en las intervenciones de los judíos o de la
El contexto de la entrada en Jerusalén está todavía muy cerca: la
gente en relación con las esperanzas mesiánicas69 y su figura parecía
gente se encuentra aún bajo la impresión de sus aclamaciones al rey
de Israel. Los anuncios que ha oído no corresponden con lo que ella serles poco familiar, como demuestra también la pregunta del ciego
sabe. Jesús no va a responder directamente a sus preguntas, sino que de nacimiento después de su curación: «¿Quién es?». La gente plan-
se limita a invitarla a que camine hacia la luz, es decir, a que crea en tea esta misma pregunta, pero sin manifestar la misma disponibilidad
él. para creer (cf. 9, 36). Sigue con su búsqueda del Mesías, rey de
¿Pero qué es lo que ha entendido la gente? Lo mismo que cuando Israel.
la voz celestial, la gente no ha podido captar la revelación sobre la Pues bien, entre la promesa de Dios y la realización de la gloria
hora, ya que los mismos discípulos no comprenderán el misterio de se levanta la cruz. Cruz necesaria, como repite la misma gente («es
Jesús más que después de la pascua (cf. 12, 16). La objeción del v. preciso que sea elevado...»). Sin la cruz este mundo sería inmedia-
34 relaciona la mención del Hijo del hombre (v. 23) con la elevación tamente divinizado y el anuncio de la gloria sería una palabra fácil de
de la que habló Jesús en el v. 32. Por tanto, está formulada de tal decir y perfectamente humana. Es en la profecía del Siervo donde más
manera que abarca el discurso entero64, pero lo que ha retenido la se acerca la revelación veterotestamentaria al misterio del Hijo. Pero
gente es tan sólo que el Hijo del hombre tiene que (dei) morir o por es después de cumplido el hecho cuando el texto de Isaías quedará
lo menos desaparecer, mientras que el Mesías, con el que se le iden- plenamente iluminado.
tificaba espontáneamente, «permanece para siempre». De ahí la pre- Hasta entonces Jesús no puede hacerse comprender; se limita a
gunta: ¿quién es ese Hijo del hombre del que ha hablado Jesús? repetir que hay que tener confianza en la luz. El Hijo del hombre es
El Mesías que la gente espera es, según el texto de la Escritura esa luz que está delante de vosotros, aunque ya por poco tiempo. Se
que aquí se recuerda, el rey Mesías davídico, cuyo reino de justicia
trata de «caminar», es decir, de avanzar hacia la fe. La proclamación
y de felicidad perfecta se realizaría en Israel y no tendría fin65. La
de 8, 12 adquiere aquí un tono exhortativo, evocando la próxima
formulación del v. 34 corresponde de cerca a un pasaje del Sal 89:
desaparición (7, 33s; 8, 21). El contraste es más fuerte que cuando
Su simiente (de David) permanecerá para siempre (Sal 89, 37)6S. Jesús hablaba en el templo: la opción es entre la luz y las tinieblas,
eso que ya en el prólogo significaba la condición humana ante el Logos.
En las tinieblas se ignora todo: de dónde viene uno y adonde va; en
Ningún texto del antiguo testamento habla de la muerte ni del cese
de actividades del Mesías davídico67. La objeción de la gente refleja la luz, uno se hace luminoso gracias a la participación de la luz, que
sin duda un tema de las controversias de la época de Jn entre judíos está ya allí (cf. 9, 4; 12, 46).
y cristianos68, y es verdad que la representación judía habitual del rey Lo mismo que el creyente puede convertirse en una fuente de agua
Mesías no está de acuerdo con la imagen cristiana. viva (4, 14; 7, 37s), así puede convertirse en «hijo de luz»; mediante
esta expresión, Jn adopta las palabras de Jesús según la tradición
64. Así 6, 41s recogía lo dicho en 6, 35-40 (cf. supra, 120s). sinóptica y las afirmaciones de la Iglesia primitiva70, dentro del cauce
65. Le 1, 33; 2 Sam 7, 12s; Is 9, 6; Ez 37, 25; Dan 7, 13s... de la literatura de Qumrán71. De este modo Jesús corona la revelación
66. La trasposición de spérma («simiente, semilla») a Christós se sugiere
también en 7, 42. Cf. Hech 13, 22s; Rom 1, 3. Cf. SB IV, 1308.
67. En la literatura rabínica aparece por el año 150 d. C. la idea de un Mesías 69. Cf. 1, 20.25; 6, 14; 7, 40; 10, 24.
ben Joseph encargado de asumir sobre sí la muerte (cf. R. Schnackenburg, II, 488). 70. Mt 8, 12; Me 3, 17; Le 16, 8; 20, 36; 1 Tes 5, 5; Ef 5, 8.
68. Así en Justino, Dial. 32, 1. 71. 1 QS 1, 9; 2, 16; 3, 13; 1 QM 1, 1.3...
382 Lectura del Evangelio de Juan 11, 55-12, 36

que, ya desde el prólogo, planteaba un combate entre la luz y las EPILOGO


tinieblas. La opción sigue abierta.
Y Jesús se oculta. Ha terminado la revelación en público. Conti- (12, 37-50)
nuará dentro del círculo de los discípulos, esperando a que Jesús vuelva
a ellos en la alegría de la pascua.

Jesús se oculta y deja de hablar en público. El narrador toma el


relevo en nombre de la comunidad, como hará luego en su propio
nombre para concluir el relato evangélico (20, 30s). Antes de conducir
al lector a la noche de la pasión, o mejor dicho, antes de alegrarse
bajo el sol de la pascua, el evangelista dirige una mirada retrospectiva
sobre el rechazo que se ha opuesto al Revelador en su encuentro con
los hombres. Este pasaje (12, 37-43) se centra en la repetición de
algunos textos de Isaías y se convierte paradójicamente, en el v. 41,
en una proclamación de fe. Va seguido de un segundo desarrollo, en
donde la invitación a creer en Jesús se presenta en una especie de
resumen de su mensaje. Se ha discutido a veces sobre la autenticidad
y el emplazamiento de estos últimos versículos (12, 44-50); sin em-
bargo, parecen estar muy en consonancia con la pluma de Jn y su
presencia en este lugar se justifica fácilmente.

EL MISTERIO DE LA INCREDULIDAD
(12, 37-43)

37 Aunque había realizado tantos signos en su presencia, no


creían en él, 38 para que se cumpliera la profecía dicha por
Isaías el profeta:
«Señor ¿quién creyó en lo que se nos había oído decir (akoéfi
¿y el brazo del Señor a quién se le reveló?»
39 He aquí por qué no podían creer, porque Isaías dice además:
384 Lectura del Evangelio de Juan 12, 37-50 12, 37-43 Epílogo (12, 37-50) 385

40 «Cegó sus ojos y endureció su corazón, explicar lo que ha ocurrido y reconoce entonces que «ellos no podían
para que no vean con sus ojos, creer». En el v. 41 interpreta a la luz de su fe la experiencia y el
para que no comprendan con su corazón, mensaje del profeta.
para que no se conviertan y yo no los cure».
41 Esto lo dijo Isaías porque vio su gloria y habló de él.
42 Sin embargo, es verdad, incluso entre los dirigentes un El hecho de la incredulidad (12, 37)
buen número había comenzado a creer en él, pero por causa
de los fariseos no lo confesaban, por miedo a ser expulsados A pesar de los hechos tan numerosos (o tan grandes) realizados
de la sinagoga, 43 porque apreciaron la gloria de los hombres por Jesús, no creyeron en él. Según su propósito declarado, Jn centra
más que la gloria de Dios. la atención en los «signos». Este término desaparece a continuación
y no volverá a aparecer hasta la conclusión del evangelio (20, 30).
Designa las «obras» del Padre en su Hijo, que atestiguan que Jesús
es el Enviado de Dios (5, 36; 10, 25). Era éste el tema de la última
En varias ocasiones Jn ha tocado el tema de la incredulidad: varias controversia de Jesús con los dirigentes de Jerusalén:
palabras de Jesús han subrayado la pertenencia de los hombres, bien
al Padre que atrae, bien al mentiroso (6, 44; 8, 44), pero manteniendo Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis.
Pero si las hago, aunque no me creáis,
siempre la plena responsabilidad de los que se niegan a creer en aquel
creed en las obras (10, 37s).
que une el cielo y la tierra. En este párrafo, Jn recoge la reflexión
cristiana que había intentado responder antes de él a la cuestión plan- Hablando de signos, Jn se refiere a la tradición deuteronómica.
teada por la incredulidad de los judíos respecto a Jesús. Frente a este Cuando está ya a punto de morir, Moisés recuerda ante el pueblo «los
profundo misterio, las reacciones que presenta el nuevo testamento signos y los grandes prodigios» que se han hecho ante sus ojos; y
son muy diversas. El mismo san Pablo evoluciona también a lo largo añade:
de sus escritos: se llena de indignación en su carta más antigua (1 Tes
2, 16), luego llega a una síntesis dramática, de una gran altura teo- Pero hasta hoy Yahvé no os ha dado un corazón para reconocer, ni unos
lógica, en la Carta a los romanos (Rom 9-11). Tradicionalmente, la ojos para ver, ni unos oídos para oír (Dt 29, 3).
Iglesia primitiva ofrece una justificación con ayuda de la profecía de
Is 6, 9-10. La citan los evangelistas sinópticos cuando reinterpretan, Los contemporáneos de Jesús reaccionaron igual que sus padres
cada uno por su parte1, una palabra de Cristo pronunciada con ocasión en la estepa de Moab.
de sus parábolas: ante la incredulidad de sus oyentes, Jesús recuerda
las palabras de Isaías. En efecto, el drama de la resistencia a la palabra El testimonio de Isaías (12, 38-41)
recorre toda la Biblia, en donde Dios está en proceso continuo con su
pueblo. Aparece con claridad en estos textos la mentalidad semítica: En estos versículos se da la rara coincidencia de que se menciona
no hay nada que se escape del designio de Dios, ni siquiera la infi- hasta tres veces al profeta Isaías (Is 53, 1 y 6, 9s); viene luego una
delidad de los hombres. Hoy solemos decir: «Dios lo había previsto»; afirmación del evangelista, que comienza: «Esto lo dijo Isaías...»,
los hebreos decían: «Dios lo había querido», sin poner por eso en para interpretar la experiencia del profeta en su visión inicial (Is 6, 1)
discusión la responsabilidad subjetiva de aquellos a los que se dirigía y el contenido de su mensaje. Esta cláusula en taüta eípen pone un
la palabra. Los profetas no cesan de llamar a todo Israel a la conversión. sello a los versículos anteriores. Estos inauguran las citas llamadas de
Declarar que algunos están predestinados a la condenación es desco- cumplimiento, introducidas por «para que...» (hína), un género que
se mantendrá a partir de aquí y que caracteriza al relato de la pasión2.
nocer el espíritu de la revelación bíblica.
Entre una constatación del hecho de la incredulidad (v. 37) y un
2. Según C. J. Bjerkelund, Tauta egeneto, Tübingen 1987, 133-145, el con-
correctivo de esta constatación (v. 42s), Jn cita al profeta Isaías para junto de los v. 12, 38-41 constituye un eje en el evangelio de Jn: comienza con una
cita de cumplimiento (hína) y termina con una cláusula (v. 41). En adelante, Jn no
1. Mt 13, 13s = Me 4, 12 = Le 8, 10; cf. Hech 28, 26s. presentará más que citas de cumplimiento.
386 Lectura del Evangelio de Juan 12, 37-50 12, 37-43 Epilogo (12 37 50) 387

Las citas de los v 12, 38-40 deben comprenderse como si formasen pero no es éste el tenor de esta expresión, que ya hemos encontrado
parte de una misma colección Las distinciones modernas entre el en labios de Jesús
primero y el segundo Isaías no tienen razón de ser en este contexto
al hablar de Isaías, Jn se refiere al conjunto de los textos que se 6 Porqué no comprendéis mi lenguaje9
atribuían a este profeta3 Es que no podéis oír mi palabra (9, 43) 9
Isaías, cuya memoria se había mantenido viva en Israel, sólo había
sido mencionado una vez anteriormente, en 1, 23, pero su influencia A diferencia de la primera cita, que reproduce exactamente el texto
marcó la obra de Jn mucho mas que a las otras del nuevo testamento, de los Setenta, la segunda es una adaptación joánica del pasaje10 Se
como mostraron, después de esta cita, vanas alusiones y resonancias4 observan dos supresiones el término «este pueblo» (Is 6, 9) y la
Aquí ocupa un lugar de honor, al final del libro de los signos, como mención de los oídos (Is 6, 9s) Según R Schnackenburg", Juan
lo había ocupado al principio, pero mucho más aún habría evitado la primera expresión, ya que, en realidad, su crítica no
Su testimonio en esta ocasión ha sido preparado indirectamente se refenría a Israel, sino a diversos grupos de dingentes, el término
por el discurso de Jesús en 12, 23-32, en el último versículo, el tema laós sólo se utiliza en el cuarto evangelio con un sentido positivo (11,
de la elevación, por la que la cruz se convierte en gloria, tiene pro- 50 y 18, 14) En cuanto a los oídos, la omisión se justifica si se piensa
bablemente como origen literario el canto del Siervo5 que en la cita de Is 53, 1 (v 38) el término «mensaje» (akoe, de
akoúó «oír») ha evocado ya la audición, con este procedimiento las
La primera cita (Is 53, 1) indica en términos profeticos la cons-
dos citas se unen entre sí12 La mención de los ojos precede a la del
tatación que había hecho el evangelista en el versículo anterior
corazón, sin duda porque Jn había hablado de los «signos» y el corazón
¿Quien creyó en lo que se nos había oído decir (akoeP
significa a continuación la profundidad del endurecimiento Otra mo-
¿y el brazo del Señor a quien se le revelo 9 dificación importante en Is 6, 10 es el profeta el que ha recibido de
Dios la misión de endurecer, aquí es Dios mismo el que endurece13
En su contexto de origen, la interrogación de Isaías sucede a Is El «para que yo no los cure» final debería haber sido, según el modelo
52, 13-15, donde se anuncia de forma resumida el itinerario inaudito «para que no sean curados» El «yo» puede difícilmente ser el de Dios,
del Siervo, e introduce el poema que viene a continuación, en el que presentado en la profecía por «él» Volveremos sobre este punto des-
se desarrolla la humillación y la exaltación de esta figura, así como pués de haber leído el v 41
sus consecuencias para los hombres un conocimiento salvador6 Las dos citas se conjugan entre sí por el hecho de que la segunda
La lamentación del profeta confirma a los ojos del evangelista la ofrece, junto con el designio de Dios, una respuesta al interrogante
incredulidad de los que, a pesar de ser testigos de las palabras y de que planteaba la pnmera Bajo una forma chocante para nosotros, lo
las obras poderosas de Jesús, no han discernido la acción misma de
Dios 9 Cf supra cap 8, 227s Aquí no se trata de predestinación al mal, sino
La segunda cita va introducida por «Isaías dice además»7, prece- del endurecimiento que es la consecuencia de una infidelidad habitual
dida por una reflexión de Jn «No podían creer» Espontáneamente, 10 Is 6, 9s dice
«Haz torpe el corazón de ese pueblo,
como san Agustín8, el lector se dispone a entenderlo así «no querían», endurece sus oídos
y ciérrale los ojos
3 Cf P Beauchamp en J Vermeylen (ed ) The Book of Isaiah Louvain Que con sus ojos no vea,
1989 346 355 ni oiga con sus oídos
4 Cf F W Young ZNW 46 (1955) 215 233 G Reim Studien zum alttes Que su corazón no comprenda
tamenthche Hintergrund des Johannesevangehum Cambridge 1974 este ultimo a Que no pueda convertirse
proposito de Is 40 55 y ser curado»
5 Cf R E Brown, 740 refiriéndose a Is 52 13 11 R Schnackenburg, El Evangelio según Juan IV Exégesis y excursus com-
6 P Beauchamp o c 334 342 plementarios, Barcelona 1987, 152-162
7 La cita depende de hiña en 12 38 La construcción con pahn (= «ademas») 12 Cf P Beauchamp, o c 349s
se encuentra también en 19 36s 13 Cf Endurecimiento, en VTB, 233-235 Es inútil evocar aquí al diablo,
8 San Agustín In Jo 53 5 11 como lo hacen Cinlo (PG 74, 96s) y J Blank, Krisis, 304s
388 Lectura del Evangelio de Juan 12, 37-50 12, 37-43 Epilogo (12, 37-50) 389

que aquí se implica es la afirmación de la libertad del hombre, capaz


champ ha presentado recientemente una solución más apropiada, que
de negarse a su Creador, aun cuando —al estilo semítico— Dios sea tiene en cuenta las dos citas reunidas por Jn. La primera recuerda con
el sujeto de la frase. Is 53, 1 todo el canto del Siervo, según el cual «el trono de Yahvé...,
ocupado sólo por Dios en Is 6... es visitado en Is 52, 13 por un
Finalmente, para fundamentar14 las dos palabras proféticas que ha huésped venido de la tierra, y el lector..., que capta en una sola mirada
conjugado y que iluminan, según su lectura, la incredulidad frente a todo el conjunto, no puede desprenderse de él»18. El profeta Isaías
Cristo, el evangelista declara: habría visto entonces la gloria del Siervo.
Esta lectura ilumina indirectamente el empleo del «Yo» en 12, 40:
en el texto citado Isaías dice lo que Jesús, el Siervo, le ha revelado a
41 Esto lo dijo Isaías porque vio su gloria y habló de él. propósito de los designios de Dios: «El cegó...», terminando con
«... para que (Jesús) no los cure»: el Siervo, que tiene la misión de
«curar» (cf. Is 53, 5), no puede obligar a los endurecidos, por lo menos
antes de la plena manifestación del misterio.
El segundo texto citado anteriormente (Is 6, 9-10) forma parte del
relato de la vocación del profeta, que recoge la visión que había tenido
Un correctivo
Isaías del mismo Yahvé. Por consiguiente, es Is 6, 1-5 lo que el evan-
gelista recuerda, pero interpretándolo de una nueva forma. ¿Qué es lo En el prólogo Jn afirmaba del Logos que «los suyos no lo reci-
que vio Isaías?15. La expresión «ver la gloria» podría venir del atenuante bieron»; luego continuaba: «pero, a los que lo recibieron...» (1, lis).
que había recibido el texto original en el Targum de Isaías, donde se lee, Esa es su manera de proceder. También aquí el evangelista matiza la
no: «Yo vi al Señor Yahvé», sino: «Yo vi la gloria de la Shekinah del negación del v. 37 («no creían en él»), introduciendo su frase con la
Sefion>. Jn es coherente con su principio de que «nadie ha visto a Dios» expresión insólita «Sin embargo, es verdad»19. Entre los mismos di-
(1, 18). La ambigüedad que podría afectar aquí a la expresión «su (autoü) rigentes hay que reconocer que algunos creyeron. Así Nicodemo o
gloria» desaparece con la repetición del pronombre autoü en el segundo José de Arimatea, «discípulo en secreto»20. ¿Eran numerosos, como
miembro de la frase: «habló de él», en donde sólo puede referirse a parece indicar el texto? Es algo que no podemos verificar, pensando
Jesús. Toda la cuestión está en saber de qué gloria de Jesús quiere hablar además que el relato de Jn muestra, por el contrario, a los dirigentes
el evangelista. Los comentaristas andan divididos. como enemigos declarados21. En cuanto al pueblo, Jn indicó ya an-
Según una primera interpretación16, Isaías vio al Logos en la gloria teriormente sus vacilaciones y sus entusiasmos (2,23; 8, 30) y, después
que tenía antes de que el mundo fuese (cf. 17, 5), antes de su encar- del signo de Lázaro, también su fe22.
nación. Pablo dice ciertamente que la roca que saciaba la sed de los Este pasaje corrige el aparente determinismo de la segunda cita
hebreos en el desierto era el Cristo (1 Cor 10, 4), atribuyendo así al profética; recuerda además otro punto de teología en el que insiste Jn:
Cristo preexistente una acción divina realizada a lo largo de la historia la necesidad de confesar abiertamente a Cristo. Cuando, a propósito
de Israel. Por tanto, Jn podría referirse al Logos del prólogo; ¿pero de los padres del ciego de nacimiento (9, 22), Jn menciona el temor
no significa esto imponer al texto de referencia un dato que no figura a los fariseos, observamos que se podía descubrir allí un reflejo de
en el mismo? Otros críticos17 han referido la gloria de Cristo vista por
el profeta a la de los «signos» que Jesús realizaría en el nombre del 18 P Beauchamp, o c, 351 Jn atribuye a Isaías la vinculación Siervo-
Padre durante su ministerio terreno (cf. 2, 11; 11, 4.40); pero esta glonficación que había reconocido la Iglesia primitiva «El Dios de nuestros padres
hipótesis apela además a un elemento exterior al texto. Paul Beau- ha glorificado a su Siervo Jesús, a quien vosotros entregasteis » (Hech 3,13)
19 En griego, hornos méntoi, o méntoi tiene una función adversativa (cf 4,
27, 20, 5, 21, 4)
14 Léase hóti y no hóte, que suaviza (D Vulgata). 20 3, 1, 7, 50s, 19, 38s, cf Me 15, 43, Le 23, 50.
15 En 8, 56 el verbo «ver» (horád, como aquí), tiene para Abrahán como 21. Hech 6, 7 indica que «muchos sacerdotes» se habían hecho discípulos,
objeto el día de Cristo lo cual hace suponer que teman una actividad favorable ante Jesús ya antes de
16. A Loisy, 698, R Schnackenburg, II, 512s. pascua.
17. J Dupont, Essais sur la chnstologie de saint Jean, Bruges 1951, 270-273. 22. 11, 45, cf 12, 11, 12, 17s
390 Lectura del Evangelio de Juan 12, 37-50 12, 44-50 Epilogo (12, 37-50) 391

las controversias que agitaban a su Iglesia. Aquí podríamos hacer una positivo de la realidad, Jn recoge aquí cierto número de palabras de
superposición idéntica. La explicación final: «Porque apreciaron la Jesús, como si quisiera abrir al lector a la fe, presentándole una vez
gloria de los hombres más que la gloria de Dios» —eco de lo que el más el mensaje. ¿Quién podría cumplir mejor con esta tarea —recoger
mismo Jesús declaró en su primera confrontación con los dirigentes lo esencial— que el propio evangelista?23.
(5, 41-44)— tiene un tono de sentencia moral que se refiere a una Jn deja hablar a Jesús24. Mejor dicho, lo hace exclamar (ékraxen),
coyuntura particular. Enunciada como regla general de vida, recuerda lo mismo que al Revelador en el templo cuando atestiguaba que había
sin embargo en el contexto del cuarto evangelio la norma que dictó sido enviado por Dios (7, 28), o cuando invitaba a beber de su agua (7,
el comportamiento de Jesús (cf. 7, 18; 8, 50). 37s). En el prólogo, ya el Precursor «exclamaba» su anuncio (1, 15).
Por consiguiente, este conjunto no se presenta como un sumario doctrinal,
sino como una llamada existencial a escuchar y a guardar la Palabra.
CREER EN JESÚS, PALABRA DE DIOS A lo largo de estos siete versículos se pone muy de relieve el Yo
(12, 44-50) de Jesús (dieciséis veces este pronombre, de ellas cuatro egó:
46.47.49.50), pero siempre en dependencia absoluta del Padre. La
primera y la última pareja de versículos (44s y 49s) establecen, uno
desde la perspectiva de la fe y otro desde el punto de vista subjetivo
44 Jesús exclamó y dijo:
del revelador, la prioridad de la acción del Padre en la misión confiada
«El que cree en mí,
a Jesús. Por eso, en la parte central (v. 46-48), el Hijo que ha venido
no es en mí en quien cree,
al mundo se presenta como la luz; luego se evocan las dos contra-
sino en aquel que me ha enviado.
partidas joánicas de esta imagen: las tinieblas de las que libera la
45 Y el que me ve,
Palabra y el juicio que resulta del rechazo de la Palabra.
ve a aquel que me ha enviado.
46 Yo, luz, he venido al mundo,
para que todo el que cree en mí Creer en Jesús es creer en aquel que lo ha enviado (12, 44-45)
no permanezca en las tinieblas.
47 Y si alguien oye mis palabras y no las guarda, Jesús empieza proclamando que creer en él es paradójicamente
no soy yo el que lo juzga, creer, no ya en él mismo, sino en «aquel que (lo) ha enviado», de-
porque no he venido para juzgar al mundo, signación muy frecuente en Jn, que subraya la iniciativa divina en
sino para salvar al mundo. favor de los hombres. En Jn 5, 24 esta apelación iba también precedida
48 El que me rechaza y no acoge mis palabras tiene su juez: de «creer en»: «El que oye mi palabra y cree en aquel que me ha
la palabra que yo he expresado, enviado tendrá la vida eterna». Este versículo ponía ya en continuidad
ella es la que lo juzgará en el último día; la adhesión a la palabra de Jesús y la fe en Dios; aquí la expresión es
49 porque no es de mí mismo de quien me he expresado, más vigorosa todavía, ya que Jesús parece decir que la fe en él se
sino que es aquel que me ha enviado, el Padre, dirige en realidad al Padre: en Dios alcanza su meta el movimiento
el que me ha mandado personalmente de la fe en Jesús25.
lo que yo debía decir y expresar; El segundo versículo, con el verbo «ver», es paralelo al primero,
50 y sé que su mandato es vida eterna. pero sin la negación intermedia. Tiene su correspondiente en la res-
Así pues, lo que yo expreso,
como el Padre me lo ha dicho, 23 La autenticidad de este pasaje ha sido discutida por M E Boismard, Sacra
Pagina II, Gembloux 1959, 189-192, RB 66 (1959) 377s, 68 (1961) 507-514, pero
así lo expreso». ha sido defendida por R Schnackenburg, II, 516-518
24 Aunque lo haya mostrado ausente cf 12, 36 J H Bernard y otros autores
han intentado situar el texto más arriba en el evangelio, pero es éste su lugar más
oportuno como sumario final, cf R E Brown, I, 755
No era conveniente cerrar el párrafo hablando de la incredulidad. 25 Cf 1, 18 En sentido inverso, Jesús dirá «Creéis en Dios, creed también
Fiel a su costumbre de superar el fracaso y de acabar con un aspecto en mí» (14, 1)
392 Lectura del Evangelio de Juan 12, 37-50 12, 44-50 Epílogo (12, 37-50) 393

puesta de Jesús a Felipe: «El que me ve, ve al Padre»; es que «yo En el v. 48, la eventualidad de la no-escucha se convierte posi-
estoy en el Padre» y «el Padre está en mí», precisa entonces Jesús26. tivamente en desprecio: el verbo athetein32 indica el rechazo delibe-
La pareja «creer-ver» es muy joánica (cf. 6, 40; 9, 35.37). «Ver» rado, que manifiesta una alienación profunda del ser respecto a Dios
evoca el misterio de la encarnación del Logos (cf. 1, 14.18) y, con (8, 47). En efecto, la Palabra (aquí en singular: lógos)33 que Jesús ha
el iheoréo que aquí se utiliza, esa manifestación del Hijo que son los expresado viene del Padre. Se presenta aquí como una entidad distinta,
«signos»27. Este verbo encierra una gama de sentidos, desde el ver tal como aparece también en los pasajes que mencionan la palabra del
físico hasta el ver espiritual, ordenado a la fe28. Padre34 o que atribuyen a la palabra de Jesús una eficacia en sí misma35.
Hay un matiz que distingue el v. 48 de lo que Jesús decía a Nicodemo
(3, 18), en un contexto que también aquí figura como trasfondo: el
Jesús, luz y palabra de Dios (12, 46-48) juicio se anuncia para el último día, no ya en el tiempo presente. Esto
no implica que haya que declarar inauténtico este texto, ya que la
De todas las abundantes imágenes propuestas en los capítulos ante- perspectiva futura del juicio no es extraña a Jn, como tampoco la del
riores, en este texto final tan sólo se recoge la de la luz, en armonía con último día36.
el contexto que presenta al revelador del Padre. Jesús (Ego), venido al
mundo, se identifica con la luz, con lo que resuena aquí un eco del
prólogo (1, 9; cf. 3, 19). Las tinieblas en las que el creyente no Su mandato es vida eterna (12, 49-50)
permanece son las tinieblas originales de la separación de los hombres
de Dios, de su no-conocimiento radical, que los priva de «vida» (cf. La última pareja de versículos, que se despliega en una sola frase,
1,4). Jesús ha venido a librar de ellas, por medio de su palabra. En comienza por hóti («porque») y viene a dar un fundamento a las
efecto, la luz se comunica a través de las palabras dichas por el Hijo. afirmaciones anteriores por la relación personal de Jesús (Ego: v.
El término rhemata se encontraba ya en labios del Bautista: 49.50) con el Padre a la que orienta la fe en Jesús. Aquí la apelación
«aquel que me ha enviado» se explícita con la designación del «Padre».
Aquel que Dios ha enviado pronuncia las palabras de Dios (3, 34) Del Padre es de quien Jesús ha recibido todo cuanto dice y manifiesta37;
él no habló «a partir de sí mismo» (cf. 5, 30; 8, 26). Es verdad que
El «oír» puede quedarse en una simple audición29, pero tiene que la idea de que Dios pone sus palabras en labios de un Enviado, con-
convertirse en una escucha y en una impregnación interior30. «Guardar» cediéndole plena autoridad, se encuentra —como ya se ha señalado38—
las palabras de Jesús significa lo mismo que «creer» (cf. 17, 6). En en el Deuteronomio al hablar del «profeta como Moisés» (Dt 18, 18s),
efecto, es a la fe adonde deben conducir, y por tanto a la «vida». La y que cabe preguntar si Jn no situará aquí a Jesús en el papel del
frase del v. 47, condicional, concierne aquí a la no-acogida, cuya profeta esperado, como un nuevo Moisés que propone la vida o la
consecuencia es el juicio, en el sentido de pérdida definitiva. Esta muerte39. Sin embargo, las menciones del «profeta» a propósito de
consecuencia es intrínseca. De hecho, el juicio no es pronunciado por Jesús han sido descartadas por Jn40. De todas formas, la relación del
Jesús, que tiene la misión, no de condenar, sino de salvar al mundo
(cf. 3, 17, en donde se señala esto como el motivo del envío del Hijo 32 Única mención en Jn, cf Le 10, 16, Jer 15, 15
33 Sobre el paso de las palabras a la Palabra y al revés, compárese 8, 47 con
por el Padre)31. 8, 43 51, 15, 7 con 15, 3 y 17, 8 con 17, 6 14
34 17, 6 14 17, cf 5, 38
26 14, 9s Este mismo giro se encuentra en 13, 20 «El que me recibe, recibe 35 8, 31 51, 15, 3
al que me ha enviado» Esta palabra, prescindiendo de los matices del vocabulario, 36 Cf 5, 28s (supra, 50s) y 6, 39 40 44
es paralela a Mt 10, 40 37 La diferencia entre legein y lalein resulta difícil de traducir a nuestras
27 2, 23, 6, 19, 7, 3 lenguas Hemos intentado traducir el verbo más especial laléd por «expresar», aunque
28 Cf Traets, Voír Jésus et le Pere en luí, Rome 1967, 214-225 el término «hablar» sería más adecuado
29 6, 60, 9, 40, 12, 29, 19, 8 38 M J O'Connell, ThSt 21 (1960) 351-403, M E Boismard, RB 68 (1961)
30 5, 24, 8, 43 47, 18, 37 510, R E Brown, I, 757
31 En 8, 15s («yo no juzgo a nadie») la afirmación es matizada, cf 8, 26 y 39 Dt 30, 15 19, 32, 47
también 5, 22 30 40 Cf 6, 14 (supra, 91s).
394 Lectura del Evangelio de Juan 12, 37-50

Hijo con el Padre no puede compararse con la relación de Moisés con OBRAS CITADAS MAS FRECUENTEMENTE
Dios. Jesús «sabe» con un conocimiento inmediato lo que quiere y
dice el Padre. Agustín, Sobre el Evangelio de san Juan, en Obras XIV, Madrid 21969.
La unidad de Jesús y del Padre se afirma aquí desde el ángulo de Barrete, C. K., The Gospel according to St. John, London 21978 (=C. K.
la fidelidad perfecta del uno al mandato del otro. El término entolé Barren).
aparece en dos ocasiones (v. 49.50) y se precisa su finalidad, el don Bernard, J. H., A Critical and Exegetical Commentary on the Gospel according
to St. John, Edinburg 1928 (=J. H. Bernard).
de la vida divina. Este mandato del Padre no es para Jesús un impe-
Blank, J., Das Evangelium nach Johannes (4 vols.), Dusseldorf 1977-1981
rativo exterior, ya que la voluntad del Hijo y la del Padre no forman
(=J. Blank).
más que una sola realidad (5, 30; 6, 38): el Padre y el Hijo están — Krisis, Freiburg i. B. 1964 (=Krisis).
igualmente vueltos hacia los hombres. El término «mandato», que ha Boismard, M. E., L'Evangile de Jean, Paris 1977 (M. E. Boismard).
adquirido para nosotros una cierta dureza, es bíblicamente un principio Brown, R. E., El Evangelio según Juan (2 vols.), Madrid 1979 (=R. E.
de vida cuando es mandato de Dios: «El hombre no vive de pan Brown).
solamente, sino de todo lo que sale de la boca de Dios» (Dt 8, 3). Bultmann, R., Das Evangelium des Johannes, Góttingen 21941 (=R. Bultmann).
Aquí el término está en singular y no se trata de un precepto, sino de Cirilo de Alejandría, Comm. in Jo. Ev., PG 73-74.
la vida entera del Hijo: si la primera mención se refiere a las palabras Crisóstomo, Homiliae LXXXVIII in Joannem, PG 59, 23-482.
que hay que decir, la segunda podría tener una amplitud distinta: Jesús Dodd, C. H., La interpretación del cuarto evangelio, Madrid 1978 (^Inter-
anunciaba con esta misma expresión su paso pascual (10, 18). pretación).
— La tradición histórica del cuarto evangelio, Madrid 1978 (=Trad. hist.).
A pesar de haber sido pronunciado con la autoridad soberana del
Hanchen, E., Johannesevangelium, Tübingen 1980 (=E. Hánchen).
Hijo, este texto tiene todo el acento de un alegato y recuerda desde Hoskyns, E., The Fourth Gospel, London 21947 (=E. Hoskyns).
este punto de vista la respuesta de Jesús a los dirigentes que le acusaban Lagrange, M. J., Evangile selon S. Jean, Paris 31927 (=M. J. Lagrange).
de hacerse igual a Dios. Estas palabras finales resuenan con las grandes Léon-Dufour, X., Los evangelios y la historia de Jesús, Madrid 1982.
afirmaciones del Hijo sobre sí mismo: él no existe más que por su — Estudios de evangelio, Madrid 21982.
fidelidad a aquel que es «el Padre» sin más. Padre de Jesús ciertamente, — Jesús y Pablo ante la muerte, Madrid 1984.
pero también de todos los que se hacen discípulos suyos. Logos de — Los milagros de Jesús, Madrid 1979.
Dios, Jesús ha venido a expresar al Padre que da la vida. — La fracción del pan, Madrid 1983.
Lightfoot, R. H., St. John's Gospel, Oxford 1956 (=R. H. Lightfoot).
Lindars, B., The Gospel of John, London 1972 (= B. Lindars).
Loisy, A., Le Quatriéme Evangile, Paris 1903 (=A. Loisy).
Malatesta, E., St. John's Gospel, Roma 1967 (=E. Malatesta).
Mollat, D., L'Evangile selon saint Jean (Fascicule de la Bible de Jérusalem),
Paris 31973 (=D. Mollat).
Odeberg, H., The Fourth Gospel, Uppsala 1929, Amsterdam 1968 (=H. Ode-
berg).
Orígenes, Commentaire sur saint Jean, en Sources Chrétiennes 120 (Paris
1966), 157 (1970), 222 (1975), 290 (1982).
Potterie, I. de la, La Vérité dans saint Jean (2 vols.), Roma 1977 (=1. de la
Potterie).
Schnackenburg, R., El Evangelio según san Juan (3 vols.), Barcelona 1980
(=R. Schnackenburg).
Tomás de Aquino, Super Evangelium S. Joannis Lectura, Tormo 1952 (=Santo
Tomás).
Westcott, B. F., The Gospel according to St. John, London 1908 (=B. F.
Westcott).
SIGLAS DE LOS INSTRUMENTOS DE TRABAJO,
REVISTAS Y COLECCIONES

BD Blass-Debrunner, Gramattk des neutestamenthchen Gnechisch


Gottingen 1954
Bib Bíblica (Roma)
BLE Bulletin de Litterature Ecclesiastique (Toulouse)
BTB Bibhcal Theology Bulletm (Roma)
BZ Bibhsche Zeitschnft (Paderborn)
CBQ The Cathohc Bibhcal Quarterly (Washington)
DBS Dictwnnaire de la Bible Supplement (París)
DNT Diccionario del nuevo testamento Madrid 1977
EKK Evangehsch Kathohscher Kommentar zum Neuen Testament
(Neukirchen)
EstBib Estudios Bíblicos (Madrid)
EvTh Evangelische Theologie (Munchen)
GNT Greek New Testament 31975
HTR The Harvard Theological Review (Cambndge/Mass )
JBL Journal of Bibhcal Literature (Boston)
NRT Nouvelle Revue Theologique (Tournai-Louvain)
NTS New Testament Studies (Cambridge)
PG Patrología Graeca ed J -P Migne (Pans)
RB Revue Bibhque (París)
RHPR Revue d'Histoire et de Philosophíe Rehgieuses (Strasbourg)
RevThom Revue Thomiste
RSR Recherches de Science Rehgieuse (París)
SB Strack Bülerbeck, Kommentar zum NT aus Talmud und Midrasch
(Munchen)
SC Sources Chretiennes (París)
ThSt Theological Studies (Woodstock)
TOB Traduction Oecumemque de la Bible
TTZ Tnerer Theologische Zeitschnft (Tner)
TWNT Theologisches Worterbuch zum Neuen Testament (Stuttgart)
VTB Vocabulario de teología bíblica Barcelona 1967
WB6 W Bauer Worterbuch zum Neuen Testament (Berlín)
ZNW Zeitschnft fur die Neutestamenthche Wissenschaft (Berlín)
ZTK Zeitschnft fur Theologie und Kirche (Tubingen)
ÍNDICE GENERAL

Prólogo 9

Introducción 11

EL HIJO DE DIOS SANA AL HOMBRE (5, 1-47) 15

U N ENFERMO SE PONE A CAMINAR (5, 1-15) 20

El marco del milagro 22


Jesús y el enfermo 25
Era sábado aquel día 27

JESÚS RESPONDE A LOS JUDÍOS (5, 16-18) 30

E L MISTERIO DEL HIJO (5, 19-47) 35

1. La revelación (5, 19-30) 36


2. El testimonio del Padre en favor de Jesús de Nazaret (5, 31-47). 53
Otro da testimonio de mí 54
Escudriñar las Escrituras 59
Relectura del relato de milagro 64

Apertura 67

EL MISTERIO DEL PAN DE VIDA (6, 1-71) 71

E L SIGNO DE LOS PANES (6, 1-25) 80

Jesús da los panes con esplendidez (6, 1-15) 80


La escenificación 81
La preparación del banquete maravilloso 84
El banquete 88
Lo que sobra de los panes 89
Jesús ante la reacción de la gente 91
Jesús se reúne con los discípulos y con la gente (6, 16-25) 94
400 índice general Índice general 401

EL PAN DE LA VIDA (6, 25-71) 102 JESÚS Y LA MUJER ADULTERA (7, 53-8, 11) 245
La petición del pan verdadero y vivificante (6, 24b-34) 104 Una lectura cursiva 248
El discurso y sus lecturas 110 Repaso simbólico 251
La distribución del discurso 113 Apertura 254
I. Jesús, pan del cielo: creer en él (6, 35-47) 114
La objeción de los judíos 120 LUZ NUEVA Y PASTOS ABUNDANTES (9, 1-10, 21) 255

II. Jesús, pan vivo que se da a comer (6, 48-58) 125 E L SIGNO DEL CIEGO DE NACIMIENTO CONVERTIDO EN VIDENTE (9, 1-38). 260
El pan que yo daré es mi carne 127 El signo constatado (9, 1-12) 262
La objeción de los judíos 129 El signo discutido (9, 13-34) 269
El misterio del Pan vivo 130 Epílogo (9, 35-38) 272
Una relectura sacramental 139
UNA CONTROVERSIA (9, 39-41) 275
ni. La clave del discurso y la opción de los Doce (6, 59-71) . . . 140
La subida al cielo del Hijo del hombre y la función del Espíritu. 141 Apertura 277

La opción de los Doce 148 U N DISCURSO EL BUEN PASTOR (10, 1-21) 280
Conclusión 152
Un cuadro simbólico (10, 1-6) 283
Apertura 154 Yo soy la puerta (10, 7-10) 287
El buen Pastor (10, 11-18) 290
LA LUZ DE LA VIDA (7-8) 159 Jesús, el buen Pastor 294
En el horizonte del don de sí 295
¿QUIÉN ES JESÚS DE NAZARET? (7, 1-52) 165 a) Un solo rebaño, un solo Pastor 296
Jesús sube a Jerusalén (7, 1-13) 167 b) En el secreto del don de sí 298
¿Jesús es acaso el Cristo? (7, 14-52) 173 Epílogo (10, 19-21) 299
¿Qué valor tiene su enseñanza? 174
Apertura 301
¿No ha violado el sábado? 176
Nosotros sabemos de dónde viene Jesús 178
Por un poco de tiempo todavía 181 LA ULTIMA CONFRONTACIÓN (10, 22-42) 305
Si alguien tiene sed 184
La división en el pueblo 190 JESÚS DEVUELVE LA VIDA A LÁZARO (10, 40-11, 54) 319
¡Nunca un hombre ha hablado así! 191 Escenificación (11, 1-6) 324
Frente a la muerte (11, 7-16) 326
Apertura 195
Jesús y Marta: «Yo soy la Resurrección y la Vida» (11, 17-27) . . 329
La victoria sobre la muerte (11, 28-44) 332
Yo SOY (8, 12-59) 198
La decisión de dar muerte a Jesús (11, 45-54) 340
El testimonio de Jesús (8, 12-30) 204 Apertura 345
Incluso a través de la muerte 210
La filiación divina (8, 31-59) 217
ANTES DE LA ULTIMA PASCUA (11, 55-12, 36) 349
El Hijo liberador 220
¿Vuestro padre? ¡No lo es Dios, sino el diablo! 225 LA UNCIÓN EN BETANIA (11, 55-12, 11) 351
Jesús es sin pecado 231
Jesús y la muerte 233 Estructura del relato 353
Jesús existía antes que Abrahán 235
Apertura 240 JESÚS ACLAMADO POR LA GENTE (12, 12-19) 358
402 índice general

H A LLEGADO LA HORA DE LA GLORIHCACIÓN (12, 20-36) 363

La coyuntura 365
El discurso 365
La fecundidad de la caída en tierra 367
Jesús en lo más profundo de la caída en tierra 370
El triunfo por la cruz 376
Ultima llamada a creer en la luz 379

EPILOGO (12, 37-50) 383

E L MISTERIO DE LA INCREDULIDAD (12, 37-43) 383

El hecho de la incredulidad 385


El testimonio de Isaías 385
Un correctivo 389

CREER EN JESÚS, PALABRA DE DIOS (12, 44-50) 390

Creer en Jesús es creer en aquel que lo ha enviado 391


Jesús, luz y palabra de Dios 392
Su mandato es vida eterna 393

Obras citadas con mayor frecuencia 395


Siglas de los instrumentos de trabajo, revistas y colecciones 397

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