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ASIGNATURA:
PSICOLIINGÜSTICA
TEMA:
ESCRITURA Y LECTURA
ESTUDIANTES:
CHACHAPOYAS – PERÚ
2021
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ÍNDICE
INTRODUCCION............................................................................................................................3
MARCO TEÓRICO..........................................................................................................................4
ORÍGENES DE LA ESCRITURA....................................................................................................4
PERCEPCIÓN DE LA INFORMACIÓN ESCRITA............................................................................7
RECONOCIMIENTO DE PALABRAS ESCRITAS..........................................................................12
MODELOS DE RECONOCIMIENTO DE PALABRAS ESCRITAS........................................................15
BASES NEUROLÓGICAS DE LA LECTURA.................................................................................16
CONCLUSIONES:.................................................................................................................19
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I. INTRODUCCION
En el presente trabajo abarcaremos el tema de la escritura y lectura y todo
lo que respecta a ello entenderemos de que el individuo comienza a aprender el
lenguaje desde el día que nace. Aprende a usar el lenguaje para expresar
emociones y comunicarse con los demás. Durante la etapa temprana del
desarrollo del lenguaje, se aprende destrezas que son muy importantes, pues este
es uno de los instrumentos más importantes para todo niño en el proceso de
conocer el mundo que le rodea y establecer sus primeras relaciones de afecto. En
este contexto, leer y escribir, son herramientas del lenguaje, los cuales se
convierten en la fórmula perfecta para incrementar el aprendizaje y el desarrollo
en general.
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cognitiva que explica las funcionalidades léxica y semántica; y otra, motora que
explica los actos finos y exactos implicados en la escritura.
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parte, el japonés), pero lo más importante está claro: fue la base del alfabeto
fenicio.
C. Los Fenicios
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viéndose en la situación de privilegio que le otorgaba su incomparable
influencia cultural, influyó allá donde tuvo presencia.
El alfabeto latino recibió ese nombre por ser del Lacio, región donde
se encuentra Roma. Es el propio de la mayoría de lenguas del mundo
occidental. Pero también de otras como vietnamita y de muchas otras
lenguas de lugares donde la colonización europea tuvo importancia.
A B C D E F Z H I K L M N O P Q R S T V X. La letra C representaba el
sonido de la G en “gato”. La V era nuestra vocal U. La letra Z, al poco
tiempo, cayó en desuso y se eliminó. En cambio, la C tomó el valor de la K,
que se convirtió en marginal. La C, así, representaba tanto el sonido K como
el de nuestra G. Al poco tiempo se ideó el palito de la C para diferenciarla
de la que sonaba como K. Así nació la G, que tomó el lugar en el hueco que
había dejado la Z.
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Después de la conquista de Grecia, y dado el aluvión de palabras
griegas que invadían la lengua latina, se introdujo de nuevo la Z. Se hizo
para representar el sonido sonoro de la s en “maison”, en francés, o la z en
“amazing”, en inglés. Es el mismo sonido de la ese española, pero moviendo
las cuerdas vocales. También la Y, para representar el sonido que tanto nos
cuesta de la U francesa. Esa vocal entre una u y una i. Las dos letras
transcribían sonidos griegos, y solo la élite romana se preocupaba por
pronunciarlos. Estos sonidos no existían en el habla del pueblo.
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Cuando vamos a empezar con la acción de leer primeramente
colocamos el texto frente a nuestros ojos, pero, aunque nuestro campo
visual es amplio ya que recordemos que abarca casi 180°, nuestra
agudeza visual es la que se encuentra limitada es decir la Zona de la
Fóvea en el centro de la retina, esta zona ocupa solo 3° lo cual significa
que únicamente podemos ver unas 10 o 12 letras, es decir, dos palabras
cortas (p.ej., «hace tiempo»). Al mirar solos dos palabras o una grande,
realizamos movimientos para poder mirar y leer las otras palabras que
siguen en un texto, es por ello que nuestras vistas se desplazan a una
nueva posición realizando de esta manera movimientos o saltos bruscos
denominados “Movimientos Sacádicos”.
Así mismo, cuando leemos nuestros ojos se fijan en una zona del
texto, generalmente se comienza por la parte de arriba a la izquierda-
para procesar la información de la primera o las primeras dos palabras y
a continuación realizan un movimiento sacádico que los sitúan un poco
más a la derecha para procesar las palabras siguientes. Nueva fijación y
nuevo movimiento sacádico hasta llegar al extremo derecho de la página.
En ese momento nuestros ojos producen un salto hacia atrás, al inicio de
la segunda línea para detenerse en la primera o las primeras palabras y
continuar después avanzando a lo largo de la frase. Ese proceso se repite
a lo largo de todas las líneas del texto.
Es decir, durante los períodos de fijación extraemos la
información de las palabras y accedemos a su significado y
pronunciación, y durante los movimientos sacádicos desplazamos nuestra
atención a la siguiente parte del texto. Los períodos de fijación dependen
mucho del lector y del tipo de texto, pero el promedio es de unos 200 o
250 ms. En cambio, en los movimientos sacádicos el tiempo medio de
duración es de unos 20 a 40 ms. Rayner y McConkie han sido dos
personajes que más investigación han realizado acerca de los
movimientos oculares durante el proceso de lectura, dichos autores
mencionados encontraron en sus investigaciones saltos de sólo dos
caracteres y saltos de hasta 18 caracteres en sólo unas pocas líneas de
separación (contando letras y separaciones entre letras). Además, que,
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durante la lectura, nuestros ojos pasan el 90 % del tiempo percibiendo las
palabras y el 10 % cambiando hacia nueva información.
En muchas ocasiones ha pasado que los saltos en vez de ir hacia delante,
van en retroceso o regresión es decir se dirigen hacia atrás, hacia la zona
del texto que ya se ha leído y ante ellos nos preguntaremos, ¿Por qué
sucede eso? Sucede cuando el lector no esta entendiendo el texto se
presenta este hecho de no entender cuando el texto es complejos o
muchas veces el lector presenta dificultades como por ejemplo los niños
disléxicos realizan muchas regresiones.
Ante lo mencionado anteriormente surge esta interrogante,
¿Cómo se decide entonces donde deben aterrizar los ojos para iniciar la
siguiente fijación? McConkie y Rayner demostraron que, durante una
fijación, el lector se sirve de la información parafoveal distante, es decir,
la información borrosa que percibe por el «rabillo del ojo», para decidir
el lugar del texto adonde dará el salto para la próxima fijación. Esta
información parafoveal no es suficiente para reconocer las palabras, por
lo que no puede informar sobre qué palabras son más importantes y
deben atraer la atención del lector, pero sí es útil para conseguir
información superficial que ayuda a decidir qué parte de la frase puede
ser clave. Por otra parte, en la propia fijación hay un sesgo hacia la
derecha, debido a que la lectura va de izquierda a derecha, al menos en
nuestro sistema alfabético, de modo que nuestros ojos van buscando
información hacia la derecha. Por eso, de las 10 o 12 letras,
aproximadamente, que fijan nuestros ojos, no hay 5 o 6 para cada lado,
sino 3 o 4 hacia la izquierda y 7 u 8 hacia la derecha. Estas estrategias de
decisión sobre la dirección de los movimientos sacádicos tienen gran
importancia para una lectura eficiente y se adquieren y perfeccionan con
la práctica, por eso hay grandes diferencias entre los buenos y malos
lectores.
Al seguir revisando investigaciones sobre estos contenidos
encontramos a Rayner (1981), quién comprobó que de los 200-250 ms
que normalmente dura cada fijación, la extracción de la información
visual sólo requiere de los primeros 50 ms. Entonces, si sólo necesitamos
50 ms, ¿por qué continúan nuestros ojos parados sobre esa parte del
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texto? ¿Qué hacen los 200 ms restantes? La respuesta es que el sistema
cognitivo necesita un tiempo para procesar esas palabras, es decir, para
acceder a su significado y a su pronunciación, y mientras no termina de
hacer ese trabajo no recoge más información. De manera que los ojos
sólo se mueven cuando se termina de procesar la información. Esta
coordinación ojo-mente es la que marca la velocidad lectora y la que
hace que nuestros ojos no puedan avanzar más rápido de lo que la mente
les permite, si queremos tener una lectura comprensiva del texto. Por eso,
los métodos de lectura que anuncian el aumento de la velocidad lectora,
moviendo los ojos de manera más rápida, lo que consiguen ganar en
velocidad lo pierden en comprensión.
Identificación de letras
Las primeras tareas que nuestro sistema lector realiza en los
milisegundos que dura la fijación es la identificación de las letras. Según
esta hipótesis, los lectores disponemos de representaciones con las
formas de cada letra, una especie de plantillas con las que vamos
comparando las letras que vemos escritas. Esta hipótesis es intuitiva,
pero tiene el inconveniente de que no nos bastan 27 plantillas una para
cada letra, ya que las letras pueden escribirse de maneras muy diferentes,
en mayúscula, minúscula, script, cursiva, etc. Por lo que necesitaríamos
multitud de plantillas para poder reconocer cada una de las letras.
Actualmente tenga más defensores la hipótesis de rasgos, según
la cual cada letra se define por una serie de rasgos, de manera que,
cuando el sistema detecta determinados rasgos, deduce de qué letra se
trata, por ejemplo, la detección de los rasgos línea vertical y dos líneas
horizontales, una arriba y otra en el medio lleva a la letra ´´f’’, línea
vertical y punto arriba a la letra ‘´i’’, etc. Esta teoría es más económica
porque con unos cuantos rasgos se definen todas las letras y se pueden
reconocer con independencia del estilo con el que estén escritas. Sólo es
necesario que cuenten con los rasgos definitorios que caracterizan a cada
letra.
Esta hipótesis se ajusta mejor al funcionamiento cerebral, ya que
nuestro sistema visual cuenta con unos detectores de rasgos (células
simples y complejas en el área visual primaria) que se activan ante estos
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rasgos que definen las letras (línea, vertical, línea horizontal, línea
inclinada, círculo, etc.).
Se olvida pronto de cuáles fueron los rasgos que permitieron su
identificación, es decir, si la letra estaba en mayúscula, en minúscula, en
script, etc., o incluso si estaba incompleta y le faltaba algún rasgo, ya que
lo que se conserva es una representación abstracta de la letra.
En un famoso experimento, McConkie y Zola (1979) presentaban
oraciones en una pantalla en las que las palabras tenían las letras
alternadas entre mayúsculas y minúsculas:
«LaStRoPaSeNeMiGaSaVaNzAbAnAgRaNvElOeldAd…»
Hay pocas dudas de que la identificación de las letras que
componen las palabras es un paso previo y necesario para su
reconocimiento, pues los datos empíricos son claros:
El origen de esta hipótesis global se remonta a los trabajos
pioneros de Cattell de finales del siglo xix sobre reconocimiento de
palabras presentadas durante un tiempo breve en el taquistoscopio, un
aparato que permitía presentar estímulos visuales de forma breve y
controlada y que, hasta la década de los setenta, era habitual en los
laboratorios de psicología. Cattell comprobó que los sujetos tenían más
dificultades para identificar letras cuando se presentaban aisladas que
cuando formaban parte de una palabra.
Pillsbury presentaba a sus participantes durante un breve tiempo
palabras que tenían una letra borrosa por llevar encima una “x” para que
las identificasen. A pesar de la “x”, los individuos identificaban
perfectamente las palabras y, además, la mayor parte de las veces no eran
conscientes de la existencia de la “x” (Cuetos, 2008).
Estos primeros experimentos tuvieron un gran mérito, mostraban
algunos problemas metodológicos importantes. Uno de ellos es que, en
las presentaciones taquistoscópicas, los sujetos, más que reconocer las
palabras, muchas veces las adivinan. Con un poco de información que
perciban de la palabra pueden llegar a adivinar el resto. Los tiempos para
responder a las palabras son mucho mayores que para responder a las
letras. Esta hipótesis del reconocimiento global no tiene una respuesta
clara a la pregunta de qué es exactamente lo que nos permite reconocer
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las palabras, si no son las letras individuales. ¿Es acaso su contorno o
perfil?
Parece poco probable que sean los perfiles, ya que tenemos que
reconocer miles de palabras diferentes por lo que necesitaríamos
disponer de miles de perfiles distintos.
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Decisión léxica visual: se presentan los estímulos en forma escrita. El
participante debe decidir lo más rápidamente posible si una serie de letras
es, o no, una palabra de su idioma pulsando uno de dos botones o teclas. La
mitad de los estímulos suelen ser palabras y la otra mitad no-palabras.
Dependiendo de lo que se esté investigando, las no-palabras pueden estar
formadas por series de letras (p. ej., «mrfacpj») o pueden ser
pseudopalabras, es decir, series de letras que resultan pronunciables al igual
que las palabras (p. ej., «marjoto»). La decisión léxica visual fue usada antes
que la auditiva, y la emplearon por primera vez Ru-benstein, Garfield, y
Millikanen en 1970.
Lectura en voz alta: En esta tarea no hace falta tomar una decisión sobre el
estímulo. Simplemente se presentan palabras en la pantalla del ordenador
para que el participante las pronuncie en voz alta, lo más rápido posible. De
nuevo, la variable dependiente es el tiempo de reacción que transcurre desde
la presentación del estímulo hasta el inicio de la respuesta vocal. Su registro
lo realiza el ordenador gracias a una llave vocal, dispositivo que se activa
ante la llegada de la voz. El tiempo medio de lectura de las palabras se sitúa
en torno a los 500 ms (Cuetos y Barbón, 2006).
Es importante no olvidar que el tiempo registrado llega sólo hasta el inicio
de la respuesta; no se incluye, por lo tanto, el tiempo que consume la propia
pronunciación, el cual refleja otros factores que son distintos del acceso
léxico (la longitud y «pronunciabilidad» del estímulo, la velocidad
neuromotora del individuo, etc.).
Categorización semántica: en la tarea de categorización semántica se
presentan palabras pertenecientes a dos categorías diferentes (p. ej.,
animales domésticos frente a animales salvajes) para que los individuos
respondan pulsando uno de dos botones o teclas a cuál de las dos categorías
pertenecen. Esta tarea mide el acceso al sistema semántico, pues se supone
que para responder a qué categoría pertenece cada palabra el sujeto tiene
que acceder a su significado. De hecho, en esta tarea influyen algunas
variables denominadas semánticas, como la tipicidad (lo representativo que
es un estímulo de su categoría) o la imaginabilidad.
Movimientos oculares: Esta técnica ha adquirido importancia para estudiar
cómo reconocemos las palabras y para entender mejor cómo procesamos
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unidades mayores del lenguaje escrito. Hoy se dispone de varias técnicas,
con aparatos cada vez más ligeros y portátiles. El mecanismo básico
consiste en la emisión de un rayo de luz infrarroja al globo ocular, no visible
para el sujeto, y que resulta reflejado hacia un sistema de registro conectado
a un ordenador. Los movimientos del ojo hacen variar el ángulo del rayo
reflejado y, a través de cálculos matemáticos, el ordenador puede determinar
el sitio de la pantalla que el lector está mirando en cada momento.
Priming: consiste en la presentación de una palabra inmediatamente antes
de la que el individuo tiene que reconocer, aunque en este caso las palabras
se presentan de forma escrita. La palabra previa se denomina prime, y la que
el individuo tiene que reconocer, target. Generalmente, el prime se presenta
en letras minúsculas, y el target, en mayúsculas para que tape totalmente al
prime. En función de la relación entre el prime y el target y del tiempo de
separación entre ambos (SOA), los tiempos de respuesta varían
considerablemente.
RESULTADOS:
A partir de estas metodologías se ha ido acumulando un importante
cuerpo de conocimientos sobre el reconocimiento de las palabras escritas.
Hoy se dispone de abundante información sobre las características de las
palabras que determinan los tiempos que se tarda en acceder a su significado
y/o pronunciación. Aunque las diferencias entre las distintas palabras son
pequeñas (se trata de milisegundos, es decir, la milésima parte de un
segundo), aparecen de manera constante y en la mayoría de las personas:
tardamos unos milisegundos más en reconocer una palabra de ocho letras
que una de seis, tardamos unos milisegundos más en reconocer una palabra
de baja frecuencia que otra de alta frecuencia, etc.
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VI. BASES NEUROLÓGICAS DE LA LECTURA
El lenguaje escrito constituye una de las adquisiciones más complejas del
sistema nervioso humano. En él participan, además de los lóbulos cerebrales, el
cerebelo, los ganglios basales y el sistema periférico. De modo muy
esquemático, la habilidad lecto-gráfica requiere la participación de dos formas
de aprendizaje: una, esencialmente cognitiva que explica las funciones léxica y
semántica; y otra, motora que describe los actos finos y precisos implicados en
la escritura.
En esencia, la lectura activa los lóbulos occipitales (receptores visuales) y
otros como el frontal, el temporal y el parietal izquierdo, donde se sustentan
funciones importantes del lenguaje relacionadas con el reconocimiento de
palabras, los significados y el almacén léxico. Cuando leemos en voz alta, por
ejemplo, además de las estructuras antes mencionadas, también participan otras
del hemisferio derecho y el cerebelo. Sin la participación de estas últimas sería
imposible realizar funciones articulatorias y prosódicas. Algo similar ocurre con
la escritura, en la que hay que añadir las ejecuciones finas y precisas del
miembro superior para ejecutar grafías. Esta descripción es una simplificación
de una tarea compleja realizada por el cerebro humano, un órgano dotado
genéticamente para hablar y preparado desde el mismo momento del nacimiento.
La maduración del SNC queda definida por dos fenómenos:
Histogénesis, que facilita la formación de células nerviosas con una disposición
determinada; y hodogénesis, que permite la conexión entre células por
crecimiento de las sinapsis. La hodogénesis permite que las células nerviosas se
comuniquen entre sí y transmitan información procesada y almacenada a lo largo
del circuito. Las actividades de comunicación y transmisión son fundamentales
para la supervivencia de la especie. La histogénesis tiene lugar durante la
gestación con participación primordial de los factores genéticos, mientras que la
hodogénesis es un proceso que se prolonga a lo largo de la vida extrauterina y en
ella intervienes factores externos como la nutrición y el aprendizaje. En suma,
no podemos influir en el número de neuronas, pero sí en la riqueza y
multiplicación de las conexiones (Marín-Padilla, 1995 y Narbona, 1996).
Histogénesis
Las vesículas encefálicas se aprecian en el embrión entre el segundo y
tercer mes de gestación. En la matriz germinal subependimaria existe una
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intensa proliferación celular que va a dar origen a las neuronas y a las células
de la glía, (astrocitos y oligodendrocitos). A partir de la cuarta semana de
gestación, se observan en el cerebro embrionario cuatro capas: la marginal y
cortical, que darán lugar al córtex; la zona intermediaria pluricelular, que dará
lugar a la sustancia blanca, y la zona germinal en donde prosigue la intensa
multiplicación celular. Tras el proceso de multiplicación celular, las neuronas
emigran para ocupar su lugar definitivo en el córtex, cerebelo y núcleos de la
base. Este proceso, tiene lugar a lo largo de unos cien días en el segundo
trimestre de la gestación y está guiado por células gliales que establecen los
caminos a lo largo de los cuales viajan las neuronas, que literalmente trepan
por estas vías, emitiendo unos pequeños filamentos a modo de pies trepadores,
que suben desde la matriz germinal hasta su destino último en las estructuras
ya referidas. Una vez terminada la migración, las neuronas se liberan de sus
guías, las cuales por un proceso de involución desaparecen.
Hodogénesis
Este proceso comprende la formación de las sinapsis y los circuitos
cerebrales. Tiene lugar de modo acelerado durante el tercer trimestre de
gestación y los dos primeros años de vida extrauterina. Continúa de modo
activo durante los diez primeros años y posteriormente prosigue, aunque a un
ritmo mucho más lento durante el resto de nuestra vida (pensemos que nunca
dejamos de aprender). En resumen, el aprendizaje irá remodelando los
circuitos, que establecerán nuevas conexiones en función de este factor
estimulante.
En un primer momento, existe un crecimiento de dendritas y axones
exagerado; no todos ellos van a conseguir establecer una sinapsis; aquellos que
no lo consiguen, involucionan hasta llegar a la muerte de la neurona de la que
proceden.
Esta muerte neuronal programada es necesaria para el correcto
funcionamiento del sistema. Las prolongaciones de las neuronas se envuelven
de una vaina de mielina, cuya misión es facilitar la conducción del potencial de
acción o mensaje. La vaina de mielina está constituida por una matriz de
proteínas y lípidos. El inicio y la duración de la mielinización son diferentes
según qué parte del sistema nervioso considere, ya que existe una estrecha
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correlación entre el momento de mielinización de una estructura y la
adquisición de su función (sensorial, motriz o de lenguaje).
Por ejemplo, la mielinización de los pares craneales implicados en las
praxias orolinguofaciales y mecanismos de succión, deglución y emisión de
sonidos termina en el momento del nacimiento. La mielinización de la vía
acústica central pretalámica termina al final del primer año; mientras que la vía
óptica postalámica finaliza con el primer semestre de vida extrauterina: Las
vías motrices cortico espinales lo hacen al término del primer año y los haces
asociativos intra e interhemisférica realizan la mielinización a lo largo de los
diez primeros años. El paralelismo existente entre la adquisición de los
diferentes hitos madurativos neurológicos y la mielinización, fue establecido
por Lecours (1975).
Sobre este cerebro maduro, en cuanto al número de neuronas, empiezan
a asentarse las funciones del lenguaje, como resultado de un proceso de
aprendizaje, que se extiende a lo largo de los años. Algunos autores plantean
que, en condiciones normales, la fonología requiere de los cuatro primeros
años de vida para terminar su implantación y la sintaxis de los seis primeros
años. Este proceso de aprendizaje implica que las neuronas van aumentando y
enriqueciendo el número de conexiones que establecen entre ellas. Debemos
recordar que este proceso no termina nunca y que somos capaces, en
condiciones normales, de seguir aprendiendo, aunque lentifiquemos el ritmo,
a lo largo de toda nuestra vida.
VII. CONCLUSIONES:
Para efectuar la lectura debemos de tener en cuenta que realizamos dos
acciones importantes las cuales son: Los movimientos sacádicos, estos se
refieren a los movimientos que nosotros realizamos para desplazar a una
nueva posición las vistas para poder seguir leyendo la palabra que continua
en un texto y esa duración de movimiento es de unos 20 a 40 ms. La otra
acción seria las fijaciones que es un periodo en donde nosotros fijamos
nuestra atención en las palabras del texto para así poder extraer información
de las palabras, su significado y pronunciación este periodo comprende de
200 a 250 ms. Como pudimos comprender estas dos acciones hacen posible
el proceso de lectura.
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Se tuvieron diferentes hipótesis para la identificación de letras, pero parece
mucho más seguro y económico identificar previamente las letras, pues
basta con disponer de representaciones para las 27 letras para poder
reconocer cualquier palabra.
En los últimos años no dejan duda sobre la necesidad de identificar
previamente las letras para reconocer las palabras, la mayoría de los
modelos de lectura incluyen esa operación como un paso previo y necesario.
Una de las áreas más importantes y donde mayor activación se produce
cuando leemos es la zona parietotemporal, que incluye el área de Wernicke
y las circunvoluciones angular y supra marginal. En esta área se integra la
información visual con la fonológica, siendo, por lo tanto, donde se realiza
la conversión de los grafemas en fonemas para que las palabras puedan ser
reconocidas como si se tratase de palabras habladas.
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