Está en la página 1de 1

Como discípulo y apóstol, Mateo siguió a Jesús, fue testigo de su Resurrección y Ascensión, y

recibió el Espíritu Santo junto con María y los otros apóstoles. De su carrera posterior, no
sabemos mucho, aunque tenemos la certeza de que continuó predicando el Evangelio durante
toda su vida y que murió mártir.
Si hay algo que realmente podemos destacar de San Mateo, es su disponibilidad para seguir el
llamado de Cristo. Jesús le dice "sígueme" y él, sin dudas ni preguntas, lo hace. Ante esa
invitación, tiene dos alternativas: quedarse, seguir con su vida cómoda y sin preocupaciones,
pero vacía y sin sentido, o arriesgarse, dejarlo todo, y acompañar a Cristo.
Nuestra época se caracteriza por ser una en donde se pone al confort y la falta de esfuerzo por
encima de todo; la gente habla de la muerte de los ideales. Nosotros, que también hemos sido
convocados, nos encontramos frente a la misma decisión que debió tomar Mateo: replegarnos
sobre nosotros mismos, o arriesgarse a seguir a Cristo, anunciándolo, sabiendo que el tesoro
que hemos recibido es para ser compartido. Nadie puede quedar ajeno a este llamamiento. El
saber que Jesús nos ama y nos invita a seguirlo, debe ser para nosotros, como lo fue para
Mateo, motivo de alegría y motor para la evangelización en nuestro entorno, a lo largo de
nuestra vida. Y la vida y muerte de Mateo, ejemplo e ideal.

También podría gustarte