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Número 1, Julio-Agosto

Ficción y realidad
arteficio
Literatura y artes visuales

Ficción y realidad
Num. 1
Julio-agosto de 2019
Ciudad de México
México

Editor
Manuel Hernández Borbolla

Diseño
Miguel Ángel Hernández

Imagen de portada
Manuel Hernández Borbolla

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Arteficio

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Índice
6 Manifiesto Ficcionalista 58 Sos una tonta
Roberto Velasco
22 Efe
Marina Viveros 60 Once días
Miguel Ángel Hernández
23 Sobre la ficción
Carlos F. Lima 62 No pasa nada
Dekósimo
25 ¿Qué es la ficción?
Luis Velázquez 64 El Club de los Absurdos
Ian García
26 Un poco agitado
Roberto Velasco 70 Patología social
Nestor López
30 La suma de todas las fuerzas
Carlos Adampol Galindo 74 Las dos velas
Nancy Puga
44 El poder de las bestias (o la nueva vida)
Gretta Penélope 76 Sortilegio
Don Güero
48 Locked in syndrom
Juan Bello 80 Deporte sonámbulo
Luisa F. Arellano
50 Magia pura
Estibaliz Márquez

54 María la vendedora de Marv


Elías Lozada

56 La máquina succionadora de sueños


Manuel Hernández Borbolla
arteficio

Imagen: Fernando Vicente https://www.fernandovicente.es/

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Fraseo

“En el mundo real nos ocurren cosas


que se parecen a la ficción.

Y si la ficción resulta real, entonces


quizá debamos reconsiderar nuestra
definición de realidad”.

Paul Auster

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Manifiesto
Ficcionalista
arteficio

Ficción es la sustancia de la que está hecha la realidad.


Y la ficción no es sino la narración de ese sueño transparente
que es la vida y es también la muerte,
el sueño de la energía que fluye por el caudaloso río de la existencia,
porque la vida que es también amar,
es dolerse, es reír y llorar, es sentir, sentir, sentir mucho,
con el alma dilatada y el corazón desbordado.

Antes que la lógica


fue la metáfora,
antes que concepto
la palabra fue sonido.
Toda ficción es poesía fósil
y por eso
en el tiempo primigenio
los primeros cuenta cuentos
fueron los poetas que cantaban
las grandes gestas de la tribu.

La poesía es siempre una poesis,


es la concreción de lo mental en el ámbito físico,
es la sensibilidad convertida en acción.

Más que un decir, la poesía es un hacer.

Por eso apelamos al método de la ficción-acción


como único medio posible para transformar al mundo.

Convertir la realidad en ficción y hacer de la ficción, realidad:


fórmula mágica para reinventar los mitos
que vieron nacer a la cultura y la humanidad.

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Porque en la política como en la poesía
de nada sirve convencer:
hay que seducir.
De nada sirve saber si no podemos amar,
de nada sirve pensar si no podemos sentir,
de nada sirve conocer si no podemos sanar,
pues la verdad solo puede ser dicha
cuando el corazón y la mente hablan el mismo idioma.

Imagen, imaginación, magia, magenta,


sueño, sueño, sueño…
Somos sonámbulos caminando dormidos al filo del precipicio,
al filo del tiempo que se abre
como una dilatada herida
que se remonta al origen
de un hombre y una mujer
pariendo el mundo en una cueva.

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arteficio

Hay que volver a trazar todos los mapas,


todas las fronteras que nos dividen
y mantienen presos uno del otro,
hay que enterrar a los dioses muertos
para hallar la divinidad perdida del hombre
y reencontrarnos con los espíritus que vagan por la tierra…

Hay que despojarse de la enfermedad consumista que nos devora,


ese fantasmagórico fastidio de la vida en serie,
esa remunerada costumbre de estar muerto,
trabajar para ser desechado como basura
llegada la hora maldita
del rutinario abuso, la explotación carnicera.

¡Nunca más la antropofagia capitalista!


Por eso proclamamos hoy el fin del libre mercado,
pues de ahora en adelante
la riqueza será medida por nuestra capacidad de amar
y hallar la felicidad entre los escombros de una civilización obsoleta.

Nunca más la tiranía del despojo,


la banalidad del presente tóxico,
la parafernalia consumista
promovida por los mercaderes de la muerte.

Hay que deshacernos de las ficciones caducas,


de la numeralia inservible
con la que nos han impuesto
la irracional dictadura del raciocinio.

Al lenguaje hay que apachurrarlo


como si fuera limón para hacerlo cantar,
hacerlo reír, hacerlo ladrar contra la miseria.

Hay que enunciar la realidad con una nueva voz,


una nueva forma de mirar,
y por eso necesitamos también un nuevo arte,
una nueva estética,
unir todo aquello que alguna vez fue separado.
Somos rolleros por naturaleza
y por ello habremos de desenrollar la mente en el lienzo de la imaginación
para que el árbol de la fantasía comience a dar sus frutos.

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Vamos a poner bombas en el imaginario
y dinamitar edificios con hedor a obsolescencia,
esos viejos cascarones a punto de derrumbarse
en el terremoto de la carne viva
y el futuro que reclama para sí, la eternidad.

Vamos a nacer juntos en el tiempo combustible


que se incendia con nosotros dentro,
para que podamos entonces renacer de entre las llamas
y dejar la piel entre los arbustos
como la serpiente que se despoja de un pedazo de sí
para seguir viviendo.

Vamos a respirar transparencias y vomitar las heridas


que habrán de hacernos más fuertes.

Sacudiremos el cuerpo hasta quedar exhaustos,


vibraremos a distintas frecuencias y formaremos una gran orquesta
para que cada quien haga resonar su música
en la gran sinfonía del mundo…

y de paso sacaremos a bailar al sol y la luna en la azotea,


bajo un cielo estrellado.

Vamos a escribir poemas en todas las lenguas,


a saltar de una dimensión a otra,
de un corazón a otro, a ras del agua, de flor en flor.

Vamos a reírnos de nuestra ridiculez,


vamos a reírnos de nuestra desgracia,
vamos a reírnos de nuestra pesadez,
vamos a llorar de tanto reír,
vamos a reír de tanto llorar…
Buscamos la transformación permanente
porque reconocemos que nada permanece quieto,
ni siquiera el alma.

Vamos a sumergirnos en ese mar lleno de historias que es la condición humana,


vamos a copular con nuestra lengua promiscua y engendrar nuevas palabras,
renombrar todas las cosas para descubrir nuevas posibilidades de sentir y habitar el mundo.

Vamos a romper las formas cerradas


para que podamos crecer como la enredadera que trepa por el acantilado,
vamos a crecer sin arnés, ni muletas, ni bozal, ni grilletes,
ni tampoco disfrazados de aquella legalidad y retórica barata
que sostiene a toda injusticia.

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arteficio

Vamos a cantar, a cantar mucho, a cantar fuerte,


todas las canciones que habrán de fecundar y hacer germinar esta estéril realidad.

Hay que proyectar el futuro de la humanidad hacia el origen de la vida,


hay que rastrear nuestro génesis terrestre en la pulsión del sueño,
ese hilo eléctrico que lo conecta todo.

Vamos a escuchar el canto de las ballenas,


el grito de los monos saraguato en medio de la selva,
el mugido de los cebúes,
el croar de los sapos,
el zumbido de las abejas y su multitudinaria danza de polen,
el fiero rugido del tigre,
el eco de la montaña,
el torrente fluvial del agua viva,
los aullidos del mar,
el bamboleo del viento que se mece entre los árboles
cuando acarician las nubes…

Hay que hackear esta realidad viciosa,


tragándonos un coctel con la pastilla roja y la pastilla azul al mismo tiempo,
sabedores de que la dolorosa verdad es tan solo una ilusión.
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Convertiremos a la filosofía en el próximo fenómeno de la cultura pop,
para que el próximo Nietzsche tenga tantos seguidores en Twitter
como el más reciente ídolo de papel,
fabricado por la escandalosa industria
de la autohumillación y la vanidad.

Cansados de tratar de convencer a los indiferentes,


vamos a reprogramarlos sin que se den cuenta,
vamos a infiltrarnos en su imaginario para transformar al mundo
con el desdén de los autómatas.
Preferimos reescribir el mundo antes que pasarnos la vida
retratando la desgracia de moda,
la tragedia que todavía no acontece,
el suceso fatal que los ciegos llenos de rabia
esperan con apocalíptico fervor.

Antes que pretender acabar con todas las religiones


vamos a campechanear nuestro credo según nos pegue la gana,
según nos haga felices,
según nos vaya susurrando la vida en el oído,
pues sólo tomaremos por cierto aquello que nos haga sonreír.

Somos sembradores de esperanza en este mundo-zombi que amenaza con morder


y por eso habremos de sembrar un millón de semillas en el más inhóspito desierto
hasta llenarlo todo de arborescencia,
para que del duro concreto germinen los sueños
con los que habremos de reverdecer desde adentro.

Romperemos las ataduras del sexo


para reconciliar al hombre y la mujer,
retozaremos hasta romper los colchones
y reconoceremos el reflejo de nuestro dilatado corazón
en los ojos de la persona amada,
pues la belleza no sólo reside en una cara bonita
sino también en el alma inquieta,
la bondad y la camaradería en todas sus formas,
una querencia o la suavidad de una caricia,
pues no hay nada más irresistible que la comunión de la carne y el espíritu,
una chica con onda
que mueva las caderas mientras recita versos de Shakespeare
y se fuma la noche de una sola bocanada.
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arteficio

Nunca más estaremos solos.


Nos aprenderemos el nombre del vecino,
hablaremos con desconocidos,
entraremos de colados a esa gran fiesta que es la vida
y nos hermanaremos con todos los bichos del planeta
como si nunca nos hubiéramos ido…

¡Sonríe cabrón! Que nada está bajo control.


¡Sonríe cabrón! Que el mundo se fue a la mierda y de la mierda nacen flores.
¡Sonríe hijoeputa! Que el bailongo apenas comienza.
Nuestro tótem será el siempre sonriente ajolote,
símbolo de la regeneración,
que quiso dejar de crecer
para no tener que lidiar
con la patología de la chavorruquez
y la güeva de ser adulto en esta era posmoderna
donde todo es light y desechable,
como las personas...

por eso nosotros habremos de mantener el alma siempre fresca


sin importar la edad,
para evitar que la amargura
haga metástasis y devore nuestros sueños,
nuestras ganas de vivir.

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Le cortaremos la cabeza a los monstruos
con el fulgurante escudo de la sabiduría, como hizo Perseo,
y nos volveremos caballeros andantes y locos
después de tanto leer el Quijote,
y convertiremos el agua en vino
en todas las pedas como hizo el Nazareno,
y descenderemos al tuétano subterráneo del inframundo como Quetzalcóatl
para juntar los pedazos descuartizados del hombre y refundar la humanidad,
y despertaremos desde adentro como hizo Buda
y mataremos a los dioses caducos para dar la bienvenida al superhombre
y montaremos dragones para renacer de entre el fuego, como hizo Khaleesi,
y elegiremos nuestro propio destino como hizo Neo
y beberemos cerveza todos los días como el profeta Homero Simpson
y escucharemos el sonido de nuestra respiración
que nos platica el origen de todas las cosas,
y nos condenarán al manicomio por sentirnos dioses y  reescribir en verso
la historia misma de la creación.
 
Convertiremos la cocina en laboratorio,
combinaremos sabores imposibles
y haremos también economía política desde la estufa o el horno de microondas.

No hay acto más revolucionario que tener fe en medio de la oscuridad,


tener la certeza de que todo va a estar bien
aunque todo vaya de la chingada.

Así es como se construye la esperanza.


Así se construyen las utopías que serán nuestra brújula y salvavidas
en los momentos de extravío.
Así se escriben las historias de los inmortales
que vencieron su propia sombra para habitar la eternidad.

Desapendéjese compi,
deshágase de ese consumismo idiota que nos consume y consume también todo rastro de comunidad,
el consumismo imbécil que erosiona esa común-unión del ser humano con los otros,
la del ser humano que se hace uno y se hace muchos
y se multiplica como el pan, el pescado y las tortillas.

Desapendéjese compa,
que todavía hay mucho por hacer
en esta lucha contra el odio y la estupidez humana,
esa que nos hace matarnos unos contra otros
bajo cualquier pinche pretexto.

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arteficio
Por eso perseguiremos la paz y la esperanza
como cazadores de luciérnagas
y escribiremos nuestra propia historia
en el libro de los abrazos.
Porque lo más valioso de todo cuento no es el final,
sino el cómo se cuenta la travesía del ser humano contra sí mismo,
y por ello la revolución —como cualquier otro cuento de la historia humana—
se escribe con la sangre y las grandes hazañas de los héroes
que vencieron a dragones y demonios para fundar un nuevo comienzo,
un nuevo principio, una nueva vuelta de tuerca en esa rueda interminable que es la vida.

La pulcritud intelectual de la academia y su inmaculada ciencia,


tan llena de papers y tan vacía de sentido,
es un cadáver apestoso que habremos de enterrar para que sirva de abono
a la nueva cultura que hemos soñado y está aún por florecer,
pues la sabiduría —que es una sola y es indivisible—
es también sinónimo de experiencia.

Somos una burbuja que reventó


en la sistólica presión del aire,
la sangre del mundo latiendo en el viento,
un terremoto pariendo la más alta cordillera.

¿Has sentido alguna vez que se te desborda el alma en el aguacero de la imaginación?


Yo también lo he sentido, señora,
es la fiebre de este corazón inquieto y bastardo que no termina de nacer.

Por eso yo vengo a cantar todos los silencios que callaron los cobardes
en la oquedad de sus palabras.

Yo vengo a reír toda la risa


que habrá de derramarse sobre el mundo.

Yo vengo a bailar toda la música para ahuyentar a la tiniebla.

Yo vengo a romper los barrotes de esta miserable prisión mental


que mantuvo cautiva a mi generación,
una generación de jóvenes cuya única posibilidad de futuro yace en el ahora,
en el acecho permanente,
en la angustia de no morirse de hambre, de sed o soledad
entre los escombros de este mundo con sabor a raticida.

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arteficio

Yo vengo a romper las cadenas de la modernidad


con los labios amarillos de la poesía
y este corazón inflamable que arderá en la aciaga noche,
latidos como tambores que habrán de mostrarnos el camino,
la urgente lumbrera que acabará con la oscuridad que nos ha dejado ciegos
y por eso el corazón caliente será nuestro guía
a la hora de turistear por las más lóbregas catacumbas y cantinas.

Es la rebelión de la conciencia y su sed de libertad.


Hoy yo vengo a enjuagarme las heridas en la fresca lluvia del verano,
yo vengo a nacer con todos vosotros en un gran abrazo,
a compartir los primeros rayos solares
que ahora canto con mis pulmones y mi garganta y mi lengua colorada que vuela
y se desnuda en este poema con el que ahora imagino otro mundo posible,
un mundo donde podamos conversar de nuevo con los árboles y los pájaros
y rompamos la barrera del idioma
para comunicarnos con todos los seres que pueblan nuestra casa terrestre
que es también su casa.

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Yo vengo a cantar baladas
de torbellino y de madera,
yo vengo a cortar de raíz toda la tristeza,
toda la soledad que lastima y hace dolerse a los hombres y mujeres del mundo
en su insaciable búsqueda del amor.

Yo vengo a hablarle hoy a todo aquel que alguna vez ha llorado en la intimidad de su cama,
a todo aquel que alguna vez ha sentido ese dolor incurable que se descuelga de los párpados,
a todo aquel que alguna vez ha imaginado acabar con la agonía
entre el fiero rugido de las balas
o una sobredosis de pastillas que nos ayude a olvidar
esa otra sobredosis de realidad que nos asfixia.

Yo vengo a cantarle al campesino que cosecha el alimento


para nutrirnos de esperanza,
hoy yo vengo a notificarle a los banqueros que se ha terminado el obsceno negocio
de la podredumbre y la miseria humana,
hoy yo vengo a regar tulipanes con todas las lágrimas de quien ha perdido a alguien,
a convertir este yermo en la tolvanera que dará frutos en el mar de tus ojos salinos,
como el rubor de dos cuerpos tempranos que temblaron de rabia y placer
en el calor de un último beso.

Hoy yo vengo a hacer un agujero en la playa


para que desoven las tortugas voladoras que poblarán el cielo,
vengo a levantar el peso muerto de la historia,
vengo a tapizar ciudades con un rastro de flores y acuarela,
a dejar que mis pies echen raíces hasta el centro de una galaxia remota
para conectarnos con el centro de nosotros mismos.

Por eso vengo a reescribir el cuento de nuestra finitud terrestre


bajo el influjo de la primavera
y el dorado aliento de la tarde que perfumó para siempre mis versos
en la persecución de este sueño descalzo que hoy se ha vuelto realidad.

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arteficio

La imaginación habrá de salvar al hombre de sí mismo,


del peligro que encierra
ese devorador de mundos
que todo lo ensucia de sangre.

Dadme un bolígrafo y un pedazo de papel,


que con esos dos instrumentos mágicos
yo voy a remediar todos los dolores de la tierra y el alma.

Sólo la poesía podrá salvar al mundo.

Sólo la ficción podrá reescribir el mundo.

Porque la vida es cuento


y la realidad es ficción.

¡Salud!
::.

Texto: Manuel Hernández Borbolla

Ilustraciones: Marco Hernández


punzopintor

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arteficio
Efe
Marina Viveros

fácil, La vida fácil


ficción, una ficción
frívolo, deseo frívolo
frustración, que trae frustración.
fármaco,
feroz, Dulce fármaco
fugaz, hazme feroz
felino, fugaz cual felino
fortuito, alegre y fortuito.
fuente,
funcional, Llena la fuente
fuga, años funcional
fertilidad, arregla fuga
falsos, de fertilidad.
ficticio,
fatídica, En tus brazos falsos
falaz, consuelo ficticio
falible, realidad fatídica.
felicidad.
Pastilla falaz
haz real la ficción
del día infalible
sin fuero de felicidad.

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Sobre la ficción
Carlos F. Lima

¡Oh! Finísimo Unamuno


dime qué es la ficción.
¿Qué hay de la aflicción
encontrada siempre en uno?

Personajes de nivolas,
nebulosos, niebla somos.
Cierto es que viviéndolas
ficciones inmortalidad otorgan.

Entes de mentira somos.


Personajes que se rebelan
contra el escribano Dios
que intenta persuadirnos.

Aquel escribano Dios


no reconoce su muerte.
Nosotros los personajes
viviremos en páginas.

Siempre que alguien nos lea,


como lees este poema,
saldremos de la tumba, de
la memoria del creador.

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¿Qué es la ficción?
Luis Velázquez

Está aquí...
deprimido y ausente, Ficción es aquel monótono amante;
ni es noche ni es día: aquel que odia lo querido
atardecer, le llaman los enamorados o tú que amas lo odiado.
que hoy posan para Instagram y ayer para la
nada. Ficción soy yo resignado a perderte.
Salpicado de migajas de tu corazón.
El instante no es ficticio, Iluso, ilusionado por amor ¿Será ficción?
Es una real imagen de lo que llaman vida.
Ficción es la mentira:
¿Qué es la ficción? hija puta de la verdad engañada,
¿La manzana envenenada? muerde con saña,
¿La resurrección? burlona pasea con guadaña.
¿El redentor? ¿El impostor?
¿Tu bondad? ¿Mi maldad? Ficción es el censor de la libertad;
El que no decide sobre su propio cuerpo.
Eres tú frente al espejo El monógamo, el heterogéneo.
No eres ni piel ni carne ni hueso. El hipócrita.
Eres alma, sencilla: El amor si no es eterno.
Si es transparente, brilla.
Si es oscura, queda oculta en su sombra. Ficción es la realidad,
que se evade,
Ficción es entregar el alma por amor; La ficción muere
es enamorarme de ti sin conocerte; cuando la verdad se afronta.
es extrañarte sin que estés ausente. ::.

Imagen: Miguel Gómez http://www.surrealdismor.es/

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arteficio

Un poco agitado
Roberto Velasco

Un poco agitado y tu aliento


mi pecho tus susurros
sospecha de los sueños que me claman:
se presagia su mirada
en los rincones Aquí estoy
en las esquinas detrás de ti
en los recovecos del panorama incesante
tan cerca que nos confundimos
A veces se siente su respiro
calientito Y lloro
detrás de las orejas te susurra en un dejo: siempre lloro
como método de reparación
Aquí estoy como penitencia del pecado
detrás de ti de fiarme de la realidad y sus jugarretas
incesante sus alucinaciones
tan cerca que nos confundimos sus desatinos
sus ilusiones unidireccionales
Y su médula se enreda en mi existencia sus polvaredas de presagio
la estremece de subjetividades y a veces se me pasa
y vienen los mareos y los muebles vuelven a sus formas
las sigilosas coyunturas afiladas de quebrantos y se reanudan los bordes
que te llaman y todo se acomoda muy sensato
te sienten y así sucede que me olvido
te exclaman: y sumerjo mis sienes en el lavamanos
y vía manotazos en los pómulos
Aquí estoy regreso a la calzada de los muertos
detrás de ti pero escucho tus susurros:
incesante
tan cerca que nos confundimos Aquí estoy
detrás de ti
Y tu aliento me humedece incesante
y se acelera el vértigo tan cerca que nos confundimos.
y los latidos se empoderan de silencio ::.
y los sudores,
los cínicos sudores que se burlan de mi estado,
y de pronto se nubla
me nublo
nos nublamos en argamasa
no me reconozco
me escucho y no me descifro
y me tropiezo con mis pasos
y no distingo mis fronteras

26
Memearte

28
Fraseo

“Una obra de ficción es


una conversación que
permite enfrentarse a
la soledad esencial del
mundo”.

David Foster Wallace

29
La suma de todas
las fuerzas
(antología fotográfica)

Carlos Adampol Galindo


www.carlosadampolgalindo.com

E
l arte es una manera que encontré para
doblar la realidad, mostrar algo conocido
pero reconstituido de manera que refleje
su paso a través del crisol de la conciencia.
Como la luz que atraviesa un cristal, la realidad
puede mostrar muchas caras.
Algunos elementos primordiales en mi
trabajo son el silencio, el asombro, la luz y sus
cualidades místicas, la belleza del instante, el
entendimiento de los espacios como reso-
nancia, la cualidad fragmentada de la realidad
y la poesía como casi único medio de contar
esa realidad.
No fotografío lo que veo, fotografío lo que
pienso. No elijo un lugar y lo miro, dejo que
mi intuición me lleve hasta ahí y luego que ese
lugar entre en mi.
Fotografío desde mi centro como un acto de
fuerza que resuena en el tiempo.
::.
36
arteficio

El poder de las bestias (o la nueva vida)


Gretta Penélope

T
enía el pelaje largo y negro. Murió con los ojos y que devoraban niños recién nacidos, espíritus depra-
las fauces abiertas, como maldiciendo su suerte. vados que enloquecían a los hombres, íncubos
Su tamaño era semejante al de un humano que seducían a las mujeres. Pero nada de aquello
mediano, pero no lo era. Sus cuatro patas lucían garras me aterraba. Muy por el contrario, ejerció desde
como las de un felino del monte, pero tampoco no lo temprana edad una fascinación inquebrantable.
era. Sin embargo, jamás avancé más allá de los períme-
Lo encontré en el umbral del estertor, tumbado a tros donde recogía, junto con las otras mujeres del
los pies de un encino. Yo corría despavorida sin direc- pueblo, madera y yerba seca para los hornos.
ción alguna cuando me detuvte a descansar. Con las Cada vez que me revelaba contra su ortodoxa
rodillas flexionadas y las manos sobre ellas, miré a mi educación, mi abuela me amenazaba con el cuento
alrededor y no reconocí dónde estaba. Intuía que era de que un ser maligno saldría de ese bosque para
el siniestro bosque que, pese al verdor que desprendía llevarme con él. Cuando era niña la escuché adver-
con la luz de la mañana, por la noche, emanaba un tirle a mi madre que algo malo se agitaba detrás de
halo de maldad que los aldeanos no sabían explicar mis ojos. Le suplicó que me encausara por el camino
más que con disparatadas historias de seres deformes de las santas escrituras. Me llené de rabia al oírla, mi

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Narrativa
agitada respiración hizo que mi abuela me descubriera cubrían por completo. Agotada, caí de rodillas y allí
escuchándola detrás de la puerta. La miré con odio y fue donde descubrí al animal, o viceversa, donde él
deseos de venganza. La abuela ya no contó a mi madre me atrajo para arrojarme a mi designio. ¿Qué demo-
que horas antes me había descubierto mordiendo el nios era aquello que mis ojos miraban con éxtasis?
cuello de una de las aves del corral. La sangre caliente Súbitamente, una de sus extremidades que no podría
escurría por mi cuello. Me deleité vaciando a mis decir bien a bien si era una pata o una mano, me tomó
entrañas la vida del animal. del antebrazo y me atrajo hacia su cara. Una energía
Mamá guardó en el cajón de la cobardía, como primigenia descendió desde mi cabeza, fluyó por la
hacía con todo lo que le daba miedo, las observaciones espalda y reventó en el coxis. A mi mente llegaron los
de la abuela. Sin embargo, por las noches rehuía mi recuerdos. Unas horas antes de salir huyendo, había
compañía argumentando que le producía –ansiedad-. forcejeado con mi esposo. Ese ser que demostraba su
Crecí sola y callada, deseando ser temida, pero al dominio sobre mí a fuerza de puñetazos y patadas en
mismo tiempo necesitando cobijo. el vientre cada vez que descubría mis embarazos.
Nadie puede darle la vuelta a su destino y tal como lo Antes de que el animal muriera, mis pupilas se
profetizó la abuela, yo estaba destinada para gobernar clavaron en sus ojos y dentro de ellos mi vida entera
sobre las bestias nocturnas. Lo supe la noche que sentí se proyectó. Miré la nalgada que me propinó el doctor
por vez primera el fuego que golpeó mi pecho después cuando mi madre me expulsó de su vientre, vi la frus-
de la última golpiza que me dio el hombre al que amé. tración en el rostro de mi padre cuando le anunciaron
Miré mis manos y mis ropas manchadas de sangre. el sexo de su primogénita. Pude sentir la frialdad con
Había perdido la noción del tiempo. Llevaba horas la que mi familia me trató. Oí las risas de mis hermanas
huyendo como animal iracundo, huía del recuerdo, correr por el jardín donde jugaron sin mí, y la burla de
huía del olor de un cuerpo masculino que aún tenía mis compañeros de la escuela por ser la niña extraña
pegado en la piel. Mi silueta se dibujaba entre los del salón.
rayos de una luna roja donde a capricho, las nubes la Mi aliento se detuvo, sentí mi corazón romperse

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arteficio

en mil pedazos. Volvía a sufrir los dolores de la infi- llamas se extendieron por su cuerpo, un viento del
delidad. Los gritos. Los acosos. Vi mi habitación llena norte apagó el fuego y la elevó por los cielos. Jamás se
de sarcófagos con los hijos que mi vientre no pudo volvió a saber de ella. Vi a la partera que ayudaba a las
sostener. Cuando el animal dejó de respirar, yo volví a mujeres con los abortos, la acusaron de alta herejía y
hacerlo, pero de una manera distinta. El golpe de aire fue sumergida en agua hirviendo. Cuando entregaron
en los pulmones me devolvió a la realidad. Miré mi el cuerpo a sus familiares, éste se desvaneció dejando
ropa ensangrentada, era real, lo había matado. Después solo las ropas. Estaba también la prostituta del pueblo,
me desvanecí. a quien mataron a pedradas. Vi a las huérfanas que
No sé cuántas horas estuve tirada en la yerba fría. se proclamaron ateas. A la viuda que volvió a casarse
Cuando recuperé la conciencia, una neblina insana con un hombre más joven que ella. Junto a mí también
se extendía entre los árboles. En la distancia, mi oído, estaban todas las mujeres mancilladas.
que se agudizó como el de un depredador que desde la Entonces, entendí que aquella fuerza no provenía de
lejanía oye la pisada de su presa, escuchó el aullido de ninguna energía maligna, que era un poder más sutil, el
un lobo. Al segundo aullido le acompañó otra garganta poder de lo femenino: la rebeldía de Lilith, la primera
y otra y otra más. Cada segundo el canto se percibía más mujer de Adán, quien al negarse a yacer bajo el hombre
cercano a mí. Cuando la manada llegó a mi cuerpo me que Dios le dio, fue expulsada del paraíso.
rodearon, lamieron mi cara, me limpiaron las huellas Sonreí con amoroso entendimiento. La furia nos
de sangre, mordieron las yemas de mis dedos. Incluso, había trasformado, pero no como un castigo, sino como
se encargaron de borrar las marcas del dolor que mi avatares de un nuevo clan.
cuerpo recibió en todos estos años. Las pieles de loba cayeron y los cuerpos desnudos
Una luna ensangrentada se encaramó sobre el cielo danzaron en feliz aquelarre hasta que la aurora devoró
despejado. Un fuerte zumbido reventó en mi cabeza. a la noche, la primera noche de mi nueva vida.
Súbitamente, mi cuello tronó como quien rompe una ::.
gruesa rama. Mi vista dejó de tener las limitaciones
humanas. De un latigazo mis brazos se extendieron y
caí al suelo. Me volví cuadrúpeda. Mis encías reven-
taron, me crecieron colmillos y afiladas uñas. En mi
torrente sanguíneo las nuevas células devoraban todo
vestigio humano. Por unos segundos tuve la cobarde
intención de pedir clemencia para que me liberaran del
miedo que me producía dejar de ser lo que algún día
fui. Quise poner una rodilla en la tierra y pedir perdón
por dar muerte a un hombre. Sin embargo, rememoré
su pesado cuerpo sobre el mío, sus gruesos dedos
abriendo con brusquedad mis piernas. Y en un acto no
razonado, mi mano clavó las tijeras en sus costillas, ese
falso lugar por donde el cura insiste en decir que prove-
nimos todas las mujeres. Lancé un alarido de rebeldía
y la transformación terminó con mi cuerpo entero
cubriéndose por un denso vello oscuro. Me erguí sobre
mis patas traseras y dejé escapar un aullido largo y lasti-
moso. Corrí con mi nueva familia hacia la cima de una
montaña y aullé hasta olvidarme de mi vida anterior.
Ahora era libre de poder ejercer la fuerza de las tinie-
blas sin las ataduras de la moral religiosa. En ese paraje
mágico y pagano reconocí algunos rostros que, pese
a haber sufrido la misma metamorfosis que yo, aún
conservaban rasgos de su fisonomía humana.
Reconocí a la curandera, acusada de brujería y
quemada en la hoguera hacía más de 20 años. Los
vecinos contaron que cuando los lengüetazos de las

46
Imagen: Kraken https://www.instagram.com/krakenkhan/
arteficio Narrativa

Locked in syndrom
Juan Bello

V
omité la mitad de mi cerebro, con todo y charanda provocaron esta guacara enorme que yacía
neuronas muertas que traían su propio ceno- en el piso de mi recámara.
tafio a cuestas. Unos 20 espasmos después Evité pensar en la tarea de limpiar aquella
pude levantarme. Mis lágrimas esperaban que las acri- porquería y me recosté en mi camastro, sobé mis
billara con el dorso de mi puño, pero las dejé sobre- sienes, pensando en que debería haber genios
vivir y recordar el dolor de mis tripas, además que no limpia-guacaras. Decidí concentrarme en desva-
podía ni levantar los putos brazos, no podía moverme, necer mi malestar. Me quedé dormido.
con trabajos erguí mi espalda, esperé unos minutos a Al despertar, otra vez me preocupé sobre cómo
que mi respiración se estabilizará, abrí mis ojos y lo vi: debía limpiar aquel batidero y todo el esfuerzo que
una enorme y maldita plasta de vómito negro. tenía que ejercer para levantar aquellos trozos de mí,
Estaba de huevos el mole de guajolote que me hizo me asomé con cautela, como si avizorara un preci-
mi progenitora para celebrar que había obtenido el picio más allá de los límites de mi colchón. Aún tenía
Premio de Cuento de Xalostoc, con el peor cuento asco, así que sólo tenía un ojo abierto y me atreví a
que he escrito, Mi alma muerta. Sólo entré porque mi soslayar mi chiquero: No había nada en el suelo,
cuate el Gordoglobo iba a ser jurado y me avisó que estaba completamente limpio.
yo iba a ganar. Pinche guajolote, pateó mis entrañas Un tanto aliviado y un tanto desconcertado, me
tipo patada de la grulla del Karate Kid y la botella de volví a recostar. Tal vez había sido una pesadilla

48
Narrativa
como las de siempre, cuando creo que despierto pero la lata y se dirigió hacia mí. Estaba del rango, lo medí e
en realidad estoy dormido en un sueño. Lo que no iba a recibirlo con mi derecha, la chingona, la noquea-
podía mentir era un tufo agrio que se había quedado dora, pero el vómito vaqueril me aplicó una voladora
a vivir en mi mostacho. Arremangué mi labio supe- y sólo vi los tacones de mis botas enterrarse en mis
rior hacia mis fosas nasales y en efecto, olía a mole de sienes. Aunque quise reaccionar, no pude. Locked in
guajolote digerido y a alcohol bilioso. syndrom.
Malditas pesadillas. Esta era una especie de locked Cuando desperté aquél cerdo estaba usando mis
in syndrom, despertar y estar atrapado en mi cuerpo. mancuernas y se veía al espejo. Hijo de perra. Tenía
Tal vez estaba dormido y la vomitada era la realidad buenos bíceps.
o tal vez mi madre había venido a visitarme y le di tal —¡Eh! Deja mis cosas ya, ¿no piensas irte?
asco que limpió mi miseria. —En realidad el que debería haberse ido eres tú, me
Lo mejor es que no sabía qué había pasado, pero debes la vida…
todo al parecer iba bien, sólo me seguía sintiendo —¡Ja! Podemos seguirnos tirando las muelas…
mal, lo cual ameritaba ir al baño, sacar el botiquín de —¡No seas imbécil! Se supone que ahora que
emergencia y tomar tres clonazepanes para ponerme empiezas a triunfar y estás joven, si murieses asfi-
a punto. xiado por tu vómito, serías un escritor de culto, aún
Me levanté y escuché que el refrigerador estaba podemos negociarlo…
siendo espulgado. ¡Pero si no había nada!. Por ello las — Podría ser, pero antes quítate mis botas y mi
ratas decidieron irse al departamento de abajo. Sólo chamarra de cuero.
había dos six de cerveza. Seguro mi madre estaba —Estás desperdiciando una buena oportunidad,
dejándome algún platillo para que desayunara. serías el primero de tu mediocre estirpe en destacar,
—¡Eh! Mierda, ve por más cerveza, ya se acabaron… aunque sea un poco.
—¿Qué chingados hace aquí, ¿quién te dejó entrar? — ¿Y quién me garantiza que después de morir me
Y esa puta cara de Freddy Krugger ¿es real o es una haré famoso?
máscara? —Es un proceso lógico, ganaste un premio, tienes
— ¿Y esa puta cara de pendejo es real o es una dos o tres notas en periódicos de mierda, si mueres
máscara? hoy, tendrás decenas de ellas por tu absurda muerte.
—¡A la verga de aquí y deja esa cerveza o te voy a —Mi vida también es absurda, ¿para qué quiero
reventar el culo de una patada voladora! morir si también será absurdo? En este país, una
—Jajajajajaajajajaj, la verdad que no traes máscara, muerte más no es noticia, estás descontextualizado.
eres un pendejo, a dónde quieres que me vaya, soy tu El Krugger gástrico se acercó y me recetó un cabe-
vómito. zazo en la nariz. Otra vez caí noqueado, quedé ence-
— ¡Para de mamar! ¿Cómo vas a ser mi vómito? rrado dentro de mí, consciente pero noqueado, me
–¿Acaso me limpiaste? No, ¿verdad?, así que me relajé, era inútil aferrarse, después de todo tal vez
cansé de estar tendido y me levanté. merecía morir. Locked in syndrom.
— Yo nunca me canso de estar tendido, llevo 30 No morí. Cuando desperté a la realidad, lo primero
años así… Pues es hora de que te vayas por el wáter y que vi escrito en una pared, con mi comida digerida.
desparezcas de mi vista, maldito adefesio. “Siempre serás un mierda, me llevo las botas puestas”.
— Nel, voy a estar aquí hasta que me dé la puta gana En la cama había un pedazo de pechuga de pavo. Me
largarme. cansé de estar tendido y me levanté. “Este perro qué
— Y luego te pusiste mis botas vaqueras, las chin- se cree, pero ¡mejor voy a limpiar antes qué pase cual-
gonas, no mames, ¡quítatelas! quier otra cosa!”, pensé y moví el culo para ir por la
—Nel, siento que mi personalidad va bien con lo jerga y una cubeta.
cowboy. ::.
—Jajajajajaja, no mames, tu personalidad va bien
con la mierda.
—Mira , en cuanto me termine esta lata de chelas
voy a enseñarte a respetar a tu marido.
—¡Ah chinga! Pues sobres, puto cacarizo.
Al terminar su chela de un trago profundo, aplastó

49
Magia pura
Estibaliz Márquez

N
o tengo memoria de sentir algún dolor, no comencé a criar mis palomas. Practicaba sin descanso.
estoy seguro si soy él o si estoy muerto y reen- En poco tiempo dominé la prestidigitación básica y
carné en el maldito animal. A veces pienso empecé a estudiar ilusionismo. En cada reunión fami-
que me he convertido en algo así como su consciencia; liar siempre se me solicitaba hacer algunos trucos. Ser
pero lo que es un hecho es estoy aprisionado dentro de el centro de atención me llenaba de autoestima y el
él. Paso cada momento reconstruyendo la manera en reconocimiento se convirtió en una necesidad, lo que
qué llegue aquí. fortalecía mi obsesión.
Aún recuerdo el primer truco que vi: un hombre Pensaba que era el camino para lograr que mi
con smoking impecable, mirada profunda, cabello familia me amara más que a él. No permitía que nadie
completamente blanco y de aura honorable, se atrin- tocara mis objetos pues eran mis aliados. Y estaban
cheró frente a una barrera de unos diez niños que totalmente prohibidos para el pequeño Bosco. Hice
no podíamos controlar nuestros instintos. El gran lo posible por dejarle claro: eran lo único que no me
Varela, ese era el nombre del mago, me pidió soplar podría quitar. Pero la prohibición era tal que pronto se
con todas mis fuerzas y fe hacia el interior de su convirtieron en su único deseo. El pequeño engendro
hermoso sombrero de copa: cosa que hice. De pronto buscaba cualquier oportunidad para jugar con ellos.
dos palomas blancas brotaron del sombrero y volaron Mi madre decía que era su manera para estar cerca de
hasta postrarse en mis piernas. El asombro me inundó mí, pues me admiraba, pero a mí eso no me impor-
y una fuerza en mi interior comenzó a reclamar que taba.
eso es lo que tenía que hacer con mi vida: Magia. En el cumpleaños cuarenta de mi padre, preparé
En mi siguiente fiesta de cumpleaños que obvia- varias ilusiones muy complejas con cartas. La fiesta
mente tuvo de temática la magia, me dieron muchos transcurrió de maravilla. Todos estaban emocionados.
regalos. Todo lo que un niño podía desear. No sólo Hasta el jefe de mi padre me contrató para amenizar
hubo un espectáculo de magia sino un segundo de el cumpleaños de su pequeña hija. Me sentía inven-
escapismo. Mis padres se desvivieron por hacerme cible. Entré a mi habitación para guardar mis objetos
feliz ese año. Era la manera de calmar su culpa por lo y fui testigo del momento más triste de mi vida. Mi
que ellos llamarían: su mejor acto de magia hasta ese hermano había hurgado en mi baúl de trucos, jugaba
momento. La barriga de mi madre creció y aseguraron con un mazo de cartas que barajeaba con gran habi-
que en unos meses de la cárcel en que ella misma se lidad, mostró a su público imaginario una carta que
había convertido escaparía mi hermanito tal como estaba a la mitad del mazo: era el as de corazones.
Houdini. Después lanzó el mazo por aires y las cartas se desper-
En cierto modo me emocionaba tener un hermano digaron. Ccerró los parpados y al levantar lentamente
menor. Pensaba en todos los trucos que haría frente su mano izquierda, una de las cartas que comenzó a
a él, que sería mi público incauto por obligación y flotar como si un hilo imaginario la levantara, se elevó
cuando fuera mayor lo convertiría en mi Patiño, y más quedar suspendida frente a su rostro, al abrir los
se dejaría serruchar la mitad del cuerpo a la menor ojos, sonrió, estiró de nuevo su mano y la carta salió
provocación. Pero en cuanto nació Bosco, nombre volando hasta quedar adherida a una pared. Era el as
que yo elegí en honor al patrono de los magos, inme- de corazones.
diatamente me fue imposible negar el rechazo natural Me quedé helado. Mi hermano notó mi presencia
y celos que generamos los hermanos mayores. y se sobresaltó, la carta elevada cayó al suelo. Yo
De la noche a la mañana mi vida había cambiado. corrí hasta él, lo tomé de los hombros y lo zango-
Sentía que mis padres sólo pensaban en mi hermano loteé, mientras le reclamaba por tomar mis cosas. Él
y a mí me dejaban de lado. Comencé a hacerme más salió corriendo. Me tiré al piso y empecé a llorar. Mis
arisco. Lo único que calmaba mi mal humor era prac- lágrimas eran igual de amargas que mi corazón en ese
ticar mis trucos. Me obsesioné: coleccionaba pañuelos momento. Era incapaz de calmarme, no podía creer lo
de colores, fabriqué mi propia varita mágica y hasta que había visto, le reclamaba al universo por dotar a

51
arteficio
mi hermano de poderes que yo no tenía. encendieron las luces del público y ahí estaban, habían
No dije nada y preferí guardar el secreto el mayor aparecido las cien personas que antes se habían esfu-
tiempo posible. Tal vez si negaba la existencia de sus mado segundos antes frente a nuestros ojos. Cada una
poderes se esfumarían o él no le daría importancia, de ellas estaba de pie detrás de la persona de la que
tal vez yo encontraría una respuesta lógica a lo que habían recibido la tarjeta.
había visto o sólo lo borraría de mi mente. Me decidí Todos se abrazaban con su par y celebraban lo que
por pensar que eso había sido suerte de principiante y había sucedido. No había explicación sólo asombro.
nada más. “Fue un parpadeo, sucedió en un parpadeo”, gritó
Esa navidad le regalaron su primera caja de trucos algún aparecido. Una bomba de humo se activó al
y en poco tiempo me superó. Hicimos de la magia centro del escenario y emergió mi hermano. Todos le
nuestra profesión y siempre estábamos en constante aplaudían y lanzaban flores, señaló cien butacas vacías
competencia. Si yo preparaba algo con cartas, él hacía en el teatro en donde pidió que tomaran asiento los
que la carta elegida apareciera en la bolsa personal del aparecidos.
participante y en un tamaño mayor. Si yo hacía desa- Bosco demandó silencio. Cuando pudo hablar
parecer algún objeto, él se desaparecía a sí mismo; si aseguró que tenía una sorpresa más. Todos deberían
yo hacía un acto de adivinación y decía en cuál mano cerrar los ojos y pensar en su infancia. Él contaría
de una mujer sostenía su reloj, él le diría el color de hasta diez y al llegar a ese número todos los presentes
su ropa interior, el nombre de su mascota y qué había deberíamos buscar debajo de nuestros asientos. Se
comido esa tarde. hizo un silencio absoluto. El conteo inició: 1… 2… 3…
Poco a poco se corrió la voz de sus maravillosos Los murmullos se arrastraban tras cada número; 8…
trucos. Lo contrataron para hacer un acto diario en un 9… 10. Y cada persona encontró debajo su asiento su
programa de televisión matinal y se hizo muy popular. mayor deseo de la infancia. Algunos hallaron juguetes,
Me invitó a ser parte del espectáculo pero siempre fui otros cachorritos de perros o gatos, otros hasta reci-
el acto pequeño. Todos hablaban de lo maravilloso que bieron pequeñas peceras con pececillos dorados…
era ‘El Gran Bosco’. Mientras, yo no podía quitarme de tortugas… Yo recibí un pequeño conejo negro.
encima mi apodo de la infancia: ‘El maguito Ricky’. Lo Los gritos no se hicieron esperar, todo estaban
odiaba. extasiados. Mis padres en primera fila saltaban de
El show de mi hermano cumplió una década y emoción. Mi madre sostenía una muñeca de porce-
decidió celebrarlo con su acto público más grande lana y mi padre un hermoso bumerang de madera que
en ese momento; hasta sería transmitido en televi- lanzaba por los aires y regresaba a su mano. Todos en
sión. Obviamente yo fui parte del espectáculo. Abrí la el teatro clamaban una y otra vez por mi hermano.
noche con unos cuantos actos de adivinación y seudo “¡El gran mago, el gran mago!”. Los gritos eran cada
hipnotismo pero el público estaba ansioso por ver al vez más intensos y taladraban mi cabeza. Sin notarlo
gran mago y al terminar recibí un apresurado aplauso. aplasté al pequeño conejo negro hasta que murió. Me
Regresé al camerino donde vi el resto del show. sentí derrotado y lo lancé hacía una orilla de la habi-
Llegó el momento del número principal: Bosco tación.
estaba esperando en un punto especifico de la ciudad Cuando terminó el show, Bosco regresó a nuestro
junto con cien personas invitadas al azar, después las camerino. Estaba sorprendido de ver el cadáver del
cubrió con una gran tela de color dorado y aseguró animal. Sin pensar le reclamé por chantajear a la
que todas aparecerían en otro lugar en cuestión de gente. Era evidente que el espectáculo había sido
segundos. Para tener una prueba más de la veracidad una farsa. Me asqueaba que la gente se entusiasmara
del acto pidió a los asistentes en el teatro que firmaran de esa manera por algo que no era real, ¿quién no se
con su nombre unas tarjetas, las cuales se entregaron emocionaría al ver a un cachorrito? Después de todo
a las personas que esperaban junto con Bosco en el sabíamos que cada acto era una ilusión. Mi hermano
punto indicado. me pidió que me calmara pero no lo hice. “¡La magia
Había cientos de cámaras transmitiendo en directo no existe!” afirmé. Por su expresión era evidente que
desde los dos lugares. Mi hermano terminó de narrar no podía creer mis palabras. “¡La magia sí existe, existe
lo que ocurriría, hizo lo que para mi gusto fue una en todos sólo que no existe en ti!”, me echó en cara.
coreografía un poco ridícula, de un movimiento jaló la Perdí la cabeza, tomé uno de los puñales que
tela que cubría a las personas y estas ya no estaban. Se usábamos para el acto de la rueda de la muerte y lo
escuchó un unísono coro de asombró en el teatro, se lancé: se clavó directo en su corazón. Caminé hacia él

52
Narrativa
y enterré el puñal más profundo. Él intentó detenerme
pero era demasiado tarde. Sólo alcanzó a rodear mi
rostro con sus manos y después cubrió mi boca con la
suya. Sentí como si un reptil entrara en mi cuerpo. Los
dos caímos al suelo. Él estaba muerto. Sus ojos inmó-
viles me miraban fijamente mientras una cascada de
sangre brotaba de su pecho y se extendía lentamente
por la habitación, mientras me arrastraba temeroso de
que ésta me tocara. En segundos, al fin, fui consciente
de lo que había hecho, había asesinado a mi hermano.
Lloré.
La sangre se detuvo de golpe y algo comenzó a
empujar el puñal enterrado en su cuerpo, hasta expul-
sarlo. Del orificio en el pecho de mi hermano salió un
pequeño conejo blanco, tan limpio y luminoso como el
cabello del primer mago que vi en mi vida. El roedor
saltó hacia mí hasta que sus patas llenas de sangre
marcaron mi camisa con huellitas rojas. Estaba tan
impresionado que no puedo decir cuándo me empecé
a encoger o si era el animal el que se hacía gigante.
Cuando fui del tamaño de una de sus patas, el conejo
me olfateó y de una mordida me comió.
Mis padres entraron en la habitación, se lanzaron
junto al cuerpo de mi hermano y no pararon de llorar.
Yo estaba espantado y corrí, más bien, brinqué hacia
los brazos de mi madre que me abrazó con fuerza,
apenas me miró. Estoy seguro que no notó que era yo.
Me enjaularon y me pusieron a un costado del féretro
de Bosco, así llegué aquí.
Cientos de personas desfilaron tristes para honrar a
mi hermano. Le trajeron regalos en señal de respeto y
no paraban de llorar. Frente a mi hay una montaña de
zanahorias. De vez en vez, alguno que otro colega pide
permiso para cargarme y hacer algún truco conmigo.
Me siento usado.
Después de unas cuantas noches el lugar ha quedado
vacío. Dos hombres acaban de entrar por el cuerpo de
Bosco.
—¿Qué hacemos con el conejo? — pregunta uno.
—Lo vamos a sacrificar y será embalsamado para
acompañar el cuerpo. A final de cuentas sólo era
mascota del mago.
Uno de ellos pone mi jaula sobre el ataúd. Veo el
pálido rostro de mi hermano mientras nos sacan
lentamente.
::.
arteficio

María la vendedora de Marv, ladrona de


identidades
Elías Lozada

L
a última mariguana ilegal de calidad solo se en el último asiento del noveno vagón, su celular
podía conseguir en el noveno vagón. Exquisita vibraba cuando el comprador accedía al convoy. El
y ponedora. Ocho gramos eran suficientes para pago era vía bluetooth. Una vez confirmado el depó-
elevarse por dos horas y esas dos horas eran una dosis sito se levantaba del asiento y en la siguiente esta-
perfecta para el consumidor experto. ción, en el momento preciso en abrirse las puertas,
Y solo los expertos sabían la dirección: último compartía la cajita de color rosa, del mismo tamaño
vagón, cada cuarenta minutos, estación Copilco. de una caja de pastillas para la garganta. Mariguana
María, doctora en historia del arte y escritora, había comprimida mezclada con el último residuo cono-
escogido Copilco como su propio local. No encontraba cido del LSD: Marv.
estación más hermosa dentro de las más de cincuenta Así cada cuarenta minutos para no levantar sospe-
líneas de la ciudad. Su dragón celeste representando chas. Y María era la última persona que levantaría
la cultura olmeca, sus techos altísimos, sus pasillos alguna sospecha. Niña bien, apiñonada, con unos
llenos de estudiantes de medicina, su aire a viejo en ojos lindísimos, siempre con ropa cara y con el estilo
contraste a los trenes magnéticos que tardaban solo hipster de hace décadas. Nadie podía imaginar que
treinta segundos en llegar de estación a estación, todo esa solitaria belleza vendiera mariguana ilegal.
hacía que María enloqueciera por ese lugar. El consumidor promedio es malo, compra su
La operación era muy sencilla. Esperaba a sus clientes cannabis en los dispensarios ubicados en todas las

54
Narrativa
salidas de las estaciones de metro. O la compra en —Ya te dije que nunca cogería con tu esposa, un trío
la farmacia más cercana o en el supermercado más sí, pero con tu esposa no. Mejor le digo a Lucía, a ti
barato. Compran basura. Mariguana enlatada y sin siempre te ha gustado mi prima.
sabor. Quienes tengan edad suficiente sabrán que la —¡Pero es muy mocha!
mariguana de calidad no cuesta tres pesos ni es legal —Jajaja. ¡¿Mocha Lucía!? Para nada, es una mosquita
ni se produce de forma industrial. muerta, si nos dábamos desde la secundaria. Ella fue
La mariguana Marv, o la ‘marMav’ como también mi primera vez.
se le conocía, era prohibida en casi todo el mundo. Conversaciones del estilo enloquecían a María. No
Los doctores advertían sobre sus impredecibles reac- le gustaban los mensajes normales ni las parejas que
ciones en cada persona. De hecho, era impredecible destilaban amor. Ella iba por lo oscuro de las personas
en su totalidad. Si eras de un carácter fuerte podía y se divertía tanto con las mentiras y las exageraciones.
hacerte llorar y si eras una persona tranquila o pasiva Le gustaba escarbar en los archivos de sus clientes,
podía hacerte reír por horas. Pero no era regla. Podría descubrir si eran adictos a otras drogas, si escondían
resultar todo lo contrario y de allí su peligrosidad y su su sexualidad, si eran unos puercos, si eran infieles,
alto nivel de adicción que generaba. pedófilos, corruptos o ladrones.
Sin embargo, los clientes de María buscaban la Tres años estuvo María vendiendo Marv en Copilco
marMarv básicamente por dos razones: el placer que hasta que renovaron todos los trenes de aquella línea
experimentaban al tener sexo bajo la influencia de una de metro, y con la renovación, el desperfecto que
pequeña dosis y el nivel de imaginación que alcan- desbloqueaba los celulares se terminó. María había
zaban con una dosis fuerte. juntado dinero suficiente para no trabajar por años.
“Orgasmos estelares o ideas millonarias”, afirmaban Publicó dos novelas y seis libros de cuentos. Y por
todos los amantes de la marMarv. primera vez en más de tres años dejó las pequeñas
Copilco era considerada la estación más hermosa de dosis de Marv y volvió a experimentar con una dosis
la ciudad y una de las más bonitas en todo el mundo. fuerte. Veintiocho gramos de un jalón. Necesitaba una
Sin embargo, María tenía una segunda razón, incluso nueva idea millonaria.
más determinante, para establecer allí su negocio. Un ::.
fenómeno físico por su extraña piedra volcánica hacía
que los celulares de sus clientes quedarán vulnerables.
El magnetismo de los trenes en esa estación desblo-
queaba los códigos de seguridad de cualquier orde-
nador y de cualquier celular. Al contactar en línea a
María dentro de los vagones, los clientes cedían, sin
saber, todo su dinero y toda su privacidad.
Con un algoritmo simple, María aprovechaba la
conversación previa a la entrega para robar contra-
señas de todo tipo. Desde claves bancarias hasta
passwords de redes sociales. Una riqueza inmensa
para ella, primero porque cubría casi todos sus gastos
con pagos electrónicos de tarjetas de crédito ajenas.
Y segundo, porque tenía acceso a miles de conversa-
ciones privadas que servían como fuente inagotable
para escribir cuentos y novelas.
Si sus clientes eran adictos a la Marv ella era adicta
a las conversaciones privadas, y claro, al dinero fácil.
—Corazón ya compré la Marv, cara, pero con
garantía- leía María en la conversación de whatsapp
de su último cliente.
—Por fin, no es lo mismo coger normalitos que
estar bien puestos con la marMarv, te adoro primor.
—Ojalá a mi esposa le gustaran la mariguana y los
tríos.
arteficio Narrativa

La máquina succionadora de sueños


Manuel Hernández Borbolla

J
orge no quiere creerme, pero es cierto. Yo la he bueno puede salir de ahí. Si Jorge estaba predispuesto
visto con mis propios ojos. Hay una máquina que a no creerme, muy su pedo. Di un último trago al
succiona los sueños. mezcal mientras trataba de recobrar la compostura.
—¿Y cómo funciona?— preguntó sarcástico, con Pedí otro.
ese tonito mamón que le sale tan bien y que tanto me —Además, eso de criticar a la televisión ya está
encabrona. pasado de moda, todo el mundo lo sabe. Y sin
— Insertando en el cerebro de la gente sueños prefa- embargo ahí estamos todos, viéndola, tomando
bricados. ¡De qué otro modo iba a ser!— respondí por cierto cada palabra que sale de la caja idiota—
echando lumbre por la boca. continuó.
—Tú y tus conspiraciones ridículas. Pero bueno, Jorge es un tipo inteligente, no lo niego. Pero su
no te culpo. Todos somos así cuando salimos de la soberbia generalmente puede más que su capa-
universidad: fatalistas y rebeldes. El mundo no es cidad de escuchar. No entendió nada. Media hora
tan malo después de todo. Cuando llegues a mi edad hablando a lo pendejo para que saliera con esas
entenderás que la vida sigue a pesar de sus muchos mamadas. Comí un par de habas con chile antes de
inconvenientes— dijo en tono ceremonioso. darle un largo trago a la cerveza, en lo que llegaba el
Me dieron ganas de patearle la cara. Respiré profun- otro mezcal. Tomé fuerzas. Empecé de nuevo.
damente. Comprendí que eso no nos llevaría a nada. —No me refiero a la tele. Es una máquina más
De todos modos, la discusión estaba destinada a compleja, menos obvia, igual de burda. La televisión
fracasar. Cuando las palabras van subiendo de tono en todo caso sería un bonito accesorio. La máquina
los oídos se tapan junto con el entendimiento. Nada de la que hablo es mucho más vieja. ¿Alguna vez has

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Narrativa
visto cómo funcionan los atrapasueños que uno coloca tizar el óptimo funcionamiento de la máquina. Por
en la cabecera de la cama para espantar las pesadillas? ello requiere de otras fuentes de energía para poder
Funciona de modo similar, sólo que esta sustituye los funcionar. Ésta la obtiene del acto sexual y la energía
sueños propios por otros prefabricados que se instalan que se libera con la fricción de los cuerpos. La máquina
en lo profundo de nuestro subconsciente. Estos sueños se alimenta del deseo. Ese es su principal combustible.
artificiales regulan la conducta. Es así como los opera- Por eso el deseo suele aprisionar a la imaginación, la
dores de la máquina pueden manipular a la gente sustancia de la cual están hechos los sueños.
como si fueran un juguete— expliqué. Pero eso no es todo. Lo más irónico es que la susti-
La máquina había sido inventada por una inte- tución de sueños hace indispensable la contratación
ligencia superior, de eso no había ninguna duda. de soñadores profesionales. Son algo así como los
Algunos especulaban sobre su hechura extraterrestre. programadores de la máquina. Les pagan enormes
Otros, en cambio, le atribuían un origen divino, un sumas de dinero para que sueñen por los demás. El
regalo de los dioses para que los operadores de tan problema es que estos programadores van perdiendo
avanzada tecnología pudieran gobernar a los hombres potencia con el paso del tiempo, hasta que finalmente
incapaces de mandarse solos. Yo simplemente prefería son desechados. La imaginación se erosiona bajo los
creer que era producto de esos extraños momentos de cánones de la producción en serie. Es un problema que
lucidez que a veces padecemos los humanos. los ingenieros encargados de darle mantenimiento a
Recordé un estribillo del Gran Silencio: “nuestros los engranajes de la máquina no han podido resolver.
sueños son visiones del amor más comercial”. La frase Eso ocasiona fallas esporádicas, apagones masivos
resumía a la perfección la manera en que la máquina que ocurren de vez en cuando. Por eso la imaginación
sustituye unos sueños por otros diseñados en labo- florece mejor en la oscuridad.
ratorio. La mayoría no se dan cuenta de ello. Por eso Jorge soltó una risita odiosa. Miramos la hora. Era
no me sorprendía la reacción de Jorge, aún cuando tarde. Dimos un último sorbo a nuestros respectivos
no dejaba de parecerme un poco extraño que nunca tragos y nos marchamos del lugar. El alcohol había
se hubiera percatado de la existencia de la máquina hecho su parte. Salí un poco mareado. Me despedí de
succionadora de sueños con la que convivíamos a Jorge y partí rumbo a mi casa. En el camino pensaba
diario. en la máquina y sus aterradores alcances. Entonces
—Ya todos vimos Matrix, no creas que estas inven- comencé a flotar en mis propios pensamientos. Palabras
tando nada nuevo— dijo. que no conocía llegaban a mi cabeza a toda velocidad,
—Y mucho antes de los Wachowski el hinduismo chocando unas con otras. Me sentí ligero. La tiniebla
describió la existencia del velo de maya, esa ilusión en inundó mi cabeza hasta lograr un vacío. Empezaron
que vivimos todos los días. El problema viene cuando a desprenderse los colores en una hemorragia interna
esa realidad viciosa se nos impone contra nuestra que se iba haciendo cada vez más grande. No era sólo
voluntad. Y para que esa realidad artificial pueda producto del alcohol. Se había caído la señal. Ninguna
operar, necesita máquinas succionadoras de sueños máquina es a prueba de errores. Por un momento me
para apendejar a la banda— respondí. sentí libre.
La máquina inhibe la imaginación, la condiciona. ::.
Pero para lograr eso, se requiere una cantidad enorme
de energía. Atrapar los sueños sale muy caro. El recibo
de la luz llega con cifras de varios dígitos para los que
tienen una en su negocio. Emite partículas invisibles
de información a través de ondas que, con el paso del
tiempo, van haciendo hoyos en el cerebro, convirtién- www.manuelhborbolla.wordpress.com
dolo en queso gruyere. A partir de ahí, controlar a las
masas se convierte en mero trámite. Twitter: @manuelhborbolla
Jorge me miraba absorto, con los ojos pelones.
“Se ha vuelto completamente loco, ahora sí”, pensó. Instagram: manuelhborbolla
Su mirada inquisitiva hizo que detuviera un instante
mi descripción de la máquina. No quise explicarle
que la energía proveniente de las plantas de electri-
cidad es insuficiente (aunque constante) para garan-

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arteficio

Sos una tonta


Roberto Velasco

—Escribís puras bobadas que espera la penetración orgásmica de la poesía que


—¿Qué te hace pensar eso? lanza chisguetazos de su esencia. Llega la calma. La
—Los poetas no hablan del mundo real tormenta regresará...
—¿De qué mundo crees que hablamos? —¡Olvidaste tu libreta, Rodolfo!
—De uno imaginado. No escriben más que estéticas —¡Podés metértela por el culo!
pretensiones de su alma. Son bonitas, claro, pero están Mi sensatez se difumina con espasmos que vibran,
lejos de representar la verdadera esencia del mundo. la sangre emana tóxicos vapores envenenándome
—¿Estéticas pretensiones de su alma? ¿verdadera la garganta, el triste frío de la madrugada estalla en
esencia del mundo? Mirá quién dice las bobadas ahora, mi cabeza y me recargo en la ventana del portón
Carolina. de madera para respirar lentamente y sanar mis
—¿Querés entender al mundo o imaginar cómo te pulmones. La ventana se siente cálida; el fuego de
gustaría que fuera, Rodolfo? la chimenea alcanza a templar el vidrio y acerco mi
—Sos una tonta, Carolina. ¡Quiero vivirlo! mejilla.
—El tonto sos vos... no necesitás poesía para vivirlo... —¿A dónde vas, idiota? ¡Son las tres de la madru-
¿Vas a vivir la muerte o morir la vida? gada y estamos en medio del bosque! ¿Rodolfo?
Rodolfo se disgustaba tratando de ocultar la sarna que ¡Rodolfo!... ¡Pelotudo de mierda!
le producían esas palabras, pero dominaba sus impulsos Los impulsos no cesan, la respiración no sirve de
coléricos con el tenue sonido que producía la pluma al un carajo; necesito del cálido y reconfortante fulgor
bailar sobre el blanco de la hoja y con el sencillo crepitar de aquella chimenea para apaciguar mis cantos, mis
de la chimenea. Sólo esos sonidos casi imperceptibles voces, mis pensamientos... la ventana se rompe y caigo
rompían con el terminante silencio de la madrugada. al suelo entre punzantes vidrios que liberan mi sangre.
—Un poeta sin palabras Un grito me saca de mi inconsciencia y levantando los
—¡Carajo Carolina! ¡Yo no entiendo al mundo, pero ojos puedo ver a la mujer más hermosa que había visto
tú tampoco! nunca gritando sin control junto a la chimenea. Me
El portazo sonó como un diapasón que distendía su acerco y ella no retrocede, pero grita más fuerte a cada
frecuencia por el espacio de la sala mientras Carolina paso que doy en la alfombra. La quiero, la necesito, la
reía y ojeaba la pequeña libreta roja en la que Rodolfo amo...
había estado escribiendo toda la semana: —¡Rodolfo! ¡Hay alguien en la casa! ¡Rodolfo!
Distópicas imágenes me estallan en las ideas y me Mi fugaz embestida terminó con su vida. Su sangre,
hacen preguntarme mi lugar en el mundo. Escribo mezclándose con la mía en la alfombra, fue la inspira-
catárticos versos que procuro emerjan a borbotones de ción de mi vida; ahora me voy.
mi alma; un alivio eficiente pero efímero. La ansiedad —Carolina, sos una tonta.
se va colando lentamente por los poros de la piel de la ::.
espalda y se fusiona con mi espina dorsal dándome una
picazón incontrolable en el alma; lugar que por más
esfuerzo se aplique o por más contorsionista que sea mi
pluma, no alcanzo el lugar preciso para rascarme. Las
drogas, el vino y los versos aplacan un poco el martirio.
Hay veces en que la comezón es tan penetrante que
azoto mi alma con las paredes de maneras desesperadas
y agito mi tinta hasta manchar cuartillas y cuartillas que
respiran en las hojas, en el blanco amarillento del papel

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Narrativa
arteficio Narrativa

Once días
Miguel Ángel Hernández

B
arcelona, Marsella, Saín Tropez y Montecarlo. El los tequilas, el movimiento del barco o esta angustia
mar, la brisa, mi esposo, yo… su mamá. Ojalá que me empieza a crecer en la boca del estómago.
esa mujer hubiera estado fuera de la ecuación. Es Llego al camarote que comparto con mi nuevo esposo,
cierto que yo le dije que estaba bien que la trajera, pero abro la puerta y me asomo pero, no lo veo. Seguro está
¿qué más iba a hacer? Se puso como un loco cuando con su mamá. Me encabrono al triple. Voy al cuarto
le dije que no quería que viniera. Hasta amenazó con de su mamá y entro echa una furia. La veo sentada
cancelar la boda. en la cama. Me agarro del marco de la puerta para no
¿Quién lleva a su mamá a la luna de miel por Dios? caerme. La visión hace que se me doblen las piernas.
“Clarita, es que ella nunca sale”. “Clarita, es que como La mamá está sentada en la cama, su hijo apoya la
la voy a dejar sola”. “Clarita, es que está muy deprimida cabeza en su regazo. La mujer tiene subida la blusa,
porque se le casa su único hijo. Tú sabes que hemos sido los pechos descubiertos. La boca de él esta prendida
solo ella y yo desde que mi papá nos abandonó”. Y ahí de su pezón izquierdo y los chupa con fuerza, no de
va la pendeja de Clarita a hacerle caso y dejar que la una manera erótica, sino como un niño recién nacido
traiga al crucero. Por lo menos está en el camarote de al que busca alimento. Ella me mira con sorpresa, pero
lado. Ya nada más faltaba que estuviera durmiendo con luego baja la mirada y la fija en él con ternura. El hijo
nosotros. ni se inmuta y sigue con su labor. Me salgo y cierro
Tal vez hubiera sido mejor cancelar la boda hace tres la puerta con toda la fuerza que tengo. Tal vez así la
meses. Cancelarla y ya, no hacerle caso a mi mamá. puerta se atore y se queden allí los dos para siempre.
“¿Clarita, cómo vas a cancelar a estas alturas? Deja que Regreso a mi habitación y me tiro en la cama donde
lleve a su mamá. Ya la arpía esa se ira alejando conforme no puedo dejar de pensar en que estoy acorralada con
tú te vayas metiendo. Por eso, mira, ni te preocupes.” Mi la abominación que vi en el cuarto de al lado. Once
mamá siempre con sus cosas, y yo, la idiota de Clarita días más con ellos, once días más en este puto barco,
siempre haciendo lo que los demás dicen. ¡Pues se les once días por Barcelona, Marsella, Saint Tropez y
acabó su pendeja! Ahorita mismo voy al camarote a Monte Carlo.
decirle a ese cabrón que ni piense que su mamá se va a ::.
ir a vivir con nosotros. Total, si tanto quiere a su pinche
madre, que se quede a vivir con ella y cada quién para
su casa.
Ni cuenta me di de cuantos tequilas me he tomado.
No debería estar sola en el bar, debería estar con mi
esposo, haciendo el amor como desenfrenados en el
camarote. Quizá en la piscina, cada quien con un vaso
en la mano mientras hablamos del futuro y entre las
palabras se cuelan los besos. Deberíamos tener tantos
hijos (beso); deberíamos tener un perro grande (beso);
deberíamos pintar la cocina del departamento de blanco
(mil besos). Pura fantasía. Aquel güey está allá con su
mamita porque la pinche vieja se siente mal. “Es que
se marea con el movimiento. Tú adelántate y ahorita te
alcanzamos” Pues ya se acabó. Ahorita mismo me van
a oír.
Entonces, avanzo por los pasillos del barco y me
dirijo al cuarto. En el camino casi me caigo. No sé si por

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Narrativa

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arteficio Narrativa

No pasa nada (Una llamada desesperada)


Dekósimo

E
ra el final de un mal día. La primavera había velocidad.
iniciado puntual y trajo un ánimo agrio de —¿Estás drogado?— le pregunté.
sudor y molestia. Todo había transcurrido entre Enseguida Lalo comenzó a gritar.
malentendidos con Aurora y recibos de cuentas por —¡Escúchame bien! ¡Estoy aquí de pie en una
pagar. Estaba pensando en esto y en otras cosas menos caseta telefónica llamándote a medianoche, y me
importantes mientras trataba de escribir un e-mail. parece que las luces de Coatza brillan más que otras
Fue entonces cuando recibí la llamada de Lalo cerca noches! ¿Son todas las noches tan luminosas aquí? Y
de la medianoche. sí, estoy drogado, legalmente drogado por si alguien
—¿Estás ocupado? — la pregunta sonó más como está escuchando esta conversación.
una afirmación. —Me habías dicho que por las noches Breve silencio. Luego, la sirena de un barco
no tienes mucho que hacer. Te llamo desde un telé- entrando al río.
fono público cerca de mi casa para decirte que ya no —Oye Lalo, no tengo ganas de hablar con nadie
aguanto más y que me voy a matar. ahora, no me siento bien.
El sonido de una ambulancia nos mantuvo por un —Bueno— me dijo. —Entonces te voy a cantar
momento sin decir nada. Luego, nos quedamos en algo.
silencio para escuchar la noche: una mujer que reía a Y comenzó a tararear unas estrofas de When the
carcajadas, el estridente batir de las alas de los grillos music is over de los Doors. Esperé a que se callara:
y el motor de un auto que atravesaba la ciudad a toda —¿Por qué no regresas a tu casa e intentas escribir

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Narrativa
un cuento que inicie con ésta conversación? — me rando a nadie, me estaban siguiendo. Uno de ellos
apresuré a decir. se me acercó mucho que hasta pude sentir su aliento
—No sé si pueda, antes de salir me tomé una de apestoso. Entonces pagué y salí de ahí lo más rápido
esas pastillas que me ponen todo raro y siento que la que pude tratando de verme tranquilo aunque estaba
ciudad pues… me está dando en la madre. cagándome de los pinches nervios. Caminé rápido,
—¿Eso lo escribiste hoy? mirando de vez en cuando hacía atrás para checar que
—No, se me acaba de ocurrir. Pero en serio, a veces no me siguieran. Cuando estaba por doblar la esquina,
pienso, que si estuviera en otro sitio, las cosas pues… vi las luces de la camioneta y me eché a correr. Y
irían mejor. Aquí todo se me está complicando. Y esas bueno, llegué aquí para hablarte. Y te hablé a ti porque
voces… arghh, esas malditas voces. no tengo otro amigo en la ciudad. ¿Y tú no puedes al
—¿Qué pasó con tu plan de regresar a Juchitán? menos escucharme?
—Todo iba bien hasta que se fue al carajo. Lo que —Es que acabo de tener un ataque de pánico— le
pasa es que dudo, siempre estoy dudando. dije.
A Lalo lo conocía desde hace más o menos un año —¿Qué pendejadas me estás diciendo?
y hablábamos regularmente. Las charlas más largas —Nada, sólo que no he estado bien últimamente.
las teníamos por Internet o por teléfono. Cuando —¿Escuchas voces?
nos veíamos en persona nos limitábamos a decir dos —No, pero toda esta situación, no poder terminar el
o tres cosas, nada trascendente. Lalo estaba saliendo libro, los problemas con Aurora...
de una racha de mala suerte que incluía pasar unos Se escucharon cuatro detonaciones consecutivas de
meses en la cárcel por escribir un grafiti anarquista en un arma. Y después no se escuchó nada, ni un auto, ni
el malecón. Y ahora estaba ahí al teléfono, gritando. un mosquito, ni siquiera la respiración de Lalo al otro
—¿Escuchaste todo lo que te dije? — chilló en la lado del teléfono.
bocina y masculló algo que no comprendí. —Oye, dicen que el país está mal, que hay una
—Claro que te escuché. A mí también me asedian guerra. ¿Eso es cierto, realmente está pasando? No sé,
las dudas. yo no me siento así, siento que no pasa nada.
—No, no has escuchado nada de lo que te dije. Cuando dijo eso me di cuenta que nuestra conver-
Siempre haces lo mismo, finges escuchar a las personas. sación había terminado.
Eres un farsante. —Oye Lalo, si estás seguro de que ya nadie te sigue
—Te dije que yo también tengo dudas. Vivo en la ve directo a tu casa a dormir. Yo también haré lo
confusión permanente. mismo.
—Bueno pues— me dijo. Y colgamos al mismo
... tiempo.
::.
—¡Qué pendejadas estás diciendo! Te hablo a mitad
de la noche porque no tengo a nadie más a quien llamar.
No puedo hablarle a Lulú a su trabajo, si le cuento estas
cosas se preocupa mucho y su jefa la regaña.
—¿Contarle qué?
—¡Con una chingada, no escuchaste nada de lo que
te dije? Dekósimo es H.A. Robles.
De nuevo, una pausa.
—Te dije que vine para hablar contigo después de Narra, pinta, raya y organiza
ir a comprar cigarros. Estaba formado en la fila para cineclubs.
pagar unos Marlboro y un cartón de leche, cuando vi
que se estacionó una Lobo negra de donde bajaron http://dekosimo.blogspot.com/
cuatro güeyes. Primero hacían como que esperaban
a alguien recargados en la camioneta. Ya me tocaba FB: dekosimo.dekosimo
pagar cuando entraron como si fueran a comprar
algo. Ahí fue donde me di cuenta. No estaban espe-

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arteficio Narrativa

Foto: Alejandro Merino

El Club de los Absurdos


Ian García

—Es una lástima que el Castor no nos haya acom- renunció de forma vehemente a seguirnos el juego.
pañado hoy, Coppola. “Jodidos alienados”, decía, y callaba a todo el que
—¡Coño, tío!, no le puedes culpar por no venir. Ayer intentara interrumpir sus reflexiones. No se le puede
se han cumplido quince años de la muerte de Lucía. culpar. Éramos, decía yo, Óscar, Fernando (chiapa-
—¿Quién putas es Lucía? neco exiliado, si es que se puede ser un exiliado de
En la mesa treinta del Vips Echegaray nos arremo- Chiapas, y del que no vale de nada decir lo que sea), y
linábamos como un vendaval el Club de los Misera- Arturo López. Arturo es —¿era?— un español venido
bles, o debería decir, el Club de los Absurdos, de los a México durante la guerra terrorista del ETA y Cata-
Abstractos. Óscar Coppola, filósofo de profesión y luña. O del ETA y la Francia. O de la Francia y España.
periodista residente de Naucalpan, Estado de México; Mejor será no ahondar en estas nimiedades prolijas y
en ocasiones Guanajuato, en ocasiones Irlanda, Barce- hacer como que no se dijo nada. Arturo es español.
lona, Madrid; lector contumaz, abreviador de Pessoa, Baste, pues. Óscar tenía un acento catalán porque
y esto quién sabe qué signifique, y jugador profe- vivió diez años en Barcelona, porque encomia a
sional de póquer desde dos mil cinco. Así se le podía Joaquín Sabina y porque es un pretencioso de mierda.
encontrar en Facebook y en Twitter. Cuando Twitter Ahí estábamos: viernes diecinueve de septiembre de
era respetable. O lícitamente respetable, si se quiere. dos mil catorce, Vips veinticuatro horas de Echegaray,
Porque nada más comenzado el detrimento del conte- Naucalpan, Estado de México.
nido, es decir, cuando los ignorantes estudiantes de —Lucía era la hija del Castor— dijo Óscar. Silencio.
Comunicación comenzamos nuestra diatriba polí- —¿Quién era la madre?
ticamente correcta, según el propio Óscar, Coppola El Castor no necesita presentación. Algunos lo

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Narrativa
llamaban el Nicanor Parra de la posguerra, o Bolaño, Fernando es (¿era?) Toledo.
pero más mexicano. Yo lo imaginaba como Enrique —Que no le pongas tanta crema a tus tacos, maestro.
Lihn. Quizá como un nieto perdido de Gabriela —Yo le pongo toda la crema que me salga de los
Mistral, el hijo desaparecido de Violeta Parra. De cojones— fascinante selección de palabras. —Y les
Neruda: nada. decía…
—Hace algunos años que no contamos esa historia Una ráfaga de viento entró por el alféizar de la
acá— comenzó Óscar, como quien oficiara una misa, ventana justo al lado de Óscar y le tiró los lentes en
una misa negra. —Al Castor no le va a agradar en medio de su disertación.
nada, pero se las voy a contar nada más porque ustedes —¡Coño y recoño! Les decía, yo conocí al Castor
no lo conocen ni él a ustedes. en los setenta, asistimos más de cinco años a talleres
Era cierto, no le conocíamos de nada. Ese día, quiero por toda la ciudad. He olvidado la de porquerías que
decir, esa noche, era nuestra presentación oficial. Óscar debimos escribir, así como el trance que era nuestra
y El Castor eran los más grandes del grupo. Se podría vida en esos años. Lo que no he olvidado, nunca olvi-
decir que los más viejos del Club de los Absurdos; los daré, es que él y Rita eran una pareja unida hasta
abuelos, los maestros, los gurús. En una palabra, los la médula. Él le escribía poemas que hablaban de
fundadores. En el dos mil catorce, año en que sucedía nubes llenas de astronautas; que se perdían, a su vez,
esta historia, el primero rozaba los sesenta y el segundo en universos atómicos y descubrían, así sin más, la
los sesenta y dos. verdad del amor detrás de los secretos cuánticos. Los
—El Castor se exilió de Chile cuando el golpe de argonautas diminutos, la obra cumbre del Castor, es
Allende— comenzó Óscar. —¡Demontre!, Nixon no un homenaje o una semblanza, o una suerte de lápida,
se tiene por qué mencionar en una historia de amor, a los años en que estuvo con Rita.
siempre lo he dicho, pero el hijo de puta financió a «¿Leíamos? Claro que leíamos. Cagondiós, no
Pinochet en esa estratagema, ¿sí lo sabían? leíamos, nos bebíamos la literatura como una jarra
A Óscar le gustaba decir ese tipo de cosas cuando de cerveza alemana, sólo para después bebernos una
contaba historias. Digamos, exclamaciones españolas verdadera jarra de cerveza en Bucareli o en Donceles
(un español de Cataluña insufrible y totalmente fuera o en el Toreo, que era donde vivíamos los tres. Eluci-
de lugar: una mezcla entre su mexicano chilango y dábamos toda la noche, en reuniones en cualquiera
derrapado y la exquisitez): diantres, cáspita, coño, de nuestras casas, las obras de todos los poetas que se
diablo, demonio, etc. puedan imaginar. Y lo de imaginar no es un recurso
—Sí lo sabemos— dijimos todos al unísono, aunque soso, porque el Castor se pasaba horas imaginando las
más de uno no tenía ni idea de lo que quería decir vidas de los integrantes de todas las vanguardias del
Óscar. mundo. Su memoria era la de un titán griego en busca
—¡Repámpanos!, el Castor estuvo ahí, él me lo contó de una eterna venganza. Sólo que en México no había
todo. Se rumoraba que el hijo de puta de Pinochet ni dioses griegos ni venganzas; era algo más parecido
incluso quiso contratar a Pablo Neruda para dirigir a una búsqueda insomne del gran poema, del gran
un pasquín asqueroso sobre los ideales del nuevo poeta. Por años no hicimos más que eso: leer y discutir
régimen. ¿O era Pablo de Rokha? Como sea, es ineluc- y buscar. Buscar en los resquicios del alma la eterna
table decir que Pinochet era un estratega en todos los poesía, elucubrar en los nubarrones de la psique sobre
sentidos; un estratega férreo y artístico, ya entrados en la idea fundamental de la vida.
el tema. Yo conocí al Castor en marzo de mil nueve «Y el Castor y Rita, chicos. El castor y Rita Moore.
setenta y cinco. Por entonces, él salía con la periodista Un vendaval de jodida ternura, un tornado en el que
Rita Moore, y los tres asistíamos al deplorable taller de giraban sus mentes y sus almas, permítaseme la figura,
poesía de Juan Varela en la Escuela Nacional de Estu- hacia ninguna parte. Y no necesitábamos ir a ninguna
dios Superiores de Acatlán… Fuimos la primer gene- parte. Todo estaba en los libros. El Todo, muchachos.
ración de Filosofía. No les hablo ya de la pura literatura, nuestro andar era
—Ya déjate de pendejadas, Óscar— dijo Fernando, un andar en el estricto sentido: epistemológico, onto-
enfurecido y al borde de la rabieta más inservible de su lógico, si acaso, que terminaba por descender a los
vida. Todos sabíamos que los arres de catalán de Óscar límites empíricos de las palabras. Al espacio entre las
no le dejaban contar una historia sin comenzar a hacer palabras, al limitadísimo vacío entre una letra y otra.
literatura al aire. Horadábamos la poesía, la llenábamos de ausencia. Y
—¿Qué putas quieres decir, Toledo?— el apellido de no me inquieran sobre la naturaleza de lo que les digo

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arteficio Narrativa

porque me van a obligar a soltarles una bofetada en es una palabra, es una palabra y se acabó. En cual-
seco. ¡Diantres! quier caso, fui yo el que estuvo ahí, ¿no? Es verdad, he
Durante una eternidad nadie dijo nada. O al menos olvidado todo, o casi todo, pero ya les digo yo que ese
nada que valiera la pena oír, porque aquello comen- suceso fue peor que un apocalipsis. Claro que esto no
zaba a tener visos de inframundo. El comedor amplio es más que una licencia, porque yo jamás he visto un
del Vips Echegaray se resquebrajaba y de entre los apocalipsis; pero, ¡pardiez!, ¿quién puede jactarse de
azulejos y las mesas se erigían pirámides aztecas y haber visto alguna vez un apocalipsis?
vestigios egipcios. Una vorágine de imágenes suce- —Muy pocos— dije yo.
didas por el palpitar raudo de nuestros corazones al —Muy pocos, es verdad, García. Por no decir
acecho, lo recuerdo. Óscar dio un trago a su café y se nadie… ¿Y qué me dices tú, López? ¿Crees que esta
apresuró a sacar un celular de la gabardina. licencia fue algo muy arriesgado en medio de mi
—Ya continúo— dijo. —Voy a llamar al Castor. No monólogo-relato? Quiero decir: aquello del apoca-
sea que llegue y yo me quede a la mitad de esto. lipsis en el ocaso fúnebre.
Ahora que lo escribo, nunca supe a qué se refería con —Digo que continúes la puta historia. Siempre
esto, específicamente. “¿A la mitad de qué?”, pensaba. tienes que perderte en devaneos sin sentido…— reviró
¿Es que acaso había algo entero que se partía por la López.
mitad en esa habitación? Y, lo que es más, ¿el Castor —¿Saben qué estoy recordado? ¡Anda, y hasta
iría esa noche? ahora! El Castor me dijo que vendría hoy. Y no especi-
—No contesta, puto Castor, estará viendo porno el ficó hora alguna, pero…
muy sinvergüenza, ji, ji— risas comunes. Un mesero del restaurante rellenó nuestras tazas de
—Bueno, bueno, Coppola, continúa, si eres tan café sanguinolento, sólo comparable este al que se sirve
amable— dijo Arturo con su acento español que ya me en un Vips a media noche, y enjugó el mantel sobre
tenía harto, y a la vera de su rostro desencajado y las el que Óscar Coppola había derramado su bebida en
manos temblorosas que le acercaban la taza de café a un azote de enjundia producido por la exaltación de
los labios. Óscar me miraba y miraba a Arturo, luego la plática.
a Fernando y luego otra vez a Arturo. —¡Venga ya, —Pero el Castor no llega nunca pasadas las doce—
hombre!, no es para que te pongas en plan misterioso. dijo Coppola, con su taza de café de psiquiátrico en
Ponte a decir verdades como templos de una puta… la mano, levantada, mientras, debajo, en su mesa, le
—Estoy ansioso, es todo— prorrumpió. —Es una pasaban un trapo viejo a la altura de la panza-, ¿qué
noche lóbrega y parece que, en un escenario como hora es, García?
este, todo, o cualquier cosa, pudiera suceder. —La una menos quince— dije yo.
Y, en efecto, tras estas palabras, volteamos de soslayo —Conque doce cuarentaicinco, ¿no? Joder, será
a la ventana y descubrimos una noche que, de no ser mejor llamarlo de nueva cuenta.
por el reloj a nuestras espaldas, podríamos tomar por —¡Una mierda, Coppola!, eres un pesado, un retar-
un mediodía o incluso por un amanecer. dado. Primero termina la historia, ¿quieres?— profirió
—Fue en el ochenta cuando el Castor y Rita se Arturo.
separaron. Los pormenores los he olvidado o prefiero Parecía un psicótico escapado de un manicomio.
no recordarlos o son demasiado tristes para deta- Sudaba a mares y la volición emanaba por sus poros
llarlos… En cualquier caso, hubo, como siempre, como un ansia contenida hace años. No es que yo
gritos, lágrimas clandestinas. También hubo golpes y, pudiera, ahora o entonces, observar este tipo de deta-
ya entrados, quizá hubo uno que otro beso. Uno que lles tan puntuales; pero recuerdo con precisión los
otro abrazo. Ya se sabe que estas cosas del amor son brazos temblorosos, los hombros contraídos, el hálito
indescifrables. En una palabra, aquello fue un ocaso- acuoso en la frente y el cuello, la luciferina voz, el
fúnebre… aliento acompasado… En suma, la locura. Fernando,
—Han sido dos palabras— solté yo, por primera vez por su parte, miraba a lontananza y parecía dubitativo
en toda la noche. cavilando las posibilidades de la avenida Gustavo Baz.
—Miren quién habla. ¿Tú me vas a venir a decir a —“El número Telcel que usted marcó no está dispo-
mí lo que es una palabra o lo que son dos palabras? nible o se encuentra fuera del área de servicio. Le suge-
¡Arrea! Con dos huevos, si yo digo que ocasofúnebre rimos llamar más tarde”…

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Narrativa

—Coño…, bueno… Esta vez, la atmósfera del recinto pareció recons-


—El Castor volvió a Chile, Rita volvió a Los truirse pieza a pieza desde las ruinas, y elevarse o
Ángeles. Yo me afligí y dediqué mi justa atención a las flotar, ambas sensaciones en un sentido puramente
clases y las lecturas. Leí las obras completas de Borges religioso, hacia la oscuridad del propio otoño en
y luego la poesía reunida de Baudelaire, también releí el que nos estábamos adentrando. Algo como una
a Rimbaud y a Verlaine. Sobre todo, leí a Rimbaud. ascensión, pero en su acepción estética.
Recuerdo que acompañé al Castor al aeropuerto el —Caramba, Coppola— dijo Arturo con el pecho
día en que regresaba a Santiago. Él me miró sobre el oprimido. —¿Y qué sucedió después? Quiero decir,
hombro, en la puertecilla del avión, y recitó un poema no me malinterpretes, ¿qué hecho sucedió al otoño
de Fernando Pessoa. Quiero decir, eso fue lo que creí del ochenta?
que hizo, aunque igualmente pudo haber sido algo de —El año nuevo del ochenta y uno yo no lo soporté
Pound, incluso de Joyce, Eliot o, puestos a adivinar, un instante más y me largué. Estuve viajando, ya lo
quizá algún verso del grandioso Darío: ¿Tienes, joven saben porque se los he contado; viajé a España, estuve
amigo, ceñida la coraza / para empezar, valiente, la en Madrid, Girona, Blanes, Barcelona; trabajé como
divina pelea? Pero lo más probable es que no dijera corresponsal del Universal en Tel Aviv, viajé por
nada y su mirada nostálgica y morriña no fuera más África y oriente, conocí sus sendas capitales: India
que un hasta luego desidioso. y Sudáfrica. Mi andar fue una larga y trepidante
«Rita voló un mes después. Me enteré por un amigo odisea, el destino latinoamericano de los exiliados de
que, con verecundia y estrépito, llegó a mi nuevo las dictaduras. Aunque yo no era un exiliado, ni viví
departamento en Revolución, un domingo de agosto, ninguna dictadura. Hasta donde sé. Era un exiliado
y me dijo: ‘Moore nos dejó’. Y yo supe que ese era el de mí mismo. Un país extra, con altas y bajas en su
verdadero fin. Otoño, ominoso desde su comienzo, economía y, por encima de todo, su acervo cultural.
iba a ser no más que una mala pesadilla al compás del —¿Seguiste leyendo? — interrumpió Fernando,
abandono. El único abandono real, muchachos, el de tuteando a Óscar como si le conociera de toda la vida.
los amigos…
Foto: Alejandro Merino

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arteficio Narrativa

Pero Óscar pareció no escuchar, o aislarse de todo rostro de lluvia y Nube viajera; esta última dedicada
cuanto le rodeaba, mecido en el dulce arrullo de la a Vicente Fernández y de la que después su hijo, el
memoria: fiambre desmadejado que se cernía sobre su hijo del cantante, el mayate Fernández, extraería el
cuerpo, hasta sobre sus anhelos y sus ansias y todo lo hermoso juego de palabras para intitular una canción
que pudiera crear un lazo entre su mente y el mundo. suya. Los tres portentosos mamotretos relacionábanse
—Te has puesto melancólico y tierno por unos de forma maravillosa con la grandeza del arriba. Yo
momentos, ¿no, Coppola? — apuntó Arturo socarro- trabajaba en mi segundo libro de poesía y gozaba de
namente. —No dejes que el pasado perturbe tu decai- buena salud, igual que ahora. Hay quien dice que no es
miento natural y tu ilusión estrepitosa, amigo, ¡venga bueno decir esto de uno mismo, pero a mí ese tipo de
ya! supersticiones paletas me la sudan. Bueno, venga ya,
—Nada de eso, ¡diablo! Un poco de miel e hidalguía que esto semeja una clase de literatura de nivel medio
de vez en cuando no le viene mal a nadie. Así pues, y yo adonde iba era al agosto de dos mil uno.
distinguidos caballeros del Club de los Abstractos, «El Castor me envió un mail (¡ah, las riquezas de la
pasó la década de los ochenta y parte de los noventa. tecnología!) en el que me contaba que Rita Jáuregui
El Castor publicó Aullido de ángel y la novela ya citada se había contactado con él. “¡Anda!, y se queda tan
Los argonautas diminutos. Yo le mandé manuscritos ancha!”, recuerdo haber escrito en mi responsiva.
de mis cuentos y mis poemas inéditos y él no pudo “¡Después de abandonarnos durante tantos años!”,
más que rasgarlos, cagarse en mis muertos y olvi- estuve a punto de escribir. Pero no. Lo que redacté fue:
darlos por el bien de la humanidad. Ni bien hubiera “¿Qué te dijo?”, amablemente, parcamente. Y él va y
yo publicado La caída, antología poética homónima me dice: “Que tengo una hija”.
de la novela de Camus, mucho más grande aquella que
ésta, regresé a México en el noventa y uno para ver a Todo el Vips Echegaray pareció reducirse a un
Nicanor en Guadalajara y escuchar, chicos, oigan bien, silencio llano. Como si todos -meseros, garroteros,
el más grande discurso de aceptación de un premio comensales, cocineros y gerente- estuvieran al tanto de
que jamás se haya escrito. Antes del nobel de Wislawa la historia. Y no es de suponer que así fuera verdade-
Szymborska, claro está. ramente. La impresión fue tal, que me dieron ganas de
—A ver, Óscar— interrumpí, a la zaga de una idea vomitar sin venir a cuento de nada. ¡Una hija! Quise
volátil arrojada al viento que se les escapaba a todos. salir corriendo y desnudarme en medio de Gustavo
—¿Acabas de superponer, literariamente, tu antología Baz, gritar, berrear puerilmente o, tal vez, si la situa-
de poemas sobre la magna novela de Camus? ción poseía las condiciones, darme un tiro justo en
—Es correcto, García, se le llama parricidio y sería la sien. Ahí. Entrar al baño, sacar mi Colt 45 del fajo
bueno que lo practicaras algún día. No hoy, pero y cortar cartucho, mirarme en el espejo y acabar de
algún día… Ahora, decía, regresé a México y regresé una vez con aquel vituperio inenarrable. Sin embargo,
a la Facultad; continué mis clases y mantuve un perfil lo único que hice fue saltar removido y mirar por la
muy bajo. Me titulé de la maestría que dejé inconclusa ventana como un imbécil. Por supuesto que no llevo
cuando alcé el vuelo y así, como se prende y se apaga conmigo ninguna Colt 45 y jamás me desnudaría en
una luz en julio, llegó enero del noventa y cuatro. medio de una avenida. Pero eso fue lo que me pasó por
Tú todavía no nacías, García; Arturo tenía diez años la cabeza mientras un organillero desvelado tocaba su
y Fernando apenas seis, acaso los suficientes para máquina en el semáforo y un conserje hacendoso me
recordar el levantamiento. pasaba por los pies una escoba sucia y vieja.
—¿Quién levantó qué cosa?— dije yo, aunque tuve No sé bien cuánto tiempo permanecí en ese estado
la corazonada de estar diciendo una estupidez o, como de acuidad, si es que ese puede ser un estado del alma,
mínimo, una insensatez. Por suerte, Coppola estaba aunque yo me inclino a pensar que sí; y era como estar
demasiado entretenido o distraído y no dio seña de extático en un orgasmo de treinta o cuarenta minutos.
percibir nada. Cuando lo escribo, pienso que tal vez A mi alrededor hablaban Óscar y Fernando, Arturo
me ignoró para no verse obligado a tildarme de igno- escupía su verborrea habitual, pero yo no escuchaba
rante o antipatriota, con ese ahínco que le endulzaba más que mi corazón agolpado y unos como gritos que
el carácter. provenían de mi pecho, un disparo y un caer de sangre
-Llegó el dos mil y el Castor publicó tres novelas en las baldosas de algún baño.
más: Cielo perdido en la mañana, El gaucho con —Le escribió que quería verlo, por supuesto, cono-

68
Narrativa

cerlo- reviró, de pronto, Coppola. El maestro colgó de un tajo, se miró los zapatos,
—¿Ana?- dijo Arturo. cogió aire fue entonces que profirió:
—¡Coño!, ¿quién más? Claro que Ana, su hija. —Cedió…
—¿Y qué hizo él— dije yo, tropezando cada palabra —¿Qué dice, Coppola? — espeté.
y envuelto en un aura de sudor acuoso y blanquecino. —El Castor…— un frío inhóspito caldeó la habita-
—Joder, García, has vuelto. ¿Pues qué otra cosa se ción y un irremediable halo azul heló los rincones más
te ocurre que iba a hacer! — me respondió Óscar. —Le alejados del restaurante, lo recuerdo. —Se suicidó…
envió un boleto de avión para Santiago, por supuesto. No sabía nada, nunca había sabido nada. Nunca
Ana se apeó en él a las cuatro con treinta y cinco de sabría nada acerca de nada.
aquel dieciocho de septiembre del dos mil uno y… —¿Pero… qué me cuenta, Coppola?— formulé.
Silencio. Arturo, Fernando y yo nos miramos —Ha sido esta noche. Hace unas horas— resolvió
contritos. Alguien cantaba al fondo una melodía vieja, Óscar. Y ¡vaya frío! —Sin saberlo… estábamos aquí
vernácula; intuímos una tragedia en la cadencia de hablando de la vida de un muerto.
las palabras. No hablamos. Ni siquiera Arturo inte- Miré la tez diurna de Coppola y los ojos enloque-
rrumpió el alambicado discurso para burlarse estú- cidos de Arturo y Fernando y supe, de improviso y
pidamente de la solemnidad de Coppola. Óscar lucía mientras se escurría una luz rosa y naranja por la
aturdido, el cabello se le enredaba en la frente y le ventana amanecida, que —a partir de ese instante—
caían rulos sudorosos en las sienes. ya no habría para mí, es decir, para nosotros, el Club
—Ana Lucía… murió ese mismo dieciocho de de los Absurdos, más literatura, ni más sueños, ni más
septiembre en la cordillera de los Andes… vida.
Más silencio. —Joder— zanjó Óscar Coppola. Y bebió de su taza
—Su avión se desplomó como un alud que descen- el café derramado. —Se las ha apañado para hacernos
diera profuso por la ladera de un volcán… Entonces, pasar un último mal trago…
el Castor, es decir…, sí, Castor y yo nos quedamos ::.
verdaderamente solos en el mundo…
Esta ocasión me mantuve impertérrito. Pude mirar
cómo la expresión del rostro de Arturo y Fernando
se llenaba de un asombro copioso y triste, al mismo
tiempo, y cada uno se reclinaba sobre su silla y decía
¡oh!, y ¡ah!, y se perdían en sus abstracciones. ¡Ah,
una hija encontrada y perdida!, pensaba. Coppola me
miraba fijamente, atroz, y yo le demostraba que sus
reflexiones en volandas y atrabiliarias en altas horas
de la mañana no me demoraban en lo más mínimo.
Quiero decir, nada me iba a inocular de más impre-
sión. Estaba otrora resueltamente impresionado, extá-
tico (he dicho). ¡Una hija! A tal grado, que ni la heca-
tombe más sacra de la humanidad podría haberme
perturbado. ¡Hija!
En esas estábamos cuando, súbitamente, sonó un
celular. Un gemido de terror subió por mi garganta,
en un acto reflejo, y murió antes de que pudiera acaso
sentirse enteramente. Sin embargo, el miedo lo sentía
ya en la carne, debajo de la piel, en los huesos lace-
rados. Óscar metió su mano en el bolsillo interior del
sobretodo y, ante las miradas atónitas del Club, sacó
su Nokia y atendió con parsimonia, lívido. Observé
cada palabra, lo recuerdo, alternativamente un sí o un
no, y cada sí y cada no era como un recular en sus
modos. El miedo me alcanzaba la sangre.

69
arteficio Narrativa

José Clemente Orozco

Patología social
Nestor López

E
n este mundo moderno, donde la información han sido excelentes e inolvidables días.
viaja a velocidades tan rápidas como la luz y la Los primeros años pasaron rápido, tan efímeros
tecnología ha alcanzado un desarrollo capaz de como el tránsito de la luna en el firmamento. Lamen-
permitir la exploración de otros planetas, es donde se tablemente, la familia cayó en desgracia, y la desdicha
desarrolla esta historia. tuvo un papel protagónico. Una enfermedad apagó la
Dos hermanas han visto por primera vez la luz. Tan vida de la madre. Fue una muerte súbita pero no por
solo han transcurrido unos pocos días desde su naci- eso menos agónica. Los años grises continuaron su
miento. Dos hermosas bebés que lamentablemente andar y el tiempo se esfumó en la melancolía, tan de
han quedado huérfanas y han sido puestas en adop- prisa como las propias hojas del cerezo caen al suelo.
ción al cuidado y resguardo de una familia que ha Pero la desgracia aun no cejaba por completo y el padre
jurado protegerlas y brindarles una vida llena de amor. con problemas económicos echó mano de su hijo para
La familia se encuentra conformada originalmente proveer el sustento y poder salir adelante. El muchacho,
por los padres y un primogénito. Ahora se suman las convertido en un adolescente, tenía que ayudar a la
dos pequeñas bebés que con sus risas han llenado de manutención de la familia y así lo hizo, tal como se
alegría al nuevo hogar —siempre en donde hay infantes esperaba. Sin muchas oportunidades, el muchacho
es inevitable contagiarse de su alborozo—. Los días se alistó en el ejército y se avocó por completo a la
han ido transcurriendo colmados por el encanto de las instrucción militar. Él es ahora un soldado raso pero
nuevas integrantes entre llantos y balbuceos. Sin duda quiere llegar a capitán. Así lo comenta a sus conocidos

70
Narrativa
y se ve en sus ojos un destello como el fuego. Las niñas policía. Corren lo más rápido que sus cansadas piernas
son ahora unas hermosas jóvenes, en la flor de la vida, les permiten. La adrenalina se ha esfumado y ahora
con una belleza imponente que deja sin aliento incluso sienten cómo su paso se vuelve cada vez más lento. Sus
al más indiferente. gritos de auxilio les roban el aliento y sienten cómo se
Pero los problemas económicos continúan, a pesar sofocan, el aire no alcanza, tan cerca y a la vez tan lejos,
del esfuerzo. Las carencias han seguido el curso de sólo un poco más. La gente presencia este acto vulgar,
la vida, a veces es violento, y se exacerban las necesi- pero sólo son espectadores. Como si de una obra que
dades diarias a las que se tienen que enfrentar, como únicamente pudiesen observar y nunca intervenir,
la realidad criminal que domina la ciudad. El peligro se tratase. Parecen no existir y simplemente ignoran
ronda por doquier, pero existen momentos reconfor- a conciencia lo que está sucediendo, siguen con su
tantes que permiten continuar la rutina. Al verse por caminar sin importarles nada más, alguna mirada de
las noches reunidos al interior de la frágil seguridad reojo por morbo pero ningún otro gesto. Incluso se
de su morada obtienen la fuerza para permitirse conti- presentan como el mejor protagonista colectivo para
nuar un día más. Esos momentos son una bocanada un cuento de Poe, seres que simplemente observan,
de aire fresco que aviva sus corazones. que se encuentran inertes, inanimados, suprimidos
La “familia” es una base, un pilar social que puede de la capacidad de actuar. ¿Acaso son humanos? ¿O
dar el temple para continuar viviendo en situaciones sólo son observadores de tragedia? ¿Están contentos
adversas. Es el motor que permite soportar y seguir con esta realidad? ¿Se han acostumbrado? ¿Y si fueran
adelante. Y así pasaron algunas primaveras más. Las ellos? Mientras estas preguntas desbordan la mente de
reuniones familiares nocturnas que daban el combus- las jóvenes, lo que parecía imposible fue alcanzado.
tible continúan pero poco a poco se han desvanecido. Estaban ahí, frente al módulo de policía. Lo habían
Han perdido parte de su esencia. No puedo precisar logrado, sienten alivio. Están a salvo y sin recuperar el
qué, pero algo es diferente. El hermano se nota más aliento explican la situación al oficial. Con voz amable
distante y retraído. Al parecer su formación como el policía responde y les asegura que todo estará bien,
militar lo ha cambiado. El fulgor de sus ojos ha ido que las ayudará, que él se encargará del resto. De
esfumándose, convirtiéndose en un infinito abismo. pronto, todo se nubla y el mundo queda en silencio.
Es lo que transmite su mirada. Todo ha desaparecido en la oscuridad.
El tic tac interminable del reloj no puede detener Al recobrar el conocimiento solo existe confusión.
su marcha y continúa caminando sin detenerse ni No saben qué pasó. Al buscarse mutuamente se dan
un solo instante. Los cabellos del padre muestran cuenta que han sido separadas. Están en cuartos indi-
algunos cambios de color y el físico ya no es el mismo viduales y la primera está maniatada y vendada de
de antaño. Las hermanas y el padre son inseparables ojos, mientras la segunda se encuentra encadenada,
y viven felizmente, mientras el hermano tiene visitas amordazada. Han perdido la noción del tiempo. Sólo
esporádicas, cada vez menos frecuentes. algo es persistente y es un dolor punzante. Al tratar de
Un día, las jóvenes salieron a pasear por el centro de recordar lo sucedido sólo viene a su mente el sonido
la ciudad al lado de su padre. Hicieron algunas compras, del arma de fuego. La tristeza escurre en las paredes
comieron y emprendieron la marcha de regreso a y la desdicha se respira, penetrando, desgarrando el
casa. Durante el camino dos sujetos salieron al paso, corazón de las jóvenes.
tomaron a las jóvenes por la espalda y una camioneta El ruido de la puerta al abrirse, rompe y desvanece
se detuvo frente a ellas. El sonido de un cañón y su la atmósfera. La duda asalta la estructura de la mente
sórdido estruendo se hizo sentir por las callejuelas. y de pronto, como si no fuera suficiente, comienza el
El tiempo se detuvo para siempre en las pupilas del ultraje, la violencia, cada una escucha los gritos de la
padre. En la confusión, los sujetos sorprendidos por el otra y saben que en el mismo instante están sufriendo
sonido del arma aflojaron los músculos y las jóvenes la misma atrocidad, el intento de resistencia, la súplica,
—atrapadas en un instante distorsionado por la adre- los golpes que se dejan sentir. Se preguntan si no es
nalina y aumentado por el instinto de supervivencia— posible hacer nada. La complejidad de la mente al
lograron escabullirse y salir huyendo. Doblan a la derrumbarse es la cara más nefasta de la desgracia. Al
derecha y posteriormente a la izquierda, corren en término de los hechos, la rabia se respira por doquier
línea recta, buscan ayuda y al paso del escape pierden y de las paredes escurre sed de venganza. Es un reflejo
a sus persecutores. Ahí a lo lejos, como cuando un auspiciado por el instinto y un arrebato de valentía, o
sediento encuentra el oasis, observan un módulo de quizá de locura. La joven vendada trata de defenderse

71
arteficio
de su agresor, quiere acabar con él. Entonces escucha
cómo su captor abandona la habitación, no sin antes
golpearla de vuelta. Siente el dolor de un puño derri-
bándola, el aire se ausenta, siente la asfixia y trata de
respirar, siente dolor y la desgracia abunda. El llanto
baña sus ojos, un rio de rabia, confusión y pena emerge
hasta inundar la habitación. En el pasillo se oyen
insultos y quejas. Se escuchan dos voces y cual gélido
punzón de metal que penetra y desgarra la carne, siente
un dolor que la recorre y le hiela hasta la medula. Todo
pensamiento colapsa y muestra la cruel realidad como
si fuera el telón que revela a los actores en el escenario.
Cual macabra obra, reconocen la voz amable del oficial
que les prometió ayuda, y al fondo, una voz fuerte,
vigorosa, dando órdenes. Es fácil deducir que esa voz
—familiar y tétrica— pertenece al jefe. Pero la realidad
avanza y no se detiene. Con lúgubre mueca se revela
la verdad. Sí, así es, aquella es la voz de su hermano,
el que da órdenes, el mismo a quien conocieron desde
pequeñas, es aquel que, al igual que el oficial, prometió
cuidarlas, ayudarlas, protegerlas. ¿Acaso no existe
compasión? Promesas rotas de quienes ahora están ahí,
violentándolas, abusándolas y destruyéndolas. ¿Cómo
es que llegamos a esto? ¿En qué momento sucedió?
Son preguntas sin respuesta. Ellos, quienes debían velar
por su bienestar, traicionaron su integridad para luego
ingresar en aquellas cuatro paredes con el único fin
de lastimarlas, olvidándose de todo y entregándose al
hecho atroz de simplemente violarlas.
Esta historia no es algo extraño en la actualidad. No
sucede lejos de donde tú te encuentras. Puede suceder
en mi pueblo, puede suceder en tu ciudad. De hecho,
pasa a diario en un lugar que tú conoces. ¡Claro que
lo conoces! Es un lugar cuyo nombre significa “en el
ombligo de la Luna”. Ese lugar es México. Y ahora te
presento a los protagonistas de este irónico relato, que
no se aleja en sentido estricto de nuestra realidad. El
nombre del padre es Democracia. Los secuaces son
Corrupción e Impunidad. La patología social es la Indi-
ferencia, que se convierte en Complicidad. Y el nombre
de las hermanas es Justicia y Libertad.
::.

72
Fraseo

“El fundamento de todo escritor es contar


una historia; expresado con otras palabras
se puede decir que es penetrar en la parte
más profunda de la conciencia. En cierto
sentido es sumergirse en la oscuridad
del corazón".
Haruki Murakami
arteficio Narrativa

Las dos velas


Nancy Puga

Y
etro no sabía su paradero ni le interesaba. se lavó la cara con agua fría. Volvió a dormir, pero no
Habían pasado muchos años desde el incendio. soñó nada.
Tenía una pesadilla recurrente. Se encon- Lo que Yetro no recordaba era que existía el mundo
traba caminando por un sendero hasta que un agota- de los sueños y que muy pocos podían interactuar con
miento lo cubría de temor: una presencia lo inundaba. su ficción, como si fueran sus amigos imaginarios.
Prefería estar en casa, prepararse para el día siguiente. Yetro creó a Carev y a su hermano Condo desde muy
Darse un baño. Todo, menos estar en aquel lugar tene- pequeño. Todo fue a partir del día que se quemó la
broso que tanto le aterraba. casa de la abuela. Cuando Yetro era apenas un niño,
Todas las veces trató de retroceder, pero una inercia vio cómo las llamas devoraban la casa con su abuela
inexplicable lo chupaba hacia la bruma, hasta descu- adentro. En ese momento todo le parecía irreal. Años
brir un bulto deforme. En ese momento despertaba. después escuchó que el incendio ocurrió porque la
Así pasaron varias semanas hasta que otra noche llegó abuela se fue a dormir sin apagar la vela de una ofrenda.
como siempre al mismo sitio. El bulto quería controlar —Si la hubiese pagado yo, la abuela estaría viva— se
el sueño de Yetro y salir deprisa. dijo para sí, con mucha culpa.
—Espera— le dijo una voz espesa. Desde entonces, la idea de apagar velas lo mantenía
Yetro logró huir despavorido de aquel bulto y preocupado. No permitía que se prendiera ninguna en
despertó en cuestión de segundos. El sudor le escu- casa. Fue así que a los ocho años Yetro creó la ficción
rría hasta el cuello. Se levantó de la cama y a oscuras de los dos hermanos de fuego, Carev y Condo, que

74
Narrativa
representaban las dos velas que habían provocado mantenerse despierto por algunos días. No quería
el mortal incendio. Yetro interactuó con ellos, pero llegar al mismo sueño perturbador. Sin embargo,
luego los abandonó por un largo tiempo, debido a que más tarde que temprano el cansancio lo venció y se
siempre que accedía al mundo de los sueños, no conse- encontró en el mismo sendero, otra vez frente a ese
guía apagar la casa en llamas de su abuela. Aquello le bulto extraño de nombre Carev.
mortificaba. Era inútil seguir intentando. —Es irremediable tienes que ayudarme, sólo tú
Yetro se dio cuenta que su hermano mayor, Firo, puedes liberarlo. Espera a que me duerma — le dijo
le tenía envidia por ser el nieto consentido de la Carev. —Dentro de un rato podré soñarte, ya sabes qué
abuela. Firo también pudo acceder al mundo de los hacer. Una vez que apagues la vela derecha lograrás
soñados y le robó a Condo, para transportarlo hasta salir de la cueva, yo despertaré, y para entonces mi
su propio sueño y nunca más regresárselo. Yetro no se hermano se encontrará con nosotros, liberado de su
dió cuenta que su hermano real había robado a una de encierro en el sueño de Firo. Entonces podrás irte y
sus ficciones, abandonadas por muchos años. Lo que olvidar para siempre que fuimos tu ficción, si así lo
Yetro no sabía es que los hermanos de fuego que había deseas.
creado también se tenían envidia, y por eso Carev Ambos esperaron unos minutos sin que nada
estaba muy contento de que Condo se hubiera ido con pasara. Sin darse cuenta, Yetro fue soñado por Carev.
el otro soñador. Apareció en un lugar de tierra suelta, muy árido.
Los días transcurrieron muy extraños, mientras La atmósfera era de un calor seco, insoportable. No
Yetro trataba de entender qué era aquella figura que a lograba distinguir aquel olor con precisión, pero era
menudo aparecía en su sueño. ¿Qué tenía que ver con muy parecido a la ceniza que quedó tras el incendio
él? Decidió ir más allá en el mundo onírico, recorrer el que marcó su infancia.
camino más allá del bulto. La siguiente noche, mien- Yetro estuvo caminando un largo rato hasta encon-
tras soñaba, antes de terminar en el mismo sendero trarse con la cueva descrita por Carev. Al entrar, en
de siempre, escuchó un lamento, una especie de el fondo, encontró las dos velas que el hombre andra-
aullido de lobo que torturaba sus sentidos. Un hombre joso de su ficción le había comentado. Sabía que tenía
que parecía de otro tiempo, con aspecto verduzco y que apagar la vela derecha para poder liberar a Condo
ropa sucia, se encontraba sentado en una roca. Dejó de las garras de Firo, el otro soñador, mientras Carev
al descubierto su rostro duro y macizo al sentir la lo soñaba a él. No contaba con que la cueva tenía dos
presencia de Yetro. entradas. Perdió el sentido de la orientación y para
—Con que regresaste — le dijo molesto. entonces no sabía cuál vela tomar por derecha y cual
Yetro no supo qué decir, luego de que su interlo- por izquierda. Tampoco recordaba que al apagar las
cutor le hablara con un dejo de confianza, como si se velas estaría aniquilando a una de sus creaciones.
conocieran de toda la vida. Yetro, sin darse cuenta que el hombre verduzco lo
—Soy una ficción — le dijo el hombre verduzco. — había engañado y que en realidad quería matar a su
Tu ficción. hermano Condo, no supo qué decisión tomar. Apagó
Yetro lo escuchaba asombrado. una vela por inercia. En ese momento todo le pareció
“Tú me creaste cuando tenías ocho años, pero me muy claro. Ésa era la vela que tenía que haber apagado
dejaste atrapado aquí. Más bien, nos dejaste. Soy Carev cuando era niño para que su abuela no muriera. Al
y mi hermano es Condo” dijo con tono de indigna- apagar la vela, Yetro logró aniquilar a Carev, la ficción
ción. “Ahora mi hermano está en problemas. Tienes que había soñado a su soñador. Yetro nunca más volvió
que ayudarme. Condo está atrapado en los sueños de a despertar de su sueño. Desde entonces ha continuado
tu hermano Firo. Tú eres su creador y sólo tú puedes dormido en su cama. Han pasado ya varias semanas
sacarlo de ahí. Tienes que ir hasta una cueva donde se que no despierta. Quizá se haya acostumbrado a ese
encuentran dos velas encendidas. Una representa a mi extraño olor a ceniza.
hermano, la otra me representa a mí. Debes apagar la ::.
de la derecha, ese es mi hermano. ¿Lo entiendes?”
Yetro apretó los dientes. Se sintió un poco confun-
dido. No recordaba ninguna ficción de cuando era
niño, ni mucho menos haber inventado a ningún
psic.nancypuga@hotmail.com
hermano de aquel bulto verduzco. Salió del sueño.
Se levantó y preparó huevos con tocino. Trató de

75
arteficio Narrativa

Rogelio Rodríguez Ángel

Sortilegio
Don Güero

L
o primero que pensó Ramón cuando la Maga horripilante obra de claroscuro en relieve. Su pronun-
salió al escenario fue: ¿Neta? ¿Es ella? ciado fleco proyectaba una sombra fúnebre sobre la
Aquella mujer sentada entre los demás mitad del rostro, al estilo de la máscara del Fantasma
ponentes no podría ser la famosa “Maga”, la rompe- de la ópera.
corazones, encantadora de profesores y periodistas, No, no puede ser ella… pensó Ramón.
protagonista de incontables amoríos con músicos y Cuando la Maga sonreía ante algún comentario de
pintores, actores de cine y de teatro. No, era imposible. otro ponente, revelaba un conjunto de dientes terrible-
La Maga permanecía inmóvil mientras los demás mente chuecos, como si se tratase de una dentadura de
ponentes hablaban, con la boca fruncida y los ojos broma de las que venden en el Bosque de Chapultepec.
enardecidos. Una mueca grotesca en sus labios Ay, no me digas que ella fue la que inspiró el divorcio
estriados invocaba la imagen de un troll de las novelas de aquel director famoso, la autora del escándalo que
de Tolkien. La exageración de sus rasgos —la boca salió en primer plano la semana pasada. No jodan.
tensa, la poblada ceja fruncida— era simplemente Entonces La Maga comenzó a hablar. Y se trans-
absurda, como si se empeñase en resaltar cada fisura formó.
y cada protuberancia facial. Las luces del escenario Todos sus rasgos se ablandaron; su rostro cobró una
exageraron estos rasgos más aún, produciendo una hermosa suavidad. Con una sonrisa bella, resplande-

76
Narrativa
ciente, embriagante, anunció a todos los presentes: cada espectador había contado.
Aquí está, chicos: la que va a animar la fiesta. El tono aguardentoso de su voz era grave, pero sin
Los labios que, unos segundos atrás, habían formado rayar en lo masculino. Era la voz de alguien dispuesta
una grotesca mueca ahora se tornaron jugosos, inci- a fumar y beber y seguir de fiesta hasta el amanecer.
tantes, sugerentes. Su cabello —largo, lacio, de un tono Sin embargo, Ramón notó otro tono: un leve grado
negro que contrastaba con su piel clara— enmarcaba de inseguridad, un titubeo, algo que a Ramón le daba
su rostro a la perfección. El largo fleco que cubría parte ganas de consolarla, pues por un momento sintió que
del rostro le prestó un aspecto travieso, juguetón. Los la Maga se estaba aguantando las ganas de soltar el
dientes desordenados se habían vuelto un elemento llanto. Era una voz que apelaba a su complejo Mesías,
entrañable, una de aquellas pequeñas imperfecciones y al mismo tiempo le invitaba a portarse muy mal.
que afirman la humanidad del sujeto y te aseguran De repente, la Maga terminó su intervención y se
que no es de plástico, que es un ser vivo que piensa y calló. Al hacerlo, recuperó el mismo aspecto de antes:
respira. la mueca absurda, los labios tensos y fruncidos. Se
Fue una alteración física tan veloz, tan radical que quedó así durante las siguientes dos ponencias. Era
Ramón pensó: Esto tiene que ser un sueño. Estas otra persona. Ramón se sintió decepcionado.
transformaciones solamente se dan en las pelis de Pero luego llegó el momento de preguntas y
ciencia ficción. Observó que no era el único que había respuestas. Al responder a una duda, la Maga recu-
reparado en esta transformación. En toda la sala de peró su belleza singular. Y así persistió durante toda
C.U., hombres y mujeres se inclinaron hacia adelante, la conferencia, transformándose, pasando entre los
dirigiendo sonrisas al escenario, deteniendo el aliento. dos extremos estéticos, entre la sonrisa y la mueca, el
El efecto del glamour de la Maga fue casi universal. encanto y la atrocidad, la bella y la bestia.
La belleza recién adquirida le permitió a Ramón A Ramón se le ocurrió que podría ser una hechicera
analizar el buen estilo de la Maga. Una estética de verdad. Pensó en el sortilegio de la bruja de Blanca-
congruente unía todos los elementos de su aspecto: el nieves, en Saruman de El señor de los anillos, y luego
peinado, la ropa, hasta sus tatuajes. Iba vestida total- en la anciana de Aura que se disfrazaba de una bella
mente de negro, con un pantalón de mezclilla delgado jovencita.
que parecía un legging. Aunque sus botas de cuero, con ¿Será, acaso, que la mueca es una pista que delata el
las agujetas desamarradas, le daban un estilo medio verdadero ser de la Maga? ¿Una señal de que la encan-
metalero, vestía una playera de tirantes que —si bien tadora, la animadora de todas las fiestas, no es más que
mantenía los brazos al descubierto— tenía un escote un mero espejismo?
que dejaba todo a la imaginación. Su ropa indicaba Entonces se le ocurrió otra idea: tal vez su autén-
una mezcla de rebeldía y conservadurismo, de grunge tica naturaleza estaba presente en el rostro bello, la risa
y buenos modales, de osadía y misterio. espléndida que había encantado a todos los especta-
Los diversos tatuajes que cubrían gran parte de sus dores de Ciudad Universitaria aquella noche.
brazos tenían una consistencia estética que rara vez De ser así, la belleza no sería un disfraz que la
se observa en las personas muy tatuadas; todos eran Maga empleaba para ejercer sus hechizos, sino todo
de un solo color oscuro, formando un entramado de lo contrario. La mueca que se dibujaba en su rostro al
líneas gruesas sobre su piel. enmudecer era una especie de maldición —un menos-
Algo había en la palabra, el verbo, que la había precio hacia sí misma, un cacho de fragilidad que aún
transformado. Al hablar, la Maga dio orden al le quedaba de algún pasado remoto, como una cola
universo del caos. Dio su ponencia con absoluta segu- prensil o el apéndice de nuestros antepasados homí-
ridad de sí misma. Los movimientos elásticos de su nidos— algo que manchaba la perfección de su segu-
cuerpo esbelto eran los de una guitarrista de rock; su ridad encantadora.
lenguaje corporal afirmaba que era la dueña indis- Y Ramón siguió sin entender cuál de los dos rostros
cutible del escenario. Contó un chiste y la audiencia era su aspecto verdadero: la mueca o la sonrisa,
soltó una carcajada colectiva, mientras que la Maga la fealdad o la belleza, la luz o las tinieblas. De una
se rió con todo el cuerpo, levantando una pierna en cosa estaba seguro: al acabarse la conferencia, pasaría
el aire, moviendo el fleco con los dedos de su mano adelante para presentarse a la Maga.
derecha e inclinándose hacia la audiencia. Era parte Su esposa podría seguir esperándolo en la casa.
de su encanto: con sus gestos, convenció a todos los ::.
presentes de que era ella la que se reía de un chiste que

77
Sam Messer
Fraseo

“Toda la ficción, si es exitosa, apelará a las emociones.


La emoción es de lo que trata realmente la ficción”.

George R. R. Martin

Ilustración: Juan Pablo Covarrubias


arteficio

Deporte sonámbulo
Luisa F. Arellano

D
ormir, ver la tele, tener sexo, beber unos Cuando la ciudad se cubre de oscuridad y frío, es el
tragos, buscar abrigo en unos cartones y hojas mejor momento que algunos encuentran para entrar a
de periódicos, vagabundear, contratar prosti- un edificio lleno de brillantes luces artificiales, encar-
tutas, pasarse un alto porque no hay nadie que cruce gadas de iluminar el espacio, claro, pero también
la calle, atender algunos hambrientos en el puesto de tienen una segunda función: sustituir al sol. Así el
lámina, discutir con borrachos. Son algunas activi- cerebro de los nocturnos deportistas asume que es de
dades que la gente hace a las dos, tres o cuatro de la día y piensa en hacer lagartijas más que en dormir.
mañana. Otros más, van al gimnasio. Simple y eficaz engaño psicológico que sirve tanto en
Hace unos años llegaron a México los gimnasios de gimnasios como en cuartos de tortura para algunos
24 horas. Éste, cuyo creativo nombre lo indica, es uno prisioneros de guerra.
de ellos: Gym24. Pero hoy no estamos ante un torturado. Aquí el

80
Crónica
sufrimiento de cada cuerpo es impuesto por voluntad Ramón tiene 29 años, le han pagado miles de dólares
propia. Tampoco son las tres de la madrugada, son las por una pelea, ha sido campeón, ha herido gravemente
7:36 p.m. pero los ruidos de un gimnasio siempre son a sus contrincantes, estuvo a punto de perder un ojo,
los mismos: pesas que caen, exhalaciones, tenis que se retiró y regresó. No cabe duda de que el boxeo es un
corren y que no van a ningún lado, gemidos que bien deporte que lleva a sus huéspedes a vivir a un ritmo
podrían pertenecer a un escenario distinto. Las pala- distinto, la vida junto a él pasa rápido, el final de la
bras son escasas, pocos escuchan la música electrónica carrera está a la vuelta de la esquina.
de fondo, la mayoría está conectada a sus audífonos, Raro hubiera sido encontrar a “El Niño de Oro”
se concentran en sus hinchados músculos y en mara- en un espacio ajeno al deporte, aunque tenemos un
villarse con su figura reflejada en los innumerables interés en común: el gusto y las ganas de aprender a
espejos. escribir. Le decimos que enfrente hay un centro de
Nuestra foránea presencia es apenas advertida creación literaria. Se sorprende, le da gusto.
mientras recorremos, piso por piso, un edificio que —Nunca lo he visto— dice.
hasta hace cinco años era una estética, o al menos eso Entre el deporte y la literatura sólo hay una calle.
cree Jorge, el soñoliento y poco atlético recepcionista. Con este pretexto pide nuestros teléfonos, cambiamos
Es evidente que los espacios no están pensados para de tema, bajamos las escaleras. Afuera hace frío, insiste
albergar aparatos que posicionan al cuerpo en formas en vernos un día para tomar un café, nos despedimos.
casi pornográficas. Las cosas están amontonadas y en Ramón corre y cruza la calle, nosotras, con pasos más
el baño se aprovechó hasta el último milímetro para lentos vamos detrás. Lo vemos alejarse y pienso en el
meter una regadera con calzador. Estar en esos salones café que nunca llegará.
de paredes reflejantes es como estar en la casa de los ::.
espejos, es necesario poner atención para descubrir las
escaleras. Subimos.
En el penúltimo piso, hay un niño de oro, lo rodean
algunas cuerdas amarradas a cuatro esquinas que
improvisan un ring. Tiene el rostro cacarizo y la nariz
pequeña, chata, como de boxeador. Está rapado y
algunas pelusas de la sudadera le adornan la cabeza.
En su celular suenan las campanas que indican el
inicio de un round.
—¡Tiempo!— grita, y el muchacho al que entrena
hace sombra. Se quiere lucir aunque le cuesta trabajo.
—Lo voy a entrevistar— me dice mi amiga y le
pregunta si podemos hacerlo. De inmediato sonríe y
dice que sí. Antes de la primer interrogante él suelta:
—Me llamo Ramón Ayala, mi apodo es ‘El Niño de
Oro’ y soy campeón mundial.
De ahora en adelante su atención se dirige a las
preguntas y de vez en cuando le dice a su cliente el
ejercicio que debe hacer. La conversación fluye con
soltura y Ramón responde con la mejor disposición.
Las palabras dichas por Ayala no son lo relevante,
sino su forma de ver el deporte. La exigencia rige su
mensaje, pues ésta resume su vida: empezar a entrenar
desde sus primeros años, limitar su dieta, levantarse a
correr a las tres de la mañana, ir a un gimnasio a las 12
y otro a las cinco, a las siete entrenar a otros. ¿No es
de exigencia de lo que se habla cuando se piensa que
si alguien va a Juegos Olímpicos y no trae medalla es
un rotundo fracaso? La clasificación a la justa olímpica
no basta.

81
arteficio
Próximo número

Futuros posibles
¿Cómo será el futuro? ¿Existe una
salvación para el ser humano?
¿Qué pasará con la crisis ambiental?
¿Cómo será el internet en 2050?
¿El ser humano conquistará otros
planetas? ¿Hasta dónde llegará la
Inteligencia Artificial?

Distopías, utopías, ciencia ficción,


cyberpunk...

A partir del segundo número, recibiremos


colaboraciones: poemas, cuentos, crónicas,
fotografías, ilustraciones, cómics.

Tienes hasta el 31 de julio de 2019


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Todos los materiales recibidos se publicarán


en el sitio web www.arteficio.blog y los
mejores serán publicados en la revista.

Ilustración: Ralph Damiani

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