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EMPRESAS Y REDUCCIÓN DE POBREZA por Roberto Angulo

Los gobernantes suelen atribuirse la caída de la pobreza, pero lo cierto es que ésta se logra con una
mezcla de crecimiento económico, redistribución del ingreso y políticas públicas. Detrás de cada punto
de pobreza que se reduce hay historias de vida de personas y empresarios que toman decisiones,
aprenden, asumen riesgos, compiten, crean ideas y forjan una trayectoria de éxitos y fracasos. También
hay, claro que sí, políticas públicas que intentan transformar el gasto público en servicios sociales o de
abrir canales de redistribución de la riqueza. “El conocimiento requerido para generar prosperidad no
está contendido en una mente, está disperso en muchas mentes”, dice William Easterly.
Definitivamente, es mejor pensar que la reducción de la pobreza es una obra colectiva que no tiene
derechos de autor.

El reto de contener el aumento de la pobreza en Colombia es grande. Según los pronósticos, el


porcentaje de pobreza que tendríamos en 2020 podría llegar hasta el 45% de la población. Cerca de
cuatro millones de personas podrían haber entrado en la pobreza y no hay razones para pensar que su
salida se logre de manera espontánea.

Una estrategia que pretenda contener la escalada de pobreza en Colombia necesita soportarse en un
cambio serio de la tolerancia por la desigualdad en las esferas del hogar, la empresa y la comunidad.

Los empresarios podrían mirar hacia adentro de sus organizaciones y medir la incidencia de pobreza
entre sus empleados, construir una radiografía social de su equipo, entender qué tanto se afectaron sus
vidas durante la crisis y desplegar una estrategia en diferentes dimensiones que tenga como meta
reducir la pobreza entre sus trabajadores.

¿Por qué un empresario debería preocuparse por la pobreza de sus empleados, si ya está cumpliendo
con pagar sus salarios?

La primera razón es moral. Si la pobreza es una situación socialmente inadmisible, una estrategia para
reducir la pobreza no puede ser moralmente neutra. El ímpetu de la motivación para reducir la pobreza
estará determinado por la capacidad de ponernos en los zapatos del otro. La decisión de contribuir a la
reducción de la pobreza es la expresión de una preferencia social.

La segunda razón es porque eleva la productividad. Reducir la pobreza al interior de la empresa puede
mejorar su desempeño. Algunos factores asociados a la reducción de pobreza pueden ser dinamizadores
de productividad.

Por ejemplo, mitigar la carga de cuidado que soportan las mujeres jefas del hogar a través de guarderías,
flexibilidad en los horarios y teletrabajo, libera tiempo, eleva la calidad de vida y favorece a la
planeación y continuidad de la jornada de trabajo.

Contribuir a la acumulación de capital humano a través de becas y entrenamiento o con apoyo en la


formación de habilidades blandas para el trabajo en equipo y la resolución de conflictos, impactaría el
núcleo de los factores asociados a la pobreza y productividad.
La lista puede seguir: inclusión financiera, promoción de salud, mecanismos complementarios de
protección social, facilidad para compra o mejoramiento de vivienda en un entorno seguro y cercano al
punto de trabajo son otras alternativas.

La estrategia debería evitar duplicidades con la oferta pública y perseguir la zona común entre reducción
de pobreza y productividad.

Por último. No hace falta que un empresario comparta las dos razones que expuse acá para considerar
mi propuesta. Con que comparta al menos una tendrá motivos suficientes para correr el lindero que
delimita sus objetivos de gerencia estratégica.

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