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Asignatura: Temas Selectos de Jurisprudencia

Nombre del docente: Mtro. José Antonio Cuauhtémoc Vázquez Ramírez


Alumno: Andrés Luna Arias

DESARROLLO DE LA SUPREMA CORTE Y LOS MEDIOS DE DIFUSIÓN EN LA HISTORIA DEL PAÍS

Las influencias económicas, políticas, de violencia que han afectado a la suprema corte

Resumen
A lo largo del desarrollo del país nos hemos visto envueltos, en revueltas sociales donde han intervenido fuerzas
extranjeras y en otros mas casos elementos internos. Desde la independización de la corona española hasta
nuestros días, la lucha por el poder político, y la influencia de los sectores económicos y las ideologías reinantes
en el mundo, así como la creación propia de personajes históricos como Morelos, han permitido no solo la
creación y edificación de una república dividida en tres poderes, sino un desarrollo de ideales y formas de
organización del poder judicial, muchos de los cuales siguen presentes, por ello apoyado en la método ho}istorico
en este ensayo trataremos de mostrar como se han manifestados esos influyentes en el desarrollo de la suprema
corte y la forma en que esta última ha actuado y difundido la forma de dar solución a los conflictos que se le
presentan.

Introducción
Es de importancia relevante el estudio de la jurisprudencia, dado que estudiosos y doctrinarios del Derecho han
desdeñado durante mucho tiempo la enseñanza-aprendizaje de la misma; es común escuchar, en nuestra
facultad de Derecho, que la jurisprudencia es tan sólo un criterio emanado de cinco ejecutorias en un sentido y
que es obligatorio, con lo cual dan por terminada la exposición del tema, sin hacer mayor pronunciamiento sobre
los órganos que la crean, los conflictos suscitados en su elaboración y, sobre todo, en su aplicación. Lo anterior
es expresado de una manera bastante ilustrativa por Acosta Romero, al referir que la jurisprudencia ha sido
ignorada prácticamente por la doctrina y pocas universidades la imparten como materia obligatoria, y luego
cuestiona, ¿Cómo y dónde aprender sobre ella entonces?. Pero no solo de como se ha desarrollado, esta, sino
también de como ha evolucionado y cambiado el poder que la crea y su difusión, no sólo para que los
participantes, abogados, jueces, investigadores tengan y hagan uso de la misma, sino para que los medios en un
posible afán de brindar conocimiento a la sociedad la difundan.

Desarrollo
Al inicio de la guerra de independencia en el año de 1810, funcionaban en la Nueva España como tribunales
supremos en el fuero común, o justicia real ordinaria, las Audiencias. Una, actuaba en la ciudad de México; la
otra, en Guadalajara. La Constitución Española de 1812 y el Decreto de 9 de octubre del propio año, tuvieron por
subsistentes esos tribunales, fijaron su jurisdicción regularon su funcionamiento. Durante la guerra D. José María
Morelos y Pavón, no sólo tuvo excepcionales e innatas cualidades de militar, sino también alimentó altos ideales
políticos.

Sus tendencias lo indujeron a reunir el Congreso de Chilpancingo que expidió el Decreto Constitucional de
Apatzingán, "para la libertad de la América Mexicana". Fue la primera Carta Constitucional, y en ella se estableció
que el Supremo Congreso Mexicano, el Supremo Gobierno y el Supremo Tribunal de Justicia serían las más altas
autoridades del país. En dicha carta el capitulo XIV, diseña la organización del supremo tribunal de justicia.

Al triunfo del Plan de Iguala, la administración de justicia no sufrió cambio alguno, supuesto que, por Decreto de
5 de octubre de 1821, se habilitó y confirmó a todas las autoridades judiciales entonces existentes conforme a
la Constitución Española de 1812. EI Congreso Constituyente declaro el 24 de febrero de 1822, que no
conviniendo que quedaran reunidos el Poder Legislativo, Ejecutivo y el Judiciario, el Congreso se reservaba el
ejercicio del Poder Legislativo en toda su extensión, delegando interinamente el poder Ejecutivo en las personas
que componían la Regencia, y el Judiciario en los tribunales existentes. Posteriormente, (23 de junio de 1823) se
decretó el establecimiento provisional de un tribunal supremo de justicia; pero no fue sino hasta el 31 de enero

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de 1824, cuando el Congreso expidió el Acta Constitutiva de la Federación, y efectivamente depositó el ejercicio
del Poder Judicial en una Corte Suprema de Justicia y en los Tribunales que se establecieron en cada Estado.

Una Ley posterior determinó que el Tribunal se compondría de once ministros, distribuidos en tres Salas, y de un
Fiscal, quienes serian electos en un mismo día por las Legislaturas de los Estados, a pluralidad absoluta de votos.
Para ser electo Ministro de la Corte Suprema era necesario: "Estar instruido en la ciencia del derecho a juicio de
las Legislaturas, tener la edad de treinta. y cinco años cumplidos, ser natural y ciudadano de la República, nacido
en cualquier parte de la América, que a la fecha se ha separado de la España, con tal que tenga la vecindad de
cinco años en el territorio de la Federación. El cargo de ministro de la Corte Suprema de Justicia era perpetuo,
como vemos no ha cambiado mucho las cosas, excepto que ahora debe ser mexicano por nacimiento.

Sin embargo, no fue sino hasta octubre de 1924 que se promulgo la constitución federativa de México. Donde
se ratificó y amplió el capítulo del Acta Constitutiva, anteriormente señalada, que se refiere a la Corte Suprema
y confirmó las disposiciones del Decreto de 27 de agosto de 1824. También creó los Tribunales de Circuito y los
Juzgados de Distrito. La Corte Suprema debía conocer de las diferencias suscitadas entre los Estados de la
Federación, siempre que fuera reducidas a un juicio verdaderamente contencioso en el que tuviera que recaer
formal sentencia, y de las que se originaran entre un Estado y uno o más vecinos de otro, o entre particulares
sobre pretensiones de tierras, bajo concesiones de diversos Estados; terminar las disputas sobre contratos o
negociaciones celebradas por el Gobierno o sus agentes; consultar sobre paso o retención de bulas pontificias,
breves prescriptos expedidos en asuntos contenciosos; dirimir las competencias entre los Tribunales de la
Federación, entre éstos y los de los Estados y las que se promovieran entre los de un Estado y los de otro; podía
juzgar al Presidente y Vicepresidente, a los Diputados y Senadores, Gobernadores de los Estados y Secretarios
de Despacho, en los términos prescriptos por la Constitución y, conocer de los negocios civiles y criminales de
los empleados diplomáticos y cónsules de la República, de las causas de almirantazgo, presas de mar y tierra y
contrabandos de los criminales cometidos en alta mar, de las ofensas contra la Nación y de las infracciones de la
constitución y leyes generales.

De lo anterior se observa, que desde entonces se tenia una idea clara de lo que el máximo tribunal debería tener,
tanto en su funcionamiento como en sus facultades, que le otorgaba dicha constitución y que a la fecha conserva
muchas de ellas, incorporadas en el denominado control constitucional, que comprende la ley de amparo, la
acción de inconstitucionalidad y controversias constitucionales.

En dicha constitución se adoptó el principio de la división y separación de Poderes, lo cual trajo como
consecuencia la independencia de ellos dentro de su unión. Para asegurar su libertad de acción se adoptó el
principio de la inamovilidad judicial. Las facultades de la Corte señaladas anteriormente, no contemplaban el
orden constitucional, en la vida del derecho y en la sociedad, era bastante restringida. A otros tiempos y a otros
hombres tocaba otorgarle la facultad de interpretar la Constitución que en aquella época correspondía al
Congreso. La Corte Suprema no era el escudo de las garantías individuales y de los derechos humanos, pero a
pesar de ello, no puede negarse, que desde aquel entonces, constituyó el más elevado e importante órgano
judicial.

Sin embargo, las luchas internas, llevaron a destruir el federalismo a través de la expedición de las siete leyes,
que pusieron fin al sistema federal y establecieron el centralismo, desapareciendo los estados que se
transformaron en departamentos subordinados al gobierno central.

Dentro de ese régimen, la suprema corte de justicia, tenia la facultad de nombrar los ministros y Fiscales de los
tribunales superiores y de confirmar los de jueces propietarios de primera instancia hechos por los tribunales
superiores; y, además, otras atribuciones muy importantes, como la de iniciar leyes relativas a la administración
de justicia, la de exponer su dictamen sobre leyes iniciadas por el Supremo gobierno o por los Diputados en el

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mismo ramo de la administración de justicia, y la de recibir las dudas de los demás tribunales y juzgados sobre la
inteligencia de alguna ley y hallándolas fundadas, pasarlas a la Cámara de Diputados exponiendo su juicio y
promoviendo la declaración conveniente. A estas facultades se agregó la de exigir al Supremo Poder Conservador
que declarara la utilidad de una ley o decreto, cuando fueren contrarios a expreso artículo de la Constitución, o
los actos del Poder Ejecutivo, si también vulneraban las leyes o la Constitución.

Algunas de estas facultades aun se conservan y otras pasaron a otros poderes, como la emitir leyes, en tanto que
la el nombramiento de jueces y magistrados de tribunales superiores se realizan en la actualidad por medio de
exámenes.

Una cuestión ajena a la administración de justicia consistía en que el Alto Cuerpo tenía intervención en las
elecciones de Senadores y del presidente de la República lo cual, si bien no va en contra de la división de poderes,
en la actualidad, esa intervención recae tanto en el INE, como en el Tribunal electoral del poder judicial de la
federación, que en cierta manera actúa independiente de la SCJN.

Empero, no todo era miel sobre hojuelas, ya que tenía prohibido hacer por sí reglamentos ni aun sobre la materia
relativa a la administración de justicia, ni dictar providencias que contuvieran disposiciones generales que
alteraran las de las leyes; tomar conocimiento sobre asuntos gubernativos o económicos de la Nación o de los
negocios contenciosos que estuvieran pendientes en los Tribunales de los Departamentos o que pertenecieran
a la jurisdicción de su respectivo territorio. Pero lo verdaderamente preocupante lo constituía el Poder Supremo
Conservador, mismo que tenía facultades para suspender a la Alta Corte de Justicia y declarar, en determinados
casos, la nulidad de sus actos, aparte de que también estaba autorizado para nulificar leyes o decretos y los actos
del Poder Ejecutivo, cuando fueran contrarios a la Constitución, y para suspender las sesiones del Congreso hasta
por dos meses.

Avanzando un poco en la historia, el régimen centralista que ejerció el gobierno de Bustamante fue protestado
en varios estados de la república. Uno de ellos se produjo el 14 de abril de 1837 en San Luis Potosí con el grito
"federación o muerte". Un plan federalista fue proclamado el 19 de julio de 1840 por Valentín Gómez Farías y
José Urrea, el movimiento fue sometido y sus dirigentes encarcelados. Sin embargo, a principios de la década de
1840, Bustamante no pudo lograr que Sonora, Yucatán y California se sometieran al régimen centralista.

En agosto de 1841, Mariano Paredes y Arrillaga se pronunció en Guadalajara, Antonio López de Santa Anna hizo
lo propio en Perote y convergieron en La Ciudadela con el general Gabriel Valencia. El 28 de septiembre de 1841
firmaron las Bases de Tacubaya cuyo objetivo era deponer al presidente y a los cuatro poderes de su gobierno.
Posteriormente se debería:

• Nombrar un presidente interino.


• Designar una Junta la cual convocaría a elecciones de diputados.
• Los diputados formarían un Congreso Constituyente para redactar una Carta Magna de régimen
federalista

Cumplido lo anterior, se realizó un levantamiento contra el Presidente Santa Ana, que más bien fue el pretexto
para acabar con el Congreso, el Gobierno nombró una junta de personas notables, que constituida el 6 de enero
de 1843, expidió las bases orgánicas en 12 de junio del mismo año. Con ello, el Poder Ejecutivo no sólo estaba
facultado para hacer visitas a los tribunales y juzgados, sino también podía hacer que se diera preferencia a las
causas, cuando el interés público así lo requiriera, y pedir noticia de su estado cada vez que se creyere ser esto
procedente. Así, pues, el Poder Judicial estaba vigilado por el Ejecutivo, lo cual constituía en cierta forma, una
dependencia injustificada de aquel Poder a este y una evidente usurpación de las funciones que correspondían
al Judicial. Tal y como de manera poco ortodoxa se esta realizando en la actualidad.

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Cabe mencionar que una innovación notable que trajo la Constitución de 1843, en materia judicial, fué la creación
de un tribunal para juzgar a los ministros de la Corte Suprema de Justicia. Cada bienio, el segundo día de sesiones,
se insaculaban todos los letrados que hubiere en ambas Cámaras. La de Diputados sacaba por suerte doce
individuos y ellos formaban el tribunal que conocía de las causas respectivas, después de la declaración de haber
lugar a proceder por cualquiera de las Cámaras. Los que hubieran resultado nombrados para jueces no debían
votar en el jurado de acusación.

No fue sino hasta la promulgación de la constitución de 1857, cuando la corte tomo la posición de tribunal
constitucional, protector de los derechos fundamentales, entonces conoció de numerosísimos juicios de
responsabilidad contra Santa Anna, ministros y funcionarios de la dictadura. Asimismo, por primera y única vez,
se establece que los miembros de la Corte fueran electos popularmente, ya que las Constituciones anteriores
preveían la designación por las legislaturas locales. El sistema de elección popular es el mismo para todos los
demás funcionarios públicos, indirecto en primer grado, a través de un colegio electoral. La Suprema Corte de
Justicia sería un tribunal de apelación, de última instancia, y en los artículos 101 y 102 se estableció el juicio de
amparo como medio de control constitucional a favor de los gobernado.

Otra etapa importante e irrepetible se dio al término de la Guerra de Reforma, México vivía una situación
económica difícil, que le impedía saldar las deudas que tenía con Inglaterra, España y Francia. Benito Juárez y su
gobierno abandonaron la capital, tomando medidas que permitieran a las instituciones del país continuar
funcionando. No obstante, y aunque un grupo de ministros acompañó al presidente de la república en su
recorrido, la situación de guerra e inestabilidad evitó que entre 1863 y 1865 la Corte pudiera ejercer sus
responsabilidades; esto llevó a la diputación permanente a cesar los trabajos y responsabilidades de la misma,
hasta el restablecimiento del orden constitucional por medio de un decreto el 8 de noviembre de 1865; por lo
que por primera vez en la historia desapareció de hecho el máximo tribunal del país. Sin embargo, en la Ciudad
de México el Gobierno Imperial de Maximiliano I, a través del Estatuto Provisional del Imperio Mexicano,
estableció el funcionamiento del poder judicial en las áreas territoriales que controlaba y dio las bases para la
instalación de un Supremo Tribunal del Imperio con las mismas características y facultades de la Corte Suprema
republicana.

De 1877 a 1882, se promulgo por el ejecutivo federal la ley del 3 de octubre de 1882, que suprimió la facultad
que concedía la constitución de 1857 para que el presidente de la corte suprema de justicia sustituyera al de la
república. Durante el Porfiriato, la suprema corte de justicia de la nación se reestructuró para cumplir su
cometido. Para ello, y al igual que como ocurrió con el Poder Legislativo, Díaz se hizo del control del máximo
tribunal nombrando y removiendo a los Ministros para lograr su respaldo en el manejo del sistema judicial y la
aplicación de la constitución. La reforma de 1900 disponía que el fiscal y el procurador general de la nación ya
no pertenecerían a la suprema corte y formarían parte del ejecutivo.

Desde la aprobación de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos en 1917 hasta antes del 20 de
agosto de 1928 la Suprema Corte se componía por once ministros, funcionando en Pleno y en dos Salas. A partir
de las reformas al artículo 94 de la Constitución, la corte se vio integrada por 16 ministros, funcionando en Pleno
y en tres Salas. En 1934 hubo otra reforma a la integración de la Corte y se aumentó el número de ministros de
16 a 21 así como una Sala más.

Dos acontecimientos en la etapa posrevolucionaria marcaron de forma determinante el principio de autonomía


de la corte, a tal grado de quedar prácticamente suspendida dicha cualidad. El primero fue la reforma
constitucional del 20 de agosto de 1928; mediante la cual se terminó con los procesos de elección para los
ministros, pues ahora su designación era por nombramiento directo del Presidente de la República y ratificado
por el Senado. El segundo fue el establecimiento de un sistema de partido único encabezado por el Partido

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Nacional Revolucionario; en consecuencia, ante el monopolio ejercido por dicho instituto en la Cámara de
Senadores, la ratificación de los nombramientos de ministros hechos por el jefe del ejecutivo era meramente
simbólicos. Ante ello, igual que en los tiempos del porfiriato, las determinaciones de la corte quedaron
supeditadas a las del primer mandatario, prácticamente el resto del siglo XX.

Durante la década de los treinta (1937-1938) la labor de la cuarta sala de la suprema corte tuvo repercusiones
importantes en el proceso de la expropiación petrolera, en virtud de que el alto tribunal les negó el amparo a las
compañías extranjeras que rechazaban el acatamiento del laudo que había determinado aumentar salarios y
mejorar las condiciones laborales de sus trabajadores.

Debido a la inmensa carga de trabajo que tenía la Suprema Corte pues ésta era quien resolvía la totalidad de
Amparos Indirectos en Revisión, así como los Amparos Directos, en 1951 fue reformado el artículo 94
constitucional, dando origen a los Tribunales Colegiados de Circuito. Gracias a esta adición, el conocimiento de
los juicios de amparo se dividió entre dichos Tribunales Colegiados y la propia Suprema Corte. No obstante, la
Corte aún tenía un gran rezago en sus funciones, situación que motivó que el número de Ministros aumentara
de 21 a 26.

Finalmente, derivado de la reforma constitucional del 6 de junio de 2011 en materia del juicio de amparo, se
dotó a la Corte la facultad de ejercer la Declaración General de Inconstitucionalidad. Este es un medio de control
de la constitucionalidad independiente del juicio de amparo, que tiene como finalidad analizar en abstracto la
regularidad constitucional de una norma que hubiere sido declarada inconstitucional en cinco precedentes vía
amparo indirecto en revisión.

Si bien no de manera directa la evolución histórica y principalmente de las reformas a la constitución se derivó
las épocas de jurisprudencia que se tienen y que básicamente se dividen en dos: las épocas antes del movimiento
revolucionario, que por cierto ya no son vigentes y las posteriores a ese movimiento que son las vigentes en la
actualidad.

Esta división en épocas se inicia con la necesidad de publicidad de las resoluciones de los tribunales federales lo
que provoco en Benito Juárez, presidente de la República expedir el decreto del 8 de diciembre de 1870, para
establecer un periódico con el nombre de Semanario Judicial de la Federación, en el que se publicarían todas las
sentencias definitivas pronunciadas por los tribunales federales, desde el restablecimiento del orden legal de
1867 y las que pronunciaran en lo sucesivo. Las épocas de la publicación de la jurisprudencia ya fueron resumidas
por la Suprema Corte de Justicia de la Nación, y pueden consultarse en libros editados por ese órgano
jurisdiccional, con el título de Las épocas del Semanario Judicial de la Federación. Al respecto, conviene precisar
únicamente que las épocas del Semanario Judicial de la Federación pueden dividirse en dos grandes periodos
constitucionales: antes y después de 1917; dicha división obedece a que un gran número de tesis de
jurisprudencia que fueron publicadas en las épocas Primera a la Cuarta, antes de 1917, hoy son inaplicables (no
vigentes), y por ello se agrupan dentro de lo que se ha dado en llamar “jurisprudencia histórica”. Las épocas
Quinta a la Novena, de 1917 a la fecha, comprenden lo que se considera el catálogo de la “jurisprudencia
aplicable” o vigente, en virtud de la promulgación de la Constitución de 1917, que sustituyó a la de 1857.

Transcurriendo la Tercera Época del Semanario Judicial de la Federación, de acuerdo con Héctor Fix-Zamudio y
Héctor Fix-Fierro, el establecimiento de la jurisprudencia obligatoria se debe inicialmente al pensamiento del
ilustre jurista mexicano Ignacio Luis Vallarta, quien propuso en su proyecto de Ley de Amparo, esencialmente
aprobado en 1882, que el criterio expresado por la Suprema Corte de Justicia de la Nación en cinco resoluciones
pronunciadas en el mismo sentido, tuviese carácter imperativo para los tribunales federales, y así se consagró
expresamente en el Código Federal de Procedimientos Civiles hasta 1908.

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Asimismo. de acuerdo con Lucio Cabrera, la creación de la jurisprudencia, no se debe a la influencia del sistema
legal norteamericano, sino que fue, sobre todo, resultado de las condiciones propias de nuestro medio, en el
cual dichas resoluciones gozaban de mucho más prestigio e influencia que las emitidas por los tribunales
comunes. Además, se necesitaba que en todos los rincones del país hubiera mayor certidumbre y seguridad
jurídica, en cuanto a las decisiones dictadas por los tribunales federales, y que mediante la ley se confirmara lo
que la costumbre y las mismas actuaciones judiciales ya venían haciendo (esto en relación con la publicación de
las sentencias en el Semanario Judicial de la Federación); se necesitaba dar mayor firmeza a los fallos, obligando
a los propios tribunales a sostener sus criterios, a pesar de los constantes cambios de opinión ocasionados por
la intensa movilidad de los ministros de la Corte durante el porfiriato.

Conclusión

Por un lado es de destacar que en el desarrollo de la suprema corte, las ideas de los independentistas,
principalmente de Morelos, perduran hasta nuestros días, y que son factores, como invasiones, guerras, luchas
fraternas lo que ha ido configurando, la organización de facultades de la corte, y a su configuración actual, siendo
que algunas de esas facultades podrían retomarse, como el juzgar al presidente, a los gobernantes, diputados,
senadores y que lejos de tomar facultades de la fiscalía, tendrían una mejor actuación como un poder
independiente que ahora parece gozar, y que no se observa en la fiscalía.

Asimismo, es de destacar que esa evolución de la corte, podría todavía mejorar y quizá una forma de hacerlo
seria la participación ciudadana en la discusión en las causas en trámite, especialmente en aquellas de mayor
relevancia pública o institucional, de manera que pueda enriquecerse con perspectivas ajenas a las de las partes
o el tribunal, como un medio importante para promover la participación ciudadana en la administración de
justicia, y para robustecer la legitimidad de las decisiones judiciales. Su intervención fomenta una mayor
discusión entre los jueces, y puede acercar distintas perspectivas que contribuyan a que la sentencia dictada sea
fruto de la evaluación de una mayor cantidad de puntos de vista relevantes.

También sería factible que el consejo de la Judicatura ordene a los juzgados y dependencias del Poder Judicial
que brinden una atención adecuada a las partes y a los profesionales con discapacidad y cree una Comisión a
cargo de monitorear la independencia judicial en el país. Esta Comisión estaría encargada de sistematizar
actividades tendientes al fortalecimiento institucional. El propósito y la actividad de esta institución debería estar
guiado a evitar injerencias indebidas de otros Poderes. Sin embargo, siempre presenta dificultades que el
diagnóstico sobre el grado de independencia quede a cargo de los mismos que deben ser evaluados. Por lo tanto,
esta limitación deberá ser considerada al momento de realizar su tarea.

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En cuanto a las interrupciones que se han dado en la publicación del Semanario Judicial de la Federación
esencialmente responden a situaciones económicas, bélicas, materiales, sociales y políticas; por el contrario, los
cambios de las épocas del Semanario Judicial de la Federación, primordialmente son provocados por reformas
constitucionales o legales, que resultan de tal importancia que el sistema jurídico mexicano requiere señalar, a
través de un nombre diferente a una época distinta, a la jurisprudencia que hubiere emanado en determinado
estadio y tiempo jurídicos; ello se vislumbra perfectamente en el acuerdo del Pleno de la Suprema Corte de
Justicia de la Nación, de marzo de 1995, que dio por terminada la Octava y estableció el inicio de la Novena
Época.

Conviene destacar que, conjuntamente con el Semanario Judicial de la Federación, existen otros documentos
denominados “publicaciones complementarias”, que también dan a conocer un caudal de información sobre
tesis de jurisprudencia y de precedentes sustentados por la Suprema Corte de Justicia y por los tribunales
colegiados de circuito. Dichas publicaciones son los apéndices, los informes, los suplementos, el boletín, los
precedentes y los índices.

Vale la pena mencionar, que la difusión de los criterios del Poder Judicial de la Federación continúa siendo, en la
actualidad, un factor importante en la impartición de la justicia federal. Para evidenciar esto, es pertinente
destacar la existencia del Acuerdo General 69/2004, emitido por el Pleno del Consejo de la Judicatura Federal,
publicado en el Diario Oficial de la Federación el 19 de noviembre de 2004, que implementa y organiza la
recopilación y sistematización de los criterios novedosos o relevantes, que generan los tribunales unitarios de
circuito y juzgados de distrito, con el objeto de que se divulguen a la comunidad jurídica nacional. Se debe
precisar que esos criterios desde luego no se pueden considerar propiamente como tesis y menos una forma de
jurisprudencia, pues no se trata de órganos que legalmente estén facultados para emitirla, además de que dichos
criterios carecen de obligatoriedad. Empero, se evidencia la preocupación de la justicia federal por dar a conocer
ciertas opiniones jurídicas, cuya relevancia radica en el hecho de que fue así como se originó la actual
jurisprudencia mexicana, y que a la postre dicha recopilación no sabemos, como pudiere evolucionar.

BIBLIOGRAFÍA

El Sistema Jurídico Mexicano, Poder Judicial de la Federación, Suprema Corte de Justicia de la Nación, cuarta
edición

Épocas de la jurisprudencia y tesis aisladas en México, Reporte del CEDRSSAR

Parada Gay, Francisco Breve Reseña Histórica de la Suprema Corte de Justicia de la Nación

La Jurisprudencia en México, Suprema Corte de Justicia de la Nación Segunda Edición

Fix-Zamudio, Héctor y Fix-Fierro, Héctor, Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, comentada y
concordada por el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, tomo IV, 17ª ed., México, Porrúa

Cabrera Acevedo, Lucio, El Constituyente de 1917 y el Poder Judicial de la Federación: una visión del siglo XX, 1ª.
ed., México, Suprema Corte de Justicia de la Nación, 2002.

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