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Sin embargo, a pesar de las apariencias, la fuerza aérea alemana cometía fallos garrafales. La
Luftwaffe no consiguió establecer las prioridades correctas para los nuevos tipos de aparatos
y careció cada vez más de los recursos para producir cantidades suficientes de aviones. El
Alto Mando padecía diferencias internas y una gran desorganización. Y Göring, el
comandante de la Luftwaffe, implicado en complejas relaciones con su Führer, cometió
desaciertos cruciales y dio garantías falsas. Estos y otros graves errores llevaron a la
destrucción total de Alemania y la Luftwaffe (unidos a otros).
Durante el Tratado de Versalles, se le prohibiría a Alemania que tuviera fuerzas aereas. Sin
embargo, Alemania sentó las bases de la Luftwaffe mucho antes de la llegada al poder en
1933 de Hitler.
En contraste, para 1935 las fuerzas aéreas de los aliados habían estado operando con
restricciones presupuestarias y tenían pocos aparatos modernos. A la Luftwaffe, que partía de
una situación de borrón y cuenta nueva, se le asignaron en secreto grandes sumas de dinero.
EN consecuencia, desde el principio sus aparatos eran modernos, lo que la hacía ser
formidable.
La Luftwaffe tuvo una ventaja adicional cuando estalló la Guerra Civil española en julio de
1936. Allí fue donde la Luftwaffe afiló sus colmillos. De inmediato, Hitler mandó sus Junkers
52 para trasladar al Ejército africano de los nacionales. Luego creó la Legión Condor, con la
que las tripulaciones ganaron la experiencia en el combate moderno, en particular frente a los
rusos, que daban apoyo al gobierno republicano. Al inicio de la II Guerra Mundial, la
Luftwaffe era una fuerza de combate probada. Sin embargo, siguió estando plagada de
problemas organizativos.
Como ministro del Aire, Göring era entrometido, indolente... De hecho estaba considerado
como el principal adulador de Hitler, lleno de alabanzas excesivas para el Führer y opuesto a
darle malas noticias. Y la lealtad, a menudo ciega, entre ambos hombres era mutua. A Göring
le costaba dar a Hitler una apreciación táctica que éste no quisiera oír, y Hitler se mostraba
incapaz de dudar de Göring. Después de todo era un heroe de la Gran Guerra y había sido
herido durante el Putsch de la Cervecería al lado de Hitler.
En el orden jerárquico, después de Göring venía Erhard Milch, el secretario de Estado para el
Aire. Aunque era un organizador hábil, años antes creador de la Lufthansa, era ambicioso, lo
que podía resultar fatal en la jerarquía nazi.
Jeschonnek, el jefe del Estado Mayor de la Luftwaffe, era el siguiente. A pesar de su brillante
capacidad táctica, por desgracia para él, era un individualista, un rasgo que en el
nacionalsocialismo se consideraba sospechoso. Era el responsable de operaciones,
información, logística, entrenamiento y dirección, pero sólo tenía acceso directo a Göring en
cuestiones operacionales. No disponía de control directo sobre su personal, que era manejado
por el Reichsmarshall, que hizo de la asignación del personal una cuestión política.
Al principio, cuando Hitler creó la Luftwaffe, la consideró un medio para amenazar a sus
vecinos y obligarlos a ceder a sus demandas. Desfiles aéreos masivos durante los mítines
anuales de Nuremberg aseguraban que el mensaje llegaba a su destino. En cierta forma, se
podía reprochar a Hitler que, por una vez, pensará a pequeña escala. Por ser un país
virtualmente sin acceso al mar obsesionado en expandir sus fronteras hacia el este y el oeste,
la idea sobre la guerra que tenía Alemania era la amenaza a los vecinos con la intención de
ganar algún terreno para la patria. Si tenía que haber una guerra, Hitler la veía como una
marcha de la tropa hacia algún lugar, Polonia, Checoslovaquia, Francia, Noruega. La función
primaria de la Luftwaffe sería, por tanto, el apoyo a las operaciones terrestres; aunque el
Ejército y la Fuerza Aérea destinaron mucho tiempo a perfeccionar en las técnicas de
cooperación aire - tierra, la Blitzkrieg, con este fin, esta política hizo que la Luftwaffe se
concentrará principalmente en el bombardeo en picado a costa del desarrollo de bombarderos
pesados de gran alcance. Esto demostraría ser un grave error cuando se amplío la geografía
del conflicto.
Por ejemplo, los ingenieros aeronáuticos alemanes desarrollaron el Junkers 87, el temido
Stuka, un bombardero que se mostró muy efectivo en las primeras campañas de la Blitzkrieg,
pero su escasa velocidad en vuelo horizontal (en especial al salir de un picado) lo hacía
vulnerable tanto al fuego antiaéreo como a la persecución de los cazas enemigos, y fue
retirado del servicio en otoño de 1943. Göring y los altos mandos de la Luftwaffe exigieron
que otros bombarderos pudieran practicar el bombardeo en picado. Entre estos era muy
notable el prometedor Junkers 88. Pero cuando se hubo llevado a cabo todas las
modificaciones necesarias, el peso del aparato se había doblado, reduciendo
significativamente sus prestaciones.
Nada de eso fue importante durante las primeras campañas de la Blitzkrieg, en que la
Luftwaffe tuvo una actuación impresionante en los ataques contra blancos terrestres y en la
destrucción de aparatos hostiles. Pero cuando Hitler se volvió contra Gran Bretaña y atacó a
través del Canal de La Mancha, las deficiencias de la Luftwaffe se hicieron evidentes. No
sólo el bombardeo en picado era improductivo sino que la Luftwaffe cometió su primer
disparate más evidente al subestimar a su oponente.
A finales de mayo de 1940, durante la invasión del oeste por Alemania, Göring declaró que
su fuerza aérea destruiría a la RAF y al BEF en Dunkerque. Los cazas británicos y la Royal
Navy impedieron que esto sucediera; los esfuerzos de la Luftwaffe fracasaron, y casi 400.000
soldados aliados evitaron ser capturados y consiguieron cruzar el canal de La Mancha. Esto
impidió que los alemanes obtuvieran una victoria decisiva.
Cuando Göring mandó a la Luftwaffe para abrir el camino a la invasión alemana de Gran
Bretaña a finales del verano de 1940 se equivocó en el cálculo del potencial de combate que
le quedaba a la RAF. El 1 de agosto dijo a sus generales: "El Führer me ha ordenado aplastar
Gran Bretaña con mi Luftwaffe". Era la Operación León Marino. No se necesitó mucho
tiempo para que Göring y sus generales, y también Hitler, se dieran cuenta de que iban a
necesitar algo más que la Luftwaffe para conseguir doblegar a Gran Bretaña, o al menos para
llevarla a la mesa de negociaciones.
Eran varias las razones de la ventaja británica. Con la guerra en los cielos británicos, la RAF
ahorraba mucho combustible, los aparatos alemanes tenían que volar de 80 a 160 kilómetros
antes de entrar en combate, mientras que los aviones británicos podían hacerlo en cuanto
alcanzaban la altura operacional. Y la diferencia entre lanzarse en paracaídas sobre suelo
amigo o hacerlo sobre el canal de La Mancha no pasaba inadvertida para nadie.
La RAF disponía de sistemas avanzados de vigilancia y radar, mucho más fiables que los
alemanes, y el funcionamiento pleno de la aviación y la munición británicas significaba que
los británicos podían superar la producción alemana. En el crucial verano de 1940, las
fabricas Vickers y Hawker de Gran Bretaña producían 500 aparatos al mes, ¡los alemanes
sólo 140!.
Sin embargo, para las fuerzas de la Luftwaffe todavía fue peor la falta de una estrategia
meditada. Goring creyó que bastaría un aporreo brutal; estaba equivocado. En un último
esfuerzo, los alemanes pasaron a bombardear los aeródromos a hacerlo contra la densamente
poblada Londres, pero los británicos no cedieron. Los pensamientos de Hitler se desviaron a
Rusia.
Fue en Rusia donde empezó a ser evidente la debilidad de la Luftwaffe, en especial en su
creciente incapacidad de satisfacer las demandas que se le requerían.
Göring, sin embargo, acusó a Udet de las insuficiencias de la producción. Udet se deprimió
tanto que se suicidó en noviembre de 1941, aunque Göring hizo anunciar oficialmente que
Udet había muerto mientras probaba un nuevo arma secreta.
Pero se hizo más y más evidente que una del mayores deficiencias de la Luftwaffe era la falta
de bombarderos pesados de largo alcance. No tenía nada con que atacar la industria de guerra
soviética, que crecía con rapidez. Este déficit era el resultado de los errores cometidos por el
alto mando de la Luftwaffe.
A mediados de la década de los 30, empezó el trabajo de desarrollo de lo que los alemanes
llamaron Uralbomber, un bombardero pesado cuatrimotor diseñada para atacar Rusia. Sin
embargo, Erhard Milch ordenó parar todos los trabajos del proyecto, y dispuso que todos los
bombarderos debían ser bimotores. Pues se podían construir más en este tamaño, lo que
mejoraba el ritmo de producción.
Sin embargo, la compañía Heinkel siguió creyendo en los bombarderos pesados y desarrolló
el He177, con dos conjuntos de motores en tándem para eludir la disposición de Milch. Pero
se encontraron con continuos problemas por su tendencia a calentarse demasiado. Además, la
fijación de la Luftwaffe por el bombardero en picado significó que el He177 también requería
esta capacidad. En consecuencia, la entrada en servicio del He177 se retardó demasiado, y los
alemanes no tuvieron nada con que atacar las fábricas de municiones rusas hasta que fue
demasiado tarde.
Tanto Göring como Hitler acusaron a Jeschonnek de los defectos de la fuerza aérea de forma
que, al igual que Udet, se suicidó en noviembre de 1943. Durante dos años, los bombarderos
aliados, de la clase que la Luftwaffe no había conseguido desarrollar, destruyeron la industria
y las ciudades alemanas.
Saludos amigos ;)