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EL HOMBRE EN BUSCA DE SENTIDO

Con un prefacio de Gordon W. Allport


Un psicólogo en un campo de concentración
En este apartado nos habla no de un relato de hechos y sucesos sino de experiencias
personales que millones de personas han vivido. Es la historia intima de un campo de
concentración contada por uno de sus sobrevivientes en el que cuenta no de los hechos
ya conocidos sino de los ocultos, así como los campos de concentración en el que se
pretende dar respuesta a la pregunta ¿Cómo indica la vida diaria de un campo de
concentración en la mente del prisionero medio?
Muchos de los sucesos que se describen no tuvieron lugar en los grandes y famosos
campos sino en los más pequeños que fue donde ocurrió el mayor número de exterminio,
no habla de la muerte de héroes ni nada de eso habla de la realidad de las personas no
conocidas, gente común, sacrificios. En esto existían los “capos” que ellos nunca murieron
de hambre siempre tenían algo en la boca, ellos estaban indicados de elegir a prisioneros
para llevar a cabo este procedimiento. Es muy fácil hacerse una idea y suponer de lo que
pasaba en un campo sobre todo el no saber la dura realidad y lucha por la existencia. No
nos podemos imaginar que por un ejemplo como “se iba a trasladar a 4 refugiados en el
que su paradero sería una cámara de gas, en el cual iba gente vieja y que no les sirviera
para trabajar. El proceso de selección de compañeros y grupos, en el que lo que
importaba era que el nombre de amigos y familiares fuera tachado, aunque sabían que
por cada hombre que se tachaba se condenaba a otro”
A las autoridades no les importaba mucho la profesión falsa que adquirían solo su numero
que se les tatuaba en la piel, cuando se dirigían a los refugiados era solo por su nombre ni
se molestaban por preguntar su nombre, solo bastaba por darle un ojo a su número y así
poder seguir con el proceso.
Lo único que pensaban los refugiados era volver con su familia y amigos para poder
salvarlos. Para que pudieran elegir a los “capos” se manejaba de una manera selectiva en
el que tenían que valorar su calidad de fuerza, robo y entre otras cosas.
El informe del prisionero nº 119 – 104: ensayo psicológico
Este relato habla de las experiencias como un prisionero común, que trabajaba cavando
y tendiendo traviesas de ferrocarril. Pero se sentía afortunado de no ser el psiquiatra o
medico de urgencias que se llevaban todo el peso. También hubiera querido ser como
otros de los prisioneros ya que ellos estaban colocados en los rudimentarios puestos de
primeros auxilios de solo colocar banditas de tela o solo dar pastillas. Cuenta como en
una ocasión tuvo que cavar un ferrocarril solo, en el que se encontró “cupones de premio”
que eran de parte de la constructora a los que habían sido vendidos como esclavos en el
cual el valor de estos eran de 50 pfennig que podían ser canjeados por 6 cigarrillos y el se
sintió afortunado de tener 2 cupones y así poder intercambiarlos por 12 cigarrillos aunque
también lo que le importo es que estos cigarrillos podían ser intercambiados por 12
raciones de sopa, el solamente veía fumar a los “capos” que recibían su cuota semanal de
cupones y a los prisioneros sin esperanzas de vida.
Los que podían sobrevivir no les gustaba la idea de poder contar sobre lo que vivieron ya
que ellos decían “los que estuvimos dentro no necesitan explicación y los que no lo
vivieron no nos entenderían si como nos sentimos, ni como nos sentimos ahora”
Únicamente el que ha estado adentro sabe lo que paso.
Dice que el solamente quería dejar el libro de forma anónima y colocar solo su numero de
prisionero, pero decidió expresar sus convecciones con franqueza ya que no era muy fan
del exhibicionismo. Pero dejo de lado esa abstención
Primera fase: internamiento en el campo
La primera fase de este es el shock en el que nos dice que nos hablara de su propio
internamiento…
Viajaban 1,500 personas en un tren durante varios días, en el que en cada vagón iban
unas 80 personas todos se tendían sobre su equipaje ya que por el espacio reducido les
impedía ir a sus anchas. Cuando de pronto iban en el tren un angustiado pasajero grito
“¡Hay una señal, Auschwitz!” en ese momento se imaginaron el terror: cámaras de gas,
crematorios y matanzas indiscriminadas. Cuando el tren se iba deteniendo poco a poco
comenzaban a observar los grandes campos, sus grandes cercas de púas y los cuerpos
apilados de todas las personas que ahí fueron ejecutadas. Se estremeció al ya imaginarse
todo lo que podía haber ahí. Cuando llegaron escucharon las voces de los altos mandos
que deberían de irse acostumbrando a escuchar en todos los campos. Se abrieron las
compuertas del vagón, entraron unas personas alborotando todo, a lo que el le pareció un
poco desconcertante. Él decía que Auschwitz debía de haber sido un lugar extraño de
aquella Europa en los últimos años lleno de alhajas, tesoros grandísimos de plata y oro,
también diamantes y platino. En su espero de ser trasladados a otros campos mas
pequeños metieron a unos 1,100 prisionero en una barraca que albergaba a lo mucho
800. Pasaban hambre y frio no tenían ni el espacio para poder sentarse en cuclillas, se
sentían fatales ya que solo en su comida de 4 días les ofrecían un pan de 150 gramos. En
el que también escuchaban que como hablaban las autoridades de sus tardes alegres con
aguardiente.
Todos vivían con la misma ilusión de poder ser liberados, les pidieron que se bajaran y
dejaran todo el equipaje en el tren e hicieran una fila de hombres y mujeres en el que
desfilarían antes un juez de la SS. Se quito el miedo de llevar un tacuche en su saco sin
pensar que debería pasar frente al juez y que si lo descubrían lo tumbarían de una
bofetada ya que eso ya le había pasado. Los comenzaban a turnar de lado izquierdo y
derecho en el que le dijeron que el lado derecho eran todos los trabajos forzados,
mientras que el lado izquierdo era para los enfermos e incapaces de trabajar que
mandaban a otro campo.
Por su parte les explicaron sobre el juego del dedo que explicaba sobre su existencia o no
existencia, para la mayoría de todos los prisioneros más específicamente un 90% significo
la muerte a lo que la sentencia se ejecuto a las horas siguientes
Segunda fase: Conceptos básicos de logoterapia
Víctor Frankl, describe en el segundo capítulo como los prisioneros pasan de un “shock”,
a una habituación, que se convierte en “una especie de muerte emocional”, y la apatía
(que se podía tomar como autodefensa). Ahí es donde aparecía la nostalgia extrema, al
comparar los niveles tan deprimentes de calidad de vida que podían tener en ese
momento. Ya los momentos en donde ciertos detalles se podían ver como aberraciones,
ya se volvían “parte del paisaje”. En otras palabras: todos los esfuerzos se reducían a
lograr sobrevivir. Ciertas necesidades normales que el ser humano necesita satisfacer se
veían literalmente truncadas, como era la parte sexual; ya casi no tenía importancia. Los
sentimientos, ya habían desaparecido por la monotonía diaria.
El sueño, era de las cosas que se le tomaba gran importancia, pues este era el único que
podía aislarlos de la cruda realidad. Los golpes y maltratos físicos se esperaban por el
mínimo detalle o sin motivo alguno.
Por ejemplo, el no simpatizarle a un capo (presos que gozaban de ciertos privilegios y
hacían funciones de vigilar), significaba tener, además de una serie de insultos que
venían ya incluidos, trabajo extra y golpes de más. Sin embargo, no todos eran
despiadados, podían incluso tener cierta afinidad con los demás presos, como le sucedió
a Víctor Frankl, y eso hacía que pudieran tener ciertas “ventajas”. Una de esas ventajas
para Frankl fue el poder estar muy adelante en la fila para la hora de la comida, lo cual
permitía poder tener los guisantes del fondo.
Con esto último se puede decir que el hambre era un aspecto importante, pues todos
sufrían de desnutrición. Lo interesante era observar cómo pese a ello hablaban sobre
banquetes y comidas como las que podían tener antes, al menos, algo más que una sopa
aguada y un pedazo pequeño de pan.
Era entonces cuando los temas que trascienden a la realidad se les buscan dar
importancia, y se intentaba por cualquier manera encontrar sentido a la vida. A pesar de
las órdenes rutinarias y del desgano de todos, ellos se aferraron al amor; Víctor Frankl se
concentró en el recuerdo de su esposa, aún sin saber de ella, si estuviera viva o muerta,
su esencia permanecía con él:
“El amor trasciende la persona física del ser amado y encuentra su sentido más profundo
en el ser espiritual del otro, en su yo íntimo”.
Víctor Frankl también comenta sobre el buen humor, el cual es un arte, pues borra,
aunque sea por un momento todo lo malo y, sobre todo, se convierte en un arma para la
supervivencia. Aun si la causa de la risa o la gracia tuviera un origen algo inusual y a
veces macabro.
Con todo esto, se puede afirmar varias cosas: Lo que antes era normal, ahora lo
envidiaban de presos; personas que el mundo “normal” no desearía estar en esa posición.
Ellos deseaban el más mínimo alivio, la cosa más insignificante que les diera un poco de
placer. La soledad se volvió parte del anhelo de los prisioneros.

Tan solo cinco minutos de soledad para pasar consigo mismo, era lo que este psicólogo
deseaba, y fue a la par de un pozo del campo donde los obtuvo. En cuanto a los planes
de fuga, Frankl menciona que por momentos lo pensaban, y los breves minutos que
contemplaban la situación podía ser casi que agonizante.
Él tuvo una vez la oportunidad de poder fugarse, sin embargo, algo en su interior se movió
a que debía quedarse con los enfermos (en el momento que muchos enfermaron de tifus)
y demás presos. Quiso tomar autoridad sobre su destino, aun si este fuese seguir
permaneciendo ahí.
Parte de las emociones que se podían dar, de las pocas, era la irritabilidad, causada por
el hambre y el mal dormir, además de la falta de higiene, y la falta de cafeína o nicotina.
Esto sumado por la parte psicológica, se consideraban como ·un don nadie, como si casi
no existiésemos. Esta misma irritabilidad se podía reflejar en los prisioneros de mayor
rango, pero se le agregaba los “delirios de grandeza”, lo cual hacía que fueran peores.
Frankl, cuando va cerrando esta fase, menciona y se refiere mucho a la libertad interior.
La cual trasciende cualquier condición, porque es cada persona la que decide que quiere
ser, y mantiene su dignidad al seguir sintiendo como un ser humano. Y por supuesto la
función que cumplimos todos, aun cuando el papel que toque desarrollar sea el del
sufrimiento; su destino, un regalo.
Esta experiencia, Víctor Frankl la define (según otros autores), como una experiencia
incierta, una “existencia provisional, cuya duración se desconoce”, lo cual trastornada la
verdadera duración del tiempo: Un día podía ser eterno, pero la semana podía ser muy
rápida. Así como la gran duda de si algún día saldrían de allí vs la desesperanza, como
marchar hacia su propio funeral.
Dicha desesperanza, en el campo psicológico, debía combatirse mediante alguna meta
futura, algún objetivo al cual aspirar. Ya que, por su propia experiencia, asuntos mínimos
se convirtieron triviales, y su mente no salía de ese círculo diario. Esto lo obligó a pensar
en otras cosas, algo que quisiere alcanzar fuera del campo.
Era de gran importancia mirar por encima de la situación actual, para que “el sentimiento
que se convierte en sufrimiento deje de serlo en cuanto nos formamos una idea clara y
precisa del mismo. Y por supuesto se toma el tema o pregunta por el sentido de vida. Y se
resumen en lo siguiente:
"Lo que importa es lo que la vida espere de nosotros."
Asumir la responsabilidad y cumplir con las obligaciones de cada uno en particular.
Se podría decir, que él cumplió con su función en ciertas ocasiones como lo fue el día que
tuvo que dar un discurso de aliento, a pesar de que él hubiese pasado un mal día.
Otro tema que se toca es la “Psicología de los guardias del campamento”.

Víctor Frankl menciona tres puntos:


En primer lugar, la precisión del término “sadismo” entre los guardas.
Segundo, se utilizaba esta característica entre los guardas y capos para que ejecutaran
labores de vigilancia estricta. Y allí se podía observar su “placer macabro”.
Tercero, su sensibilidad estaba por el piso, ya nada los conmovía.
Cuarto, algunos guardias si se podían excluir de las características anteriores, algunos, sí
tenían compasión por los presos.
Tercera fase: Después de la liberación
Víctor Frankl describe como son las reacciones de los presos luego de su liberación.
Lo interesante de todo es analizar lo que realmente sintieron al caminar y observar que
eran libres: nada. Lo que normalmente las personas piensan es que brincaron de la
alegría y salieron corriendo a recuperar su vida.
En realidad, caminaron lentamente a la salida, aun sin creer lo que realmente estaba
pasando, y atónitos, pues durante su estadía en la lager sus emociones fueron reducidas
a meros impulsos. Otra de las cosas comunes que ocurrieron, relacionado con lo anterior,
fue el recuperar las emociones perdidas.
Muchos, desarrollaron un desprecio contra el mundo que los rodeaba, incluso con seres
vivos que no tuvieron la culpa de su tragedia. Pasaron de ser oprimidos y ser opresores.
Además, se presentaron dos experiencias debido a la tensión psicológica: la amargura, al
no poder oír palabras de verdadera empatía, ni tampoco reintegrarse a la vida anterior.
Y el desencanto, en donde se daban cuenta que el sufrimiento que tuvo el campo no fue
el máximo, sino que se puede sufrir más, a ver que todo ha cambiado. Y que nunca nada
será igual. La meta y objetivo en el cual muchos se aferraron durante su vida en el campo
(un hijo, una esposa), quizás fue solo una ilusión, ya que todo desapareció.
Frankl cierra su historia diciendo:

“Después de soportar aquellos increíbles sufrimientos, uno ya no tenía nada que temer,
salvo a su Dios”.

Frankl, Viktor. (2004). El hombre en busca del sentido. Herder, S.L, Barcelona.

Inna Celzin Clavel Vargas 12- A

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