Introducción a la literatura infantil y juvenil,

Teresa Colomer, Madrid, síntesis, 1999

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-Se de ceniza como símbolo de duelo, propia de distintos pueblos a lo largo de la
historia.
6. La comprensión de una secuencia esperanzadora en la que la maduración a través del
sufrimiento –de las cenizas- lleva al contraste brillante del renacimiento posterior,
como en el mito del ave Fénix.
Vemos, pues, que incluso un pequeño motivo de uno de tantos cuentos populares
muestra la manera como los niños que reciben estas historias pueden acceder a la
forma verbal de representarse culturalmente la experiencia, y cómo este conocimiento
inicia su comprensión de los motivos literarios presentes en su cultura. Es decir, inicia
su posibilidad de compartir los referentes y formas expresivas que les incorporan al
diálogo con la cultura.
[…] El acceso infantil al imaginario colectivo se ve especialmente favorecido a través
del conocimiento de los cuentos populares.” (18)

“La literatura infantil supone también que los niños tengan la posibilidad de aprender
los modelos narrativos y poéticos de la literatura propia de su cultura.” (20)

“Naturalmente, estos supuestos sociales no son estáticos y están siempre sometidos a

tensiones. Una de ellas proviene, por ejemplo, de la experimentalidad literaria, ya que
el deseo de forzar los límites de lo que se ha considerado comprensible hasta aquel
momento produce libros que se aventuran más allá, con un resultado inicialmente
incierto. Justamente las últimas décadas se han caracterizado por cambiar
considerablemente las fórmulas tradicionales y es posible que algunas de sus
propuestas hayan ido demasiado lejos y hayan producido libros realmente dirigidos a la
complacencia adulta e “imposibles” para la comprensión infantil.
En un sentido inverso, también se producen errores de simplificación.

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Análisis posteriores sobre esos libros para principiantes denunciaron carencias
generalizadas tales como la infravaloración de la entidad literaria, la ausencia de
elementos narrativos esenciales o la pobreza del vocabulario utilizado, carencias que
impedían el progreso lector de los niños o que, simplemente, causaban su hastío y
rechazo.” (21)

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