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espiritual
Se entiende por alquimia a una antigua ciencia que pretendía convertir
metales de poco valor como el plomo en metales de gran valor como el
oro. Actualmente se considera pseudociencia, no obstante podemos si
hablar de una alquimia espiritual, es decir la conversión del hombre hacia
las verdades y perfecciones divinas. El fin de la vida espiritual es adorar
la sabiduría y alcanzar la semejanza a Dios en el pleno sentido de la
palabra: recibir su esencia divina.
El comienzo de la alquimia:
La alquimia espiritual comienza con una enseñanza del Libro de
Sabiduría:
"El comienzo de la sabiduría es el verdadero deseo de instruirse",
Sabiduría 6:17
La sabiduría tiene dos vías: la experiencia, de aquí la sabiduría humana,
y la inspiración divina, cuando la sabiduría es inspirada hablamos de la
"Palabra de Dios". La sabiduría es el conocimiento de los medios
correctos para vivir.
El camino de la alquimia:
Jesús nos indica el camino de la alquimia espiritual con la Parábola del
sembrador (Mateo 13:1-9, Lucas 8: 4-8, Marcos 4: 1-9):
"Un sembrador salio a sembrar. Mientras iba esparciendo la semilla, una
parte cayó junto al camino; y llegaron los pájaros y se la comieron. Otra
parte cayó en terreno pedregoso, sin mucha tierra. Esa semilla brotó
pronto,porque la tierra no era profunda; pero cuando salio el sol, las
plantas se marchitaron; y por no tener raíz, se secaron. Y parte de la
semilla cayó entre espinos que, al crecer, la ahogaron. Pero las otras
semillas cayeron en buen terreno, en el que se dio una cosecha que
rindió treinta, sesenta y hasta cien veces mas de lo que se había
sembrado." Mateo 13:1-9
La semilla es la sabiduría, las personas que alcanzan la alquimia
espiritual son la "buena tierra", es decir los que adquieren sabiduría, la
retienen es decir la tienen siempre presente y la ponen en práctica con
constancia. Jesús explica el sentido de la Parábola en Marcos 13:18-23 y
Lucas 8:11-15. La Piedad como nos dice San Agustín en su libro
Confesiones es el camino hacia la iluminación espiritual, es el don del
guerrero espiritual, la Piedad es constancia, firmeza, devoción,
ecuanimidad, estabilidad.
Es decir la Alquimia espiritual necesita del deseo de instruirnos y esto es
el principio, luego necesitamos adquirir sabiduría, retenerla y ponerla en
practica con constancia y este es el camino.
La síntesis de la Alquimia:
La sabiduría es progresiva y da fruto en la Gnosis, como en los sueños
del Rey Salomón, que recibe al espíritu de sabiduría y es aquí donde el
plomo se transforma en oro, la esencia del hombre que es la razón se
transforma en la esencia de la sabiduría:
"Se le apareció el Señor en un sueño, y le dijo: "Pídeme lo que quieras".
Salomón respondió: ...Yo te ruego que des a tu siervo un corazón que
sepa escuchar para gobernar a tu pueblo y distinguir entre el bien y el
mal...Al Señor le agrado que Salomón hubiese hecho esta petición, de
modo que le dijo:...te doy un corazón sabio y entendido", 1 Reyes 3:1-15
La alquimia espiritual da como frutos tres dones que se mencionan en el
pedido del Rey Salomón, Salomón pide la escucha y como consecuencia
recibe de Dios estos dones: don de discernimiento, es decir la capacidad
de distinguir el bien del mal, el don de entendimiento o razón superior, y
el don de sabiduría que es el amor por la verdad y la virtud. Y es aquí
donde esta alquimia transforma al Rey Salomón en una persona
semejante a Dios en el pleno sentido de la palabra, Salomón recibe la
misma esencia de Dios para cumplir con su Providencia y así alcanzar la
Inmortalidad y la Vida Eterna.
En su artículo La geometría secreta del Templo de Salomón, Manuel Figueroa nos dice acerca
del rey que mandó erigir el colosal Templo de Jerusalén: “El interés por el conocimiento de la
forma o la estructura del templo es, en realidad, el interés por el conocimiento hermético de
Salomón que personifica la sabiduría de la tradición de todas las edades. De acuerdo con
presumiblemente se exponen los secretos mágicos obtenidos por Salomón y empleados por
amplio sentido de la palabra. Hipótesis que se basa en las afirmaciones del historiador judío
Flavio Josefo, quien hizo especial mención a los trabajos mágicos y dotes sobrenaturales de
este rey, todo lo cual se encuentra asimismo reflejado en muchas tradiciones orientales que
subrayan, entre otras muchas, las facultades mágicas de Salomón, como se indica
frecuentemente, por ejemplo, en Las mil y una noches. Pero este misterioso monarca encierra
aún más sorpresas. Así por ejemplo, los alquimistas medievales estaban convencidos de que
conocía los procesos secretos de Hermes Trismegisto y que, gracias a ellos, llegó no sólo a
multiplicar los metales, sino también a fabricar la piedra filosofal. Y se dice también que
Salomón sabía cómo controlar la “esencia incorpórea del espíritu universal”, conocimiento que
lo habría asistido en la construcción del Templo. Por otro lado, y de acuerdo con los antiguos
rabinos, Salomón habría sido, paralelamente, un iniciado de las escuelas mistéricas, siendo su
templo un lugar de iniciación, ya que tanto las gradas como los pilares situados a ambos lados
del pórtico, los querubines babilónicos y todo el arreglo de las alcobas indican, de hecho, que
el templo habría sido erigido de acuerdo a patrones tomados de Egipto. Michel Lamy nos
recuerda en La otra historia de los templarios que Salomón hizo también erigir unos santuarios
para unas “divinidades extranjeras”. Consagró en particular unos templos a Astarté, “la
Según el canon místico, siempre han existido sobre la Tierra una serie de hombres santos que
han accedido al trato íntimo con la deidad. De ellos, el que alcanza la posición más alta entre
individuo misterioso que, desconocido y nada notable, se mezcla con la humanidad, como un
atractor extraño alrededor del cual todo converge, en él se encarna el significado y el espíritu
claramente las tradiciones según las cuales fue el propio Yahvé -al que identificaban como
Dios- quien, en última instancia, ordenaba cuándo, quién y cómo se había de construir el
Templo. Así, en el Libro Primero de las Crónicas, el rey David declaraba: “Oídme, hermanos
míos y pueblo mío: había decidido en mi corazón edificar una casa donde descansase el Arca de
la Alianza de Yahvé y sirviese de escabel de los pies de nuestro Dios. Ya había hecho yo
preparativos para la construcción, pero Dios me dijo: “No edificarás tú la Casa a mi nombre,
pues eres hombre de guerra y has derramado sangre”. Para esta misión, de entre todos los
hijos de David Dios elegiría a Salomón: “Y Él me dijo: “Tu hijo Salomón edificará mi Casa y mis
Y así fue. Cuando Salomón quiso alzar el templo, pidió ayuda al rey de Tiro, Hiram, ya que tal
secreta de los números y de las formas. De ahí que el monarca enviara a Hiram-Abif el
fundidor, para que se hiciera cargo de la sagrada obra. Pero como en todos los hechos
acaecidos en épocas remotas, en los que no se sabe muy bien dónde termina la historia y
dónde comienza la leyenda, las circunstancias iniciales no están nada claras. Michel Lamy, en
su obra La otra historia de los templarios nos dice que “fue sin duda edificado hacia el año 960
a.c., al menos en su forma primitiva. Salomón, que deseaba construir un templo para mayor
gloria de Dios, había establecido unos acuerdos con el rey fenicio, que se había comprometido
especializados: canteros y carpinteros reclutados en Guebal, donde los propios egipcios tenían
por costumbre reclutar a su mano de obra calificada. El templo se elevó en el monte Moriah y
su construcción tardó siete años. Fue uno de los edificios más sagrados que jamás hayan
existido en la Tierra. La geometría secreta con la que fue erigido por Hiram había sido
heredada por el propio arquitecto, cuyo probable origen es develado por Heckethorne en su
libro Las sociedades secretas de todos los tiempos y países. Según Heckethorne, Hiram habría
sido descendiente directo de la línea de Caín, lo cual podría explicar la creencia de que el
templo había sido realizado por demonios -o elementales- sobre los que tanto Hiram como el
propio Salomón ejercían cierto control. Pero Hiram muere asesinado, sin embargo, antes de
morir dijo que tendría muchos descendientes que completarían su trabajo, es decir, que
construirían otros templos. Y, en este sentido, son muchos los estudiosos que están
convencidos de que esos descendientes fueron los templarios, ya que ellos mismos se
una cuestión muy confusa también, pues dice Michel Lamy al respecto: “El arquitecto Hiram,
según la leyenda, murió a manos de unos compañeros celosos a quienes había negado la
Salomón envió a nueve maestros en su busca. Nueve maestros, como los nueve primeros
templarios, en busca del arquitecto de los secretos”. En aquella época se creía que el Templo
de Jerusalén unía el Cielo y la Tierra y que los ritos que allí se desarrollaban reforzaban esta
asociación; por tanto, cualquier desviación en el servicio del templo podía tener consecuencias
esencial no sólo para la imaginería religiosa judía, sino también para el simbolismo cristiano
en siglos venideros. En el 587-586 a.c. fue arrasado hasta los cimientos por Nabucodonosor.
Restaurado alrededor del 500 a.c. por Zorobabel, fue nuevamente destruido, para ser
reconstruido una vez más por Herodes “El Grande”, no mucho antes del nacimiento de Jesús.
El tercer templo fue abatido finalmente por los romanos en el año 70 d.c., ocupando en la
Dice Michel Lamy sobre las reliquias que se custodiaban en el Templo: “Si bien la mayor parte
principalmente durante el saqueo de Jerusalén por Tito, hubo uno que, aún habiéndose
volatilizado, no parecía haber sido sacado de allí. Ahora bien, había sido para albergar dicho
objeto por lo que Salomón hizo construir el Templo: el Arca de la Alianza que guardaba las
Tablas de la Ley. Una tradición rabínica citada por Rabbí Mannaseh ben Israel (1604-1657)
explica que Salomón habría hecho construir un escondrijo debajo del propio Templo, a fin de
poner a buen recaudo el Arca en caso de peligro”… Y continúa explicando: “No parece que el
Arca hubiera sido robada con ocasión de alguno de los diferentes saqueos o por lo menos, de
ser cierto, fue recuperada, según los textos. Su desaparición por medio de un robo habría
dejado numerosos rastros, tanto en los textos como en la tradición oral. Louis Charpentier nos
mención al Arca entre el botín. Hizo quemar el Templo en 587 a.c.”. A Charpentier no le cabe
ninguna duda acerca de ello: el Arca permaneció en su sitio, oculta bajo el Templo, y los
templarios la descubrieron. Esta es una cuestión que ya cite, en esta misma revista.
Según ha escrito Jonathan Smith, recordando antiguas creencias, “la Piedra de la Fundación,
como en las construcciones mesopotámicas, es el centro exacto del Cosmos, el eje o polo, y
fue sobre esta Piedra donde estuvo Yahvé cuando creó el mundo; de esta Piedra surgió por
primera vez la Luz (se entiende que esta luz iluminaba el templo, que fue construido sobre la
Piedra y cuyas ventanas estaban diseñadas para dejar salir la luz y no para permitir su
entrada); de la superficie de esta Piedra se obtuvo, rascando, polvo para crear a Adán; bajo
esta Piedra está enterrado Adán; en esta Piedra ofreció Adán el primer sacrificio; sobre esta
Piedra Caín y Abel ofrecieron su fatal sacrificio; de esta Piedra vinieron las aguas del diluvio y
bajo esta Piedra recedieron”. Se creía, en efecto, que bajo la roca fluían las aguas
subterráneas, fuerzas del caos que no cesaban de amenazar con engullir el mundo ordenado.
La función del Templo era, supuestamente, mantener a raya a aquellas fuerzas. Han sido
muchos los exégetas que han tratado de reconstruir teóricamente la estructura del Templo. Es
el caso del franciscano normando Nicolás de Lyre o el filósofo François Vatable. Incluso el
mismo Isaac Newton, subyugado por la magia de la visión de Ezequiel donde se apuntaban las
medidas del Templo de Jerusalén, hizo alarde de erudición como teólogo, filósofo, físico y
simbólico del templo, era conocer su forma para averiguar su significado. Pero ni siquiera un
gigante del pensamiento como él, artífice de la Física clásica y de la mecánica celeste, pudo
sabiduría que el rey Salomón plasmó en la construcción del Templo parece estar más allá de
NOTAS:
1.- Se dice que Salomón escribió el Cantar de los Cantares al mismo tiempo que se edificaba el
Templo. Si en la poética simbólica del Cantar, Salomón habla en realidad de las nupcias entre
Tierra y el Cielo, pues su construcción se realizó conforme al modelo cósmico, según el cual el
mundo terrestre aparece como el reflejo del mundo celeste, y en íntima comunión con él.
Geométricamente esa unión se expresa mediante dos triángulos entrelazados, y el uno siendo
el reflejo del otro, figura que es conocida precisamente como “Sello de Salomón” o “Estrella de
David”. El rey sabio no hablaba sino de lo que acontece en el corazón del hombre (sede
2.- La forma en que el rey Hiram de Tiro (ciudad fenicia ubicada en el actual Líbano) se dirige a
Salomón cuando éste le solicita el material y los obreros para la construcción del Templo,
sugiere que entre sus reinos existía una estrecha alianza, fraguada ya en los tiempos de David.
3.- Curiosamente esto último lo convierte también en un lejano antepasado de los alquimistas.
En las crónicas más antiguas de los canteros, el herrero Tubalcaín consta como uno de sus
fundadores míticos, junto a sus hermanos Jabel (inventor de la geometría), Jubal (inventor de
4.- Crónicas, 2, 12-13. Igualmente en I Reyes, 7, 13-14, leemos: “Trajo Salomón de Tiro a Hiram,
hijo de una viuda de Neftalí y de padre natural de Tiro, que trabajaba el bronce. Estaba Hiram
prefecto de todos los obreros. Sin embargo, es muy probable que Adoniram e Hiram Abif no
sean sino el mismo personaje revestido con dos funciones distintas. Por otro lado, el nombre
Hiram Abif, o “Padre Hiram”. Estas designaciones hacen de Hiram, en efecto, el jefe de un
linaje espiritual (de ahí que sea llamado el “Príncipe de los Canteros”), receptor de una
herencia tradicional que él transmite al reflejarla en las diversas obras realizadas para el
Templo Hierosolimitano. No es entonces de extrañar que para los Canteros, Hiram aparezca
con los rasgos de un héroe solar civilizador, que se sacrifica y renace permanentemente como
el astro rey, tal y como expresan los ritos iniciáticos en los que él constituye el elemento
principal.
5.- En realidad, gracias a la construcción del Templo se hizo posible la”conjunción” de estas
la humanidad primordial), conjunción en la que habría que ver, en efecto, el origen más antiguo,
el contexto bíblico los nómadas eran los descendientes del pastor Abel, y los sedentarios del
agricultor Caín, quien también fue el primero en construir una ciudad (Génesis 4, 17). A la
la representada por Hiram, por lo que la construcción del Templo también contribuyó a la
principio se había separado por razones de orden cíclico, vuelve a unirse con el reinado de
Salomón (cuyo nombre quiere decir “el Pacífico”), abriéndose así una nueva página en la
durante la Edad Media, en la que el Templo de Jerusalén fue considerado siempre como la
6.- La “idea”, u origen, que inspiró la construcción del Templo se debe desde luego a Salomón
(idea transmitida por David, quien a su vez la recibió del Gran Arquitecto: “Tu hijo, el que
pondré yo en tu lugar sobre tu trono, edificará casa a mi nombre”). Pero éste nada podría haber
hecho sin la ayuda brindada por el rey Hiram, que le aportó los materiales y los maestros
artesanos como Hiram Abif. Por otro lado, es interesante advertir que Salomón, el rey Hiram e
Hiram Abif, constituyen los tres Grandes Maestros de la Orden de los Canteros, es decir que
simbólicamente al menos, las funciones respectivas de cada uno de ellos. Salomón representa
la función puramente sacerdotal (la autoridad espiritual), el rey Hiram la función regia (el poder
7.- El Debir tenía una forma cúbica perfecta, pues tanto su ancho, largo y alto medían
exactamente veinte codos cada uno. Esa misma forma cúbica es la que San Juan en el
Apocalipsis describe como la de la Jerusalén Celeste, a la que el Debir (y por extensión todo el
Templo de Jerusalén) ciertamente simboliza. Recordemos, en este sentido, que el Debir era el
divinidad: “Yo elijo y santifico esta casa para que en ella sea invocado mi nombre, y la tendré
8.- En su peregrinaje nómada el pueblo hebreo llevaba siempre consigo el Arca de la Alianza
como su más preciado tesoro, aquello que lo justificaba como tal pueblo, cohesionando y
dando sentido por su condición de centro sagrado a todos los aspectos de su tradición y su
cultura.
09.- De ahí que la construcción del Templo ejemplifique también la creación del mundo, o del
cosmos (concebido como una arquitectura), surgido del caos primigenio a partir de la
manifestación del Logos que profiere el Fiat Lux ordenador. Recordemos que el Templo de
Jerusalén tardó exactamente siete años en edificarse, guardando ello una exacta
correspondencia con los siete días, o ciclos temporales, en los que según el Génesis fue hecho
el mundo.