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ZONANA. Apuntes Sobre Lamartine
ZONANA. Apuntes Sobre Lamartine
APUNTE DE
CÁTEDRA :
LA POESÍA DE
LAMARTINE
1. Síntesis biográfica
1869 28 de febrero:
muerte de Lamartine
2. Obras
Lírica
Meditaciones poéticas (1820)
Nuevas meditaciones poéticas (1823)
Harmonías poéticas y religiosas (1830)
Epopeya
Jocelyn (1836)
Se trata de una epopeya de casi 9.000 versos dividida en nueve etapas. Es el
diario de un humilde cura de campo, recogido por un amigo al morir. Relata la historia
de la vocación del protagonista y de su vida sacerdotal. Durante una estancia en los
Alpes, salva a dos proscriptos (padre e hijo/a). La epopeya ofrece diversos retratos de
la vida familiar, de la vocación y del trabajo. Presenta un elogio de la vida cristiana
marcada por una serie de renunciamientos que revelan un orden secreto querido por
Dios. Posee numerosas referencias a la Imitación de Cristo.
Forma parte de un proyecto original más ambicioso: una epopeya grandiosa que
recuperaría la historia de la humanidad. Jocelyn sería solo un episodio, en este
esquema mayor. Como las Meditaciones poéticas, la obra tuvo un gran éxito porque
presentaba en el formato de la epopeya una narración emotiva que conmovió al sector
popular del lectorado. Un aspecto destacable del volumen es la gran importancia que
se otorga a la relación del hombre con la naturaleza, en particular con la montaña
alpina.
Literatura de viajes
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Historia
Histoire des Girondins (1847)
Obra monumental ordenada en 61 libros: síntesis de la revolución francesa
desde 1791 a 1794. Lamartine privilegia la unidad de acción por encima de la
cronología y subraya aquellos episodios que evalúa de mayor interés. Reproduce los
discursos de los revolucionarios: Danton, Robespierre y otros grandes oradores de la
Convención. Resalta los aspectos pintorescos o teóricos de sus discursos. Comenta
además sus valores oratorios y literarios. La minucia en los retratos permite reconocer
el posicionamiento el autor ante hechos y personajes. El volumen exhibe una
tendencia a novelar la historia (en especial la de algunos personajes como María
Antonieta). Aunque se rememoran las acciones de los principales actores de la
Revolución, la protagonista principal es la Historia que se manifiesta a través de las
acciones de sus aparentes artesanos (incluso de los más repugnantes). La tesis de
Lamartine es que existen individuos que personifican una época, una necesidad, una
idea. El propósito final de la obra, aparecida antes de los acontecimientos de 1848, es
promover la idea republicana distinguiendo cuidadosamente los excesos del populacho
sanguinario y la actitud del verdadero pueblo mediante el cual se debe construir la
república. La obra posee así una finalidad didáctica y de formación política.
3. Meditaciones poéticas
3.1 Significación del libro y su proyección. Razones de su éxito.
Cuáles son las razones de este éxito. Se pueden señalar con los críticos, al menos
las siguientes:
1) Las Meditaciones… sacan a la poesía de un estado de crisis a la que la había
llevado el siglo de las luces. Hacia el siglo XVIII la lírica es el espacio de la poesía
apologética cristiana o la expresión de las ideas, ya sea en el formato del poema
filosófico de acuerdo con el modelo de Lucrecio De rerum natura, ya sea como
expresión de poeta ciudadano que celebra la revolución. Con este libro Lamartine
otorga un estatuto específico para el discurso lírico como expresión del estado
emocional del sujeto y como forma particular de rescatar una dimensión del pensar
filosófico que el siglo de las luces no tiene en cuenta. Da a lo lírico su propio espacio:
expresar el mundo, el sujeto y el sujeto en el mundo. El poeta, además, “piensa”. La
poesía rompe el yugo de sus funciones religiosa, ideológica o mundana a las que la
había sometido el siglo XVIII lentamente. Se abre a un poder de expresión del que no
se podía conocer aún en 1820 su fuerza subversiva ni inventiva en el futuro.
2) Formalizan la sensibilidad difusa de la época al expresar la insatisfacción del yo
frente al mundo, la aspiración al ideal, la exaltación del individuo. Sin romper
demasiado con los cánones, el volumen se conforma así a las expectativas de un nuevo
lectorado, afirmando la postura de un yo no absoluto sino relativo, con el cual cada
uno puede reconocerse y validar su propia experiencia de individuo en el mundo y en
la historia.
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Señala que estos textos son los primeros ensayos de un hombre joven que al
componerlos no tenía el proyecto de darlos a la edición. Vivamente marcados por el
sentimiento poético, por su tono original y religioso pueden ser del interés del público.
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los motivos sumamente recurrentes del río, la embarcación, el puerto, es sentida como
una liberación…. Esta manera de percibir el mundo encuentra su motivo en la
conmoción que provoca la ausencia de la amada, Elvira: aunque su aparición sea
discreta (7 poemas sobre 24), el vacío de esta pérdida genera una ausencia ontológica
y cósmica, tal como puede percibirse en el primer poema, “El aislamiento”. El vacío es
también silencio de Dios. Por último, el vacío responde a una experiencia política: la
angustia que emana de una conciencia posrevolucionaria. El mundo del antiguo
régimen ya no está, por lo tanto la realidad se abre a todos los posibles y genera
incertidumbre.
“Cada poema aparece así ritmado en sordina por la pulsación vaga de esta
multitud de ecos acumulados que, por su número, crean la ilusión de una
continuidad armoniosa; esto, junto con la regularidad métrica, subrayada por la
repetición de la rima y el uso del alejandrino, el corte exacto del verso en dos
hemistiquios, forma la base necesaria de esta estructura ecoica. El poema
lamartiniano, de acuerdo con su esencia y en sus realizaciones más logradas, es
un continuo seductor y emotivo de ecos sutilmente cambiantes, un flujo
continuo de bellas vibraciones que transmiten su fuerza de resonancia al lector:
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medallón reflexivo cerrado sobre sí mismo, al cual un título, por lo general abstracto,
confiere, a priori, una moralidad elíptica (El aislamiento, El hombre, La inmortalidad,
etc. ). Hay una inversión del principio cartesiano pienso, luego existo. Por el contrario
esta poesía afirma: existo, siento, entonces pienso.
Estas confesiones en verso son tan eficaces que se apoyan en un argumento
simple: un sujeto amante y sufriente por la ausencia desesperante de una “Elvira”,
“ese nombre que apenas se murmura”.
Al asumir el poeta la actitud de pensador “usurpa” otros roles: el del filósofo; el
del teólogo.
De acuerdo con Aurélie Loiseleur, las Meditaciones operan una especie de
retracción de la filosofía en el poema tal como lo concebía la Antigüedad o la
Ilustración: revolución tácita que desconstruye desde dentro el didactismo del texto y
hace oscilar su contenido entre el aquí de un sistema coherente y cerrado y un más
allá abierto por la poesía y por la fe.
Dado su tenor poético y vago es imposible sistematizar este pensamiento. El
verso pulveriza el pensamiento, lo vulgariza y lo relega a no ser más que el testimonio
sensible y la inscripción patética de una inquietud del pensamiento, formulado
insistentemente en la forma de la pregunta, una pregunta que hace contener el “grito
del alma”, que se resiste a su puesta en tratado. Al operar como la música, la poesía
genera un desplazamiento del pensar: sugiere las ideas, pero no las presenta o
contiene por sí mismas.
Nube maravillosa, la meditación, al tomar como materia las “imágenes
flotantes”, modeladas y desconstruidas al hilo del texto, es por naturaleza profunda y
aproximativa, informe y proteiforme. La armonía lamartiniana vaporiza el
pensamiento: la fluidez del verso y el culto de la fórmula (adjetivación en forma de
epítetos, consolidación de máximas poéticas como “Oh tiempo, suspende tu vuelo”),
licúan el sistema.
El poema se transforma en un espacio para el desarrollo de los problemas más
generales, irresolubles y, por ello, en permanente análisis. El texto se atreve a abordar
ejes filosóficos de la física, la ética o la metafísica. De este modo el texto poético
adquiere un nuevo estatuto: se convierte en la epopeya del conocimiento o, mejor, la
epopeya íntima del alma.
La meditación modifica el estatuto epistémico del saber filosófico: de un objeto
de saber positivo pasa a significar otra cosa imprecisa, pero capaz de superar por
medio de la poesía, la linealidad del discurso y sus taxonomías.
El poeta como indagador, como cantor pensante, practica entonces una suerte
de orfismo que persistirá en la poesía romántica y ganará en amplitud: penetra y
revela los secretos del cosmos. Sin embargo, el acento se desplaza: de un saber
positivo sobre el mundo, impersonal/ objetivo, transmisible, enseñable, se pasa a la
idea de la experiencia singular de un yo, el poeta, cuyo entusiasmo repercute en el
lector.
En el texto lamartiniano, la filosofía, objeto tradicional de una poesía sabia,
iniciática sin duda pero normativa, se descompone a través del prisma de un yo en una
experiencia negativa que impugna toda la academia filosófica. La filosofía se extiende
entonces en la meditación, como una escuela de espiritualidad que procede
subrepticiamente a una descalificación del pensamiento mediante su calcomanía
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aproximada: la impresión que provoca (el lugar común a comunicar) y que agrada
universalmente pero que carece de un concepto claro y distinto.
1 De acuerdo con Chevallier, la toponimia es una “verdadera epigrafía1 del suelo, forma de la memoria
colectiva que, además de datos objetivos sobre las formas del relieve, la hidrografía y su evolución, la
naturaleza del suelo, de la vegetación, la fauna, etc., constituye una interpretación metafórica del paisaje,
reflejo de una cierta calidad de la imaginación y ofrece a posibilidad de establecer una estratigrafía 1 de la
ocupación de las tierras” (Chevallier. 1976, 504). Desde el punto de vista de la configuración del poema la
toponimia es fuente de valores estéticos, tanto por su dimensión significante – posibilidades musicales,
eufónicas – como por su su significado y por el sedimento de valores simbólicos y legendarios que se le
adjudican.
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tema paisajístico exhibe así, por lo general, un descentramiento del sujeto (Rodríguez
2005: 29). La distancia entre la interioridad del polo sujeto y la exterioridad del polo
objeto/ paisaje se difuminan y dan lugar a “una dinámica participativa, centrada sobre
las disposiciones afectivas. Las coloraciones del paisaje devienen constitutivas del
sujeto y paralelamente el sujeto constituye el paisaje” (Rodríguez. 2005: 29).
Pero no tiene voz este templo. ¿Dónde están los santos acordes?
¿De dónde se elevará el himno al rey del universo?
Todo calla: mi corazón habla solo en este silencio.
La voz del universo, es mi inteligencia.
Sobre los rayos del sol, sobre las alas del viento,
Se eleva a Dios como un perfume vivo,
Lista, para adorar, mi alma a la naturaleza (…)
Tal como puede observarse de esta distribución de los contenidos poéticos, el texto
presenta una arquitectura absolutamente simétrica.
Formación subjetiva
El poema exhibe a un sujeto lírico que padece la ausencia definitiva de la amada
por su muerte. Hay un tú presupuesto que no aparece como interlocutor explícito pero
que sustenta todo el proceso afectivo del poema. El elemento que oficia de
interlocutor interno explícito es la naturaleza: el sujeto acude a la naturaleza como
confidente y como ayudante en su búsqueda del ideal. Cada parte del poema se
correlaciona con un eje temporal:
Primera parte:
La temporalidad está marcada por una idea de frecuencia: se trata de un paraje
conocido y de una actividad que se realiza en reiteradas ocasiones. La percepción se
despliega en el presente mediante un anclaje espacial en un aquí y temporal en un
ahora. El espacio contiene todos los elementos típicos del paisaje natural: montaña,
valle, río, campanario, sonido de las campanas al rezarse el ángelus, atardecer, ascenso
lunar: todos estos elementos justifican/ producen la efusión del afecto melancólico. La
mirada se dirige de lo alto a lo bajo reproduciendo así un gesto romántico presente en
la literatura (Chateaubriand contemplando la salida del sol desde el Etna en René)
Werther, de Goethe, entre otros) y en la plástica: cuadro de Caspar David Friedrich. El
morir de la tarde, cuando se esconde el sol y aparecen la luna y las estrellas, constituye
el momento capital para la meditación y para el efecto de difuminado que se va a dar
después. El paisaje posee un carácter pictórico: es definido como tableau/ cuadro
(cambiante y dulce).
Segunda parte:
Para destacar el vacío del mundo, la percepción de un espacio concreto cede su
lugar a una visión abarcadora del cosmos: la mirada se extiende por los cuatro puntos
cardinales y abarca la totalidad:
ser que ama. También en este caso la coordenada temporal es la del presente. Sin
embargo, presupone un momento de felicidad o de armonía, en conjunción con el bien
amado, que se proyecta en el eje temporal pasado.
Tercera parte:
La unión con el ideal amado se plantea en un espacio hipotético marcado por el
uso del “quizás”, del tiempo verbal potencial como puro deseo que se manifiesta en
tanto forma de suplir esa carencia esencial del sujeto paciente. Desde el punto de vista
del espacio, aquí la mirada ha salido de la esfera terrestre y se proyecta sobre la órbita
celeste. Es la apoteosis de la visión.
Formación sensible
El poema está compuesto por trece cuartetos de alejandrinos de rima cruzada: a
(femenina) y b (masculina). El ritmo es marcado además por el uso de un paralelismo
anafórico insistente, en especial a partir de la segunda parte.
Relaciones intertextuales:
El poeta ha reconfigurado elementos que toma de Petrarca, Ossian, Young,
Chateaubriand, Rousseau, Mme. de Stäel, Lammenais y posiblemente de la Imitación
de Cristo o el breviario romano.
De Petrarca recoge: a) la percepción de la naturaleza vacía porque la amada no
está; b) elevación hacia el bien ideal.
Figuras retóricas
Se advierte un uso de figuras retóricas que sirven para acentuar la dimensión de
amargura del poema. Ciertas figuras de pensamiento como las antítesis con valor
polar, se emplean para abarcar una totalidad: “Du sud à l’aquilon, de l’aurore au
couchant; Que le tour du soleil ou commence ou s’achève” o para oponer realidades
opuestas: “Le soleil des vivants n’échauffe plus les morts”.
Analogía que se presenta al final del poema entre el sujeto lírico y el otoño,
muestra la declinación vital de un ser que ha perdido peso ontológico y que se concibe
a sí mismo como una hoja seca de otoño, llevada por los vientos. No es sino el
correlato de la pérdida de entidad del mudo que plantea el poema.
Bibliografía:
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à Nerval. Bruxelles, Les Impressions Nouvelles.
Birkett, Mary Ellen (1973) “Trois paysages en Lamartine”. Romantisme, 6, pp. 49-54.
Blaise, Marie (2002) “A propos du ‘haut pays sans nom’: paysage mélancolique et
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Bonin, Sophie (2004). “Au-delà de la représentation, le paysage”. Strates. Matériaux
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http://strates.revues.org/document390.html
Chenet-Faugueras, Françoise (1994). “L’invention du paysage urbain”. Romantisme, Nº
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