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CÁTEDRA DE SAN AGUSTÍN (Ag4)

Dra. Laura Alicia Soto Rangel


Fr. Fausto Enrique Méndez Batres, OSA
Viernes 3 de diciembre de 2021

LA ARMONÍA MUSICAL: SIGNO DE LA RELACIÓN DIOS


Mucho más trabajoso es el amor de este mundo.
Porque lo que el alma busca en él, a saber:
la estabilidad y la eternidad, no las encuentra,
ya que su baja belleza culmina en el cambiante paso de las cosas.
De musica VI, 14, 44

ELIGIÓN, en su etimología latina significa volver a ligar, es decir, evoca una cierta

R
restauración del vínculo entre Dios y el hombre, ¿Qué busca el hombre? Según San
Agustín, la estabilidad y la eternidad, pero en el amor del mundo. No lo encontrará ahí,
aunque pueda gozar de cierta promesa de ellas en lo temporal, lo cual también es el origen
de ese rompimiento inicial: “el hombre se colmó de vergüenza por propia voluntad al perder el Universo,
del que era dueño por su obediencia a las leyes de Dios”1. Sin embargo, no deja de pertenecer al orden
establecido por Dios, que describe Agustín: “estamos zurcidos a su ordenación conforme a nuestro
beneficio, sin saber qué belleza realiza la Providencia divina en relación a nosotros”2. Si bien el hombre
ha fracturado el orden, no deja de ser una vocación3 que intima la realidad de cada hombre que reconoce
en este orden la relación con Dios y él.
¿Cómo es qué la música pueda ser un signo de la relación con Dios? El alma percibe las sensaciones
y la vincula con el cuerpo. El alma es capaz de percibir lo bello de una obra musical, pero percibirla no
sólo en el sentido de ciencia, como técnica que implica conocimientos de música, matemática y
gramática, sino también como una experiencia personal que significa una relación con Dios por medio
de la caridad: sólo aquél que percibe la belleza de la música es quien tiene una relación con Dios por
medio de la caridad, es decir que en la medida o proporción que la vida moral personal refleje la
interioridad y relación con Dios como Principio, la belleza de una obra musical será percibida no como
mera armonía técnica, más bien la percibirá como verdadera felicidad4.

1
SAN AGUSTÍN, De musica VI, 11, 30
2
Idem.
3
Entendida como un llamado definitivo, a la realización plena de su ser.
4
Cfr. M. PRADA, «La música práctica en San Agustín: vestigium y signum» en Anales del Seminario de Historia de la
Filosofía, Madrid 2015, 78
1
El objetivo del presente texto es exponer qué es la belleza para San Agustín en De musica, desde la
lectura de M. Prada Dussán, sin dejar de lado los conceptos aledaños a comprender de manera amplia
estos textos, tales como el mismo orden, la belleza, etc.

A. La noción de belleza en San Agustín


¿Qué es la belleza para S. Agustín? La armonía y la belleza son independientes del hombre pues Dios
es la auténtica belleza y es el autor de la armonía. La captación de la armonía tiene un origen que
trasciende al ser humano, pero él tiene para sí la capacidad de percibir la belleza porque le favorece su
relación con Dios, ¿cómo influye esto en la medida en que la razón interviene? Con base en la exposición
sobre la música, dice Agustín: “la razón por sí misma, en efecto, consideró en primer término en qué
consiste la auténtica modulación, y la vio con claridad encarnada en un movimiento libre y dirigido hacia
el objeto de su belleza”5. La ciencia de la música va dirigida al objeto de su belleza, por lo que no está
disociada del orden (armonía) de manera artificial, la del artista, pero que per se está ordenada por Dios.
Belleza y orden son nociones que se relacionan en San Agustín y que remiten a una misma persona y
realidad: Dios, autor también de este orden al que Prada refiere como destino buscado por el ser humano.
Se conjunta pues, el hecho de que la belleza se percibe por una búsqueda común: de parte de Agustín, de
Dios, y de parte de Prada del orden, que igualmente remite a Dios como realidad fundamental y que
emplea la belleza como instrumento, de ahí que el arte, como lo expuso Agustín en el libro I, es más que
una imitación de la naturaleza, es más bien un signo de la divinidad.
A lo largo del libro VI no expresa una noción clara de belleza, pero si logra arrojar luz sobre esta
consideración en la medida en que es un predicado propio de Dios y de la obra divina ya que es eterna
(pues se contrapone a lo mudable), superior (porque hay algo menor6), tiene su modo propio de ser y
expresa un orden. La belleza no es reflejo de una razón práctica, es decir una razón que ejecuta reglas y
produce sensaciones placenteras, pues expone el obispo de Hipona:

La armonía comienza por la unidad y es bella gracias a la igualdad y a la simetría y se une por el orden.
[…] todo lo que existe, y en la medida que existe, ha sido hecho y fundamentado por un Principio Único,
por medio de la belleza, que es igual y semejante a las riquezas de su bondad, por la cual el Uno y el (otro)
Uno que procede del Uno están unidos por una, por así decirlo, muy cara caridad7.

5
SAN AGUSTÍN, De musica VI, 10, 25
6
Hay que comprender menor o inferior no como una obra hecha por Dios de baja calidad, sino aquella belleza divina que
proyecta la creación en sus creaturas y que los hombres como creaturas-creadoras hacen con la creación.
7
SAN AGUSTÍN, De musica VI, 17, 56b
2
B. La noción de belleza en Prada
¿Qué es la belleza para Prada? Este autor postula la noción belleza a partir de la ciencia de la música
“cuando entra en relación con otros sonidos, conformando un conjunto o una obra musical, sólo aquellas
obras en las que los sonidos que la componen guardan relaciones proporcionadas entre ellos se hacen
razonables; en ello consiste la belleza de las obras”8. La belleza es un conjunto que se compone en una
relación proporcionada. Se ve pues la armonía matemática implícita en la ciencia del bien modular, pero
desde la perspectiva no de una disposición ordenada, sino de una composición que se da por medio de
una relación, insinuando así que la noción de belleza no sólo queda en una proporción, sino en el
establecimiento de una relación o relaciones.
Con respecto a lo anterior, Luque-López comenta: “El estudio de la música, por tanto, trasciende su
propio objeto; nos eleva desde la música material de unos bellos versos que regalan nuestro oído a la
austera contemplación de las verdades eternas, a la belleza matemática”9 y así, mientras va avanzando
en el tratado, analizando “superficialmente” la música por sus elementos estructurales como la métrica y
el ritmo; a partir del análisis de los sonidos, Agustín se traslada al análisis del alma y así, “…del Dios de
las matemáticas, del Dios de los filósofos y los sabios pasamos al Dios del evangelio, al Dios que reclama
nuestro amor”10.
La música tiene un atractivo sensual, especialmente por que las obras bellas están constituidas por la
belleza. Parece perogrullada, pero desde el punto de vista agustiniano la precisión es pertinente ya que
lo que es calificado como bello lo es, ya por su creador (Dios), ya por su participación en la obra bella,
ya por su constitución. Estas últimas dos refieren, sin duda, a la primera realidad, Dios como fuente y
autor de la belleza que invita a buscar su origen, a ir tras su fuente, al lugar en el que ella no se agota11
¿Cuál es entonces la relación de la música con la armonía o la belleza? Según Prada:

[…] aquel que quiere encontrar la verdad debe dedicarse a la ciencia musical. Sólo por medio de ella
encontrará la razón y origen de la belleza, que es, a su vez, motivo de verdadera felicidad. Sólo este
emprende el camino que conduce a llevar a plena realización ontológica al ser humano: encontrar su lugar
en el orden12.

8
M. PRADA, «La música práctica en San Agustín: vestigium y signum» en Anales del Seminario de Historia de la Filosofía,
Madrid 2015, 76
9
J. LUQUE Y A. LÓPEZ, «Introducción» en San Agustín, Sobre la música, BCG, 359, Madrid 2007, 48
10
Ibid., 48
11
Cfr. M. PRADA, «La música práctica en San Agustín: vestigium y signum» en Anales del Seminario de Historia de la
Filosofía, Madrid 2015, 78
12
Idem.
3
C. La belleza como signo de relación
No se puede comprender la armonía sin la belleza. Donde hay belleza, hay armonía, luego entonces
cuando se habla de la armonía en la música, se habla de una obra bella que participa de la belleza divina
en relación de los ritmos que la componen. La noción de signo no se encuentra en esta obra, por lo que
hay que recurrir a De doctrina christiana para esta sección del análisis. Se entiende por signo13:

Las cosas se conocen por medio de los signos […] existen otras clases de signos cuyo uso solamente se
emplea para denotar alguna significación, como son las palabras. Nadie usa de las palabras si no es para
significar algo con ellas. De aquí se deduce a qué llamo signos, es decir, a todo lo que se emplea para dar
a conocer alguna cosa. Por lo tanto, todo signo es al mismo tiempo alguna cosa14.

Entonces, en consonancia con Prada, “la función pragmática es la que más interesa a Agustín a lo
largo de sus escritos, pues su asunto es describir el proceso mediante el cual un signo ayuda al ser humano
al encuentro con la realidad espiritual”15, de ahí que el efecto que se busca en el lector no es informativo
sino exhortativo, es decir que produce o intenta producir un movimiento como respuesta, más no es el
movimiento que se adecua a un ritmo, más bien es un movimiento que se ciñe a un orden ¿es lo mismo?
Cuando el ritmo y la melodía que se producen una pieza musical provocan el recuerdo y despiertan por
el placer alguna sensación que “atrapa” al oyente, éste comienza el movimiento para moverse según la
proporción del sonido y el movimiento, pero cuando se ciñe a su armonía, es movido a un encuentro con
una realidad que no es sensible, aunque comienza por ahí.
Comprender un signo es comprende una relación entre un signo y un significado, la unión de algo
“sensible” con algo que no lo es, “con aquello que se encuentra en el alma, lo cual si surge del encuentro
con la verdad adquiere carácter espiritual trascendente” 16
, “es lugar de encuentro racional y sensible
con la belleza, pero tal encuentro debe ser trascendido por vía racional si no se quiere que este aleje de
la meta”17. La belleza trasciende la razón, el orden numérico y la proporción métrica que, si bien importan
en la ciencia y el arte musical, son sólo imágenes deformes de las realidades que refieren, léase armonía,
belleza y también relación como unidad, pues “la armonía se logra no por mantener ciertas relaciones

13
Explica M. Beuchot: “Los signos son pues, cosas de cierto tipo especial. Eso que tienen de especial es que son cosas que
se usan para significar; y el significar (o representar) tiene como principal cometido enseñar a los demás. En definitiva, todo
comunicar es enseñar, pues al preguntar, enseñamos lo que deseamos saber y al responder enseñamos lo que pensamos que
satisface el deseo del otro. En todo ello se cumple la comunicación, para la cual sirven los signos. Aunque en la Edad Media
se llegaba a considerar todo el universo creado como un signo de Dios” (Cfr. M. Beuchot, «Signo y lenguaje en San Agustín»
en Dianoia, v. 32, n. 32, UNAM, México 1986, 14)
14
SAN AGUSTÍN, De doctrina christiana I, 1, 2
15
Cfr. M. PRADA, «La música práctica en San Agustín: vestigium y signum» en Anales del Seminario de Historia de la
Filosofía, Madrid 2015, 81
16
Cfr. Idem.
17
Ibid., 78
4
numéricas en las duraciones de los sonidos, sino por el que los cantores compartan el mismo amor: la
armonía consiste en que todos amen a la manera de Cristo”18.
Prada ha postulado que hay que encontrar la verdad y para tal fin hay que dedicarse a la ciencia musical
porque en este conocimiento se encuentra el origen y razón de la belleza que es la auténtica felicidad, es
volver a ese principio propuesto por la etimología de la palabra religión, ese volver a ligar, volver a la
relación es lo que en verdad hace feliz al hombre: encuentras (o mejor decir, recuperas) tu lugar en el
orden, de tal suerte que aquél que se ha permitido el ser seducido por la suma belleza en la armonía,
significa una relación con Dios y su significado es dar a conocer el encuentro con Dios.
La música remite a una realidad espiritual en la armonía que presenta su composición como relación
y no necesariamente como proporción, pues si bien el orden teórico-matemático puede producir esa
armonía, su captación no dependerá de una iniciación en las artes liberales, sino en el profundo amor que
le profesa a Dios o por qué no decirlo, también, a las cosas materiales: “El alma, en consecuencia, debe
ir purificándose de su amor por las bellezas imperfectas, las de los colores, las de los sonidos musicales;
sobre todas ellas se impone la belleza perfecta de Dios, una belleza que sólo aparentemente es difícil de
amar”19; de esto anterior se puede encontrar el sentido de signo para Prada: “El signum, por su parte,
permite conocer lo que los agentes, tanto quien lo emite como quien lo percibe, tienen en su interior”20.
El signo representa la realidad interior y en la medida que la belleza sea captada, el signo de relación será
más que evidente.

D. La armonía en relación
A este punto, Prada ha defendido la postura agustiniana de que la belleza tiene su origen en Dios y
que en la medida en que sea captada por el hombre es que éste ha puesto su amor en sí mismo o en las
cosas del mundo, porque “el amor de la acción, que aparta de Dios, tiene su punto de partida en la
soberbia, por cuyo vicio el alma prefirió imitar a Dios antes que servir a Dios”21. El alma expresa por
medio de signos, lo que lleva en el corazón: “que sienta el corazón lo que profiere la voz”22, de tal manera
que esta experiencia de Dios se da humanamente en la fe, la esperanza y la caridad, elementos

18
Ibid. 88
19
J. LUQUE Y A. LÓPEZ, «Introducción» en San Agustín, Sobre la música, BCG, 359, Madrid 2007, 48
20
Cfr. M. PRADA, «La música práctica en San Agustín: vestigium y signum» en Anales del Seminario de Historia de la
Filosofía, Madrid 2015, 87
21
SAN AGUSTÍN, De musica, VI, 13, 40
22
La interioridad agustiniana no tiene otro postulado que la concordia entre lo que se piensa y lo que se dice; y a su vez la
coherencia, donde lo que se dice, también se hace, por eso el texto de la Regla dice: “Cuando oran a Dios con salmos e himnos,
que sienta el corazón lo que profiere la voz”, Reg. II, 12
5
indispensables que trascienden los conocimientos de los que se vale la razón para producir música o
analizarla científica o artísticamente.
¿Cómo se capta la armonía si interviene la relación con Dios? El alma es un signo de la relación con
Dios no porque el hombre la construya por la creación de obras musicales o artísticas, sino porque es
Dios quien lo conduce a la armonía y al orden que el quebrantó por su amor desmedido a las bellezas
perecederas del mundo o de su propia obra, de tal manera que una obra musical, en la medida en que esté
ordenada, según la belleza, es decir que haya armonía en la música, se manifiesta un signo de la relación
con Dios y, en específico, en Cristo, pues “la armonía consiste en que todos amen a la manera de Cristo.
Así, las obras exteriores son bellas si significan este amor espiritual”23 y este amor espiritual no es sino
la armonía como signo de la relación con Dios.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

BEUCHOT, M., «Signo y lenguaje en San Agustín» en Dianoia, v. 32, n. 32, UNAM, México 1986, 14

LUQUE, J. —LÓPEZ, A., «Introducción» en San Agustín, Sobre la música, BCG, 359, Madrid 2007, 48
[edit. Gredos]

SAN AGUSTÍN, De doctrina christiana, trad. Balbino Martín Pérez, OSA, s/l, s/l, [consultado el 1 de
diciembre de 2021 en http://www.augustinus.it/spagnolo/dottrina_cristiana/index2.htm]

____________, De musica, trad. A. Ortega en Obras completas de San Agustín 39, Madrid 1988, 49-360
[edit. B.A.C.]

____________, Regla y Constituciones, coord. A. Moral Antón, Roma 2008, 13

PRADA, M., «La música práctica en San Agustín: vestigium y signum» en Anales del Seminario de
Historia de la Filosofía v. 32, n. 1, Madrid 2015, 69-92

23
Cfr. M. PRADA, «La música práctica en San Agustín: vestigium y signum» en Anales del Seminario de Historia de la
Filosofía, Madrid 2015, 88
6

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