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Construcción del valor en la esfera del criptoarte.

Siffredi Agustina

Semiótica, EBA, FHyA, UNR - 2021

Introducción

Para definir el campo semántico del fenómeno del criptoarte es necesario el análisis de la

tecnología que hace posible su funcionamiento, así como también de sus efectos en el

mercado y en la comunidad artística. Tanto el criptoarte como las criptomonedas se basan en

una tecnología conocida como blockchain, en la que bloques de información forman una

cadena en el que cada uno está ligado con el anterior y con el que le sigue, de manera que

cualquier transacción queda registrada en la cadena (Savino, 2021).

Alterar esta cadena es casi imposible, porque el grado de seguridad de la blockchain se debe a

la descentralización de las operaciones, ya que:

“al contrario que las tradicionales bases de datos centralizadas alojadas en una

institución central o en sus servidores, mediante blockchain se puede crear una base

de datos distribuida, descentralizada, compartida y replicada, que puede ser pública o

privada […] Los datos o transacciones registradas en el libro de registro o base de

datos contable deben ser inmutables, auditables, gozar de protección criptográfica y

estar dotados de un sistema de verificación de su veracidad; labor que realizan los

denominados nodos validadores. Este procedimiento permite el registro de las

distintas transacciones en una base descentralizada, facilitando el intercambio de

información entre las partes en una manera eficiente, abierta y verificable.”

(Palomo-Zurdo, 2018)
Las obras de criptoarte se constituyen como tokens no fungibles (NFT, por sus siglas en

inglés), es decir, utilizan un método de seguridad que permite identificarlas como objetos

digitales únicos pertenecientes a un solo usuario. Cuando una persona compra una obra de

estas características, hace una transacción idéntica a la que haría si comprara un bitcoin.

Adquiere un activo intangible digital que funciona como una inversión. El criptoarte depende

tan intrínsecamente, para existir, de las transacciones comerciales, que el concepto de copia

pierde sentido. La captura de pantalla de una obra o su descarga pirata no es criptoarte. Aquí

la obra, desde su origen, está ligada a una transacción: cuando un artista sube su trabajo a una

galería digital, eso genera una transacción en una blockchain, que a su vez crea un token

asociado a la obra, que el artista firma digitalmente. Es decir que el artista firma, a la vez, la

transacción y la obra. La autenticidad de la obra nace con su puesta en circulación como

mercancía. Por lo tanto, el criptoarte es un fenómeno artístico que se define no por sus temas

ni los materiales empleados en la creación de la obra, sino por la forma específica y sin

precedentes en la que se distribuye. Esa obra queda protegida y encriptada y de ese modo se

garantiza tanto su autenticidad como la autoría de la misma.

Desarrollo

Para comprender lo que motiva a artistas y coleccionistas a operar en la esfera del criptoarte

es preciso comprender un fenómeno descrito por el filósofo italiano Franco Berardi como

"semiocapitalismo", refiriendo a una forma de capitalismo impulsada por la acumulación, la

producción y la reproducción de signos. Todas las civilizaciones de la historia utilizaron,

produjeron e interpretaron signos; y en esta era, la cultura digital empieza a encontrar formas

de ser colección y memoria a través de la distribución de estos activos intangibles que

ofrecen exactamente los beneficios que buscan los coleccionistas en toda producción

artística: propiedad intelectual y valor en el mercado. Es decir que al comprar un NFT no se


está comprando un enlace a un archivo, se está comprando el valor del signo que se basa en la

escasez digital (Horvat, 2021). En ese sentido, el valor se da de la misma forma que ocurre

tradicionalmente con el oro: Es valioso porque suficiente gente piensa que lo es. Por lo tanto,

es una construcción puramente cultural que además opera directamente para los artistas

digitales como medio de legitimación de su trabajo.

Sumado a esto, las tendencias de consumo de experiencias digitales en los últimos años

demuestran que los consumidores necesitan sentirse singulares. Por eso en este cambio de

década están triunfando los proyectos digitales como Twitch u OnlyFans1, que ofrecen una

alternativa a los principales canales o sistemas de suscripción, vendiendo objetos o vivencias

únicos, de carácter irrepetible o, al menos, su naturaleza de reproductividad muy limitada

(Carrión, 2021).

Actualmente se discute acerca de si la blockchain es o no capaz de devolver a la obra, el

«aura» a la que refiere Walter Benjamin en El arte en la época de su reproductibilidad

técnica. Lo cierto es que en todo caso, ya no sería un aura vinculada con el ritual o con la

lejanía, sino con la exclusividad y con el recuerdo, ya que el mismo Benjamin afirmaba que

“Coleccionar es una forma del recuerdo”.

Eduardo Savino (2021) afirma que de este modo, el criptoarte podría ser el cierre irónico de

la discusión que abrió Benjamin: Después de la pérdida del aura, la desaparición del objeto

artístico como algo susceptible de ser poseído, llega la posesión de algo que no existe

físicamente, pero que es único. El problema de la materialidad llega a su punto más alto, en el

que la obra, a la vez, está y no está; se puede afirmar su existencia, pero no se la puede tocar

y, en cualquier momento y sin previo aviso, puede desaparecer. Por el otro lado, eso que antes

1
Twitch es una plataforma de streaming. Desde su origen ha estado especializada en la retransmisión de partidas
de videojuegos, aunque cada vez ofrece más contenidos de otro tipo, como música, estilo de vida, charlas con
los usuarios o deporte. Mientras que OnlyFans es un sistema de mecenazgo en la que los usuarios pueden
acceder a contenido exclusivo creado por otros a través del pago de una cuota mensual.
hubiera sido imposible comercializar (lo intangible), excepto de una manera “performática”,

hoy encuentra un mercado, y en ese acto restituye el valor del original, tras una época (entre

los 90 y mediados de la década de 2010) de auge de la piratería en los consumos culturales

(hoy en retroceso por el uso generalizado de plataformas de streaming). Pero lo que deja de

estar en el centro es la obra misma, que pierde protagonismo frente a la novedad de la forma

en que se la vende y se la consume. En términos de Benjamin, si el futurismo, en nombre del

fascismo, es la estetización de la política, para Savino el criptoarte es la estetización del

mercado en nombre del neoliberalismo.

Otro aspecto para pensar este análisis, es sobre el impacto en las comunidades artísticas ya

que, como afirma Julieta Schulkin (2021): “Los NFT brindan la posibilidad de hacer

redituable el arte digital de forma nativa. Por primera vez el arte digital tiene una forma de

monetizarse en el medio en el que es creado, sin necesidad de transformarse en un objeto

tangible”. Tomás García (12 de julio de 2021, 27m15s) describe a este aspecto

democratizante como una «experiencia tecnopolítica», en la que diversos tipos de usuarios,

ya sean poderosos coleccionistas, artistas que efectivamente viven del criptoarte o adeptos

por hobby, participan sin límites ni certezas, gozando de cierto carácter experimental y

vanguardista del medio debido a su incipiente masificación.

¿Cómo incide entonces la blockchain en la vida de las personas, desde una perspectiva

semiótica? Iuri Lotman (2021) acuña el término “semiósfera” para definir el espacio

semiótico en el cual los seres humanos se encuentran inmersos: Es un campo abstracto donde

se hallan todos los fenómenos culturales, las lenguas naturales y es donde los sistemas

semióticos se construyen a partir de las interacciones entre sí. La semiósfera se presenta ante

todo, como una dinámica topológica que se esfuerza por captar la transformación de las

formas semióticas en el curso del intercambio intercultural. De esta manera, podemos

comprender que al igual que la economía tradicional es un fenómeno semiótico que se


construye y sostiene socialmente a partir de acuerdos arbitrarios o no, lo mismo ocurre con

otras nuevas esferas de sentido: Así como el valor de las monedas se genera y sostiene debido

a la confianza de las personas en ellas; la noción misma de realidad es también fruto de un

consenso social. Y hoy debido a la democratización y descentralización de los medios

utilizados por esta nueva economía que facilita, por ejemplo, la distribución de producciones

artísticas en clave de activos digitales2, es acertado pensar que en un futuro ciertos términos y

categorías que hoy dividen al mundo entre lo “real” y lo “virtual” podrían quedar obsoletos;

volviendo innecesarias expresiones tales como “activo intangible” para designar a un activo

financiero más o “arte digital”, para ser solo “arte”.

El borramiento de la diferencia entre lo físico tangible y lo digital que impulsa la blockchain

podría motivar entonces, un giro epistemológico sobre la noción misma de realidad.

Para introducirlo aún más en el campo de la semiótica, propongo analizar algún segmento de

este fenómeno bajo la faneroscopía de Peirce, teniendo en cuenta que en él confluyen dos

esferas de sentido susceptibles a este análisis: una más general, en torno al sentido del sistema

económico y otra específica de la obra de arte.

Umberto Eco, en Signo (1973) proponía un análisis sobre la construcción del valor del dinero

a la luz de las categorías peirceanas:

“Un billete de banco es un sinsigno cuyo legisigno establece su equivalencia con una

cantidad exacta de oro: pero a partir del momento en que la réplica se estudia como

provista de características cualisígnicas (la filigrana, la numeración), también en un

cualisigno, y por lo tanto, irreproducible como tal.

Se objetará que el oro es cualisigno a causa de su rareza, y en cambio el billete se ha

convencionalizado como dotado de valor, por arbitrio legisígnico: pero es que

también el billete es cualisigno a causa de su rareza, y también el oro se ha

2
Un activo digital es cualquier archivo o recurso que se encuentra de forma digitalizada y que posee algún valor
de cambio, como la capacidad de generar ingresos o valor de capital.
convencionalizado como parámetro de valor de una manera arbitraria (podría llegar a

ser abandonado como patrón, y substituido por el uranio).”

En esta línea, podríamos asumir que valor en el NFT se produce de modo tal que el archivo

tokenizado es cualisigno y sinsigno a la vez, mientras que el legisigno es la transacción que

establece su valor en criptomonedas.

Esto significa que aquello que construye su valor opera paradójicamente en detrimento de la

obra misma, quedando supeditada al medio comercial en el cual circula.

Discusión

La configuración del valor en el criptoarte es inherente al dispositivo semiótico desarrollado

y provisto por la blockchain, siendo esta un fenómeno revolucionario por su carácter

democratizante y por poseer reglas propias para la circulación y distribución de sus

productos, motivando un replanteo necesario del vínculo de los diversos actores con la

producción artística y hasta de la noción misma de arte en la época de la revolución tecno

digital.

Cabe destacar que este carácter democratizante, ya sea por acortar la brecha entre

producciones artísticas y coleccionistas (generada por la viralización que facilitan los

algoritmos de las redes sociales) o por posibilitar que cada vez más artistas pongan en

circulación sus producciones sin intermediarios, no se da sin en detrimento del «aura» de

Benjamin, aún más que en el auge de la reproductibilidad técnica: llevando la obra al extremo

de la desmaterialización física y ligándola desde el principio a una transacción económica;

mientras que desde otra arista, cabe destacar también que lo que prevalece y se pondera es la

propiedad intelectual como activo capitalizable y coleccionable.


Referencias

Benjamin, W. (2015). La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica. Editor

digital: Rlull.

Carrión, J. (2021). “Walter Benjamin coleccionaría criptoarte: el aura llega a internet”. en The

New York Times (11 de abril de 2021).

https://www.nytimes.com/es/2021/04/11/espanol/opinion/criptoarte-nft.html

Eco, U. (1973). Signo. Letra E.

García, T. [Tomás García] (12 de julio de 2021). Crear cryptofalopita es fácil, si sabe cómo -

Streaming Masterclass [Video]. YouTube https://www.youtube.com/watch?v=ekg

ZdsmvW7w&t=6887s

Horvat, S. (2021) Semiocapitalismo: las emociones como la moneda viva.

https://www.revistaanfibia.com/semiocapitalismo/

Lotman, I. (2019). La semiosfera. Universidad de Lima, Fondo Editorial.

Palomo-Zurdo, R. (2018). «Blockchain» , la descentralización del poder y su aplicación en la

defensa. Boletín IEEE, Nº 10. pp.885-904

Savino, E. Benjamin no compraría criptoarte Los NFT y la restitución del aura en el siglo

XXI. Revista Luthor, nro. 49 (Agosto 2021) pp.19-26

Schulkin, J. (2021). Criptoarte: furor por el criptopunk y las rocas Ether.

https://www.infobae.com/america/tecno/2021/08/27/criptoarte-furor-por-el-criptopunk

-y-las-rocas-ether/

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