Está en la página 1de 4

Arlt: robar y salir corriendo

por David Viñas

-"Las montañas del oro"


*-Es un libro agotado. Diez pesos te los dan en cualquier parte (...)
"Hoy a las tres de la madrugada el agente Manuel Caries,
de parada en la calle Avellaneda y Sur América,
sorprendió a un sujeto en actitud sospechosa
y que llevaba un paquete bajo el brazo (...)
—Vea, yo quisiera irme al Sur.

de El juguete rabioso, 1926

Para reabrir la discusión: el aprendizaje rural puesto en escena en el Segundo


Sombra, al articularse con la exaltación de los valores campesinos planteada por
Lugones, se contrapone a la paideia urbana que condensa Arlt con su Juguete
rabioso. Se

73

sabe: revés y derecho; Jano brifonte y paradoja que se resuelve mediante una
elegía o a través de una grotesca crispación. Lo esencial de la literatura argentina
del siglo XIX se agotaba en coincidencia cronológica con la narrativa más
contemporánea que se iba abriendo en agresivo y fecundo desvío. Porque ¿qué


David Viñas nació en la ciudad de Buenos Aires en 1929. Es narrador, crítico, autor teatral y docente
universitario.
"Arlt: robar y salir corriendo " apareció en el número 43 del semanario El periodista de Buenos Aires y es una
condensación del modelo crítico que Viñas inició en la revista Contorno y alcanzó su culminación en las distintas
obras que agrupó bajo el nombre de Literatura argentina y realidad política. Publicado en julio de 1985, el
artículo evoca, distintos trabajos sobre El juguete rabioso  de Enrique Pezzoni y Oscar Masotta, por ejemplo, y
también de Ricardo Piglia, quien, significativamente, se había, convertido en uno de los más originales herederos de la
tradición fundada por la revista Contorno , pero los subsume en un aparato retórico irrepetible y un sistema de
lectura donde textos y autores pierden excepcionalidad para alumbrarse unos a otros. En este sentido, la función del
discurso crítico, antes que describir, comentar, valorar o consagrar obras, es la de percibir y señalar líneas, arcos,
ejes, tramas, gestos, ademanes, itinerarios que presenten la producción literaria como un panorama cuyas tensiones
revelan su dependencia respecto de la realidad, sociohistórica. Lo que se entiende por la literatura argentina es,
frecuentemente, efecto de acciones institucionales vinculadas a la circulación, consagración y conservación de las
obras; en cuanto a esto, las lecturas de Viñas  que el presente artículo muestra de un modo apretadísimo 
componen uno de los pocos discursos críticos que persuaden de que esa literatura realmente existe y bajo formas
mucho más significativas que las de los santuarios y los panteones. A.

Página 1 de 4
ocurría en ese momento adjetivado por el "radicalismo clásico"? El estilo señorial
con sus rezagos, resistencias, sistemas y rencores se estaba replegando frente al
drama que describía a la clase media porteña. Y ambos síntomas mayores se
sobreimprimían en el mismo año.
Es que si el emblema "bárbaro" superpuesto en el Facundo de 1845 había
girado ciento ochenta grados hasta recalar en la sabiduría mansa, dicharachera y
lateral de ese gaucho conclusión de dinastía, lo blasonado por la "civilizada"
Amalia hacia 1850 se invertirá hasta degradarse en las melancólicas putas de
César Tiempo, Castelnuovo y Stanchina. O en la Renga arltiana. Subrayando esos
dos andariveles, a su vez, el itinerario zigzagueante de la novela argentina.
Ahora bien, si en el universo de Arlt la figura de Lugones es aludida mediante la
efracción de una biblioteca y el robo de Las montañas del oro, en el otro extremo
del espectro literario el ademán borgeano (consecuente al de Güiraldes) sólo
penetra ceremonialmente en el templo de los libros para ofrendarle un ejemplar
recién publicado al "patriarca" de El payador y recibir, en contraseña, la
santificación intelectual. Dos exasperaciones, pues: violación y rito. La profanación
del típico recinto cultural en Arlt se tensa así frente a la sacralización de lo libresco
en Borges. Y el clásico drama sarmientino se estruja en otra vuelta de tuerca.

74

Sin embargo, en el interior del Juguete Rabioso la figura de Lugones no sólo se


superpone con lo que se niega y es violado. El espacio arltiano además de
vertiginoso es perverso. Y los gestos autoritarios del emblema lugoniano no sólo le
repugnan sino que suelen fascinarlo: porque si Arlt, en sus ademanes hacia abajo
se asoma con simpatía sobre "lo popular", hacia arriba y en dirección de esa
"montaña " que funciona como escenografía fundamental de Lugones se esfuerza
por imitar ciertas entonaciones académicas.
Y en esa oscilación entre vuelo y caída "el consabido balanceo pequeño burgués
de arltianos desgarrados e yrigoyenistas" según me codeaba Ángel Rama, si en
dirección a Lugones suele remedar, sin demasiado éxito, la andadura quevedesca,
por su revés de trama, y al utilizar palabras del lunfardo, escrupulosamente Arlt las
pone entre comillas: como si temiese quedar pegado en "lo pringoso" del
"infierno" popular y las agarrase con la punta de los dedos. O en semejanza al que
se asoma al borde del mal y le da vértigo caer ahí y ser confundido con "el pegoteo
de las ollas, la suegra y la rutina".
La mirada hacia abajo y el asomarse sobre lo popular por encima del lunfardo
que fascina e inquieta resultan análogos al "apoyarse" sobre una puta, encima de
su cuerpo y de un sexo que seducen y que, al mismo tiempo, aterran y a los que se
les conjura el ablandarse o "licuarse" tocando fierro. Sobre todo, la pistola que se
esconde en el bolsillo trasero del pantalón.
O como esa otra homología en el espacio de lo popular: al Rengo  que fascina
pero con el que se teme quedar pegoteado se lo delata para conjurar lo pringoso e
inquietante de su amistad confidencial. O en una franja distinta y paralela: para

Página 2 de 4
distanciarse del "mariquita" del hotel (que por su parte alude a otra paideia
urbana, con un iniciador corrupto y otra biblioteca de prestigio) se abren las
puertas y se le da la espalda a "la sutil tentación pecaminosa".
Lunfardo, delación y homosexual, entonces, que en el escenario arltiano a cada
paso vacilan entre la conciencia desgarrada y el anonadamiento.

75

Y lo que no tengo aún resuelto. Si en el uso del lenguaje con toques académicos
Arlt, paradójicamente, se empeña en recibir algún "espaldarazo" lugoniano como
resultado de lograr, por fin, seducirlo al autor de La guerra gaucha. Digo, si es así
habría que atribuirlo a que prolonga el juego enunciado con el robo: robar y
escribir se superponen. Deben ser gestos asombrosos y destinados al poder; ser
análogos al invento de un cañoncito que estalla con estruendo, a entrar con
desenvoltura al café, reírse a carcajadas en la última fila de la platea teatral o
hablarle a los militares de los inventos de Marconi. Todos esos ademanes vienen a
significar lo mismo. Como convertirse en Napoleón, Edison, D'Annunzio o
Rocambole.
Ejercicio de la seducción, por consiguiente, en cuyo envés se lee el deseo de
conjurar las humillaciones impuestas por los jefes, suegras o porteros: en la oficina
con ventanal al río, llevando una "ridicula canasta" por Lavalle y Talcahuano o al
recibir una propina. Y en el caso particular del Juguete rabioso por el policía que
aparece al final del circuito del robo de los libros de Lugones y que se llama
Manuel Carlés: cuyo referente más concreto es nada menos que el presidente de la
Liga Patriótica Argentina, ideólogo de la Semana Trágica del 19 y de la represión
de los obreros patagónicos entre 1920 y el 21.
Hay menos heterodoxia de lo que se supone en Arlt. Incluso con frecuencia
aparece "pegado" a la ideología oficial. Al menos, por algunos de sus flecos. De ahí
que resulte previsible cuando la ciudad de los años veinte, emblematizada en una
"puta babilónica", también sea conjurada por Arlt con su peculiar desplazamiento
hacia las apelaciones lugonianas a favor del campo. Es el preciso momento en que
El juguete rabioso se cierra con una invocación a "la pureza y el cielo despejado "
de la Patagonia.
Ultimo Sur donde el Arlt de 1926 coincide, por su metáfora con la de Victoria
Ocampo de 1930. Y mucho más allá de esa fecha, hasta con el Ernesto Sabato de
los héroes y las tumbas de 1962. En un único conjuro salvador de la ciudad
purificada que ya no podía rescatarse por el norte más o menos

76

colonial ni por el intermedio de la pampa ensombrecida. Sólo queda la Patagonia


"pura ". Y arrasada.
Porque en el final novelesco de 1926 Arlt parece olvidar que ese Manuel Carles

Página 3 de 4
(referente policial-perseguidor de los ladroncitos de la biblioteca que roban y se
largan a correr) justamente celebraba, en ese año, el "heroísmo castrense"
exhibido durante las represiones del ejército, apenas cinco años antes, en el
territorio nacional de Santa Cruz.
Correlativo resulta, por lo tanto, que sea precisamente aquí donde los efectos de
la seducción lugoniana reaparezcan. Y las montañas del oro, sin tanto brillo pero
conservando su "altitud viril", se hayan desplazado en dirección a las grandes
montañas de la Patagonia. Desde ya: simbólicamente.

Este ensayo fue escaneado de: Grupo de investigación de literatura argentina de la


UBA (comp.). Ficciones Argentinas. Antología de lecturas críticas . Buenos Aires, Norma,
2004.( Nota del digitalizador)

Página 4 de 4

También podría gustarte