- ¿Qué características sostuvo el sistema de formación docente en sus inicios?
- ¿Cómo se diferenciaba del método espontáneo? - Señalar el rol de Domingo F. Sarmiento y Juana Manso. - ¿Cuáles son los principales aspectos del normalismo? - ¿Qué otras experiencias de formación docente se dieron en las décadas posteriores?
Hacia 1860, con la iniciativa de Domingo F. Sarmiento, a la sazón Ministro de Gobierno
de Buenos Aires y la escritora y periodista Juana P. Manso de Noronha, (ambos, figuras de gran relevancia en la educación argentina) como uno de los pilares para la instauración de un sistema educativo organizado e inclusivo, impulsaron la creación de las ESCUELAS NORMALES, que constituyeron la base de la formación de los docentes en Argentina. Este sistema, se desarrollaba en escuelas de nivel medio y la directa influencia de la tradición francesa, que deliberadamente se escogió como modelo, definió una metodología que desde su denominación implicaba una NORMA. Una sistematización cuyo objetivo era la uniformidad de contenidos y de objetivos pedagógicos. La observación y la práctica eran los ejes de esa instancia formativa que fue prioridad durante la presidencia de Sarmiento entre 1868 y 1874, potenciándose en ese periodo la creación de Escuelas Normales a lo largo del país. El despliegue de una estructura formal y específica para la formación de educadores marca la gran diferencia con los denominados maestros EMPÍRICOS, quienes contaban con idoneidad adquirida, o con una formación intelectual que no necesariamente tenía un respaldo académico. Estos eran ejecutores de la llamada “PEDAGOGÍA ESPONTÁNEA” y se desempeñaron hasta que el sistema educativo en los niveles primarios se reglamentó. Si bien los puestos de docentes en este nivel fueron ocupándose por los egresados titulados de las Escuelas Normales (en su gran mayoría mujeres), la presencia de los “empíricos” prosiguió en los establecimientos de enseñanza media cuyo alumnado era ostensiblemente menor y pertenecía mayormente a un sector de perfil socioeconómico más alto con acceso a estudios superiores.
El NORMALISMO en la educación argentina se instaló para profesar determinados
valores ligados con las buenas costumbres del mundo civilizado que conducen al progreso, la higiene, el decoro, el buen gusto, la inclusión de los inmigrantes y las etnias originales y la cultura escrita. Se impuso el uso del guardapolvo blanco que simbolizó la igualdad y ya en los albores del siglo XX especialmente durante la presidencia del Consejo Escolar de José M. Ramos Mejía se impartió el sentido de patriotismo, para lo cual se llevó a cabo el proyecto de “Patriotización Escolar” que incluía la nacionalización de los docentes (quienes ejercieran los cargos debían haber nacido en el país). Posteriormente se crearon instituciones destinadas a complementar con elementos pedagógicos la formación de quienes se desempeñaban como profesores en los colegios secundarios, aun siendo graduados universitarios: En 1904 se crea el Instituto Nacional de Profesorado y casi simultáneamente se incluyen profesorados en universidades nacionales (Buenos Aires y La Plata). Un decreto del gobierno de facto de Juan C. Onganía en 1969 impone que la formación de maestros se desarrollará en instituciones de niveles superiores terciarios. Con el paso del tiempo las posibilidades de formación y habilitación para el ejercicio de la docencia se ha multiplicado y diversificado. Es posible formarse en el ámbito público y privado. En universidades, institutos de formación en diferentes asignaturas y hasta pedagogías “alternativas” como Waldorf, Montessori, etc. ofrecen sus propios espacios formativos.
Marcelo Cosentino (I.S.M. JOSÉ HERNÁNDEZ) 3er. Año Profesorado.