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Los trastornos de la médula espinal pueden causar problemas graves y permanentes, como parálisis o alteración del control de la vejiga y el intestino (incontinencia urinaria e
incontinencia fecal). A veces, estos problemas se pueden evitar o minimizar si la evaluación y el tratamiento se realizan rápidamente.
Las causas de los trastornos de la médula espinal son traumatismos, infecciones, bloqueo del aporte sanguíneo y compresión por un hueso fracturado o por un tumor.
Habitualmente, los músculos se debilitan o se paralizan, la sensibilidad es anormal o se pierde, y el control de la función de la vejiga y del intestino puede ser difícil.
El diagnóstico se basa en los síntomas y en los resultados de la exploración física y las pruebas de diagnóstico por la imagen, como la resonancia magnética nuclear.
Anatomía
La médula espinal es la vía principal de comunicación entre el cerebro y el resto del organismo. Es una estructura larga, gruesa y frágil que se extiende hacia abajo desde la base del
encéfalo. La médula está protegida por los huesos de la espalda (vértebras) que forman la columna vertebral. Las vértebras están separadas y almohadilladas por discos de cartílago.
La médula espinal
VIDEO
La columna vertebral está dividida en cuatro secciones, cada una de las cuales suele identificarse por medio de una letra.
Cervical (C): cuello
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A lo largo de la médula espinal emergen 31 pares de nervios espinales a través de los espacios intervertebrales. Cada nervio espinal se dirige desde una vértebra específica de la médula
espinal hasta un área determinada del cuerpo. Basándose en ello, la superficie de la piel se ha dividido en áreas denominadas dermatomas. Un dermatoma es un área de piel cuyos
nervios sensitivos provienen, todos, de una única raíz nerviosa espinal. La pérdida de sensibilidad en un determinado dermatoma permite a los médicos localizar el lugar donde la médula
espinal está dañada.
Dermatomas
Cada una de las 12 vértebras torácicas, las 5 lumbares y las 5 sacras posee un par de
Además, al final de la médula espinal hay un par de raíces nerviosas coccígeas, que
Un nervio espinal tiene dos raíces nerviosas (una raíz motora y una raíz sensorial). La única excepción es el primer nervio espinal, el cual no tiene raíz sensorial.
Raíz motora: la raíz frontal (raíz motora o anterior) contiene fibras nerviosas que llevan impulsos (señales) desde la médula espinal hasta los músculos para estimular el movimiento
muscular (contracción).
Raíz sensorial: la raíz situada en la espalda (la raíz sensorial o raíz posterior) contiene fibras nerviosas que transmiten información sensorial sobre el tacto, la posición, el dolor y la
temperatura desde el cuerpo hasta la médula espinal.
¿Sabías que...?
Los médicos suelen diagnosticar dónde está
dañada la médula espinal según los síntomas y los
La médula espinal termina en la parte inferior de la espalda (en torno a L1 o L2), pero las raíces nerviosas raquídeas más inferiores continúan y forman un haz que se asemeja a una cola
de caballo (denominada tradicionalmente cauda equina).
La médula espinal está muy organizada. El centro de la médula está compuesto de sustancia gris en forma de mariposa. Sus «alas» se llaman astas:
Las astas delanteras (anteriores o motoras) contienen neuronas que transmiten señales desde el cerebro o la médula espinal hasta los músculos a través de la raíz motora.
Las astas traseras (posteriores o sensitivas) contienen neuronas que reciben señales procedentes de otras neuronas situadas fuera de la médula espinal referentes al dolor, la
temperatura y otras informaciones sensitivas a través de la raíz nerviosa.
La parte exterior de la médula espinal está constituida por una sustancia blanca que contiene vías de fibras nerviosas (llamadas también tractos o columnas). Cada vía lleva un tipo
específico de señal nerviosa, tanto hacia el cerebro (vías ascendentes) como desde el cerebro (vías descendentes).
Raíz sensitiva (posterior): esta raíz, localizada en la parte posterior, transmite información sensitiva sobre el tacto, la posición, el dolor y la temperatura desde el cuerpo hasta
la médula espinal.
En el centro de la médula espinal, una zona de sustancia gris con forma de mariposa ayuda a retransmitir los impulsos hacia y desde los nervios espinales. Las «alas» se llaman astas.
Astas motoras (anteriores): estas astas contienen neuronas que transmiten señales desde el cerebro o la médula espinal hasta los músculos a través de la raíz motora.
Astas sensitivas (posteriores): estas astas contienen neuronas que reciben señales procedentes de otras neuronas situadas fuera de la médula espinal referentes al dolor, la
Los impulsos viajan hacia arriba (hacia el cerebro) o hacia abajo (desde el cerebro) por la médula espinal a través de diferentes vías (tractos). Cada tracto transmite un tipo diferente
de señal nerviosa, ya sea hacia o desde el cerebro. A continuación, se proponen algunos ejemplos:
Tracto espinotalámico lateral: las señales referentes al dolor y la temperatura, recibidas por el asta sensitiva, viajan a través de este tracto hasta el cerebro.
Columnas dorsales: los señales referentes a la posición de los brazos y de las piernas viajan a través de las columnas dorsales hasta el cerebro.
Tractos corticoespinales: las señales para mover los músculos viajan a través de estos tractos desde el cerebro hasta el asta motora, que las envía hasta el músculo.
3D MODEL:
Causas
Trastornos de la médula espinal pueden originarse fuera de la médula o, con menor frecuencia, en el interior de ésta.
Síntomas
Debido a la manera en que funciona y está organizada la médula espinal, con frecuencia la lesión medular produce patrones específicos de síntomas según el lugar donde se produjo el
daño. Los siguientes síntomas pueden producirse según patrones diversos:
Debilidad muscular
Pérdida de sensibilidad (como por ejemplo la incapacidad de sentir un ligero toque, dolor, temperatura o vibración, o no poder notar dónde están los brazos y las piernas)
Disfunción eréctil
Disminución de la sudoración
Parálisis
Dolor de espalda
Mediante la identificación de las funciones perdidas se puede determinar qué parte de la médula espinal está dañada (la frontal, la posterior, la lateral, la central o la médula entera).
Identificando la localización específica de los síntomas (por ejemplo, qué músculos están paralizados o qué partes del cuerpo han perdido sensibilidad) puede determinarse el punto de la
lesión medular (es decir, el nivel específico de la médula espinal).
Las funciones controladas por áreas de la médula espinal ubicadas por debajo de la lesión pueden perderse de forma total o parcial. Las funciones controladas por zonas de la médula
espinal situadas por encima de la lesión no resultan afectadas.
Cuando se produce debilidad o parálisis de forma repentina, los músculos quedan flojos (se ponen flácidos) y pierden su tono. Después de que los músculos se vuelven flácidos, el tono
muscular aumenta durante días o semanas, y los músculos tienden a contraerse involuntariamente (lo que se denomina espasmos o espasticidad).
Cuando los trastornos (como la espondilosis cervical y la paraparesia espástica hereditaria) dañan la médula espinal lentamente, pueden causar parálisis con aumento del tono muscular y
espasmos musculares (denominada parálisis espástica).
Los espasmos se producen debido a que las señales procedentes del cerebro no pasan a través del área dañada para ayudar a controlar algunos reflejos. En consecuencia, los reflejos se
vuelven más pronunciados durante días o semanas. Entonces, los músculos controlados por el reflejo se tensan, están duros y se contraen de forma descontrolada de vez en cuando.
Diagnóstico
Exploración física
¿Sabías que...?
Las personas que repentinamente pierden la
Tratamiento
Tratamiento de la causa siempre que sea posible
Prevención de complicaciones
Problemas urinarios: si una persona está inmóvil y no puede usar el aseo, es necesaria una sonda vesical. Para ayudar a disminuir el riesgo de infección del tracto urinario, el
personal de enfermería utiliza técnicas estériles al introducir la sonda y aplica ungüentos o soluciones antimicrobianas diariamente.
Neumonía: para reducir el riesgo de neumonía, los fisioterapeutas y el personal de enfermería enseñan ejercicios de respiración profunda. También colocan a la persona en un
ángulo que ayude a drenar las secreciones acumuladas en los pulmones (drenaje postural), o las succionan.
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Coágulos de sangre: se administran en inyección anticoagulantes como la heparina o la heparina de bajo peso molecular. Si una persona no puede tomar anticoagulantes (por
ejemplo, a causa de un trastorno hemorrágico o úlceras gástricas) se introduce un filtro, al que a veces se le denomina paraguas, en la vena cava inferior (la vena grande que lleva
sangre desde el abdomen hasta el corazón). El filtro atrapa los coágulos de sangre que se desprenden de las venas de las piernas antes de que alcancen el corazón.
La pérdida de funciones corporales llega a ser devastadora, causando depresión y pérdida de autoestima. El asesoramiento es muy beneficioso. Aprender con exactitud qué ocurrió y qué
cabe esperar en el futuro próximo y a largo plazo ayuda a hacer frente a la pérdida sufrida y a preparar la rehabilitación.
Rehabilitación
La rehabilitación ayuda a las personas a recuperar el máximo de funcionalidad posible. La mejor atención la proporciona un equipo formado por personal de enfermería, un fisioterapeuta,
un terapeuta ocupacional, un trabajador social, un nutricionista, un psicólogo, un consejero y, a veces, un médico especializado en rehabilitación (fisiatra), así como la persona y sus
familiares. El personal de enfermería debe enseñar a la persona procedimientos para el manejo de la disfunción de la vejiga y del intestino, como, por ejemplo, la manera de insertar una
sonda, cuándo usar laxantes o cómo estimular los movimientos del intestino utilizando un dedo.
La fisioterapia incluye ejercicios para el fortalecimiento y el estiramiento muscular. Las personas deben aprender a utilizar dispositivos de asistencia, como aparatos ortopédicos, un
andador o una silla de ruedas, y cómo actuar si se producen espasmos musculares.
La terapia ocupacional ayuda a aprender a realizar de nuevo tareas cotidianas y a mejorar la destreza y la coordinación. También aprenden técnicas especiales que ayudan a compensar
las funciones perdidas. Los terapeutas o los asesores enseñan, cuando es posible, a realizar los ajustes necesarios para volver a trabajar y a practicar aficiones y actividades. Se les enseñan
maneras de hacer frente a la disfunción sexual. Para muchas personas la actividad sexual todavía es posible, incluso cuando se ha perdido la sensibilidad.
Es importante el apoyo emocional de los familiares y de los amigos íntimos.
© 2021 Merck Sharp & Dohme Corp., una subsidiaria de Merck & Co., Inc., Kenilworth, NJ, EE. UU.
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