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Capítulo 6

RITUAL Y RENOVACIÓN

Hasta ahora, hemos explorado básicamente las característi-


cas personales e interpersonales de la elaboración del duelo, los
desafíos emocionales que nos encontramos en solitario o en pre-
sencia de nuestros familiares o amigos íntimos. Pero el trabajo
del duelo trasciende estos contextos más limitados, ya que tiene
dimensiones comunitarias. Todas las culturas humanas conoci-
das han creado ceremonias para reconocer el fallecimiento de
sus miembros, ceremonias que sirven para reafirmar los víncu-
los formales e informales existentes entre los supervivientes al
mismo tiempo que se reconoce y honra la contribución de la
persona desaparecida. En este capítulo estudiaremos la rituali-
zación de la pérdida y las funciones psicológicas que estos ritua-
les tienen para quienes siguen viviendo. Aunque prestaremos
atención principalmente al papel que desempeñan los funerales
tradicionales en el proceso de dar sentido a la pérdida, también
consideraremos brevemente el papel que tienen los rituales más
personales en el proceso de elaboración de significado.

US FUNCIONES DE LOS RITUALES

Los rituales puntúan la vida, marcando públicamente mo-


mentos de transiciones significativas para los miembros de
una comunidad. Empezando por el bautismo o la celebración

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del nacimiento de un niño, hay una serie interminable de ri-
ser privadas1 de su derecho de participación en los funerales
tuales que simbolizan cada etapa de nuestra edad adulta, d~s­
«normales». Además, aunque la pérdida a través de la muerte
de l~s fiestas de cumpleaños que celebramos cada nuevo ano
de vida, pasando por las ceremonias de graduación ~ue rec~­
s~ conmemora ~ menos ~n la mayoría de los casos con algún
tipo ~e ceremoma, otros tipos de pérdida (por ejemplo, las del
nocen nuestros logros académicos, hasta las ceremomas matn-
propio puest~ de tra,ba~o) pasan completamente desapercibi-
moniales que proclaman el amor y el compromiso de dos per-
sonas o las fiestas en las que se celebra la jubilación, en las que
d~s en su vertie?~e pubhca. Todo esto hace que los rituales pú-
blicos no sean urdes en algunos casos, ya que están diseñados
se reconoce toda una vida dedicada al servicio en el mundo la-
boral. Como muestra esta lista, los rituales pueden tener di-
P_~ra afirmar lo~ valores de la comunidad (como la legitima-
cion de las relacwnes heterosexuales a través del matrimonio
mensiones laicas además de las religiosas, generándose a partir 0
la continuidad de la carrera laboral), en ocasiones a expensas
del equilibrio entre protocolos relig~osos _(como la, pronunci~­ de las necesidades individuales.
ción solemne de los votos del matnmomo despues de una li-
turgia obligatoria) y tradiciones populares (como el bri?dis
P,ar~ poder _diseñar rituales que se adapten a cualquier tipo
de perdida, es Importante saber qué funciones tiene la rituali-
con champán por el novio y la novia) que son compartidos
por los miembros de la comunidad. , . . .
zac~ón. Bronna Romanoff y Marion T erenzio han publicado
recientemente algunos comentarios elocuentes sobre los ritua-
Sin embargo, al igual que todas las practicas sociales, los n-
les relacionados con el proceso de duelo, definiéndolos como
tuales relacionados con la muerte evolucionan a lo largo del
instrumentos culturales que preservan el orden social y permi-
tiempo y, de acuerdo con e~ ritmo que ~ig~en los cambios en
la sociedad actual, los cambws en las practiCas que rodean a la
te~ co~prender al~unos de los aspectos más complejos de la
existencia humana. Según estos autores, los rituales propor-
muerte han sido rápidos y significativos. Concretamente en
la cultura norteamericana, ha habido una tendencia a la des-
ritualizaci6n de la muerte y el duelo; toda una serie de tra- 1.. La .exclusión d~ la participación en las prácticas funerarias de las per-
sonas Impl~ca?as emoc!onalment~ pero cuya relación con el fallecido no goza
diciones, como el luto riguroso o la celeb_ración de cer~monias de ~econocimiento soCJal se descnbe claramente en la primera secuencia de la
elaboradas, velatorios y vigilias, han perdido su contemdo para pehc~la Evzta, en la que a Eva Perón, como hija «ilegítima>> de un hombre
las personas y comunidades que han sufrido la pérdida de_seres prommente se le barra flsicamente la asistencia a su funeral. Aunque las difi-
queridos. Incluso para las personas que encuentran sentido y c~!tades qu~ se ponen a la participación de este tipo de afectados por la pér-
d.Ida se han Ido relajando hasta cieno punto en nuestra cultura, no deja de ser
consuelo en estas prácticas tradicionales, el carácter de muchas cieno q~e los fune~ales. tradicionales excluyen muchas de las personas para las
pérdidas hace difícil ritualizarlas sig~!endo las cost~~bres es- que el difunto ha sido Importante (por ejemplo, los ex amantes), confirman-
tablecidas. Por ejemplo, la celebracwn de actos religiosos en do los derechos de algunos afectados mientras que se niegan los de otros.
2. Véase «Rituals and the grieving process», en Death Studies, de Bron-
memoria de personas que han cometido suicidio o han mu_er-
?a.Romanoffy Marion Terenzio (1998), en prensa. Aunque su principal ob-
to a causa de enfermedades «estigmatizadoras» como el sida Jetivo es ampliar el c?,ncepto ?e rit~~ como "!"ito de paso» para incluir pro-
puede ser problemática en algunas congregaciones cristianas y ces~s de. tra~sformacwn, contmuacwn y transición, su modelo es aplicable a
algunas personas (como una amante o un ex marido) pueden la ntuaiizaciÓ?, práctica ~e la pérdida, tal y como se desarrolla en este capí-
tulo y en secciOnes postenores de este libro.

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cionan un modelo del ciclo vital, dan estructura a nuestro ca~s
emocional, establecen un orden simbó~i,co pa~a los a~o~teci­ ciones conmemorativas católicas o los libros Yizkor ju-
mientos vitales y permiten la construcciOn social de sigmfica- díos pueden potenciar este tipo de conexión continuada
dos compartidos. Al igual que otros ritos de paso, los fu~er.ales con los difuntos dentro de cada contexto cultural, en
desempeñan estas funciones al mismo tiempo que delimita~ forma de rituales espontáneos o creativos (como la cos-
nuestro duelo y reafirman nuestros vínculos con la ~om~m­ tumbre de compartir historias o recuerdos sobre el di-
dad. Pero, al igual que otras formas más per.sonal~s de nrualizar funto), al mismo tiempo que sirven para consolidar los
la pérdida, deben prestar atención a tres dimen~IOne~ para sa- recuerdos que los supervivientes tienen de la persona
tisfacer las necesidades de la persona afectada. Estas mcluyen: desaparecida y reconocer la continuidad de la influencia
que tiene sobre sus vidas. Más adelante se describen más
l. El cambio en el sentido del sí mismo de la persona que ha ejemplos de rituales que cumplen esta función.
sufrido la pérdida, en los moment~s en los que recons-
truye el apego establecido con el difunto. Este proceso, Alan Wofelt, un destacado terapeuta del duelo, sostiene
de carácter intrapsíquico y personal, puede represen- que las ceremonias funerarias nos ayudan a aceptar la realidad
tar una oportunidad para pensar sobre el papel que el de la muerte y a testimoniar la vida del difunto, fomentan la
ser querido ocupaba en nuestra vida, reflexionando en expresión del dolor de manera coherente con los valores cultu-
privado ante su tumba o escogiendo un recuerdo que rales, dan apoyo moral a los afectados, permiten afirmar las
tengamos de ella para compartirlo con otr~ persona propias creencias sobre la vida y la muerte, y aportan continui-
afectada por su pérdida. Este aspecto de los nruales .r~­ dad y esperanza a la vida. Siguiendo este punto de vista y el del
conoce que la pérdida nos transforma, per~ tambien modelo de transformación, transición y continuación ritual
que podemos conservar una relación simbólica con el que desarrollaron Romanoff y T erenzio, podemos estudiar
desaparecido. , cómo la ritualización de la pérdida puede ayudar a los supervi-
2. La transición a un nuevo estatus sociaL Este ~r~ceso m~s vientes a superar los «desafíos del duelo» que ya hemos señala-
«Centrado en el exterior» implica el reconocu~uento pu- do anteriormente en este libro. Veremos cómo podemos dise-
blico del cambio de estatus del difunto (por eJe~plo, de ñar los servicios funerarios para satisfacer estas necesidades,
un miembro con vida de la comunidad a algmen pre- revisando más adelante algunos ejemplos de rituales persona-
sente en espíritu) y del superviviente (por ejemplo, ~e les, realizados en algunos casos años después de la pérdida, que
esposa a viuda). Aunque es imp?rta~te para la ~omum­ pueden facilitar la tarea continuada de la adaptación.
dad esta transición social no Implica necesanamente
los ~justes intrapsíquicos que requiere el proceso de La simbología de los rituales nos permite expresar creen-
transformación anterior. cias y sentimientos a los que las palabras ·por sí solas no po-
drían hacerles justicia.
3. La conexión con lo que se ha perdido, en lugar de «romper
los lazos» que se mantenían. Actos como 1as concentra- ArAN D. WOFELT

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.. '- ...
Reconocer la realidad de la pérdida. Reconociendo ofi-
te los que acompañan a la desesperación de la pérdida. 3 Como
cialmente la desaparición de un miembro de la comunida~,
los funerales fomentan el reconocimiento público de la realt-
mucho, !osfune~~es bien dirigi~~s pueden ser permisivos con
la expenmentacwn y la expreswn de emociones dolorosas
dad de la pérdida, dando tiempo y espac~o a l?s superv~vien­
apoyando su validez ante la presencia de las personas que apo~
tes para que puedan manifestar su dolor mtenor. Los dtscur-
yan a los afectados. Pero las propias ceremonias funerarias im-
sos o las conversaciones informales que los preceden y los
plican el reconocimiento de que la concentración de este tipo
siguen también animan a la consolidación y a la p~esta en c.o-
de emo~iones no puede mantenerse de manera indefinida y
mún de recuerdos e historias sobre el desaparectdo, al mts-
proporcw,n.an un en~orno seguro y limitado en el tiempo en el
mo tiempo que fortalecen los vínculos entre .los superv~~ien­
~ue es legtttmo mantfestarlas. Aunque las prácticas pueden va-
tes. Al igual que sucede con las convers.acwnes ~a~mltares
nar en subculturas o familias diferentes, el carácter multifacé-
sobre la muerte, debemos dejar que los mños parttctpen en
tico de la mayoría de las costumbres relacionadas con la muer-
este tipo de ceremonias, preparándoles antes para lo ~u~ van
te ~como la vi~ita de la familia, los amigos y el pastor, el
a encontrarse. Excluirlos de esta forma de reconoc1m1ento
entterro o sepelw y los servicios funerarios) suelen fomentar el
público puede aislarlos aún m~s en ~u proceso ~e ~uelo Yaña-
reconocimiento de la tristeza compartida por la muerte y faci-
dir una sensación confusa de trrealtdad a la perdtda de su ser
litar oportu~idades para ofrecer consuelo a los que sufren. De
querido. .. este modo, Idealmente, los rituales relacionados con la muerte
Los funerales preparados con sensibilidad pue~en fa~tlt.tar
y las personas que participan en ellos podrían regular la difícil
también la toma de conciencia de la muerte a mvel publtco montaña rusa del duelo.
y personal. En el funeral y el entierro o cremación posterio-
, .Re~i~ar nuestro ~undo de significados. Nos resulta muy
res, los afectados emprenden el largo proceso de despedirse de
facd VIVIr nuestras vidas cotidianas siguiendo las convencio-
su ser querido y, en el caso de los servicios en los que el ataúd
nes de un s.is~ema de creencias que damos por supuesto. Cree-
está abierto, tienen la última oportunidad de ver a la persona
mos que.viVIremos una vida plena, que podemos esperar un
que han perdido. De todos modos, al igual que sucede con to-
futuro lepno rodeados de nuestros seres queridos, que nues-
dos los aspectos del trabajo del duelo, el funeral debe enten-
tros esfuerzos van a verse recompensados, que la vida nos va a
derse como una oportunidad para dar comienzo a esta despe-
tratar bien ... Incluso podemos tener creencias religiosas inge-
dida y no como la exigencia de hacerlo. Así, al mismo tiemp?
nuas que den por supuesto que, si llevamos vidas justas, Dios
que facilita una estructura suficiente para guiar~ los sup~rvl­
vientes en la despedida simbólica del desaparectdo, el ntual
del funeral debe ser lo suficientemente flexible para acoger las . 3. Esta afirmación está basada en las prácticas de la cultura blanca do-
romance, ya que en las culturas afroamericanas y latinas se permiten e inclu-
muchas formas en que los individuos afrontan la realidad de so fomentan ~at~ones muy.diferenres de duelo. Una descripción conmove-
la pérdida. dora de las practicas expresivas y comunitarias típitas de las familias negras
Abrirse al dolor. La cultura norteamericana predominan- tradicionales del sur puede consultarse en <<The story of Miss Mildred>> de
te no tolera fácilmente los sentimientos intensos, especialmen- Annette Dula,. en Living with grief When illness is prolonged, K. D~ka
(comp.), Washmgton, Hospice Foundation of America, 1997.
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va a escuchar todas nuestras plegarias y nuestros ángeles de la idea de que nosotros también vamos a morir, podemos «hacer
guarda van a mantenernos a nosotros mismos y~ ?ue~tros s:- que cada día cuente)), en lugar de escapar de la conciencia de
res queridos a salvo del dolor. Tendemos a vtvu dta a dta n~estr.a fugacidad persiguiendo objetivos y éxitos materiales.
como si el universo tuviera un orden sencillo, comprensible St dedtcamos nuestra energía a intentar huir frenéticamente de
para las mentes humanas y con un grado sustancial de pre- la muerte en un esfuerzo por evitarla, no podemos centrarnos
e?, las lecciones m~ pr.ofundas de nuestra mortalidad. Devol-
dictibilidad y control siempre que «sigamos sus normas)).
La intrusión de 'la pérdida traumática en nuestras vidas
v~e?donos la ~onctencta de nuestra propia fugacidad, los ser-
hace añicos todas estas ilusiones. Aprendemos que nuestras vi- vtcws funeranos ~ lo~ entierros pueden volver a ponernos en
das pueden verse truncadas, que no tenemos asegurado el fu- c~ntacto con los stgmficados más profundos de nuestras vidas
turo (ni siquiera el de mañana) y que a las buenas personas e Impulsarnos a esforzarnos por seguir unos valores más llenos
también pueden pasarles cosas malas. Además, las pérdidas de sentido.
importantes también pueden cuestionar unas creencias reli- Reconstruir la relación con lo que se ha perdido. La muer-
giosas que caracterizan a Dios como una fi?~ra pat~rn~l pro- te transforma la relación ~ue tenemos con la persona fallecida,
tectora o indulgente, produciendo una cnsts de stgmficado que pasa de basarse en la Interacción física a basarse en la inter-
que no puede superarse con respuestas fácile~. Pero, so?,re acción simbólica y esto hace que confiemos cada vez más en
todo, la pérdida traumática introduce una ternble sensacwn nuestro fondo de recuerdos para mantener la relación «viva))
de aleatoriedad en nuestras vidas, haciendo añicos la sensación El discurso que suele hacerse en el funeral nos ayuda con est~
de control sobre nuestro destino que habíamos dado por su- tarea, recordando los logros más importantes del difunto dan-
puesta. do una sensación de plenitud y coherencia a todos los asisten-
El funeral, como rito de transición, no sólo hace más pa- tes. Y los relatos e historias que se comparten antes, durante y
tentes las duras lecciones de la pérdida, sino que también pue- ~espués de la ceremonia formal cumplen una función aún más
de dar lugar al inicio del proceso de reconstrucción de un tmpo~t:U:te, ya que consolidan los recuerdos más queridos por
mundo de creencias que ha quedado devastado tras la muerte. los pnnctpales afectados o desvelan nuevas dimensiones del ser
Una liturgia conmovedora puede ayudar a los afectados a vol- querido que aparecían sólo en determinadas relaciones. Para
ver a conectar con los fundamentos de su fe o adentrarles en muchas familias, los recuerdos físicos de la ceremonia, como el
un nivel más profundo de conciencia espiritual, haciendo que programa del servicio o la bandera que envuelve el ataúd de un
emprendan la búsqueda de una filosofía personal más madu- veterano antes del entierro, se convierten en valiosos recuerdos
ra. Las ceremonias funerarias también nos enfrentan a la rea- que sirven como «objetos de vinculación)) que conectan al vivo
lidad inevitable de la muerte y las limitaciones humanas, lo con el muerto, dando una sensación de continuidad a los su-
que puede servir como catarsis para iniciar la búsqueda de sen- pervivientes. Aunque otras formas más personales de conme-
tido en nuestras vidas cotidianas, dejando de postergar las morar la muerte pueden practicarse mucho después del entie-
cuestiones importantes a un futuro que no está garantizado. Si rro, el funeral suele proporcionar una ayuda concreta con este
somos capaces de aceptar a nivel emocional e intelectual la aspecto particular del duelo.
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Reinventarnos a nosotros mismos. De todas las tareas del Por ello existen otro tipo de rituales que pueden ser útiles
duelo, quizá la más fundamental sea la de reconstruir una para honrar a los seres queridos que han desaparecido o vali-
nueva identidad que encaje con nuestro nuevo estatus. En un dar la importancia de pérdidas diferentes a la muerte. A nivel
sentido muy real, ya no somos quienes éramos antes de la pér- comunitario, las ceremonias conmemorativas que se celebran
dida, ya que nuestro sentido del sí mismo se identifica ~n gran en honor de quienes han perdido su vida en acciones milita-
medida con nuestras relaciones más íntimas. Como nto for- res (como las ceremonias en recuerdo del día Do los actos co-
mal de transición, el funeral valida y da inicio a este cambio mu~itarios que se celebran en los aniversarios de tragedias
de estatus de los afectados más importantes a ojos de la co- mastvas o atentados) desempeñan esta función, al igual que
munidad, cambio que puede simbolizarse de varias maneras, las peregrinaciones masivas a lugares como el Monumento a
desde una forma predeterminada de vestir hasta las costum- la Guerra del Vietnam o el Museo del Holocausto. Por su-
bres en las formas de saludar y consolar. puesto, la participación en este tipo de actividades puede con-
Igual que sucede con la reconstrucción de 1~ relación con tribuir al crecimiento personal y espiritual, incluso en aque-
el difunto, la tarea de «reaprenderse», como Atng la llama, se llos participantes que son sólo vagamente conscientes de los
prolonga a lo largo de los meses y años que siguen a l~s ritos sacrificios hechos por las generaciones anteriores, indepen-
del funeral. Pero es en el funeral donde esta tarea empteza de dientemente de si hay miembros de su familia o de su grupo
forma más visible y donde la comunidad de afectados pro- cultural entre los fallecidos.
porciona un apoyo tangible y simbólico para el desarrollo de
la nueva identidad. Cuando visité el Museo americano del Holocausto, hice
un recorrido por la cronología del pueblo judío en Europa,
de~de el desarrollo de su comunidad en la Alemania prehit-
lenana, pasando por los primeros estallidos de violencia de la
Rituales personales
Kristalnacht, hasta los increíbles horrores de la «Solución
Aunque los servicios funerarios constituyen la forma más Final>>. A medida que avanzaba desde las primeras exposicio-
nes de los pisos más altos del museo hasta los pisos más bajos,
claramente establecida en nuestra sociedad para recordar la
creo que las imágenes, e incluso la iluminación, se iban oscu-
pérdida y pueden ayudar a elaborar el duelo d~ manera salu- reciendo. En el momento en que llegué a los campos de con-
dable, como ya hemos señalado, raramente sansfacen las ne- centración, me sentí tan confusa y horrorizada como debie-
cesidades individuales de los supervivientes. Y algo que es aún ron sentirse aquellas personas. Cuando finalmente terminé el
más grave, no existen ritos comunitarios que conmemoren recorrido de la exposición y salí del museo a la luz del día, me
otro tipo de pérdidas (muertes terribles, abortos espontáne~s, sentí como si yo también hubiera muerto y hubiera vuelto a
divorcios, robos, agresiones, enfermedades), por lo que qme- renacer. No olvidaré esa experiencia mientras viva.
nes las sufren se quedan sin el apoyo de los rituales que po- KAREN, 45 años
drían dar forma y legitimidad a su duelo, facilitando su reso-
lución.
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A una escala más pequeña, pero no por ello menos signifi- . En las Navidades que siguieron a la muerte de mi padre,
cativa, las familias y los individuos pueden crear maneras lle- m1 madre y todos nosotros, sus hijos ya adultos, volvimos a
nas de sentido de conservar sus recuerdos y honrar sus pérdi- reunirnos en la cabaña que tenía en el bosque, como había-
das, ya sea incluyendo a los fallecidos en sus plegarias del Día mos hecho siempre desde que tengo uso de razón. Reímos y
de Acción de Gracias, haciendo una donación a la caridad en lloramos mucho ese año, pero ninguno de nosotros sabía
su honor o celebrando un servicio funerario años después de exactamente qué hacer con la ausencia de papá. Después de
su muerte, acto que puede representar una oportunidad para 1~ cena, ~stáb~mos todos sentados y hablando, y de repente se
la participación real de los supervivientes, difícil de lograr en hJZo el sJ!encw. Entonces me di cuenta de que faltaba algo.
las ceremonias originales. Las pérdidas pueden conmemorarse Cada año después de la cena, mi padre, que había aprendido
de otras formas menos convencionales, por ejemplo, haciendo a amar a los animales después de haber sido cazador, se ponía
su gran chaqueta naranja de cazador y se iba a caminar por el
un emblema familiar, «hablando» con la persona desaparecida
bosque para echar a los cazadores de su propiedad; cuando
en un diario personal o haciendo un estudio para elaborar el
éramos ~equeños solíamos ir con él. Así que me levanté, fui
árbol genealógico de la familia. Una pareja joven decidió des- al armano, y cogí esa gran chaqueta naranja, me la puse y salí
pués de la muerte accidental de su hijo pequeño celebrar su fuera. Creo que eso nos hizo bien. Todos empezaron a reírse
paso por la vida declarando el día de su nacimiento «Día de la de mí porque había montado una «patrulla Bambi», como
Familia». Cada año, en ese día especial, los dos padres se to- hacíamos con él, y yo pasé algunas horas tristes y silenciosas
maban fiesta en el trabajo y los otros dos hijos se saltaban las paseando por el bosque con mi padre. Me sentí muy cerca de
clases para pasar todo el día haciendo algo agradable juntos, ya él, prácticamente como si estuviera rodeando mis hombros
fuera irse de excursión, ir al zoo o simplemente preparar jun- con el brazo mientras caminábamos juntos.
tos una comida especial, compartiendo recuerdos sobre su hijo
]ACKlE, 35 años
o hermano. Este tipo de conmemoraciones no están vincula-
das al momento de la muerte, lo que permite celebrarlas años
Una de las más conmovedoras de estas conmemoraciones
después para ayudar a curar las heridas abiertas, decir adiós, re- alternativas, que entreteje literalmente los niveles de recono-
novar la relación simbólica con el fallecido o fomentar la co- cimiento individual y comunitario, es el edredón de los nom-
municación familiar sobre pérdidas que no fue posible con- bres .del sida. En él, las familias y allegados que han perdido a
memorar en el momento de su ocurrencia. 4 alguten por la enfermedad bordan, cosen, pintan o graban un
cuadrado en honor de su ser querido, a menudo con mensa-
4. En la sección de Aplicaciones Personales de este libro podrá encontrar jes llenos de significado personal, como: «Querido Brian, re-
muchas formas de rituales que pueden modificarse para adaptarlas a diferen- sérvame el último baile». Estos cuadrados individuales se pe-
tes circunstancias y también puede encontrar algunas en el artículo de Craig
Vickio titulado «Together in spirit: Keeping our relationships alive when lo-
ved ones die>>, en Death Studies, en prensa, 1998. Un ejemplo de la facilita-
su vida) puede encontrarse en «Process intervemions for the constructivist
ción terapéutica de los rituales de despedida (en el que se ayuda a un cliente
psychotherapist», de Roben Neimeyer, en Constructing realities, H . Rosen y
a decir <<adiós » progresivamente a su padre visitando lugares relacionados con
K. Kuehlwem (comps.), San Francisco, Jossey Bass, 1996.

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gan después en la tela de uno de los enormes paneles q~~ dan dad y nos hacen ser quienes somos. Un hombre que se da cuen-
.forma al edredón. El tamaño del edredón, que cubno con
ta de que está bebiendo demasiado después de un divorcio do-
holgura todo el bulevar de Washington una de l.as prin:eras
loroso que le ha separado de sus hijos puede «tirar la botella»
veces que se expuso en esta ciudad, da idea de la mmenstdad
simbólicamente, decidido a convertirse en el tipo de hombre
de la pérdida que los estadounidenses como.nación he~.os su- que sus hijos respetarían si volvieran a estar con él. Dos jóvenes
frido por esa enfermedad. El gran personalismo y espmtu de hermanos pueden hacer una visita a la casa de su familia en
colaboración que el edredón pone de manifiesto representan otro estado, de la que se mudaron décadas antes en un momen-
la forma ideal de reconocimiento ritual, que integra las ex-
to de crisis familiar. Una mujer puede organizar una reunión
presiones personales del significado de la pérdida en un pro-
familiar en un esfuerzo por limar viejos roces entre miembros
ducto comunitario que le da una significación más duradera.
de la familia por asuntos ya casi olvidados. De estas formas y de
Por último, las pérdidas no tradicionales no tienen por qué
~tras mil maneras, los individuos y las familias pueden preparar
merecer menos el reconocimiento de un ritual. En lugar de
ntuales que les hagan entrar en contacto con lo que han perdi-
deshacernos sin más de nuestras mascotas, podemos honrarlas
do y con las personas que compartieron la pérdida con ellos. Si
con un servicio funerario, dando a los niños la oportunidad de
lo hacen, abrirán las puertas al poder paradójico de la pérdida,
participar con sus «regalos», poemas o panegíricos que expli- que puede empobrecer, pero también enriquecer sus vidas.
quen lo que el animalito ha significado para ellos. 5 Tan:b~én
podemos utilizar este tipo de ritos simbólicos de transtctó~ El duelo es el proceso de pasar de perder lo que tenemos
para reconocer los cambios que dan forma a nuestra personalt- a tener lo que hemos perdido.
STEPHEN FLEMING

5. Después de la muerte de su querido hámster siberiano, mi hij? Mi-


chael de cuatro años escribió el siguiente poema para conmemorar la v1da de
su pequeño amigo, que enterró en el patio trasero, en un ataúd ~e~ho con la
caja de zapatos donde vivía FluffY. Con su lengua de trapo, escnb1ó:

FluffY era nuestra mascota peferida


Y nuestro amor tambén.
Ojalá escara bien.

También quiso que le sacáramos una foto abrazando a Flu~ por ú~tima
vez antes de su entierro. Por otro lado, mi hijo de siete años, Ene, prefinó no
participar en este pequeño ritual, pero quiso una explicació~ detallada ~e por
qué FluffY había muerto y mi opinión s?bre si había sufr~d.o. Este npo de
ejemplos confirman la idea de que los m?os ~ue~~n parnc1par de manera
plena (y en ocasiones fundamental) en 1~ n~u~¡zacwn de la muerte y de que
hay que ser indulgente con las maneras md1v1duales de adaptarse a las gran-
des y pequeñas pérdidas que la vida nos trae inexorablemente.

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