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Bruselas, 2019-07-13[1]
¿De qué manera el aparato viviente toma medida del mundo? Una ilusión se
impuso: sería a partir del sistema de percepción correlacionado a un supuesto
sujeto unificado del conocimiento dotado de consciencia de sí mismo. Lo
inconsciente sería entonces concebido como el reverso de este aparato. Sería un
sistema de huellas correlacionado a un sujeto unificado de desconocimiento y no
dotado de consciencia de sí. Los recursos del cerebro parecen inagotables a los
ojos de aquellos que sostienen la unidad de la psiquis para poder alojar al sujeto
unificado de la consciencia y su reverso inconsciente. A continuación, van en
búsqueda del punto en el cerebro donde se operaría la conjunción de diferentes
módulos de tratamiento de las informaciones que provienen del mundo sean o no
conscientes.
“No existe ningún estatuto especifico para las representaciones de las palabras.
Por supuesto, no cuestionamos el rol mayor del lenguaje, particularmente del
lenguaje anterior, en la verbalización de nuestros contenidos conscientes. Sin
embargo, existen hoy evidencias clínicas y experimentales suficientes para
afirmar que un contenido mental consciente no es necesariamente verbal”.
De manera más precisa, subraya muy bien que para el inconsciente
freudiano no es la no-percepción lo que es crucial, sino el hecho que los
pensamientos formados como los de la consciencia no son sin embargo
asignables a un sujeto. Lo cito:
Para diferenciar los dos campos, Lacan examinó las enseñanzas a sacar del
paciente con daño cerebral más famoso hasta los años ‘50 en toda la clínica
europea, el paciente Schneider, herido en 1914, quién fue tratado por los dos
celebres neurólogos, Gelb y Goldstein.
Entonces de ese paciente, Lacan dice que va a examinar las enseñanzas que hay
que sacar del caso para oponerlas a las enseñanzas que se puede sacar de la
locura como tal, tal como lo es del lado del inconsciente. Entonces, dice, el
famoso enfermo de Gelb y Goldstein presentaba una ceguera psíquica -se le
había incrustado un metal en el cráneo, en la parte posterior- de los trastornos
electivos de todo el simbolismo categorial, así como una abolición del
comportamiento del señalar, en contraste con el de la preservación de
información. Había trastornos agnósticos muy elevados que deben ser concebidos
como un símbolo de fuente perceptiva, déficit de aprehensión significativo en
tanto tal manifiesto por la imposibilidad de entender la analogía en un
movimiento directo de inteligencia. También había una ceguera singular a la
intuición del número como tal, lo que no le impidió operar mecánicamente con
los números uno tras otro. Estaba privado de cualquier razonamiento abstracto
y a fortiori especulativo.
Así, Lacan constata la reacción de la personalidad general de este paciente a este
trastorno neurológico y él interroga qué diferencia hay entre la reacción global de
la personalidad del paciente con daño cerebral con lo que entra dentro del
dominio de la locura. Y subraya que no basta con decir que, para el paciente, el
trastorno está aislado. ¡No! Toda su personalidad está tomada allí en respuesta a
este trastorno. Y Lacan también señala que éste se aferra invenciones lenguajeras
tan neológicas como aquellas que figuran en las psicosis. Lacan concluye acerca
de lo que contribuye a la condición humana el examen de esta agnosia visual para
separarla del conocimiento del inconsciente a través de la psicosis. El caso, dice,
de Claire de Goldstein revela, no sólo para los neurólogos, sino para los filósofos
y sin duda más más los filósofos que a los neurólogos, una estructura constitutiva
del conocimiento humano, a saber, ese soporte que el simbolismo del
pensamiento encuentra en la percepción visual y que voy a llamar con ustedes
‘una relación de fundación’.
Lacan, lector de Nietzsche, utilizó por primera vez la araña para denunciar la
posición idealista en el psicoanálisis. Un sueño idealista de que cada sujeto es
como una araña que debe sacar de sí mismo al hilo de la tela, contra lo que
afirma la primacía del Otro en la cuestión del deseo frente a cualquier concepción
solipsista que restauraría al nivel de deseo. Cito: “El mito que se desarrolló a
nivel del conocimiento para hacer del mundo una especie de vasta tela
enteramente tejida del vientre de la araña sujeto”.
En su seminario sobre psicosis, señala que para Schreber las palabras del profesor
Flechsig le penetran como telas de araña. Pero, es principalmente en el seminario
XX, en 1973, que va a desarrollar la metáfora reticular avanzada en la
conferencia de 1967 precisando que esta tela se trata de lo escrito. Lo cito:
“[…] la formalización de la lógica matemática tan bien hecha por solo sostenerse
en lo escrito, ¿no nos serviría en el proceso analítico […]? Si se me permite
ilustrarlo con una imagen, lo tomaría fácilmente de lo que en la naturaleza más
parece aproximarse a esa reducción a las dimensiones de la superficie que exige
lo escrito, y que maravillaba ya a Spinoza: el trabajo del texto que sale del vientre
de la araña, su tela.»[2]
El examen de la escritura y su combinación le da a Lacan una base para el
significante que viene a envolverse alrededor de esta primera inscripción de un
real distinto de lo simbólico. Es así como repudia cualquier desconexión entre el
cerebro y la estructura lógica del inconsciente como lo había hecho, al contrario,
Claude Lévi-Strauss.
Entonces, concluyamos
Escrituras y el cuerpo
Si el trabajo del texto de la araña sale de un punto opaco de su cuerpo, el trabajo
del texto que se produce en el sueño está inscrito en varios puntos del cuerpo
alrededor de los agujeros pulsionales, lugares del traumatismo del goce. [Me
quedan cinco minutos]. Este recurso permite a Lacan prescindir de toda unidad
del sujeto de la percepción para escribir en el cuerpo las huellas del goce, la
huella de los pensamientos como un agujero alrededor del cual vendrán a
envolverlas las vueltas del dicho, los subconjuntos del goce reenvían a lo
heterogéneo del fantasma y a sus diversos montajes. Como el recurso a la
metáfora de la sepultura en Radiofonía, se puede poner comparar el Uno del
cuerpo con la multiplicidad de objetos que articula el cuerpo y los fuera-del-
cuerpo. Los elementos que permanecen fuera del cuerpo, los instrumentos del
goce son de una profusión que se esfuerza por querer figurar lo innombrable.
Pero no hay necesidad de la unidad del sujeto de la percepción y su supuesta
encarnación en el cerebro para escribir los traumatismos del goce. En la
experiencia analítica, podemos seguir el trabajo del texto que reduce los límites
de significado, a la inscripción de una letra y el anclaje a un significante que se
produce. Tomemos como ejemplo el último testimonio del pase de Clotilde
Leguil para mostrarlo. También pueden leerlo. “El cifrado es una cuestión de
escritura en el sentido más fundamental de la escritura topológica, que se
convierte por excelencia en la letra matemática para Lacan. Las diferentes capas
de cebolla que envuelven el núcleo del sujeto se deshacen hasta que actualizar un
nuevo amor por el inconsciente, partener contingente producido por la
experiencia analítica, tela lógica colocado en el cerebro que lo determina, pero
sin suponer que sea un piloto unificado”. Nuestras glándulas pineales múltiples
acogen el encuentro con síntomas, los afectos, todo lo que cada uno -cito a
Lacan: “[…] marca la huella de su exilio, no como sujeto sino como hablante, de
su exilio de las relación sexual.»[3]
Gracias.
Versión en francés: https://psicoanalisislacaniano.com/elaurent-
lieupourlalangueducorps-20190713/
[2] J. Lacan. El Seminario, libro XX, Aún. Buenos Aires: Paidós, 2016, pp. 112-
113.
[3] Ibid., p. 175.