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embargo, es también resorte que dispara la acción cuando el rey de Nápoles deja que Pedro
Tenorio, embajador del rey Alfonso de Castilla, averigüe y remedie la seducción de la duquesa
Isabela y éste, al contrario, permite escapar a Don Juan, su sobrino. La solución de casi todos los
problemas de justicia que se generan a partir de entonces y atañen a los otros personajes –Tisbea,
Octavio, Aminta, Batricio, Gaseno, Ana e Isabela– se sujetan así a un castigo por sus pecados,
muerte del comendador incluida, que ya no depende de la real y humana sino de la divina.
El modo y razones por las que los reyes de Nápoles y Castilla –y sus funcionarios y
hombres de confianza Pedro, Diego y Juan Tenorio– se construyen como los personajes que se
nos presentan en la obra puede iluminarse, y ésta es la hipótesis que desarrollo adelante, a la luz
del Arte nuevo de hacer comedias; revisión de los textos y sus relaciones que, a su vez, sugiere la
visión de Tirso sobre la autoridad real y el poder de la nobleza en el gobierno de Felipe III y IV.
El rey, un rey, el rey de Nápoles aparece en escena cuando Isabela descubre que fue engañada (v.
21), lo hace de modo doméstico (“con una vela en un candelero”, se acota) e inmediatamente
otro rey, el de Castilla, cuando éste ordena a Don Diego Tenorio el destierro de su hijo a Lebrija
(a 70 km de Sevilla; vv. 1057-66;2 vv. 1424-29)3 o el prendimiento del Marqués de la Mota (vv.
1628-30),4 y sólo se modifica cuando las violencias y ofensas que enfrenta escalan lo inaudito y
mayor de Calatrava ha muerto,5 ya porque el cúmulo de denuncias contra Don Juan Tenorio
dice en uno y otro caso, sin que sus órdenes se ejecuten. La primera vez porque, de nuevo, un
Tenorio lo traiciona y la otra porque es la última secuencia de la obra y pronto Catilinón entrará
para anunciar que el convidado de piedra ejecutó la justicia de la que son incapaces los reyes.
La pregunta, así, es por qué Tirso representa de este modo el poder real, qué condiciones
le permitieron hacerlo, y lo que sus públicos7 –el que haya visto Tan largo me lo
fiais representada en Córdoba en 1617 por la compañía de Jerónimo Sánchez, el que conoció la
asumiendo lo que ya Lope advertía en los primeros versos del Arte Nuevo de hacer comedias...:
que el público español tenía costumbres bárbaras (vv. 22-27),8 que a éstas obedece la presencia
de una figura real en el tablado (vv. 62-76; 157-164)9 y, ante todo, que el teatro es un negocio-
espectáculo (vv. 362-376 y 45-48)10 y, como tal, requiere acciones deliberadas y claras
justamente porque la ambigüedad a que coduce y el dilema que ésta plantea pueden resolverse
subrayando que, en El Burlador, la autoridad nunca se finge entre la humilde plebe pues es ésta
(Batricio, Tisbea, Aminta, Catalinón) quien llega a los aposentos reales y no al contrario; que el
resto de la acción se desarrolla ya entre nobles exclusivamente (Isabela, Ana, Octavio, la Mota,
Pedro y Diego Tenorio), ya entre uno de ellos y la gente común a quien Don Juan engaña, con lo
que en este sentido transegrede una vez más lo que a su honor y nombre corresponde lo mismo
La figura real, entonces, no está comprometida por el retrato de Tirso y aún puede
fingimiento” (vv. 111-2), esta verdad fingida es valiosa porque “imita las acciones de los
hombres y pinta de aquel siglo las costumbres” (vv. 52-3): en este caso y formalmente el siglo
XIV bajo Alfonso XI, no el XVII con Felipe IV. Y es moral y socialmente útil desde el tiempo en
que, con comedias llenas de “ática elegancia los de Atenas / reprehendían vicios y costumbres”
(vv. 119-121), y Cicerón las llamaba espejo de costumbres, viva imagen de lo cierto, “altísimo
atributo / en que corre parejas con la historia / ¡Mirad si es digna de corona y gloria!” (vv. 123-7).
Luego, el problema no es una posible ruptura con la poética de Lope –que de hecho Tirso
sigue a pie juntillas pues trata un asunto de honra,13 nos da una conexión desde el principio y guía
la acción de modo que hasta el medio del tercero apenas juza nadie en lo que para–14 sino el que
problemas de gobierno mediante matrimonios –compromete a Ana con Juan15 y a éste con
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Isabela al saber que la sedujo, 16 lo que obliga a casar a Octavio y Ana,17 quien con su primo, el
que, como el Rey David en las obras del mismo Tirso y Calderón, constantemente traicionan el
gobierno y su confianza, siempre por interés propio sea que éste aparezca como salvaguarda de
los suyos (Pedro y Diego ayudando a Juan) 19 o como atenuación de su propia culpa cuando se
saben cómplices de un engaño, como Don Pedro al permitir que Octavio escape:20
D. PEDRO Pues que sois prudente y sabio, OCTAVIO Embarcarme quiero a España 365
elegid el mejor medio. y darle a mis males fin.
OCTAVIO Ausentarme es mi remedio. D. PEDRO Por la puerta del jardín,
D. PEDRO Pues sea presto, duque Octavio. duque, esta prisión se engaña.
O bien, como propone Enique Vivó, porque, al contrario, el gesto es pura perversión dado que al
huir va a incriminarse y así fortalece la rápida intriga con que Don Pedro busca salvar al sobrino.
La debilidad por los más cercanos resulta así rasgo compartido por gobernantes y
funcionarios y el rey de Castilla lo extrema cuando, una y otra vez, ya con noticias ciertas de
y aún le evita defender su honor en campaña cuando el Duque solicita un duelo.21 La traición, en
cambio, es patrimonio exclusivo de sus privados y los miembros de la nobleza, de modo que,
mientras su embajador Pedro Tenorio miente con descaro al rey de Nápoles y acusa falsamente a
Octavio,22 la Duquesa Isabela se hace cómplice, pues sabiendo desde siempre (v. 16) que él no
fue quien la sedujo no aclara el entuerto,23 y a decir de Don Pedro –en cuya palabra tampoco es
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¿Cuál sería la moraleja, si hay tal cosa, que de la fábula debe inferirse? En la última secuencia de
la obra, habiéndose hundido Don Juan en el sepulcro y completada la justicia de Dios como
anuncia Don Gonzalo (vv. 2774-5), los últimos cien versos de la obra llevan al rey Alfonso de
sorpresa en sorpresa y los medios versos con que reacciona conforme se entera de quién es, en
definitiva, el hijo de su valido dibujan el retrato de su indefensión anonadada en una noche donde
el señor don Juan Tenorio; 2810 REY ¿Esto mis privados hacen? 2815
con quien vengo a desposarme,
testigo del hacer ajeno, y la frivolidad frágil con que, a fin de cuentas, sostiene una majestad que
es pura indignación social; comentario “poíticamente correcto” diríamos, sino fuera porque su
inadecuación política es patente cuando, denunciado Don Juan por el Marqués y teniendo el rey
oportunidad para ejercer justicia, aún queda espacio para que Diego Tenorio favor pida y si no se
le concede es porque Catalinón anuncia que, sobre la del rey, hay una justicia más expedita
tentación proponer lecturas en clave para los Tenorio y buscar semejanzas con el duque de Lerma
y el conde duque de Olivares en tanto validos reales por los que Tirso nunca tuvo simpatía. No
queda tiempo, por desgracia, y entonces como cierre quiero proponer la necesidad de comparar la
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construcción de Don Diego a manos de Zorrilla doscientos veinte años después y acreditar, por su
enorme contraste, cómo transforma en asunto moral y religioso lo que en Tirso era una discusión
política fuerte aún si la esbozaba (¿o la embozaba?) en figuras de autoridad (tanto real como
“porque a veces lo que es contra lo INjusto / manteniéndose sutil deleita el gusto” (feat Lope,
Arte nuevo..., vv. 375-6) y si “entremés de rey jamás se ha visto / será porque menguando su
nobleza / del vulgo vino a estar en tal desprecio / que Tirso en su comedia hace al rey necio” (feat
JORNADA SEGUNDA
[En Sevilla, el palacio real]
Sale el REY ALONSO DE CASTILLA y DIEGO TENORIO, de barba.
REY Ya conocéis, Tenorio, que os estimo, haced que don Juan salga desterrado.
y al rey informaré del caso luego, D. DIEGO ¿Adónde, mi señor?
casando a ese rapaz con Isabela, REY Mi enojo vea
volviendo a su sosiego al duque Octavio,1060 en el destierro de Sevilla; salga
que inocente padece; y luego al punto a Lebrija esta noche, y agradezca 1065
sólo al merecimiento de su padre...
7El que haya visto Tan largo me lo fiais representada en Córdoba en 1617 por la compañía de
Jerónimo Sánchez, más allá de que ésta sea de o no de Andrés de Claramonte o descienda, junto
con El burlador de Sevilla, de un arquetipo común escrito por Tirso entre 1612 y 1625, años
antes de la publicación princeps de 1630
9
Pablo Jauralde (ed.) Diccionario filológico de literatura española. Siglo XVII. Parkstone
International, 2011. Consultado en Google Books el 2 de mayo de 2014.
Andrés de Claramonte, Tan largo me lo fiais; Deste agua no beberé, edición de Alfredo
Rodríguez López-Vázquez, Madrid, Cátedra, 2008
Atribuido a Tirso de Molina, El burlador de Sevilla, edición de Alfredo Rodríguez López-
Vázquez, Madrid, Cátedra, 2007
Blanca Oteiza, «¿Conocemos los textos verdaderos de Tirso de Molina?», en Varia lección de
Tirso de Molina, Pamplona, Instituto de Estudios Tirsianos, 2000, pp. 99-128
8Mas porque, en fin, hallé que las comedias
estaban en España en aquel tiempo
no como sus primeros inventores
pensaron que en el mundo se escribieran, 25
mas como las trataron muchos bárbaros
que enseñaron el vulgo a sus rudezas;
9 Acto fueron llamadas, porque imitan
las vulgares acciones y negocios.
Lope de Rueda fue en España ejemplo (147
de estos preceptos, y hoy se ven impresas 65
sus comedias de prosa, tan vulgares
que introduce mecánicos oficios
y el amor de una hija de un herrero;
de donde se ha quedado la costumbre
de llamar entremeses las comedias 70
antiguas, donde está en su fuerza el arte,
siendo una acción y entre plebeya gente,
porque entremés de rey jamás se ha visto.
Y aquí se ve que el arte por bajeza
de estilo vino a estar en tal desprecio, 75
y el rey en la comedia para el necio. (148
10
Vanse todos
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JORNADA SEGUNDA
[En Sevilla, el palacio real]
Sale el REY ALONSO DE CASTILLA y DIEGO TENORIO, de barba
REY ¿Qué me dices? REY Ya conocéis, Tenorio, que os estimo,
D. DIEGO Señor, la verdad digo, y al rey informaré del caso luego,
Por esta carta estoy del caso cierto, casando a ese rapaz con Isabela,
que es de tu embajador y de mi hermano; volviendo a su sosiego al duque Octavio,
halláronle en la cuadra del rey mismo 1060
con una hermosa dama de palacio. 1050 que inocente padece; y luego al punto
REY ¿Qué calidad? haced que don Juan salga desterrado.
D. DIEGO Señor, es la duquesa D. DIEGO ¿Adónde, mi señor?
Isabela. REY Mi enojo vea
REY ¿Isabela? en el destierro de Sevilla; salga
D. DIEGO Por lo menos... a Lebrija esta noche, y agradezca 1065
REY ¡Atrevimiento temerario! ¿Y dónde sólo al merecimiento de su padre...
ahora está? Pero, decid, don Diego, ¿qué diremos
D. DIEGO Señor, a Vuestra Alteza a Gonzalo de Ulloa, sin que erremos?
no he de encubrille la verdad: anoche 1055 Caséle con su hija, y no sé cómo
a Sevilla llegó con un criado. lo puedo ahora remediar
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REY Ya, duque Octavio, sé vuestra inocencia. Comendador mayor de Calatrava 1110
Yo al rey escribiré que os restituya es Gonzalo de Ulloa, un caballero
en vuestro estado, puesto que el ausencia a quien el moro por temor alaba,
que hicisteis, algún daño os atribuya 1105 que siempre es el cobarde lisonjero.
Yo os casaré en Sevilla, con licencia Éste tiene una hija en quien bastaba
y también con perdón y gracia suya; en dote la virtud, que considero, 1115
que puesto que Isabela un ángel sea, después de la beldad, que es maravilla,
mirando la que os doy, ha de ser fea. y el sol de ella es estrella de Castilla.
Ésta quiero que sea vuestra esposa
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19
REY ¿Hay desvergüenza tan grande? sus culpas, porque del cielo
Prendelde y matalde luego. rayos contra mí no bajen,
D. DIEGO Señor, la vida salvalde si es mi hijo tan malo.
2825 2830
en premio de mis servicios. REY ¿Esto mis privados hacen?
Haz que le prendan y pague
13
20VER Vivó 2007 en que se dice que, al contrario, el gesto es PURA PERVERSIÓN y calculo en
su intriga palaciega para salvar al sobrino
OCTAVIO Marqués, yo os quiero creer. 355 OCTAVIO Embarcarme quiero a España 365
No hay ya cosa que me espante, y darle a mis males fin.
que la mujer más constante D. PEDRO Por la puerta del jardín,
es, en efeto, mujer. duque, esta prisión se engaña.
No me queda más que ver, OCTAVIO ¡Ah, veleta! ¡Débil caña!
pues es patente mi agravio. 360 A más furor me provoco 370
D. PEDRO Pues que sois prudente y sabio, y extrañas provincias toco
elegid el mejor medio. huyendo desta cautela.
OCTAVIO Ausentarme es mi remedio. ¡Patria, adiós! ¿Con Isabela
D. PEDRO Pues sea presto, duque Octavio. hombre en palacio?... ¡Estoy loco!
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bueno está. Callad don Diego, REY Venid conmigo, don Diego.
2570 2580
que a mi persona se guarda D. DIEGO (¡Ay, hijo, qué mal me pagas
poco respeto. Y vos, duque, el amor que te he tenido!)
después que las bodas se hagan, Duque...
más de espacio hablaréis. OCTAVIO Gran señor...
Gentilhombre de mi cámara REY Mañana
2575 vuestras bodas se han de hacer.
es don Juan, y hechura mía, OCTAVIO Háganse, pues tú lo mandas.
y de aqueste tronco rama. 2585
Mirad por él.
Vase el REY y DON DIEGO, y sale GASENO y AMINTA
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JORNADA PRIMERA
En Nápoles en el palacio real
Sale DON JUAN TENORIO e ISABELA, duquesa.
ISABELA Duque Octavio, por aquí ISABELA Para que el alma dé fe
podrás salir más seguro. del bien que llego a gozar.
D. JUAN Duquesa, de nuevo os juro D. JUAN Mataréte la luz yo.
de cumplir el dulce sí. ISABELA ¡Ah, cielo! ¿Quién eres, hombre?
ISABELA Mis glorias, serán verdades 5 D. JUAN ¿Quién soy? Un hombre sin nombre. 15
promesas y ofrecimientos, ISABELA ¿Que no eres el duque?
regalos y cumplimientos, D. JUAN No.
voluntades y amistades. ISABELA ¡Ah de palacio!
D. JUAN Sí, mi bien. D. JUAN Detente.
ISABELA Quiero sacar Dame, duquesa, la mano.
una luz. ISABELA No me detengas, villano.
D. JUAN Pues, ¿para qué? 10 ¡Ah del rey! ¡Soldados, gente! 20
Vase el REY
D. PEDRO Vamos, duquesa. mas no será el yerro tanto
ISABELA Mi culpa si el duque Octavio lo enmienda.
no hay disculpa que la venza, 190
Vanse todos.