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Las penas del joven Werther

El joven Werther (20 años) escribe una carta a su íntimo amigo Guillermo ,


relatando los pormenores de un viaje a la ciudad natal de su tía. El cambio
de aire le hace bien, ya que aprovecha para huir del amor de una muchacha,
cuyos sentimientos no puede corresponder. Pero los motivos del viaje pronto
se vuelven intrascendentes para Werther: si bien no disfruta particularmente
de la ciudad, la magnífica naturaleza de sus alrededores lo tiene maravillado.
Durante horas, recorre el idílico paisaje, lee los textos de Homero, disfruta de
la arrebatadora belleza de los jardines .
Walheim
A una hora de la ciudad, Werther descubre un pequeño lugar llamado
Walheim, cuyo paisaje le atrae particularmente. En una hostería, junto a dos
árboles de tilo, disfruta de una copa de vino y dibuja. Aquí, un campesino le
habla de su gran amor. relato es que el hombre se ha enamorado de su ama,
una viuda que no quiere volver a contraer matrimonio. Werther se conmueve
ante la sinceridad de su amor.
Lotte
Werther describe un baile en la campiña, al que lo han invitado algunos de
sus ahora numerosos conocidos. El joven asiste con una muchacha a quien, si
bien no le interesa en absoluto, quiere acompañar como compañero de baile
por esa noche. De camino al baile, pasan por una cabaña de caza para
recoger a otra muchacha que también irá a la fiesta. Su nombre es Charlotte.
Werther conoce a Lotte rodeada de sus seis pequeños hermanos, a quienes
sirve la cena con una gracia extrema. Su acompañante ya le había dicho en la
carroza que Lotte era una muchacha particularmente bella. También le había
advertido que no debía enamorarse de ella, porque ya estaba prometida
a Albert, un hombre 11 años mayor que ella, que por el momento se
encontraba de viaje ocupándose de algunos asuntos familiares.

Al principio, Werther no presta atención a la advertencia, pero, en cuanto ve


a Lotte, queda fascinado por ella. En la carroza hablan sobre literatura y se da
cuenta de que tienen los mismos intereses. En el baile, Lotte baila casi toda la
noche con Werther, quien, a su vez, cede gustoso a su compañera de baile al
compañero de Lotte. Así pasan toda la velada juntos. De pronto, se desata
una fuerte tormenta y el grupo comienza a separarse poco a poco. Lotte
compara los ánimos luego de la tormenta con una oda de Klopstock, el
principal exponente del sentimentalismo. Werther queda completamente
seducido por esta comparación. Le parece haber encontrado un alma
gemela, que es tan sensible como él. Con lágrimas en los ojos, besa la mano
de Lotte y la acompaña a casa.
Días de felicidad
Durante los días que siguen, Werther visita a Lotte casi a diario y se
entretiene jugando con sus hermanos. Con gran alegría, se encarga de los
recados con tal de poder estar cerca de ella. La acompaña en sus caminatas
cada vez que va a visitar a una amiga que está enferma. Cuando Werther no
puede ir a visitar a Lotte porque otros asuntos le retienen, envía a un
recadero para enterarse de todo y para tener cerca a alguien que, a su vez,
haya estado cerca de ella. Quiere dibujar a Lotte, pero confiesa que su arte
no es suficiente para hacer justicia a la gracia y belleza de la muchacha. Poco
después, traza su perfil. Werther se da cuenta de que se ha enamorado de
Lotte, aunque sabe que está prometida a Albert. Sin embargo, mientras
Albert esté lejos, Werther puede negar su existencia.
El regreso de Albert
Todo cambia a finales de julio, con la llegada de Albert. Werther sabe que su
amor nunca será correspondido y que Lotte le está vedada. La relación alegre
y feliz que tenían se vuelve más y más oscura, porque Werther no sabe cómo
salir de la encrucijada en la que se encuentra por no haber controlado sus
sentimientos por Lotte. Al releer las anotaciones de su diario íntimo, debe
confesarse que corrió con los ojos abiertos hacia su desgracia. Para colmo de
males, Albert es una persona muy agradable, que recibe a Werther con los
brazos abiertos y le ofrece su amistad. Werther admite que le gusta el
carácter tranquilo y equilibrado de Albert, a pesar de que es lo opuesto de su
propio carácter. Sin embargo, siente que no es lo mismo cuando se
encuentra con Lotte junto a su prometido. Esto llega al punto de hacer el
ridículo frente a los dos, cuando empieza a hacer poses. A su vez, la situación
irrita tanto a Lotte, que le exige que deje de hacerlo. Werther le agradece a
Albert que nunca bese a su prometida frente a él, puesto que eso le
destrozaría el corazón.
Dos semanas después del regreso de Albert, los dos hablan sobre dos pistolas
que están colgadas en la pared. Werther le pide prestada una, para llevarla
durante un paseo por las montañas. Albert no se opone, pero le dice que no
están cargadas, y relata una experiencia desagradable: tiempo atrás, uno de
sus sirvientes limpiaba las pistolas y decidió asustar con ellas a una de las
muchachas del servicio. Un arma se disparó y la muchacha perdió un pulgar.
Como humorada, Werther se pone una de las pistolas en la frente. Albert se
la quita de inmediato y lo regaña. Albert considera que el suicidio es un acto
de debilidad, un acto estúpido y pecaminoso que solo pueden cometer los
locos y las mentes limitadas. Werther, por el contrario, considera que el
hombre solo puede tolerar un determinado umbral de dolor y que el suicidio
es la última expresión de libertad y honor para las almas infelices. Los dos
hombres se separan sin haber logrado acercar sus opiniones. Sus ideas sobre
el asunto son demasiado diferentes.
Huida y servicio en la corte
La maravillosa naturaleza que Werther había admirado hasta entonces, le
resulta ahora una horrible desgracia. El crecimiento y el florecimiento
paradisíaco de las plantas frente a su casa le parecen un paso previo a la
putrefacción. Percibe a la naturaleza con un monstruo rumiante. Werther
sufre por su amor no correspondido. No puede hablar, pero tampoco puede
descansar. Toma la decisión de marcharse para distraerse, pero, antes de
partir, visita por última vez a Lotte y Albert. Lotte habla de la muerte de su
madre y se torna muy emotiva al recordarla. Sin despedirse verdaderamente,
Werther abandona el lugar y se pone al servicio de un ministro. Su
confidente, Guillermo, ya le había aconsejado dar este paso, tiempo atrás.

En efecto, Werther logra olvidar a Lotte por un tiempo. En febrero se entera


por casualidad de su casamiento con Albert. El enviado, con quien Werther
trabaja en su nuevo puesto, le incomoda como una piedra en el zapato. El
hombre es burocrático, ampuloso, aburrido, está constantemente
insatisfecho y es pedante. Los nobles de la corte también despiertan un odio
particular en Werther. En sus ojos, ellos son la encarnación del oportunismo
puro, porque agachan la cabeza en relación con los que están arriba de ellos
y golpean con los pies a los que están debajo de ellos. Su aspiración de ser
respetado por ellos termina en una humillación: aunque Werther está
invitado a compartir la mesa con el conde, debe marcharse cuando el grupo
de nobles invitados a la velada ingresa a la sala. El indeseable burgués, sin
embargo, vacila, y los nobles toman a mal lo que consideran una actitud
extremadamente embarazosa. Más tarde, Werther se enterará de que la
historia ha corrido como reguero de pólvora por la corte. Está enojado y se
queja con su amigo Wilhelm, diciéndole que haber tomado el puesto fue un
grave error desde el principio. Una semana más tarde, Werther exige ser
liberado de sus funciones en la corte. De camino a la finca de un príncipe que
lo ha invitado, pasa por el lugar donde transcurrió su niñez y sus recuerdos
despiertan durante una peregrinación por el lugar.
Volver a ver a Lotte
Werther pronto abandona su plan de ir a la guerra. Así es que, hasta el
verano, pasa su tiempo con el príncipe. Pero luego empieza a aburrirse y
regresa a Walheim, a la cercanía de Lotte. Werther vuelve a visitarla con
frecuencia. Su amor por Lotte vuelve a encenderse, pero también lo hacen
sus celos hacia Albert, a quien envidia por su gran suerte.
Werther está completamente convencido de amar más a Lotte, de lo que lo
hace su propio marido. Reacciona con consternación cuando vuelve a
encontrarse con el campesino cuya historia de amor lo había conmovido
tanto durante su primera visita a Walheim. El campesino le confiesa entre
lágrimas que intentó conquistar su felicidad en el amor con violencia. El
resultado fue que el hermano de la dueña del campo lo echó de la propiedad.
Werther reconoce el paralelismo con su desdichada historia de amor. Más
tarde se entera de que la mujer en cuestión había encontrado un nuevo
siervo, pero que el anterior, ahogado en celos, lo asesinó. Werther
comprende los motivos de tal acción, a diferencia de Albert, quien juzga al
campesino con gran dureza.
El final de Werther
Werther se ve más y más envuelto en su desgraciado amor por Lotte. Sus
cartas a Wilhelm se vuelven cada vez más extáticas y fragmentarias.
“Wilhelm, ¡qué es el mundo para nuestro corazón sin amor”!
El domingo anterior a la Navidad, la paciencia de Lotte se agota:
cortésmente, pero con firmeza, advierte a Werther que debe contenerse y
dejar de visitarla hasta Navidad. Werther no oculta su desazón, regresa
temprano a casa y escribe una carta de despedida. “Quiero morir”, le escribe
a Lotte. Llega a la amarga conclusión de que uno de ellos deberá sacrificarse
para que los otros dos puedan seguir viviendo en paz.
“Me he propuesto muchas veces dejar de verla tan a menudo. Sí, pero ¿quién
podría soportarlo”?
Al día siguiente, Werther arregla todos sus papeles y regresa a ver a Lotte, en
contra de la solicitud expresa de ella. Albert no está y Werther aprovecha
para leer algunos de los cantos de Barden Ossian, a quien ha traducido. Las
ominosas descripciones de la naturaleza y el tono melancólico de las
epopeyas gaélicas agitan los sentimientos de ambos. Reconocen en ellas su
propio destino cruel. Lotte rompe en llanto, Werther la abraza y la besa.
Furiosa, Lotte lo aleja de así y lo amenaza con no volver a verlo nunca más.
Werther se queda por un rato en la habitación de la muchacha; luego,
abandona la casa sin despedirse, para terminar la carta para Lotte.

Al día siguiente, envía a uno de sus sirvientes a ver a Albert, con la solicitud
de que le preste las pistolas. A la mañana posterior, el sirviente encuentra a
Werther en su cuarto. Vestido con sus mejores ropas, un frac azul y un
chaleco amarillo, se ha quitado la vida a la medianoche, con un disparo en la
cabeza. Sobre su escritorio se encuentra, abierta, la tragedia burguesa de
Lessing, Emilia Galotti. Los médicos que llegan al lugar ya no pueden hacer
nada por Werther. Albert está conmocionado. Lotte se desmaya. A pedido de
Werther, el padre de Lotte permite que lo entierren entre los dos árboles de
tilo de Walheim.
https://ciervalengua.files.wordpress.com/2011/01/resumen-werther-3.pdf
https://www.getabstract.com/es/resumen/las-penas-del-joven-werther/32305

https://ciervalengua.files.wordpress.com/2011/01/resumen-werther.pdf

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