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La primera distinción que hace Kripke es entre lo necesario y lo a priori, donde el primero es
parte de la metafísica, mientras que el segundo con la epistemología. Sin embargo, Krpike muestra
que las verdades necesarias no son iguales a las verdades a priori, pues hay verdades a priori que
son contingentes y verdades necesarias que son a posteriori. El ejemplo más usado por Kripke es el
de “Héspero es Fósforo”, donde dicho enunciado, al ser verdadero (puesto que ambos nombres son
designadores rígidos, es decir, refieren al mismo objeto) se vuelve también un enunciado necesario,
precisamente porque el objeto designado por “Hérpero” y “Fósforo” es el mismo tanto en el mundo
actual como en cualquier mundo posible en que exista. La otra diferencia radica en que “Héspero es
Fósforo” es un enunciado, no sólo necesariamente verdadero, sino verdadero a posteriori, ya que se
trata de un descubrimiento científico o de la experiencia; y por ser a posteriori, queda establecido
que no toda verdad necesaria es siempre a priori (como se ha creído en la tradición filosófica).
Ahora, para Kripke, hay un caso cuya identidad es menester aclarar si se trata de una identidad
contingente o una necesaria, a saber: la identidad entre el “calor” y “la agitación de moléculas”. De
su análisis, saldrá la refutación de Kripke a la presunta identidad entre los estados mentales y los
estados físicos.
La equivalencia entre el calor y la energía cinética de las moléculas es una verdad a posteriori
necesaria, para Kripke. Necesaria, porque la energía cinética de las moléculas es el fenómeno que
sentimos como “calor”; y es a posteriori, porque fue algo que se supo por medio de la experiencia
(fue un descubrimiento científico). Y como se trata de una identidad, entonces debe ser necesario y
no contingente; de hecho, dice Kripke, la contingencia en este caso es una “ilusión” (147).
Kripke realiza experimentos mentales imaginando varias situaciones contra-fácticas, para ver si
la identidad entre “calor” y “movimiento de las moléculas” es contingente o necesaria. Pero termina
concluyendo, después de realizar varias hipótesis medio extravagantes, que la contingencia, en este
caso, es una ilusión provocada por la descripción aquello que nos produce la sensación de calor, es
decir, somos nosotros, las criaturas sensibles a este o aquel grado de calor, que hacemos contingente
el fenómeno del calor como manifestación o producto de la agitación molecular. Las expresiones de
“calor” y “movimiento de las moléculas” son, por tanto, designadores rígidos, pues hacen referencia
al mismo fenómeno sin importar en qué situación contrafáctica o mundo posible lo imaginemos.
Así, dice Kripke, “usamos la descripción ‘aquello que causa tal y cual sensación’ para identificar el
calor. Y esto es contingente” (147).
Problema mente-cuerpo
Finalmente, para responder a la pregunta de si los estados mentales son idénticos a los estados
físicos y en qué circunstancias lo serían, Kripke establece una distinción entre los casos “el calor es
el movimiento de las moléculas” y “el dolor es la estimulación de las fibras C”, a saber: que en el
primer caso se puede imaginar una situación contrafáctica en el que la contingencia sea una ilusión,
mientras que en el segundo no. Básicamente, depende de una situación epistémica de la persona que
haga el juicio. Quien afirme que “dolor” y “estímulo de las fibras C” son idénticos, debe considerar
que son designadores rígidos y por consiguiente que son idénticamente necesarios; pero esa misma
persona, como jamás podría haber sospechado que no hubiese ninguna relación entre el dolor y la
estimulación de las fibras C, no podía identificar una cosa con la otra sino, como mucho, establecer
una relación causal entre uno como estado mental y otro como estado físico, o, menos aún, saber si
x estado mental se corresponde con x estado físico. No ocurre, en cambio, lo mismo en el caso del
“calor”, porque, antes de que se descubriera que “es el movimiento de moléculas”, sí se podía
sospechar que no fueran lo mismo o incluso que no tuvieran absolutamente nada que ver. La
situación epistémica del que afirme la identidad entre estados mentales y estados físicos es la misma
con o sin dolor, de ahí que no pueda explicar la contingencia de dicha identidad más que con base
en una ilusión.
De esta manera, Kripke cree refutar la identidad materialista entre mente y cuerpo y su tesis de
que “los estados mentales son simplemente estados físicos” (151).
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