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Grandes expectativas

Por Yossy Goldman

¿Todo lo que nos pasa en la vida, bueno o malo, es porque lo merecemos? Esta interrogante

siempre sale a la expectativa cada vez que ocurre algo, especialmente cuando nos sorprende

algún suceso negativo.

Hay grandes misterios a nuestro alrededor, misterios que no estamos al alcance de

comprender, porque no miramos más allá de nuestras narices.

En lo que debemos estar claros es que, somos un propósito de Dios y con un destino mucho

más elevado. Si logramos comprender eso, entonces es importante que empecemos por

arrojar luces sobre esos grandes misterios, sobre ese destino más elevado e internalizar lo

que el Creador quiere de nosotros.

Cuando en la zarza ardiente, Dios le habló a Moisés, éste experimentó esa luz divina. A partir

de ese momento buscó refugio en Dios y entendió el propósito de vida que el Creador tenía

para él. "¿Quién soy yo para ir hasta el Faraón y sacar a los Hijos de Israel de Egipto?" Ex

3:11. Comenzaron las interrogantes y en la medida que las despejaba, nuevas interrogantes

aparecían y así iba compenetrándose poco a poco en el plan del Creador.

Esas mismas interrogantes estamos en el deber de hacérnoslas cuando las ideas se nos

asoman, de esas luces estamos en el deber de analizarlas, internalizarlas, a fin de darle la

fortaleza necesaria para impulsar el instinto que busque despejar las incógnitas.

Siempre nos quedamos inmóviles cuando nos ocurren aquellas cosas malas, quedamos

impávidos, buscando el, o los por qué y no somos capaces de captar que por nuestra mente

están pasando millones de pensamientos, millones de imágenes con las soluciones a las

interrogantes vividas. El Creador que vive en nosotros, en todo momento se está


comunicando, nos da instrucciones. Entonces nosotros dudamos y nos hundimos en vez de

salvarnos.

En un intercambio ante la Zarza, Moisés pregunta "¿Quién soy yo para ir hasta Faraón y

sacar a los Hijos de Israel de Egipto?" Rashi interpreta la primera parte de la pregunta de

Moisés como si dudara de sus propias calificaciones para convertirse repentinamente en un

actor en la corte del rey. En su manera típicamente humilde Moisés no se ve adecuado para

desafiar al poderoso monarca de Egipto. La segunda parte del versículo es explicada por

Rashi como que está cuestionando los merecimientos del Pueblo Judío. ¿Qué han hecho ellos

realmente para merecer tan milagrosa redención?

A lo que el Todopoderoso responde, primero, no temas ni tengas dudas. "Estaré contigo". Y

segundo "esta será tu señal de que te he enviado: cuando saques al pueblo de Egipto,

servirán a Di-s en esta montaña".

Es muy lindo saber que esa montaña era, en efecto, el Monte Sinaí y que el encuentro de la

Zarza Ardiente ocurrió en esa misma montaña. ¿Pero dónde se encuentra la respuesta de Di-

s a la segunda pregunta de Moisés? Él preguntó "¿Quién soy yo?" Así que Di-s respondió a

este tema y dijo que no se preocupara "Yo estaré contigo". Pero a la pregunta de en mérito a

qué Israel merece la redención no vemos ninguna respuesta. Que ellos "servirán a Di-s sobre

esta montaña" no parece para nada relevante a la discusión.

Es aquí donde encontramos una fascinante enseñanza acerca de los intrigantemente infinitos

caminos de la Providencia. Di-s estaba diciendo que no era necesariamente por lo que ellos

habían hecho en el pasado que Él estaba preparado para redimir al pueblo judío, sino por lo

que Él había anticipado para ellos en el futuro. En esa misma montaña ellos recibirían Su

Torá; se convertirían en sus mensajeros elegidos para ser una luz entre las naciones; ellos
serían los abanderados de la moral para todo el mundo. No importaba lo que habían o no

habían hecho en el pasado. Di-s tenía grandes planes para esta nación y todo comenzaría

con el inminente Éxodo.

Que poderoso mensaje para todos nosotros. A veces las bondades que Di-s hace para

nosotros no es por lo que hemos sido, sino lo que podemos llegar a ser. No es por lo que

ya hemos hecho sino por lo que haremos.

Conozco a un hombre que a una edad mediana experimentó un infarto casi fatal.

Afortunadamente su vida fue salvada por la rápida intervención de los médicos, paramédicos y

cirujanos. Cuando lo visité en el hospital estaba abrumado por una idea: que estaba en deuda

con Di-s, el Sanador de toda carne. "Rabí" dijo "Estuve a punto de morir. ¿Qué hice para

merecer este don de vida?"

Por lo tanto compartí con él el Rashi mencionado antes y le dije que puede no ser algo que

había hecho en el pasado sino algo que debía hacer en el futuro. Quizás Di-s le dio una nueva

oportunidad en la vida por un motivo. No sólo para disfrutar más años con su familia sino para

hacer algo significativo para Di-s, para Su pueblo, para el mundo.

La confianza del Todopoderoso probó estar justificada. El hombre comenzó a profundizar sus

compromisos espirituales personales y también hizo una significativa contribución a la vida

comunal judía.

Si alguno de nosotros somos beneficiarios de una bendición especial de lo Alto, en lugar de

palmearnos en la espalda y concluir que debemos haber hecho algo maravilloso para ser

recompensados de este modo, preguntémonos que espera Di-s que hagamos con esta

bendición particular en el futuro. ¿Cómo lo podemos usar para realizar Su obra en la tierra?

Las bendiciones especiales traen con ellas responsabilidades especiales.


Que cada uno de nosotros desarrolle exitosamente todo el potencial que Di-s ve en nosotros y

lo usemos para nuestro propio desarrollo moral y para mejorar de alguna manera el mundo

que nos rodea.

…………

¿Por qué confiar en que las cosas


saldrán bien?

Hay quienes dicen que el pesimista es un optimista con experiencia. Y se puede entender por

qué. Suele suceder que uno tiene sueños y proyectos y luego de mucho esfuerzo fracasa

¿Por qué, entonces, confiar siempre que las cosas saldrán bien?

Además de la “experiencia práctica” de muchos pesimistas, hay —a primera vista— hasta una

fundamentación bíblica para no confiar en que todo estará bien.

En la lectura bíblica de esta semana, Shemot1 , leemos cómo Moisés, adoptado por la hija del

Faraón, sale del palacio a ver a sus hermanos. Ve a un egipcio matando a un inocente

esclavo hebreo, interviene, mata al agresor y lo entierra. Cree que nadie lo vio hasta que al

día siguiente ve a dos hebreos peleando entre sí y los rezonga. Le contesta uno de ellos:

“¿Quién te nombró autoridad y juez sobre nosotros? ¿Quieres matarme como mataste al

egipcio?” La Torá nos dice que al escuchar esto “Moisés tuvo miedo y dijo: ‘la cosa es

sabida’”2 .
Hay otro episodio histórico registrado en la Torá donde vemos que hubo miedo personal.

Cuando nuestro patriarca Jacob se enteró de que su mellizo Esaú estaba viniendo hacia él,

acompañado de cuatrocientos hombres armados, la Torá nos dice que “Jacob tuvo mucho

miedo…”3 . En ese caso, la Torá nos dice qué hizo como consecuencia del miedo: “Dividió su

gente y animales en dos campamentos. Dijo: Si vendrá Esaú y atacará a un campamento el

segundo campamento estará para escaparse.” 4

Nuestros sabios explican por qué era que Jacob tuvo miedo a pesar de que Di-s le había

prometido que lo protegiera: “Mis méritos se aminoraron a raíz de toda la bondad que hiciste

conmigo, por eso temo que desde que me prometiste [protección] me haya ensuciado por un

pecado, cosa que llevará a que caiga en manos de Esaú 5 .

Vemos de ese episodio que hay buenos motivos para no estar seguro de que las cosas salgan

como a uno le gustaría. No es que Di-s no pueda ayudar, quizás no lo merezca.

En cuanto a la historia de Moisés, saltan dos preguntas a la vista: 1. ¿Por qué tuvo miedo y no

confió en Di-s a que no le iba a pasar nada como consecuencia de haber hecho algo correcto?

2. ¿Por qué la Torá nos dice que tuvo miedo si no nos dice qué hizo como consecuencia de

ese miedo (a diferencia del caso de Jacob)? ¿Qué nos aporta esa información?

El Rebe —que su mérito nos proteja— ofrece la siguiente explicación fascinante, basada en el

adagio jasídico atribuido al tercer Rebe de Jabad, conocido como el Tzémaj Tzédek: Trajt gut,

vet zain gut, o “Pensá bien, va a estar bien”.

La idea —explica el Rebe— no es que hay que pensar en positivo porque hay que confiar que

va a estar bien, sino al revés: va a estar bien como consecuencia de pensar bien.

Cuando uno confía en la ayuda de Di-s a pesar de la aparente —o verdadera— imposibilidad

de que la situación termine bien naturalmente, Di-s responde ayudando a pesar de la aparente

—o verdadera— falta de mérito que uno puede haberse incurrido.


Esto explica por qué la Torá nos dice que Moisés tuvo miedo, aunque no nos dice qué hizo al

respecto. En el versículo siguiente6 nos dice que “El Faraón escuchó del tema y quiso matar a

Moshé”. El Rebe explica que la reacción del faraón fue consecuencia del miedo de Moisés. Si

hubiese confiado en que todo saldría bien, no hubiera habido ninguna consecuencia negativa;

el faraón no se hubiese enterado del tema y aunque sí, no se le hubiese ocurrido castigar a

Moisés. Es por eso que la Torá nos cuenta del miedo de Moisés, para que entendamos qué

llevó a que el faraón se enterara y quiera hacerle daño a Moisés.

En resumen: puede haber argumentos racionales bien fundamentados para justificar el miedo

por el futuro. Hay quienes sufren del así denominado síndrome del impostor, convencidos de

que no merecen el éxito y fortuna que tienen. Vemos que hasta Jacob mismo dudaba de los

resultados de su posible encuentro bélico con su hermano, no porque desconfiaba de la

habilidad de Di-s de protegerlo, sino de su condición personal para merecer semejante

intervención. Aún así podemos y debemos confiar en que los resultados serán tangiblemente

positivos y esta misma confianza en Di-s provocará que así sea.

Así que la herramienta de esta semana para lidiar con la ansiedad se puede resumir en cinco

palabras: Trajt gut, vet zain gut.

Basado en Likutei Sichot Vol. 36, Shemot (I)

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