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La obra rabelesiana es indiscutiblemente una de las obras prominentes de mayor

envergadura humanista que ha existido hasta la actualidad. Su cualidad y perspectiva


carnavalesca de la vida, en conjunción con lo que se ha denominado realismo grotesco,
sirven de apertura hacia un mundo que nos es casi por completo ajeno, principalmente por
su carácter utópico y caricaturesco. En este sentido, la obra de Rabelais en Gargantua y
Pantagruel no solo invita a incursionar en un lado divertido y jocoso de la vida desde la
exageración de lo grotesco, sino que presenta características, concepciones, modos de
comportarse y relacionarse que corresponden a un lado “no oficial” de la cultura medieval y
renacentista. Es decir, plantea una cultura humanista permeada de riqueza intelectual y
erudita, pero desde un prisma popular, que se desentiende de la cultura hegemónica u
oficial de las autoridades. Estas particularidades hacen de la obra de Rabelais un extenso
abanico de temas que pueden ser analizados y reinterpretados incansablemente, pues su
literatura referencial entrega herramientas para una exhaustiva revisión que nunca deja de
ser provechosa.

Siguiendo la línea del realismo grotesco y sus inherentes características explicadas y


desarrolladas por Bajtín, se pretende abarcar y analizar una cita celebre contenida en
Gargantua y Pantagruel que corresponde al capítulo LVII, que versa sobre el
funcionamiento de la abadía de Telema:

Toda su vida se empleaba no según ley, estatuto ni regla, sino según su voluntad y libre
arbitrio. Se levantaban de la cama cuando les parecía bien, bebían, comían, trabajaban,
dormían cuando lo deseaban. Nadie les despertaba, nadie les forzaba ni a beber, ni a comer,
ni a hacer ninguna otra cosa. Así lo había establecido Gargantua. En su regla no había más
cláusula que esta: Haz lo que quieras
Para desglosar y analizar el principio rector fundamental de esta abadía – vista desde la
libertad que propone – se le liga con el comienzo de la obra rabelesiana, aquel prologo en el
que invita al lector a degustar el tuétano del hueso como ejemplo de como debiera leerse la
obra de Gargantua y Pantagruel y sobre el sentido mismo de la obra. Si es que lo tiene. O
más bien sea una interpretación que se deje abierta al lector, justamente por la naturaleza
grotesca y ambivalente a la que obedece la extrapolación de lo sublime en lo material según
la lógica rabelesiana arraigada en la cultura cómica popular del medioevo, - dada la
información presentada por Bajtín - donde la risa y el gozo son los actores centrales en la
narrativa y la que entrega la esencia misma de la obra. La naturaleza de la verdad revelada
en el sentido sin-sentido de la risa, que renueva y purga la condición de aquel que la
padece. No obstante, la relación de esta verdad comprendida desde el gozo, y por otra, la
filosofía y principios de la abadía de Telema, se origina de la libertad que propone Rabelais
en su obra y se explica por medio del realismo grotesco en el sentir de la risa popular que
destroza las jerarquías, haciendo del otro un uno igual, tanto jurídica, económica y
socialmente. En cierto modo, la abadía personifica lo que hay tras el velo que teje Rabelais
al inicio de su obra, puesto que lo hace explícitamente sin ninguna otra intención aparente:
Haz lo que quieras. Se quien quieras y opta por la verdad desde una comprensión libre y
humana, la libre interpretación del sabor que entrega el tuteano. Esta libertad estaría regida
por las creencias de Rabelais sobre la naturaleza humana, tal como se indica en uno de los
resúmenes previos al capítulo LVII acerca de un dicho de Gargantua en otro capítulo: “…
Sin embargo, en el capítulo XXIX ha hecho decir a Gargantua que la conducta del hombre
solo puede resultar nociva si no está permanentemente iluminado por la gracia de Dios.
Toda una discusión teológica está detrás.” Hay una noción que guía a la humanidad al
bienestar y a la libertad de elegir con amor de por medio, que puede ser un posible
elemento a la interpretación de la “gracia de Dios”, en el sentido de las enseñanzas de
Cristo.

El análisis de Bajtín nos permite entrever según nuestros propios criterios la analogía entre
distintos simbolismos que operan en la obra, ya que abundan en grandes cantidades y
usualmente se deja a libre interpretación como lo es la no menos ambigua metáfora del
hueso y el tuétano. El hecho de que los capítulos sean tan cortos acrecienta la naturaleza
paródica, satírica, y precisamente, la velocidad y formato del relato, hacen que la novela
adquiera cierta esencia particular, al estilo de historietas cómicas esporádicas. Aquí es
donde entra en juego el provechoso tuétano que nos promete Rabelais,”Luego, a fuerza de
atenta lectura y frecuente meditación, romper el hueso y succionar el sustancioso tuétano”.
Con la meditación del pensamietno y una atenta lectura rabelais promete que podremos
gozar y disfrutar de su obra, tanto para un momento grato – quizá simplemente sea este
grato agradable una posible interpretación - como para el propósito o sentido ultimo que
supuestamente ofrece el autor; “Es decir, lo que entiendo por esos símbolos pitagóricos,
con esperanza cierta de haceros advertidos y sabios con dicha lectura, pues en
ellaecontrareis un mmuy otrogusto y una mas recóndita filosofía, que os revelara
grandísimas incognitas y misterios horribles, tanto en lo que nuesta religión concierrne,
como en lo que atañea la situación pollitica y a la vida económica”. Se nos habla de una
supuesta verdad revelada a partir de los misterios, de lo grotesco y de su carácter
ambivalente en el nacimiento y destrucción del mundo, “la creación”. En relación a la
abadia, esta ofrece refugio para aquellos que, teniendo en cuenta la naturaleza grotesca de
la materialidad y corporalidad, la acepten haciéndola suya y gocen de lo sublime que en ella
yace y se desprende, principalmente por el efecto de rotación de los contrarios, lo que
Bajtín denomina comúnmente como el “mundo al revés”.

La risa rabelesiana es una característica esencial presente en la abadía de Telema asi como
en toda la obra, sin embargo, a mi parecer, la abadía es un micro mundo de lo que para
Rabelais sería un mundo ideal, basado en el precepto: Haz lo que quieras. Por supuesto que
esta máxima tiene tintes simbólicos e incluso recuerda a la filosofía hermética de la
dualidad, tal como” Lo que está abajo es como lo que está arriba, y lo que está arriba es
como lo que está abajo, para consumar el milagro de la Unidad.” Asimismo, esto está
presente en el cristianismo en la cruz y a su vez es la base de la inversión rabelesiana de lo
sublime en el cuerpo; lo que nos lleva a concluir que hay un conocimiento expresado en
simbolismos para aquellos que por medio del gozo y sus implicaciones grotescas,
trasciendan lo mundano y se dejen llevar por el flujo o movimiento incesante de la vida, en
el cual la risa juega un papel de suma importancia como bien establece Bajtín a partir de las
reflexiones de Pinski.

La risa rabelesiana es a la vez negativa y afirmativa o, más exactamente, como la cofradía


de los pantagruelistas “sedientos”, es una risa que “investiga” y “da esperanza”. El
entusiasmo sin límites ante el saber es reemplazado por la prudente ironía, y viceversa. El
tono mismo de esta risa nos indica la coexistencia de dos principios contradictorios, incluso
en el campo formal.
La risa que investiga y da esperanza es base en la propuesta que entrega Rabelais. La
abadia de Telema se rige naturalmente gracias al pilar de la risa, “Porque las gentes libres,
bien nacidas, bien instruidas, que viven entre honestas compañías, tienen un natural instinto
y aguijon, que ellos llaman honor…”. Es menester comprender que la nocion de virtud que
maneja Rabelais no es exlcusivamente adeota en seguir un camino parecido al ascetismo en
su sentido estrico de abstinencia, al contrario, se llama al disfrute y hacer lo que se venga
en gana para ir en contra de la tradición estatica, “…para sacudirse y romper el yugo de la
servidumbre, pues siempre hacemos lo que nos esta prohibido y deseamos lo que se nos
niega”. En esta ultima frase, es inevitable que no piense en toda la obra rabelesiana y en
especifico los capítulos relcionados a la abadia, a sistemas e ideas que se proponen en la
anarquía y la desobdeciencia civil en busca de un saber alternativo a la cultura oficial y
hegemonica, de la mano con un sistema de honor estructurado por la cultura popular, en
este caso, la cultura comica de cientos de años de medioevo. Asimismo, las ideas que cita
Bajtin de Pinski concuerda en que el efecto que produce la naturaleza comica de la vida
carnavalesca corresponde a una universalidad relativa, donde se aprecia esta eterna disputa
en los opuestos o contrarios. Bajtín remata afirmando que la fuente de la comicidad aporta
una inquebrantable alegría latente en la naturaleza humana. Tal es el modus operandis de la
abadía de Telema que “Gracias a esa libertad entraron en encomiable emulación de hacer
todos lo que veían agradar a uno solo. Si alguno o alguna decía bebamos, todos bebían; si
decía Juguemos; todos jugaban…”. Entonces, puede decirse que no solo hay elementos
anárquicos, sino que incluso hay una abolición de la propiedad privada y se hace lo que por
mayoría se estime conveniente, ya que se entiende que la tierra es del pueblo, adiquierendo
el grado de utopia, por lo menos desde un análisis superficial del pensamiento rabelesiano,
y desde una lectura moderna pero teniendo en cuenta el particular sentido del humor
grotesco y su profunda filosofía trascendental de visualizar la realidad material y
consargarla en lo mas alto, hasta el status de sublime y sagrado por medio de la
degradación.

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