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Edurne Uñarte

INTRODUCCIÓN
A LA CIENCIA
POLÍTICA
LA POLÍTICA EN LAS SOCIEDADES
DEMOCRÁTICAS

os
UNtVtRSIDAD CUC.AK VALLfcJO UMA NQB

BIBLIOTECA

EDURNE URIARTE

INTRODUCCIÓN
A LA CIENCIA POLÍTICA
LA POLÍTICA EN LAS SOCIEDADES
DEMOCRÁTICAS

SEGUNDA EDICIÓN

Prólogo a la primera edición de


JUAN J. LINZ

-*
temos
interacción

CAPÍTULO I

LA POLÍTICA COMO PODER


Y COMO PARTICIPACIÓN

I POLÍTICA: DE LO ABSTRACTO A LO CONCRETO


Los esfuerzos de la Ciencia Política por captar las esencias de la política y
encerrarlas en una definición con capacidad de incluir todos sus elementos nos
han llevado con demasiada frecuencia a definiciones sofisticadas pero poco úti-
_e> para mostrar la auténtica faz de la política, incapaces de hacernos entender
qué es eso que llamamos política.
Aparentemente, la política constituye un asunto sencillo sobre el que todo el
rr.undo entiende, del que muchos hablan como si de expertos se trataran. De
hecho, la mayoría de la gente se siente capacitada para emitir opiniones y hacer
análisis sobre la política, mientras que, en cambio, evita opinar en torno a otros
:emas sobre los que considera que no tiene suficientes conocimientos, temas que
van desde áreas que se consideran de alta especialización técnica como la Física
? la Ingeniería, a otras algo más vulgarizadas, como la literatura o la música,
rero. a pesar de ello, observadas y tratadas con prudencia por lo que se consi-
dera su intrínseca dificultad o su profundidad.
Sin embargo, la inmensa mayoría de la gente piensa que entiende suficien-
: emente de política. Esta relación de familiaridad y de cercanía respecto a la
política es común, no sólo entre los ciudadanos, sino también entre ^profesio-
nales de los más diversos campos. Por esta razón podríamos decir que el politó-
logo es un especialista de un campo sobre el que una buena parte de los ciuda-
danos y del resto de profesionales de otros campos también se sienten
especialistas. El politólogo intenta explicar un conjunto de problemas que mucha
más gente se cree con capacidad de entender y de explicar.
Probablemente, la razón fundamental que explica esta pretensión de com-
prensión de la política por amplios sectores de la población es la esencia mis-
ma de los sistemas políticos liberales y democráticos en los que vivimos. Nues-
tros sistemas políticos se fundan en la participación de todos los ciudadanos
en la política, y, sobre todo, en el principio de que son los ciudadanos los que
configuran el sistema político, los que inspiran y ratifican las decisiones polí-
ticas, los que eligen a los representantes políticos. Los ciudadanos, al menos
en la concepción ideal de la democracia, son considerados como personas su-
ficientemente informadas y con opiniones fundadas sobre el sistema político,
y esas opiniones son precisamente las que rigen o deberían regir el sistema
político.
[13]
14 INTRODUCCIÓN A LA CIENCIA POLÍTICA

La política es el campo que se organiza bajo la democracia, bajo el poder de


los ciudadanos. La política es el lugar de los ciudadanos, que opinan, participan ~ ~- : ti
y deciden. La política es el espacio común de todos nosotros, y el politólogo se
encuentra ante la dificultad de explicar, de apresar teóricamente, un aspecto de i- -¿rge- ¿e
la vida social que todos, especialistas o no en otros campos, gentes más o menos .'- pC/.:iCá» O
cultivadas, de toda edad y condición, creen entender y creen conocer, y, además, ; _e nuestras
se creen capaces de explicar.
Y, sin embargo, cuando intentamos ordenar y organizar teóricamente la po-
lítica, las cosas son mucho más complicadas, sobre todo cuando pretendemos
comprender globalmente las esencias de la política, más allá de aspectos con- 1 LA POL
cretos, de elementos específicos, más fáciles de acotar y de entender. Ciertamen-
te, hay dos formas de llegar a esa comprensión global de la política. Se puede Los distin
partir de lo concreto para definir al final lo general. Pero también se puede in- esa compleji
tentar entender lo general, la dinámica del conjunto, las reglas generales, antes 10 a otras esf
de analizar los aspectos más concretos. concepto que
Las dos aproximaciones tienen su razón de ser, pero creo necesario inclinar- por el poder,
nos por la segunda. Porque es preciso definir globalmente la política para clari- Weber al fin
ficar los contenidos y los límites del campo de estudio en el que nos vamos a e<:e autor qu
mover. Y también para definir las perspectivas de análisis que van a presidir la distribució
nuestra explicación de la política. Esto significa que es necesario dirigirnos ha- ¿o. entre los
cia lo abstracto para después caminar a lo concreto. Pero esto no significa ale- política aspir
jarnos de lo concreto, o perder de vista lo concreto. O dicho de otra forma, esto i idealistas o
no significa perder de vista la política en sí misma para adentrarnos en construc- prestigio que
ciones formales sofisticadas y perfectas pero con escasa capacidad para poner La defim
de relieve la realidad. nda en su ele
Lo abstracto debe estar basado en lo concreto, en la política en todas sus lucha por el
dimensiones, y debe ser capaz de explicar las esencias y los procesos que se política una a
producen en la política. Y ésta es una tarea mucho más complicada de que lo cados en las h
que aparentemente pudiera parecer. Hace ya mucho tiempo que Cari Schmitt descuida a lo
observó que es raro encontrar una definición clara de lo político1, y lo cierto es del Estado y
que, muchísimos años después, la apreciación de Cari Schmitt sigue siendo ple- tencia de otro
namente válida. focalización c
Hay múltiples actividades, opiniones, decisiones, que pueden ser considera- El énfasis
das como parte de lo que llamamos política. Una reunión de un Consejo de contiene un e
Ministros es política. Una manifestación «antiglobalización» es política. Una en una buena
conversación entre ciudadanos sobre las elecciones es política. El acto de votar rice Duverger
es política. Pero, también, una actuación de la policía contra disturbios callejeros un lado, entn
es política, o las normas sobre las listas de espera en los hospitales son política, participar en
o el ordenamiento urbanístico de un municipio es política. Por lo tanto, hay po- dadanos que
lítica, es decir, hay una relación política, una acción política o una decisión po- kin, Cord, Me
lítica en múltiples aspectos de nuestra sociedad, aspectos en los cuales, por otra la Ciencia Po
parte, los protagonistas son muy diferentes ya que pueden ser las élites políticas zar el poder (
o los políticos, pero también los ciudadanos, o los funcionarios del Estado. dos cuestione
-
2 MaxWebe
Cari Schmitt, El concepto de lo político, Alianza, Madrid, 1991, p. 51. 3 Maurice D
LA POLÍTICA COMO PODER Y COMO PARTICIPACIÓN 15

La política, por lo tanto, se produce en múltiples acciones concretas de nues-


tra vida cotidiana o que afectan a nuestra vida cotidiana. Es cierto, en ese senti-
do, que la política afecta a todos los aspectos de nuestra vida, y que nadie vive
al margen de la política aunque pueda afirmar que «no tengo ningún interés en
la política» o «yo soy apolítico». No es posible desentenderse de la política por-
que nuestras vidas se inscriben en un mundo de relaciones políticas en las cuales
participamos activa o pasivamente.

2. LA POLÍTICA COMO PODER Y COMO PARTICIPACIÓN

Los distintos analistas de la política han hecho un esfuerzo para simplificar


esa complejidad y, sobre todo, para captar la singularidad de lo político respec-
to a otras esferas de la sociedad. Y, en ese esfuerzo de captar la singularidad, el
concepto que más se ha destacado ha sido el de poder o la política como la lucha
por el poder. Hay una definición ya clásica de Max Weber (véase el texto de Max
Weber al final de este capítulo) que entiende de esta forma la política. Señala
este autor que la política es «la aspiración a participar en el poder o a influir en
la distribución del poder entre los distintos estados, o, dentro de un mismo esta-
do, entre los distintos grupos de hombres que lo componen [...]. Quien hace
política aspira al poder; al poder como medio para la consecución de otros fines
(idealistas o egoístas) o al poder "por el poder" para gozar del sentimiento de
prestigio que él confiere»2.
La definición de Weber es sugerente y, por otra parte, ampliamente compar-
tida en su elemento básico, es decir, en la identificación de la política como una
lucha por el poder. Ahora bien, tiene dos problemas importantes: 1) hace de la
política una acción de las élites o, al menos, de los grupos sociales más impli-
cados en las luchas políticas dirigidas hacia el control del Estado, y, por lo tanto,
descuida a los demás actores de la política, y 2) identifica el poder c*omo poder
del Estado y obvia la complejidad del concepto de poder, y no sólo por la exis-
tencia de otros poderes como el económico o el intelectual, sino por la excesiva
focalización del poder en el Estado.
El énfasis en un poder del Estado que se impone a los individuos y que
contiene un elevado grado de autonomía respecto a esos individuos se encuentra
en una buena parte de las definiciones que se han hecho de la política. Así, Mau-
rice Duverger señalaba que la contienda política se desarrolla en dos planos: por
un lado, entre individuos, grupos y clases que luchan por conquistar el poder,
participar en él o influirlo, y, por otro lado, entre el poder que manda y los ciu-
dadanos que lo soportan3. Esta es la perspectiva de la política que adoptan Ros-
kin, Cord, Medeiros y Jones en su tratado de Ciencia Política. Para estos autores,
la Ciencia Política es el estudio de las luchas y de las competiciones para alcan-
zar el poder del Estado, y, en concreto, la Ciencia Política trata de responder a
dos cuestiones interrelacionadas: 1) ¿cómo y por qué toman los líderes políticos

2 Max Weber, El político y el científico, Alianza, Madrid, 1981, p. 84.


3 Maurice Duverger, Introducción a la política, Ariel, Barcelona, 1983, p. 21.
16 INTRODUCCIÓN A LA CIENCIA POLÍTICA

sus decisiones?, y 2) ¿por qué los ciudadanos obedecen la mayor parte del tiem- r.-r- ;. a no basta
po estas decisiones pero a veces desobedecen algunas?4. -cerna5 de i pod
Y, sin embargo, creo que es necesario plantear una perspectiva más amplia r :>:• ; el m:ht
de la política que corrija los dos problemas señalados y que incorpore nuevos : r-ercion jurídic
elementos. Esto significa que el concepto de política que se propone en estas Pero, adema
páginas no se centra en el eje del Estado, sino en la relación entre Estado y so- r- -.ampien nece
ciedad. Además, concibe el poder político como algo más complejo que el poder u. como ha sid
ejercido desde el Estado por las élites políticas y burocráticas. Y, en tercer lugar, ~-;sma forma qu
destaca otros aspectos de la política como son el de la búsqueda de consenso a :ajo '.a política
través de la discusión y la participación y el elemento organizativo de la política, m:a en si mism
igualmente importante. reno a los ciud
En este contexto, el concepto de política que se presenta en estas páginas se explica en sí mi
encuentra en la interrelación entre Estado y sociedad, o, dicho de otra forma, la f :rma o de otra.
política surge en las relaciones entre Estado y sociedad. Además, de estos dos En este conté
ejes, es el eje de la sociedad el fundamental, ya que el Estado es un producto de en ¡a sociedad y
la sociedad, un conjunto de instituciones que se dan las personas a sí mismas una entidad ind
para organizar su vida en común. Si bien esas instituciones adquieren un poder ajeno a los misn
con cierta capacidad para independizarse de las personas o de la sociedad de las para determinar
surge y de las que se alimenta, el Estado es, sustancialmente, un producto de la poder como un e
sociedad. Y sus gestores, las élites políticas, surgen también de la sociedad. su capacidad de
Ciertamente, parece sencillo aplicar este esquema de relaciones Estado-so- ción como una e
ciedad o esta dependencia del Estado respecto de la sociedad a los sistemas y. en cualquier c
políticos democráticos en los cuales los representantes políticos son elegidos por la misma forma <
los ciudadanos y en los que las leyes son consensuadas por esos ciudadanos. Pero un concepto de
también es posible aplicar este esquema a los sistemas no democráticos. Porque Esta concepc
también en estos sistemas el poder político es sostenido y controlado por diver- da de los indivic
sos grupos de la sociedad y ese poder tan sólo se entiende en el contexto de las danos que se ref
relaciones y luchas sociales. so, autónomo, ce
El Estado, el poder político, tiene unas características determinadas que se ' y autoperpetuars
derivan de las relaciones sociales, de las acciones de individuos y grupos socia- te de las élites ir
les, de los valores predominantes, de las luchas ideológicas, de la estructura de «Poder» abstract
clases. En este sentido, la sociedad y sus componentes explican el Estado y el dicen sentirse toi
poder político, y la comprensión del significado de la política tan sólo es posible la libertad de esf
si se entiende en su sentido dinámico y en su sentido de relaciones sociales. cidad de crítica.
Como ha destacado Giovanni Sartori, la separación entre Estado y sociedad Y, sin embar
o entre lo político y lo social es bastante habitual hoy en día, pero no siempre que el poder poí
ha sido así, porque estas distinciones se consolidaron en el siglo xix. Y Sartori democracias, es
piensa que la sociedad toma verdaderamente conciencia de sí misma sobre todo sentido, los ciud;
a partir de las teorías de los economistas de los siglos xvm y xix que son los que decir, los ciudad
desarrollan una idea de la sociedad que funciona por sí misma, independiente- acciones del Est
mente del Estado, según sus propios principios. ciones. Y, adem;
Esta autonomía y singularidad de la sociedad respecto al Estado conlleva influencia es-peci
entre otras cosas, añade Giovanni Sartori, que los conceptos de poder y de coer- poner en crisis s

4 Michael G. Roskin, Robert L. Cord, James A. Medeiros y Walter S. Jones, Política! Science:
An Introduction, Prentice Hall, Englewood Cliffs (Nueva Jersey), 1994, p. 2. Giovanni Sartc
LA POLÍTICA COMO PODER Y COMO PARTICIPACIÓN 17

irte del tiem- ción ya no bastan para circunscribir y caracterizar la esfera de la política, porque
además del poder político hay otros poderes como el poder económico, el reli-
\s amplia gioso o el militar, y, además de coerción política, hay una coerción social, una
rpore nuevos coerción jurídica, una coerción económica y otras5.
K>ne en estas Pero, además de la idea de la complejidad del poder, destacada por Sartori,
Estado y so- es también necesario replantear el sentido mismo del concepto de poder político
' que el poder tal como ha sido habitualmente explicado por la Ciencia Política. Porque de la
I :ercer lugar, misma forma que se ha tendido a centrar la política en el Estado y se ha expli-
:e consenso a cado la política desde una idea de Estado desgajado de la sociedad, con autono-
¿e la política, mía en sí misma, se ha pensado también en el poder político como un poder
ajeno a los ciudadanos, como un poder que se impone a los ciudadanos, que se
as páginas se explica en sí mismo, y cuyos efectos los ciudadanos padecen o reciben de una
?rra forma, la forma o de otra.
de estos dos En este contexto, hay una concepción sobre el poder ampliamente extendida
i producto de en la sociedad y también entre sectores de las mismas élites según la cual existe
a sí mismas una entidad independiente y con vida propia que es el Poder con mayúscula,
:-:en un poder ajeno a los mismos ciudadanos, a las propias élites y con enormes capacidades
piedad de las para determinar las vidas de los individuos. El problema de esta concepción del
reducto de la poder como un ente alejado y en cierta medida misterioso no es tanto la idea de
sociedad. su capacidad de determinación de la vida de los ciudadanos sino su interpreta-
es Estado-so- ción como una entidad abstracta cuyos componentes y esencias no se identifican,
'.os sistemas y, en cualquier caso, se entienden como ajenos a la sociedad. Nuevamente, y de
: elegidos por la misma forma que en relación con el concepto de Estado, nos encontramos con
udanos. Pero un concepto de poder separado de la sociedad y de sus componentes.
¡neos. Porque Esta concepción del poder político como una entidad independiente y aleja-
ido por diver- da de los individuos se plasma constantemente en las reflexiones de los ciuda-
^ntexto de las danos que se refieren al «Poder» como un ente poderoso, maquinador y perver-
so, autónomo, con vida propia y organizado con el fin principal de reproducirse
inadas que se y autoperpetuarse. Esta concepción del poder se encuentra también en una par-
grupos socia- te de las élites intelectuales que en bastantes ocasiones se refieren a ese mismo
istructura de «Poder» abstracto, ajeno y alejado, al que achacan numerosos males o del que
;i Estado y el dicen sentirse totalmente alejados, o que combaten, o que critican en nombre de
olo es posible la libertad de espíritu y de la necesidad de mantener la independencia y la capa-
•5 sociales. cidad de crítica.
io >' sociedad Y, sin embargo, tanto los ciudadanos como esas élites intelectuales olvidan
•? no siempre que el poder político no sólo surge de las relaciones sociales sino que, en las
HX. Y Sartori democracias, es controlado de forma permanente por los ciudadanos. En ese
na sobre todo sentido, los ciudadanos de las democracias tienen parte de ese poder político, es
ae son los que decir, los ciudadanos no son sujetos meramente receptores de las decisiones o
-dependiente- acciones del Estado sino que tienen una participación en esas decisiones y ac-
ciones. Y, además, otras élites como las intelectuales tienen una capacidad de
:ado conlleva influencia especial para determinar las decisiones del Estado y para asegurar o
¿er v de coer- poner en crisis su legitimidad.

- liiical Science:
Giovanni Sartori, Elementos de teoría política, Alianza, Madrid, 1992, pp. 205-224.
18 INTRODUCCIÓN A LA CIENCIA POLÍTICA

Pero también en los sistemas no democráticos la estructura del Estado surge lie
de la sociedad, de los grupos sociales, o de individuos con capacidad para so-
meter la voluntad de los demás y para utilizar los diversos recursos sociales. Y,
en este sentido, el poder debe ser entendido también en su sentido dinámico y
en su imbricación en la sociedad y en sus relaciones.
El poder político en su sentido formal está ciertamente depositado en el Es-
tado, y es desde el Estado desde donde se pueden dictar órdenes que los miem-
bros de la sociedad están obligados a cumplir. Ahora bien, debemos tener en
cuenta que esas órdenes que surgen desde el Estado se originan en la sociedad,
no sólo porque las élites políticas surgen en la sociedad y constituyen una parte -urr.ero rr.u>
de la sociedad sino porque las leyes y los valores que inspiran esas leyes son construcción <
productos de la sociedad. Por lo tanto, aunque podemos identificar formalmen-
te al Estado como depositario del poder político, ese poder está sostenido en la lis ¿e ur.jí r.
sociedad y por la sociedad. Por lo tañí
Desde esta concepción del poder entendido en el eje de relaciones Estado-so- también un el
ciedad, podemos afirmar que, tal como decía Max Weber, la política es una lucha ~e-!0í deben
por conseguir el poder o por influir en la distribución del poder, siempre que ten- ?¿rir de ello;
gamos en cuenta la naturaleza compleja y dinámica de ese poder y los múltiples -.icior. ce pe'/
puntos desde los que se ejerce. Pero, sobre todo, cabe añadir a la definición de limitado a uru
Max Weber otros dos elementos también fundamentales de la política que esa mente como r
definición no incluye y que son igualmente necesarios para entenderla. Se trata La poiinc
del elemento integrador y consensual de la política y del elemento organizativo. ios individuos
La política, en ese sentido, es una lucha por el poder pero la política es tam- lírica desde la
bién el conjunto de acciones y relaciones que los individuos emprenden para se definen la<
llegar a acuerdos sobre sus valores y sus normas, para consensuar organizacio- se integran er
nes, símbolos, leyes y decisiones. La política es, desde el punto de vista de la y comportam
integración y el consenso, un proceso de búsqueda de acuerdos y de definiciones desde el punt<
comunes sobre la organización de la sociedad. Es por eso por lo que el proceso La polític,
político logra integración, porque reúne a los individuos en acciones sociales y definir e imp<
en procesos de discusión de las normas y leyes. Es decir, la política no es úni- para la sociec
camente una relación de poder, es también una relación de discusión y de con- política es tai
traste de valores a través de los cuales los individuos se integran en la sociedad. dades del gn:
Ese elemento integrador que aquí se pone de relieve no quiere decir que eli- sentido, la pe
minemos el conflicto de la política o que concibamos la política como un pro- sociedad oraa
ceso del que surge necesariamente el consenso. Si bien abordaré la cuestión del
conflicto y del consenso en el próximo capítulo, sí cabe señalar que el conflicto
y el consenso son dos caras constantes e imprescindibles de la política o que la 3. EL SIST:
política es un proceso de búsqueda de consenso en torno a las características de
las organizaciones políticas que se dan las sociedades a sí mismas y en la que El concep
las dinámicas del consenso y del conflicto se repiten constantemente, o también, námico de la
a veces se producen simultáneamente. producto de 1;
La confrontación entre los distintos valores de la sociedad y entre los distin- den como'fesi
tos modelos de organización política defendidos supone un cierto grado de con- los niveles co
flicto constante. En ocasiones, esa confrontación da lugar a conflictos intensos En este conju
que se pueden reflejar en huelgas, movilizaciones, enfrentamientos entre ciuda- más, es decir,
danos, o entre parte de los ciudadanos y el Estado, y, en algunas ocasiones, los bios en otros
r
LA POLÍTICA COMO PODER Y COMO PARTICIPACIÓN 19

. tstado surge conflictos alcanzan su máxima intensidad, es decir, se convierten en guerras.


:.j.ad para so- Ahora bien, una búsqueda constante de consenso, de integración de todos los
I s sociales. Y, ; udadanos en unos valores, es al mismo tiempo una constante de los procesos
::• dinámico y •avíales, al margen de su mayor o menor éxito en cada momento.
Por último, no debemos olvidar que la política contiene también un imporM
lado en el Es- :¿nte elemento organizativo pues, al fin y al cabo, las relaciones de tipo político
: -? los miem- jue establecen los ciudadanos se dirigen a la búsqueda de una organización que ;
nnos tener en permita y ordene la vida en sociedad. El Estado es, en este sentido, esa organi-
•n la sociedad, zación que ordena las relaciones sociales, que garantiza la posibilidad de que un
.yen una parte - _mero muy elevado de individuos pueda convivir sobre el mismo territorio. La
isas leyes son construcción del Estado por parte de la sociedad tiene como finalidad encontrar
¡u formalmen- una fórmula organizativa que permita ordenar la vida de los individuos y dotar-
rstenido en la les de unas normas que les permitan desarrollar la vida social.
Por lo tanto, podemos decir que la política tiene un elemento de poder pero
-es Estado-so- también un elemento de integración y otro de organización y que los tres ele- /
a es una lucha mentes deben ser entendidos en la relación dinámica entre Estado y sociedad. A
.-rr.pre que ten- mártir de ellos y de la idea del eje Estado-sociedad, podríamos sugerir una defi-
. los múltiples nición de política algo más amplia que las tradicionales definiciones que la han
definición de limitado a una relación de poder en la que la sociedad se entiende fundamental-
r'.itica que esa mente como receptora de ese poder.
¿erla. Se trata La política es, en este sentido, el conjunto de interrelaciones que establecen
: organizativo. ios individuos para definir e influir en las características de la organización po-
:.:tica es tam- lítica desde la que se dictan las leyes que rigen sus vidas. En esas interrelaciones
-rrenden para se definen las normas fundamentales que dirigen la vida social, los individuos
' organizacio- se integran en la vida colectiva a través de las orientaciones sobre sus actitudes
áe vista de la y comportamientos que esas normas ofrecen, y, al mismo tiempo, se ordena
:e definiciones desde el punto de vista organizativo su vida en sociedad.
:ue el proceso La política, por lo tanto, es un conjunto de relaciones en las que ge intentan
-es sociales y definir e imponer, de manera más o meno's consensuada, las normas vinculantes
::ca no es úni- para la sociedad. En ese sentido^ la política es una búsqueda de poder. Pero la
íion y de con- política es también participación, participación de los individuos en las activi-
ÍT. la sociedad. dades del grupo y en la definición de las normas que rigen el grupo. En ese
.' decir que eli- sentido, la política es también un proceso de construcción social en el que la
;omo un pro- sociedad organiza y construye su modelo de convivencia política.
la cuestión del
_e el conflicto
Mtica o que la 3. EL SISTEMA POLÍTICO
-acterísticas de
i> y en la que El concepto de política definido más arriba hace hincapié en el carácter di-
-:e. o también, námico de la política y en la idea de que la política es, fundamentalmente, el
producto de la interrelación entre Estado y sociedad. Las instituciones se entien-
ntre los distin- den como resultado de las relaciones humanas y esas relaciones humanas a todos
grado de con- los niveles constituyen la base sobre la que se explican los fenómenos políticos.
V.ctos intensos En este conjunto de interrelaciones, cada elemento es determinado por los de-
: s entre ciuda- más, es decir, el cambio en cada uno de los elementos da lugar, a su vez, a cam-
ocasiones, los bios en otros elementos y en el conjunto de la política.
20 INTRODUCCIÓN A LA CIENCIA POLÍTICA

El concepto de sistema político ha sustituido poco a poco, ha señalado Gio-


vanni Sartori, al concepto de Estado, porque el concepto de sistema político es
más elástico e inclusivo. Sartori destaca que en el siglo xx se produjo la demo-
cratización y, sobre todo, la masificación de la política. Las masas entraron en
política y a la ubicación vertical se añadió una expansión y una ubicación hori-
zontal, de tal forma que al Estado le siguen competiendo las decisiones potesta-
i tivas de última instancia, pero los procesos políticos ya no pueden estar com-
\s en el ámbito del Estado y de sus instituciones6.
r La concepción de la política como un conjunto de elementos relacionados se
ha plasmado fundamentalmente en el concepto de sistema político. Este concep-
to, tal como fue definido fundamentalmente por David Easton, expresa de forma
i adecuada la naturaleza básica de la política que es la de la relación de ciudada-
nos e instituciones políticas, ciudadanos o Estado, o de Estado y sociedad. Tal
como han explicado diversos autores7, la idea de sistema surge de la biología y
parte de la concepción de que los seres vivos son complejos y están altamente
integrados. Esto significa que las diferentes partes del cuerpo cumplen sus fun-
ciones para conseguir mantener vivo al animal. Si eliminamos una de esas partes,
el animal muere, y si dañamos un órgano, los otros componentes del sistema
alteran la forma en que trabajan en un esfuerzo por compensar el daño y man-
tener vivo al animal. Por lo tanto, un cambio en un componente provoca cambios
en el resto de componentes.
A partir de esta idea surgida de la biología, el concepto de sistema político
supone que la política de un determinado país funciona de la misma forma que
un sistema biológico. Esto significa que de los ciudadanos surgen unas deman-
das, inputs, que llegan hasta los gobiernos. Los gobiernos responden a estas
demandas y toman decisiones y emprenden acciones, outputs. Estos outputs tie-
nen un impacto en el entorno social, económico y político que puede ser bien o
mal recibido por los ciudadanos. Los ciudadanos expresan sus demandas de
nuevo, y esto puede modificar las decisiones tomadas por las autoridades polí-
ticas. En este proceso se produce elfeedback, la interrelación en la que los di-
versos componentes del sistema político se influyen mutuamente.
El modelo explicativo del sistema político presenta también algunos proble-
mas. Podríamos destacar dos fundamentalmente. En primer lugar, surge la cues-
tión de hasta qué punto este modelo puede ser aplicado a los sistemas dictato-
riales en los que cabe plantear serias dudas sobre la medida en que el gobierno
responde a las demandas de los ciudadanos. En segundo lugar, por otra parte,
este modelo parece perder de vista el hecho de que muchas demandas también
pueden ser creadas, estimuladas o sugeridas por los gobiernos o por los líderes
políticos, es decir, que en ocasiones son las propias instituciones las que han
dado lugar a determinado tipo de input.
Los dos problemas planteados dan una idea de la complejidad de la política,
tanto cuando nos encontramos ante regímenes políticos diversos como cuando

Giovanni Sartori, op. cit., p. 216.


6
Véase Michael G. Roskin, Robert L. Cord, James A. Medeiros y Walter S. Jones, op. cit., pp.
20-23.
LA POLÍTICA COMO PODER Y COMO PARTICIPACIÓN 21

nos enfrentamos a contextos sociales o épocas históricas marcadamente diferen-


tes. Sin embargo, deberíamos tener en cuenta que el concepto de sistema y la
idea de los inputs y de los outputs constituyen sobre todo un esquema explica-
tivo que pretende nacernos comprender la dinámica básica de la vida política.
Como esquema explicativo o modelo de análisis, el concepto de sistema político
no es capaz de aprehender toda la complejidad de la realidad política ni puede
ofrecernos las múltiples variaciones que se producen en las interrelaciones de
los distintos elementos de la política.
Ahora bien, el concepto de sistema político sí es útil para poner de relieve el
aspecto esencial de la dinámica política que es el de la interrelación entre la
sociedad y las instituciones políticas. Es esta interrelación la que este concepto
destaca, y, a partir de ahí, es preciso entender que el feedback entre los diferen-
tes elementos del sistema político adopta múltiples formas y el papel de cada
elemento varía notablemente en cada contexto y situación. Pero lo esencial es
que en todos los casos la política es el resultado de la interrelación.
Gabriel A. Almond, G. Bingham Powell Jr. y Robert J. Mundt ilustran la in-
teracción del entorno político, económico y político con el sistema político con
el ejemplo de la emergencia de la llamada sociedad postindustrial en Estados
Unidos. Estos autores ofrecen el siguiente relato de este proceso: la composición
de la fuerza de trabajo norteamericana ha cambiado dramáticamente en la pasa-
da mitad de siglo, el empleo en la agricultura ha descendido a un porcentaje
relativamente pequeño, el empleo en la minería y en la industria manufacturera
ha disminuido sustancialmente y las nuevas ocupaciones relacionadas con la alta
tecnología, las profesiones y las ocupaciones del sector servicios han aumentado
enormemente como proporción de la fuerza de trabajo; además, se han produci-
do notables mejoras en el nivel educativo de los norteamericanos.
Todo lo anterior y otros cambios de la estructura social, continúan estos au-
tores, han transformado las bases sociales de los partidos políticos. Ahora hay
entre los votantes norteamericanos tantos 'independientes como gentes leales a
los demócratas o a los republicanos. Los trabajadores de los más antiguos grupos
procedentes de Europa han dejado de constituir un sólido apoyo para el Partido
Demócrata y tienden en la actualidad a dividir su voto casi a partes iguales entre
los dos partidos. En su conjunto, estos cambios en la fuerza de trabajo han es-
tado asociados con una tendencia más conservadora en la política económica y
con esfuerzos por recortar gastos del Estado del Bienestar. Una sociedad más"
educada y culturalmente más sofisticada se ha vuelto más preocupada por la
calidad de vida, la belleza o la calidad del medioambiente. En términos de inputs-
outputs, los cambios socioeconómicos han transformado, a su vez, las demandas
políticas del electorado y el tipo de políticas que apoya. Por lo tanto, un nuevo
modelo de política da lugar a diferentes outputs en términos de políticas públicas,
diferentes niveles de impuestos, cambios en las normas reguladoras y cambios
en los gastos del Estado8.

Iones, op. cit., pp. 8 Gabriel A. Almond, G. Bingham Powell Jr. y Robert J. Mundt, Comparative Polines. A Theo-
retical Framework, Harper Collins College Publishers, Nueva York, 1993, p. 6.
22 INTRODUCCIÓN A LA CIENCIA POLÍTICA

Almond, Powell y Mundt introducen, además, otro elemento igualmente im-


portante en el concepto de sistema político que es el del entorno internacional.
Estos autores señalan que el sistema político existe en un entorno doméstico y
en un entorno internacional. El sistema político moldea ambos entornos y es
moldeado, a su vez, por los dos. En este sentido, el proceso defeedback se pro-
duce entre un país y los demás. La interacción de un sistema político con otros
sistemas políticos es, además, especialmente importante en una época en la que
la interdependencia de las naciones ha aumentado enormemente, política, eco-
nómica y culturalmente9.

4. LOS CONCEPTOS BÁSICOS DE LA POLÍTICA

En las páginas precedentes he definido la política como una interrelación


entre Estado y sociedad, como el resultado de las acciones de los individuos que
pretenden definir, consensuar e imponer diferentes modelos de organización de
la sociedad y diferentes sistemas de valores. Por lo tanto, se ha entendido que la
política es un sistema en el que se produce unfeedback entre sus distintos ele-
mentos y en el que el papel de cada elemento tiene sentido en el conjunto de
influencias mutuas que se producen.
En este contexto, los conceptos básicos de la política deben recoger tanto los
dos principales polos de la política, el Estado y la sociedad, como los dos con-
ceptos que definen la acción de cada uno de los polos, el poder y la participación.
Los dos primeros conceptos, Estado y sociedad, son fundamentales. La sociedad
es el lugar de los individuos, de los actores de la política y el Estado es el con-
junto de instituciones que los individuos se dan a sí mismos para organizarse
políticamente. Ambos elementos, Estado y sociedad, sólo se entienden en su
relación y en su mutua dependencia.
Es importante destacar esta mutua dependencia, muy especialícente en rela-
ción con el Estado, dado que en las Ciencias Sociales y, en concreto, en la Cien-
cia Política, el Estado ha sido concebido en muchas ocasiones como una entidad
autónoma, separada de la sociedad y de la que emana un poder al que la socie-
dad obedece. Pero el Estado sólo puede ser explicado en el contexto de la so-
ciedad en la que surge, en el contexto también de los grupos sociales que com-
piten o luchan para influir en las instituciones políticas y en las acciones del
conjunto de los individuos hacia esas instituciones.
Es por eso por lo que los conceptos de poder y participación también deben
ser entendidos en ese mismo eje de relaciones. El conjunto de instituciones po-
líticas agrupadas en el Estado tiene capacidad para dictar órdenes que la sociedad
debe acatar. En este sentido, entendemos habitualmente que el poder político
está depositado en el Estado y que, por lo tanto, aquellas personas que ostentan
las posiciones de poder principales en ese Estado tienen en sus manos el poder
político. Los líderes políticos que ocupan esas posiciones ejercen el poder polí-

Gabriel A. Almond, G. Bingham Powell Jr. y Robert J. Mundt, op. cit.


LA POLÍTICA COMO PODER Y COMO PARTICIPACIÓN 23

igualmente im- ioo porque toman decisiones que afectan a las vidas de los ciudadanos, y esas
1 internacional. Decisiones, además, son vinculantes para todos.
10 doméstico y Ahora bien, el ejercicio del poder político debe ser entendido también junto
entornos y es •I concepto de participación, la participación de los ciudadanos que, por un lado,
•¿dback se pro- dirigen demandas a los líderes políticos para que tomen unas decisiones u otras
lítico con otros o para que las orienten en un sentido o en otro, y la participación de los ciuda-
.•poca en la que danos que, por otro lado, reciben las decisiones de los poderes políticos y reac-
| política, eco- cionan de un modo o de otro.
El concepto de participación que aquí se utiliza debe ser entendido en su
. >entido más amplio, es decir, nos es útil para referirnos al conjunto de acciones
y reacciones de los ciudadanos respecto del poder político. Esto significa que
incluimos todo tipo de acciones y reacciones de los ciudadanos, también las más
pasivas o las que aparentemente no incluyen ninguna acción o reacción ya que
ia interrelación :ambién éstas influyen en el Estado, en las decisiones de los poderes públicos,
individuos que y contribuyen a su cambio y evolución.
rganización de Por otro lado, aunque utilicemos habirualmente el concepto de participación
-rendido que la en relación con las democracias, también podemos aplicarlo a sistemas no de-
;s distintos ele- mocráticos en el sentido señalado más arriba, es decir, de las acciones y reac-
el conjunto de ciones de los individuos respecto a las decisiones del Estado. Las características
y las condiciones de esa participación son diferentes en unos regímenes políticos
?coger tanto los v en otros pero en todos ellos encontramos la interrelación entre las decisiones
ao los dos con- que emanan del poder político y las acciones-reacciones de los individuos que
a participación. condicionan de una forma o de otra esas decisiones.
es. La sociedad
;tado es el con-
ara organizarse
5. TEXTOS
ntienden en su
t

.Smente en rela- ¿QUÉ ES LA POLÍTICA?


eto. en la Cien-
mo una entidad
al que la socie- ¿Qué entendemos por política? El concepto es extraordinariamente amplio y
itexto de la so- abarca cualquier género de actividad directiva autónoma. Se habla de la política
nales que com- de divisas de los Bancos, de la política de descuento del Reichsbank, de la políti-
ca de un sindicato en una huelga, y se puede hablar igualmente de la política es-
as acciones del
colar de una ciudad o de una aldea, de la política que la presidencia de una aso-
ciación lleva en la dirección de ésta e incluso de la política de una esposa astuta
también deben que trata de gobernar a su marido. Naturalmente, no es este amplísimo concepto
istituciones po- el que servirá de base a nuestras consideraciones en la tarde de hoy. Por política
que la sociedad entenderemos solamente la dirección o la influencia sobre la dirección de una aso-
poder político ciación política, es decir, en nuestro tiempo, de un Estado.
as que ostentan Pero ¿qué es, desde el punto de vista de la consideración sociológica, una aso-
manos el poder ciación «política»? Tampoco es éste un concepto que pueda ser sociológicamente
n el poder poli- definido a partir del contenido de su actividad. Apenas existe una tarea que aquí
o allá haya sido acometida por una asociación política y, de otra parte, tampoco
hay ninguna tarea de la que pueda decirse que haya sido siempre competencia
24 INTRODUCCIÓN A LA CIENCIA POLÍTICA

exclusiva de esas asociaciones políticas que hoy llamamos Estados o de las que
fueron históricamente antecedentes del Estado moderno. Dicho Estado sólo es
definible sociológicamente por referencia a un medio específico que él, como toda
asociación política, posee: la violencia física. «Todo Estado está fundado en la
violencia», dijo Trostski en Brest-Litowsk. Objetivamente esto es cierto. Si sola-
mente existieran configuraciones sociales que ignorasen el medio de la violencia
habría desaparecido el concepto de «Estado» y se habría instaurado lo que, en este
sentido específico, llamaríamos «anarquía».
La violencia no es, naturalmente, ni el medio normal ni eí único medio de que
el Estado se vale, pero sí es su medio específico. Hoy, precisamente, es especial-
mente íntima la relación del Estado con la violencia. En el pasado las más diversas
asociaciones, comenzando por la asociación familiar (Sippe), han utilizado la vio-
lencia como un medio enteramente normal. Hoy, por el contrario, tendremos que
decir que Estado es aquella comunidad humana que, dentro de un determinado
territorio (el «territorio» es elemento distintivo), reclama (con éxito) para sí el
monopolio de la violencia física legítima. Lo específico de nuestro tiempo es que
a todas las demás asociaciones e individuos sólo se les concede el derecho a la
violencia física en la medida en que el Estado lo permite. El Estado es la única
fuente del «derecho» a la violencia. Política significará, pues, para nosotros, la
aspiración (Streben) a participar en el poder entre los distintos Estados o, dentro
de un mismo Estado, entre los distintos grupos de hombres que lo componen.

FUENTE: Max Weber, «La política como vocación», en Max Weber, El político
y el científico, Alianza, Madrid, 1981, pp. 82-83.

EL REÑIDERO DE LA POLÍTICA

Aunque puedan variar los elementos del sistema de clases, la naturaleza del
sistema político, al igual que la arena donde se enfrentan los intereses, no lo harán.
En las próximas décadas, la arena política pasará a ser más decisiva, probablemen-
te por las dos razones fundamentales que he indicado en los capítulos anteriores:
formamos,-por primera vez, una sociedad nacional, en la que todas las decisiones
cruciales, que afectan de modo simultáneo a todas las partes de la sociedad (desde
los asuntos exteriores a la política fiscal), son tomadas por el gobierno, y no a
través del mercado; además, formamos una sociedad comunal, en la que en estos
momentos muchos más grupos intentan determinar sus derechos sociales —sus
reclamaciones sobre la sociedad— a través del orden político.
En la sociedad nacional deben emprenderse cada vez más proyectos (ya se
trate de la erradicación de la polución, o la reorganización de las ciudades) a través
de instrumentos grupales o comunales. En una sociedad estrechamente entrelaza-
da deben tomarse más decisiones a través de los cauces políticos y mediante la
planificación. Sin embargo, ambos mecanismos, de modo paradójico, aumentan el
conflicto social. La planificación proporciona un «campo» específico de decisión,
LA POLÍTICA COMO PODER Y COMO PARTICIPACIÓN 25

rrente al más impersonal y disperso del mercado, convirtiéndose así en un punto


visible al cual pueden dirigirse las presiones.
Los instrumentos comunales —el intento de crear una elección social sin la
r.scordancia de las preferencias personales de los individuos— agudizan necesa-
riamente los conflictos de valores. ¿Queremos educación compensatoria para ne-
gros a expensas, digamos, de las plazas para otros estudiantes cuando el número
de puestos es limitado? ¿Queremos conservar un bosque de secoyas, o procurar
una industria lucrativa a una comunidad local? ¿Aceptaremos el ruido en aumento
de los aviones en las localidades próximas a los aeropuertos, o forzaremos la re-
ducción de la carga y del peso máximo del equipaje, con un consecuente aumento
del coste para la industria y el pasajero? ¿Atravesará una carretera general por las
zonas antiguas de una localidad, o se plantea su trazado en tomo al sector con un
mayor coste para todos? Estos dilemas, y otros miles de ellos, no pueden resolver-
le sobre la base de criterios técnicos; implican necesariamente elecciones políticas
y de valores.

FUENTE: Daniel Bell, El advenimiento de la sociedadpost-industrial, Alianza,


Madrid, 1986, p. 418.
CAPITULO II

EL ANÁLISIS DE LA POLÍTICA

1. LA POLÍTICA COMO CIENCIA

La política es el campo de las luchas ideológicas, del enfrentamiento entre


distintos valores, de la competición por imponer unos modelos de organización
social u otros. Y la Ciencia Política es el estudio científico de la política. "La
ciencia de la política se enfrenta, en este sentido, a un campo de análisis com-
plicado, porque se trata del ámbito de las relaciones humanas y, como tal, está
atravesado de valores e ideologías. El campo de la política, además, parece poner
especiales dificultades a las pretensiones de lograr un estatus científico, incluso
por encima de otras ciencias sociales, por la importancia y la centralidad misma
de las luchas ideológicas en la política. ¡
La política está tan determinada por las ideologías y los valores y las luchas
por el poder tan moldeadas y en buena medida dirigidas por esas ideologías y
valores que muchas voces han sugerido en repetidas ocasiones que hay una in-
compatibilidad entre la ciencia y la política. Incluso entre élites cultivadas, la
idea de que la política y la ciencia son incompatibles está llamativamente exten-
dida y, todavía hoy en día, los conceptos de Ciencia Política y politólogo se
encuentran con ciertas dificultades para ser aceptadas como exponentes del aná-
lisis científico de la política.
Sin embargo, las Ciencias Sociales en su conjunto y la Ciencia P.olítica en
particular han demostrado sobradamente en las últimas décadas que es posible
hacer una ciencia de la vida social, que existen métodos y técnicas para analizar
h vida de los individuos en sociedad con una rigurosidad y objetividad diferen-
tes pero comparables al mismo tiempo con las Ciencias Exactas y Naturales.- La
Ciencia Política ha clarificado sobradamente, en este sentido, cuáles son los re-
aiusitos que el análisis de la política debe cumplir para ser considerada científi-
ca. Norberto Bobbio definió las condiciones que debe cumplir el análisis de la
política para ser considerada como ciencia y señaló tres que están ampliamente
aceptadas hoy en día en la Ciencia Política: 1) el principio de la verificación o
ae la falsificación como criterio de aceptabilidad de sus resultados, 2) el uso de
as técnicas de la razón que permitan dar una explicación causal en sentido fuer-
h o débil del episodio investigado, y 3) la abstención o abstinencia de los juicios
ae valor1.

Sorberlo Bobbio, Estado, gobierno y sociedad, Plaza & Janes, Barcelona, 1987, p. 60.

[27]
28 INTRODUCCIÓN A LA CIENCIA POLÍTICA

Las condiciones señaladas por Bobbio, que son las condiciones de la ciencia
de la política hoy en día, suponen la culminación de una reflexión que iniciaron
los llamados padres de la sociología moderna. Marx y Engels señalaban que era
necesario terminar con la especulación y desarrollar una ciencia real y positiva,
es decir, una ciencia basada en premisas reales, en la vía puramente empírica.
Pensaban que era necesario investigar los fundamentos naturales de la vida hu-
mana y la modificación que experimentan en el curso de la historia por la acción
de los hombres2.
Pareto decía que la ciencia no se ocupa más que dé constatar las relaciones
entre las cosas, los fenómenos, y descubrir las uniformidades que presentan esas
relaciones. También pensaba que la ciencia nada tiene que ver con las soluciones
que proporciona el sentimiento para cuestiones que escapan a las investigaciones
científicas o experimentales3. Según Durkheim, se pueden estudiar los hechos
sociales «como cosas, desde fuera», las Ciencias Sociales son independientes
respecto a las doctrinas prácticas a las que no se puede conceder un valor cien-
tífico y lo que pretenden es aplicar a los fenómenos sociales el principio de la
causalidad, principio que ya ha sido comprobado en los demás reinos de la natu-
raleza y que, por lo tanto, hay que admitir como verdadero para el mundo social4.
Max Weber señalaba que la sociedad no puede ser tratada como materia de
las ciencias físicas ya que la intervención humana en las Ciencias Sociales se
sitúa en un marco de referencias distinto del de las ciencias de la naturaleza.
Ahora bien, decía Weber, queremos creer que es posible hacer distinciones claras
entre juicios de hecho y juicios de valor. Los juicios de valor sólo intervienen
en la elección y construcción del sujeto y, en consecuencia, es posible estudiar
el objeto de manera objetiva e independiente de los juicios de valor5.
La revolución behaviorista que tuvo lugar en Estados Unidos tras la Segunda
Guerra Mundial y que quiso fundar un quehacer científico similar al de las Cien-
cias Naturales y Exactas a través de las observaciones objetivas, sistemáticas y
cuantificadas del comportamiento humano, se puede considerar como la culmi-
nación de los objetivos marcados por los clásicos. En éste sentido, la conexión
entre el behaviorismo y el concepto de ciencia de los clásicos es clara. Para Ga-
briel Almond, la idea de que fue el movimiento behaviorista en Estados Unidos,
y particularmente, la Escuela de Chicago, la que llevó a la Ciencia Política por
la senda del cientifismo no resiste un examen cuidadoso de las fuentes. Según
Almond, sería difícil encontrar pensadores más científicamente orientados que
Comte, Marx, Pareto, Freud, Durkheim y Weber, quienes, mientras estaban com-
pletamente dedicados a la tarea de hacer ciencia, reconocían claramente, al mis-
mo tiempo, que estaban tratando con una materia de análisis menos maleable a
las formas de explicación de las ciencias duras6.

2 Karl Marx y Friedrich Engels, «La ideología alemana», en Karl Marx y Friedrich Engels,
Obras escogidas, t. I, Progreso, Moscú, 1966.
3 Vilfredo Pareto, Escritos sociológicos, Alianza, Madrid, 1987, p. 66.
4 Émile Durkheim, Las reglas del método sociológico, Morata, Madrid, 1974.
5 Max Weber, Sobre la teoría de las ciencias sociales, Península, Barcelona, 1974.
6 Gabriel Almond, «Sepárate Tables: Schools and Sects in Policial Science», Political Science
andPolitics, vol. XXI, n.° 4, otoño de 1988, pp. 838-839.
EL ANÁLISIS DE LA POLÍTICA 29

5: bien los principios del tratamiento científico de los hechos políticos están
:>:•• en día muy claros en la Ciencia Política, los retos a la tarea de tratar cientí-
. Amenté lo político y lo social son constantes y giran alrededor de dos proble-
-is inherentes al objeto de estudio y al investigador. Respecto al objeto, se
~t¿ del ser humano, es decir, de un objeto con reacciones inesperadas cuyo
. —Cortamiento es difícil de predecir. Además, es difícil penetrar en sus actitu-
áes más profundas, en los mecanismos de su mente, y, en bastantes casos, las
-¿r.:testaciones verbales de las que se sirve la Ciencia Política en una buena
r-¿re de sus análisis no siempre corresponden a las actitudes profundas. Por otra
-iré. y en lo que respecta al politólogo, su neutralidad es difícil de alcanzar
^ido que estudia problemas humanos, culturales, ideológicos y políticos en los
:_e está inevitablemente implicado como persona y ciudadano.
Charles Wright Mills pensaba que no hay modo de evitar que el investigador
-_eda eliminar los juicios de valor en su trabajo. Si no explícitos, decía Mills,
:? •uicios de valor van siempre implícitos, y son precisamente los juicios mo-
-¿.es y políticos implícitos los que más influencia tienen. La solución, para Mills,
í-¿ hacer de esas influencias objeto de debate como única forma de tener pleno
:onocimiento de ellas y de tratar de controlar su influencia sobre las ciencias
sociales7.
Las dificultades para separar ideología y ciencia, valores y ciencia, son
. instantes en la Ciencia Política. El papel de la ideología en las características
:e la labor de la Ciencia Política ha sido puesto de relieve de forma muy suge-
•ente por Gabriel Almond, quien ha señalado que la profesión está separada
^rededor de dos ejes, el eje metodológico y el eje ideológico. En los extremos
;el eje metodológico están las sofisticadas demostraciones matemáticas, por un
¿do. y los críticos de los métodos científicos al uso, por el otro. En el eje ideo-
:gico, a un lado se situaría la extrema izquierda y al otro lado, la extrema de-
-;cha.
Teniendo en cuenta ambos ejes, metodológico e ideológico, Gabriel Almond
~.a distinguido cuatro escuelas: 1) la izquierda suave (soft left), 2) la derecha dura
'uvd right), 3) la derecha suave (soft right), y 4) la izquierda dura (hard left).
Almond, por lo tanto, distingue una separación metodológica pero también una
-eparación ideológica. Estas acusadas diferencias le llevan a este autor a hablar
del concepto de «mesas separadas» (sepárate tables). Almond, no obstante, pien-
sa que la mayoría de los politólogos se sitúa en una posición metodológica ecléc-
tica y da una importancia esencial al control de la influencia ideológica en su
trabajo profesional. Y concluye Almond que esa mayoría que él llama la «cafe-
tería del centro» no debería permitir la potestad de escribir la historia de la dis-
jiplina a ninguna de esas escuelas ya que la historia de la Ciencia Política no
.leva a ninguna de esas «mesas separadas» sino más bien a una escuela de cen-
Friedrich Engels, tro que aspira a la objetividad y que es metodológicamente plural8.

7 Charles Wright Mills, La imaginación sociológica, Fondo de Cultura Económica, México,


1983, p. 189.
8 Gabriel Almond, op. cit., pp. 828-836.
30 INTRODUCCIÓN A LA CIENCIA POLÍTICA

2. LAS PERSPECTIVAS DE ANÁLISIS

La Ciencia Política está plenamente consolidada en la actualidad como cam-


po de análisis con un objeto definido, limitado y, sobre todo, propio, la política,
y también como ciencia que ha conseguido depurar y aplicar la metodología
científica al análisis de las relaciones políticas. Ahora bien, la Ciencia Política
es también plenamente consciente de que la vida social y política que analiza
está impregnada de valores y que, sobre todo, los análisis de la Ciencia Política
tienen unas consecuencias en la orientación de esos valores, en la toma de deci-
siones políticas, en la estructura de los sistemas políticos, en las actitudes de los
individuos ante sus instituciones políticas.
La Ciencia Política que se hace en la actualidad es en buena medida cons-
ciente de esa trascendencia de su actividad en el campo de la práctica política y
en el devenir de las sociedades. Y sabe que el trabajo científico que realiza tiene
un objeto, las personas y sus relaciones políticas que no son susceptibles de ser
analizadas de forma semejante al objeto de las ciencias naturales y exactas. El
objeto de la Ciencia Política, la persona, está atravesado de valores y los resul-
tados de la Ciencia Política tienen una incidencia en esos valores. La Ciencia
Política es plenamente consciente de que hace una ciencia para la sociedad y es
por esta razón por la que en la actualidad quiere ser una ciencia, sí, pero cons-
ciente de los valores en los que se mueve y sobre los que trabaja y ante los que
necesariamente debe tomar una postura.
La Ciencia Política intenta, en ese sentido, ser una Ciencia Política empírica,
pero se sustenta al mismo tiempo en una base normativa, en unos valores esen-
ciales que guían su investigación y su análisis, valores que hacen responsable
ante la sociedad el análisis científico que la Ciencia Política desarrolla. Jarol B.
Manheim y Richard C. Rich han explicado con gran claridad la diferencia entre
el análisis empírico y el análisis normativo y, sobre todo, la complementariedad
entre ambos (véase el texto que se incluye al final de este capítulo). Señalan
estos autores que los investigadores nos enfrentamos a dos tipos de interrogantes
muy diferentes: cómo conocemos y cómo debemos utilizar lo que sabemos. La
primera es una cuestión de método y la segunda es una cuestión de ética y pre-
ferencia.
Señalan Manheim y Rich que al cómo y qué conocemos se les denomina
análisis político empírico y al cómo debemos utilizar nuestro conocimiento se
le denomina análisis normativo. El análisis empírico trata de desarrollar un len-
guaje común y objetivo para describir la realidad política y el análisis normativo
trata de desarrollar y examinar fines subjetivos, valores y reglas morales que nos
guíen al aplicar lo que hemos aprendido de esa realidad9.
Manheim y Rich destacan que ambas perspectivas de análisis son necesarias
y complementarias. La Ciencia Política debe ser empírica, pero sin olvidar el
análisis normativo; debe buscar el análisis objetivo de los hechos políticos, pero
debe ser consciente de las implicaciones éticas del objeto estudiado y de las

9 Jarol B. Manheim y Richard C. Rich, Análisis político empírico. Métodos de investigación en


ciencia política, Alianza, Madrid, 1988, pp. 15-16.
EL ANÁLISIS DE LA POLÍTICA 31

. - -;; -encías también éticas de la investigación politológica. No es sencilla la


• rs s entre el análisis empírico y el análisis normativo, pero estas páginas de-
-"c-cer. un concepto de Ciencia Política que persiga esa síntesis.
-. atan, lógico y necesario, de la Ciencia Política por alcanzar el estatus de
;-':::ca ha llevado demasiadas veces a la pretensión de que era posible hacer
.TÍ ;:encia completamente separada de los valores o que el politólogo se puede
-r-.:~¿.' 2. presentar los hechos, los datos de la realidad, sin pronunciarse sobre los
. res asociados a esos hechos y sin haber sido influido por esos valores en sus
crisis. Y. sin embargo, los valores están siempre presentes e impregnan de una
•: — ¿ o de otra el análisis, no sólo en la elección misma del objeto de investi-
r_. : r. sino también en la metodología y conceptos utilizados para su estudio, y
•_—.?:en. en la aplicación de ese conocimiento.
Veamos dos ejemplos y la forma en que en ellos el análisis empírico y el
-: — ativo se mezclan al igual que en cualquier análisis de la Ciencia Política.
>e ~:a del análisis de la democracia, por una parte, y del análisis del terrorismo,
:•:: otra. Respecto a la democracia, es bien sabido que es uno de los objetos más
rociados por la Ciencia Política y también será objeto de estudio preferente en
r?:¿ obra. Y, sin embargo, la elección misma de este objeto está impregnada de
••Alores. Porque el panorama del mundo, donde los sistemas no democráticos aún
r ir.en un peso importante, más bien nos debería llevar a centrar la Ciencia Po-
_r:ca en un estudio más repartido entre democracias y sistemas no democráticos.
'•-. sin embargo, optamos abrumadoramente la democracia, por dos tipos de ra-
: :r.es que se sitúan en el ámbito normativo: 1) es el sistema político propio del
i.—.bito occidental, que es el nuestro y que consideramos superior a otros desde
r punto de vista ético, y 2) consideramos que la democracia es el mejor sistema
?•: utico, el más deseable.
En este contexto, como politólogos, debemos hacer un análisis empírico de
¿ democracia, y, de hecho, lo hacemos. Analizamos las características de las
-sutuciones propias de este sistema político, las actitudes y opiniones de los
: udadanos respecto a él, los factores económicos, sociales, culturales e históri-
:: s que influyen en la democratización de un país o en la crisis de la democracia,
e:c. Pero todos esos análisis empíricos están presididos, creo que afortunadamen-
•e. por un valor, el valor de que la democracia es el sistema político más desea-
rle, el sistema político que queremos para nuestra sociedad y para otras.
Ese valor debe estar presente en la investigación, en la reflexión, en la ense-
ñanza, y debe guiar al politólogo cuando confronta con quienes señalan que un
-istema dictatorial es igualmente aceptable. De hecho, el politólogo se encuentra
I on esa valoración en numerosas ocasiones, en los libros o artículos de los co-
egas, en las reflexiones de los alumnos. Y en esas ocasiones, el politólogo debe
?ptar y debe decir a su colega o al alumno que el análisis empírico nos permite
conocer los sistemas democráticos y los sistemas no democráticos, incluso nos
?uede permitir mostrar en contextos sociales determinados un apoyo social ma-
;. oritario por un sistema no democrático. Ahora bien, el politólogo debe también
¿ecir a sus colegas, a sus alumnos, que el sistema deseable desde el análisis
í Je investigación en normativo es el sistema democrático porque es el sistema superior desde el pun-
to de vista ético y político.
32 INTRODUCCIÓN A LA CIENCIA POLÍTICA

Veamos un segundo ejemplo, el referente al terrorismo. Tengamos en cuenta


que incluso el uso del concepto terrorismo ha sido cuestionado, y hay autores que
utilizan el término «violencia política». Debemos notar que la utilización de un
término u otro en el análisis politológico supone una opción normativa de entra-
da. Creo que si optamos por el término «violencia política» entendemos que hay
una forma de participación o acción política comparable a otras formas de par-
ticipación y acción que se llama violencia política, o que aquellos que realizan
actos violentos lo hacen motivados por razones políticas que explican esos actos
violentos. Además, la utilización de este término implica-que consideramos com-
parables la violencia legítima del Estado con la violencia de grupos sociales di-
versos ya que ambos serían tipos de violencia de la política. Sin embargo, si
utilizamos el término «terrorismo» adoptamos otro punto de vista normativo en
el que separamos el terrorismo de cualquier forma de participación o acción po-
lítica. Utilizamos el término para referirnos a todo lo que no es violencia legítima
del Estado y lo consideramos como una acción para extender el terror en la so-
ciedad.
Por otra parte, un tratamiento del terrorismo, bien en nuestras investigaciones
o escritos, bien en nuestra enseñanza implica un análisis normativo imprescin-
dible y necesario. Podemos presentar un análisis empírico de la estructura de una
organización terrorista, o del perfil sociológico de los terroristas, pero cuando
otro colega o el alumno se preguntan si el acto violento del terrorista es compa-
rable a la acción de la policía o el ejército de un Estado democrático, el politó-
logo debe optar por una perspectiva normativa determinada, la del radical recha-
zo de esa equiparación.
Sin duda, la reflexión fundamental que debe presidir el trabajo científico del
politólogo es la de la eterna confrontación y, al mismo tiempo, complementarie-
dad de estas dos perspectivas de análisis, la empírica y la normativa. Sin embar-
go, también podemos especificar algo más la cuestión de las perspectivas de
análisis dado que, además de las dos grandes perspectivas de las que hemos ha-
blado, también existen en la Ciencia Política escuelas diversas que muestran una
complejidad algo mayor que la apuntada más arriba. No todos los autores hacen
una clasificación semejante de esas escuelas ni les conceden una importancia
semejante. Las clasificaciones son diversas y variadas.
Veamos, por ejemplo, la clasificación que establecen David Marsch y Gerry
Stoker. Estos autores, en primer lugar, rechazan el término «escuela» puesto que,
señalan, da una idea exagerada de cohesión y orden dentro de las subdivisiones
de la Ciencia Política. Ellos optan por el concepto de «enfoques» y consideran
que estos enfoques se diferencian por el tipo de respuesta que dan sobre la pre-
gunta del objeto principal que debe tratarse, sobre el método para obtener datos
y sobre la naturaleza del proceso de teorización que debe llevarse a cabo. Los
diversos enfoques, además, muestran diferentes presupuestos en torno al carác-
ter y funcionamiento de la política.
A partir de estas consideraciones, Marsch y Stoker destacan seis diferentes
enfoques, conectados con determinadas épocas históricas. En primer lugar, cabe
destacar la teoría normativa y los estudios institucionalistas que constituyen el
fundamento de la Ciencia Política tradicional. La teoría normativa se dedica a
EL ANÁLISIS DE LA POLÍTICA 33

¿/.zar el «deber ser», los valores morales, y, a pesar de que entró en decaden-
: er. los años cincuenta, volvió a resurgir a partir de los setenta. El institucio-
,;smo se ha centrado en el análisis de las reglas y las organizaciones formales
?.ítema político, es decir, en el análisis de las instituciones del Estado.
La teoría conductista, también llamada behaviorismo, ha sido el enfoque
minante de la disciplina en Estados Unidos desde los años cincuenta. Se ha
->:derado que es el intento de aplicar el método científico al análisis de la
:::ca y se ha centrado en el estudio del comportamiento de los individuos a
es de la utilización de datos agregados y análisis cuantitativos. La teoría de
sección racional, por su parte, se basa en la idea de que el comportamiento
:::co es el resultado de las decisiones de individuos que actúan según su pro-
: interés.
Cabe destacar, por último, el impacto, a partir de los años setenta, del femi-
•mo y del análisis del discurso. El feminismo introduce la vertiente del géne-
er. el análisis político e intenta una reorientación de la Ciencia Política que
rere lo que considera punto de vista masculino. La teoría del discurso, por
--.o. se centra en la construcción de significados a través del discurso y en la
-prensión de la forma en que se produce esa construcción10.
En la anterior clasificación se ha incluido el behaviorismo como un enfoque
ii ¿¿ \ Ciencia Política, pero, dado su enorme peso en las últimas décadas,
- z singularizarlo como el enfoque que se ha impuesto en una buena parte de
Ciencia Política. Ciertamente, el behaviorismo ha sido mayoritario sobre todo
Esiados Unidos, pero, debido a la capacidad que este país tiene para influir
.: Ciencia Política del conjunto del ámbito occidental, el behaviorismo ha
-rado también un lugar fundamental en otros países, también en España.
la importancia del behaviorismo ha sido y es de tal magnitud que podemos
rlar de otra clasificación de enfoques que también se ha hecho en Ciencia
•lírica y que distingue dos grandes tendencias fundamentales, el behaviorismo
--. rxistbehaviorismo. El postbehaviorismo nace de la crítica a algunas limita-
: r.í> del behaviorismo, fundamentalmente, su atención a temas muy específi-
- rero muy poco ambiciosos. El behaviorismo analiza y explica tan sólo aque-
- cuestiones que pueden ser abordadas por los métodos cuantitativos y
'trastadas adecuadamente desde el punto de vista empírico. De ello se deriva
e muchas de las grandes preguntas o de las cuestiones más ambiciosas quedan
IB de su campo de análisis.
E i llamado postbehaviorismo se impone a partir de los años setenta y conso-
.-; lo que podríamos considerar un enfoque más plural de la Ciencia Política
d que se asumen algunos elementos del behaviorismo, básicamente, el em-
d smo y la preocupación por un enfoque plenamente científico en el análisis
la política. Pero, además, se desarrolla la idea de que es preciso complemen-
e>e enfoque con otros enfoques como el institucionalista, la teoría de la elec-
: • racional o el análisis del discurso. El resultado es una mayor capacidad y
_eza analítica de la Ciencia Política y, además, un acercamiento más ambi-

Yéase, con relación a la clasificación de los enfoques, David Marsh y Gerry Stoker (eds.),
Ii v métodos de la ciencia política, Alianza, Madrid, 1995.
34/ INTRODUCCIÓN A LA CIENCIA POLÍTICA

cioso a la realidad social en el que se responde a las pequeñas preguntas pero se


plantean también las grandes preguntas y se acepta que las respuestas de interés
puedan venir de enfoques diferentes al análisis cuantitativo.
Esta obra pretende situar a la Ciencia Política en el equilibrio entre el enfoque
normativo y empírico y, además, en esa mesa del centro que apuntara Gabriel
Almond. Pero también este libro pretende fundamentar con especial énfasis la
necesidad de hacer una Ciencia Política comparada. Una perspectiva comparada
es imprescindible para el análisis politológico ambicioso e, incluso cabría decir,
para el análisis politológico científico. En ese sentido, el-análisis politológico que
se presenta en estas páginas pretende ser un análisis comparado, sobre todo en el
caso español, pero con una contextualización de los diferentes problemas abor-
dados por la Ciencia Política en la comparación de diversos sistemas políticos.
• Angelo Panebianco ha señalado que hay tres grupos de científicos políticos,
con intereses de investigación diferentes y un modo diferente también de enten-
der la disciplina: un grupo mayoritario, el de los empíricos, cuyo trabajo es una
actividad descriptivo-explicativa de singulares fenómenos delimitados en el es-
pacio y en el tiempo y con ningún interés en construir un cuerpo teórico gene-
ralizante, un grupo mucho más restringido, el de los teóricos, con poco control
empírico, y, por último, un grupo aún más reducido, los comparativistas, que
combinan ambas perspectivas11. Esta obra está inspirada por esa perspectiva
comparada descrita por Angelo Panebianco que combina la preocupación empí-
rica con la ambición teórica y que pretende entender la política a partir de los
datos que nos ofrece la comparación de los diferentes sistemas políticos pero
también con la orientación que proporciona la reflexión teórica.

3. CONFLICTO Y CONSENSO. DEMOCRACIA Y ÉLITES /

Los diferentes enfoques que he comentado más arriba nos ofrecen las pautas
para abordar el análisis de la política. Pero ese análisis- está, además, invariable-
mente orientado por nuestras concepciones en torno a los grandes ejes que expli-
can el funcionamiento de nuestras sociedades. Esos ejes u orientaciones sobre los
grandes problemas no son estáticos y la Ciencia Política que ponemos en práctica
cada día implica una discusión constante sobre esos grandes problemas y las orien-
taciones adecuadas para definirlos. Pero esa discusión permanente no debe suponer
una ausencia de esos ejes de explicación, ejes que he definido en el epígrafe de
este apartado bajo los conceptos de consenso y conflicto y democracia y élites.
Debo en buena medida este punto de partida a Seymour Martin Lipset quien
planteaba que en la base de la Sociología Política hay cuatro grandes autores y
cuatro conceptos, Marx y Tocqueville y el conflicto de clases y el consenso y
Weber y Michels y la democracia y la burocracia12. El planteamiento básico de
los dos grandes ejes de debate es adecuado si bien el concepto de élites contras-

11 Angelo Panebianco, «Comparación y explicación», en Giovanni Sartori y Leonardo Moruno


(eds.), La comparación en las ciencias sociales, Alianza, Madrid, 1994.
12 Seymour Martin Lipset, El hombre político, Eudeba, Buenos Aires, 1977.
EL ANÁLISIS DE LA POLÍTICA 35

;_:.: : :>n el de la democracia ofrece un interés algo mayor que el de la burocra-


. . : _r¿ abordar la cuestión de la realización de la democracia o del valor ética-
- ;r.:e superior de la democracia respecto a otros sistemas políticos.
Como señala Lipset, para Marx, conflicto y consenso son incompatibles y no
-.; ;en darse al mismo tiempo en una sociedad. Una sociedad está en conflicto
r>:¿ en consenso. Sin embargo, para Tocqueville, conflicto y consenso podían
. - :vir al mismo tiempo. El enfoque de Ciencia Política que se defiende en
í>--is páginas está definitivamente alejado del concepto de conflicto y consenso
_ . Marx y cercano a la visión de Tocqueville. Conflictos diversos atraviesan
- -;~::js sociedades constantemente pero esas mismas sociedades realizan una
---;-eda constante del consenso. Y, de hecho, ese consenso surge una y otra
;: los sistemas democráticos representan en buena medida la época histórica
|B ce r.senso alcanzada en torno a algunos principios fundamentales del funcio-
ürr.iento del sistema político.
-1 conflicto de clases en el que Marx fundamentaba sus teorías sigue exis-
_í"¿o. pero se manifiesta de forma notablemente diferente a la que este autor
r servaba y, además, convive con mecanismos de consenso entre los diferentes
.vereses de clase. Las fuentes del conflicto, por otra parte, son bastante más
; ¿rsas que las señaladas por Marx y también se hallan fuera del ámbito políti-
;: Los conflictos nacionalistas o los que se producen alrededor de las cuestiones
óe inmigración, por ejemplo, tienen raíces y explicaciones básicamente cultura-
• y sociales. El mismo conflicto alrededor de la globalización protagonizado
?•:: ios llamados grupos «antiglobalización» contiene elementos económicos re-
¿v.vos a la relación entre países ricos y pobres pero, sin embargo, tiene también
-ondas raíces culturales y políticas que no podríamos poner de relieve con el
. -;uema marxista del conflicto de clases. Y el nuevo gran conflicto político mun-
: ¿1 que se definió claramente tras el atentado contra las Torres Gemelas y el
-entágono del histórico 11 de septiembre de 2001 y que podemos definir como
: conflicto entre el islamismo fundameñtalista y la democracia y los valores
. ..dentales es, en buena medida, un conflicto cultural.
Preguntarnos por los factores que explican el consenso que preside en las
_.:;mas décadas la vida política de los países democráticos es tan pertinente po-
:: '.ogicamente como preguntarnos por los conflictos parciales que también afec-
_r. constantemente a estas sociedades. Pero, además, hay una segunda razón que
üce aún más recomendable la pregunta sobre el consenso. Se trata de la preocu-
pe ion misma por la búsqueda del consenso. Desde el punto de vista normativo,
I Ciencia Política puede ofrecer sus reflexiones a la sociedad sobre los meca-
-.smos que facilitan el consenso de las sociedades.
Samuel Huntington señalaba en su introducción al análisis sobre el orden
:•: Jtico en las sociedades en cambio que el concepto de orden político que pre-
ide el título de su libro es básicamente un objetivo pero no una realidad y que
PC concepto y el libro en general tienen su origen en su preocupación por la
ís:abilidad política13. Mi reflexión sobre la política también está inspirada por la

Samuel P. Huntington, El orden político en las sociedades en cambio, Paidós, Buenos Aires.
INTRODUCCIÓN A LA CIENCIA POLÍTICA

preocupación por el consenso que es, al fin y al cabo, una preocupación cons-
tante de los sistemas políticos democráticos. Por eso, el consenso no sólo es un
concepto que sirve para explicar una característica relevante de las democracias
sino también un objetivo permanentemente deseable para esas democracias.
El otro gran eje que preside estas páginas es el de la democracia. Por dos
razones. En primer lugar, porque este análisis se centra en la política que tiene
lugar en los sistemas democráticos, la política entendida en todas sus dimensio-
nes, la política como acción de los ciudadanos, la política como la acción del
Estado, o la política como las ideas, las ideologías, los valores, que guían todas
esas acciones. En segundo lugar, porque la creencia de que la democracia es el
sistema de organización política más deseable preside también estas páginas por
lo que la democracia es una realidad política que es plenamente relevante estu-
diar pero también un objetivo desde el punto de vista normativo que inspira esta
obra.
Esta centralidad de la idea de importancia y de la deseabilidad de la demo-
cracia nos suscita, a su vez, dos grandes cuestiones que es interesante comentar.
En primer lugar, la cuestión relativa a la autonomía del sistema político y, en
segundo lugar, la cuestión relativa al grado de realización de los ideales de de-
mocracia o la tensión entre participación ciudadana y acción de las élites.
La Ciencia Política se fundamenta, por la propia definición de su campo de
estudio, en la creencia en la autonomía de la política y, al mismo tiempo, en la
centralidad de la política como fuente explicativa de lo que ocurre en diversas
áreas de la vida de la sociedad. En este sentido, la Ciencia Política se aleja ra-
dicalmente de la concepción marxista de la relación entre economía y política
en la que la política queda claramente supeditada a la economía y en la que la
política y su funcionamiento se explican como un producto de 1^ relación de
clases.
Según Marx y Engels, la relación de clases explica la estructura del Estado
o la cultura o las luchas ideológicas de una sociedad. Si queremos entender el
Estado, debemos atender a la estructura de clases porque el Estado es el instru-
mento político que emplea la burguesía para perpetuar su explotación sobre el
proletariado14. Es decir, debemos mirar hacia la economía, no hacia la política.
Como señalaba Karl Popper, de esta perspectiva se derivaba que la política, las
instituciones políticas y legales y las luchas políticas nunca pueden ser de im-
portancia primordial, es decir, «la política es impotente»15.
La Ciencia Política, sin embargo, tiene la razón misma de su existencia en la
idea de que las fuentes de poder en la sociedad son complejas, en la idea de que
el poder es económico, pero es también político, es también cultural. La Ciencia
Política se ha desarrollado precisamente para explicar el poder político si bien
la centralidad del poder político en el análisis de la Ciencia Política no debe

14 Karl Marx y Friedrich Engels, El manifiesto comunista, Ayuso, Madrid, 1976.


15 Karl Popper, La sociedad abierta y sus enemigos, Paidós, Buenos Aires, 1991, p. 301. Karl
Popper también añadía que, en la práctica, los marxistas nunca confiaron en la teoría de la impo-
tencia del poder político y, siempre que pudieron actuar, dieron por sentado que el poder político
podía ser utilizado para controlar el poder económico.
EL ANÁLISIS DE LA POLÍTICA

•a;er olvidar que la estructura del poder es compleja y hay también otras formas
es poder. La explicación de Daniel Bell sobre la estructura del poder es bastan-
; -.:'.! para ilustrar esa complejidad. Las bases del poder son tres, explicó Daniel
r;'.'.. la propiedad, la posición política y la preparación. A la propiedad se acce-
de a través de la herencia o de la capacidad empresarial, a la posición política,
, -aves de la pertenencia a una camarilla o mediante la cooptación, y a la pre-
---^ción, a través de la educación16.
La política es, en cierta forma,'el reino de la democracia, porque el poder
político en cuyo análisis nos centramos en estas páginas es el poder político re-
- c~-.ado por el sistema democrático. Y es por eso por lo que esta obra gira en
~o a la democracia y a los mecanismos de creación, ejercicio y funcionamien-
ael poder político en las democracias. Entiendo la democracia como un con-
_r.:o de principios políticos que deben presidir la organización del sistema pó-
rtico, principios que tienen una base sustancialmente normativa. Y entiendo
--mbién la democracia como un procedimiento a través del cual, como decía
íeph Schumpeter, el pueblo tiene la oportunidad de aceptar o rechazar los
- ::nbres que han de gobernarle17, o, como señaló Giovanni Sartori, un procedi-
- ento que impone una poliarquía abierta, que atribuye poder al pueblo y que
~r;one la capacidad de respuesta de los elegidos frente a los electores18.
Si el poder del pueblo es efectivo o no, o si es real o no, es una cuestión que
-a sido sometida, sin embargo, a numerosos debates. Desde las teorías clásicas,
: s pensadores llamados elitistas, Vilfredo Pareto, Gaetano Mosca y Robert Mi-
.r.els, dibujaron una sociedad permanentemente dividida entre élites y no élites
en la que las élites se imponían siempre, concentraban todo el poder y hacían
mposible la democracia. En épocas recientes, la democracia ha estado y está
i-ometida a un debate constante, desde las posiciones de los que piensan que una
auténtica democracia debería ser directa hasta aquellas de quienes señalan que
r> imperfecta dado que las posibilidades de participación de los ciudadanos son
~uy limitadas.
La tensión entre el poder de las élites y el poder de los ciudadanos preside
.. debate sobre la democracia. Algunos sostienen que las élites, tanto las élites
. c onómicas como las élites políticas, concentran todo el poder y tienen una gran
capacidad para determinar las actitudes, los valores y las vidas de los ciudadanos
"lentras que otros creen que las élites políticas, que son las que nos interesan
Tundamentalmente desde la Ciencia Política, están sometidas al control de los
ciudadanos a través de los mecanismos establecidos por las democracias.
Unas élites complejas, producto de la estructura de poder también compleja
cue definía más arriba, tienen capacidad para orientar los valores de los ciuda-
aanos y también sus decisiones. Unas élites políticas en la cima del poder polí-
:;co toman las decisiones políticas. Sin embargo, el poder político en las demo-
cracias está depositado, en última instancia, en la ciudadanía. Las élites toman

Daniel Bell, El advenimiento de la sociedadpost-industrial, Alianza, Madrid, 1985, p. 415.


Joseph A. Schumpeter, Capitalismo, socialismo y democracia, t. II, Orbis, Barcelona, 1983,
)
Giovanni Sartori, Elementos de teoría política. Alianza, Madrid, 1992, p. 42.
38 INTRODUCCIÓN A LA CIENCIA POLÍTICA

las decisiones, pero esas élites son elegidas por los ciudadanos, y están perma-
nentemente sometidas al control de los ciudadanos y al control, a su vez, de otras
élites. La tensión entre unas y otras élites y la tensión entre élites y ciudadanos
preside la relación entre el Estado y la sociedad y preside, por lo tanto, la polí-
tica que en estas páginas intentamos desentrañar.

4. LOS CAMPOS DE ANÁLISIS DE LA CIENCIA POLÍTICA

Esta obra concibe la política como el producto de la interrelación entre Es-


tado y sociedad y, en ese contexto, los campos de análisis de la Ciencia Política
se estructuran alrededor de ese eje Estado-sociedad. En el eje del Estado o de
las instituciones políticas, la comprensión de la política nos exige clarificar, en
primer lugar, la relación entre los conceptos de Estado, gobierno y nación, con
una especial atención al concepto de Estado y a las características del Estado
contemporáneo. Además, los sistemas políticos bajo los que se organizan las
sociedades y, muy especialmente, la democracia, requieren una atención especial.
El poder legislativo y el poder judicial son también campos de análisis ineludi-
bles desde el eje del Estado y no hay que olvidar, por último, la referencia a la
administración pública y a las políticas públicas.
La política es también la acción de los ciudadanos. Esta acción se analiza
fundamentalmente bajo los conceptos de participación y comportamiento polí-
tico. Pero, además, es preciso conocer los mecanismos a través de los que se
forman los valores y las actitudes políticas, la socialización, y los procesos a
través de los que esos valores influyen en la política, es decir, es preciso enten-
der las ideologías, la cultura política y, también, la opinión pública. El análisis
de las organizaciones que los ciudadanos forman para actuar en política se ins-
cribe también en el eje de la sociedad y debe incluir necesariamente las organi-
zaciones fundamentales de las democracias, los partidos políticos pero también
los grupos de interés y los movimientos sociales. Por último, cabe preguntarse
por el lugar donde debemos situar a las élites políticas, si en el eje del Estado o
en el eje de la sociedad. Ambos podrían ser válidos para abordar el análisis de
las élites políticas porque las élites actúan desde el Estado pero surgen en la
sociedad, y expresan, en este sentido, la esencia misma de la política como diá-
logo e interrelación constante entre Estado y sociedad.
Como señalaba más arriba, mi análisis de la política se centra en los sistemas
políticos democráticos, con tan sólo una breve referencia a los sistemas políticos
no democráticos. Al margen de las cuestiones normativas que presiden esa elec-
ción, cabe destacar que una buena parte de la Ciencia Política que se hace en la
actualidad es una Ciencia Política centrada en la democracia, en la política de
los países democráticos. En este sentido, esta elección sigue una pauta muy ha-
bitual en nuestro campo. En buena medida, este interés por la democracia se
explica por la focalización del análisis de la Ciencia Política en la llamada área
occidental y en su sistema político típico, es decir, la democracia.
Esta elección del área occidental como campo preferente de análisis respon-
de a factores normativos, a cuestiones relacionadas con el propio desarrollo de
EL ANÁLISIS DE LA POLÍTICA 39

li disciplina y a meras cuestiones prácticas. Es decir, esta elección no sólo está


residida por la creencia en la superioridad de la democracia como sistema po-
::co sino que está determinada también por la acumulación de conocimientos
;e investigaciones de la Ciencia Política en torno a países democráticos. Ello
-: elimina el interés o la posibilidad de analizar politológicamente los sistemas
• : democráticos pero sí hace más viable la reflexión en torno al funcionamien-
de la política en el contexto de los sistemas más ampliamente analizados
- _í:a el momento. Por último, además, hay que apuntar también una mera cues-
- n práctica relativa a la accesibilidad a los datos. Esa accesibilidad existe para
: í países democráticos y es mucho más complicada para otros sistemas polí-
~:;os.
Cabe destacar, por último, una reflexión en torno a los límites de la política,
:_e es también una reflexión en torno a los límites de la acción del Estado y a
- límites mismos de las democracias. Es preciso recordar que la democracia
: í un sistema político, que el Estado es una institución política y que la política
- un campo fundamental de la sociedad pero que convive con otros campos
:: mo la economía y la cultura en los que puede influir e influye pero que no
- _ede determinar. En ese sentido, la esfera de la política interactúa, a su vez, con
•ras esferas como la economía o la cultura y sus límites de acción son, en bue-
-2 medida, los que imponen la capacidad de acción de las otras esferas.
Juan Linz señalaba que hay unos límites a la acción del Estado y de los go-
- emos democráticos y que, en último término, la calidad de una sociedad, su
,-eatividad intelectual, económica, la calidad de las relaciones humanas, de la
:da familiar y tantas otras cosas no sólo dependen de la acción del Estado.
Afirmaba Juan Linz que «tenemos que tener una conciencia clara de los límites
~-z la capacidad del Estado de transformar la sociedad, de asegurar el desarrollo
;. ?nómico, de hacer efectivos los derechos sociales que encontramos en algunas
- punciones y en las promesas de los partidos políticos»'9. Las palabras de Linz
-; refieren a los límites de la capacidad de la acción del Estado pero nos sirven
•j.mbién para recordar los límites 'de la capacidad de las democracias que son, al
ñn y al cabo, sistemas políticos, y los límites también de la política, del campo
:; estudio de la Ciencia Política.

TEXTOS

. ANÁLISIS EMPÍRICO Y EL ANÁLISIS NORMATIVO

La mejor ilustración de la diferencia entre ambos tipos de opción (el análisis


empírico y el análisis normativo) la proporcionan tal vez los personajes de la serie
de televisión Star Trek. El Sr. Spock, que interpreta en ella el papel del científico
extraterrestre, es la personificación de la mentalidad empírica. Tan sólo le interesa

• ln<i d e his democracias. Universi-


INTRODUCCIÓN A LA CIENCIA. POLÍTICA

lo que puede ser observado o deducido, y en modo alguno lo que sus compañeros
humanos sienten o prefieren «irracionalmente». Percibe y evalúa la realidad pero
no la juzga. El Dr. McCoy, médico de la astronave, en cambio, es la mentalidad
normativa personificada. Aun cuando posee una formación científica, se deja guiar
invariablemente por la preferencia y por el sentido de la rectitud más que por la
lógica y por el sentido de la eficacia. Por último, James Kirk, capitán de la astro-
nave, proporciona una síntesis de las opciones empírica y normativa. Recurre al
conocimiento y la capacidad de raciocinio del Sr. Spock, pero tempera su juicio
con la sensibilidad moral de McCoy. Rechaza los dos extremos, pero se sirve de
ambas tradiciones. Invariablemente, obtiene el éxito.
La síntesis del capitán Kirk encierra también una lección para nosotros, pues
el análisis normativo sin el fundamento empírico puede llevar a juicios de valor
apartados de la realidad. Por otro lado, el análisis empírico sin la sensibilidad para
con las cuestiones normativas puede llevar a la creación de una estructura factual
en el vacío, un conjunto de observaciones cuyo significado no estemos preparados
para comprender plenamente. Por eso, el objeto que se persigue al emprender la
investigación política es servirse de ambos tipos de análisis —empírico y norma-
tivo—, no sólo para adquirir un máximo de conocimientos, sino también para
comprender la realidad política de la manera más completa posible. Y así, aunque
en este libro se hace especial hincapié en el análisis político empírico, nuestro
objetivo es, además de familiarizar al lector con los diversos aspectos de la técni-
ca empírica, lograr que valore la perspectiva normativa, más amplia, en la que se
interpreta el conocimiento.
En este sentido, podemos considerar la investigación científica como una ma-
nera de conocer, como un lenguaje común de investigación. Sin duda, no es la
investigación científica el único modo de conocer, pero sí, en muchos casos y para
múltiples fines, el más eficaz. Se puede conocer mediante la experiencia, pero no
todo el mundo comparte la misma. Se puede conocer manteniendo los ojos abier-
tos, mas no se puede estar seguro de que a través de esa observación no estructu-
rada vayan a percibirse todos los sucesos importantes y ni siquiera un conjunto
representativo de ellos. Algunos pueden incluso «conocer» mediante visiones o
voces secretas, y otros habrá que tengan por veraces sus descripciones y narracio-
nes, pero no todos pueden aprender métodos visionarios. Cada una de estas formas
de conocimiento cumple un propósito y tiene sus aplicaciones, pero ninguna tiene
en cuenta la totalidad de los hechos o conclusiones ni el conocimiento de cómo se
han obtenido. Cada una de ellas permite la comunicación, pero ninguna nos ayuda
a adquirir una comprensión amplia y compartida.
La investigación científica, en el sentido de estudio orientado por el método
científico, sí lo permite, y con creces, pues no sólo nos ofrece la posibilidad de
conocer la realidad y evaluar los modos de conocerla, sino también —por ser éstos
comúnmente entendidos por quienes han aprendido el método— la de perfeccionar
nuestros medios de investigación. La investigación científica es un modo de cono-
cimiento autocorrector en continuo desarrollo.

FUENTE: Jarol B. Manheim y Richard C. Rich, Análisis político empírico. Mé-


todos de investigación en ciencia política, Alianza, Madrid, 1988, pp. 16-17.
EL ANÁLISIS DE LA POLÍTICA 41

ICIO DEL POLITÓLOGO

La variedad de enfoques presentada en este libro es considerable. Para noso-


. esto es una ventaja: examinar los acontecimientos políticos desde diferentes
respectivas conceptuales y teóricas puede ofrecer explicaciones o interpretaciones
iliernativas de los fenómenos. Estamos en contra de aquellos que señalan que la
r.eocia política debe dar prioridad a las formas de producción de conocimiento
r-c _::'.izan la cuantificación y las demostraciones matemáticas. Es cierto que unas
—edidas cuantitativas apropiadas pueden ayudarnos a abordar problemas de la
rr-estigación y, del mismo modo, el razonamiento matemático puede mejorar la
liTicidad para elaborar ideas. Sin embargo, también el análisis histórico, institu-
cional o del discurso pueden dar ideas que esos métodos cuantitativos no aportan,
i- :irminos más generales [...], el análisis cualitativo debería gozar de la misma
; :r_5:deración que los estudios cuantitativos. Estamos a favor de una ciencia polí-
:xa que capte la riqueza de la experiencia humana y no de una disciplina que, por
_.:¿r_zar el respeto profesional, convierta en fetiches ciertas técnicas o formas de
: .-cocimiento.
Al hacer ciencia política, quisiéramos evitar la debilidad que produce una es-
recialización estricta. En esta disciplina proliferan intereses diversos y específicos,
ü! diversidad pone de manifiesto el crecimiento de las ciencias políticas, lo cual,
;-_ rr.uchos sentidos, es motivo de alegría. Cada subdisciplina tiene sus propias
: _-/.¿aciones periódicas, conferencias y redes. Sin embargo, esta evolución podría
;; i: a los investigadores atrapados en una rama de la disciplina, sin conocimien-
: ¿e las aportaciones importantes que se están produciendo en otras [...].
En nuestra opinión, la ciencia política de calidad también debe caracterizarse
?•: - íu capacidad de abrirse a otras disciplinas. La ciencia política tiene un núcleo
: ¿ politólogos han de conservar su propia identidad pero manteniendo la capa-
- ^d para remitirse a otras inquietudes ajenas [...].
La última característica de la ciencia política que nos gustaría recalcar aquí es
'. necesidad de que sea relevante. Para nosotros esto significa no caer en la tram-
: i ¿e polémicas teóricas y metodológicas muy abstractas y de difícil comprensión
El problema es aplicar los ricos y diversos enfoques de la disciplina a los
TToblemas reales» de la sociedad. La ciencia política relevante no se limita a las
.-.estiones técnicas ni a recetar políticas a corto plazo sino que puede criticar las
meneas y los principios sociales. Debería estar dispuesta a dar a conocer sus ha-
¿zgos de una forma accesible y a no eludir los retos que plantea recomendar
políticas, aunque, al concebir cambios para el mundo, tenga que reconocer los
pandes límites que tienen su conocimiento y su capacidad.

FUENTE: David Marsh y Gerry Stoker (eds.), «Conclusiones», en David Marsh


v Gerry Stoker (eds.), Teoría y métodos de la ciencia política, Alianza, Madrid,
"l997,pp. 294-295.

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