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INTRODUCCIÓN
A LA CIENCIA
POLÍTICA
LA POLÍTICA EN LAS SOCIEDADES
DEMOCRÁTICAS
os
UNtVtRSIDAD CUC.AK VALLfcJO UMA NQB
BIBLIOTECA
EDURNE URIARTE
INTRODUCCIÓN
A LA CIENCIA POLÍTICA
LA POLÍTICA EN LAS SOCIEDADES
DEMOCRÁTICAS
SEGUNDA EDICIÓN
-*
temos
interacción
CAPÍTULO I
sus decisiones?, y 2) ¿por qué los ciudadanos obedecen la mayor parte del tiem- r.-r- ;. a no basta
po estas decisiones pero a veces desobedecen algunas?4. -cerna5 de i pod
Y, sin embargo, creo que es necesario plantear una perspectiva más amplia r :>:• ; el m:ht
de la política que corrija los dos problemas señalados y que incorpore nuevos : r-ercion jurídic
elementos. Esto significa que el concepto de política que se propone en estas Pero, adema
páginas no se centra en el eje del Estado, sino en la relación entre Estado y so- r- -.ampien nece
ciedad. Además, concibe el poder político como algo más complejo que el poder u. como ha sid
ejercido desde el Estado por las élites políticas y burocráticas. Y, en tercer lugar, ~-;sma forma qu
destaca otros aspectos de la política como son el de la búsqueda de consenso a :ajo '.a política
través de la discusión y la participación y el elemento organizativo de la política, m:a en si mism
igualmente importante. reno a los ciud
En este contexto, el concepto de política que se presenta en estas páginas se explica en sí mi
encuentra en la interrelación entre Estado y sociedad, o, dicho de otra forma, la f :rma o de otra.
política surge en las relaciones entre Estado y sociedad. Además, de estos dos En este conté
ejes, es el eje de la sociedad el fundamental, ya que el Estado es un producto de en ¡a sociedad y
la sociedad, un conjunto de instituciones que se dan las personas a sí mismas una entidad ind
para organizar su vida en común. Si bien esas instituciones adquieren un poder ajeno a los misn
con cierta capacidad para independizarse de las personas o de la sociedad de las para determinar
surge y de las que se alimenta, el Estado es, sustancialmente, un producto de la poder como un e
sociedad. Y sus gestores, las élites políticas, surgen también de la sociedad. su capacidad de
Ciertamente, parece sencillo aplicar este esquema de relaciones Estado-so- ción como una e
ciedad o esta dependencia del Estado respecto de la sociedad a los sistemas y. en cualquier c
políticos democráticos en los cuales los representantes políticos son elegidos por la misma forma <
los ciudadanos y en los que las leyes son consensuadas por esos ciudadanos. Pero un concepto de
también es posible aplicar este esquema a los sistemas no democráticos. Porque Esta concepc
también en estos sistemas el poder político es sostenido y controlado por diver- da de los indivic
sos grupos de la sociedad y ese poder tan sólo se entiende en el contexto de las danos que se ref
relaciones y luchas sociales. so, autónomo, ce
El Estado, el poder político, tiene unas características determinadas que se ' y autoperpetuars
derivan de las relaciones sociales, de las acciones de individuos y grupos socia- te de las élites ir
les, de los valores predominantes, de las luchas ideológicas, de la estructura de «Poder» abstract
clases. En este sentido, la sociedad y sus componentes explican el Estado y el dicen sentirse toi
poder político, y la comprensión del significado de la política tan sólo es posible la libertad de esf
si se entiende en su sentido dinámico y en su sentido de relaciones sociales. cidad de crítica.
Como ha destacado Giovanni Sartori, la separación entre Estado y sociedad Y, sin embar
o entre lo político y lo social es bastante habitual hoy en día, pero no siempre que el poder poí
ha sido así, porque estas distinciones se consolidaron en el siglo xix. Y Sartori democracias, es
piensa que la sociedad toma verdaderamente conciencia de sí misma sobre todo sentido, los ciud;
a partir de las teorías de los economistas de los siglos xvm y xix que son los que decir, los ciudad
desarrollan una idea de la sociedad que funciona por sí misma, independiente- acciones del Est
mente del Estado, según sus propios principios. ciones. Y, adem;
Esta autonomía y singularidad de la sociedad respecto al Estado conlleva influencia es-peci
entre otras cosas, añade Giovanni Sartori, que los conceptos de poder y de coer- poner en crisis s
4 Michael G. Roskin, Robert L. Cord, James A. Medeiros y Walter S. Jones, Política! Science:
An Introduction, Prentice Hall, Englewood Cliffs (Nueva Jersey), 1994, p. 2. Giovanni Sartc
LA POLÍTICA COMO PODER Y COMO PARTICIPACIÓN 17
irte del tiem- ción ya no bastan para circunscribir y caracterizar la esfera de la política, porque
además del poder político hay otros poderes como el poder económico, el reli-
\s amplia gioso o el militar, y, además de coerción política, hay una coerción social, una
rpore nuevos coerción jurídica, una coerción económica y otras5.
K>ne en estas Pero, además de la idea de la complejidad del poder, destacada por Sartori,
Estado y so- es también necesario replantear el sentido mismo del concepto de poder político
' que el poder tal como ha sido habitualmente explicado por la Ciencia Política. Porque de la
I :ercer lugar, misma forma que se ha tendido a centrar la política en el Estado y se ha expli-
:e consenso a cado la política desde una idea de Estado desgajado de la sociedad, con autono-
¿e la política, mía en sí misma, se ha pensado también en el poder político como un poder
ajeno a los ciudadanos, como un poder que se impone a los ciudadanos, que se
as páginas se explica en sí mismo, y cuyos efectos los ciudadanos padecen o reciben de una
?rra forma, la forma o de otra.
de estos dos En este contexto, hay una concepción sobre el poder ampliamente extendida
i producto de en la sociedad y también entre sectores de las mismas élites según la cual existe
a sí mismas una entidad independiente y con vida propia que es el Poder con mayúscula,
:-:en un poder ajeno a los mismos ciudadanos, a las propias élites y con enormes capacidades
piedad de las para determinar las vidas de los individuos. El problema de esta concepción del
reducto de la poder como un ente alejado y en cierta medida misterioso no es tanto la idea de
sociedad. su capacidad de determinación de la vida de los ciudadanos sino su interpreta-
es Estado-so- ción como una entidad abstracta cuyos componentes y esencias no se identifican,
'.os sistemas y, en cualquier caso, se entienden como ajenos a la sociedad. Nuevamente, y de
: elegidos por la misma forma que en relación con el concepto de Estado, nos encontramos con
udanos. Pero un concepto de poder separado de la sociedad y de sus componentes.
¡neos. Porque Esta concepción del poder político como una entidad independiente y aleja-
ido por diver- da de los individuos se plasma constantemente en las reflexiones de los ciuda-
^ntexto de las danos que se refieren al «Poder» como un ente poderoso, maquinador y perver-
so, autónomo, con vida propia y organizado con el fin principal de reproducirse
inadas que se y autoperpetuarse. Esta concepción del poder se encuentra también en una par-
grupos socia- te de las élites intelectuales que en bastantes ocasiones se refieren a ese mismo
istructura de «Poder» abstracto, ajeno y alejado, al que achacan numerosos males o del que
;i Estado y el dicen sentirse totalmente alejados, o que combaten, o que critican en nombre de
olo es posible la libertad de espíritu y de la necesidad de mantener la independencia y la capa-
•5 sociales. cidad de crítica.
io >' sociedad Y, sin embargo, tanto los ciudadanos como esas élites intelectuales olvidan
•? no siempre que el poder político no sólo surge de las relaciones sociales sino que, en las
HX. Y Sartori democracias, es controlado de forma permanente por los ciudadanos. En ese
na sobre todo sentido, los ciudadanos de las democracias tienen parte de ese poder político, es
ae son los que decir, los ciudadanos no son sujetos meramente receptores de las decisiones o
-dependiente- acciones del Estado sino que tienen una participación en esas decisiones y ac-
ciones. Y, además, otras élites como las intelectuales tienen una capacidad de
:ado conlleva influencia especial para determinar las decisiones del Estado y para asegurar o
¿er v de coer- poner en crisis su legitimidad.
- liiical Science:
Giovanni Sartori, Elementos de teoría política, Alianza, Madrid, 1992, pp. 205-224.
18 INTRODUCCIÓN A LA CIENCIA POLÍTICA
Pero también en los sistemas no democráticos la estructura del Estado surge lie
de la sociedad, de los grupos sociales, o de individuos con capacidad para so-
meter la voluntad de los demás y para utilizar los diversos recursos sociales. Y,
en este sentido, el poder debe ser entendido también en su sentido dinámico y
en su imbricación en la sociedad y en sus relaciones.
El poder político en su sentido formal está ciertamente depositado en el Es-
tado, y es desde el Estado desde donde se pueden dictar órdenes que los miem-
bros de la sociedad están obligados a cumplir. Ahora bien, debemos tener en
cuenta que esas órdenes que surgen desde el Estado se originan en la sociedad,
no sólo porque las élites políticas surgen en la sociedad y constituyen una parte -urr.ero rr.u>
de la sociedad sino porque las leyes y los valores que inspiran esas leyes son construcción <
productos de la sociedad. Por lo tanto, aunque podemos identificar formalmen-
te al Estado como depositario del poder político, ese poder está sostenido en la lis ¿e ur.jí r.
sociedad y por la sociedad. Por lo tañí
Desde esta concepción del poder entendido en el eje de relaciones Estado-so- también un el
ciedad, podemos afirmar que, tal como decía Max Weber, la política es una lucha ~e-!0í deben
por conseguir el poder o por influir en la distribución del poder, siempre que ten- ?¿rir de ello;
gamos en cuenta la naturaleza compleja y dinámica de ese poder y los múltiples -.icior. ce pe'/
puntos desde los que se ejerce. Pero, sobre todo, cabe añadir a la definición de limitado a uru
Max Weber otros dos elementos también fundamentales de la política que esa mente como r
definición no incluye y que son igualmente necesarios para entenderla. Se trata La poiinc
del elemento integrador y consensual de la política y del elemento organizativo. ios individuos
La política, en ese sentido, es una lucha por el poder pero la política es tam- lírica desde la
bién el conjunto de acciones y relaciones que los individuos emprenden para se definen la<
llegar a acuerdos sobre sus valores y sus normas, para consensuar organizacio- se integran er
nes, símbolos, leyes y decisiones. La política es, desde el punto de vista de la y comportam
integración y el consenso, un proceso de búsqueda de acuerdos y de definiciones desde el punt<
comunes sobre la organización de la sociedad. Es por eso por lo que el proceso La polític,
político logra integración, porque reúne a los individuos en acciones sociales y definir e imp<
en procesos de discusión de las normas y leyes. Es decir, la política no es úni- para la sociec
camente una relación de poder, es también una relación de discusión y de con- política es tai
traste de valores a través de los cuales los individuos se integran en la sociedad. dades del gn:
Ese elemento integrador que aquí se pone de relieve no quiere decir que eli- sentido, la pe
minemos el conflicto de la política o que concibamos la política como un pro- sociedad oraa
ceso del que surge necesariamente el consenso. Si bien abordaré la cuestión del
conflicto y del consenso en el próximo capítulo, sí cabe señalar que el conflicto
y el consenso son dos caras constantes e imprescindibles de la política o que la 3. EL SIST:
política es un proceso de búsqueda de consenso en torno a las características de
las organizaciones políticas que se dan las sociedades a sí mismas y en la que El concep
las dinámicas del consenso y del conflicto se repiten constantemente, o también, námico de la
a veces se producen simultáneamente. producto de 1;
La confrontación entre los distintos valores de la sociedad y entre los distin- den como'fesi
tos modelos de organización política defendidos supone un cierto grado de con- los niveles co
flicto constante. En ocasiones, esa confrontación da lugar a conflictos intensos En este conju
que se pueden reflejar en huelgas, movilizaciones, enfrentamientos entre ciuda- más, es decir,
danos, o entre parte de los ciudadanos y el Estado, y, en algunas ocasiones, los bios en otros
r
LA POLÍTICA COMO PODER Y COMO PARTICIPACIÓN 19
Iones, op. cit., pp. 8 Gabriel A. Almond, G. Bingham Powell Jr. y Robert J. Mundt, Comparative Polines. A Theo-
retical Framework, Harper Collins College Publishers, Nueva York, 1993, p. 6.
22 INTRODUCCIÓN A LA CIENCIA POLÍTICA
igualmente im- ioo porque toman decisiones que afectan a las vidas de los ciudadanos, y esas
1 internacional. Decisiones, además, son vinculantes para todos.
10 doméstico y Ahora bien, el ejercicio del poder político debe ser entendido también junto
entornos y es •I concepto de participación, la participación de los ciudadanos que, por un lado,
•¿dback se pro- dirigen demandas a los líderes políticos para que tomen unas decisiones u otras
lítico con otros o para que las orienten en un sentido o en otro, y la participación de los ciuda-
.•poca en la que danos que, por otro lado, reciben las decisiones de los poderes políticos y reac-
| política, eco- cionan de un modo o de otro.
El concepto de participación que aquí se utiliza debe ser entendido en su
. >entido más amplio, es decir, nos es útil para referirnos al conjunto de acciones
y reacciones de los ciudadanos respecto del poder político. Esto significa que
incluimos todo tipo de acciones y reacciones de los ciudadanos, también las más
pasivas o las que aparentemente no incluyen ninguna acción o reacción ya que
ia interrelación :ambién éstas influyen en el Estado, en las decisiones de los poderes públicos,
individuos que y contribuyen a su cambio y evolución.
rganización de Por otro lado, aunque utilicemos habirualmente el concepto de participación
-rendido que la en relación con las democracias, también podemos aplicarlo a sistemas no de-
;s distintos ele- mocráticos en el sentido señalado más arriba, es decir, de las acciones y reac-
el conjunto de ciones de los individuos respecto a las decisiones del Estado. Las características
y las condiciones de esa participación son diferentes en unos regímenes políticos
?coger tanto los v en otros pero en todos ellos encontramos la interrelación entre las decisiones
ao los dos con- que emanan del poder político y las acciones-reacciones de los individuos que
a participación. condicionan de una forma o de otra esas decisiones.
es. La sociedad
;tado es el con-
ara organizarse
5. TEXTOS
ntienden en su
t
exclusiva de esas asociaciones políticas que hoy llamamos Estados o de las que
fueron históricamente antecedentes del Estado moderno. Dicho Estado sólo es
definible sociológicamente por referencia a un medio específico que él, como toda
asociación política, posee: la violencia física. «Todo Estado está fundado en la
violencia», dijo Trostski en Brest-Litowsk. Objetivamente esto es cierto. Si sola-
mente existieran configuraciones sociales que ignorasen el medio de la violencia
habría desaparecido el concepto de «Estado» y se habría instaurado lo que, en este
sentido específico, llamaríamos «anarquía».
La violencia no es, naturalmente, ni el medio normal ni eí único medio de que
el Estado se vale, pero sí es su medio específico. Hoy, precisamente, es especial-
mente íntima la relación del Estado con la violencia. En el pasado las más diversas
asociaciones, comenzando por la asociación familiar (Sippe), han utilizado la vio-
lencia como un medio enteramente normal. Hoy, por el contrario, tendremos que
decir que Estado es aquella comunidad humana que, dentro de un determinado
territorio (el «territorio» es elemento distintivo), reclama (con éxito) para sí el
monopolio de la violencia física legítima. Lo específico de nuestro tiempo es que
a todas las demás asociaciones e individuos sólo se les concede el derecho a la
violencia física en la medida en que el Estado lo permite. El Estado es la única
fuente del «derecho» a la violencia. Política significará, pues, para nosotros, la
aspiración (Streben) a participar en el poder entre los distintos Estados o, dentro
de un mismo Estado, entre los distintos grupos de hombres que lo componen.
FUENTE: Max Weber, «La política como vocación», en Max Weber, El político
y el científico, Alianza, Madrid, 1981, pp. 82-83.
EL REÑIDERO DE LA POLÍTICA
Aunque puedan variar los elementos del sistema de clases, la naturaleza del
sistema político, al igual que la arena donde se enfrentan los intereses, no lo harán.
En las próximas décadas, la arena política pasará a ser más decisiva, probablemen-
te por las dos razones fundamentales que he indicado en los capítulos anteriores:
formamos,-por primera vez, una sociedad nacional, en la que todas las decisiones
cruciales, que afectan de modo simultáneo a todas las partes de la sociedad (desde
los asuntos exteriores a la política fiscal), son tomadas por el gobierno, y no a
través del mercado; además, formamos una sociedad comunal, en la que en estos
momentos muchos más grupos intentan determinar sus derechos sociales —sus
reclamaciones sobre la sociedad— a través del orden político.
En la sociedad nacional deben emprenderse cada vez más proyectos (ya se
trate de la erradicación de la polución, o la reorganización de las ciudades) a través
de instrumentos grupales o comunales. En una sociedad estrechamente entrelaza-
da deben tomarse más decisiones a través de los cauces políticos y mediante la
planificación. Sin embargo, ambos mecanismos, de modo paradójico, aumentan el
conflicto social. La planificación proporciona un «campo» específico de decisión,
LA POLÍTICA COMO PODER Y COMO PARTICIPACIÓN 25
EL ANÁLISIS DE LA POLÍTICA
Sorberlo Bobbio, Estado, gobierno y sociedad, Plaza & Janes, Barcelona, 1987, p. 60.
[27]
28 INTRODUCCIÓN A LA CIENCIA POLÍTICA
Las condiciones señaladas por Bobbio, que son las condiciones de la ciencia
de la política hoy en día, suponen la culminación de una reflexión que iniciaron
los llamados padres de la sociología moderna. Marx y Engels señalaban que era
necesario terminar con la especulación y desarrollar una ciencia real y positiva,
es decir, una ciencia basada en premisas reales, en la vía puramente empírica.
Pensaban que era necesario investigar los fundamentos naturales de la vida hu-
mana y la modificación que experimentan en el curso de la historia por la acción
de los hombres2.
Pareto decía que la ciencia no se ocupa más que dé constatar las relaciones
entre las cosas, los fenómenos, y descubrir las uniformidades que presentan esas
relaciones. También pensaba que la ciencia nada tiene que ver con las soluciones
que proporciona el sentimiento para cuestiones que escapan a las investigaciones
científicas o experimentales3. Según Durkheim, se pueden estudiar los hechos
sociales «como cosas, desde fuera», las Ciencias Sociales son independientes
respecto a las doctrinas prácticas a las que no se puede conceder un valor cien-
tífico y lo que pretenden es aplicar a los fenómenos sociales el principio de la
causalidad, principio que ya ha sido comprobado en los demás reinos de la natu-
raleza y que, por lo tanto, hay que admitir como verdadero para el mundo social4.
Max Weber señalaba que la sociedad no puede ser tratada como materia de
las ciencias físicas ya que la intervención humana en las Ciencias Sociales se
sitúa en un marco de referencias distinto del de las ciencias de la naturaleza.
Ahora bien, decía Weber, queremos creer que es posible hacer distinciones claras
entre juicios de hecho y juicios de valor. Los juicios de valor sólo intervienen
en la elección y construcción del sujeto y, en consecuencia, es posible estudiar
el objeto de manera objetiva e independiente de los juicios de valor5.
La revolución behaviorista que tuvo lugar en Estados Unidos tras la Segunda
Guerra Mundial y que quiso fundar un quehacer científico similar al de las Cien-
cias Naturales y Exactas a través de las observaciones objetivas, sistemáticas y
cuantificadas del comportamiento humano, se puede considerar como la culmi-
nación de los objetivos marcados por los clásicos. En éste sentido, la conexión
entre el behaviorismo y el concepto de ciencia de los clásicos es clara. Para Ga-
briel Almond, la idea de que fue el movimiento behaviorista en Estados Unidos,
y particularmente, la Escuela de Chicago, la que llevó a la Ciencia Política por
la senda del cientifismo no resiste un examen cuidadoso de las fuentes. Según
Almond, sería difícil encontrar pensadores más científicamente orientados que
Comte, Marx, Pareto, Freud, Durkheim y Weber, quienes, mientras estaban com-
pletamente dedicados a la tarea de hacer ciencia, reconocían claramente, al mis-
mo tiempo, que estaban tratando con una materia de análisis menos maleable a
las formas de explicación de las ciencias duras6.
2 Karl Marx y Friedrich Engels, «La ideología alemana», en Karl Marx y Friedrich Engels,
Obras escogidas, t. I, Progreso, Moscú, 1966.
3 Vilfredo Pareto, Escritos sociológicos, Alianza, Madrid, 1987, p. 66.
4 Émile Durkheim, Las reglas del método sociológico, Morata, Madrid, 1974.
5 Max Weber, Sobre la teoría de las ciencias sociales, Península, Barcelona, 1974.
6 Gabriel Almond, «Sepárate Tables: Schools and Sects in Policial Science», Political Science
andPolitics, vol. XXI, n.° 4, otoño de 1988, pp. 838-839.
EL ANÁLISIS DE LA POLÍTICA 29
5: bien los principios del tratamiento científico de los hechos políticos están
:>:•• en día muy claros en la Ciencia Política, los retos a la tarea de tratar cientí-
. Amenté lo político y lo social son constantes y giran alrededor de dos proble-
-is inherentes al objeto de estudio y al investigador. Respecto al objeto, se
~t¿ del ser humano, es decir, de un objeto con reacciones inesperadas cuyo
. —Cortamiento es difícil de predecir. Además, es difícil penetrar en sus actitu-
áes más profundas, en los mecanismos de su mente, y, en bastantes casos, las
-¿r.:testaciones verbales de las que se sirve la Ciencia Política en una buena
r-¿re de sus análisis no siempre corresponden a las actitudes profundas. Por otra
-iré. y en lo que respecta al politólogo, su neutralidad es difícil de alcanzar
^ido que estudia problemas humanos, culturales, ideológicos y políticos en los
:_e está inevitablemente implicado como persona y ciudadano.
Charles Wright Mills pensaba que no hay modo de evitar que el investigador
-_eda eliminar los juicios de valor en su trabajo. Si no explícitos, decía Mills,
:? •uicios de valor van siempre implícitos, y son precisamente los juicios mo-
-¿.es y políticos implícitos los que más influencia tienen. La solución, para Mills,
í-¿ hacer de esas influencias objeto de debate como única forma de tener pleno
:onocimiento de ellas y de tratar de controlar su influencia sobre las ciencias
sociales7.
Las dificultades para separar ideología y ciencia, valores y ciencia, son
. instantes en la Ciencia Política. El papel de la ideología en las características
:e la labor de la Ciencia Política ha sido puesto de relieve de forma muy suge-
•ente por Gabriel Almond, quien ha señalado que la profesión está separada
^rededor de dos ejes, el eje metodológico y el eje ideológico. En los extremos
;el eje metodológico están las sofisticadas demostraciones matemáticas, por un
¿do. y los críticos de los métodos científicos al uso, por el otro. En el eje ideo-
:gico, a un lado se situaría la extrema izquierda y al otro lado, la extrema de-
-;cha.
Teniendo en cuenta ambos ejes, metodológico e ideológico, Gabriel Almond
~.a distinguido cuatro escuelas: 1) la izquierda suave (soft left), 2) la derecha dura
'uvd right), 3) la derecha suave (soft right), y 4) la izquierda dura (hard left).
Almond, por lo tanto, distingue una separación metodológica pero también una
-eparación ideológica. Estas acusadas diferencias le llevan a este autor a hablar
del concepto de «mesas separadas» (sepárate tables). Almond, no obstante, pien-
sa que la mayoría de los politólogos se sitúa en una posición metodológica ecléc-
tica y da una importancia esencial al control de la influencia ideológica en su
trabajo profesional. Y concluye Almond que esa mayoría que él llama la «cafe-
tería del centro» no debería permitir la potestad de escribir la historia de la dis-
jiplina a ninguna de esas escuelas ya que la historia de la Ciencia Política no
.leva a ninguna de esas «mesas separadas» sino más bien a una escuela de cen-
Friedrich Engels, tro que aspira a la objetividad y que es metodológicamente plural8.
¿/.zar el «deber ser», los valores morales, y, a pesar de que entró en decaden-
: er. los años cincuenta, volvió a resurgir a partir de los setenta. El institucio-
,;smo se ha centrado en el análisis de las reglas y las organizaciones formales
?.ítema político, es decir, en el análisis de las instituciones del Estado.
La teoría conductista, también llamada behaviorismo, ha sido el enfoque
minante de la disciplina en Estados Unidos desde los años cincuenta. Se ha
->:derado que es el intento de aplicar el método científico al análisis de la
:::ca y se ha centrado en el estudio del comportamiento de los individuos a
es de la utilización de datos agregados y análisis cuantitativos. La teoría de
sección racional, por su parte, se basa en la idea de que el comportamiento
:::co es el resultado de las decisiones de individuos que actúan según su pro-
: interés.
Cabe destacar, por último, el impacto, a partir de los años setenta, del femi-
•mo y del análisis del discurso. El feminismo introduce la vertiente del géne-
er. el análisis político e intenta una reorientación de la Ciencia Política que
rere lo que considera punto de vista masculino. La teoría del discurso, por
--.o. se centra en la construcción de significados a través del discurso y en la
-prensión de la forma en que se produce esa construcción10.
En la anterior clasificación se ha incluido el behaviorismo como un enfoque
ii ¿¿ \ Ciencia Política, pero, dado su enorme peso en las últimas décadas,
- z singularizarlo como el enfoque que se ha impuesto en una buena parte de
Ciencia Política. Ciertamente, el behaviorismo ha sido mayoritario sobre todo
Esiados Unidos, pero, debido a la capacidad que este país tiene para influir
.: Ciencia Política del conjunto del ámbito occidental, el behaviorismo ha
-rado también un lugar fundamental en otros países, también en España.
la importancia del behaviorismo ha sido y es de tal magnitud que podemos
rlar de otra clasificación de enfoques que también se ha hecho en Ciencia
•lírica y que distingue dos grandes tendencias fundamentales, el behaviorismo
--. rxistbehaviorismo. El postbehaviorismo nace de la crítica a algunas limita-
: r.í> del behaviorismo, fundamentalmente, su atención a temas muy específi-
- rero muy poco ambiciosos. El behaviorismo analiza y explica tan sólo aque-
- cuestiones que pueden ser abordadas por los métodos cuantitativos y
'trastadas adecuadamente desde el punto de vista empírico. De ello se deriva
e muchas de las grandes preguntas o de las cuestiones más ambiciosas quedan
IB de su campo de análisis.
E i llamado postbehaviorismo se impone a partir de los años setenta y conso-
.-; lo que podríamos considerar un enfoque más plural de la Ciencia Política
d que se asumen algunos elementos del behaviorismo, básicamente, el em-
d smo y la preocupación por un enfoque plenamente científico en el análisis
la política. Pero, además, se desarrolla la idea de que es preciso complemen-
e>e enfoque con otros enfoques como el institucionalista, la teoría de la elec-
: • racional o el análisis del discurso. El resultado es una mayor capacidad y
_eza analítica de la Ciencia Política y, además, un acercamiento más ambi-
Yéase, con relación a la clasificación de los enfoques, David Marsh y Gerry Stoker (eds.),
Ii v métodos de la ciencia política, Alianza, Madrid, 1995.
34/ INTRODUCCIÓN A LA CIENCIA POLÍTICA
Los diferentes enfoques que he comentado más arriba nos ofrecen las pautas
para abordar el análisis de la política. Pero ese análisis- está, además, invariable-
mente orientado por nuestras concepciones en torno a los grandes ejes que expli-
can el funcionamiento de nuestras sociedades. Esos ejes u orientaciones sobre los
grandes problemas no son estáticos y la Ciencia Política que ponemos en práctica
cada día implica una discusión constante sobre esos grandes problemas y las orien-
taciones adecuadas para definirlos. Pero esa discusión permanente no debe suponer
una ausencia de esos ejes de explicación, ejes que he definido en el epígrafe de
este apartado bajo los conceptos de consenso y conflicto y democracia y élites.
Debo en buena medida este punto de partida a Seymour Martin Lipset quien
planteaba que en la base de la Sociología Política hay cuatro grandes autores y
cuatro conceptos, Marx y Tocqueville y el conflicto de clases y el consenso y
Weber y Michels y la democracia y la burocracia12. El planteamiento básico de
los dos grandes ejes de debate es adecuado si bien el concepto de élites contras-
Samuel P. Huntington, El orden político en las sociedades en cambio, Paidós, Buenos Aires.
INTRODUCCIÓN A LA CIENCIA POLÍTICA
preocupación por el consenso que es, al fin y al cabo, una preocupación cons-
tante de los sistemas políticos democráticos. Por eso, el consenso no sólo es un
concepto que sirve para explicar una característica relevante de las democracias
sino también un objetivo permanentemente deseable para esas democracias.
El otro gran eje que preside estas páginas es el de la democracia. Por dos
razones. En primer lugar, porque este análisis se centra en la política que tiene
lugar en los sistemas democráticos, la política entendida en todas sus dimensio-
nes, la política como acción de los ciudadanos, la política como la acción del
Estado, o la política como las ideas, las ideologías, los valores, que guían todas
esas acciones. En segundo lugar, porque la creencia de que la democracia es el
sistema de organización política más deseable preside también estas páginas por
lo que la democracia es una realidad política que es plenamente relevante estu-
diar pero también un objetivo desde el punto de vista normativo que inspira esta
obra.
Esta centralidad de la idea de importancia y de la deseabilidad de la demo-
cracia nos suscita, a su vez, dos grandes cuestiones que es interesante comentar.
En primer lugar, la cuestión relativa a la autonomía del sistema político y, en
segundo lugar, la cuestión relativa al grado de realización de los ideales de de-
mocracia o la tensión entre participación ciudadana y acción de las élites.
La Ciencia Política se fundamenta, por la propia definición de su campo de
estudio, en la creencia en la autonomía de la política y, al mismo tiempo, en la
centralidad de la política como fuente explicativa de lo que ocurre en diversas
áreas de la vida de la sociedad. En este sentido, la Ciencia Política se aleja ra-
dicalmente de la concepción marxista de la relación entre economía y política
en la que la política queda claramente supeditada a la economía y en la que la
política y su funcionamiento se explican como un producto de 1^ relación de
clases.
Según Marx y Engels, la relación de clases explica la estructura del Estado
o la cultura o las luchas ideológicas de una sociedad. Si queremos entender el
Estado, debemos atender a la estructura de clases porque el Estado es el instru-
mento político que emplea la burguesía para perpetuar su explotación sobre el
proletariado14. Es decir, debemos mirar hacia la economía, no hacia la política.
Como señalaba Karl Popper, de esta perspectiva se derivaba que la política, las
instituciones políticas y legales y las luchas políticas nunca pueden ser de im-
portancia primordial, es decir, «la política es impotente»15.
La Ciencia Política, sin embargo, tiene la razón misma de su existencia en la
idea de que las fuentes de poder en la sociedad son complejas, en la idea de que
el poder es económico, pero es también político, es también cultural. La Ciencia
Política se ha desarrollado precisamente para explicar el poder político si bien
la centralidad del poder político en el análisis de la Ciencia Política no debe
•a;er olvidar que la estructura del poder es compleja y hay también otras formas
es poder. La explicación de Daniel Bell sobre la estructura del poder es bastan-
; -.:'.! para ilustrar esa complejidad. Las bases del poder son tres, explicó Daniel
r;'.'.. la propiedad, la posición política y la preparación. A la propiedad se acce-
de a través de la herencia o de la capacidad empresarial, a la posición política,
, -aves de la pertenencia a una camarilla o mediante la cooptación, y a la pre-
---^ción, a través de la educación16.
La política es, en cierta forma,'el reino de la democracia, porque el poder
político en cuyo análisis nos centramos en estas páginas es el poder político re-
- c~-.ado por el sistema democrático. Y es por eso por lo que esta obra gira en
~o a la democracia y a los mecanismos de creación, ejercicio y funcionamien-
ael poder político en las democracias. Entiendo la democracia como un con-
_r.:o de principios políticos que deben presidir la organización del sistema pó-
rtico, principios que tienen una base sustancialmente normativa. Y entiendo
--mbién la democracia como un procedimiento a través del cual, como decía
íeph Schumpeter, el pueblo tiene la oportunidad de aceptar o rechazar los
- ::nbres que han de gobernarle17, o, como señaló Giovanni Sartori, un procedi-
- ento que impone una poliarquía abierta, que atribuye poder al pueblo y que
~r;one la capacidad de respuesta de los elegidos frente a los electores18.
Si el poder del pueblo es efectivo o no, o si es real o no, es una cuestión que
-a sido sometida, sin embargo, a numerosos debates. Desde las teorías clásicas,
: s pensadores llamados elitistas, Vilfredo Pareto, Gaetano Mosca y Robert Mi-
.r.els, dibujaron una sociedad permanentemente dividida entre élites y no élites
en la que las élites se imponían siempre, concentraban todo el poder y hacían
mposible la democracia. En épocas recientes, la democracia ha estado y está
i-ometida a un debate constante, desde las posiciones de los que piensan que una
auténtica democracia debería ser directa hasta aquellas de quienes señalan que
r> imperfecta dado que las posibilidades de participación de los ciudadanos son
~uy limitadas.
La tensión entre el poder de las élites y el poder de los ciudadanos preside
.. debate sobre la democracia. Algunos sostienen que las élites, tanto las élites
. c onómicas como las élites políticas, concentran todo el poder y tienen una gran
capacidad para determinar las actitudes, los valores y las vidas de los ciudadanos
"lentras que otros creen que las élites políticas, que son las que nos interesan
Tundamentalmente desde la Ciencia Política, están sometidas al control de los
ciudadanos a través de los mecanismos establecidos por las democracias.
Unas élites complejas, producto de la estructura de poder también compleja
cue definía más arriba, tienen capacidad para orientar los valores de los ciuda-
aanos y también sus decisiones. Unas élites políticas en la cima del poder polí-
:;co toman las decisiones políticas. Sin embargo, el poder político en las demo-
cracias está depositado, en última instancia, en la ciudadanía. Las élites toman
las decisiones, pero esas élites son elegidas por los ciudadanos, y están perma-
nentemente sometidas al control de los ciudadanos y al control, a su vez, de otras
élites. La tensión entre unas y otras élites y la tensión entre élites y ciudadanos
preside la relación entre el Estado y la sociedad y preside, por lo tanto, la polí-
tica que en estas páginas intentamos desentrañar.
TEXTOS
lo que puede ser observado o deducido, y en modo alguno lo que sus compañeros
humanos sienten o prefieren «irracionalmente». Percibe y evalúa la realidad pero
no la juzga. El Dr. McCoy, médico de la astronave, en cambio, es la mentalidad
normativa personificada. Aun cuando posee una formación científica, se deja guiar
invariablemente por la preferencia y por el sentido de la rectitud más que por la
lógica y por el sentido de la eficacia. Por último, James Kirk, capitán de la astro-
nave, proporciona una síntesis de las opciones empírica y normativa. Recurre al
conocimiento y la capacidad de raciocinio del Sr. Spock, pero tempera su juicio
con la sensibilidad moral de McCoy. Rechaza los dos extremos, pero se sirve de
ambas tradiciones. Invariablemente, obtiene el éxito.
La síntesis del capitán Kirk encierra también una lección para nosotros, pues
el análisis normativo sin el fundamento empírico puede llevar a juicios de valor
apartados de la realidad. Por otro lado, el análisis empírico sin la sensibilidad para
con las cuestiones normativas puede llevar a la creación de una estructura factual
en el vacío, un conjunto de observaciones cuyo significado no estemos preparados
para comprender plenamente. Por eso, el objeto que se persigue al emprender la
investigación política es servirse de ambos tipos de análisis —empírico y norma-
tivo—, no sólo para adquirir un máximo de conocimientos, sino también para
comprender la realidad política de la manera más completa posible. Y así, aunque
en este libro se hace especial hincapié en el análisis político empírico, nuestro
objetivo es, además de familiarizar al lector con los diversos aspectos de la técni-
ca empírica, lograr que valore la perspectiva normativa, más amplia, en la que se
interpreta el conocimiento.
En este sentido, podemos considerar la investigación científica como una ma-
nera de conocer, como un lenguaje común de investigación. Sin duda, no es la
investigación científica el único modo de conocer, pero sí, en muchos casos y para
múltiples fines, el más eficaz. Se puede conocer mediante la experiencia, pero no
todo el mundo comparte la misma. Se puede conocer manteniendo los ojos abier-
tos, mas no se puede estar seguro de que a través de esa observación no estructu-
rada vayan a percibirse todos los sucesos importantes y ni siquiera un conjunto
representativo de ellos. Algunos pueden incluso «conocer» mediante visiones o
voces secretas, y otros habrá que tengan por veraces sus descripciones y narracio-
nes, pero no todos pueden aprender métodos visionarios. Cada una de estas formas
de conocimiento cumple un propósito y tiene sus aplicaciones, pero ninguna tiene
en cuenta la totalidad de los hechos o conclusiones ni el conocimiento de cómo se
han obtenido. Cada una de ellas permite la comunicación, pero ninguna nos ayuda
a adquirir una comprensión amplia y compartida.
La investigación científica, en el sentido de estudio orientado por el método
científico, sí lo permite, y con creces, pues no sólo nos ofrece la posibilidad de
conocer la realidad y evaluar los modos de conocerla, sino también —por ser éstos
comúnmente entendidos por quienes han aprendido el método— la de perfeccionar
nuestros medios de investigación. La investigación científica es un modo de cono-
cimiento autocorrector en continuo desarrollo.