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Caso Harvard Lectura.
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Rabia y determinación
Mientras tanto, los asesores del Presidente comenzaron a preparar una declaración
para que la hiciera en Louisiana. Karen Hughes, asistente y persona de confianza
cercana al Presidente, objetó cuando el Secretario de Prensa, Ari Fleischer,
comenzó a leer del borrador inicial: “Esta mañana fuimos las víctimas de…” Ella lo
refutó fuertemente: “Un momento, no somos víctimas de nada. Puede ser que
hayamos sido el blanco, que nos hayan atacado, pero no somos víctimas”.6
Visiblemente emocionado Bush se dirigió a la nación poco después de la una de la
tarde, y no se refirió a los ciudadanos del país como víctimas.
Desde Louisiana, el Presidente voló a la Base Offutt de la Fuerza Aérea en
Nebraska, donde a las 3:30 p.m. tuvo una videoconferencia con los miembros del
Consejo de Seguridad Nacional. Bush le dijo a sus asesores que los terroristas
habían realizado “ataques contra la libertad, y así es como los vamos a definir”.7 El
director de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), George Tenet, informó al grupo
que Osama Bin Laden y la red de al Qaeda parecían ser los responsables.8 Bush
terminó asegurando a sus asesores, “Vamos a encontrar a estas personas. Van a
pagar por lo que han hecho. No quiero que tengan dudas al respecto”.
A las 4:30 p.m. Bush abordó el avión de la Fuerza Aérea Uno de regreso a la capital
norteamericana.10 Le pidió a Hughes y al jefe de redacción de discursos, Michael
Gerson, que comenzaran a preparar un discurso breve que quería dar a la nación
esa misma noche. Gerson acuñó una frase fuerte en este discurso: “Éste no es sólo
un acto de terrorismo. Éste es un acto de guerra”. Bush estuvo de acuerdo con esta
caracterización pero decidió eliminar la frase del discurso. A Hughes le dijo que
“nuestra misión es dar confianza”. Bush recuerda lo que pensó entonces: “Quería
calmar los nervios … Yo sabía que (después) habría mucho tiempo para hacer
declaraciones de guerra”.
El Gabinete de Guerra estaba integrado por Bush, Cheney, Card, Powell, Rice,
Tenet y otros siete funcionarios de alto nivel: el Secretario de la Defensa Donald
Rumsfeld, el director del Buró Federal de Investigación (FBI) Robert Mueller, el
Procurador General John Ashcroft, el presidente del Estado Mayor Conjunto Henry
Shelton, el Secretario del Tesoro Paul O’Neill, el Secretario Adjunto de la Defensa
Paul Wolfowitz y el Secretario Adjunto de Estado Richard Armitage. Este grupo se
reunió en secreto casi todos los días a lo largo de las semanas siguientes. Muchos
de ellos tenían gran experiencia en política exterior y llevaban años trabajando
juntos. De hecho, cinco individuos (Cheney, Powell, Rice, Wolfowitz y Armitage)
habían desempeñado un papel importante durante la planeación y la ejecución de la
Guerra del Golfo Pérsico bajo la administración del padre de Bush.14 (El Anexo 1
contiene antecedentes de cada miembro del grupo).
Bush prefería escuchar los puntos de vista de varios asesores antes de tomar una
decisión y proceder. Un funcionario describió su liderazgo después del 11 de
septiembre en estos términos: “Hay tantos asuntos sobre áreas tan amplias y
diversas que se trata de ‘tomar una decisión y pasar al tema siguiente’, no puedes
dudar. Yo creo que [su respuesta a los ataques] ha demostrado su estilo
administrativo, confía en sus asesores y toma decisiones y no entra en discusiones
interminables, como las de la Sociedad del Poeta Muerto”.17 Entre los miembros del
Gabinete de Guerra, Bush se apoyó mucho particularmente en los consejos de
Cheney, Powell, Rice y Rumsfeld.
Cheney tenía una relación cercana de trabajo con Rumsfeld y con Powell, ya que
había trabajado con los dos durante años. Rumsfeld fue jefe de la Oficina de
Oportunidad Económica a principios de los años setenta, y contrató a Cheney en
esa época. Este fue el lanzamiento de la carrera política de Cheney.21 Powell fue
Presidente del Estado Mayor Conjunto durante la primera administración Bush, y
trabajó muy de cerca con Cheney durante la Guerra del Golfo Pérsico. Powell
describió su relación: “El vicepresidente Cheney y yo pasamos juntos por muchos
momentos duros cuando él era secretario de defensa y yo era el presidente del
Estado Mayor Conjunto. Nos llegamos a conocer muy bien y a veces una sonrisa o
un gesto del otro lado de la mesa es todo lo que necesitamos para comunicarnos
entre nosotros”
Cuando Bush eligió a Powell como secretario de estado, elogió el buen juicio del ex
general sobre asuntos exteriores. No obstante, el 10 de septiembre de 2001, la
revista Time publicó un artículo bajo el título de “El que queda fuera,” cuestionando
la influencia de Powell dentro de la administración Bush. Los autores escribieron:
Los autores contrastaron la función de Powell con la influencia ejercida por Rice:
Se dice que Bush admira y respeta a su secretario de estado. Pero cuando a Bush
le faltan conocimientos sobre algún tema, él se apoya en las relaciones personales
… Rice es la que ocupa ese dulce lugar ahora. Ella le enseño a Bush el ABC de las
relaciones exteriores antes de llegar a la presidencia… Rice ha cultivado un perfil
cada día más alto, que de acuerdo con la filosofía de suma cero de Washington
implica un perfil más bajo para Powell.
Rumsfeld no sólo tenía una visión clara para el Departamento de Defensa, también
estaba a favor de una filosofía de dirección distinta. Como ejecutivo en los sectores
público y privado, fue desarrollando estos puntos de vista a lo largo de muchos
años. Formuló esta filosofía en una serie de reflexiones y citas que se conocen
como las “Reglas de Rumsfeld”. Publicó la primera edición en 1974 y sacó una
versión actualizada el 10 de septiembre del 2001. (Para ver algunas de las “Reglas
de Rumsfeld”, consulte el Anexo 4).
El Gabinete de Guerra se reunió más tarde esa misma mañana. Rumsfeld inició la
discusión sobre el alcance de la guerra. Le preguntó al grupo, “¿Nos concentramos
en bin Laden o en algo más amplio?” Al discutir temas complejos de política exterior,
Rumsfeld con frecuencia citó al ex Presidente Eisenhower, quien una vez dijo, “Si un
problema no puede resolverse, amplíenlo”. En este caso, Rumsfeld sostuvo que la
administración no podía montar una defensa adecuada contra el terrorismo si
decidía concentrarse, de manera limitada, en la red de al Qaeda. Él creía que el
prevenir futuros actos de guerra “requeriría un esfuerzo sostenido y amplio … y que
no esté restringido a una sola entidad, estado o entidad no estatal”.
La diplomacia y el desacuerdo
El jueves Powell anunció públicamente que bin Laden era el principal sospechoso
en la investigación que los Estados Unidos estaba realizando. Subrayó que
presentarían pruebas sólidas que indicaban que Bin Laden había planeado los
ataques. También declaró que Estados Unidos actuaría de inmediato para exigir la
cooperación de Pakistán en un esfuerzo por desmantelar la red de al Qaeda en
Afganistán.Powell le había aconsejado a Bush actuara rápidamente para presionar a
Pakistán a que estuvise del lado de los Estados Unidos, pese al apoyo que esa
nación había dado anteriormente al régimen talibán. Bush aprobó este enfoque y le
dio a Powell un amplio margen para tratar con el gobierno de Pakistán. El jueves
Powell, Armitage y la embajadora Wendy Chamberlain presentaron a los líderes
pakistaníes una lista de siete demandas para la cooperación en la guerra anti-
terrorista. El líder pakistaní Misharraf estuvo de acuerdo en cumplir con todos los
puntos.
Con tantos asuntos sin resolver, a Bush le preocupó que el Gabinete de Guerra no
había podido deliberar sin interrupciones en medio del caos de los últimos días. Por
consiguiente Bush invitó a sus asesores a Campo David, el retiro presidencial en
Maryland, a pasar el fin de semana. Dijo: “Todo [debe estar] sobre la mesa …
Necesito ver opciones en la mesa … Quiero decisiones rápidas”. Rumsfeld estuvo
de acuerdo pero añadió: “Le vamos a quedar a deber lo que pueda salir mal, las
cosas que pueden detenernos o hacer que nos movamos más lento”.
Campo David
Bush le pidió a sus asesores en Campo David que se reunieran sin él en una plática
informal la tarde del viernes. Los miembros del Gabinete de Guerra, sin el
Presidente, cenaron juntos y platicaron sobre varios de los temas más importantes
que enfrentaban. Entre otras cosas, hablaron sobre los aspectos únicos de la
inminente campaña, estableciendo varias diferencias entre esta guerra y el conflicto
convencional en el Golfo Pérsico de hace una década.68 Los asesores parecían
apreciar la oportunidad de tratar varios temas y preguntas complejos en un entorno
más cómodo e informal. Muchos asuntos permanecían sin resolverse, incluyendo
precisamente qué tipo de acción militar llevarían a cabo en Afganistán, cómo tratar
con los talibanes, y si debían extender o no la campaña confrontando a otros
estados que patrocinaban el terrorismo. Cuando Bush llegó más tarde, pensó sobre
cuáles eran sus objetivos. Para cuando terminara el fin de semana, él quería que su
equipo estuviese unido en apoyo a una clara estrategia de cómo proceder. Él
recuerda que pensó, “Si todos no estamos exactamente de acuerdo, entonces unos
se van a desconectar y a volver a cuestionarse las cosas, así el proceso de verdad
no va a desarrollarse como debiera”
En algún momento, Rice preguntó al grupo sobre los beneficios y riesgos que
implicaría el extender la guerra a otros países. Esto generó una nuevo debate sobre
Irak. Bush había hecho a un lado dicha discusión días antes, pero ahora dejó que
los participantes retomaran el tema. Rumsfeld inició la discusión, preguntando si
Estados Unidos debería actuar ahora para enfrentar la amenaza planteada por
Hussein, quien se creía estaba financiando el terrorismo y desarrollando armas de
destrucción masiva.77 El asunto les recordó a algunos las deliberaciones previas a
la Guerra del Golfo. En ese entonces, el presidente del Estado Mayor Conjunto,
Powell, había pugnado por imponer sanciones económicas en lugar de lanzar una
operación militar rápida. El secretario de defensa Cheney había estado a favor de
una extensa campaña militar para expulsar al ejército iraquí de Kuwait. Uno de sus
oficiales adjuntos, Wolfowitz, lo había apoyado fervientemente. El ex presidente
Bush estaba de acuerdo con Cheney y Wolfowitz. Sin embargo, después decidió
detener la guerra sin avanzar hacia Bagdad y expulsar a Hussein, una decisión que
Powell aprobó pero que no gustó a muchos otros ayudantes.
Ahora, en el 2001, Powell y Wolfowitz una vez más estaban en lados opuestos de la
discusión sobre Irak. En sus primeros comentarios, Rumsfeld parecía inclinarse por
apoyar una acción militar contra el régimen de Hussein. Powell expresó su
desacuerdo. Él creía que Estados Unidos debería actuar en contra de Irak sólo
después de haber obtenido un apoyo internacional sólido para dicha acción, tal y
como lo hizo el padre del Presidente durante la Guerra del Golfo. Powell no creía
que Estados Unidos pudiera conseguir ese apoyo internacional en ese momento,
especialmente sin pruebas claras sobre la participación de Irak en los ataques.
Wolfowitz respondió con el argumento de que Hussein representaba una amenaza
más seria que Bin Laden. La evidencia sugería que los iraquíes habían estado
desarrollando armas biológicas y químicas y que Hussein había tratado de adquirir
capacidad nuclear. El dictador iraquí también había expulsado a los inspectores
internacionales de armas. Estados Unidos no podía vincular a Hussein a estos
ataques terroristas, pero Wolfowitz señaló que la evidencia indicaba que Hussein
estaba detrás del bombardeo de 1993 del World Trade Center.
Bush no expresó una opinión sobre el asunto iraquí durante esta discusión tan
acalorada. Después recordó lo que pensaba: “Mi teoría es que tienes que hacer algo
y tienes que hacerlo bien … Si tratábamos de hacer demasiadas cosas.. entonces la
falta de enfoque hubiese sido un riesgo enorme”.81 A Bush también le preocupaba
que la participación de algunos en el proceso de toma de decisiones en la Guerra
del Golfo podría afectar su interpretación sobre la situación actual. El ha dicho: “Una
de las cosas que no iba yo a permitir era que su experiencia anterior en ese
escenario dictara la lógica para una nueva guerra”.
Por último Cheney ofreció sus puntos de vista. Él recomendó una campaña
multifacética en contra de al Qaeda, que incluyera atacar sus activos financieros así
como sus campos de entrenamiento en Afganistán. Cheney creía que Estados
Unidos necesitaba actuar asimismo contra los talibanes y sugirió trabajar con la
Alianza del Norte, debido al conocimiento que tenían del lugar y de las líneas de
defensa de los talibanes. Cheney sostuvo que la administración necesitaba
prepararse para usar tropas terrestres y como resultado de esto, llegar a tener
víctimas. Insistió sobre la importancia de formar una coalición internacional sólida, y
por esa razón, no recomendó ninguna acción contra Irak en el corto plazo. Sin
embargo, Cheney dejó claro que le preocupaban los intentos de Hussein para
desarrollar armas de destrucción masiva. El grupo platicó sobre las
recomendaciones ofrecidas por Cheney y los otros. Todos estuvieron de acuerdo en
que esta campaña no sería de corta duración y que tenían que estar preparados
para una guerra prolongada.88 Finalmente, Bush anunció, “Voy a pensar sobre todo
esto, y les haré saber cuál es mi decisión”.89 El grupo se despidió; algunos
regresaron a la capital mientras que otros permanecieron esa noche en Campo
David.
Más tarde, los noticieros mencionaron las serias diferencias de opinión entre los
asesores de Bush, y los periodistas especularon particularmente sobre la relación
entre Rumsfeld y Powell. Se concentraron en el hecho de que Rumsfeld tendía a ser
más “halcón” mientras Powell abogaba por la cautela y la moderación. Los dos
reconocieron sus diferencias de opinión, pero sugirieron que siempre encontraban la
manera de trabajar juntos constructivamente. Powell dijo, “Discutimos, pero casi
siempre encontramos la respuesta. Tenemos puntos de vista políticos. A mí me
consideran un moderado. Pero todos saben cuál es la posición de los demás”.90
Rumsfeld comentó sobre la manera del Presidente para abordar los desacuerdos
entre sus asesores: “No todo tiene que estar absolutamente elaborado antes de
llegarle a él”.91 Cuando a Rice le preguntaron sobre las disputas entre los asesores
principales, ella no negó las diferencias de opinión. Pero subrayó que el Presidente
no quería que las discusiones se vieran reflejadas en la prensa. Ella describió las
opiniones de Bush sobre este asunto: “El Presidente no está dispuesto a tolerar
problemas que surgen por el ego de un individuo. Eso está claro”
El Presidente decide
La mañana del domingo el Presidente se reunió con Cheney y con Rice por
separado. Cheney y Bush conversaron sobre los temas que había discutido el
Gabinete de Guerra. Ni Bush ni Cheney han dicho nada sobre esta conversación
privada.93 Más tarde Bush le pidió a Rice que se reuniera con él en su cabaña de
Campo David. Le dijo a Rice que había considerado los puntos de vista aportados
por todos y llegado a una serie de conclusiones. Le dijo cómo quería proceder
durante la guerra. Rice y Bush también optaron por no hablar sobre el contenido de
esta conversación privada y no han comentado en qué medida Rice sugirió revisar o
agregar algo al plan de acción de Bush.
Avanzando
Bush explicó que emitiría una orden presidencial dándole a la CIA la capacidad de
iniciar una serie de operaciones encubiertas en todo el mundo. Quería que equipos
paramilitares de la CIA comenzaran a actuar dentro de pocos días para reunirse con
la Alianza del Norte ya en el terreno en Afganistán. En cuanto a la misión militar,
Bush eligió la tercera opción, presentada por el General Shelton. Ésta incluía una
gran campaña aérea, ataques con misiles de crucero y tropas de tierra. El
Presidente dijo que entendía los riesgos de usar tropas terrestres en Afganistán,
sobre todo debido al terreno montañoso, la presencia de jefes de guerra de varias
regiones rivales entre sí, y la historia de invasiones extranjeras fracasadas en ese
país. Sin embargo, él sentía que Estados Unidos tenía que actuar de manera
decisiva y no creía que podría desmantelar a al Qaeda y sacar del poder a los
talibanes exclusivamente con la fuerza aérea. Bush también dijo que quería que el
Pentágono buscara la participación de las fuerzas aliadas en sus planes de guerra,
particularmente de los ingleses. Por último, Bush le dijo al equipo que había
decidido no actuar contra Hussein en ese momento, aunque encargó al equipo que
siguiera desarrollando planes para derrocar al dictador de Irak.
Después de que Bush acabó de describir lo que había decidido hacer, se generó
cierta discusión. Particularmente Powell comentó que le gustaría tener un poco más
de tiempo para elaborar el ultimátum que se iba a emitir a los talibanes. Sugirió
esperarse hasta el día siguiente. El Presidente estuvo de acuerdo en esperar hasta
la mañana del martes si fuese necesario, aunque insistió que no quería más
demoras. El equipo también dedicó un buen rato a ver cómo debería proceder
Estados Unidos después de los primeros ataques, dependiendo de lo que sucediera
durante la primera fase del operativo militar.
El martes Rice le dio al Presidente un borrador del ultimátum formulado por Powell y
otros consejeros. En ese momento, Bush decidió anunciar el ultimátum durante su
discurso, en vez de que Powell transmitiera el mensaje a través de los canales
diplomáticos.102 El miércoles se reunió con un grupo de redactores de discursos y
consejeros. Hadley, el consejero adjunto del Consejo de Seguridad Nacional, sugirió
un ligero cambio en la declaración de la así llamada Doctrina Bush: “No haremos
distinción alguna entre los terroristas que cometieron estos actos y los que los
protejen”. Él propuso agregar la palabra “continuar” para que la política dijera, “… y
aquellos que continúen protegiéndolos”. Creyó que la declaración original implicaba
la confrontación con muchas naciones. Quería darles a esos países la oportunidad
de apoyar el actual esfuerzo de los Estados Unidos pese a las transgresiones que
hubiesen cometido en el pasado.103 El Gabinete de Guerra se reunió más tarde
para platicar sobre el discurso. Rumsfeld propuso no mencionar el nombre de bin
Laden. Él quería referirse a la guerra en términos más amplios. Rice no estuvo de
acuerdo y finalmente, Bush decidió dejar en su discurso una referencia a bin Laden.
El grupo también debatió sobre la recomendación de Hadley. Rice y Powell
apoyaron mucho su propuesta y Bush optó por hacer caso a sus consejos.