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MARÍA MOLINER.

BIBLIOTECARIA Y MISIONERA DE LOS LIBROS

María Moliner nació en Paniza (Zaragoza) en 1900. O, como ella decía “En el año cero”.
Murió en 1981, por tanto, se cumplen 40 años de su fallecimiento.

Estudió Filosofía y Letras en Zaragoza y obtuvo, mediante concurso, su ingreso al Cuerpo de


Archiveros y Bibliotecarios de España.

Cuando su hijo menor comenzó la universidad sintió que le sobraba tiempo después de sus
cinco horas al día como bibliotecaria y decidió ocuparlo escribiendo un diccionario.

María Moliner hizo una proeza, escribió sola, en su casa, con su propia mano, el diccionario
más completo, más útil y más divertido de la lengua castellana: Diccionario de uso del
español.
Un diccionario que no sólo dice lo que significan las palabras, sino que indica también cómo se
usan, y se incluyen otras con las que pueden reemplazarse.

María Moliner tenía un método infinito: pretendía agarrar al vuelo todas las palabras de la
vida. “Sobre todo las que encuentro en periódicos, porque allí viene el idioma vivo, el que se
está usando, las palabras que tienen que inventarse al momento por necesidad” dijo en una
entrevista.

Uno de sus hijos, a quien le preguntaron cuántos hermanos tenía, contestó: “dos varones, una
hembra y el diccionario”. Hay que saber cómo fue escrita esta obra para entender cuánta
verdad implica esta respuesta.

Pero mucho antes de comenzar esta ardua tarea, hay que destacar que fue una excelente
bibliotecaria y misionera de los libros; aunque la censura, la desidia y el tiempo hayan
desdibujado la enorme tarea que realizó al frente de las Misiones Pedagógicas creada por la II
República. Su fin era crear una organización bibliotecaria, para ello redactó su Proyecto de
bases de un plan de organización general de bibliotecas del Estado , extensible a todas
las regiones, donde las bibliotecas rurales tuvieran una misión preponderante, coordinadas en
red por una biblioteca central que permitiese a cualquier lector, sin importar su lugar de
residencia, obtener cualquier libro de cualquier biblioteca de la red “hay que conseguir que no
exista en todo el territorio nacional lugar, ni aún cama aislada en el campo, que no pueda
disponer de libros en cantidad proporcionada a su importancia, una organización tal que
permita que cualquier lector, en cualquier lugar, pueda obtener cualquier libro que le interese”-
lo que los bibliotecarios llamamos préstamo interbibliotecario-.

Formó un ejército pacífico de bibliotecarios cuya misión era divulgar y extender el libro como
instrumento de cultura tan eficaz o incluso más que la escuela y muy especialmente en el
mundo rural, donde sus gentes, sobre todo los adultos, nunca habían tenido la oportunidad ni
de aprender a leer. Con la lectura en voz alta, primero, de estos misioneros, después de los
hijos escolarizados de los campesinos, abrirían las puertas de su imaginación, de otras
realidades y así humanizarían y civilizarían el campo. Para ello escribió en 1937 el prólogo de
Instrucciones para el servicio de pequeñas bibliotecas.

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