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La escuela y la cuestión social (Tenti Fanfani, Emilio)

3. Tres ejemplos escolares de naturalización de diferencias

El efecto de naturalización y no conciencia del origen social tiene múltiples


manifestaciones. Se presente a continuación 3 creencias típicas de la cultura escolar y
familiar cuya eficacia en términos de producción y reproducción de desigualdades se
basa en el desconocimiento de su carácter arbitrario. 

a. La creencia en la ideología del don y la inteligencia

Tienden a aparecer en la conciencia de los agentes escolares como atributos biológicos


o genéticos. Este supuesto ha sido criticado, pero aún está presente en las mentes de
muchos agentes escolares y sociales.

Goffman decía que existen ciertos estatus difusos, ciertos atributos que se manifiestan
a primera vista. Estos son género, edad, etnia y la clase. La presencia de diversos
indicios visibles (rasgos corporales, el fenotipo, la vestimenta) desencadena una
operación de tipificación. A estos atributos les adscribimos otras propiedades
relacionadas con ellos, los cuales son arbitrarios en su mayoría. Hay ciertas cosas que
se espera de un hombre, de un joven y no de un adulto o un anciano. Las cualidades
intelectuales también están sesgadas por estos estatus difusos. Las expectativas de los
maestros varían según distintas “clases de individuos”. Así sabemos que se espera
menos de niños más pobres, de grupos culturalmente dominados, y demás. También
se asocian con el género (los hombres son más aptos para determinadas actividades).

b. La creencia en el interés, la motivación y la pasión por el


conocimiento 

La inteligencia como dotación natural es reemplazada por otras creencias. Existen


evidencias que indican que el interés por la música clásica , la filología, las lenguas
extrajeras , matemáticas o computación, no son solo una cuestión de gusto, sino que la
demanda cultural está social y culturalmente determinada. La problabilidad que a un
adolecente le interese por ejemplo la música clásica es diferente en las distintas
categorías sociales, etc. Esta creencia funciona como un poderoso factor productor de
desigualdades escolares y sociales legítimas.

Existe una frase muy repetida en la actualidad “a los chicos de hoy no les interesa
nada”, esta actúa como un predictor del fracaso escolar.
Aquí hay un doble desconocimiento: ҉ Primero: el interés por los contenidos
culturales no surge de forma natural y espontánea.

  ҉ Segundo: muchas veces estamos equipados


para ver sólo lo que nuestras categorías de percepción nos permiten ver. Todo lo
demás escapa de nuestro campo perceptivo y visual.

c. La creencia en la disposición al trabajo y el esfuerzo


Esta disposición al trabajo y el esfuerzo tienen a presentarse como cualidades
aleatoriamente distribuidas en la población. La laboriosidad, la dedicación y el esfuerzo
se consideran cualidades, pero de un rango menor en comparación la inteligencia y la
creatividad (son apreciadas porque no consisten en aplicar reglas aprendidas). Estas
últimas generan distinción y son propias de individuos brillantes, que se destacan y
demás. Son cualidades particularmente valoradas, mientras que las otras (las del
esfuerzo y laboriosidad (perseverancia y esmero en el trabajo) son cualidades vulgares
y “aprendidas”.

              Es cuestión de valores y de gustos. Y como es preciso recordar no hay


aprendizaje sin esfuerzo, los que aprenden más son los que se trabajan más. Se puede
demostrar que existen asociaciones sistemáticas entre una característica subjetiva
como la disposición al ahorro y la posesión de capital, o que existen asociaciones entre
aspiraciones educativas y posición en la estructura social, ya que las aspiraciones
subjetivas tienden a corresponderse con las probabilidades objetivas (son más
ambiciosos en términos de logros escolares los grupos sociales que tienen más
probabilidades objetivas de escolarización).
            La naturalización de estas cualidades, es decir, el desconocimiento de sus
condiciones sociales de producción, tiene un efecto fuertemente conservador del
orden social. 

Por último, lo natural tiende a ser más valorado que lo aprendido. Desde este
punto de vista los hijos de clases más altas  han y van beneficiarse con esa forma
oculta pero eficaz de la herencia cultural, son percibidos a sí mismos como
naturalmente distinguidos y sus prácticas y estilos de haces las cosas son más
premiadas y valoradas.

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